CAPÍTULO 15

PERDONAR A TIEMPO.

Después de haberse enfrentado a Ileana, Cristian entraba a la escuela, Miren al verlo entrar que se acercaba a la cafetería, lo saludo de beso en la mejilla y de abrazo, le invito a sentarse, pero le dijo que llevaba un poco de prisa, así que no insistió más, Sebas notaba un poco raro a Cris, pero no quiso preguntarle nada hasta después ya que ambos estuvieran solos, ellos salieron despidiéndose de Miren, que le dijeron que si la pasaban a dejar a su casa, pero ella no quiso hacer mal tercio y prefirió esperar a Mateo, así ellos salieron de la escuela, y ya estando en el carro, Cristian le dio un dulce beso a Sebas y le pregunto.

- ¿Qué tal tu día chaparro? 

–  Sebas le contesto con una sonrisa.

– Muy bien, todo bien, ya no me siento cansado, ni fatigado, las vitaminas me están ayudando, pero a ti te sucede algo, y me doy cuenta por la expresión con la que llegaste ahorita, me puedes decir ¿Qué paso?  –

Cristian le dijo.

– A ti nada se te escapa, te das cuenta de todo, pues sí, me pasa algo, hace unos minutos me encontré con Ileana, me dijo muchas cosas y pues eso me puso tenso.  

–  Sebas tocándole la mano le dijo.

– Amor, tenemos que entenderla, de la noche a la mañana ella perdió el amor, se dio cuenta que su novio en vez de cambiarla por otra mujer, la cambio por un chico; yo me siento mal, porque fui yo quien se interpuso en esa relación.

– Cristian le tomo la mano y le dijo.

– Si amor, ella perdió algo que ya había perdido desde hace tiempo, su obsesión hacía mi, su amor enfermizo, chaparro te quiero mucho; pero eso no le da derecho de ordenar que me impidan el paso en el gimnasio por ser gay y por qué supuestamente tengo VIH.

– Sebastián se asombró por lo que había hecho Ileana y le pregunto.

- ¿Pero cómo fue?

– Cristian mirando su reloj, vió que se le hacía tarde, le contesto.

– Te cuento en el camino, se me hace tarde para ir a la universidad y después ir a ver como procedieron con la denuncia que interpuse.

– Cristian arranco y Sebas le dijo.

– Esta bien platícame lo que paso en el gym, sirve que me dejas en la cafetería de favor, debo trabajar hoy.

– Cristian manejaba y platicaba lo que había pasado en la mañana; en lo que iban charlando, no notaban que una camioneta azul los seguía, con cristales polarizados, un señor con gorra, los iba persiguiendo cautelosamente. Tras varios minutos de manejar y de haber escuchado todo lo que paso, Sebastián antes de bajarse del carro para meterse a la cafetería, preocupado le dijo a Cristian.

– Cris, será mejor que nos cuidemos, no sabemos lo que sea capaz de hacer Ileana en contra de nosotros, si eso hizo en el gimnasio, que no me podrá hacer a mí, está llena de odio, todo por mi culpa, por haberme metido en su relación.

– Cristian tocándole la mejilla le dijo.

– Chaparro, apareciste en un momento indicado, entre Ileana no había una relación de amor, ya era una rutina, solo teníamos sexo y ya, contigo se despertó el sentimiento de amor.

– Él lo abrazo y se besaron, Sebastián temblaba y se estremecia, le dijo a Cris en forma como si estuviera despidiéndose.

– Cristian quiero que sepas que pase lo que pase siempre te voy a amar, no importa lo que pase, te voy amar siempre, y aun muerto mi amor seguirá en ti, en tus pensamientos y en tu piel, siempre seremos el uno para el otro.

– Cristian lo abrazo y le dijo.

– Te amo, te amo mucho y no pasara nada malo ya lo veras, todo saldrá bien, y si lo dices por tu papá, descuida pronto lo agarraran, lleva días desaparecido, sin saber nada de él, así que no te preocupes amor, todo está bien, vengo por ti a las 7 sale, a la hora que salgas, y nos vamos a cenar comida grasosa te parece. 

– Sebastián le sonrió, mirándolo a los ojos lo beso, dulce, profundo, con sensaciones inexplicables, un beso como nunca antes se lo hubieran dado, sus lenguas se entrelazaban, sus manos se tocaban, su respiración se hacía lenta y profunda, un beso como si fuera el último, después de ese dulce y largo beso le dijo. 

– Te voy a esperar, siempre y cuando me prometas que nuestro amor perdurara por toda la eternidad, lo prometes amor. 

– Cristian lo volvió a besar y le dijo. 

– Si mi amor, claro que sí.

– Sebastián se bajó del carro y se despidió de Cris lanzándole besos al aire.

