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El pacto. (43).

en Grandes Relatos

AMISTAD - DÍA DE CAMPO ESPECIAL.

                                                  En la cena no dejé que se pusiera la remera, empezó a comer tratando de taparse y me paré para ponerme detrás de ella, le tomé las tetas una en cada mano y se las acaricié pellizcando al pasar los pezones, se puso a mil y quiso pararse, le pedí que se quedara quieta, para mí era tanto placer el acariciarle las tetas como para ella recibir las caricias, le dije que eran hermosas y que si no sentía vergüenza al yo tocárselas tampoco debería sentir vergüenza para comer con las tetas destapadas.  Lo entendió y me senté nuevamente para seguir cenando, ella ya no hizo amago de taparse, después conversamos de muchas cosas, era huérfana de padres y madres desde hacía cuatro años y conocer al novio y luego marido le sirvió para, de alguna manera, estabilizarse y el “tengo ganas” sirvió para que me jurara fidelidad, salvo con el marido y que no pidiera nada, yo buscaría las oportunidades.

                                                  Al terminar tomamos un café y se sentó en mis piernas, me dio un par de besos y me abrazó fuerte, las caricias en las tetas volvieron a cumplir su función y se “aceleró” nuevamente, tanto que se arrodilló me abrió la bata y trató de mamarme metiéndola hasta la garganta, no pudo, tuvo un par de arcadas fuertes y el riesgo de que vomitara todo lo ingerido era mucho, entonces la llevé a la habitación.  Sin estar atada era un pulpo que tocaba, apretaba y se movía por todos lados.

                                                  Esta vez el orden fue distinto, la coloqué en cuatro y su culo, sus gritos y después su placer acompañado de orgasmos fue primero, el turno fue luego para su vagina con fuerzas, ganas, “chirlos” en las nalgas y orgasmos encadenados, quedó disfónica de los gritos de placer que profirió y a punto de terminar la hice girar para que el fondo de su garganta recibiera toda mi leche.  Gloria estuvo en la Gloria y quedó semi desvanecida para luego continuar durmiendo.  En la mañana, en el baño, recibió otra ración, menor en duración pero igual de intensa.  Le costó montar en el cuatriciclo pero se fue sonriente y bien cogida.

                                                  La mañana del sábado fue absolutamente tranquila, era extraño pero placentero estar tomando mate debajo del alero sin escuchar nada más que los sonidos del campo y sin nadie que hablara, pasara o interrumpiera mi elegida soledad, me pasé un par de horas así hasta que, un poco antes de las doce del mediodía, vibró mi teléfono, era Carolina.

  • “Hola mi vida, te llamaba para contarte que estamos volviendo al puerto, ya hicimos lo que vinimos a hacer, fue emocionante, la negra lloró mucho y nos agradeció la compañía.  Por las dudas todas nos tomamos la pastilla para los mareos pero, salvo en la salida del puerto por las olas cuando entrábamos al mar propiamente dicho, el barco no se movió mucho y para mejor estaba “planchado”.  Ahora que estamos volviendo se empezó a mover todo y algunas están un poco mareadas y con el estómago revuelto, Ana María es una de ellas por eso no te habla, igual es todo muy emocionante, nunca habíamos visto la ciudad desde el mar”.
  • Bueno, me alegro que todo haya salido así, ¿todo bien en el hotel?
  • “Sí, fantástico, llegamos antes de las ocho de la noche, nos acomodamos en las habitaciones, nos bañamos, cambiamos y cenamos en el mismo hotel, a Gracia y a otras no les daban los ojos para mirar todo, después de cenar salimos a caminar por la Rambla y fuimos a una calle peatonal, la ciudad está llena de turistas, miramos vidrieras, nos divertimos, tomamos helados y agotamos las memorias de los teléfonos sacándonos fotos además, como estábamos bien vestidas nos fuimos un rato al Casino pero no jugamos, miramos un rato y nos volvimos, tomamos algo en el bar del hotel luego “jugamos” un rato todas juntas en la habitación que ocupamos con Ana y después nos dormimos”.  Ahora vamos a almorzar, después un rato de playa, en la del hotel que es más exclusiva y luego haremos algunas compras”.
  • Eso me pone a temblar un poco, ¿todas las chicas se portaron bien?
  • “Sí, sí, ningún problema, integración total y no te hagas problemas que no voy a gastar mucho”.
  • Eso es lo de menos Cielo, no se priven de nada y dale los gustos a las chicas y ustedes dos, claro.  Carolina gritaba y se escuchaba el viento en el teléfono, pedí que me contaran luego y que siguieran divirtiéndose.

                                                  Luego de cortar la comunicación con Caro la llamé por Skype a Berta, me atendió Rocío y se puso feliz y contenta de verme, tanto así que besaba la pantalla.

  • “Hola mi amor, ¿cómo estás por allí?, nosotras extrañándote, Camila no puede hablar de vos cuando estamos juntas porque se pone a llorar.  Mamá ya viene está atendiendo a unos pescadores extranjeros que nos mandaron de una Agencia de Turismo de la capital, nosotros les cobramos un 20% más que a los locales pero nos paga la Agencia y ellos les cobran a los turistas.  Hoy por la tarde vienen dos parejas que nos alquilaron las cabañas toda una semana, Amanda está de lo más entusiasmada y acá esto anda cada vez mejor, se pelean por los turnos y estamos trabajando a destajo pero las cuatro tenemos un problema “cular””.
  • ¿Qué les pasa, andan con problemas en la vista.
  • “Jajajaja, no, Guille, no es “ocular” es “cular” los cuatro culos te extrañan”.
  • Loca, no te había entendido bien y me hiciste preocupar pensé en una conjuntivitis contagiosa.
  • “En realidad es para preocuparse pero ya encontré la solución, por Internet hay unos “juguetes” con cinturones adaptables y voy a comprar un par, no es lo mismo aunque ayuda”.
  • Estás terrible, decile a tu madre que me alegro que las cosas estén bien y que en otro momento la llamo porque ahora tengo que salir.
  • “Estamos todas terribles Guille, estamos…  Mamá se va a poner mal cuando sepa que llamaste, quería verte, te mando besos y abrazos”.  Le dije que igual para todas y corté la comunicación.

                                                  Eran casi las trece y no me iba a poner a cocinar, me subí a la camioneta y me fui a comer al restaurant.  Francisco se alegró de verme y me acomodó cerca de la caja, el local estaba lleno de gente, almorcé viendo que el “material femenino” daba gusto de verlo y algunos me saludaron con la mano, aún sin saber quienes realmente eran, me quedé como hasta casi las cuatro de la tarde haciendo sobremesa y “chusmeando” con Francisco.  En un momento le pregunté…

  • Francisco, no hablamos de la ensalada que hay que poner para la comida, ¿pensaste en algo?
  • “Guille, ya te dije que te quedaras tranquilo, ya tengo preparados unos diez bol para ensaladas con distintos ingredientes, también llevo las fuentes y las condimento mañana, se van a enloquecer con las ensaladas y la presentación.  Hay que armar una mesa como para veinte y que las sillas no estén muy juntas, llevamos las ensaladas y los cochinillos enteros, yo los trozo en el momento y cada uno se sirve”.
  • Sí, claro y vas a laburar como loco.
  • “Vos estás loco, quince minutos como máximo, olvidate, dedicate a recibir felicitaciones, a todo esto, ¿qué tal está el del helicóptero o el custodio?”.
  • No sé, no los conozco y aún si los conociera no sabría sobre esos gustos.

