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Gay, casos de la vida real.

en Hetero: General

Gay, casos de la vida real.

 

Trece veces, ¡qué aguante!

 

Hola otra vez mis queridos lectores; tiempo sin estar por aquí, he recibido sin fin de anécdotas que me hacen vibrar de lo erótico y sexual que pueden ser ustedes y, que a su vez permiten que exploren su sexualidad; adelante, a veces es bueno darse permiso de perder un poco el control, sin más por el momento, les dejo con esta historia que sin duda les gustará tanto como a mí.

Mi nombre es Rodolfo, tengo treinta y cinco años, soltero, mujeriego, me encanta el sexo, todas mías y de ninguna, mido un metro ochenta y seis, moreno claro, velludo, me cuido mucho físicamente, cuando puedo hago ejercicio, jeje; me gusta mucho salir los fines de semana, viajar y tener una buena vida; si me preguntaran con cuantas mujeres he estado diría que con más de cien, con todas me cuido, ya saben, sin gorrito no hay fiesta; únicamente en tres ocasiones se me olvidó usar condón y sólo una vez cuajo el chamaco, afortunadamente logré convencer a ella de que abortara y pues lo hizo, a las cinco semanas de embarazo nos despedimos de ese problema; todo lo pagué yo, tengo las maneras y modos de hacerlo, tengo un buen nivel socioeconómico que me permitió pagar eso y a ella darle una buena cantidad de dinero para que desapareciera de mi vida y se pudiera checar constantemente para que no hubiese problemas en el futuro por si quisiera ser madre; la verdad no me veo siendo papá, mucho menos atado a una mujer, y es que para mí coger es delicioso, hacer gemir, disfrutar y gozar es lo que me hace sentir pleno y logrado; pero algo me hizo frenar en mis andadas, todo paso hace cerca de quince días, y hasta apenas me animé a escribirte a ti para contar esta historia que espero respetes mi identidad ya que aun no me adapto a lo que paso o mejor dicho, no acepto lo que sucedió.

En CDMX la vida nocturna es otro pedo, y un amigo mío estaba por reinaugurar un nuevo antro – bar en una excelente zona de la ciudad; por supuesto mi amigo me invitó con pase VIP y claro, no fui al único que le otorgó dichas invitaciones, la mayoría de amistades en común fueron invitadas a esa noche de Jueves; aquí viene lo bueno jajaja; al llegar, estaba el lugar repleto, había un bufete de culos femeninos deliciosos y suculentos, con vestidos entallados y pantalones ajustados; y que decir de esos prominentes pechos; eran mujeres sabrosas, que en su mayoría ya habían estado en mi cama o en la cama de alguno de mis colegas; algunas se me acercaban a saludar, me abrazaban y me daban un beso, tocando mi miembro; era evidente que querían acostarse conmigo, pero yo no soy de los que les gusta repetir más de cinco veces con la misma mujer, pues me suelo aburrir o encular con otra mujer igual o mejor.

Como me encanta socializar, estaba de mesa en mesa conviviendo con amistades, charlando de como nos iba en nuestras vidas y quienes ya habían dado su brazo a torcer para eso del matrimonio; pobres no saben a lo que le tiran; la charla iba muy bien, a toda madre, hasta que en un grupo de cuatro chicas, apareció ella, una mujer alta de tez blanca, rostro bien cuidado, cuerpo esculpido, movimientos sensuales a la hora de bailar, cabello castaño largo ondulado, ojos color miel; ¡vaya, era un pinche forro de mujer!; esas mujeres bailaban muy sensual, se movían sexy, y pues al no conocer ese culo, decidí abalanzarme para conocer un poco más de ella.

Con un whisky y un Martini para ella, me acerqué bailando, abriéndome paso para llegar a ella; le ofrecí la bebida y ella sin negarse me sonrió diciendo. – Muchas gracias guapo, tenía sed.

– Le guiñé el ojo y dije. – Salud por esta noche, que me ha permitido conocer a esta hermosa mujer tan bella y natural, como debe ser.

– Ella se sonrió aún más, dejando ver esa dentadura blanca y cuidada, con esos labios en tonalidad de labial rosa brillante.