Mientras que él se iba, el misterioso carro se estacionaba frente de la cafetería, con los cristales cubriendolo hasta arriba, impidiendo la vista desde afuera, ese hombre miraba al exterior cuidadosamente.

Cristian manejaba y sentía una rara sensación en el pecho, como si le faltara el aíre, se sentía preocupado, solo pensaba en la amenaza de Ileana y de lo que fuera capaz de hacer en contra de ellos.

Sebas quien rápido se había puesto el uniforme y la gorra de la cafetería, se dispuso a acomodar las cosas en la bodega, ya que estaba muy desordenada, la nueva máquina de cafe que les serviá para realizar los frappes y los mokas funcionaba a la perfección, solo que notaban un ligero sobrecalentamiento en la parte baja del motor y de los cables, pensaban que eso era normal, así que no le dieron mucha importancia los jóvenes que trabajaban ahí, mientras tanto Sebas, atendía y acomodaba entre rato y rato, curiosamente en ese día no había muchos meseros, así que debían repartirse bien los clientes, ya que la cafetería estaba llena, sus compañeros de servicio notaban que era muy práctico la nueva máquina, pues les ahorraba tiempo, así podían atender a más clientes y despacharles otros tipos de café o tés.

El tiempo se había ido volando ya eran casi las 6 de la tarde, al haber bajado notablemente la clientela, los chicos del servicio se dispusieron a comer algo, ya que no habían tenido ni tiempo para comer, Sebastián los dejaba que comieran en las mesas de afuera, en lo que él seguía acomodando las cajas de la bodega, mientras el cantaba, sintió una sensación rara, como si algo fuera a pasar, pensaba que solo era su hambre o su nerviosismo por el examen vocacional y por lo que Ileana le había dicho a Cristian y a él, cuando de pronto un señor de gorra se metía a la cafetería, quien había notado la presencia del señor, era una de las meseras, pero no le había dado mucha importancia, ya que sospechaba que iba por un café y como Sebas estaba ahí pues no era necesario que ella se levantara así que siguió en su descanso.

Sebastián no se daba cuenta de que ese señor estaba cruzando la puerta divisora de la caja registradora y la cocina, al pasar, se metió con cuidado a la bodega y cerró la puerta, Sebastián se asustó y al voltear dijo sorprendido.

- ¡¿Qué haces aquí?! ¡La policía te anda buscando!

– Ese señor misterioso era el padre de Sebastián, Jorge, quien con una botella de alcohol barato en mano, le dijo tratándolo de chantajear.

– Porque sangre de mi sangre hizo semejante atrocidad, ¿cómo pudiste denunciarme?, si sabes que solo lo hacía bajo la influencia del alcohol.

– Sebastián muy nervioso, no notaba que la maquina estaba conectada y no había sido apagada, al no ser usada, se debía de apagar para que esta no se sobrecalentara, pero demasiado tarde, ya que la maquina estaba sobrecalentada y los motores estaban fallando sacando ligeras chispas y haciendo un ruido extraño, él queriendo salir, muy nervioso no se daba cuenta de lo que ocurría y le dijo.

– ¡Como puedes venir a reclamar lo que hice, excusándote por el hecho que estabas ebrio y porque somos de la misma sangre!, Eso no pensaste cuando intentaste ahorcarme la primera vez cuando mi mamá no estaba, que de fortuna logre convencerte de que me soltaras, aquella ocasión te la pase por miedo y porque aun sentía amor y cariño por ti, pero esa vez que hasta con navaja en mano intentaste matarme, ¿también le vas a echar la culpa al alcohol? no señor, lo siento, pero eso no es para dejarlo pasar a la ligera, así que le pido que me deje salir o me pongo a gritar.

– Jorge nervioso tomo un trago y le dijo.

– Hijo, por favor, entiende, no fue intensión mía hacerte daño, por favor te lo suplico hijo, perdóname.

– Sebastián tenía ganas de llorar, pero podía más su enojo y coraje, que todo el sentimiento, así que le dijo.

– Déjame salir, lo siento mucho, pero aunque seas mi padre y aunque te cueste aceptarlo, soy tu hijo y nací gay.

– Jorge apretando el puño volvió a beber y soltó en lágrimas y le dijo.

- ¡Por favor! ¡Te lo pido, perdóname! ¡Juro que no haré nada en contra tuya, hablemos bien! ¡Hijo, hijo mío, no quiero ir a la cárcel, por favor, ten piedad de mí!

– Sebastián un tanto soberbio y frio le dijo.

- ¡No, no prometas, ni jures algo que nunca harás! ¡Así que si no quieres que te vaya peor en la cárcel déjame salir por las buenas!

– Sebastián camino hacia la puerta y su padre tirando la botella de alcohol cerca de la máquina, lo agarro y forcejeando le decía.

