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Es Cuestión del Destino. Capítulo 7

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Hola! Mil disculpas por la tardanza, pero ya estoy aquí, gracias por su paciencia y por esperarme.

 

 

CAPÍTULO SIETE.

DOMINGO FAMILIAR Y UN SUCESO DIFERENTE.

 

Ha sido un fin de semana de muchos cuidados para Adonaí por parte de sus padres; después de ese susto ambos han dedicado a que ninguna corriente de aire se cuele al pequeño y le haga mal; claro que en este momento, ellos no han estado solos, pues Julieta como buena abuela llegó avisando que estaría de visita durante una semana para ayudar a cuidar a su pequeño nieto, los padres de Cristián han estado muy al pendiente de la evolución y mejoría de su nieto, aunque no pueden viajar en este momento, ellos procuran estar en contacto por teléfono; he aquí donde se muestra que Adonaí ha crecido en un ambiente de mucho amor.

Domingo muy temprano, la pareja despertaba en su cama cómodamente abrazados y con sus piernas entrelazadas, Sebastián bostezando, se quitaba los brazos y pierna de su Cristián diciendo. – Dormí delicioso, hace un hermoso día para salir a caminar al parque.

– Cristián tratando de mantener a Sebastián en la cama le decía encamorrado. – Amm… pues sí, pero también hace un buen y rico día para estar en cama haciendo el amor.

– Sebastián sonrojándose volvía a acostarse, esta vez sobre Cristián al cual dándole muchos besos le decía. – Amor, esa sería buena idea, un buen desayuno.

– Cristián sonreía y preguntaba curioso. – ¿Deseas qué te haga el amor?

– Sebastián mordiéndose el labio, insinuándosele le respondía. – Sí, sí quiero, hace tiempo que no me haces el amor.

– Cristián con sonrisa y mirada picara lo abrazaba con sus piernas diciéndole. – No te creo, ¿De verdad, verdad?

– Sebas recargando su barbilla en el pecho de él respondía. – Quiero que me hagas el amor ahorita mismo.

– Cristián sonriendo tomaba la mano de Sebas y se la llevaba a su miembro diciéndole. – Siente como me estás poniendo con tus insinuaciones.

– Sebastián sonrojado tocaba suavemente el miembro sobre el bóxer diciéndole. – Creo que tiene ganas, muchas ganas diría yo.

– Cristián lo volteaba en la cama, quedando invertidos, lo miraba a los ojos y le decía. – Te haré el amor como nunca.

– Sebastián mordiéndose el labio decía. – Pues comencemos.

– Cristián entusiasmado comenzaba a besarle el cuello de él con unas ganas pasionales inmensas, provocando que él se retorciera de placer, lo apretara de los hombros, brazos y clavara sus uñas en la espalda de él, haciéndolo que se excitara mucho más de lo que ya estaba; besos y caricias hacían que ambos se enardecieran mucho, sus penes erectos se rosaban siendo separados por sus respetivos bóxer.

Sebastián deslizaba sus manos sobre la espalda liza de Cris, llegando a sus nalgas, metía sus manos a través del bóxer quitándolo lentamente, luego sus manos jugaban pasando en medio de sus cuerpos tocando el pene humedecido en precum de él; Cris cerraba los ojos y suspiraba agitado.

Sebas deseaba entregarse a su amado, pero debía ir con calma; agitado le decía. – Amor, te lo chupo un rato.

– A lo que le respondía entre jadeos. – Lo que más deseo ahorita es estar sobre de ti.

– Sebastián y Cristián volvían a girar sobre la cama, abrazados, besándose, fundiendo sus lenguas, intercambiando su saliva y envenenándose la garganta el uno al otro; las sabanas les resultaban estorbosas, las almohadas igual, casi desnudos ambos se exasperaban, se tocaban, se sentían, se fundían en un momento pasional y de afición.

Cris de la misma forma en que le fue quitado el bóxer lo hacía para Sebas, solo que de una forma lenta y calmada; él con su dedo índice de la mano derecha iba rosando el ano de él, jugando su dilatación, haciendo que él suspirará de placer sexual, sintiendo como el recto comenzaba a tener una humedad que a su vez lo encendía más de lo que ya estaba; Sebastián se arqueaba hacia atrás, insinuándole su pecho a Cristián, que él sin desaprovechar enderezaba leve mente su cabeza y besaba con gran amor, lamía muy a gusto y mordía ligeramente las tetillas de él; como si estuviera haciendo yoga, Sebastián estaba arqueado sobre él, quién disfrutaba de sentir y ver a su amado en plena satisfacción, con sus manos varoniles y maduras.

Cris le terminaba de deslizar el bóxer y se ayudaba con sus piernas para terminar de desprenderlo, para así subir poco a poco sus manos sobre la espalda de él; lentamente le tocaba el pecho lampiño de Sebas, sintiendo el corazón latir muy rápido, la excitación era más que obvia.

