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Sacrilegio Capítulo 4

en Gays

Hola a todos, lamento mucho no haber regresado a tiempo como lo había prometido, pero bien dicen que más vale tarde que nunca, aquí les dejo el cuarto capítulo de "Sacrilegio"... Saludos y Feliz 2014!!

 

 

Capítulo Cuatro.

Verdad Sospechosa.

 

Después de que los hombres féminos fueron condenados a la horca y de que sus cuerpos fueran lanzados a los pantanos, las cosas en el palacio regresaban a su normalidad, aparentemente; Kaimorts y Fidias continuaban haciendo lo que más les gustaba, uno practicaba el esgrima y el otro el cricket; ambos jóvenes se preparan para su gran cumpleaños número veinticinco y el decisivo para el príncipe Ferrer, pues pasará a la siguiente etapa de todo hombre en la dinastía Ferrer; pues como todos los que han sido herederos del trono Ferrer deben elegir entre todas las mujeres de la ciudadela a una mujer de caderas anchas como indicio que es una mujer fértil, sobretodo que sea doncella y del gusto del príncipe Ferrer, para así poder convertirse en Rey definitivo de la corona Ferrer; no sin antes pasar por todo el proceso para ser nombrado rey; no importa si la mujer no desea casarse con el príncipe, pues de ser así y rehusarse la joven,  los reyes deberán de comprar a la mujer por las buenas en dado caso que la joven tenga familia o como sierva sino tiene familia por lo que le reste de vida; todo eso tendrían que hacer los reyes Ferrer, con tal de que su hijo, el príncipe Ferrer pueda ocupar la corona y así ser complacido por sus deseos y gustos.

En el palacio Ferrer, Ondina ha estado sin poder conciliar al sueño, pues los recuerdos de aquella noche del alumbramiento de hace veinticinco años la atormentan, ya que sabe bien que, quién debe de ser el que debe buscar esposa y ser próximo rey Ferrer es Fidias y no Kaimorts, pero una verdad se volverá sospechosa al ser tentativamente descubierta por Kaimorts.

La mañana del cumpleaños de los jóvenes, un grupo de guardias salían del palacio escoltando a los reyes Ferrer rumbo a la plazuela de la ciudadela para dar anuncio del baile real que se ofrecería así como del festejo real para su primogénito y el sobrino Ferrer en el palacio Ferrer; dejando así, solo a unos cuantos guardias en el palacio con los jóvenes en los jardines distrayéndose un poco y disfrutando del hermoso día, mientras la servidumbre hacía sus labores para dejar el salón real del palacio impecable para la multitud de gente que estaría de visita celebrando el cumpleaños del príncipe y su primo; Ondina estaba distraída y muy estresada, cortando unas flores en el jardín suspiraba y miraba con tristeza a los jóvenes quienes estaban practicando esgrima a lo lejos.

Fidias en un movimiento rápido, se daba cuenta de que Ondina estaba algo triste, el cual preocupado interrumpió la práctica y le dijo a Kaimorts. – Espera, ¿Ya viste como nos mira la nana a nosotros?

– Kaimorts despreocupado e indiferente dijo. – No, no me interesa, ni me preocupa, anda continuemos practicando.

– Fidias dejo la espada sobre el césped y le dijo preocupado. – A ti nada te importa, pero a mí sí, veré que sucede.

– Kaimorts un tanto indiferente, le decía. - ¡Cómo gustes!

– Señalando a uno de los guardias, Kaimorts exclamaba ordenando. - ¡A ver tú, ponte esto y levanta la espada, quiero practicar con alguien! ¡Vamos que es para ahorita!

– Fidias se dirigía con Ondina, mientras el guardia tomaba la espada y se ponía a combatir contra Kaimorts.

Fidias un tanto preocupado abrazaba a Ondina y dándole un beso en la mejilla le preguntaba. – Nana, ¿Qué sucede? Te veo desanimada.

– Ondina con flores en manos le decía dejando entre ver una cálida sonrisa. – No sucede nada mi niño Fidias, solo que ya estoy vieja, me doy cuenta que dentro de poco ustedes ya no necesitaran de la presencia y ayuda de esta pobre mujer, es eso.

– Ondina bajando la mirada pensaba. – “No pienso decirle lo que verdaderamente siento”.

– Fidias le sonrió diciendo. – Nana yo te voy a necesitar, más ahora que cumplo los veinticinco años y estoy por entregar mi ser a dios.

– Ondina exclamó. - ¡¿Vas a volverte cura?!

