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Viaje de un jubilado a La Argentina (48)

en Amor filial

Este relato no sería posible sin la estimable colaboración de mi amigo Guilleos, un porteño auténtico.

 

                                      Efectivamente, cada una por un motivo distinto pero las dos mujeres eran las que mejor me comprendían en Buenos Aires fuera de mi familia, claro y ya las había visto y me había despedido de ellas, aún quedaba mi amigo del parque pero estaba seguro que lo podría ver en cualquier momento.  Cuando llegué a casa estaba agotado aunque nadie me dijo nada solamente Corina me miró y con eso tuve bastante, intuía, mejor dicho estaba segura que había estado follando, lo que no podía adivinar el día que llevaba y no me dijo nada, por eso al ver que no salía por la tarde me preguntó con cara de inocente…

  • Pepe te veo apático…  ¿Qué no tienes a nadie de quien despedirte?

                                      Eso me lo dijo aprovechando que estábamos en la cocina, mi mujer estaba en la salita doblando la ropa que querían guardar para tiempo, cuando me lo dijo estaba agachada sacando algo del congelador moviendo la cola, yo no pude resistir la tentación y le metí la mano entre las piernas porque llevaba vestido, la quise sorprender pero el que no se lo esperaba fui yo, entre los muslos calientes yo subía ufano pero cuando llegué donde se juntaban me di cuenta de que no llevaba bragas y me esperaba su coño húmedo, por un momento estuve tentado de levantarle lo poco que quedaba de falda y haberle clavado la polla en “castigo” por el engaño pero me contuve y simplemente me pegué a ella, Corina no tuvo ninguna duda de que lo que le apretaba entre las nalgas caliente y dura era mi verga, la conocía de sobra.

  • Mmm, veo que aún estás en forma pero no empujes tanto porque vas a derretir todo lo que hay en el congelador.

                                      Aún así, pese a su “rechazo”, se fue incorporando a la vez que mis manos rodeaban sus caderas y seguían por la cintura hasta abrazarla por detrás, con los dos pulgares en la espalda solté el sujetador y las tetas saltaron dentro del vestido libremente, parte de la prenda de lencería asomó por el escote pero las dos bolas hinchadas de leche quedaron cimbreando duras y desafiantes, le pellizqué los pezones sobre la tela y me mojé los dedos de leche, ella suspiró y ladeando la cabeza sobre mi hombro me dijo al oído.

  • ¡Qué pena que no puedas vaciarme las tetas de leche!, me están doliendo de lo duras que las tengo, a mí también me gustaría vaciarte la pija porque la tienes más dura que yo todavía.

                                      Corina tenia la virtud de ponerme como un burro sólo con sus insinuaciones pero en la habitación de al lado se oía a Concha trastear en los armarios guardando la ropa de cama recién planchada.

  • Corina, un día no voy a poder controlarme y te voy a follar aunque sea delante de Elena.
  • Jajaja, me extraña mucho pero me gustaría verlo jajaja, ¿qué crees que diría?
  • No quiero ni imaginarlo pero seguro que en el fondo lo comprendería, a ella no le gustan las mujeres pero no está ciega y sabe lo buena que estás.
  • Pues Elena no se puede quejar, cuando le depilé me di cuenta de la concha que tiene, seguro que no te quedas con ganas cuando se la comes…
  • Por favor Corina cambiemos de conversación porque me voy a correr sólo apretándote el culo con la polla.
  • Tendré que ir y cambiarme de vestido porque por adelante ya lo tengo empapado de la leche que me estás ordeñando y sólo falta que me llenes el trasero de la tuya, jajaja.

                                      Mis manos sin darme cuenta habían estado apretando desde el nacimiento hacia el pezón las tetas y efectivamente el delantero del vestido no estaba solamente manchado, estaba empapado de leche pero nada más con pensar en mi polla empotrada entre las nalgas de Corina y que no llevaba bragas me habría provocado una corrida de lujo.  Mi nuera antes de que ocurriera, se agachó dos veces para que mi capullo recorriera su raja desde el culo hasta el coño y aún teniendo la leve tela del vestido entre medio, noté toda su anatomía, los labios menores, la entrada de la vagina y el clítoris endurecido, luego salió de la cocina y fue a cambiarse de ropa.

                                      La chica gozaba de “putearme” y cuando volvió se había cambiado de vestido pero el que se puso no era más tranquilizador para mi polla, además de estar más escotado por delante encima llevaba dos botones sin cerrar lo que enseñaba el canalillo más sensual que podía ver en mi vida, las tetas morenas se juntaban apretadas por un sujetador blanco que mínimamente podía aguantarlas sin que se salieran de las copas, la falda era más ancha que antes y tenía mucho vuelo, cuando pasó por mi lado miró con disimulo dónde estaba mi mujer.  Elena como siempre estaba atareada con algo y Corina se subió la falda hasta la cintura, me enseñó las bragas que llevaba, eran las blancas que hacían conjunto con el sujetador, trasparentaban la oscuridad del vello depilado pero me dejó pasmado y fue cuando, mirándome a los ojos, de la mano cerrada sacó las dos bolas chinas y con el dedo corazón las hundió una tras otra en su coño cubriéndolo con las bragas para evitar que cayeran, al momento en su cara sensual se notó el gusto que le proporcionaba la vibración de las bolas, se mordió el labio inferior y pasó por mi lado dejándome oler su dedo sin detenerse, olía a coño caliente de mujer ardiente y consiguió lo que pretendía, mi polla saltó dentro de mi bóxer.

