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Es Cuestión del Destino. Capítulo 2

en Gays

Hola!

Mil disculpas por el retraso del segundo capítulo, la verdad es que no tenía ganas de continuar escribiendo, mi depresión hace que me encierre y me hunda entre mis más tristes pensamientos, pero ya estoy aquí tratando de salir adelante...

Gracias por ser pacientes, disfruten y comenten.

 

CAPÍTULO DOS

 

LOS ORÍGENES DE ADONAÍ.

 

Después de la gran desvelada de la noche anterior; Miranda en su habitación del hotel despertaba, algo sedienta y un poco desguanzada, bostezando, tomaba su celular y revisaba las fotos de la boda, sonriendo y suspirando pasaba de foto en foto, teniendo sobrios recuerdos de la ceremonia religiosa, la ceremonia por lo civil y así como su presentación con “Lipotimia”, donde al ver la foto que se tomó con Cristián, suspiraba diciendo muy sonriente. – Es una pena que seas gay, tan guapo, tan atractivo, tan hermoso, Cristián mi amor, eres como los buenos vinos, entre más añejos más buenos y tú no eres excepción, estas muy bueno.

– Cambiando su semblante y poniéndose sería decía. – Envidio tanto a Sebastián, te disfruta todas las noches, te besa todos los días, te tiene cerca siempre, lo envidio tanto.

– Miranda continuaba viendo las fotos y sonreía en cada foto en la que Cristián salía; ella suspirando se preguntaba. – ¿Qué sé sentirá hacer el amor contigo?

– Miranda sonriendo se quedaba en su cama, esperando el momento de animarse para levantarse y darse un buen baño.

Mientras en casa de la feliz pareja; los rayos del sol acariciaban el rostro de  Cristián, él en cama, se giraba y aún dormido extendía su brazo para abrazar a su amado Sebastián, pero sorpresa se llevó al sentir el vació del lado derecho de la cama, un poco dormitado, abría los ojos y se percataba que efectivamente su esposo se había levantado ya.

Cristián se estiraba en la cama diciendo. – ¡Quiero dormir más!

– Una vez estirado, se enderezaba y se iba al baño a lavarse los dientes; en el acto, se miraba al espejo y recordaba lo que Miranda había dicho y hecho cuando estaban en el estacionamiento esperando a Sebastián, así como lo que ella le propuso cuando la fue a dejar al hotel y su intento de seducirlo y acostarse con él; Cristian perturbado escupía y continuaba lavándose los dientes un tanto confundido, nuevamente en su mente recordaba el beso apasionado que se había dado con Miranda, comenzando a sentir una leve erección.

Cosa que hizo que parara de cepillarse y dijera. – ¡¿Qué rayos me está pasando?!

– Muy pensativo, se terminaba de enjuagar la boca, se lavaba la cara y mirándose al espejo se decía preocupado. – No me puede estar pasando, otra vez esta confusión.

– Él estando en bóxer salía de la habitación, pasando a la habitación de junto a revisar a su hijo que aún continuaba durmiendo, posteriormente bajando las escaleras de una forma silenciosa escuchaba ruido en la cocina, así como también escuchaba a Sebastián que mientras preparaba el desayuno en la estufa cantaba “Rockeando al Destino”; canción que años atrás Cristián y Sebastián cantaron en la graduación, en una noche muy especial para ambos.

Sebastián feliz y sonriente colocando los huevos estrellados en los platos cantaba. – Tú tienes el rock y yo tengo la pasión, tú tienes el rock y yo tengo la razón.

– Cristián sonriendo mirándolo desde la puerta suspiraba y descalzo, con mucho cuidado tomaba por sorpresa a Sebastián, abrazándolo mientras estaba de espaldas y sonriéndole, al oído le decía. – Ambos tenemos un ritmo que los hace vibrar, ambos tenemos un ritmo que los hace rockear y rockear, ¡Oh Si! Rockear juntos, Rockeando al destino.

– Sebastián con una mano agarrando el brazo de Cris y con la otra le apagaba a la estufa, se volteaba a él preguntándole. – ¡¿Me estabas escuchando?!

– Sebastián se sonrojo y Cristián le sonrió, le dio un tierno beso, lo tomo más fuerte y le dijo. – Escuche solo la última estrofa, aunque me hubiera gustado escucharte cantar toda la canción.

