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Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 15

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Hola! Saludos, muchas gracias por el apoyo, que tengan un grandioso día.

 

 

Capítulo Quince.

“Ese hombre…”

 

 

Luego de quedar legalmente asociadas la firma Landucci con la Pietrasanta; el acuerdo trajo muchas molestias para el matrimonio; ya fracturado; de Brad y Aurora; así como también la molestia y desacuerdo por parte de los tíos de Fernando sobre nuevamente relacionarse con Bradley en ámbitos laborales, pero Fernando les dejaba en claro que en asuntos de trabajo ellos no tenían voz ni voto, únicamente en cosas personales y familiares, más no; quedando trazado el límite, sus tíos omitían toda clase de comentario referente a ese tema; Luciana y Pía al enterarse, se sentían excluidas por no haber sido tomadas en cuenta en dicho asociación; pero Bradley, les recalcaba que mientras no tuvieran conocimiento necesario alguno sobre la firma, únicamente se dedicaran a guardar silencio ante su padre; pues él no estaba muy de acuerdo con crear una asociación; mucho menos con la de Pietrasanta; que le sabía muchas cosas negras/turbias de su “gran legado”; Aurora les aseguraba a sus cuñadas que no se preocuparan de nada, que con eso, la firma quedaba nuevamente a flote y sobreviviendo, para que así su economía no se viese afectada, ellas quedaban satisfechas por la decisión y prometían guardar secreto; sin embargo lo que sí se estaba viendo muy afectada era la relación de Bradley y Aurora; pues aunque ya no tenían sexo con frecuencia, dormían en la misma cama; hasta ese mismo día en el que se llegó al acuerdo; pues Aurora y Bradley discutían fuertemente y eso ocasionaba que ya no durmiesen juntos; para no levantar sospechas con su pequeña hija, Gia; ambos compartirían habitación, pero no dormirían en la misma cama; Brad dormía en el suelo y ella gozaría de la comodidad de la cama.

Una semana y media ha transcurrido; la tensión y cambios en la firma no han parado; Bradley tuvo que ceder su oficina a Guido; mientras él le indicaba a Fernando como tenía que imponerse ante las opiniones y propuestas de Bradley; Aurora se muestra insegura en tener que compartir área de trabajo con su exmejor amigo; ya que cree que Bradley podría verse tentado por las ganas de satisfacerse sexualmente con alguien a pesar de que lleva días masturbándose en el baño de su recamara; mientras, el secreto de la asociación ha sido bien guardado para Pietro; pues aunque él ya no labora en su propia firma, de vez en cuando hace apariciones esporádicas en las oficinas de la firma; pero durante ya varios días, a pesar de tener en conocimientos de que hay riesgo de perder la firma, él se ha ausentado de la misma y se debe que aunque no trabaje más allí, sigue ejerciendo su profesión y ha llevado en discreción el caso de un peligroso y muy fuerte narcotraficante al cual piden los Estados Unidos ser extraditado y enjuiciado a la pena máxima; “la leyenda” ha llevado las audiencias al límite impidiendo que dicho maleante sea trasladado; Juliano Gómez López alias “El charro”; quién se ha fugado en dos ocasiones del penal de máxima seguridad del país; esta vez fue detenido y al saber que sería extraditado a E.U, él de manera reservada, educada y amable, solicitaba la ayuda del mejor abogado del estado; siendo elegido Pietro Landucci; al aceptar ambos acordaban el anonimato de Landucci así como una cuantiosa paga, con la que Pietro pretenderá salvar del abismo su firma de abogados; tal parece que Landucci padre sigue haciendo sus jugadas sucias para obtener un amparo, pero no le ha estado yendo muy bien que digamos; ¿logrará su objetivo?

Viernes por la mañana; Guido citaba urgentemente a las 7 de la mañana a Fernando; él al llegar, se percataba que aún nadie estaba en las oficinas.

Caminaba con temor, preguntando en voz alta. – ¡Hola!, ¿Guido estás aquí?

– Pietrasanta gritaba contestando. – ¡Aquí, en la oficina principal!

– Fernando apabullado se dirigía allá y recargado en el marco de la puerta preguntaba. – ¿Qué haces aquí?

– Guido serio sentado sobre el escritorio, señalaba el sillón de visitas diciendo. – Pasa, cierra la puerta y escucha.

– Él entraba, se sentaba y nervioso decía. – Está oficina es la del viejo Landucci, quedó prohibida su entrada aquí.

– Guido serio le miraba, hablándole. – Por eso te dije que vinieras aquí, está oficina es la única que no tiene cámaras de seguridad, podremos hablar y sirve que te muestro algo que he descubierto durante los días que hemos trabajado en estas oficinas.

