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Es Cuestión del Destino. Capítulo 12

en Gays

Hola! Sin tanta presentación les dejo el nuevo capítulo, espero les agrade... Saludos.

 

CAPÍTULO DOCE.

SE DESINTEGRA EL AMOR.

 

 

En el hotel, Sebastián se encontraba durmiendo, mientras tenía una pesadilla; en la cual veía a Cristián besándose con una persona de forma muy apasionante; dicha persona no se percibía si era hombre o mujer; Adonaí se alejaba poco a poco en cada beso que Cristián le daba a esa persona misteriosa y Sebas quedaba atónito mirándolos besar; el lugar donde estaban comenzaba a ponerse obscuro; Sebas por más que trataba de ver quién era esa persona con la que Cris se besaba, no podía, pues algo o alguien se lo impedía.

Lo único que sí pudo hacer fue voltear a Cristián al cual enojado le cuestionaba. – ¡¿Qué rayos te pasa?! ¡¿Me puedes explicar esto?!

– Cristián al dirigirse a él, lo miraba con cierta frialdad y le decía de forma sería y cortante. – Pasa que ya me harte de ti y de tus inseguridades; buscaré con alguien que sí desee lo mismo que yo, contigo ya no siento amor, no siento nada por ti.

– Cristián empujaba a Sebastián mientras él se iba tras la persona con la que se besaba.

Sebastián caía al suelo y lloraba desconsoladamente mirando a su amor yéndose con esa persona misteriosa tras Adonaí que con su manita le decía adiós; Sebastián en la cama, pataleaba, se retorcía y hacía lo que podía para despertarse, dando un giro sobre la cama, él caía al piso, haciendo que el golpe lo despertará; muy asustado se fijaba que eran las 4:08 de la madrugada; nervioso tomaba su celular y le marcaba a Cristián; quien se había quedado profundamente dormido después de un día agotador; en tanto él abrazando una almohada, escuchaba que su celular comenzaba a sonar y vibrar.

Él adormitado se giraba tomaba su teléfono del buró y respondiera. – Sí, diga.

– Sebastián nervioso le decía. – Cristián tuve un mal sueño, me siento muy angustiado.

– Cristián bostezando se enderezaba y miraba el reloj de pared diciendo. – Amor son las 4:13 de la madrugada, más o menos a esta hora es la hora pesada para algunas personas; pero a ver tú mismo me has dicho que platicando el sueño, eso hace que el acontecimiento suscitado en tu cabeza no se cumpla, así que dime, ¿qué fue lo que soñaste?

– Sebastián muy asustado y nervioso le respondía. – Cierto amor, bueno fue un sueño muy extraño.

– Cristián bostezando ya sentado en la orilla de la cama le preguntaba. – ¿Extraño por qué?

– Sebas respondía de igual forma. – Pues eras tú en una habitación que se estaba obscureciendo, estabas con alguien que no sabía si era hombre o mujer y con dicha persona te encontrabas besándote muy apasionadamente.

– Cristián al escuchar eso su sueño se le fue, haciendo que él se pusiera nervioso preguntando. – ¿Y qué más paso?

– Sebas, sentado en la orilla de la cama le contestaba. – Pues me decías que ya no me amabas, te habías hartado de mí y de mis inseguridades, buscarías a alguien que desee lo mismo que tú, me empujabas y me dejabas ahí mientras te ibas con esa persona, Adonaí me decía adiós con su manita y se perdía entre las penumbras; me dio mucho miedo eso.

– Cristián enmudecido, trago saliva y para calmarlo le dijo. – Sebastián eso fue un sueño, no debes de preocuparte por nada, trata de dormir, mañana nos veremos y platicaremos de tu viaje y sobre el asunto que quiero tratar contigo, ¿te parece?

– Sebastián nervioso le cuestionaba. – ¿Dime que es lo que vamos hablar? ¿Qué es ese asunto que debemos tratar? ¡Dime por favor!

– Cristián sintiéndose acorralado le decía nervioso. – Por favor quiero que te calmes, trates de dormir, lo que quiero hablar contigo es un tema delicado y debemos de hablarlo en persona.

– Sebastián impaciente le decía. – Con decirme eso menos podré dormir, ¿qué es?, quiero saber por favor.

– Cristián bostezaba diciéndole. – Cuando llegues hablamos.

– Sebastián trago saliva, respiró profundo y le dijo. – Bien, como tú digas.

– Cristián y Sebas quedaron en un silencio de unos segundos y Sebastián le dijo con voz quebrada. – Siendo que nuestro amor se está desintegrando poco a poco, el problema es qué no sé por qué.

– Cristián sintiéndose mal por las palabras de su esposo, le dijo triste. – Buenas noches Sebastián.

– Sebastián suspirando le dijo. – Buenas noches mi amor.

