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El chico de mis sueños. Capítulo 8

en Gays

Hola! Quiero agradecer a cada uno de ustedes lectores por la paciencia para leer los últimos capítulos de esta historia,

que en parte tuvo una historia que sucedió en verdad, mezclado con drama y ficción; gracias, muchas gracias.

Ojalá les guste.

 

Capítulo VIII

Sueño de la vida real.

 

Han pasado varias semanas de lo sucedido; Abel y Edna regresaron a su vida escolapia, tratando de superar los hechos pasados; Gina y Alfredo continuaban saliendo y conociéndose, posiblemente exista una relación a futuro; esperemos que así sea; por el momento son amigos y ella trata de llevar buena relación con su exnovio y con Edna; Aldo y Alba después de pasar ese trago amargo, se repusieron con un breve descanso laboral y ahora regresaban a su vida normal; César logró recuperar su dignidad, al ser eliminado su vídeo de la computadora de Gregorio, prometiendo ser precavido al salir con personas desconocidas de cualquier chat de ligue; sin embargo para Lorena; la chica del lobby; era más complicada su situación, pues a pesar de que su vídeo había sido eliminado de la computadora y de varias páginas más, había usuarios que lo distribuían y lo volvían a subir; para ella le ha resultado muy difícil continuar con su vida y trabajo, pero con ayuda de un psicólogo experto, se ha mantenido a flote.

Dolores asumió en parte la culpa en ayudar a cambiar de identidad a Gregorio, así pues, declaró que sabía, que él había sido acusado por pertenecer a la industria pornográfica ilegal, pero salió limpio al no haber pruebas de peso que le incriminaran; motivo para cambiarle el nombre, para que al casarse con ella fuera un hombre nuevo, con vida nueva; igual admitía que nunca estuvo enamorada de Gregorio; a pesar de tener un físico impresionante, su rostro perfecto y esa mirada desarmable; para ella solo era un capricho, una necesidad más para presumir y como él era un guapo, galán y caballeroso vividor, se le hizo fácil usar su economía a cambio de tenerlo por ratos aparentando “un matrimonio estable”; en pocas palabras, ambos se utilizaban y manipulaban, sin pensar en qué eso les traería problemas morales y de autoestima.

Dolores evitó toda ayuda legal de sus excelentes abogados, asegurando que debía afrontar las consecuencias de sus actos y aprender la lección, que ella interpreto al final y fue así; “que no necesitaba de un hombre a su lado para sentirse complementada, para sentirse mujer, para sentirse viva, para sentirse amada, para sentirse aceptada, para sentirse única y especial; lo qué si necesitaba era elevar su autoestima aprendiéndose a cuidar en su físico, por salud y consentirse moderadamente con dulces, golosinas y postres; que el amor lo tenía siempre de la gente que ayudaba, que eso en verdad es lo que más la hacía feliz y sentir importante como persona y como mujer”;  Dolores fue condenada a quince meses de prisión; que a futuro por obtener buena conducta, su sentencia se le reduciría a once meses; motivándola a seguir a adelante con sus obras de caridad y sus donaciones, apoyando así a diversas mujeres en prisión, contribuyendo un poco con mejoras en el interior de la cárcel; Hugo su sirviente, le visitaba cuatro veces por semana a ella en su estadía en el penal; motivándola y apoyándola con sus dietas que le rendían frutos, pues ya estaba bajando de peso.

Para la policía, el caso de Gregorio y sus andadas en la industria pornográfica, no eran tan fáciles; pues a pesar de intensas investigaciones, los dueños principales de la página nunca se les pudieron ubicar; lograron atrapar a unos cuantos colaboradores en distintos países y sentenciarlos a muchos años en presión, quienes tampoco supieron dar información precisa de los propietarios del negocio; durante un tiempo la página estuvo suspendida, pero rato después regresó con más seguridad y protección cibernética para no ser detectados o descubiertos tan fácil; sin duda el caso llevaría tiempo, con bastantes investigaciones y seguimientos que irán para largo.