Se giró y comenzó a bailarme, rosando suavemente sus sabrosas nalgotas en mi paquete que comenzaba a ponerse duro; me eché de un sorbo mi whisky y con la mano libre la tome por la cintura para bailar más pegados; sus amigas se apartaron y nos dejaron a nosotros dos en un momento a solas en la pista.

Ella sonreía y decía. – Me llamo Elisa tengo treinta años, ¿y tú?

– La miré fijamente y vaya, me dejo hipnotizado, una mujer sensual, espectacular, sexy, ardiente, provocativa sin parecer una puta, pero si muy atrevida.

Le respondí acercándola más a mí. – Un gusto bella mujer, me llamo Rodolfo, tengo treinta y cinco años, soltero para ti.

– Ella paso su mano por mi cuello y me acarició la nuca diciendo. – Qué coincidencia, también yo soltera.

– No soy de los que anda con rodeos, así que no me aguante y me le fui a su deliciosa boquita.

Nos besamos muy rico, nos acariciamos nuestras espaldas; bailamos más, muy sensual sus movimientos; ya eran casi las cinco de la madrugada, habíamos bebido y charlado un rato, unos besos y caricias suaves; ya había ablandado a la bella dama, pero a mi suerte, ella junto con sus amigas se escabulleron de manera cautelosa; dejándome en una servilleta un beso con su labial y su número telefónico; era claro que no era de la ciudad, por su clave de otro estado; guarde ese papel y pagué mi cuenta y le dije al chofer que me pasará a recoger; esa dama de cuerpo sensual se me había ido viva, primera vez que me sucedía, pero sabría que tarde o temprano caería a mis brazos, pierna y cama.

Viernes doce treinta del día, despertaba con una ligera resaca, bajaba a desayunar y posteriormente a ducharme; ahí me acordaba de Elisa, su sensual cuerpo con ese vestido rosa que forraba esa silueta y delicioso cuerpo; se me puso como fierro, me enjabone y me deje caer el agua fría para calmar esos deseos, pero era inevitable; no acostumbro a jalármelo en fines de semana, pero ameritaba hacerlo, ya que ese mujeron inspirador era tan, tan delicioso que debía darle una a su honor y salud.

Me comencé a masturbar, pensando en ella y en como sería su conchita y de como se movería en la cama; jadeaba y decía su nombre varias veces, y estalle con un gran grito y un chingo de semen cremoso acumulado de varios días; una semana para ser exactos; sin duda ese forro de vieja me lo tenía que comer; me volví a enjuagar, me sequé y salía a mi recamará, buscaba la servilleta de su número que Elisa me dejó y la anexaba a mis contactos.

Una bella y sensual foto de perfil me hacía excitar y desearla más; le escribía. – Hola Elisa, buena tarde, ¿cómo estás?, soy Rodolfo, el chico con quién bailaste anoche, ¿recuerdas?

– Elisa leyó y de inmediato me escribió así. – Hola, buena tarde guapo, bien gracias, ¿y tú?

– Sonreía y de nuevo me comenzaba a erectar.

Así que estaba por mandarle una foto del pack cuando ella me envió su ubicación poniendo. – Aquí me encuentro, si no tienes nada que hacer, invítame a comer, tengo mucha hambre.

– De inmediato busqué que ropa ponerme y le escribí. – Dame media hora y estoy ahí, te llevaré a donde pidas.

– Me vestí algo casual, alisté la tarjeta y de camino al hotel dónde ella se hospedaba, iba dando indicaciones a mis empleados.

Al llegar, le marqué y al escuchar su voz, dije sonriente. – Hola Elisa, he llegado, estoy aquí abajo.

– Elisa emocionada me dijo. – Llegaste con cinco minutos de anticipación, que atractivo y agradable de tu parte, enseguida bajo.

– Colgó y minutos después cruzaba la puerta principal del hotel.

Su cabello suelto, un bolso sencillo, ropa casual, un labial provocante y ese espectacular cuerpo me cautivo, me sonrió y dijo. – Lista, aquí me tienes, ¿nos vamos?

– La salude, le abrí la puerta del coche y la ayude a abordarlo.