– Sebastián apenado lo abrazaba y le decía. – ¡Qué vergüenza!

– Cristián sonriendo lo enderezaba y le agarraba las mejillas diciéndole. – ¡Vergüenza no! Cantas hermoso amor, me gusta verte sonrojar, te ves tan tierno a pesar de los años y del tiempo, me sigues gustando, me sigue gustando tu ternura, tu forma de ser, tu sencillez, ¡Todo tú me encanta!

– Sebastián más rojo se ponía y le decía. – No mientas, canto feo.

– Cristián le besaba la frente y le decía. – Me gustaría que me cantaras al oído, esa dulce voz que tienes me gusta.

– Sebastián mirándolo a los ojos le decía. – Eres un mentiroso amor, canto feo.

– Cristián sonriéndole le agarraba por la cintura y le decía. – Cantas hermoso, te amo.

– Sebastián regalándole una sonrisa lo besaba dulcemente, y entre beso y beso le decía. – Sabes… Me encanta… Cuando siempre… Me tomas por la… Espalda… Te amo… Mucho.

– Cristián de misma forma le respondía. – Te gusta… Que siempre… Te… De… Susto por… La espalda y… Te besé después… Yo… Te… Amo… Mucho más… Que tú… A mí.

– Sebastián sosteniéndole la cara a su marido le decía de forma sería. – Yo creía que entre homosexuales nunca se podría entablar el verdadero amor, pero creo que me equivoque, ahora creo en el amor y que este amor que sentimos ha vencido muchos obstáculos.

– Cristián pensativo mirándolo le decía. – Yo estaba peor que tú, sabes a lo que me refiero, pero gracias a ti pude despejar dudas sobre mí, sobre mi forma de ser, de amar, de pensar, querer y sobretodo contigo aprendí a ser maduro, te debo mucho, juntos hemos vencido obstáculos como dices y también logramos cumplir el sueño que hace años tuviste, el de tener a nuestro hijo presente, los amo, los quiero y por ustedes daría mi vida si fuera necesario.

– Sebastián abrazándolo decía. – ¡Te amo mucho, te amo, te amo, te amo…!

– Cristián lo apretaba fuerte y en su mente se decía. – Miranda es solo algo pasajero, yo soy gay, me gusta Sebastián y lo amo a él.

– Sebastián soltando poco a poco a Cris decía. – Bien amor, desayuna que es tarde ya.

– Cristián desconcertado exclamaba. – ¡¿Tarde?! ¡Sí aún es temprano!

– Sebastián tomando los platos y poniéndolos en el desayunador le decía. – Amor, dormiste mucho, son casi las doce del mediodía, ya es tarde, anda siéntate a desayunar, subiré a ver a Adonaí a ver si ya se despertó.

– Cristián sonriendo pícaramente, agarro nuevamente por la espalda a Sebas y besándole el cuello le preguntaba provocantemente. – ¿Qué tal amor si te desayuno completito?

– Sebas sintiendo la excitación de Cristián le decía. – Amor, ¿Me quieres desayunar?

– Sebastián sonreía coquetamente mientras Cristián le decía al oído entre susurros. – Quiero desayunarte, comerte y cenarte… ¡Quiero hacerte el amor como loco!

– Cris ya estaba excitado, su pene se notaba muy erecto en ese bóxer de licra color negro, mientras que Sebas en playera interior de tirantes y bóxer rojo, estaba sintiendo los besos de él en su cuello y nuca, ambos comenzaron a besarse apasionadamente, a tocarse y abrazarse, derrochaban amor.

Cristián comenzaba a meter la mano suavemente y acariciaba las nalgas de Sebas, poco a poco su dedo índice lo iba introduciendo lentamente en el recto de él haciéndolo suspirar y vibrar de la excitación, Cristián se excitaba más y más al ver como su esposo se estremecía al sentir como le metía su dedo en el ano.

Sebastián besando a Cristián le mordía el labio y la barbilla, recorría son su lengua su cuello y en el hombro derecho le daba una ligera mordida provocando así una excitación más fuerte a él.

Haciendo que Cris se bajará el bóxer y le dijera. – Házmelo oral amor.