Cris jadeando le decía. – Quiero hacerte el amor como un loco.

– Sebastián regresándose a una posición normal, le decía mientras le besaba el cuello y su pecho. – Te estas tardando en cumplirme.

– Cris tomando eso como un reto, sonreía y se volteaba; teniendo de espaldas a Sebas, se le encimaba como león a su presa y comenzaba a besarle la nuca, la oreja y con su lengua recorría desde arriba hacia abajo su espalda, justo antes de llegar al coxis se detenía, mordía ligeramente y volvía a subir dejando un ligero rastro de saliva sobre la espalda de él.

Sebas estaba suspirando y gimiendo, mientras Cris le seguía besando y lamiendo ambos en pleno acto pasional encendían la llama del amor que estaba por apagarse; Cristián nuevamente deteniéndose ante la espalda baja de Sebas, le besaba y mordía ligeramente las nalgas, para así comenzar a hacer un suave y breve beso negro; él se retorcía, su piel se comenzaba a erizar, con sus manos apretaba y jalaba la funda del colchón.

Cris dejando el ano de él bastante húmedo y dilatado, se ponía en posición para penetrarlo, él quién a su vez levantaba sus nalgas y abría un poco más sus piernas; Cris lentamente comenzaba a introducir poco a poco su miembro en el recto de Sebas; él gritaba un poco, sentía el pene grueso y caliente introducirse poco a poco, despacio con calma entraba completo hasta tocar sus testículos con las nalgas de Sebas, con movimientos suaves entraba y salía, disfrutando ambos ese tan esperado encuentro.

Mientras Cris lo penetraba suavemente, jalaba a Sebas con sus brazos agarrándolo del pecho, durante que él cargaba el peso de ambos; Cris lo jalaba hacía atrás para que se besaran y se regalaran una mirada reflejando delirio de amor; ambos jadeaban juntos, suspiraban al mismo ritmo, se dejaban llevar por su deseo, la pasión y el momento satisfactorio, pero más que nada por el simple hecho del amor que aún se siguen sintiendo; al fin, después de varios intentos fallidos, interrumpidos y ansiosos, la pareja tenía su momento íntimo.

Cambiando de posición a la famosa “cuchara”, Cris sin sacar su miembro se recostaban, moviendo un poco más su cadera y haciendo más fuerte su penetración.

Sebas jadeaba y en todo momento le decía a él. – Te amo, te quiero, me encantas, eres el mejor, sigue así amor… No pares, sigue mi amor, sigue.

– Cris se sentía como pavorreal al escuchar las palabras de su amado, lo hacía sentir más viril, orgulloso y con más ganas de hacerle el amor.

Entre movimientos lentos y suaves, le decía. – Mi chaparro hermoso, me encantas, moría de ganas de este momento, te amo, deseo y muero de ganas de seguir haciéndote el amor hasta que me tiemblen las piernas.

– Mostrando una ligera y satisfactoria sonrisa, Sebastián le decía. – Amor, no cabe duda que mientras más años tenga el vino, más sabroso sabe, ¡me encantas mucho amor, sigue así!

– Cris paraba la penetración sin sacar su miembro, para besar tiernamente a él en su cuello y oreja; la piel de Sebas se erizaba, suspiraba y con su mano izquierda tomaba la cabeza de él para guiarlo a donde sentía más gusto al momento de ser besado.

Nuevamente cambiando de posición, esta vez quedaba Sebas sobre Cris y ahora quién llevaría el ritmo sería Sebas; quién con suaves, ligeros y delicados movimientos de cintura y cadera, mantenía la erección de Cris al cien por ciento; él jadeando colocaba sus manos sobre su cabeza y veía con gran gozo los delicados movimientos de Sebas sobre sí, observándolo disfrutar dicho instante; él deslizaba sus manos al tórax de Cris, apretaba sus tetillas y lo agarraba con ansiedad.

Él sentía que era momento de terminar, así que agarraba la cintura de él fuertemente y le decía. – Estoy por acabar, ¿quieres que termine dentro?

– Sebastián mirándolo a los ojos, le respondía. – Sí.

– Cristián guiaba a Sebas que se moviera más lento para extender su tiempo de eyaculación; ambos comenzaban a transpirar, gotas de sudor deslizaban sobre la espalda arqueada de Sebas y unas cuantas de su frente caían sobre el abdomen marcado de Cris, que también estaba emanando sudoración y su pecho se encontraba muy transpirado; ambos vinculando su deseo y su amor, fusionaban sus gemidos de gran complacencia.

Cristián no resistiendo más, terminaba dentro de él, diciendo casi a gritos. – ¡Mi amor, que rico, te amo!

– Valió la espera de ese momento para Cristián, pues había dado un gran chorro de semen dentro de Sebas.

Él aun sentado sobre él, se arqueaba más y gritaba. – ¡Eso fue delicioso amor!