– Cortando la llamada, Sebastián se recostaba en la cama, se giraba a la ventana de la habitación y comenzaba a llorar.

Mientras que Cristián desesperado, aventaba el celular contra la pared terminándolo de destruir y desesperado gritaba. – ¡Maldita sea, mil veces maldita sea!

– Cristián se tiraba al suelo y decía a gritos. – ¡Juro que no era mi intención, lo juro, no quiero hacerte daño, no quiero, por favor no quiero que esto acabe así!, ¡sí de verdad existes dios por favor no permitas que este amor que siento por Sebastián se desintegre, estoy muy arrepentido lo juro!

– Cristián se sentía culpable y desesperado por estar acorralado al no saber cómo tratar el tema de su infidelidad y al traicionar su promesa de nunca hacer llorar a Sebastián.

El resto de esa madrugada para ambos fue eterna, pues las horas parecían días, los minutos horas, los segundos minutos y los segundos parecían ser la tortura de un amor que poco a poco se desvanecía.

Siendo las 8 en punto de la mañana, Sebastián salía del baño ya arreglado para salir con rumbo al aeropuerto; su mirada reflejaba cansancio, desesperación, nervios y un miedo que aún no tenía justificación; por otra parte Cristián en bóxer bajaba a prepararse un café a la cocina, sin muchos ánimos, comenzaba hacer el aseo de la casa, para que Sebastián se diera cuenta que estando ausente, él podía también hacer labores domésticas.

Nuevamente en el hotel, Sebastián con maletas listas, salía de su habitación para abordar el elevador; en el pasillo Mateo lo miraba pasar con cierta prisa; ya que había pedido el desayuno en su habitación y se lo habían entregado, cuando Sebas pasaba; él lo detuvo diciéndole. – Buenos días Sebastián, ¿Ya te vas?, creí que te irías con nosotros.

– Sebastián se regresaba hacía él respondiéndole muy triste. – Sí, disculpa, es que ya no aguanto con esta incertidumbre, necesito acabar con esto ya.

– Mateo tratando de ayudar le decía. – Mira pasa a nuestra habitación, estamos por desayunar, come algo y enseguida nos vamos juntos al aeropuerto, vamos pasa.

– Sebastián suspirando levantaba la mirada, sus ojos comenzaban a llenarse de lágrimas; la cual él aguantándose las ganas de llorar, le decía con voz quebrantada. – Gracias, creo me vendría bien un poco de café.

– Mateo le daba el paso; él entrando era observado por Miren, quién interrumpía su desayuno levantándose diciendo. – Sebastián ¿Qué sucede?

– Mateo disculpándose les decía. – Los dejo un rato para que hablen a gusto, pediré que traigan más café y pastel para ti Sebastián, sirve que también pido que nos hagan la cuenta del hotel, con permiso.

– Sebastián sin mirarlo y con voz quebrantada le decía. – Gracias Mateo, con el café está bien.

– Mateo salía de la habitación, dejándolos hablar a gusto y con comodidad.

Miren al verlo mal, le decía. – Necesitas desahogarte, anda, suéltalo, deja que todo fluya.

– Sebastián levantaba poco a poco su mirada y comenzaban a brotar sus lágrimas.

Miren las secaba con una servilleta, lo abrazaba diciéndole. – Anda pequeño, llora saca todo, llora, eso debes de hacer llorar sin pena amigo, aquí estoy yo.

– Sebastián la abrazaba fuertemente diciéndole. – No sé qué pasa con Cristián, antes de venir al congreso nos despedimos muy bien, amorosamente, luego no sé comenzó a ponerse frío, cortante y, y, y pues ya no sé qué hice mal, necesito saber.

– Miren le decía consolándolo. – Amigo, Cristián te ama muchísimo, se ha portado contigo muy bien, su amor es muy fuerte, lo que esté pasando él te lo va a decir, siempre han sido transparentes él uno al otro.

– Sebastián se separaba de ella diciéndole entre sollozos. – Es qué, es qué no sé, no sé, presiento que es algo más, algo que tal vez haga que nuestro amor termine.

– Miren le tocaba la mejilla suavemente diciéndole. – Amigo sea lo que sea él te lo va a decir, de eso lo hablamos ayer que comenzaste a notar cierta distancia, él te dijo que te platicaría las cosas en cuanto llegaras, trata de ser paciente, en unas horas lo tendrás en frente y podrán charlar como dos personas adultas y civilizadas; ahora vamos a desayunar y me ayudas a terminar de empacar, ¿sí?

– Sebastián un poco calmado le decía. – Está bien, está bien, te ayudaré.

– Miren lo abrazaba sonriente diciéndole. – No me gusta verte así, jamás me ha gustado verte llorar, lo sabes bien amigo.

