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Me hicieron creer que era afeminado. (39)

en Amor filial

                                       Parecía que la suerte me sonreía, las tiendas iban viento en popa, cada día la clientela era más selecta y más abundante, las señoras con clase comentaban de todo es sus reuniones, se había corrido la voz de mis modelos y también de mis atenciones “especiales” para con las señoras y aunque me hacía más de “querer”, en ocasiones no podía negarme a “tomar medidas” en casa de alguna de ellas con la auto-condición sabida de antemano, para muchas de ellas no era ningún problema aunque es posible que alguna sólo me llamaran para eso o simplemente por la curiosidad de probar mi polla y también las había que se arrepentían un poco tarde cuando les perforaba el culo con mi barrena pero lo cierto es que la que probaba repetía e incluso me recomendaban a otras y todas compraban.

                                      Para mí no representaba ningún problema, no tenía ningún inconveniente, es cierto que a veces tenía que hacer algún sacrificio pero compensaba con otras en las que había repetido varias veces.

                                      Formábamos un equipo muy equilibrado, Rosa, una mujer madura joven de muy buen ver todavía, con su experiencia tanto en el oficio como en la vida, Bea, treintañera con la edad ideal, joven pero experta en todo, era un torbellino y cubría la parte más juvenil del negocio y Elena, la última incorporación que gracias a la ayuda inestimable de sus compañeras se había transformado en una hormiguita en la oficina, donde controlaba hasta el último céntimo y en la cama junto a las otras dos aportando su atrevida juventud.

                                      Me sentía orgulloso de dirigir todo aquel conglomerado y la buena fortuna me lanzaba a nuevas aventuras, ya estaba pensando en abrir otra tienda, quizá en otra capital, lo consulté con las tres en una reunión en el taller, delante de nosotros teníamos una nueva colección y aún antes de exponerla la prensa ya hablaba de ella, Elena ya estaba haciendo los trámites para otro desfile aunque no estaba decidido todavía.

                                      Estaba contento de ver a aquellas preciosidades entusiasmadas con las expectativas de la nueva colección sobre todo las más jóvenes se abrazaban y besaban ante cualquier idea nueva, Rosa se notaba más reservada, pensé que sería porque era más reflexiva y por no desilusionar a las demás no le pregunté nada.

                                      No obstante cuando terminamos la reunión acompañé a Rosa a su casa, tuve la prudencia de no preguntarle qué le pasaba hasta un momento antes de llegar.

  • Rosa, me tienes preocupado, no has abierto la boca en toda la reunión, parecías ausente, mientras que las otras estaban eufóricas ante los diseños nuevos… ¿qué te pasa, no estás de acuerdo en algo?  Dímelo, tenemos confianza, creo…
  • ¿Cómo puedes dudarlo?, claro que me gusta la nueva colección, me encanta y estoy segura de que será un éxito mayor todavía que las anteriores.
  • Entonces… no comprendo, ¿tienes algún problema, salud, dinero, familia?
  • Nada de eso, no me pasa nada, cosas mías…
  • Rosa… todo lo que te pase a ti no son tonterías y me atañen tanto como si fueran mías, anda, invítame a una copa y hablamos.
  • No Carlos, tranquilo que no me pasa nada, de verdad, puedes creerme.
  • O sea que no quieres invitarme a una copa, vaya ¡qué desilusión!
  • ¡Nooo!, no es eso, sólo que no quiero preocuparte con mis tonterías.
  • Rosa, mírame, si hasta tienes los ojos húmedos, no me iré hasta que no me cuentes lo que te ocurre.
  • Está bien pesado, sube pero sólo una copa, que te conozco.

                                      Respiré hondo pues sabía que si subía a su casa era seguro que se abriría y me contaría sus problemas.  En el ascensor me comporté con formalidad aunque intenté por todos los medios arrancarle una sonrisa.

  • Anda payaso, entra y sírvete lo que te apetezca.
  • Mmm, ¿has dicho lo que me apetezca?
  • Shiit, ya te dije que una copa SÓLO.
  • Vale gruñona, pareces una vieja gruñona.

                                      Al oírme estalló en un llanto inconsolable, intenté calmarla con las clásicas palabras de consuelo pero ignorando porqué lloraba y qué podía decirle para calmarla, al final opté por callarme y abrazarla, pareció que mi abrazo hizo más efecto que todas mis palabras.