Gregorio no le iba nada bien, pues en su juicio sus abogados le alegaban demencia por las apariciones que sufría frente al espejo; cosa que se descartó con exámenes psiquiátricos, declarándole con un moderado trastorno de personalidad; sin embargo, a pesar de su diagnóstico y sus intentos defensivos de sus licenciados, él fue condenado a setenta y cinco años de presión, al descubrirle sus otros delitos; extorción, manipulación, amenazas e incitación al suicidio, además de ocasionarle la muerte a quien había sido su pareja; ese mismo día fue trasladado al penal; pues no existía un motivo mayor para trasladarlo al pabellón psiquiátrico; camino allá recordaba a Julián y se daba cuenta de qué sí se había enamorado de él; aunque su complejo de volver a vivir lo pasado, hacía que lo tratará mal; al fin de cuentas Gregorio es un ser humano con sentimientos; más malos que buenos; que todo se desencadenó por su miedo, rencor, su trauma al ser utilizado y únicamente querido por su físico más no por sus emociones; y no es que lo defienda, simplemente que todos reaccionamos de diferentes formas y maneras, tanto para bien como para el mal; lamentablemente él lo hizo al mal, causando mucho daño, muchas pérdidas y faltas de confianza a la autoestima de sus víctimas; Gregorio solo quería hacer sentir a las personas como a él le hicieron sentir, englobando a que todos los homosexuales se van por el físico, el dinero y lujos, más que por los valores sentimentales, morales y aspiraciones profesionales; aunque en la actualidad pocos buscan lo que de verdad vale la pena, muchos se van por lo material, el interés; así que Gregorio no hacía mal, ¿o tal vez sí?, como sea, lo hecho, hecho está y no hay vuelta atrás.

Esa tarde, antes de ser fichado e ingresado a prisión; se le informaba a Gregorio que su matrimonio y acuerdo habían quedado totalmente anulados, sus pertenencias confiscadas y que sus cuentas bancarias registradas bajo el nombre de “Benjamín Ruelas” habían sido vaciadas por las mismas personas para quienes trabajó; su único sustento que tendría era sus pocos ahorros en su cuenta personal deslindada a la de Dolores, registrada con su nombre real; esa noticia para él lo devastaba y deprimía, pero lo que le sucedería días después sería algo horriblemente traumatizante, complementando su posible locura.

Una mañana en las regaderas, cuando se estaba enjabonando la cabeza, era sorprendido por otros reos; los cuales se habían enterado los motivos de su arresto y por ser el nuevo ameritaba su tradicional “bienvenida”; los convictos desnudos lo acorralaban y lo golpeaban, con una hoja de afeitar le cortaban desde la frente hasta parte del mentón; dejándole una cicatriz de por vida; le violaban varias veces, turnándose para sostenerlo y poder abusar de él; Gregorio pedía auxilio, que le era negado; ya que con ayuda de los celadores, los reclusos eran encubiertos; apoyando la trasgresión de ellos contra él.

Otros guardias los grababan para posteriormente subir el vídeo a internet; mientras era desflorado y obligado a practicar sexo oral a los demás; le tomaban fotos, le humillaban y trataban como lo que alguna vez él hizo con sus perjudicados; al finalizar ese delito, muy atormentado Gregorio era abandonado en una de las últimas regaderas bajo el chorro de agua fría, sangrando del recto, de la boca, de la cara; muy adolorido, lloraba, sufría y anhelaba morirse; fue trasladado al hospital, estuvo varios días allí; a su regreso a la penitenciaría, tuvo varios intentos de suicidio, pero todos en fracaso.

Todo lo que antes él había sido quedaba en el pasado, su rostro y cuerpo cambiaron en su totalidad; los directivos del reclusorio se compadecieron de él y lo movieron a otra área del penal, dónde más tranquilo en su celda, con mucho amor y afecto, guardaba el único recuerdo de lo que hubiese sido el gran amor sincero de su vida, el retrato que Julián le había entregado; ese mismo día que se descubrió todo; cada noche soñaba con lo que pudo haber sido una hermosa, estable y duradera relación; que hubiese sido la más pura de las que él pudiera imaginar; él nunca más supo de Julián.

Al paso de dos largos meses; Edna estaba muy impaciente en sus clases; cada media hora miraba el reloj y ansiosa decía. – ¡Ya quiero salir, quiero verte!

– Para ella el día se estaba pasando lento, pero para otros estaba yéndose muy rápido.

Al finalizar la última clase Edna presurosa salía del salón y se dirigía a las canchas de básquetbol dónde Abel, Alfredo y Gina encestaban junto con otros compañeros, para matar el tiempo; ella se paraba en el lugar donde acostumbraba estar con Julián y gritaba entusiasmaba. – ¡Abel, Abel, vámonos, es el día, vámonos!