Me encantó su perfume y el estrecharla junto a mí, me hizo emocionarme mucho; la lleve a comer a un buen restaurante, estuvimos charlando; y comencé a notar que su rostro se me hacía conocido; le pregunté si antes ya nos habíamos visto, a lo que se sonrió diciendo. – Sí, en el pasado, pero si gustas saber de dónde, pues sigamos conociéndonos.

– Me sembró la duda y pues como soy curioso, accedí a seguir conociendo.

Me dijo que hacía tiempo que no venía a CDMX que radica en Guadalajara, trabaja en ayuda humanitaria y de rescate animal y pues heredó una cantidad significativa de dinero que supo manejar e invertir para acrecentar su capital; una mujer así me gustaría tener en caso de que quisiera juntarme; digo, por qué la mayoría de las tipas con las que me he acostado, son mujeres flojas, mantenidas, que buscan de un hombre con dinero para seguir en su estatus social que aparentan tener; Elisa me estaba gustando mucho, claro, debía comprobar si era buena en el sexo, de ser así, ella sería la mujer perfecta para mí.

Mucha charla, nos cayó la tarde – noche, seguimos en un bar cerca de la zona, reímos, nos besamos y me encantó; tras eso, unos amigos míos me invitaban a una fiesta en casa de un socio; para ser precisos, un amigo con quién compito por la cantidad de mujeres en nuestras camas, hasta el momento voy ganando ja ja ja ja; su fiesta la ofrecería en una zona de lujo, miré a Elisa que venía del baño y le propuse que me acompañará; ella apenada me dijo que no podría, pues no tenía nada que usar para una fiesta casual en un lugar exclusivo de los ricos de CDMX; le guiñe el ojo, le sonreí y le ofrecí regalarle su outfit para esa noche; ella se apenó más diciendo que no quería verse encajosa o mantenida; a lo que le dije que no había problema con eso; total, después de cogérmela, tendría un costoso y buen recuerdo de mí para con ella; así que tras convencerla, pedí la cuenta y nos salimos del bar directo a un almacén de buena ropa para que eligiera lo que mejor le favoreciera; pues sí, tardamos un par de horas, pero al final selecciono un vestido acorde, decente, no muy provocativo que le daba forma a esa deliciosa silueta; para que se sintiera feliz y a gusto, le otorgué elección de zapatillas, un bolso y algunos accesorios.

Elisa muy consciente, eligió cosas no tan costosas para que no se viera tan encajosa conmigo; entre mí decía, que entre más costoso, sería más sabroso el cobro; salimos del lugar, la lleve de nuevo al hotel dónde se hospedaba y quedé en pasar por ella cerca de las 22:30 Hrs; yo conduje para ducharme rápido y salir por ella; el chofer me llevó hasta allá, ya sabía que terminaría hasta la madre de pedo, por eso le dije que estuviese al pendiente del teléfono en caso de que requiriera su apoyo.

Llegamos por Elisa y al salir, me hipnotizo más, con un espectacular cuerpo cubierto por ese sensual vestido, su cabello ondulado y bien peinado, maquillada sin exagerar, su bella sonrisa y ese caminar con meneo; le abrí la puerta del carro y mi chofer también quedo embobado por verla; me dieron celos, por qué Elisa le sonrió y él se sonrojo, pero no comparto mujeres, primero yo y luego otros, a excepción con esta bella dama, que me estaba convenciendo de que fuera la elegida y buena para mí.

Esa noche fue la sensación de la noche, el forro de mujer que llevaba opacaba a la mayoría de las que estaban ahí, desde que pisamos la casa, ella robó y acaparó miradas; mi amigo se le acercaba, coqueteaba, pero Elisa le marcaba un alto, permaneció conmigo y eso me agradó bastante; ella me estaba siendo fiel, no sé si por agradecimiento o por qué de verdad le gustaba; como sea, ya casi las 3:00 am y ella me dijo que se sentía ya chocada de estar entre tanta gente y socializando, así que le dije que nos fuéramos, me despedí de mis amistades y nos salimos.

En el transcurso de la salida al coche, le decía que la pasaba a dejar a su hotel, a lo que ella mirando su celular, me decía que era temprano para irse a descansar, que prefería una copa de vino en un lugar más tranquilo; eso me dio indicio de que pasaría lo que debería de, así que partimos a casa; mi chofer dispuesto nos dejó en casa y lo mandé a dormir.

