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Es Cuestión del Destino. Capítulo 16

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Hola, agradezco mucho a todos ustedes por su apoyo y sus opiniones, mil gracias.

 

CAPÍTULO DIECISÉIS.

PROVÓCAME.

 

Después de lo sucedido; Miren iba molesta en el trayecto a la casa, Mateo iba muy serio y pensativo; aún sin creer que será papá.

Para romper el silencio, preguntaba curioso. – Amor, ¿de verdad estás embarazada?

– Miren molesta le contestaba. – Mateo, tenía planeado decirte esto como sorpresa, pero en vista que Sebastián la arruino, debo decirte que sí, sí estoy embarazada.

– Mateo exclamaba incómodo. – ¡Estoy embarazada!, ¡así como si nada me lo dices!

– Miren suspiraba y cambiando su semblante le pedía. – Por favor oríllate aquí sí.

– Mateo se orillaba a una banqueta y apagando el motor, se calmaba y preguntaba. – ¿Te sientes mal?

– Miren volteaba a verle con los ojos llorosos y le contestaba. – Pues sí, me siento mal de ver sufrir a mi amigo, sé bien que no debemos meternos en su relación, pero nosotros fuimos testigos de ese amor que nació y fue creciendo conforme los años pasaron; me da coraje qué por la culpa de tu prima esto éste por terminar; disculpa que la sorpresa de nuestro embarazo se haya dado así, de verdad estoy contenta por que seremos papás, aunque me deprime que mi mejor amigo y tú mejor amigo tengan problemas.

– Mateo se desabrochaba el cinturón de seguridad y dándole un beso tierno a ella, le decía. – Tenemos que ayudarles, también me siento mal por Cristián, de verdad está arrepentido.

– Mateo la abrazaba y ella preguntaba curiosa. – ¿Cómo le haremos?

– Mateo la soltaba sonriendo, se abrochaba de nuevo el cinturón y encendía el motor, diciéndole. – Ahorita verás.

– Dando vuelta en retorno, tomaba otro camino para ir a su antiguo departamento.

3:32 am, en el antro-bar “In The Zone G”.

Sebastián, Ian y Rubén estaban sentados en una mesa muy apartada de la pista de baile; Sebastián muy serio era interrumpido por un mesero que le preguntaba que, ¿Qué iban a tomar?, él les preguntaba que iban a querer, él al darse cuenta del titubeo entre ellos, un poco molesto pedía una botella de whisky y tres vasos con hielos.

Ian preocupado le decía. – Amigo sabes bien que el alcohol no soluciona los problemas, haces mal.

– Sebastián enojado le decía. – Tampoco el refresco ni el agua los solucionan, soy bastante grandecito como para saber qué y no hacer.

– Ian se callaba y miraba nervioso de reojo a Rubén; quién el nervioso le comentaba. – Sebastián, hay algo que debes saber.

– Sebastián lo miraba y sonriendo decía. – Hay algo que debo saber, ¿aún falta más por saber?, vaya, vaya.

– El mesero regresaba con la botella de whisky, los vasos y los hielos, se retiraba en lo que ellos le agradecían.

Sebas preparaba los vasos y preguntaba cortante. – ¿Qué es lo que debo saber?

– Ian nervioso sacaba el celular y le decía. – Mira estás fotos.

– Sebastián tomaba el celular y observaba las fotos en lo que Rubén le explicaba demasiado tenso. – Ian le tomó fotos a Cristián cuando salía sin playera del departamento donde Miranda se encuentra viviendo.

– Ian muy nervioso hablaba algo torpe. – Nosotros ya sabíamos lo de Cristián, por eso trataba de comunicarme contigo, pero, pues, pues, no querías, me bloqueaste y pues, pues, yo le di un ultimátum a Cristián, bueno no fue ultimátum, fue una amenaza, de qué sino te confesaba la infidelidad, nosotros lo haríamos, pero creo no lo hizo de forma completa como pensamos.

– Sebastián les miraba muy enojado y les gritaba. – ¡Pudieron haberme ido a ver a mi casa!, ¡pudieron decirme esto antes!, ¡¿qué clase de amigos son?!, ¡Idiotas, estúpidos, imbéciles!

– Ian intranquilo le decía. – Amigo, perdón, perdón.

