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¡Fuera prejuicios!

en Intercambios

¡Fuera prejuicios!

Su bella esposa siempre se había mostrado muy tímida y vergonzosa y, sobre todo, muy estrecha en lo que a las cuestiones sexuales hacía referencia. Así pues y para paliar dicho problema no tuvo mejor idea que comentárselo a un matrimonio amigo de ellos desde hacía muchos años. Pensaron en una posible solución la cual, si resultaba bien, sus problemas en la cama podrían remediarse finalmente…

 

Love of my life – you’ve hurt me,

You’ve broken my heart and now you leave me,

Love of my life can’t you see,

Bring it back, bring it back,

Don’t take it away from me, because you don’t know –

What it means to me…

Love of my life, QUEEN

 

Hasta unos meses después de haberme casado, no empecé a percatarme que había unido mi vida con toda una puritana en todo lo que al sexo se refiere. Viviendo en una pequeña ciudad de provincias del centro del país, las oportunidades en relación al sexo antes del matrimonio se basaban en esperar al momento mágico o no tan mágico de la noche de bodas o bien irse de putas como muchos de los jóvenes de mi edad hacían. Me había casado con Leonor, mi mujer, hacía año y medio después de siete largos años de interminable noviazgo en los cuales lo único que había podido sacar de ella eran unas ligeras caricias en la fila trasera del cine o bien leves y recatados besos en la soledad del coche cada vez que nos despedíamos cerca de la casa de sus padres. Con este panorama no es extraño que tuviera que visitar algún burdel en compañía de algún amigo o que no hiciera más que matarme a pajas pensando en alguna famosa de la tele o en mi actriz favorita.

Hasta la noche de bodas no supe lo que era follar con mi esposa y la verdad es que aquel encuentro tan deseado por mí no resultó todo lo placentero que yo hubiese esperado. Para ella chupar la polla a un hombre era, según sus palabras, cosas de pervertidos y para que os hagáis una idea la noche que le propuse encularla creí por su acalorada respuesta que aquello podría suponer el fin de nuestro matrimonio. Y lo peor de todo es que Leonor es una mujer realmente atractiva y apetecible para un hombre como yo. Está un tanto rellenita aunque no demasiado, de carnes duras y prietas, cara de no haber roto un plato en su vida, pechos duros y de buen tamaño y un culo que parece querer romper las faldas y vestidos con los que lo cubre de las miradas libidinosas de nuestros amigos.

Todo aquello quedaba recogido en su cuerpo esbelto y de piernas estilizadas que siempre resaltaba con altos tacones lo cual para mí resultaba todo un suplicio cada vez que salíamos los domingos a tomar el aperitivo antes de la comida. Todos mis amigos la deseaban en secreto pues las miradas furtivas que le echaban eran todo un poema. Yo prefería callar a montar un escándalo con sus mujeres. Si de algo estaba seguro era de que Leonor me amaba y que por su cabeza no pasaba la idea de liarse con otro hombre que no fuera yo.

Siempre que, en la soledad de nuestra alcoba, la tenía desnuda ante mí me costaba Dios y ayuda no lanzarme sobre ella y follármela de forma salvaje olvidándome de sus muchos tabúes y barreras de mujer recatada. Las noches que podía disfrutar de su sensual cuerpo se limitaba a dejarse hacer abriendo las piernas para que entrara en ella y me moviese hasta alcanzar mi orgasmo llenando aquel peludo y acogedor sexo. Pensé que con el paso del tiempo su actitud cambiaría y que, incluso con la llegada de nuestro primer hijo, se mostraría mucho más receptiva a mis acercamientos pero por desgracia nada de aquello pasó.

Ante aquella situación y creyendo poder enloquecer, traté de buscar alguna solución a mis muchos problemas. Pensando y pensando mucho en ello consideré dos posibilidades como respuesta a aquello. Una de ellas era agenciarme una amante que me ofreciera la posibilidad de dar rienda suelta a todas mis fantasías sexuales y la otra era tratar de preparar un episodio con el que mi mujer se mostrara más receptiva a mis deseos. Tampoco me importaba convertirla en una auténtica viciosa si con ello lograba cumplir mi objetivo de verla bien caliente y entregada.

Como estaba bien seguro de amar a Leonor, la solución de una amante no acababa de convencerme y más en una ciudad como la nuestra en la que todo se acaba sabiendo. Por otro lado, mi máximo interés era lograr que se plegara a todo aquello que le pudiera pedir en la cama con lo que la idea de que llevara una buena cornamenta tampoco me satisfacía. La segunda solución pese a su evidente dificultad me pareció más fácil de poderla llevar a cabo. Así pues me puse manos a la obra hablando con un matrimonio, ambos algo mayores que nosotros y con los que existía muy buena sintonía siempre que salíamos juntos. Una vez les hube contado mis penas matrimoniales, llegamos a un acuerdo para lograr que mi mujer se fuera soltando para acabar convertida en una mujer de verdad y carente de prejuicio alguno.