– Fidias un tanto extrañado, dijo. – Sí, es la decisión que he tomado, por bien mío, ¿Piensas que hago mal?

– Ondina moviendo la cabeza seriamente dijo. – No, no sé, creo es mi culpa, todo esto es mi culpa.

– Fidias sin comprender pregunto. - ¿Culpa? ¿Culpa de qué nana, explícate?

– Ondina sin dar respuesta alguna, nerviosa arrancó una rosa roja de un arbusto, la cual con sus espinas le hizo unas heridas que de inmediato brotaron sangre; ella estresada dijo. - ¡Ay, que torpe soy! ¡Iré a lavarme!

– Fidias se quedó mirando como Ondina le daba la espalda mientras decía. – Nana, nana por favor.

– Ondina nerviosa se frenaba, suspiraba y se decía. – Se fuerte Ondina, si mantuviste el secreto por tanto tiempo, unos años más no afectaran, vamos se fuerte.

– Recuperando el paso, ella continuó su trayecto para entrar a la cocina del palacio Ferrer.

Fidias suspirando miraba al cielo y se preguntaba. - ¿Qué le sucederá a nana Ondina?, cada que cumplimos años Kaimorts y yo se pone en ese estado.

- Fidias se daba cuenta que Ondina entraba en preocupación y tristeza en el día de su cumpleaños debido a que le remuerde la conciencia aquel cambio de bebés que hizo aquella noche, aunque Fidias y Kaimorts no tienen ni más remota idea de lo que sucedió en realidad.

Kaimorts continuaba en su debate contra uno de sus guardias, el cual demostraba ser bueno en el esgrima.

Kaimorts al ver el desempeño de dicho guardia le decía. – Veo que tienes maña, eso me agrada.

– El guardia le respondía un tanto agitado. – Estos soles que lleva practicando con el joven Fidias he aprendido a observar con detenimiento y memorizar sus movimientos, príncipe.

– Kaimorts sonriendo soberbiamente le decía. – Cierto, el observar ayuda, pero no he mostrado todas mis habilidades, así que prepárate para lo que viene.

– Kaimorts comenzó hacer movimientos rápidos y un tanto sucios, haciendo que su contrincante se moviera de forma imprecisa y que tuviera ligeros tropiezos al moverse.

Fidias acercándose se daba cuenta que Kaimorts estaba haciendo uno de sus juegos sucios para así poder ganar, en desacuerdo camino presuroso para impedir que su primo hiciera una jugada sucia, gritando le decía. - ¡Kaimorts! ¡Sin hacer trampa, estás haciendo que el guardia pierda el equilibro con tus movimientos!

– Kaimorts levantado la ceja, hacia mueca de maldad y el guardia le decía. – ¿No pensé que le gustará jugar sucio?

– Kaimorts haciéndolo moverse de forma más rápida le iba respondiendo. – No es jugar sucio, es jugar con inteligencia y con astucia; te diré lo que pienso o te pensaba hacer.

– El guardia algo agitado y muy sudoroso trataba de esquivar los toques del filo de la espada de Kaimorts.

La mayoría de la servidumbre se asombraba de la agilidad tan rápida de Kaimorts y de la forma en que su compañero de servicio respondía dichos movimientos.

Kaimorts al sentir las miradas en ellos, sentía estremecerse, sentirse importante, así que de tal forma decía gritando. - ¡Así primo es como se debe practicar el esgrima, no de la forma tan fémina y delicada que haces tú!

– Fidias sintiendo hervir de coraje apretaba sus puños y solo aceleraba su respiración por inconformidad a lo que Kaimorts había dicho.

El guardia algo cansado preguntaba. - ¿Príncipe, piensa decirme lo que pensaba hacerme?

– Kaimorts un poco agitado y bastante sudado le respondía sonriente. - ¡Por supuesto! No pienso matar a mi enemigo sin confesarle lo que en mi mente trama.

– El guardia asustado y nervioso esquivó la punta de la espada que estaba por cortarle el cuello y sin dudar su atrevimiento él exclamó preguntando. - ¡¿Piensa usted matarme?!

– Kaimorts sonriendo maliciosamente le respondió. – Por supuesto que no idiota, lo dije para así hacer esto.

– Kaimorts en un giro, un leve salto, rosó con la espada el brazo izquierdo bañado en sudor del guardia, haciéndole una herida sangrante.

Al cual Kaimorts le decía victorioso levantando la ceja. – Touché.

– El guardia tiraba la espada agarrándose con su mano derecha el brazo, quejándose del malestar. - ¡Aaahh! ¡Duele! ¡Maldición! ¡Eso es trampa!

