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¿Por qué a mí? Capítulo 9

en Gays

Hola, muchas gracias por el apoyo brindado, que tengan un excelente día y como siempre les invito a comentar y/o criticar.

 

Capítulo IX

EL RECUENDO DE LOS DAÑOS.

 

Y pues pasaron tres días, tres largos días de las confesiones, mismas que trajeron consecuencias; pero vamos por partes, en primera, me la he pasado durmiendo, medio comiendo y controlado de la diarrea; ahora me estreñí, pero mejor, así no me lastimo más el ano, me preocupan esas bolitas que me salieron; voy progresando con mi tesis, aunque ha implicado mi ausencia en los ensayos ahora para el intercolegial de baile que es dentro de poco; Jacqueline y Flavio han estado al pendientes de mí como yo de ellos; pues aún no saben con qué doctor asistir para el control del embarazo; papás primerizos; les he dicho que deben decir que serán padres, sin embargo, insisten y se mantienen en silencio, pues si se sabe que Jackie esta en cinta, deberá salir del grupo y eso modificaría mucho las posiciones de baile para el concurso.

Renzo me ha enviado sin fin de mensajes, muchos buzones de voz y yo sigo rechazándole; que sirva de algo que me haya dicho que soy frío, pues siento que estoy haciendo un bien en alejarlo de mí, porqué dudo que él quiera estar con un sidoso como yo; debe apartarse de mí, así como Claudio me lo dijo; pues sí, ahí me quedó en claro que él y Samuel no salieron tan “buenos amigos” como lo imaginaba; y es que al día siguiente del concurso, por la tarde, Claudio me marcaba al celular únicamente para decirme que nunca más querría salir conmigo para tomar café o reunirnos en casa de Samuel, pues no querían que lo relacionaran o englobaran como un sidoso al juntarse conmigo, por ende tampoco debía acercarme a Samuel; lo que me parece muy estúpido y hasta me encabrona, de que dos personas adultas y más de Sam que es doctor, crean que andaré diciendo que soy VIH a todo el mundo o que por ser mis “amigos” igual forma los tacharan de infectados o que los contagie por sólo tener una amistad; muy, muy pendejo de su parte, pero así salieron las cosas, no me deprimo, para nada, sólo me acuerdo y me lamento por haber sido tan confiando con Claudio; desde un principio debí ser honesto con mis amigos, en especial Bimba y Jacqueline; ya lo pasado, pasado, sin vuelta atrás.

He tenido de nuevo esas ganas de suicidarme, de acabar con mi vida, me resulta muy pesado estar enfermo y prácticamente tener que cuidarme hasta de una pequeña cortada, por miedo a que mi sangre infecté a alguien; mi mamá sospecha algo y cada que puede me cuestiona si estoy bien, si me sucede algo o si tengo problemas; es evidente que me veo demacrado, ojeroso y pálido.

Mi hermano Joel anoche me preguntaba. – ¿Te has sentido bien Job?, mamá nos ha dicho que te ve mal.

– No se puede tapar el Sol con un dedo, mucho menos la Luna, pero yo estoy haciendo lo posible por hacerlo y evitar que se enteren de que soy un sidoso.

Le respondía molesto. – Sí, sí, me he sentido bien, estoy cansado, estresado y preocupado; entre ensayos, universidad y tesis, lo único que quiero es dormir mucho y no despertar jamás.

– Joel seguía con su interrogatorio. – ¿Seguro es eso?, ¿no te drogas, tomas o algo así?

– Conteniendo la calma para no altearme, contestaba. – A ver hermanito, tú, así como nuestra hermana Janet, fueron estudiantes y también pasaron por la crisis del final del último semestre, aunque fueron en años distintos, el estrés y el agotamiento es normal, así que no supongan cosas que no, cualquier cosa que me llegue a pasar, les avisaré, así que ya deja de hacerme preguntas.

– Joel entendió; bueno eso creo yo jeje.

Y antes de irse, me abrazó fuerte diciéndome. – Te quiero mucho, aunque tengamos ciertas diferencias, eres mi hermano, mi adoración, cuenta siempre conmigo, cuídate.

– Lo abracé también, me hizo sentir bien, un alivio, pero no con la confianza para decirle: – “Oye sabes qué hermano, fíjate que hace unas semanas me comencé a sentir mal, fui al hospital a escondidas y me hicieron unos análisis de sangre donde me confirmaron que soy seropositivo, por eso mi estado de salud anímico”.

