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Es Cuestión del Destino. Capítulo 8

en Gays

Hola, pues les traigo un nuevo capítulo especial dedicado a Becker... Espero comentarios, valoraciones y con gusto cualquier sugerencia vía FB o mail, Gracias por su tiempo.

 

 

CAPÍTULO OCHO.

CUANDO UN AMIGO SE VA.

 

Ha pasado una semana del conflicto en el parque con aquel matrimonio; aparentemente las cosas acabaron bien, pues quedaron sentadas en registro de la delegación y se levantaron respectivas actas con montos monetarios asignados por pelea en un lugar público, agresión física y verbal, así como amenazas en público y sobre todo por homofobia y discriminación; los montos de efectivo fueron más para la pareja heterosexual, también ellos pasaron veinticuatro horas encarcelados, así como recibir un descuento del cincuenta por ciento de su salario y servicio social durante seis meses; dicha pareja quedo muy apenada por los hechos y aunque entre dientes pedían disculpas, en realidad sentían aún la aberración por los homosexuales; cosa que tal vez en ellos nunca se llegue a cambiar; Cristián y Sebastián terminaron su domingo adoloridos y con moretones, pero eso no impidió que brindaran una buena tarde con su pequeño hijo y Julieta; aunque los golpes no eran de gravedad muy preocupados los familiares de Cristián así como los de Sebastián se habían comunicado con ellos para saber cómo estaban, Ian y Rubén así como Miren y Mateo también se ponían en contacto con la pareja ante lo sucedido; como dije los golpes no fueron tan graves, aun así Cristián se había tomado una semana de descanso en su trabajo para que los moretones desaparecieran, lo mismo hizo Sebastián quién realizó un espacio en su agenda del consultorio y del hospital para estar al cuidado de su marido durante esa semana, haciendo que Julieta también extendiera sus días de hospedaje en la casa de la pareja para estar más al pendiente de su nieto y convivir más con su yerno e hijo.

Durante esa semana Becker había estado un poco más animado, les alegraba las mañanas con sus travesuras; hasta pareciera que había rejuvenecido; pues en el jardín jugaba con Adonaí el cual le aventaba una pelota y él emocionado y ansioso corría por ella, se la volvía a regresar para nuevamente ser aventada; desde la ventana de la habitación eran observados por Cristián que suspirando y en flash back recordaba cuando Becker fue el regalo de su abuela en su cumpleaños número 24; pues su abuela tenía alzhéimer y eso le hacía creer que Cristián era un niño aún, es por eso que le regalaba el cachorro para tener con quién jugar y quién le protegiera siempre; para él fue el mejor regalo que pudo a ver recibido, un cachorro de raza gigante de los pirineos que movía muy alegre su colita cuando vio por primera vez a quien sería su dueño, pero más que dueño, su amigo, su amigo del alma; con un listón azul en su cuello en forma de moño y un pelaje bastante afelpado de color blanco radiante le fue entregado a los brazos de Cristián; pareciendo que era un peluche que se le entregaba en manos; el perro feliz lamía la cara al sentirse bien recibido por parte de él, pues sentía la confianza y la protección que automáticamente Cristián le brindaba al tenerlo en brazos.

Becker se convertía mientras pasaban los días y semanas en el compañero de soledad de la abuela de Cristián que por el alzhéimer vivió en casa de sus padres durante su enfermedad; cada que salían los hermanos de Cristián así como sus padres a sus respectivas escuelas y trabajos, la anciana se quedaba sola teniendo de única compañía a Becker; quién siempre estaba al pendiente de ella, pues como un buen héroe y compañero la rescataba de su soledad, sabía lo valioso que era la señora para la familia, por eso Becker siempre cuido de ella y le alegraba las mañanas y tardes, procuraba siempre que ella no se saliera de la casa y sí lo hacía él iba tras de ella cuidándola; y aunque no lo pareciera, Becker la guiaba de regreso a casa cuando ella perdía de momento el modo de regresar a la morada; Cristián amaba mucho a su abuela, era su adoración, siempre se lamentaba irse a la universidad y dejarla solita en la gran casa, pero cuando llego Becker las cosas cambiaron un poco y dejaron de hacerse sentir culpables por dejarla mucho tiempo sola.

Cuando la abuela falleció, la familia sufrió mucho, pero más Cristián, que se la pasaba encerrado en su cuarto, escuchando rock y fumando marihuana; hundiéndose en una depresión muy profunda y sintiéndose desorientado por que comenzaba a sentir esa confusión sexual que lo atormentaba; pero Becker a pesar de que estuvo muy poco tiempo conviviendo con la abuela, sufría mucho y también lloraba demasiado, noche a noche sus aullidos se escuchaban e incomodaban a los vecinos; el can también se preocupaba mucho por su amigo, su dueño, su nuevo ser a quien debía de proteger; Becker amarrado en el patio miraba desde su casa al balcón de la habitación de Cris que siempre se la pasaba desanimado con el ventanal abierto y fumando.

