miprimita.com

Es Cuestión del Destino. Capítulo 18

en Gays

Hola, muchas gracías por sus mails y comentarios, de verdad a cada uno les agradezco, ya hasta siento que soy muy repetitivo con mis agradecimientos, pero no sé de qué otra forma poder darles las gracias a cada uno de ustedes lectores; un fuerte abrazo, tengan buen día.

NOTA: Sí encuentran unos errores ortográficos en diálogos de Bryan y/o Maritza, es parte de su forma de hablar.

 

 

CAPÍTULO DIECIOCHO.

TODOS EN PELIGRO.

 

 

Cristián atendía la llamada con el manos libres diciendo. – Diga.

– Sebastián angustiado decía. – Cristián.

– Cris acomodándose el auricular intrigado decía. – Sebastián, ¿sucede algo?

– Sebastián alarmado le respondía en lo que iba subiendo las escaleras poco a poco. – Cristián ven de inmediato a la casa, encontré la puerta entre abierta y hay un silencio de miedo aquí, por favor ven de inmediato.

– Cristián alarmado, giraba en sentido contrario diciéndole preocupado. – ¡No entres a la casa, no lo hagas, salte y llama a la agente Tirsa, de inmediato!

– Sebastián nervioso subía el último escalón y gritaba diciendo. – ¡Por dios la niña!

– Cristián asustado preguntaba. – ¡Sebastián te digo que te salgas, Sebastián! ¡¿Qué, qué sucede?!

– Sebastián volteaba la cabeza con el teléfono en la oreja y sorprendido decía. – ¡Maritza!

– Cristián muy preocupado gritaba. – ¡Responde Sebastián, ¿qué sucede?, Sebastián!

– Bryan sin ser visto le hacía señas detrás de la puerta a ella de que no dijera nada.

Maritza se quedaba quieta y paralizada ante el hallazgo de Sebas, quién la miraba de forma temerosa; ella temblaba de nervios por lo que fuera a suceder.

Sin preocuparse mucho por ella, Sebastián se acercaba a ver a la niña, al verla algo inquieta, trataba de cargarla diciendo. – Ven mi niña, ven, vamos con mamá.

– Sebastián sostenía su teléfono entre el hombro y su oreja diciendo nervioso. – Cristián por favor ven de inmediato.

– Cristián trataba de ir más a prisa diciendo alterado. – ¡Sal de la casa con todo y niña!

– Sebastián cometiendo un grave error, se daba media vuelta y caminaba a la habitación de Adonaí para estar con Maritza.

Bryan se percataba entre el espacio del marco y la puerta, que Sebas estaba dirigiéndose con la bebé en brazos directo a la habitación; él lentamente se acomodaba para sorprenderlo.

Sebastián entraba al cuarto, aún enlazada la llamada con Cris; él temeroso le preguntaba a ella. – ¡¿Qué pasa, por qué mi miras así?, !Responde, di algo Maritza!

– Cristián manejando ordenaba. – ¡Pon el altavoz, Sebastián, hazme caso!

– Sebas nervioso, aturdido le entregaba a la niña a Maritza; quien nerviosa se levantaba de la cama extendiendo sus brazos para cargar a su hija que se ponía muy inquieta; él nervioso sostenía su celular y colocaba el altavoz.

Fue ahí cuando Bryan salía lentamente con el bate en mano y al verse su sombra reflejada en el piso, Sebastián sin tiempo de voltear, gritaba al teléfono. – ¡Aaaaaaahhhh!

– Cristián aceleraba más y preguntaba muy tenso. – ¡¿Sebastián, Sebastián responde?!

– Bryan golpeaba a Sebastián en el costado de la cabeza, haciéndolo caer inconsciente; el teléfono quedaba tirado y se alcanzaba a escuchar la voz preocupante de Cristián.

Bryan agarraba el teléfono y lo aventaba contra la pared provocando que se desarmara; Maritza asustada cargando a la niña gritaba. – ¡¿Qué hiciste?!

– Al ver tirado a Sebastián sangrando, exclamaba asustada. – ¡Te lo echaste, te echaste al mariconcito!

– Bryan sudando, dejaba caer el bate al suelo y le decía serio. – No se pierde gran cosa.

– Sonriendo le decía. – Vamos termina de mamarme la verga, ya me falta poco para sacar la leche.

– Maritza muy sorprendida lo miraba asustada con su hija en brazos y Bryan se tocaba su pene sobre el pantalón insinuándole tener sexo.

Ella con la bebé en brazos le decía muy tensa. – Llévate lo que tengas que llevarte y lárgate de aquí, corre antes de que llegue el otro maricon.

– Bryan molesto le decía. – ¡Bien, bien, recoge tus cosas, nos largamos en este momento, antes de que la chota nos apañe!

– Maritza con niña en brazos le decía temerosa. – ¡Pero qué hay del muertito!

– Bryan enojado la tomaba de los hombros y le gritaba. – ¡¿Eres estúpida o qué?! ¡Ya está muerto, ¿qué quieres que le hagamos?, ceremonia de sepultura!, ¡deja a la mocosa en la cuna y busca dinero o lo que sea que tengan de valor!

– Maritza abrazaba a la niña y pasmada lo miraba enmudecida.

Bryan desesperado le gritaba. – ¡Apúrate perra puta, quiero que te muevas!

– Maritza de inmediato temerosa colocaba a la niña en la cuna y salía con mucho cuidado de la habitación y tras de ella Bryan que estaba furioso y bastante desasosegado.

Cristián manejando presuroso, evitando las congestionadas calles y ejes de la ciudad, no se daba cuenta que su celular estaba timbrando; tanto estrés y preocupación solo eran enfocados en Sebastián.

Al teléfono era Miranda, quien presurosa y desesperante le marcaba; ella bajándose de un taxi entraba al edificio donde Mateo y Cristián trabajan; ella abordaba el ascensor y sacando un sobre de su bolso pensaba. – Con esto definitivamente tendré a Cristián a mi lado.