– Exhaustos y bañados en sudor, cruzaban miradas, se sonreían y lanzaban una carcajada.

Sebas se recostaba sobre el pecho de él y le decía. – Amor, ¿desde hace que tiempo no teníamos relaciones?

– Cristián con su mano izquierda recorría la espalda húmeda de él, acariciándola, respondía. – Pues parecerá mentira, pero teníamos casi un año de no tener relaciones.

– Sebastián exclamaba exhausto. – ¡Eso es mentira!

– Cristián sonreía y decía bromeando. – Sí, tienes razón, es mentira, tenemos un año y medio de estar en ayunas.

– Sebastián comenzaba a reírse.

Cristián lo abrazaba con ambos brazos y sus piernas tiernamente y de igual forma se reía parlando suavemente. – Te amo mucho, gracias por darme este momento que soñaba, me encantas mucho, te amo, te amo de verdad, eres mío, mí chaparro.

– Sebastián regresaba su mirada a la de él diciéndole relajado. – Pues también yo te amo, mucho más de lo que tú, gracias a ti amor, también soñaba con este momento, aunque fue un poco brusco, pero maravilloso, te amo.

– Cristián deslizaba su mano hacía abajo sacaba su pene que se estaba poniendo flácido y le sugería. – Creo debemos bañarnos.

– Sebastián sonriendo le decía. – Bañarnos y lavarnos los dientes.

– Ambos lanzaba una agradable carcajada, mostrando su relajación absoluta después de ese momento pasional.

Minutos después; desnudos la pareja se iba al baño a darse una ducha, pero de una forma particular, ya que Cristián lo llevaba cargando.

Una vez en el baño, se dejaban tocar por el agua tibia de la regadera, besándose se bañaban; el uno al otro echándose shampoo en la cabeza, se lavaban, para así pasar a tallarse la espalda, el pecho, piernas y pies; los dos mirándose a los ojos se quedaban así por segundos pensando en que su amor estaba más fuerte que nunca, aparentemente; Cris estaba convencido que el único amor que sentía era por él y que con Miranda era una simple calentura.

Sebastián mostrando una leve erección, abrazaba a Cris y con el agua recorriendo sus cuerpos, él le tocaba el pene para que pudiera emanar el semen; suave y tierno le agarraba el miembro; Sebas con mano izquierda en la espalda y mano derecha en la nalga de él, apretaba, suspiraba y decía. – Ah, ah, ah, qué bueno estuvo eso.

– Teniendo una notable eyaculación sobre el abdomen marcado de Cris y parte de sus piernas torneadas, finalizaban así su encuentro sexual; ambos terminándose de bañar, salían en sus respectivas batas, para así vestirse y pasar un domingo familiar.

Siendo las 10 de la mañana, Sebastián con un pantalón pescador color moca y una playera pegada color gris, con sandalias luciendo muy jovial, bajaba la escalera agarrándose del barandal.

Él notaba que una parte del barandal estaba flojo y se tambaleaba, un poco asustado ante la sorpresa gritaba. – ¡Ay!

– Cristián en short beige, playera azul y sandalias, colocándose la gorra de forma rápida salía de su habitación, exclamando. – ¡Amor, ¿Qué paso, estás bien?!

– Asustado Sebastián se pegaba a la pared respondiendo. – Sí, estoy bien, solo que me sostuve del barandal y este se tambaleo, me asuste al pensar que me pudiera caer, imagina sería una muy fea caída.

– Cristián se acercaba, verificaba lo del barandal y le decía preocupado. – Sí, se aflojaron los clavos de la barandilla, debemos tener precaución con Adonaí que no baje sostenido de esta parte, pues es el comienzo, podría caer al descanso de la escalera y rodar, se lastimaría.

– Cristián mirando a Sebas asustado, preguntaba. – ¿Amor de verdad estás bien?

– A lo que le respondía con una sonrisa. – Sí, mejor.

– Ambos bajaban las escaleras con mucho cuidado y veían entrar a Julieta con Adonaí en brazos; pues habían salido a comprar unos ricos tamales y memelas para el desayuno.

Cristián sonriendo con un brillo especial en los ojos decía. – Vaya, esta vez nos ganaron suegra buenos días, buenos días hijo.

– Julieta sonriendo les decía. – Adonaí amaneció mucho mejor a como estaba ayer pues me despertó con un beso, creo que le haría bien salir un rato al parque, hace un fuerte sol afuera; buenos días a ustedes.

– Sebastián sonriendo decía. – Mamá eso mismo le decía a él, que saliéramos al parque, hace tiempo que no lo hacemos, sirve que Becker camina con nosotros; por cierto buenos días a ti y buenos días pequeño angelito.

– Adonaí un poco impaciente decía. – Buenos días papás; ya quiero comerme mi tamal abuelita.

