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El chico de mis sueños. Capítulo 7

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Capítulo VII

Sueños rotos (parte 3).

 

Abel sin esperar más, decía presuroso. – Pues vamos todos al hotel, esperemos llegar a tiempo, no sabemos el nivel de peligro en el que Julián este.

– Alba se quitaba el mandil aventándolo al piso diciendo. – ¡Sí, vamos, debemos evitar que mi primo siga siendo engañado!

– Aldo subía veloz las escaleras, para ponerse tenis y una playera.

Alba impaciente, al verlo a prisa, le gritaba. – ¡Apresúrate hermano!

– Aldo como de rayo, bajaba las escaleras diciendo agitado. – ¡Listo, listo vámonos!

– Los primos y los amigos de Julián abordaban el carro para ir de inmediato al hotel dónde Alfonso se hospedaba.

Las 11:00 de la mañana; en la habitación del hotel, Julián sonriente entraba saludando. – Hola guapo, buen día.

– Él besaba muy cariñoso a “Benjamín” que cerraba la puerta; el beso era un tanto forzado para Alfonso.

Él sonriendo decía. – Hola, buen día, llegaste antes, lo bueno es que ya tengo mi ropa lista, solo deja vestirme y enseguida salimos.

– Julián suspiraba y contento le decía. – Sí mi amor, moría de ganas de verte, tenía muchas ganas de besarte y abrazarte.

“Benjamín” poniéndose la camisa, le daba la espalda a él, haciendo gesto de fastidio y asco.

Julián impulsivamente, lo abrazaba y poniéndose de puntas le besaba el cuello.

“Benjamín" se daba media vuelta y lo sujetaba algo brusco de los hombros diciéndole serio. – Vas a arrugar mi camisa favorita.

– Julián pasmado, sentía su frialdad y se apartaba diciendo. – Disculpa, no fue mi intención, perdón.

– Julián bajaba la mirada y metía la mano en su morral.

“Benjamín” continuaba vistiéndose, mirándose mucho al espejo; la habitación era invadida por el silencio y una frialdad muy obvia por parte de él para con Julián.

Alfonso terminándose de vestir, le decía mientras se peinaba. – Ya estoy casi listo, ¿vas a querer que bajemos al bar del hotel o a dónde te gustaría ir?

– Julián triste le respondía. – Dónde sea está bien.

– Alfonso miraba de reojo a Julián quién se ponía un poco triste.

“Benjamín” regresaba la mirada al espejo sin importarle mucho como se sentía él por su comportamiento; de pronto, por producto de su mente, su reflejo como si fuera otra personalidad, le hablaba serio. – Vaya, no cabe duda que Juliancito es más frágil que una mariposa, deberíamos de acabar con esto ya Benjamín; esto de estar jugando a dos caras me está estresando y desesperando.

– Alfonso asustado, lento se alejaba del espejo, mientras que su reflejo se mantenía en la misma postura.

Julián curioso preguntaba. – ¿Sucede algo?

– Alfonso se volteaba, asustado respondiendo. – No, no pasa nada.

– Miraba al espejo otra vez temeroso y su reflejo le ordenaba. – ¡Hazlo ya!

– Desapareciendo poco a poco.

Alfonso pensaba intranquilo. – “Creo que me estoy volviendo loco”.

– Julián volvía a preguntarle. – ¿Benjamín te ocurre algo?, te pusiste pálido.

– A lo que él le respondía tratando de calmarse. – No, no pasa nada, estoy bien, no hay cuidado.

– Él se le acercaba y le cuestionaba serio, acariciándole la mejilla izquierda. – ¿A dónde vamos?, no me diste una respuesta concreta.

– A lo que Julián mostraba leve sonrisa y respondía. – Dónde quieras.

– Alfonso le daba un beso en los labios y le decía mirándole fijamente. – Bien, eso de que no tengas iniciativa no me agrada, pero por lo pronto vamos al bar del hotel, más tarde a comer al restaurante al que fuimos hace unos días y regresamos aquí.

– Dándole otro beso, le preguntaba guiñando – ¿Te agrada la idea?

– Julián un poco sentimental, esquivaba la mirada de él, evitando así responder.

“Benjamín” comenzando a molestarse le decía. – Julián, he tratado, créeme, he tratado de ser flexible contigo, pero te estas comportando muy extraño ahorita, pareces un mocoso de quince años que no tiene iniciativa mucho menos carácter.

