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Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 17

en Bisexuales

Hola; espero hayan tenido una excelente noche buena en compañía de sus seres queridos y una feliz navidad; sin más que decir, les dejo este nuevo capítulo de esta historia, muchas gracias por el apoyo.

 

Capítulo Diecisiete.

Y tú, ¿qué sientes? (Parte I).

 

Tras la gran noche que Bradley tuvo al lado de Aurora y Fernando; los acontecimientos se tornarían algo reversados; pues por lo que se sabía, Fer y Aurora planearon ese encuentro con motivo de una “venganza confusa” para Brad, para así tener motivos suficientes para que Aurora se quedara con toda la fortuna de los Landucci y Fernando poder enviar a Pietro Landucci a la prisión; pero todo se terminó volviendo una madeja de sentimientos, que reavivaran sensaciones, creando un enredo emocional en cada uno de ellos; saliéndose todo lo planeado fuera de control.

En lo que eso acontecía en dicha habitación de hotel; a la casa de los tíos de Fernando, el timbre se hacía sonar; a la puerta Alejandra iba abrir y se llevaba gran sorpresa; pues quién tocaba era nada más y nada menos que el buen Lázaro; quién mostraba un gran cambio en su forma de vestir y físico.

Alejandra muy emocionada de mirarle, le abrazaba y con algarabía le decía. – ¡Qué gusto verte de nuevo!, ¡Sabía que tú regresarías algún día!, ¡lo sabía!, pero ven, entra, pasa, estamos por cenar.

– Muy alegre él decía. – ¡Jamás me olvidaría de ustedes, las personas que me ayudaron mucho en mi estancia aquí!, ¡gracias!

– Ambos caminaban pasando a la sala, dónde ahí las hijas y Armando al verlo, muy contentos le saludaban y abrazaban muy fuerte, por nuevamente tenerlo frente a ellos.

Armando sonriente, decía. – No imaginas el gran gusto de verte aquí; hasta pensamos que te habías olvidado de nosotros; pero que alegría saber que no fue así.

– Lázaro sonreía diciendo. – Jamás me olvidaría de ustedes, siempre los llevo en mis pensamientos y corazón; por eso vine aquí, para platicarles o mejor dicho proponerles algo como forma de mi agradecimiento a su generosidad.

– Alejandra intrigada, cuestionaba. – ¿Qué es?, se puede saber.

– A lo que él respondía algo ansioso. – Me gustaría comentarlo en presencia de Fernando; ¿aún vive aquí?

– La tía le respondía con sonrisa. – Sí, no debe tardar en llegar.

– Lázaro nervioso se sentaba diciendo. – Bueno pues le esperaremos.

– Alejandra y Armando con misterio cruzaban miradas.

Giovanna no dejaba de mirarle y un poco sonrojada, decía. – Láza, te has puesto muy guapo y de bonito cuerpo, te ves más atractivo.

– La joven se cohibía y Láza le decía con un guiño. – Gracias, le metí muchas ganas al gimnasio, pero no soy ni me siento atractivo, sólo soy el mismo chico, con algunas mejorías.

– Tras escucharle, Alejandra sonriente hablaba. – Sigues siendo tan noble y sencillo a pesar del tiempo.

– Lázaro alegre expresaba. – Siempre he estado consiente de dónde vengo, de donde soy y lo que soy, tengo los pies en la tierra y estoy contento por eso.

– Los presentes le sonreían y en la espera a que Fernando llegará, Lázaro les platicaba todos sus logros durante estos años y las cosas que han sucedido en su país natal.

Los tíos y las niñas, se sorprendían de que Láza le había puesto entusiasmo a mejorar su vida tanto física como mentalmente; con forme pasaban las horas y al ver que Fernando no llegaba; Lázaro decidía comentarles su idea; la cual impactaba y causaba controversia, haciendo el ambiente un tanto serio para meditar una propuesta interesante.

A la mañana siguiente; Bradley desnudo entre las sabanas se giraba y sentía con su mano izquierda el vacío y con su pierna derecha la ausencia de compañía; él despacio abría sus ojos y veía al pie de la cama; ya vestidos y serios; a Fernando con Aurora.

Él se incorporaba y luego de un bostezo, muy satisfecho, decía. – ¡Mis amores, que rica noche!, ¡desnúdense y volvamos a repetirla, yo pagaré las horas que ocupemos!

– Fernando seriamente decía. – ¡Ni en tus más profundos sueños eróticos!

– Aurora con folder en las manos, se lo aventaba diciéndole seria. – ¡A partir de ya, me haré cargo de todas las cuentas bancarias y manejo de propiedades de la dinastía Landucci!