Una noche Becker después de aullar mucho, veía tan deprimido a su amigo, que sintiendo una desesperación, lograba zafarse de la correa que lo mantenía atado a su casa e impaciente como pudo se metía a la casa y subía las escaleras esquivando a los padres de Cristián que le pegaran y lo volvieran a sacar; Cristián recordando aún en flash back, el momento en que Becker rascaba la puerta con gran impaciencia y al lograr abrirla, entraba muy impulsivo, corría a lamerle la cara limpiándole sus lágrimas y haciéndolo mostrar una ligera sonrisa, fue como así que él por las noches lo metía a su cuarto y se dormían juntos en la cama él de espaldas contra el lomo de Becker; de la misma forma en que Becker había entrado a la habitación, así había ingresado días después a impedir que Cristián se cortara las venas al seguir atormentado por sus confusiones sexuales y porque extrañaba mucho a su abuela; con Becker, Cristián se había dado cuenta de las verdaderas intenciones de Ileana, así como al solo tener dos años Becker de estar en casa, conocía a lo que sería su gran y único amor, Sebastián.

Cristián volviendo en sí, suspiraba, colocaba la mano en el cristal como si quisiera acariciar a Becker, sonreía saliendo de su habitación para bajar las escaleras; Sebastián que estaba en la cocina, veía desde la ventana a su hijo jugar con el perro y de mismo modo tenía en flash back recuerdos de Becker y la forma en la que poco a poco fue uniendo a la pareja para que su amor se lograra y se mantuviera; también los momentos en los que él era el niñero de Adonaí; pues en varias ocasiones cuando él era bebé y ellos padres primerizos e inexpertos lo dejaban en la cama y estuvo a punto de caerse de la cama/cuna en varias ocasiones por descuido de ellos, pero Becker evitaba los incidentes sosteniéndolo con su lomo o con su propia trompa.

Sebas sonreía suspiraba y con su mano sobre el cristal decía. – Becker, eres un ángel con colita y mucho pelo, gracias por estar con nosotros.

– Sebastián recordaba también que Becker había evitado que se metieran a la casa a robar; pues había atacado a uno de los dos ladrones que intentaban meterse; también los momentos cuando Adonaí fue llevado por primera vez a la playa, dónde el pequeño en la arena daba sus primeros pasos y se tambaleaba inseguro, pero Becker siempre le brindaba su cola para que se sostuviera o cuando estaba por caerse el con su trompa evitaba que se cayera se lastimará o con su hocico lo agarraba de su camisita para que no se lo llevara el mar muy lejos y se ahogara.

Sin duda alguna Becker ha sido y será siempre el mejor perro niñero que Sebastián y Cristián hayan podido tener; Sebas suspiraba, sonreía, mirando a su hijo jugar con el perro y recordaba aquella noche que después del antro “Open Mind”, pasaba sin querer rumbo a la casa de Miren, por la calle de una morada bien arreglada, con fachada bien cuidada, grande, lujosa por fuera y por dentro también; miraba en el jardín de aquella casa a un perro grande melenudo y blanco, muy blanco como la nieve; ese perro era nada más y nada menos que un gigante de los pirineos; o sea Becker; que de dos años y meses, se alegraba de verlo entre los arbusto, el perro contento se acercaba a él; quién se encontraba muy nervioso por qué creía Sebas que Becker lo mordería; pero no  fue así, lo olfateó y moviéndole la cola, se dejaba tocar y acariciar por él; aun no conocía en ese momento a  Cristián, por causas del destino, había indagado con la casa donde vivía él con sus padres.

Sebas también recordaba que Cris había salido esa noche en bóxer al balcón y que él lo había visto así por primera vez; cuando él al ver inquieto a Becker, de forma rápida se metía a su habitación, salía de ella y bajaba las escaleras para saber a quién Becker le movía la cola de forma inquieta; pero no había alcanzado a ver nada, pues Sebas había hecho gala de su habilidad al correr de una forma impresionante para no ser descubierto por él; tiempo más tarde esta anécdota le fue contada por boca propia de Sebas a Cris, la cual pareciera increíble por la forma en la que las cosas se fueron dando después de ese inesperado momento.

Sebastián riendo de ese momento tan mágico para él, era sorprendido por un beso en la mejilla por parte de Cris; quién le decía susurrando. – Amor, nuestro hijo se divierte con Becker, mi suegra está viendo la tele, que te parece si subimos un rato a la habitación y tenemos un momento de amor, tú y yo.

– Sebastián volteándose a él le decía sonriendo. – Me gusta mucho la idea, pero la última vez que lo hicimos, mi mamá se dio cuenta de mis gemidos, fue por eso que se llevó a Adonaí a comprar el desayuno y se tardó un poco más de lo debido.

– Cristián se sonrojaba y le decía sorprendido. – ¡¿Porque no me habías dicho?! ¡Qué pena, debí ser más cuidadoso!

– Sebastián le daba un beso tierno en los labios para callarlo diciéndole. – Amor, también yo debí aguantarme los gemidos, a ambos nos ganó el placer y gusto de estar juntos en la cama; además ese día me hiciste el amor tan rico que me quede con ganas de más, así que, si tu propuesta de pasar un momento de amor está en píe pues, acepto.