– Fernando aturdido le miraba y Guido le entregaba unos folders diciéndole serio. – Guardarás estos documentos muy bien, pues en ellos te dejó como heredero de mis bienes, mis acciones y todos los lujos que en vida me he dado; ya qué no tengo ningún familiar viable, de confianza, responsable y serio, decidí dejarte todo a ti.

– Fernando confundido los agarraba, preguntando. – ¿Por qué yo, no tuviste hijos?

– Guido con humor contestaba. – Hijos no tuve; que yo recuerde; pero por si llegará a salir alguna de mis muchas amantes diciendo que tienen uno o más hijos míos, en un laboratorio de Italia se encuentra material genético como para hacer pruebas de ADN y corroborar eso; esos detalles vienen en el testamento que te estoy entregando.

– Fernando abría el folder y demasiado atolondrado, le miraba.

Guido se sentaba en una silla, acomodándose le habló serio. – Te elegí a ti porque eres un joven con responsabilidades, deseos de superación y con muchas ganas de seguir adelante sin importar las consecuencias; eres la persona más honesta, noble e indicada para heredar; además de que no eres interesado o avaricioso, te conozco desde hace varios años y por eso te estimo mucho, llegando a querer como un familiar.

– Fernando avergonzado enmudecía y Pietrasanta mirándole, decía. – Uno nunca sabe cuándo va a morir, así que por eso quiero dejar las cosas en claro mientras este con vida, no quiero que mis bienes terminen en malas manos, así que cuando muera, serás un heredero universalmente millonario.

– Fernando se sonrojaba y no podía imaginarse y creer lo que estaba ocurriendo.

Guido le miraba y pensativo en su mente decía. – Presiento que algo sucederá, Pietro no se quedará cruzado de brazos, tú no temas, porque ahorita mismo te daré un arma suficientemente poderosa para mantenerlo quieto y a raya.

– Guido al verlo así anonadado, le colocaba sobre el escritorio, un folder azul con varias copias, adjuntado con un CD; serio hablaba. – Ahí está el testamento de la dinastía Landucci con cláusulas específicas sobre la herencia familiar, no preguntes como la obtuve, simplemente guárdalas, pues es un arma poderosa que te beneficia a ti y claro si no eres rencoroso, tan bien beneficiará a tu exmejor amiga Aurora y su hija.

– Fernando se levantaba del sofá, tomaba el folder y muy nervioso preguntaba. – ¿Qué dice?

– Guido sonreía diciendo. – Vete a casa, lee esos documentos muy bien, con detenimiento y posteriormente regresa aquí al medio día.

– Fernando nervioso se daba media vuelta y ya por irse, Guido exclamaba, levantándose de su asiento. – ¡Por cierto, se me olvidaba!

– Fer se giraba algo perplejo, diciendo. – ¿Sí, dime?

– Él le decía discreto. – Empaque en una maleta tuya, unas cosas personales de una caja tras tus perfumes, ahí coloqué y guardé una memoria USB que usarás en dado caso de qué a mí me llegue a suceder algo, puedes retirarte.

– Fernando recordaba que ahí guardaba los detalles más importantes que Bradley le había dado mientras fueron novios.

Con la curiosidad sembrada y rodeado de misterio, él se retiraba y abordaba el elevador, para salir con destino a su casa conduciendo con muchas sospechas y temores por lo que Guido le dijo.

Mientras Pietrasanta, acomodaba tal cual estaba la oficina antes de que entrara; él pensaba. – “Algo está por suceder, pero siempre estoy prevenido”.

– Sonriendo despreocupado, salía de la oficina, cruzaba  a la suya y encendía un puro mientras se relajaba un poco.

En tanto, en su gran casa; Pietro estaba viendo el noticiero matutino y se enteraba de algo que le estremecía mucho; él impresionado decía. – ¡Eso es imposible!

– De inmediato él, abandonaba su cama, se metía a bañar y presuroso se comenzaba a vestir.

Ya preparado, bajaba a medio desayunar; olvidándose de tomar sus medicamentos; y por celular se comunicaba con unos conocidos de la fiscalía sobre el caso de ese delincuente; mismo a quién estaba llevando su caso en no ser extraditado y seguir cumpliendo una condena en presión de México, por múltiples cargos; pero al haber salido nuevos delitos y pruebas de culpabilidad, dicho maleante tendría que ser juzgado en Estados Unidos y por lo que informaban, sería para condenarle a la pena de muerte.