– Ella salía del elevador y se topaba con Mateo; al verla, él enojado y sorprendido a la vez, se le acercaba, ella le sonreía descaradamente y sujetándola él del brazo, se la llevaba a su oficina.

Estando ahí él enojado le preguntaba. – ¡¿Qué haces tú aquí?!

– Miranda le sonreía respondiendo. – A mí también me da gusto verte, vengo hablar con Cristián de algo muy importante.

– Mateo le decía muy serio. – Él salió a dejar a su hijo a la guardería, te pido por favor que te largues.

– Miranda lo miraba sin quitar esa sonrisa burlona diciendo. – No me iré, tengo que hablar con él sobre el hermanito que le vamos a dar al pequeño Adonaí.

– Mateo sorprendido exclamaba cuestionando. – ¡¿Qué estás diciendo?!

– Miranda sonriendo alegremente le decía. – ¡Estoy embarazada!, seré madre de un hijo, un hijo de sangre de Cristián.

– Ella mostrándole el sobre le decía sonriente. – Y aquí está la prueba que lo confirma.

– Mateo quería leer el sobre y ella se lo arrebataba diciendo molesta. – Es algo que no te concierne así que por favor dile a Cristián que deseo hablar con él, su celular no contesta, quiere decir que está aquí.

– Mateo desconcertado le decía. – Seguramente está atorado en el tráfico, pero te estoy diciendo que no está aquí.

– Miranda guardaba el sobre en su bolsa y caminando a la puerta le decía sonriente. – Bien, entonces iré a ver a Sebastián, seguramente a esta hora está en su casa ya que Cristián como dijiste hace rato fue a dejar a su adorado hijito.

– Saliendo, ella cerraba la puerta de la oficina de golpe, muy sonriente triunfante ante los hechos.

Miranda al irse del edificio, abordando un taxi de sitio y le decía al chofer. – Lléveme al hotel Petrilli de favor.

– El taxista le decía. – Claro que sí señorita, con mucho gusto.

– Miranda fastidiosa pensaba. – Me iré a cambiar y luego a verte mi amor; aunque mejor...

– Miranda a unas calles recorridas le decía al chofer seria. – Oiga sabe qué, mejor lléveme a la siguiente dirección.

– Miranda le daba la dirección y el taxista le decía. – ¡Uy señorita ahorita con este tráfico avanzaremos a vuelta de rueda!

– Miranda ordenaba molesta. – ¡Busqué una ruta con el GPS para llegar pronto, me urge!

– El señor taxista buscaba una ruta alterna y al encontrarla le decía. – ¡Listo señorita, aunque le saldrá un poco caro!

– Miranda nefasta decía. – ¡Me importa poco el precio, quiero llegar y punto, muévase!

– El taxista cohibido daba vuelta en una avenida, para salir con ventaja del tráfico y llegar a casa de Sebastián lo más pronto posible.

En la oficina; Mateo movía la cabeza anonadado por lo que su prima le había dicho; él diciendo preocupado. – Esto será una bomba que acabará por completo con la relación de Cristián y Sebastián.

– Mateo tomaba su celular y de inmediato se comunicaba con Miren que estaba en su trabajo.

Ella algo presurosa contestaba diciendo. – Buen día amor, ando ocupada, ¿sucede algo?

– Mateo le decía serio y preocupado. – Buen día amor, siéntate y por favor toma con calma lo que te voy a decir.

– Miren se ponía sería y girándose en su silla le decía muy preocupada. – Lo que sea dime Mateo.

– Él sin darle vuelta al asunto le decía. – Miranda estuvo aquí, vino hablar con Cristián de…

– Miren enojada exclamaba. – ¡¿Qué fue hacer la piruja de tu prima?!

– Sonrojada, se calmaba y decía apenada. – Disculpa amor, fue un impulso dime que paso.

– Mateo seriamente decía. – No te preocupes, tienes razón en expresarte así de ella, es una, una, pues una piruja; amor Miranda vino a buscar a Cristián por qué ella está embarazada de él.

– Miren sorprendida exclamaba. – ¡No puede ser, no puede ser!

– Mateo le platicaba lo que había sucedido en esos minutos en la oficina y Miren preocupada, alarmante decía. – Espero Sebastián no se encuentre en casa, si ella le dice será una bomba mortal para él y terminará por destruir el amor entre Cris y él.

– Miren nerviosa decía. – Mateo por favor trata de localizar a Cristián y yo haré lo mismo con Sebastián, debemos reunirnos de inmediato para solucionar éste problema.

– Mateo se despedía de ella y finalizaba la llamada.

Ambos trataban de comunicarse con sus respectivos mejores amigos para programar una reunión de emergencia, pero ni Cristián atendía la llamada ni Sebastián; ninguno de ellos sabía lo que estaba aconteciendo en ese momento con Sebastián y lo que ocurriría con Cristián al llegar a la casa.

En la casa; Sebastián tirado, abría los ojos, se movía un poco y observaba que no había nadie en la habitación, sólo la niña que estaba un poco quieta en la cuna; incorporándose se tocaba el golpe y notaba que tenía sangre escurriendo; el impacto fue en parte trasera de la oreja ocasionándole una abertura ligera con sangrado moderado; él con mucho miedo, tomaba el bate tirado y caminaba aturdido para salir cauteloso al pasillo.

Maritza y Bryan estaban en la habitación de Sebas y Cris quienes como locos buscaban algo que robar; revolviendo todo, rompiendo cajas y los espejos.

Bryan enojado le gritaba. – ¡Quiero alcohol, busca si estos pendejos maricones tienen algo de tomar!, ¡muévete que es para hoy!

– Maritza nerviosa y tensa salía de la habitación bajando las escaleras presurosa; sin percatarse que Sebas no estaba muerto y que había recobrado el conocimiento.

Él cuidadoso se había pasado a la otra habitación donde Maritza dormía; Sebas echaba ojo a su recamara y se daba cuenta de todo el alboroto causado por ellos; Bryan que estaba de espaldas no se percataba de que Sebastián entraba con el bate muy nervioso y tenso.