– Sebastián mostrando una ligera sonrisa le decía. – Siempre has estado conmigo en las buenas y en las malas, te quiero mucho.

– Ambos se sentaban y se disponían a desayunar.

En tanto Mateo le marcaba a Cristián al celular, pero le decía que estaba fuera de servicio, así que él marcó al teléfono fijo de casa; inmediatamente Cristián atendía la llamada, algo apurado. – Sí buenos días.

– Mateo le decía serio. – Amigo buen día, sólo llamo para decirte que Sebastián estaba por salir rumbo al aeropuerto, pero lo alcancé a detener en el pasillo de pura coincidencia; se ve que estuvo con insomnio y llorando, se ve fatal.

– Cristián alarmado pregunto. – ¡¿Se encuentra bien?! ¡¿Qué pasa?!

– Mateo le respondía caminando de regreso a su habitación. – Mira hermano lo que tengas que decirle a Sebastián hazlo ya, está muy mal, muy triste, no sabe qué onda contigo, lo que deba de estallar que sea ahora; él te quiere mucho y se ve muy mal si sigue con esa incertidumbre.

– Cristián desesperado le decía. – Lo haré, no puedo mentirle más a él.

– Mateo le preguntaba con curiosidad. – ¿Es algo grave?

– Cristián le respondía triste. – Sí, muy grave para nuestra relación, por favor avísame cuando salgan ya para la ciudad.

– Mateo brindando apoyo le decía. – Amigo, cuentas con nosotros y nuestro apoyo incondicional para ambos.

– Cristián agradeciendo decía. – Hermano muchas gracias, que tengan buen viaje de regreso y un favor.

– Mateo le decía a unos pasos de entrar a su habitación. – No agradezcas para eso estamos los amigos, ¿qué favor es?

– Cristián serio le decía. – Dile a Sebastián que mi celular se descompuso, qué te hable a ti porque no entraba la llamada a su celular, así dile y no se te olvide avisarme cuando vengan de regreso.

– Mateo sin entender le decía. – Claro que sí amigo; se valiente y enfrenta las cosas, recuerda que pase lo que pase, por parte de nosotros tienen nuestro apoyo.

– Cristián nuevamente dando las gracias finalizaba la llamada, para continuar con la limpieza de la casa.

Mateo entraba a la habitación y les decía. – Bueno veo que las cosas ya se calmaron un poco, ya todo está pagado, solo tenemos que firmar la salida y listo.

– Sebastián mostrando leve sonrisa le decía. – Gracias Mateo, gracias Miren, me hizo bien hablar con ella, son grandes amigos.

– Mateo le sonreía diciendo. – Nuestros amores fueron creciendo al igual que nuestra amistad.

– Miren sonreía diciendo. – Pues sí efectivamente, durante estos años hemos sido grandes amigos y nuestras relaciones amorosas han ido evolucionando.

– Sebastián un poco animado, les decía. – El tiempo nos ha hecho fuertes en cuerpo y alma, hemos creado una fortaleza de amor para nuestras respectivas parejas.

– Miren sonreía al ver a su amigo un poco más animado, cuando de momento sintiendo un malestar estomacal, les dijo. – Disculpen, voy al baño, me siento un poco extraña, creo es indigestión, iré al baño permiso.

– Ella se levantaba y caminaba metiéndose al baño; dejándolos a ellos solos.

Sebastián sacaba su celular diciendo. – Disculpa Mateo, le hablaré a Cristián para ver si ya se levantó y decirle que pronto saldremos para allá.

– Mateo recordando lo que le había dicho Cristián, decía. – ¡Oh, espera!, se me estaba pasando, Cristián se comunicó conmigo del teléfono de su casa para decirme que su celular murió, ya no responde, trato de comunicarse contigo pero no entraba la llamada; pero te desea un bonito día y que te quiere mucho.

– Sebastián miraba su teléfono y extrañado decía. – Que raro, tengo señal y tengo crédito, seguramente error de red, en fin, me alegra que me haya mandado los buenos días y decirme que me quiere, me hace sentir un poco mejor.

– Sebastián sonreía un poco; Mateo comenzaba a empacar sus cosas, un tanto nervioso por haber mentido en el recado de Cristián para Sebas.

Miren salía del baño agarrándose el estómago, diciendo. – Pues lo primero que haré llegando a la ciudad es ir a consulta para que me receten algo para desparasitarme, me siento un poco indigesta.

– Sebastián de broma le decía. – Pues mejor ve al ginecólogo para que te ordene una prueba de embarazo, porqué podría ser que lo estés.

– Mateo ilusionado sonreía cerrando su maleta diciendo. – Ojalá, sería un milagro que seamos papás, hemos intentado durante varios años y nada; mucho antes de casarnos esperábamos ser los primeros en ser padres y los que nos ganaron fueron ustedes.