Pietro estaba nervioso y sentía que su mundo se vendría encima; ya qué contaba con el dinero de ese malhechor para salvar la firma; así que Landucci haría lo posible por mover sus influencias y detener dicha extradición para obtener  su estadía en el reclusorio de máxima seguridad del país; con prisa, “El legendario Landucci” salía con rumbo a la penitenciaria para empaparse más del caso y saber los nuevos porqués de su extradición; se le notaba en su semblante la preocupación y un temor nunca antes visto en él; pues este sería su primer caso perdido en lo que va de sus años como abogado.

Fernando en casa de sus tíos; inundado de la curiosidad, leía en su habitación muy atento todo lo que Guido le otorgó; impresionado por el testamento de Pietrasanta, no podía creer toda la fortuna que él poseía; pero llevándose otra gran sorpresa, al saber que Aurora sería propietaria universal de todos los bienes de los Landucci, al leer en el testamento del legado familiar de los Landucci; que al existir como primogénito una mujer y no un varón, automáticamente todos los bienes que el abuelo y esposo posean, pasaran a manos de la hija, teniendo como albacea a la madre hasta cumplir la mayoría de edad; durante todo el tiempo en que el apellido Landucci ha prevalecido, siempre ha sido llevado por el primer varón de cada primer varón.

Fernando sonreía diciendo. – Prácticamente quien viene siendo dueña de todo es Aurora y Bradley como sus hermanas, así como Pietro quedaran dependientes de ella.

– Él pensaba durante unos momentos sí le informaba de eso a ella; de pronto, recordaba que Guido le colocó una memoria USB entre sus pertenencias; así que él presuroso, abría la maleta, sacaba su contenido y al fondo la caja donde tenía los recuerdos de lo que pareció una relación sólida y seria; tras un suspiro, tomaba su celular y le marcaba a Aurora.

Quién atorada en el tráfico, atendía. – Buenos días Fernando, ¿sucede algo?, aún estoy a tiempo de llegar a la oficina.

– Fernando serio, con su otra mano jugaba una cadena con un dije de la letra “F” en oro puro diamantado y un anillo a la medida con una esmeralda; regalos que le dio Brad cuando cumplió sus veinticinco años; con cierto rencor, le decía. – Buenos días Aurora, entiendo que hay tráfico, es viernes, todos como locos, pero no te hablé para apresurarte.

– Ella al oír ese tono de voz, cuestionó. – ¿Hice algo malo?

– Fernando respondía directo. – No, nada, quiero hablar contigo ahorita mismo, ¿te parece si desayunamos juntos?

– Ella con duda, interrogaba. – ¿Qué pasa?

– Fernando sin titubear, hablaba. – Desayunemos y charlemos un poco, ¿te parece?, ¿dime dónde nos vemos?, yo invito.

– Aurora enmudecía y él un tanto desesperado, le decía el lugar y tiempo dónde la esperaría; ella desconcertada, pero a la vez con curiosidad, aceptaba la cita y ella cambiaba de rumbo para verle allí donde le dijo.

Bradley aún no llegaba a las oficinas, pues ese día le tocó llevar a la pequeña Gia al jardín de niños; así que únicamente estaba Guido sintiéndose dueño de la firma; él cruzando el pasillo, veía llegar por ascensor a las secretarias quienes amablemente le externaban los buenos días; Pietrasanta sonreía y les respondía; ellas tomaban sus respectivos lugares de trabajo y él sin ser visto por las empleadas, ingresaba de nuevo en la oficina principal; tan sólo unos segundos después, al piso de la firma, aparecía Pietro Landucci; mostrando un semblante serio y con molestia.

Él sin saludar, se dirigía a su oficina; al verla abierta, exclamaba. – ¡¿Quién rayos entró?!

– Ingresando, Guido le volteaba a ver y sarcástico decía. – ¡Sorpresa!

– Pietro, serio cuestionaba. – ¿Qué haces tú aquí?, ¿qué no te dijeron que está prohibido entrar sin mi autorización?

– Pietrasanta respondía con burla, colocando un libro en su lugar. – Disculpe su majestad, se me olvidaba que usted no tiene conocimientos de lo que ha ocurrido en su ausencia.

– Landucci, preguntaba confuso. – ¿De qué carajo hablas?

– Caminaba hasta sentarse en el sillón de la oficina y respondía con orgullo. – Pues te informo que tu hijo predilecto y tu adorada nuera, se asociaron con mi firma para evitar la ruina de tu gran imperio.

– Hablaba sin creerle, muy exaltado. – ¡Eso es imposible, mi hijo no haría una estupidez a mis espaldas!

– Riéndose en burla, le expresaba. – ¡Tu hijo hizo estupideces a tus espaldas desde que se fue a Barcelona!, la prueba está en las fotos dónde él se estaba besando con mi representante de la firma Pietrasanta; pobre, en serio, pobre incrédulo.

