CAPÍTULO 3

COMIENZO.

Ya en la escuela y en sus respectivos lugares el día escolar pasaba, unos estaban aburridos y chocados de las aburridas clases, pero llego el momento en el que todo joven estudiante adora, el momento del receso, Miren y Sebastián y otros amigos estaban en la cafetería desayunando y comentaban lo que habían hecho el fin de semana y platicando sobre las tareas que habían dejado los profesores, en eso llego Ileana a saludar y al ver a Sebastián le sonrió y pregunto.

- ¿Qué es lo que platican?

– A lo que uno de los chavos con los que estaban le respondió. – Hablamos sobre lo que hicimos en este fin de semana, gustas sentarte.

– Ella se sentó y presumiendo les dijo. – Yo les comparto que mí adorado novio después del concierto estuvimos solos un rato besándonos y acariciando y pues ya saben lo que sucedió, fue un momento muy agradable, me sentí extasiada y ayer salimos al cine y me regalo esta hermosa pulsera por cumplir 7 meses juntos.

– Ileana mostro sonriendo la pulsera y miro la reacción de Sebastián la cual fue un poco incomoda y algo imprudente por parte de ella, Miren quien le dijo un poco molesta.

– Ileana creo que lo que hagas con tu novio a nadie de nosotros le importa mucho y más si tienen relaciones o no, pero bueno gracias por tratar de ser compartida.

– Ileana se puso seria diciendo. – Pues no le veo lo malo digo estamos compartiendo lo que hicimos en el fin de semana y pues yo les compartí un poco de lo que hice pero bueno, ustedes son un poco inocentes y se espantan, disculpen.

– Ella se levantó de su lugar y se fue de la cafetería, los chicos que estaban comentaban y criticaban la actitud de Ileana que era un tanto impulsiva y arrogante, Miren que noto la incomodidad de Sebastián le dijo que se pusiera así que no le hiciera caso a la loca de Ileana; Sebastián solo se rió y mejor se terminó su desayuno, estaba por finalizar el receso y él se fue al baño y tenía que atravesar la cancha y pasar junto de una reja, en esa reja se encontraba Cristian y parecía esperar a alguien, Sebastián se puso nervioso y duda si pasaba por ahí o no, en eso cuando quería tomar otro rumbo para ir a los otros baños del edificio del fondo,  un chiflido hizo que volteara de nuevo hacia la reja y al ver que Cristian llamaba y hacia señas se preguntó ¿Sera que me habla a mí? No, no creo o sí.  Cristian le grito

- ¡Oye tú, si tu chavo, el amigo de Miren! Podrías venir de favor.

– Sebastián al notar que si le hablaba a él se dispuso a ir, cada paso que daba hacia que su corazón latiera rápido, las manos le sudaban, su estómago se revolvía, una extraña sensación tenía y no eran las ganas de ir al baño, era algo que lo hacía sentir emoción; y justo cuando estaba por llegar apareció Ileana contenta se le colgó del cuello y lo beso mucho diciéndole cosas tiernas y dulces, Cristian fijo la mirada ante la reacción de Sebastián la cuál fue un tanto decepcionante y cabizbajo se dio la media vuelta y se pasó al baño y al verse al espejo dijo un poco triste.

- Creo que si me gustas, pero debo hacer entenderme que él jamás será para mí, nadie pondría sus ojos en mí, aparte el amor entre homosexuales es casi imposible y solo existe el sexo de un rato, ay Sebastián deberías concentrarte en la escuela y finalizar el último semestre de la prepa.

– Sebastián se auto-criticaba y pues eso no estaba muy bien, mientras que Ileana le preguntaba a Cristian.

– Amor, dime para que le hablabas a esa mariposa que querías, hacerle cariñitos.

– Soltó una carcajada y Cristian la apretó un poco de los hombros y le dijo serio.

– No hables así de él, lo único que le iba a pedir era que te buscara y avisara que estaba aquí pero creo que mejor me voy es tarde debo ir a la universidad y arreglar unas cosas así que me retiro nos vemos después.

– Cristian soltó a Ileana dejándola un poco molesta y se subió a su camioneta, arranco y se fue mientras que Ileana le gritaba.

- ¡Cristian! ¡Cristian, regresa, mi amor!

– Ileana se molesto estaba furiosa, su mirada cambio apretó sus puños como si quisiese pegarle a alguien, Sebastián al salir del baño volteo sin querer y noto a Ileana un poco furiosa, ella al verlo salir lo miro fijamente, una mirada penetrante, como si quisiera destruir a Sebastián, el sintió la sensación rara y negativa de Ileana y mejor se dio vuelta y se fue directo a su salón.