Este matrimonio amigo con el que nos veíamos los fines de semana de tanto en tanto, Tina y Felipe, lo consideré válido para mis propósitos pues yo sabía por boca de Felipe que habían experimentado en tríos e intercambios de parejas. Tras hablar del tema con los dos, Tina propuso para ir animando a mi esposa ponerle algún tipo de afrodisíaco en la bebida de los que ellos usaban sin que ella se enterase. Aquella idea me pareció bien aunque debo decir que cualquiera me lo hubiera parecido con tal de lograr que Leonor se animara.

Así pues un viernes al mediodía le comenté a mi esposa que Tina y Felipe me habían dicho que fuéramos a su casa a cenar al día siguiente. Leonor se puso contentísima nada más saberlo pues siempre había habido una buena conexión entre las dos mujeres ya que a las dos les gustaban el mismo tipo de cosas. Con aquella respuesta de ella, aún más contento me puse yo imaginando lo que aquella noche de sábado podía ocurrir en casa de nuestros amigos.

Al día siguiente llegamos puntuales a casa de nuestros amigos sobre las nueve de la noche. Cenamos los cuatro de forma amigable hablando de temas del trabajo y de lo que daban en la televisión mientras Felipe abría, tras acabarse la primera, una nueva botella de vino para llenar una copa tras otra. La cena resultó exquisita como siempre pues sabíamos que uno de los fuertes de Tina era la cocina. Una vez llegados al café y a los postres, nos sentamos en los sillones empezando a animarse el ambiente contando nuestro amigo varios chistes e historias de claro contenido erótico y morboso. Su mujer no paraba de reír incitándole a continuar con aquello a lo que Felipe no se negó empleando toda su gracia y salero en aquel agradable quehacer.

Yo, no dejaba de mirar la reacción de Leonor mostrando ella una reacción un tanto extraña pues en ocasiones se la notaba sonrojada e incómoda ante los comentarios subidos de tono de nuestro amigo mientras que en otras reía realmente divertida. A ello contribuía el desparpajo y el saber hacer de nuestro amigo el cual intercalaba chistes o comentarios de otro tipo con el fin de que la tensión no aumentara y que así mi mujer se fuera relajando. Tras el café Felipe nos ofreció una copa pidiendo las mujeres licor de avellana el cual a mi mujer le encanta mientras mi amigo sacaba una botella de whisky para nosotros.

Al parecer la cosa estaba yendo sobre ruedas. Gracias al vino ingerido en la cena a mi mujer se la veía distendida hablando sin cesar con Tina de sus cosas. Tina, en un momento en que Leonor estaba distraída viendo la tele, me miró guiñándome un ojo para hacerme ver que la cosa parecía funcionar de maravilla. Nuestros amigos fueron un momento a la cocina a coger la cubitera y unas copas dejándonos solos, momento que aproveché para ver el efecto producido por el alcohol y el misterioso afrodisíaco en mi mujer de tal manera que, aproximándome a ella que estaba sentada junto a mí, acerqué mis labios a los suyos besándola de manera dulce en los labios.

No tardaron en volver nuestros amigos riendo y jaleándonos al vernos abrazados y besándonos en su presencia. En otro momento, Leonor seguramente siguiendo los dictados de su estricta educación, me hubiera separado de ella pero, en cambio aquella vez y para mi asombro, no se alejó de mí sino que muy al contrario replicó a mi beso siendo ella quien me abrazaba con fuerza abriendo sus labios y sacando entre ellos su húmeda lengua. No podía creerlo pero aquella era la misma Leonor que conocía aunque en esos momentos parecía otra. El bendito estimulante o lo que fuera que Tina le hubiese puesto en la bebida parecía estar empezando a dar sus frutos.

¡Mira la parejita empezando a darse el lote sin esperar a que volvamos! –le dijo Tina a su marido riendo divertida.

Ven aquí que voy a hacerte a ti lo mismo para que no te quejes –le respondió Felipe dejando la cubitera en la mesa y tumbando a su mujer en el sofá para besarla a continuación de forma apasionada.

Teniendo a mi esposa tumbada en el sofá con la cabeza apoyada en aquel enorme almohadón me dediqué a besarla con gran placer al tiempo que iba recorriéndole el cuerpo por encima del vestido. Parecía mentira pero mi querida mujercita daba la sensación de haber perdido por completo el pudor respondiendo a mis estímulos de manera activa sin ocuparse ni preocuparse por la presencia de nuestros amigos. No pude menos que aprovechar aquella buena disposición por parte de mi mujer para lentamente irla despojando del vestido. Mis sentidos se extasiaron viéndola allí tendida respirando aceleradamente y con la fina tela de aquel body color rosa pálido pegándose a sus pechos. A continuación le quité el body quedando al aire la totalidad de sus sinuosas formas. Aquella fue la primera vez que quedaban desnudos sus hermosos y redonditos pechos fuera de la soledad de nuestro dormitorio. Y aquello no era todo sino que lo hacían delante de nuestros amigos sin que a Leonor pareciera importarle lo más mínimo. Realmente en aquellos momentos no reconocía la actitud de mi encantadora esposa…