– Cristián muy apenado le decía. – También tengo ganas, pero mejor vayamos a un motel, ahí podremos gritar y gemir como se nos antoje.

– Sebastián se reía y lo abrazaba diciéndole. – Me gusta la idea, pero en tres horas debo salir a ver a mi secretaria.

– Cristián lo abrazaba tomándole de la espalda preguntando serio. – ¿A qué vas a ver a tu secretaría en sábado por la tarde?

– Sebas le respondía haciendo un puchero. – Amor la iré a ver para que me entregue el folleto del congreso al que iré, es esta semana y debía a verme movido con eso de las reservaciones de hotel y demás cosas desde el comienzo de esta semana que está por terminar; pero con eso de lo que sucedió el domingo pasado y las mini-vacaciones que me tome, pues se me paso realizar esas cosas, ahora debo checar esto hoy o me quedo sin ir a la congreso, suficiente hizo ella con reservarme el boleto, inscribirme y guardar el folleto, pero necesito saber la hora así como que hoteles disponibles hay.

– Cristián sugería diciendo. – Bueno amor, que te parece sí te acompaño, vamos a ver eso rápido y de ahí nos vamos de novios al cine y luego a cenar, ¿Te parece?

– Sebas sonriéndole le tomaba de la nuca y le daba un beso contestando. – Me parece buena idea, pero…

– Cristián mirándolo intrigado le preguntaba. – ¿Pero, pero qué?

– Sebas le sonreía pícaramente respondiendo. – Pero si me dejas escoger la película.

– Cristián se reía y le decía. – Bien, te dejo elegir la película, pero el lugar para ir a cenar yo.

– Sebas mirándolo muy coqueto decía. – Tramposo, pero está bien.

– Cristián lo besaba muy amoroso y lo acercaba más a él; en ese instante, Adonaí y Becker entraban un poco cansados de haber estado jugando en el jardín trasero.

Interrumpiendo Adonaí se reía al verlos así y les decía. – Papito, papá tengo sed y ya me cansé.

– Ellos se separaban, se miraban se sonreían ruborizados y Cristián le decía. – Campeón, pues como no vas a estar cansado si has estado jugando con Becker, anda te daré agua y te subes a bañar con papito.

– Adonaí haciendo puchero le decía. – No quiero bañarme, no, no quiero.

– Sebastián le decía bromeando. – Tampoco yo quiero bañarme, pero huelo a fuchí y necesito también darme un baño.

– Adonaí le decía sonriendo. – Pues sí no quieres papi no lo hagas y ya, así nos quedamos todo el día.

– Sus papás se reían ante la respuesta de su hijo y le decía Sebas para convencerlo. – Anda debes bañarte pequeño, así como ayer tu papá baño a Becker que tampoco quería y no le quedo de otra, así tú, mira que sí lo haces vas con nosotros al cine.

– Adonaí al escuchar eso, feliz le decía. – ¡Sí, al cine bien!

– Cris lo miraba y le preguntaba. – ¿Creía que seriamos solo tú y yo?

– Sebas le daba un beso y poniendo mirada tierna le respondía. – Sí, pero eso lo dije para que se bañara, descuida, habrá otro día que salgamos tú y yo solitos; además ya hemos abusado mucho de mi mamá y sus cuidados, ella tiene su casa y debe atenderla también.

– Cris lo tomaba pegándose a él sugiriéndole. – Creo debemos de conseguir una niñera.

– Sebas le daba un beso y sonreía diciendo. – Sí, debemos de.

– Adonaí impaciente le jalaba el pantalón a Cristián y le decía. – Aun tengo sed.

– Apenado Cris se separaba de Sebas, le servía el agua para así después subirse con él para bañarse.

Quedándose en la cocina Cris con Becker, quién le movía la cola con gran impaciencia; así pues él tomaba los trastes de Becker y le servía una lata de alimento para perro adulto con carnita, sus vitaminas, un poco de agua y leche para que se repusiera después de haber estado jugando un gran rato con Adonaí; para matar el tiempo en lo que Sebas y Adonaí se alistaban para salir; Cris lo cepillaba y lo talqueaba para que su pelaje reluciera aún más esponjoso, ya que él día de ayer fue bañado por él mismo pero no lo había cepillado en su momento; él notaba que Becker comía muy bien, tomaba mucha agua y su leche; por vez primera en mucho tiempo, el can dejaba limpio el traste sin residuos de comida; eso hacía sentir bien a Cris, pues pensaba que las vitaminas estaban haciendo efecto en él, pero en realidad no era así.

Rato más tarde, después de haberse bañado Sebas y Adonaí, ya estaban cambiados cuando de pronto Adonaí desaparecía de la vista de Sebas; él iba a su recamara y lo encontraba en la cama acurrucado, dormido profundamente.

Cosa que lo enterneció y le dijo cubriéndolo con una frazada. – Mi niño lindo, duerme y sueña con los angelitos, prometo no tardarme mucho.

– Sebas salía de la habitación y estando por bajar las escaleras, recordaba la parte del barandal dañada lo que hizo que exclamara. – ¡Se me olvida que no debo sujetarme de esta parte del barandal, en cualquier momento puedo caer y lastimarme!

