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Mi primer viaje en avión

en Sexo con maduros

Mi primer viaje en avión (1)

 

Cuando me contrataron en una empresa multinacional americana, me deslumbró la idea, aparte del sueldo, que tendría que viajar continuamente, era una ilusión de siempre y me llegó en un momento que aunque estaba bien empleada, no lo dudé un momento.

Me llamo Lidia, tengo 32 años, soy castaña, 1,70 m. de altura y de tipo con curvas sin llegar a “llenita” y con una cara bastante mona.

A los pocos días de incorporarme, me dijeron que debería ir a la central de la empresa en Houston (Texas, USA) para ver como se trabajaba allí para mentalizarme con las normas en competividad, eficacia, dedicación y eficacia, en otras palabras, comerme el coco.

Salí de casa muy elegante pues me habían informado de la forma de actuar profesional y eficaz, además de estar influida por las películas de mujeres directivas.

Salí desde mi ciudad en vuelo regional hasta Madrid y en Barajas cambié a la terminal de salidas para informarme de la hora del vuelo. Horror! Mi avión tenía su salida a las tres de la tarde, hasta entonces hice de todo, además de estar muy pendiente del equipaje, ir a la cafetería varias veces, leerme todos los catálogos posibles, quitarme los zapatos de tacón alto varias veces, en fin que cuando al final embarqué y me senté, creí que ya estaba todo arreglado. Como había suplicado en el mostrador, me había tocado ventanilla y me hacía ilusión ver el mundo bajo mis pies, estaba muy agitada.

Cuando despegamos estaba pegada al cristal mirando los montes, pueblos y carreteras, hasta que de momento todo se volvió gris, muy gris, me pareció precioso cruzar las nubes, pero cuando las superamos todo era como un colchón de algodón.

Al momento me pareció precioso pero después de varias horas de nubes ya estaba harta, los zapatos me mataban y me los quité, la falda me hacía daño en la cintura y hasta el sujetador me sobraba, yo miraba el mapa por dónde íbamos en la pantalla de la cabina y me desmoralicé, aun faltaba más de la mitad de tiempo.

Aunque me habían advertido, que no debía ponerme en la ventanilla, debía llevar ropa holgada y zapatos planos y anchos, no les había hecho caso, ahora lo estaba pagando.

Cuando no pude más, salí del estrecho asiento y fui al servicio, me miré en el espejo y me vi ojerosa, me arregle el maquillaje, me afloje la falda, me quité los tirantes del sujetador y me solté el liguero que creí que sería muy apropiado en USA. Las medias me ahogaban y me las quité, cuando me senté otra vez en mi asiento ya parecía otra, aun igual de estrecha, estaba más cómoda.

Ya me sentía una “experta viajera”, bajé la cortinilla de la ventanilla y me apoyé contra el respaldo, el silbido de los motores y el movimiento mecedor del avión consiguió que me durmiera, soñé que volaba desnuda y me corría el aire por todos lados, notaba las tetas frescas.

Además de tenerlas frescas notaba que se movían,  flotaban y mis pezones estaban erectos, me gustaba y no parecía ir en un avión lleno de gente.

Noté como mis pezones se estremecían al contacto de unos dedos y abrí un poco los ojos.

A mi lado un señor mayor, de unos 50 años o más estaba sentado leyendo un gran periódico en inglés.

Seguí durmiendo, volví a tener el mismo sueño, solo que esta vez la sensación de frescor se ampliaba a mis muslos, era una delicia, sin darme cuenta los separé y aumento la sensación de placer.

Miré el mapa y vi que aún faltaba mucho, me volví a dormir, otra vez el mismo sueño, puse las manos en mi camisa y noté que iba despasada dos botones de más y lo más sorprendente, tenia bajadas las dos copas del sujetador y mis pechos sobresalían de ellos apuntando al cielo.

Miré intrigada al señor de mi lado y lo encontré durmiendo apoyado al otro lado.

Estaba enfadada, extrañada y confusa. Miré detrás de mí y había dos chicos muy jóvenes, delante un matrimonio, o sea un misterio.