Sin pensar más en ello me eché sobre ella comenzando a besarle y lamerle sus bonitos senos y prestando especial atención a sus oscuros pezones los cuales quedaron bien duros ante el simple contacto con mis labios. Leonor no pudo reprimir un leve gemido de placer. A la par que yo iba excitando a mi esposa, pude comprobar echando un rápido vistazo como Tina y Felipe estaban ya totalmente desnudos y, estirados en el otro sofá, habían iniciado sus primeros escarceos devorándose las bocas mientras con sus nerviosas manos correteaban arriba y abajo por el cuerpo del otro. Debo reconocer que Tina pese a sus cuarenta y tantos años y a haber parido tres hijos se mantenía fenomenal con aquella figura todavía más que apetecible de grandes pechos y culito de impresión que en esos momentos podía ver tan sólo cubierto por la tela fina de la braguita que lo ocultaba a mis ojos. Mi esposa me vio embobado mirando el culo de nuestra amiga y viendo la excitante escena que tenían montada nuestros amigos. Habiendo sido cogido en falta de aquel modo, pensé que toda mi fantasía se había acabado ahí y que vistiéndonos y recogiendo nuestras cosas marcharíamos a casa como alma que lleva el diablo. Pero, sin embargo, Leonor volvió a sorprenderme nuevamente.

Clavando sus oscuros ojos en los míos me miró sonriéndome de un modo desconocido para mí hasta ese momento. Con su mirada me animaba a seguir los mismos pasos de nuestros amigos. No puso resistencia alguna cuando, una vez desnuda, empecé a acariciarle su bello cuerpo empezando por sus piernas cubiertas por las finas y sensuales medias para ir subiendo por ellas a través de las pantorrillas, rodillas y llegando finalmente a sus robustos muslos los cuales rocé arriba y abajo una y otra vez haciéndola suspirar fuertemente. Yo en esos momentos ya me encontraba con una erección tremenda debajo de mis pantalones. Sin darle un segundo de respiro, fui subiendo por su liso vientre hasta llegar a sus pechos los cuales latían con fuerza esperando la tan necesaria caricia que los calmase. Sus pezones se endurecieron con el simple roce de mis dedos sobre ellos. Mientras se los chupaba con mis manos tocaba su cabello, rozándoselo apenas entre mis dedos. Con mis labios y mi lengua estuve un largo rato chupándoselos, lamiéndoselos, comiéndoselos y mordiéndoselos logrando hacer que gimiera de forma frenética con cada uno de los roces de mi lengua y con cada uno de los chupetones de mis labios sobre sus pezones.

Acompañé las caricias sobre sus pechos llevando una de mis manos hacia su sexo el cual ya empezaba a mostrar señales inequívocas del estado en que mi querida esposa se encontraba. Su coñito de labios gruesos y sonrosados aparecía ya húmedo y excitado y más lo estuvo al comenzar a acariciárselo suavemente con las yemas de mis dedos. Con gran placer escuché a Leonor jadear de forma ahogada gracias al contacto de mis dedos sobre los pliegues de sus labios vaginales. Ella no pudo reprimir más sus deseos abriendo por completo sus piernas para ofrecerme así su raja la cual a cada momento estaba más y más mojada. Quise llevar más allá mi caricia llevando mis dedos hasta su relajado clítoris que al instante se enderezó nada más sintió sobre él el contacto de mis dedos.

Así…así sigue…..sigue así vamos…..-me animaba con desesperación agarrándose al almohadón en el que dejaba descansar la cabeza.

¿Estás excitada cariño? –le pregunté junto al oído empezando a lamerle la oreja de manera sensual y desesperada.

¡Oh sí, mi amor….me tienes tan cachonda! Sigue…sigue así…..

Volví a descender por su cuerpo soplando suavemente y haciendo que su piel se erizara. Mis dedos pellizcaban sus pezones y mi lengua martilleaba su clítoris y besaba sus labios. No tardó mucho en correrse, gritando fuertemente y estremeciéndose sobre el sofá soltando toda la tensión acumulada. Me incorporé separándome de ella para observarla tras el brutal orgasmo obtenido. Estaba realmente preciosa, como pocas veces la había visto.

Sus pechos bronceados y bien torneados se veían salvajes, tersos y turgentes y coronados por un par de pezones tiesos y duros al máximo. Su vientre, por su parte, aparecía palpitante por el intenso placer recibido y el vello de su peludo coño empapado de sus jugos. Mi bella esposa mantenía los ojos cerrados y una expresión beatífica de suprema felicidad iluminaba su hermoso rostro. En ese preciso momento Tina, que acababa de terminar con su marido dejándolo tumbado y bien relajado tras el clímax alcanzado, se me acercó y agarrándome de la corbata me plantó un tremendo morreo con lengua incluida sin que mi esposa dijera nada, tan cansada y derrotada se encontraba tras el orgasmo que le había hecho tener.