– Bradley atontado, interrogaba. – ¿Qué es esto?, ¿qué rayos pasa?

– Y Fernando respondía directo. – Pasa que ya no eres millonario, ahora dependes de tu esposa e hija; lo que ella acaba de tirarte es una copia certificada del testamento original del legado Landucci, mismo que tu padre quiso mantener oculto por varios años, para no terminar en la ruina.

– Aurora sin pensarlo mucho, habló. – ¡Será mejor que vayas dando aviso a tus hermanas y buscando donde vivir, porqué yo seré quién lleve las riendas de nuestro matrimonio!

– Bradley tomaba el folder, asustado lo leía a detalle e impactado exclamó. – ¡Tú no puedes hacer esto, no puedes, menos ahora de que por fin nos estamos entendiendo como pareja, descubriendo lo que nos gusta en el sexo, cumpliendo fantasías!, ¡esto no puede estar pasando, no ahora!

– Aurora mostraba una ligera sonrisa al decirle. – Sí, sí puedo, también puedo pedirte ahorita mismo el divorcio.

– Fernando volteaba a verla diciéndole. – Con gusto yo puedo representarte legalmente.

– Bradley se levantaba de la cama hablando. – A ver, con calma, me confundo, ¡¿qué sucede entre ustedes?!

– Los tres se miraban entre sí, dejando un dramático silencio invadirles.

Fernando parlando muy serio, le miraba. – Para que entiendas más rápido y en resumen, lo que paso anoche, todo, todo lo que paso anoche, fue como el sexo de despedida que nunca tuvimos amor mío.

– Sonreía notablemente diciendo. – Fue rico, muy rico, pero no se repetirá nunca más.

– Bradley descarado le decía. – Lo dudo, sólo mírame bien, todo esto, todo esto añorabas, admítelo, tenías fantasías conmigo, sueños eróticos teniéndome en tu cama, haciendo el amor como años atrás lo hacíamos.

– Se daba una vuelta, desnudo hablando. – Así que quítate la ropa y hagamos el amor, pero esta vez que Aurora nos vea mientras poco a poco se desnuda.

– Fernando miraba con mucha atención el torneado y buen cuerpo de él; pensando con deseo. – “No puedo creer que aún después de lo que pasó entre nosotros, siga teniendo sentimientos hacía ti, lo peor, es que muero de ganas por hincarme ante ti y mamarte ese rico pene que está comenzando a lubricar, hacer el amor tan salvaje que me duela al caminar y al sentarme; pero debo contenerme, por Aurora, por nuestro plan y por nuestra venganza contra ti”.

– Él exclamaba molesto. – ¡Estas muy equivocado Landucci, muy equivocado! ¡No estamos jugando, lee ese papel y date cuenta de tu nueva realidad!

– Mientras, Aurora miraba atenta a Bradley y sintiendo una gran pasión, pensaba. – “Increíble que los hechos de anoche me hayan gustado, a tal grado de querer que se vuelva a repetir, sin embargo, tengo celos que tú te le estés ofreciendo a Fernando y no a mí, a mí que soy mujer y disfrute del sexo contigo durante nuestros buenos tiempos; no permitiré que la pasión pueda más que la razón, el plan y nuestra venganza contra ti”.

– Bradley al escuchar hablar así a Fernando, se comenzaba a poner nervioso.

Aurora molesta le dijo. – Crees que somos los mismos idiotas que nos dejamos seducir por tu cuerpo, tu mirada, tu apellido, tu inteligencia y sobre todo por ese amor que según tú sentías por nosotros. – Exclamaba muy irritada. – ¡Qué equivocado estás Bradley Landucci!

– Fernando le señalaba el documento y le dijo. – Es importante que lo leas.

– Él tomaba sus llaves del suelo y salía de la habitación diciendo. – Nos hablamos luego Aurora.

– Fernando tenso y agotado se iba del hotel, para irse directo a casa a ducharse y dormir.

En lo que en la habitación del hotel; Bradley ya intrigado y con nervios tomaba el documento y lo comenzaba a leer; sus ojos parecían como si fueran a salirse de sus cuencas; él impresionado dijo. – No serías capaz de hacerlo, ¿o sí?

– Aurora sosteniendo su mirada, le decía. – ¡Por supuesto que sí!

– Bradley tiraba el folder y tomaba de los brazos a ella, diciéndole. – No lo harías.

– Aurora le preguntaba segura de sí. – ¿Por qué estás tan seguro?

