miprimita.com

Sacrilegio Capítulo 5

en Gays

Capítulo Cinco.

La ira de Kaimorts.

 

Kaimorts se enteraba de que en realidad él no era el heredero al trono Ferrer sino su primo; muy desesperado pensaba. – Es imposible que ese maldito infeliz sea el elegido y no yo, pero Ondina no dirá nada, confió en ella, el remordimiento y el pesar la hacen callar.

– Kaimorts se agarraba la cabeza y se jugaba su larga trenza mientras continuaba escuchando la conversación entre Macrina y Ondina tras la puerta entre abierta.

Ondina preocupada y muy arrepentida decía. – Usted sabe que podrían condenarme por el resto de mis días por haber cometido semejante atrocidad, también sabe usted que no me voy sola en esto, también tendrá que pagar y rendir cuentas.

– Macrina serena le decía. – Cierto, pagaré lo que deba de pagar, me iré con la conciencia tranquila y sin pesares.

– Ondina no entendía la actitud de Macrina, debido a eso, ella con rosario en mano decía. – Pero usted prácticamente está aceptando su condena.

– Macrina jugando con su bastón reía y serenamente decía. – No pierdo nada, pues lo hecho, hecho está, arrepentida no estoy.

– Ondina se sorprendía y persignaba diciendo. – Usted no tiene temor de nuestro creador.

– Macrina levantándose de la silla de cedro le decía despreocupada. – Ni culpa suya ni culpa mía es, puesto que contábamos con que dios misericordioso permitiera que la criatura de temple débil sobreviviera al parto de su difunta madre.

– Ondina respiro y dijo dándole razón. – Pues tiene razón, la culpa no es de nosotras sino de…

– Macrina le dijo exclamando. – ¡Dios no tiene la culpa! ¡Nadie la tiene!

– Kaimorts aguantando las ganas de gritar y llorar, solo se agarraba la trenza y pensaba. - ¡Maldita seas anciana! ¡Maldita seas!

– Ondina nerviosa decía. – No sé qué hacer, año a año me siento martirizada entre mis pensamientos y esta pesada cruz que en mis hombros recae.

– Macrina sabiamente le decía. – Sólo la verdad te liberará de todo esto, pidiéndole a cristo no te ayudará en nada, solo tú tienes la oportunidad de hablar ahora o seguir guardando el secreto.

– Ondina exclamaba desesperada. - ¡No me atrevo, no me atrevo! ¡Mi niño Fidias no me lo perdonaría!

– Kaimorts al escuchar las palabras emanadas de la boda de Ondina se llenaba de rabia y partía de nueva cuenta a su habitación sin hacer ruido y hacer notar su presencia.

En tanto Fidias, quien había entrado a su recamara de forma presurosa y muy asustado pues el ver salir a su primo Kaimorts furioso lo hizo estremecer, él al entrar a la habitación, no se percataba de que el guardia que se estaba lavando en la tina, salía desnudo y escurriendo agua al elegante piso.

Fidias de espaldas suspiró diciendo. – Por poco Kaimorts nos descubre, ¿Ya termino usted?

– El guardia un poco apenado decía. – Disculpe usted joven Fidias, pero no tengo con que secar mi cuerpo.

– Fidias volteo creyendo que aún permanecía en la tina y al ver el cuerpo varonil y velludo del guardia, él se puso nervioso y evitando cualquier contacto visual decía. – Disculpe usted, déjeme ver que le puedo dar para que se seque.

– Fidias sin mostrar contacto visual, nervioso y con cabeza baja caminaba del otro costado de la tina, dirigiéndose a su gran ropero perteneciente de su padre.

Mientras buscaba el guardia un tanto nervioso, se escurría con sus manos el agua de la frondosa barba que poseía, así como escurriéndose el agua de su pecho y piernas.

El guardia al ver a Fidias nervioso preguntaba. – Joven Fidias, ¿Se encuentra bien?, está usted muy nervioso.

– Fidias buscando entre sus ropas guardadas le respondía entre tartamudeos. – Sí, sí… Es… Estoy bi… Bien, no pasa, no pasa nada.

– El guardia creyendo una cosa decía. – Imagino que es porque teme por su primo, el príncipe Ferrer, ¿Verdad?

– El guardia pensaba que era por eso, aunque en realidad era porque a Fidias le impresionaba ver un cuerpo tan varonil como el de ese guardia.

Fidias de espaldas buscando, respondía con rapidez. - ¡Sí, es eso!

– Una vez encontrado una gran toalla decía. – ¡Bien, con esto podrá secarse!

– Fidias nervioso, extendió la toalla, dándose vuelta se la puso encima pareciendo que se la aventaba y le decía. - ¡Rápido séquese y vístase!