No es momento para que lo sepan, menos ahorita que mis hermanos se regresaban a las ciudades dónde están trabajando.

Joel es ingeniero y en la empresa donde está, lo mandan a diferentes países con proyectos excelentes que lo mantienen incomunicado, le dan únicamente seis semanas de vacaciones al año, las cuales administra con cautela para poder estar con nosotros el mayor tiempo posible; por otro lado mi hermana Janet es maestra de primaria y se las ve más ligera, pues sus vacaciones son al par que la de sus alumnos, pero no trabaja en la misma ciudad, sino en otra algo lejos de nosotros, pero le permite venir cada veinte días; y cómo ahorita mis hermanos ya no están, en casa estamos mi mamá y yo.

Ser el hermano menor fue complicado y a la vez agradable; era el nieto más chico, lo sigo siendo; muy consentido, mimado, querido, apapachado; me han demostrado que siempre están apoyándome mis tíos y primos mayores; aunque, la familia de mi madre; que es con la que más he convivido en los años que tengo de vida; es muy católica, bastante religiosa y tienden a juzgar siempre a las demás personas; en especialmente a los homosexuales; por ello también de un tiempo para acá, me he distanciado de ellos; más porqué hace poco menos de un año, mi tío enviudó y sus hijos le pidieron que se fuera a vivir cerca de ellos, pero él rechazó eso y prefirió venirse a vivir con sus hermanos solteros; cuando me enteré, me hizo revolver los recuerdos de mi infancia, los daños que tal vez detonaron en mí la homosexualidad o qué se yo, pero mi infancia después de ello no fue lo mismo.

¿Se acuerdan que les mencioné que fui abusado sexualmente de niño?, bueno pues ha llegado el momento de platicarles, y aunque me cuesta trabajo hablarlo o mejor dicho recordarlo, lo haré, por qué ya tienen mi confianza; cuando era un niño, mi mamá iba por mí al jardín de infantes, mis hermanos ya estaban en primaria y secundaria, así que debía partirse en varios cachos; pues mi papá comenzaba a tener distanciamiento con mi madre; por eso ella me dejaba al cuidado de mis tíos, en casa de mi abuela; mi tío trabajaba de lunes a viernes en una fábrica y fines de semana se iba a ver a su esposa e hijos; a veces ellos estaban aquí; el caso es que ese día que estuve en casa de mi abuela, me dejaron solo con él, en lo que llevaban a la abuela al doctor.

Disculpen si me trabo, pero estos recuerdos son como si los hubiese vivido apenas hace un momento; bien ya, continuo; estaba solo como dije, jugando con mis muñecos favoritos, mi tío veía la tele, en eso, dejé de jugar y recuerdo bien que le dije. – Tío, estoy aburrido, ya me choqué de jugar con mis muñecos, ¿jugamos tú y yo?

– Mi tío me miró raro, vio el reloj y dijo. – Vamos a jugar un juego especial, pero será en el cuarto de tu abuela, ven, vamos.

– Apagaba la televisión y se levantaba del sillón; tras de él iba yo, tan inocente, tan estúpido, tan, pues tan niño inocente.

Al estar en la habitación de mi abuela, mi tío se quitó los zapatos y comenzó a brincar sobre la cama, de un lado a otro, me invitó a hacerlo y emocionado lo hice; brincando y brincando, entre risas y alegría nos encontrábamos, de momento él se dejó caer en la cama y me decía con cierto malestar. – ¡Ayuda, ayuda, me duele!

– Me alteré y dije. – ¡Tío, tío, ¿qué pasa?!

– Él me decía. – ¡Me lastime, me duele, ayúdame!

– Me bajé de la cama y asustado dije. – ¡Le hablaré a alguien, espera!

– Él entre quejidos me decía. – ¡No, no le digas a nadie!

– Yo pregunté. – ¿Entonces?

– Me encontraba asustado, nervioso y alterado.

Él me miraba y con su mano acariciando mi cara, dijo. – Me puedes ayudar tú, ¿quieres saber cómo?

– Pregunté con susto. – ¿Cómo?

– Mi tío respondía con voz calmada. – Dame un beso aquí.

– Se señalaba sus labios y yo lo miraba extraño diciendo. – Pero ahí sólo se besan los adultos, mi tía debería de venir a darte besos, ella es quién debe ayudarte.

– De nuevo comenzó a quejarse diciendo. – Pero en este momento tu tía no está, ¿me vas a dejar sufrir?