– Kaimorts sonriéndole le daba una bofetada al guardia en su cara bañada en sudor retenido entre esa prominente barba, cambiando su sonrisa por una expresión sería le decía. - ¡Nunca maldigas a alguien superior a ti!

– Fidias molesto y preocupado, se acercaba al guardia para ayudarle, diciendo. – Kaimorts eres un tramposo, hasta él mismo lo dice; ¿Estás bien?

– El guardia le respondía un poco adolorido. – Estoy bien joven Fidias, a usted gracias por preguntar.

– Kaimorts levantando la otra espada de esgrima, decía serio. - ¡Yo siempre gano, nunca pierdo, gano por las buenas o por las malas, así es esto! ¡Así siempre será!

– Kaimorts con la espada apuntaba a la barbilla velluda del guardia y le decía serio. – Agradece que solo fue una herida leve que en rato cicatrizará, no te morirás por eso.

– Kaimorts dando media vuelta y al ver a una de las criadas asustada le gritaba. - ¡A ver niña, haz algo llévalo a que lo cure Ondina! ¡Pero muévete y no te entorpezcas ahí mirando!

– La criada asustada le decía. - ¡Sí, sí príncipe Ferrer, lo que ordene!

– Kaimorts caminaba de forma recta, con mirada soberbia, presencia triunfante, entrando al palacio le daba las espadas a uno de los criados y tronando los dedos decía. - ¡Quiero un baño con aceites, ropas limpias y algo de merendar en mi habitación! ¡De inmediato!

– Kaimorts subía a su habitación, mientras un grupo de criados y criadas dejaban sus deberes para atender las exigencias y caprichos del príncipe.

Afuera del palacio, Fidias y la joven criada curaban al guardia pues Ondina no podía por estar supervisando la merienda de Kaimorts.

El guardia de una forma amable le decía. – Joven Fidias, dios lo bendiga y lo proteja, usted es un ser bueno y de corazón puro, a usted gracias por ayudar a este pobre hombre humilde.

– Fidias le sonreía y decía. – No agradezca, además de ser guardia es como si perteneciera a la familia real, aunque bueno mi primo no lo ve de esa forma, le dejo que le sigan curando, yo pediré que le preparen una tina para que se lave.

– El guardia apenado, siendo curado le dijo. – Joven Fidias no es necesario, iré al rio para lavarme, como todos los guardias del reino, de verdad gracias.

– Fidias le lanzó un gesto de amabilidad y dijo. – Termina de curarlo, yo pediré un baño, le ofreceré mi habitación para que así no se aleje del palacio.

– El guardia apenado bajaba la mirada, mientras que seguía siendo curado con mucho cuidado por la criada.

Los compañeros guardias a pesar de lo sucedido, solo permanecían en vigilancia del palacio, no hacían gesto de preocupación por su compañero y aunque habían sido testigos de lo que Kaimorts había hecho, no hicieron la menor intensión de intervenir, pues como guardias del palacio real debían de guardar tanto respeto como seriedad, así como neutralidad ante los sucesos familiares que acontecieran dentro y fuera de este.

Fidias, entraba al palacio y pedía de favor que prepararan las tinas para bañar.

Cuando Anabella bajaba las escaleras con un elegante vestido, dándose cuenta de lo que había sucedido afuera le decía burlonamente. – Piensas bañarte al igual que mi hermano para su gran fiesta de cumpleaños.

– Fidias seriamente le respondía. – No querida prima, voy hacer uno de mis muchos actos de caridad con la servidumbre del palacio.

– Anabella bajando los tres escalones restantes, extendía su abanico al color del vestido rosa pastel y le decía en mismo tono. – Es indignante que te compadezcas de personas tan de baja clase social como la nuestra, a dios gracias que no eres futuro heredero del trono Ferrer, porque de ser así serías un incompetente al mando de esta ciudadela.

– Fidias un tanto molesto le respondía. – Pues si de incompetencia hablamos Kaimorts no se queda atrás al haber herido a uno de los guardias principales de tus padres, creo que eso a mis tíos no les parecerá.

– Anabella cambiando su semblante, preocupada por su hermano preguntaba. – ¿Lo mató?

– Fidias le respondía cortante. – Por fortuna y suerte del buen hombre y gracias a dios misericordioso, solo fue una notable herida de brazo, un poco profunda pero si sangrante, si no quieres que los reyes Ferrer se enfaden con Kaimorts y que la gran fiesta se cancele, ayúdame a lo que pienso hacer.

– Anabella levanto la ceja y le decía en tono dudoso. – ¿Qué gano a cambio?