– Bajaba las escaleras y veía a Cristián que estaba esperándolo en el recibidor, el cual le decía sonriente. – Tardaste menos que en otras ocasiones.

– Sebas le sonreía le daba un beso y le decía. – Pues ya tenía la ropa que me pensaba poner, hueles muy rico amor, me gusta que te bañes en perfume.

– Cris le sonreía diciéndole. – Con lo que te pongas te ves guapo, me encantas; ya sabes que para ti me perfumo para que siempre me huelas.

– Haciendo una pausa preguntaba él. – ¿Y mi campeón, dónde anda?

– Sebas le respondía. – Se quedó dormido, le diré a mí mamá.

– Cristián le decía mientras ellos se cruzaban en el paso. – Iré a darle un beso a mi pequeñín, enseguida bajo.

– Sebas le decía. – Bien, le aviso a mí mamá que saldremos y que Adonaí se queda dormido.

– Uno subía y el otro iba a la sala a dar aviso; en la sala Julieta estaba con Becker a los pies; que estaba profundamente dormido.

Sebas al darse cuenta decía en voz baja. – Mamá, mamá.

– Julieta volteaba y le sonreía diciendo. – Que guapo, ¿Van a salir?

– Sebas se acercaba con cuidado para no despertar a Becker y respondía. – Sí mamá, pensábamos salir con Adonaí, pero se quedó dormido, ¿podrías echarle un ojito en lo que vamos a ver lo de mi congreso?

– Julieta le decía despreocupándolo. – Hijo, claro que sí, anden vayan sin temor, aquí lo cuidaremos Becker y yo.

– Sebas le daba un beso en la frente y apenado le decía. – Mamá me siento mal contigo, hemos abusado de ti mucho, debes de tener pendiente de tu casa y sobre todo por tus plantas, prometo no estar quitándote el tiempo, de verdad, entre Cris y yo hemos decidido contratar una niñera para que se haga cargo de Adonaí un tiempo, para que así puedas hacer tus cosas y…

– Julieta le interrumpía diciendo. – ¿Cuáles cosas amor? Para mí no es molestia cuidar de mi nieto, lo que sí me es incómodo es que este aquí en su casa y ustedes no puedan llevar una vida marital normal, eso es lo único que me apena, pero molestia para nada, así que no le veo la necesidad de contratar una niñera.

– Sebastián mirándola tiernamente la abrazaba y le decía. – Mamá de todas formas debemos buscar una niñera, pues me imagino que irás a ayudar a mí hermana ahora que dé a luz, ¿o la piensas dejar a expensas de su suerte?

– Julieta exclamaba diciendo. – ¡Cierto, tú hermana pronto se aliviará, no recordaba eso, entonces sí deben buscar una niñera!

– Sebastián ya por irse le decía. – Bueno entonces platicaré con Cris sobre esto y tendremos una solución lo más pronto posible, te quiero mucho mamí.

– Julieta le sonreía diciéndole. – Con mucho cuidado y que vayan con bien, aquí estaremos al pendiente de Adonaí.

– Sebas se daba vuelta y Cristián le decía. – Amor ya estoy listo, vámonos.

– Becker se levantaba, se estiraba y movía la cola.

Julieta decía. – Becker sigue durmiendo, estaré aquí haciéndote compañía.

– Becker ladraba y se movía muy impaciente.

Sebas se regresaba a ver y notaba que Becker estaba muy intranquilo; Cristián curioso entraba a la sala y al verlo decía. – ¡Vaya qué este día andas muy energizado, las vitaminas andan haciendo su efecto!

– Becker se metía entre las piernas de Sebas, de Cris y de Julieta; andaba tan hiperactivo que sorprendía a ellos con la actitud positiva del can; ladrándoles movía la cola, se paraba en dos patas a Cris y él se agachaba para después ser lamido por su perro.

Cris le decía contento. – Sí también te quiero, anda ya ve a cuidarle el sueño a Adonaí, se quedará aquí con mi suegra y contigo, prometemos no tardar.

– Becker ladraba muy fuerte, movía con mucha ansiedad su cola y se tambaleaba; él iba a ver a Julieta y le lamía las manos, para así recibir una palmada en la cabeza por parte de ella; la pareja tranquila y sin preocupaciones se marchaba de la casa para hacer los deberes ya entre dichos anteriormente.

Durante esa tarde; Becker estaba inquieto, subía y bajaba las escaleras, recorría el jardín olfateando el césped, comía un poco de pasto, jugaba con su pelota, brincaba y se perseguía la cola, entraba de nuevo a la casa, iba a la habitación de Adonaí se cercioraba de su sueño fuera tranquilo y bajaba nuevamente a la cocina a ver a Julieta que preparaba algo de comer para ella y su nieto; le ladraba pidiéndole de comer y ella le brindaba una probada de lo que sería la comida para ella y el pequeño; le llenaba su traste de agua y muy sediento tomaba el líquido como si fuera la última vez que tomaba agua; Becker salía a tomar un poco de sol al jardín delantero, dónde las personas que pasaban lo miraban y le decían cosas bonitas alagando al perro y su gran pelaje, haciendo que se sintiera muy importante, moviendo su cola e hiciera una que otra pirueta en el césped.