Mi vecino tenía el periódico sobre sus piernas abierto y me extraño que entre sus páginas hubiera una revista erótica, levanté con cuidado el pliego de papel y vi que desde la bragueta del señor que estaba abierta, salía una polla de bastante tamaño aunque estaba lacia,

Me indigné con él y pensé darle dos bofetadas con toda mi fuerza, pero pensé en el avión todo en silencio, con gente de todos los países, no me iban a entender y reprobarían mi conducta.

Opte por coger la polla del señor y guardarla en su sitio, la cogí con dos dedos de su piel, como si fuera un gato, la intenté meter dentro, era difícil, estando de lado y el pantalón plegado, por lo que tuve que abrir primero el pantalón y luego dejarla dentro de la bragueta, mientras mi mano maniobraba con la bragueta rozaba de vez en cuando la polla dormida, cuando ya tenía sitio libre para ella, la volví a coger de la piel, pero se me soltó y cayó pesadamente entre sus piernas, me imagine de momento si alguien se percataba de lo que estaba haciendo, el bochorno consiguiente si encima trascendía al exterior.

Por lo tanto tenía que dar una solución radical y definitiva, la cogí con toda la mano e intente esconderla, pero como era grande no cabía, por lo que intenté forzarla, con lo que descubrí el glande rosado y ancho.

En otra circunstancia me habría encantado metérmela en el coño, era larga y muy gruesa, aun estando flácida, me imaginé como sería en erección por lo que me moje los dedos y los pasé por el glande y el frenillo, al minuto de estar acariciándolo, empezó a dar señales de vida y empezó a crecer hasta alcanzar un tamaño grandísimo, llegué a asustarme pues, no había forma de parar el crecimiento de esta polla y ahora sí que no cabria ni en el bolsillo de las revistas del respaldo delantero.

Las venas se notaban hinchadas y el señor durmiendo plácidamente, parecía estar soñando pues tenía una leve sonrisa, la polla estaba inmensa, nunca había visto nada igual, me imaginaba si esto era lo que se veía, cuanto tendría dentro que no le veía. Intenté abarcar con mis dedos el grosor de semejante miembro y no podía rodearlo, y de largo era más que mi mano, solo lo que asomaba.

Miraba a mi alrededor como pidiendo parecer o consejo de alguien, alguna azafata o cualquiera, pero pese estar rodada de gente, estaba sola ante mi problema.

Pensé que si la había despertado, tenía la misión de volverla a dormir, no conocía otro sistema que hacerle una paja hasta que se corriera y se bajara.

Pero con la mano izquierda era muy difícil hacerlo, la solución que vi era la mantita que reparten para no enfriarse al dormir, la desplegué y la puse cubriéndonos a los dos, ya girándome podía llegar con la mano derecha, la cogí, me di cuenta que los movimientos eran muy bruscos al no poderla coger con una mano, me agaché y bajando la cabeza pude llegar dado su longitud atrapar su glande con los labios y con la mano subía y bajaba la piel por todo el tronco, aun así se me escapaba, no tuve otro remedio que metérmela más en la boca y apresurarme dándole unos toques a los huevos que tenía pegados a su base. La mano se movía a toda velocidad y sus venas estaban a reventar, el glande estaba ya morado y no se corría, en cambio se arrellanaba en el asiento, haciendo que apareciera mas trozo de polla para pajear, la recorrí toda, viaje arriba viaje abajo, ya su glande empezaba a palpitar dentro de mi boca cuando caí en la cuenta de que iba a manchar todo de leche y con el tamaño de polla, igual hasta le salpicaba al matrimonio de delante.

Mi cabeza parecía que me iba a estallar, pensando rápidamente y no encontrando solución, pensé sacar la bolsa para devolver en caso de mareo, pero luego qué? La dejaría bajo el asiento hasta que la usara alguien?