– El guardia se quitó la toalla de la cara, presuroso comenzó a secarse y Fidias solo de reojo lo observaba, entre sus ropas se comenzaba a sentir una erección inevitable, él al darse cuenta de eso se volteaba y ruboroso esquivaba la atención del guardia que continuaba secándose.

Fidias en su mente se decía. - ¡Es inevitable sentir algo así cada que veo a un hombre desnudo frente a mí! ¡Estoy siendo tocado por la tentación, la lujuria y el pecado! ¡O peor aún el demonio está poseyendo mi alma y mi ser!

– Fidias evitaba ver de frente al guardia y que esté se percatará de su erección que era más notoria.

El guardia ya seco aventaba la toalla a un cesto hecho a base de agujas de pino que servía para la ropa sucia.

El guardia tratando de hacer platica decía. – Joven Fidias, no se preocupe todo estará bien, tranquilícese.

– Fidias un tanto temeroso decía. – No, no se preocupe, apúrese.

– El guardia comenzaba a ponerse sus ropas de nueva cuenta, Fidias lo veía y se imaginaba estar siendo embestido sexualmente por ese guardia, él se mordía el labio y se excitaba más y más, bajando sus manos trataba de contener esa erección, pero no podía, sentía humedecer su ingle y nervioso decía. – Cuando usted termine saldremos por la puerta de la cocina del palacio.

– El guardia colocándose las sandalias le respondía. – Como usted diga joven Fidias.

– El guardia terminándose de acomodar la coraza, decía más tranquilo. – Joven Fidias ya casi termino, puede usted voltear.

– Fidias daba media vuelta y discretamente cubría la mancha húmeda en su ingle, al ver que el guardia ya no estaba desnudo decía un poco más relajado. – Bien, enseguida aviso que recojan la tina y limpien aquí.

– Fidias rodeando la tina, pasaba de nuevo directo a la puerta ya estaba por salir a dar aviso a la servidumbre, cuando la perilla de la puerta se giraba, era Anabella que entraba con abanico cerrado en mano y muy molesta diciendo. - ¡Es inaudito que la servidumbre se sienta pudiente en el palacio!

– Fidias cubriéndose y curioso pregunto. - ¿De qué hablas?

– Anabella le respondía un tanto agitada. – Pues que el guardia se tardó mucho, solo era lavarse, quitarse el mal olor y curarse esa herida, ¡Solo era eso, nada más!

– El guardia apenado decía. – Disculpe joven, disculpe señorita, pero es la primera y única vez que ocurre este incidente, de verdad.

– Fidias tratando de proteger al guardia decía. – Dije que la responsabilidad la tomaría yo, con todo y consecuencias, así que no siembres miedo, usted no debe porque disculparse, nosotros debemos ser los disculpados hacia su persona por la ofensa que mi primo le hizo.

– El guardia se sonrojaba y decía con cabeza baja. – Disculpe usted Joven y señorita Ferrer.

– Mientras el guardia pedía disculpas, la puerta se hizo tocar, al cual nervioso Fidias les hizo seña de que guardaran silencio y muy nervioso él pregunto. - ¿Sí?

– Una voz de mujer joven decía. – Niño Fidias, ¿gusta algo de merendar?

– A la puerta era una de las criadas, que había subido a preguntarles si querían algo de merendar.

Fidias un poco más relajado, respondía. – Claro, enseguida bajo.

– La misma criada pregunto. - ¿Sabe dónde podrá estar la niña Anabella? Para saber si desea algo de merendar.

– Anabella sonriendo respondía. – Sí, deseo merendar, al igual que mi primo en unos momentos bajamos, estamos viendo la ropa que se pondrá para la ceremonia de cumpleaños.

– La criada satisfecha por la respuesta, bajaba de inmediato para la cocina.

Fidias nervioso le decía. – Pudiste haberte quedado callada, pueden pensar que estamos pecando y somos sangre.

– Anabella sonreía y con su mano acariciaba la mejilla de su primo diciéndole. – Tranquilo no te pongas nervioso, sería un acto lujurioso que tú y yo estuviéramos pecando en esta habitación teniendo de testigo al guardia.

– Anabella sonriendo de forma lujuriosa disfrutaba ver a su primo ponerse rojo y más nervioso de lo que ya estaba, él solo movía de un lado a otro la cabeza negando lo dicho por su prima.

El guardia solo se percataba de lo dicho por Anabella y mantenía al margen su posición derecha, sin bajar la mirada.

– Anabella mirándolo seductoramente su porte varonil, se mordió el labio y abanicándose se le fue acercando diciéndole. – ¡Vaya, vaya, el baño te ha dado una mejor presentación, hueles mejor a como hace un momento! ¡Aunque ese porte derecho no me gusta, tengo entendido que la servidumbre debe mantener la cabeza baja cuando hay una conversación entre familia! ¡¿O estoy en el error?!