Él rápidamente le daba un golpe en la cabeza diciéndole. – ¡Toma esto malnacido!

– Bryan caía semiinconsciente en el piso; Sebastián le daba otros golpes en la espalda y piernas de manera muy desesperante.

Maritza después de hacer un desorden en la planta baja, nerviosa subía con una botella de whisky; ella muy sorprendida al ver lo que ocurría, gritaba tirando la botella al suelo. – ¡En la madre, no está muerto!

– Sebas se volteaba alterado con bate en mano, gritando. – ¡Llama a la policía!

– Maritza asustada y nerviosa le decía. – ¡No, no voy a dejar que metan a mi hombre al bote!

– Maritza tomaba un trozo de vidrio de la botella rota y se le abalanzaba a Sebastián.

Quien muy astuto le lanzaba un golpe a ella en la cara diciéndole. – ¡Perra maldita!, ¡te ofrecimos asilo y de esa manera nos pagas desgraciada!

– Maritza se incorporaba sangrando de la boca y le lanzaba un puñetazo; el cual Sebas sostenía y le torcía el brazo.

Sujetándola de espaldas y con el bate sobre su cuello le decía muy exaltado. – ¡Desconfiaba de ti desde antes, pero ahora sí de está no te escapas!, ¡Tú y tu maldito esposo se irán a la cárcel!

– Maritza enojada y de forma ingeniosa echaba su peso en contra de Sebastián, ocasionando que se cayeran a un costado de Bryan.

Ella se volteaba y cacheaba a Sebastián diciéndole. – ¡Debiste seguir tus instintos puto maricon!, ¡ahora sí te cargo la chingada y me llevaré a mis hijos!, ¡por qué debes saber antes de morir que ese mocoso al que tienes bajo tus cuidados es hijo mío y de Bryan!

– Bryan reaccionando poco a poco, lograba escuchar lo que Maritza decía; impactado sentía recorrer una ligera sensación de calor y frío en su ser.

Sebastián furioso le pegaba a Maritza en la ingle y se le abalanzaba sobre ella a espaldas de Bryan; Sebas muy enojado cerraba el puño, le pegaba duro y seco en la cara diciéndole. – ¡Maldita, maldita, maldita, maldita, maldita!, ¡Cómo pudiste hacerle eso a un niño recién nacido, eres una malnacida, no mereces vivir!

– Maritza siendo golpeaba brutalmente en defensa rasguñaba la cara de Sebastián gritando. – ¡Aaahh, ayúdame aahh, Bryan!

– Bryan reaccionaba, se enderezaba molesto y sin que Sebas lo notara; él se ponía tras de él.

Mareado sacaba la pistola y se la colocaba sobre la cabeza a Sebastián diciéndole. – ¡Suelta a Maritza!

– Sebas al escuchar el gatillo prepararse para ser disparado, se detenía estático sobre Maritza.

Bryan daba unos pasos leves diciendo. – ¡Perro maricón eh, me golpeaste meco, pero esto no se queda así!, ¡ahora quítate de encima de ella y ponte de espaldas!, ¡cómo vas!

– Sebas nervioso con lágrimas en los ojos, se levantaba de ella y hacía lo que le pedía Bryan.

Maritza se incorporaba con la cara ensangrentada, tomando ella un trozo de espejo roto, se reflejaba y furiosa lo aventaba diciendo. – ¡Eres un desgraciado!

– Ella le mostraba a Bryan diciendo alterada. – ¡Mira como me dejo la cara Bryan, mira!

– Bryan se comenzaba a reír diciéndole. – Debo decir que esté infeliz te golpeó mejor de lo que yo lo hacía hace tiempo.

– Bryan dirigiéndose a Sebas le decía burlándose. – Te felicito putito, serás joto pero pegas como hombre.

– Maritza enojada le daba una bofetada a Bryan y él enojado se la regresaba.

Con la pistola en mano, él diciéndole furioso. – ¡En tu perra y mísera vida me vuelvas a pegar, oístes en tu perra y mísera vida lo vuelvas hacer!, ¡debí dejar que te moliera a golpes, perra!

– Maritza llorando se agarraba la cara diciéndole. – ¡Mátalo y larguémonos!

– Bryan sonreía perversamente diciendo. – ¡Cuando quiera lo mataré!, ¡pero antes explícame eso de que el mocoso de estos maricas es hijo tuyo!

– Maritza titubeaba diciendo. – Eso, eso, eso que escuchastes, eso no, no, no, no es.

– Bryan sonriente le apuntaba a Maritza diciendo. – ¡Habla ahora o a la que mataré primero será a ti!

– Sebas nervioso, comenzaba a derramar lágrimas, apretaba sus labios y sus puños.

Maritza seriamente le decía. – El primer hijo que tuve tuyo lo abandone cerca de aquí por qué no tenía dinero, se me había ido la leche y mis jefes no querían desde un principio que tuviera al mocoso cerca, ellos sabían bien que era producto de una calentura y que no quería ser mamá en ese entonces, además te recuerdo que me habías dicho que querías que yo me sacara el chamaco, lo tuve y a poco tiempo de tenerlo decidí abandonarlo; ¡lo qué es la vida y el destino!, ahora que veo al niño sano y feliz, me dan ganas de tenerlo, abrazarlo y decirle que me perdone.

– Bryan sonreía burlándose diciendo. – Por favor pendeja, te dan ganas de tenerlo contigo, sí eres una estúpida no sabes hacer nada, tuvistes un aborto y luego tuvistes a la chingada mocosa, que por cierto debistes repetir lo que hicistes con el mocoso y deshacerte de ella.

– Sebastián enojado les decía. – ¡Son ustedes un par de desgraciados, malditos merecen podrirse en la cárcel, ni tú, ni tú merecen ser llamados padres, ambos me dan asco!

– Maritza derramando lágrimas mostraba un notable arrepentimiento; sin embargo Bryan serio volvía apuntare con la pistola exclamando. – ¡Mejor cállate, no opines ni digas nada, los maricones como tú no merecen formar una familia, sólo causan confusión a los inocentes!