La única solución pasaba por recoger la leche en mi boca, lo malo es que no sabía lo que podía salir y luego? Qué haría con el semen, echarlo en el cenicero? Tampoco, pero mientras iba pensando a toda velocidad, con más velocidad notaba que iba a eyacular, con lo que decidí improvisar…

De momento se tensó todo su cuerpo y con varios espasmos salieron chorros de leche caliente que inundaba mi boca, ya no me cabía más y seguía saliendo, que hacer? Pues tuve que ir tragando según se me llenaba la boca, mi garganta tragaba a un ritmo loco, hasta que fue disminuyendo y aun así estuvo un rato dura, tuve que lamerla toda para limpiarla y guardarla.

Al final lo conseguí, gracias a la posición baja que había adoptado en el asiento, meter todo el trozo de carne, por fin pude subir la cremallera. Salí de debajo de la manta y me puse el chorro de aire fresco en la cara.

Habría asomado la cara por la ventanilla de haber podido, estaba colorada y sudaba por todos lados, hasta las bragas las tenía mojadas y no precisamente de sudor.

Continuará

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Mi primer viaje en avión (2)

Me relaje y me estiré sobre el asiento, quise olvidar el problema tan tonto en que me había metido yo sola.

Aun quedaba un tercio de ruta, que barbaridad de horas de viaje desde que salí de casa.

Me puse el aire flojo sobre mí y me dormí, el aire me refrescaba el cuerpo sudado, al rato noté que me estaba enfriando, pues sentía mucho fresco en mi pecho, me tapé y me acorde que tenia las tetas fuera del sujetador, lo cierto es que estaba muy cómoda, pero me apretaban los aros debajo de las tetas, disimuladamente me solté los corchetes y me saque por la manga el sujetador guardándolo en mi bolso.

Aaah! Que placer, deje los botones abiertos aun sabiendo que eran de más, pero entraba un fresco que me tenía los pezones duros.

Con los ojos cerrados, noté que el cuello de mi camisa se separaba y aun notaba más aire en mis tetas, pero era un fresco húmedo, entreabriendo un poco los ojos vi la mano del señor de al lado como me acariciaba los pezones, después de mojarse los dedos con saliva.

Me intrigó y como no hacía nada demasiado reprobable lo deje seguir, haciéndome la dormida,

Según mis pezones se erguían, el señor aumentaba la presión y abarcaba todo el pecho con su mano, la mano iba de uno al otro y cada vez se hinchaban más, las areolas parecían galletas marías.

Yo seguía “durmiendo” cuando su mano bajó, se posó en mi rodilla para después seguir hacia arriba pasando bajo la falda, mis muslos se separaron instintivamente y la mano aprovechó para subir hasta mi ingle, las llevaba depiladas en un triangulo y el vello rizado y corto, paso la mano suavemente por mis pelos y enredó sus dedos en ellos, las piernas ya ocupaban todo mi espacio del asiento cuando la manta que había usado antes me cubrió hasta el cuello, suspiré y me preparé para lo mejor.

La mano era de piel dura y velluda pero las yemas de los dedos eran gruesas y suaves.

Los labios ya se habían abierto y dejaban salir los aromas de mis jugos vaginales, la cabeza de mi vecino se notaba bajo la manta, subí la persiana de la ventanilla para que viera mejor y un rayo de sol bajó atravesando la suave manta.

Sus dedos abrían mis labios descubriendo mi clítoris hinchado y con dos de ellos descubrió el pequeño prepucio dejándolo brillante y húmedo, después separo mis labios vaginales y metió uno, lo saco mojado y note como lo metía en su boca y lo chupaba, después metió dos, el índice y el corazón, el pulgar se quedó acariciándome el clítoris, me escurrí en mi asiento y ya estaba casi horizontal cuando me subió la pierna apoyándola en el respaldo delantero, estaba totalmente expuesta y sus labios se juntaron a los míos separándolos con la lengua y metiéndolos en mi vagina aspiró notando como bajaban mis jugos hacia su boca, ya no podía más mi pelvis subía sin control hacia su boca, uno de sus dedos empapados se poso en mi ano, de momento di un respingo, pero insistió y con la humedad facilitó la entrada  del dedo anular en mi culo que por ser delgado entro con bastante facilidad, ya para cuando se añadió el dedo meñique mi culo no protestó, más bien lo agradeció.