                                                  Se notaba que Francisco tenía ganas de hablar, me parecía un tipo sensacional y me sentía halagado que se brindara así conmigo y siguió…

  • “De eso no me caben dudas, lo tuyo es “revoleo” de tetas y conchas, está claro que tenés una mujer que es hermosísima, profesional y muy inteligente así que deduzco que no debe estar al margen de todas las otras que tenés”.
  • ¿Qué tenés hoy, tomaste algo fuerte, aspiraste de la “buena”, fumaste “maría”?
  • “Jajajaja, no uso nada de eso, ni alcohol tomo, pasa que, en mi condición aprendí a respetar los secretos y silencios pero son años de tratar y observar a la gente, miradas, modos, poses, acercamientos, roces…  Hasta te podría decir quiénes son ellas aunque seguro que alguna me queda en el “tintero”.  De la misma manera que vos, sabiendo mirar, sos como un “libro abierto”, un tipo bueno, carismático, sincero, frontal, enemigo de la hipocresía y amigo de no meterse en las cosas de los demás o de los que no te importan, más o menos como un Ángel pero lo que muchos no saben es que podés ser un Demonio con quienes no juegan en tu misma sintonía”.
  • Cada vez estoy más seguro, algo tomaste…
  • “Jajajaja, no, lo que sucede es que es muy difícil encontrar a alguien que maneje conceptos similares a los míos, yo te “calé” en el primer momento y olvidate de lo sexual, queda claro que para vos respetar al otro en esos gustos no incluye compartir los mismos y eso es también muy ponderable y respetable porque tampoco juzgás”.
  • Jajaja, parece que me hubieses robado mi “Diario Íntimo”.  Evidentemente la tenés clara, a mi me llevó varios años de Cursos y experiencias aprender y ser así, como decís, con la gente, me entrego hasta que me fallan pero no vivo esperando la falla del otro.  Hay varias formas o modos en mi que hacen que ignore a la gente como si no existieran, una es que me fallen y es cierto, en estos casos puedo ser muy malo, la prepotencia, la hipocresía, la ignorancia, el abuso, la mentira o que de entrada no me generen nada.  He llegado a convencerme que el único modo de proceder es el que utilizo pero, no lo exijo, sólo lo hago cuando doy y reniego o soy proclive a renegar de las segundas oportunidades.  Se me da por creer que no soy tan difícil de entender”.
  • “Yo lo entiendo clarito, son los demás que no lo saben ver y es mejor porque estarían siempre tratando de “meter las narices” en nuestra forma de ser”.

                                                  Estas eran las clases de cosas o de modos de pensar y actuar que yo entendía que podía derivar en una amistad, siempre había entendido que la amistad sólo se da cuando hay profundidad de conceptos que no se basan sólo en lo mundano.  La conversación banal, las jodas, las risas, las palmadas en la espalda y mucho de lo superfluo no se puede llamar “amistad”.  Amigo es el tipo al que vos le aceptás todo lo bueno o todo lo malo que te diga porque sabés que lo hace desde lo profundo de un sentimiento que no se compara y es recíproco porque uno sabe que lo que se le dice a un amigo, bueno o malo, es aceptado del mismo modo en que uno lo hace.

  • Evidentemente, no se te puede discutir el conocimiento para con la gente y estás, como me dice a veces Carolina, “un paso adelante”.
  • “A fuer de ser sincero, no encuentro el modo en que lo lográs, ya quisiera yo y no te lo voy a preguntar porque sé que no me contestarías pero…  a los ojos del común sos un viejito interesante y con dinero, más no dejás de ser “viejito”, ergo: piensan que la que está a tu lado está movida por el interés y yo estoy absolutamente convencido que no es por dinero, la mujer que está a tu lado te adora porque aparte de cama recibe atenciones y dedicación de vos”.
  • Jajajaja, no entiendo otro modo y al respecto, hubo una de tus clientas que me dijo eso mismo, lo de “viejito”, en la cara y después de una hora conmigo, hoy daría lo que fuera para que le diera bola.
  • “Jajaja…  ¡Eso es una maldad!, a una “puta chusma” como yo no le podés decir eso, la voy a empezar a buscar pero me huele a “almacenera y amiga o amiga y almacenera”, esas que ahora parecen “novias”.

                                                  Yo tenía “cara de Póker”

  • “Está bien con esa “cara de Póker” no puedo competir.  Hoy estoy muy contento, feliz diría, no te imaginás los años que han pasado desde la última vez que hable así con una persona afín y desde ya te digo que podés contar conmigo y con mi discreción para lo que sea, incluso si te “volteas” a la Gobernadora”.
  • Jajaja, que “película” que te hacés, sos terrible aunque debo admitir que está muy bien, quizás no tanto en lo físico pero tiene “nivel” y es el “tipo de mujer” que te atrapa.
  • “Ves, ese puede ser uno de tus secretos, vos mirás primero a la mujer y después a la hembra o, en todo caso, la hacés surgir y eso les encanta”.
  • Eso es parte de mi lógica pero no te podés olvidar del famoso “sex appeal” porque uno tiene lo suyo, jajaja.

                                                  La conversación era muy interesante y habían pasado más de dos horas, en eso vibró mi celular, era Ana María y yo no me cuidé para nada con Francisco enfrente.

  • Hola mi negra hermosa, ¿ya estás mejor, se te pasó el mareo?
  • “Hola mi cielo, sí, ya estoy mejor, recién volvemos de la playa y vamos a ir a comprar algo.  Gracias por esto Guille, fue muy emocionante y me llegó pero ya está, ya pasó, vos sos el único dueño de mi alma, te amo”.
  • Yo también mi vida, vayan de compras, compren y disfruten, diviértanse esta noche en el boliche.
  • “¿Cómo sabés que vamos a ir a un boliche?, bueno algunas, Rosalía, Graciela, Gracia y Marta se van a una obra de teatro, en el hotel les consiguieron entradas preferenciales, las demás vamos a bailar pero quedate tranquilo, toda nuestra “mercadería” se mira y no se toca”.
  • Ya sé, si se portan mal las espero con el rebenque, jajajaja, besos para todas.

                                                  Corté la comunicación y lo miré a Francisco.

  • Era Ana María, estaba muy emocionada porque cumplió el deseo del finado y todas la acompañaron en ese momento, fueron mar adentro y tiraron las cenizas.
  • “Menos mal que se murió el tipo, no le quedaban bien los cuernos.  ¿Ella es la número 2?”.
  • No señor, en confianza, es tan número 1 como Carolina y ellas lo entienden así, como entienden también todo lo de las demás mujeres.
  • “No te digo yo…  Me dijiste que fueron ocho al mar, más Gabi y Emilia que hablaron aquí conmigo y las “enganché” en el aire, más las venezolanas y alguna que otra suelta por ahí, ¿cómo hacés?, encima son todas mujeres “monumentales””.
  • No, “las” venezolanas no porque la más chica es la novia de mi hijo, es intocable, igual que Gimena, la dueña de “Los Nogales”, esas tienen “bigote y barba”.
  • “Bueno, con Gimena dejémoslo ahí, ahora es la novia de tu hijo pero antes no tenía “bigote y barba” y se le notaba a la legua la adoración, como sea, ¿de qué manera te arreglás?”.
  • Del mismo modo en que vos lo debés hacer con el personal, dos más dos, cuatro y al que no le guste, a otra cosa, no falla nunca, los tratás bien, le das lo que quieren y el que se tuerce pierde muchísimo y, es verdad, no tiene que ver con el dinero aunque no me importa gastarlo.

                                                  Había hablado con Francisco de cosas que nunca le había mencionado a nadie y sabía en mi interior que podía hablar de muchas cosas más, lógicamente, había cosas en particular que yo no hablaba ni con mi espejo.  Para todo lo demás, Francisco era un tipo en que se podía confiar.

