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Gay, casos de la vida real.

en Bisexuales

Gay, casos de la vida real.

Capítulo. “¿Sigo siendo Heterosexual o soy bisexual?”

Hola a todos ustedes, bienvenidos a un capítulo más de esta gustada sección; este relato me hace pensar en la frase “la curiosidad mató al gato”; pues Daniel nos narra su primer experiencia gay con un jovencito llamado René, mismo que lo está haciendo dudar sobre su sexualidad; disfruten el caso y luego opinen.

 

Bien, no sé ni por dónde comenzar; me imagino que por el principio; sí, lo sé, soy un tonto, estoy nervioso, tengo dudas, no sé sí por lo que hice me vuelva gay; bueno, me llamo Daniel, tengo 21 años y vivo en Puebla; soy un chico deportista y trato de estar en forma, me cuido mucho el cuerpo, juego futbol y basquetbol, mido un metro con ochenta y tres centímetros, moreno claro, cabello negro ondulado y ceja cargada; ojos café oscuro con pestañas tupidas chinas; bien todo empezó hace dos semanas; nuestro equipo de futbol universitario jugó contra el equipo de bachillerato; claro, era más que obvio del triunfo, pues éramos nosotros un grupo de entre 18-23 años contra un grupo de entre 15-17 años; fue un juego limpio, reñido y al final por penales se decidió el triunfo para nosotros, 3-2; concluyó todo y pasamos a las regaderas; fue ahí donde al mezclarnos nosotros con ellos, descubrí a alguien inquietante, alguien que sembró en mí la curiosidad.

René un chico lampiño, algo tímido y con un culo que daban ganas de comerlo; uff… ya se me erectó la verga sólo de imaginar lo que ocurrió; René es gay y eso lo supimos por su manera de caminar, hablar y vestir; pero el que él sea gay no le quita lo hombre y lo buen jugador que es.

Sigo pues; yo me lavaba mi pene circuncidado y me dejaba caer el agua para enjuagarlo, en lo que me lavaba las axilas; y a dos regaderas de mí estaba él; que de reojo me miraba el miembro y notaba que el suyo se comenzaba a erectar.

Yo me bañaba como si nada, pensando en sí a los gays les duele que se los metan por el culo, ¿por qué les gusta?, ¿qué tiene de especial el culo de un gay pasivo que hace que muchos terminen cambiando vagina por culo?; yo he probado muchas vaginas, mi vida sexual comenzó desde los 17 años y con chicas de 15 y 19 años; eso sí, siempre con condón; me inquietaba mucho, pero no al grado de querer coger; bueno eso era hasta después.

Una vez que terminamos de lavarnos y todo listo; yo salía de vestidores para caminar al estacionamiento e irme en el carro de mi papá para la casa, fue ahí donde otra vez vi a René, quien algo tímido cruzaba el estacionamiento haciendo caso omiso a los chiflidos y burlas que le hacían otros de mis compañeros de la universidad; notaba que su voluminoso trasero se entallaba al pantalón deportivo gris que portaba; nuevamente me erecté, es que son unas nalgas jugosas y ricas.

Yo de manera discreta, avancé y lo alcancé; amable le preguntaba. – ¿Para dónde vas?

– A lo que con voz delgadita me contestaba. – A mi casa.

– Me fije que no me viera nadie conocido y rápido dije. – Sube, me dices bien y te doy el aventón.

– René sonrió y no dudo en subirse al auto.

En el trayecto íbamos conversando del partido y de los duros entrenamientos; ahí me dijo que él estaba en futbol por obligación no por gusto, lo suyo es el basquetbol y vólibol; pero no pudo ingresar debido al cupo máximo; así que se vio obligado a tomar futbol para no tener que tomar alguna materia aburrida de artes; una vez acercándole a su casa, él se despedía de mí como cuates; y cuando estaba por bajarse, de su mochila se le salieron unos videojuegos que me gustan mucho.