Con los cinco dedos de su mano izquierda dentro de mí la calentura llegaba al máximo, ya estando cercano mi corrida, subió la cabeza hasta morderme un pezón, esta era la señal que esperaba mi cuerpo y un orgasmo me invadió hasta la nuca entre varias sacudidas, el relax sucedió al éxtasis y la mano desapareció lentamente y la manta se fue escurriendo al suelo, cuando baje la pierna al piso, me mire el escote, tenia las tetas mojadas de saliva se secaron con el aire acondicionado al momento.

Cuando abrí los ojos, mi vecino estaba leyendo otra vez el periódico, me acerqué a su oído y le dije…

--- Perdón pero lo está leyendo al revés.

Continuará

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Mi primer viaje en avión (3)

 

 

El viaje continuó sin mayores incidencias, el refrigerio escueto que nos sirvieron no estaba mal, me ofreció si quería, una copa de champagne para después, accedí y brindamos por nuestras respectivas estancias en USA.

Llegamos a Atlanta, un aeropuerto enlace de los más importantes de América y base de la compañía aérea, hice transbordo hasta Houston en otra compañía, el siguió a su destino, ya era de noche cuando llegué y me desplacé a un motel que tenía reservado.

Al día siguiente fui a la compañía y me trataron muy bien, las chicas me arroparon enseguida, sobre todo las latinas, las “anglos” eran más frías en el trato, pero no tengo quejas.

Las reuniones se sucedían y los chicos se acercaban con curiosidad hacia mí, pues el acento español les chocaba, las latinas eran de origen mejicano la mayoría, pero procuraban no hablar en español, por lo menos en público, no estaba bien visto.

Entre semana la agenda era muy apretada, el ritmo era vertiginoso, todo el mundo iba trajeado en el trabajo, menos el viernes que se permitía ir más de sport.

El viernes invité a una chica mejicana que me había ayudado bastante a cenar, ya estaba harta de hamburguesas y perritos calientes, la cena sabía que me iba a costar una pasta pero valía la pena el favor que me hacía.

Quedamos a la salida y nos fuimos a donde ella me aconsejó, cenamos muy bien, yo pedí vino, aunque ella se extraño pues es prohibitivo el precio, casi siempre beben colas y zumos raros.

Cuando al final terminamos de hablar en el restaurante, al intentar levantarnos, notamos sobre todo ella, que el vino era fuerte.

Insistió en llevarme a mi hotel, luego se iría a casa, el viaje hasta mi hotel fue toda una aventura, se pasaba de carril a carril en la autopista y se perdió dos veces, yo rezaba lo que sabía para que no nos parara la policía.

Al fin llegamos a mi motel y le dije que entrara un momento, pues amenazaba lluvia. Al entrar se notaba el alivio del aire acondicionado, fuera hacia un calor muy húmedo.

Le invite a sentarse y lo hizo en la cama, yo estaba harta de todo el día con tacones y me los quité, aun así era más alta que Elena, era una chica morena, con el pelo ensortijado y con un tipo parecido al mío, aunque con el culo más alto, los ojos negros y con unas pestañas preciosas.

Cuando me bajé de los tacones, ya más descansada me quité la camisa y Elena se quedó con la boca abierta…

--- Lidia, que lencería más linda llevas, me encanta.

--- No me digas, me alegro.

--- Es precioso el sujetador, y es de marca… francés… aquí no podemos comprarnos de esas marcas, valen muchos dólares.

--- Bueno sí, es de marca, pero normal.

--- Yo solo puedo comprarme la ropa en los grandes almacenes.

--- Te gustaría probártelo? Parece que tenemos tallas parecidas.

--- De verdad? Puedo hacerlo?

--- Claro mujer, toma pruébatelo.

Elena se quedó embobada al ver a Lidia sin sujetador, pero se repuso y bajando un poco la cabeza dijo…

--- Me parece que no me sentará bien, tú tienes los senos muy altos, mirando al cielo, yo los tengo un poco caídos.

--- Calla mujer, si eres más joven que yo, anda pruébatelo.