¡Lucas, ahora cariño voy a hacerte gozar con lo que nunca te ha hecho tu mujer! –me dijo en voz baja sin que mi mujer llegara a oírla.

Con evidente urgencia fue desnudándome soltando primero el nudo de la corbata de la cual me deshizo sin contemplaciones para después pasar a quitarme la camisa. Una vez quedó mi torso desnudo se entretuvo chupando levemente mis pezones al tiempo que plantaba su mano en mi entrepierna notándola dura bajo la tela del pantalón. Brillándole los ojos de profundo deseo el siguiente paso fue soltarme la hebilla y el botón para, a continuación, dejar deslizar la cremallera con extrema lentitud metiendo después la mano entre el pantalón y el bóxer. Aprovechándose de mi total desconcierto, Tina me sonrió con la sonrisa de una puta al tiempo que palpaba mi pedazo de carne haciéndolo crecer entre sus dedos.

Con gran maestría la vi abrir la boca y empezar a lamerme la polla desde la raíz hasta el capullo. Lo envolvió con su lengua y luego, haciéndolo suyo en el interior de la boca, comenzó a chuparlo como si de un delicioso helado se tratara. Lancé un fuerte gemido de emoción dejándome llevar por la pasión y la lujuria que desprendía aquella mujer que tenía a mis pies sin apartar la vista de la mía. Sin dejar de presionar mi tallo con sus labios, fue dejando entrar mi polla hasta más de la mitad al tiempo que yo no dejaba de ayudarla en tan ardua tarea dando pequeños golpes de riñón, como si fuera yo quien me la follara por la boca.

Podía ver a Tina aceptando encantada aquella follada bucal y, en paralelo, la veía pasar sus dedos por encima de su peludo coñito. Aquella mujer tenía demasiadas horas de vuelo y me lo demostraba con cada una de las caricias que me propinaba. Me acariciaba con fuerza los pezones retorciéndolos de tal modo que conseguía hacerme sentir en la gloria. Le agarré el cabello entre mis dedos golpeándola contra mí una y otra vez y la muy puta no se apartaba lo más mínimo de tan exquisito manjar. Yo sentía la cercanía del placer e intentaba pensar en otra cosa para retrasar lo máximo posible la tan deseada corrida. Mis cargados huevos estaban bien duros y mi polla erecta, palpitante y bien ensalivada gracias a la lengua de aquella diosa que tan bien sabía acariciarla. Estaba seguro que por primera vez desde mi boda, iba a descargar mi leche en una boca sabia y viciosa. La cara de aquella mujer era puro vicio y con ella lograba hacerte llegar a los más altos placeres. Bombeando y bombeando en el interior de aquella dulce boquita cogí con fuerza su larga melena mientras ella apoyaba sus manos en mis muslos y de ese modo sacándosela exploté corriéndome abundantemente encima de su bello rostro. Tres fuertes trallazos cayeron sobre su cabello, su nariz y su barbilla mientras dos más débiles fueron a dar en su boca y sus labios los cuales recogió entre sus dedos saboreándolos con gran placer y sin apartar su mirada de la mía.

Al mismo tiempo que acabamos tan magnífica felatio, mi amigo Felipe se levantó del sofá y se acercó a mi esposa empezando a masajearle sus redondos pechos con las palmas de las manos. Leonor con los ojos entrecerrados me miró con cara de cordero degollado como solicitando mi permiso para dejarse hacer por mi amigo. Yo, en otro momento, seguramente me hubiera negado en redondo pero aquel momento había resultado tan especial para mí gracias a la mamada que me había pegado la guapa de Tina que justo era que Felipe y mi esposa disfrutaran por su parte.

Mi amigo merecía su recompensa por el préstamo que me había hecho de su esposa. Así pues con un leve movimiento de la cabeza di permiso a mi mujer para que se introdujera en aquella vorágine de sexo y perversión. Pese a todo no pude evitar sentirme celoso imaginando lo que mi experimentado amigo podría hacer con ella. Había logrado que mi recatada esposa se hubiera transformado en lo que yo quería y además en presencia de nuestros amigos así que ahora no podía echarme atrás en mis iniciales deseos. La idea era conseguir convertirla en una putita y lo cierto es que la cosa se estaba desarrollando mucho mejor de lo que en principio podía esperar.

Mi amigo Felipe no tardó en ponerse manos a la obra agarrando a mi esposa del brazo y llevándola hasta la amplia mesa donde la hizo tumbar boca arriba y bien abierta de piernas. Leonor estaba preciosa así de entregada y caliente en espera de lo que su pareja quisiera hacerle sentir. Pude ver, mientras Tina me acariciaba mi flácido miembro en busca de una nueva respuesta por mi parte, como Felipe hacía tumbar a mi mujer sobre la mesa y como él se tumbaba sobre ella llevando la humedad de su boca hasta su pequeña oreja empezando a comérsela y chupársela a conciencia logrando con sus lametazos arrancarle los primeros gemidos de satisfacción a mi desconocida esposa.