– Sebastián le respondía con enojo y nervioso. – ¡Pensarás así tú, pero sí Adonaí hubiera crecido a su lado no estaría viviendo la felicidad que tiene ahorita, ojalá su hija se las quiten, por ser unos hijos de perra!

– Bryan enojado exclamaba. – ¡Me tienes harto, ahora sí te vas a morir putito!

– Bryan le golpeaba en la quijada a Sebastián con la pistola.

Él enderezaba la cabeza, sintiendo latir muy rápido su corazón, cerraba los ojos y sus lágrimas brotaban; Maritza se cubría asustada con sus manos y Bryan estaba por dispararle, cuando se comenzaba a reír diciendo. – Te voy a matar y no me llevaré nada de dinero, pos que pendejo soy.

– Ordenándole a punta de pistola decía. – ¡Enseña las cosas que tienen de valor!, ¡Como vas putito, como vas!

– Sebastián observaba su reloj de pared, se acordaba que había logrado avisarle a Cristián y que no tardaba en llegar.

Así que para hacer tiempo les decía nervioso. – Bien, bien… haré lo que me pides, les daré las cosas de valor.

– Por moverse Sebas, se percataban que la pequeña niña comenzaba a llorar; nervioso Sebas les decía. – Pero primero déjenme atender a la niña, está llorando mucho y debo calmarla.

– Bryan quejándose, con su mano libre sobre su cabeza le decía. – ¡Sí, sí, anda ve, me duele la cabeza y esa mocosa no deja de chillar!

– Sebas lentamente se daba media vuelta; Bryan le colocaba la pistola en su espalda y sujetándole el cabello amenazante le decía. – ¡No hagas algo estúpido por qué te mueres, escuchastes!

– Maritza trataba de sonreír burlándose, pero sus labios estaban rotos, sangrando e hinchados por los golpes recibidos.

Bryan soltaba a Sebastián y con su mano liberada, sacaba la navaja diciendo a Maritza. – ¡Toma!, sí trata de hacer algo el infeliz, se la clavas en el pescuezo para que se muera.

– Maritza sujetando la navaja muy furiosa decía. – ¡Sí, tengo ganas de cortarte los dedos!, maricon de mierda.

– Empujando a Sebas le decía. – ¡Avanza puto, como vas!

– Bryan seriamente decía. – Después hablaremos sobre el mocoso ese, del que supuestamente es mi hijo, por lo mientras vigila a la perrita esa.

– Él se mofaba algo desquiciante y sacaba un cigarro de marihuana para la espera.

Ambos salían de esa habitación, para irse al otro cuarto por la niña; a la que Sebas la miraba y asustado decía. – Maritza sí no quieres ir a la cárcel hazme caso, te ayudaré.

– Maritza desquiciada decía con navaja en mano. – ¡No, no, no, no soy pendeja, he visto muchas novelas y sé que siempre los buenos manipulan a los malos para que los apañe la chota y de pendeja hago lo mismo!, ¡sí me doy cuenta que las novelas sí enseñan algo bueno!

– Sebastián derramando unas lágrimas cargaba a la niña, dándole la espalda diciendo. – Estás mal, de verdad te podemos ayudar, en serio, sí no nos crees, responde, ¿acaso no te ayudamos con el velorio de tu abuela?

– Maritza haciendo consciencia le decía alterada. – ¡No, no, eso no cuenta!

– Maritza acercaba la navaja al cuello de él diciéndole. – ¡Te vas a morir!

– Sebastián muy temeroso, le decía. – ¡Tengo que darle de comer a la niña, por favor déjame hacerle su mamila!

– Maritza amenazante le decía. – ¡Vamos pues, pero no hagas algo de lo que te puedas arrepentir!

– Sebas con niña en brazos y Maritza tras de ellos salían de la alcoba.

Ella le gritaba a Bryan; quien fumando buscaba en la habitación. – ¡Iremos a la cocina, la mocosa tiene hambre!

– Bryan abriendo el closet, descubría un escondite secreto; donde sacaba unos perfumes y unas cajas con relojes nuevos; él le gritaba. – ¡Bien, bien sí hace algo el imbécil lo matas!

– Él desesperado y nervioso, agarraba una funda de almohada y echaba los perfumes y las cajas de reloj diciendo. – ¡Con esto venderlo en el mercado negro sacaré una buena feria para pelarme!, pero antes mató a la mocosa, su madre y al pendejo maricón.

– Bryan se reía perversamente continuando con sus fechorías.

En la cocina; Sebas le daba a la niña a Maritza diciendo. – Sujeta a la niña, pondré agua a calentar.

– Maritza lo miraba sospechosa diciendo. – Sí cargo a la mocosa te vas a pelar, pendeja no soy, tengo la cara, pero no lo soy.

– Sebas, nervioso le decía. – Tengo miedo, mucho miedo, pero no dejaría a la bebé con ustedes, prefiero morir y que la pequeña se salve.

– Maritza tomaba a la niña diciendo seriamente. – Después de todo, muestras interés en la niña, tal vez te la deje para que pueda ser feliz al lado de mi hombre, la mocosa me estorba.

– Sebas le decía mientras calentaba el agua. – Espero cumplas en dejarme a la niña, te aseguro que será feliz al igual que lo es tu hijo Adonaí.

– Maritza seriamente decía. – Lo pensaré, por lo mientras apresúrate putito.

– Mientras ellos estaban en la cocina; Cristián de un extremo de la calle y Miranda en un taxi del otro lado se aproximaban a la casa.

Siendo él que llegaba primero y presuroso; Cris tomaba su celular y se daba cuenta del exceso de llamadas perdidas que tenía de diversos números; sin revisar, se bajaba del carro; el cual dejaba mal estacionado y se dirigía rápido a la casa; donde frenaba percatándose que la puerta estaba entre abierta.

En tanto, bajándose del taxi, Miranda al verlo le gritaba. – ¡Cristián, que bueno que estás aquí, así podremos hablar los tres de un asunto importante!