Elisa sonriente se impresionaba con mi casa y decía. – Muy hermosa casa, tienes buenos y caros gustos.

– Se volteó hacía mí preguntando. – ¿No piensas tener a alguien fijo en tu vida?

– A lo que, fingiendo seriedad, me le acerqué con una copa de vino y respondí. – Hijos no deseo, pero si busco una hermosa, bella, decente mujer para estar juntos por mucho tiempo o hasta que se pueda.

– Ella tomó la copa, me sonrió y yo con cuidado la sujeté de la cintura y la besé.

Correspondió al beso, un beso apasionante, muy rico, no pude evitar excitarme, ella sorprendida, exclamó. – ¡Se siente grande!

– Sonreí diciendo. – Pues es cosa que lo veas y conozcas.

– Ella un poco nerviosa, se sentó en el sillón de piel y yo me desabroché el pantalón para que a través de la cremallera sacará mi pene.

Ella al verlo dijo con asombró. – Sí, es enorme.

– Nerviosa ella y por primera vez yo igual, dije. – Si no quieres que pase algo ahorita, dilo, podemos hacer otra cosa.

– Elisa, con su mano derecha agarró la hebilla del pantalón y me acercó a ella, diciendo. – No quiero que pienses que soy una mujerzuela, una cualquiera, sólo quiero que sepas que lo hago por que me gustas mucho y me encantas.

– Sonreí y justo cuando estaba por decirle algo, sentí la humedad de su lengua y suavidad de sus labios succionar mi verga.

¡Wooooooooooooow!, era una buena mamadora, que digo buena, excelente mamadora; alzó la mirada y conectó mirada conmigo en lo que seguía mamando; le sujete el cabello y siguió con el acto, ella lo estaba haciendo tan bien que estaba por correrme; la detuve, le dije ¡basta!, pero ella no quiso apartarse y prosiguió como becerro, la agarré bien de la cabeza y exploté en su boca.

Ella saboreó mi semen, sonriendo me dijo. – Te saben rico, muy espesos, pero me gustó, buen sabor.

– Me le fui a ella como tigre a su presa y la besé del cuello hasta sus ricos pechos; era notorio que estaban operados, pero su cuerpo fitness no.

Con calma y despacio nos fuimos desnudando y sentía su piel suave, su cuerpo tonificado y esa fuerza en las piernas de una chica que se cuida bastante para estar así; me excite mucho al quitarle el sostén y ver sus senos duros y esos pezones erectos, ella se dejaba acariciar y suspiraba mucho, cuando su calzón blanco de encaje se lo quitaba, me impresiono ver sus labios vaginales húmedos, bien definidos y de tamaño pequeño.

Ella se aparto de mí y desnuda nerviosa me decía. – No, espera.

– Yo me levanté del sillón y con mi verga babeando y escurriendo de lubricación, dije. – Esta bien, sí, pero ¿sucede algo?

– Elisa tímida me dijo en voz baja. – Es que, es que… yo… yo soy virgen, nunca he tenido sexo, a mi edad he esperado a estar con el hombre indicado, tú no lo eres, sé que solamente me querrás coger y luego dejar.

– En mi mente me emocione mucho, sería la cuarta ocasión que tendría sexo con una virgen; las veces pasadas fueron con jovencitas de entre 17 y 21 años a las que desvirgue y gocé por tenerlas en mi cama y manchar mis sabanas con su sangre; es tan excitante que ya estaba ansioso por penetrarla y hacerla gritar de dolor y placer; mi verga estaba más dura; 19 centímetros y la cabeza descubierta, babeando y con ganas de estar adentro.

Me senté y le dije serio. – Me gustas mucho, te he tratado y siento que estoy clavado contigo, no eres una mujer para sexo, eres para algo más, hijos no quiero por el momento, así que usaré condón si me lo permites y claro si quieres podremos continuar, de lo contrario, pues le paramos, nos vestimos y te voy a dejar.

– Levanté mi bóxer azul y me lo puse, ella se volteó, me miró y nerviosa dijo. – Sólo promete que no me dolerá y que será con calma.