Del lóbulo de la oreja pasó al cuello en el que le plantó un fuerte chupetón que la hizo retorcer pidiéndole que siguiera dándole caña. Leonor temblaba entre las manos de aquel hombre tan curtido en los placeres que un hombre puede ofrecer a una mujer. Estaba bien seguro que mi amigo la iba a hacer disfrutar como su esposa había hecho conmigo.

¡Sigue….sigue con lo que estás haciendo, cariño! ¡Qué gusto me estás dando! –la escuché confesar sin dar crédito a mis oídos.

Con sus manos y ya loca de pasión, Leonor acariciaba el cuerpo de Felipe parándose en cada uno de los rincones de aquella figura masculina tan deseable en esos momentos para ella. Cogió entre sus dedos las nalgas de él al tiempo que, abriendo su boca, le ofreció su lengua dándose ambos un beso de alto voltaje. Dejando caer sus manos por el cuerpo de nuestro amigo buscó a tientas el objeto tan deseado el cual finalmente encontró duro, enhiesto y poderoso. Lo estuvo masturbando entre sus dedos mientras continuaban con aquel largo beso que parecía no iba a tener fin. Al fin separaron sus caras viendo en mi mujer el tremendo deseo que la atenazaba. Jamás la había visto con aquella cara de zorra y debo reconocer que me encantó verla así.

Felipe se colocó encima de mi mujer abriéndole las piernas después de hacérselas flexionar levemente. Besándola nuevamente pude ver como aquel hombre se dejaba caer buscando con su polla el tan deseado tesoro. Como si un puñal se clavara en mi corazón contemplé ensimismado como la penetraba suavemente haciéndola cerrar los ojos y emitiendo un largo lamento al sentirse traspasada por aquel instrumento de dimensiones más que considerables. Felipe, una vez dentro de ella, se quedó quieto unos segundos disfrutando de aquel coño extraño y desconocido. Pude ver a mi mujer llorando de felicidad ensartada de aquel modo encima de aquella mesa por un hombre que no era yo, su primer hombre fuera del matrimonio. Me miró fijamente para hacerme ver el profundo placer que estaba sintiendo en brazos de otro hombre y envuelta en otro sudor masculino. Con un fuerte golpe de riñones nuestro amigo Felipe se clavó en ella haciéndola sentirse empalada por aquel grueso y duro músculo que la hizo aullar de dolor y placer. Mi mujer cruzó sus piernas tras las nalgas de su nuevo amante apretándolo con fuerza contra ella para así sentirlo mucho más adentro.

Una nueva puñalada se clavó hasta lo más profundo de mi ser. Casi me arrepentí del montaje que había creado pero comprendí que ya era tarde para echarme atrás y además aquello al fin y a la postre era lo que tanto había deseado. Leonor ya tenía en el interior de su vagina, tan sólo disfrutada por mí hasta entonces, el poderoso instrumento de nuestro amigo el cual se la follaba con fuertes embestidas entrando y saliendo, entrando y saliendo hasta que sus bolas golpeaban contra las nalgas de mi hermosa mujer la cual en esos momentos estaba más guapa que nunca gozando de aquel modo tan estupendo. Quedé profundamente emocionado al ver como era ella misma quien se movía procurándose un placer inigualable recogiendo y expulsando aquel ariete a cada golpe de caderas que daba. Completamente penetrada hasta el fondo, la escuché lanzar fuertes gemidos y suspiros de placer los cuales se transformaron en verdaderos aullidos una vez ambos aceleraron el ritmo de la cópula.

En respuesta a lo que estaba viendo obligué a Tina a ponerse de espaldas a mí en el sofá y, tras lamerle unos segundos su rosada abertura la cual noté bien dispuesta y empapada con sus jugos, le introduje mi polla de una sola vez hasta fundirnos ambos en uno solo. Al mismo tiempo que me movía notando las paredes de mi pareja envolviendo mi duro ariete, no pude evitar mirar lo que hacía mi mujer quedando realmente sorprendido al oír sus fuertes exclamaciones animando a su amante a que siguiera torturándola sin descanso:

¡Eso es…clavámela hasta el fondo…más, más fuerte…fóllame con fuerza…oooh, qué gusto siento…me voy a correr…sigue, sigue así vamos…!

Al fin lo había logrado. Allí estaba completamente desatada y disfrutando como una perra con una polla que no era la mía. En nuestros momentos íntimos jamás la había visto comportarse de aquel modo tan salvaje, jamás la había oído decir y expresar sus sentimientos los cuales parecía haber tenido guardados hasta ese momento en lo más oculto de su ser. A lo sumo había logrado arrancarle un pequeño y tímido suspiro al llegar al orgasmo pero nada parecido a aquello. En ocasiones la vida nos da estas sorpresas y cada vez estoy más y más seguro que mi bella esposa necesitaba dar a conocer sus ocultos sentimientos en brazos de otra persona que no fuera yo.