– Miren tomando su maleta les decía. – Pues dudo que sea embarazo, me siento indigesta, no me he sentido rara con otro malestar, solo que desayuné muy rápido y demasiado, espero se me baje la comida en lo que llegamos al lobby; además sí estuviese embarazada, tendría los síntomas comunes y eso que nuestra luna de miel fue bastante sexual.

– Mateo se sonrojaba y agachaba la cabeza.

A lo que Sebastián les decía con una ligera sonrisa. – Es normal esto en las lunas de miel, mucho sexo, mucha pasión y mucho amor, por algo les llaman “luna de miel” así que no te chivees Mateo.

– Mateo aún más sonrojado no decía nada y solo continuaba acomodando sus cosas; Miren mientras jalaba una maleta, le decía a Sebas. – Amigo me ayudas con esta maleta, es de puros regalitos para mis papás, amigos de la oficina y uno especial para ti.

– Sebastián movía la maleta cerca de la puerta y exclamaba diciendo. – ¡Cierto, mi hijo me pidió un regalo, no se me debe de olvidar!

– Mateo acomodando sus cosas le decía para calmarlo. – Tranquilo, aquí el hotel tiene una tienda de regalos, sino encuentras algo del agrado del pequeño Adonaí puedes conseguir algo en la tienda del aeropuerto, con calma todo, nosotros te recordaremos sobre el regalo.

– Sebastián ayudando a su amiga a empacar le decía. – Muchas gracias.

– Poco rato después, teniendo las maletas listas, los tres bajaban por el elevador al lobby, donde Sebastián pagaba su cuenta y firmaba, al igual que Mateo que firmaba y recibía su tarjeta de crédito de regreso.

Miren entraba a la tienda de regalos y encontraba algo para Adonaí; mostrándole a Sebastián el obsequio, él al verlo, aprobó diciendo que le encantaría mucho; pues no sería lo tradicional que se acostumbra a dar como recuerdos del viaje; ya con regalos comprados y ayudados por dos botones, los tres abordaban un taxi con rumbo al aeropuerto; el cual les daba por última vez un recorrido por Cancún, admirando el hermoso mar y sus playas que comenzaban a ocuparse por turistas.

En el aeropuerto, llegaban a tiempo para el vuelo próximo que salía a las 11:30 de la mañana y para su suerte, aún había cupo, así que aprovecharon para comprar los boletos para salir en menos de 40 minutos; luego de verificar maletas y de ser revisados, al fin los tres se encontraban abordó del avión; Mateo le marcaba discretamente a Cristián para informarle que estaban por despegar.

Al cortar la llamada, Cristián comenzaba a ponerse nervioso y se decía. – Qué pase lo que deba de pasar, solo espero me perdones amor mío.

– Cristián nervioso e impaciente se quedaba sentado en el sillón, esperando el momento para ir por Sebastián.

En el avión, Miren veía que Sebastián iba muy tenso y nervioso, ella para calmarlo le decía en secreto. – Oye, debo decirte algo ahorita que Mateo se fue al baño.

– Sebastián guardando su celular, curioso se volteaba y le preguntaba. – ¿Qué es?

– Miren le sonreía y le decía. – Tienes razón en lo que dijiste hace rato.

– Sebastián confundido decía. – Razón, ¿Pues qué dije?

– Miren volteaba para cerciorarse de que Mateo no fuera a regresar y al notar que aún seguía en el baño, le decía en voz baja. – Tienes razón de que debo ir con el ginecólogo.

– Sebastián exclamaba emocionado. – ¡Quieres decir qué!

– Miren le tapaba la boca diciéndole. – Sí, sí, estoy embarazada, pero aún no quiero que Mateo lo sepa, primero debo confirmar la noticia.

– Sebastián la abrazaba diciéndole. – Me alegra mucho, aunque ya estaba teniendo mis sospechas, tu mirada, tu semblante cambiaron y esos antojos, ¡vaya que barbaridad!, pero, ¿cómo fue qué te diste cuenta de qué estás embarazada?

– Miren sonreía diciéndole. – Pues como dices, hubo cambios en mi persona, así que una vez que llegamos a Cancún me hice una prueba de farmacia y salió positiva, según el resultado tengo aproximadamente unas cinco o seis semanas de embarazo; no me quiero emocionar, ya que anteriormente las pruebas caseras me habían salido positivas y las de laboratorio negativas, durante muchos años hemos tratado de tener un hijo, pero como nos dijeron los doctores debíamos de ser pacientes y aunque ambos somos cien por ciento fértiles, por más que intentábamos, no podía quedar embarazada, yo espero y diosito me haga el milagro de que esta prueba que me hice sea la efectiva.

– Sebastián tomándole la mano le decía. – Verás que está vez será la efectiva y me harás tío, solo es cuestión del destino.