– Hijo, por favor, hablemos sobre lo que paso, mírame, estoy sobrio, por favor entiende hijo, soy tu padre.

– Sebastián se zafó de las manos de su papá y al no poder contener las lágrimas le dijo entre sollozos.

– Claro para ti estar sobrio es venir con una botella de alcohol barato para agarrar fuerzas y pedir perdón, ahora ya soy tu hijo, ahora no me tratas como marica, joto o puto, claro como sabes que ya estas hasta el cuello vienes a pedir perdón, ¿Sabes tú cuantas veces anhelada el momento en que me dijeras hijo te quiero mucho y me cargaras y abrazaras? ¿Sabes cuantas noches lloraba de desesperación de no ser el hijo que tu querías que fuera? No tienes idea de lo mucho que he sufrido, ni la idea de lo mucho que estoy sufriendo, por lo que hice de denunciarte, me cuesta trabajo aceptar que ni porque soy tu sangre aceptaste mis condiciones sexuales, me duele papá en verdad me duele.

– Sebastián empezó a llorar, su padre quien al verlo triste, con el corazón y sus sentimientos hechos trizas se le arrodillo llorándole le suplico.

- ¡Hijo, lamento mucho haberte causado tanto dolor, tanto sufrimiento, por favor perdóname!

– Sebastián lo miraba, tenía las ganas de abrazar a su padre, cuando de pronto, las luces de la bodega empezaron a parpadear, afuera de la cafetería notaban que las luces prendían y apagaban, los compañeros de Sebas se metieron a inspeccionar, pero veían que solo por momentos pasaba eso, en eso dentro de la bodega, la maquina empezó a echar más chispas y humo, el padre de Sebastián se levantó y tratando ver qué pasaba, intento desenchufar la máquina, pero esta hizo un corto que causo que se prendiera fuego sobre las cajas de cartón humedecidas por el alcohol de la botella derramado, es esas cajas se guardaban los platos desechables, servilletas y algunos manteles que de inmediato empezaron a consumirse por las llamas, el humo se hizo más notorio, uno de los meseros grito con desesperación.

- ¡Todos salgan, salgan de inmediato, hay fuego, fuego!

– La poca gente que estaba dentro se salía rápido, una mesera trato de abrir la puerta, pero la perilla se había calentado, ella muy angustiada grito.

- ¡Sebastián, abre por favor, Sebastián!

– Sebastián al oír los gritos, le grito angustiado.

- ¡Ayúdanos por favor, llamen a los bomberos rápido!

– Un mesero tomo el extintor y lo acciono, pero no podía calmar las llamas empezaban a crecer y crecer sobre la puerta; la bodega rápidamente se había convertido en un infierno, los meseros preocupados, hablaron a los bomberos, ellos llegarían lo más rápido que pudieran, el fuego alcanzaba a ellos, Sebastián muy nervioso gritaba y trataba de abrir una de las rendijas del aire acondicionado, pero no podía, el humo lo estaba asfixiando, su papá lo trataba de ayudar, pero era casi imposible, el fuego avanzaba muy rápido, la preocupación era inminente, el fuego logro consumir el poco líquido que se encontraba dentro de la botella de vidrio, la cual estallo, Jorge abrazo a su hijo y juntos llorando, eran rodeados por el fuego, en eso las llamas se aproximaban a un tanque de gas pequeño, el cuál hizo explosión, haciendo que una de las paredes y parte del techo se vinieran abajo, se logró hacer una ruta de escape al caerse esa pared, pero el fuego empezó a avanzar de manera siniestra, la cocina ya había sido alcanzada por las llamas, el temor mayor y preocupación era que los otros 2 tanques grandes de gas explotaran al ser alcanzados por las llamas, era increíble que en cuestión de segundos, el incendio se hiciera tan grande, en eso una explosión se hizo presente, la máquina de cafés había estallado, todas sus partes habían sido esparcidas, ocasionando que la gente de afuera, se asustara más de la cuenta y gritara con desesperación, solo se escuchaban los gritos de los meseros diciendo

- ¡Sebastián, Sebastián resiste, Sebastián!.

- El humo no dejaba ver a Sebastián y Jorge, el fuego ya estaba acabando con todo, la bodega estaba completamente incendiada, Sebas y Jorge lograban escabullirse por el espacio de la pared caída, las llamas seguían avanzando, en medio de una gran masa de fuego, Sebastián y su papá no podían salir, a gritos pedían ayuda, pero era casi imposible, los bomberos quienes ya estaban en acción, preguntaban si había gente dentro, a lo que uno de los compañeros de Sebastián dijo.

– Si, hay una persona ahí adentro, por favor sálvenlo se llama Sebastián, !Saquenlo de inmediato, están los tanques de gas ahí y vayan a hacer explosión!

