Capítulo Siete.

El ultimo adiós.

A la mañana siguiente, Gabriel estaba por salir del hospital vestido con un pans negro y unas gafas que su hermana le había traído de la poca ropa que se logró rescatar, él desconsolado, esperaba en la silla de ruedas a que su hermana se lo llevara directo a la iglesia para poder darle el ultimo adiós a su amado Esteban, Ángela se acercaba con los papeles firmados del alta, tras casi una semana de haber estado en el hospital, ellos salían del hospital, ella junto con un camillero ayudaban a Gabriel a subirse al coche, no decía nada, solo estaba perdido entre sus pensamientos, Ángela le agradeció al joven por su atenta ayuda y se dirigió a conducir, ya tomando carretera rumbo a la iglesia donde sería la misa de cuerpo presente, Gabriel se colocaba los accesorios de Esteban, derramando unas lágrimas solo recordaba su sonrisa, su voz, sus besos, las veces que hacían el amor de una forma tan apasionada y amorosa, su hermana en el trayecto a la iglesia, se preocupaba por su hermano, pues la depresión le podía perjudicar en su mejoría y alentaría la recuperación de su vista.

Aura e Irene que estaban llegando con la carrosa fúnebre a la entrada de la iglesia, desconsoladas caminaban tras del ataúd que iba entrando rumbo al altar, siendo bendecido por el padre, procedieron con la misa, había muchas personas la mayoría eran familiares de Esteban, otros eran amigos, entre ellos estaban Luz y Tulio que al haberse enterado rompieron en llanto y tomaron el primer vuelo a D.F para poder estar presentes en el funeral, aunque el accidente había ocurrido hace ya casi una semana, el cuerpo no había sido reclamado, ni mucho menos habían identificaciones disponibles, pues Esteban tenía la mala costumbre de guardarlas en la guantera del carro cuando viajaba o en su morral que siempre traía consigo, al explotar el carro, se perdieron dichos documentos, así como cosas personales de ellos, al ser Gabriel el único acompañante, decidieron esperar los médicos a que el despertara para pedir datos sobre él cuerpo de Esteban para así poder dar informe a sus familiares.

Luz recordaba a su amigo de una forma dulce, pues se había portado muy noble como si fuera un ángel, por otro lado Tulio sufría en silencio, pues permanecía callado, inmóvil durante la misa, se sentía devastado, pues la noche anterior del accidente le había declarado su amor, arrepentido de no haberle dicho antes que desde tiempo atrás lo amaba.

Una voz quebrantada por las lágrimas se escuchó a la entrada, era Gabriel que siendo llevado por una silla de ruedas, decía. - ¡Esteban!... ¡Esteban te amo!... ¡Esteban!

– La gente miraba a Gabriel entrar por el pasillo principal, le lanzaban miradas de pena, angustia y de lamentación, pues la mayoría sabían que ellos eran pareja.

Aura se había molestado, y le dijo a su hermana. – Le pediré a su hermana que se lo lleve, no tiene por qué estar aquí.

– Irene la detuvo y le dijo. – Aura, tú haces eso y a la que voy a tener que sacar de la iglesia con ayuda de nuestros primos, será a ti, Gabriel tiene derecho de estar aquí, él era su novio y estaban por casarse, que no tienes corazón, piensa en la memoria y deseos de nuestro hermano.

– Aura se sentó, indignada seguía poniendo atención al sacerdote, quien notaba rara la presencia de Gabriel, pero sin hacer preguntas el cura siguió con la misa, Ángela y Gabriel se pusieron cerca del costado derecho del féretro, Tulio miraba a Gabriel con resentimiento.

Y Luz como buena amiga se le acerco y dándole un fuerte abrazo le dijo. – Amigo, comprendo tu dolor, tenemos que ser fuertes y tener resignación, Estebancito esta descansado al lado de sus papás y de los tuyos, algún día te reencontraras con él en el paraíso de nuestro señor.

– Gabriel abrazándola rompió en llanto, y le dijo. – No debía morir, el que debía morir tenía que ser yo, el no merecía eso, no lo merecía.

– La misa continuo, el sacerdote daba el sermón sobre el valor de la vida, las hermanas de Esteban al escuchar cada palabra dicha por el cura, lloraban, se tomaban de las manos y miraban a cristo crucificado, pedían por el eterno descanso de su hermano y que Gabriel pronto se repusiera de esta pérdida; al finalizar la misa, empezaron a salir, con el cuerpo inerte de Esteban en ese ataúd, sus hermanas acompañadas por sus respectivos novios y familiares, salían de la iglesia.