– Irritado alzando la voz, exclamaba – ¡Y la verdad me estoy desesperando con tu actitud tan infantil!

– Julián tragaba saliva; sentía un nudo en la garganta; pues se percataba que el estar con él y los besos que le daba, eran fríos y forzados.

A este hecho, él le preguntaba directo. – ¿No te gusto verdad?

– Alfonso desconcertado titubeaba en responderle.

Julián le decía con ganas de llorar. – No te gusto, te cuesta trabajo responderme, es por mi forma de ser, por mi físico, porqué soy un simple ser humano corriente, es por eso.

– Alfonso en mente se decía. – “Eres un imbécil, la estas cagando, se te va a ir y no tendrás material, recuerda que te podrán dar una jugosa cantidad de dinero, no seas idiota y convéncelo, haz gala de tu inteligencia, sí es que la tienes.”

– Julián con los ojos cristalinos exclamaba. – ¡Responde por favor!, ¡dime qué no te gusto y acabemos con esto ya!

– Alfonso nervioso al ver a Julián a punto de desquebrajarse en llanto, reaccionaba impulsivamente, lo cargaba y lo besaba apasionadamente para luego decirle. – Te amo demasiado, te amo mucho, no sabía cómo decírtelo, me encantas, me vuelves loco, me gustas mucho, eres, eres, eres tan adorable.

– Julián sonreía ilusionado, sintiendo el alma volver al cuerpo, su corazón palpitaba demasiado rápido.

Estaba realmente emocionado al escuchar esas palabras tan esperadas del chico de sus sueños, a quién soñaba besar, entablar una relación y sentirse apoyado por alguien que lo valorara sentimentalmente, su autoestima estaba de nuevo elevándose; sonreía contento, no creía que alguien así de guapo y tan apuesto se fijará en él.

Alfonso pensaba, mientras fingía una sonrisa y mirada de amor. – “Vaya, eres todo un maldito genio, eres un pinche genio, te lo echaste a la bolsa muy fácil, creo que será demasiado sencillo cogértelo, grabarlo y mandarlo a chingar a su madre, eres un puto genio, de verdad, continua, continua haciéndole creer amor”.

– Alfonso lo besaba nuevamente y lo bajaba diciéndole. – Tenía nervios en decir que te amo, porqué sé bien que es muy pronto para hacerlo.

– Julián ilusionado lo miraba con mucha ansia. – No importa, eso no importa, en nosotros ha nacido el amor, me siento tan feliz de poder ser correspondido, también te amo, te amo y mucho, muchísimo, en estos días siento que te conocí lo suficiente como si hubieran sido meses de salidas juntos.

– Julián lo abrazaba fuerte diciendo. – Te amo mucho Benjamín, te amo, te amo.

– Alfonso también le abrazaba y hacía cara de fastidio.

Apenado él se separaba y le decía. – Ay perdón Bengie te arrugué un poco la camisa, disculpa.

– Alfonso le guiñaba el ojo diciendo. – No hay cuidado, es la emoción de saber que nuestro amor es correspondido.

– Él le tomaba de las manos y le decía. – Vamos a festejar nuestro amor, nuestro noviazgo, vamos a ser felices, que sepan que nos amamos.

– Julián contento y dispuesto, caminaba junto a él para salir de la habitación.

A unos pasos de llegar al elevador, Julián se acordaba de lo que traía en su morral y él nervioso le decía. – Amor, te traigo un detalle.

– Alfonso le soltaba de la mano poco a poco, preguntando. – ¿Qué es?

– A lo que Julián lentamente sacaba un folder y le mostraba su retrato dibujado a lápiz, con una técnica que a Julián le gustaba mucho.

Alfonso lo tomaba y muy sorprendido preguntaba. – ¡¿De verdad lo hiciste tú?!

– Respondiendo sonrojado. – Sí, sí, fui yo.

– Preguntaba tímido. – ¿Te gusto?

– Alfonso sentía emoción y contento respondía. – ¡Por supuesto que me gusto!, está genial, nunca antes había recibido un detalle así, muchas gracias.

– Alfonso le sonreía.

Pero esta vez su sonrisa no parecía forzada o fingida, sino natural; él aunque lo negará, comenzaba a sentir algo especial por Julián, pero sus intenciones podían más que sus sentimientos; él muy feliz por el obsequio, pedía a Julián que lo esperará cerca del ascensor, pues iría rápido a guardar el retrato en su habitación.