– El guardia se ponía nervioso y se agachaba a recoger su itálico-imperial sin responder a Anabella.

Fidias al notar el nerviosismo de este decía. – Sí, debería de agachar la cabeza, pero como esta en mi recamara y en un lugar neutro, no debe hacer tal cosa, además te recuerdo que Kaimorts fue el causante de esto.

– Anabella levantando la ceja, se abanicaba y se ponía un poco sería.

– Fidias un poco más relajado decía. – Bueno, ya que todo está bien y en orden, pues ahora vamos al jardín.

– Anabella exclamó impidiendo que su primo abriera la puerta. – ¡Un momento! ¡Kaimorts bajó, iré a ver si está aún allí!

– Anabella mirando al guardia lanzándole una sonrisa seductora decía. – Hago esto porque me doy cuenta que eres un mozo bastante varonil, sería una pena que murieras, un desperdicio de hombre si llegaras a perecer.

– Anabella cerrando su abanico, salía de la habitación elegantemente dejando a Fidias a solas con el guardia.

Ella se dirigía a bajar las escaleras, cuando a punto de hacerlo, se daba cuenta que Kaimorts estaba furioso.

Él pasando donde se encontraban limpiando la alfombra, una de las criadas al verlo le preguntaba servicialmente. – Disculpe joven Kaimorts, ¿Desea merendar?

– Kaimorts furioso se detenía y lanzando una mirada dominante le gritaba. – ¡No quiero nada india inútil!

– La criada se agachaba y se estaba por seguir haciendo sus quehaceres, cuando Kaimorts subiendo unos escalones se volteo de nuevo diciéndole. - ¡Cuando Ondina se desocupe con su visita dile que suba a mi recamara! ¡Que necesito de ella! ¡¿Me oíste india inútil?!

– La criada alzo la cabeza y dijo temerosa. – Sí, si le oí niño Kaimorts.

– Kaimorts rabiando exclamaba. - ¡Agacha la cabeza que no somos iguales! ¡Dejen de mirarme y pónganse a limpiar! ¡Quiero esta sala y todo el palacio reluciendo de limpio! ¡Vamos que esperan que sea para hoy!

– Kaimorts comenzaba a subir las escaleras y Anabella decidía esperarlo a que estuviera arriba para hablar con él.

Pero él estaba muy furioso, tanto que en su paso a su recamara empujaba a su hermana Anabella a la cual le decía. – ¡A un lado ramera inútil!

– Anabella indignada y ofendida por lo dicho, iba al paso de Kaimorts y justo antes de que él entrará a su habitación, ella le impedía el paso diciéndole. – ¡Que estés de mal humor, no quiere decir que me llames ramera! ¡Amargado!

– Kaimorts furioso le decía. – ¡Quítate de la puerta! ¡Ramera!

– Anabella enojada y ofendida le daba una bofetada diciéndole. – ¡No soy ramera!

– Kaimorts enfadado, le regresaba con más fuerza la bofetada tirándola al suelo, aprovechando eso, él agarrándole el cabello acairelado a su hermana le decía. – ¡En tu vida, óyelo bien, en tu vida, me vuelvas a poner una mano encima! ¡¿Quedo claro?!

– Anabella tirada en el piso, sujetada por su hermano solo le movía la cabeza afirmando, mientras derramaba unas lágrimas.

Kaimorts la soltaba y riendo cruelmente, entraba a su habitación y muy enojado azotaba la puerta diciendo. – Te trataré como te mereces Anabella, al fin que no somos hermanos.

– Kaimorts mirándose al espejo, se daba cuenta de que su mejilla izquierda estaba colorada de la bofetada dada por Anabella.

Fidias y el guardia permanecían en silencio, mientras escuchaban el altercado tanto abajo como en el pasillo, ambos nerviosos solo pedían no ser descubiertos.

Anabella se levantaba del suelo y llorando regresaba a la habitación de Fidias, el cual al escuchar la puerta abrir solo cerraba los ojos y en mente decía. – Que dios me agarre confesado.

– Al darse cuenta que era Anabella en mar de lágrimas y no su primo, él al verla así preguntaba preocupado. - ¿Qué sucedió? Escuchamos gritos abajo.

– Anabella limpiándose las lágrimas con su pañuelo le respondía indignada. – Pasa que Kaimorts cada día está más amargado.

– El guardia agachado y preocupado decía. – Me imagino que se dio cuenta de mi ausencia en el jardín.

– Anabella sollozando le respondía. – De ninguna forma, no sé qué le ocurra, pero sea lo que sea lo puso como demonio, mejor apresurémonos a salir, se encerró en su habitación y preferible que salgamos antes de que se le ocurra salir.