– Me acerqué a ella, la miré diciendo serio. – No te lastimaré, lo haré con amor.

– Ella me abrazo y al oído me susurro. – Confió en ti, pero házmelo sin condón, me sé cuidar.

– ¡Puta!, eso me prendió un chingo y claro, quería cogerla a pelo, pero no quería embarcarme, así que, si ya confiaba en mí, hice lo mismo con ella y la cargué, me la llevé a la cama y ahí la comencé a besar, acariciar, lamer entre sus ricos pechos y sentirme como bebé mamando esos pezones erectos.

Ella decía entre gemidos. – Sí, sigue, eres mi bebé, mi bebé, anda sigue mamando, te daré lo que quieres bebé.

– Yo emocionado, con mi lengua bajé por su abdomen marcado y estando frente a su conchita bien bonita, rica y suave, introduje mi lengua despacio y saboreando.

Ella se retorcía mucho, suspiraba, apretaba con una mano las sabanas y con la otra me apretaba el cabello; notaba que no lubricaba mucho de su parte, pero sentía demasiado su excitación ya que se erectaba el clítoris como buena hembra; mi verga estaba babeando mucho, ya comenzaba a oler mi preseminal, eso me ayudo a untar mi verga y con mis dedos masajear la entrada de su vagina.

La miré, me miró y ella dijo. – ¡Adelante amor!

– Yo sudando le decía. – ¡Sí, con cuidado mami!

– Coloqué mi verga en su entrada y despacio lo metía; ella gritaba, gemía, jadeaba, apenas estaba metiendo un poco la cabeza; no pude, la verdad, no pude contenerme y mi lado salvaje pudo más y se la deje ir; sentí como el dolor contraía sus labios vaginales y su panocha se mojaba; ella gritaba pedía que lo sacara, pero no quise, la besaba, la tomaba con fuerza de la nuca y la penetraba con fuerza, con ganas, deseo, pasión.

Ella me abrazaba con sus piernas y girábamos en la cama, me daba cuenta que había un poco de sangre; efectivamente era señal de que era virgen; me cruce de brazos sobre ellos mi cabeza y deje que solita se moviera; para ser su primera vez, se movía como una hembra con experiencia; estábamos sudando demasiado, seguimos y seguimos; ella se recostó a la orilla de la cama y la embestí, haciendo sonar mis huevos en sus nalgas y viendo como batía mi verga su sangre de la vagina; sus labios vaginales estaban ensanchados, gozando del placer de ser penetrada; mi cama estaba húmeda de sudor, de saliva y con manchas de sangre; ella no pedía que parará y yo seguía embistiendo, pero ya estaba por eyacular.

Mis huevos palpitaban y le decía jadeando. – Me quiero… quiero acabar… ¿dónde los quieres?

– Ella gritaba a todo volumen. – Aaaahhh aaahhh… sí, sí, acaba adentro, yo ya probé tus ricos espermas, así que adentro, anda, te aseguro que no me embarazaras.

– Tras unos diez minutos más de cogedera, eyaculé adentro de ella, sentía como se batía mi verga con mi propio semen.

Me dejé caer sobre ella qué a su vez, lamía el sudor de mi cuello con su suave lengua, sus manos acariciaban mi espalda sudada y rasguñaba suavemente mi piel; sonreí diciendo. – Para ser tu primera vez, lo supiste hacer muy bien.

– Ella se río me beso y dijo. – Quítate, salte de mí, y mira atento lo que haré.

– Me aparté de ella, descalzo me puse frente y ella con su mano se abrió la deliciosa puchita y comenzó a pujar, de verla así me excitaba más y más, de pronto lanzó un chorro de semen que salpicó mis pies, ella le estaba escurriendo mi leche por su verija y sus nalgas, la miré y le dije. – ¡Impresionante!

– Elisa se sonrojo diciendo. – No te preocupes, no puedo quedar embarazada, así que, si quieres otra vez, pues adelante.

– Sudado y con mi verga semierecta hablé. – Deja que me recuperé, son casi las seis de la mañana, prometo seguir, sólo que antes, ¿dime quién eres, de dónde nos conocemos?