– Abel un poco sudado volteaba y al ver a Edna se sorprendía diciendo. – ¡Ya, tan rápido!

– Gina se le acercaba con papel higiénico y sonriendo le decía. – Toma, sécate el sudor y ya vete.

– Él sonreía, se limpiaba diciendo contento. – Gracias, no puedo creer que ya sea el día, se fueron rápido estos meses.

– Alfredo le daba la mochila a Abel diciéndole. – Ten hermano, será mejor que te vayas, aún hay tiempo.

– Abel agarraba sus cosas, sonriendo les decía. – Gracias y sí, aún tengo tiempo.

– Abel trotaba para alcanzar a Edna y Gina gritaba sonriendo. – Dile qué también quiero verlo, muchos saludos.

– Abel respondía gritando. – ¡Le diré, le diré!

– Edna se despedía de ellos muy presurosa, para así irse de inmediato al estacionamiento.

Abel manejaba a prisa, cortando camino para llegar a su destino; Edna le decía nerviosa. – No puedo creer que haya pasado tiempo desde la última vez que lo vimos, estoy ansiosa y muy emocionada.

– Abel sonreía sin despejar la vista del frente, diciendo. – Yo estoy lo doble qué tú, ya quiero verlo.

– Viendo que aún tenían tiempo de sobra, Abel pasaba a su casa a bañarse y cambiarse rápido.

Edna esperaba en la sala, siendo acompañada por la madre de él; quién le hacía platica sobre el asunto que los tenía tan exaltados; ya listo Abel bajaba muy bien vestido y junto con Edna se despedían de su mamá para irse a la casa de Aldo y Alba.

Ellos estaban igual de ansiosos y esperando con ganas de ya irse al aeropuerto, en ese instante, el claxon del carro de Abel se hacía sonar; de inmediato Aldo y Alba salían y se subían, saludándoles.

Alba emocionada decía. – ¡Veré de nuevo a mi primito, que gusto!

– Aldo entusiasmado decía. – ¡Ya hacía falta en casa, me alegra que haya decido regresar!

– Abel sonreía mientras conducía y Edna lo miraba de reojo.

Ella ponía su mano sobre la mano derecha de él para decirle. – Seguramente él también tiene ganas de verte.

– Abel suspiraba y Edna decía feliz. – ¡Siguiente parada el aeropuerto nacional “el lencero”!

– Los cuatro estaban muy contentos de ver a Julián de regreso.

Quién después de haber sido salvado en su intento de suicidio por parte de Abel, él tomaba la decisión de irse de la ciudad y regresar con sus padres para intentar reestablecer su comunicación y lazos familiares; logro que consiguió gracias a la ayuda de un terapeuta que ayudaba a su familia a aceptarlo como homosexual declarado y un psiquiatra que le auxiliaba a Julián en salir de su depresión, aceptación con baja autoestima con complejo de inferioridad y negación; luego de haber tenido intensas sesiones, al fin era dado de alta y él determinaba regresar a la universidad; cosa que hacía con tiempo, pues estaba a  un mes y medio de finalizar el semestre y tendría que apresurarse para poder salvar su carrera.

Ya en el aeropuerto, Julián siendo otro, con nuevo corte de cabello, lentes nuevos, con cuerpo un más abultado; resultado de que estaba haciendo ejercicio; los veía y sonriéndoles les decía con algarabía. – ¡Qué bueno verlos de nuevo!

– Ellos emocionados lo abrazaban a gusto; siendo vistos con felicidad y emoción contagiada por parte de la demás gente y personal del aeropuerto.

Alba le preguntaba contenta. – ¡¿Cómo estuvo el viaje?!

– Respondiéndole él sonriente. – Bien, muy bien, llegué antes, pero quise esperarlos.

– Aldo preguntaba intrigado. – ¿Tus maletas, qué les paso?

– A lo que él contestaba. – Solo traje dos maletas, no traje más, ya qué aquí deje bastante ropa qué espero aún me siga quedando.

– Edna abrazaba a su amigo y dándole un beso tronado en la mejilla hablaba. – ¡Amigo te mega-extrañe así mucho!, ¡me hiciste mucha falta en la universidad, en serio demasiada!

– Él la abrazaba diciendo exaltado. – ¡Pues ya me tienes de regreso, espero que hayas tomado todos los apuntes de las clases, deseo terminar el semestre con ustedes!