– Miren sonreía diciéndole. – Tenía tiempo de no escuchar esa frase; por cierto, ¿ya no usas esa pulsera o sí?

– Sebastián pensativo le respondía. – Pues esa pulsera la tengo guardada, no la uso, pero la guardo con mucho afecto, tiene muchos recuerdos, si hablara contaría todo lo que viví con Cristián mientras fuimos novios.

– Miren suspiraba diciendo. – Sí, esa pulsera tiene historia y muchos recuerdos de su amor; vez como así te ves mejor, alegre y sonriente.

– Sebastián ruborizado y sonriendo decía. – Pues como no me voy a alegrar con la noticia que me diste.

– Mateo saliendo del baño, lograba escuchar eso último y se sentaba preguntando. – ¿Cuál noticia? ¿De qué hablan?

– Miren nerviosa le respondía. – Pues nada amor, la noticia que Cristián debe tenerle a Sebastián.

– Sebastián igual de nervioso le decía. – Sí, sí, la noticia que debe tenerme Cristián es para ponerse a pensar en ¿qué puede ser?

– Mateo no cuestionaba más y se conformaba con la respuesta dada por ambos, sacaba un libro y se ponía a leer; Miren y Sebas se miraban de reojo y se sonreían guardando el secreto hasta confirmarse la buena nueva.

El tiempo de vuelo realmente fue corto, así que al aterrizar y estar ya por salir del lugar; Miren y Mateo con sus respectivas maletas, le cuestionaban a Sebastián si se iba a ir en taxi con ellos, pero él les respondía que no; ya que minutos antes de recoger las maletas, Sebastián le había hablado al teléfono fijo a Cristián, para informarle que ya había llegado a la ciudad, preguntándole si podía venir por él, Cristián al confirmar que sí, le dijo que estaría ahí en unos minutos, así que le esperaría a que llegara.

Justo en ese momento, cuando Miren y Mateo se despedían de él, Cristián a lo lejos venía caminando presuroso; Sebastián se sonreía y entusiasmaba tanto de verlo después de varios días, pero Cristián estaba siendo invadido por los nervios al verlo y  le mostraba una sonrisa un poco forzada, conteniendo sus ganas de saludarlo; pues estaba indeciso de revelarle o no la infidelidad cometida.

Mateo saludaba a su amigo y él le decía bromeando. – Pues su luna de miel fue algo extensa y se ve que no paraban, ya que Miren te está dejando en puro huesos.

– Mateo se sonrojaba y Miren le sonreía diciendo en el momento que Cris la saludaba. – De eso se trataba querido, una luna de miel de mucho amor, pasión y pues obviamente sexo; espero tú y mi amigo hagan lo mismo y recuperen tiempo perdido.

– Cristián se incomodaba y le decía. – Eso ya es asunto de nosotros y no de ustedes.

– Miren y Mateo extrañados por la respuesta eran observados con pena por Sebas mientras decía. – Rockero esa no es forma de responder, en fin, ¿amor te parece si les damos el aventón a su departamento?

– Cristián recordaba que Miranda se encontraba en el departamento y seriamente decía. – Lo siento Sebastián, pero no puedo, te recuerdo que tenemos que hablar entre nosotros, en cuanto más pronto sea mejor.

– Mateo sintiendo la tensión que se estaba presenciando decía. – Pues entendemos, es asunto de pareja, disculpen, además no vamos al departamento, nos vamos a nuestra casa, mi prima sigue estando hospedada ahí.

– Miren seriamente miraba a Cristián y les decía. – No te preocupes por nosotros amigo, cualquier cosa me llamas al celular, espero Cristián este de humor la próxima vez que nos veamos, con permiso y pasen buena tarde.

– Miren se despedía de Sebas y Mateo de Cris; ambos caminaban para abordar un taxi, dejándolos a ellos mirándose de una forma sería, intrigante y fría.

Miren y Mateo dentro del taxi los observaban; ella le decía preocupada. – Espero que las cosas no sean graves.

– Mateo le sujetaba la mano diciéndole. – Esperemos que no sea así mi amor, debemos apoyarlos en todo.

– El taxista subía y cuestionaba la dirección, la cual se la brindaba Mateo; tomando ya camino, se alejaban poco a poco de ellos.

Cristián y Sebastián después de estarse mirando durante ese lapso; Sebas temeroso le preguntaba. – ¿Qué es lo que te sucede? ¿Por qué les negaste el aventón a Miren y Mateo?

– Cristián agachaba la mirada y apenado le respondía. – Disculpa, estoy muy tenso, anda vamos a casa.

– Cristián cargaba el equipaje de Sebastián, a lo que él le decía mostrándole una sonrisa tierna. – Amor, te ayudaré si tienes problemas, te apoyaré si lo necesitas, estaré contigo pase lo que pase; sólo tenme confianza.