  • Bueno, creo que me voy a ir para casa, no te voy a pedir comida porque anoche no fui a lo de mi hijo y tengo.
  • “Me imaginaba, anoche estuvo tu hijo comiendo aquí con Gimena, ¿te vas a quedar solo en tu casa?  Venite para acá, hoy sábado se reúne a comer la elite del pueblo y hay un par de señoras muy bien puestas”.
  • Mejor no, cuanto menos trato tenga va a ser mejor, la “flaca” viene a casa para convencerme de algo muy concreto y yo le escapo a la Política.
  • “Como Intendente le harías doler el culo a varios, vendría muy bien para el pueblo”.
  • Mirá, creo que nos hemos descubierto amigos así que a vos te lo puedo decir.  Yo estuve muy metido en los entuertos Políticos de toda índole, de hecho, hay amigos míos que están ahora de Políticos y han trabajado conmigo en las épocas jodidas y “pesadas” del país, hasta hace unos meses no tenía más que mis ingresos como Jubilado, tuve suerte en un sorteo y me saqué millones, muchos millones en verdes y cambié muchas cosas del exterior pero mi esencia es la misma y mis amigos saben cómo soy y como actúo, no hay cargos de Poder que me “muevan el piso”. 
  • En la reunión en casa de hace unos meses accedí a financiar al candidato para el pueblo pero como les dije que es un pelotudo, me contestaron que está pactado, lo eligen y se lo llevan a la Provincia a “vegetar” en un puesto “X”, iría como Intendente el Primer Concejal pero no tiene peso político.  No me lo dijeron aunque creo que quieren que aparezca yo, como mandado desde la Provincia, a hacer “limpieza” porque saben que no me “caso” con nadie.  El problema es que ya estabilicé la Estancia, ahora quiero que se estabilice la Clínica y después me iba a ir de Crucero por el Mundo con Ana y Carolina, esto me atrasaría todo tres o cuatro meses más.

                                                  Francisco me escuchaba atentamente asintiendo en algunas cosas y moviendo la cabeza negativamente en otras…

  • “Sinceramente, creo que deberías aceptar, nadie te puede discutir nada, sos honesto, pusiste una Clínica de la gran flauta con atención y medicamentos gratuitos, creo que estás por poner una radio que en el pueblo nunca hubo, pagás los mejores sueldos, tus empleados matarían por vos, índice evidente que no querés lucrar con la plata del pueblo como hace todo “pelagatos” que adquiere algo de Poder y tres o cuatro meses pasan rápido.  También podrías ponerles un límite, decir que lo harías desde tal fecha a tal fecha.  De todos modos yo no entiendo mucho del tema y caigo en el error de opinar como un ciudadano más que espera soluciones”.
  • Mejor esperemos a ver con que se aparece mañana porque en una de esas me estoy haciendo una “película” equivocada.
  • “Eso no te lo crees ni vos, sabés muy bien de lo que hablás”.
  • Posiblemente pero, ¿nunca tuviste ganas de estar equivocado en algo?
  • “Seguro que si pero, las cartas están echadas, veremos qué pasa, mañana estoy temprano por allí, ¿entro directamente no?

                                                  Le contesté que sí, que el camino lo llevaba y me despedí de él.  En camino para casa no iba pensando en las posibilidades o no del trabajo que me quisieran ofrecer, pensaba en que la Gobernadora tenía un buen par de tetas y un lindo culo que ocultaba siempre detrás de ropas holgadas.  Ya veríamos que pasaba el domingo…

                                                  Me fui a dormir temprano y me levanté muy animado, a las siete y media de la mañana ya estaba bañado, perfumado, cambiado, de elegante sport con ropa y calzado que me había comprado Caro y desayunado.  Muy poco antes de las ocho llegaron casi juntos, el peón en un coche de alquiler y Francisco con su camioneta, no bien descendió, nos saludamos, saludó al peón y activó todo.  Lo mandó a prender el fuego indicándole como quería que colocara los cochinillos, elegimos un lugar cercano debajo de árboles para colocar la mesa que era desarmable pero muy bien estructurada y distribuyó las sillas contando incluso el lugar del parrillero, armamos otra mesa más pequeña por si había que utilizarla para colocar algunas cosas y me dijo de entrar en la casa para ver la cocina y buscar los platos, cubiertos, manteles y demás utensillos.  Íbamos para la casa y me dijo…

  • “La verdad, tengo que felicitarte, sabía que era una casa hermosa pero desde afuera es una belleza, incluso desde la entrada de la tranquera ya es un espectáculo y cuando al dar la vuelta al bosque te encontrás con la casa, te deja sin palabras, imagino que adentro debe ser igual”.
  • Ahí está, es toda tuya, hacé uso y abuso o “chusmeá” a placer.  Al entrar en la cocina dio un gritito de alegría.
  • “Es maravillosa, me sale la “loca” de adentro cuando veo una cocina cómoda y surtida con todo lo necesario”. 

                                                  Le ofrecí algo para tomar y dijo que un poco de coñac, si era bueno, no le caería mal, de hecho, fue a mirar las bebidas y elegir las copas, calentó una copa grande y se sirvió un par de dedos, lo degustó y dijo que estaba exquisito.  Dejó la copa y fue a arrimar la camioneta a la puerta de la cocina e ingresó todo lo que traía, los bol de ensalada, las fuentes, los vasos de tragos largos, las frutas, después me pidió que cerrara esa puerta, que abriera la puerta del living para que la gente se moviera porque la cocina desde ese momento pasaba a ser “su territorio”, que revolvería todos los armarios para saber dónde estaban algunas cosas.  Me reí con la salida que tuvo, algo propio de chef por cierto.

                                                  Estaba todo en marcha y ya a las 09.30 estaba aterrizando el helicóptero en el parque frente a la casa, lugar había de sobra y salimos junto con Francisco a recibir a las visitas.  Una juvenil Gobernadora, vestida de remera ajustada y short de jeans, fue la primera en bajar y se acercó para darme un abrazo, diciendo que era un gusto volver a estar en mi casa, mis “ratones” actuaron rápido cuando sentí sus tetas duras sobre mí pecho y me pareció notar una sonrisa de complicidad en Francisco.  Le presenté a Francisco como un amigo, que era el dueño del mejor restaurant del pueblo además de, chef y repostero internacional y sabiendo que ese fin de semana no había personal en la casa, se había prestado a ayudarme.  Él también recibió el agradecimiento y un abrazo de Leticia, así pidió que la llamaran, por su nombre, se notó enseguida un lazo de simpatía mutua entre los dos.  Le conté rápido el motivo de la soledad sin mujeres y lo lamentó pero no fue más allá.

                                                  El helicóptero había detenido sus motores y se acercaron todos a saludar, la presentación la hizo la propia Leticia, primero fue la hermana, dos o tres años menor, muy simpática y vestida de forma similar, en realidad todas estaban vestidas para un día de campo con short o jeans ajustados, zapatillas y remeras, además, todas oscilaban en una edad que no pasaba de los treinta y cinco años.  La Secretaría era una morocha alta, de lentes pero con ojos muy vivaces aparte tenía un porte y un cuerpo espectacular, también irradiaba simpatía, luego fue el matrimonio amigo…

                                                  La rubia de 1,70 aproximadamente tenía un modo y un cuerpo similar a Gabriela, la Técnica de la Fundación, incluso se notaba trabajado en gimnasio, tenía mirada de infiel y tramposa y se conocían con Leticia desde la Secundaria, el marido, un tipo alto y muy elegante, cercano a los cuarenta o más, resultó ser el Vicepresidente del Banco dónde yo tenía mi cuenta aquí y en el exterior y ya me conocía en los papeles, me lo dijo sonriendo y lo di por lógico y cierto.  Me pareció notar que los ojos de Francisco y él brillaron cuando se dieron la mano.  El helicopterista y el Custodio saludaron muy serios, Leticia les dijo que se soltaran, que estábamos entre amigos y el trato se hizo más ameno.

                                                  Pasamos al interior y les di a elegir habitaciones, una para el matrimonio, otra para Leticia, la hermana y la Secretaria y otra para los restantes hombres.  Fuimos hasta la parrilla, les presenté a Julio y les dije que si querían conocer el lugar o andar a caballo que lo hablaran con él que les proveería de todo lo necesario.  La rubia amiga, de nombre Mora, dijo que ella tenía ganas de montar, Julio le dijo que no había problemas, que ya tenía los caballos listos pero que era conveniente que se cambiara los short porque el roce con la montura le lastimaría el interior de los muslos, acostumbrada a hacer lo que quería, se contrarió.