                                      Cuando vino mi hijo para cenar estuvo poniendo la mesa, Corina andaba con las piernas juntas y, de vez en cuando, se apoyaba al canto de la mesa y frotaba su coño contra la esquina, Javier no se enteraba ni mi mujer tampoco pero yo notaba como sus manos arrugaban el mantel de tela de la mesa del comedor.

                                      Corina, como quien no quiere la cosa, en la cena dijo que la había llamado su amiga Ingrid, la chica de Misiones, había estado haciendo un cursillo en Buenos Aires, ya se volvía a su casa y que le gustaría despedirse de ella, a mi hijo no le causó ninguna reacción, aunque la conocía sabía que no tenía nada que hacer pero mi mujer se alegró de saber de ella y quiso e insistió en que si Corina quería podría acompañarla y despedirnos de ella y su familia, nos habían tratado como amigos de toda la vida y debíamos ser educados, yo no demostré excesivo interés aunque por dentro me comían las ganas esperando la reacción de Corina pero mi nuera me lo hizo desear pues no demostró tampoco mucho interés en que la acompañara, yo no sabía cómo decirle que moría por ir con ellas, ella lo sabía y quiso hacerme sufrir un rato, gozaba al ver mi cara de perrito que espera a su amo con la correa en la boca para que lo saque a pasear y ya estábamos a punto de irnos a dormir cuando con indiferencia fingida dijo.

  • Pepe, no quiero cambiar tus planes pero si quieres venir conmigo a despedirnos de Ingrid por mí no hay problema.  La miré en broma con cara de odio, ella gozaba por dentro, había apurado hasta el último momento y me tenía en ascuas.

                                      Esta noche Concha tenía ganas de hablar, la verdad es que siempre estaba de aquí para allá, aunque Corina insistía en que descansara ella no podía parar y por eso apenas hablábamos a solas, mi mujer y yo teníamos con los años de matrimonio ciertas normas que eran claras, una de ellas era que cuando queríamos un rato de comentarios y resumen del día, ella o yo nos buscábamos las piernas desnudas debajo de la sábana y las entrelazábamos, no tardábamos en colocarnos de forma que las suyas se abrían y las mías entraban entre las suyas, para entonces mi polla ya estaba lo suficientemente dura para separarle los labios del coño y ella mojándose con saliva la entrada de la vagina me guiaba para que no tuviera ninguna dificultad, todas estas maniobras las hacíamos rutinariamente mientras hablábamos de lo menos relativo.  Concha me contaba recordando (cómo si a mí se me hubiera olvidado) el viaje a Misiones y a Iguazú, entre el calor que sentía al entrar en el coño de Elena y los recuerdos de las “alemanas” la polla se me uso demasiado belicosa, ella misma lo notó y me dijo.

  • Vaya Pepe, perece que estas hoy muy activo, no te entiendo, toda la mañana por ahí dando vueltas y vienes a casa tranquilamente con nosotras y el niño y ahora te pones como un burro.
  • Mmm, es que no tienes idea lo a gusto que estoy dentro de ti, cada día estás mejor, te ha sentado muy bien la estancia en Argentina.
  • Pues no digamos de ti que en casa apenas nos acordábamos de hacerlo y ahora no sólo que no pasan dos días sino que se te pone como una estaca, jajaja.
  • ¿Lo dices con resignación o con alegría?
  • ¡Nooo, me encanta, me haces sentir viva!, no sé a ti pero a mi parece que he rejuvenecido, tengo unos orgasmos como nunca… o casi, aunque no todo el merito es tuyo…

                                      Yo me quedé en suspenso, en ese momento se la estaba metiendo y me paré en seco, no tenía ni idea por donde iba a salir, por un momento vinieron a mi mente los recuerdos olvidados del masaje con aquel “musculitos” masajista que teóricamente no había sido tal pero Concha siguió al darse cuenta de mi expectación.

  • Me refiero a los consejos que me ha dado Corina, hay que ver lo que nos quiere nuestra nuera, si fuera hija nuestra no haría tanto por mí como ella.

                                      Por un instante me imaginé el caso de que Corina hubiera sido hija en vez de nuera, en un momento pasó como una ráfaga el pensamiento de que no sabía si habría podido evitar el follármela a ella también, tal era mi “encoñamiento” con Corina, siempre había oído casos de padres e hijas pero no le daba crédito.

  • Mañana haz el favor de acompañar a Corina a ver a Ingrid, no te hagas el remolón que a ella le gustará verte, le das un beso de mi parte, bueno tres, otro para su madre y otro para Herta su hermana pequeña.
  • Vale Concha no te preocupes que me despediré lo mejor que sepa.

                                      Concha como premio me dio un pico en los labios y yo me hundí en ella, en aquellas “conversaciones” íntimas siempre terminábamos igual pero en aquella ocasión, me encontraba muy a gusto dentro de mi mujer, valoraba lo que me quería y yo la correspondía, no tenía nada que ver con otros sentimientos, parece que notó algo o su sexto sentido lo intuyó pero el caso es que nos corrimos a la vez.  Nos quedamos en silencio esperando reponernos del orgasmo mutuo cuando oímos en la habitación de mi hijo el inconfundible ruido rítmico de la cama, me imaginaba a Corina subida sobre Javier, cabalgándolo al galope tendido mientras él veía oscilar las tetas de su mujer, estaba seguro que disfrutaría de ellas pero en mi interior me hubiera cambiado por él, con los ojos cerrados veía a Corina mirándome con los ojos entornados corriéndose pensando en que la polla que le provocaba aquella corrida era la mía.