– Fidias la tomaba del brazo y le decía en voz baja y suave. – Ambos sabemos que has estado esperando este momento con muchas ansias, incluso más que Kaimorts y míos, pues te conviene que haya fiesta para que así socialices un poco y conozcas un buen mozo que te logre enamorar y pueda satisfacerte como mujer, ¿O me equivoco?

– Anabella sonreía soberbiamente y le decía. – Me conoces tan bien y mejor que mi hermano Kaimorts, hasta juraría que eres mi hermano y no mi primo.

– Anabella cambiando de tono, seria y levantando una vez más la ceja le decía. – Te ayudaré, ¿Qué debo hacer?

– Fidias la jalaba del brazo con rumbo al pasillo que daba hacía las habitaciones alternas del palacio Ferrer, para así, estando ahí le explicaba la idea que se le había ocurrido para ayudar al guardia y que Kaimorts no tuviera problemas con sus padres, los reyes Ferrer.

Aunque Fidias era listo, pues no se preocupaba tanto por la fiesta y los problemas que fueran a resultar de dicho enfrentamiento, sino que lo hacía por bien y caridad del guardia, aunque para no levantar sospechas pedía la ayuda de Anabella, para así poder hacer las cosas con más facilidad.

Mientras tanto en la aldea de los pecadores.

Una niña mestiza de unos doce años y su hermano de ocho años, corrían entre los matorrales gritando. - ¡Buena nueva! ¡Buena nueva!

– Los miembros de esa pequeña aldea escondida se reunían en montón para saber que era esa buena nueva.

Adrián salía entre la multitud, exclamando con ansiedad. - ¡¿Cuál es esa buena nueva?!

– Adrián es un joven criollo refugiado en la aldea, ya que llego después del rechazo de su familia que trabaja en la plazoleta de la ciudadela, pues su condición sexual no era “normal” para ser bien vista por los habitantes de Villa de Santa Luz, por eso fue excomulgado y desterrado a pedradas de la ciudadela, al llegar mal herido a la aldea, fue curado por Macrina que además de ser una partera muy popular, es curandera y la suelen apodar la “Bruja hierbera”, una vez siendo curado y recuperado en su totalidad, fue aceptado por el líder Ópalo, al cual, Adrián siente una muy fuerte atracción por el mulato que anteriormente tuvo un enfrentamiento con Fidias.

Adrián un tanto ansioso volvía a exclamar preguntando. - ¡¿Cuál es esa buena nueva?!

– La niña al ver la impaciencia, un tanto nerviosa decía parada sobre unas grandes rocas junto con su hermano. – La buena nueva es que los reyes Ferrer dieron anuncio en la gran plazuela de Villa de Santa Luz la fiesta de los jóvenes Ferrer.

– Adrián un tanto cortante, se volteó ante sus compañeros y les dijo interrumpiendo a la niña. - ¡Eso no es una buena nueva, es una fiesta más para dar las sobras del banquete real!

– A lo que el hermano de la niña grito diciendo. – ¡No, esperen, aún hay más!

– La gente volvió a prestarles atención aquellos niños que estaban sobre las grandes rocas.

Adrián les pregunto. – ¿Hay más?

– La niña moviendo la cabeza en señal de afirmación, les decía en voz alta. - ¡La fiesta es para encontrarle esposa al príncipe Ferrer y quieren que todas las doncellas de la ciudadela estén presentes! ¡Por eso la invitación es para todos sin negación a nadie!

– Adrián cambio la expresión dirigiéndose hacia sus compañeros aldeanos, gritando. - ¡Al fin haremos justicia!

– Una voz varonil, se hizo paso entre la multitud de desterrados exclamando. - ¡Pero antes tenemos que planear lo que vamos hacer!

– Ópalo se abría paso y al estar frente de Adrián le decía con mano en el hombro. – Tenemos que ser inteligentes, porque estaremos en territorio del enemigo, así que yo tengo un plan.

– Adrián al sentir la mano varonil y mulata de Ópalo le sonreía y suspiraba; pues estaba profundamente enamorado de él.

Ópalo sin darse cuenta de la cara de Adrián, gritó alzando el puño. - ¡Vamos a vengar las muertes, destierros e injusticias que la dinastía Ferrer ha impuesto por años!

– Toda la multitud se alebrestaba, a pesar que eran un grupo medio de personas, se creían y pensaban fuertes para poder atacar y derrocar al dominio Ferrer.

La multitud de gente haciendo ruido entre gritos y muestras de ira mostraban su deseo de venganza, cuando apareció una mujer de avanzada edad con bastón en mano que golpeaba una de las rocas donde los niños estaban para así poder hablar, haciendo que se calmara la situación que se acontecía.