– Cristián sujetando la bolsa ecológica que su suegra traía en mano, decía a gusto. – ¡Qué bien tamales y memelas! ¡Me pondré hacer el jugo!

– Sebastián con hambre decía. – Y yo pondré el café y la mesa.

– Julieta bajando a Adonaí ante su notable impaciencia, les decía despreocupándolos. – Tanto el jugo como el café ya están hechos, solo falta que nos vayamos a sentar y comer lo que trajimos.

– Oyendo eso, Sebas dijo alegre. – Pues de ser así vamos a desayunar.

– Los cuatro contentos y con bastante hambre se sentaban y disponían a desayunar.

Al termino de los alimentos y agradeciendo lo desayunado se levantaban de sus asientos; Julieta acomedida recogía y limpiaba la mesa, Sebastián comenzaba a lavar los trastes y Cristián subía a darle su nebulización a su hijo; él entrando a la habitación de Adonaí con él en brazos, se daba cuenta que Becker estaba aún durmiendo.

Colocando al pequeño en la cama/cuna, un poco asustado, se acercaba, acuclillándose con su mano derecha tocaba la cabeza del perro, deslizaba por su lomo y le decía. – Becker, Becker, amigo soy yo, despierta.

– El perro movía levemente su oreja, abría despacio los ojos y levantaba ligeramente la cabeza.

Cristián suspiraba y con un poco de lágrimas en sus ojos decía. – Se está acercando el momento de decirnos adiós amigo.

– Becker se recostaba nuevamente, suspiraba y Adonaí al ver así al perro le gritaba. – ¡Becker baja a desayunar, nosotros ya lo hicimos y tú no!

– El perro al escuchar la fuerte voz del pequeño niño, se enderezaba animado, moviendo la cola, se estiraba y le iba a lamer sus manitas.

Cristián se levantaba, mostraba una ligera sonrisa y derramando la lágrima decía. – Anda amigo, ve a desayunar, allá abajo esta Sebas y mamá suegra.

– Becker mostrando un poco de ánimo ladraba y salía de la habitación, dejando a él haciéndole la nebulización a su hijo.

Él llegando a la cocina, Julieta la cual mirándolo bien suspiraba y decía. – Becker lo veo un tanto decaído, ¿estará bien?

– Sebas secándose las manos, se volteaba, lo veía y decía. – Becker esta viejito ya, se ve a simple vista, me da sentimiento pensar e imaginar que un día no muy lejano nos dé el susto de que ya no esté aquí con nosotros.

– Becker se acercaba a Sebas, sentándose le movía la cola, bostezaba le indicaba que deseaba comer; así pues él tomando su tazón con su nombre, le colocaba las croquetas, con sus vitaminas y humedecidas con un poco de agua tibia se las colocaba.

Julieta tomando el otro tazón del perro con su nombre, le daba un poco de leche y le decía amablemente. – Becker ten, creo que te hará bien un poco de leche fresca.

– Becker mirándola con ternura, le movía la cola y daba dos ladridos.

Sebastián sonreía y decía. – Anda Becker come y en un rato nos acompañaras al parque a caminar, es domingo familiar y tú eres el principal miembro de nuestra familia.

– Becker le ladraba, movía la cola y comenzaba a comer sus croquetas; entretanto Julieta y su hijo continuaban haciendo limpieza de la cocina.

Al cabo de un lapso de tiempo, ya listos Adonaí y Cristián bajaban las escaleras dispuestos a pasar el domingo familiar en el parque.

Sebastián quién colgaba el teléfono fijo, pues había recibido una llamada, sonreía diciendo. – Bien, pues ya podemos irnos.

– Cristián terminando de bajar escaleras, preguntaba curioso. – ¿Quién te hablo amor?

– Sebastián colocándole la correa a Becker le respondía. – Era Ian, me decía que no podría salir con nosotros al parque, se están mudando con Rubén a un departamento.

– Cristián interrumpía diciendo. – Creí que ya no andaban, que solo eran amigos nada más.

– Sebastián dándole la correa a Adonaí le contestaba. – Están intentando salvar su relación, por lo que me dijo todo está bien, pues ya van a vivir juntos de nuevo.

– Cristián preguntaba curioso. – ¿Qué no se supone que ya vivían juntos?

– Julieta agarraba a Adonaí de la mano, se adelantaban con el perro a la puerta.

Mientras que Sebastián le respondía. – Cris amor, ellos no estaban viviendo juntos en su totalidad, de vez en cuando se quedaba Rubén en el departamento de Ian, pero eso no querría decir que ya estaban bien; todo tiene un proceso y aunque yo no estoy muy de acuerdo con que Rubén e Ian estén nuevamente juntos, se quieren y se han demostrado su amor, él ha demostrado su arrepentimiento y si Ian lo acepta no puedo opinar, es mi amigo lo quiero mucho, sus razones tiene y si es feliz adelante; a cómo van las cosas, creo siempre sí hubo una reconciliación plena.