– Él mirándola de pies a cabeza y muy detenidamente en sus pechos, decía. – Porque vi cómo me observabas mientras me ofrecía a Fernando, ambos desean tenerme, ambos deseaban repetir lo de anoche.

– Ella trataba de apartarse, pero él la apretaba más cuestionando. – ¿Niégamelo?

– Aurora intentando zafarse, le decía. – ¡Suéltame, me estas lastimando imbécil!

– Bradley la empujaba a la cama y ella mirándole, se mordía el labio.

Él sonreía y decía. – Lo supuse.

– Brad se le encimaba y la comenzaba a besar y tocar con euforia; Aurora luchaba por resistirse a él, pero podía más su deseo, su pasión y sobretodo el amor que por él aún siente.

De manera desenfrenada, ellos ya se encontraban haciendo el amor; él encima de ella, acariciándola, besándola, mamando sus pezones duros; Aurora jadeaba y suspiraba; gemía y mordía los hombros de él; aruñaba la espalda de Bradley, estimulando y encendiendo más la ocasión.

Volteándose ella sobre él, movía sus caderas suave y lento, dejándose acariciar sus nalgas y Aurora con sus manos se tocaba la cabeza y el cabello; regresando de nuevo a la posición inicial; Bradley besaba su cuello mientras sujetaba la mandíbula de ella, en lo que decía. – Bradley, te amo, te amo, te amo mucho, me encantas, deseaba con locura hacer el amor contigo.

– Él se detenía y sonreía diciéndole. – Lo sabía cariño, vamos, déjame terminar dentro de ti.

– Ella jadeaba diciendo. – Sí, sí, hazlo, hazlo.

– Bradley continuaba haciéndole el amor y pensaba. – “Dudo que te atrevas a quitarnos la fortuna Landucci, me amas, me amas y no puedes evitarlo”.

– Él se dejaba aruñar más fuerte y, tras un gran gemido, ambos llegaban al orgasmo; sin importarles los demás huéspedes; pues sus gritos, jadeos y gemidos eran bastante fuertes.

Minutos después de acabar, quedaban recostados sobre la cama, pensando en lo que podría pasar luego de hacer el amor.

Fernando agotado, llegaba al fin a casa de sus tíos; él entraba y al encontrarlos despiertos haciendo el desayuno, únicamente les decía fastidiado. – Pasé la noche trabajando, así que no den sermones o deducciones de algo que no es.

– Alejandra le decía tranquila. – Descuida, no hemos dicho nada.

– Fernando movía la cabeza diciendo. – Por si lo llegaran a pensar, como sea, me iré a bañar y luego a dormir, estoy exhausto.

– Su tío estaba por decirle algo, pero su esposa le miraba y con señas le hacía que se callara.

Fernando cruzaba hasta su recamara y al entrar, se asustaba al ver a alguien acostado en su cama; él exclamaba. – ¡Tíos, ayuda!

– Sus tíos al escucharle gritar así, se miraban, se sonreían e ignoraban el llamado, continuando con lo que hacían.

En la habitación; Fernando, despertaba a esa persona, que poco a poco se iba levantando dándole la espalda a él.

Fer, asustado, cuestionaba. – ¡¿Quién rayos eres?!

– Respondiendo con voz familiar. – No temas, no pienso hacerte daño.

– Lázaro se volteaba y le sonreía a Fernando, hablando con gusto. – Hola Fer, ¡qué gusto verte!

– Fernando quedaba anonadado de ver el impresionante gran cambio físico de Lázaro.

Ya que él se había quedado a pasar la noche allí por simple nostalgia de recordar las noches en casa de los tíos.

Lázaro al verlo atónito, le preguntaba. – ¿Estás bien?

– Contestando él un poco nervioso. – Bien no, buenísimo, digo perdón, bien, si estoy bien, sólo que muy cansado por tanto trabajar.

– Lázaro se le acercaba lento y él reaccionando, interrogaba muy serio. – ¿Qué haces aquí?, ¿a qué viniste?

– Sonreía y respondía. – Buenos días Fernando, vine aquí a unos asuntos de trabajo y tus tíos están incluidos.

– Fernando serio evitaba tener contacto visual con él y de mirar su ejercitado cuerpo, a la vez diciendo. – ¿Mis tíos? por favor, seguramente vienes a pedir trabajo, regresas con la cola entre las patas, ¿tan mal esta tu país, que vienes a refugiarte aquí?

– Lázaro se colocaba su camisa, buscaba su pantalón en lo que hablaba decepcionado. – Creo que no cambiaste para bien, sino para mal, no eras tan soberbio, ahora lo eres más, ¿crees que por tener una herencia millonaria tienes derecho a ser así?