– Sebastián excitado lo besaba y le decía. – Sí, lo haré.

– Hincándose con la mano derecha sujetaba de forma delicada el miembro de Cris, con la lengua rosaba la cabeza del pene que estaba húmeda de precum.

Cristián gemía y le decía. – Mmm… ¡Que rico amor, así!

– Cris agarraba ligeramente la cabeza de Sebas y le movía indicándole donde quería que lamiera, Sebas dejándose llevar por la mano de él, lamia los testículos así como parte del pene, ambos estaban muy excitados, muy apasionados.

Cristián ya impaciente exclamó. – ¡Mámalo ya amor!

– Sebastián mirando directo a los ojos de él, se iba introduciendo el pene en su boca poco a poco, haciendo que la excitación fuera más y más potente, Cristián mirándolo fijamente a los ojos sentía que estaba por venirse en la boca de Sebas, cuando de pronto Becker con un caminado aletargado, daba aviso a la pareja de que Adonaí se había despertado.

De forma muy presurosa, Sebastián se levantó limpiándose la boca con una servilleta y Cristián colocándose de nuevo el bóxer muy a prisa.

Adonaí en pijama, veía a sus papás algo sofocados y nerviosos, él les sonreía preguntando. – ¿Qué hacían?

– Sebastián y Cristián agitados, exaltados y apenados no sabían que responder, en un momento de silencio, Sebastián miró el desayuno y respondió inmediatamente. – Mi precioso, estábamos haciendo el desayuno y nos espantaste a tu papá y a mí.

– Cristián ingeniándose le decía. – Así es chaparro, tu papi y yo estábamos preparando el desayuno para ti, iba a ser una sorpresa pero nos ganaste.

– Adonaí los miro de forma noble y les dijo. – Quiero comer, Becker también.

– Cristián algo nervioso, trataba de ocultar su erección que aún se hacía presente.

Sebastián tratando de atajar, decía. – Amor, siéntate a desayunar, subiré a Adonaí a cambiarle el pañal.

– Cristián poco a poco se iba a sentar lentamente y de forma algo obvia al querer esconder su erección; cosa que su hijo pregunto con toda inocencia. - ¿Por qué caminas así papá?

– Cristián nervioso le respondía. – Me duele mi estómago por no comer bien, por eso camino así como viejito, agachado.

– Adonaí inocentemente preguntaba. – ¿Cómo caminan los viejitos que no son viejitos?

– Sebastián y Cristián ante la pregunta inocente de su hijo sonreían y Sebas le respondía. – Los viejitos que no son viejitos caminan como yo, así derechos.

– Adonaí riéndose dulcemente decía. – Tú ya estás viejito.

– Sebastián sonriendo se lavaba las manos en el fregadero y se enjuagaba la boca en lo que Cristián le decía. – No hijo, tu papi no está viejito, yo sí ya lo estoy.

– Adonaí rascándose la cabeza le decía. – No papá, no eres viejito.

– Adonaí volteando a ver a Becker que estaba echado bajo la mesa, lo señalaba diciendo. – Becker si es viejito.

– Cristián sonriéndole a su hijo le decía de forma amable. – Eres un angelito muy preguntón.

– Sebas con las manos ya limpias y secas cargaba a Adonaí diciendo. – Vamos a cambiarte el pañal y a ponerte tu calzoncito entrenador, aunque creo que no estás orinado, ni echo del popo, aun así vamos a la recamara para bajar y acompañar a papá en el desayuno.

– Adonaí aventándole besos a su papá le decía. – ¡Te quiero papá!

– Cristián le sonreía diciendo. – Anda chaparro, deja que tu papi te cambie el pañal y bajen pronto a hacerme compañía, en lo mientras vuelvo a calentar el desayuno, se enfrío.

– Sebastián subía las escaleras con su hijo cargando y le iba diciendo. – Vamos rápido que no tarda en llegar la abuela a verte.

– Dejando a Cristián en la cocina, él agarraba los platos y los metía al microondas, volvía a calentar el café en la cafetera y pensaba. – Nuevamente me quedo con las ganas de poder hacerle el amor a Sebastián, eso de tener hijos es complicado.