– Cristián un poco incómodo decía. – Bueno Rubén e Ian no podrán acompañarnos una pena, pero nosotros debemos disfrutar este día, así que adelante amor, vamos.

– Sebastián era sujetado por él de la mano y juntos salían de la casa para alcanzar a Julieta, Adonaí y Becker quienes llevaban una ventaja de una calle de distancia.

En el parque “Villa Verde” de la ciudad, apreciaban que había muchas personas disfrutando de ese día tan soleado y caluroso, dando seña que se aproximaba el comienzo del verano; en dicho lugar, las personas miraban con cierto morbo aún el que Sebas y Cris fueran tomados de las manos, mientas que Julieta iba al paso con Adonaí y Becker.

Debido al vestuario que Cristián llevaba, hombres y mujeres jóvenes miraban con mucha atención el dragón que tenía tatuado en la pantorrilla derecha así como la rosa con candados y espinas que decoraban su tobillo y la serpiente que tenía en su brazo izquierdo; él sintiendo las miradas se lucia con sus tatuajes; cosa que a Sebas no le parecía, pues tenía ciertos celos a que otros muchachos lo miraran tan detenidamente.

En la espalda baja Cristián tiene escritos en hebreo los nombres de Adonaí y Sebastián, así como un corazón flechado plasmado en la cara de un tigre y las iniciales “A” y “S”, a Cristián le fascinan los tatuajes, pero con moderación ha sabido expresar su gusto por ellos, pues su trabajo no le permite que ande mostrando dichos tatuajes.

El día iba muy bien, hasta que Adonaí se encontró con su compañerita de la guardería, ambos niños se dispusieron a jugar con Becker y a cierta distancia Julieta y los padres del niño estaban sentados en una banca y ellos en el pasto; en un momento los niños se perdieron de la vista de sus padres, cosa que Julieta al percatarse se alarmó y fue a buscarles, tras de ella la pareja quienes preocupados buscaban a los niños entre la multitud de personas que había en el parque.

Por otra parte los padres de la niña también buscaban desesperados a su hija; pues había sido solo un instante que la habían dejado sola y al darse cuenta ya no estaba se habían asustado demasiado; el matrimonio heterosexual al toparse con los otros padres y Julieta, se miraban en un ambiente turbio y tenso.

La madre decía enojada. – ¡Vaya, pero si tenía que encontrarme aquí con el psicólogo sabelotodo y su pareja lujuriosa!

– Sonrojado y algo incómodo Sebastián respondía. – Ahora no señora, andamos buscando a nuestro hijo.

– Cristián y Julieta desconcertados no entendían a lo que se refería la mujer, en cambio la mujer y su marido sí; pues la mujer era la misma que hizo un desplante homofóbico en la guardería delante de las maestras.

¿Ustedes sí se acuerdan verdad? bueno el caso es que esta mujer le paso toda la información de lo sucedido en su versión a su marido y pues ambos coincidían en el mismo odio y repulsión a los homosexuales; por lo cual el hombre decía con cierto odio. – Seguramente el hijo del maricón este está con nuestra princesa.

– Cristián se enfadaba y apretaba sus puños, Julieta se molestaba, ambos por querer intentar defender a Sebastián, eran interrumpidos por el ladrido de Becker; que les avisaba que los niños estaban a unos pasos de distancia y que por el conflicto que estaba iniciándose entre respectivos padres, no se habían percatado de la presencia de los niños.

El padre de la niña, furioso al ver a su hija con Adonaí se dirigía hacia ella, enojado jalaba a Adonaí del brazo diciéndole. – ¡Aléjate escuintle maricón de mi princesa!

– El jalón provocaba que Adonaí perdiera el equilibrio y cayera el césped; ocasionando la irá de Becker que enojado le ladraba y se le abalanzaba en un intento de morder al hombre, pero esté le daba una patada haciendo que el perro quedará aturdido a un costado de Adonaí que asustado rompía en llanto; Cristián, Sebastián y Julieta enojados e impresionados al ver lo que el hombre le hacía a Adonaí.

Hacía que Cristián se enfadara caminará directo al tipo y furioso le gritara. – ¡A mí hijo nadie le habla así, mucho menos un imbécil como tú!

– Cristián a prisa iba y tras de él Julieta; Sebastián y la mujer quedaban separados a unos metros; ella enojada gritaba. – ¡Cariño cuidado!

– El hombre ante el grito de ambos se volteaba y era sorprendido por un puñetazo que Cristián le acomodaba directo en la boca tirándolo al suelo.

Sebastián alarmado corría y agarraba a la niña, levantaba a Adonaí entre lágrimas y les decía asustado y nervioso. – Adonaí tranquilo, cuida muy bien a tu amiga, Becker cuídalos a ambos por favor.