El ver a mi esposa follando de aquel modo hasta orgasmar en brazos de Felipe notando correr la calidez de su semen en sus entrañas, hizo que me olvidara de ellos y me centrara en Tina la cual no paraba de moverse pidiéndome su parte en el festín. Había gozado de los placeres que podían proporcionarme sus labios y su lengua pero ahora deseaba gozar y hacer disfrutar a aquella hermosa mujer que me alegraba la vista con todos sus encantos. Noté los pliegues de sus labios vaginales comprimiéndome la polla y regalándome un profundo placer con el roce de sus paredes cada vez que entraba y salía de su interior. Ahora éramos nosotros quienes nos movíamos disfrutando de todo aquello que nuestros cuerpos podían ofrecer al otro. Las rotundas nalgas de Tina no paraban de golpearme moviéndose adelante y atrás y de forma circular buscando su propio placer pero también tratando de encontrar el mío. Aquella mujer era una verdadera bomba de relojería lo cual pude ver al notar cómo explotaba en un orgasmo encadenándolo a continuación con otro mucho más escandaloso que el anterior.

Aún no sé como pude aguantar sin correrme los tremendos movimientos de aquella hembra pero el caso es que dejándola jadeando sobre el sofá me acerqué a mi mujer. Ahora era mi turno de gozar de ella y pensaba hacerlo a conciencia. Pude ver como hilillos del esperma de Felipe escapaban de su sexo llenándole el rizado vello de su pubis. Leonor jadeaba sin recuperarse todavía del orgasmo obtenido con nuestro amigo así que, cuando me vio junto a ella me miró relamiéndose los labios con la lengua para así provocarme aún más con aquella cara de zorra que le había visto minutos antes.

¡Ahora quiero que me folles tú! –me dijo susurrándome en voz baja al oído como si de un secreto entre los dos se tratara.

Sin dudarlo un momento más me lancé sobre ella y cogiéndome la polla con la mano se la metí de una sola vez haciéndola gritar como nunca había hecho hasta entonces. La veía desatada, enloquecida y disfrutando de un modo altamente explosivo. Movía la cabeza a uno y otro lado pidiendo más y más y yo, con cierta dificultad, miraba de complacerla golpeándola al ritmo que ella me iba marcando. Con sus bien cuidadas uñas me arañó la fina piel de la espalda haciéndome gritar de dolor. Apartándome con fuerza a un lado se montó encima de mí cabalgándome de forma desesperada una y otra vez hasta que ambos acabamos reventando en un orgasmo feroz e inhumano como jamás habíamos sentido. Fue un orgasmo intenso, despiadado, como si en esos momentos quisiéramos decirnos todo aquello que no nos habíamos dicho hasta entonces. Leonor cayó derrengada sobre mí respirando aceleradamente y besándome cariñosamente el hombro mientras trataba de recuperarse de tan explosivo encuentro. Ríos de lava corrieron en el interior de su vagina entregándole todo el esperma almacenado en mis doloridos testículos.

Pero ahí no se habían acabado todas las sorpresas de aquella noche pues apenas dos minutos más tarde de habernos corrido, observé como me abandonaba acercándose a Felipe nuevamente para cogerle sin vergüenza alguna la polla para llevarla a su boca iniciando una lenta y suave felación. Así estuvo un buen rato jugando con la lengua con aquel tremendo mástil, ensalivándolo convenientemente hasta dejarlo bien húmedo y reluciente. Acompañó los movimientos de sus labios y su lengua con la mano masturbándolo una y otra vez y cada vez más deprisa hasta que nuestro amigo, con los ojos en blanco, eyaculó en el interior de la boca de mi mujer sin que ésta mostrara la más mínima intención de apartarse.

Más bien todo lo contrario… Con gran placer pude verla intentar tragarse toda la descarga, parte de la cual resbaló por la comisura de los labios hasta caer sobre sus pechos bajo los cuales palpitaba su corazón de tal forma que parecía amenazar con escapar de ellos. Una vez le hizo correr, se sacó muy lentamente la polla de la boca y la fue lamiendo hasta dejársela bien limpia y brillante.

Con aquel espectáculo mi polla volvía a mostrarse en plena forma así que me fui de nuevo hacia ella. Mientras entre Leonor y Tina chupaban la polla de Felipe lo que me quedaba más al alcance era el impresionante trasero de mi esposa. Una idea pasó por mi cabeza durante unos breves instantes. Aquel oscuro y pequeño agujero era el único que mi mujercita mantenía virgen pues jamás me había dejado gozar del mismo.

