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El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (7)

en Confesiones

MI EPOCA DE RESIDENTE EN EL HOSPITAL ERA EN CIERTO MODO ABURRIDA, EXCEPTO…

                                                  Por una parte fue una ventaja que Iñaki y yo tuviéramos la misma profesión, con los mismos gustos, los mismos temas de conversación, los mismos proyectos de futuro… pero también los mismos problemas, sobre todo en cuanto a horarios y guardias.

                                                  En cierto modo envidiaba a las funcionarias que terminaban el trabajo al mediodía del viernes hasta el lunes, eso no lo pude conseguir nunca, al revés, cuanto más fiesta era o en verano, más trabajo se me acumulaba, la época de vacaciones era para mí un suplicio porque tenía que doblar los turnos y cubrir las plazas que no se renovaban, a mi chico le pasaba lo mismo con el agravante de que vivía en otra ciudad.

                                                  Por eso cuando Susana me llamó por teléfono preguntando si el fin de semana lo tenía libre u ocupado grité un ¡LIBRE! como Nino Bravo, hasta mi compañera Asun notó que estaba muy contenta y agitada porque iba a recibir a Susana mi amiga del alma, la hice sentar en el sofá común y le expliqué como era, sonreía al verme feliz, le conté que era morena, pelo largo, con buenas tetas y un culo espectacular, (eso lo dije sutilmente para no herirle demasiado) le conté que era muy alegre, siempre contenta y que me sentía feliz a su lado.

  • Mmm, de la forma que lo dices y cómo la describes parece que es una amante más que una amiga.
  • Cuándo quieres a una persona…  ¿Qué importa el sexo?
  • No sé qué pasa cuando estoy contigo, dices las cosas de una manera que me hace verlo  todo tan natural que me sorprendo.
  • Eso es porque es natural ¿te acuerdas cuando te acaricié las tetas?, seguro que nunca habías pensado que una mujer lo fuera a hacer, ¿a qué sí?
  • La verdad es que sí y si quieres que sea tan sincera como tú, luego me arrepentí de que no me besaras los pezones, en ese momento me eché atrás pero algo me dijo que me habría gustado.
  • Ya lo sé pero no quise forzarte a hacer nada contra tu voluntad, aunque mi oferta sigue en pié, quedé con ganas de chuparte esos pezones tan ricos que tienes.
  • Por favor Luz, no me digas esas cosas porque se me ponen duros sin querer.
  • Jajaja, ¡sin querer dices!, eso no me lo cuentes a mí, tampoco querías besar la polla del ciclista y si no llega a volver su cuñadita te tragas entera la corrida del muchacho.
  • Jajaja, cada vez que me acuerdo… no sabes lo que me costó tocarle con el dedo y cuando saltó me dio un susto de muerte, creí que era una serpiente que me iba a morder.  Jajaja.
  • Ya me di cuenta pero luego te gustó, me admiré ver con que “profesionalidad” chupabas el capullo morado, te pareció poco y casi te tragas todo el tronco de la polla.
  • ¡Uff, que grande la tenía, la boca ya se me desencajaba!, si llega a correrse no habría podido sacarla y me habría ahogado con semen, imagina los comentarios en el hospital al día siguiente, “Uróloga ahogada inseminada por un paciente”, jajaja.
  • Jajaja, me gusta oírte reír, siempre me ha preocupado el verte tan seria, hasta hace nada apenas nos saludábamos al cruzarnos en el comedor.
  • Sí, siempre he sido muy retraída pero me encanta haberte conocido, jajaja, no se me olvida el ciclista, jajaja.
  • Jajaja, me gustas Asun, me encantas cuando ríes y te diré un secreto, cuando lo haces las tetas se agitan debajo de la camiseta de una manera muy tentadora, disfruto de verlas.
  • ¡Noooo!, ¿a estas tetas?  Imposible, si fueran las tuyas… eso no son tetas, son tetazas, jajaja.
  • Me gustaría mucho besártelas mientras te ríes, debe ser toda una experiencia.  Jajaja.
  • Jajaja, qué va, si apenas tengo pero oye… se me están endureciendo los pezones sólo de nombrarlas, jajaja.
  • Mmm, deben estar sabrosos de verdad, ¡te los cambio por los míos!
  • ¡Si cambiamos que sean las tetas enteras!, me gustaría tener las tuyas, los chicos vendrían detrás de mí como moscas.
  • Te lo aseguro, no sabes cómo atrae las miradas un buen escote.
  • Además tienes un canalillo que es una gozada, a mí se me ven los pies entre ellas, jajaja.
  • Eso crees tú, ya te gustaría ver aparecer entre ellas una polla como la del ciclista, jajaja, ¡si no la has visto ya!
  • ¿Yo, eso quisiera?, sólo tuve un novio unos meses y apenas hicimos algo.
  • ¡No me dirás que todavía eres virgen! Jajaja.
  • No pero casi, aquel novio me desvirgó pero sólo eso, porque cuando sólo metió la mitad tuvo que salir deprisa porque se corrió enseguida, solamente me mojó los pelos del coñito, jajaja.
  • Pues si quieres mandamos a cenar otra vez a la cuñada del ciclista y le haces una cura de urgencia.
  • Si me acompañas tú me animo, jajaja.  Ya tengo ganas de un buen pene, aunque no sea como aquel.  ¿Tú habías visto alguno igual?
  • Tan grande no, aunque tan grueso sí y no te cuento lo que llena el coño, jajaja.
  • Uf, qué calor tengo, me lo imagino y me hace sudar, jajaja.
  • A mí se me humedece la vagina, jajaja.
  • Yo prefiero que no porque empapo todo, cuando estoy sola tengo que ponerme una toalla debajo del culo.
  • ¿Te masturbas mucho?
  • ¡Qué remedio!, aunque casi siempre lo hago para relajarme cuando estoy estudiando.
  • Yo también, antes tenía un juguete y acabé rompiéndolo, jajaja.
  • Una vez estuve a punto de comprar uno, bueno en realidad me lo iba a comprar una amiga pero al final me eché atrás.
  • ¿Por qué, no lo prefieres al dedo? cuando vibra en el botón te corres de una forma escandalosa.
  • ¡Qué vergüenza!, por eso no me lo compré, además del zumbido que hace soy muy gritona, cuando me corro despierto a todo el mundo.
  • Pues no te oí nunca.
  • Porque me pongo unas bragas en la boca para no gritar, jajaja.
  • Jajaja, me gustaría ver cómo te corres, jajaja.
  • Uf, tendremos que cambiar de conversación, las tetas me duelen de duras.
  • ¿A ver?, no te digo de las mías.

