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Quitándole el novio a mi hermana

en Amor filial

Quitándole el novio a mi hermana


Siempre me había sentido atraída por el novio de mi hermana Pilar. Desde el primer día que cruzó la puerta de la casa de mis padres. Ya hace diez largos años que ocurrieron los sucesos que voy a contaros pero todavía, cuando refresco la memoria, los recuerdo como si hubiese sido ayer. No pude negarme a seguir los dictados de mis más íntimos deseos, en busca de lo desconocido, de lo prohibido…..

Siempre me había sentido atraída por el novio de mi hermana Pilar. Desde el primer día que cruzó la puerta de la casa de mis padres. Ya hace diez largos años que ocurrieron los sucesos que voy a contaros pero todavía, cuando refresco la memoria, los recuerdo como si hubiese sido ayer. No pude negarme a seguir los dictados de mis más íntimos deseos, en busca de lo desconocido, de lo prohibido…..Y debo reconocer que no me arrepiento de nada, es más, viéndolo en perspectiva pienso que fue lo mejor que nos podía haber sucedido. Sé que mi hermana jamás me perdonará aquella traición, aquella felonía, pero, en aquellos momentos tan solo pude dejarme llevar por la lujuria y la pasión.

Carlos era el chico más guapo de todo el barrio, todas las chicas andaban detrás de él. Él se aprovechaba de este interés femenino hacia su persona dejándose querer. Acababa de finalizar la carrera de Derecho y salía con mi hermana desde hacía año y medio. La verdad es que no me explicaba qué había visto en ella pues Pilar siempre ha sido una mojigata de cuidado. Pensaréis que sentía envidia de ella y debo reconocer sin rubor que así era; como dije antes no era la única que bebía los vientos por Carlos. No sé, quizá mi querida hermanita se transformaba en la intimidad y follaba con su novio como una loca. En fin….

Carlos tenía cuatro años más que yo, me encontraba en mi primer año de Farmacia y debo decir que a mis dieciocho años no me faltaban pretendientes. Aunque Carlos tenía algo especial, no sabría decir el qué pero nada más verlo mi cuerpo se encendía de un modo diferente. Me había masturbado en más de una ocasión pensando en él y los domingos cuando venía a comer con Pilar me metía al baño tras la comida y me satisfacía con mis mejores corridas imaginando que me besaba, que me acariciaba, que me hacía vibrar entre sus brazos…..

Sin más preámbulos pasaré a contaros la aventura más sensacional de mi vida y gracias a la cual ahora me encuentro felizmente casada con Carlos aunque mi hermana Pilar no me hable desde entonces.

Paseaba un día tranquilamente por el centro de Mallorca tras haber hecho unas compras. Siempre me ha gustado la ropa así que me había comprado una bonita falda que me llegaba hasta los pies y dos camisetas de tirantes que remarcaban mis bonitos pechos. Me senté en una terraza a tomar una taza de café y relajarme mirando la gente que paseaba a mi alrededor. De pronto alguien me saludó a mi espalda haciéndome pegar un pequeño grito ante tan inesperada presencia. Al volverme me encontré con quien menos podía esperar. Allí estaba Carlos sonriéndome con aquella sonrisa que tanto me hacía estremecer. Apenas pude contestar con un tímido hola. Iba vestido con un pantalón corto blanco, un polo de color morado y unos mocasines azul marino.

Hola Marina, qué sorpresa tan agradable encontrarte por aquí. ¿Qué estás haciendo? ¿Me permites que me siente contigo? –me preguntó con la mejor de sus sonrisas.


¡Oh sí claro, qué tonta! Siéntate por favor –respondí algo atolondrada y turbada. He estado comprándome unas cosas y apenas llevaba cinco minutos sentada cuando apareciste.

Nos dimos dos besos como buenos futuros cuñados y Carlos cogiendo una de las sillas se sentó frente a mí.


Y cuéntame, ¿qué te has comprado? ¿Puedo verlo? –dijo tratando de agarrar la bolsa mientras yo trataba de impedírselo.


Déjame, ya te lo enseño. Sólo son dos tonterías de nada –dije mostrando las dos camisetas y la falda.


A ver lo que tienes por aquí. La falda es muy bonita y las camisetas estoy seguro que deben hacerte parecer muy sexy. Esta de color blanco combina muy bien con el tono bronceado de tu piel.