 

Julián nervioso le esperaba; Alfonso entraba a su habitación y admirando el dibujo exclamaba. – ¡Es increíble, muy impresionante, tiene un talento, un gran talento para dibujar!, ¡hasta parece que es una fotografía en blanco y negro!

– Tomaba el dibujo y lo colocaba al lado de la computadora; que por su distracción, se le olvidaba apagarla y la dejaba cargando sin bloquear.

Él caminaba al espejo, se acomodaba el cabello y tomando su perfume se rociaba un poco diciéndose sonriente. – Eres todo un galán.

– Se daba media vuelta y nuevamente su mente, hacía que su reflejo le hablara, diciendo molesto. – ¡Eres un imbécil!

– Alfonso volteaba y asustado exclamaba. – ¡Sí, me estoy volviendo loco!

– A lo que el reflejo se burlaba diciendo. – No seas estúpido, no te estás volviendo loco, soy una de tus personalidades que has creado para engatusar a esos pobres e indefensos mariquitas.

– Alfonso confundido preguntaba. – ¿Tú eres?

– A lo que su reflejo le respondía irritado y serio. – Soy tú, pero más centrado; no te doblegues por los sentimientos y regalos estúpidos, tienes que cogerte a ese infeliz y luego mandarlo a la verga.

– Alfonso nervioso tenía dudas, muchas dudas.

El reflejo le gritaba. – ¡No dudes!, ¡No te enamores!, ¡Recuerda lo que Israel te hizo, recuerda, recuerda eso!

– Su reflejo se desvanecía poco a poco y Alfonso recobraba el sentido.

Él se acomodaba la camisa, se sonreía al espejo y decía. – En unas horas te tendré en mi cama, gimiendo, pujando y gritando de placer, maricón de mierda.

– Alfonso salía de la habitación y alcanzaba a Julián; quién desviaba las llamadas que recibía de Aldo y de Abel; juntos bajaban directo en el elevador hasta el bar del hotel.

En el bar; por ser temporada vacacional; tenían apertura desde las 10 de la mañana hasta las 4 de la madrugada con bebidas exóticas y botanas, también podían ingresar cualquier persona que no estuviese hospedada en el hotel; así que el bar estaba repleto de gente; había buena música y ambiente.

En la barra, “Benjamín” pedía un whisky doble y Julián un Martini extra seco en las rocas; ambos se miraban mientras bebían y se sonreían; de momento, una chica muy sensual comenzaba bailar al ritmo de electro-dance.

Alfonso la miraba y decía halagándola. – Esa chica es preciosa, baila muy bien.

– Julián incomodado le decía. – Sí, lo es.

– Alfonso bebía sin despegar su mirada de ella y Julián al percatarse, sugería. – Ve a bailar con ella, es la única que baila como loca, hazle compañía.

– Alfonso lo miraba sorprendido, preguntando. – ¡¿Hablas en serio?!

– Julián con copa en mano, daba un sorbo respondiendo. – Sí, ve, anda.

– Alfonso sonreía y colocaba su vaso vació diciendo. – De favor pídeme otro whisky, enseguida vuelvo.

– Julián suspiraba y miraba a Alfonso que poco a poco se acercaba para bailar con esa chica exuberante; la cual se volteaba y movía sus nalgas al compás de la mezcla electro-dance.

Julián acomodándose sus lentes, pensaba. – ¡Es tan fácil bailar!, sólo debes sentir la música y moverte al ritmo, así como lo hace él con ella.

– Él sentado, tímido, continuaba mirándolos bailar, de momento la mirada de “Benjamín” era puesta en él.

Julián sentía escalofríos y empezaba a comparar su sueño con este momento, tal cual fuera un deja vú; pues lo que estaba viviendo era similar al sueño de antes; “Benjamín” bailando con pantalón y camisa color azul, tal como lo estaba viendo ahorita.

Él exclamó asombrado. – ¡Increíble!

– Se sonreía y de momento su nombre se escuchaba a gritos. – ¡Julián!, ¡Julián!

– Él despistado, volteaba a la otra entrada del bar y al ver quienes estaban ahí, se cuestionaba. – ¡¿Abel, Edna, qué hacen aquí?!

– Se levantaba de su asiento y caminaba hacia la entrada; “Benjamín” continuando bailando no se percataba de lo que pasaba.

Julián confuso hacia varias preguntas. – ¿Abel qué haces aquí?, ¿qué no estabas de viaje, Edna?, ¿Aldo, Alba qué pasa?, ¿no se supone estarían muy “ocupados”?