 

                                                  Antes de que se hubiera quitado la camiseta ya le ayudaba yo, vi que se había comprado un sujetador muy bonito, no dije nada pero era casi igual al mío, al subir la ropa tiré también del sujetador y cuando quiso darse cuenta lo llevaba enredado con la camiseta.  Me miró y al verse medio desnuda se cubrió con los brazos cruzados.

  • Uy, lo siento, no me he dado cuenta, ¡ah!, mira, te enseño el sujetador que me compré.
  • Espera un momento, ahora me lo enseñas, primero déjame admirar esos pezones.
  • ¿De verdad te gustan?
  • No sabes cuánto, deben saber a gloria.
  • Si quieres… te dejo besarlos pero sólo un besito.
  • Bueno lo que quieras, lo mismo digo.

                                                  Asun lo puso fácil,  ella misma me los ofreció levantando las tetas para que llegara mejor, al tener las tetas apretadas todavía salía más el pezón y tras el primer beso aspiré la areola hasta adentro del paladar, gimió y me acarició el pelo, la abracé por debajo de las axilas y la atraje hacia mí, lamía, chupaba y mordía aquellos pechos casi vírgenes, parecían de mantequilla, se deshacían entre los labios y mi compañera se desvanecía dejando caer los brazos hacia atrás dejándomelos a mi disposición.

                                                  Los dejé brillantes de saliva y más oscuros que los encontré por la aspiración, cogí una de sus manos y la apoyé sobre una de mis tetas sobre la camiseta de algodón, su mano se deslizó sobre mi redondez y fue a meterse entre las dos, le gustaba mi canalillo y presionó como queriendo ahondar más, cogí la otra mano y por debajo de mi camiseta la puse donde ella quería, entre las dos y con la de arriba y la de abajo las iba separando apreciando lo grandes que eran.

                                                  Asun me abrazó cuando le pellizqué los dos pezones a la vez y pegamos las cuatro tetas juntas, fue un movimiento reflejo pero me soltó el cierre de la espalda y quedaron piel contra piel, sin darnos cuenta nos movimos frotándonos una contra la otra aplastando los pezones, la chica puso la cabeza sobre mi hombro y se apretó a mí sacudiéndose sin control.

  • ¿Qué te pasa Asun?
  • ¡Qué vergüenza Luz, me he corrido!, nunca me había pasado esto, lo siento.
  • No pasa nada, si no te hubieras corrido tú lo habría hecho yo.
  • No, de verdad lo siento, deja que me vaya a mi cuarto.
  • Pero mujer, ¿te vas a ir así?
  • Sí, lo siento por ti, perdóname.

