=ATENCIÓN:=

Si lo que buscas es un relato corto con mucho sexo, lujuria y erotismo, de una vez aviso que aquí no lo encontrarás,

esta será una historia que tendrá mezcla de tintes reales con ficticios, un poco eróticos y dramaticos; para quienes ya me han leído de atrás tiempo, saben lo que escribo,

a los que no, les invito a leer algunos de mis escritos para que sepan más o menos el tipo de relatos que escribo; si desean proseguir con la lectura adelante, sino muchas

gracias por entrar aquí invadidos por la curiosidad; cualquier sugerencia, duda, comentario o insulto son bien recibidos aquí, por mail o por FB; sin más que informar

les dejo con el comienzo de esta historia (saga).

Capítulo Uno.

“Conexión”

Cuando un bisexual en realidad se enamora, se pone en duda toda palabra de amor que haya emanado de su boca besada; ya que, no se puede saber si los sentimientos nacidos sean verdaderos o sean causa de un sólo momento de pasión sexual y deseo lujurioso; en pocas palabras un simple antojo.

Porque debemos ser claros; los bisexuales siempre viven con una inestabilidad emocional, personal y claro una variabilidad de sentimientos a quienes les digan un “te quiero”, un “te amo” o un “te deseo”; puede decirse que no son fijos, no son sinceros, no son rectos, mucho menos honestos con lo que de verdad pretenden y quieren; al menos eso es lo que pienso, tal vez estoy equivocado, tal vez en lo cierto, pero sea lo que sea, en una cosa sí estoy seguro; y esa es que, cuando están entre un hombre y una mujer, no saben a quién elegir y a quién dejar; en ese proceso, suelen jugar con tus sentimientos, crean falsas ilusiones, rompen corazones con tal de tener beneficios y tener esas pasiones que de día o de noche, ya sea en la cama o en el coche, les invaden hasta el orgasmo, sin obtener ningún reproche por parte de quién en ese momento tengan en sus brazos al finalizar tanto derroche.

No deseo ofender, mucho menos insultar a quienes son bisexuales; es un simple pensamiento, en un simple escrito, que surgió debido a una mala experiencia con un bisexual; pero de eso no trata esto, es un pequeño intento de introducción a lo que será esta historia; podría calificarse como un posible monologo del cuál no expresé mucho y sólo calificó dejando en mal a los que son así; me iré directo al grano, ojalá les guste. 

– Hola, un gusto saludarla, un honor estar aquí. – Dice él con una voz varonil, extendiendo su mano para saludar.

– Sin mirarle, continuaba revisando unos documentos, diciendo seria. – Bienvenido seáis a esta universidad, el honor es de vosotros a recibirle.

– Haciendo una pausa breve, la directora alzaba poco a poco su mirada, nerviosa al verle se sonreía titubeando. – Disculpe, cojáis la silla y tome asiento, ¿gusta una taza de café?

– Sonriendo él se sentaba, respondiendo. – Muchas gracias; sí, le acepto la taza de café. – La directora le ordenaba de favor dos tazas de café llevadas a su oficina.

Continuando con la primera entrevista; la directora se acomodaba el saco, comenzaba cuestionando, tratando de conservar la postura. – ¿Es usted soltero o casado?

– A lo que él respondía sonriendo. – Soltero, preferí viajar de la ciudad de México estando así, para no tener que sentirme atado allá.

– La directora se entusiasmaba; sin evitar que eso la hiciera perder seriedad y con compostura preguntaba. – ¿Sabe algún otro idioma además de inglés y español?

– A lo que él contestaba sin parecer un completo fanfarrón. – Sí claro, dominó el inglés a la perfección, el francés, alemán, italiano, el portugués y un poco de chino mandarín.

– La directora dudaba de su capacidad para los idiomas; así que entre los muchos papeles sobre su gran escritorio, ella iniciaba la búsqueda de su currículo de forma presurosa y un poco nerviosa.

Él al verla así, preguntaba cauteloso. – ¿Ocurre algo?

– A lo que contestaba ella tras un suspiro. – Disculpe, es que no encuentro la ficha y papeles de vos.

– Él sacando de su maletín una carpeta negra se la entregaba a ella; quién mostrando una sonrisa nerviosa, sujetaba los documentos diciendo. – Miles de disculpas, pero con este lio de cambio de               maestros, solicitudes nuevas de trabajo pendientes en revisar, me confundo, agregándole que a vos le di entrada sin cuestionar vuestro nombre.

– Ella colocaba la carpeta sin abrir sobre su escritorio, interrogando sería. – ¿Se llama?

– Él muy seguro de su persona, contestaba. – Me llamo Bradley, Bradley Landucci.

– La directora muy sorprendida exclamaba. – ¡Ostia!, ¡pero que atolondrada y mal educada me he portado con vos!

– Bradley mostrando amabilidad, decía. – Descuide, la culpa es toda mía por haber entrado a su oficina sin anunciarme; entre al no ver a su secretaría, me tome el atrevimiento de ingresar, en todo caso,    la culpa es mía al no saber esperar.