– Cristián al escuchar esas palabras, se estremecía, apretaba los labios y se adelantaba a paso apurado, dejando a Sebastián ahí parado suspirando y aguantándose las ganas de llorar al no obtener sí quiera un beso de saludo y solo recibir palabras frías de él.

En el trayecto a casa, la frialdad en su relación se sentía más; pues Sebas intentó darle un beso en los labios a Cris, pero él le esquivo excusándose diciendo que no se había lavado los dientes; cosa que a Sebas no le daba mucha importancia, ya que solo quería un simple beso; luego en un semáforo en rojo, Sebas intento sujetarle la mano, pero él al sentir el rose de sus dedos, quito la mano y volteaba hacía su costado izquierdo disimulando que había visto algo extraño; cuando en realidad no era así; Sebastián suspiraba, aguantaba las ganas de llorar y volteaba a ver el cielo; Cristián al verlo así, apretaba el volante y se molestaba un poco al no corresponderle de buena forma a Sebastián; durante el resto del viaje a casa, iban en un silencio helado y extraño.

Una vez en casa, Cristián muy serio subía el equipaje a la habitación en lo que Sebastián triste pasaba a la cocina, abría el refrigerador sacando unos limones, los partía con el cuchillo y colocaba en un plato extendido, al costado de ellos colocaba un poco de sal y caminaba al mini-bar, muy triste y aguantándose las ganas de llorar; Sebas sacaba una botella de tequila con dos tequileros y se sentaba en la espera de que Cristián bajara.

Momentos después, Cristián bajaba diciendo sin darse cuenta. – Sebas le pedí a tú mamá que se quedará con Adonaí un rato más debido a que…

– Al voltear y ver a Sebastián sentado en la periquera junto al mini-bar, exclamaba preguntando. – ¡¿Qué te sucede?!

– Sebastián le respondía dándole la espalda. – Eso mismo quiero saber, ¡¿qué rayos sucede contigo?!

– Cristián se acercaba diciéndole seriamente. – Permíteme terminar de informarte al menos que Adonaí se quedará con…

– Sebastián serio le interrumpía diciendo. – Con mi mamá, lo sé, lo sé bien, me mando mensaje mucho antes de salir del hotel, también Ian me envió un mensaje diciéndome que quería hablar conmigo urgente; pero primero lo primero, ¿qué pasa?

– Sebastián se volteaba a verlo y unas lágrimas brotaban de los ojos de él.

Cristián sintiéndose muy mal por dentro, se acercaba más, abría la botella y servía en los tequileros; de golpe se tomaba los dos tragos, sin hacer gestos le decía. – Antes que nada, quiero decirte que te amo con todo mi corazón, que eres la persona más dulce que puede haber en el mundo, que tu amor hacía mí ha sido único e inigualable, eres un ser al que juré proteger siempre, que jamás permitiría que nada ni nadie le hiciera daño, que jamás permitiría que tus hermosos ojos derramaran lágrimas de tristeza, que siempre te haría feliz, pero…

– Sebastián sintiendo su corazón latir más fuerte, notaba a Cristián sudar y que bajaba la mirada: y él con voz quebrada le preguntaba. – ¿Pero qué?

– Cristián le regresaba la mirada y con ojos llorosos le respondía. – Pero fallé con ese juramento, falle.

– Sebastián tomaba la botella, servía dos tragos y le decía. – No me has fallado amor, para nada.

– Cristián agarraba un tequilero y de sorbo tomaba el contenido, diciéndole. – Te falle, lo hice, te falle terriblemente.

– Sebastián tomaba el tequilero y se tomaba el contenido de golpe haciendo un gesto de malestar.

Se levantaba para abrazar fuertemente a Cristián diciéndole. – Para mí eres el príncipe que cualquier gay quisiera y sueña en tener; siempre me has protegido, siempre me has valorado y me has dado mi lugar, contigo quiero estar eternamente y amarte; ¿por qué no?, hasta vivir una segunda vida juntos, como la estamos viviendo ahora; así que no digas que me has fallado porqué me has sabido amar de una forma muy especial.

– Cristián sintiéndose mal y arrepentido, contenía sus ganas de abrazar fuertemente a Sebastián y lo apartaba lentamente de sí diciéndole. – Te falle Sebastián, te falle y de la forma más cruel.

– Sebastián le movía la cabeza en señal de negación y se le abalanzaba dándole un tierno beso en los labios; al cual él se doblegaba y le correspondía; ambos comenzaban a tener una erección, los besos se volvían apasionantes y amorosos, acompañados de fuertes toqueteos, que estaban orillando a la pareja a tener relaciones.

Pero Cristián derramando lágrimas, lo empujaba exclamándole. – ¡Basta, basta ya Sebastián! ¡No hagas esto más difícil de lo que ya es para mí!