– Rubén se molestaba y le decía. – Ian no te disculpes; Sebastián el que estés ardido no te da derecho de insultar a tu mejor amigo, Ian quería decirte las cosas, pero yo se lo impedí diciéndole que en los problemas de una relación no es bueno meterse, mucho menos cuando se trata de algo grave como una infidelidad; así que trata de ser maduro y comprende las cosas.

– Sebastián se bebía de golpe la bebida diciéndole enardecido. – ¡Claro!, como tú tienes mucha experiencia en temas de infidelidad, sabes cómo actuar en situaciones como estas.

– Rubén se molestaba, sacaba la pulsera de su bolsillo y colocándola en la mesa, enojado decía. – ¡Vete al diablo!, ¡Ian amor vámonos, esta noche acabas de perder a un amigo!

– Ian sorprendido por la reacción de Sebastián, decía preocupado. – Te quiero mucho Sebas y de verdad deseo de todo corazón que las cosas entre tú y Cristián se remedien; él sí está demasiado arrepentido, lo vi en sus ojos; recuerda que los ojos son la ventana del alma; espero en ti exista el perdón, pues tú mismo me habías dicho que “todas las parejas homosexuales sufren de infidelidad alguna vez por parte de uno de ellos, por mucho amor que se juren hay cierto desliz y curiosidad sexual, pero siempre son capaces de perdonar”.

– Sebastián con ganas de llorar decía. – Perdonar una infidelidad por amor sí, dos ya es por pura pendejez.

– Ian y Rubén se levantaban de los asientos.

Ian extendía su mano en señal de que quería su celular de vuelta; molesto Sebastián lo colocaba de golpe el móvil sobre la mesa, ocasionándole una ligera fisura en la pantalla de éste; Ian movía la cabeza decepcionado y se iba con Rubén directo a su casa.

Ambos se sentían mal de dejarlo, pero sabían que necesitaba su espacio y que razonara las cosas de forma madura; Sebastián los miraba irse y con mucho coraje, se bebía el contenido de los otros vasos restantes; él se quedaba ahí sentado con ganas de llorar, de desaparecer, mirando a los demás bailar y disfrutar de la noche.

Mateo y Miren llegaban al edificio de los departamentos, donde Miranda se encontraba viviendo.

Miren volteaba a ver a Mateo y le preguntaba. – ¿Qué hacemos aquí amor?

– A lo que él respondía con una sonrisa. – Comenzaremos ayudando a Sebas y Cris.

– Miren preguntaba nuevamente. – ¿Cómo?

– Mateo se quitaba el cinturón de seguridad respondiendo. – Debemos apartar a mi prima de sus vidas, que mejor correrla de mi apartamento, ¿Estás dispuesta?

– Miren entusiasmada se quitaba el cinturón de seguridad, abría la puerta y se bajaban.

Miren le cuestionaba sobre su actitud para con su prima, a lo que Mateo le decía que la principal culpable era su prima, ya que él se había dado cuenta que ella se le insinuaba cuando ensayaban para cantar en la boda de ellos, pero Cristián siempre la rechazaba de mala manera y hasta la dejaba en ridículo; por tal motivo él decidía estar del lado de su amigo y no del lado familia; Miren le sonreía y le daba un gran beso a Mateo; pues ambos estaban de acuerdo que quién ocasionó todo esto fue nada más que Miranda.

Estando en la puerta, Mateo le decía en lo que sacaba unas llaves. – No tocaremos, simplemente abriré la puerta y dejaré que tú hagas el resto.

– Miren sonreía emocionada y ansiosa esperando a que la puerta fuera abierta.

Miranda tenía poco de haber llegado; pues había pasado a urgencias a que le curaran la nariz; saliendo del baño se topaba con la sorpresa de ver a Mateo y Miren dentro del departamento.

Ella molesta les cuestionaba. – ¡¿Qué rayos hacen ustedes aquí y cómo es que entraron?!

– Mateo le mostraba las llaves con leve sonrisa de burla; siendo así respondida su interrogante.

Y Miren con su brazo derecho extendido señalándola le decía. – Tú tienes, amm… Hasta el amanecer para dejar este departamento.

– Miranda burlándose preguntaba. – ¡Ay por favor!, ¿Tú quién demonios eres para exigirme eso?

– Miren le respondía sonriendo sin dejar de señalarle. – Soy tu querida prima política.

– Miranda volteaba a ver a Mateo; quién le ignoraba y evitaba tener contacto visual.

