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Sacrilegio Capítulo 1

en Gays

HOLA!!

REGRESO A LA CATEGORÍA GAYS PARA TRAERLES UNA HISTORIA, NOVELA O SAGA COMO DESEEN LLAMAR A LO QUE COMENZARÉ A PUBLICAR, ESPERO ME DEN LA OPORTUNIDAD UNA VEZ MÁS ASÍ COMO LO HICIERON EN ANTERIORES OCASIONES, SI LES GUSTA VALOREN Y COMENTEN, SINO PUES SON LIBRES DE ELEGIR LO QUE MEJOR LES CONVENGA LEER...

LES DOY UN PEQUEÑO ADELANTO DE LO QUE SERÁ ESTA HISTORIA:

SERÁ MI PRIMERA HISTORIA DE ÉPOCA EN LA CUAL MANEJARÉ TEMAS RELEVANTES Y MUY FUERTES EN ESE TIEMPO, COMO EL FANATISMO RELIGIOSO, EL PODER Y LA ESCLAVITUD, LAS MANIPULACIONES DE LA IGLESIA Y EL SACRILEGIO QUE SE COMETÍA ENTRE SACERDOTES Y MONJAS ASÍ COMO EL AMOR ENTRE HOMOSEXUALES Y LOS CASTIGOS QUE SE INTERPONÍAN, ENTRE OTRAS COSAS; SIN PERDER EL TOQUE QUE ME CARACTERIZA, HABRÁ AMOR, PERO CON MUCHOS OBSTÁCULOS POR VENCER QUE NO GARANTIZA UN FINAL FELIZ...

ESPERO NO SE SIENTAN OFENDIDOS POR LOS TEMAS QUE MANEJARÁ ESTA HISTORIA, ESPERO LES GUSTE PUES ESTOY HACIENDO MI MAYOR ESFUERZO POR ESCRIBIRLA Y TERMINARLA, EN ESTE CAPÍTULO HARÉ LO QUE ES UNA INTRODUCCIÓN PREVIA A LOS SUCESOS POR DESARROLLAR, SON HECHOS BASTANTE OBVIOS QUE ESPERO LOS LLEGUE A ATRAPAR Y SI ASÍ LO DESEAN LEER HASTA EL FINAL; UNA VEZ MÁS LES ACLARO QUE ES UNA NOVELA DE CORTE GAY, DE ÉPOCA Y PUES LOS DEJO CON ESTE PRIMER CAPÍTULO...

BAJO ADVERTENCIA NO HAY ENGAÑO, ASÍ QUE SI SE SIENTEN PREPARADOS PARA LEER UNA HISTORIA DE ESTE TERMINO PUES ADELANTE, SINO DE ANTE MANO LES AGRADEZCO EL POCO TIEMPO TOMADO Y PERMITIDO DE SU VALIOSO TIEMPO, BUEN DÍA/TARDE/NOCHE... LOS DEJO Y ESPERO ME LEAN MÁS ABAJO, SALUDOS!

Capítulo Uno.

 

Doble nacimiento bajo la tormenta.

 

Año 1725 en la ciudadela llamada Villa de Santa Luz, durante una obscura y tormentosa noche dos mujeres estaban por parir a sus criaturas, la primera se encontraba en una habitación de huéspedes del palacio Ferrer, mientras que la otra mujer estaba dando a luz en la habitación principal de dicho palacio; la partera se estaba preocupando, por la mujer del cuarto de huéspedes, pues tenía una fuerte hemorragia y la criatura no podía nacer.

La mujer de unos cincuenta años aproximadamente, trataba de hacer que la parturienta pujara una vez más; ella gritando de dolor decía. - ¡No puedo más! ¡No puedo más!

– La partera le decía. – Usted puede, es una mujer joven y fuerte, vamos, un último pujido.

– Koldavica una vez más pujo con sus fuerzas y la partera Macrina lograba sacar de las entrañas de la mujer exhausta a un varón de piel morena clara, unos ojos grandes color miel y de pestañas largas.

La partera poniendo cara de preocupación le decía a una joven criada del palacio. – Vete por más agua caliente y más trapos.

