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Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 10

en Bisexuales

Capítulo Diez.

"Reencuentro Destinado". (Parte III)

 

 

Con ligera prisa y algo de pena ingresando en la cafetería, Aurora caminaba, lista para sentarse a esperar a su amigo; pero al ser vista por Lázaro; que quedaba anonadado por la belleza cautivante que poseía Aurora.

Él mostrando amabilidad, se le acerba diciendo. – Buenas tardes, bienvenida al “Freeze Ice and Coffe”, desea algo de tomar.

– Aurora amablemente giraba su cabeza y le sonreía; él suspiraba al verla tan guapa y con esa sonrisa blanca.

En eso entrando un par de minutos después, una voz reciente y familiar a Lázaro exclamaba. – ¡La señorita está comprometida, así que ni te emociones Láza!

– Aurora se daba media vuelta y al ver a Fernando, ella gritaba. – ¡Amigo, que emoción verte!

– Lázaro muy apenado al saber que era la conocida de Fernando, se disculpaba y retiraba.

Fernando le miraba con cierta envidia y le decía. – Claro, vete, si necesitamos algo te hablamos.

– Ella se le acercaba y fuertemente le abrazaba diciendo. – Moría de ganas por darte un abrazo así de enorme.

– Fernando contento y emocionado la abrazaba cargándola diciendo. – Yo moría de ganas por cargarte así, amiga estás fabulosa, radiante, sensacionalmente hermosa.

– Aurora y Fernando estaban que no cabían de la emoción y algarabía.

Ambos se sentaban y comenzaban a charlar, actualizándose poco a poco en sus vidas.

Ella le preguntaba con mucha intriga. – Bien amigo, cuéntame ¿cómo te fue?, ¿Qué fue de ese chico que te trató como rey?

– Fernando disminuyendo su sonrisa poco a poco, le respondía. – Barcelona es genial, su arquitectura, su gente, es otro rollo en educación, muy diferente aquí, me encantó mucho y con respecto a él, pues, fue una relación hermosa, la cual nunca imaginé que luego del sexo ocasional viniera una relación formal, lo amé, lo quise y le querré siempre, pero él no tuvo el valor suficiente para terminar lo nuestro.

– Suspiraba al recordar eso y Aurora molesta le daba su mano diciéndole. – ¡Ay amigo!, ese hijo de su madre no sabe lo que dejó ir, mira que eres un chavo lindo, sincero, un amor de persona, estudioso, inteligente, fiel, no me explico cómo pudo pasar eso.

– Fernando al escuchar las palabras de su amiga, su animó levantaba poco a poco, diciéndole. – No imaginas lo mucho que te extrañaba y necesitaba de ti, tus palabras, el escucharte, me levantan mi ánimo y hacen sentirme bien.

– Ella le sonreía diciendo. – Eres como mi hermano y si llegarás a encontrarte con ese malnacido de tu ex, no dudes en llamarme para partirle su madre, merece que lo golpeemos entre los dos.

– Fernando se reía hablando. – Ja, ja, ja, ja, ja, ja, tienes la mano tan pesada, que seguramente con tres cachetadas que le dieras lo noqueabas, rematándole con mis puños al infeliz en su carita de galán, para que deje de andar de perro.

– Aurora preguntaba sonriente. – ¿Lo buscamos por el Facebook para saber dónde anda?

– Él le respondía serio. – Me volví enemigo de las redes sociales luego de que perdí toda esperanza de tener comunicación con él, por tal motivo no abrí una cuenta de Facebook, cerré mi metroflog y hi-5; en mí nació perderme de él y perderle a él aunque por dentro lo siga amando, ya me resigne a sólo haber sido uno más de los muchos amantes que puede tener; yo ya no quiero salir lastimado, no otra vez, así que para qué buscarle en Facebook, capas anda de perro caliente con alguna tipa o con algún chico ingenuo prometiéndole amor, fidelidad y demás; no amiga, gracias, pero él para mi está muerto.

– Aurora exclamaba sorprendida. – ¡Increíble, ¿o sea que era bisexual?!