– Molesto Fernando le dijo. – No me vengas con tus sermones Lázaro, y a lo que hayas venido, hazlo, según tú son asuntos de trabajo ¿no?, ¡pues como vas!, con mis tíos arréglate, conmigo nada, así que retírate por favor de aquí.

– Lázaro se colocaba sus zapatos, le mostraba una sonrisa diciendo. – Buenos días Fernando.

– Él salía de la habitación y Fernando se quedaba algo incómodo por la forma de tratarlo; pues al verlo sintió una sensación rara en su corazón.

Lázaro triste, entraba por la cocina y Alejandra al verlo así, cuestionaba preocupada. – ¿Todo bien?

– Láza mostrando una ligera sonrisa, respondía. – Sabía que esto sucedería, todo bien, debo retirarme al hotel, únicamente vine unos días, pues debo atender mi negocio.

– Alejandra lo abrazaba y le decía con tristeza. – Cómo me gustaría verte al lado de mi sobrino, tú podrías hacerle la calma a todo ese mal carácter que ha tenido últimamente.

– Él suspiraba diciendo. – Espero no se dé cuenta de eso tarde, de lo contrario entre nosotros no podrá haber nada.

– Ambos se separaban y él decía cabizbajo. – Debo irme, lamento que hayan preparado tanto para desayunar pero mi vuelo sale esta noche, discúlpenme por favor, me despiden de las niñas.

– Alejandra miraba a su esposo Armando y decía. – Ve a dejar a Lázaro a su hotel, yo despertaré a las niñas y hablaré con Fernando.

– Armando suspirando dijo. – Vamos Láza te llevo.

– Él amable decía. – Gracias, muchas gracias por siempre ser tan buenas personas conmigo, gracias.

– Ambos salían de la casa y se iban.

En lo que Alejandra subía a despertar a sus hijas; mientras Fernando luego de ducharse, se ponía ropa cómoda y se disponía a dormir, cuando sonrió diciendo. – Lázaro, me encantas.

– Él se colocaba sus tenis y presuroso salía de su habitación; ansioso entraba a la cocina y al ver a su tía, exaltado preguntaba. – ¿Tía sabes dónde está Lázaro?

– Obteniendo como respuesta rápida. – Tu tío lo fue a dejar al hotel Petrilli del centro.

– Presuroso Fernando salía de la casa, abordaba su coche y tomaba trayecto a ese hotel, en el camino se encontraba con su tío quién estaba yendo de regreso a casa; así Fernando aceleraba un poco más, respetando el límite, para poder hablar bien con Lázaro.

Bradley por su lado, regresaba a casa luego de haber tenido relaciones con Aurora y de pasar a la oficina por unos expedientes; justo al llegar, recibía una llamada urgente de su hermana Luciana; ella asustada le decía. – Hermano, dime que es una mala broma del banco.

– Brad bajándose del carro, sin comprender, cuestionaba. – ¿De qué hablas?, ¿qué broma?

– Luciana alterada contestaba. – Bradley, vine a comprarme una bolsa y unos zapatos y la tienda rechazó todas mis tarjetas, ¡todas!

– Brad sintió un frío recorrer por su espalda y exclamó. – ¡No puede ser, ahorita te llamo!, ¡avísale a Pía que no vaya a querer comprar algo o pasará el ridículo que tú!

– Luciana confundida interrogaba. – ¡¿Qué está pasando Bradley, dime?!

– Él le gritaba por teléfono. – ¡Carajo Luciana, haz lo que te estoy pidiendo, luego les explico a ambas!

– Terminaba la llamada y muy nervioso introducía la llave para abrir la casa, pero esta no se abría; él intentaba con la otra llave y tampoco.

Segundos después, se abría la puerta y Aurora seria le decía. – Tal vez me deje llevar por tu seducción, tal vez me deje llevar por la pasión, tal vez fue deseo o quizá el amor que siento por ti, lo que haya sido, tu traición no se borrará, siempre serás el mismo Bradley Landucci y si tienes la intención de jugar a tener una esposa y un amante gay, eso no lo voy a permitir.

– Bradley conteniendo su furia le hablaba. – Deja de jugar Aurora y déjame pasar, debo cambiarme, luego hablamos bien de esto, pero dame chance, es urgente, tengo que solucionar un problema con…

– Aurora mostrando firmeza, le interrumpió. – Con el banco.

– Bradley la miraba y en su mente hilaba los hechos, para luego decir. – ¿Fuiste tú?, ¡tú lo hiciste!