– Abel mostrando su emoción, decía. – Descuida, entre los dos estuvimos tomando notas importantes para que te pusieras al corriente, además que nuestro asesor de grupo, coordinadores y subdirector, te apoyaran para que salves este semestre, así que disfruta tranquilo y con calma tu regreso.

– Julián miraba a los ojos a Abel y haciendo mueca de gusto, agradecía. – Muchísimas gracias a ustedes por la ayuda, gracias de verdad por siempre estar al pendiente de mí, por siempre estar ahí conmigo, gracias.

– Todos salían del aeropuerto y abordaban el coche de Abel, para regresar a la casa.

Al estacionarse tras un misterioso auto y bajarse del vehículo en el que transitaban; Julián lo miraba estacionado justo frente a la casa de sus primos, él preguntaba con mucha curiosidad. – ¿Ese coche de quién es?

– Él hablaba sospechando. – Se me hace muy raro que hayan permitido que se estacionen aquí, ustedes nunca hacen eso, a no ser que…

– Aldo y Alba se miraban y él colocándole la mano a su primo le decía. – Pues ese carro que ves ahí es nuestro, no lo guardamos por qué queríamos que lo vieras.

– Julián impresionado preguntaba. – ¡¿De verdad?!

– Alba amable le contestaba. – Sí, sí es verdad.

– Julián preguntaba inquieto. – ¿Pero cómo fue?

– A lo que su primo respondía. – El carro fue regalo de la señora Dolores, como parte de indemnización por el daño que padeciste por él…

– Julián se ponía serio y Aldo se callaba algo apenado.

Los demás pensaban que había hecho mal en decirle la verdad sobre el origen del auto; cuando Julián al darle un vistazo, sonreía parlando. – Pues sí me gusto, aunque el color no mucho, pero se ve espectacular, ahora tendré que aprender a manejar para poderlo usar.

– Los demás sentían alivio y Abel se ofrecía diciendo amable. – Con gusto te enseño a manejar, seguramente aprenderás a hacerlo en un día.

– Julián le miraba sonriente para decirle. – Muchas gracias, espero y seas buen maestro.

– Abel le respondía guiñando el ojo. – Lo soy, lo seré, verás que aprendes rápido, bueno aprenderán rápido, por qué igual a tus primos les enseñaré.

– Aldo y Alba sonreían amables, agradeciéndole la oferta.

Edna se le acercaba y preguntaba curiosa frente a ellos. – ¿No te incomoda el origen de este carro?

– A lo que Julián respondía como si nada hubiese pasado. – Para nada, en lo absoluto, Benjamín, Alfonso, Gregorio o como se llame hizo lo que hizo y ya quedó en el pasado, olvidado, borrado; estamos en el presente y debemos vivir el ahora al máximo; espero que la señora Dolores pronto salga de la prisión, pues no tenía culpa alguna, al contrario fue víctima de él, ella es muy buena y bondadosa, espero pronto ella reciba una compensación, por lo mientras, espero algún día irla a ver y darle las gracias por el regalo.

– Alba le abrazaba diciéndole tranquila. – Ella ya recibió nuestro agradecimiento, pero si deseas hacerlo tú, te acompañaremos, además que la señora obtuvo reducción de condena, así que saldrá antes de lo previsto.

– Julián suspiraba, calmado decía. – Bien, pues espero la siguiente semana irla a ver.

– Aldo sereno le hablaba. – Sí primo, solo nos dices que día y vamos.

– Julián les miraba, percibía tensión en el ambiente y sonriente, muy eufórico les decía con un aplauso. – ¡Bien, bien, basta de recordar cosas pasadas!, ¡arriba ese ánimo y entremos a la casa que muero de hambre!

– Alba sonreía hablando mientras que Aldo sacaba las llaves de la puerta. – Sí Juliancito, tienes razón, entremos, te preparé tu comida preferida y postre para tu bienvenida.

– Julián feliz decía. – Perfecto, espero hayas cocinado suficiente, tengo mucha hambre.

– Aldo hablaba sosteniendo una maleta. – Sí, hizo suficiente, como para veinte personas.

– Alba movía la cabeza diciéndole. – No seas exagerado, anda ayúdame a alistar la mesa, pon por lo mientras la maleta en los escalones.

– Julián entraba diciéndoles. – Ahorita la subo.

– Apenado se salía de nuevo y les decía a Abel y Edna. – ¡Perdón, perdón, tengo hambre y no me hace pensar, disculpen mi falta de educación!