– Pietro serio exclamaba. – ¡Cállate, cállate!

– Guido mofándose hablaba. – Lo que son las cosas, el hijo no salió como el padre de mujeriego y rompecorazones, sino todo lo contrario, salió con gustos hacia su mismo sexo y rompiendo esfínteres ¿a quién sabe cuántos en su haber?; ahora socio debes hacerte a la idea de que Bradley, tu nuera y mi socio Fernando, harán un triángulo amoroso y ¿por qué no?, hasta un trío en la cama.

– Carcajeándose frente de Pietro; él furioso, cerraba la puerta y de inmediato sujetaba del cuello a Guido, diciendo. – ¡Eres un infeliz, mal nacido, gracias a mí estás donde estás!, ¡gracias a mí, aprendiste lo que eres!

– Sintiendo la falta de aire, Pietrasanta intentaba soltarse diciendo. – Me… me… estas asfixiando.

– Apretando más fuerte, Landucci le hablaba. – Me gustaría matarte ahorita mismo, pero sería una completa estupidez de mi parte; ahora me arrepiento tanto de haberte apoyado cuando eras un mediocre estudiante y de haber impulsado tu carrera con mi dinero; desde siempre has sido un miserable.

– Él se comenzaba a sentir mal, pero haciéndose el fuerte, soltaba a Guido y se apartaba de él tomando aire, para decirle. – Pues… pues… ya ves… no soy tan… tan mediocre y miserable… como pensabas, porqué ahora soy… soy socio de tu firma y cuando quiera puedo hundirte, gracias a la difunta Herminia que dejó todas las pruebas en mi poder sobre tus malos manejos de la justicia, de dónde provino todo tu dinero sucio y sobretodo, la sangre que hay en tus manos.

– Él serio le miraba, preguntándole. – ¿Y ahora quién de los dos es el miserable?

– Pietro se sonreía respondiéndole. – Con todo eso que dices, no has podido superarme, sólo mírate, tuviste que aprovecharte de la debilidad de la firma, para poder intentar dominar el terreno de la abogacía, porqué de otro modo jamás podrías; ahora que si bien, nos vamos a sacar nuestro pasado, te aseguro Guido, que en esta oficina no cabrían nuestros muertitos.

– Ambos serios se miraban; Guido mostrándose fuerte y Pietro trataba de no exponer que se estaba sintiendo mal de salud.

En lo que acontecía eso; al edificio ingresaba un joven de unos veinticinco años, misterioso, pero mostrando pasividad ante los porteros del edificio; él muchacho abordaba el elevador, preguntando a unas personas ¿en qué piso estaban las oficinas de la firma Landucci?; al obtener la respuesta, el joven amablemente sonreía y se bajaba en ese piso; ahí él quedaba parado frente al nombre de la firma en la pared principal y lentamente metía su mano en un morral de estilo hippie; siendo observado con cautela por una recepcionista.

Misma que se le acercaba preguntando. – Buenos días, ¿Se le ofrece algo?

– El muchacho sonreía amable, diciendo. – Buenos días, sí, me gustaría saber si el licenciado Pietro Landucci se encuentra aquí.

– La empleada, amablemente dijo. – Sí, su oficina es la que está allá, algo discreta para que tenga privacidad en sus reuniones con clientes.

– El chico sonreía y con la mano dentro de su morral, jugaba el objeto dentro, diciendo. – Muchas gracias, en un momento iré.

– La mujer le decía. – Para servirle joven.

– Se daba media vuelta y regresaba a su escritorio; en lo que ese joven hombre meditaba si pasaba a verle o no.

En una cafetería no muy lejos del edificio de la firma; Aurora llegaba antes que Fernando y con poca paciencia le esperaba; ella miraba el reloj, dándose cuenta que ya había pasado quince minutos de la hora acordada; ella pedía otro café negro con galletas para hacer un poco de tiempo; justo en ese instante, veía entrar a Fernando algo presuroso y con algo en las manos; Aurora alzaba la mano para saludarle y él al mirarle, se dirigía con ella.

Estando ahí, se sentaba diciéndole exhausto. – Buenos días, mil disculpas, el tráfico en la ciudad es horrible y eso que ya pasó la hora de los embotellamientos.

– Aurora le sonreía diciendo. – Buenos días, despreocúpate, entiendo, llegué antes porque estaba cerca de donde me dijiste.

– Fer recuperando el aliento decía. – Qué bien, yo tardé en encontrar lugar de estacionamiento y tuve que dejarlo a casi diez calles de aquí, pero bueno, ya estamos cara a cara.

– El mesero se acercaba y le dejaba su pedido a Aurora y solicitaba la orden de Fer.