  • Pero Rosa… ¿qué te pasa?  Nunca te había visto así, me preocupas de verdad, sea lo que sea cuéntamelo, ya le daremos una solución.
  • No me pasa nada Carlos, son cosas mías… tonterías de una vieja.
  • ¡Aaah vamos…! te has molestado por lo que te dije de “vieja gruñona” jajaja, vaya tontería, si ya me conoces, es mi forma de hablar, no quería ofenderte además… estas tetas no son de vieja y gruñir… sólo cuando te corres, jajaja, vale déjame que te bese, perdóname, no te lo diré nunca más.
  • No, no es eso tonto, bueno lo de vieja sí que me ha sentado mal pero es verdad, ya soy muy mayor.
  • ¿Tú mayor?  Si sólo tienes cuarenta y alguno, estás para coger pan y mojar, jajaja.
  • No te engañes, ya no soy ninguna nena, mira a Bea y no te digo de Elena, esas sí son mujeres jóvenes.
  • Jajaja, ¿en ellas te fijas?, me gustaría verlas cuando tengan tus años y Elena no sabe ni dar una buena mamada pero no se lo digas, jajaja.
  • Es en serio, ya estoy teniendo problemas con mi… ya sabes… se acerca mi menopausia…  uf, ya lo he dicho.
  • ¡Pero bueno! ¿y eso te preocupa?  Siempre he creído que tomabas la píldora para no tener hijos y follar sin miedo.
  • Precisamente… se me va a pasar la fertilidad y no voy a tener ni un hijo.
  • ¿Quieres decir que te gustaría tener un hijo? nunca me lo has dicho.
  • Claro, ¿cómo iba a tenerlo?  Primero siempre estudiando para modista, luego para profesora, las clases, luego tú y todo esto, no he tenido oportunidad.
  • Pero si querías ser madre debiste anteponerlo a todo.
  • ¡Si no he tenido ni siquiera novio!
  • ¿Entonces todavía eres virgen?  Jajaja, ¡uy! perdona, se me ha escapado el chiste.
  • No soy virgen, loco, tú mejor que nadie lo sabe, me has follado tantas veces como pelos tengo en la cabeza pero no es eso, una pareja, la compañía, la complicidad, los hijos.
  • Ya entiendo, ahora que crees que vas a perder la oportunidad te da por pensar, a mi me pasa igual, fíjate, primero todo el mundo creía que era gay y todavía lo creen muchos, todos me daban de lado, casi no tengo estudios por eso, sólo me gustaban las muñecas y los vestidos y la verdad no se me daba mal.
  • Claro que no, ya ves donde has llegado.
  • Sí pero como tú dices, tampoco he tenido pareja, siempre trabajando, no me quejo porque he follado todo lo que he querido y siempre a mujeres preciosas y ya ves, cuando me voy a casa y cierro detrás de mí sólo hay silencio, ni el olor a guiso de la cocina, ni el ruido de un crío jugando, ni siquiera sale a recibirme un perro, creo que somos almas gemelas Rosa.
  • ¿Qué triste, no?
  • Y tanto, aunque a veces la vida nos trae y nos lleva, ya ves, en realidad soy padre de un niño precioso que no tiene madre y menos todavía padre biológico, crecerá y lo querré porque es mío y le enseñaré lo que sé e intentaré que siga mis pasos pero si él no quiere o prefiere otra cosa todo esto se perderá y se esfumará como una nube.
  • Me vas a hacer llorar otra vez Carlos.
  • No te preocupes, me he puesto melodramático, deja que te abrace.

                                      La abracé y juntamos las caras, sus mejillas todavía estaban húmedas de las lágrimas que había derrochado y las sequé a besos, Rosa giraba la cara para que le quitara todas las lágrimas de las mejillas y al pasar de una a la otra nuestros labios se rozaron, fue como un imán, se pegaron y sin más preámbulos se abrieron saliendo las lenguas a su encuentro, cogió mi cara y la sujetó mientras me besaba con ardor, mis manos olvidaron el romanticismo y buscaron sus tetas y las encontraron duras y con los pezones salidos.

                                      A estirones nos quitamos la ropa, aún nos faltaba algo por quitar cuando llegamos a su cama pero todavía con un calcetín puesto y ella con el sujetador colgando me recibió boca arriba con los brazos abiertos y las piernas de par en par.

                                      La polla dio una pasada de pincel y después de lubricarse en los labios menores y hurgar en el clítoris de pasada buscó la entrada del coño y se hundió de una tacada.  Rosa me rodeó con la piernas clavándome más en ella y arañándome con las uñas en la espalda, la abracé levantándola de la sábana y al dejar la cabeza echada hacia atrás le besé el cuello.  Follamos como hacía mucho tiempo, lo hicimos salvajemente, no hubieron ni caricias ni susurros de palabras cariñosas, metido entre sus piernas sólo podía mover la cintura y eso es lo único que hacía, ella venía a mí encuentro y me recibía mucho más hondo de lo que físicamente parecía posible.

                                      Ni yo ni ella nos avisamos, nos corrimos cuando quisimos, cuando ya no podíamos aguantar más y el nivel estaba al máximo, coincidimos hasta en eso, me abrazaba y me soltaba quedando en cruz para que le hiciera lo que quisiera, le mordía el cuello, las orejas, le besaba las sienes, ella cogió sus tetas y las subió hasta dejarlas entre las bocas de los dos, las besamos los dos como si celebráramos un homenaje.