– Edna le sonreía hablando. – Descuida, ya extrañaba tu voz, tu presencia, ahorita hagas lo que hagas está bien para mí.

– Dirigiéndose a Abel, preguntaba. – ¿No es así Abel?

– Julián veía a Abel nervioso sacar la maleta e ignorando la pregunta de Edna.

Él se comenzaba a acercar a ellos poco a poco y Edna al ver a Abel así de tenso sacar la maleta, ella se le acercaba y decía discreta. – Habla con él, aprovecha que viene para acá.

– Sonriente miraba a Julián y le decía mientras le quitaba la maleta de las manos. – Abel meteré esto, Julián traes pocas cosas, no pesa, lo qué si pesa es cierta tensión entre ustedes que desde el aeropuerto percibo, así que hablen, sin pena, con su permiso.

– Edna cargaba la maleta sonriendo, dejándoles a ellos en la calle; ella entraba a la casa, colocaba la maleta donde estaba la otra y les decía a sus primos que hicieran tiempo, pues Julián y Abel tenían que hablar; como fue, colocaban los cubiertos y platos en la mesa, recalentaban la comida en la espera de ellos.

Abel y Julián se miraban a los ojos, ambos suspiraban, se sonreían y la tensión entre ellos se rompía, luego de una pequeña risa por parte de Julián, acompañada de la pregunta. – ¿Y ahora quién habla primero?

– Abel cohibido contestaba. – Anda tú primero.

– Julián sonrojado un poco nervioso, tomaba la mano de él y le decía. – Muchas gracias por salvarme, gracias por preocuparte, muchas gracias por haber sido mi héroe.

– Abel entrelazaba sus dedos con los de él, serio le miraba a los ojos hablándole. – No agradezcas, lo que hice fue gracias a que supe reconocer mis sentimientos hacía ti a tiempo y aunque no fue el momento exacto para hacerlo, lo hice…

– Julián serio suspiraba interrumpiendo. – Y gracias a tu confesión, evitaste que me lanzara del puente, estaba a punto de hacerlo, quería acabar con mi vida, me sentía vació, pero gracias a tus palabras de afecto hicieron detenerme.

– Ambos sostenían la mirada, sintiendo el latir de sus corazones acelerarse, recordando esa noche.

En la cual Abel después de gritarle, corría y lograba tomarle la mano a Julián que cerraba los ojos y se dejaba llevar por el aire, para caer al pavimento.

Al borde de la desesperación, él decía. – ¡Julián no te avientes, detente, me gustas mucho!

– Julián impactado abría sus ojos y apretando la mano de él, exclamaba. – ¡¿Qué dices?!

– Abel jalaba a Julián hacía él, para bajarlo y decir mirándole a los ojos. – Me gustas mucho, me gustas tal cual eres, para mí eres único, te quiero mucho, me gustas, me gustas tal cual y no dejaré que te derrumbes, no lo hare, porqué me gustas demasiado.

– Julián lloraba de la confusión diciéndole. – ¡Es una broma, me quieres confundir, me quieres engañar para que no salte!, ¡lo haces igual que Alfonso en…

– Abel molesto por la manera de pensar de Julián, lo tomaba de los brazos y lo acercaba bruscamente hacía él, para callarle con un beso, el cual era correspondido acompañado por un abrazo tierno, ambos se miraban, se sonreían y se abrazaban nuevamente.

Luego de eso, ellos regresaban a la casa, dónde sus primos y Edna le apapachaban, apoyándole en la situación; Abel recibía los agradecimientos de ellos, por haber evitado el suicidio de él; Julián se sentía apenado por el beso y Abel también, pero los dos estaban consientes de sus sentimientos el uno por el otro; aunque Julián estaba más confundido al no saber sí el beso fue correspondido por amor o por simple impulso de consuelo al sentirse engañado; estaba entre sí lo quería como amigo o como hombre; por eso y lo que vivió con Alfonso, él tomaba la decisión de irse con sus padres por la mañana del día siguiente, dejando a Abel con muchas preguntas sin respuesta.

Los dos luego de recordar lo anterior; se sonreían contentos y Julián con su otra mano acariciaba la barba de Abel, diciéndole. – Edna me platico en una de sus muchas llamadas, que tú te declaraste bisexual y qué tus familiares lo tomaron con calma; me da gusto que te hayan aceptado como tal, es muy bueno saber eso, que te hayan apoyado y no criticado o juzgado como hace tiempo lo hicieron conmigo.