Él amable decía. – Por favor lo mismo que ella, pero con una rebanada de pastel de coco y vainilla de favor, ¿tú quieres pastel?

– Aurora sonreía diciendo. – Sí, me puedes traer una rebanada de moka, de favor, gracias.

– El mesero se iba a atenderles; ella le miraba diciendo. – Sigues siendo amable.

– Fernando serio le respondía. – Soy educado, es sólo eso.

– Incomodándose ella hablaba. – Cierto, disculpe licenciado.

– Nuevamente el mesero regresaba con sus respectivos pasteles; ambos agradecían y él le decía. – Por la cuenta no te preocupes, yo pagaré.

– Ella mostraba una sonrisa algo forzada diciéndole. – Pues gracias, creo.

– Tan sólo tres bocados de pastel y un sorbo de café, él le decía directo. – Bien, iré al grano, me imagino que te preguntarás el motivo de esta cita.

– Aurora únicamente había probado un bocado del pastel, cuando él comenzaba a hablar, le prestaba atención en lo que él miraba bien el dije que ella traía en su cadena y moviendo la cabeza con sonrisa decía. – ¡No puede ser verdad!

– Ella extrañada, preguntaba. – ¿Qué, qué pasa?

– Él abría el estuche del dije que Bradley le había regalado y decía en sarcasmo. – Parece que Bradley le gusta regalar las mismas cosas.

– Sorprendida ella habló. – ¡Es una broma!, ¡¿cierto?!

– Fernando sonriendo le decía. – No, no lo es. – Cambiando su semblante a serio, él decía. – Te cité aquí porque tenemos que hablar sobre un asunto importante en relación con la dinastía Landucci y de ese hombre que se duerme en tu cama, al que conocí desde hace ya tiempo atrás y a quien considero mi peor enemigo por haber jugado con mi corazón y sentimientos; ese hombre es Bradley; aunque es más importante lo otro, creo comenzaremos hablar de Brad primero. 

– Aurora molesta parlaba. – Sí, aunque no quiera, pero sí, debemos hablar de él, te escucho.

– Fernando le comenzaba a platicar de la manera más tranquila del cómo surgió su relación con Bradley y como la habían pasado bien sentimentalmente en los meses que duró su relación, así como los conflictos que hubo y su extraña forma de haber perdido comunicación; ella asombrada, tomaba la palabra y también le comentaba como fue que lo conoció, como se fueron dando las cosas entre ellos y la forma en la que rápidamente se enamoró de él.

Ambos tuvieron coincidencias en que Bradley les había obsequiado en sus cumpleaños el dije con su inicial de oro diamantado y también una joya con una esmeralda incluida; a él un anillo y a ella una gargantilla.

Al finalizar sus pasteles; se miraban fijamente y él decía serio. – Te das cuenta que Bradley nos quiere o nos quiso de verdad.

– Ella suspiraba diciendo. – Te quiere mucho, te sigue amando, desde esa vez que te vio triste en el cementerio tras la sepultura de tu mamá, vi en sus ojos esa mirada especial que brinda el alma cuando se está enamorado.

– Fernando movía la cabeza en negación al decir. – No, no, eso no es verdad, él te ama a ti, te quiere mucho, la prueba está en que a mí no me ha buscado para nada; desde que estoy aquí no ha tenido intención de verme o hablarme, más que en horas de oficina, pero nada más.

– Ella sintiendo un alivio decía. – Quieres decir que él no ha tenido intenciones de meterse de nuevo contigo, ¿es la verdad?

– Él tras ligera sonrisa contestaba. – Sí, es la verdad.

– Aurora enojada consigo misma se decía. – Soy una estúpida, yo lo he tratado indiferente, le he ignorado cuando estamos a solas, le he obligado a dormir en el suelo y finjo delante de mi hija que las cosas están bien, soy una pendeja, una estúpida.

– Fer extendía su mano tocando la de ella y decía para calmarla. – ¡No lo eres, no te digas así!, me doy cuenta que lo sigues amando, porqué esa reacción es de una mujer celosa, que se deja llevar por sus pensamientos; lo amas mucho.

– De sus ojos diseminaba unas lágrimas al decir. – Sí Fer, lo amo demasiado, lo llegué a querer, me enamoré de él, él para mí es la felicidad.

– Sintiendo la sinceridad de ella, Fer igual derramaba unas lágrimas.

Ella al verle así, le preguntaba. – ¿Aún le sigues amando, verdad?