                                      Me pegué a mi mujer que se había puesto ya en su postura ladeada preferida para dormir, estaba a su espalda y noté que su culo estaba pegado a mi polla, el resto vino por añadidura.  Concha fue la primera sorprendida pero yo tampoco me lo esperaba, mi polla empezó a tomar forma y resbalar entre sus nalgas, un leve movimiento de cadera y levantó una pierna lo suficiente para que yo entrara en su coño lubricado con mi corrida anterior y sus flujos, arqueó la espalda hacia mí, me buscó las manos y se las puso sobre las tetas.

  • ¿Prefieres así o busco la crema suavizante?
  • ¿Para qué si estás toda empapada?
  • Por si querías meterla por detrás.
  • Nooo, me apetece notar sus pliegues, me hacen correr mucho antes.
  • A mí también, sigue cariño.

                                      Corina cumplió como esperaba, los gemidos y jadeos eran audibles en toda la casa y posiblemente en el vecindario, a mi hijo también se le oía, se notaba que le había aplicado el “tercer grado” y había descargado en él toda la calentura acumulada durante el día.  Por la mañana nada más oír a mi hijo salir de casa me levanté, sabía que Corina estaría tomando un café antes de volver a la cama, nada mas verme me dijo a boca jarro.

  • ¡Qué cogida Pepe, qué cogida!
  • Ya te hemos oído, habrás dejado a Javier seco.
  • No lo sé pero yo he acabado como nunca, sentía que era tu pija la que me llenaba y me dejé llevar por todas las ganas de coger con vos que tenía desde la mañana.
  • Pues Javier también lo ha disfrutado.
  • Sí también pero él acabó pronto y tuve que aplicarme hasta hacerlo acabar otra vez, lo que él no sabe es que yo acabé cuatro veces, una de ellas ha sido explosiva, ¿y vosotros, qué tal?
  • Muy bien, lo hemos hecho dos veces, no recuerdo cuando había sido la última vez, Concha me ha contado que tú has influido mucho para que goce tanto a sus años.
  • Eso es como ir en bicicleta, no se olvida nunca, lo principal es la motivación y… algún truquito, Elena es buena alumna.
  • Desde luego, cada día mejor.

                                      Por la mañana fui a dar otro paseo por la plaza “Aristóbulo del Valle”, tampoco estaba mi amigo aunque hacía buen tiempo, ya me volvía cuando lo vi llegar desde lejos, llevaba el periódico y una bolsa, seguramente de mate, fui hacia él y nos abrazamos, ya hacía demasiado que no hablábamos, le pregunté por su salud y con más ánimos que convicción me dijo que bastante bien, se notaba que había pasado una temporada regular pero buscamos una cafetería y pedimos unas consumiciones mientras hablábamos bajo el solecito mañanero.

                                      Me contó algún detalle de sus días y yo lo estuve actualizando de mis correrías y excursiones, él que era gran conocedor de su país, ya fuera por vivencias o por referencias iba a la par como si estuviera acompañándome en mis viajes.  Se entristeció cuando le conté el proyecto de volver a España pero lo vio lógico y hasta me animó, me aseguró que volvería a la Argentina y a no mucho tardar, lo cierto es que me gustaba mucho la idea, estuvimos hablando largo rato hasta que vi que miraba el reloj, no quise importunar sus planes y me despedí, pensaba que no sería la última vez que nos veríamos pero por si acaso nos dimos un abrazo sincero.

                                      Comimos como cualquier día, Javier había venido pronto y estaba jugando con el pequeño y Elena estaba en la cocina con sus quehaceres, Corina arreglaba su habitación con toda parsimonia mientras que yo estaba comido por los nervios y la impaciencia, el tiempo pasaba y Javier no parecía tener prisa en marcharse y Corina parecía no importarle pero cuando ya era la hora Javier miró el reloj.

  • Si queréis os acerco al hotel de Ingrid, voy a pasar cerca y no es molestia, de paso podría despedirme también de ella…

                                      Corina en una actuación magistral propia de la mejor actriz le contestó.

  • Gracias Javier pero no es necesario me ha dicho que estaría ocupada y llegaría tarde al hotel, ya me avisará cuando esté visible…
  • Ah, bien pues entonces me voy yo, ya la saludaré otro día aunque sea por teléfono.

                                      Nada más cerrar la puerta de casa pareció como si a Corina le hubiesen puesto pilas nuevas, enseguida entró en su dormitorio y se dio una ducha, al momento oí el secador de pelo y cómo se estaba maquillando, luego las puertas del armario al elegir el vestido que iba a llevar, yo un poco decepcionado hasta ahora estaba sentado en el sofá esperando ordenes.  Corina se asomó a la puerta de su habitación y desde adentro me enseñó un vestido que se puso sobre su cuerpo, debajo llevaba un conjunto de lencería que le había regalado Ingrid y fue cambiándose vestidos según la cara de aprobación que le hacía yo, al final me decidí por uno de tantos, lo cierto es que le sentaban todos muy bien pero era una gozada ver cómo se los ponía sobre su cuerpo y al quitárselos se quedaba en dos piezas que realzaban su cuerpo moreno, cuando ya estaba casi arreglada totalmente, por señas me urgió a que me arreglara yo también, me acerqué a mi mujer y como si me hubiera despertado de la siesta le pregunté distraídamente.

  • Concha ¿qué prefieres que me ponga para acompañar a Corina, así como voy no estoy bien?
  • ¡Pepe, así no te atrevas a salir a la calle, si vas todo desastroso, anda date una ducha y te pones todo limpio, Corina se va a avergonzar si vas a su lado así!