– Cristián al voltear y verla, exclamaba. – ¡Tú!

– Miranda sonreía alegre y Cristián le decía. – ¡Hablemos luego, estoy en una emergencia!

– Miranda se le acercaba diciendo. – Esto creo es mucho más importante.

– Cristián con semblante serio, callaba a Miranda; él empujaba la puerta que estaba entreabierta, entraba y tras suyo Miranda.

Cris y Miranda veían el desorden que había en el mini-bar; él asustado tomaba su celular y se comunicaba con la agente Tirsa diciendo. – ¡Agente es urgente que mande patrullas a mi casa, ha sucedido algo!

– Tirsa desconcertada atendía la llamada. – Sí, sí, de inmediato mandaré patrullas para allá, calmado.

– Tirsa; que estaba ocupada con un hombre conocido; le decía finalizando la llamada. – Una urgencia, disculpa.

– Ese hombre le decía. – Sea lo que sea, deseo ver a mi hermana en acción, te acompaño.

– Ambos salían con un grupo de policías rumbo a la casa de Cristián.

Miranda al darse cuenta del semblante de Cristián, preguntaba preocupada. – ¿Sucede algo?

– Cristián movía la cabeza y por responder, escuchaban que algo se había caído en la planta alta.

Asustado en voz baja, él decía. – Quédate aquí, subiré.

– Cristián dejaba a Miranda en la planta baja en lo que él subía con mucho cuidado.

Miranda le decía en voz baja. – Cuídate mucho mi amor.

– De pronto, se escuchaba ruido provenir de la cocina; ella nerviosa y preocupada desobedecía a Cristián; caminaba rumbo a la cocina, al cruzar el pasillo observaba entre la rendija de la puerta y su marco, que Sebas estaba nervioso con una mujer allí.

Sebas nervioso decía. – Maritza cargaré a la niña una vez que haya preparado el biberón y subiremos a la habitación, ¿de acuerdo?

– Ella con la navaja en mano le decía. – Sí, entiendo.

– Miranda asomándose nerviosa, notaba que la mano derecha de la mujer portaba una navaja; angustiada ella pensaba. – ¿En qué lio me vine a meter?

– Ellos en la planta baja y Cristián en planta alta;

Él observaba la habitación de Adonaí revuelta y tenía un flash back de su terrible pesadilla; asustado tragaba saliva y armándose de valor, avanzaba más y más; miraba a Bryan que tenía las fundas sobre la cama llena de objetos de valor y en una maleta ropa de Sebas así como de él; Cristián al ver cerca un pedazo del espejo en el suelo, lo tomaba cauteloso.

Bryan de espaldas, se probaba ropa que era de Sebastián, diciendo. – Vaya que el mariconcito tiene buen gusto en ropa, creo que esa ropa vieja y apestosa no me la llevaré.

– Bryan se daba vuelta luciendo la ropa ajena.

Cristián armándose de valor y respirando profundo, avanzaba presuroso y le clavaba sorpresivamente, a un costado el trozo de espejo, diciendo. – ¡Infeliz, muere!

–  Bryan gritaba. – ¡Aaaahh hijo de puta!

– El grito alarmaba a Maritza, espantando a Sebastián en la cocina y poniendo en riesgo a Miranda.

Maritza tensa decía. – ¡Agarra a la chingada mocosa!

– Sebastián muy tenso la cargaba y preguntaba. – ¿A dónde vas?

– Maritza con navaja en mano respondía histérica. – Iré a ver qué pasa, ¡te quedas aquí!

– Maritza salía de la cocina sin darse cuenta que Miranda se ocultaba tras de una gran maceta del corredor y un pilar

Miranda al ver que Maritza se iba; muy asustada salía de su escondite y entrando a la cocina, nerviosa decía. – Tranquilo Sebastián, Cristián está arriba, salgamos de aquí cuanto antes.

– Sebas, muy nervioso decía. – Cristián no, no, él no, ¡llévate a la niña!

–  Miranda le tomaba del brazo diciendo alterada. – ¡Vámonos, no tarda en llegar la policía!

– Maritza en ese instante; subía presurosa a ver qué era lo que pasaba, al escuchar que Bryan estaba peleando con alguien, ella miedosa bajaba las escaleras nuevamente y se iba directo a la cocina.

Miranda y Sebas estaban cruzando el corredor, cuando ella los encontraba; ambos se espantaban y la niña comenzaba a llorar más.

Maritza amenazando y sorprendida ante los acontecimientos con la navaja en frente les gritaba. – ¡No irán a ningún lado!

– Ambos retrocedían de nueva cuenta a la cocina; Maritza lanzaba al aire un navajazo y se reía al verles la cara de susto.

Miranda y Sebas nerviosos no tenían idea de que hacer; fue entonces cuando Miranda de reojo veía el agua que estaba hirviendo sobre la estufa, con mucho cuidado giraba diciendo. – Le apagaré al agua, está hirviendo, si gustas preparo yo el biberón en lo que Sebastián calma a la niña.

– Maritza alterada decía. – ¡Sí hazlo mamacita, hazlo!, ¡seas quién seas, hazlo!

– Sebas giraba su cabeza y Miranda le guiñaba el ojo.

Sebas comprendía lo que estaba por hacer Miranda; así que se alejaba un poco de ella diciendo. – Maritza tu vibra hace que la niña este inquieta, me haré a un lado para que se calme.

– Maritza nerviosa se movía un poco más cerca a la estufa; Sebas alejado de ella y más de la entrada de la cocina, sujetaba nervioso a la pequeña.

Miranda tomando con un trapo el pocillo  con agua hirviendo, decía seriamente. – Me podrás pasar la mamila.

– Maritza con la navaja en la mano derecha, le pasaba el biberón a Miranda, sin dejar de ver a Sebastián.

Ella tomaba el biberón y sonreía diciendo. – Gracias.

– En ese momento; ella se volteaba y con un movimiento veloz, derramaba el agua hirviendo a un costado de la cara y cuello de Maritza.