Ella decía con tranquilidad y mucha paz. – Ópalo, hay que ser sabios, no hay que dejarnos dominar por la ira y por la sed de venganza, ten en cuenta que fuego con fuego, crea más fuego y no ayuda en nada.

– Ópalo agachando la mirada decía. – Tiene usted razón, disculpe.

– La mujer de bastón era nada más y nada menos que Macrina, que ahora estaba refugiada en la aldea debido a su avanzada edad, también porque era más útil con ellos que en la Villa de Santa Luz y porque presentía que su momento de entregar cuentas al creador era próxima.

Macrina dirigiéndose a Ópalo decía con firmeza y tranquilidad. – Todos vayan a sus labores en la aldea y usted venga conmigo, necesito que me acompañe al palacio Ferrer.

– Ópalo con mirada baja decía. – Sí, como usted diga.

– Adrián miraba a Macrina y alterado preguntaba. - ¡¿Qué le pasa?! ¡Usted está loca!

– Ópalo enojado, pero con mirada baja exclamaba. - ¡No insultes a Macrina! ¡Recuerda que ella te mantuvo para no perecieras, lo que ella haga y diga está bien visto por nosotros!

– Adrián agachaba la cabeza y se hincaba diciendo arrepentido. – Perdoné usted, me alteró el momento que se vive y la crisis que nos aqueja en la aldea.

– Macrina sin rencor, solo le daba una leve palmada en la cabeza diciéndole. – Tranquilo, que Ópalo estará bien acompañado, protegido y en buenas manos, tal vez sea al revés, pero las cosas irán bien, ahora usted vaya de regreso a sus labores, yo tengo una misión.

– Adrián se levantó, besó la mano de la anciana y se iba a sus labores.

Ópalo con mucha curiosidad preguntaba. – ¿A que desea usted ir al palacio Ferrer?

– Macrina le respondía sería y algo misteriosa. – A lo que voy hacer año con año a aquel palacio.

– Ópalo decía un tanto dudoso. – Siempre va sola, siempre lo ha hecho.

– Macrina le mostraba el bastón diciéndole. – Siempre, pero este año necesito de compañía, estoy anciana y siento que el creador pronto recogerá mi alma para así rendirle cuentas.

– Ópalo preocupado le tomaba del brazo y ayudándola a caminar le decía. – El creador no creo que quiera llevársela aún, tiene mucho que hacer en esta tierra.

– Macrina le brindó una leve sonrisa diciéndole. – El creador es el creador; ahora vamos, quiero ir en la carreta, sirve que compramos unas hierbas que hacen falta en mí jacal.

– Ópalo no muy a gusto de lo que escuchaba, la ayudaba a avanzar para así subirse a la carreta y poder partir con rumbo al palacio Ferrer.

En tanto dentro del palacio Ferrer, Kaimorts estaba en su tina, disfrutando de un cálido y relajante baño con aceites aromáticos, esencias y unas cuantas flores, estaba casi dormido y solo disfrutaba de ese refrescante baño.

Por otra parte, Fidias y Anabella ayudaban al guardia herido a entrar al palacio, Ondina al enterarse de lo que pasaba, decidía hacerse cómplice con ellos y les ayudaba vigilando el pasillo que separaba las habitaciones de Kaimorts con la de Fidias para que así pudieran entrar a la habitación de Fidias.

Despacio, sin hacer mucho ruido, el guardia y Fidias subían las escaleras, Anabella estaba esperando en la habitación con unas criadas, la tina con agua tibia y unas cuantas jícaras de cobre y bronce para poder lavarse, Ondina estaba de vigía del otro extremo del pasillo ya que estaba a unos pasos de la habitación de Kaimorts.

Ondina al cerciorarse que Kaimorts seguía en bañándose, les hacía seña de que pasaran de inmediato, a lo que Fidias de forma presurosa y sin hacer mucho ruido entraban a la habitación; dentro de esta, Anabella decía presurosa y nerviosa. – Espero que esto no me traiga consecuencias, ¡Tú, desvístete y metete en la tina para lavarte! ¡Rápido!

– Fidias calmado le decía. – Tranquila, si hay consecuencias yo cargo con las responsabilidades.

– El guardia un poco nervioso y algo penoso decía. – Lamento mucho lo causado, pero prefiero lavarme solo,  sino les molesta.

– Anabella le sonreía y miraba de forma especial diciendo. – Pues como guste, aunque me gustaría ver que hay debajo de esa coraza que cubre ese prominente y velludo pecho que tú posees.