– Entre sus pensamientos, Becker se le acercaba y moviéndole la cola lentamente se sentaba en los pies de Cris, indicándole que ya tenía hambre y quería que le sirvieran sus croquetas remojadas con leche, puesto que el perro ya está muy viejito y se ha quedado sin dientes, ahora solo come croquetas humedecidas y sus vitaminas para que este más o menos animado el cansado perro.

En la habitación de Adonaí; Sebastián le quitaba el pañal y se daba cuenta que el pequeño no se había hecho del baño, cosa que alegraba mucho a Sebas, pues estaba indicando que el niño ya estaba controlando su incontinencia nocturna.

En lo que le ponía su calzoncito entrenador, Sebas miraba las fotos que decoraban la pared de la habitación del pequeño, en la foto más grande se veía a la pareja cargando a Adonaí de tan solo unos meses de nacido en la boda de sus amigos Erick y Gabriel, quienes se casaron hace como dos años aproximadamente; en otras fotos se veía a Adonaí sentado en la arena y Becker cuidándolo de que no se lo llevaran las olas del mar; en otra foto se veía a Cristián cargando al pequeño un poco más crecidito mientras sonreían a la cámara; otra foto mostraba a Sebastián cargando al pequeño Adonaí en pleno mar; en el collage de fotos, se veía a los padres de Cristián cargando a su nieto en su primera fiesta de cumpleaños, junto a su abuela, madre de Sebas y los tíos del pequeño con sus primos; otro cuadro con otra foto se veía a Sebastián cargándolo mientras le daba biberón y se quedaba dormido sentado en un sofá teniendo a los pies a Becker.

Sebastián sonriendo y derramando una lágrima pensaba mirando a su hijo jugar con su perro de peluche. – Increíble que hayan pasado ya casi tres años de aquella vez que apareciste abandonado en el contenedor de basura esa noche lluviosa; mírate ahora, eres un niño criado con mucho amor, rodeado de mucho amor y cuidado con mucho amor, eres un angelito que vino a fortalecer mi relación con Cristián, te amo mucho hijo, los amo, nuestro cariño hacia ti es inmenso.

– Adonaí al ver a Sebastián con una mirada nostálgica y ojos llorosos, el pequeño se paró sobre el colchón a medio vestir y brincando le daba un abrazo a él diciendo. – También te quiero mucho, a ti y a mi papá.

– Sebastián lo abrazaba con mucho amor derramando unas lágrimas diciendo. – Yo te amo más mi pequeño angelito.

– Padre e hijo abrazados fuertemente en el momento que Sebastián derramaba unas lágrimas más y sonreía mirando la foto de las caritas del pequeño Adonaí; en ese instante, el timbre de la casa se hacía sonar, siendo Julieta quién llamaba a la puerta.

Cristián dando un sorbo rápido a su jugo de naranja, gritaba ante la impaciencia del timbre. – ¡Voy! ¡Voy! ¡Vaya que no se pueden esperar! ¡Abriré la puerta así como estoy!

– Sebastián se apuraba a vestir a su hijo y cargándolo bajaba las escaleras para ver si era su mamá.

Cristián apurado abría la puerta sin verificar quién tocaba, vaya sorpresa al ver que era su suegra; apenado se sonrojaba y tratándose de tapar decía. – Suegra, buenos días… Disculpe… Disculpe…

– Julieta le sonreía diciéndole. – No te preocupes hijo, no te preocupes… Todo está bien.

– Cristián apenado le decía. – Pase suegra, pase, está en su casa.

–  Julieta entraba a la casa y Cristián cerraba la puerta y se trataba de cubrir, pues estaba únicamente en bóxer.

Sebastián al ver a su mamá termino de bajar las escaleras y dijo. – Mamá, que gusto verte, vienes un poco más temprano de lo acordado.

– Julieta le respondía sarcásticamente. – ¡Vaya! ¡¿Cómo te ha ido mamá?! Bien hijo gracias, puedo ofrecerte algo, no hijo gracias… Vienes muy temprano de lo acordado, mamá.

– Sebastián agachando la cabeza, sonrojado decía. – Disculpa mamá, ¿Todo bien?

– Julieta le respondía todo bien hijo, vine por mi nieto adorado para llevarlo a la fiesta a la que lo invitaron, ¿Ya se te había olvidado?

– Cristián cubriéndose, apenado decía. – Disculpe suegra, se queda en su casa, voy por mi bata, permiso.