– Él contestaba sintiendo la boca seca. – Sí amiga, bisexual, sabes bien lo que pienso de ellos.

– Ella le agregaba apoyándole. – Pienso lo mismo que tú, digo, se les respeta, pero eso de bisexual, me hace pensar que son personas con doble personalidad, personas que no saben decidir entre negro o blanco, que no saben decir sí o no, elegir entre mujer u hombre; siento que están mal de la cabeza, que son personas que no saben amar.

– Fernando haciendo saliva decía. – ¡Exacto Ra!, son personas que no saben amar.

– Tosiendo un poco ella le decía con firmeza. – Los bisexuales no saben si quieren amor, pasión o simplemente deseo sexual.

– Él apretaba la mano de ella, mirándola, para decir con felicidad. – Neta, neta, pero así neta, no sabes cuánto deseaba conversar contigo, pues tenemos pensamientos similares, ¡eso es lo que más me gusta!

– Ella sonriéndole le dijo. – ¡Oh sí, siempre hemos sido así!, ¡por eso somos como hermanos! – Apenada ella le habló. – Lamento haberte excluido como padrino en mi boda, pero te juro que traté de localizar a tu tía en casa y no lo conseguía, cuando vine aquí a informarle que me casaría, le dio mucho gusto, pero me decía que no tenía idea alguna de que sí vendrías o no, por eso y por las presiones de mis cuñadas, no te tome en cuenta; ellas quieren que todo sea perfecto, una boda en grande.

– Fer le guiñaba el ojo diciendo. – No te preocupes, entiendo, digo era tener seguro al padrino y no que a la mera hora no llegara. – Sonriendo hablaba. – Yo igual hubiese hecho lo mismo, te entiendo amiga. – Cambiando su semblante cuestionaba. – ¿Por qué tus cuñadas están tomando parecer en tu boda y no ustedes dos?

– Respondía presurosa y con incomodidad. – Es complicado, mira cuando entre a trabajar en el bufete de abogados de mi suegro; que ahora le pertenece a mi futuro esposo; me hicieron convertirme en alguien que no era yo, me teñí el cabello, comencé a vestirme más elegante, usar tacones, mucho más maquillaje, todo para estar acorde a la firma; digo, está bien ser así muy femenina, no descuidar la imagen, verse profesional; pero yo me siento y veo como si tuviese treinta años y no veintiséis; con todos esos cambios que les permití hacerme, igual les di ciertas libertades en mi relación; me incomodó mucho, pero amo tanto a mi novio, lo quiero tanto, él está muy ilusionado al igual que yo con la boda, que dejé que hicieran los arreglos ellas; además que ambos estábamos hasta el cuello de trabajo y el tiempo libre que ambos teníamos era para comer o dormir, más otra cosa ya no, vaya nuestras citas eran en el trabajo, con eso te das cuenta lo ocupados que hemos estado con el trabajo; por eso igual deje de comunicarme contigo Do; perdóname amigo mío.

– Él moviendo la cabeza le decía. – Entiendo, bueno que sirvan de algo las cuñaditas y ojalá les quede muy lujosa su boda; pero eso sí, ojalá me incluyas de invitado.

– Ella sonreía diciendo. – Obvio, ahora que estás aquí serás el principal en mi lista de invitados, al igual que tus familiares.

– Ambos se reían y comenzaban a idear la despedida de soltera.

Luego él con misterio, preguntó si podría conocer al novio y Aurora nada tonta, le preguntó a Fer si podría conocer a su ex aunque sea por foto; él serio le decía que foto de él no tenía, la única foto que guardaba la tenía en su maleta; ella cabizbaja se resignaba a no conocer al ex, pero eso no impedía que siguieran hablando sobre asuntos referentes a la boda; sin ambos revelar el nombre del ex y del prometido.

Tras una hora y media de puro charlar, recordar, reír y actualizarse, ellos hicieron una pausa para ordenar unas bebidas.