– Él apartaba su mano de la de Aurora, se limpiaba los ojos, la nariz y con sonrisa corroboraba lo evidente. – Lo amo demasiado, creo con la misma intensidad que tú, pero he disfrazado este amor durante años, con odio y rencor, por no haberme buscado para decirme de frente lo de ustedes; a él también lo consideraba mi felicidad, a pesar que tuve atractivos pretendientes en Europa, él seguía en mis pensamientos en momentos de intimidad.

– Aurora y Fernando suspiraban, para luego ella decirle. – No sabes cuánto extrañaba charlar contigo, te eche mucho de menos.

– Fernando se sonrojaba diciendo. – Igual yo te extrañaba.

– Tras una sonrisa, ella pensativa, preguntaba. – ¿Qué haremos?

– Fernando poniéndose serio le respondía. – Ese hombre... Bradley Landucci, tan atractivo, sensual, tan caballeroso, al que no le faltó el dinero para adornarnos el amor, el mismo que dijo que nos amó, que nunca nos dijo no; ese hombre que dijo que daría la vida con tal de hacernos feliz, el que alguna vez nos regaló rosas y también nos dijo que éramos su gran amor; ese hombre... ese hombre que mintió, nos hizo separarnos durante estos años y aunque nuestra amistad jamás volverá a ser la misma de antes, tengo planeado algo en contra suya, pero qué no sé si tú tengas la mente tan abierta como para aceptar.

– Intrigada, Aurora guiñaba el ojo hablando. – Pues en este tiempo he madurado, he tenido casos tan impresionantes qué a estas alturas dudo poder cerrarme o sorprenderme por tu idea; así que dime tu plan contra ese hombre que aparentemente nos ama y quiere a los dos.

– Ella luego del último sorbo de café, cuestionaba. – ¿Me vas a decir?

– Fernando sonreía, se le acercaba más y en voz baja le expresaba su idea.

Él se había centrado tanto en el tema de Bradley que dejaba de lado el tema de la herencia y del testamento oficial de la dinastía Landucci.

Por otra parte, en la oficina; Pietro con demasiado recelo le decía. – Eres mi sombra, sin mí no estarías aquí, siempre estarás por debajo de mí.

– Pietrasanta se sonreía diciendo. – Muchas gracias por el apoyo Pietro, pero desde hace casi cinco años, me he valido por mí mismo y por saber aprovechar la inteligencia de Fernando; tal vez si tú no hubieras sido homofóbico, ese muchacho estaría trabajando para ti y tú no estarías pasando esta crisis por la que tú firma se encuentra.

– Pietro al escucharle, en su mente le daba un poco de razón a lo dicho por él, pero por su orgullo no lo aceptaría; así que él hablaba con soberbia. – Aunque ese marica hubiese trabajado en mi firma, jamás le dejaría crecer o ser más, por el simple hecho de ser puto y de no llevar el apellido Landucci.

– En sarcasmo, Guido le decía. – Lo hubiese llevado, si tú hace tiempo a Bradley le hubieras permitido tener una relación homosexual; pero como el hubiera no existe, pues, no queda más que aceptar el presente.

– Pietro estaba sudando frío, Guido se percataba de que él se estaba poniendo pálido y de momento, el joven que estaba afuera, empujaba la puerta gritando. – ¡Vengo a ajustar cuentas!

– Pietro y Guido volteaban asombrados al ver al joven entrar de esa forma y con una pistola en manos.

Landucci anonadado decía. – ¡Edgar Iván, tranquilo!

– Guido desorientado y con temor, miraba a Landucci muy asustado.

Edgar Iván con mucho rencor, le apuntaba a él diciéndole con lágrimas en los ojos. – ¡Por su maldita falta de profesionalismo, a mi padre lo van a extraditar a otro país donde posiblemente lo maten!

– Pietro con temor y sudando frío, le decía. – Hijo por favor, baja el arma, hablemos sobre eso, mira tu padre le presentaron cargos nuevos de los cuales no sabía absolutamente nada, hasta apenas, tranquilo, sí.

– Edgar Iván Gómez; resultó ser hijo de “El charro”; peligroso delincuente que sería extraditado en cuestión de horas a Estados Unidos al habérsele negado un amparo y acuerdo con la fiscalía.

Eso ocasionaba la furia del joven, que le expresaba. – ¡No me llame hijo, usted no es mi padre!, ¡usted no tiene idea de cuantas ganas he tenido de poder abrazar a mi padre y escucharle decirme hijo!, ¡pero nunca se ha podido debido a que lo tuvieron excluido sin permitirle alguna visita ajena!, ¡la única persona que podía tenerlo frente es usted y en usted confiábamos mis hermanos y yo de que lograría impedir que mi padre fuera llevado a otro país, pero ha fallado!, ¡por eso he venido a vengarme como mí padre lo hubiera hecho, matándolo!