– Sebastián desesperado le decía a gritos. – ¡¿Difícil, hablas en serio?! ¡Difícil ha sido para mí la angustia, la incertidumbre y el miedo por lo que vaya a pasar!, ¡sé que me sentido inseguro por la adopción de otro hijo, pero lo hable con Miren y ella me hizo ver que debo vencer ese miedo, porque ambos hemos sido buenos padres!, ¡sí eso te tiene así, hablemos con calma entonces!, pero no digas que esto ha sido difícil, cuando en ambas partes nos damos cuenta que estamos sufriendo por igual.

– Cristián llorando le exclamaba diciendo. – ¡Pero eso no es lo que me tiene así! ¡Es otra maldita cosa, una cosa que es un insulto para ti, una maldita ofensa, una maldita vil y cruel ofensa hacía ti que eres mi amor!

– Sebastián al verlo llorar, se alteraba y le preguntaba. – ¡¿Qué es, qué cosa es?!

– Cristián agachaba la cabeza, con mucha pena y arrepentimiento, apretaba sus puños y Sebastián al verlo así le ordenaba. – ¡Habla ya!

– Cristián apretaba sus labios, alzaba la cara y le decía mostrando arrepentimiento. – ¡Te pido perdón por el dolor que te voy a ocasionar!, ¡no quiero que olvides que te amo!, ¡pero debo decirte que…!

– Sebastián llorando por verlo así, apretaba sus puños en espera a que las cosas estallaran.

Cristián demasiado triste y afligido, con tono de voz suave le decía sosteniéndole la mirada. – Perdóname amor, perdóname por favor por causarte este gran dolor pero… pero desgraciadamente yo… yo te… te fui… te fui… yo, yo te fui infiel.

– Sebastián al escuchar la confesión, sintió algo frío recorrer su espalda, su corazón sintió una punzada y su estómago se revolvió.

Exhalando muy impactado y exclamó diciendo. – ¡¿Qué fue lo que dijiste?!

– Cristián avergonzado, lo miraba con culpa, diciéndole. – Te fui infiel.

– Sebastián respirando agitadamente se volteaba, tomaba la botella y se servía un trago que tomaba de golpe; tragaba saliva, recargándose en la barra del mini-bar y le decía serio. – Me fuiste infiel.

– Cristián agobiado se le acercó, intentando tocarle la espalda, diciéndole, llorando. – Perdóname por favor, quiero explicarte cómo sucedieron las cosas.

– Sebastián dolido se volteaba y le daba una bofetada, diciendo. – ¡No me expliques las cosas, no lo hagas, aún tienes el descaro de tratar de explicar algo que tal vez ni explicación coherente tenga!

– Cristián se volteaba y le decía acongojado. – Me merezco esta y otras cachetadas más, ¡Pero tengo que explicarte como se dieron las cosas! ¡La culpa fue de ella y...!

– Sebastián al oír la palabra ella, le daba otra bofetada diciéndole furioso a gritos. – ¡Eres un desgraciado, un infeliz descarado!, ¡me engañaste con una mujer! ¡¿Me engañaste con una mujer?!

– Cristián le respondía llorando. – ¡Sí, pero por favor déjame explicarte, la culpa la tuvo ella, de verdad!

– Sebastián muy enojado, le lanzaba otra cachetada, seguido de varios golpes y puñetazos que le daba mientras le decía. – ¡Así como fuiste de hombrecito al cogerte a la tipa, acepta también que la culpa es de ambos, no de ella!, ¡no trates de explicarme nada, desgraciado infiel!, ¡traicionaste el amor que tenía a ti, traicionaste tu juramento!, ¡rompiste en minutos lo que durante años tú y yo logramos construir como pareja!, ¡y lo peor, traicionaste el amor de un hijo por sus padres, has roto el hogar que le brindamos a Adonaí, tú y solo tú…!

– Cristián resistía los golpes que recibía sin intento alguno de cubrirse o defenderse.

Sebastián muy mohíno le decía. – ¡Eres un maldito infiel, igual que Donato!

– Cristián a pesar de los golpes, lo que más le dolía era que Sebastián lo comparara con Donato su ex; cosa que él molesto le gritaba. – ¡Con ese imbécil de tu ex no me compares, por qué no soy como él!

– Sebastián continuando con los golpes le gritaba. – ¡Y ahora te ofendes, imbécil!

– Cristián se enojaba más y sujetaba de las manos a Sebastián diciéndole. – ¡Aprende a escucharme!, ¡quien tuvo la culpa fue ella, se me estuvo insinuando y se aprovechó que estaba en estado de ebriedad y…!