  • “Viste, yo te dije que tendríamos que haber traído más ropa”, -dijo dirigiéndose al marido-.  Aquí intervine yo…
  • Si no lo tomás a mal, te puedo ofrecer unos jeans de mi mujer, creo que te vendrían perfectos, eso sí, elegí vos, yo no entiendo mucho de eso.  

                                                  Me contestó que por favor le mostrara y le pedí a Julio que ensillara los tres mejores caballos mansos, cuando íbamos para la casa Francisco invitó a todos a la parte de la pileta porque había preparado unos tragos y unos tentempiés para antes de almorzar.  Estuvo rapidísimo y se llevó a todos al otro lado de la casa, yo me fui a la habitación acompañado de Mora que movía el culo para agradar al “viejito”.  Al ingresar a la habitación y luego de recibir elogios por la casa y el lugar, me miró y me preguntó si podía ver la ropa, me senté en el sillón individual que había y le dije que podía fijarse a gusto en el placard.  ¿Qué mujer se resistiría, no?, abrió las cuatro puertas del placard de par en par y comenzó a mirar y tocar toda la ropa, incluso lo que se notaba que no eran propiamente pantalones, por último llegó a los pantalones y sacó tres de distintos colores, los que dejó sobre la cama.

  • “Tu mujer tiene una ropa sensacional, ¿te importa que me pruebe estos tres?”.  Le dije que lo hiciera con tranquilidad e hice el amago de levantarme, en realidad le iba a indicar que podría hacerlo en el vestidor pero, me miró con cara de pícara.
  • “No te molesta, ¿no?, total ya debés estar acostumbrado con tu mujer”, -dijo- y, dándose vuelta, procedió a bajarse el short dejando a mi vista unas nalgas claras espectaculares, sin dudas trabajadas en el gym y tapadas sólo por una tirita de la tanga. 

 

                                                  “Mi amigo” se encabritó de golpe y a la rubia caprichosa le podría salir caro eso de tratar de “calentar al viejito”.  Seguía sentado y la miraba sin hesitar, lo que, en cierto modo, le “jugaba” en contra y trató de provocarme un poco más.  El pantalón le quedó perfecto pero se lo volvió a sacar mostrando nuevamente su culo y “metió la pata”

  • “Si tu “pitito” se pone loco, decile que se aguante un poquito, me encantan estos pantalones, jajaja”.  Estaba sacando una pierna del pantalón y le contesté…
  • Jamás se pone “loco” y no es “pitito” pero esto está mal Mora, no vamos a tener tiempo y “tengo ganas” de romperte el culo que me estás mostrando.  Se quedó dura dándome la espalda y mirando a la pared, segundos después giró con los ojos brillantes de deseo y se me acercó.
  • “¡Ohhh, Guillermo hacelo, por lo que más quieras hacelo, necesito que me lo rompas, ¡qué calentura que tengo!, usame, dame, por donde sea pero cogeme, estoy como desesperada, cogemeeeee”.

                                                  Me echó los brazos al cuello y me besó apasionadamente pegando todo su cuerpo al mío, no tardé en introducir dos dedos en su vagina empapada y gimió fuerte aflojando su postura.

  • No te voy a coger porque harías un escándalo, chúpame un rato el “pitito”.  Saqué a “mi amigo” por la bragueta y sus ojos se abrieron sorprendiéndose, me senté en la cama y ella se arrodilló en la alfombra.  No estuvo mal pero acostumbrado a mejores bocas me pareció insuficiente.
  • Te la voy a poner un poquito y acabá rápido, antes que te busque tu marido, a la tarde la seguimos y te cojo mejor.  Apoyate en la cama.
  • “Mi marido es puto asumido, no sé si la voy a aguantar pero dame algo que quiero acabar”.

                                                  Apunté el glande abriendo sus labios y encontré rápido su agujerito, empujé hasta un poco más de la mitad y ella tuvo la precaución de hundir su boca en el cubrecama para no dejar salir su grito.  El conducto estaba estrecho -siempre estaban estrechos cuando “mi amigo” entraba así- y acusó con dolor la penetración, luego de unos segundos quieta, comenzó a mover sus nalgas.

  • ¡Qué tremenda pija!, me rompiste toda y me encanta, movete un poco que acabo, ¡qué placer!

                                                  Apenas fueron tres o cuatro movimientos sin profundizar y acabó con contorsiones y ahogando nuevamente su grito con la cara hundida en la cama, salí despacio cuando se calmó.

  • “Quiero más, Guille, quiero más, seguí, rompeme toda”.
  • Te dije que ahora no, a la tarde, cambiate y contame como es Leticia en la cama.
  • “Es muy buena “mina” pero con esto del puesto que tiene anda muy necesitada, todos se le acercan para lograr algo, conmigo hace rato que no pasa nada porque nunca tenemos oportunidades pero estuvimos juntas muchas veces desde el Colegio, ¿cómo te diste cuenta?”.
  • No importa, si a la tarde la invito para ir a ver unas casas en la camioneta, subí con nosotros y las cojo a las dos.
  • “Sí, no sé cómo voy a aguantar hasta la tarde pero contá conmigo”.  Me lo decía acariciando mis pectorales con una mano y mi abdomen marcado con la otra, como pasaba con todas, esto le gustó y se notó, luego se cambió rápido, se arregló el cabello y salimos a juntarnos con los demás.

                                                  Salió muy alegre a contarles a las demás mujeres que el guardarropa y el vestuario eran espectaculares y que no había resistido la tentación de probarse varios jeans y un par de vestidos.

  • “Guillermo es un tipazo y con una paciencia tremenda, hasta me alcanzaba la ropa al vestidor”.
  • “Tendríamos que ir todas a probarnos algo, las mujeres nos enloquecemos con eso”,

-dijo la Secretaría de Leticia mirándome con picardía-.  Vi que tenía puesta una tanga e imaginé que habría escuchado alguna exclamación de Mora cuando fue a cambiarse.

  • Ya lo sé, por eso a mi mujer no la acompaño nunca a comprar, la dejo en el comercio con la tarjeta y yo me entretengo en otro lado.

                                                  Francisco que estaba de muy amena charla con el marido de Mora me miró sonriéndome.  Mora tomó rápido un trago y se fue a andar a caballo, lo mismo hicieron el del helicóptero y el custodia.  Leticia se arrimó a mí, me tomó del brazo y dijo que la estaban pasando muy bien, que Francisco les había preparado unos tragos que eran para saborearlos todo el día.  En ese momento la hermana nos dijo que iría a ponerse el traje de baño y Francisco con el marido de Mora se fueron a poner la mesa.

                                                  Nos quedamos solos los dos como si estuviese preparado de antemano pero no fue así, sólo surgió.