– Elisa se sentó a la orilla de la cama, se colocaba sus tacones y me decía sonriente y provocante. – Acuéstate, te haré un show y luego respondo tus preguntas, sólo relájate para volver a comenzar.

– Elisa se veía tan putita pero tan decente, que me gustaba verla así.

Cambiamos de lugares y deje que desnuda y húmeda me bailara, sus tacones le estilizaban más su cuerpo, su silueta y su forma de moverse me volvían a poner la verga tiesa y caliente, babeando y esperando a estar dentro de esa mujerzota; ella se me acercó, sonriente, en lo que los rayos de sol cruzaban por la ventana, colocó mi pene en sus pechos y comenzó a masturbar, una, otra, otra y otra vez, luego se lo introdujo en su boca y su verija quedaba entre mis pies, yo la masajeaba con mis pies y sentía que se mojaba un poco.

Ese sábado, fue de puro sexo; me eché el mañanero con ella, como a las diez u once acabábamos de nuevo, descansamos, ordené comida a la casa, degustamos un poco, nos bañamos juntos y por la tarde de nuevo a coger, me sentía cansado, pero emocionado de que por primera vez una mujer se dejaba coger por mí muchas veces de diversas formas y lo mejor, accedió a que le metiera mi verga por su culito rosadito.

Estaba ella totalmente depilada de su sexo, muy rico y se dejaba lamer el pedorro, escupirle y saborearle, todo el resto del sábado estuve cogiendo con ella; me convenció de grabarnos teniendo sexo, luego conecto mi teléfono a la pantalla y en lo que recargábamos energía, mirábamos nuestras escenas de sexo, lujuria y perversión; nos besábamos, nos abrazábamos, acariciábamos y dejábamos que la pasión nos gobernara; mis piernas temblaban, era la primera vez que cogía tantas veces, creo ya eran seis o siete veces; apliqué el truco de un amigo que se dedica a vender sexo; y eso es comer un plátano ratán y beber suero tras acabar, eso ayuda a que produzca más semen y no me debilite por el desgaste físico vigoroso; de nuevo adentro de ella, le preguntaba jadeando si me diría ya quién era, pero me lograba callar acariciándose sus pechos y gimiendo como nunca antes lo habían hecho.

Sé que la deje bien rellena, sé que lo disfruto mucho, también que gozamos de placer; todo el sábado y madrugada de domingo fue de pura cogedera, tanto así que termine sin ganas de levantarme de la cama y me dormí tan plácidamente, trece veces de puro coger, de larga duración y de puro disfrutar; lo último que recuerdo es que ella se quedo dormida sobre mi pecho y yo la abrazaba, hasta ahí supe; luego al abrir mis ojos, eran casi las once de la noche y en la habitación no había rastro de ella; me asusté y levanté en putiza de la cama, así desnudo verifiqué que no me faltará nada, pues de inmediato pensé que era una ladrona con buena maña, pero no, en la mesita de la entrada, estaba una carta, con sello de labial y mi nombre en ella; la abrí, comencé a leer y me impacte muchísimo, comprendiendo varios detalles que por imbécil y embrutecido por ese escultural cuerpo no me percaté; la carta decía esto:

Hola Rodolfo:

Muchas gracias por haberme permitido conocerte, por estar contigo, por tus besos, carias y apasionantes movimientos en la cama; me queda claro por qué la mayoría de las mujeres te buscan y desean con ganas intimar contigo más de una ocasión y de ser algo más que sólo un objeto sexual; gracias por eso, por todo, ahora te seré sincera, tú y yo ya nos conocíamos desde antes, desde pequeños, estudiamos juntos en primaría y secundaria; la secundaría fue la etapa más dura, por qué tú y tus amigos siempre me molestaban y torturaban con bromas muy pesadas, recuerdo que a mitad de segundo año me pusieron en mi mochila condones con su semen, diciendo que eran regalo para mí, que si decía algo me iría peor; no mentiré, admito que me excitó mucho descubrir en mi habitación sus condones con su semen, ahí supe que sí, me gustaban mucho los hombres; creo que recordarás a quién le hiciste esa broma, pero si no, te refresco tu memoria, guapísimo; yo no soy mujer natural, en mi pasado fui Elías, aquel joven tímido, flacucho, con voz delgada, delicado, que siempre fue el blanco de los maestros en educación física y los varoniles jóvenes de la escuela; te mentí con mi edad, tenemos la misma, y nunca pensé que nuestro encuentro me fuera a gustar tanto, que desearía volver a repetir; pero sé que jamás me volverás a ver y pasará algo, me voy, ni trates de buscar, por qué me sé esconder muy bien; cumplí con mi apasionante venganza de lo que obligaste hacer a mi hermana; la hiciste abortar tu hijo, un bebé que esperaba ella con ansias e ilusión pues estaba enamorada de ti, ella me ayudo mucho a como engatusarte y hacerte caer en tentación sexual; ambas nos desapareceremos, espero hayas disfrutado tanto como yo, trata de descansar y muchas gracias por ser el primer hombre en estrenar mi nuevo cuerpo ahora como mujer, qué estés bien.