                                                  Asun me dejó huyendo a su cuarto con la camiseta y el sujetador en un lío cubriéndose las tetas, yo con las mejillas llenas de saliva y el coño destilando flujo, tuve que ducharme y con el chorro de la ducha en el clítoris me corrí apoyada en la pared.

                                                  El día que vino Susana no vimos a Asun, se fue a ver a su familia y aprovechamos que toda la casa era para nosotras, nada más llegar fuimos a mi habitación, despejé las sábanas preparando el terreno, entre nosotras no habían excusas ni preludios, simplemente dejó el maletín que llevaba lo justo y nos abrazamos, nuestras bocas se pegaron abriéndose al máximo para sentir más sensaciones, nuestras manos fueron directamente a las tetas, conocía perfectamente las de Susana igual que ella las mías pero para nosotras era como si fuera la primera vez, a la vez que mi amiga soltaba los botones de mi camisa yo le subía la blusa por la cabeza, llevaba el sujetador que más me gustaba, de balcón que con su talla 95 le hacía un pecho de lo más sensual, sólo le sujetaba por debajo hasta justo cubrirle la areola morena aunque no podía disimular el pezón que empujaba debajo de la tela.

                                                  Susana separó las solapas de mi camisa y miró mis tetas, a ella le pasaba lo mismo, adoraba mis pechos y como usaba una talla menos de lo que debía se salía por arriba, las apretó las dos a la vez y estampó un beso entre las dos enterrando la cara en mi canalillo.

                                                  Los sujetadores duraron un suspiro y al sentirse libres las tetas “bailaron” un ritmo caribeño, mi amiga me ofreció sus pezones, sabía mi adoración por ellos y se los chupé hasta hacerle moratones, mientras me masajeaba subiéndolas para que sacara la lengua y las lamiera, le encantaba compartirlas, yo lamía una y ella la otra, caímos a la cama para mayor comodidad pero mi falda y sus pantalones quedaron en el suelo, llevaba unas braguitas de tiro alto que marcaban los labios aplastando su melena rizada, mi braguita era un culote que apenas cubría lo justo, fuimos besándonos y acariciándonos hasta que por inercia nos dimos la vuelta haciendo un 69 total.

                                                  La piel morena de Susana llegaba desde los labios del coño hasta casi la rabadilla, mi lengua recorrió el límite de color hasta que llegó al culo, levanté la cabeza entre sus piernas para llegar a él, sus tetas caían sobre mi pero preferí cogerle el culo y acercármelo más, ya podía llegar a todos sus rincones, ella hizo lo mismo, acercó la cabeza lo máximo entre mis piernas hundiéndola en la sábana, llegó también a mi culo pero apenas lo lamió pasó un dedo y empujó metiéndolo hasta la mitad, yo le metí dos porque ya la habían follado y sabía cómo relajar el esfínter mejor que yo.

                                                  Estábamos súper excitadas y cuando lamimos nuestros clítoris estallamos en unos orgasmos que nos hicieron rodar por la cama sin deshacer el abrazo, nos mojamos las caras pues cuando nos corríamos Susana y yo no era sólo un concierto de gemidos y jadeos, era una cascada de jugos que mojaban todo lo que había cerca.

                                                  Tuve que quitar la sábana y meterla en la lavadora y cambiarla, luego nos fuimos a duchar, la ducha era bastante estrecha pero aún así entramos las dos, cubiertas de espuma del gel de baño nuestras manos resbalaban por nuestra piel empañando la mampara más que por el agua tibia, al enjuagarla pasé el chorro de la ducha por su coño y gimió, pero quise que probara mi secreto y deslicé la manguera flexible de la ducha entre sus piernas, la rugosidad de la manguera rozó el clítoris de Susana y abrazándome se corrió orinándose sobre mí.

                                                  El espacio no permitía arrodillarse para chuparme el coño pero sí para lamerme las tetas y lo hizo juntándolas las dos en una, le cupieron los dos pezones a la vez y mordiéndolos hizo correrme a mí, salimos mojadas hacia mi habitación y nos acostamos sobre la sábana, la piel brillaba pero pronto se secó por el calor que despedíamos, ya saciadas de la primera calentura nos besamos suavemente, disfrutando del momento de estar juntas otra vez.

                                                  Cuando nos vestimos nos arreglamos para salir a tomar unos vinos y unos pinchos (la costumbre de acompañar al chato vino con un pincho era una excusa para beber más) pero no nos importó y fuimos causando sensación por los bares que entrábamos, íbamos rompedoras, Susana no se puso sujetador, se lo podía permitir y cuando pasábamos entre el gentío más de uno se arrimaba o ponía un codo disimuladamente y aprisionaba las tetas o el culo de mi amiga, conmigo no había duda, los apretones iban sin dudarlo a las tetas, ya que no tenía tanto culo como Susana pero con las tetas se ensañaban, cuando salía de los tumultos tenía que reajustarme el sujetador porque lo llevaba girado y me deformaba las tetas.