Más tarde después, ya en la plaza comercial luego de que Sebastián hizo sus deberes, la pareja disfrutaba de su tarde de “solteros” en dicho lugar; subiendo por las escaleras eléctricas, Cris y Sebas muy sonrientes se topaban con Miranda que se encontraba acompañada por un joven bastante guapo en las filas de la taquilla del cine.

Al ser vista por ellos; ella acomodándose la ropa y su cabello se les saludaba diciendo sonriente. – Hola, ¡Tiempo sin vernos!

– La pareja se les acercaba y Cristián incomodo decía. – Hola, sí verdad tiempo sin verte.

– Sebastián la saludaba muy afectuosamente diciéndole. – ¡Qué guapa te has puesto, qué cambio de look, no sabía que habías realizado un cambio tan radical en tu persona! ¡Me alegra eso, seguro es para motivar a alguien o atraer a ese alguien a ti! ¡Muy bien, te deseo mucha suerte!

– Miranda sonriendo maliciosamente, miraba a Cristián ponerse nervioso e incómodo y le decía a Sebas. – Pues algo así, pero ese alguien no quiere, se da a desear, pero sé que algún día lo tendré entre mis brazos para amarlo, me alegra saber que al menos a ti te guste mi nuevo look; ahora pregunto, ¿Te gusta cómo me veo ahora Cristián?

– Él muy nervioso esquivaba la mirada provocante de ella y le respondía. – Te ves muy bien, muy guapa, seguro ese hombre caerá rendido a ti, aunque pensaba que era tu acompañante.

– Miranda sarcásticamente dijo. – ¡Cierto, disculpen!

– Miranda tomaba de la mano a su acompañante y les decía presentándoselos. – Él es Edison, un amigo que conocí en un antro de aquí; Edison ellos son Sebastián y Cristián unos amigos muy entrañables.

– Edison saludaba amablemente dándoles la mano. – Un gusto, soy Edison, Miranda me ha hablado mucho de ustedes y de su hijo; su primo y su esposa con los que me falta por conocer.

– Cristián lo saludaba un poco molesto y Sebastián sonriente decía. – Un gusto saber que Miranda está conociendo nuevas amistades aquí, pronto los conocerás a ellos, verás que son buenas personas y muy amigables; me he sentido apenado contigo Miranda porque no hemos estado contigo para salir a pasear y disfrutar la variedad nocturna de la ciudad, pero es que nos han pasado muchas cosas que supongo ya has de verte enterado.

– Miranda sonriendo le decía. – Sí, mi primo me ha platicado unas cosas por mensajería instantánea del celular, vaya que sí han tenido infinidad de cosas, pero me alegra que estén bien y se estén dando un buen rato como pareja y un momento de desestrés, ¿por cierto dónde está el hermoso Adonaí? Quiero verlo y abrazarlo.

– Cristián respondía serio. – Mi hijo adorado se ha quedado con mi suegra en la casa.

– Sebastián notando la seriedad de Cris, le apretaba la mano y decía. – Sí Mirí, mi hijo se quedó con mi mamá, pues le dio sueño y quedo profundamente dormido, en otro momento podrás verlo.

– Miranda sonriendo mirando a Cristián ponerse un tanto serio decía. – Bueno pues ya será para la próxima, por cierto, Edison también toca en una banda, habrá un show este viernes que viene, ¿podrán venir a acompañarnos?

– Sebastián apenado le respondía. – Uy, pues lamento declinar tu invitación, pero no podré asistir, al menos yo no por motivos de trabajo, iré a un congreso desde el jueves y regreso domingo por la mañana; pero me imagino que Cristián sí podrá asistir, ¿verdad amor?

– Cristián reaccionaba de golpe contestando. – Pues sí espero poder ir a verlo tocar y pues ver que tal la armas chavo.

– Edison respondía sin presumir. – Pues soy bajista y corista, no soy la gran cosa, pero sé que ustedes han tenido buenas presentaciones en diferentes antros de la ciudad, así como en ferias cercanas aquí, me sentiría alagado ser observado y valorado por alguien que tiene fama de ser bueno en el escenario.

– Cristián se sonrojaba y como que eso le motivaba un poco, cambiando de humor, preguntaba. – ¿Me imagino que tú Miranda cantarás o serás solo espectadora?

– Miranda sonrió y le respondió. – Pues tengo sorpresas, verdad Eddy.

– Edison se sonrojaba un poco al ser abrazado tiernamente por Miranda, provocando una especie de celos por parte de Cristián, que se hacían notorios a la vista de Sebastián.

Cristián cambiando de tema decía. – Bueno, creo que es su turno de pasar a comprar boletos en taquilla.

– Miranda volteaba y decía. – Tienes razón.

– Edison amablemente preguntaba. – Sí no es mucha molestia, ¿Verán la misma película que nosotros? De ser así les compramos los boletos para que no tengan que formar.