Lázaro se les acercaba con la carta, pero Fernando le decía tratando de ser amable. – Oye, por favor, podrías preparar de esas bebidas exóticas que mi tía me platicó que haces; mientras hacíamos unas compras en la mañana me platicó de eso y pues, me gustaría probar; además prometiste esta mañana antes de venir para acá, que nos las prepararías.

– Él volteaba a ver a su amiga y preguntaba. – ¿También quiere probar?

– Ella miraba atenta a Lázaro y risueña contestaba. – Claro, sí.

– Lázaro sonreía un poco nervioso hablando. – Perfecto, les haré algo rico, refrescante y sobretodo saludable; obvio no se me olvida lo que prometí en la mañana; con su permiso.

– Fer le miraba; sintiendo esa sensación rara cuando le conoció.

Aurora, cortés le decía. – Propio, adelante.

– Ella regresaba su mirada a la de su amigo y observándole extraño, preguntó. – ¿Estás bien?

– Él contesto intranquilo. – Sí, simplemente que él me hizo sentir raro.

– Ella le sonreía en lo que hablaba. – Ese muchacho no es muy guapo tampoco es feo, pero tiene algo que te atrae, es simpático, es alto, tiene carisma, se ve que hace ejercicio, es un moreno sexy, ¿te gusta verdad?

– Nando se sonrojaba contestando. – ¡No, claro que no! – Cohibido dijo. – Aunque sí, tienes razón en lo que dices.

– Ella se carcajeaba diciendo. – ¡Lo sabía, te conozco bien, te gusta!

– Apenado él le decía. – Shh… Shh… No grites.

– Lázaro desde la barra notaba que ellos se le quedaban mirando y les sonreía; pensando. – “Estos chamos han de estar hablando de mí, ¿qué será?”

– Armando se le acercaba y le ayudaba a Lázaro a preparar las bebidas; en lo que la gente llegaba de poco en poco.

Los amigos continuaban su charla; justo en ese instante, surgió la pregunta que Fernando realizaba con demasiada curiosidad. – ¿Quién será el encargado de desposarte?

– Y vaya que la curiosidad en esta ocasión no mató al gato, pero sí se llevó tremenda sorpresa.

Aurora abochornada le comenzaba a decir. – Te lo describo, es un hombre guapísimo, caballeroso, amable y atento, es muy alto, atractivo, sexy; lo amo tanto, es tan dulce, muy detallista y ha colaborado con mi colección de leones.

– Fernando emocionado por su amiga le decía. – ¡Qué bien, mi cuñado se está sacando un diez!, me molestaría mucho saber que él te estuviera haciendo mal o no te tratará como lo que eres una preciosa, bella e inteligente dama.

– Ella se sonrojaba diciéndole. – ¡Ay ya, me haces poner más roja de lo que ya!

– Fer le guiñaba el ojo diciendo. – Ok ya, continúa presumiéndome tu amor.

– Ella ruborizada decía. – No te presumo, te estoy describiendo a mi amor. – Se cuestionaba nerviosa. – ¿En qué me quede? – Auto respondiéndose sonriente. – ¡Ah sí!, es muy guapo, talentoso, igual es un abogado muy prestigioso que ha viajado mucho, aunque, es más grande que yo.

– Fernando en cierto momento en su mente, comparó la descripción de él con la de Bradley; sin saber aún que venían siendo la misma persona.

Aurora justo por decirle el nombre y Fernando con desesperación por el retraso de las bebidas, él se disculpaba con ella hablando. – Permíteme un momento, muero de sed y tarda años ese muchacho.

– Él se levantaba del asiento caminaba a la barra; dejando a Aurora buscando en su bolsa alguna foto de su prometido; recordando de momento que traía fotos de él en su teléfono.

Fer al estar frente a la barra, le decía molesto a Lázaro. – ¡Te estás viendo muy lento con atendernos!

– Armando al escucharle hablar así, seriamente le decía. – Lázaro no está a tu servicio VIP, así que como ya estás aquí, llévate tus bebidas a tu mesa.

– Fernando molesto, tomaba las copas y decía. – ¡Deberían buscar más personal, aunque la cafetería no sea tan grande!