                                      Con las instrucciones aprobadas salí como un rayo hacia la ducha, me crucé con Corina en el pasillo y me lanzó un beso al aire levantando un dedo en señal de aprobación, ella se dirigió a la cocina para ayudar a mi mujer pero Concha al verla tan guapa le dijo.

  • Deja, deja, Corina no te manches con algo, ya que vas tan arreglada…  ¿Sabes una cosa?  Te sienta muy bien ese vestido, has tenido muy buen gusto, cuando lo vea Pepe ya verás como también le gusta.
  • Ha sido el primero que encontré pero a Pepe le gusta todo, no te preocupes.
  • Jajaja, es verdad, vaya hombre, todo lo que sea de mujer le encanta, es un poco viejo verde.
  • Jajaja, ¿viejo verde?  Que va, tiene el vigor de un joven y me parece que le pone voluntad…
  • Ay sí, a ti te lo puedo decir en confianza, cada día está más fogoso, anoche sin pensarlo lo hicimos dos veces, ya creí que habíamos terminado, yo y él nos habíamos quedado satisfechos pero de momento me cogió por detrás, y de que me di cuenta ya lo tenía adentro, y aunque está feo decirlo no tenía nada que envidiarle a un joven, jajaja, ¿te lo crees?
  • De Pepe cualquier cosa que me digas me lo creo, jajaja, es un hombre encantador.
  • Tienes razón estamos muy enamorados, ¡fíjate con tantos años a las espaldas juntos!
  • Y muchos más que les quedan, ya quisiera yo estar en tu piel… jajaja.
  • ¡Eeeeeh que también tiene sus defectos!, no creas, que si yo fuera un poco celosa… pero lo conozco, es un poco conquistador, siempre lo ha sido y yo se lo perdono, al fin y al cabo me quiere como el primer día y lo veo tan ilusionado, él cree que no se lo noto pero a veces viene con los ojitos brillantes de pillín y pienso, algo ha visto o ha hecho, jajaja.
  • Hacen una pareja adorable, los quiero mucho.
  • Y nosotros también Corina, nos has conquistado.

 

                                      Cuando salí ya arreglado las dos mujeres cambiaron de conversación yo desde la habitación había oído casi todo porque no se habían cuidado de bajar la voz por eso cuando subimos al taxi que nos llevaba al centro le dije.

  • Vaya cosas raras que se ven… la suegra y la nuera poniendo verde al pobre suegro y ellas estando las dos de acuerdo…
  • ¡Qué metido que sos, eso es meterse en las conversaciones de mujeres y tú no estabas invitado!, además no decíamos ninguna mentira.
  • ¿Así que no soy un viejo verde y le pongo voluntad?  No suena mal eso de mí.
  • ¿Qué, no es verdad?  Tienes el vigor de un joven y voluntad te sobra, te lo juro, jajaja.
  • Si tú lo dices me lo creo aunque si también lo dice mi mujer mucho mejor, ¡ah… y el vestido muy bonito, de verdad!
  • Jajaja, eso lo dices ahora que me lo ves puesto, antes cuando no lo llevaba no te gustaba tanto.
  • Porque me gustaba más lo que llevas debajo.
  • ¿Quién te ha dicho que llevo algo debajo?
  • ¡Corina no me digas que no llevas nada debajo del vestido!

                                      Por inercia le puse una mano en una teta, el taxista estaba atento al semáforo y no se dio cuenta pero yo que noté que aunque muy pequeño sí que llevaba sujetador.

  • Mentirosa, si que llevas sujetador… aunque no lo necesitas, tienes unas tetas que miran al cielo y eso que están llenas… o casi.
  • Me las he vaciado un poco para no mancharme el vestido porque el sujetador me queda por debajo de los pezones.
  • Joder Corina no me des detalles que me pones la polla dura ya.
  • Jajaja, que “facilón” que eres, me encantas...

                                      Llegamos al hotel y en recepción nos dijeron la habitación aunque yo me la sabía de memoria de la otra vez, de todas formas llamamos y tardó en abrir, Corina por fastidiarme me dijo.

  • A lo mejor hemos venido en mal momento y está acompañada por alguien, igual la pillamos cogiendo con algún joven.
  • Corina, mira… no me jodas que llevas un día conmigo… me tienes en ascuas desde ésta mañana.
  • Es que me gusta…

                                      Al fin se oyeron unas pisadas blandas y la puerta se abrió lo justo para que asomara la cabeza de Ingrid, la sonrisa me encantó, sin estar nada maquillada ya era sumamente linda y por el lío de toalla que llevaba en la cabeza deduje que salía de la ducha, se hizo a un lado y cerró tras ella.

  • Perdónenme, es que estaba en la ducha y no los oí pero… ¿cómo están?  Los veo muy bien sobre todo a ti Pepe.
  • ¿A mí?  Cada día más viejo, Corina sí que está más guapa cada día.
  • Pasen precisamente estaba preparando las maletas pero cómo me traje tanta ropa lo tengo todo por el medio.

                                      Toda nerviosa se apresuró a recoger la ropa que tenía extendida por toda la habitación, la toalla que la envolvía anudada por debajo de las axilas se le abrió lo suficiente para enseñarme que efectivamente acababa de salir de la ducha, entre los muslos separados para abarcar más espacio me enseñó el coño depilado, el pubis al ser tan rubia no se oscurecía para nada y enseguida mi polla se dio por aludida, Corina que la ayudaba no se perdió el detalle y su mirada fue de la entrepierna de Ingrid a mi bragueta.