                                      Aunque nos habíamos corrido seguimos follando hasta que mi polla se rindió, aún así la buscó y la lamió hasta dejarla limpia de semen, me dejé hacer abierto de piernas, cuando terminó la dejó caída sobre mi muslo y subió a la almohada junto a mí.

  • Carlos, te quiero…
  • Y yo a ti Rosa…

                                      Para ambos aquellas frases tan escuetas nos eran suficiente, íntimamente los dos sabíamos que sentíamos una intimidad tan tangible que no hacía falta decirnos nada pero me gustó que Rosa me los dijera y se lo confirmé, la podría haber  dicho grandes frases amorosas pero no hacía falta nada de eso.  Se giró a mí, puso su cabeza sobre mi pecho y pasó el brazo por encima quedándose dormida, las tetas se aplastaban sobre mi brazo, notaba cómo los pezones volvían a esconderse a la vez que su corazón recuperaba el ritmo normal, sin darme cuenta me dormí también entre sus brazos.

                                      Elena me llamó a media mañana, se había puesto bastante guapa, las chicas le había enseñado a maquillarse y a pintarse  un poco, también su ropa ya no era la misma, se había transformado en una belleza, plana pero belleza.

                                      En mi despacho descolgué el teléfono, era mi madre, era una llamada de rutina, quería que oyera lo que decía el pequeño Carlitos, me hacía gracia cómo aquella cosa tan pequeña supiera tanto, estuvimos hablando un rato hasta que Julia le quitó el teléfono, mi tía hablaba con su cálida voz, era tan sensual que la polla se ponía dura, insinuaba las ganas que tenía de follar conmigo y tuve que levantarme y colocarme la polla camal abajo, luego salió el tema de Carlitos, me contó detalles que se le habían olvidado a mi madre y luego cambió el tono de voz para lloriquear diciéndome otra vez que ella nunca sería abuela.

                                      Procuré cambiar de tema pero de pronto le quitaron el auricular y se oyó la voz de mi prima Cris, estaba alborozada porque a su pareja le habían regalado dos entradas para una obra de teatro en Madrid y claro, querían venir a mi casa la noche prevista.  No me dio tiempo a reaccionar, la euforia de Cris, mi tía a su lado y mi madre posiblemente también pues le tuve que decir que si, sin preguntar nada más.

                                      Al fin de semana siguiente un poco antes de cerrar los locales, a medio día, aparecieron las dos en mi tienda, entraron por la de Rosa y se saludaron como si hiciera años que no se veían.  Noté la forma de mirarlas, se daba cuenta de la vitalidad de las jóvenes, hasta Elena estaba muy atractiva, con aquellos ojos inmensos y la boca de lado a lado llenaba el rostro haciendo que fuera imposible no fijarse en ella, daba igual que no tuviera tetas ni culo, la chica era preciosa.

                                      Cris y su novia se dieron cuenta enseguida de la presencia de Elena y me miraron a mí, creo o me pareció a mi pero las dos sacaron pecho y culo para “demostrarme” su calidad, a Rosa no le pasó desapercibida la reacción de las jóvenes porque Elena se acercó a mí con una excusa pueril y se pegó a mi brazo, (si hubiera tenido tetas me habría hecho marca) pero a Rosa no le hizo gracia, las miraba a las tres, se miraba ella en un espejo y se fue con la cabeza hundida. 

                                      Mi prima exaltada como estaba me enseñó las entradas y me dijo que tomarían un taxi e irían al teatro, les prometí pasar a recogerlas a la salida e invitarlas a cenar para luego llevarlas a casa.

                                      Me pidieron permiso para pasar al aseo para retocarse y cuando salieron no parecían ellas, Cris iba con un pantalón estrecho y una blusa ceñida, como era negra no quise fijarme si llevaba sujetador pero por la redondez del pecho y la soltura que se le notaba habría jurado que no, Gema llevaba un suéter de licra y una falda larga pero estrecha que le marcaba las nalgas del culo como si no llevara bragas, supuse que llevaría algo aunque fuera pequeño pero no quise escudriñar demasiado, efectivamente se habían maquillado compitiendo a ver cual estaba más bonita.

  • ¿Con que primitas, no?
  • … La rubia sí, la otra no…

                                      Elena me preguntó con una voz mezcla de sensualidad y celos que me puso a cien, procuró andar y poner posturas de lo más eróticas demostrándome que a ella no le hacía falta tetas ni culo.  