– Sebastián le respondía de la misma forma. – Pues aún no sabemos, pero gracias por la intención.

– Edison sonreía diciendo. – Bueno pues disculpen y un gusto conocerlos.

– Miranda se despedía de Sebastián abrazándolo diciéndole al oído. – Un gusto saludarte Sebas.

– Miranda se separaba de él sonriendo y mirando de forma maliciosa a Cris, quién se despedía de lejos de ambos evitando cualquier contacto físico.

La pareja se formaba unas cuantas personas atrás y Sebastián le decía serio a Cris. – Por lo visto te molesto ver a Miranda con ese muchacho.

– Cristián nervioso cambio su semblante y esquivando la mirada le decía. – Obviamente no amor, solo que me dio mala espina que ese muchacho ande pretendiendo a Miranda y resulte que tenga malas intenciones con ella, solo fue eso amor, no pienses cosas que no son.

– Cristián miraba la cartelera evitando cualquier contacto visual con Sebas; quién lo miraba con cierta sospecha que comenzaba a nacer en él.

Sebastián le decía seriamente. – Miranda está suficientemente grande para saber lo que hace con su vida y con su cuerpo, ese muchacho me agrado, en fin, quién debe preocuparse es su primo y no tú.

– Cristián incomodo decía cambiando de tema. – Te parece ver esa película de las 6:30 pm estaría bien verla, ¿Qué dices?

– Sebastián seriamente le respondía. – La película la voy a elegir yo, así que te aguantas.

– Cristián agachaba la mirada y Sebas lo miraba con ciertos celos que comenzaban a surgir; Miranda y Edison caminaban para entrar a la sala de cine, siendo ella la que miraba detenidamente a la pareja un tanto distante de un momento a otro; cosa que a Miranda le alegraba saber.

Minutos después ellos entraban a su función de cine, donde ambos estaban algo serios, Sebas comiendo palomitas y Cris nachos; la película estaba entretenida, aunque ellos pareciera no disfrutarla mucho que digamos.

Al finalizar ambos salieron por su lado, la tensión se sentía cada vez más, entraron al baño y Cris nervioso decía. – La película estuvo buena, al parecer tendrá segunda parte.

– Sebas le respondía cortante. – Sí muy buena, ojala no tenga segunda parte, pues echaría a perder la trama.

– Sebas terminaba de hacer sus necesidades y pasaba a lavarse las manos, se las secaba y se salía sin esperar a Cris; él incómodo y algo molesto consigo mismo, se lavaba rápido sus manos y las secaba con una toalla de papel, para salir tras de Sebas, que estaba avanzando para salir de la plaza comercial; él decidido lo alcanzo, lo tomo del brazo y lo giro hacía dándole un beso forzado.

Sebas le correspondía el beso, lo miraba y decía. – Me hiciste poner celoso amor.

– Cris le tomaba de la cara con ternura y le decía. – Discúlpame amor, no pienses mal de mí, sabes que a quién amo es a ti.

– Sebastián lo abrazaba con ternura y le decía. – Eres un tonto, hasta parece que lo haces a propósito.

– Cristián lo apretaba fuerte y le decía. – Te amo a ti tonto, entiéndelo, eres mi amor, ahora ya vamos a cenar.

– La pareja nuevamente entrelazaba sus manos y bajaban por el elevador para así salir de la plaza comercial y disponerse a cenar.

En la casa Julieta le daba de cenar a Adonaí, mientras que Becker comenzaba a mostrar señales de que estaba cansado, pues permanecía echado debajo de la mesa sin hacer movimiento alguno.

Julieta intrigada decía. – Becker te daré de cenar un poco antes de lo habitual para que duermas con Adonaí, ambos estuvieron jugando mucho toda la mañana y otro poco en la tarde.

– Tomando los trastes le servía su porción de comida, su agua y un poco de leche; el perro apenas y se movía, se acercó, olfateo la comida y comenzaba a comer pero no con los ánimos con los que acostumbraba.

Adonaí al verlo así, le decía. – Te voy a ganar Becker, terminaré mi cena antes que tú.

– Becker volteaba la cabeza mostrándole una mirada tierna, con ojos llorosos el perro le movía la cola, Adonaí le sonreía y Becker le lanzaba un ladrido, continuando comiendo y tomando agua.

Las llaves se hacían sonar, la puerta se cerraba y entrando a la cocina, Sebastián y Cristián decían. – ¡Ya regresamos! ¡Hola campeón!

– Adonaí al verlos les preguntaba un poco molesto. – ¿Por qué ustedes se fueron sin mí?

– A lo que Cristián le respondía. – Pequeño, estabas dormido, no te podíamos despertar de golpe, además estabas soñando con los angelitos y se pudieron enojar si te despertábamos.

– Sebastián le daba un beso y le decía. – Príncipe sabes bien eso de que tus amigos angelitos se enojan si te despierto, como dice tu papá.

– Adonaí sonreía y decía. – Sí de verdad, pudieron enojarse con ustedes y hacer que soñaran feo.