– El guardia se apenaba y sonrojaba, Fidias tomo del brazo a su prima y la jalaba diciendo. – No hay porque apenarse, Anabella sabe bien cuál es su lugar, usted lávese sin problema alguno, las criadas y nosotros saldremos para que haga lo que deba hacer.

– El guardia apenado se comenzaba a quitar la coraza de la armadura y la colocaba en el suelo.

Fidias de forma amable decía. – De favor, dejemos solo al sirviente del palacio, dejen las jícaras dentro del agua para que así se pueda lavar él de una manera más cómoda.

– Anabella un tanto ansiosa por ver al guardia desnudo, se negaba a salir de la habitación, pero Fidias de forma un tanto agresiva la tomaba del brazo y decía al oído. – Más vale que te comportes, recuerda que sigue en juego la celebración.

– Anabella levantando la ceja y un tanto molesta decía. – Bien, bien.

– Anabella ordenando tronaba los dedos diciendo. – A ver ustedes, bajen y sigan haciendo sus deberes, cuando se termine usted de lavar vístase y de aviso a la persona que se quedará en guardia de la puerta.

– Las criadas presurosas salían de la habitación con cautela y muy cuidadosas, Ondina al verlas salir les decía. – Muchachas ni una palabra de esto quedo claro.

– Las jóvenes criadas salían cabeza abajo y afirmaban no decir nada a nadie de lo acontecido.

En rato, Fidias y Anabella salían dejando al guardia desvestirse, quitándose las ropas y sandalias.

Cabe decir que el vestuario de los guardias era similar al de un guardia romano, solo que no en vez de túnica interior color rojo era de un tono azul con el escudo bordado de la dinastía Ferrer, así como en sus corazas e itálicos-imperiales que protegían sus cabezas y caras.

El guardia en la habitación se daba el lujo de desnudar su cuerpo en una elegante habitación con decoraciones a la época, figuras de porcelana decorando lo que podría llamarse la mesa de lectura de Fidias, candelabros de oro y plata en cada esquina de la habitación para así tener un alumbrado con velas aromáticas uniforme, las paredes pintadas de color mostaza y filos color oro.

El guardia se decía asombrado. – Aunque esta es la habitación del joven Fidias es bastante lujosa, ¡No quiero imaginar cómo será la habitación del príncipe! ¿Será más lujosa que está? ¡Seguramente sí!

– El guardia mostraba su cuerpo torneado, su pecho y abdomen ejercitados cubiertos de vello, su prominente miembro viril y testículos cubiertos de vello púbico, piernas torneadas velludas y grandes pies, eran sumergidos en el agua tibia, usando finos aceites se relajaba y lavaba, pues se daba cuenta que su olor era bastante fuerte y que la herida debía ser bien limpiada para no infectarse.

A fuera de la habitación, Ondina, Anabella y Fidias estaban en espera de que el guardia terminara, pero una criada subió de forma presurosa avisándole a Ondina que la estaban buscando una anciana y un mulato.

Ondina sabiendo quién era, se ponía nerviosa y preocupada, la cual dijo. – Que vengan luego, así dígale.

– Fidias no estando de acuerdo decía. – No, nana, si te buscan es por algo, anda baja a ver, yo estaré aquí junto con Anabella por lo que pueda suceder.

– Ondina nerviosa le dijo. – Pero mi niño, se pueden meter en problemas, mejor luego vengan.

– Anabella seria dijo. – Bien, de ser así, bajaré yo.

– Anabella dispuesta a ir, fue detenida ante la reacción de Ondina que decía exclamando. - ¡No! ¡Yo bajaré! ¡Usted quédese con el niño Fidias!

– De forma presurosa, Ondina bajaba con la criada por delante.

Fidias y Anabella guardaban un poco de calma, pero el nerviosismo los invadía, así que Anabella le decía a su primo. – Que te parece si tú vas a cerciorarte de que Kaimorts siga en la tina y yo cuido del guardia.

– Fidias le sonreía diciendo. – No soy un pelele para dejarte, ¿crees que no me di cuenta de cómo mirabas al guardia? Anda ve tú que es tu hermano, yo sigo aquí.

– Anabella inconforme se ponía un poco más sería y le decía. – Bien, con tal de que haya celebración.

– Anabella caminaba a la habitación de Kaimorts, al entrar se daba cuenta que se estaba vistiendo con ropas elegantes.