Miranda exclamaba. – ¡No pienso irme a ningún lado, cómo ves!, ¡aparte no tengo a donde ir!

– Miren se le acercaba, bajando el brazo poco a poco diciéndole. – No te estoy preguntando si tienes o no lugar para largarte, ¡Te estoy pidiendo que te vayas y hasta tiempo te estoy brindando!

– Miranda nerviosa le decía. – Son casi las cuatro de la madrugada, al menos permítanme dormir un poco.

– Miren sonreía diciendo. – ¡No!, ¡tienes hasta el amanecer para abandonar este departamento!

– Burlonamente Miren le tronaba los dedos diciéndole. – Así que recoges tus cositas mamita y te me vas.

– Miranda enojada gritaba. – ¡Mateo apóyame y controla a tu esposa!

– Mateo seriamente se cruzaba de brazos diciendo. – Ya la escuchaste Miranda, tienes hasta el amanecer.

– Miranda furiosa empujaba a Miren diciéndole. – ¡Los odio, los odio a ti y al maricón de tu amigo!

– Mateo sostenía a Miren de caer; ella se incorporaba sonreía diciendo. – Gracias amor, te amo.

– Miren se dirigía a ella y le daba una cachetada diciéndole. – ¡Está me la debías imbécil!

– Miranda se agarraba la mejilla incorporándose y Miren le daba otra bofetada tumbándola en un pequeño sillón; a lo que ella le decía. – Y está es por ser una golfa, ardida y traumada; ya sabes, tienes hasta el amanecer para largarte de aquí.

– Miranda se levantaba y le decía rabiando de coraje. – Por respeto a tu embarazo no te las devuelvo, pero en nueve meses me cobraré esto.

– Miren se reía diciendo. – Te estaré esperando ansiosamente.

– Ella daba media vuelta y ya por salir con Mateo le recordaba. – Tienes hasta el amanecer, no se te olvide, prima.

– Mateo satisfecho le decía. – Quiero que dejes las llaves en aquella mesa pasaré a recogerla luego, por favor no hagas que yo mismo te saque y descuida que a mis tíos no les diré nada de lo que viniste hacer a la ciudad; no me agradezcas.

– Los esposos conformes con lo que habían realizado, salían del departamento bajando por el ascensor, para por fin irse, ahora sí a descansar.

Miranda se quedaba con su coraje atorado, rabiando y maldiciendo, elaborando sus maletas para irse; en lo que ella preparaba sus cosas, pensaba a donde irse; ella sonreía confiada diciendo. – Ya sé quién me dará hospedaje.

– Al tener todas sus maletas listas; muy apenada, furiosa y humillada salía en un taxi con destino al departamento de Edison.

En el trayecto, Miranda pensaba en cómo convencer a Edison en darle hospedaje; al llegar afuera del edificio, ella miraba el reloj, eran ya las 4:35 de la madrugada, con sus cinco maletas en la puerta del edificio, tocaba el timbre del departamento siete.

Edison estaba en pleno acto sexual con una joven, a la cual en pleno orgasmo, ambos terminaban muy gozosos aunque con ganas de más sexo; el timbre se escuchaba sonar nuevamente.

Él se movía de ella, sacando su pene de la vagina de ella, diciéndole algo incómodo. – Disculpa.

– La joven le sonreía diciendo. – No hay cuidado Ed, te estaré esperando con ganas de más, anda ve.

– Edison le daba un apasionante beso y de nueva cuenta el timbre se escuchaba sonar; molesto decía. – Veré quién es.

– La joven suspiraba y le decía. – No tardes cariño.

– Edison se colocaba su bóxer y su bata, para así atender el interfón; furioso él preguntaba. – ¡¿Quién es a estas horas?!

– Miranda apenada con frío respondía. – Hola Eddy, soy yo Miranda.

– Él desilusionado le preguntaba. – ¿Qué haces aquí?, ¿Necesitas algo?

– Miranda de igual forma le contestaba. – Tuve un problema con mi primo y su esposa, me corrieron del departamento y no tengo dónde pasar el resto de la noche, me preguntaba si tú me…

– Edison sonreía burlonamente e interrumpía diciéndole. – Conmigo no cuentes Miranda, ya no más.

– Miranda titubeando decía. – Pero, pero, pero Eddy, yo…

– Edison molesto le decía. – Nada de peros Miranda, escuché todo lo que causaste entre Cristián y Sebastián, creo es castigo justo lo que te están haciendo, así que conmigo no cuentes, estás sola Miranda, muy sola.