– Becker olfateaba a Sebas y Cris, moviéndoles lentamente la cola; nuevamente se echaba y suspiraba mucho, reflejando una mirada triste y cansada.

Cristián acariciándolo preocupado decía. – Becker andas muy cansado, gastaste mucha energía jugando con mi campeón, lo cuidaste muy bien, eso me gusta.

– Becker movía la cola un poco y lamía la mano de él, para así girarse e indicarle que le rascara la pancita.

Julieta se sentaba a cenar y les preguntaba. – ¿Ustedes ya cenaron?

– Sebastián le respondía. – Sí mamá, cenamos, gracias.

– Poniendo una bolsa en la mesa decía. – Te trajimos tacos, una orden para ti y una orden para Adonaí, pero creo él ya ceno, así que le puedo dar un poco a Becker.

– Julieta agradeciendo decía. – Muchas gracias por acordarse de nosotros, Becker ya ceno, así que no creo que quiera comer algo más ahorita, lo que ha de querer es dormir.

– Sebas miraba a Cristián que se hincaba para acariciar a Becker; él sentía algo extraño, se incomodaba mucho y de la nada sus ojos se llenaron de lágrimas al estar con Becker rascándole la pancita.

El can lo miraba de forma diferente a la habitual, sus ojos eran diferentes, reflejaban mucha tranquilidad y un cansancio sin igual; Cristián derramando unas lágrimas que caían en la trompa de Becker, las cuales lamía y enderezándose le comenzaba a lamer la cara, limpiándole las lágrimas que comenzaban a salir con frecuencia; Sebastián al ver la escena, se le hacía un nudo en la garganta y sus ojos se cristalizaban.

Adonaí preguntaba curiosamente. – ¿Por qué lloran? 

– Sebas suspiraba, cargaba a su hijo y lo abrazaba diciéndole. – Vamos a ponerte la pijama y te explico las cosas en la recamara.

– Julieta sin interrumpir, tomaba su taza de café y su pan, yéndose para la sala atrás de Sebas, dejando a Cris con Becker.

Ambos tanto él como Becker estaban llorando; Cris lo abrazaba y le decía. – Me va a doler mucho dejarte ir, pero esa mirada que me das es seña de que ya queda poco tiempo; no tienes idea de cuánto voy a extrañar tus ladridos, la forma en la que nos alegrabas los días y sobre todo la compañía que le brindabas a mí hijo y los cuidados que siempre tuviste con él; te quiero mucho mi perro peludo.

– Abrazándolo muy fuerte comenzaba a llorar, Becker movía la cola lentamente y lamía la oreja de Cris, así como su cuello y le comenzaba a limpiar las lágrimas.

Becker se sentaba y le daba la patita como si le dijera que todo estaría bien, que no se preocupara, dándole unos ladridos, le movía más rápido la cola y le lamía la cara nuevamente; Cristián lo abrazaba, se sentaba y dejaba que Becker se echara entre sus piernas, para así tenerlo mientras recordaba todos los buenos y gratos momentos que tuvo durante los quince años que Becker estuvo con él.

 Ya más noche; Julieta se despedía deseándoles buenas noches, la pareja y el nieto de igual forma le deseaban buenas noches.

Aunque Adonaí estaba sin poderse dormir, así que él les decía a sus papás. – No quiero que me canten, quiero que me dejen dormir con ustedes, Becker también puede dormir con nosotros.

– Sebastián miraba a Cristián y él le sonreía diciendo. – Bien, pues vamos a dormirnos ya, sólo que Becker dormirá en su cama, pues la alfombra de tu cuarto no la podemos traer a nuestra habitación.

– Adonaí se iba  a los brazos de Sebas contento y feliz; tras de ellos Becker, que movía la cola y avanzaba meneándose contento.

Cristián le colocaba su colchoneta a Becker, que de inmediato se acomodaba y cruzaba sus patitas para disponerse a dormir; ellos se disponían a dormir deseándose buenas noches.

Adonaí con una sonrisa le daba un beso a su papá Sebas y otro beso con un tierno abrazo a su papá Cris al que le decía. – Papito no me gusta verte triste, te quiero mucho, Becker siempre estará con nosotros cuidándonos donde quiera que él se vaya; por qué cuando un amigo se va una estrella en el cielo se prende, para así iluminarnos más las noches y protegernos del mal, pues Becker ha sido un angelito con cola y mucho, mucho pelo que nos ha cuidado muchas, muchas veces.

– Cristián abrazaba a su hijo ante las palabras emanadas por él y le decía mostrando una sonrisa tranquila. – Tienes razón hijo, tienes razón.

– Señalándole su corazón le decía. – Becker siempre te va a cuidar y estará aquí en tu corazoncito.

– Adonaí le sonreía y le decía. – Y en el tuyo igual y en el de mi papá y en el de mi abuelita y mis abuelitos.

– Cristián lo acostaba y lo tapaba, Sebastián le daba un beso en la frente diciéndole. – Eres un niño muy inteligente que sabe brindar palabras bonitas y emotivas para tu papá.

– Cristián sonriéndole decía. – Pues es hijo de un psicólogo, tenía que aprenderte algo.