                                                  Aprovechamos para ir de tiendas, las dos nos compramos unas prendas de lo más sexi y volvimos a casa.

                                                  Cenamos en casa sentadas en el sofá, le conté mis confidencias con Asun y me dijo que le habría gustado conocerla, luego de cenar nos acercamos y sobre el sofá nos besamos hasta que empezamos a fluir por los coños como manantiales.

  • ¿No prefieres mejor en mi cama? Estaremos más cómodas.
  • Claro, aunque con solo estar contigo me conformo.
  • Y yo pero estoy deseando comerte toda, empezando por la boca.

                                                  Lo hice, subí encima de ella dejándole mis tetas sobre las suyas y la besé tiernamente al principio y fogosamente luego, nuestros pubis coincidían y se restregaban enredando los pelos rizados, entrelazábamos los muslos para rozar los clítoris que ya salían erectos.  Nos corrimos sólo con caricias, Susana era especialista en provocarme orgasmos tan sólo con sus besos pero mis caricias en su coño eran su debilidad y llegábamos a la vez.

                                                  Al estar solas nos desfogamos y gritamos al corrernos, el pecho me pedía gritar de felicidad y no me contuve, Susana no se quedaba atrás y dimos un concierto de gemidos y jadeos.

                                                  Ya casi nos estábamos durmiendo cuando oímos en el silencio de la noche otros gemidos ahogados, creímos que algún vecino estaba follando cerca y nos hizo sentir más unidas y esperamos escuchando hasta que el grito liberador de un orgasmo femenino nos indicó que la follada había sido genial.

                                                  Por la mañana salimos desnudas al comedor a desayunar, estábamos todavía con los cafés y las tostadas en la mano cuando se abrió la puerta de la habitación de Asun, fue un momento de confusión, ella no esperaba vernos tan ligeras de ropa y nosotras no esperábamos verla allí, apenas nos vio intentó volver a su habitación porque tampoco llevaba ropa, pero ya era tarde, quería preguntarle si todo estaba bien porque debería estar con su familia pero no pude porque detrás de ella apareció la cabeza de un chico con el pelo rizado con cara de sueño.

  • Hola buenos días.
  • Hola, Asun, ¿cómo tú por aquí, no estabas con tu familia?
  • Sí claro pero como hay mala combinación de transporte me trajeron.

 

                                                  Detrás de ella sin enterarse de lo que pasaba dijo el chico…

  • Prima Asun, ¿me dejas salir al baño primero?
  • ¿Prima Asun?, así es que te han traído de vuelta y parece que es tu primo…
  • Sí, pasaba cerca de aquí y me vine con él.
  • Ya, no os hemos oído llegar.
  • Llegamos tarde, nosotros sí que os oímos, las paredes parecen de papel…
  • Lo bueno y lo malo es que las paredes son igual de delgadas para los dos, porque creo que os oímos también y no eran conversaciones de primos, os oímos follar, jajaja.
  • Shiiit, no digas nada, que crea que no se ha enterado nadie, es muy tímido.
  • Joder Asun, tímido será pero te has corrido como una loca.
  • Ya te dije que soy muy escandalosa y con una polla como la suya…
  • Jajaja, me alegra ver que vas soltándote.
  • Shiiit, ahí viene.

 

                                                  El chico salió del baño con la cara sonriente y además con la polla empalmada hacia adelante, el vernos a las tres desnudas se puso al lado de su prima rodeando el brazo por hombro dejando la mano muerta sobre su teta.

  • Vaya prima, no sabía que vivían contigo estas bellezas, si no habría venido antes a traerte, las tres estáis muy buenas, cada una con unas tetas preciosas, a mí me encantan las tetas.
  • Calla Lorenzo, acabas de conocerlas y ya estás echando la caña, son amigas mías y cuando estamos solas vamos desnudas, no pasa nada aunque no sabían que llegamos anoche.
  • ¿Entonces eran ellas las que se corrían?  Joder… si lo llego a saber…
  • Cállate ya y vamos a mi habitación, ya deberías haberte ido, te quedan muchos kilómetros todavía.
  • ¿Qué te parece Luz?, no me parece muy tímido el “ricitos”, jajaja.
  • La verdad es que tiene un buen polvo, ¿te has fijado que polla tiene?
  • Es lo primero que le he mirado, cuando venía del baño le bailaba de un lado a otro, jajaja, tiene una buena mamada.