Rápidamente Elena se quitó la blusa que llevaba y quitándose el sujetador color carne que llevaba, se puso el negro de Lidia.

Lidia vio que efectivamente Elena tenia los pechos mas caídos, estaban más aplastados, con unos pezones negrísimos y aunque pequeños, en punta.

--- Ves, a mi no me sienta igual, me caen,

--- No mujer, si tenemos las mismas tetas las dos, lo que hay que hacer es ajustarlo para ti, trae.

Sin dudarlo se acercó a Elena, le estiró los tirantes ajustables y le subió las copas a la altura ideal, con lo que las tetas se le juntaron y abultaban por arriba haciéndole un escote muy bonito.

--- Te das cuenta? Mírate al espejo.

--- Wooaaoow, que cambio, ahora sí que tengo las tetas bonitas, me encanta.

--- De verdad te gusta? Pues te lo regalo, tengo otros, así podrás sentirte más guapa.

Elena se lo quitó otra vez, y lo miraba por todos los lados.

--- No puedo aceptarlo, es demasiado para mí, te lo agradezco.

--- Como que es demasiado para ti? Te lo regalo porque eres una buena amiga y te lo mereces.

--- Anda póntelo!

--- Si quieres me lo guardo para otro día.

--- No mujer, ahora es cuando debes llevarlo, te aseguro que te dará mucho placer, a mi me lo ha dado.

--- Es que tienes los pechos muy bonito, te puedo pedir un favor?

--- Claro lo que quieras.

--- Me gustaría tocarte los pechos, se ven muy duros y suaves.

--- Lo que tú quieras, aunque los tuyos no están nada mal.

Elena se acercó a Lidia y abriendo sus manos, las posó sobre las tetas de Lidia, las apretó y las juntó con las dos manos,

--- Son maravillosas, me gustan mucho, te puedo pedir otro favor?

--- Por supuesto, lo que quieras.

--- Me gustaría besártelas, me gustan mucho tus pezones tan grandes, los míos son como botones.

--- Pero si son muy bonitos, y además parecen muy sensibles, están sacando la punta, fíjate, que tiernos.

Elena se sentó en la cama y acercó a ella a Lidia que se ofreció con las tetas elevadas para que se las besara.

Le cogió una teta y le puso sus labios abiertos abarcando toda la areola, después hizo lo mismo con la otra, pero con los dientes le cogió el pezón que se asomó y con la lengua se lo acarició hasta sacarlo del todo, estaba con los dos pezones a su alcance y se los acarició con los dedos hasta hacerle gemir.

--- Elena, creo que los tuyos no están nada mal, porqué no me dejas probarlos a mí.

--- Si quieres, pero son muy pequeños.

Lidia tumbó a Elena en la cama gigante de 2X2 m. e inclinándose sobre ella le beso el pezón, que era prácticamente toda la areola, lo sorbió y los mordisqueó hasta que salían como dos granos de uva negra.

Elena le cogió la cabeza y levantándosela buscó sus labios y los beso dulcemente, Lidia le correspondió y después de mirarse fijamente se buscaron sus bocas ávidamente, entrelazando sus lenguas y buscándose las tetas para acariciarlas y besarlas con furor.

Lidia se levantó y quitándose la falda la dejo caer en el suelo, después se inclino sobre Elena y le soltó la suya, bajándosela hasta quitársela por los pies.

Elena abrió sus brazos y recogió a Lidia que se tumbaba sobre ella y se besaban ardientemente, a la vez que sus piernas se enredaban entre ellas.

Los besos se extendieron por los cuellos, pechos, estómagos, vientres hasta llegar a los muslos que no tardaron en separarse, para permitir que sus bocas de pegaran a sus bragas primero, y después de quitarlas, se apoderaran de sus labios y sus clítoris a estas alturas mojados y brillantes. En una cama tan grande las dos mujeres se ponían en cualquier postura, lo mismo se comían el coño, que el culo, que las tetas o la boca.