– Armando se molestaba tanto que estaba por decirle algo pero Lázaro trataba de calmarle y Fer les ignoraba molesto, se daba media vuelta y caminaba de regreso a su mesa.

Cuando Aurora al verle venir, emocionada le decía. – ¡Es él, es él!

– Fernando se emocionaba por conocer a su cuñado hablando. – ¡A ver, muero por saber quién es!

– Ella se levantaba del asiento, se le acercaba y en su moderno celular, le mostraba la foto de su prometido, diciéndole con sonrisa. – Él es mi prometido, se llama Bradley Landucci, es hijo de nuestro exprofesor de la universidad Pietro Landucci, “la leyenda Europea en derecho”, ¿te acuerdas?

– Fernando al escuchar y saber quién era el prometido de ella, sintió un frío recorrer en su cuerpo, algo estático por su espalda, un dolor en su pecho, seguido de una exclamación bastante obvia. – ¡¿Quééééééééééééééé?!

– Sabiendo eso, las bebidas eran tiradas al piso, en medio de las miradas curiosas de las demás personas presentes en el lugar.

Aurora preocupada ante la palidez repentina de su amigo, interrogaba. – ¡¿Fernando qué te pasa?!

– Él se mareaba; al grado que Lázaro al percatarse de eso, corrió en su auxilio sosteniéndole de los brazos y ayudándole a sentarse.

Su tío igual se inquietaba, pero el estar atendiendo a unas personas, le era difícil acercarse a saber lo sucedido.

Aurora impaciente preguntaba. – ¡¿Qué te pasa?, ¿llamamos a una ambulancia?!

– Fernando aturdido con todo revuelto en su cabeza, respondía incómodo. – Estoy bien, no pasó nada, sólo fue un mareo.

– Lázaro con mucha ofuscación cuestionaba. – ¿Seguro qué estás bien, te pusiste pálido?

– Aurora afligida le decía. – Sí amigo, ¿seguro estás bien?

– Fernando engorroso enunciaba. – ¡Sí, sí, estoy bien!, fue el cambio de horario, es todo, pero nada más.

– Fer en su interior no podía creer que Bradley era el prometido de su mejor amiga; lo que le hacía sentirse entre la espada y la pared.

Aurora le abrazaba fuerte, expresando su sentir. – Me preocupaste mucho amigo, creo será mejor vayas a descansar a casa y nos veremos otro día.

– Fernando incomodado al ser abrazado por ella, le decía. – Creo tienes razón.

– Lázaro les decía con cierta extrañeza. – Con su permiso, no se vayan a cortar, mucho cuidado, iré por las cosas de limpieza para recoger esto.

– Caminaba a la bodega y Armando le interrogaba lo sucedido; Lázaro respondía que fue por el cambio de horario; aunque por lo buen observador que es él, sospechaba que era por otra cosa.

Fernando mostraba una sonrisa forzada diciendo. – Estoy bien, tranquila.

– Aurora le cuestionaba amable. – ¿Te llevo a casa?

– Él respondía seco. – No gracias, estoy bien, puedo manejar, me traje el carro de mi tía.

– Lázaro se acercaba y se agachaba a recoger los vidrios.

Ella se mostraba insistente diciendo. – ¡Te llevo, anda, no puedes manejar así!

– Fernando serio le decía. – No Aurora, no, gracias, de verdad yo manejo.

– Ella por continuar con su persistencia, recibía una llamada de su cuñada Luciana.

Aurora sorprendida, decía. – Disculpa, atenderé la llamada.

– Fernando movía serio la cabeza diciendo. – Adelante.

– Ella fingiendo amabilidad, decía. – Hola, buen día cuñada.

– Luciana muy exaltada al teléfono le decía. – Buenos días cuñada, que bueno que contestas, sucedió algo terrible.

– Aurora preocupada, preguntó. – ¿Qué pasa?

– Luciana respondía a prisa. – Bradley presentó una fuerte crisis de migraña y se lo llevaron de urgencia al hospital, mi papá y Pía se fueron con él, yo voy camino para allá.