La mañana escolar de lunes concluía con éxito, Mateo había llegado por Miren y se fueron juntos mientras que Sebastián en los vestidores se ponía la ropa pues tenía que trabajar en la cafetería, y así pues saco sus patines de su casillero se los puso junto con el casco, rodilleras y coderas; y salió  de la escuela patinando para llegar a su trabajo puntualmente como siempre. Sebastián llegó y rápidamente se quitó sus patines y el equipo que tenía y los guardo se puso la gorra y el mandil con los logos de la cafetería y se dispuso a atender a la gente que llegaba, muy amable y como siempre era practico en el servicio que brindaba y muy rápido como lo caracterizaban, sus compañeros de turno les agradaba trabajar con él porque sentía su buena vibra y la sensación que irradiaba hacia más agradable el ambiente de trabajo, las horas pasaban, clientes habían, los dueños del café pasaron a supervisar, saludaban con gusto a sus empleados pero con más gusto a Sebastián quien recordaban la forma que solicito trabajo ya que él es sobrino de los dueños y pidió ser tratado como los demás empleados que no hubiera preferencias y que con lágrimas en los ojos pidió que le dieran trabajo porque quería demostrar que podía salir adelante con su propio esfuerzo, eso sí sin que le dieran más pago que los demás empleados que le pagaran lo justo, Sebastián demostró que si puede por eso los dueños respetaron sus peticiones y lo tratan como un empleado más sin necesidad de regañarlo ya que es muy eficiente, los dueños se fueron, solo hicieron la visita de rutina para verificar que todo estaba a la perfección; las horas pasaban  y Sebastián estaba un poco agotado y había gente adentro uno de los muchachos le dijo a Sebastián que un chavo de aspecto rockero se encontraba en las mesas de afuera y que si podía salir a atenderlo, el sin poner peros accedió y tomo su libreta pequeña y salió a tomar la orden, al salir y ver de espaldas al joven pregunto.

- ¿Puedo tomar su orden?

– El muchacho levanto la mirada y volteo de forma amable dijo

– Si claro, me puedes traer un café frio de moka y con crema irlandesa.

– Sebastián al ver que era Cristian, se puso un poco nervioso y dijo sorprendido.

- ¡Tú!

- Cristian lo miro y también sorprendido dijo.

- ¿Yo, yo que? Tú, que haces aquí.

– Sebastián entre tartamudeos dijo.

– Pues yo… yo aquí… yo… yo trabajo aquí.

– Cristian le sonrió y le dijo.

– Órale que chido.

– Sebastián más nervioso se puso por esa sonrisa blanca y definida de él, en eso reacciono e intento escribir en su mini-libreta la orden de Cristian, pero noto que el lapicero no pintaba, y buscaba entre la bolsa de su pantalón y el mandil un lapicero extra pero no tenía, Cristian saco de su mochila un lapicero muy elegante que tenía su nombre grabado le dijo.

– Toma, te presto para que escribas la orden y no se te olvide y ya ahorita me lo devuelves.

– Sebastián lo tomo nervioso y ligeramente rosaron sus dedos con los de él, apunto y se fue a pasar la orden a los encargados de preparar los cafés.

– Un joven compañero de Sebastián le dijo que su turno ya había finalizado que ya se podía ir y que su relevó estaba en la bodega poniéndose el uniforme del café, Sebastián dijo que sí que no había problema solo dejaba la orden de la mesa de afuera y que se retiraba, paso a la bodega se quitó la gorra y el mandil y se salió, con patines en el hombro y sus rodilleras, caso y coderas en un morral paso junto a Cristian y le pregunto.

- ¿Ya te vas?

– Sebastián volteo y le movió la cabeza con señal de afirmación, Cristian le dijo.

– No te puedes esperar, digo que tal si mi orden está mal y a quien le reclamare.

– Sebastián sonrió y le dijo.

– Bien, me quedo solo para verificar la orden que este correcta y una vez que te la traigan me voy, debo llegar a buena hora para cenar y hacer la tarea que me encargaron.

– Cristian empujo con el pie la silla insinuando que se sentara él, y así fue se regresó y se sentó y después de un unos minutos de silencio una empleada se acercó con el café de Cristian y el empezó a saborearlo, Sebastián dijo con tono apresurado.

– Bien ya está tu pedido aquí pues me retiro tengo cosas que hacer.