– Fidias tratando de consolar a su prima le decía. – Anabella, muy bien sabes que Kaimorts esté estresado por lo acontecido hace un momento, así que entiéndelo.

– Anabella levantando la ceja decía. – Lo que haya sido, salgamos.

– Fidias sintiendo un poco cortante a su prima, le decía. – Bueno tienes razón, vayamos abajo.

– Fidias, el guardia y Anabella salían de la habitación muy discretamente, sin hacer mucho ruido y notar presencia extraña en el pasillo, bajando las escaleras de forma presurosa, caminaban para la cocina, sin importarles la mirada de algunos sirvientes.

Fidias al ver a una mujer de la servidumbre disponible le dijo amablemente. – De favor pido que limpien mi recamara y cambien el agua de la tina, deseo tomar un baño relajante y aromático.

– La servidumbre le sonreía y decía. – Como diga joven Fidias.

– De inmediato la mujer acudió a la recamará y solicito la ayuda de otros sirvientes.

Anabella, el guardia y Fidias detrás cruzaban la cocina y por fin salían al jardín donde ahí el guardia decía amablemente agradecido. – A dios y usted gracias por brindarme apoyo.

– Anabella extendiendo su abanico exclamaba. – ¡Y a mí también debes dar gracias!

– El guardia apenado decía. - ¡Disculpe usted señorita Ferrer! Gracias.

– Fidias sonriéndole al guardia, suspiraba diciéndole. – No agradezca, de alguna forma debía ayudarle por lo que causó Kaimorts.

– El guardia ajustándose su coraza, caminaba a tomar su lugar con los demás guardias.

Fidias notaba que la herida del guardia aún no estaba del todo bien, eso le hacía pensar en buscar ayuda de alguna curandera que hiciera el favor de sanar la herida del guardia.

Anabella notando que Fidias miraba con atención al guardia le preguntaba curiosa. – ¿Puedo saber que tanto le miras al guardia?

– Fidias nervioso agachaba la cabeza y respondía. – Me di cuenta que la herida aun no le sana, es eso.

– Anabella abanicándose le decía acercándose al oído de él. – La herida no sanara de un momento a otro, pero espero que sea esa la razón de tu mirar y no porque te sientas atraído por él cuerpo varonil del hombre, pues de ser así confirmarás lo que Kaimorts creé de ti.

– Fidias molesto exclamaba preguntado. - ¡¿Qué creé Kaimorts sobre mí?!

– Anabella riéndose le respondía mientras se metía a la cocina del palacio. – Pregúntaselo tú mismo querido Fidias.

– Anabella dejaba en duda a él.

Mientras que Fidias un tanto molesto movía la cabeza y al ver que la reja de la parte trasera estaba abierta y había una carreta en puerta, invadido por la curiosidad, él caminaba para ver que era.

Con mucha curiosidad se acercaba, asomándose preguntaba. - ¿Quién dejo esto aquí?

- Una voz varonil decía. – Yo deje esto aquí, ¿Algún problema?

– Fidias asustado, al ver al mulato decía. – ¡Ay, es usted! ¡¿Se puede saber qué hace aquí?!

– Ópalo le respondía. – Vine acompañando a una persona, no vengo a robar.

– Fidias suspiraba y decía en tono amable. – Disculpe por preguntar de esa forma, también disculpe por el altercado de la ocasión pasada.

– Ópalo cruzándose de brazos lo miraba de pies a cabeza y decía. – Descuide señor Ferrer.

– Fidias lo miraba con cautela y le preguntaba. - ¿Supongo vienen a comprar algo a los mercaderes de la plazuela?

– Ópalo seriamente le respondía. – ¡No!, ellos no nos venden, nos dan lo que pidamos, entre pobres nos apoyamos, ellos nos dan provisiones nosotros les brindamos protección de su dinastía.

– Fidias suspiraba y decía. – Bueno, pues entonces yo les daré algo de provisiones.

– Fidias se daba media vuelta y dando unos pasos, Ópalo le decía cortante. - ¡Más limosnas por parte suya no!

– Fidias devolviéndose hacía él le decía. – No sea orgulloso, acepte lo que ofrezco, porque aunque usted no lo crea, yo estoy a favor de la igualdad en la ciudadela, pero no soy quién para hacerlo, sí fuera yo el heredero al trono Ferrer dejaría libre a las gentes de Villa de Santa Luz.

– Ópalo no creyendo preguntaba. – ¿Está diciendo la verdad?

– Fidias se le acercaba y le decía firmemente. - ¡Por supuesto que sí!