Kaimorts al ver a su hermana le decía en tono burlón. – Vienes a ver mis ropas elegantes para esta gran celebración que se hará en honor mío y no en honor tuyo, lo digo porque aun sigues siendo una chamaquita que no sabe los grandes placeres de la vida.

– Anabella un tanto molesta se le acercaba y le agarraba de un ojal del fino vestuario que su hermano portaba diciéndole. – Me alegra que pronto conseguirás hembra que te complazca, ojala se enamoré de ti, porque con el carácter tan agrio que tienes dudo mucho que inspires amor en alguien.

– Kaimorts cambio su semblante y la apretó de brazos diciéndole. – Tú morirás siendo doncella si sigues bajo las faldas de nuestra madre.

– Anabella forcejeo con Kaimorts diciéndole. - ¡No es verdad! ¡Dejaré de ser doncella con un buen mozo que se enamoré de mí porque soy bella tú eres un agrio!

– Kaimorts furioso empujaba al suelo a Anabella, haciendo que ella jalará uno de los botones de oro de la ropa fina de él y se desprendiera.

Kaimorts al ver eso grito. – ¡Estúpida, eres una estúpida! ¡Mira lo que hiciste!

– Kaimorts enojado levantaba el botón y decía. – Tendré que pedirle a la nana que lo reparé… Eres una imbécil.

– Anabella tirada en el suelo,  se levantaba como podía para detener a su hermano, pero él salía furioso de la habitación sin mirar al pasillo.

Fidias al ver salir a su primo, de inmediato se metía a su habitación, nervioso y asustado, sin darse cuenta que el guardia estaba saliendo de la tina sin cubrirse.

Kaimorts enojado bajaba las escaleras, se detenía en el descanso al ver pasar a Ondina junto con una anciana con rumbo a la habitación de su nana.

Anabella alterada bajaba las escaleras y gritaba. - ¡Kaimorts, detente!

– Kaimorts se volteaba y le tapaba la boca antes de que bajará al descanso y le decía. - ¡Cállate estúpida! ¡Sube a tu habitación, ya!

– Anabella enojada, obedecía a su hermano y subía de nuevo.

Mientras que Kaimorts invadido por la curiosidad se preguntaba. – Esa anciana la he visto en soles y lunas atrás pero ¿Quién será?

– Kaimorts con cautela bajaba las escaleras y una de las criadas le preguntaba. – ¿Gusta merendar ya príncipe?

– Kaimorts le respondía cortante. – No, quítate.

– La criada asustada se movía y subía las escaleras para ver si se les ofrecía algo al joven Fidias y Anabella.

Kaimorts al darse cuenta que la puerta estaba entre abierta pensaba. – Es de mal gusto escuchar conversaciones ajenas, pero esa anciana la he visto y quiero saber de ella.

– Kaimorts con mucho cuidado acercaba su oreja a escuchar la conversación entre Ondina y Macrina; ambas estaban hablando sobre lo acontecido años atrás.

Macrina con voz suave le decía. – Sabe usted el motivo que me trae aquí como año en año desde aquella vez, creo que ahora sí ha llegado el momento de que se sepa la verdad que por tiempo hemos guardado. 

– Ondina persignándose decía. – No, no es momento, aún no es momento.

– Macrina le decía de igual forma. – Piensa que esto es perjudicial tanto para los reyes como para los jóvenes Ferrer.

– Kaimorts haciendo gestos de confusión se preguntaba. - ¿Qué será perjudicial para mis padres y nosotros?

– Ondina al borde del llanto decía. – No puedo, es que no puedo.

– Ondina agarraba el rosario y se ponía a rezar, hecho el cual a Macrina le molesto y dijo. – Con rezar no remediaras nada, la verdad saldrá a la luz, dios no vendrá del paraíso para acogerte y librarte de decir la verdad.

– Ondina sería y limpiándose las lágrimas le decía. – Rezo por mi alma, porque esta verdad me tiene año a año con el cristo en la boca, con la cruz tan pesada que llevo en mi conciencia, quiero estar libre de todo mal.

– Macrina le decía sin perder los estribos. – Lo que la librará del mal es que diga la verdad, está a tiempo, tenga en cuenta que si dice la verdad un mejor porvenir le espera a esta ciudadela.

– Ondina nuevamente llorando decía. – Usted también tiene culpa, usted fue la que sugirió la idea de que se intercambiaran a las criaturas.

– Macrina moviendo la cabeza aceptando su culpa decía. – Cierto, yo sugerí y usted acepto.

– Kaimorts mirando y escuchando se confundía y se preguntaba. - ¿Criaturas? ¿Cambio? ¿De qué hablan estas ancianas?