                                      Bea había entrado a tiempo para ver el duelo de las tres jóvenes y se rió desde la puerta de su tienda, le siguió la broma a Elena y al pasar junto a ella le levantó la falda para que viera sus piernas, la levantó con toda intención porque sabía que estrenaba lencería, ella misma se la había recomendado, unas bragas tan minúsculas que casi parecían una peca entre el pubis depilado, las dos se rieron por la cara de sorpresa que hice y Elena correspondió dando la vuelta y enseñándome la parte de atrás que no era mucho más grande que la de adelante.

                                      A la hora que quedamos fui a recogerlas al teatro, antes me había afeitado en la tienda, había soportado las bromas de las tres que me acariciaban el pecho lampiño cuando no podía defenderme con la maquinilla en la mano, me besaban las tetillas y metían la mano por los bolsillos del pantalón hasta cogerme la polla, Bea restregaba sus tetas por mi espalda y Elena paseaba las manos por mis piernas hasta llegar a la ingle, Rosa, disfrutaba viéndolas provocarme  y de paso se mordía un labio y me sacaba la lengua como si me la mamara.

                                      Entre el gentío saliendo del teatro aparecieron las dos con tres “moscones” de escolta pero cuando me vieron a mí trajeado y apoyado en mi coche de lujo se esfumaron decepcionados. 

                                      Les abrí la puerta de atrás para que subieran pero ellas me apartaron y se colaron las dos en la de adelante, los tres íbamos apretados, aunque el coche era ancho, el asiento era de dos pero Gema se sentó entre los dos poniendo una pierna a cada lado, como la falda estrecha no dejaba ver la palanca del cambio de marchas se la subió todo lo que pudo y pudo muchísimo, al salir del aparcamiento miré hacia atrás por el retrovisor a la vez que metía la marcha, entonces percibí que Gema no llevaba bragas.

                                      Mi mano agarrada al cambio entró de lleno entre los muslos de la chica hasta pegarse en los labios del coño, no había duda porque el clítoris estaba duro y húmedo y los labios abiertos.  Miré a Cris, quien, con la excusa de abrochar el cinturón, se había despasado la blusa lo suficiente para que el blanco de su piel me indicara que no llevaba sujetador porque se perdía entre las solapas de la prenda.

                                      Salí con las ruedas chirriando dejando un olor a goma quemada que atufaron a los viandantes, Gema pasó un brazo por mis hombros y otro por los de Cris y haciéndome caracoles en el pelo del cuello, con las estrechuras no podía moverme bien y colocarme la polla con comodidad pero la mano de Gema me hizo el “favor”, la pasó suavemente y la recondujo cruzada hacia su lado, casi se salía por el bolsillo.

                                      Las llevé al mejor restaurante de Madrid pero ellas al detenerme me dijeron que era demasiado ostentoso y preferían uno un poco más íntimo, recordé al que había llevado a Elena la primera vez, estaba muy bien y más discreto.

                                      Nada más entrar a las chicas les encantó y a los camareros más al verlas, me miraban con envidia, no entendían que fuera siempre acompañado de bellezas siendo tan amanerado, nos dieron la misma mesa y las dos se sentaron pegadas a mí, con el olor del perfume que llevaban ya podía alimentarme, mareaba de tan fuerte, Cris se puso a mi derecha, luego me di cuenta que lo hizo para que pudiera verle mejor por las solapas, Gema al sentarse subió la falda tanto que su culo apoyó en el asiento, por suerte la mesa tenía mantel y cubría la vista al frente.

                                      Cenamos lo que quisieron pedir, el camarero no hacía otra cosa que ir y venir sobre todo para ver las piernas de Gema y las tetas de mi prima, cuando terminamos los camareros nos hicieron el pasillo para despedirnos, no sé si por la propina generosa o por las vistas que les ofrecieron.

                                      Les insinué si querían ir a algún sitio de moda a  tomar algo pero ellas declinaron, adularon mi ego diciéndome que teniendo un hombre a su lado como yo los demás sobraban, sonreí ante la falsedad pero las llevé a casa.

                                      Se descalzaron nada más entrar y recorrieron la casa para verla, al volver les había preparado unos tragos largos y nos sentamos en el amplio sofá, la falda de Gema no hacía ninguna función pues se la subió a la cintura y la echó a la espalda, Cris despasó otro botón y sacó la blusa del pantalón, ya sólo quedaba uno que ocultara el par de tetas pero no evitaba que se movieran sueltas debajo de la tela.

                                      Después de unos cuantos chismes del pueblo Gema me dijo algo que encendió las alarmas.