                                                  Seguimos desayunando y desde adentro de la habitación de Asun se oyó voces.

  • Venga Lorenzo estate quieto, que es hora de irte, ya hemos follado bastante.
  • No, Asun déjame que te meta sólo la punta, como despedida y luego me voy, lo prometo.
  • No, que te conozco, luego querrás más y más.
  • Prima… por favor, sólo un poco, mira tú te agachas y te meto el capullo, sólo el capullo, me gusta tu coño mojado.
  • No, estate quieto, que con esa polla me vas a hacer daño.
  • Qué va, anoche no decías lo mismo, anda agáchate en la cama.
  • ¡Qué pesado eres Lorenzo!, vale pero sólo la punta ¿eh? ¡Sólo la punta!
  • Prometido…

 

                                                  Se hizo un silencio y cogí la mano de Susana, la tenía sudada y miré entre sus tetas y le brillaba el canalillo, me puse una servilleta debajo del culo porque el coño me goteaba al oírlos.

  • Lorenzo… en eso no habíamos quedado, me estás metiendo más del capullo.
  • Prima, es que estás muy buena y tienes el coño que chorrea, la polla se cuela sola.
  • ¡Lorenzo… por favor, sácala, no la metas más, ya valeeeee, no más Lorenzo, no, nooooo más, Lorenzo despacio, así despacio pero no pares, ten cuidado que me va a salir por la boca, Lorenzoooo!
  • Lo que tú digas Asun, lo que tú digas, ¿te gusta mi polla?
  • ¿Tú qué crees?, me encanta tu polla, la siento adentro empujándome el útero, me tienes empalada, pero no pares por Dios, muévete.
  • ¿Así Asun, te gusta así?
  • Síííí, así me gusta pero dale más fuerte, fóllame como tú sabes, clávame la polla hasta el fondoooo.

                                                  Susana me cogió la teta y la apretó sacándome el pezón que ya brillaba de terso, se levantó de la silla, había dejado un cerco de humedad y me dijo al oído.

  • Luz no puedo más, me hace falta tu boca en el coño, necesito correrme en tu boca.
  • Y a mí, esta pareja me ha puesto cachonda y eso que Asun parecía que no le interesaban las pollas, jajaja.

                                                  Fuimos a mi habitación sin siquiera recoger la mesa y nos tiramos a mi cama, hicimos un 69 salvaje, estábamos tan calientes que los muslos ya estaban mojados de flujos, en la habitación de al lado Asun gritaba exigiéndole que se moviera más y más, el chico gruñía como un ciervo en celo, la chica gritaba que se iba a correr aunque la escuchaba amortiguada por los muslos de Susana apretándome las orejas, ella también se corría  soportando con dificultad mis caricias en su clítoris súper excitado, cuando Asun dio un alarido al correrse la acompañé, Susana me estaba pellizcando las tetas tirando de los pezones a la vez que lamía el clítoris con una velocidad vertiginosa.

                                                  Caímos desfallecidas y al mirar la hora vimos que no le quedaba casi tiempo para coger el tren, saltamos de la cama y nos metimos en la ducha, con una enjabonada rápida y unos besos cálidos salimos deprisa y nos vestimos, cuando salimos de la habitación di unos toques con los nudillos en la puerta de Asun.

  • Asun, nos vamos, ya nos veremos, pasadlo bien.
  • Mmm, mmm, va… valef, lof siento, es que tengof… la boca llenaf de leche, ya hablamos Luz.

                                                  Dejé a Susana en el tren, prometió que nos veríamos pronto, estaba preciosa detrás del cristal de la ventanilla, el pelo moreno suelto por la espalda y los labios rojos fuego, noté un temblor en el coño y crucé las piernas, al momento sonó el bocinazo de la locomotora y arrancó.

                                                  Ese día ya no pude hablar con Asun, cuando volví sin prisa a casa ya se habían ido y me acosté porque la nostalgia y el agotamiento del fin de semana me pedían descansar, dormí como un bebé hasta el día siguiente.

                                                  Iñaki me llamaba casi todos los días, nos contábamos lo que habíamos hecho pero al final siempre acabábamos igual, me decía cómo tenía la polla de dura y yo le contaba lo que la añoraba cuando me metía dos dedos en el coño, por teléfono una corrida no era ni mucho menos igual pero nos desfogábamos hasta la otra llamada.

                                                  A los quince días me llamó anunciándome que si no le cambiaban la guardia vendría a verme, salté de gozo y le dije que lo esperaba con verdaderas ganas, para no tener sorpresas se lo conté a Asun, la chica estaba un poco avergonzada por lo que había pasado con su primo Lorenzo.