– Alba preocupada le decía. – Primo, hay algo que vienen a decirte ellos.

– Edna lo abrazaba y Julián estaba perplejo.

Ella le decía. – Amigo mío, te quiero demasiado como para que sufras, eres muy valioso para mí, por eso debemos prevenirte.

– Él se separaba de ella y preguntaba. – ¿Prevenir de qué o por qué?

– Abel con su celular en mano, le mostraba la foto de Alfonso con Dolores recién casados y le decía serio. – De esto, mira.

– Julián con las manos frías de la impresión, se acomodaba sus lentes, tomaba el celular, diciendo asombrado. – ¡Es Benjamín!

– Edna preocupada por la impresión, le decía. – Amigo, su nombre real es Alfonso, no Benjamín.

– Le daba el celular a Abel y molesto decía. – ¡Es mentira, eso es mentira!

– Moviendo la cabeza desesperado decía. – Su nombre es Benjamín y hace unos momentos me dijo que me ama, que quiere que seamos novios, seamos felices, eso quiere.

– Alba con pesadumbre le decía. – Primo, es verdad, no es ninguna mentira, Abel se enteró de eso y Edna investigó, ese tipo es quien de verdad te miente.

– Julián miraba con ojos llorosos a Abel, y molesto preguntaba. – ¿Desde cuándo lo saben ustedes?

– Aldo respondía serio. – Nosotros nos enteramos esta mañana, justo después de que te viniste para acá; ellos llegaron a casa, preocupados por ti, querían prevenirte que lo vieras.

– Abel se sentía mal de ver a Julián así.

Él derramaba una lágrima y exclamaba. – ¡¿Cómo lo supiste Abel?!

– Abel serio respondía. – Gina me pasó el link de ese Facebook, ella lo descubrió.

– Julián reía un poco y decía. – Claro, claro, Gina.

– Exaltado decía. – ¡Se han puesto a pensar de qué puede ser una broma de esa tipa!, ¡¿qué no recuerdan como me escribió en mi estado?!, ¡lo está haciendo por envidia a que alguien como Benjamín se haya fijado en mí.

– Edna nerviosa le decía. – ¡No Julián, no se nos olvida como te escribió ella!, pero no es broma de Gina, ella descubrió el perfil, ya charle con ella mientras veníamos para acá, ella quería comprobar la existencia de ese dibujo, topándose así con el verdadero perfil de Benjamín.

– Julián respiraba profundo.

Edna le decía seria. – Dolores su esposa viene para acá, no ha de tardar, ya hablé con ella y me termino de confirmar las cosas.

– Julián desilusionado, lentamente volteaba la mirada viendo a "Benjamín" caminar hacia él con un Martini y un whisky en manos.

Edna le decía bastante preocupada. – Amigo déjalo, es un charlatán, no vale la pena que te pongas así.

– Julián derramaba lágrimas y se quitaba los lentes, se limpiaba y decía triste. – Era tan bonito para ser verdad, tan creíble, tan, tan, tan hermoso.

“Benjamín” llegaba y sonriendo decía. – Precioso, pensé que te pusiste celoso y me habías dejado.

– Edna agachaba la cabeza y Abel la abrazaba.

“Benjamín” al ver a Aldo, Alba y Abel abrazando a una chica, preguntaba desconcertado. – ¿Qué hacen ustedes aquí?, ¿qué hacen aquí hermoso?

– Julián lo miraba serio a los ojos, respirando lento, respondiendo. – Vinieron a desenmascararte.

“Benjamín” sin entender, preguntaba. – ¿Desenmascararme, a mí, por qué?

– Julián serio fijamente respondía. – ¿Por qué no me lo dices tú Benjamín o debo de llamarte Alfonso?

– Alfonso nervioso, le daba un gran sorbo a su whisky, indignado decía. – No entiendo nada, ¿qué pasa?

– Alba no controlándose más, se le acercaba rápido y exclamaba. – ¡No te hagas, maldito mentiroso!

– Ella le daba una cachetada, provocando qué él tirara las bebidas.

Acorralado, Alfonso decía en burla – Vaya, vaya, pues sí, sí, mi nombre no es Benjamín, es Alfonso.

– Edna alzaba la cabeza y al ser vista por él, le decía señalándola. – ¡Tú, fuiste tú!

– Edna impávida le decía. – Sí, fui yo.

– Él le decía a Julián señalando a Edna. – Esa tipeja me agregó a mi Facebook real e incluso me puso un inbox donde decía que me quería ver, supongo es amiga tuya la muy zorra.