– Miranda derramando lágrimas le decía desesperada. – ¡Pero tú me amas, debes ayudarme!

– Edison sonreía diciéndole. – Cierto, tienes razón, espérame ahí abajo.

– Miranda se limpiaba las lágrimas, sonreía triunfante y orgullosa diciendo. – Sabía que no podrías resistirte a mí.

– Ella le esperaba segura de la ayuda de él.

Edison pasaba de nuevo a su habitación diciéndole a la joven. – Nena debo pagar la renta, no tardo amor.

– La joven confundida, preguntaba. – ¿La renta a esta hora?

– Edison se le acercaba le daba un beso pasional y le respondía. – Sí, el casero le gusta despertar a las personas o interrumpirlas cuando están haciendo el amor.

– La joven sonreía, le aventaba unos besos y le guiñaba el ojo diciendo. – Te estaré esperando amor, para terminar lo que comenzamos, mira que condones hay de sobra.

– Edison tomaba su cartera, sacaba tres mil quinientos pesos y bajaba por el elevador; Miranda al verle caminar hacia ella, sonreía emocionada colocando sus manos sobre el cristal.

Edison le sonreía al abrir la puerta y salía diciéndole. – Veo que tienes muchas cosas.

– Miranda sonreía nerviosa y con frío respondiendo. – Sí, son pocas creo, carga esas tres y yo me llevo estás dos que pesan menos.

– Edison sonreía, le tomaba la mano derecha a Miranda y colocándole el dinero, le decía despreocupado. – Aquí tienes tu ayuda Miranda, espero te sea suficiente.

– Miranda desconcertada, preguntaba. – ¿Qué es esto, por qué me lo das?

– Edison seriamente le contestaba. – Esos son tus dos mil pesos por haber cantado en mi banda y los mil quinientos pesos es tu paga por las veces que hicimos el amor.

– Edison le guiñaba el ojo diciéndole. – A las zorras como tú, se les debe pagar por sus servicios y eso estoy haciendo; que tengas buen día.

– Miranda furiosa le aventaba el dinero gritándole. – ¡Maldito mal nacido, no eres nadie para hacerme esto!, ¡yo te hice el favor en tener sexo contigo!, ¡solo mírate, eres un pobre imbécil que no inspira deseo, un pobre cantante que no le llega a la altura de lo que es Cristián!

– Edison se reía diciéndole. – Tal vez no soy como Cristián; pero para demostrarte que estás mal en que no inspiro deseo, puedes pasar sí gustas al interior de mi departamento y verás que no necesito de tus “favores” como le dices; ya que ahorita estaba haciéndole el amor a una joven que de verdad se merece eso, que le hagan el amor, ella sí es una dama; en cambio tú, tú sólo inspiras sexo, sexo y más sexo, como una vil prostituta, eso es lo que eres.

– Miranda le quería dar una cachetada y Edison le sujetaba el brazo diciéndole enojado. – Yo que tú me quedaba con el dinero, por qué el hotel más cercano te cobrará mil pesos por día y el taxi de aquí a la terminal de autobuses te saldrá entre doscientos y trescientos pesos; tómalo o déjalo.

– Edison la soltaba y ella se le quedaba viendo con los ojos llorosos.

Él sin doblegarse ante la humillada de Miranda, le decía fríamente. – Pasa buen día.

– Edison le daba media vuelta, se metía, cerrando nuevamente con seguro y caminaba directo al elevador, al que abordaba sin mirarla; Miranda llorando recogía el dinero como si fuera una limosna; tristemente paraba un taxi para pedir que la llevara a la terminal de autobuses, para irse al fin de la ciudad a la cual nunca debió venir.

A las 5:07 am en el “In The Zone G”; Sebastián ebrio nuevamente, miraba bailar a las parejas.

Triste, tomaba el último sorbo de su bebida y se decía. – Salud por qué mi vida es un asco, un total asco, me pusieron los cuernos y ahora estoy aquí borracho.

– Él comenzaba a llorar, cuando una mano varonil; con notables vellos, le secaba las lágrimas con una servilleta; volteando a esa persona, le miraba desconcertado.

Éste le decía serio con voz gruesa. – Un guapo como tú no merece estar llorando y sentado viendo bailar a los demás, la música es excelente y aún es joven la noche.