Lidia busco en su neceser su cepillo del pelo y cogiéndolo de las púas fue metiendo el mango entre los labios de la vagina de Elena haciéndole suspirar y gemir de placer mientras le chupaba el botón del máximo placer.

El cepillo sirvió para los dos coños y salió mojado de flujo de las dos chicas que lo chuparon entre las dos.

Una a la otra lamía sus labios, cuando notaron que el primer orgasmo les llegaba, se abrazaron en un 69 perfecto y se abandonaron entre espasmos de placer, hasta que se quedaron dormidas, desnudas entre las sabanas de la súper cama.

 Continuará

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Mi primer viaje en avión (4)

A partir de esa noche Lidia no durmió sola, Elena se la comía entera y al revés, mientras, durante el día se trataban con la mayor cortesía.

El día que se  tuvieron que despedir, lloraron las dos abrazadas, después de amarse por última vez, Elena llevó a Lidia al aeropuerto.

Esta vez ya no pidió ventanilla, ya había aprendido la lección y dejó al azar lo que le tocara.

Estuvo buscando el número de su asiento y lo encontró en medio de la fila del centro del avión,

Se conformó, pues sabía que como volvía a España, hacia el este, iba en contra del sol y se haría de noche enseguida, con lo que irían durmiendo todo el rato.

Al poco de despegar de Atlanta, pusieron una película y con los auriculares seleccionó el español y se dejo llevar.

La película era ya antigua y no tardo en darle sueño, sabía que quedaban muchas millas por delante, por lo que se descalzó y se aflojó todas las prendas que pudo.

El avión no iba lleno, por lo que las últimas filas vacías pronto se ocuparon por pasajeros veteranos, que se acostaban entre ellas.

Lidia se quedó en su sitio, cubierta con la mantita.

Poco a poco los vecinos de asiento se fueron disgregando y solo quedó el de su izquierda, un viajero de unos 40 años que se quitó los zapatos y se puso una zapatillas ligeras, también sabía lo que era volar.

El caballero iba bien vestido, de sport pero elegante, olía muy bien y sobre todo no roncaba.

Lidia recostó el asiento y se dispuso a dormir, lo consiguió en seguida y solo se despertó cuando notó que la cabeza de su vecino descansaba sobre su hombro, también él dormía, se fijo al quitarse la cabeza de encima y se volvió a dormir.

Al rato notó otra vez la pesada cabeza en su hombro, se volvió hacia él con la intención de sacudirlo y decirle con malas maneras que se fuera al otro lado, pero se fijo en su cara, era bastante atractivo, tenía unos bonitos labios y unas largas pestañas, al fijarse que tenia la boca entreabierta se inclinó sobre él y le dio un beso rápido, no se movió, y volvió a darle otro beso, esta vez más largo y apretado, sin respuesta siquiera, se atrevió en meter la lengua en aquella boca dormida y tampoco, decididamente no tenía suerte con los hombres, siempre los pillaba durmiendo.

Le cogió la mano y levantándola un poco la soltó.

Cayó sobre sus piernas inerte, Lidia se subió la falda hasta la cintura y se bajó las bragas, tapándose luego con la manta, cogió la mano del viajero y separando el dedo corazón de los demás, se acarició el sexo metiéndolo entre sus labios con suavidad. El sueño del caballero era como un tronco, por lo que se lanzó, aprovechando las anchuras del momento, poso la pierna sobre el asiento de al lado y la otra sobre las piernas del vecino dormido, así abierta totalmente cogió la mano del durmiente y se la pasó de arriba abajo por el coño ya mojado, frotando donde más gusto daba.

Le producía mucho morbo estar masturbándose con la mano de un hombre que además ni conocía y que ni se enteraba de nada.

Cuando se corrió, dejo la mano del soñador sobre su bragueta y se bajó un poco la falda, el sueño se apoderó de ella.

Al poco, el vecino que se había ido de su lado a dormir a un asiento vacío, regreso a su sitio a la derecha de Lidia, apenas lo notó.