Me sorprendí y le exclamé. – ¡Qué chido, igual me gustan esos!

– A lo que René levantándolos decía. – Cuando quieras te los presto.

– Hábilmente le dije. – Pues un día de estos te invito a jugar a mi casa, claro si gustas.

– Ambos nos miramos, yo por querer despejar mis dudas y curiosidades y él porqué seguro se imaginaba mi verga tiesa frente de él.

René movió su cabeza diciendo. – Sí wey, la próxima semana si puedes, ¿te va?

– A lo que yo apretando el volante y evitando que se notará mi erección le decía. – Me va, ¿te parece jueves?

– René me respondía escribiendo en su celular. – Bien, jueves después de clases.

– Yo respondía entusiasmado. – Sale chavo, jueves después de clases, nos vemos ahí donde te recogí, yo salgo de mis clases a las 3 de la tarde.

– Rene hizo una mueca de inconformidad y dijo. – Yo salgo a las 12 del mediodía, lo dejamos para otra ocasión.

– Se bajaba, cerraba la puerta del carro y yo astutamente le decía. – Jueves a las 12:10 ahí donde nos vimos, las clases pueden esperar, la reta no.

– René sonrió y dijo. – Bien.

– Él caminó a su casa, abrió la puerta y sin voltearme a ver se metió a casa; yo con la vista miraba ese prominente culo que se me antojaba cada vez más.

Tenía curiosidad, sí, mucha curiosidad, la última novia que tuve me la cogía de muchas formas y maneras, pero nunca me aflojó el chiquito; y eso que tenía bien rico su culito, redondito, bien formado y carnoso, pero no quiso por ahí; hubiera aflojado y le dejaba bien moqueado su mierda, total no hay riesgo que cuajará el chamaco.

Mi excitación esa tarde al llegar a casa era máxima, me puse a ver porno y me lo jalé pensando en ese culo que René tenía; nunca imagine que alguien delgado y pequeño como él tuviera unas nalgas y un culo tan ricos; me masturbaba con calma, trataba de gozar mi auto-erotización, me punzaban los huevos; terminé con un chorro muy espeso de semen; parecía crema; me limpié y dispuse a dormir un rato.

Pasaron los días y llegó la fecha de nuestro acuerdo; puntuales ambos, estábamos ahí; René se subió al carro y me dijo que llevaba botanas, que a mí me tocaba poner el refresco y demás; acepté, pues el anfitrión era yo; al llegar a casa, me daba cuenta que no había nadie, pasando a la cocina por unos vasos y platos, leía un post-it que decía “hay comida para calentar en microondas, nos vemos hasta las 5 de la tarde”; sonreí y me alegré de mi buena suerte; formulé como lograr satisfacer mi curiosidad.

Regresando con René, le decía que se pusiera como en casa, dejé las cosas en la mesa del centro de la sala y subí a mi habitación por mi consola de videojuegos y por unos condones; yo sabía que me iba a aflojar ese culo; bajaba de nuevo, instalaba la gran pantalla y comenzábamos a jugar; ambos únicamente estuvimos centrados en el videojuego por unos minutos; luego se tornó un poco aburrido al notar que él bostezaba y tallaba los ojos.

Haciendo relucir mi ingenio, le proponía a René lo siguiente. – Oye, qué te parece si jugamos así, quién pierda se va quitando una prenda de vestir que el ganador elija, ¿te va?

– René dudó un poco, pero sabía por dónde iba el asunto, así que algo tímido me respondía. – Sí, me va, pero ¿si llega algún familiar tuyo?

– Para calmarlo le dije. – Tranquilo no vendrá nadie, para qué estés tranquilo, pondré el seguro de la puerta para qué así nos alerté.

– De inmediato yo puse el seguro de mano a la puerta principal y un poco nervioso, regresé a jugar con él.

Tanto él como yo no queríamos perder, pero la curiosidad mía y el antojo de él pudieron más.