– Él se levantó del asiento y Cristian le dijo mirando a los ojos.

– No puedes esperarte, anda conversemos no hay problema, hay confianza.

– Sebastián no queriendo y a la vez sí, acepto quedarse y se volvió a sentar, empezaron a platicar él le preguntaba de cómo le iba aquí en la cafetería y cosas relevantes a sus actividades, estaban entrando en un ambiente de confianza entre ellos, hasta que Cristian realizo una pregunta incomoda sobre su vida amorosa, Sebastián se incomodó y  solo le contesto soy gay, él se movió intentando irse, pero Cristian le pidió disculpas que no era intensión de él hacerlo sentir mal o apenado, sus miradas nuevamente se fijaron se entrelazaron y hubo una especie de conexión entre ellos como si algo fuera a pasar, la mirada de Sebastián reflejaba enamoramiento y atracción física hasta el momento y la de Cristian una mirada curiosa, fría y dominante pero eso no impedía que se sintiera un ambiente tranquilo y sin desconfianza. En ese momento una de las empleadas se acercó con la cuenta e interrumpió esa conexión que se estaba dando, Cristian saco su cartela y pagó dejando el dinero exacto y 10 pesos extra como propina. Se levantó tomo su mochila y le pregunto a Sebastián.

– ¿Nos vamos juntos?

– A lo que le contesto.

– Sí, claro vamos.

– Caminaron los dos, unas calles y Cristian le ofreció llevar a él hasta su casa, él un poco apenado no sabía si aceptar, pero algo muy adentro le hizo decir que si de inmediato, así que Cristian le abrió la puerta de la camioneta y se subió, él se cruzó y se trepo, encendió motores y arrancó, le iba diciendo Sebastián por donde doblar para llegar rápido, en un semáforo, Cristian miraba su celular, con algo de preocupación y con un poco de ansiedad pero trataba de disimular, Sebastián notó eso y pregunto con curiosidad.

– Se puede saber, ¿Qué es lo que ocurre? – Le respondió fríamente.

– No, no sucede nada. – El semáforo cambio y avanzaron, un ambiente frio se empezó a sentir, se empezaba a sentir incomodidad, pero el destino hizo que Cristian doblara en una calle antes donde había un ligero trafico el cual hacia un poco tenso el ambiente pero a la vez ideal para que Sebastián preguntara.

– Por cierto, ¿Qué edad tienes? Hablamos de cosas que hacemos pero no de nuestras edades.

– Cristian volteo y haciendo una mueca queriendo aguantarse la risa le dijo.

– Tengo 24 estoy por cumplir en unos meses 25.

– Sebastián sonrió diciendo. – Bien, que bien un cuarto de siglo.

– Cristian regresando la mirada al frente dijo. – Debes tener 17 o 18 años, se nota que eres un poco inmaduro, falto de carácter y experiencia, aprenderás a madurar más así que descuida, procurare no hacer maldades a tu persona.

– Sebastián se desconcertó por lo que escucho y pregunto. ¿A qué te refieres con maldades? Si tengo 18 y siento que a mi edad madure demasiado pronto, pero ¿Qué maldades, de que hablas?

– Cristian le contesto fríamente. – Mira chavito, ese día del concierto en tu vaso eche una droga especial para estimulación sexual, que sirve para provocar una excitación y poder satisfacer a una mujer, pensé que tú y Miren tenían que ver pero como mi chava menciono que eras gay me arrepentí, pero deje en duda ese comentario puesto que dude en un principio de tu sexualidad, hace rato te llamaba para darte algo para drogar a quien tu quisieras y pudieras llevarte a la cama pero ahorita que me confirmas con tu propia boca que eres gay pues mejor aquí le paro.

– Sebastián al escuchar eso sintió decepción, tristeza y como si hubieran pegado fuerte en su corazón, el solo movió la cabeza de un lado a otro y derramo una lagrima, Cristian sintió esa sensibilidad y le dijo con misma actitud.

– No me molestan los gays no soy nadie para juzgar, pero si me molesta la sensibilidad y fragilidad, es algo que no va con un gay y más si dices ser deportista, como que no va con tu personalidad.

– Sebastián entre más escuchaba eso más se decepcionaba se quebraba por dentro pero por no demostrar flacidez y debilidad seco la lagrima y le dijo. – Gracias por el intento del aventón, pero hay mucho tráfico y debo llegar a casa antes de las 9 así que aquí me bajo y camino lo que me falta muchas gracias.