– Becker ladraba y se echaba al cuidado de los pequeños; en tanto Cristián enojado decía. – ¡Anda, quiero ver que tan heterosexual puedes ser! ¡Grítame a mí imbécil!

– El hombre se levantaba del suelo, limpiándose la sangre y con mirada de repulsión le decía. – ¡Maldita escoria de la humanidad, por algo ustedes no pueden tener hijos!

– El hombre intentaba golpear a Cristián pero él lograba esquivar el golpe, con una patada en la espinilla y un codazo en la mejilla, nuevamente lo tumbaba al piso.

Cristian enojado le preguntaba a Sebastián. – ¡¿Así que este tipo es el esposo de la tipa esa que te armo un escándalo en la guardería?!

– Sebastián le respondía muy nervioso. – Sí, ¡pero ya Cristián, por favor ya!

– El tipo queriendo golpear a Cristián, fallaba una vez más, haciendo que Cris le diera otro puñetazo en la cara; la esposa alarmada gritaba pidiendo ayuda, haciendo que multitudes de gente se acercara a ver por morbo lo que sucedía.

Sebastián tratando de evitar que esa pelea ocasionara algo más grave, se interponía entre Cristián y el hombre; dándole la espalda al sujeto decía asustado. – ¡Ya por favor, estamos mostrando una mala acción de nuestros actos a los niños, piensen en ellos! ¡Cristián amor, ya esto no tiene caso, ya lo que paso en la guardería ya paso, no hay vuelta atrás, por favor ya!

– El tipo enojado y con cierto asco tomaba del hombro a Sebastián lo volteaba hacía él y le daba un golpe en la cara.

Julieta asustada al ver eso, corría a la ayuda de su hijo, pero él le decía agarrándose la cara. – Mamá, ve mejor con los niños, cuídalos de que no se asusten en especial Adonaí, por favor.

– Julieta asustada preguntaba. – ¿Pero hijo estás bien?

– Sebastián sobándose respondía. – ¡Sí mamá, sí! Ve con los niños por favor.

– Julieta iba a proteger a los pequeños y cuidar de que no vieran lo que sucedía.

El hombre ante el golpe dado a él se reía y le insultaba diciendo. – Anda marica defiéndete solo, haces bien en mandar a mamita lejos, demuéstrame que tú solo puedes ser macho además de puto, quiero ver que te defiendas imbécil.

– Sebastián sobándose se dirigía a él y le respondía un poco adolorido. – Claro que me defenderé pero no a golpes como usted espera, sino simplemente diciéndole que al igual que su mujer, ambos viven en una realidad ficticia, errónea y tergiversada por la televisión y la religión, una fobia que fue creada por ellos, por mostrar que los homosexuales somos lujuriosos y pecadores, cuando en realidad quienes lucran y pecan son las empresas televisoras así como la religión en general; dejen de ser ustedes un par de ignorantes y no le den ese mal ejemplo a su hija, no hagan que el día de mañana se arrepienta y avergüence de tener unos padres homofóbicos e ignorantes.

– La gente que se encontraba en montones viendo lo que sucedía, daba entre murmullos la razón a Sebastián e incluso le apoyaban con su punto de vista.

Pero el tipo enojado le respondía. – ¡Metete tus palabras en el culo y de paso este dedo también!

– Haciendo una señal obscena con el dedo medio de la mano derecha, provocaba más la ira de Cristián que exclamaba diciendo. – ¡Sebastián lamento no seguir tus palabras, pero este tipo merece una golpiza por lo que te hizo!

– Cristián quitaba a Sebastián del paso y con fuerza le lanzaba otro puñetazo al tipo; que esta vez lograba esquivar y le daba un rodillazo en el estómago, haciendo que él cayera el suelo y fuera pateado nuevamente por aquel hombre; Sebastián asustado al querer ayudar a su marido, empujaba al tipo provocando que él tropezará con Cristián y continuaran agarrándose a golpes en el césped.

La mujer enojada se le acercaba a Sebastián al que le decía. – ¡Nunca vuelvas a tocar a mi marido en tu maldita y perra vida, desgraciado homosexual mal parido!

– Furiosa le lanzaba una cachetada, Sebastián se enderezaba y la miraba con cierto enojo.

Ella sonriendo descaradamente le decía. – Anda, atrévete a golpearme, anda hazlo, para que todos vean que me has pegado y así te quiten la licencia de psicólogo.

– Sebastián apretaba su puño izquierdo mientras que con su otra mano agarraba su mejilla derecha contenía las ganas de regresarle la bofetada; pero Julieta al ver eso les decía a los niños desesperada. – Niños cierren los ojos y nos los abran hasta que yo regrese con ustedes.

– Adonaí y la pequeña obedecían cubriéndose la cara y ella enojada caminaba directo a la mujer.