– Pietro empalidecía más y Guido lentamente se acercaba diciendo nervioso. – Sí buscas venganza, la obtendrás, pero guarda el arma, deja que yo me vengue de Pietro Landucci, lo haré por ti, para que así no te ensucies las manos, eres joven con una vida por delante, piénsalo.

– Edgar Iván lleno de ira, mantenía la puntería a Pietro en su cabeza y exclamaba. – ¡No soy nada en la vida, ninguna universidad me admitió al saberse que era hijo de un peligroso delincuente, trabajo doce horas al día para sostener a mi familia!, ¡Ese hombre merece esto!

– Guido haciéndole razonar decía. – Con mayor razón déjame a mí vengarme, si vas a parar a prisión, ¿quién será el pilar de tu familia?, ¿quién?

– Un silencio invadía la oficina, Pietro sintiéndose mal, Guido muy nervioso y el joven lleno de resentimientos; los segundos pasaban, hasta que en la recepción las secretarias escucharon dos disparos y milésimas de segundos después un tercer disparo; las mujeres se ponían histéricas y con mucho temor.

Bradley quién luego de ir a dejar a su hija al jardín de niños, verse con un cliente y por fin salir del embotellamiento; estaba casi por llegar al edificio; en la radio comunicaban la extradición de “El charro” y quitaban el anonimato del licenciado que le estaba ayudando y había perdido el caso.

Bradley nervioso, subía el volumen cuando nombraban a su padre; él impactado exclamaba. – ¡Mi padre perdió un caso, es imposible!

– A unas calles él comenzó a ver que el edificio estaba siendo desalojado.

Brad curioso se orillaba donde pudo y se baja angustiado, corriendo, era detenido por uno de los porteros que le gritaba. – Licenciado, retroceda, no puede pasar, nos dieron orden de desalojo, en unos instantes más llegarán los policías y ambulancias.

– Bradley azorado exclamaba. – ¡¿Qué sucedió?! ¡Déjeme pasar! ¡Hay mucho tránsito en calles aledañas y las principales están obstruidas por las manifestaciones en contra de nuestro presidente!, ¡Déjeme pasar para poder ayudar!

– El hombre, le empujaba molesto diciéndole. – Licenciado lo siento mucho, pero no puede pasar, hubo disparos en el piso de la firma Landucci-Pietrasanta, al parecer hay dos muertos y un herido.

– De inmediato por su cabeza pasaban varias cosas, un intento suicida, un enfrentamiento por la firma o que su padre había enloquecido por la pérdida del caso y de su firma, o que les había disparado a Aurora, Guido y Fernando por la asociación a sus espaldas.

Bradley tomaba su celular y nervioso le llamaba a Aurora; ella estaba pensando muy indecisa por lo que Fernando le planteaba contra de Brad; él impaciente esperaba su respuesta y de que el mesero les trajera la cuenta.

Al sonar su teléfono, ella decía. – Disculpa, es Brad, seguramente se pregunta ¿dónde estoy?

– Fernando curioso decía. – Ponlo en altavoz, para que sepa que estás conmigo.

– Aurora sonreía y dijo. – Bien lo haré.

– Colocando el altavoz, ella atendía. – Hola, Brad.

– Y él sintiendo alivio en escucharle, le preguntaba. – Hola, ¿estás bien?, ¿cómo estas amor?, ¡dime!

– Ella extrañada, respondía. – Bien, bien, estoy bien, ¿por qué tan alterado?

– Él le comentaba nervioso los hechos y ambos al escuchar se asustaban.

Bradley anonadado, hablaba. – ¡Espero Guido y Fernando estén bien!

– Fernando al escuchar la preocupación de Brad, le decía. – Bradley estoy con Aurora, estamos bien, en seguida vamos para allá.

– Bradley se sentía aún más tranquilo; pero Aurora al percatarse que Brad se preocupaba por ambos, le hacía pensar más sobre los sentimientos de él para con ellos dos.

Tan sólo unos minutos bastaron para que ellos llegaran con Bradley; quien al verlos les abrazaba con mucho afecto y les miraba con ojos cristalizados por las lágrimas; cuestionaban que había pasado, pero no querían darles pista alguna, sólo sabían que había acontecido un tiroteo, que no podían ingresar, mucho menos informaban quienes eran los heridos.

Todo el edificio estaba evacuado, era demasiada gente la que estaba trabajando y poco personal de seguridad; sin pensar dos veces, los tres ingresaban al interior del lugar tras un descuido de los porteros; subían a mucha prisa las escaleras; pues habían cortado la electricidad; al estar en el piso de la firma, observaban que había un tiradero de papeles y que prácticamente no había nadie a la vista.