– Aurora consternada se regresaba a la mesa a escribir los datos del hospital dónde Bradley sería trasladado.

Fernando al verla retirarse con cara de susto; decía en voz baja y serio. – Increíble que esté pasando esto.

– Lázaro le miraba y desosegado le dijo. – Tranquilo, ¿te sientes bien?

– Fernando movía la cabeza en negación y Lázaro le sonreía amablemente diciendo. – Entiendo, no te preocupes.

– Aurora regresaba con impaciencia exclamando. – ¡Debo irme, una emergencia con mi novio, se puso mal!, ¡Vente conmigo sirve que te revisan en el hospital y después te llevo a casa!

– Fernando estaba por decirle algo de mala gana, cuando fue interrumpido por Lázaro, quién amable le dijo. – Disculpe señorita, pero me ofrecí a llevar a Fernando a casa de sus tíos, sé manejar, así que no habrá problema con la seguridad de él, por lo que veo usted tiene prisa, ande, váyase sin preocupaciones, le cuidare a su amigo como la persona especial que es.

– Fernando sentía la sensación rara en su pecho y cuerpo otra vez, miraba a Lázaro y él le sonreía tiernamente.

Aurora calmada por saber eso, les dijo. – Te habló más tarde a la casa de tu tía, muchas gracias, cuídalo mucho, nos vemos después, con su permiso.

– Ella salía presurosa y Fernando le decía serio. – ¡Con cuidado amiga, que se mejoré tu novio!

– Fernando suspiraba, se le cristalizaban los ojos y Lázaro compasivo le dijo. – Espérame unos minutos, termino de limpiar y pediré permiso a tu tío de llevarte a casa.

– Fer alzaba la mirada, mostraba una sonrisa forzada y de su ojo derecho derramaba una lágrima que le hacía sentir pena; haciendo que se cohibiera bajando la cabeza.

Lázaro le colocaba su mano derecha sobre su espalda, diciendo con voz suave. – Ahorita me cuentas lo que te aflige, sólo se paciente unos minutos.

– Él presuroso terminaba de recoger los vidrios y limpiaba lo derramado.

Finalizando, él se le acercaba a Armando diciéndole. – Tío iré a dejar a Fernando a casa, no sé siente muy bien.

– Armando amable y accesible le decía. – Anda, ve a dejarle, ya no regreses, yo me encargo de cerrar, lo que importa es que mi sobrino se sienta bien.

– Lázaro entusiasmado, se quitaba la gorra, el delantal y lo guardaba en su lugar.

Antes de irse, Armando le detenía diciendo. – Ten, toma, cómprale algo para que se anime.

– Lázaro tomaba los billetes diciendo. – Descuéntelo de mi paga.

– Él caminaba y salía con Fernando; en lo que Armando sonreía mirándoles salir del lugar.

Fernando caminaba con la cara agachada, aguantando las ganas de llorar, tras de él Lázaro le seguía.

Con su mano izquierda le daba las llaves y él tomándolas le decía. – Por vergüenza no te aguantes las ganas de llorar, si quieres hacerlo, llora.

– Fernando sin mirarle decía resistiéndose al llanto. – Enciende el carro y vámonos.

– Lázaro le abría la puerta, le ayudaba a subir y de inmediato él hacía lo mismo; prendía el coche y manejaba con rumbo a la casa.

Ambos iban en sin hablarse, ambos mirando adelante; el ruido que les rodeaba eran los típicos de una gran ciudad.

Atrapados en un embotellamiento, Lázaro volteaba a verle diciendo preocupado. – Con esa cara dudo que quieras llegar a casa. – Preguntaba intentando ayudarle. – ¿Quieres que vayamos a otro lugar?

– Fernando giraba su cabeza y decía triste. – Llévame a dónde quieras, pero no quiero llegar a casa ahorita.

– Lázaro afligido por verle así, decía. – Perfecto, ponte el cinturón de seguridad y si quieres reclinar el asiento hazlo, trata de descansar tus ojos y sobretodo tus sentimientos.

– Avanzaban un buen trayecto; él tomaba una salida alterna con desviación y conducía a un lugar que creía especial para que Fernando se apaciguara.