– La directora, apenada continuaba disculpándose. – ¡Joder tío!, disculpe, espero no te cabrees por mi falta de educación y mis expresiones tan poco amables, pero es que tenerlo aquí es un privilegio.

– Bradley le daba un sorbo más a su café, sonriendo hablando. – No hay cuidado, culpa de ambas partes. – Dando otro sorbo, decía saboreando. – Muy delicioso el café.

– La directora más tranquila y relajada hablaba. – Es porque es café colombiano, el mejor del mundo.

– Bradley colocaba la taza sobre el escritorio y la directora seria decía. – Continuemos con esto. – Bradley sonreía; proseguían con la entrevista y una breve introducción a lo que sería su nuevo trabajo.

Bradley Landucci es un prestigiado licenciado en derecho privado; hijo de Pietro Landucci; un muy popular licenciado en derecho público y privado, reconocido, respetado y muy famoso en Italia, Francia, Portugal, Alemania y por supuesto en España; la firma de abogados se hizo muy popular en Europa tras ser defensores de diversos capos, carteles y mafias Europeas; Pietro Landucci obtenía grandes triunfos y lograba la inocencia de los culpables y los verdaderamente inocentes los enviaba a prisión, para luego así poder obtener su libertad tras negociaciones con la ley de manera inteligente y “limpia” posible; radicó varios años en Italia e hizo una inmensa fortuna legal; misma que en ocasiones, no siempre; compartía con diversas fundaciones y obras de caridad; ningún caso perdió, es por eso que su popularidad llegó a México; país en el cual realizó la defensa de un peligroso delincuente, al cual salvó de ser extraditado y condenado a la pena de muerte; su logró le valió millones de dólares, ser rodeado de lujos y que se hiciera más popular al ser entrevistado por diversas cadenas de televisión de habla hispana; para detallar e investigar más a fondo a tan famoso delincuente; tanta fama le surgió también envidias y celos de otros abogados mexicanos y extranjeros; que le tiraban palabrería y media con tal de crearle muy mala reputación; pero eso no le afectaba, pues los hechos hablaban más que las palabras necias de los rencorosos.

Pietro había dedicado mucho tiempo de su vida a estudiar y trabajar, lo que le impedía conocer el amor; pero fue cuando su última noche en México, le conoció y le cambió su vida; una mujer bella y muy exuberante, que le cautivó y le impidió poder regresar a Europa para continuar con su éxito y legado; un año después de relación formal y estable; con sus cuarenta años; él y esa mujer hermosa contraerían nupcias y fruto de esa relación bien establecida, nacían sus tres hijos; Bradley, Luciana y Pía; Pietro se dedicó a dar clases y a enseñarles a sus pupilos el arte de saber poner la ley a su favor; aun teniendo en cuenta de que la persona es culpable y merecedora de los cargos a imputar; de igual manera organizó una firma de abogados con excelencia, pasión y entrega por su trabajo; dicha firma se acrecentó a Estados Unidos y en su país natal se fusionó para así recubrir los lugares donde estaba dejando de ser popular; debido a que se dedicó más a la familia que a su trabajo.

Bradley sintió el mismo deseo y pasión que su padre por las leyes; pero con la diferencia de que él prefería dar clases que estar en los juzgados; con su amplio conocimiento, inteligencia y gran dominio heredado; lugar donde él solicitaba trabajo, trabajo que le era otorgado; sólo por la fama del apellido que poseía; cansado de obtener siempre trabajos por sólo ser hijo de un famoso abogado y no por su propia cuenta y capacidad e inteligencia; decidió probar suerte en Europa; Bradley quería crearse su propia fama, su propio legado y lograr ser él auténtico; ser Bradley Landucci y no el primogénito del legendario Licenciado Pietro Landucci.

Eligiendo Barcelona, Bradley tenía la esperanza de no ser reconocido y valorado por el apellido, sin embargo, la sombra del legado de su padre aún no se terminaba de enfriar; cosa que para él no era de su agrado, ni buena idea; pues consideraba que las personas que en un futuro lo contratarán lo harían por su apellido; que a pesar del paso de los años, aún continuaba haciéndose sonar.

Por ser viernes y de noche; Brad en su habitación de hotel, terminaba de conversar con su madre y hermana menor Pía; informándoles sobre la buena nueva; ellas estaban emocionadas y felices por él y su nuevo empleo como profesor de leyes en la universidad de Barcelona; pero él no estaba del todo a gusto; ya que achacaba ese trabajo a la sombra de su padre; es por eso que muy decidido, se disponía a bañar, se vestía casual y rociaba mucho perfume de cabeza a pies; pedía un taxi y salía del hotel en busca de aventuras y olvidarse un poco del apellido que poseía; a partir de ese momento, sólo era Bradley.