Luego de tres rondas reñidas de juego en las que yo resulté ganador de dos, miraba a René muy nervioso, yo le sonreía diciendo. – Calmado we, todo queda entre nosotros, tranquilo.

– René muy sonrojado mostraba ligera sonrisa y me preguntaba. – ¿Qué quieres que me quite?

– La pregunta que tanto esperaba me hizo el día, sonreí y le respondí. – Como traes pantalón de la escuela, quítatelo.

– Nervioso, se desabrochaba su cinturón y el botón, dejando caer la prenda al piso.

Admiraba con cuidado esas piernas no muy marcadas, pero sí fornidas, sin un pelo, su piel clara era un buen accesorio para forrar ese cuerpo.

René tímido y sonrojado me preguntaba. – ¿Qué más?, ganaste dos de tres.

– Yo me le acercaba y tocaba algo tenso su pierna, respondiéndole. – Quítate el bóxer.

– René ya no muy nervioso, se quitaba su ropa interior amarilla de licra y ahí me mostró lo que considero de él su gran mina de oro; esas nalgas grandes, firmes y bien infladas.

Mi intención era tocarlas, pero él me aplicó su astucia diciendo serio. – Yo gané una, así que también quiero que te quites el pantalón.

– Sonreí, diciendo en lo que me bajaba el pantalón. – Claro, lo haré.

– Yo mostraba mis vellos de piernas y de alrededor del ombligo, también mi ligera erección.

René serio preguntaba. – ¿Por qué lo tienes duro?

– A lo que le respondí astuto. – No sé, averígualo.

– René se volteaba hacía mí y se abalanzaba hacia mí directo a mi boca.

Yo algo desconcertado, le detenía diciendo. – Aguanta wey, eso es de maricas, yo soy heterosexual.

– Rene sorprendido, se estaba por poner de nuevo su bóxer diciéndome. – Perdón, perdón, fue un impulso, perdón.

– Yo, serio y decidido, le empujaba al sillón diciéndole. – Perdón, perdón, fue un impulso.

– Ambos nos miramos y le dije. – De aquí no sale nada de nada.

– René movía la cabeza y se quitaba la playera, dejándome ver su cuerpecito delgado, definido y tetillas color rosa claro.

Mi erección llego al máximo; me paré frente de él y me saqué la verga ya babosa.

Él tomaba mi pene con su mano izquierda y con la punta de su lengua acariciaba la cabecita de mi reata, limpiándola del precum emanado; con su mano derecha se comenzaba a masturbar y su liquido preseminal lo untaba en mis huevos, para luego recorrer mi verga con la punta de su lengua hasta mis bolas.

Él jugaba con su lengüita mi escroto, lo lamía, lo saboreaba, lo babeaba; yo me excitaba más, comenzaba a sudar y optaba por quitarme mi playera; mi corazón estaba muy acelerado.

Sentía que iba a explotar, mis huevos punzaban, era demasiado pronto que eyaculara; así que me trate de controlar, pero fue casi imposible, él se introdujo mi verga en su boca y la hacía desaparecer entre succión y succión; su nariz tocaba mi bajo vientre con pelos; no hacía gestos, ni lagrimeaba, ¡vaya ni si quiera pareciera que fuese a vomitar!; este chiquillo era un experto en la mamadas; ahora entiendo por qué hay hombres que prefieren que se las mame otro hombre.

René me dejaba la verga bien babeada, caliente y por explotar; yo con mucha pena le decía jadeando. – ¡No mames cabrón!, con otra mamada así harás que me salga la leche.

– René me decía excitado. – No importa, échamelos en la boca.

– Nuevamente tomaba con su mano izquierda mi verga y haciendo saliva, la escupía, para luego decirme. – Escúpele también.

– Yo bien obediente hacía suficiente saliva y la dejaba caer en mi miembro.