– Ella le mostraba una sonrisa y orgullosa le decía. – Te dije que no lo voy a permitir, ahora toda tu fortuna, todas sus pertenencias, incluida la firma, me pertenecen; anoche mientras hacíamos el trío, Fernando y yo pusimos en marcha el plan; en lo que te distraeríamos personal cambiaba las chapas de la puerta, contadores de antaño transferían todo el dinero de los Landucci a mi cuenta personal y se ponían a mi nombre sus bienes; todo rápido gracias a tener como aliado a un accionista poderoso de la firma.

– Bradley furioso, lleno de rabia e ira, intento golpear a Aurora, pero detuvo su puño mientras decía. – ¡Eres una perra maldita!, ¡son unos perros malditos, los dos, los dos son unos infelices, muertos de hambre, soberbios, malditos!

– Aurora sin miedo, bajaba el puño de Bradley, se comenzaba a reír, para luego mirarle con lágrimas en los ojos, hablándole. – Nosotros no tenemos nada que ver, su propio legado Landucci y tu padre fueron los causantes de eso; si no fuese por Guido, que en paz descanse; esto no estaría pasando.

– A rabiar decía Brad. – ¡Ese infeliz ya está pudriéndose en el infierno! – Él la miraba con ojos llorosos, parlando. – No pensé que ustedes fueran a hacerme esto, yo que en su respectivo momento los trate con amor, cariño y respeto; me pagan así; bien, sí, me lo merezco, pero mis hermanas no, ni mi padre.

– Aurora sonriendo dijo. – Tus hermanas y tu padre no tienen la culpa, por supuesto que no, tú sí, pero por uno pagan todos. – Poniéndose sería le habló señalándole. – Ahora bien, es amor, pasión o deseo, ¿y tú que sientes?, ¿Qué sientes por Fernando y por mí en estos momentos?, como bisexual debes estar muy confundido, ¿verdad?

– Bradley enmudecía y evitaba verle a los ojos; ella sonreía parlando. – Tú silencio dice mucho, ahora retírate de mi propiedad, llévate tu coche y las bolsas negras que ves en la entrada son toda tu ropa y calzado, lo necesitaras para aparentar lo que ahora no eres Bradley Landucci.

– Aurora le daba la espalda, entraba a la casa y cerraba de golpe la puerta.

Brad enojado, triste y confundido, pateaba la puerta, para así tomar las bolsas e irse del lugar para platicarles a sus hermanas lo que estaba aconteciendo.

Al hotel; Fernando ingresaba y en el lobby solicitaba el número de habitación de Lázaro, para poder hablar con él; al obtenerlo, de inmediato subía por el ascensor y nervioso llegaba, él se decía. – Bien, pues a ver qué pasa.

– Tocaba la puerta y al abrir, Láza con seriedad dijo. – Hola, dejé dicho que si preguntaban por mí, dieran mi número de habitación; sin embargo, no pensé que te fueras animar a venir tan pronto.

– Fer nervioso hablaba. – Pues ya viste que sí, ¿puedo pasar?

– Láza accedía diciendo. – Estaba por ducharme, pero podremos hablar.

– Fernando se disculpaba explicando. – Lázaro, mil disculpas por cómo te traté hace unos momentos, estaba estresado, más bien, estoy estresado, discúlpame en verdad; no he podido dormir bien, todo esto me estresa mucho, de verdad, discúlpame, no quería ser así contigo.

– Láza mostraba una notable sonrisa y decía. – Sé bien que ahora tienes un gran peso en tus hombros, ser accionista y dueño de una firma es buen motivo para estar así, por eso tú necesitas relajarte; yo puedo ayudarte.

– Fernando nervioso se le acercaba, ambos se miraban a los ojos, lentamente se acercaban sus bocas; sus respiraciones y el ritmo de sus corazones se emparejaba.

Un tierno, suave y satisfactorio beso, les despertaba sentimientos que ambos negaban o mejor dicho, que Fernando se negaba.

Tras el beso, se distanciaban un poco, Fer decía tras suspirar. – Te extrañe, ¿lo sabes?

– Lázaro se sentaba en la cama diciendo. – Yo igual te extrañé demasiado, pero tus últimas palabras para conmigo pudieron más que todo el gran cariño que estaba comenzando a nacerme; eso me hizo saber que para poder conquitarte, necesitaría estar a tu nivel, aunque creo sigo estando muy por debajo de ti.

– Fer apenado dijo. – No, no, para nada, tu siempre has sido de mejor nivel que yo, tú sabes razonar, piensas las cosas, tienes nobleza en tu alma, yo sólo soy un simple ser humano, que se ha vuelto serio, amargado y muy soberbio; de verdad, sí pudiera regresar el tiempo, evitaría decirte esas palabras y te tendría conmigo.