– La criada al ver el rostro de preocupación de la partera salía de inmediato, pues sabía que estaba en las últimas la mujer, pues el sangrado no cesaba.

Koldavica entre sudor, cansancio y agonía preguntaba a Macrina quién estaba limpiando al recién nacido y atándole el cordón umbilical con hierbas curativas. – Mi bebé, ¿dónde está mi bebé?

– Macrina nerviosa sin voltearla a ver, le decía. – Su criatura está bien, es un varón con tremendos tamaños, para haber nacido antes del tiempo de dios, se ve sano.

– Koldavica sonriendo le decía entre quejidos. – Es un varón, mi esposo estará feliz de la noticia… Macrina, dígame con la verdad, ¿Moriré?

– Macrina apenada le acerco la criatura ya limpia y le dijo. – Dios decide, solo él.

– Koldavica sostenía al pequeño y lo miraba de forma dulce, la tormenta arreciaba, los vientos comenzaron a soplar más fuerte, las ventanas se abrían haciendo que las velas se apagaran poco a poco.

Macrina presurosa prendía un cirio y se la acercaba a la mujer moribunda, Koldavica besándole la frente a su pequeño, entristecía diciéndole. – Mi pequeño angelito, te quedarás sin la protección de tu madre, pero sé que tendrás el cuidado de tu padre y claro el de tus tíos también, vivirás lleno y rodeado de amor, espero seas un hombre de bien, dios mediante me permitirá protegerte desde el cielo, así lo dispone el creador que me requiere en su gloria.

– Macrina sintió estremecerse su corazón, la mujer moribunda le entregó al pequeño en brazos diciéndole. – Espero usted de vez en cuando vigile a mi pequeño, si en sus manos está protéjalo.

– Macrina tomo a la criatura que comenzó a llorar, lo abrazo fuerte y poco a poco Koldavica cerraba los ojos y en un suspiro su alma abandonaba su cuerpo agotado y ensangrentado.

La criada regresaba con el agua y los trapos a la habitación que solo estaba alumbrada por un cirio, ella presurosa dijo. – Aquí tiene los trapos y el agua doña Macrina.

– Ella seria le decía. – Ya no hacen falta aquí, llévalos con la otra mujer, está mujer ha sido llamada a la gloria eterna.

– La criada se persignaba y salía de la habitación con el balde de agua caliente y los trapos; ella sin decir nada entró agachada a la otra habitación, dónde se encontraba Abdulá, rodeada de tres sirvientes, dos criadas y la nana Ondina, la mujer que ha cuidado de la esposa de Kay Ferrer.

Ondina al ver entrar a la criada que dejaba en una mesa los trapos y en el suelo el balde, le decía desesperada. – ¡Niña, avísale a Macrina que venga! ¡Mi niña Abdulá esta que no puede con el dolor!

– La criada agachada con la cabeza, obedecía las órdenes dadas, saliendo con rapidez y educación de la hermosa y flamante habitación; Macrina que se encontraba saliendo de la habitación donde estaba inerte Koldavica, le era avisada por la criada que la requerían.

Macrina con unas sábanas y su canasta cerraba la puerta y caminaba a la siguiente habitación diciéndole. – Limpia a la mujer, cámbiale las ropas y déjala hermosa, debe partir al reino glorioso de forma pulcra.

– La criada ingresaba a la habitación y hacía lo que le pedían.

Mientras que Macrina entrando a la habitación, con mucho cuidado colocaba en el suelo su canasto, las sabanas las colocaba en el suelo y decía de forma muy sería. – Ruego amablemente a ustedes que me dejen a solas con la parturienta.

– Los sirvientes, así como las criadas salían, pero Ondina se negaba a salir, pues estaba preocupada por Abdulá, la cual entre quejidos decía. – Le ruego a usted amable mujer, que mi nana Ondina se quede aquí, mi hombre y el hombre de mi cuñada salieron de viaje y regresaran pasando dos soles y una luna; en este momento es la única que está a mi lado, el único apoyo que tengo.