  • Hemos tenido suerte de que sólo quedaran dos entradas sino, se hubiera venido también el novio de Cris.
  • Uy sí, que pesadez de chico, aunque le habría gustado más que a nosotras, eso del ballet a mi…
  • Sí a él, le va todo eso más, se le nota mucho, esos movimientos de manos, ¡Oh, perdón!
  • ¿Qué queréis decir con eso del “novio”?
  • ¿Ah, no te lo ha dicho? Cris se ha buscado un novio.
  • ¿Un novio, no te tiene a ti, no sois… pareja?
  • Sí bueno, en realidad no es su novio, novio, ¿entiendes?  Vamos, que no hace nada con él.
  • ¿Qué no hace nada?
  • No, quiero decir que a él… no le van las chicas…
  • ¿Entonces para qué va con él?
  • Porque tiene algo que yo no tengo…
  • ¿Qué puede tener que no tengas tú?
  • Eso que tenéis los chicos…
  • ¿Qué tenemos los chicos que no tengáis las chicas?
  • ¡Primo no te conozco, parece que la ciudad te atonta, que no tenemos polla y él sí!
  • Pero si dices que es… oye… ¿por qué has dicho eso de “esos movimientos”?
  • Por eso, porque es gay, vamos que las chicas… como que no…
  • Pues yo también tengo “esos movimientos” y creo que no soy gay.
  • Perdona que te lo diga, ya sé que no eres pero lo pareces, ¿no te lo han dicho nunca?
  • Vamos a ver, me estoy mosqueando… para que queréis a un gay que no… ¡que no folla, vamos!
  • No folla pero tiene leche y eso es lo que nos hace falta, su leche.
  • Le hemos ofrecido dinero para que nos dé su leche, nos la metemos y… ya está.
  • ¿Ya está, qué es lo que ya está?
  • Pues que nos quedamos las dos preñadas o por lo menos una de las dos.
  • Estáis locas, a saber si tendrá alguna enfermedad o se droga o…no quiero ni pensar, ¿y tu madre lo sabe?
  • No, todavía no se lo he dicho pero como tiene tantas ganas de ser abuela…
  • Joder Cris, me volvéis loco, ¿cómo se te ocurre esto, no hay otra solución?
  • Haber las hay, pero parece que son imposibles.
  • Imposible no hay nada, sólo es cuestión de razonar.
  • Pues vamos a razonar Carlos.
  • ¿Qué queréis decir?
  • Lo que ya sabes, que queremos que nos preñes tú.
  • ¿Yoooo?  Estáis locas de remate.
  • Siempre será mejor que la leche de éste u otro parecido.
  • Joder… eso no puede ser.
  • ¿No has dicho que todo podía ser?, mira… tú nos preñas, tienes un hijo-primito, y un amiguito-hermanito, mi madre un nieto-sobrino, tu madre otro nieto-sobrino y mi hermana…
  • Calla, déjalo de una vez.
  • Entonces… ¿ya está hablado y solucionado?
  • Déjame pensar, me mareo de pensarlo esto no es para mí, yo esperaba en tener un hijo con una mujer, el cariño, la compañía, el calor del hogar, el niño correteando por la casa y jugando conmigo…

 

                                      De momento recordé a Rosa, eso precisamente era lo que quería Rosa, entonces lo comprendí todo, es más me decidí en el momento, mi vida no sería como la de todo el mundo, sería especial, de hecho hasta ahora había sido diferente y lo seguiría siendo.

  • Está bien vamos a la cama.
  • ¿De verdad primo, lo dices de verdad?
  • Vamos antes de que me arrepienta.

                                      En la cama gigante cupimos los tres, el botón que le quedaba a la blusa de Cris se abrió por arte de magia y la falda de Gema dejó de ir de aquí para allá y cayó al suelo, las tetas de las dos aparecieron en escena y mi polla también, las dos chicas se preocuparon de que la polla estuviera bien atendida, a Cris la había desvirgado yo y le había enseñado a follar, respecto a Gema no sabía sus comienzos pero lo hacía tan bien como mi prima.

                                      La mamada que me hicieron entre las dos ya era motivo para correrme en sus bocas pero ellas sabían regular mi excitación y procuraban llevarme casi el límite, por mi cuenta les comí los coños a las dos, no hice distinciones, tan bueno estaba uno como el otro y no digamos de las tetas, me harté de lamer, chupar y morder, en el programa de esa noche no estaba incluido la enculada, toda la leche iba a ser para sus coños y ellas lo sabían pero al momento, cuando una me chupaba el capullo y la otra los huevos, caí en la cuenta.

  • ¡Un momento, habláis de preñaros como si fuera pan comido, la mayoría de parejas están tiempo y tiempo follando para conseguirlo!
  • No te preocupes por eso, está todo pensado, dejamos la píldora hace tiempo, tenemos la regla las dos al mismo tiempo y estamos en el día catorce o sea que estamos ovulando las dos, sólo falta que nos folles bien y hay un 90% de probabilidades, sino volveremos con el gay.
  • No joder, el gay no pero que conste, yo les pondré el nombre que quiera y no me llamarán papá.
  • Jajaja, como quieras Carlos, fóllanos como tú solamente sabes.