– Ante la respuesta de Fidias a la pregunta dudosa de Ópalo, ambos quedaban mirándose uno al otro, sintiendo una conexión muy íntima, estremecer su cuerpo y su corazón latir de una forma diferente a la habitual.

Macrina y Ondina después de una larga platica, ambas salían del palacio por la puerta de la cocina, no sin antes decirle Macrina a la otra mujer lo siguiente. – Tiene que decir la verdad, de lo contrario sucesos peligrosos acontecerán en el palacio, ruego a usted que piense que la verdad liberara a las gentes de Villa de Santa Luz, de lo contrario pida tanto al joven Fidias como al joven Kaimorts que usen siempre los amuletos que les di.

– Ondina preocupada decía. - ¡¿Qué sucederá?! ¡Dígame!

– Macrina haciendo leve sonrisa decía. – Solo diga la verdad y evitara muchos problemas.

– Macrina agachaba la cabeza y decía. – Piénselo… No es necesario que me acompañe a la salida, puedo sola, seré vieja no tonta.

– Macrina caminaba hacía la salida dejando a Ondina preocupada por lo que le había dicho.

Ondina mirando al cielo decía. – Dios perdone mis pecados, pero lo hago por bien de mis niños.

– Ondina se persignaba y se regresaba a la cocina para comenzar con los preparativos de la cena en honor al cumpleaños de los jóvenes Ferrer.

Fidias y Ópalo después de un lapso de silencio, Ópalo le decía. – Le gusta retar, ¿No es así?

– Fidias sosteniendo la mirada le decía. – No, simplemente que si alguien me mira debo sostener la mirada, siendo usted un desconocido es de esperarse cualquier cosa.

– Ópalo sintiéndose ofendido por tal comentario, separaba sus brazos y apretando sus puños decía. – Si por mí fuera, estaría golpeándole la cabeza hasta matarlo, pero es su terreno y tiene ventajas de salir ganando.

– Fidias un poco asustado se echaba atrás y Macrina quién veía lo que pasaba decía con voz tranquila. – No tema joven Fidias, el mulato no es peligroso al menos que se le haga algo que lo ponga agresivo.

– Ópalo apenado bajaba la cabeza y decía. – Disculpe Macrina.

– Fidias volteaba a ver a la anciana mujer, la cual le lanzaba una tierna sonrisa que era respondida de la misma forma con unas palabras diciendo. – No era intensión mía ofender a su sirviente.

– Macrina cruzándose de frente de Fidias le decía. – No tenga porque, sus intenciones son buenas.

– Ópalo ayudando a subir a la anciana mujer, decía. – Disculpe señor Ferrer por las molestias.

– Macrina sentándose decía. – No se pidan disculpas, ambos son hombres de buen corazón, de diferente tonalidad de piel, pero ambos poseen un corazón noble y puro, ahora vámonos que debo comprar hierbas y algunas cosas más para curar a los enfermos.

– Ópalo subiéndose para conducir la carreta era detenido por Fidias que decía. - ¡Esperen! ¡Usted dijo que debe comprar hierbas para curar enfermos! ¡¿Quiere decir que es curandera?!

– Macrina sonriendo amablemente decía. – Cierto, lo soy.

– Ópalo serio y curioso preguntaba. – ¿Por qué?

– Fidias un poco ansioso decía. – Hay un guardia herido, me gustaría que usted lo revisara, ¿Se podrá?

– Ópalo decía serio. – Lamento decir que no, tenemos prisa.

– Macrina molesta decía. - ¡Prisa no hay! ¡Recuerda Ópalo, hoy por ti mañana por mí! ¡Así que ayúdame a bajarme para ver a ese sirviente, tengo aquí en mi canasta unas hierbas que tal vez podrían ayudar!

– Ópalo no muy de acuerdo se bajaba de nuevo y ayudaba a la anciana a bajar, mientras que Fidias ansioso llamaba al guardia para que Macrina le revisara y pudiera curar esa herida provocada por la espada de esgrima de Kaimorts.

En tanto, Ondina estando en la cocina se encontraba con la criada a la que Kaimorts solicito que le diera aviso de que él quería hablar con ella.

La criada al verla le decía. – Ondina, fíjese que el joven Kaimorts pedía que usted lo fuera a ver.

– Ondina que estaba limpiando unas frutas, le decía. – ¿Hace cuánto fue eso?

– La criada le decía. – Hace momento que estaba ocupada con su visita.

– Ondina de inmediato, se secaba las manos en sus ropas y le decía a la criada. – Termina de lavar esas frutas y colóquelas en las charolas de plata, veré a mi niño, ¿Sabe dónde está?

– La criada tomando el lugar de Ondina respondía. – En su habitación real.

– Ondina de forma presurosa le decía. – Gracias.