Al llegar al hermoso parque México; caracterizado por su arquitectura, vegetación y plantas de diversos climas; Fernando con mucha curiosidad preguntaba. – ¿Qué hacemos aquí?

– Lázaro estacionándose le respondía con sonrisa y animado. – Aquí vengo a caminar, estar en contacto con la naturaleza y olvidarme de mis problemas.

– Fernando cuestionaba serio. – ¿Problemas, qué clase de problemas puedes tener tú?

– Lázaro se desabrochaba el cinturón de seguridad, diciendo. – Caminemos y te platico, ¿te parece?

– Fernando hacia lo mismo y ambos bajaban del coche para ingresar al parque.

Los dos caminaban a cierta distancia, de reojo se miraban y se sonreían; al llegar a una zona tranquila, ambos se sentaban en una banca cerca de una fuente; ahí Fernando suspiraba y alzaba la vista al cielo.

Lázaro al verle así, suspiraba hablando con timidez. – Nos conocimos apenas, pero yo siento que te conozco desde que llegué a vivir con tus tíos; ellos y tus primas hablaban cosas buenas y agradables sobre ti cada tarde a la hora de comer, te describían con mucho amor, sacando lo bueno de ti; no se equivocaban, eres una persona especial.

– Fernando volteaba a verle ruborizado y él le veía sonrojar diciendo. – Así me gustan las personas, que con unas palabras se sonrojen, eso te hace ser y ver más humano, más trasparente.

– Fernando apenado le decía. – Deja de decirme eso, no sabes nada de mí.

– Láza se acercaba a él, tomaba su mano diciendo. – Por ti no sé nada, pero por tu familia sí y con sólo mirarte me doy cuenta que tú sufres por un engaño.

– Fernando quitaba su mano, se levantaba exaltado, exclamando. – ¡Deja de ser tan metiche!

– Láza trataba de calmarle diciendo. – Espera, siéntate y hablemos de eso, ¿quieres?

– Fernando alterado dijo. – ¡No, no quiero, no te tengo confianza!

– Lázaro le cedía el asiento diciéndole. – Perfecto, no me tienes confianza, está bien, te contaré algo íntimo para que nazca en ti la confianza.

– Fernando con cierta suspicacia se sentaba de nuevo y él serio comenzaba a platicarle. – La razón por la que vine a México fue a qué me enamoré de un chico mexicano, me enamoré de él y su manera de pensar; fue algo tonto, muy estúpido, ya que lo veo bien, fui estúpido; creí que su persona era a como se mostraba en su Facebook, desgraciadamente no lo fue; ahorre dinero, trabajé mucho incluso tuve tres trabajos y apenas dormía con tal de verle; en ratos libres conversaba con él y aunque me estuviera muriendo de sueño, las video llamadas en Messenger eran agradables y entretenidas; nos respetábamos mucho, tanto que la primera vez que ambos estábamos excitados, nos daba pena mostrarnos desnudos por webcam; cuando eso paso, sentí que él y yo habíamos cruzado una línea de la cual sería parte del inició de una buena relación formal; lamentable qué, cuando le dije que vendría a México a conocerle, sería para quedarme de tiempo completo aquí; mi familia lo tomó a mal, pero sé que ellos algún día me perdonarán, pero por lo pronto, para ellos estoy al lado de la persona que amo mucho.

– Fernando intrigado, preguntó. – ¿Qué paso con él?