– Julián paralizado únicamente lo miraba, sin llorar y sin decir nada.

Edna enojada se le abalanzaba a Alfonso, dándole otra cachetada, diciéndole. – ¡Zorra tu madre, estúpido!

– Alfonso molesto alzaba la mano queriéndole pegar y Abel se interponía valiente diciendo. – Ella te mando el mensaje y tú se lo respondiste, dándole un número de celular, dirección de este hotel e insinuándole para tener sexo con ella.

– Alfonso se burlaba y los miraba diciendo. – ¡Ay, pero que cosas!, no sé si tenerles miedo, preocuparme o reírme a carcajadas de lo que hicieron.

– Aldo apretaba sus puños y furioso hablaba. – ¡Te voy a romper tu madre infeliz!

– Abel de igual forma, parlaba. – ¡Te ayudo a romperle su reputa madre!

– Alfonso burlándose decía. – Bien, háganlo, así podré denunciarlos por agresión.

– Alba exclamaba. – ¡Y nosotros a ti por usurpación de identidad!

– Alfonso se reía diciendo. – Pero que pendeja estás, investigue y en ninguna parte de la república mexicana existe un Benjamín Ruelas, así que no estoy usurpando a nadie.

– Edna enojada decía. – ¡Eres un maldito!

– Julián seguía paralizado, no podía creer lo que ocurría, su prima Alba lo abrazaba y trataba de consolar, pero él solo se quedaba así, con la mirada perdida, brotando unas lágrimas de tristeza.

 

Alfonso miraba a Julián y muy en el fondo de él sentía compasión; con seriedad les decía. – Han logrado romperle el corazón a Julián, demuestran que lo aman mucho, tanto, qué miren como está; parece desorientado.

– Ellos lo miraban, notando que efectivamente él estaba muy mal.

Alfonso burlándose decía. – No salió como lo había planeado, pero me gusta cómo terminó.

– A unos pasos de él, una voz muy conocida, preguntaba seria. – ¿Y cómo lo habías planeado mi amor?

– Alfonso asustado, daba media vuelta y era sorprendido por Dolores quién muy enojada le daba dos cachetadas; que sonaban como globos de agua cayendo al piso.

Para decirle. – ¡Eres un maldito enfermo, un maldito infeliz!

– Alfonso adolorido se agarraba las mejillas y le gritaba. – ¡Maldita gorda asquerosa, en tu puerca y celulítica vida me vuelvas a cachetear!

– Dolores enfrentándolo le decía seria. – Tus palabras no me duelen ni me lastiman, al contrario, me dan risa.

– Julián miraba a Dolores y ella a él.

Dolores compadecida le decía. – Lamento mucho lo que esté infeliz te hizo, no te guardo rencor, tú no tienes la culpa, la culpa es mía por dejarle la rienda suelta a este vividor mantenido, qué solo se casó conmigo por mi dinero.

– Regresando la vista a él, seria le hablaba. – Pero eso ya se terminó, he cancelado todas las tarjetas y cuentas, ya no tendrás ni un solo peso de mí; y el divorcio se iniciará y el acuerdo quedará anulado.

– Ella le tomaba la mandíbula con la mano diciéndole en burla. – Espero tus negocios qué según venias hacer, tengan frutos, por qué ni dinero, ni carro, ni departamento, mucho menos mis mejores abogados, vas a tener a tus pies.

– Alfonso empujaba a Dolores que era sostenida por su sirviente.

Julián respiraba más rápido y alterado se cubría las orejas y caminaba a prisa al baño, tratando de desaparecerse.

Al verlo huir así, Abel trataba de detenerlo. – ¡Julián espera!

– Pero Edna le detenía diciendo. – ¡Espera, déjalo tranquilo!

– Alfonso seguía con su vista a Julián, y sorpresa que se daba al ver a unos policías ingresar al hotel y al bar.

Nervioso preguntaba. – ¿Llamaste a la policía?

– Los demás miraban extrañados a los uniformados.

Dolores volteaba a ver a los policías entrar y riendo le respondía. – Claro, vienen por ti.

– Ella mentía, pues no había llamado a los policías, a quién sí había llamado era a Edna para acordar dónde se verían, al banco y a sus abogados para tramitar el divorcio.

Alfonso asustado miraba a César y Lorena acompañados de policías y otras personas; él muy enojado exclamaba. – ¡Maldición, maldición!, ¡me van a descubrir!