– Mi inocencia y preocupación no me dejaban ver que eso estaba mal y que eso no solucionaría en nada, pero fui engañado; ¡desde niño era un pendejo, bobo y tonto!

Mi tío me decía despacio. – Anda Job, ayúdame, ¡por favor!

– Tembloroso me trepe a la cama, me le acerqué con cuidado y mis labios se aproximaron a los suyos.

Él me decía susurrando. – Hazlo por favor.

– Toque sus labios con los míos y dejé que su lengua entre abriera la mía, sus labios y su bigote raspaban; un niño de esa edad no sabía lo que era besar, más de esa forma.

En poco rato, su lengua estaba en mi boca y su saliva mezclándose con la mía; me aparte asustado y él para calmarme me dijo. – Ya me siento bien.

– Su mano tomaba la mía y la bajaba a su miembro que se había puesto erecto.

Él decía. – Gracias.

– Se sonreía y yo asustado quitaba mi mano de ahí; él me decía mirándome raro. – Ahora por haberme salvado, jugaremos un nuevo juego, pero debes prometer jamás decirle a nadie de esto, ¿prometido?

– Yo decía emocionado por jugar otra vez. – Si, prometido.

– Mi tío se comenzaba a desabrochar el pantalón y recuerdo bien que metía su mano, jugándose su pene en lo que decía. – Aflójate el pantalón y bájalo tantito, comenzaremos el juego despacito.

– Pues lo hice, luego él, él, él, siendo un desgraciado, aprovechándose de mi inocencia, me metía su mano para tocarme mis nalgas y metía su dedo en mi ano; lo jugaba como si apretará un botón.

No sabía que eso estaba mal, no tenía noción o conocimiento alguno; se sacaba su pene y me hacía besarlo; olía feo, estaba peludo y baboso; jugando con mis nalgas, me acostó y… y… y pues… pues, ya sabrán lo que sucedió; su “juego” era meterme el pene, me dolía mucho, pero era parte del “juego”, de su sucio juego perverso; no memorizó bien si eyaculaba dentro de mí o no, sólo que por ese “juego”, tuve muchas infecciones en la boca, granos en las nalgas y malestares al momento de evacuar.

Ese disque “juego”, con el tiempo me comenzó a gustar y cuando me quedaba a solas con él, lo hacíamos; comienzo a pensar que eso fue lo que me volvió homosexual y que me hizo fijarme o buscar a hombres maduros para tener sexo ya teniendo más edad; pero de niño era con mi tío; esos ratos de “juego”, fueron de años a escondidas, hasta que por la escuela primaria en la que iba, nos enseñaron que eso era malo y debía ser castigado.

Nunca más volví a ver a mi tío de otro modo, casi no le hablaba y nos ignorábamos en reuniones familiares o fiestas; cuando se jubiló, se fue a vivir con su esposa y dejo de venir constantemente, para mí fue agradable no verle nunca más y tratar de sentirme tranquilo; creo él fue el causante de volverme gay; sin embargo en ratos se me viene a la mente que en el kínder, había un niño al que siempre le agarraba sus manos y me alegraba verlo cuando se sentaba a mi lado; ¿eso me hacía ser gay?, quién sabe, pero mi infancia no fue agradable.

Esos hechos únicamente lo supieron mi psicóloga; que se asustó mucho e incluso pidió que levantará una denuncia, sin embargo conociendo la justifica en todo México, no le harían nada; y mi primer novio; quién se enfureció ante tal suceso y deseaba matarlo por haber destrozado con engaños, manipulaciones y mentiras mi inocente infancia; tuve ratos gratos, pero eso manchó el resto de mi niñez; desde ahí puedo decir que mi sexualidad se tornaba confusa.

Ya teniendo conocimientos del sexo y siendo un poco más grande; adolescente para ser preciso; mi instinto sexual despierto, me hacía buscar hombres maduros o unos años más grandes que yo, para tener sexo y satisfacer esas ganas de lujuria; viéndolo ahorita, si eso no hubiese pasado, tal vez no me hubiera vuelto puto y no estuviese infectado de VIH; pero el hubiera no existe, mucho menos la máquina del tiempo para evitar ese desencadenante en mi vida; otra cosa sería, pero, ¿por qué a mí?; ¿será qué ya habrá sido parte del destino, de mi vida?, ¿qué ya estaba marcado y pautado vivir eso?.