Bradley iba a las oficinas del fondo, ordenando que Aurora se quedara ahí cerca de la puerta que daba a las escaleras; de pronto se escuchaban quejidos y una voz débil que cuestionaba. – ¿Alguien… alguien esta… ahí?

– Fernando al escuchar, decía nervioso. – Aurora quédate aquí, si escuchas disparos bajas enseguida.

– Nerviosa ella se persignaba y miraba a él que se dirigía a la oficina principal.

Fernando observaba un inmenso charco de sangre que provenía de allí; nervioso volteaba y veía a un joven con los ojos entre abiertos con media cabeza estallada, salpicaduras de sangre en la puerta y a Guido herido en medio del pecho, que se trataba de mover.

Fernando angustiado, brincaba el cadáver de ese joven y tratando de ayudar a Pietrasanta, colocaba sus manos en la herida y miraba sobre el escritorio tirado a Pietro; él gritaba. – ¡Bradley, por aquí!

– Guido debilitado, decía. – Pietro no… no… no… está.

– Fernando presionando le dijo nervioso. – Tranquilo, tranquilo no te esfuerces, la ambulancia viene en camino.

– Guido sonreía levemente y decía. – Presentía que iba a morir… coff… coff… pero… pero… no de esta forma… coff.

– Pietrasanta expulsaba al toser un gran chorro de sangre y Fernando desesperado gritaba. – ¡Ayuda por favor!

– Guido le miraba y decía. – Con la memoria USB y todo lo que te di en la mañana, tienes… tú… tú tienes a los Landucci… en… en… en tus manos.

– Aurora y Bradley llegaban y miraban atónitos como había quedado la oficina; mientras Guido emanaba su último aliento, muriendo frente de Fernando.

Amor, Pasión o Deseo.

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Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 14

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 13

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 12

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 11

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 10

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 9

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 8

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 7

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 6

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 5

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 4

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 3

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 2

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 1

Gay, casos de la vida real.

Antes de Rockear al Destino. Capítulo 3

Antes de Rockear al Destino. Capítulo 2

Antes de Rockear al Destino. Capítulo 1

Gay, casos de la vida real.

El chico de mis sueños. Final Alternativo Dos.

El chico de mis sueños. Final Alternativo Uno.

El chico de mis sueños. Capítulo 8

El chico de mis sueños. Capítulo 7

El chico de mis sueños. Capítulo 6

Breve Mensaje a mis Lectores.

El chico de mis sueños. Capítulo 5

El chico de mis sueños. Capítulo 4

Heridas de Amor.

El chico de mis sueños. Capítulo 3

Gay, casos de la vida real.

El chico de mis sueños. Capítulo 2

Sacrilegio Capítulo 7

El chico de mis sueños. Capítulo 1

Show en Cam Four... (Parte 3, final)

Show en Cam Four... (Parte 2)

Show en Cam Four... (Parte 1)

Sueños de una Noche

Nuestro Secreto

Es Cuestión del Destino. Capítulo 19

Es Cuestión del Destino. Capítulo 18

Es Cuestión del Destino. Capítulo 17

Es Cuestión del Destino. Capítulo 16

Es Cuestión del Destino. Capítulo 15

Es Cuestión del Destino. Capítulo 14

Es Cuestión del Destino. Capítulo Especial Pt. 2

Es Cuestión del Destino. Capítulo 13

Sacrilegio Capítulo 6

Es Cuestión del Destino. Capítulo 12

Es Cuestión del Destino. Capítulo 11

Es Cuestión del Destino. Capítulo 10

Es Cuestión del Destino. Capítulo 9

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Es Cuestión del Destino. Capítulo 5

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Es Cuestión del Destino. Capítulo 1

Sacrilegio Capítulo 5

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Licua-Mix de Relatos 2013

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Sacrilegio Capítulo 3

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Luna de Miel Capítulo 15 Gran Final

Luna de Miel Capítulo 14

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Luna de Miel

En los ojos del amor Capítulo 37 Gran Final

En los ojos del amor Capítulo 36

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En los ojos del amor Capítulo 7

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En los ojos del amor Capítulo 3

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En los ojos del amor Capítulo 1

Rockeando al Destino Capítulo 23 Gran Final

Rockeando al Destino Capítulo 22

Rockeando al Destino Capítulo 21

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Rockeando al Destino Capítulo 19

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Rockeando al Destino Capítulo 8

Rockeando al Destino Capítulo 7

Rockeando al Destino Capítulo 6

Rockeando al Destino Capítulo 5

Rockeando al Destino Capítulo 4

Rockeando al destino Capitulo 1

Rockeando el Destino Capítulo 3

Rockeando al Destino Capitulo 2