  • No sé que me pasó Luz, de verdad.
  • Jajaja, yo te lo diré, que te gusta follar más que a mí, jajaja y la polla de tu primo te llenaba el coño como un tapón de champaña.
  • Es verdad, para que voy a mentir, me corrí varias veces, me acordé de ti cuando me chupó las tetas, si tengo que ser sincera tú lo haces mejor, no eres tan brusca, pero cuando me clavó la verga…
  • Te entiendo Asun, te entiendo, ya tengo ganas de follar de verdad, precisamente el sábado vendrá mi novio…
  • No digas más… pues me iré a Valladolid a casa de una amiga.
  • No mujer, no lo decía por eso…
  • Ni hablar, mereces un fin de semana tranquila con tu chico, con todo el piso para vosotros, sin nadie que os oiga gritar cuando os corréis.
  • ¿Cómo tú?
  • Sííí, como yo, que apuro, si no lo llegas a saber te habría asustado.
  • Sí, creería que te mataban, jajaja

                                                  El sábado esperado llegó puntual con su utilitario rojo, al verme me besó con su forma habitual, recorriendo mi cuerpo suavemente pero yo estaba desatada y lo llevé a mi habitación, me había preparado para recibirlo y llevaba un sujetador (por llamarlo así) negro, simplemente me mantenía las tetas desde abajo dejándolas sueltas sin copas con los pezones libres, cuando me abrazó notó en su pecho la dureza de los pechos y no pudo aguantar más me subió la blusa y se lanzó a chuparme las dos tetas a la vez.

                                                  Todavía le guardaba otras sorpresas pero se las iría mostrando poco a poco, le iba besando y desnudando a la vez, me quitó la falda y vio las bragas que llevaba, era otra de las sorpresas porque eran mínimas y completamente transparentes, por supuesto también negras, entre mi vello púbico recortado se veía como en una ventana.  Me senté en la cama y lo atraje hacia mí, llevaba un bóxer de camal largo pero el bulto que lo deformaba asustaba, apuntaba hacia al lado izquierdo y fui tirando del elástico de la cintura hacia abajo, por lo velludo que era una maraña de pelo acompañaba mis manos hasta que llegué adonde sobresalía el bulto, me costó tirar hacia abajo la prenda pero cuando saltó aquella gruesa polla frente a mi cara deseé comérmela entera.

                                                  Fui lamiendo desde el comienzo pegado a los huevos hasta que llegué al capullo, estaba cubierto por el prepucio pero pasé la lengua por debajo de él dejando el glande al descubierto, lo hacía sin manos porque las tenía sujetando las nalgas de Iñaki, la polla saltaba delante de mí haciendo difícil que pudiera tragármela pero, tuve que empezar de nuevo pero ésta vez desde los huevos, rodeando con los labios todo el tronco llegué hasta el capullo y sin más lo tragué, Iñaki suspiró mirando al techo, me cogió la cabeza y metió la polla hasta adentro de mi garganta, yo estaba preparada y la noté desaparecer entre mis labios, notaba cómo palpitaba en la campanilla pero la aprisionaba contra al paladar sintiendo cómo se  hinchaban sus venas.  Estaba orgullosa de la experiencia que ya tenía de mamar pollas pues era de las cosas que más me gustaba, tanto darlas como recibirlas.

                                                  Iñaki no quiso que le vaciara de semen así y me empujó sobre la cama, las tetas salieron hacia arriba dejando inútil el “sujetador”,  pero las bragas sí que le molestaron y las sacó de un tirón por las piernas, al sentirme libre las abrí todo lo que pude mostrándole el coño ya mojado y puso su boca sobre él, me dio una sensación que me tembló todo el cuerpo, los pezones se endurecieron todavía más pero no había terminado de lamer, movía la lengua de abajo arriba como un diapasón y hacía sonar todas las notas, en el clítoris me hacía saltar y al llegar a las tetas no podía estarme quieta, entre mis piernas notaba como iba subiendo aquella polla directamente a mi coño, era imparable y la esperaba con ansiedad por eso cuando empezó a entrar en mi levanté el culo para que no tuviera dificultad alguna, despacio pero sin descanso fue taladrándome hasta que los huevos chocaron en mis nalgas, quedé un poco decepcionada porque deseaba que me follara sin dilación.

                                                  Iñaki pareció adivinarme el deseo y sacó la polla y la volvió a clavar de un golpe, desde el capullo hasta los huevos en un empujón, lo sentí en mis entrañas quemándome pero me gustó y levanté las piernas abiertas para que se hundiera sin impedimentos.  Bombeó salvajemente, ¡así era como deseaba que me follara!, salvaje sin miramiento, quería que me rompiera por adentro, aquella polla pasaba por los pliegues de mi vagina y tocaba todas las notas como en un teclado de piano, la notaba dura, caliente y larga pero cuando hacía tope al final me sentía tan llena que no deseaba que saliera aunque a la vez estaba impaciente de que lo hiciera y repitiera la clavada una y otra vez.