  • “Guillermo, luego tenemos que hablar de trabajo pero lo vamos a dejar para el final, no te imaginás que bien que me siento rodeada de tus atenciones y de este lugar maravilloso, es un oasis en el desierto de líos en el que me muevo todo el día”.
  • Me alegra mucho que te sientas así y te lo entiendo porque algo conozco de todo eso.
  • “Algo no, vos conocés y mucho, no te lo voy a pedir porque creo conocer tu respuesta pero me encantaría tenerte a mi lado, alguien que se acerca sin pretender obtener beneficios y sea leal es invalorable”.
  • Te comprendo pero, pensando así, podés cometer el error de medir a todos con la misma vara y eso es perjudicial tanto en lo laboral como en lo personal.
  • “Ves lo que digo, nadie tiene los…, bueno, para decirme las cosas así, de frente y sin esconder nada en la manga”.
  • Nadie no, alguno bueno tiene que haber, José, por ejemplo es un tipo frontal y no te engaña además tendrías que auto evaluarte vos para ver como procedes.
  • “Con José pongo las manos en el fuego.  Me interesa que me aclares eso de la auto evaluación, si hay algo que me disgusta es tener errores sin darme cuenta de ello y sé que existen”.
  • No puedo decirte cómo actuar pero te puedo dar un ejemplo de mi proceder.  Yo sé que a mi personal le pago los mejores sueldos y trato de darle todas las atenciones, a cambio les exijo lealtad y un cumplimiento estricto respecto a lo que yo decida, aclarando que no son ilógicos ni ilegales, veamos, si pido los palos de la alambrada a la misma altura, todos los palos deben estar a la misma altura porque les pago para ello, si están a distinta altura, al responsable ya no lo quiero conmigo, no hay “tu tía” y ellos lo saben.
  • “Está claro pero esto es Política…”.
  • Es cierto pero la Política no debe permitir que alguno “meta la mano en la lata” o sea corrupto o haga las cosas como se le ocurran sin respetar lo que se decide en la “mesa chica”.  Vos tenés los medios legales y técnicos para “taparles la boca” y evitar que “lleven agua para su molino” porque exponés ante los votantes las fallas y los motivos para dejarlos de lado y los hundís primero, hasta el propio Presidente tiene que saber que con vos “no se jode” y que no permitís “entuertos y componendas”, salvo aquellos que beneficien tu gestión en favor de la gente.  Las urnas son más proclives a ver estos gestos que lo que vos crees”.  Moverse sin que te “tiemble el pulso” y con cuatro o cinco colaboradores de extrema confianza, es fundamental.
  • “En definitiva, ahora más que nunca te querría a mi lado”.
  • No se puede con vos, yo ni siquiera sé aconsejar, sólo expongo lo que haría, luego cada uno decide.

                                                  No pudimos seguir, ya nos llamaban para comer.  La mesa era un espectáculo aparte, las ensaladas, las fuentes tapadas con los cochinillos adentro, tres de las cuales Francisco se ocupó de trozar y repartir en cada plato luego de las fotos que la Secretaria sacaba.  Leticia le pidió a Julio que, por favor, se sentara con nosotros y éste accedió orgulloso.  Las bromas para Francisco se sucedían y éste las salpimentaba con comentarios que eran del agrado de todos, los “aplausos para el asador” no faltaron, lo mismo que varias fotos de Julio con la Gobernadora y de Francisco con ella -las mismas, en poco tiempo, decoraron las paredes del restaurant-.  Los dos cachorros de ovejeros que enloquecieron a todas las mujeres se pusieron al día cambiando el menú. 

                                                  Pensé que ya no podrían comer más y Francisco me demostró que un par de postres exclusivos, creados por él, abrían cualquier apetito casi vencido, los devoraron, salvo los que dejó preparado para las mujeres de casa.  De última fue el café y ninguno quería más.  Leticia les contaba a todos el tema de la Clínica, la primera en su tipo en todo el país, según dijo, les contó de la casa-consultorio que teníamos en la Estancia para los trabajadores, de una FM con un alcance inusitado que sería utilizada en beneficio de los habitantes del pueblo y alrededores, allí opinó Francisco…

  • “Ustedes vinieron en helicóptero pero yo, aunque no me lo dijo, me di cuenta que mandó a asfaltar las ocho cuadras de ingreso desde la ruta a la Estancia e hizo iluminar los cuatrocientos metros hasta la casa y, como dijo Leticia, no sé cuantas cosas más”.
  • Creo que la única que te falta son las cuatro casas que mandé a edificar en los límites de la Estancia para colocar Puesteros o la chacra que compré para instalar la radio o la casa-residencia para que vivan las Médicos y Enfermeras de la Clínica, todas totalmente amuebladas y algunos que otros arreglos en los alrededores, antenas de Internet satelital incluidas, no es gran cosa.  Aquí preguntó Mora…
  • “Quién te paga todo eso, ¿estás gastando por gastar?”.
  • No me lo paga nadie, no necesito que me lo pague nadie, bueno, en realidad, me lo pagan.  El Banco que representa tu marido me paga unos buenos intereses que me alcanzan y me sobran para esto y para los sueldos y no me llama eso de guardar y guardar.  Lo miraron al marido de Mora e hizo un gesto como que era mucho.  Después de un rato todos se fueron a la pileta y Francisco dijo que prepararía otros tragos para que se deleitaran.

                                                  Todos disfrutaron del aire, del agua y del sol, las cuatro mujeres en trajes de baño estaban para infartar a cualquier desprevenido, las tetas enormes de Leticia, amplificadas por lo exiguo de su espalda, llamaban la atención, tampoco desentonaban la cintura fina, el vientre liso, caderas, culito parado y duro junto a muslos apetecibles, la hermana tenía un físico similar.  Mora tenía un cuerpo “trabajado” y llamativo, lisa y llanamente “cogible” a primera vista, de esas que uno las ve y no piensa “¡qué linda mujer!, no, era de las que, lo primero que hacen pensar es, ¡cómo me cogería a esta mina!”, ¿se entiende? y ella lo sabía pero, la que estaba mortal era la Secretaria, de nombre Lidia, tenía ahora puesta otra tanga escueta y el físico era muy parecido al de Belinda aunque de tez clara, también sabía el “lomo” que portaba y debía hacer estragos entre los hombres de la Gobernación.

                                                  Sentado en una de las reposeras las estaba mirando a todas ellas y se acercó con dos tragos largos Leticia sentándose a mi lado.

  • “Estás muy ensimismado mirando a las chicas, ¿te llama la atención alguna más que otra?”.
  • Sí, me llama la atención la Gobernadora pero vos no digas nada -noté que se puso colorada-.  No vayas a creer que soy un “viejo verde”, vos ya conocés a las chicas de la Estancia y a mi mujer, estoy acostumbrado a estar rodeado de bellezas, lo que me llamaba la atención es que las chicas de la Estancia están negras, tostadas, íntegras y literalmente tostadas por el sol -con esto le di a entender que tomaban sol desnudas- y a ustedes las veo muy blancas, índice evidente que se la pasan trabajando y con poco tiempo para disfrutar del verano.
  • “Es verdad, sos más que observador, salvo Mora que se puede dar un poco de rayos o tomar sol en la casa, las demás descansamos sólo cuando el sol ya no está.  Notás alguna cosa más”.
  • Cualquiera diría que estás probando como pienso y si, notó algunas cosas más.

                                                  Se me quedó mirando, dudando si contestarme a lo que le había dicho sobre “probarme como pienso” o preguntarme qué cosas más había notado.

  • “Es verdad, algo te pruebo pero, ¿no me vas a dejar con la duda sobre lo que notaste, no?”.  Me sonreí…
  • Para nada, ¿estamos entre adultos, no?  Tu hermana parece una chica “calladita” de las que se “transforman” los viernes o sábado por la noche, es de tener muchos “amigovios” pero vive con indecisiones y no está para nada de acuerdo con los protocolos.  Mora, hace lo que “se le canta” y trata de pasarla más o menos bien porque su matrimonio es una fachada, me animaría a decirte por qué pero es muy íntimo de ellos, como sos su amiga íntima seguro sabrás, sólo diré que noté las miradas entre el marido y Francisco.  Lidia sabe que tiene “el lomo” y lo suele utilizar en su provecho pero te es leal y no deja que nadie se acerque demasiado porque, al igual que vos, piensa que los que se acercan buscan beneficiarse por la cercanía que tiene contigo.  Espero no haberme equivocado demasiado.

                                                  Su cara no podía disimular la sorpresa ante lo que yo decía.

  • “No puede ser…  Te faltó decirme el número del teléfono de la casa, ahora tengo un poco de temor por lo que puedas decir de Leticia”.
  • Me encantó que me dijeras “de Leticia” porque Leticia es la mujer, la Gobernadora es el papel que ha elegido desarrollar y mostrar.  Leticia es una guerrera, dulce, femenina, inteligente, sensible pero guerrera al fin, lo que sucede es que al final del día son tan pocos en los que confía que suele irse a dormir con la armadura puesta porque no le quedan fuerzas para quitársela y mirarse al espejo como la mujer que es y eso le impide ser completamente feliz.  Vive a la defensiva por la falta de confianza y los golpes recibidos que hasta oculta sus hermosos atributos de mujer porque se mueve en un mundo plagado de “puñaladas arteras”.  Yo lo veo más o menos así pero no me des mucha bola, deben ser los tragos largos que preparó Francisco.
  • “No te voy a contestar porque tengo ganas de llorar.  Me hablaste como si conocieras el antes, el ahora y el después”.  Se quedó callada porque se le llenaron los ojos de lágrimas. 