– Sebastián aturdido preguntaba. – ¿Tú eres?

– El hombre de aproximadamente unos treinta y cinco años, de barba de mejilla a mejilla, bien parecido; le extendía la mano mirándole a los ojos diciendo. – Me llamo Christopher.

– Sebastián se levantaba poco a poco y respondiendo el saludo, le decía nervioso. – Soy Sebastián, un gusto.

– Christopher sonreía misteriosamente diciendo. – El gusto es mío Sebastián.

– Le besaba la mano y hacía que Sebas se pusiera nervioso.

Christopher le regalaba una sonrisa diciéndole. – No te pongas nervioso, no tengo intensiones malas contigo, al contrario.

– Le soltaba la mano y él le preguntaba. – ¿Deseas bailar?

– A lo que nervioso Sebastián titubeaba diciéndole. – Sí, sí, claro, claro, sí.

– Christopher sonreía nuevamente y acomodando la silla, le decía. – Siéntate y charlemos un poco, ¿te parece?

– Sebastián lo miraba algo confundido y entre su ebriedad y la poca sobriedad que tenía; accedía a sentarse para así preguntarle. – ¿Me dijiste tu nombre, cierto?

– Él le respondía sentándose. – Sí, pero creo estás un poco pasado de copas, más que yo, creo.

– Sebastián bajaba la mirada y apenado preguntaba. – ¿Me lo podrías repetir?

– Christopher le respondía guiñándole el ojo. – Sí, claro, mi nombre es Christopher.

– Sebas alzaba la vista y su mirada se conectaba con la de él.

Él guiñándole el ojo nuevamente le preguntaba. – ¿Tú de verdad te llamas Sebastián o eres cómo los que aún acostumbran a cambiarse el nombre?

– Aturdido Sebas le contestaba. – Sí, soy Sebastián, me llamo Sebastián.

– Él le preguntaba con inquietud. – ¿Vienes solo?

– Sebas respondía serio. – Mis amigos me dejaron solo, ¿Tú?

– Christopher suspiraba diciéndole. – Pues sí vine solo, de hecho tengo una semana en la ciudad, una mala relación me hizo huir para venir a parar aquí; y antes de que lo dudes, mi nombre real sí es Christopher.

– Sebastián asombrado le decía. – ¡Vaya coincidencia!

– Christopher preguntaba muy indiscreto. – ¿También tú?, ¿Te fueron infiel?, ¿Te percataste de eso?, ¿Puedo saber?

– Sebas quedaba pasmado y comenzaba a enlazar todos los momentos en los que Miranda se le insinuaba a Cristián y que él a pesar de verla hacer eso, jamás le puso un alto; como flash back recordaba que Cristián era acosado por ella e incluso hacía cosas para llamar la atención de él.

Sebastián regresando en sí, seguro le respondía. – Sí, pero no deseo hablar del tema.

– Avergonzado Christopher se disculpaba diciendo. – Disculpa que sea metiche, perdón, no era intensión mía serlo, mil disculpas.

– Sebas por amabilidad y como un impulso, colocaba su mano sobre la de él diciéndole con leve sonrisa. – No hay cuidado.

– Ambos se quedaban fijamente viéndose, contemplándose el uno al otro.

Hasta que una canción de moda, les interrumpía y Christopher sonreía un poco apenado, diciendo. – Ya que hemos charlado un poco y que tenemos algo en común, ¿quieres bailar conmigo?

– Sebastián quitaba su mano diciendo. – Disculpa, perdón, estoy algo tomado.

– Christopher despreocupado decía. – No hay cuidado, tranquilo, no pasa nada.

– Ambos se sonreían y nuevamente le preguntaba él. – ¿Quieres bailar conmigo?

– Sebastián suspiraba, armado de valor le respondía. – Sí, sí quiero bailar contigo, ¿No hay problema?

– A lo que Christopher sonreía contestando. – Soy soltero nuevamente y sin ningún compromiso.

– Sebastián se sonrojaba diciendo. – Cierto, discúlpame.

– Christopher le decía sin molestia alguna. – No te preocupes.

– Él de nuevo preguntaba. – ¿Eres soltero nuevamente o en proceso dé?

– Sebastián pensaba un breve momento y respondía. – También soy soltero.

– Él sonreía al escuchar su respuesta y ambos se levantaban de sus asientos.