– Abel inclinaba su cabeza sobre la mano de él,  tomándola con su otra mano y le decía sincero. – Pues sí lo hice, quiero que las cosas estén bien, sin secretos, prometí igual ser honesto con cualquiera que fuera mi pareja, ya sea hombre o mujer, prometeré siempre respetarle, serle fiel y amarle, quererle como nunca antes haya sido querido.

– Julián suspiraba y preguntaba tímido. – ¿Te sigo gustando?

– Abel se acercaba poco a poco respondiendo. – Sí, me gustas mucho, aunque debo decir que me parecías más guapo como eras antes, a cómo estás ahora.

– Julián se sonrojaba y hablaba. – Eso se puede solucionar. – Para después cuestionar serio. – Ahora te pregunto y espero una respuesta sincera, ¿estás seguro y claro de tus sentimientos?

– A lo que él respondía con toda claridad. – Sí, lo estoy. – Para luego preguntar. – ¿Por qué lo dudas?

– Julián respondía directo. – No lo dudo, solo pregunto, ya qué hace dos meses estaba muy frágil, demasiado, tanto que parecía una mariposa o flor delicada; por eso pregunté si aún te gusto y si estas claro con tus sentimientos, porque no quiero ilusionarme y creer en un nuevo sueño que probablemente se rompa otra vez.

– Julián le hablaba con mucha firmeza. – Quiero gustarte y enamorarte por como soy, no provocar en ti un cariño por compasión o porque me veas débil y pienses qué necesito de protección.

– Julián insistía preguntando. – Vuelvo a preguntar, ¿Te sigo gustando aún después de lo que acabo de decir?

– Abel sonreía contestando. – Estoy seguro de lo que siento, me gustas, no quiero que pienses que me siento atraído por ti por verte frágil o delicado como flor o una princesa; te lo digo mirando a los ojos y con toda sinceridad, me gustas y mucho, tanto que espero pueda haber algo entre nosotros.

– Julián preguntaba con una leve sonrisa. – ¿Mi yo actual te gusta?

– Abel sonreía y lo abrazaba fuerte diciéndole. – Tu físico me viene valiendo, sí así te sientes bien contigo mismo, te querré igual, eres un chico muy lindo por dentro y por fuera, te quiero mucho; demasiado diría yo.

– Julián lo abrazaba, suspiraba diciendo. – Hueles muy rico.

– Abel se sonreía ruborizándose un poco.

Abrazados, Julián le hablaba tranquilamente. – Debemos ir despacio, conociéndonos mejor, más de lo que ya, no irnos a prisa, tenemos tiempo, mucho tiempo por delante.

– Abel le daba un beso en su cabeza diciendo. – De acuerdo contigo, nos iremos despacio, lo nuestro se irá dando poco a poco, sin forzar nada; además tienes mucho por ponerte al corriente en la universidad, te ayudaremos Edna, Gina y yo en lo que sea necesario.

– Julián se sonreía diciendo. – Gracias y tienes razón con lo de la escuela. – Él algo confundido le decía. – Sabes es raro que tu ex y yo seamos amigos, gracias a ella supimos lo de aquel y muy amable estuvo al pendiente de mis progresos, además ella me aconsejó que te diera una oportunidad, pues como novio eres lo máximo, aunque ahora sea mucho más su nuevo novio que tú.

– Abel sonrojado reía un poco diciendo. – Ups… Vaya que sí es raro y muy extraño la actitud de Gina, y más lo que te dijo sobre lo máximo como novio, exageró un poquito, pero siempre trato de dar lo mejor de mí.

– Julián se separaba de él y mirándole serio le decía. – No exageró, dijo la verdad, me daba cuenta en su relación, eres un chico que vale la pena. – Sonriendo le decía. – Nos daremos la oportunidad, que las cosas fluyan, los cambios son para bien, ya aprendí que no debo dejarme llevar por los sueños y las apariencias, solo debo ser precavido y llevar las cosas con cautela, así que por lo pronto entre tú y yo habrá una buena amistad. – Cuestionándole a él. – ¿Aceptas mi propuesta?

– Abel extendía su mano guiñando el ojo, respondiendo. – Acepto la propuesta, amigo mío, gran idea la tuya.

– Ambos estrechaban sus manos, sonriéndose.