– Kaimorts continuaba haciéndose preguntas y confundiéndose más, la verdad sospechosa estaba por descubrirse.

Ondina llorando desesperada exclamaba. - ¡Juramos que esto no se sabría! ¡Entregaré mi alma al creador pero jamás diré que el verdadero príncipe Ferrer es Fidias y no el joven Kaimorts! ¡Jamás lo diré!

– Kaimorts al escuchar eso, se sorprendía mucho, su corazón se aceleraba y su mirada cambiaba, en su mente decía. - ¡Yo no soy el verdadero príncipe Ferrer! ¡Eso es mentira! ¡Una vil mentira! ¡Yo soy el único príncipe Ferrer, él no! ¡Él no!

– La verdad ha salido a la luz para Kaimorts, pero con él hay que tenerse con cuidado pues saberse eso tendrá muchas consecuencias… ¿Quieres saber cuáles son?

Sacrilegio.

Bueno pues ya saben que les deseo lo mejor, gracias por tomarse el tiempo de leer, por saber guardar paciencia y por su tiempo brindado para mí... Cualquier duda, sugerencía, aclaración, opinión y demás, por aquí en comentarios, mail o facebook, les mando un fuerte y gran abrazo... Saludos coordiales.

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Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 6

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 5

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 4

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 3

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 2

Amor, Pasión o Deseo. Capítulo 1

Gay, casos de la vida real.

Antes de Rockear al Destino. Capítulo 3

Antes de Rockear al Destino. Capítulo 2

Antes de Rockear al Destino. Capítulo 1

Gay, casos de la vida real.

El chico de mis sueños. Final Alternativo Dos.

El chico de mis sueños. Final Alternativo Uno.

El chico de mis sueños. Capítulo 8

El chico de mis sueños. Capítulo 7

El chico de mis sueños. Capítulo 6

Breve Mensaje a mis Lectores.

El chico de mis sueños. Capítulo 5

El chico de mis sueños. Capítulo 4

Heridas de Amor.

El chico de mis sueños. Capítulo 3

Gay, casos de la vida real.

El chico de mis sueños. Capítulo 2

Sacrilegio Capítulo 7

El chico de mis sueños. Capítulo 1

Show en Cam Four... (Parte 3, final)

Show en Cam Four... (Parte 2)

Show en Cam Four... (Parte 1)

Sueños de una Noche

Nuestro Secreto

Es Cuestión del Destino. Capítulo 19

Es Cuestión del Destino. Capítulo 18

Es Cuestión del Destino. Capítulo 17

Es Cuestión del Destino. Capítulo 16

Es Cuestión del Destino. Capítulo 15

Es Cuestión del Destino. Capítulo 14

Es Cuestión del Destino. Capítulo Especial Pt. 2

Es Cuestión del Destino. Capítulo 13

Sacrilegio Capítulo 6

Es Cuestión del Destino. Capítulo 12

Es Cuestión del Destino. Capítulo 11

Es Cuestión del Destino. Capítulo 10

Es Cuestión del Destino. Capítulo 9

Es Cuestión del Destino. Capítulo 8

Es Cuestión del Destino. Capítulo 7

Es Cuestión del Destino. Capítulo 6

Es Cuestión del Destino. Capítulo 5

Es Cuestión del Destino. Capítulo 4

Es Cuestión del Destino. Capítulo 3

Es Cuestión del Destino. Capítulo 2

Es Cuestión del Destino. Capítulo 1

Sacrilegio Capítulo 5

Licua-Mix de Relatos 2013

Licua-Mix de Relatos 2013

Sacrilegio Capítulo 3

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Luna de Miel Capítulo 15 Gran Final

Luna de Miel Capítulo 14

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Luna de Miel Capítulo 9

Luna de Miel Capítulo 8

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Luna de Miel

En los ojos del amor Capítulo 37 Gran Final

En los ojos del amor Capítulo 36

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En los ojos del amor Capítulo 7

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En los ojos del amor Capítulo 3

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En los ojos del amor Capítulo 1

Rockeando al Destino Capítulo 23 Gran Final

Rockeando al Destino Capítulo 22

Rockeando al Destino Capítulo 21

Rockeando al Destino Capítulo 20

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Rockeando al Destino Capítulo 9

Rockeando al Destino Capítulo 8

Rockeando al Destino Capítulo 7

Rockeando al Destino Capítulo 6

Rockeando al Destino Capítulo 5

Rockeando al Destino Capítulo 4

Rockeando al destino Capitulo 1

Rockeando el Destino Capítulo 3

Rockeando al Destino Capitulo 2