Teniéndola allí arrodillada sobre la alfombra, escupí sobre mis dedos y le embadurné bien de saliva su agujero posterior. Leonor no decía nada, apenas emitía algún leve gemido de asentimiento ante mi lento avance. Metí primero un dedo y luego otro más comprobando como su esfínter se iba relajando permitiendo sin queja alguna mis caricias las cuales se iban haciendo a cada paso más y más profundas. De los labios de mi mujer aún no había salido una sola protesta, ni una sola queja. La estuve follando lenta, muy lentamente con mis dedos viéndola cada vez más propicia a mis perversos deseos de marido enamorado. Poniéndome tras ella acompañé la entrada y salida de mis dedos con suaves e intensos lametones los cuales lograron hacerla dar un respingo de satisfacción. Escuchándola suspirar al tiempo que movía su lindo trasero animándome a ir más allá, me situé tras ella con la polla en ristre y apunté la cabeza de mi glande sobre ese oscuro agujero para poco a poco y con sumo cuidado ir entrando en su interior. Al mismo tiempo que con una mano llevaba sus caderas hacia mí, con la otra le masajeaba el clítoris tratando de apaciguar de ese modo la aflicción inicial.

Mi bella esposa lanzó un fuerte grito de dolor al sentir la entrada de mi gorda cabeza en aquel agujero nunca probado hasta entonces. Aguantó la respiración intentando soportar los primeros instantes de la sodomía. Yo, una vez entró la cabeza de mi grueso pene, me quedé quieto unos instantes no queriendo forzarla hasta que se acostumbraran sus paredes a tan tremendo visitante. Se la veía tan bella mordiéndose ligeramente el labio inferior y retorciéndose de gusto…Con las caricias sobre su coñito y su clítoris logré que se relajara y que su esfínter se fuera dilatando para así poder pasar a la siguiente fase de su iniciación anal. Llevándola hacia mí la hice apoyar la espalda en mi sudoroso pecho y diciéndole frases ardientes y cálidas empujé fuerte arrancándole ahora sí un grito desgarrado mientras trataba de separarse de mí.

Tranquila amor…tranquila…tan sólo te dolerá un poco al principio pero luego gozarás como nunca hayas gozado.

Sin estar convencida para nada, Leonor intentó soltarse de aquel abrazo con el que la tenía bien sujeta. Redoblando mis esfuerzos sobre su sexo moví mis dedos a gran velocidad y de ese modo observé con gran agrado como los gritos iniciales de dolor de mi mujercita se transformaban con el paso de los segundos en pequeños gemidos de placer. La sodomización de Leonor iba por buen camino así que bombeé con mis riñones quedando perfectamente ensartado en ella.

Con la mirada perdida por el gran placer que estaba sintiendo y estando bien apretado dentro de tan confortable agujero, pude ver a Felipe tumbarse boca arriba en el sofá y como Tina se sentaba sobre él a horcajadas empezando a botar y botar sin parar cabalgándolo a los pocos segundos a un ritmo realmente infernal. Resultaba altamente morbosa aquella escena que los cuatro formábamos en el salón de nuestros amigos follándome yo a mi mujer mientras mi amigo hacia lo propio con su esposa. Mi mujer, no dejaba de gemir e incluso de gritar como si le estuviera haciendo mucho daño. Pero yo ya estaba lanzado así que seguí sodomizando aquel estrecho agujero de manera salvaje hasta que los dos, gracias a mis caricias sobre su coño, nos corrimos haciéndola llorar cayendo rendida y dolorida sobre la alfombra.

Me derrumbé sobre ella besándola con infinita gratitud el hombro mientras los fuertes aullidos de Tina invadían la estancia. Elevando la vista hacia ellos pude ver a nuestro amigo cogiendo a su mujer fuertemente de las nalgas e incorporándose con dificultad para follarla de pie teniéndola bien sujeta. Quedé alucinado viendo a aquella hembra pasar los brazos por detrás del cuello de su marido y, con las piernas cruzadas enlazándole, empezar a botar salvajemente un largo minuto hasta acabar corriéndose ambos dando a conocer al mundo el orgasmo obtenido.

Al fin había acabado nuestra primera aventura con otra pareja. Realmente había sido mucho mejor de lo que yo hubiera esperado. Los cuatro habíamos disfrutado del cuerpo de los demás sin protestas ni censura alguna y tan sólo dejándonos llevar por los placeres del sexo. Había podido gozar de los agujeros de mi esposa sintiéndonos uno solo, fundidos hasta formar una unión perfecta. Allí quedamos los cuatro rendidos y agotados abrazando cada uno de nosotros a su respectiva pareja y uniendo de tanto en tanto nuestros labios besándonos con infinita dulzura.