Ella soltaba la navaja al suelo, gritando desesperante. – ¡Perra, perra maldita, me quemaste!

– Miranda gritaba. – ¡Huye Sebastián!

– Sebastián pateaba la navaja y salía presuroso de la cocina con la niña en brazos.

Miranda empujaba a Maritza quitándola de su paso, pero ella lograba sujetarla del cabello volteándola de frente a ella; con el rostro y cuello comenzando a salirle ampollas, cacheteaba una vez a Miranda, pero ella le regresaba la bofetada más fuerte, diciendo. – ¡A mí ninguna vieja desconocida me golpea!

– La cachetada volteaba a Maritza con vista a los trastes; ella observaba los cuchillos incrustados en sus soportes.

De manera muy ágil, ella tomaba el más grande diciendo. – ¡Te vas a morir, zorra!

– Miranda se daba media vuelta para salir de la cocina, en eso Maritza la volteaba otra vez, tomándola del hombro, le encajaba el gran cuchillo en el bajo vientre diciendo. – ¡Muere perra!

– Maritza jalaba salvajemente el cuchillo hacía el costado derecho, haciendo una grande y profunda herida de muerte a Miranda, que caía al piso ante un gran charco de sangre.

Sebastián en la sala; colocaba a la niña en el sofá rodeándola de cojines diciendo nervioso. – ¡Aquí estarás bien mi niña, tranquila!

– Las patrullas se escuchaban a lo lejos.

Sebas sentía un alivio diciendo. – La pesadilla se terminará, se terminará.

– Él nervioso regresaba a la cocina.

Maritza abría el refrigerador y sacaba unos hielos para ponerse sobre el cuello y cara; volteaba a ver a Miranda desangrándose, diciendo en burla. – Morirás pronto querida.

– Sebas entraba y sorprendido exclamaba. – ¡Miranda!

– Él observaba el cuchillo ensangrentado en el piso y decía angustiado. – La policía está llegando, tú y tu marido se irán a la cárcel.

– Las patrullas llegaban estacionándose frente de la casa, Tirsa ordenaba que bajaran y se cerciorarán de qué clase de peligro había.

Maritza al escuchar las sirenas y voces, muy nerviosa empujaba a Sebastián diciendo. – ¡Brayand, debo irme con él!

– Sebas se hincaba a un costado de Miranda, diciéndole preocupado. – Tranquila, no hables, estarás bien.

– Miranda sujetándose el vientre le decía quejumbrosa. – Me voy a morir, moriré y mi bebé también.

– Maritza subía presurosa las escaleras y gritaba. – ¡Brayand, brayand, la chota está aquí, pelémonos de volada!

– En la cocina; Sebastián se impactaba al escuchar las palabras de Miranda y se impactaba más cuando de momento se escuchaba un balazo.

Miranda le decía sofocada. – Ve a ver, ayuda a Cristián.

– Sebastián agarraba un trapo de cocina y se lo colocaba en la herida diciendo inquieto. – ¡Haz presión, haz presión!, tranquila, estarás bien, tú y tu bebé lo estarán.

– Miranda adolorida hacía presión en la profunda y gran herida, en lo que Sebas iba a ver en qué podía ayudar.

Sebastián presuroso, estaba por subir las escaleras, pero al ver un charco de sangre inmenso que bajaba, gritaba. – ¡Oh por dios!

– El charco de sangre era proveniente del primer descanso de las escaleras, donde estaba el cuerpo sin vida de Maritza; pues ella había recibido un disparo en la cabeza por parte de Bryan.

En planta alta, mientras pasaban dichos acontecimientos en la cocina; Bryan y Cristián habían forcejeado en la habitación; Bryan le había lanzado un golpe en el estómago a Cris; logrando así que él cayera al piso; Bryan se quitaba el trozo de vidrio y le amenazaba con la pistola diciéndole que le mataría frente a Sebastián; él se hacía presión en la herida sangrante y salía despacio de la habitación; sin dejar de mirar a Cris amenazándole con dicha arma.

Al estar en el pasillo, nervioso, no había escuchado la voz de Maritza advirtiéndole de la policía y mucho menos de las sirenas de las patrullas; su impulso y nerviosismo habían provocado que disparará sin fijarse que era Maritza, matándola de inmediato; Bryan impresionado, sólo la veía caer rodando las escaleras, quedando tendida en el primer descanso de las escaleras.

Así pues Cristián, al notar la distracción de Bryan; se le abalanzaba sobre él, peleando y forcejeando otra vez; un balazo se escuchaba nuevamente; Sebas angustiado viendo como la sangre comenzaba a tocarle los zapatos, se ponía muy nervioso.

Al escuchar a Cristián decir. – ¡Ayuda, Sebastián!

– Sebas reaccionaba y subía las escaleras librando la sangre y el cuerpo inerte de Maritza.

Al ver a Cristián tirado, herido de bala en el abdomen; él trataba de acercarse, cuando Bryan le apuntaba amenazando. – Tú y tu maricón se van a morir.

– Sebastián tembloroso le decía. – La policía está aquí.

– Bryan decía riéndose de forma desquiciante. – ¡Ya sé, ya sé, escuche ahorita!, ¡pero eso no impedirá que te mate frente a tu maricón!

– Sebastián y Bryan giraban lentamente; quedando Bryan muy cerca del barandal flojo.

Sebastián se daba cuenta y le decía tenso. – Es una pena que vayas a terminar en prisión.

– Bryan sonriendo y muy burlón decía. – Una pena que tu hijo y mi hija terminen en el mismo orfanato dónde estuve hace años.

– Bryan alterado y de forma desquiciante decía. – ¡Ninguna familia me quiso, decían que era raro, decían que estaba loco por haber sido hijo de una madre drogadicta y un padre con trastornos psicópatas!, ¡pero estaban equivocados, muy equivocados!

– Cristián se incorporaba y decía adolorido. – Se… Sebas… Sebastián, sálvate, sálvate.

– Bryan le apuntaba a Cris y le decía. – ¡Termina de morirte infeliz!