– Aldo lo sujetaba del brazo diciendo molesto. – ¡Yo mismo te entregaré maldito!

– Alfonso se soltaba y le daba un puñetazo, tirándole al piso, diciendo. – En tus sueños pendejo.

– Él alterado, cacheteaba a Dolores y le empujaba, para correr y meterse al baño.

Alba ayudaba a levantarse a su hermano y Edna ayudaba a Dolores.

Abel gritaba. – ¡No te escaparás!

– Edna le gritaba alterada. – ¡No, Abel, no!

– Abel iba tras de Alfonso, quién presuroso entraba y atascaba la puerta del baño con un palo de metal de la escoba, impidiendo así el ingreso.

Julián se había echado agua en la cara, después de enterarse y de llorar un poco; se estaba secando la cara y apunto de ponerse sus lentes, él miraba en el espejo a Alfonso.

Él fuera de sí, le decía. – No dejaré que te vayas vivo.

– Julián nervioso se volteaba y nervioso preguntaba. – ¿Por qué haces esto?, ¿qué te hice?

– Abel intentaba abrir la puerta, pero no podía.

Julián alterado, trataba de huir de él, pero lo detenía del cuello y con mucho rencor le hablaba. – Mal momento elegiste para hacer preguntas jotito, mejor prepárate para ser mío.

– Alfonso le apretaba el cuello, acorralándole e intentando desnudar.

Julián trataba de moverse, siendo impedido por la fuerza y estatura de él; la policía ayudaba a Abel a intentar abrir la puerta; la gente del bar y del hotel, se alteraba demasiado y huían despavoridos ocultándose.

Alfonso se miraba al espejo y decía burlándose. – Creíste que alguien guapo como yo se fijaría en alguien como tú.

– Alfonso forzaba a Julián a mirarse al espejo, poniéndolo contra los lavamanos.

Ambos reflejándose en el espejo, él le sostenía la cara violento mientras hablaba con desprecio. –Solo mírate, eres un debilucho, cuatro ojos, simplón, sin chiste, sin gracia, sin ganas de ser amado, no inspiras más que lástima, deberías pensar en suicidarte, aventarte del puente Xallitic y así hacerte un gran favor, al menos muerto los gusanos serán los únicos quienes disfruten con ansias y deseo tu insignificante cuerpo pellejudo.

– Julián lloraba de dolor por las palabras hirientes y destructoras de él.

Burlándose le decía. – No vale la pena grabarte mientras te cogía, por qué déjame decirte, que esa era la intención que tenía para contigo, usarte, manipularte y hacerte sentir más mal de lo que ya, pero no se pudo, al final, no lo vales, no vales la pena.

– Julián se trataba de liberar, tirando sus lentes, pero él lo impedía y más le apretaba del brazo y del cuello.

En sus intentos desesperados por fin forzaban la puerta, está se abría y los policías entraban y apuntaban a Alfonso; Abel entraba con mucho cuidado y observaba como él tenía a Julián.

Alfonso invadido por el miedo, le decía al oído a Julián. – Creo después de todo si servirás para algo y es para salir huyendo.

– La policía le ordenaba alzar sus manos y dejar salir a Julián, pues no tenía escapatoria.

Abel se preocupaba mucho; Edna, los primos y demás, a una distancia prudente esperaban impacientes y nerviosos que Julián saliera con bien; Alfonso se sonreía al espejo y se volteaba con Julián al frente, cubriéndose con su cuerpo.

Él muy sonriente burlándose de la policía les aseguraba. – Dudo mucho que vayan a jalar el gatillo, teniendo en cuenta que tengo a este joven de protección, pues si me tratan de disparar lo matarán a él también.

– Los policías trataban de ver un punto vulnerable para disparar y Abel poco a poco se acercaba diciendo. – Julián vas a estar bien, tranquilo, no pasara nada.

– Julián nervioso le miraba.

Alfonso sonreía y en tono burlón hablaba. – El héroe enamorado en secreto rescatando a la inocente y pobre víctima, una pena que esta historia no termine como debería, es patético esto.

– Abel se enojaba mucho, con deseos de golpearlo.

Julián aprovechando la pequeña distracción de Alfonso, calculaba y ágilmente le daba una patada en la espinilla, logrando ser soltado por un momento.

Julián trató de alejarse pero él lo sujetaba de nueva cuenta del brazo y adolorido decía. – ¡Puto maricón!

– Julián armado de valor le pateaba en los testículos diciendo. – A ver si con esto sigues diciéndome maricón.