Enrojecí levemente agradeciéndole el cumplido y le respondí que él también estaba muy guapo. Al acercarse el camarero Carlos pidió una cerveza y hablando, hablando pasamos media hora sin darnos cuenta. Carlos me preguntó hacia donde iba diciéndole que pensaba irme a casa pues se me hacía tarde.

¿Vas en coche o a pie? –se interesó cogiéndome ligeramente del brazo.


Voy a acercarme a la parada del autobús pues no tenía ganas de coger el coche y vine en autobús.


Te llevo a casa, no se hable más. Me va de camino y además tengo ganas de seguir hablando con la guapa hermana de mi novia.

Aquello de “la hermana de mi novia” me sentó como una puñalada en medio del pecho. Ya me gustaría ser su novia y no la hermana de su novia. ¡Mierda! –pensé mientras recogía la bolsa de encima de la silla.

¿Pero qué dirá mi hermana de que me lleves a casa? –dije como si realmente me preocupara lo que pensara Pilar.


No te preocupes por ella. Además ¿qué hay de malo en acompañar a una chica guapa a su casa?

No quise seguir con aquella conversación y tras pensarlo un poco accedí a que me llevara en su coche. En el coche estuvimos hablando de los estudios y de que el próximo domingo vendría como siempre a comer a casa. Me preguntó si estaría en casa lo cual me sorprendió un poco pues sabía que todos los domingos estaba en casa sin falta a no ser que hubiese quedado con alguna amiga para comer con ella.

En un momento dado me preguntó si tenía hambre y le contesté que no. Sin embargo en esos momentos mi estómago me dejó en mal lugar anunciando completamente lo contrario pues me rugían las tripas pidiendo comida. Solté una carcajada nerviosa, me puse colorada y me invitó a cenar.

Acepto si no volvemos muy tarde a casa. ¿Me lo prometes?


Claro Marina, charlamos un rato y a las diez te dejo en casa. Me lo estoy pasando bien contigo y tengo ganas de que sigamos hablando.


Vamos entonces –acepté sintiendo cómo una sensación desconocida me recorría el cuerpo de arriba abajo. Iba a cenar con el chico más guapo del mundo, no podía creérmelo.

Durante la cena Carlos cambió de conversación preguntándome si tenía novio o si salía con algún chico. Aquella pregunta me extrañó bastante. ¿A qué venía tanto interés? Esquivé tan directa pregunta hablándole un poco de mis amigos, de mis impresiones sobre la Universidad, mis aventurillas, hablando de todo y de nada, sin comprometerme, sin dar detalles ni entrar en un tema a fondo. Terminamos de cenar y en media hora estaba de vuelta en casa. Nos despedimos con un beso en la mejilla y me pidió el número de móvil pues me dijo que lo había pasado muy bien conmigo y le gustaría que nos viésemos otro día.

¿Qué quería decir aquello? ¿Realmente me estaba tirando los tejos? ¿Qué podía decir mi hermana? Salí de aquel coche lo más rápido que pude y me metí en el portal de casa mirando a todos lados por si alguien me veía. Entré en casa diciéndole a mi madre que no tenía hambre, que había tomado algo fuera y me dirigí rauda y veloz a mi cuarto. Me desnudé en un plis plas y metiéndome al baño me masturbé pensando en Carlos. Tenía que follármelo como fuera……

Pasaron una, dos semanas y un miércoles al mediodía me llamó al móvil invitándome al cine y diciéndome que tenía ganas de verme. El corazón me dio un vuelco, iba a quedar con el novio de mi hermana para salir. No tenía ganas de estudiar aquella tarde así que sin pensármelo dos veces acepté su invitación quedando en la misma terraza del otro día. No quería que pasara por casa a recogerme, si se enteraba Pilar que había quedado con su novio para ir al cine seguro que me mataba.

Llegamos al cine y discutimos un rato sobre lo que queríamos ver. Cuando nos decidimos fuimos a la taquilla y, como insistió en pagar él las entradas, yo no me negué demasiado en darle aquel gusto. Mientras esperábamos a que empezara la película estuvimos dando vueltas por el centro comercial, viendo tiendas, tomamos un helado….