– Rápidamente los bomberos se agilizaban a sofocar el fuego, con grandes y potentes chorros de agua que emanaban de sus mangueras.

Mientras que Cristian, quien había estado muy ocupado toda la tarde en los tramites de la denuncia en contra del gimnasio por discriminación, y por estar en arreglos de su maestría, se sentía un poco fatigado y sentía una presión en el corazón, algo no estaba bien, y eso lo hacía pensar y preocuparse por Sebas, así que para sacarse de dudas y comprobar que estaba bien, y que solo era su cansancio, marcaba desde su celular al teléfono de él, pero automáticamente lo enviaba a buzón, a lo que Cristian preocupado se dijo.

– Algo pasa, es raro que tu celular este apagado.

– Así que preocupado, marco al teléfono fijo de la cafetería, pero el número estaba fuera de servicio y eso hizo que Cristian entrara en nerviosismo y se dijo.

– Algo anda mal, muy mal, ¿Que tanto haces Sebastián? 

– Cristian se comunicó con Miren, diciéndole el muy preocupado.

– Miren buenas noches, de pura casualidad, ¿Sabes dónde está Sebastián?

– Miren que estaba en la sala, al ver en el celular la llamada entrante de Cristian, desconcertada le contesto.

– Buenas noches Cristian, pues no sabría decirte, ¿Sucede algo? ya mero sale, ¿trataste de comunicarte con él?

– Cristian en tono serio y desesperado contesto.

– Si, por eso te estoy hablando, su celular esta apagado y el teléfono fijo de la cafetería no me da tono, dice que esta fuera de servicio.

– Miren ya angustiada le dijo.

– Cris ya me preocupaste, esta raro, le pediré a mi papá que me lleve a buscarlo al trabajo, mientras tú ve a buscarlo a su casa, su mamá y sus hermanos se regresaban a vivir ahí esta misma tarde, supongo que pudo haber ido a ayudarlas a regresar, pero aun así ve a buscarlo, no vaya siendo lo que estoy pensando.

– Cristian angustiado dijo.

– Claro, iré a cerciorarme que este con su mamá y no lo peor, pero cualquier cosa avísame a mi teléfono, cualquier cosa, quedo claro.

– Cristian colgó y salió  manejando hasta la casa de Sebastián, mientras que Miren preocupada, le decía a su papá que la acompañara a buscar a Sebas al trabajo, pues no lo encontraban y el celular estaba apagado y temía que su papá lo haya secuestrado, aun sin imaginar que Sebastián y su padre están en peligro y al borde de la muerte.

Miren y su papá salieron de la casa, el iba a toda velocidad manejando, pues les preocupaba Sebastián, casi acercándose, había desviación a otras calles y se veía una gran masa de humo, Miren, sin pensarlo dos veces se bajó del carro de su papá y corrió, empujando a los policías que le trataban de impedir el paso, ella al ver esa inmensa nube de humo y al ver las llamas saliendo de las ventanas gritaba aterrada.

– ¡Sebastián, Sebastián!

– Un bombero se le acercó y le dijo.

– Señorita, por favor cálmese, estamos haciendo lo que podemos.

– Miren aterrada le pregunto.

- ¡¿Dónde está Sebastián, donde está mi amigo, donde?!

– El bombero moviendo la cabeza le dijo.

– Lo siento mucho, pero dudamos que haya sobrevivido.

– Miren sintió un frio terrible recorrer su espalda, su piel se le estremeció, su corazón latía muy rápido, su respiración se agito y cayó al suelo hincada, su papá al verla se agacho y la abrazo y le pregunto.

- ¡¿Hija, que sucede, que paso?!

– Miren con la mirada fija a las llamas le dijo.

– ¡Está muerto, se ha muerto, murió!

– Rolando asombrado le dijo.

- ¡No es posible, eso es imposible, no puede estar muerto!

– Miren, empezó a llorar alzando la mirada al cielo grito.

- ¡Porque dios, porque te lo llevaste, una persona tan noble y dulce no merecía morir así, no lo merecía, él no, no lo merecía, no!

– El fuego exterior estaba siendo sofocado por los bomberos, cuando de pronto las llamas internas cobraron más fuerza alcanzando un tanque de gas, el cual al tener contacto con las llamas, se hizo presente una explosión estruendosa, que ocasiono un retumbado total del piso y las paredes de lo que era la cafetería, provocando que Miren intentando ír directo al incendio, desesperada grito.

- ¡Noooooooooooooooooo, Sebastiaaaaaaaaaaaaaaaaaán!

– Su padre la agarró del brazo, y solo veían las llamas volver a cobrar fuerza, pero ni una señal de vida por parte de Sebastián y de su padre.

¿Habrán muerto?

Rockeando al destino.