Él se introducía mi chile en su garganta profunda y comenzaba a succionar con mayor placer al de momentos atrás.

Yo con ambas manos sujetaba su cabeza, respiraba más rápido y todos mis músculos los contraía para decirle jadeando. – ¡Pinche cabrón, vas hacer que me venga!

– René no me decía nada, sólo apresuraba su mamada, dejaba escuchar como ensalivaba y jalaba mi verga dentro de su garganta.

Traté, lo juro, traté de aguantar mucho tiempo más, pero esa mamada estaba rica.

Así que sujetándole bien la cabeza, le decía a él. – ¡Ahí te van, ahí te van!

– Directo a su garganta le expulsaba un chorro muy espeso de semen caliente.

Algo dulce, según a lo que me cuenta René, mi leche parecía crema batida caliente.

Suspirando ambos agotados, descansábamos un poco.

En ese lapso de recuperación de energía; yo le preguntaba varias cosas para aclarar mis inquietudes sobre el sexo gay; me sorprendí que a sus 16 años, él haya tenido más sexo, que todo yo a mis 21; con razón la experiencia para mamar de esa manera; me decía que el ser penetrado duele estés o no relajado, duele, pero después te acostumbras a que te lo metan; me explicó eso de los roles sexuales entre ellos; y yo, si fuera gay, siempre sería activo, nada de pasivo; también me insinuó de que mi verga es chica; claro para él lo es, pues ya se había comido más grandes; la mía me mide 17 cm y 4.5 cm de grosor, es peluda y los huevos los tengo bien grandes; tal vez si sea chica, pero al menos no se quedan con hambre.

René se me acercaba lentamente, queriéndome intentar besar de nuevo; yo evitaba diciéndole. – No soy gay, soy heterosexual, sigo siendo heterosexual aunque me lo hayas mamado.

– René sonreía diciendo. – Sí claro, eres heterosexual. – Así luego me preguntó. – ¿Me lo quieres clavar?

– Y yo con brillo en mis ojos le conteste. – Sí, sí quiero.

– Él se deslizó en mi abdomen con su lengua y me besaba los huevos, las ingles y el escroto, para así animar a mi chile.

Una vez erecto, René me daba la espalda y me decía. – Hazme lo que quieras, sólo piensa que soy mujer.

– Eso fue fácil para mí; las nalgas lampiñas, gran culo jugoso, carnoso, ummm delicioso, esas piernas bien firmes y cuidadas, cuerpo delgado, uff; para mí era una mujer y como fue.

Besaba con calma esas nalgas carnosas, lamía o mordía una y con mi mano dominante apretaba, golpeaba hasta pellizcaba la otra nalga; hacía lo mismo alternadamente; con mi lengua colocada sobre su coxis, me deslizaba hasta por su escroto, saboreándolo lo rico que estaba; poco a poco abría sus nalgas y admiraba ese anito rosadito, húmedo y sin un pelo estorboso; su esfínter pareciera que punzaba pidiendo verga; en mi boca hacía saliva y lanzaba un gran escupitajo, me acomodaba e imaginando que era una vagina, le introducía mi lengua y le jugaba en su interior.

René suspiraba, gemía y apretaba sus puños sobre la mesa de centro; sentía temblar a René y como se retorcía como gato al sentir mi lengua en su interior; al percatarme de que su ano estaba completamente dilatado, metía un dedo, lo deslizaba poco a poco, luego metía dos y luego tres, repitiendo el deslizamiento hasta asegurarme de que ya era fácil penetrarlo.

Me colocaba el condón y golpeando mi verga en sus nalgotas, escupía nuevamente y le encajaba de golpe mi reata.

René se enderezaba y gritaba. – ¡Ay no mames pendejo, despacio cabrón!

– Yo lo sujetaba por los hombros y burlándome le decía. – No que no te iba a doler mi trozo.

– René pujando me decía. – Pensé que no, pero si lo tienes grueso, bastante grueso.