La tipa mofándose le decía a Sebastián. – Una pena que no puedas defenderte, mi marido le romperá la cara al joto de hombre que tienes y luego entre él y yo nos desquitaremos contigo; te recuerdo que tenemos una cuenta pendiente por haberme dejado en ridículo en la guardería y que me hayan prohibido el regreso a mí niña al lugar.

– Sebastián sobándose le respondía. – Su alma podrida y su rencor no le llevara a ningún lado señora; además le recuerdo que usted misma sacó a la niña de la guardería al no tolerar que mi hijo estuviera ahí y conviviera con su hija, todo quedo grabado en las cámaras de seguridad de la guardería; de ser necesario utilizaré dichas grabaciones para demandarla por homofobia y agresión.

– La mujer se reía de una forma muy burlona, cuando de pronto Julieta la volteaba y le daba una cachetada diciéndole enojada. – ¡Tal vez mi hijo no se pueda defender, pero yo sí!

– La mujer se agarraba la mejilla que de inmediato se le hinchaba y le insultaba. – ¡Vieja estúpida! ¡¿Qué le pasa?! ¡Quien la manda a malparir un joto!

– Julieta con lágrimas de coraje le decía. – No lo mal parí, porque fue una bendición tenerlo, ha sido una dicha tener un hijo así y verlo feliz realizado como hombre y con una familia la que ha sabido salir adelante, me siento orgullosa de tener un hijo homosexual y si en el pasado no lo supe defender de malas personas esta vez sí lo defenderé con uñas y dientes.

– Julieta le lanzaba otra cachetada a la mujer diciéndole. – ¡Y la malparida es usted! 

– Ella se enderezaba y queriendo insultarla nuevamente, recibía un par más de cachetadas para finalizar con un puñetazo que la hacía caer al suelo donde antes Becker había defecado.

Julieta furiosa le decía. – ¡En su vida vuelva a ofender a mi hijo, a mi nieto y a mi yerno, sino le irá peor y sabrá lo que una madre por su hijo es capaz!

– La mujer quedando en ridículo ante la multitud de gente que se reía de ella, se ponía a llorar de coraje e impotencia y más de darse cuenta que había caído de sentón en la suciedad del perro.

Cristián y el hombre se separaban con varios golpes en la cara el tipo insultaba. - ¡Hijo de puta, me las vas a pagar, lo juro infeliz!

– Cristián con puños en defensa le decía. – ¡Ándale cabrón, éntrale!

– El tipo quería golpearlo, pero al ver a su esposa tirada y llorando, muy histérica gritando. – ¡Ya, ya, toma a la niña y vámonos de aquí, que estamos pasando una vergüenza terrible, ya vámonos!

– El tipo muy enfadado en forma de amenaza decía. – ¡Esto no se va a quedar así puto hijo de perra, de eso te lo puedo asegurar!

– La multitud de gente de testigo comenzaban a abuchear al matrimonio heterosexual.

Cristián sonriendo bajaba sus brazos y sonriéndole decía. – Por lo menos aquí hay como cincuenta personas que podrán servir de testigos en dado caso que nos llegue a suceder algo a mí o mí familia, pues lo que dijiste hace un momento fue amenaza y eso es cárcel, así que mejor mantente al margen con tus amenazas, dudo que quieras pasar unos años en prisión sin disfrutar a tu pequeña hija en su desarrollo infantil y tu mujer.

– El tipo apretando los puños, se daba cuenta que llevaba las de perder.

La policía llegaba al momento, cuestionando lo que sucedía; Julieta y Sebastián les explicaban lo que había acontecido.

La mujer entre gritos en el piso les decía. – ¡Todo lo que dicen es mentira, es mentira, ellos comenzaron la agresión!

– Unas personas en defensa de la pareja homosexual, decían que los culpables habían sido la otra pareja y que con amenazas se referían a ellos por su condición sexual; los policías al tener todo claro y por vez primera en la ciudad, compadecían a favor de Sebas y Cris; los cuales eran cuestionados si deseaban levantar una demanda en contra de ellos; a lo que Sebastián sin pensarlo mucho les decía que solo deseaba levantar el acta correspondiente en contra de ellos así como se les sancionara al cometer ciertos hechos de agresión y homofobia; el matrimonio heterosexual mostrando nerviosismo y cierto temor, pedían que todo quedará en paz; pero Cristián denegaba cierta petición, así que ambas parejas tendrían que acudir a la delegación a declarar y levantar las actas correspondientes; Sebastián pidiendo favor a algunas personas que les brindaran apoyo en atestiguar a favor de ellos; unas cinco personas amablemente se ofrecieron a ayudarles.

Mientras que Julieta nerviosa y preocupada les decía. – Me llevaré a los niños y a Becker a la casa, no se preocupen por ellos, estarán bien.

– La mujer seria decía. – A mi hija no se la lleva a ningún lado, ella se viene con nosotros.

– A lo que un oficial le dijo. – Como desee usted señora.