                                                  Nos corrimos casi al mismo tiempo, llegamos a una compenetración que sólo con la mirada sabíamos lo cercanos que estábamos de venirnos y tanto uno como el otro procuraba coincidir, un orgasmo compartido era lo más sensual que podíamos conseguir porque los dos son estremecíamos a la vez con los espasmos y los gemidos a coro.

                                                  Quedamos rendidos y abrazados, descansamos un rato hasta que nos duchamos, Iñaki quería seguir en la cama pero yo tenía otros planes, lo convencí para salir a tomar unos pinchos y unos vinos y entre tapa y tapa comimos muy bien, había mucho ambiente y volvimos a casa, nos acostamos y entre caricias y besos lo mantuve en máxima excitación , quería seguir follando y yo también pero mi intención era llevarlo a la cima y al rato le propuse salir otra vez para dar un paseo por la ciudad vieja, el me miró extrañado, con la polla como una barra de hierro candente no comprendía mi capricho de salir otra vez.

                                                  Con cara de mala gana accedió y salimos cogidos del brazo, yo intentaba mantenerlo en vilo haciéndole mimos, aprovechaba cualquier ocasión para pasarle la mano por la polla o apretarme contra él incrustándole las tetas en los brazos o el pecho, cuando mirábamos un escaparate le cogía la polla con el morbo de que nos vieran desde adentro de la tienda, no dejé que se le bajara en ningún momento.

                                                  No disimulaba su disgusto porque se había imaginado pasar un fin de semana follando sin salir de casa y cuando le dije de volver suspiró aliviado y más cuando le sugerí tomar otra ducha, en la estrechura no podíamos hacer maravillas pero desde detrás le enjaboné la polla y los huevos pegándole las tetas en la espalda, la polla le rozaba los azulejos de enfrente, cuando me arrodillé detrás de él, quiso volverse cara a mí pero mi lengua iba ya entre sus nalgas, las separé y lamí su ojo oscuro, suspiró al notar el calor de mi lengua y se agachó lo que pudo para que siguiera, al mismo tiempo le meneaba la polla haciéndole palpitar a punto de eyacular, no le dejé aunque tenía la punta de la lengua dentro de su culo, pero cuando quiso que le mamara la polla le dije que quería que me hiciera lo mismo pero en la cama, abrió la puerta de golpe, ni siquiera cerró el grifo que siguió manando agua y mojados los dos me llevó en brazos hasta la cama.

                                                  Quise poner una toalla por lo menos sobre la sábana pero no me dejó, sobre la cama húmeda me abrió las piernas y me comió el coño, su lengua desesperada por tanta espera se movía como un ventilador, le dije que me gustaba más si me hacía lo mismo que yo a él y me puse a cuatro patas, separé las nalgas con las manos apoyando la cabeza en el colchón, las tetas me llegaban al cuello pero él al ver mi culo abierto pegó sus labios en el cerco oscuro, lamió con verdadera gula, me relajé al momento y pudo meter la punta de la lengua, me gustaba sentir cómo se movía intentando vencer mi esfínter y me mojaba por momentos por dentro (porque por fuera me secaba echando humo) le dije que me gustaría sentir algo más que la lengua en mi culo y metió un dedo, ya notaba cómo se movía dentro de mí, girando por el recto sentía cómo mi vagina se derretía también por proximidad.  De un dedo pasó a dos que dentro de mí, separaba y me rozaban alrededor, estaba muy excitado al ver que sus dedos se perdían en mi culo y cuando me volví hacia él pensó que ya no quería que siguiera pero le dije…

  • Por favor cariño, quiero algo más duro, más grueso y más caliente en mi culito, ¿se te ocurre algo?

                                                  No daba crédito a lo oído, abrió los ojos sorprendido porque en muchas ocasiones me había sugerido meterme la polla en el culo y ahora era yo la que se lo proponía, no lo dudó porque tenía la pose adecuada, le señalé mi mesita, en ella destacaba una frasco de aceite de bebé y lo cogió nervioso, no atinaba para abrirlo y apretó impaciente, el chorro de aceite cayó a lo largo de mi espalda hasta la nuca, me frotó aceitando todo el cuerpo, las nalgas y por último el culo, apoyó la botella en mi culo y presionó, sentí el chorro de aceite inundando el recto, notaba la suavidad del líquido que me provocaba, abrió mi ojo negro, noté que él también iba lubricado con el mismo aceite echado como si fuera mostaza a un perrito caliente y apoyó el capullo en mi agujero dilatado.