– Lázaro moviendo la cabeza con cierta molestia respondía. – Él al principio se mostró amoroso, tierno, romántico, muy entregado, pero luego fui dándome cuenta que ese chamo lo único que deseaba era sexo, sexo y más sexo; le descubrí que tenía encuentros sexuales desde atrás tiempo con otros hombres, se rebajaba a tener sexo con casados, gente madura, sólo por el dinero o por tener lujos que yo no le podría dar; pues apenas había llegado aquí; a pesar de que traté de entenderle; sólo por qué me daba techo, comida y agua; lo nuestro no era para algo serio; así que me despedí de él, le di las gracias y le desee lo mejor; posteriormente comencé a vagar por las calles en busca de un lugar donde pasar la noche para así al día siguiente buscar donde trabajar; cargaba en mi cartera los únicos mil bolívares que me quedaban de mis ahorros; no sé cómo, pero tus tíos se aparecieron como ángeles en mi camino; pues esa tarde vi el anuncio de que solicitaban un camarero y limpiador en su negocio; decidido y con mucha confianza en mí, me presenté, alegué de dónde venía y al estar una semana a prueba me dieron el trabajo; gracias a la pequeña paga que me dieron, pude pagar el pequeño cuartito dónde esa semana me estuve quedando; nunca se me olvidarán las noches dónde las ratas pasaban por la ventana, los gatos entraban y salían por un hueco, las cucarachas y arañas en lo que se podría llamar baño, ese viejo colchón apestoso y roto; no tienes idea de lo que esos días me hicieron valorar mucho a tus tíos, la vida y sobretodo esta experiencia que me tocó vivir por lo que yo creía era amor.

– Fernando al ver la mirada cristalina de Láza, sintió su pesar.

Él le colocó la mano en su hombro diciendo apenado. – Discúlpame por haberte tratado muy mal, por haber sido grosero y por decirte cosas ofensivas; de verdad perdóname.

– Láza le sonreía, tomaba la mano de él diciendo. – Ahora tú, dime, ¿qué sucede?, ¿por qué te pusiste tan mal al conocer al prometido de tu amiga?

– Lázaro preguntaba eso, sabiendo que tenía en mente más o menos una idea cercana a lo que sucedía; sin embargo, quería saber la versión real, misma que Fernando le comenzaba a comentar con lujo de detalle y que a Láza lo dejaba perplejo e intranquilo por cómo fue esa relación; entendiendo a Fernando el porqué de su tristeza y lágrimas por Bradley.

En el hospital; Aurora llegaba con preocupación y prisa por el estado de salud de Bradley.

Ella al ser vista por su suegro y cuñadas; él le decía serio. – Aurora, ya era hora que llegarás, mi hijo sufriendo y tú por ahí haciendo quién sabe qué.

– Ella sería respondía. – Estaba con un amigo mío, un amigo que es gay, por si cree que ando corneando a su hijo.

– Pietro con desprecio exclamó. – ¡La peor aberración, la peor desgracia y plaga en el mundo, los homosexuales! – Él se retiraba diciendo. –  Disculpen, pero eso pienso de esa gente, con su permiso, saldré a fumar, esto me pone de mal humor.

– Pía y Luciana miraban a su padre con cierta incomodidad y Aurora con fastidio; de momento, una enfermera salía y les comunicaba a ellas que Bradley quería ver a su prometida.

Con angustia ella decía. – Yo soy su prometida, ¿sí puedo pasarle a ver?

– La enfermera amablemente le decía. – Sí, aunque debo decirle que se encuentra bajo efecto de calmantes y muchos analgésicos; el señor Landucci ingresó con un episodio muy fuerte de migraña.

– Luciana y Pía se inquietaban más por la salud de su hermano.

Aurora muy afectada por saberle así, entraba con mucha cautela; viendo a Bradley recostado, con luces apagadas y las cortinas cerradas.

Él abría los ojos y decía confuso. – Aurora mi amor.

– Ella le daba un beso en los labios diciendo. – Ya estoy aquí mi amor.

– Él cerraba los ojos balbuceando. – ¿Dónde, dónde, dónde con quién estabas?

– Ella tomándole la mano contestaba. – Con mi amigo, te platiqué esta mañana que me vería con él, tenía tiempo sin verle.

– Brad dopado hablaba. – Cierto, de haber sabido que en la charla con mi padre me iba a estar presionando, hubiese acompañado a tu cita y conocer a tu amigo.

– Aurora desconcertada por saber el porqué del estado de tensión que tenía, le daba un beso en la frente y él preguntaba con malestar. – ¿Cómo dices que se llama tu amigo?