– Sebas se ponía gritando. – ¡No lo mates!, ¡No!

– Se escuchaba la policía entrar a la casa.

Nervioso Bryan se acercaba a Sebastián y lo tomaba del cuello diciéndole. – Tú me vas a servir para escapar.

– Cristián haciendo su último esfuerzo, se ponía en píe y lograba pegarle a Bryan en el costado herido; Bryan por el golpe se acercaba de espaldas nuevamente al barandal y le disparaba a Cris otra vez, pero en el pecho, logrando que cayera inconsciente al suelo; Sebastián se soltaba de él y corría para socorrer a Cris.

Bryan sonreía dando unos pasos más hacía atrás diciendo desquiciado. – ¡Púdranse en el infierno maricas de mierda!

– Bryan se apoyaba en el barandal y estando por disparar; el trozo de barandal se terminaba de zafar, haciendo que él perdiera el equilibrio y cayera; disparando al techo, alertando a los policías que estaban en planta baja; Bryan quedaba tendido sobre el barandal y las escaleras, muy cerca del cuerpo de Maritza.

Sebastián muy asustado, sujetaba la cabeza de Cristián y le decía. – Mi amor, mi amor, por favor, no te mueras amor, ¡por favor, por favor!

– Un policía subía a inspeccionar y Sebastián al verlo le gritaba angustiado. – ¡Por favor, ayúdenlo, por favor!

– El policía reportaba en el radio que necesitaba una ambulancia más.

Sebastián le gritaba. – ¡Salven al padre de mi hijo, sálvenlo por favor!

– Los minutos se convertían en horas para Sebastián; las ambulancias llegaban y se llevaban de urgencia a Miranda que estaba con una hemorragia imparable, así como la presión muy baja; también llegaban los forenses quienes levantaban el cuerpo de Maritza y al querer levantar el cuerpo de Bryan, se daban cuenta que aún tenía pulso, leve, pero tenía, así que de inmediato era trasladado al hospital en la ambulancia en la que se llevarían a Cristián.

Sebas abrazaba a Cristián diciéndole al oído llorando. – ¡Mi amor, no te mueras!, no quiero perderte, mi amor, me viniste a salvar, te amo mucho amor, no te mueras, debes vivir, te amo mucho, te amo tanto que no pude serte infiel con Christopher, no pude, no y si te dije eso fue para hacerte sentir mal, provocarte celos; ¡por favor no te mueras amor, no, tú no!

– La agente Tirsa subía a planta alta diciéndole. – Sebastián la ambulancia ya viene en camino, voy a necesitar que te vayas conmigo para que declares los hechos.

– Sebastián enojado volteaba a verla sujetando a Cristián, diciendo. – ¡Eso puede esperar!, ¡el amor de mi vida se está muriendo y cómo siempre la ambulancia y la justicia siempre tardan en llegar!

– Christopher con niña en brazos subía diciendo. – Tirsa, la niña está con algo de fiebre, creo necesita ir también a revisión médica.

– Tirsa volteaba y le decía. – Bien, bien, baja y pide ayuda a los paramédicos, también haz que se apresuren, Cristián se está desangrando muy rápido.

– Christopher miraba con tristeza a Sebas; quién él para nada volteaba a verlo, sólo se mantenía cuidando de su aún esposo; Christopher desanimado bajaba para apresurar a la ambulancia.

La ambulancia llegaba 1 minuto después; los paramédicos subían de inmediato, solicitando que Sebas se apartará de él para así poderlo canalizar.

El paramédico decía. – Ha perdido mucha sangre, debemos llevarlo de inmediato al hospital; que avisen que se vayan preparando el quirófano.

– Sebastián abrazado por Tirsa; veía a su amor siendo llevado por los paramédicos en camilla a la ambulancia, para así ser trasladado al hospital a una intervención de urgencia.

Sebas bajaba presuroso las escaleras junto con Tirsa; él llorando les gritaba. – ¡Apresúrense, por favor, no dejen que se muera!, ¡sálvenlo, sálvenlo que lo amo!

– Christopher se iba en la misma ambulancia de Cristián con la pequeña en brazos; Sebas desconcertado lo observaba y no comprendía bien las cosas.

Tirsa tratando de calmar a Sebastián le decía. – Ven vamos al auto y vayamos al hospital, pediré que ahí te tomen la declaración de los hechos, vamos.

– Sebas, muy presuroso le decía. – Sí, sí vamos, no quiero apartarme de Cristián.

– Ambos abordaban la patrulla, mientras los criminalistas y peritos hacían lo suyo.

En el trayecto Sebas pedía prestado el teléfono a Tirsa, para comunicarse con Mateo y sus respectivos familiares sobre lo suscitado.

Minutos más tarde; el doctor de urgencia, solicitaba la autorización de alguien para la intervención de Cristián.

Sebastián alterado le gritaba. – ¡Soy su esposo, haga lo que sea necesario para salvarle la vida!

– El doctor muy serio respondía. – Haré lo que esté en mis manos, pero el herido viene muy grave, no le garantizo nada.

– Sebastián al enterarse de eso, movía la cabeza desesperado, diciendo. – ¡No, no, no, sálvenlo por favor!

– Sebas se volteaba hacía Tirsa y él muy pálido, caía inconsciente al piso, siendo auxiliado por unas enfermeras.

¿Qué más sucederá?, averígualo en el próximo capítulo y gran final de…

Es Cuestión del Destino.

 

 

Muchas gracias por su apoyo y preferencia, acepto sugerencias para el final; también los espero en F.B o por mail, saludos.

Mas de Jesus tsukishiro

Franco - Tira - Amor. Capítulo 2

Franco - Tira - Amor. Capítulo 1

Gay, casos de la vida real.

Gay, casos de la vida real.

Gay, casos de la vida real.