– Julián asustado se apartaba y Alfonso se hincaba del fuerte dolor.

Dos policías lo esposaban y otros sacaban a Julián y a Abel, quién molesto se daba media vuelta y le hablaba. – No me quedaré con las ganas.

– Le daba un puñetazo en la boca, otro en la nariz y remataba con una patada en el estómago.

Alfonso quedaba muy aturdido, sangrando y sin poder hablar; un policía lo tomaba por los hombros diciéndole. – ¡Calmado chavo, calmado o también irás detenido!

– Abel salía del baño, ya desquitado del coraje, viendo como Julián era abrazado por su prima y por su amiga; sonreía tranquilo y se les acercaba.

En lo que Dolores preguntaba al agente con intriga. – Disculpe, puedo saber ¿por qué lo van a detener?

– A lo que seriamente le respondía. – Además de intentar secuestrar a ese muchacho, será detenido por las dos denuncias interpuestas por un menor de edad por abuso sexual y por una señorita la cual fue víctima de un delito tecnológico, al ser grabada en pleno acto sexual y ser expuesta en páginas de contenido pornográfico.

– Dolores muy impresionada por saber la clase de hombre que era Alfonso, le decía seria al oficial. – Su nombre no es ni Benjamín, mucho menos Alfonso, su verdadero nombre es Gregorio López Hernández.

– El agente desconcertado se dirigía a ella interrogando. – ¿Usted le conoce?, ¿cómo sabe de eso?

– A lo que Dolores respondía seriamente. – Sus preguntas serán contestadas, pero no aquí.

– El agente invadido por la curiosidad solicitaba a ella y a Julián, rendir declaración, al igual que los demás testigos que presenciaron los hechos.

Horas más tarde en la secretaria de seguridad pública, luego de rendir declaración Julián y Dolores, los oficiales confiscaban los objetos personales y de valor en la habitación de hotel que ocupaba Alfonso; teniendo en manos su laptop, descubrían los vídeos que tenía guardados y por editar, algunas páginas y códigos de ingreso, así como correos y cuentas de depósito bancarias; el caso era enviado a México D.F para hacer una investigación más a fondo y lograr desarticular el grupo de personas que se dedicaban a grabar pornografía casera y exponer a las personas sin su consentimiento, a esta investigación se sumaban la A.F.I y la Interpol, ya que la página era internacional con diferentes usuarios y colaboradores de distintas partes del mundo.

Alfonso se le interrogaba sobre su “trabajo”, sí sabía dónde se encontraba la operadora matriz de la página y los nombres de esas personas; pero él se negaba en hablar, alegando que únicamente tenía contacto cibernético y telefónico nada en persona, que eran varias personas quienes atendían y había tanto mujeres como hombres metidos en eso.

A Alfonso lo careaban con Dolores, para que así logrará hablar sobre lo que se dedicaba; ella indignada le decía. – Te ayude, te di todo, te trate como rey, para que me salieras con esto, ¿para eso me pediste ayuda con el cambio de nombre?, ¿para eso?

– A lo que Alfonso esposado riéndose contestaba. – Lo que tú me dabas no me llenaba y eso que eres una gorda, mantecosa, celulítica y escuálida.

– Dolores se molestaba mucho, queriéndolo golpear, pero se contenía.

Él en tono burlón hablaba. – Diría que me arrepiento en haberme casado contigo, pero no, te doy las gracias a qué durante estos casi tres años fui feliz con tu dinero, viaje mucho, conocí lugares increíbles, gracias de verdad, ¡muchas gracias!

– Cambiando su tonalidad de voz y comportamiento, decía. – Mi nombre y apellidos nunca me gustaron, no iban de acuerdo con mi personalidad y mi físico idolatrado, creo era justo cambiarlo y tú misma estuviste de acuerdo; también debo decirte ¡gracias!

– Dolores se lamentaba diciendo. – Fui una estúpida al permitirte hacerme como querías; ojalá tu estancia en ese lujoso hotel donde se hospeda gente de tu calaña, te haga valorar lo que tuviste, de mí no tendrás nada, hasta nunca, Goyo.

– Alfonso serio decía. – Aún seguimos casados y hay un acuerdo firmado, que es legal.

– Dolores a punto de salirse de la habitación, decía mofándose. – Yo me casé con Alfonso Torres, no con Gregorio López Hernández, a ese tipo nunca lo conocí.

– Alfonso sin entender preguntaba. – ¿A qué te refieres?