– Ella le colocaba su mano en la cabeza y tranquilizándole respondía con voz suave. – Mi amigo se llama Fernando, Fernando Rivas, llegó de Europa, estuvo estudiando en la Universidad de Barcelona, probablemente le hayas conocido.

– Bradley sonreía al escuchar el nombre completo del amigo y decía. – Nando, mi Nando querido.

– Aurora se sorprendía y Bradley suspiraba repitiendo el nombre de Fernando.

Ella cometiendo imprudencia, preguntaba. – ¿Conoces a Fernando?, ¿Tú lo conociste?

– Bradley bajo los efectos de las drogas, titubeaba. – Sí, sí, él y yo… él y yo, nos vimos en… nos vimos y… sí.

– Bradley se quedaba dormido dejando a Aurora con la duda sorpresiva ante el hallazgo de que él y Fernando se encontraron en su estancia allá.

Ella se comenzaba a replantear la posibilidad de que Fernando y Bradley pudieron haberse conocido de otra forma; haciendo entre ver de que ya iniciaba la sospechaba de que era él quién había engañado a su mejor amigo.

Tratando de dejar eso como una idea absurda; caminaba a la puerta, dejándole a él dormir; saliendo al pasillo, mostraba un semblante pálido e inesperadamente ella se desvanecía ante los ojos de sus cuñadas y personal del hospital; quienes de inmediato le auxiliaron al recostarla en una camilla y ponerla en observación.

Tal parece que ciertas suposiciones en esta historia logran ser correctas y acertadas, ¿qué más pasará?

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Luna de Miel Capítulo 2

Luna de Miel

En los ojos del amor Capítulo 37 Gran Final

En los ojos del amor Capítulo 36

En los ojos del amor Capítulo 35

En los ojos del amor Capítulo 34

En los ojos del amor Capítulo 33

En los ojos del amor Capítulo 32

En los ojos del amor Capítulo 31

En los ojos del amor Capítulo 30

En los ojos del amor Capítulo 29

En los ojos del amor Capítulo 28

En los ojos del amor Capítulo 27

En los ojos del amor Capítulo 26

En los ojos del amor Capítulo 25

En los ojos del amor Capítulo 24

En los ojos del amor Capítulo 23

En los ojos del amor Capítulo 22

En los ojos del amor Capítulo 21

En los ojos del amor Capítulo 20

En los ojos del amor Capítulo 18

En los ojos del amor Capítulo 19

En los ojos del amor Capítulo 17

En los ojos del amor Capítulo 15

En los ojos del amor Capítulo 16

En los ojos del amor Capítulo 14

En los ojos del amor Capítulo 13

En los ojos del amor Capítulo 12

En los ojos del amor Capítulo 10

En los ojos del amor Capítulo 11

En los ojos del amor Capítulo 8

En los ojos del amor Capítulo 9

En los ojos del amor Capítulo 7

En los ojos del amor Capítulo 6

En los ojos del amor Capítulo 5

En los ojos del amor Capítulo 4

En los ojos del amor Capítulo 3

En los ojos del amor Capítulo 2

En los ojos del amor Capítulo 1

Rockeando al Destino Capítulo 23 Gran Final

Rockeando al Destino Capítulo 22

Rockeando al Destino Capítulo 21

Rockeando al Destino Capítulo 20

Rockeando al Destino Capítulo 19

Rockeando al Destino Capítulo 18

Rockeando al Destino Capítulo 17

Rockeando al Destino Capítulo 16

Rockeando al Destino Capítulo 15

Rockeando al Destino Capítulo 14

Rockeando al Destino Capítulo 13

Rockeando al Destino Capítulo 12

Rockeando al Destino Capítulo 11

Rockeando al Destino Capítulo 10

Rockeando al Destino Capítulo 9

Rockeando al Destino Capítulo 8

Rockeando al Destino Capítulo 7

Rockeando al Destino Capítulo 6

Rockeando al Destino Capítulo 5

Rockeando al Destino Capítulo 4

Rockeando al destino Capitulo 1

Rockeando el Destino Capítulo 3

Rockeando al Destino Capitulo 2