– Ondina nerviosa subía las escaleras y pensaba la charla que había tenido con Macrina y si era buen momento de decir la verdad o no.

En la habitación, Kaimorts estaba con su daga rayando su mesa, enojado pensaba. – Esa india y esa bruja sino se atrevieron a decir la verdad cuando pudieron, dudo mucho que lo hagan ahorita, además Ondina le tiene mucho más afecto al infeliz y débil de Fidias que a mí, debo aprovechar eso para mí bien. 

– Kaimorts estaba que rabiaba de coraje y furia al saber que él no era el heredero al trono Ferrer.

La puerta de su habitación se hizo sonar, era Ondina que mientras llamaba a la puerta, veía a las demás criadas limpiar y acarrear agua a la habitación de Fidias.

Ella sin preocupaciones, llamaba a la puerta preguntando. - ¿Se puede niño Kaimorts?

– Kaimorts sentándose en su sillón especial, se giraba con vista a la ventana, dejando que la luz del sol resaltara su mirada y con la daga en su mano jugándola, decía. – Pasa nana, pasa.

– Ondina entraba y decía. - ¿Sucede algo mi niño?

– Kaimorts seriamente decía. – Cierra la puerta y pasa, quiero hablar contigo de algo.

– Ondina obedeciendo cerraba la puerta y pasaba, al ver el traje del príncipe sobre la cama con un botón descocido ella decía. – Mi niño, supongo que quieres que repare el botón de su traje, ¿Verdad?

– Kaimorts sonriendo maliciosamente, se miraba al espejo acomodándose su trenza, se levantaba y mirando por la ventana, seriamente decía. – Cierto, eso quiero que hagas, pero antes, hablemos de algo que me inquieta mucho.

– Ondina le decía con afecto. – Mi niño Kaimorts, sabe bien que usted puede contar conmigo para lo que se le ofrezca, ¿En qué puedo servirle?

– Kaimorts jugando con la daga se volteaba y con mirada perversa preguntaba. - ¿Quién era la anciana que vino a verte?

– Ondina nerviosa respondió con otra pregunta. - ¿Cuál anciana?

– Kaimorts jugando con la daga de forma amenazante le decía. – No soy tonto, ni mucho menos un pelele como para no haberme dado cuenta que misteriosamente estabas con una anciana, ¿Me dirás quién era y de que hablaban?

– Ondina nerviosa respondía con miraba baja. – Era una mujer que pedía ayuda, solicitaba ropa y vivires así que le di pase a mi habitación para obsequiarle unas prendas que no son útiles en mí.

– Kaimorts sonriendo le decía. – Ondina, te dije que no soy un pelele.

– Ondina esquivando la mirada de Kaimorts se ponía nerviosa y prefería sentarse.

Él levantando la ceja, con daga en mano le decía. – Cuando alguien dice la verdad no tiene por qué bajar la mirada, mucho menos esquivar la mirada de quién pregunta.

– Ondina justificando dicho acto decía. – Lo hago por respeto a su persona, porque soy poca cosa ante usted.

– Kaimorts tiraba la daga al suelo y burlonamente aplaudía diciendo. – Me alegra que tengas dentro de la cabeza en cuenta tu lugar en este palacio, eres y siempre serás poca cosa, siempre debes agachar la cabeza a quién te da techo, ropa y de comer, recuerda que lo que tú digas siempre se pondrá en duda, por ser una simple criada.

– Ondina nerviosa se agarraba las manos y decía. – Sí, si niño Kaimorts, lo sé bien.

– Kaimorts le levantaba la cabeza forzosamente y mirándola a los ojos le decía. – ¿Entonces porque mientes con lo anterior qué pregunte? Ambos sabemos que la anciana esa, es una antigua partera que trajo al mundo a Fidias y a mí, ¿Verdad?

– Ondina tartamudeando le decía. – No, no… No sé de qué… De qué habla.

– Kaimorts furioso le lanzaba una mirada dominante diciéndole. – No niegues algo que escuche y vi.

– Ondina exclamó. - ¡Ya lo sabe! ¡Eso es una falta de respeto!

– Kaimorts soltando a Ondina se reía y le decía. - ¡Por favor! ¡¿Lo que ustedes hicieron no es falta de respeto?!

– Ondina comenzando a llorar se justificaba diciendo. – Fui obligada, ¡Lo juro por dios!

– Kaimorts indignado abofeteaba a Ondina diciéndole. - ¡No jures en nombre del creador!

– Ondina llorando se agarraba la mejilla y suplicaba. - ¡Perdón!

– Kaimorts le decía enojado. - ¡Pides perdón! ¡Hiciste algo indebido, quiero saber cómo y porque fue! ¡Ya mismo!