– Macrina un poco sería dijo. – Bueno de ser así, comencemos…

- Abdulá sonreía y comenzaba nuevamente con más contracciones; en ese momento Ondina hacía lo que Macrina le solicitaba, la tormenta no paraba, entre gritos y lamentos, un estruendoso trueno se escuchó y la criatura logro salir del vientre de su madre.

Abdulá se desmayaba en cama y Ondina preocupada gritaba. - ¡Mi niña, mi niña!

– Macrina seria le decía. – Ella está bien, solo está cansada y desmayada, mejor ayúdeme con la criatura, no tiene buen color de piel y está débil.

– Ondina preocupada se le acerco y se daba cuenta que el bebé estaba débil que no lloraba y apenas y se movía; mientras Macrina lo limpiaba y le ataba el cordón umbilical con unas hierbas curativas, el llanto de un pequeño se hizo escuchar.

Ondina exclamó de felicidad. - ¡Bendiciones de nuestro creador!

– Pero el llanto del bebé provenía de la canasta de Macrina, la cuál sería se dirigió hacia él y lo cargo.

Ondina admirada decía. - ¡¿Pero qué sucede?!

– Macrina se le dirigió a ella diciéndole seriamente. – Está criatura se ha quedado sin su madre, Koldavica ha dejado esta tierra para descansar en el reino de nuestro creador.

– Ondina sorprendida, se persignaba y decía. - ¡Nuestro creador le otorgue el descanso eterno a la mujer! ¡¿Pero qué hago con el niño?!

– Macrina moviendo la cabeza dijo. – Usted hará pasar a esa criatura sana y fuerte como hijo de esta mujer, mientras que el suyo, débil y aletargado lo llevaré con la mujer fallecida para que así ambos se hagan compañía en el camino hacía el paraíso.

– Ondina nerviosa no quería hacer eso, pero Macrina seria le decía. – Hágalo, será secreto nuestro y de estas paredes.

– Ondina se persignaba y decía. - ¡Dios nuestro creador nos mande el castigo por hacer esto!

– Ondina al ver despertar a Abdulá, le decía con ternura. – Mi niña, he aquí ante tus ojos a tu hermoso hijo varón, heredero del trono Ferrer.

– Abdulá, cansada sonreía y decía. – Bienvenido seas al mundo ángel de mis entrañas.

– La recién parturienta cargaba al niño y Ondina se trataba de calmar de sus nervios.

Macrina dándole la espalda, envolvía entre sabanas al varón recién nacido y agonizante para llevarlo con la difunta Koldavica, ella seria sin mirar decía. – Esta re bonita la criatura, merece un nombre que cause imponencia y fuerza.

– Abdulá sonriente decía. – Sí, así será, el primogénito de Kay Ferrer, futuro heredero del trono Ferrer, llevará un nombre fuerte e imponente.

– Ondina nerviosa decía. – Niña descanse, pondré al niño en su cuna.

– Abdulá le daba a Ondina al bebé, quién cargaba al pequeño varón y lo colocaba en su cuna de telas finas y aterciopeladas.

Macrina ya por retirarse decía. – Dentro de tres soles regreso, para ver como está, cámbienle las hierbas a la criatura cada que se den cuatro vueltas al reloj de arena.

– Ondina movía la cabeza, se acercó a ella y nerviosa en voz baja le preguntaba. - ¿Ya murió la criatura?

– Macrina muy sería le decía. – Aun no, pero no ha de tardar.

– De forma rápida Macrina salía y se dirigía a la otra habitación, dejando a Ondina persignándose, orando y meciendo la cuna del pequeño niño.

Macrina entraba a la habitación donde estaba ya vestida y limpia la mujer difunta, su cuerpo estaba frío y pálido, la cama estaba manchada de la sangre derramada, la criada que había cambiado a la mujer, temerosa preguntaba. - ¿La criatura también murió?

– Macrina sacando del canasto al bebé, envuelto entre sábanas decía. – No, aun no, pero no tarda en partir al limbo.

– La tormenta comenzaba a parar, Ondina mecía con cariño a la criatura, la cual lucía un rostro angelical, su color de piel morena clara, sus largas pestañas y la ceja cargada mostraba que el pequeño sería de carácter fuerte.