– Cristián subía rápido las escaleras, dejando en la antesala a su suegra con su amado Sebastián y su pequeño hijo.

Sebastián bajando a Adonaí decía. – ¡Cierto, se me había olvidado la fiesta! Hijo, saluda a tu abuela… Ya sabes que debes de saludarla.

– Adonaí sonriéndole tiernamente corría a abrazarla y Julieta emocionada se agachaba para recibir ese abrazo diciendo. – Mi niño hermoso, tenía rato de no verte, tus papás no te habían llevado a la casa a verme.

– Adonaí le decía tiernamente. – Es que mis papás han estado ocupados abuelita.

– Ella lo alzaba para cargarlo, mientras Sebastián le decía justificándose. – ¡Ay mamá, discúlpame de verdad! Pero estas dos semanas estuvieron muy pesadas, por la boda de Miren y Mateo, y también porque hemos tenido mucho trabajo, con decirte que lo de la fiesta se me había pasado, ¿Sí podrás llevarlo?

– Julieta sonriéndole le respondió. – Claro que sí hijo, pero a ver dime, ¿Por qué no pueden llevarlo ustedes?

– A lo que Sebastián un poco nervioso le dijo. – Ven mamá, te contaré en la sala, no quiero que Cristián escuche.

– Julieta preocupada caminó con Adonaí en brazos mientras Sebastián le contaba el porqué de la situación.

Mientras tanto, Cristián en su recamarera, se colocaba su bata y se disponía a bajar, cuando miro que su celular parpadeaba, indicando que tenía mensajes sin leer; él un tanto intrigado se acercaba y se preguntaba. – ¿Quién podrá ser?

– Al revisar el teléfono, se daba cuenta que era Miranda, la cual insistía en que se vieran a escondidas.

Cristián recordaba lo que había pasado anoche y sintió una leve erección, se tocó el bóxer y revivió los besos de Sebastián y la forma en la que le chupaba el pene.

Cristián suspirando decía. – ¡Estas ganas, estas terribles ganas de tener sexo!

– Apunto estaba por marcarle a Miranda, cuando su mirada se posó en la foto familiar, dónde se les veía muy sonrientes con el pequeño niño; él la agarro y dijo. – ¡Jamás te sería infiel amor, jamás!

– Cristian colocó el celular de nuevo en el buró y ya por salir de la habitación tratando de calmarse, su teléfono comenzó a sonar, de forma rápida se apresuró y contesto la llamada, la cual era Miranda que le decía. – Hola Guapo, ¿Cómo amaneciste?

– Cristián tartamudeando de nervios le respondía. – Pues, pues, bien, ¿Y tú?

– Miranda recién bañada le decía sonriente. – También bien, acabo de salir de bañarme, ¿Qué haces tú?

– Cristián sentándose a la orilla de la cama respondía de forma segura y directa. – Pues estoy por bajar a desayunar al lado de mi esposo y de mi hijo.

– Miranda haciendo mueca de disgusto decía. – Mmm… Bien, pues provecho, será un desayuno casi comida, que les sepa rico.

– Miranda sonriendo maliciosamente decía. – Saludos a Sebastián y al pequeñín, espero poder verte aunque sea un rato, tenemos algo pendiente de anoche, ¿Recuerdas?

– Miranda mordiéndose el labio sonreía.

– Cristián quedándose mudo por unos segundos, le respondía de forma directa. – No recuerdo nada y lo que no recuerdo no paso, qué pases buena tarde Miranda y disculpa que cuelgue, pero mi esposo y mi hijo me esperan, hasta después.

– Cristián cortaba la llamada; haciendo que Miranda en su habitación de hotel aventara el celular directo a la cama y se enojará ante tal desplante vivido.

Cristián sin pensarlo más, se metía presuroso al baño, se desnudaba y abría la llave de agua fría, metiéndose, comenzaba a masturbarse teniendo imágenes entre encontradas con Miranda y con Sebastián; sintiendo el agua recorrer su cuerpo maduro, decía. – ¡Sólo quiero hacerte a ti el amor, solo a ti!