Christopher caballerosamente le daba el paso a Sebas, quién sonriendo le agradecía y tras de él, Christopher caminaba mirándole con mucha atención su espalda y nalgas.

Ellos comenzaban a bailar un poco apenados, hasta que cambiaron el ritmo a algo más atrevido; Christopher le comenzaba a bailarle de una forma provocativa y sensual.

Sebastián se movía seriamente y tenso pensando. – Como un idiota sin saber y a manos llenas te entregue, todos mis sueños y no me di cuenta de todo eso que ella hacía para provocarte; ahora está será la última vez que lloraré por ti Cristián, he decidido ir con él está vez.

– Sebas sin importarle, también le bailaba de la misma forma provocante y sensual; ocasionando que en cada rose de sus cuerpos Christopher tuviera una erección cada vez más prolongada.

Sebas sin darse cuenta de eso, pensaba. – Provócame, quiero serle infiel, jugaré como él a olvidar su nombre, aprenderé para no volver a caer en las redes de ningún hombre, provócame, quiero serle infiel, borraré de mi piel el dolor que se esconde, quiero probar de la misma miel y sentir el placer de besos ajenos que me rompan.

– Christopher y Sebastián en un movimiento quedaban cara a cara.

Sebas nervioso poco a poco, sentía el respiró de él más cerca, sus bocas se acercaban y ambos se besaban muy intensamente; Christopher lo acariciaba de una forma tosca y Sebastián tenía los recuerdos de Cris rondándole en su cabeza en lo que ese beso se prolongaba.

Sin sentir lo que le estaba haciendo él; en su mente Sebas se decía. – Fui muy ingenuo, confié en ti, te pagaré de la misma forma, tengo mezcla de odio y desamor.

– Ambos se separaban, se miraban a los ojos; él lo miraba con deseo y él otro con curiosidad.

Segundos después, nuevamente se besaban de una forma muy fogosa, esta vez, Sebastián lo tomaba con una mano del cabello y con la otra por la espalda; las parejas que bailaban a su alrededor, les miraban con admiración y recelo.

Ya de bailar mucho, Christopher y Sebas se regresaban a sentar; Él le invitaba un Martini y ambos tomaban a gusto, charlando y sonriéndose.

Al ver la hora, Christopher le preguntaba directamente. – Sebastián son las 5:53 am ¿crees qué podremos ir a un lugar más íntimo?

– Sebastián nervioso se bebía de golpe su Martini y enmudecía en ese momento; únicamente mirando perplejamente a Christopher que le trataba de convencer con su mirada provocativa y esa sonrisa lujuriosa.

Por otra parte, en la casa; Cristián había realizado sus maletas de forma inmediata, muy enojado consigo mismo, las salía a meter en la cajuela de su carro; él muy serio se regresaba a la casa, por una mochila con objetos y recuerdos personales; entrando suspiraba y miraba las fotografías que estaban colgadas en la pared de la sala; con mucha paciencia, buscaba una hoja de papel y un sobre; para así sentarse en una silla y sobre la mesa del comedor se ponía a escribir una carta para Sebastián, que decía:

Querido Sebastián;

 

 

Sí estás leyendo esto, es debido a que se me agotaron los recursos y esperanzas para poder hablar contigo sobre mi estupidez; me dijiste bien que tanto peca él que mata a la vaca como quién le agarra la pata; sí, Miranda me seducía, se me insinuaba, me acosaba y me tentaba en varias ocasiones a hacerle el amor mientras estaba sobrio, pero ella fue astuta al aprovecharse de la situación en la que me encontraba, estaba ebrio y sin control total de mis acciones; ya no ganó nada con explicarte, pues sabes todo y a tú modo juzgaras las cosas; soy culpable pero también soy inocente; pero toda acción sea buena o sea mala, tiene su respectiva y correspondiente reacción, que en éste caso es consecuencia; dicen que el verdadero amor no perdona por qué el verdadero amor no traiciona y estás en todo tu derecho chaparro de hacerlo, por qué eres muy inteligente, y yo debo aceptar como persona madura y responsable, lo que decidas en nosotros; por Adonaí no te preocupes, nuestra separación no perjudicará su estancia, ya que cumplirá pronto los cuatro años y no habrá problema, ya que no regresará al orfanatorio si llegamos a un acuerdo como pareja; eso te preocupa y a mí igual, por eso te pedí perdón de muchas formas posibles y accesibles; no me dejaste otra opción más que está.