Todo estaba en silencio, Abdulá dormía tranquilamente, cuando de repente un rayo cayó al gran patio del palacio Ferrer, donde rato más tarde, entraba a la habitación Macrina apresurada con criatura en brazos diciendo sorprendida. - ¡Está vivo! ¡Está vivo!

– Abdulá abría los ojos lentamente y preguntaba. - ¿Quién está vivo?

– Ondina sorprendida exclamó. - ¡Santo eres creador nuestro!

– El bebé que se creía en las últimas, por el estruendoso trueno, provoco su llanto que estimulara sus pulmones y su corazón haciéndolo regresar a la vida. – Macrina impactada decía.

- ¡Un milagro que la criatura haya regresado a la vida!

– Abdulá somnolienta y cansada de enderezaba entre las sabanas y preguntaba. - ¿Es el hijo de mi cuñada Koldavica? ¿Cómo esta ella?

– Ondina se acercó a Abdulá y la recostó diciéndole. – Calma niña, calma, no tiene rato que parió a un chamaquito, debe descansar, no se preocupe o le hará mal.

– Macrina cargando al pequeño, apenada y seria decía. – Mi señora Abdulá, lamento avisar que Koldavica, madre de este pequeño, ha partido al reino de los cielos.

– Ondina sorprendida con mirada de miedo, miraba a Macrina que se acercaba poco a poco, entregándole en los brazos de Abdulá a la criatura desamparada.

Abdulá cargaba al pequeño que tenía el color de piel un poco más clara que la del otro bebé, unos ojos grandes color miel, pero tenían una expresión angelical diferente, sus cejas parecían dibujadas y trazadas con una pluma, las largas pestañas hacían que esos ojos resaltarán aún más.

Ondina aconsejándole nerviosa le decía. – Pero mi niña, esa criatura le vive el padre.

– Abdulá sonriéndole al pequeño él cual le respondía de igual forma, ella suspiraba diciéndole. – Nana, sé muy bien que su padre le sobrevive, pero la madre es la que lo alimenta, a dios gracias tengo dos senos de los cuales puedo brindarle a este pequeño un poco del alimento de mi hijo.

– Ondina no muy de acuerdo le decía. – Bien niña, como usted quiera y diga.

– Macrina entre sus canasto, sacaba unos amuletos llamados ojos de venado, que estaban atados junto con tres cuarzos uno azul cielo, uno blanco y uno rosa, se los entregaba a Abdulá y le decía seriamente. – Estos amuletos junto con sus cuarzos protegerán de todo mal a los pequeños.

– Abdulá los agarraba y le colocaba uno a al pequeño en brazos y el otro se lo daba a Ondina quién de inmediato se lo colocaba al pequeño en la cuna.

Macrina agarraba sus cosas y antes de marcharse seriamente dijo. – Para bien o para mal, pero ambas criaturas son dignas de llevar el apellido Ferrer.

– Abdulá miró fijamente a los ojos de Macrina y le decía tranquila. – Sí, pero sólo uno será el heredero al trono, él otro llevará el apellido en segundo término.

– Macrina ya por salir le decía. – No hagan diferencias en dos pequeños angelitos, de ser así, que el creador se lo lleve a descansar con su madre.

– Ondina miraba nerviosa a Macrina, la cual temerosa se dirigió a ella para acompañarla a salir, dejando a Abdulá cargando al pequeño que tenía en brazos.

Ondina y Macrina estando ya fuera del palacio le decía ella en voz baja. – Un secreto que no sé qué tiempo aguantar.

– Macrina seria dijo. - Vas a guardar silencio hasta el día que entregues el alma al creador.

– Ondina persignándose dijo. – Iré directo al averno, ¡que dios nos agarre confesadas!

– Macrina dándose medía vuelta le dijo. – Regresaré en tres soles para ver a las criaturas, estaré en constante visita hacia los pequeños angelitos.

– Un guardia le abrió la gran puerta del palacio y ella se marchó del lugar muy cansada y agotada por los dos partos atendidos; por lo mientras Ondina mirando cómo se iba Macrina decía. – Presiento que es un mal el guardar este secreto, pues cosas malas pueden ocurrir después de esto.