– Cristián continuando masturbándose de forma dura y rápida imaginaba que estaba su amado con él, provocando así que se viniera a grandes chorros que salpicaban la pared del baño, su semen bajaba lentamente al piso junto con el agua que se salpicaba, dejándose tocar por el agua se decía. – ¡Antes de pensar en otra cosa… prefiero esto!

– Cristián continuaba bañándose y tratando de entender lo que pasaba.

Por otro lado, Sebastián le contaba por qué no podían llevar a Adonaí a la fiesta.

Julieta molesta exclamaba. - ¡No puedes permitir eso!

– Sebastián tratando de calmar a su mamá le decía. – ¡Mamá, mamá! Adonaí está aquí presente, cálmate.

– Adonaí sorprendido pregunto. - ¡¿Qué pasa?!

– Julieta respirando profundo le contestaba. – Nada mi niño, no pasa nada…

– Sebastián ingenioso le decía. – Hijo, ve a ver si papá le dio de comer a Becker, sino le ha dado le das tú.

– Adonaí inocente decía. – Sí papi como digas, te quiero.

– El pequeño niño se fue hacer la tarea encargada por su papá para así continuar con la charla.

Julieta molesta decía. – ¡Eso lo tiene que saber Cristián! ¡No me explico como a estas alturas siga existiendo el repudió ante los homosexuales!

– Sebastián tratando de calmar a su mamá le explicaba calmadamente. – A ver mamá, no estoy diciendo que es eso que piensas, no podía decirte bien las cosas con las palabras correctas por la presencia de mi hijo aquí, pero ahora que se fue, te puedo decir, que lo que en verdad pasa es, que en la guardería dónde ahora está Adonaí, no ven con buenos ojos que sus padres seamos dos hombres en vez de un hombre y una mujer; ¿Si me explico?

– Julieta le respondía molesta. – ¡Es lo mismo, es homofobia!

– Sebastián moviendo la cabeza le decía tranquilo sin exaltarse. – No mamá, no es homofobia, simplemente que les parece raro ver que una pareja gay tenga a un hijo, si ya bien nos aceptaron como somos, ahora los heterosexuales, bisexuales, lesbianas, transexuales, transgéneros, travestis, homosexuales y hasta los intersexuales podemos convivir en paz, sin necesidad de violencia y repulsión; claro no en su totalidad, pero al menos ya no es como antes; ya no tenemos que ocultarnos para besarnos,  ahora podemos caminar por la calle tomados de las manos, abrazarnos en lugares públicos, convivir como lo que somos una pareja gay; pero aún hay gente que no está de acuerdo con que tengamos posibilidades de adopción, uno de ellos es la iglesia que nos sigue anteponiendo sus leyes, pero no nos rigen sus leyes como en la época de la colonia.

– Julieta tratando de razonar, le decía un poco tranquila. – Hijo, es que eso no se puede quedar así, debes acudir a derechos humanos y contárselo a Cristián, ¿Te han hecho alguna grosería? ¿Al niño le han hecho algo?

– Sebastián calmado respondía. – Mamá nada de eso, ninguna grosería, no le han hecho nada a mi hijo, solo que no quiero incomodar a los demás padres de familia que estarán en la fiesta infantil, no quiero contarle a Cristián nada, porque si así te pusiste tú, imagínate a mi marido, reaccionaria de forma violenta sin escuchar de razones; no pierdo las esperanzas de que así como aceptaron el matrimonio homosexual y  de que exista convivencia entre la comunidad LGBTTTI y los heterosexuales, también se abra la posibilidad de que no miren feo a los parejas de la comunidad con hijos, es lo que más deseo, que todo sea pacifico, es por eso que no quiero incomodar; ¿Sí me harás el favor de llevarlo y no decirle nada a Cristián?

– Julieta siendo sostenida de sus manos por su hijo le respondía sonriente. – Hijo mío, siempre buscando el bienestar de todos, eres magnifico hijo, te adoro, por supuesto que no diré nada y por supuesto que llevaré a Adonaí a la fiesta.

– Sebastián sonriente, abrazaba a su mamá y le daba un beso tierno en la mejilla, ambos sentados en el sofá, se separaban y Julieta sonriente decía. – Verás que en un tiempo no muy lejano, ustedes y Adonaí podrán convivir como la gente normal con sus hijos, sin ser mirados de forma rara.