– Ondina decía llorando. – Fui convencida al ver que mi niño Fidias estaba muriendo y la niña Abdulá estaba en espera de su hijo con mucho amor y mucha paciencia, me partía el corazón saber que los reyes Ferrer se quedarían sin su hijo varón, por eso acepte el cambio, ya que usted era fuerte, sano y su madre había fallecido al momento de traerlo al mundo, estando solas aprovechamos el cambio durante esa obscura y tormentosa noche, solo estábamos la partera, yo y las mujeres parturientas, esa noche me ha pesado mucho y me ha tenido siempre con angustia, pesar y mucho remordimiento año a año, aunque no lo crea niño Kaimorts, me pesa mucho.

– Ondina sentaba en la cama llorando agachaba su mirada y decía. – ¡Perdóneme por piedad!

– Kaimorts al enterarse que él no es el verdadero heredero Ferrer, furioso cacheteaba a Ondina diciéndole. – ¡Maldita infeliz! ¡Cómo es posible, que hayas sido cómplice de semejante barbaridad!

– Ondina llorando se hincaba diciendo. - Mi niño Ferrer, no sabía lo que hacía, por dios que lo juro.

– Kaimorts cacheteando a Ondina nuevamente le decía amenazándola. – ¡Pobre de ti si llegas a abrir la boca! ¡Sí lo haces juro por el mismo creador que te acusare de practicar brujería y estar poseída por el demonio! ¡Criada estúpida!

– Ondina llorando, se levantaba del suelo mientras decía - ¡Lo juro por dios padre que no diré nada, lo juro! ¡Si callé 25 años, podre callar más tiempo, aunque me remuerda la conciencia!

– Kaimorts levantando la ceja, sujetó a Ondina y serio le dijo. – Me aseguraré que cumplas tu promesa... ¡De no hacerlo, tu miserable vida será la que pague todo y por consiguiente la vida de tu adorado niño Fidias también! ¡Ahora lárgate!

– Ondina se levantaba, se limpiaba las lágrimas y le decía. – No sabía lo que hacía ni lo que ocurriría después, pero ahora piense en su beneficio, usted será el príncipe y será apoderado universal de esta ciudadela, ¡Pero por favor no le haga daño a mi niño Fidias, él no tiene la culpa!

– Ondina salía de la habitación un tanto triste y preocupada, dejando a Kaimorts lleno de ira y diciendo. - ¡No permitiré que la verdad se sepa! ¡No importa que tenga que pecar, pero la verdad seguirá guardada hasta que yo quiera! ¡De eso me encargo yo!

– Kaimorts esta tan lleno de ira, avaricia, soberbia, odio, rencor y de una sed de poder que lo está cegando demasiado; ¿Qué tendrá en mente?

Sacrilegio.

 

Hola!! Espero les haya agradado el capítulo de hoy, gracias por leer, tomarse el tiempo de valorar y de comentar... Cualquier cosa en FB o email, saludos.

Mas de Jesus tsukishiro

Franco - Tira - Amor. Capítulo 2

Franco - Tira - Amor. Capítulo 1

Gay, casos de la vida real.

Gay, casos de la vida real.

Gay, casos de la vida real.

¿Por qué a mí? Capítulo 10

¿Por qué a mí? Capítulo 9

¿Por qué a mí? Capítulo 8

¿Por qué a mí? Capítulo 7

¿Por qué a mí? Capítulo 6

¿Por qué a mí? Capítulo 5

¿Por qué a mí? Capítulo 4

¿Por qué a mí? Capítulo 3

¿Por qué a mí? Capítulo 2

¿Por qué a mí? Capítulo 1

Gay, casos de la vida real.

Gay, casos de la vida real.

Gay, casos de la vida real.

Gay, casos de la vida real.

Gay, casos de la vida real.

El Otro. Parte 3

El Otro. Parte 2

El Otro. Parte 1

Gay, casos de la vida real.

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 18

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 17

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 16

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 15

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 14

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 13

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 12

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 11

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 10

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 9

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 8

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 7

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 6

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 5

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 4

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 3

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 2

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 1

Gay, casos de la vida real.

Antes de Rockear al Destino. Capítulo 3

Antes de Rockear al Destino. Capítulo 2

Antes de Rockear al Destino. Capítulo 1

Gay, casos de la vida real.

El chico de mis sueños. Final Alternativo Dos.

El chico de mis sueños. Final Alternativo Uno.

El chico de mis sueños. Capítulo 8

El chico de mis sueños. Capítulo 7

El chico de mis sueños. Capítulo 6

Breve Mensaje a mis Lectores.

El chico de mis sueños. Capítulo 5

El chico de mis sueños. Capítulo 4

Heridas de Amor.