– Yo seguí sin importarme si le dolía o no; me movía rápido, le bombeaba el culo muy duro.

Me excitaba mucho ese sonido de “clap, clap, clap, clap” de sus nalgotas en mis huevos, era tan rico; chin, ya me estoy mojando; bien, continuo.

Posteriormente de tenerlo bien ensartado de su culo, me sentaba en la orilla del sillón y dejaba que él se matará solito.

Era impresionante que tan joven se moviera tan delicioso; su cadera pareciera que la desarmaría, su sudor recorría por la espalda, sus pujidos y gemidos me encendían más; yo admiraba su capacidad para mantener el ritmo en la penetración; con mis manos le tocaba y pellizcaba sus tetillas, lo nalgueaba, lo apretaba y tomaba de cintura para que siguiera dándose sus buenos sentones en mi verga.

Ambos tras una hora y media de penetración y haber pasado por todos los sillones; yo acostado en la alfombra demasiado sudado y él encima de mí, nos movíamos fatigados pero con la excitación a todo lo que daba.

Él masturbándose en gemidos me decía. – No aguanto más, me voy a venir.

– De su pequeño pene con apenas unos pocos pelos púbicos, expulsaba un buen chorro aguado de semen, caliente y oliendo a algo similar al cloro.

El contenido de su leche que había quedado en sus dedos, lo lamía diciendo. – ¡Uff, que rico me sabe!

– Cabalgándome y moviéndose como sólo él sabe, me ponía sus manos sobre mis pectorales y los apretaba con ansiedad.

Suspiraba y gritaba. – ¡Sí, sí, sí, así, sigue, así, dale duro, sigue, así!

– Yo quería aguantar más, pero estaba demasiado caliente y mis bolas punzaban de molestia al resistirme acabar.

Con ambas manos mías, le tomaba de los hombros y le empujaba más mi verga diciéndole. – ¡Se me salen los mecos!

– Seguido de un pujido de él y un gran grito de satisfacción orgásmica por parte mía; el condón lo dejaba bien cargado de mi leche espesa.

Al quitármelo notaba que el condón tenía residuos de sangre, pero me daba igual, pues tanto él como yo deseábamos coger.

Posteriormente le ofrecía a René que se bañará y luego se vistiera, para irle a dejar a su casa; pues está a una distancia prolongada de dónde yo vivo; ese día la adrenalina era tal, ya que mis familiares llegaban a las 5 de la tarde y nosotros habíamos terminado cerca de las 4 de la tarde.

Antes de despedirse, tanto René como yo acordábamos no decir nada de esto a nadie, así como fingir que no había pasado nada; él por su lado y yo por el mío; de momento en un descuido mío, él se me abalanzó muy ágil y me dio un beso en los labios; se bajó de mi coche y se metió presuroso a su casa; yo quedé estupefacto por eso.

Lo relatado pasó hace una semana; hasta el momento no me he topado con René; y mis curiosidades quedaron satisfechas, pero ahora me queda en duda, ¿sí, aquel beso que me dio René me hará gay, bisexual o qué?, yo soy heterosexual, aunque me haya cogido a un choto sigo siendo heterosexual, ¿o no?, ojalá tomen en cuenta mi relato para uno de los capítulos de “gay, casos de la vida real”, aunque yo no sea gay, siento que este escrito ésta lleno de mucha excitación, yo de recordar los sucesos me calenté de más, que optaré por jalarme la reata después de enviarles esto; saludos.

Bueno amigos, espero les haya gustado este capítulo que por primera ocasión publiqué en esta sección de “Bisexuales” ya que desde mi punto de vista, encaja aquí este escrito; aunque podrán opinar sobre las dudas de este “hetero-curioso” o sobre cómo les pareció el capítulo; recuerden que pueden enviar sus relatos al correo para compartirlos aquí en esta sección; me despido deseándoles un grandioso día.

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