¿Por qué a mí? Capítulo 10

¿Por qué a mí? Capítulo 9

¿Por qué a mí? Capítulo 8

¿Por qué a mí? Capítulo 7

¿Por qué a mí? Capítulo 6

¿Por qué a mí? Capítulo 5

¿Por qué a mí? Capítulo 4

¿Por qué a mí? Capítulo 3

¿Por qué a mí? Capítulo 2

¿Por qué a mí? Capítulo 1

Gay, casos de la vida real.

Gay, casos de la vida real.

Gay, casos de la vida real.

Gay, casos de la vida real.

Gay, casos de la vida real.

El Otro. Parte 3

El Otro. Parte 2

El Otro. Parte 1

Gay, casos de la vida real.

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 18

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 17

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 16

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 15

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 14

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 13

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 12

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 11

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 10

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 9

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 8

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 7

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 6

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 5

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 4

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 3

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 2

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 1

Gay, casos de la vida real.

Antes de Rockear al Destino. Capítulo 3

Antes de Rockear al Destino. Capítulo 2

Antes de Rockear al Destino. Capítulo 1

Gay, casos de la vida real.

El chico de mis sueños. Final Alternativo Dos.

El chico de mis sueños. Final Alternativo Uno.

El chico de mis sueños. Capítulo 8

El chico de mis sueños. Capítulo 7

El chico de mis sueños. Capítulo 6

Breve Mensaje a mis Lectores.

El chico de mis sueños. Capítulo 5

El chico de mis sueños. Capítulo 4

Heridas de Amor.

El chico de mis sueños. Capítulo 3

Gay, casos de la vida real.

El chico de mis sueños. Capítulo 2

El chico de mis sueños. Capítulo 1

Sacrilegio Capítulo 7

Show en Cam Four... (Parte 3, final)

Show en Cam Four... (Parte 2)

Show en Cam Four... (Parte 1)

Sueños de una Noche

Nuestro Secreto

Es Cuestión del Destino. Capítulo 19

Es Cuestión del Destino. Capítulo 17

Es Cuestión del Destino. Capítulo 16

Es Cuestión del Destino. Capítulo 15

Es Cuestión del Destino. Capítulo 14

Es Cuestión del Destino. Capítulo Especial Pt. 2

Es Cuestión del Destino. Capítulo 13

Sacrilegio Capítulo 6

Es Cuestión del Destino. Capítulo 12

Es Cuestión del Destino. Capítulo 11

Es Cuestión del Destino. Capítulo 10

Es Cuestión del Destino. Capítulo 9

Es Cuestión del Destino. Capítulo 8

Es Cuestión del Destino. Capítulo 7

Es Cuestión del Destino. Capítulo 6

Es Cuestión del Destino. Capítulo 5

Es Cuestión del Destino. Capítulo 4

Es Cuestión del Destino. Capítulo 3

Es Cuestión del Destino. Capítulo 2

Es Cuestión del Destino. Capítulo 1

Sacrilegio Capítulo 5

Sacrilegio Capítulo 4

Licua-Mix de Relatos 2013

Licua-Mix de Relatos 2013

Sacrilegio Capítulo 3

Sacrilegio Capítulo 2

Sacrilegio Capítulo 1

Luna de Miel Capítulo 15 Gran Final

Luna de Miel Capítulo 14

Luna de Miel Capítulo 13

Luna de Miel Capítulo 12

Luna de Miel Capítulo 11

Luna de Miel Capítulo 10

Luna de Miel Capítulo 9

Luna de Miel Capítulo 8

Luna de Miel Capítulo 7

Luna de Miel Capítulo 6

Luna de Miel Capítulo 5

Luna de Miel Capítulo 4

Luna de Miel Capítulo 3

Luna de Miel Capítulo 2

Luna de Miel

En los ojos del amor Capítulo 37 Gran Final

En los ojos del amor Capítulo 36

En los ojos del amor Capítulo 35

En los ojos del amor Capítulo 34

En los ojos del amor Capítulo 33

En los ojos del amor Capítulo 32

En los ojos del amor Capítulo 31

En los ojos del amor Capítulo 30

En los ojos del amor Capítulo 29

En los ojos del amor Capítulo 28

En los ojos del amor Capítulo 27

En los ojos del amor Capítulo 26

En los ojos del amor Capítulo 25

En los ojos del amor Capítulo 24

En los ojos del amor Capítulo 23

En los ojos del amor Capítulo 22

En los ojos del amor Capítulo 21

En los ojos del amor Capítulo 20

En los ojos del amor Capítulo 18

En los ojos del amor Capítulo 19

En los ojos del amor Capítulo 17

En los ojos del amor Capítulo 15

En los ojos del amor Capítulo 16

En los ojos del amor Capítulo 14

En los ojos del amor Capítulo 13

En los ojos del amor Capítulo 12

En los ojos del amor Capítulo 10

En los ojos del amor Capítulo 11

En los ojos del amor Capítulo 8

En los ojos del amor Capítulo 9

En los ojos del amor Capítulo 7

En los ojos del amor Capítulo 6

En los ojos del amor Capítulo 5

En los ojos del amor Capítulo 4

En los ojos del amor Capítulo 3

En los ojos del amor Capítulo 2

En los ojos del amor Capítulo 1

Rockeando al Destino Capítulo 23 Gran Final

Rockeando al Destino Capítulo 22

Rockeando al Destino Capítulo 21

Rockeando al Destino Capítulo 20

Rockeando al Destino Capítulo 19

Rockeando al Destino Capítulo 18

Rockeando al Destino Capítulo 17

Rockeando al Destino Capítulo 16

Rockeando al Destino Capítulo 15

Rockeando al Destino Capítulo 14

Rockeando al Destino Capítulo 13

Rockeando al Destino Capítulo 12

Rockeando al Destino Capítulo 11

Rockeando al Destino Capítulo 10

Rockeando al Destino Capítulo 9

Rockeando al Destino Capítulo 8

Rockeando al Destino Capítulo 7

Rockeando al Destino Capítulo 6

Rockeando al Destino Capítulo 5

Rockeando al Destino Capítulo 4

Rockeando al destino Capitulo 1

Rockeando el Destino Capítulo 3

Rockeando al Destino Capitulo 2