El chico de mis sueños. Capítulo 3

Gay, casos de la vida real.

El chico de mis sueños. Capítulo 2

Sacrilegio Capítulo 7

El chico de mis sueños. Capítulo 1

Show en Cam Four... (Parte 3, final)

Show en Cam Four... (Parte 2)

Show en Cam Four... (Parte 1)

Sueños de una Noche

Nuestro Secreto

Es Cuestión del Destino. Capítulo 19

Es Cuestión del Destino. Capítulo 18

Es Cuestión del Destino. Capítulo 17

Es Cuestión del Destino. Capítulo 16

Es Cuestión del Destino. Capítulo 15

Es Cuestión del Destino. Capítulo 14

Es Cuestión del Destino. Capítulo Especial Pt. 2

Es Cuestión del Destino. Capítulo 13

Sacrilegio Capítulo 6

Es Cuestión del Destino. Capítulo 12

Es Cuestión del Destino. Capítulo 11

Es Cuestión del Destino. Capítulo 10

Es Cuestión del Destino. Capítulo 9

Es Cuestión del Destino. Capítulo 8

Es Cuestión del Destino. Capítulo 7

Es Cuestión del Destino. Capítulo 6

Es Cuestión del Destino. Capítulo 5

Es Cuestión del Destino. Capítulo 4

Es Cuestión del Destino. Capítulo 3

Es Cuestión del Destino. Capítulo 2

Es Cuestión del Destino. Capítulo 1

Sacrilegio Capítulo 4

Licua-Mix de Relatos 2013

Licua-Mix de Relatos 2013

Sacrilegio Capítulo 3

Sacrilegio Capítulo 2

Sacrilegio Capítulo 1

Luna de Miel Capítulo 15 Gran Final

Luna de Miel Capítulo 14

Luna de Miel Capítulo 13

Luna de Miel Capítulo 12

Luna de Miel Capítulo 11

Luna de Miel Capítulo 10

Luna de Miel Capítulo 9

Luna de Miel Capítulo 8

Luna de Miel Capítulo 7

Luna de Miel Capítulo 6

Luna de Miel Capítulo 5

Luna de Miel Capítulo 4

Luna de Miel Capítulo 3

Luna de Miel Capítulo 2

Luna de Miel

En los ojos del amor Capítulo 37 Gran Final

En los ojos del amor Capítulo 36

En los ojos del amor Capítulo 35

En los ojos del amor Capítulo 34

En los ojos del amor Capítulo 33

En los ojos del amor Capítulo 32

En los ojos del amor Capítulo 31

En los ojos del amor Capítulo 30

En los ojos del amor Capítulo 29

En los ojos del amor Capítulo 28

En los ojos del amor Capítulo 27

En los ojos del amor Capítulo 26

En los ojos del amor Capítulo 25

En los ojos del amor Capítulo 24

En los ojos del amor Capítulo 23

En los ojos del amor Capítulo 22

En los ojos del amor Capítulo 21

En los ojos del amor Capítulo 20

En los ojos del amor Capítulo 18

En los ojos del amor Capítulo 19

En los ojos del amor Capítulo 17

En los ojos del amor Capítulo 15

En los ojos del amor Capítulo 16

En los ojos del amor Capítulo 14

En los ojos del amor Capítulo 13

En los ojos del amor Capítulo 12

En los ojos del amor Capítulo 10

En los ojos del amor Capítulo 11

En los ojos del amor Capítulo 8

En los ojos del amor Capítulo 9

En los ojos del amor Capítulo 7

En los ojos del amor Capítulo 6

En los ojos del amor Capítulo 5

En los ojos del amor Capítulo 4

En los ojos del amor Capítulo 3

En los ojos del amor Capítulo 2

En los ojos del amor Capítulo 1

Rockeando al Destino Capítulo 23 Gran Final

Rockeando al Destino Capítulo 22

Rockeando al Destino Capítulo 21

Rockeando al Destino Capítulo 20

Rockeando al Destino Capítulo 19

Rockeando al Destino Capítulo 18

Rockeando al Destino Capítulo 17

Rockeando al Destino Capítulo 16

Rockeando al Destino Capítulo 15

Rockeando al Destino Capítulo 14

Rockeando al Destino Capítulo 13

Rockeando al Destino Capítulo 12

Rockeando al Destino Capítulo 11

Rockeando al Destino Capítulo 10

Rockeando al Destino Capítulo 9

Rockeando al Destino Capítulo 8

Rockeando al Destino Capítulo 7

Rockeando al Destino Capítulo 6

Rockeando al Destino Capítulo 5

Rockeando al Destino Capítulo 4

Rockeando al destino Capitulo 1

Rockeando el Destino Capítulo 3

Rockeando al Destino Capitulo 2