– Sebastián furioso se zafaba de él, lanzándole dos cachetadas más en cada mejilla y le gritaba. – ¡Por mucha insinuación que te dio, no pudiste aguantarte las ganas de cogértela como una puta!, ¡por qué si de verdad me amarás me hubieras contado lo que pasaba para que yo mismo fuera hablar con ella o  que entre los dos le pusiéramos un hasta aquí a la tipa!, ¡pero no, el hombrecito prefirió ocultarlo hasta que por fin se le brindó la oportunidad de cogérsela cual perros en brama!, ¡a eso le llamas amor, infeliz mentiroso!

– Cristián volteaba y con la boca sangrando le gritaba. – ¡Te voy a decir el nombre de ella!

– Sebastián le daba un puñetazo en la cara y exclamaba. – ¡Ya no es necesario que me digas el nombre de la perra puta con la que te metiste!, ¡pues sí sobrio no pudiste decírmelo, ahorita menos!, ¡ya me imagino seguramente te la cogiste como a mí cuando estás borracho!

– Sebastián comenzaba a reírse, se volteaba dándole la espalda y comenzaba a pegarse en la cabeza, se sonreía con la mirada perdida, diciendo. – Pero que pendejo soy, soy un grandísimo pendejo… ¡Te la cogiste de forma diferente a mí, porqué yo no tengo verija y ella sí!

– Sebastián se giraba enojado y exclamaba. – ¡Claro, lo que quieres es un hijo biológico, pues bien, adelante, lárgate con esa desgraciada perra! ¡Lárgate pero ya!

– Cristián se hincaba pidiéndole perdón, pero Sebastián se lo negaba diciéndole con voz entrecortada. – No me pidas perdón, pídele perdón a tu hijo y espero tú te puedas perdonar de ser el culpable de que este amor se haya desintegrado por completo.

– Sebastián se apartaba de Cristián, agarraba la botella de tequila y se encerraba en el medio baño de la planta baja, donde estando ahí comenzó a beber de golpe todo el contenido.

Cristián muy arrepentido, se arrastraba a las escaleras, se sujetaba del barandal y levantándose comenzaba a subirlas, entristecido y desanimado; ya en el baño de su habitación, se enjuagaba la boca, se miraba al espejo y veía los múltiples golpes que le había dado Sebastián.

Cristián demasiado abrumado decía. – Estos golpes no son nada comparados al dolor que te he causado; espero me puedas perdonar y me permitas explicarte bien las cosas, por el bien de nuestro amor y nuestro hijo.

– Cristián continuaba lavándose la boca y cara, se quitaba la playera, cuando el teléfono de casa sonaba; de forma inmediata accedió a contestar; al teléfono era la agente Tirsa que le daba una mala noticia; él de inmediato se cambió de ropa y bajaba presuroso las escaleras, con cara de preocupación y sin percatarse nuevamente de que el barandal superior de la escalera estaba más flojo de lo que ya se encontraba; Cristián trato de avisarle a Sebastián a donde iba, pero prefirió ya no hacerlo, después de la terrible escena que habían vivido; así que tomando sus llaves, salía de inmediato de la casa, manejando su carro, tomaba rumbo de urgencia a verse con la agente Tirsa.

Sebastián al escucharlo salir e irse, le daba un sorbo más a la botella diciendo. – Salud por ti, salud por mí, salud por la infidelidad, salud por que entre homosexuales la fidelidad es solo una palabra más en el diccionario sin significado alguno y con un ejemplo de infidelidad de que el sexo y el placer es lo que siempre vence al amor.

– Sebastián se acababa el tequila, tiraba la botella al bote de basura y borracho se miraba en el espejo, comenzando a recordar la confesión de Cristián; con mirada perdida e inundada de lágrimas, decía. – Una vez más, vuelvo a vivir la infidelidad a flor de piel, una vez más se burlan de mí… pero en mí la palabra perdón no existirá jamás, ¡jamás!

– Sebastián comenzaba a llorar de forma desconsolada, salía del baño y gritando. – ¡Quiero morirme, me quiero morir!, ¡quiero ser yo él que sea infiel y no que me sean a mí infiel!, ¡quiero saber lo que es destruir un corazón, una ilusión y un hogar a otra persona, eso quiero!

– Sebastián desesperado se tiraba al suelo y lloraba con más sentimiento gritando. – ¡Quiero ser infiel, probar de la misma miel y sentir el placer de esos besos que corrompen!, ¡por unos segundos de placer, perdiste todo lo que fue!, ¡¿quiero saber sí valió la pena?! ¡Quiero jugar a olvidar tu nombre y borrar de la piel tus besos y el dolor que se esconde!

– Sebastián estaba devastado por la noticia revelada y Cristián se sentía peor aún, ¿A caso esto será el comienzo del fin de una relación?   

Es Cuestión Del Destino.

 

 

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Muchas gracias por leer, espero de favor comentarios y correos sobre la opinión de este capítulo; que tengan un grandioso día.

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