Se nos fue el tiempo y llegó la hora de entrar al cine. Buscamos sitio en las filas de atrás pues Carlos comentó que se veía mejor la película. Empezó la película y desde el principio no pude quitar la vista de la pantalla. Era una película de terror, de esas que me muero de miedo aunque sean mis favoritas. De tanto en tanto le apretaba la mano o la pierna o bien escondía la cara en su hombro para mirar de reojo. Lancé varios gritos de auténtico terror, no podía evitarlo pero me metía tanto en la película, me parecía tan real. Carlos se reía de mí y el muy bribón aprovechaba para espantarme haciéndome gritar y brincar del asiento. Afortunadamente no había mucha gente en la sala porque ya era la última función del día.

Salimos del cine haciendo los típicos comentarios post-película y Carlos seguía haciéndome brincar y gritar con los sustos que me pegaba además de las cosquillas que me hacía de vez en cuando. Así pasamos todo el camino del cine a mi casa riendo y haciéndonos bromas sin parar. La verdad es que lo pasamos genial, hacía tiempo que no me reía tanto. Le dije que parara a dos calles de mi casa y Carlos detuvo el coche en un hueco que había en una esquina. Salimos del coche y estuvimos riendo aún durante cinco minutos hasta que nos despedimos con el habitual beso en la mejilla. Estaba a punto de encaminarme hacia mi casa cuando me sorprendió dándome un beso en la boca al tiempo que me decía con voz trémula:

Gracias, hacía mucho tiempo que no me divertía tanto.

Me volvió a besar recogiéndome entre sus brazos y, allí en plena calle, nos besamos apasionadamente obligándome con su lengua a abrir los labios para acoger su cálida lengua la cual se mezcló con la mía. Me estremecí de placer, el sueño de mi vida se estaba cumpliendo, me encontraba en brazos de Carlos el cual me abrazaba con fuerza contra él. Notaba como se pegaba contra mí haciéndome sentir su paquete sobre mi pierna, lo notaba crecer poco a poco. ¡Dios mío, se estaba empalmando gracias a mí!

Carlos, por favor para –apenas pude pronunciar ante el acaloramiento que tuve. Piensa en Pilar…..


Olvídate de ella. Llevo mucho tiempo pensando en tí. La verdad es que me lo paso muy bien contigo. Con Pilar las cosas cada día van peor, hace meses que no me deja tocarla.

Me llevó a un rincón recogido y no tardó en poner sus manos sobre mi estrecha cintura bajándolas a continuación hacia mi trasero para levantarme un poco. Nos costaba besarnos pues él es bastante más alto que yo y se tenía que agachar al tiempo que yo me ponía de puntillas para llegar a su altura.

Para Carlos, para un momento–musité apenas. Déjame llamar a mi amiga para decirle que les diga a mis padres que duermo en su casa.


¿En qué estás pensando, preciosa? –preguntó realmente nervioso.


Esta noche quiero pasarla contigo. Llévame a tu casa y fóllame hasta el amanecer.


¿Realmente estás segura de lo que me pides? ¿No te arrepentirás después?


Carlos, hace tanto tiempo que te deseo en silencio. Tantas noches masturbándome mientras pensaba en tí…..

Llamé a mi amiga Teresa y le dije que si llamaban mis padres preguntando por mí les dijera que estaba con ella, que necesitaba que me hiciera ese favor y que sabría como recompensárselo. Teresa rió ante mi agitada petición y me dijo que lo pasara bien con mi afortunado acompañante. Al colgar pensé que más bien la afortunada sería yo. Subimos al coche tras haber hablado con mis padres diciéndoles que me quedaba en casa de Teresa a estudiar y que volvería a casa al mediodía del día siguiente.

Media hora más tarde llegábamos a su casa, un pequeño ático en el que Carlos disfrutaba de su intimidad. En el mismo ascensor aprovechó para meter su mano dentro de mi blusa buscando el molesto sujetador el cual desabrochó al momento. Me llevó suavemente hacia el interior de su casa cerrando la puerta con el pie. ¡Dios mío, qué cachonda estaba! Hacía tiempo que había perdido la virginidad y me había acostado con algún que otro compañero de la Facultad pero aquella noche con Carlos deseaba que fuera especial……

Me llevó hacia el pequeño salón sin dejar de besarnos y acariciarnos. Me quitó con rapidez la cazadora tejana tirándola al suelo mientras me empujaba hacia el sofá. Golpeé con mis piernas contra el mismo viéndome obligada a sentarme. Me lanzó contra el respaldo arrodillándose delante de mí.

Te deseo, te deseo….hace tanto tiempo que he pensado en esto. Vamos, házme el amor.


¿Y qué pasa con Pilar? –dijo burlándose de mí.