– Láza le sonreía diciéndole. – Pero no se puede retroceder, chamo, mira, gracias a lo que me dijiste, me impulsaste a regresar a mi país que tanto extrañaba, regresar a casa y poner todo en orden fue excelente, deguste de nuevo las arepas de mi madre, recorrí las calles descalzo, me deje mojar por la lluvia, rajé hasta perder el conocimiento, chamo estuvo chévere regresar a dónde surgí.

– Fernando le miraba mientras él le decía motivado. – Mi país está todo chimbo, eso me impulsó a prepararme profesionalmente durante estos años y gracias a que descubrí que soy bueno en lo que hago, tengo un buen trabajo y he sacado a mi familia delante, aunque me encantaría poder ayudar a toda mi gente, lamentablemente eso no se puede.

– Lázaro se le acercaba a él, que de manera desprevenida, le abrazaba diciendo. – Chamo, muchas, muchas gracias por haberme abierto los ojos, por ti estoy aquí.

– Fernando correspondía el abrazo hablando. – No, gracias a mí, no, gracias a ti, a la vida, a las ganas de superarte y de demostrar que eres mejor, demostrarte a ti que lo vales y lo eres, a mí no me des las gracias.

– Lázaro y Fer nuevamente conectaban miradas y se daban otro largo beso; esta vez, sus manos comenzaban a tocarse sus cuerpos; Lázaro desabrochaba la camisa y Fernando se mordía los labios de tan sólo verle su cuerpo moreno y marcado; sus corazones acelerados, se comenzaban a besar con mucha pasión.

Pero Fernando lo arruinó; ya que mientras era besado del cuello, él jadeaba parlando. – ¡Sigue así, así más, no pares Bradley!

– Lázaro incomodo, se apartaba de él, se daba media vuelta y decía. – Aún piensas en él, después de todo.

– Fernando avergonzado quería abrazarle, deteniendo sus impulsos; él lamentando dijo. – ¡No!, no pienso en él, fue, fue un error, discúlpame.

– Lázaro molesto, se giraba y serio le habló. – Fernando negaste sentir algo por mí cuando ambos sabemos que comenzabas a sentirte atraído por mí; ahora niegas que no pensabas en ese cipote, chamo no te engañes, acéptalo.

– Fer se molestaba diciendo. – ¡No, estás malinterpretando las cosas, no es lo que piensas!, ¡debes creerme!

– Lázaro moviendo la cabeza se sonreía diciendo. – Te haré una pregunta y quiero que respondas con seguridad y firmeza, como todo un excelente abogado.

– Nando decía ansioso. – Sí, adelante, hazla, pregunta.

– Él serio le decía. – Amor, pasión o deseo, ¿y tú que sientes?

– Fernando confundido, tartamudeaba en responder.

Láza le miraba con decepción diciendo. – No tienes la menor idea de que responder, no sabes qué es lo que verdaderamente sientes por Landucci.

– Fer incomodo bajaba la mirada y Láza se dirigía a la puerta, la abría y mirando fijamente la ventana del hotel, le pedía. – Cuando de verdad sepas lo que sientes por Bradley y por lo consiguiente conmigo, búscame, tú tía sabe dónde estaré, por favor vete, medita, piensa las cosas, trata de tocar fondo, razona y analiza tus sentimientos; cuando hagas eso y sepas lo que sientes, entonces búscame, no tardes en hacerlo, por ahora retírate, por favor, debo bañarme, mi avión sale en cuestión de horas.

– Fernando al escuchar sus palabras, derramaba lágrimas y sin mirarle, daba media vuelta y caminaba, evitando observarle de frente; le dijo. – Espero me perdones, te deseo un buen viaje y ojalá me esperes.

– Lázaro detenía las ganas de llorar y cerraba de golpe la puerta, colocando seguros, diciendo triste. – Después de todo, en este tiempo no has cambiado mucho, esa confusión no te traerá nada bueno.

– Él se desnudaba y se metía a bañar; ya qué estaba por partir de regreso a Miami dónde ahí tenía un bar-cafetería con diferentes tipos de café del mundo.

Debido a ese negocio, él deseaba asociarse con Armando y Alejandra, para de una forma ayudarles tras su hospitalidad en su estancia en México; Fernando, lamentándose, conducía a casa, donde al llegar, se encerraba en su habitación, para llorar y tratar de definir sus emociones y sentimientos.