– Ondina nuevamente regresaba con Abdulá para acomodar a los pequeños recién nacidos en la cuna.

Al paso de los soles y las lunas, los padres de ambos pequeños regresaban al palacio Ferrer después de un largo viaje.

Al llegar Kay Ferrer se alegraba por el nacimiento de su primer hijo varón, el cual era cargado con júbilo y alegría; en cambio Lope Carabellí, entristecía al saber que su amada esposa Koldavica había muerto; Kay al enterarse que su hermana Koldavica había muerto en el parto, se dirigía a ver al viudo a la habitación, donde lo encontraba triste cargando a su hijo.

Él de forma amable apoyando a Lope le decía. – A mi sobrino nunca le faltara comida y donde vivir, a ti mucho menos, tendrás el apoyo de la familia.

– Lope cargando al pequeño, dándole un beso en la frente, quedaba hipnotizado por esa dulce mirada del bebé, el cual le decía. – Gracias, mi esposa, tu hermana estaría agradecida, pero no lo hagas por mí, hazlo por tu sobrino.

– Kay le ponía la mano al hombro de él diciéndole. – Así será.

– Kay Ferrer y Lope Carabellí quedaban admirando la dulce mirada del pequeño en brazos, justo en ese instante iba entrado a la habitación Abdulá con su hijo en brazos, la cual decía. – Estas criaturas serán unos auténticos Ferrer.

– Kay cargaba a su hijo, al cual le sonreía y notaba que la mirada de él no era tan tierna como la del hijo de Lope, pero eso no le quitaba el orgullo de que su primogénito fuera un varón.

Los soles y las lunas transcurrían, poco a poco fue pasando el tiempo, la vida fluía como cual arroyo busca el mar, los arboles daban frutos, las flores renacían al calor de los primeros rayos de sol, unos morían y otros nacían, el ciclo de la vida se cumplía, los relojes de arena eran volteados por las criadas del palacio Ferrer, señal que el tiempo pasaba y pasaba…

Ambos bebés dejaban de serlo pasando por varias etapas de la vida creciendo conforme los soles y las lunas transcurrían.

Kaimorts Ferrer primogénito y heredero del trono Ferrer, se convertía en un joven guapo y apuesto, de buen cuerpo torneado y marcado por practicar el esgrima y montar a caballo, con el tono de cabello castaño obscuro, ojos grandes color miel, ceja poblada y largas pestañas chinas, un color de piel morena pero no similar al tono de sus padres, una sonrisa que a veces se mostraba cruel y despiadada y otros por felicidad lograda a base de sus caprichos, su mirada es algo seca, falta de intensidad y demostrando un vacío en su ser, cosa extraña para muchos ya que él ha tenido todo por ser heredero del trono Ferrer; en pocas palabras el rostro de Ferrer es masculino, imponente y muy frío, Kaimorts era ya todo un hombre pero diferente a su primo.

Ya que Fidias es diferente, muy diferente a su primo, pues él es un joven apuesto, más guapo que su primo Kaimorts, su cuerpo de él es delgado, no marcado ni torneado, pero si en forma ya que le gusta practicar cricket  en sus ratos libres y nadar cuando se le es posible en compañía de su primo, es amante de la naturaleza y muy pacífico, su mirada es especial pues refleja un brillo dulce y tierno cada que el sol ilumina su mirar, sus ojos color miel son adornados por esas largas pestañas chinas y esa ceja que parece haberle sido dibujada con algún pincel o pluma, su tono de piel un poco pálida de vez en cuando, pero es un moreno claro muy claro a comparación de la de su primo, con cabello castaño claro y ondulado, una sonrisa expresiva que refleja confianza, paz y delicadeza, en pocas palabras la cara de él es muy fina como de un muñeco de porcelana fina, eso es lo que hace de Fidias un hombre muy diferente; ambos jóvenes guapos son parecidos, pero con personalidades muy diferentes, sentimientos y sensaciones muy distintas del uno al otro.

Sacrilegio.

 

 

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