¡A la mierda con Pilar! Ahora sólo quiero que seas mío.

Le atraje hacia mí volviéndonos a besar de forma apasionada mientras Carlos agarraba con fuerza uno de mis senos. Mi sujetador ya estaba desabrochado así que metía las manos por debajo de la blusa mientras masajeaba mis excitados pechos de forma suave. Pellizcaba y tiraba levemente de mis pezones los cuales no tardaron en ponerse duros reclamando mayor tensión. Carlos mordía mi cuello y mis orejas arrancándome mis primeros gemidos de placer. Fue entonces cuando me dijo al oído:

Desde que te encontré tenía muchas ganas de hacer esto y me pasé toda la semana pensando en tí.


Yo también tenía ganas pero desde que te conocí. No sabes cuántas noches he pasado atormentándome pensando en lo que estarías haciendo con mi hermana –le contesté sonriendo.


¡Qué tonta! Como te dije antes en la calle, hace meses que no hacemos nada. Pero eso va a cambiar contigo preciosa. Quiero hacerte el amor hasta que te retuerzas de placer.

Dicho esto me quitó la blusa y me soltó la cremallera de la falda al mismo tiempo que lamía mis duros pezones para luego envolverlos entre sus labios. Le abracé y le indiqué que continuara con aquel dulce tormento pero, como no me parecía justo que yo estuviera en bragas y que él siguiera todavía vestido, le levanté la camiseta hasta lograr arrancársela. Me dediqué con sumo cuidado a explorar con mis manos y mi boca su velludo pecho, su espalda, sus hombros, su ombligo hasta acabar bajándole el pantalón.

Me levanté del sofá haciéndole sentar en el mismo totalmente entregado a mis caricias. Le besé de manera dulce uniendo mis labios a los suyos, empecé a jugar con sus orejas quedando gratamente sorprendida al verle temblar gracias a aquella inocente caricia, bajé hacia su cuello, sus hombros hasta llegar a su pecho en el cual me entretuve con sus pezones mordisqueándolos hasta hacerle gemir como un loco. Fui bajando lenta, muy lentamente hasta toparme con el cierre de su pantalón y un bulto que mostraba un aspecto realmente prometedor. Le desabroché el pantalón y me tomé mi tiempo para bajárselo, quería hacerle sufrir mientras lo miraba y sonreía. Carlos sólo se dedicaba a cerrar los ojos y acariciarme el cabello entre sus dedos. Ya sin el pantalón, le asomaba por el calzoncillo una polla dura y de tamaño respetable y la cual, mi naturaleza curiosa me invitaba a probar.

Veamos que tienes aquí…-dije mientras me relamía el labio inferior imaginando todo lo que podría hacer con aquel estupendo miembro.

Introduje la mano por dentro del calzoncillo comprobando que era grande y que ya chorreaba líquido pre-seminal. Pasé mis dedos de forma cuidadosa por la punta de aquel monolito, mientras lo fui sacando poco a poco hasta tener su verga dura y grande frente a mi cara. Jugaba con ella entre mis dedos y le di un besito en la punta mientras masturbaba su polla con una mano y con la otra le acariciaba los huevos. Empecé a hacer círculos con la lengua sobre el rosado glande, envolviéndolo con mi lengua; iba metiéndome poco a poco aquel orgulloso músculo en la boca. Chupaba con ganas al tiempo que succionaba jugando con sus cargados testículos mientras pasaba y repasaba la lengua por todo su tronco chupando bien la cabeza y metiéndolo en mi hambrienta boca una y otra vez.

¡Qué gusto me estás dando! Sigue así y no tardarás en hacerme correr –le escuché exclamar mientras cerraba los ojos con fuerza tratando de dominar el creciente placer que sentía.

Me agarró de los brazos haciéndome levantar mientras continuaba masturbando y masajeando con la mano su tieso cipote y sus testículos. Me entretuve besándole y mordiéndole los hombros y el sudoroso cuello. Finalmente se corrió en mi mano llenándomela de espeso y blanquecino semen. No pude evitar llevármelo a los labios saboreándolo con gran deleite mientras el resto lo quité con un pedazo de papel.

¡Dios mío, qué placer me has dado! Me has hecho correr sin poder evitarlo.


¿Qué te ha parecido? Dime, ¿te ha gustado? ¿Lo he hecho mejor que mi hermanita?


Eres una brujilla, una putilla que está consiguiendo hacerme enamorar poco a poco.