                                      En mi mente estaba Rosa, estaba haciendo algo que hacía unos días me parecía una aberración pero las palabras de Rosa me habían cambiado la perspectiva, mi tía tendría un nieto o dos, quien sabe pero Rosa también tendría el suyo, de eso me encargaba yo.

                                      La almohada era doble y la puse debajo de los riñones de las dos jóvenes, la cabeza baja y las piernas cogidas por los tobillos, un poco separadas y cogí por la cintura a Cris, ella sería la primera, Gema miraba ilusionada chupándome la polla y lamiéndole el clítoris a su chica, quería ponernos a cien a los dos y que nos corriéramos a la vez, ya gemía Cris desesperadamente y mi polla palpitaba como una locomotora a vapor cuando la clavé hasta el fondo en Cris, varios movimientos lentos y al fondo y me corrí, ella me escurrió la polla con sus músculos vaginales y cuando la saqué estaba blanca de jugos y leche.

                                      Cris quedó un momento con las piernas en alto y Gema con la cara entre ellas esperando a la salida del semen sobrante, esperó y esperó y no salió nada.

  • ¿Cómo puede ser eso?, no ha salido leche ¿no habrás hecho trampa, verdad?
  • ¡Cómo puedes decir eso!, me he corrido como siempre, debe estar llena hasta la garganta de leche.  Ahora vamos contigo Gema.

                                      Ahora fue Cris quien se ocupó de mi polla y del coño de su amiga, yo me entretuve con las tetas de las dos, costó bastante porque no estaba muy motivado que digamos, al final hicimos el mismo ritual, Gema con el coño al viento las piernas abiertas al máximo y gimiendo y jadeando, por un momento estuve tentado en clavársela en el culo pero pensé que volverían a la carga y confiaba que no pasaría nada.

                                      Mi prima demostró que era buena alumna y mamó la polla como un ángel, el coño de Gema no se libró de sus lamidas, sabía lo que más le gustaba a su novia y se lo hizo todo, por un poco no se corrió antes de tiempo pero al notar que se desmadejaba me cogió la polla, le dio unas cuantas sacudidas y la apuntó a la vagina, me empujó del culo y me hundió sin compasión, la chica gimió y gritó cuando le hundí la matriz pero un río de leche rellenó la vagina, la matriz y hasta las trompas.

                                      El orgasmo que tuvo fue fulminante, se soltó las piernas y se revolcó arrastrando mi polla con ella, se puso la mano en el coño para que no se le saliera el semen y apoyó las piernas en la cabecera de la cama como si hiciera yoga.

                                      Las dos se pusieron a llorar a la vez, por fin estaban inseminadas, me abrazaron agradecidas dándome las gracias, les dije que no me lo pidieran más y lo juraron, por mí no había quedado, las dos se abrazaron y me senté en la orilla de la cama, me iba a otra habitación para que disfrutarán solas de una noche prometedora pero me detuvieron.

  • Gracias Carlos, no sabes lo que representa esto para nosotras, nos gustaría demostrártelo, gracias otra vez.

                                      A mi no me hacían efecto los agradecimientos ya pero las dos se habían arrodillado en el suelo poniendo el cuerpo sobre la cama, los dos culos con las piernas separadas se me ofrecían y no distinguí cual de los dos era el mejor, los follé a los dos, recién corrido tuve mucho más aguante, ellas gritaban con la boca mordiendo la sábana, era el precio de la noche y mi polla entró sin dilatación aunque sí lubricada, cogido a las tetas que salían por sus costados metí y metí hasta la saciedad, me corrí en el que luego me enteré que era el de Cris, al otro lo dejé con el esfínter tan abierto que tardó en cerrarse.

                                      Fui a la ducha, el capullo me escocía y el prepucio dilatado estaba tan irritado que tuve que ponerme crema hidratante, luego me fui a dormir.

                                      Por la mañana el olor a tostadas con bacon y huevos me despertó, por un momento recordé a Rosa, a eso se refería ella y eso es lo que me faltaba a mí, bajé con la cara soñolienta, las dos estaban guapísimas, sus caras resplandecían de ilusión, desayunamos y las llevé a la estación, nos despedimos con unos besos en la boca que despertaron la envidia de los pasajeros, luego fui a la tienda.

                                      Las miradas de las tres mujeres eran de agentes de la KGB, querían saber qué había pasado y me hice el inocente, Rosa y Bea lo tenían claro pero Elena estaba intrigada, lo intuía pero no me creía capaz, aunque recordaba los cuerpos que tenían y sabía que era muy posible, cuando pasé por su lado aspiró para descubrir alguno de sus perfumes, la ducha y el traje diferente lo ocultaron, se le notaba intrigada, se arreglaba su ropa para comprobar de que no estaba mal del todo, incluso se arreglaba el “sujetador” para recolocase quien sabe qué.  Cuando me quedé solo con Rosa le dije escuetamente.