                                                  Yo tomé su vaso y fui a que Francisco me preparara otro par de tragos, esta vez sin alcohol.  Al regresar con los tragos y sonriendo para mis adentros porque Francisco me había comentado que se había conseguido un novio y que yo tenía a “la flaca” en el bolsillo, me volví a sentar al lado de Leticia y le alcancé el vaso sin decir nada.

  • “Guille, tengo ganas de que me muestres las casas que mandaste a construir para los Puesteros, creo que es lo único que me falta ver.  Además, necesito que me hagas un favor enorme, tenés que hacerte cargo de “limpiar” el Municipio de este pueblo, con mi total apoyo y anuencia”.
  • Dale, primero te muestro la entrada que tampoco la viste y luego vamos a ver las casas, te puedo mostrar dos porque dos están ocupadas pero son todas iguales.  Respecto a lo del Municipio tendríamos que hablarlo tranquilos en tu oficina, en realidad yo no quiero saber nada con la Política, ya lo sabés porque te lo habrá dicho José, pensaba dejar todo en marcha por aquí e irme a pasear por el Mundo con mi mujer pero, ya he visto que ahí adentro es un despilfarro y el candidato un inútil manejable.
  • “Sí pero ese tipo no queda, vamos a poner a otro”.
  • “También lo sé aunque no lo conozco, lo único que podía hacer que suspendiera mis planes y mi viaje por unos cuatro o cinco meses más es precisamente porque dijiste las palabras mágicas, “necesito que me hagas un favor enorme” y como un favor hacia vos, estoy dispuesto a hacerlo, no obstante, tengo algunas condiciones para discutir pero no creo que no nos pongamos de acuerdo.  Como para que nadie dudara de su alegría, me echó los brazos al cuello y me dio un sonoro beso en la mejilla.  La Secretaria, que seguramente sabía, se sonrió satisfecha.

                                                  Les avisamos a todos que nos íbamos a ir un rato como de una hora a ver las casas de los Puesteros y la entrada nueva.  Mora que estaba atenta a la “jugada” se levantó como un resorte y dijo que ella también iba, Lidia no se quedó atrás y se acopló porque hizo hincapié en que sacaría fotos de todo el lugar.  Les contesté que no había problemas, que se pusieran unas batas y nos íbamos así en la camioneta, que por allí no había un alma, saldríamos directamente de la cochera así que los cuatro nos fuimos para sacar la camioneta.  Demás está decir que hasta la cochera les encantó, al igual que la camioneta último modelo que Mora elogió.

                                                  Leticia estaba exultante, le contaba a Lidia que yo había aceptado la propuesta y que en la semana nos veríamos en la Gobernación para conversar bien del tema.  Salí por detrás de la casa hasta la tranquera, esperamos que Lidia sacara las fotos de la calle asfaltada, dimos la vuelta en el asfalto y entramos hacia la casa, antes de doblar el bosquecito me hizo parar y sacó fotos del camino de ingreso con las columnas de alumbrado, pasar el bosquecito y encontrarse con la casa las deslumbró como a todos, después me fui para el lado de los puestos, mi destino era la casa número 4, la más lejana.  Miraron los animales y todo el verde parejo de los campos, Mora no pudo aguantar y me preguntó por la extensión de tierras y dijo que todo eso habría salido una fortuna, con indudables ganas de saber cuánto había gastado en la propiedad.  Se los dije, total, lo podría haber averiguado con el marido.

  • La Estancia no es tan grande, sólo tiene 400 hectáreas pero todas muy bien cuidadas, a la casa principal no le falta nada, tiene todas las comodidades, está relativamente cerca de todo y la zona es muy tranquila y segura.  Con la tierra, la casa, las reformas, las casas nuevas que hice, el asfalto, la camioneta de mi mujer, la mía, la Clínica, la radio, la casa-residencia para las Médicos y las Enfermeras debo haber gastado unos seis y medio o siete millones de Dólares, con todos los impuestos pagos para que no me rete la Gobernadora.
  • “Eso es un montón de dinero todo junto, una fortuna”, -dijo Lidia-.
  • No lo tomen como soberbia pero no es tanto para mí que la tengo, preguntale al marido de Mora y te va a decir que ese gasto lo amortizo con siete u ocho meses de los intereses que cobro y como sé que no me la voy a llevar en el cajón la utilizo para mi comodidad y para la comodidad de quienes me rodean.  Leticia me miraba y no decía nada.
  • “¡Este hombre es de otro planeta!”, -gritó Lidia provocando las risas de todos-.  

                                                  Ya habíamos llegado a la casa número 4 y descendimos para que la vieran.  No podían creer que tuvieran cable, Internet, sombra, tranquilidad y una construcción excelente, me pidieron que les abriera las puertas y les contesté que no tenían llave y aún se sorprendieron más.  Les comenté que cada una de ellas estaba pensada para matrimonios sin hijos u hombres solos y que iban provistas de un cuatriciclo para movilizarse, se reían cuando le dije que era porque ni mi hijo ni yo queríamos que un caballo estuviera todo el día atado y ensillado para cuando lo necesitaran.  Entraron y las tres me dijeron que eso era un lujo para un Puestero.  Leticia no se aguantó…

 

  • “Guillermo, vos podrías decirme cuánto es el importe que se gastó en la construcción de una de estas casas, con muebles y sin muebles”.
  • Imagino porqué lo preguntás pero ahora no puedo decírtelo, no obstante, te lo puedo hacer llegar mañana vía mail porque mi empleada tiene todos los costos, incluso de la mano de obra aunque te aclaro que aquí no hay sobreprecios que valgan.
  • “¿Por qué crees que te lo pregunto?”.  No esperé más, ataqué… 
  • Chicas, ese es el dormitorio, yo sumo, tres bellezas, una cama y “tengo ganas” de penetrarlas a las tres y que nos hagamos el amor participando entre todos.  Esperaba que la primera que reaccionara fuera Mora, sin embargo fue Leticia la primera que se me arrojó encima besándome con ganas.
  • “¡Sí, por Dios! que calentura atroz, vamos a la cama, cogeme, hagamos todo lo que queramos, chúpame toda, chicas no se queden paradas”, -dijo sin mirarlas y éstas se sacaron las batas y los trajes de baño en un parpadeo y comenzaron a besarse con desesperación-.  

                                                  Todas las tetas eran de pezones chiquitos pero igual de duras, las mejores, las de Lidia, luego Mora pero Leticia no se quedaba atrás, un poco caídas por el peso pero muy poco y muy apetecibles y sensibles.  Nos subimos los cuatro a la cama y nos comimos la boca con Leticia mientras le acariciaba una teta con una mano y jugaba con su vagina con la otra, gemía y se movía con desesperación cuando le introduje dos dedos y empecé a moverlos, enseguida le chupé las tetas con ganas de arrancárselas y sin sacar los dos dedos le metí el anular en el agujerito del culo, se resistió poco a la introducción y su orgasmo endureciendo todo el cuerpo y elevando el torso, se hizo sentir con un grito de descarga.  Lidia y Mora a nuestro lado terminaron su 69 con otro grito similar casi al unísono y se quedaron quietas unos instantes.

                                                  Me lancé a lamer y chupar sus labios y clítoris diciéndoles a las chicas que nos ayudaran, Lidia se puso a besar a Leticia y a apretar sus tetas alternando en una y otra, Mora me bajó el bóxer y se prendió a tratar de tragar todo lo que podía, estaba lanzada a lograrlo pero siempre quedaba algo afuera, entonces la dejé un instante a Leticia que dijo “Noooo” y empujé la cabeza de Mora que me babeó todo pero siguió luego comiéndose mi pija hasta su garganta.  Leticia chorreaba flujos cuando volví a su clítoris y aproveché lo resbaladizo para meterle dos dedos por la retaguardia, acusó la entrada pero acomodó las caderas para que siguiera.  Les pedí que cambiaran y Mora pareció querer comerse a Leticia.