Aquella inesperada confesión me hizo sonreír de forma triunfal, el saber que estaba logrando atraer hacia mí al novio de mi hermana me hizo sentir única y especial. Estaba dispuesta a luchar por él hasta arrebatárselo a Pilar y conseguir hacerlo mío.

Carlos me agarró de la cintura empujándome sobre el sofá. Se acostó sobre mí confesándome débilmente al oído que le había encantado la mamada que le había hecho. Empezó a jugar con mi oreja metiéndome la lengua y mordiéndomela con infinito cariño. Me estremecí de placer corriéndome tan solo con aquella leve pero intensa caricia.

Ahora sí estaba segura que sería mío, no se me iba a escapar. La tonta de mi hermana tendría que buscarse otro hombre porque aquel iba a ser mío. Pensaba hacerle correr hasta caer rendido, que no tuviera ganas de buscar otra que le diese placer. Estaba acostumbrada a conseguir lo que me proponía así que aquella vez no iba a ser distinto. De mis orejas pasó al cuello bajando hacia mis hombros hasta llegar a mi palpitante pecho en el cual se entretuvo lamiendo y mordisqueando levemente mis pezones.

Así sí, chupámelos despacio. ¡Me encanta lo que me haces! Vamos, muérdeme los pezones con cuidado.

Chupaba y mordía un pezón mientras con la otra mano jugueteaba pellizcando y estirándome el otro pezón, acariciándome la teta completamente sopesándola con la mano. Yo gemía feliz, en esos momentos era la mujer más feliz del mundo. Me encantaba la sensación que me producía mientras jugaba con mis pezones.

Finalmente abandonó mis senos bajando a través de mi abdomen pero sin soltar mis tetas. Alcanzó mi ombligo y tras jugar con él unos segundos bajó hasta llegar al monte de Venus. Se sumergió entre mis piernas lamiéndome el monte de Venus mientras con una mano abría mis labios vaginales notando lo mojada que estaba.

Pasaba y repasaba los dedos cerca de mi inflamado clítoris, sin pretender tocarlo en ningún momento, tan solo rodeándolo para hacérmelo desear aún más. Siguió el mismo camino con su lengua mientras no podía evitar retorcerme con aquel sufrimiento que me hacía sentir.

Cada vez que pasaba cerca de mi clítoris gemía más y más fuerte como dándole a entender que quería que se hiciera con él y no continuara con aquel tormento. Sin embargo Carlos, no sé por qué oscura razón se empeñaba en rodearlo haciéndome que me mojara aún más. Cuando vio cómo me escurrían una buena cantidad de jugos por las piernas fue cuando se decidió a meter dos dedos de una vez haciéndome chillar como una loca.

Lamió mi clítoris con la lengua, despacio, presionándolo apenas un poco. Pasaba la lengua una y otra vez, succionando mi clítoris y mordiéndolo suavemente hasta que no aguanté más y acabé corriéndome empapándole los dedos y la cara.

¡Me corro, me corro! Me encanta tu lengua, tienes una lengua que me vuelve loca. ¡Joder, qué gusto me estás dando!


Pues aún queda lo mejor. Prepárate muchachita a gozar como nunca –me dijo agarrándome con fuerza de la cadera.

Sin desaprovechar lo mojada que me encontraba y todavía excitada por el último orgasmo que me había arrancado, se levantó y me tiró con decisión de los tobillos poniéndome al borde del sofá para levantarme sin apenas dificultad. Me puso contra la pared alzándome una pierna para facilitar la entrada de su enorme polla en el interior de mi agitada vagina la cual acogió aquel pene con gran placer. Fue entrando poco a poco dentro de mi vagina hasta que subí la otra pierna clavándome Carlos contra la pared durante unos breves segundos.

Te siento…te siento. Lléname con tu polla, Dios mío es enorme. Me llena entera, ¡sigue follándome, qué bueno!


¿Te gusta putita? Vas a ver lo que es bueno. Te correrás hasta que me supliques que pare. Me gusta lo zorra que eres.

A mí también me gustaba que me hablara de aquel modo sucio. No sé porqué pero aquellas palabras lograban encenderme aún más. Quería ser su zorra, que hiciera conmigo lo que quisiera, retorcerme con su polla dentro de mí.

Aquella postura contra la pared era bastante cansada para los dos así que, sin sacarla un solo segundo, nos giramos de manera que Carlos quedó apoyado contra la pared de nuevo sentándonos cómodamente en el suelo.