                                                  No puedo negarlo, me dolió y bastante, aquella polla gruesa aunque lubricada necesitaba espacio y mi culo no podía adaptarse tan rápidamente, era mi primera vez por el culo y pensaba que no iba a poder aguantarlo pero a la vez le animaba para que siguiera empujando y lo hizo, apreté los puños y mordí la sábana pero el capullo entró despacio, sentía como dilataba más y más parecía que no iba terminar nunca y de momento pasó el anillo del glande, una paz interior me relajó aunque seguía teniendo el tronco tan grueso o más pendiente de entrar pero me animé y le dije...

  • Sigue amor, métela más pero muy despacio por favor.

                                                  Iñaki siempre había demostrado su dulzura desde el primer día que follamos y no me defraudó, se movía con cuidado ondulando las caderas para que la polla fuera buscando su camino, notaba como me oprimía el vientre por adentro pero de momento el presión desapareció, fue tan fácil a partir de ese momento que le grité.

  • Ahora cielo, fóllame hasta el fondo, rómpeme el culo.

                                                  Fue como la salida de la Fórmula 1, empujó de golpe hasta clavarla a tope, oí el chasquido de sus huevos en mis labios del coño pero me hizo feliz, tenía a mi amor clavado en mi culo y rozaba todos los puntos sensibles de mi vagina y flotaba en el aire.

                                                  A la vez que metía la polla la rociaba de aceite infantil, resbalaba suave y entraba sin dificultad hasta el fondo de mi, se dejó caer sobre mi espalda alcanzando mis tetas, las recogió de la sábana y tiró de ellas hasta pellizcar los pezones, buscó el clítoris entre los labios del coño y lo frotó con sus dedos aceitados y con la otra mano metió uno, dos y hasta tres dedos en la vagina, sentía como sus dedos rozaban su polla separados sólo por un leve tabique.

                                                  Al momento noté que mi culo dilataba mucho más, obligado por la polla que se agrandaba, sentía que las venas se hinchaban mucho más y sus manos se crispaban en mi coño, lo oí resoplar por la nariz, sacudía la polla metiéndola descontrolado hasta que se clavó y quedó inmóvil, noté el temblor de su vientre pegado a mis nalgas y enseguida un río de leche caliente me inundó, la sensación del aceite en mi recto no era nada comparada con la del semen caliente que me llenaba, lo notaba llenarme como un enema y ya no pude resistir, los espasmos se juntaron a los temblores del culo y del coño explotando dentro de mí y caí hacia adelante, lo arrastré conmigo, no pudo sacar la polla y cayó sobre mi espalda pero siguió empujando clavándome la polla.

                                                  Con las piernas separadas y él metido entre ellas levantaba el culo lo que podía para que entrara toda, sus manos agarraron las tetas que salían por mis costados y las amasó, volví a correrme, esta vez por sus caricias en mis tetas, eran una zona erógena tan importante como mi coño o mi cuello.

                                                  Para ser la primera vez que me habían metido una polla en el culo me sentía entusiasmada, prometí que a partir de entonces me follaría también por el culo.  Todavía con la polla dura hundida me acordé de Susana, a ella también le gustaría tener aquella o una como aquella en su culo, aunque ya había probado la de su hermano que no era poco, se lo diría en la primera ocasión que nos encontráramos en la cama, esto no se lo contaría por teléfono, merecía contárselo con todo detalle, mientras nos acariciábamos o nos comíamos las tetas.

                                                  Por la mañana nos levantamos solamente para desayunar, inmediatamente volvimos a la cama, ya la enculada estaba en el menú del día, se haría habitual, esta vez me dolió menos, ya tenía “experiencia” y me relajé más, me folló entusiasmado clavándome la polla desde el primer momento, pero yo prefería verle la cara, quería ver su gesto de felicidad metiendo la verga, di la vuelta y puse una almohada en las nalgas elevando el culo, levanté las piernas y dejé que eligiera, no dudó, pasó la polla como un pincel por el coño pero la hundió en el culo, me gustó ver cómo desaparecía al lado de mi coño abierto, lo disfruté como nunca había soñado y nos corrimos los dos juntos.

                                                  Fue una nueva etapa en nuestra sexualidad, ya éramos pareja aunque no vivíamos juntos pero estábamos comprometidos amorosamente, deseábamos que las condiciones laborales nos permitieran buscar un piso y vivir juntos, mientras seguiríamos follando locamente cuando coincidiéramos.

Continuará.

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Gracias.

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