  • “Cuánto hacía que no nos besábamos así Morita, comeme las tetas como vos sabés”.  Le faltó masticarlas y yo, con tres dedos adentro del culo de la Funcionaria, absorbí con fuerza su clítoris y la empecé a llevar a un orgasmo brutal.
  • “¡Qué pija, por Dios, qué pija!, no me va a ganar, me la voy a comer toda”, -decía Lidia y hacía esfuerzos por lograrlo dándome un tremendo placer-.  Con Mora arriba de su cuerpo y conmigo apretando sus caderas y sus muslos, aguantamos el orgasmo de Leticia que gritó como si la estuvieran matando.
  • “Gritá Leti, grita que te hacía mucha falta acabar así pero más vas a gritar cuando Guille te perfore con la pija que tiene”.
  • “Ya me parecía que había escuchado bien y que te estaban cogiendo cuando fuiste a ponerte los jeans”, -le dijo Lidia a Mora-.
  • “No sabés…  Me la metió por la mitad y me hizo ver el cielo, ahora quiero más por dónde quiera”.

                                                  Leticia estaba recuperándose y le pedí que se pusiera en cuatro, lo hizo y las dos amigas se prendieron de sus tetas, yo “pincelé” la zona y comencé a presionar en su entrada “normal”, lo hice despacio para sentirla y que me sintiera y vaya si lo hizo.

  • “Sí, sí, sí, me está partiendo la concha, me duele, chicas, me duele, ayyy, Virgen santa no la aguanto, esperá no la saques, esperá, ahora, ahora entrá todo y dame fuerte”. 

                                                  Entré hasta chocar en su interior y gritó dolorida, ya no me importó y aceleré mi ritmo, primero fue un orgasmo chiquito que no le dejé disfrutar mucho porque seguía entrando y saliendo fuerte y profundo, el siguiente a los pocos minutos fue terrible porque gritó elevando su cuerpo y separando las manos de la cama, las chicas se apartaron porque seguramente se dejaría caer y así fue, estrelló la cara y las tetas en la cama y se quedó laxa.  Yo salí despacio y mientras Mora acariciaba la cara de Leticia, Lidia me pidió que se la metiera a ella.

  • “Dame con todo Guille, yo me aguanto”. 

                                                  También se puso en cuatro y, a pesar de aguantar el “pijazo” entrando de un sólo golpe de cadera, la escuché putear contra la cama, le apliqué el mismo tratamiento poniendo los pulgares en su culo y noté que dilataba bien, mi ritmo se hizo acelerado hasta que entró en una cadena de orgasmo, no terminaba uno y entraba en otro gimiendo fuerte y moviendo el culo acoplándose a mi ritmo.  Al aprestarse a un orgasmo más fuerte se lo corté cambiando de agujero e imprimiendo la misma velocidad que por el otro lugar.  El grito fue de terror, tanto así que sus dos amigas saltaron en la cama, Lidia lloraba pidiendo que se la sacara y Mora se lanzó por abajo a chuparle el clítoris mientras Leticia se aferró a una de sus tetas con la boca, se calmó rápido y comenzó a moverse para acoplarse, no aguantó mucho, el orgasmo anal creo que la sorprendió y volvió a gritar fuerte pero esta vez de placer y aún moviéndose con contracciones hablaba rápido y alto.

  • “¡Qué cogida me han pegado, el polvo de mi vida!, quedate a vivir en mi culo Guille, seguí moviéndote, cogeme más, necesito tu pija dónde sea.  ¡Mamita querida!, no puedo terminar de acabar”.
  • “Ahora me toca a mí, no seas egoísta, por favor Lidia, me estoy derritiendo”.  Mora rogaba por volver a sentirme.

                                                  También salí despacio con toda delicadeza que Lidia agradeció y Mora se estiró boca arriba pidiendo que la penetrara de frente, le hice caso y cuando luego de besarla me preparé para penetrarla, Leticia acercó su mano, me rodeó el tronco y notó que no alcanzaba a tocarse la punta de los dedos con el pulgar.

  • “¿Todo eso me metiste, todo este pedazo me provocó semejante placer?  Te lo presto un ratito pero después lo quiero de nuevo”, -le dijo a Mora y lo acercó a su vagina-.  

                                                  Sólo tuve que empujar, en la mitad Mora contrajo todo su cuerpo y me cruzó las piernas a la cintura, también gritó cuando choqué en su interior, lo mismo hizo cuando comenzó a tener orgasmos seguidos por mis movimientos de entradas y salidas, se reía feliz y pedía más, yo aproveché sus piernas levantadas y elevé un poco más su cadera para cambiar de agujero.  “Nooooo” gritó cuando se dio cuenta de mi intención, fue tarde ya había entrado hasta la mitad y no me importaron sus gritos y lágrimas y sus pedidos para que tuviera piedad, en este caso también ayudaron las chicas, Leticia apretando su clítoris y Lidia sorbiendo sus pezones, entré y salí varias veces más y ya no me quise aguantar esperé a que comenzara con su orgasmo y lo potencié bañando sus intestinos con leche caliente.  Se enloqueció gritando y moviéndose para todos lados, gritaba, reía, pedía más y Lidia y Leticia la dejaron para matarse comiéndose la boca y gimiendo con las manos en sus respectivas entrepiernas.  Mora me apretaba fuerte los brazos cuando yo iba saliendo de ese culo bien cogido, después me besó diciendo:

  • “Gracias Guille, voy a extrañarte mucho a vos, a tu pija y a los orgasmos que me has sabido sacar.  ¡Qué intenso chicas!, no sé ustedes pero, por un tiempo largo, no voy a dejar que ningún hombre se me acerque, me he hartado de pija por una larga temporada, jajaja”. 

                                                  Lidia la abrazó reafirmando lo que decía y Leticia, sin decir nada, me besó, limpió con la sábana a “mi amigo morcillón” y se lo llevó a la boca, semiflacido le entró hasta la garganta y se apuró a sacarlo cuando empezó a crecer, sólo jugó con el glande, su boca más chica no permitía ingresarlo más, estaba seguro que me lastimaría con los dientes, de todos modos se esmeró con su chupada y sus lamidas.  Ya era hora de volver y tomándole la cabeza con las dos manos ingresé el glande y un poco más para acabar adentro de su boca, tosió cuando el chorro chocó con su garganta pero se tomó todo y lamió el glande hasta dejarlo reluciente.  Se limpiaron, se vistieron, se peinaron y arreglaron el cabello con un cepillo de Carolina que había en la camioneta y nos volvimos, más que tranquilos y muy satisfechos.  Lidia se empezó a reír sola y todos la miramos.

  • “Quién diría que una salida de campo iba a ser tan productiva y tan satisfactoria, ¿no? y estoy de acuerdo con vos Mora, por un tiempo largo, al que pretenda acercarse, se la corto, jajaja”.  No nos quedó más que reírnos a carcajadas.

                                                  Cuando regresamos se los notaba a todos muy relajados y de muy amena charla, las chicas se despojaron de las batas y se arrojaron al agua, yo me acerqué a Francisco que me miró con complicidad.