– Sebastián le decía sonriendo. – Ya convivimos como la gente normal, pero aún me cuesta ser como Cristián de no darle importancia a las demás personas, aún me da un poco de pena besarme con él frente al niño.

– Julieta tocándole la mano a su hijo le decía. – Su amor no se puede ocultar, mucho menos a su hijo, todos estos años han superado muchas cosas, con la llegada de mi precioso angelito fue el final de una etapa y el comienzo de otra, ambos han madurado, ambos son adultos hechos y derechos, pero aún conservan su alma tierna y ruda correspondiente a cada uno de ustedes dos; siempre has tenido sensibilidad ante las cosas, eso ha hecho que Cristián siga enamorado de ti.

– Sebastián se sonrojaba y le decía. – Mamá, me sonrojas con lo que dices, pero si tienes razón, la llegada de Adonaí fue el final y comienzo de una etapa en nuestras vidas como pareja, agradezco a Dios que haya permitido que hayamos sido nosotros los padres adoptivos de mi precioso bebé…

– Julieta interrumpiéndole decía. – Hijo, Dios permitió que las cosas fueran así, pero también la forma en la que las cosas pasaron, aún recuerdo esa noche lluviosa en la que me hablaste a la casa, de madrugada, diciendo que habían encontrado entre la basura a un pequeño niño de días de nacido, recuerdo también que ustedes estaban nerviosos porque no paraba de llorar, Cristián fue por mí a la casa y me trajo con ustedes para ver qué pasaba, mojados fuimos al hospital de madrugada, porque el pequeño estaba ardiendo en fiebre y moría de hambre, ustedes estuvieron siempre al pendiente de él en los días que estuvo internado, pagaron la cuenta del hospital, su bondad, su protección e instinto paternal les hizo acreedores a que el juez les otorgara la custodia, patria potestad así como la adopción legal de Adonaí; de recordar eso me da ternura y a la vez coraje por esa mujer malnacida y malparida, ni una perra es capaz de hacer eso a sus propios cachorros; pero bueno, gracias a eso, ustedes tienen al pequeño y lo cuidaron tan bien que ahora es un niño feliz rodeado de mucho amor.

– Sebastián tranquilo decía. – No le deseo mal a la madre de Adonaí, pero espero ojala un día se arrepienta de lo hecho y aunque lo dudo mucho, si ella desea verlo, adelante, pero nunca le sedería a ella el cuidado y convivencia sin supervisión de alguno de nosotros, hizo mal y en su conciencia quedará.

– Adonaí corriendo interrumpiendo gritaba. – ¡Ya vamos a desayunar!

– Sebastián se levantaba del sofá y contento recibía a su hijo cargándolo.

Julieta contenta le decía. – Vamos, vamos a desayunar.

– Sebastián cargando a su pequeño le preguntaba sonriente. – ¿Ya está tu papá en el desayunador?

– Adonaí  sonriendo le respondía. – Sí, está sentado esperándonos.

– Sebastián apenado decía. – ¡Vaya que cosas!, ¿Nos acompañas mamá?

– Julieta se levantaba y feliz le respondía. – Claro que sí hijo, los acompaño, viendo la hora, es temprano para irnos a la fiesta, pues darán apenas la una de la tarde y la fiesta es a las cuatro, aún hay tiempo, vamos.

– Juntos caminaron al desayunador, donde Cristián al verlos, se levantó de su silla y le cedió el lugar a su suegra, la cual amablemente rechazó tomando asiento junto a su nieto, para que así Sebastián se sentará al lado de su esposo.

Con un beso, Sebastián decía. – Veo que hasta te bañaste.

– Cristián le respondía con un beso tierno y diciéndole. – Tenía que hacer tiempo, mi suegra y tú tenían mucho que platicar, me imagino que era mucho por estas dos semanas de no verse y conversar largo y tendido.

– Cristián dirigiéndose a su suegra le preguntaba. – Suegra, ¿Por qué no asistió a la boda, si se puede saber?, hubiera ido, nos regresamos muy de madrugada, bueno casi al amanecer.

– Julieta al escuchar eso respondió un poco molesta. – Pues me sentía indispuesta, los achaques de la edad, nada de qué preocuparse, pero ahora que me dicen que llegaron casi al amanecer, hubiera ido.