  • Rosa, ¿me invitas a desayunar en tu casa?
  • Claro, seguro que sí, sabes que siempre tendrás un lugar en mi cama.
  • Ya lo sé.

                                      Cuando entramos en su casa me miraba extrañada, no le había dado otra explicación y le dije.

  • Rosa, ¿lo que me dijiste el otro día era de verdad o fue en un momento de bajón moral?
  • ¿A qué te refieres?
  • A tener un hijo y pareja.
  • Siento haberte dado la tabarra con mis neuras, siempre ha sido mi aspiración pero ya ves, el destino nos lleva por caminos diferentes.
  • ¿Me dejas pasar la noche contigo?
  • Eso no hace falta que lo preguntes, soy toda tuya.
  • Me gustaría que fuera de verdad.
  • ¿Qué quieres decir Carlos?
  • Lo que has oído, he estado pensando, a veces pasan cosas que nos hacen cambiar el punto de vista, me gustaría que fuéramos pareja y de paso tener un hijo juntos, claro, si tú quieres…
  • ¡Carlos, amor, no lo puedo creer, si soy muy mayor para ti, no quiero que te sacrifiques por mí, sigue tu vida!
  • Mi vida la dirijo yo y tú eres la mejor mujer que he conocido, me gustaría que me concedieras tu mano y tu hijo.
  • Claro que sí, seré tu mujer, tu amante, tu amiga y tu esclava.
  • Por favor Rosa, jajaja, no seas melodramática, sólo quiero que me quieras.
  • Eso ya hace tiempo que lo hago.
  • Quiero decir que me quieras como soy.
  • Y eso también, sé que tú y las mujeres vais juntos, no me importará que tengas alguna cosa pero nada de cosa seria, ¿eh?, follar y nada más.
  • Jajaja, bueno y ¿alguna enculada no?
  • Jajaja y mamadas y chupadas de coño, lo que quieras.
  • Ahora en serio Rosa… siempre te he querido, primero era admiración a la profesora, después satisfacción por coincidir en la misma ilusión y luego al conocerte estando todos los días junto a ti me has ganado el corazón, han pasado cosas que me han abierto los ojos, de algunas no me siento nada orgulloso …
  • No digas nada, no hacen faltas explicaciones, ¿qué vas a decir que te follaste a tu prima y su amante?, jajaja, eso estaba cantado, lo notamos Bea y yo enseguida, Elena todavía no te conoce y no pero sobre eso ya habíamos quedado que son cosas tuyas.
  • Vale, me has pillado pero son más cosas que no puedo dejar de contarte, no quisiera que quedáramos con secretos antes de empezar.
  • Tranquilo, lo que hayas hecho o hagas a partir de ahora lo daré por bueno, sé que tu intención será buena y con eso me basta.
  • No sé qué decir Rosa, me sabe mal no contarte ciertas cosas, en parte han sido el motivo de que me haya decidido a pedirte que seamos pareja.
  • Pues bendita lo hora, Carlos no te calientes la cabeza, si algún día me lo cuentas bien y si no… tan felices, anda dame un beso.

                                      Rosa me abrazó y se fundió en mi pecho, notaba su cuerpo, las tetas de siempre pero en ellas un temblor que delataba los sollozos de felicidad que le agarrotaban la garganta, a mí también me costaba hablar y no lo hice, busqué su boca y la besé, me estaba esperando con los labios entreabiertos y nuestras lenguas se abrazaron también, ninguno de los dos nos acordamos de tomar nada, directamente me guió cogida de la mano a su habitación, dijo que no encendiera la luz, no lo hice y esperé un rato.

                                      Cuando encendió la luz de la mesita la vi a mi lado, estaba de pié vestida con un camisón blanco hasta los pies, tenía un escote en V impresionante con una banda de tul en la cintura y el resto hasta los pies tan trasparente como el pecho, me sonreía al ver la cara de adolescente pasmado como si fuera la primera mujer que veía y me dijo.

  • Éste camisón lo diseñé y lo cosí con la primera paga que conseguí de profesora, en aquel tiempo pensaba que lo estrenaría pronto, me equivoqué aunque ahora lo prefiero, no podía encontrar un hombre mejor que tú.
  • Es precioso y me alegro que lo hayas guardado para mí.
  • Me gustaría que seas tú el hombre que me haga “su” mujer.
  • Ven conmigo Rosa, te prometo que te haré feliz.

                                      Rosa subió a la cama a mi lado, no me atrevía a tocarla, el modelo evidentemente de corte antiguo representaba la larga espera de Rosa, pasé las manos por su cuerpo sin apenas rozarla, notaba como su pecho respiraba agitadamente, parecía que esperaba que le quitara su virginidad y en parte así era, era el primer hombre en su vida.