–  Dolores de igual forma le respondía. – Te ayude a borrar tu pasado con ayuda de mi dinero y de mis abogados, te dieron una identidad nueva, la cual no es cien por ciento legar, así qué regresarás a ser Gregorio y yo asumiré el castigo que la ley me interponga por ayudarte.

– Se daba media vuelta, abría la puerta y le decía seria. – Está será la última vez que veas mi gordura, hasta nunca Goyo.

– Alfonso se desesperaba y pateaba la mesa, se levantaba de su asiento y pateaba la silla, gritaba y maldecía; los policías entraban para calmarlo y meterlo en una celda hasta que se tramitara su traslado al reclusorio.

Estaba anocheciendo, ya en sus respectivas casas, descansaban de tan agitado día; Aldo miraba su serie en televisión y Alba preocupada por su primo, preparaba un té y unas galletas, para que merendara; tocaba la puerta de su habitación y al notar que no respondía, la empujaba, observando que él no estaba.

Ella gritaba. – ¡Aldo, Aldo, ven sube!

– Él subía corriendo y preguntaba. – ¿Qué pasa?

– A lo que ella respondía alterada. – Julián no está y dejó aquí en la cama su celular.

– De inmediato, los primos se comunicaban con Edna y Abel, quienes regresaban a la casa de ellos para ayudarles a buscar.

Las horas pasaban y oscurecía en su totalidad; Aldo quería dar parte a la policía no obstante Edna le decía que para pedir apoyo a la policía tenían que pasar 72 horas de su desaparición.

Ya eran casi las 12 de la media noche; estaba muy preocupados sin saber nada de Julián; Alba les daba tazas con café en lo que esperaban su regreso.

Abel dando un sorbo a su café, tenía la noción de saber dónde estaba Julián, así que les decía. – Creo saber dónde está.

– Edna preguntaba inquieta. – ¿Dónde?

– Alba decía desesperada. – ¡Dinos para ir!

– Abel colocaba la taza de café en la mesa y les decía para calmarlos. – Iré yo, tranquilos, les avisaré cualquier cosa.

– Edna le preguntaba insistente. – ¿Dinos donde crees que está?

– Abel presuroso saliendo le respondía. – En el puente Xallitic.

– Aldo desconcertado preguntaba. – ¿Qué hará allá?

– A lo que perpleja Edna le respondía. – Julián querrá suicidarse.

– Alba exclamaba. – ¡Ay dios, no por favor, mi primo no!

– Aldo preocupado decía. – Pues debemos de ir, con más razón.

– Edna con miedo hablaba. – No, no hay que ir, debemos esperar, si Julián nos ve, entrará en pánico y con más razón querrá suicidarse, traten de entenderlo, pónganse en su lugar y no le juzguen, mejor pidan por qué Abel llegue a tiempo y lo traiga con bien a casa.

– Los primos no muy conformes, pensaban en las razones de Julián, sintiendo que al igual que él, en su lugar harían lo mismo, por sentirse utilizado y jugar con sus sentimientos.

En el puente Xallitic, Julián sentado desde una orilla, lloraba mirando el cielo despejado, el aire le acariciaba sus mejillas húmedas, muy triste pensaba. – “Es lo mejor que puedo hacer, acabar con mi vida, le haré un favor a la gente que me rodea, seré libre, seré yo, no quiero causar lástima, ya no tengo por qué vivir”, “mis sueños rotos están, espero me lleguen a perdonar por lo que haré”, “ustedes lo verán como un acto cobarde, pero yo lo veo como el único acto de valor, por qué mi vida acabó al darme cuenta que solo soy un simple muchachito soñador”.

– Julián se ponía de pie en la orilla del puente, respiraba profundo y Abel llegaba presuroso gritándole. – ¡Julián no lo hagas!

– Julián volteaba, sonreía y pensaba. – “No es cobardía, tampoco es desesperación, simplemente es el resultado de perder toda esperanza y fe en mi persona, en la vida; es el resultado de tocar fondo y no poder salir a flote”.

– Abel nuevamente gritaba desesperado. – ¡Julián espera, Julián no lo hagas!

– Julián cerraba los ojos, dejando que el aire soplara a su favor.

Sintiéndose libre, dejándose llevar por el viento; sus mejores, peores, divertidos, tristes, felices y magníficos momentos se presentaban en su mente, como breves diapositivas.

 

 

          El chico de mis sueños.           

Próximo Capítulo el Gran Final.

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