Por otra parte; Pía y Bradley, reunidos en casa de Luciana; debatían la situación familiar; ellas estaban muy asustadas y no evitaban estar llorando de la preocupación, Brad se hacía el fuerte por sus hermanas, pero en su interior tenía mucho más miedo que ellas.

Tras charlar y dejar las cosas en claro, Luciana molesta se limpiaba la nariz, hablando. – ¡Sabía que esa perra de Aurora era una arribista, maldita la hora en que mi papá la contrató y te la presentó!

– Pía consolando a su hermana decía con voz quebrada. – Yo que la traté bien y estuve con ella cuando cayó en depresión por sus abortos, ¡esa desgraciada, perra maldita, la odio!

– Brad serio, aún sin creer lo que ocurría, pensaba y pensaba en alguna solución.

Sus hermanas sólo le palabreaban sobre Aurora, ofendiéndola e insultándola.

Brad reaccionó y les grito. – ¡Ya basta, basta ya!

– Ambas se quedaban calladas y él serio hablaba. – Sé que la situación está muy difícil, entiendo que les preocupa la herencia y bienestar familiar, pero en lugar de estar tirándole leperada y media a Aurora y dejarme todo el peso del problema a mí, ayúdenme aunque sea en guardar silencio y escuchar lo que se me vino a la mente.

– Pía y Luciana se miraban, entrelazaban sus manos y escuchaban a su hermano hablar.

Brad parlaba. – Nuestro padre sigue sin despertar y probablemente nunca despierte, por eso él no puede protestar por el testamento, pero hay alguien que sí podrá hacerlo.

– Luciana impaciente preguntaba. – ¿Quién es?

– Pía angustiada hablaba. – Habla ya hermano.

– Él respondía serio. – Esa persona que nos puede auxiliar es el tío Franco Landucci.

– Luciana y Pía sorprendidas decían a la vez. – ¡Es cierto!

– Brad explicaba su idea. – El tío Franco es el menor de los cinco hijos que tuvieron nuestros abuelos, no sé bien la situación entre los hermanos de papá, pero tengo entendido que él vive en Madrid, separado de nuestros otros tíos que viven en distintos puntos de Italia; y a pesar que papá no tuvo buena relación con sus hermanos al recibir la herencia, sé bien que él nos ayudará; porqué una vez que se enteraron los tíos de lo que pasó con su hermano, el único que extendió su mano en apoyarnos fue él, así que lo iré a buscar, esta misma noche saldré con destino a Madrid.

– Luciana sin dudar dijo con esperanza. – Sí, esperemos que el tío pueda ayudarnos en esta terrible situación; por los costos del vuelo no te preocupes, mi esposo accedió a ayudarnos en lo que encontramos una solución.

– Pía sintiendo un alivió, le pregunto. – ¿Oye hermano, pero tus papeles?

– Brad se llevaba una mano a la frente diciendo. – ¡Es verdad!, esos están en la casa.

– Luciana seria dijo. – Descuida, alista tus cosas y ve viendo horarios de vuelo, Pía y yo iremos a buscarlos.

– Brad les decía con cierta preocupación. – Esta bien, vayan, pero por favor, no vayan a cometer una estupidez.

– Ambas le decían que no debía preocuparse y mejor hacer lo que debía de hacer; posteriormente las hermanas se dirigían a la ahora casa de Aurora.

Las hermanas Landucci, al llegar a la casa, tocaban el timbre; ahí, Aurora se disponía a abrir y al ver a sus aún cuñadas, les preguntaba sarcásticamente. – ¿Qué vienen a buscar?, ¿trabajo?

– Ellas se molestaban y Aurora les decía con misma actitud. – Me imagino que su hermano ya les contó que ahora ustedes se quedaron sin nada, gracias al testamento del legado Landucci que por años se ha venido respetando; y sí su visita es porque desean trabajar para mí, la respuesta es no.

– Pía y Luciana estaban que rabiaban de coraje; a lo que tratando de contenerse, Luciana seria exclamó. – ¡Descuida querida, no vinimos a eso!

– Ella les cuestionaba seria. – ¿Entonces a que se debe su visita?

– Pía respondía directa. – Vinimos por la cartilla, el pasaporte y la visa de mi hermano.

– Aurora sonreía diciendo. – ¡Cierto!, sí enseguida los traigo, ¿gustan pasar a mi casa?

– Las hermanas accedían a entrar y Aurora de inmediato subía casi corriendo por los documentos.

Instantes después; ella regresaba y se los entregaba en un folder diciéndoles en burla. – Aquí tienen, pensaba en quemarlos, pero me contuve, pues les costaría dinero; que por supuesto no tienen; para pagar los trámites de reposición, además no tenía caso, ya que como están en la ruina, dudo mucho que puedan viajar, así que ahí los tienen.