  • “Por aquí ni preguntes, cuando la pendeja se perdió en el bosquecito con el custodio y el helicopterista, tuve que usarte una de las habitaciones, la pasamos genial y me puse de novio.  Por tu lado ni me cuentes, por la cara de felicidad de las tres y la forma de caminar le rompiste el culo a placer.  Sííííí, mentira, contame que me muero por saber, la “chusma” que llevo adentro está desesperada”.
  • Jamás te voy a contar que la única que salvó el culo fue Leticia, no daba más, lo dejé para la próxima y, en confianza, te hice caso, en la semana me reúno con ella y voy a “limpiar” el Municipio.
  • “¿Cómo hacés?, miralas están todas brillantes.  Estoy seguro que a la pendeja se la cogieron esos dos y está tan mustia como cuando llegó.  Te felicito por el compromiso en favor de todo el pueblo”.
  • Francisco, te agradezco con el alma todo lo que hiciste y creo que te debo algunos Pesos aunque la forma en que te brindaste no tiene precio.
  • “Entonces no me jodas con pavadas, el día, la alegría y la satisfacción de hoy no puede mancillarse con lo material.  Que me hayas brindado tu amistad es invalorable.  Tomate un trago largo que tenés un olor a concha tremendo en la boca, jajaja”.  Preguntales si se quedan a cenar, aprovechamos las brasas, le ponemos un poco más y tiramos la carne y las achuras junto a lo que quedó de lechón y ensaladas.

                                                  ¿Quién se iba a negar?, eran las siete y media de la tarde, la tarde calurosa se moría tranquila con un sol que se ocultaba rojo en el horizonte, la estaban pasando de maravillas dejando de lado cualquier tipo de obligación, sin Prensa, sin tener que disimular nada, había que ponerle la guinda al postre que significó este día.  Leticia preguntó si alguno tenía algún inconveniente, todos dijeron que se quedaban y Francisco hasta dio opciones para la comida, podía ser el asado con achuras, lechón, ensaladas sobrantes que convertiría en una exquisita y/o sushi y otros platos.  Todos bromearon con él y tres de las chicas junto al marido de Mora lo desafiaron a ver si era capaz de hacerles un plato de sushi y otra cosa más que le pidieron.  Francisco ni se inmutó y muy serio les dijo que él se los preparaba si se lo comían todo.  Todos dijeron que si.

  • “Listo, el desafío está hecho”.

                                                  Le dijo a Julio que preparara el fuego que él ya le alcanzaba la carne y las achuras y se metió a la cocina, después salió con toda la carne, las achuras y medio cochinillo lo dejó porque se lo llevaría Julio junto con dos cabezas, a los veinte minutos salió de la cocina trayendo un tentempié que había hecho con partes de los cochinillos y algo de ensalada, también trajo vasos y un vino tinto añejado que yo tenía en la bodega.

  • “Entreténganse con eso, en unos cuarenta y cinco minutos les traigo el sushi con una salsa que se van a chupar los dedos”.  Yo lo había visto entrar en la cocina con el celular en la mano e imaginé como “venía la mano”, efectivamente, a los casi treinta minutos arribó una camioneta que Francisco salió a recibir, el conductor no bajó y el chef volvió a entrar a la cocina con dos enormes bolsas en sus manos.  Había llamado al restaurant para que le trajeran los ingredientes que necesitaba.

                                                  A las nueve de la noche nos pusimos a comer en la mesa que habíamos instalado frente a la casa pues las chicas decidieron comer a la luz de la luna y escuchando los sonidos del campo.  Julio hizo un asado con achuras que salió espectacular, el marido de Mora comió el plato pedido y las tres chicas se empacharon de sushi con una salsa que todos los demás envidiamos y algunos, a pesar de las fingidas protestas de Francisco, la usamos con el asado.  Tal como fue al mediodía, hubo nutridos aplausos para el asador y para el chef, quedamos todos que no nos podíamos mover y el postre la terminó de completar, apenas si quedó espacio para el café e hicimos una sobremesa de casi una hora para digerir algo.  La despedida fue con abrazos, besos e intercambio de números de teléfonos.

                                                  El helicóptero despegó a las once y media de la noche, ascendía lentamente y todos nos saludábamos cuando entró la combi con las chicas que volvían de Mar del Plata y descendieron rápido de su vehículo, los de la aeronave las vieron, saludaron dando un par de vueltas sobre sí y amagaron descender, yo les hice señas para que se fueran y se perdieron en el cielo oscuro.

                                                  Las chicas saludaron a Francisco con un beso, a mí con abrazos y besos, Gracia y Sol junto con Belinda siguieron viaje hasta el pueblo.  Bajaron una cantidad enorme de bolsas y Francisco después de reír un rato con mis chicas y mostrarles los postres que les había hecho, se despidió diciendo que mañana mandaría por todo lo de él.  Subió a la camioneta con Julio, contento porque llevaba una buena comida y unos cuantos billetes.  Les dije a las chicas que mañana tendrían para entretenerse pero que ahora dejaran todo así.  Sólo nos quedó irnos a dormir…

Continuará…

Por favor, si les gustó, valoren y comenten…

Gracias…  GUILLEOS1.

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El pacto. (20).

El pacto. (19).

Me hicieron creer que era afeminado. (30)

El pacto. (18).

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (6)

El pacto. (17).

Me hicieron creer que era afeminado. (29)

El pacto. (16)

Me hicieron creer que era afeminado. (28)

El pacto. (15).

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (5)

El pacto. (14)

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El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (4)

Me hicieron creer que era afeminado. (26)

El pacto. (13)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (3)

Me hicieron creer que era afeminado. (25)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (2)

El pacto. (12)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (1)

Me hicieron creer que era afeminado. (24)

El pacto. (11)

El pacto. (10)

El pacto. (09)

Me hicieron creer que era afeminado. (23)

El pacto. (08)

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El pacto. (7)

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El pacto. (6)

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El pacto. (5)

El pacto.3

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El pacto (1)

El pacto. (2)

Me hicieron creer que era afeminado. (19)

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Me hicieron creer que era afeminado (1)

Viaje de un jubilado a La Argentina (50) FINAL

Viaje de un jubilado a La Argentina (49)

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Cada vez me encanta más la Navidad

Mi vecina de ático y sus habilidades.

Viaje de un jubilado a La Argentina (41)

Viaje de un jubilado a La Argentina (40)

El divorcio de mis padres me hizo feliz

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Viaje de un jubilado a La Argentina (34) completo

Viaje de un jubilado a La Argentina (34)

Una Nochebuena especial

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La conversión de mi hijo Eduardo

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Mis primas de la capital (30) y FINAL

Mis primas de la capital (29)

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Mi timidez y mis tías (50) y FINAL

Mi timidez y mis tías (49)

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Mis primas de la capital (27)Estaba muy agradecido

Mi timidez y mis tías (46)

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Mi timidez y mis tías (44)

Mi timidez y mis tías (43)

Mis primas de la capital (23)

Mis primas de la capital (22)

Mi timidez y mis tías (42)

El tío Culebra me quitó el miedo a los reptiles 1

El tío culebra me quitó el miedo. (2)

Mi timidez y mis tías (41)

Mis primas de la capital (21)

Un jubilado en el cine

Mi timidez y mis tías (40)

Mis primas de la capital (20)

Un pastor en el camino de Santiago

Mis primas de la capital (19)

Mi timidez y mis tías (39)

Memorias de un abuelo (2)

Mi timidez y mis tías (38)

Memorias de un abuelo (1)

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Mi coño conquistó New York. (2)

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Mi coño conquistó New York.Cuando decidí labrarme

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Mellizos y gemelas, de gavilán a paloma.

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Para un concierto lo mejor es un trío, o más.

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mis tetas decidieron mi destino por mí.

Entre mi padre y mi tía me quitaron mis complejos.

Mis primas de la capital (9)

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Ayudando a mi mamá

Mis primas de la capitál (7)

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Mis primas de la capital

Dos que valen por tres.

Al conocer mi adopción encontré la felicidad

El chat me ayudó con mi sobrina (Continuación 2)

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Mi gran desgracia mi polla Final

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Mi padre y mi tio tienen los mismos gustos

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Me casé con una miss

Me gusta ser chófer (TOMO II)

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Bienvenida mi jubilación

Tengo una familia atipica pero con mucha memoriT

Bienvenida mi jubilacion tomo 2

Mi primer viaje en avión

Desde el balnerario con amor

El chat me ayudo con mi sobrina