                                      Ingrid que no se había percatado del percance siguió hasta que lo mismo que se había abierto la toalla se cerró acabándose la función, Corina se ofreció a ayudarla preguntándole que orden quería en las maletas y fue organizando las prendas, yo me ofrecí para ayudar y Corina con muy buen acierto me dio la ropa interior de Ingrid, me explicó como plegar los sujetadores y las bragas haciéndome notar que dejara las copas una dentro de la otra para que no se deformaran, lo hizo tan gráficamente que me daba la impresión que las tetas de Ingrid estaban dentro de cada copa.

                                      Mientras las dos chicas hablaban de los planes que tenían, Corina le contó que habían decidido irse a España una temporada hasta que Javier acabara el Máster y cuando le dijo que se quedarían en mi casa, Ingrid sin pensarlo dejó lo que tenía entre manos y me abrazó estrechamente.

  • ¡Qué maravilla Pepe!, cuanto me gustaría ir también con ella, lo íbamos a pasar muy bien, tiene mucha suerte teniéndote a ti.
  • Y que lo digas Ingrid, Pepe y Elena son encantadores, ¡ah, Elena me encargó que te salude de su parte!
  • Mmm, ¡qué mujer, es ideal, son una pareja perfecta, Pepe salúdala de mi parte y de mi familia!

                                      Yo esperaba un mero formalismo pero Ingrid volvió a abrazarme y me estampó tres besos en la boca que, si bien no me metió la lengua, frotó sus labios contra los míos girando la cara varias veces.  Casi sin respiración miré a Corina y ella me guiñó un ojo.

                                      Al momento cuando ya estaba casi toda la ropa organizada por grupos para irla metiendo en las maletas llamaron al teléfono de la habitación.

  • Señorita Ingrid, aquí hay una persona que pregunta por usted, ¿la dejo subir?
  • Claro, no faltaba más.
  • ¿Quién será, esperas a alguien?
  • No pero a lo mejor será de la agencia de viajes con los billetes del tren.

 

                                      Yo me quedé convencido con la respuesta pero me vino a la memoria el comentario de Corina sobre que podía estar acompañada por alguien y me puse en guardia pero al abrir la puerta el grito que dio me sacó de mis dudas.

                                      En el umbral de la puerta de la habitación apareció la figura inconfundible de Gerta la chica estaba como siempre bellísima pero además su forma de vestir había cambiado, se notaba que venía de Francia y se había contagiado de la moda parisina.

  • ¡Qué sorpresa, te hacíamos en Francia!
  • ¿Sí, y tú como lo sabes?
  • Pues… me lo conto una persona que conozco.
  • ¡Ah, ya me lo imagino!, Marlene.
  • No, fue su hija Malena.
  • ¿Malena, cuando has visto a Malena, creí que no te habías despedido de ella aún?
  • Bueno… si aunque quisiera despedirme definitivamente.

 

                                      Corina me interrogaba asombrada al saber que había estado “despidiéndome” de Malena, estaba segura de que había estado follando con la chica y le extrañaba que no se hubiera dado cuenta, por supuesto no le dije que también lo había hecho de Marga pero cambiamos de tema para preguntarle a Gerta cómo le iba la vida, la chica llevaba dos maletas grandes con ruedas y las dejó en un lado de la habitación.

  • Quería darles una sorpresa, vengo directa del aeropuerto desde Paris y estoy rendida, necesito una ducha urgente, ¿me permites que me refresque un poco?
  • Por supuesto, pasa que creo que aún quedan toallas limpias.
  • Por eso no te preocupes, yo me arreglo.

                                      Mientras Gerta se remojaba y se reponía de las horas interminables de avión las dos amigas se admiraban del cambio que había dado desde la última vez que habíamos estado en aquella misma habitación, ahora su forma de andar y de moverse se había refinado como una modelo top aunque se quedaron cortas en la apreciación pues cuando salió del baño con la toalla, la llevaba en las manos mientras se secaba la espalda por detrás, para las chicas fue un shock pero para mí por poco me cuesta un infarto, la chica con aquel cuerpo perfecto y los brazos hacia atrás sacando pecho y andando como si estuviera en una pasarela nos dejó a todos con la boca abierta, no hizo mención de cubrirse el cuerpo, parecía que era tan natural en ella que a Ingrid le pareció que ella liada en su toalla hacía el ridículo y parecía un poco mojigata, para estar a la altura con un movimiento displicente se soltó el nudo que tenía entre las tetas y la toalla cayó al suelo, luego se soltó la de la cabeza y sacudió el pelo mojado como disfrutando de la libertad de la desnudez.

                                      Corina me miró asombrada, con lo bella que estaba cuidadosamente maquillada y peinada y vestida resulta que parecía estar fuera de lugar, yo también me sentía cohibido como si estuviera con gabardina en un campo nudista.

                                      Gerta sin el menor pudor fue hacia su maleta y la abrió, todos creíamos que buscaría ropa para ponerse y que aquella aparición había sido un flash pero sacó tres frascos y nos dio uno a cada uno.

  • Miren lo que les traje, pensaba dárselos cuando los viera pero hoy es la mejor ocasión al encontrarlos juntos, toma Corina es un perfume de la marca más famosa, es nuevo, todavía no ha salido al mercado, he estado haciendo un spot para publicitarlo y me han regalado las muestras, para ti Gerta toma este otro es un poco más fuerte creo que te gustará y este… para ti Pepe, es para hombres, me acordé mucho de ti cuando estaba mostrándolo, ya me verán, la campaña es para todos los países, además me han regalado los vestidos que lucí en las sesiones de fotos y los complementos, luego se los prueban y si les van les regalo uno a cada una, ¿les parece?
  • Claro Gerta, encantadas y muy agradecidas por acordarte de nosotras.
  • Yo estoy asombrado de verte y presumiré en donde vaya de ser amigo tuyo.
  • Gracias pero por favor… discreción, que a los hombres les gusta presumir de todo.
  • No te preocupes, soy muy discreto.
  • Lo sé, era una broma.