El chico, que no tendría aun los 30 años, se colocó tumbado sobre su asiento y el otro vacío, la cabeza daba sobre la cadera de Lidia, y estuvo durmiendo como media hora, despertó y se dio cuenta que Lidia bajo la manta tenía la falda subida hasta el culo, alargó la mano y se aseguró de que no llevaba ninguna prenda debajo, pasó la mano y solo tocó pierna desde la rodilla hasta la cintura, dejó la mano caer entre los muslos y rozó el pubis recortado y rizado. Mantuvo la mano quieta, solo que de vez en cuando movía los dedos, sin notar reacción alguna, solamente se separaban los muslos un poco, lo suficiente para progresar un poco entre el pubis hasta que llegó a los labios tibios y húmedos, pasó el dedo de arriba abajo y fue haciéndose sitio cada vez que se abrían mas las piernas.

En un momento dado el cuerpo de la chica se inclinó hacia el pasajero de su izquierda también dormido profundamente.

El chico puso la palma de la mano bajo la rodilla de la chica y la fue levantando hasta ponerla en el reposabrazos y se escurrió entre el asiento hasta que llegó a ver el monte de Venus entre las piernas abiertas de la chica, olía a sexo con una intensidad que le atraía como un imán y fue acercando su boca hasta pegarla al coño de la chica que bajándose por el asiento solo apoyaba su culo en el canto del sillón, el chico comía a placer de aquel coño abierto y mojado de jugos aromáticos y solo se alejo cuando noto como de unas convulsiones bastantes violentas la chica se corría en un orgasmo anónimo.

El sueño era profundo pues se quedó en aquella postura incomoda, le cogió el culo y de las caderas y la fue estirando para tumbarla entre dos asientos, la dejo cuando estuvo más cómoda y la tapó con la manta. La visión desde su posición era muy excitante, las piernas abiertas, plegadas y el coño abierto, con el clítoris brillando entre sus labios, la polla del chico ya no cabía en su pantalón vaquero, por lo que abriéndose los botones del pantalón se la sacó y la descapulló cogiéndola con la mano derecha mientras con la izquierda metía dos dedos en la vagina de Lidia. No quería hacer una escena, pero en estos casos la polla puede sobre la cabeza, inclinándose sobre Lidia quito un poco la manta y con los pantalones en las rodillas se colocó entre sus piernas, se tapo con la manta otra vez y buscó la entrada de su vagina con la punta de su polla, cuando la encontró solo le bastó con dejarse caer y se fue metiendo poco a poco hasta estar clavada dentro del todo, ella levantaba su pelvis buscando un mayor contacto y entre cada movimiento se escapaban suspiros y gemidos de placer, estaba soñando, pues decía palabras incoherentes.

El chico no tardo en notar como desde la nuca hasta la polla le corría una chispa eléctrica y sintiendo una oleada de leche desde sus huevos hasta la polla le lleno el coño a la chica, aun tardo en salir pues quería apurar este coño tan inesperado y tan delicioso.

Lentamente salió y se fue dos asientos más atrás.

El vecino de la derecha estaba incómodo de tanto rato sentado y ahora con el peso de medio cuerpo de Lidia sobre él, iba a protestar y decirle que guardara compostura cuando se percató de que era una chica y francamente guapa, desde donde estaba la veía tapada con la manta hasta la cintura, le levanto con cuidado la blusa y le vio un par de tetas apretadas en un sujetador blanco bastante escotado, le separo el escote y metió la mano buscando su teta, la notó dura, tibia y suave, y con cuidado le soltó el tirante y le bajo la copa dejando el pecho al descubierto, la areola grande y redonda coronada por un pezón provocador hizo que hiciera lo mismo con la otra teta sacándola del sujetador, que quedó en su cintura, mientras cogía las dos tetas y las amasaba pellizcando los pezones salidos,

La chica con la cabeza apoyada en el reposabrazos del asiento respiraba profundamente y no parecía despertarse fácilmente, por lo que abriendo la bragueta, sacó su polla, que extrañamente estaba fuera del slip y de dos movimientos la puso dura, levantándose del asiento sigilosamente procurando no asomar de sobre los respaldos de delante, se inclino sobre la boca de la chica y la apoyo entre sus labios, pero al ver que no cooperaba insistió, pero tampoco, por lo que optó por taparle con los dedos la nariz, al faltarle el aire abrió la boca de par en par, le metió la polla dentro de la boca, soltó la nariz y la chica cerro los labios con la polla dentro, fue cuestión de ligeros movimientos para que entre la lengua y el paladar hicieran el papel de la vagina y provocara que un chorro de leche saliera disparado a su boca, la chica tosió, le había salido hasta por la nariz, pero solo se relamió y siguió durmiendo.