Ya aclaradas las cosas sobre sus sentimientos y ahora como buenos amigos, entraban a la casa para comer con Edna y los hermanos en esta bienvenida.

Al finalizar de comer, Julián les platicaba diversas anécdotas que vivió mientras estaba en proceso de recuperación y sanación, sobre lo bien que los psiquiatras y psicólogos lo trataron a él y su familia: Abel y Edna le comentaban de las clases y cómo iban progresando, igual sobre sus faltas en el salón; Aldo y Alba sus vivencias en el trabajo y como sobrellevaban su ausencia en la casa.

Entre charlas, risas y recuerdos, la noche llegó y con ella la despedida de Edna y Abel, no sin antes acordar en verse al día siguiente para iniciar sus cursos y clases de regularización sabatina en la universidad; Abel y Edna se despedían y él quedaba de pasarla a dejar a su casa, comentándole en el trayecto la charla que tuvo con Julián.

Aldo y Alba se iban a sus respectivas recamaras, y Julián después de ponerse la pijama y terminar de desempacar sus cosas; guardaba sus maletas en el closet y se disponía a dibujar un boceto rápido antes de dormir; dónde aparecían sus amigos, sus primos y él.

Al concluir, colocaba el dibujo en su escritorio y decía pensativo. – Creo que lo yo más necesitaba era quererme, aceptarme y valorarme, levantarme el autoestima, para así después buscar el amor; lo que viví, me enseño que “el chico de mis sueños” no puede ser como lo haya visto en la calle o como mi mente lo fabrique; ya que puede ser de un modo o de otro; de distinta forma y físico, aunque si se valoran sus intenciones, anhelos, sueños, metas en la vida y sentimientos, el resto da igual; supongo eso es lo esencial para buscar una relación estable; para gustarle y parecer atractivo a la otra persona; pocas personas en la actualidad piensan así; el físico te podrá atraer, hipnotizar, seducir y demás, pero al descubrir el interior se puede llevar una inmensa sorpresa; por eso siempre importa tratar a la persona y conocerle más a fondo antes de establecer una relación pronta o tener un simple encuentro sexual.

– Julián suspiraba ya con sueño, apagaba la luz de su habitación, dejando su lámpara encendida de su buró.

Para acomodarse en su cama; él feliz se sonreía diciendo. – Ya extrañaba dormir en esta cama y más mi almohada tan cómoda y suave.

– Dando una palmada sobre la almohada feliz decía. – Ahora sí a dormir y soñar se ha dicho.

– Apagaba su lámpara y se cerraba los ojos.

Quedando profundamente dormido; para luego soñar que entre Abel y él en un futuro próximo, pudiese existir una agradable relación; por lo mientras su amistad se debe fortalecer y continuar viviendo el sueño, el sueño de la vida real como es y debió ser.

FIN.

El chico de mis sueños.

 

Saludos, gracias por leerme y los espero en FB; así como sus comentarios y opiniones aquí o por mail, siempre es un gusto leerles, hasta luego. 

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En los ojos del amor Capítulo 11

En los ojos del amor Capítulo 8

En los ojos del amor Capítulo 9

En los ojos del amor Capítulo 7

En los ojos del amor Capítulo 6

En los ojos del amor Capítulo 5

En los ojos del amor Capítulo 4

En los ojos del amor Capítulo 3

En los ojos del amor Capítulo 2

En los ojos del amor Capítulo 1

Rockeando al Destino Capítulo 23 Gran Final

Rockeando al Destino Capítulo 22

Rockeando al Destino Capítulo 21

Rockeando al Destino Capítulo 20

Rockeando al Destino Capítulo 19

Rockeando al Destino Capítulo 18

Rockeando al Destino Capítulo 17

Rockeando al Destino Capítulo 16

Rockeando al Destino Capítulo 15

Rockeando al Destino Capítulo 14

Rockeando al Destino Capítulo 13

Rockeando al Destino Capítulo 12

Rockeando al Destino Capítulo 11

Rockeando al Destino Capítulo 10

Rockeando al Destino Capítulo 9

Rockeando al Destino Capítulo 8

Rockeando al Destino Capítulo 7

Rockeando al Destino Capítulo 6

Rockeando al Destino Capítulo 5

Rockeando al Destino Capítulo 4

Rockeando al destino Capitulo 1

Rockeando el Destino Capítulo 3

Rockeando al Destino Capitulo 2