Ahora entienden por qué mis ganas de suicidarme desde un comienzo; mi vida se convirtió en un asco, en un rotundo asco y con esta enfermedad, peor aún; ¡ojalá me muera pronto!, desde pequeño mi vida se volvió un error, ¿por qué sigo vivo?, ¿por qué yo?, ¿qué carajo hice para ser castigado así?; también esos motivos me han hecho renegar de la existencia de un Dios y que los milagros, la fe, las religiones, rezos y oraciones son simples trucos que la gente astuta usa contra la gente de mentalidad débil o ignorante; si según existe ese ser supremo, ¿por qué mierda castiga a los humanos?, ¿no se supone que es un ser de amor, paz y bondad?, si fuera así y tan poderoso es, pues que resucite al muerto e inmortalice al enfermo, tal y como en sus disque escritos lo dicen; cómo sea, ya estoy jodido, ahora sólo me queda morir jodidamente pronto o buscar a la muerte por mi cuenta.

Debí seguir yendo con la psicóloga, pero ella por motivos laborales, se fue de la ciudad y perdí total contacto con ella; es increíble que me haya mantenido de pie sin ella, aunque ahorita me encuentre derrumbándome como torre de Jenga; busqué ayuda, pero no me inspiraban mucha confianza los psicólogos a los que acudía por recomendaciones; tengo tantos conflictos del pasado; igual el divorcio de mis padres, me hacía salirme de casa y ponerme en contacto con alguno de mis amantes para irnos a revolcar a cualquier motel; esas dos o a veces cinco horas fuera me olvidaba por completo de mi familia y dejaba que la seducción y pasión gobernaran en mí.

Mis papás se divorciaron por diferencias irreconciliables, al paso de eso, las cosas entre ellos fueron mejor y nuestra armonía familiar regresó; ya no había discusiones de media noche, de madrugada o de día, se acabaron los insultos y agresiones, hasta mi papá dejó de tomar; él se volvió mejor persona; la separación les hizo bien; mi mamá sonreía, a veces cantaba o bailaba conmigo, la paz reinó.

Me cuesta trabajo ocultar mi sexualidad, pero sé bien que ya sospechan o saben qué onda; pues por lo regular o casi siempre, los hombres que son bailarines suelen ser gays y muy féminos, más aparte que en más de tres ocasiones mis hermanos o papás me veían muy sonriente con mi primer novio; inclusive recuerdo que hubo una charla sobre eso, fue durante el cumpleaños de mi papá, me sentó y me dijo un poco ebrio. – Job, hijo, quiero hablar contigo, ¿se puede?

– Algo tímido dije. – Sí papá, claro, ¿de qué?

– Mi papá serio decía. – A tu edad ya debes saber lo que es el sexo, desconozco sí ya tengas experiencia en ello, pero mi deber como hombre y padre es decirte, cuídate mucho, no te metas con quien se te atraviese primero, se cauteloso y seas lo qué seas, siempre serás mi hijo.

– Las palabras de mi papá las olvidé jaja, pues ya tengo las consecuencias de desobedecerlo, soy un sidoso, jajaja que irónica es la vida.

Mi mamá también me dijo en mi cumpleaños dieciocho, con voz entrecortada. – Felicidades hijo mío, ya eres mayor de edad, la vida no es fácil, vendrán muchas cosas que se te resultaran difíciles, pero pasé lo que pasé aquí estaremos, tu familia apoyándote y queriéndote, cómo seas, te amaremos, sólo cuídate mucho, cuídate de verdad, por favor.

– Otras palabras que ignoré en su totalidad; si hubiera sido cauteloso, si hubiera sido obediente, si hubiera sido responsable, nada de esto estuviera pasando.

Janet mi hermana igual ese mismo día me dijo al abrazarme. – Felicidades hermanito, procura cuidar ese corazón, que no lo hieran o lastimen, eres un lindo muchacho que merece tener el mejor amor que pueda existir; procura que sea una persona igual de guapa y con sentimientos hermosos como tú.

– El afecto de mi familia existe, sólo que no me hace confiar demasiado para decirles: – “Familia, saben qué, soy homosexual, he tenido mucho sexo y las consecuencias son que ahora tengo VIH y moriré pronto”.

Aún no es momento de hacerlo, tiempo al tiempo, prefiero dejarles una carta y suicidarme para no sentir más vergüenza de la que ya y no se preocupen por mí.