                                      Se arrodilló a mi lado rodeándome con el vuelo de la falda del camisón, me vi envuelto en una nube blanca y en el centro el cuerpo desnudo de Rosa, aunque la gravedad ya hizo acto de presencia en sus carnes no me importó, cogí el camisón por la parte de adentro y lo fue subiendo hasta sacarlo por la cabeza, no quise que se arrugara en unos revolcones carnales, cuando dejé la linda prenda sobre la sábana Rosa se tendió a mi lado.

                                      Nos quedamos tendidos desnudos mirando al techo, cogidos de la mano sentimos unas sensaciones que nunca habíamos sentido ninguno de los dos, cuando me besó la mano me incliné sobre ella y la llené de besos, recorrí toda su piel, según avanzaba notaba que su piel se erizaba, los pezones emergían de los pechos y las mejillas y el pecho se llenaba de rubor, según me acercaba a su sexo sus piernas se fueron separando y cuando llegué entre sus piernas mi boca se abrió paso entre sus labios y saboreó los jugos que manaban de su coño. 

                                      Un larguísimo suspiro se le escapó al mismo tiempo que cogía mi cabeza y la apretaba para que siguiera besándole, todavía no la lamía ni chupaba, sólo unos besos lentos pero suaves le hacían levantar el culo de la cama.

                                      Todavía estaba besando los labios menores y la entrada de la vagina cuando noté que pasaba su brazo por mi muslo insinuándome que quería que lo pasara sobre ella, lo hice suavemente con la polla tan dura que colgaba con los huevos pegados a ella y cuando pasó sobre su boca, sin tocarla con la manos la rodeó con sus labios y retiró delicadamente el prepucio dejando que el capullo se colara en su boca.

                                      No chupó ni lamió como yo esperaba sino que hizo lo mismo que yo, le dio una serie de besos que recorrieron desde el norte al sur, me abrazó la cintura y me atrajo hacia ella, bajé vertical sobre su cara y mi polla pasó rozando su mejilla, yo hice lo mismo y dejé mi cara entre sus piernas respirando los efluvios de su coño.

                                      Fue un momento mágico en el que nos fundimos de una manera tan íntima que perdimos la noción del tiempo, cuando sentí que su boca buscaba mi capullo y rodeaba la lengua en el frenillo mi polla fue aumentando de tamaño y dureza hasta que tuve que levantarme, los labios del coño estaban tan abiertos que mostraban toda la maravilla que guardaba, pasé la lengua por el clítoris, dio un salto y me correspondió con un mordisco suave en el glande.

                                       De pronto nos sentimos como chiquillos, riendo y retozando mordimos, lamimos y chupamos todo lo que quisimos y pudimos, me giré y la besé locamente en la boca, me correspondió y me dio la vuelta subiendo sobre mí, me miró,  me cogió las manos y las llevó a sus tetas, se adelantó un poco sobre mi vientre y al volver se clavó la polla que la esperaba en posición.

                                      Lentamente como si fuera virgen se la fue metiendo hasta sentirse llena, me sonrió y se dejó caer hasta, literalmente, clavarse, inició un movimiento lento pero duro, metía la polla presionando con los músculos como si fuera una adolescente en su primer polvo, aceleró hasta cabalgarme al mismo tiempo que le sujetaba las tetas sacando los pezones entre mis dedos.

                                      Me miró con los ojos vidriosos, ya la conocía, cuando me miraba así era porque el orgasmo la atenazaba, le dije que no esperara porque yo estaba igual, me hizo caso y se corrió sin dejar de moverse, yo hice lo propio me envaré levantando el culo del colchón para ofrecerle toda mi polla, cuando noté cómo salía la leche a borbotones de mi polla ella se estremeció y se sacudió en unos estertores que la hizo caer sobre mí, nos abrazamos y no le saqué la polla, se mantuvo sobre mí quieta porque le dije al oído.

  • Rosa, no te muevas, me gustaría que mi semen llegara adonde yo quiero con toda mi alma.
  • Carlos, ¿qué has hecho?, no me has dado tiempo a decírtelo, este mes no tomo las píldoras, lo hago de descanso, estoy en riesgo, estoy ovulando.
  • Precisamente, eso es lo que quiero, que estés ovulando, en estos momentos puede que dentro de ti se esté cumpliendo tu deseo.
  • ¡Dios mío!  ¿Es posible que ocurra?  Si ya no creo que pueda.
  • No te preocupes y espera, tenemos todo el tiempo del mundo para seguir intentándolo.

                                      Esa noche volvimos a follar, esta vez sin romanticismos, follamos hasta caer rendidos, la llené de leche “por si acaso”, por la mañana cumplió su palabra y me preparó el desayuno.

Continuará.

Si les gustó el relato, valoren y comenten.

Gracias.

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