 

                                      Las chicas se lanzaron sobre las maletas cuando Gerta las abrió para que eligieran un vestido, Corina aprovechó la ocasión para ponerse a su nivel (o mejor dicho desnudarse como ellas) no obstante le hizo notar a Gerta que llevaba puesto el conjunto de lencería que le regaló en Misiones, parecían “Las Tres Gracias” de Rubens en el cuadro famoso, a cuál de ellas más linda aunque menos “rellenas” que las del pintor.  Corina cogió un vestido y se lo puso adelante como había hecho en su habitación un rato antes pero ahora sin nada, las tetas redondas y duras y el monte de Venus oscuro y depilado le daban un nuevo aspecto, con la mirada me hizo ver que yo estaba fuera de lugar comparado con ellas, reconozco que tenía razón, las tres amigas íntimas podían estar como quisieran pero yo un vejete de mirón y vestido como un “guardia” de tráfico desentonaba más que un “Cristo con dos pistolas”

                                      Hice mención de salir de la habitación con la excusa de tomar algo en el bar pero la misma Corina me rectificó, no era eso a lo que se refería sólo a mi atuendo, yo tímidamente me quité la camisa y aún así me encontraba violento hasta que Gerta se volvió hacia mí y me largó unos calzoncillos estampados.

  • Toma Pepe, pruébate esto a ver cómo te quedan.
  • Pero si esto es de chico joven de anuncio.
  • Por eso, así parecerás un play boy.

 

                                      Las tres se rieron y yo me alegré porque tenía la excusa perfecta para quitarme la ropa, me probé el bóxer y me veía totalmente ridículo, una cosa es ver cuerpos atléticos, bronceados y musculosos y otra lo que veía yo en el espejo de cuerpo entero, las tres chicas se volvieron y estallaron en una carcajada, Gerta fue la primera en venir a mí y de un tirón bajarme los calzoncillos hasta el suelo.

  • ¡Qué horror, perdona Pepe, te sientan fatal, creo que tengo algún otro que me regalaron también por aquí pero… oh!  Ya no me acordaba de la polla que tienes, mmm, chicas ¿no os sugiere nada la polla de Pepe?, sólo con un poquito de atención estaría en su punto para las tres, por mi parte prometo no abusar demasiado.

                                      Las tres chicas perdieron de momento todo interés por los vestidos parisinos y se volvieron hacia mí, confieso que sentí empequeñecerme excepto la polla que cada vez estaba más gorda y dura, las tres chicas me rodearon y con caricias me llevaron a la cama, los cuatro cabíamos perfectamente  y creo que alguna más también habría cabido, yo habría elegido a Herta y a Yuma para morir feliz pero de momento eran tres y sin ánimo de “matarme” precisamente, me vi manoseado por aquellas manos tan suaves y perfumadas, parecía que se habían puesto de acuerdo de antemano porque ninguna se interfería, cada cual me acariciaba por un sitio sin tocarse y cuando una me dejaba libre otra ocupaba su lugar inmediatamente, aún así yo sabía de quien era cada mano y cada teta, las de Corina eran inconfundibles, tenía la sensualidad a flor de piel, Gerta era la más delicada parecía que me rozaba una escultura de porcelana pero Ingrid me daba la impresión que lo que quería de un hombre era que la dejara preñada, era una madre en ciernes.

                                      Corina fue la primera, no lo dudé ni un momento cuando una boca se apoderó de mi polla sabía que era la de ella, la manera de chupármela y meter la lengua por debajo del prepucio era marca de Corina, le llené enseguida el paladar pero ella insistió hasta tocarse la campanilla con el capullo, Ingrid se apoderó de mis huevos, ahí estaba su más precioso tesoro, seguro que habría sido para ella una dicha que le llenara los ovarios de mis bichitos y Gerta sabía lo que más me gustaba de ella, se sentó sobre mi boca dejándome que con la lengua le abriera los labios normalmente cerrados de su coño perfecto, el clítoris estaba perfumado como toda ella y lo absorbí deleitándome y haciéndola gemir.  Estuvieron, cada una, gozando de un trozo de mi, excepto Ingrid que procuró ponerse al alcance de mi mano para que le metiera los dedos en el coño y motivarme, mi otra mano estaba donde debía estar, ordeñando la teta de Corina, los dedos húmedos de leche que ya había menguado bastante pero yo sabía cómo sacarla.  Corina se movía para que pudiera abarcar a las dos tetas y a la vez controlaba las palpitaciones de mi polla en su boca para evitar una eyaculación prematura.  Gerta había ampliado la zona de mis lamidas y ahora había llegado a ofrecer hasta el culo a mi lengua, sus gemidos enervaban a las otras chicas.  Ingrid ya no sabía que darme, me había cogido la mano que la acariciaba y juntando mis dedos se los había metido en el coño, ya iban tres y parecía que no tenía suficiente. 