Me despido no sin antes pedirte perdón nuevamente por mi irreparable error causado en tu bello ser y hermoso corazón; me siento agradecido y afortunado de haber pasado estos casi catorce años de relación a tu lado, siempre serás mi bendición más grande y sé que yo para ti siempre seré tú príncipe valiente que te defendió hasta dónde pudo; lamento haber rotó mi promesa, lamento mucho causarte éste gran dolor, lamento mucho haber sido el causante de la ruptura de nuestro gran amor, lamento todo…

P.D te dejó el anillo con el que pensaba pedirte matrimonio por la iglesia, ahora que se puede contraer nupcias eclesiásticas, me hacía a la ilusión de poder llevarte al altar y jurarte amor, aunque mi amor siempre lo tendrás, mi corazón igual y pensamientos; tú sabrás que hacer con el anillo, si lo vendes o lo conservas; ahora sí, el tiempo al tiempo y que todo se acomode como se deba de acomodar, pues todo “es cuestión del destino” y sí está escrito que debamos ponerle punto final a nuestra historia, no me queda más que aceptar y renunciar a ti por mi grande culpa.

Hasta luego.

Atentamente. Cristián “Rockero”.

 

Dicha carta la doblaba con semblante serio y tranquilo; la guardaba en un sobre, lo sellaba y colocaba en la mesa del comedor junto con una fotografía de ellos y la cajita dónde se encuentra el anillo de compromiso.

Cristián golpeaba la pared enojado diciendo. – ¡Te voy a recuperar y enamorar nuevamente!

– Ya por salir observaba por última vez esa fotografía sobre la mesa, cambiando su expresión decía tranquilamente. – Por lo mientras te dejaré recuperarte y ser feliz mi amor, lamento haber roto mi promesa y de haber desquebrajado tu corazón; te amo mucho y de verdad espero que sí no hay un perdón de tu parte, al menos exista una buena amistad por todos estos años y por el amor que le tenemos a nuestro hijo.

– Cristián levantaba la mochila del piso y salía de la casa cerrando bien la puerta.

Pensativo y serio se metía al carro, lo encendía y observaba atento la fachada de su casa diseñada por él; recordando cuando él compró el terreno y que rediseño la casa que se encontraba ahí; suspirando, apretaba el volante, encendía un cigarro y tomaba rumbo desconocido, siendo acariciado el toldo del carro por los primero rayos del sol a las 6:52 de la mañana.

A lo lejos de sus pensamientos, un ladrido similar al de Becker se escuchaba, acompañado de un aullido de tristeza; era su viejo amigo, que se entristecía al saber que ellos ya no estarían nunca más juntos.

Es Cuestión del Destino.

Últimos Capítulos.

 

 

Les deseo un grandioso fin de semana, un fuerte abrazo; gracias.

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En los ojos del amor Capítulo 16

En los ojos del amor Capítulo 14

En los ojos del amor Capítulo 13

En los ojos del amor Capítulo 12

En los ojos del amor Capítulo 10

En los ojos del amor Capítulo 11

En los ojos del amor Capítulo 8

En los ojos del amor Capítulo 9

En los ojos del amor Capítulo 7

En los ojos del amor Capítulo 6

En los ojos del amor Capítulo 5

En los ojos del amor Capítulo 4

En los ojos del amor Capítulo 3

En los ojos del amor Capítulo 2

En los ojos del amor Capítulo 1

Rockeando al Destino Capítulo 23 Gran Final

Rockeando al Destino Capítulo 22

Rockeando al Destino Capítulo 21

Rockeando al Destino Capítulo 20

Rockeando al Destino Capítulo 19

Rockeando al Destino Capítulo 18

Rockeando al Destino Capítulo 17

Rockeando al Destino Capítulo 16

Rockeando al Destino Capítulo 15

Rockeando al Destino Capítulo 14

Rockeando al Destino Capítulo 13

Rockeando al Destino Capítulo 12

Rockeando al Destino Capítulo 11

Rockeando al Destino Capítulo 10

Rockeando al Destino Capítulo 9

Rockeando al Destino Capítulo 8

Rockeando al Destino Capítulo 7

Rockeando al Destino Capítulo 6

Rockeando al Destino Capítulo 5

Rockeando al Destino Capítulo 4

Rockeando al destino Capitulo 1

Rockeando el Destino Capítulo 3

Rockeando al Destino Capitulo 2