Sentándonos de ese modo empecé a cabalgarle marcando un ritmo buenísimo el cual siguió Carlos ayudándome a meterla más duro. Me cogió con fuerza de las caderas empezando a moverse dentro de mí haciéndome llegar al cielo con aquella estupenda follada. Aquella polla golpeaba una y otra vez contra mí sacándome al mismo tiempo suspiros ahogados mezclados con largos gemidos de dolor. No tardó aquella sensación de dolor en convertirse en un placer desconocido, nunca había sentido algo igual con los otros chicos con los que me había acostado.

¡Oh Dios mío, qué bueno es esto! No te pares Carlos, por lo que más quieras, no te pares….-dije arañándole el hombro hasta hacer brotar un breve hilillo de sangre.

No hacía más que gritar, gemir, emitir ayes de placer y de dolor, una mezcla dolorosa pero que me embriagaba por momentos haciéndome abrazarle, besarle de manera salvaje.

Me encantaba aquel modo salvaje de follar, buscando simplemente nuestros sexos, tratando de conocer nuestros desnudos y sudorosos cuerpos, buscando reventar en una explosión común de jugos vaginales y semen. Podía sentir como mis jugos escurrían por mis muslos de lo excitada que me encontraba. No paraba de gritarle que me encantaba hacerlo con él mientras Carlos me respondía con voz entrecortada:

¡Córrete bien chiquilla, así me gusta, que estés bien caliente! Vamos, pídeme más.


Me corro sí, voy a correrme. Me voy a volver loca, nunca me he corrido de este modo. Es fantástico, me corro, sí.

Empecé a sentir la cercanía del orgasmo. Apoyé las manos sobre su pecho lanzando la cabeza hacia atrás. Tuve que cerrar los ojos para gritar mientras sentía los espasmos del placer recorriéndome todo el cuerpo.

Yo también me corro preciosa. Tómalo, toma toda mi leche. Me encanta llenar tu coñito con mi leche –dijo mientras eyaculaba lanzando cuatro potentes chorretones de semen contra las paredes de mi irritada vagina.

Carlos se corrió casi al mismo tiempo que yo sin dejarme apenas descansar del orgasmo alcanzado. Mientras seguía apretando su herramienta en mi vagina, él seguía follándome de forma incansable hasta que con un gruñido empezó a soltar la leche dentro de mí. Seguimos moviéndonos cada vez más despacio hasta que nos detuvimos por completo. Se quedó dentro de mí sin extraer su dardo al mismo tiempo que nos besábamos relajándonos del combate que habíamos entablado apenas unos segundos antes.

Joder Carlos, jamás había gozado de este modo. Nadie me había follado de este modo. Ha sido realmente fantástico.


Marina tú tampoco has estado nada mal –me dijo mientras volvía a adquirir aquella sonrisa que tanto me hacía vibrar.


¿De veras te ha gustado? –pregunté un tanto atemorizada ante su respuesta.


Hace días que buscaba esto. El otro día no pude dejar de masturbarme pensando en ti y puedo decirte que lo de hoy ha sido lo mejor que me ha pasado nunca. Marina, te quiero…..


Aquellas palabras rebotaron en mi cerebro un millón de veces. No era posible lo que estaba oyendo pero en cambio era completamente real, le tenía allí a mi lado diciéndome aquellas palabras tanto tiempo deseadas.

¿Y qué me dices de Pilar? Es algo que tendrás que arreglar con urgencia. Tendrás que decírselo aunque le duela.


Es cierto, hablaré con ella. Me encargaré de eso a su debido momento.


No tardes en decírselo, no quiero problemas con ella. Tampoco se lo merece.


Bien, bien, deja de pensar en ella –me dijo apartándome a un lado el mechón que me caía sobre la frente.

Tal como dije al inicio del relato hace ya diez largos años que ocurrió la historia que acabo de contar. A los dos años me casé con Carlos y ahora somos felices con dos niños que son la alegría de nuestra casa. Sin embargo, desde el día en que Carlos le contó a Pilar que la dejaba por mí, mi hermana no me habla. Estas cosas suceden en ocasiones, unos ganan y otros pierden. Vuelvo a repetir que no me arrepiento de nada, siempre supe que Carlos era el hombre de mi vida y no podía dejarlo escapar. No sé lo que pensaréis de mí pero os diré que sólo me deje llevar por lo que me marcaba mi conciencia.

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