Con amor, cariño, besos, respeto, agradecimiento y gran placer, Elisa/Elías.

 

Me estremecí, comprendí su altura, el tamaño de sus pies, manos, el por qué no lubricaba mucho, por qué me pidió sin condón pues sabía que no se puede embarazar, así como ciertas facciones que se me hicieron conocidas; me dio asco, repugnancia, me metí a bañar, me enjabone varias veces, pero el buen sexo, el placer, los besos, no me los podría quitar de la cabeza y pensamientos; en la ducha me acordaba de Elías, era muy frágil, muy nena, era gay, se le notaba mucho, terminando secundaría él y su familia se fueron de CDMX, lo último que supe es que estaban al norte del país o cerca de Texas, su familia tenía buena posición económica, le dejé de dar importancia y me olvidé de él; vaya cambio, vaya que sí sorprendió mucho su nuevo cuerpo; yo soy heterosexual, cien por ciento hombre, macho, viril, varonil, este desliz sólo quedará entre Elisa, yo y a ti que comparto esta anécdota, pidiendo de nuevo absoluta discreción; a partir de esa vez, sexo no he tenido, procuro mucho andar con calma y no meterme con la primera que se me parezca sensual y atractiva, no quiero cogerme a un puto maricón; pero, sí Elisa llegará a leer esto, quiero decirte, que a pesar de todo, me gustaría repetir trece veces o más de nuevo en tu cama o en la mía; eso es todo, hasta luego.

Sin duda “Rodolfo” quedó satisfecho de haber tenido sexo con una transexual, pero sigue siendo hombre heterosexual, aunque igual es bisexual y no quiere aceptarlo, ¿o ustedes que piensan mis lectores?, por eso compartí esta historia en esta categoría heterosexual, para que me den su opinión y punto de vista, así como compartan sus experiencias sexual al correo; me despido agradeciendo su tiempo, nos leemos en otro capítulo con una nueva anécdota de “Gay, casos de la vida real”, hasta entonces.

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En los ojos del amor Capítulo 7

En los ojos del amor Capítulo 6

En los ojos del amor Capítulo 5

En los ojos del amor Capítulo 4

En los ojos del amor Capítulo 3

En los ojos del amor Capítulo 2

En los ojos del amor Capítulo 1

Rockeando al Destino Capítulo 23 Gran Final

Rockeando al Destino Capítulo 22

Rockeando al Destino Capítulo 21

Rockeando al Destino Capítulo 20

Rockeando al Destino Capítulo 19

Rockeando al Destino Capítulo 18

Rockeando al Destino Capítulo 17

Rockeando al Destino Capítulo 16

Rockeando al Destino Capítulo 15

Rockeando al Destino Capítulo 14

Rockeando al Destino Capítulo 13

Rockeando al Destino Capítulo 12

Rockeando al Destino Capítulo 11

Rockeando al Destino Capítulo 10

Rockeando al Destino Capítulo 9

Rockeando al Destino Capítulo 8

Rockeando al Destino Capítulo 7

Rockeando al Destino Capítulo 6

Rockeando al Destino Capítulo 5

Rockeando al Destino Capítulo 4

Rockeando al destino Capitulo 1

Rockeando el Destino Capítulo 3

Rockeando al Destino Capitulo 2