Cuando sonó el “ding dong, señores pasajeros abróchense los cinturones” Lidia se dio cuenta de lo desarreglada que estaba y se recompuso un poco, se calzo otra vez y cogiendo su bolso del maletero superior, miró a su alrededor, ya no quedaban casi viajeros en la parte trasera, habían salido por la puerta de atrás, salió por el finger hasta la terminal y después de recoger la maleta, se fue a buscar el otro enlace hasta su ciudad, estaba un poco rara y mareada.

Ella pensó para sí…

---Será el jet-lag.

Continuará…

Agradeceré sus comentarios.

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El pacto. (19).

Me hicieron creer que era afeminado. (30)

El pacto. (18).

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (6)

El pacto. (17).

Me hicieron creer que era afeminado. (29)

El pacto. (16)

Me hicieron creer que era afeminado. (28)

El pacto. (15).

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (5)

El pacto. (14)

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Me hicieron creer que era afeminado. (26)

El pacto. (13)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (3)

Me hicieron creer que era afeminado. (25)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (2)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (1)

El pacto. (12)

Me hicieron creer que era afeminado. (24)

El pacto. (11)

El pacto. (10)

Me hicieron creer que era afeminado. (23)

El pacto. (09)

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El pacto. (7)

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El pacto. (5)

El pacto.(4)

El pacto.3

El pacto (1)

El pacto. (2)

Me hicieron creer que era afeminado. (19)

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Viaje de un jubilado a La Argentina (50) FINAL

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Cada vez me encanta más la Navidad

Mi vecina de ático y sus habilidades.

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El divorcio de mis padres me hizo feliz

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Viaje de un jubilado a La Argentina (34)

Una Nochebuena especial

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La conversión de mi hijo Eduardo

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Mis primas de la capital (30) y FINAL

Mis primas de la capital (29)

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Mi timidez y mis tías (50) y FINAL

Mi timidez y mis tías (49)

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Mis primas de la capital (27)Estaba muy agradecido

Mi timidez y mis tías (46)

Mis primas de la capital (26)

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Mi timidez y mis tías (44)

Mi timidez y mis tías (43)

Mis primas de la capital (23)

Mis primas de la capital (22)

Mi timidez y mis tías (42)

El tío Culebra me quitó el miedo a los reptiles 1

El tío culebra me quitó el miedo. (2)

Mi timidez y mis tías (41)

Mis primas de la capital (21)

Un jubilado en el cine

Mi timidez y mis tías (40)

Mis primas de la capital (20)

Un pastor en el camino de Santiago

Mis primas de la capital (19)

Mi timidez y mis tías (39)

Memorias de un abuelo (2)

Mi timidez y mis tías (38)

Memorias de un abuelo (1)

Mi timidez y mis tías (37)

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Mi timidez y mis tías (349

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Mi timidez y mis tías 2

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Mi coño conquistó New York. (2)

Mis primas de la capital (13)

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (3)

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Mi coño conquistó New York.Cuando decidí labrarme

Mis primas de la capital (11)

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Mellizos y gemelas, de gavilán a paloma.

Mis primas de la capitál (10)

Para un concierto lo mejor es un trío, o más.

Mi ahijado, su hermano y su madre

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Mis tetas decidieron mi destino por mí.

Entre mi padre y mi tía me quitaron mis complejos.

Mis primas de la capital (9)

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Ayudando a mi mamá

Mis primas de la capitál (7)

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Dos que valen por tres.

Al conocer mi adopción encontré la felicidad

El chat me ayudó con mi sobrina (Continuación 2)

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