– Cambiando el tono de voz Julieta les regañaba diciendo. – ¡Hicieron mal al desvelar al pobre de mí nietecito, no saben que un niño de esta edad no puede desvelarse tanto! ¡Más tú Sebastián que eres psicólogo debes saber eso!

– Ambos apenados, sonrojados, se agachaban y decían. – Perdón, pero es que la fiesta estaba muy buena.

– Julieta reprendiéndolos les decía. – ¡Nada de buena! ¡Ya son adultos, ya son papás, tienen responsabilidades, debieron pensar en el niño antes! ¡Pero en fin ya paso, ojala no vuelva a suceder!

– Después de ser regañados por Julieta, la familia se disponía a desayunar, bueno ya comer porqué a esa hora ya era comida.

Es cuestión del Destino.

 

 

Pues espero el capítulo de hoy me ha costado escribir por razones ya dichas, espero me entiendan y me apoyen, les mando saludos, mil gracias por leerme y valoren a su criterio, sugerencias en FB, Mail o en comentarios... Tengan un grandioso día.

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Licua-Mix de Relatos 2013

Sacrilegio Capítulo 3

Sacrilegio Capítulo 2

Sacrilegio Capítulo 1

Luna de Miel Capítulo 15 Gran Final

Luna de Miel Capítulo 14

Luna de Miel Capítulo 13

Luna de Miel Capítulo 12

Luna de Miel Capítulo 11

Luna de Miel Capítulo 10

Luna de Miel Capítulo 9

Luna de Miel Capítulo 8

Luna de Miel Capítulo 7

Luna de Miel Capítulo 6

Luna de Miel Capítulo 5

Luna de Miel Capítulo 4

Luna de Miel Capítulo 3

Luna de Miel Capítulo 2

Luna de Miel

En los ojos del amor Capítulo 37 Gran Final

En los ojos del amor Capítulo 36

En los ojos del amor Capítulo 35

En los ojos del amor Capítulo 34

En los ojos del amor Capítulo 33

En los ojos del amor Capítulo 32

En los ojos del amor Capítulo 31

En los ojos del amor Capítulo 30

En los ojos del amor Capítulo 29

En los ojos del amor Capítulo 28

En los ojos del amor Capítulo 27

En los ojos del amor Capítulo 26

En los ojos del amor Capítulo 25

En los ojos del amor Capítulo 24

En los ojos del amor Capítulo 23

En los ojos del amor Capítulo 22

En los ojos del amor Capítulo 21

En los ojos del amor Capítulo 20

En los ojos del amor Capítulo 18

En los ojos del amor Capítulo 19

En los ojos del amor Capítulo 17

En los ojos del amor Capítulo 15

En los ojos del amor Capítulo 16

En los ojos del amor Capítulo 14

En los ojos del amor Capítulo 13

En los ojos del amor Capítulo 12

En los ojos del amor Capítulo 10

En los ojos del amor Capítulo 11

En los ojos del amor Capítulo 8

En los ojos del amor Capítulo 9

En los ojos del amor Capítulo 7

En los ojos del amor Capítulo 6

En los ojos del amor Capítulo 5

En los ojos del amor Capítulo 4

En los ojos del amor Capítulo 3

En los ojos del amor Capítulo 2

En los ojos del amor Capítulo 1

Rockeando al Destino Capítulo 23 Gran Final

Rockeando al Destino Capítulo 22

Rockeando al Destino Capítulo 21

Rockeando al Destino Capítulo 20

Rockeando al Destino Capítulo 19

Rockeando al Destino Capítulo 18

Rockeando al Destino Capítulo 17

Rockeando al Destino Capítulo 16

Rockeando al Destino Capítulo 15

Rockeando al Destino Capítulo 14

Rockeando al Destino Capítulo 13

Rockeando al Destino Capítulo 12

Rockeando al Destino Capítulo 11

Rockeando al Destino Capítulo 10

Rockeando al Destino Capítulo 9

Rockeando al Destino Capítulo 8

Rockeando al Destino Capítulo 7

Rockeando al Destino Capítulo 6

Rockeando al Destino Capítulo 5

Rockeando al Destino Capítulo 4

Rockeando al destino Capitulo 1

Rockeando el Destino Capítulo 3

Rockeando al Destino Capitulo 2