– Sebas le sonreía sonrojado y le daba un beso a él diciendo. – Pero también es hijo de un arquitecto, que también sabe brindar palabras emotivas.

– Sonriéndose y más tranquilos se disponían a dormir.

Becker solo los miraba sonreírse mientras platicaban con su cabeza recargada a la orilla de la cama.

Cuando ellos se quedaron dormidos, él salía de la habitación y entraba a la habitación de Julieta cuidadosamente la miraba moviéndole la cola, se le acercaba y con su trompa le tocaba la mano mostrándole gratitud durante el tiempo que estuvo en la casa y los cuidados que le daba.

Julieta medio dormitada le acariciaba la cabeza diciendo. – Becker ve a dormir ya, mereces descansar después de un día largo.

– Becker suspiraba, le lamía la mano y se salía muy cuidadosamente para así pasar a la habitación de Adonaí donde en silencio él movía su cabeza de un lado a otro, entraba olfateando toda la recamará y se echaba un momento en la alfombra, para así después levantarse, con su trompa tomar una pelota roja de goma con la que jugaba y se la llevaba a la habitación de Sebas y Cris; estando ahí se volvía a echar en su colchoneta, cerraba sus ojos y comenzaba a soñar con la abuela de Cristián.

Que vestida de blanco, entre nubes y destellos le decía. – Vamos ya Becker, estuviste cuidando de mi nieto mucho tiempo y mereces descansar, anda vámonos que se nos hace tarde; ahora es turno de que lo cuidemos juntos desde aquí arriba; jugarás y brincaras todo lo que quieras aquí sin temor a que se te acabe la energía, aquí todo es eterno, algún día ustedes se volverán a reunir; por mi bisnieto no te preocupes, él va a estar bien.

– Él caminaba directo a la abuela de Cris, moviendo su cola, muy tranquilo avanzaba al paso de la abuela y esas nubes con destellos comenzaban a desvanecerse poco a poco.

En tanto Cristián abrazado a su hijo, tenía un sueño similar; el cuál entre nubes con destellos la abuela se le aparecía.

Él emocionado corría y la abrazaba; ella con una voz tierna y dulce le decía. – Hijo, quiero que sepas que nunca estarás solo, siempre cuido de ti, me fui tranquila sabiendo que te dejaba con un angelito de cuatro patas que sabría cómo guiarte, rescatarte de la soledad y del vacío que se generaría al momento de mi partida; no te sientas culpable por dejarme a solas en momentos, pues siempre hubo alguien que me cuidaba y ese alguien era Becker; ahora quiero que entiendas nieto mío que su momento ha llegado, debe partir para que este a mí lado y juntos desde aquí cuidemos de tu hijo, de tu esposo y de ti, no te sientas mal, Becker descansará agradecido por estos quince años a tu lado y tus nobles cuidados.

– Cristián con los ojos cristalizados derramaba unas lágrimas y al fondo escuchándose unos ladridos; Becker venía corriendo con el viento en contra, que hacía que su pelaje se viera muy esponjado, brillante y radiante.

Becker comenzaba a lamerle las lágrimas de su rostro y la abuela le decía. – Becker nunca le gusto verte llorar, ni a ti ni Adonaí mucho menos a Sebastián, ahora ya despídanse que debemos irnos.

– Cristián llorando, suspiraba diciendo. – Amigo, amigo mío, siempre te consideré parte de mi familia y de mi nueva familia; no sé cómo agradecerte y resumir todos estos quince años, pero sabes que siempre serás mi perro peludo, mi peluche, siempre serás parte de mi vida, te recordaré siempre que miré al cielo; ahora te bebes de golpe las estrellas y te marchas para ser un pedacito de cielo que cuidará de los míos, me dejas lleno de nostalgia y de emociones que vagarán siempre en tus recuerdos de cada momento y tal vez algún día los plasme en una canción dedicaba a ti; ahora vete tranquilo, no te prometo no llorar, pero sí prometo que entenderé que tu momento aquí en la tierra se cumplió y es hora de partir; mil gracias amigo, muchas gracias.

– Becker por última vez le lamía la cara, lo tiraba al suelo y comenzaba a lamerle más y más la cara.

La abuela suspirando, con una mirada tierna decía. – Becker vamos, es momento de partir ya.

– Becker se quitaba de encima de él, caminaba hacía la abuela, que con paso lento se marchaban; dejando a Cristián sentado entre nubes y cálido viento que acariciaba su rostro, mirando como ellos se iban perdiendo entre destellos y nubes, para así poder descansar en paz.

Finalmente Becker acostado en su colchoneta suspiraba tranquilo entre sueños, con la pelota de goma roja entre sus patas, daba el último respiro con ligero aullido para así pasar al cielo de los perros.

Es Cuestión del Destino.

 

 

Era nuestro perro y era la ternura, 

esa que perdemos cada día mas 

y era una metáfora de la aventura 

que en el diccionario no se puede hallar. 

Digo nuestro perro porque lo que amamos 

lo consideramos nuestra propiedad...

(Alberto Cortez, El Callejero.) 

 

 

HASTA SIEMPRE BECKER.

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