                                      Desde la postura en que estaba, tumbado sobre la cama, no podía ver más que el coño de Gerta, me habría encantado verle las perfectas tetas aunque sólo fuera desde abajo pero los movimientos de cadera que me infligía lo impedían, mi lengua recorría toda la zona desde su pubis rubio hasta la rabadilla, el ano apenas arrugado y tan rubio como el resto era simplemente una peca entre las nalgas hasta que la punta de mi lengua se entretuvo en él y pudo entrar un centímetro, el suspiro que siguió hizo soltar a Corina mi polla, Ingrid aprovechó para hacerse con ella, quiso hacerme saber lo que me podía ofrecer y se la tragó mucho más allá de la garganta hasta tocar con la nariz mi pelvis, se la tragó toda demostrándome que su coño iba a ser igual o más.  Corina no quiso dejarme huérfano y me separó las nalgas, era la que mejor me conocía, me lamió el culo y me metió el dedo corazón. 

                                      Las consecuencias las pagó Ingrid que casi se ahogó al crecerme tanto el grosor del capullo, la mano que masajeaba la teta de Corina la dirigí a su culo, quería pagarle con la misma moneda pero para ella no fue ningún agravio, parecía que ya me estaba esperando cuando le rocé, el dedo entró como si me lo aspirara, lo acompañe con el de al lado y lo admitió igual, al tercer dedo en su culo el esfínter se lo pensó dos veces pero con lo lubricada que estaba pudo aguantarlos, debí tocar o acercarme mucho a su punto G porque se corrió nada más mover los dedos en su recto, lo mismo hizo ella conmigo, si es verdad que en la próstata está el punto G masculino, Ingrid lo pudo certificar, no creo que notara el sabor pero la cantidad de leche que le inyecté en el estómago fue abundante, imagino que habría dado algo grande para que hubiera sido en su coño, tendría la matriz a rebosar como ella quería.  

                                      Gerta tuvo la idea de girarse, ahora podía ver sobre su estómago las tetas maravillosas colgar sobre mis ojos a la vez que le mordisqueaba el clítoris sin compasión, el orgasmo que la desbordó me llenó la boca de sus jugos pero hasta estos estaban perfumados, mi lengua sólo abría sus labios al pasar porque luego se volvían a cerrar pero de entre ellos seguían manando los jugos.

                                      Los cuatro estábamos agotados y sudados, las chicas desparramadas sobre las sábanas cada una en una postura diferente, Ingrid había quedado boca abajo con las piernas plegadas, claramente podía ver su rosada piel que rodeaba al ano, éste boqueaba abriéndose y cerrándose continuamente, Gerta estaba también boca abajo con las piernas separadas pero rectas apenas mostraba su sexo, la raja entre las nalgas apenas distinguían el agujero pálido que anunciaba que empezaba un poco más abajo la línea perfecta que cerraba su coño y Corina estaba mirando al techo, con las piernas plegadas pero las rodillas separadas, sus tetas duras estaban tan tersas que no se deformaban y su coño moreno depilados le llegaba hasta perderse entre los cachetes de su culo, yo era el peor, la polla había pedido un tiempo como en el baloncesto y caía descansada sobre una pierna.

                                      Miré hacia Gerta la chica asomaba sus tetas por debajo de su torso, las puntas de los pezones rosados parecían querer escapar y mi mano pasó rozando su pierna perfecta hasta llegar a su culo, me gustaba notar tanta perfección y me entretuve rodeando el agujero apenas arrugado con un dedo, ella me dejó hacer hasta que intenté presionar un poco para introducir algo, rápido se levantó y con el dedo me dijo que guardara silencio y que esperara, de una de las maletas trajo dos paquetes, en uno de ellos había un tubo de gel lubricante, debía ser caro y especial por el envoltorio que traía, del otro paquete un poco más grande sacó un consolador parecido al que tenía Corina pero mucho más sofisticado y silencioso, debía ser de última generación, se acercó a mí y me dijo despacio.

  • Es un regalo que le traigo para Marlene, sé que le hará ilusión pero no se enfadará si lo probamos antes.

                                      Me dio el aparato y el gel y con la mirada me señaló el culo entreabierto de Ingrid, me arrastré hasta ella, parecía medio amodorrada y al pasarle el gel lo agradeció separando las piernas abiertamente, la lubriqué con abundancia hasta el aparato que tenía dos penes, uno un poco más pequeño para el culo pero el de delante era de considerable tamaño, con los dedos acaricié su clítoris y ella empezó a mover la cintura con agrado, al pasar al culo no hizo ningún movimiento extraño y pensó que le metería el dedo, el consolador entró en el coño primero después de ponerlo en marcha, vibraba y giraba sobre sí mismo, imagino que tocaría todos los puntos más sensibles y ella le iba haciendo camino  moviendo las caderas, cuando ya el pene de látex llegó al culo, se extrañó pero yo ya estaba decidido y lo fui empujando, los dos entraron suavemente pero hasta el fondo.

                                      Gerta me miraba como le hundía el aparato y me dijo que le diera más velocidad, Ingrid lo acusó enseguida y empezó a gemir, yo busqué el culo cerrado de Gerta y ella se acercó a mí y dejó que metiera el pulgar, el esfínter me apretaba el dedo pero no se quejaba en absoluto.  Corina oyó a las dos cómo gemían, se puso a gatas y vino hacia nosotros, se colocó delante de mí y yo de rodillas me apreté contra su trasero, la polla fue creciendo entre sus muslos mientras Ingrid viendo colgar las tetas de Corina se acercó a ella, yo la amasé desde el pecho al pezón hasta sacarle unos chorritos de leche, Ingrid la miró hipnotizada y no pudo resistir, se arrastró debajo de ella y con la boca atrapó el pezón que goteaba y lo metió en la boca aspirando hasta la areola.  Gerta también se percató y quiso probar la leche de Corina que a cuatro manos estaba esperando que yo le metiera la polla por detrás, la modelo rubia también se apoderó de la otra teta de Corina juntando su cabeza a la de Ingrid, yo pasé la polla como un pincel entre los labios del coño de Corina, mi intención era de meterle la polla en el coño pero el culo estaba dilatado ya y la hundí en el.