“Lover house”; se ubicaba pasando la avenida principal y de mayor importancia en Barcelona, “La avenida diagonal”; una vez ingresando al lugar, todo lo demás es un mundo diferente; al cruzar la puerta de dicho lugar, la música, bailarines, tragos y un ambiente de gran diversidad te obligan a desconectarte de Barcelona y te absorben a un mundo exótico que sólo de noche se aprecia.

En la barra Brad llegaba y se sentaba en una de las periqueras; mientras que el barman le otorga un trago diciéndole. – Cortesía de la casa tío, os debéis entrar en ambiente.

– Él sonriendo tomaba el trago diciendo. – Gracias. – De golpe bebía el contenido para después hablarle. – De favor sírveme uno igual, pero esta vez que sea doble.

– El barman decía sorprendido. – Con gusto.

– Le servía el trago doble y Brad lo ingería sin molestia alguna.

Amablemente le solicitaba al barman un whisky doble en las rocas; al tener la bebida servida, la cogía con su mano y casi por beber, sentía una mirada que le obligaba a voltear a su lado derecho, donde conectaba instantáneamente con un joven moreno claro, peso medio, lindo, coqueto y un poco ebrio; Bradley le sonreía y movía el brazo con trago en mano, a lo que ese joven le alzaba su brazo con su copa, respondiendo el saludo.

Bastaron unos tragos para que ambos cruzaran más miradas e intercambiaran más sonrisas; la noche pasaba, dejaba de ser joven; la música sonaba, poco a poco aprovechaban para bailar; el ambiente se ponía subido de tono; chicas besando a chicas, chicos besando a chicos, chicos besando a chicas y solos ellos dos; separados por tres mesas y doce periqueras; de reojo Brad le miraba a él, el chico al no ver iniciativa por parte de él; se tomaba de golpe lo que quedaba de su copa y caminaba muy seguro hacía Brad.

Él se percataba de que ese chico se le acercaba, así que armándose de valor, se giraba, para quedar frente a frente y decirse mutuamente con nerviosismo. – Hola, ¿qué tal?

– Ambos se saludaban de mano y el chico se presentaba sonriendo. – Me llamo Fernando.

– Él le respondía. – Un gusto, yo me llamo Bradley.

– Fernando sonreía atrevido y se le acercaba lentamente al oído izquierdo para proponerle. – Vayamos a un lugar más tranquilo.

– Bradley se incorporaba un poco sobre su asiento, sacaba su cartera para pagar su consumo y le sonreía de la misma forma atrevida, para decir. – Claro que sí, vamos. – Y luego cuestionar curioso. – Pero, ¿qué hay de tus acompañantes?

– Fernando volteaba, les veía divertirse y pasarla bien sin siquiera notar su ausencia; regresaba su mirada a él contestándole. – Creo ellos se están divirtiendo más que yo.

– Bradley se levantaba de su asiento y Fernando al ver su altura, se mordía el labio y le miraba seductoramente.

Él muy atrevido se inclinaba hacia Fernando y le besaba los labios; él se sorprendía por el beso, sin embargo le correspondía de la misma forma con mucha intensidad.

Luego de ese beso, Fernando sacaba su dinero, miraba fijamente a Bradley diciendo. – Espera aquí, ya vuelvo.

– Brad suspiraba y pensaba. – “Yo no seré como mi padre, yo seré a mi manera”.

– Serio y dispuesto a lo que fuera a pasar esa madrugada, miraba a Fernando ir con sus amigos y amigas, despidiéndose y dejándoles el dinero de su consumo, para así después tomar su abrigo y sin dar más detalles, daba media vuelta para caminar de regreso con Brad.

A quién le tomaba la mano y fijamente a los ojos le hablaba. – Vámonos.

– A lo que él interrogaba. – Ir, ¿a dónde?

– Fernando contestaba jalándole hacía la entrada. – Confía y déjate llevar.

– Brad sonreía entusiasmado y le seguía a la salida del antro.

Una vez afuera, ambos se miraban, sintiendo una conexión en su ser; con un poco de nervios Bradley abría su boca y hablaba. – Tengo que bostezar para así poder escuchar normal, ya que la música estaba algo fuerte.

– Fer sin prestarle atención a lo que decía; le miraba de pies a cabeza y hablaba con asombro. – ¡Vaya qué si eres alto!

– Brad se sorprendía al escuchar bien la voz de él, diciéndole. – ¡¿Eres mexicano?!

– A lo que Fernando, ya con la audición normal, exclamaba. – ¡Sí!, ¡¿También lo eres?!

– Ambos se sonreían, conectaban miradas nuevamente, haciendo una pausa, se daban un beso de una forma impaciente, desesperante y con mucho deseo.

Fernando al ver luces de un taxi aproximarse, le hacía parada y decía con ansiedad. – ¡Vamos a mi departamento no muy lejos de aquí!

– Bradley movía la cabeza afirmando y tras de Fer, se subía al vehículo para irse al departamento y dejar que las circunstancias siguieran su curso.

Amor, Pasión o Deseo.