Cinco minutos más tarde nos dirigimos cada pareja a un baño duchándonos para relajar nuestros cuerpos de aquel encuentro tan especial. Al salir de la ducha Felipe y Tina viendo la hora que era y siendo al día siguiente domingo nos invitaron a quedarnos a dormir aceptando nosotros de buena gana recogiendo nuestras cosas y metiéndonos en el dormitorio de invitados tras darnos las buenas noches. Por la mañana, me desperté entre las sábanas de aquella desconocida cama gracias a las caricias de mi esposa la cual me regaló con una buena mamada como respuesta a la noche que la había hecho pasar…

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Recuerdos del pasado (1)

Conociendo a Pedro (2)

Conociendo a Pedro

Pecando con mi hijo (2)

Pecando con mi hijo

Refriegas entre chicas (2)

Refriegas entre chicas (1)

Dos para una

Unos días en casa de su tía (4)

Unos días en casa de su tía (3)

Unos días en casa de su tía (1)

Unos días en casa de su tía (2)

Dulce despertar (3)

Dulce despertar (2)

Dulce despertar (1)

Con mi tío Roberto

Interesante compañía

Navegando por el Cantábrico (8)

Navegando por el Cantábrico (7)

Navegando por el Cantábrico (6)

Navegando por el Cantábrico (5)

Navegando por el Cantábrico (4)

Navegando por el Cantábrico (3)

Navegando por el Cantábrico (2)

Navegando por el Cantábrico (1)

Entregada al hijo de mi vecina (5)

Entregada al hijo de mi vecina (4)

Entregada al hijo de mi vecina (3)

Entregada al hijo de mi vecina (1)

Entregada al hijo de mi vecina (2)

Nenitas lascivas (7)

Nenitas lascivas (6)

Nenitas lascivas (5)

Nenitas lascivas (3)

Nenitas lascivas (4)

Nenitas lascivas (1)

Nenitas lascivas (2)

Nenitas lascivas (1)

La mujer de la verdulería

Asistencia en carretera

Hermanita viciosa

Helado de vainilla y chocolate

Sexo con mi tío

Un encanto de hombre

Ninfas hambrientas

Perdiendo el control junto a mi sobrina

Recoger a los niños al cole

Nines, mi dulce sobrinita

Deleites negros

Sesión de las seis

Amante desconocido

Visita muy provechosa

La boda de mi prima (3)

La boda de mi prima (2)

La boda de mi prima (1)

Sorpresa agradable en compañía de mi sobrina

Placeres desenfrenados

Intimidades lésbicas

Gozando con mi suegra

Juventud negra

Caricias entre mujeres

Yo os declaro marido y mujer

Pasión desmedida

De vacaciones por Mallorca

Yendo de compras

Visitando a mi tía Leire

Feliz descubrimiento con mi tío Blas

Reunión de trabajo y placer

Pasando el domingo con un matrimonio muy liberal

Noche de sábado muy movida

Encuentro inesperado

Montándomelo con mi querida tía

Abandonando el lecho conyugal

Amores lésbicos

Amor incestuoso entre madre e hijo

Orestes, el jardinero de mis padres

El lento despertar de la bella Sara

Viaje en el Ave Madrid-Barcelona

Mi mujer es una guarra de mucho cuidado

Acabé siendo una verdadera puta

Encuentro casual con mi cuñada

Sensuales caricias maternas

Empieza el día en el ascensor

Contacto con mi nuevo amante y mi sobrina

Tres semanas en casa de mi prima (2)

Dinero sangriento

Seducida por una desconocida

Tres semanas en casa de mi prima (1)

Mi primera experiencia en el incesto

Un pintor de brocha gorda

Iniciándonos en el intercambio de parejas

Amando a mi compañera del instituto

Deseos húmedos

Viaje caliente a París

Un hombre de ocasión

Dos amantes retozando frente a mi ventana

Perdí la decencia con mi joven cuñado

Amores perversos en un hotel

Es estupenda mi tía Mónica

Juegos femeninos

Incesto con mi padre y mi hermano

Quitándole el novio a mi hermana

Una tarde en el cine

Acabando con la virginidad de mi sobrina

Encuentro amistoso

Sintiéndome puta con el negro

Me cepillé a mi tía

Violación fallida

Follando con el novio de mi nieta

Polvo antológico con mi hijo

El profesor universitario

Trío con mi mujer en un restaurante

Conversación entre dos amigas

Seduciendo a una mujer madura (1)

Seduciendo a una mujer madura (2)

Un día de playa (2)

Un día de playa (1)

Mi adorable Yolanda

Una noche loca junto a mi hijo

Madre e hijo

Intensas vacaciones con la familia

Navidades junto a mi sobrino

Mi tía Maribel

Tres mujeres para mi hijo

Me follé a mi propio hijo

Con Emilio en el aeropuerto

En el baño con mi amante argelino

Un buen polvo en los probadores del Corte Inglés

Disfrutando del cumpleaños de mi joven yerno

Cálidas vacaciones de verano

Volviendo a la playa nudista

En la playa nudista

Jodiendo con el cachondo de mi sobrino

Daniela, la madre de mi amigo

Conociendo íntimamente a mi hijastro

Mi querídisimo sobrino Eduardo

Un maravilloso día con mi futuro yerno

Deliciosa despedida de soltera

Kareem, nuestro masajista preferido

Mi clienta favorita

Bruno

Follando con la madre de mi mejor amigo

Con mi vecino Carlos

Aquella noche en la discoteca

Mi primer trio con dos maduras

El negro y su amigo