                                      Corina al sentirlo bajó la cabeza sobre la sábana, las dos amigas recibieron a las dos tetas sobre la cara y aunque casi no podían respirar siguieron mamando con avidez.  Corina con una mano entre sus piernas atendía a su clítoris que pedía urgentemente sus cuidados, yo cogido a la cintura de ella entraba y salía sin esfuerzo mientras gemía a cada embestida, Corina quería más, se adelantó y me sacó la polla, la recogió con la mano y la encaró en su vagina volviendo a hacerse hacia atrás, se la metió de golpe, como ella le gustaba, yo estaba con una erección  que me dolía el glande pero ya no necesitaba cogerme a Corina, era ella la que venía hacia mí por lo que ocupé mis manos, una en las tetas redondas de Ingrid y otra en las puntiagudas de Gerta.

                                      La modelo viendo que Ingrid disfrutaba con el consolador y se lo apretaba para que entrara lo más posible le dio media vuelta más el regulador de funciones, el aparato apenas audible empezó a moverse en todas direcciones y la rubia a gritar de placer, ya no mamaba solamente ahora mordía y estiraba con los dientes el pezón de Corina, mi mano dejó las tetas de Gerta y entraron entre los labios herméticos del coño de la rubia, encontré el clítoris lo suficientemente duro que pugnaba por abrirse paso, le estuve acariciando con dos dedos, la chica levantaba el culo para que no lo dejara, Ingrid gritaba con la boca llena de la teta de Corina y Gerta no dejaba de mamar y arquearse para que le acariciara su punto más sensible.

                                      Por un momento imaginé de la oportunidad de hacer una foto a la escena de sexo para la posteridad pero pensé que no me serviría de nada, no podría enseñársela a nadie y si lo contaba tampoco se lo iban a creer ninguno de mis amigos por lo que preferí guardarlo en la memoria y centrarme en la sensación de mi polla, entrando y saliendo del coño de Corina era como entrar en casa después de haber andado un largo paseo, era una sensación de paz, de llegar a tu sitio de descanso, notaba los pliegues de su vagina y los conocía a todos, ella me lo hacía saber presionando sus músculos vaginales, me estrujaba la verga desde el capullo hasta el final y parecía que me lo aspiraba para tenerlo más metido, creo que todas estas sensaciones unidas a la de estar siendo mamada por sus dos mejores amigas provocaron que le sacudiera un temblor que acabó con un orgasmo terrible.

                                      Cayó sobre sus amigas y yo pegado a ella, la boca de Gerta que mamaba su pecho fue a deslizarse entre sus piernas, por sus labios pasaba rozándole mi polla al entrar y salir en la vagina de Corina, esta a su vez había ido a caer entre las piernas de Gerta, tuve que quitar mi mano del clítoris de Gerta porque Corina apoyó la cara sobre él, no dejó que los labios de su amiga se cerraran como una cremallera y siguió mi labor con su lengua, Ingrid no podía soportar más el trato del consolador y la mamada a la teta de Corina y simplemente empezó a temblar y apretándose el aparato en su culo se corrió retorciéndose saturada de sensibilidad.  Gerta aguantó lo que pudo pero Corina sabía donde chupar y lamer a su amiga, había separado las piernas hasta límites imposible y sus labios por fin se abrieron, Corina no desaprovechó el momento y le lamió todo el coño hasta el culo, el orgasmo de la modelo fue sensacional y yo simplemente apoyado sobre el cuerpo caliente y moreno de Corina me dejé vaciar dentro de su coño, ni yo me creía la cantidad de leche que le traspasé, tuve infinidad de bombeos  que ella agradecía separando las piernas para que llegara más profundamente, nos quedamos todos derrotados, las chicas mojadas entre las piernas llenas de flujos y Corina con la añadidura de la leche sobrante, Ingrid tuvo la idea y Gerta le imitó, se colocó entre las piernas de Corina y fue lamiendo mi leche que manaba de su vagina, Gerta hacía lo mismo y estuvieron lamiéndole el coño hasta que no salió nada más.

                                      Por la ventana la luz de la tarde iba apagándose y las luces de la calle llegaban al piso alto del hotel, las chicas empezaron a moverse y una tras otra entraron en la ducha.  Corina se espero y entró conmigo, nos duchamos los dos juntos pero mi polla ni se inmutó cuando ella la tomó y la enjabonó aunque como premio Corina me besó el capullo.

                                      Ahora sí, cada una escogió un vestido a cuál de todos más chic, Gerta me dio un frasco de colonia.

  • Toma Pepe, para Elena de mi parte, se lo traía para Marlene pero creo que el juguete le hará más ilusión.
  • Muchas gracias Gerta, se alegrará y más al saber que te van bien las cosas.
  • Gracias a ti que fuiste quien me cambió la vida, te daré mi teléfono y si voy a España los invitaré a una gala en la presentación de alguna colección.
  • Nos encantará verte otra vez.

                                      Las chicas se despidieron, Corina y yo nos fuimos primero, Gerta se quedó esa noche a dormir con Ingrid, de paso le ayudaría a hacer las maletas imagino que dormirían poco, el consolador todavía tenía pilas y gel, cuando salimos del hotel miré a Corina, me sonrió y se me colgó del brazo, la gente nos miraba con envidia.

Continuará

 

Agradezco sus valoraciones y comentarios.

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