– Él quito el seguro, abrió la puerta y se bajó en medio del tráfico camino al camellón y se a travesó y camino sin voltear, mientras que Cristian fijando la mirada, observaba como se perdía entre las personas que caminaban, regreso su mirada al frente y noto que empezó a avanzar los carros el tomo rumbo a su casa, ya que no tenía caso seguir esa calle puesto que no iba a dejar ya a Sebastián; al llegar a casa Cristian noto que en el asiento había dejado olvidado una pulsera que decía “Es cuestión del destino” que había olvidado Sebastián, la agarro y se metió a su casa, subió a su habitación y coloco la pulsera en un costado del buró, se quitó la camisa y el pantalón y quedo en bóxer negro, nuevamente su celular sonó, contesto y era Ileana que le decía que la disculpara puesto que tenía mucha tarea y que no podían verse hasta mañana, él le dijo que no se preocupara puesto que estaba cansado y que en la universidad los tramites de para finalizar la maestría estaban algo lentos que mañana en el transcurso de clases fuera a ver que le decían y para cuanto tenía que presentar tesis, se despidieron y colgaron, pero Cristian recostado en la cama pensaba si había hecho bien con lo que había comentado con respecto a Sebastián en parte se sentía mal pero sabía que por dentro había hecho bien. ¿Habrá sido lo correcto?; sin embargo Cristian se sentía un tanto incomodo como que algo no cuadraba, para distraerse decidió escribir unas partituras para una canción que estaba por ensayar, pero buscando entre sus cosas y sacando desesperadamente todo lo que había en la mochila, se dio cuenta que el lapicero de la suerte que le habían regalado no estaba, se preocupó, se asustó hasta que recordó que se lo había prestado a Sebastián para que le anotara el pedido y este no se lo devolvió ni se acordaba que se lo había prestado para pedírselo de nuevo, Cristian pensó Curioso que él tiene algo mío y yo tengo algo de él.  Cristian se volvió a recostar en su cama y sonrió mirando la pulsera de Sebastián.

Mientras que Sebastián ya estando en su recamara se disponía a hacer su tarea para olvidar lo que Cristian le había dicho pero al sacar las cosas de su morral, vio que se había quedado con el lapicero de él, preocupado pensó Va a pensar que soy un ratero que me gusto su lapicero y decidí quedarme con el.  Abrió el cajón y guardo el lapicero para que no se fuera a perder o que lo agarrara la hermana menor de Miren ya que ella a veces suele entrar y agarrar las cosas de Sebastián y utilizarlas para jugar; pero otra sorpresa se llevó Sebastián al notar que su pulsera que en el barrio del esoterismo le habían obsequiado no estaba, la busco entre las cosas entre sus bolsas del pantalón y nada, así que recordó que puso habérsele caído en la calle cuando se bajó del carro de Cristian o que lo dejo en la escuela olvidada, se puso un poco triste ya que esa pulsera se la habían dado con motivo de que le traería suerte para el amor. Miren toco la puerta de la recamara y le dijo a Sebastián que la cena ya estaba lista que bajara a comer, así pues el bajo y saludo a los papas de Miren, empezaron a cenar y platicar de cómo les había ido en el comienzo de la semana, todos a gusto preguntando y conversando, contando anécdotas y cosas familiares, Sebastián se sentía entre incomodo y nostálgico ya que le recordaba a su familia cuando comían juntos y se platicaban los cosas y lo acontecido en el día. Al finalizar la cena, cada quien se fue a su recamara mientras que Hortensia la empleada doméstica recogía la mesa y llevaba los platos sucios para que Benita la otra empleada los lavara; nuevamente en su recamara Sebastián estaba triste y enojado consigo mismo a la vez por haberse ilusionado con alguien que no vale la pena, entre ganas de llorar, finalizo su tarea y decidió contarle lo sucedido a Miren, pero ella ya estaba dormida así pues, se regresó Sebastián a la recamara se persigno, des tendió la cama, se enredó entre las sabanas abrazo una almohada suspiro diciendo No puedo más que debo hacer. Hizo un puchero y empezó a llorar en silencio sin que nadie lo escuchara, era solo el en la recamara mirando las estrellas por el ventanal y derramando lágrimas de tristeza y decepción hasta quedarse profundamente dormido.

Al parecer este encuentro y comienzo entre Cristian y Sebastián no fue algo bueno y emotivo, pero como dice la pulsera de Sebastián

“ES CUESTION DEL DESTINO”

Rockeando al Destino.