Gabriel quien esperaba impaciente ser llevado por su hermana, se le acerco Tulio y le dijo. – Tu, tú fuiste el culpable que Esteban se muriera, tú y solamente tú, miserable.

– Gabriel con su mano intento agarrarlo y le decía. – ¡Cállate desgraciado! ¡Que aquí el único miserable eres tú! ¡Por haber besado a mi novio!

– Tulio poniéndose nervioso le dijo. - ¿De qué hablas? No entiendo nada.

– Soberbiamente le dijo Gabriel. - ¡No te hagas el idiota que no te queda! ¡Esteban me platico mientras viajábamos, que tu maldito infeliz, le confesaste tu amor y lo besaste!

– Tulio se agarró la cabeza y se salió, Luz y Ángela regresaban de haber dado su limosna y solo veían a Tulio irse caminando rápido al atrio de la iglesia.

A lo que Luz pregunto. - ¿A dónde va Tulio?

– Gabriel le respondió cortante. – No sé, ni quiero saber, ese infeliz me culpa de algo que no sabe cómo sucedió.

– Luz se despidió de Ángela y fue tras de Tulio, ella le pregunto a Gabriel. – Hermano, ¿Qué fue lo que sucedió?

– Gabriel solo tronándole los dedos le dijo. – Apúrate, quiero despedirme de Esteban.

– Ángela llevando a Gabriel al atrio para poderse despedir del cuerpo de Esteban, pensaba en su hermano y lo que fuera a suceder después.

Estando cerca de la carroza fúnebre, apunto de subir el ataúd, Ángela grito empujando la silla de ruedas. - ¡Alto, esperen! ¡Mi hermano debe despedirse!

– Aura se molestó, pero no le quedó más remedio que dejar a Gabriel despedirse de su amor, la gente haciéndole espacio a él, dejaron acercarse al féretro.

Él colocando su mano, con voz entre cortada dijo. – Te voy a recordar siempre, te voy a amar siempre, descansa mi amor, despreocúpate y vete tranquilo, que aquí en mi corazón y mente siempre vivirás.

– Gabriel quito su mano, y empezaron a acomodar el ataúd, una vez cerrada la carrosa, se dispusieron a ir al crematorio, para posteriormente ir a dejar las cenizas al nicho familiar.

Aura que estaba por subirse a la carrosa, se regresó y ante Luz y Tulio le dijo a Gabriel. – Te informo que el testamento de mi hermano se leerá en los próximos días, una vez pasando sus nueve días se dispondrá la lectura de su testamento, debo decirte esto, puesto que estas mencionado en el testamento así como ustedes, Luz y Tulio, que fueron grandes amigos de mi hermano durante su vida escolar, así que espero su asistencia.

– Aura dándose media vuelta regresando a la carrosa escucho decirle Gabriel. – Sea lo que sea de la herencia, no la quiero, así que de eso puedes estar tranquila.

– Aura haciendo un gesto de conformidad, se metió dentro de la carrosa y se fueron.

Luz mirando a Gabriel, preocupada le pregunto. - ¿Estas bien?

– Gabriel seriamente le respondió. – Si estar bien es estar vivo, ¡No!, debí morir yo y no él.

– Tulio enojado le dijo. - ¡Pues si, en eso estoy de acuerdo!

– Luz volteando a ver a Tulio le dijo. - ¡Cállate! No tienes por qué decir eso, tu solo eras el amigo de Esteban, éramos sus amigos, Gabriel es y seguirá siendo su novio.

– Tulio sentido por lo dicho por Luz le dijo. – Te veo en el hotel, necesito estar solo.

– Él camino y se fue perdiéndose entre la gente, Luz se sentía mal por lo que le dijo a Tulio, pero debía hacerlo entrar en razón por que él no era quien para decirle eso a Gabriel.

Ángela preguntándole a Gabriel. - ¿Nos vamos para la casa o quieres quedarte un rato más en la iglesia?

– Gabriel enojado le contesto. – La iglesia para que, ¿Qué sentido tiene hablar con dios si de nosotros se olvidó?

– Luz quiso hacer entrar en razón a Gabriel, pero su hermana haciéndole señas de que mejor se callara, así que decidió no decir nada y mejor Luz ayudo a Ángela a subir a Gabriel al carro, una vez estando dentro les dijo. – Gabriel no veremos después, recuerda lo que te dije en el hospital, Ángela cualquier cosa me dices.

– Gabriel solo movió la cabeza en señal de afirmación y Ángela le agradeció su atención, Luz camino para tomar un taxi e irse al hotel, mientras que los hermanos se iban para su casa, a que Gabriel descansara después de ese día tan ajetreado y triste.

En los ojos del amor.