¡Tengo mucha, mucha flojera!, pero debo ir a probarme el vestuario que usaremos en el intercolegial, así que ni modo; mi madre se fue a ver a sus hermanas, así que le dejé una nota en la mesa; nunca carga el celular y cuando lo hace lo tiene descargado o apagado.

Iba escuchando música rumbo a la casa de la modista, de momento, me encontraba frente a frente con un ex amante; él estaba con su esposa e hijo caminando; me imagino que me reconoció porqué se puso nervioso y fijó la mirada a otro rumbo; yo me sonreí y seguí caminando; con él tenía el mejor sexo que pude tener, siempre, siempre se puso condón, siempre, gracias a él conocí moteles y hoteles, desde los buenos hasta los más baratos, me hacía sentir en las nubes, suspirar y terminar agotado; un maduro bastante, bastante viril y potente; de acordarme, me dan ganas de buscarle y tener sexo con él, pero luego recuerdo que soy sidoso y me deprimo.

Tan sólo unas calles avancé y me encontré con otro ex amante, pero él en vez de ignorarme, se me acercó antes de atravesarme y me dijo. – Oye.

– Me tocó del hombro y voltee fingiendo sorpresa. – ¡Ay, hola!, ¿cómo estás?, no te vi.

– Él me contestaba. – Muy bien gracias y tú, ¿cómo has estado?, me imagino que bien.

– Con prisa le decía. – Sí, si gracias, tú igual.

– Él me sonreía, observándome bien, para decir. – Pues sí, veo que estas muy bien, oye ¿me puedes dar tu número de celular?, cambie de número y en la agenda quedaron todos mis contactos, incluyéndote.

– Sonreí y le di mi número y él su número, para luego preguntarle. – ¿Eres Fermín cierto?

– Él me sonreía contestando. – Sí, así es, tú eres Job, ¿verdad?

– Yo sonrojado le decía. – Sí, así es, bien que te acuerdas.

– Fermín se me acercaba más para susurrar. – Cómo no me voy a acordar de ese rico cuerpo delgadito y de tu boquita tan deliciosa.

– Me sonrojé mucho y dije. – Gracias, también tu cuerpo y besos me encantaron.

– Me excité la verdad, con el simple hecho de recordar mis encuentros con él y que fueron fantásticos, además de uno de los mejores amantes que tuve, me humedecí con eso jeje.

Fermín se despedía diciendo. – Bueno un gusto volverte a encontrar, estamos en contacto, ya sea te mande mensaje o tú a mí.

– Sonreí hablando. – Claro que sí, nos mensajeamos, qué estés bien, cuídate.

– Él se atravesó a la siguiente calle y yo di vuelta para caminar a prisa pues debía ser exacto para probarme el vestuario.

Se me ocurrió pasar por dónde Renzo suele estar tocando y al no verlo, suspiré y me puse un poco triste; quería verlo, fingir casualidad y acercarme a él, no pudo ser posible, ni modo; aunque muy en mis adentros me entusiasma la idea de que le gusto, debo tener en mente y en cuenta que no puede existir una relación más allá de una amistad.

Renzo viéndolo bien, es guapo, atractivo, alto y se ve que es muy lindo, merece tener a alguien mejor, me pasé de la raya con despreciarlo, pero ¿qué debía hacer?, aceptarle y seguir acrecentando su cariño hacia mí, para luego decirle: – “Renzo mi amor, hace tiempo me comencé a sentir un poco mal y cansado, fui al hospital, me hicieron análisis y resultó que tengo VIH y voy a morir pronto; no sé quién me contagió, pero tuve una vida sexual muy alocada, fui toda una puta, como el típico homosexual, que anda de cama en cama y hasta que no le pasa algo, no deja de andar de cuzco, espero me aceptes como tal, pues tu amor es más grande que mi pasado”.

Es evidente que por mucho amor que me tuviera él hacía mí, jamás aceptaría una relación con un sidoso.

Los daños ya están hechos, son incalculables e irreparables, hay demasiada destrucción en mi ser, ilusiones muertas y únicamente quedan ruinas de lo que mi vida fue, condenándome a estar solo sin amor; esto y mucho más son las causas de mis actos, me da rabia, furia e impotencia de que yo mismo me haya buscado esto, todo por mi irresponsabilidad; pero sí, está decidido, me voy a quitar la vida, no tiene caso seguir rebobinando todo, el recuento de los daños me hacen ver que el culpable soy yo y la solución la tengo yo con acabar esto.

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