– El padre de la pequeña sacaba su celular y hacía una llamada, al finalizar decía. – Tranquila mujer, vamos con los oficiales, en un momento vendrán por nuestra hija.

– Julieta al escuchar eso sería pero amable decía. – Vayan yo me quedo hasta que vengan por la niña.

– La pareja se tomaba de las manos y apenados decían. – Muchas gracias señora.

– Sebas y Cris se tomaban de las manos, diciendo Cris. – Suegra gracias por echarnos la mano, vamos a hacer esto rápido para estar en casa, aún sigue siendo un domingo familiar con un poco de golpes, pero lo sigue siendo.

– Sebastián preocupado decía. – Mamá cuida mucho a mi hijo y la niña, en lo que vienen por ella.

– A lo lejos una mujer se acercaba presurosa, a lo que el hombre al ver decía con una molestia en la cara. – Ya llegaron por nuestra hija, podremos irnos ya, vaya problema en el que nos hemos metido.

– La mujer mirando con cierto rencor a Julieta decía. – Prefiero que mi hija este al cuidado de tu hermana que al cuidado de esta vieja estúpida.

– Uno de los policías escuchaba lo dicho y decía. – Creo que esto será más rápido de lo que pensaba, pues usted señora anda muy agresiva, les diremos a nuestros compañeros que la encierren durante veinticuatro horas a usted y de paso a su marido.

– El hombre le daba un codazo a su mujer diciéndole enojado. – ¡Cierra ya la boca!

– La esposa se avergonzaba más y agachaba la cabeza; la multitud de personas se reían más de lo que les pasaba a ellos y siendo escoltados por los policías avanzaban a la patrulla, mientras que Cris y Sebas tomados de las manos caminaban tras de ellos sin miedo a lo que pasara; ya que la culpa no era de ellos; los testigos de ellos iban al paso tras de ellos, poco a poco la multitud se iba esparciendo en el parque no sin antes desearles lo mejor y suerte a la pareja de Sebas y Cris.

Julieta caminaba hacia donde estaba Adonaí y la pequeña niña; quienes habían obedecido en no abrir los ojos hasta que ella regresara de nuevo con ellos.

Ella nerviosa les decía. – Niños ya pueden abrir los ojos.

– Ambos niños abrían los ojos, la pequeña niña al ver a su tía se levantaba y corría a sus brazos.

La tía apenada y muy sonrojada le decía. – Señora disculpe el mal rato que ocasionaron mi hermano y mi cuñada, espero no pase a mayores; mi hermano me platico a resumidas cuentas su versión pero a los murmullos de la gente creo que quienes comenzaron fueron ellos y no su hijo, de verdad mil disculpas señora.

– Julieta mostrando leve sonrisa le decía. – No se preocupe, mi hijo y mi yerno no levantarán denuncia ante la agresión, pero si una acta de los hechos suscitados, pues su hermano amenazó a mi yerno ante las personas y eso ocasiona cierta incomodidad, para estar más seguros mejor que se levante el acta y todo quede en paz.

– La tía de la niña se enmudecía y solo se daba media vuelta invadida por la vergüenza con la niña en brazos.

La pequeña se despedía de Adonaí con su manita y le aventaba de besos tiernos, los cuales Adonaí los recibía y le devolvía sin pena alguna, mostrando el cariño que le tenía a su amiguita.

Julieta un poco calmada cargaba a su nieto, diciendo. – Vamos precioso y Becker a casa, a esperar a mi hijo y Cristián.

– Becker ladraba y se levantaba del césped estirándose un poco para caminar a su paso.

Adonaí curioso preguntaba. – ¿Mis papás a donde fueron?

– Julieta le respondía inteligentemente. – Fueron al doctor porqué tu papá Cris se sintió mal, descuida lo vamos a esperar en casa a que regrese, en lo mientras me ayudas a acomodarles su cama para que pueda descansar mejor, ¿Te parece hermoso?

– Adonaí satisfecho con la respuesta, pero no tranquilo respondía. – Sí me parece bien abuelita quiero que mi papi se mejore.

– Haciendo una breve pausa, Adonaí interrogaba nuevamente a su abuela. – Pero, ¿Qué le pasaba a mi papá? ¿Por qué no fuimos nosotros con ellos? ¿Por qué hay policías? ¿Qué es maricon abuela?

– Julieta sonriendo respondía. – Haces muchas preguntas, no sabemos lo que le pasaba por eso fueron al doctor, anda ya vámonos a casa, después te respondo lo que me preguntas, pero aquí no es momento.

– Adonaí abrazaba a su abuela, recostando su cabecita en el hombro de ella y comenzaban a caminar con Becker como guardián en su camino.

Es Cuestión del Destino.

 

Muchas gracias por el tiempo brindado, les agradezco de todo corazón, que tengan un grandioso fin de semana, espero comentarios, sugerencias y observaciones por este medio, FB o mail, saludos.

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