– Muy molestas, sujetaba Pía el folder, Luciana la miraba retándola y Aurora sosteniendo la vista, pregunto. – ¿Algo más?

– Luciana respondía con sonrisa. – Sí, algo más, esto.

– Ella le lanzaba tremenda bofetada que hacía retroceder unos pasos a Aurora.

Luciana sonreía exhalando. – No podía quedarme con las ganas.

– Aurora se sobaba su mejilla izquierda y dijo. – Tan rápido estas sacando tus modales de baja clase social, bien dicen que el dinero no compra todo, los modales son algo que no les compró su adorado papito.

– Luciana decía seria. – Vámonos ya hermana, antes de que le rompa la cara a esta arribista.

– Aurora avanzaba unos pasos gritando. – ¡No, no se van a ir!, ¡no sin regresarte lo que me diste!

– Ahora ella era quien abofeteaba a Luciana, haciéndola recargarse en la puerta tras el golpe.

Pía furiosa, lanzaba otra cachetada en la mejilla derecha de Aurora exclamando. – ¡A mí hermana no le pegues, perra, estúpida!

– Aurora se incorporaba y le regresaba más fuerte la bofetada diciéndole enojada. – ¡A mí nadie me insulta y mucho menos en mi casa, ten cuidado eh!

– Luciana y Pía se tomaban de las manos y Aurora les tronaba los dedos diciendo. – ¡Largo, largo, cómo van!

– Ambas hermanas cacheteadas, se salían con su coraje atravesado.

En lo que Aurora cerraba fuertemente la puerta y subía a su habitación llorando de la desesperación diciendo. – ¡Ya no soporto esto más, no puedo con tanta presión!, ¡necesito ayuda, algo que me ayude a ser fuerte y continuar con todo esto!, ¡mi hermosa hija no puede estar sin su papá!, ¡¿qué hago?! ¡Necesito una señal!

– Ella se quedaba ahí, llorando de la angustia, impotencia y desesperación.

De regreso; Luciana y Pía con mejillas inflamadas, eran vistas y cuestionadas por lo que sucedió; Brad al saber, les hacía ver que ellas fueron las culpables de tal agresión y que Aurora, teniendo el poder que ahora tiene, las podría demandar y meterlas en problemas legales; nerviosas, lamentaban lo ocasionado y entregaban los documentos a su hermano; mismo que tenía una maleta; prestada por su cuñado; con ropa, todo listo para irse a Madrid.

El avión partiría en unas horas y durante ese lapso de espera, él se había contactado con su tío y le había comentado un poco la situación en la que estaban; Franco le decía vía Skype, que no se preocupara, ya qué estaba en su poder la existencia de un segundo testamento y que serviría en algo para poder impugnar el testamento original; que él ayudaría en todo lo que fuese posible; todo con tal de recuperar lo suyo.

En el aeropuerto; Brad se despedía de sus hermanas y les encargaba que cuidaran a su padre; que en dado caso que reaccionara, no le informaran de lo sucedido, hasta tener una solución a todo esto; también les pedía que le mantuvieran al tanto de cualquier cambio en la salud de su papá; ellas se despedían de él, deseándole la mejor de las suertes y que se cuidara mucho.

Allí mismo, en la misma sala de espera, Brad al estar documentando su maleta, sin querer chocaba con Fernando; ambos se lanzaban una mirada imponente, para después hacerse como si no se conocieran; aunque en sus mentes, sus rostros se eran muy familiares.

Los dos en sus respectivos aviones, iban bastante serios, pensativos e inquietos; pues no sabían que deparaba el futuro en sus destinos.

Ya en el aire, Lázaro pensaba decidido. – “Sólo te daré oportunidad en dos meses, sí en dos meses no te decides, con todo la tristeza en mi ser, mataré este amor por ti”.

– En su vuelo; Brad iba pensando. – “Todo esto fue mi culpa, por jugar a dos amores, pero a pesar de todo esto, a los dos les quiero y amo por igual, aunque su alianza me intriga mucho y me hace desconfiar en mis sentimientos; sea lo que sea, será, pero que pasé pronto”.

– Los vuelos continuaban en excelentes condiciones, ambos llegarían a su destino con bien; en la espera, se dormían.

¡Vaya cosas!, sólo queda esperar a que los sentimientos de los protagonistas se definan a buen momento; ya qué el tiempo corre y no perdona; y ustedes, ¿cómo se sentirían?

 

 

Amor, Pasión o Deseo.

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