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Entre mi padre y mi tía me quitaron mis complejos.

en Amor filial

Cuando me miro al espejo instintivamente aparto la mirada, lo que veo no me gusta absolutamente nada y ha sido así desde que recuerdo, desde muy joven mi cuerpo se ha desarrollado de una forma nada normal, crecía sin parar, a los trece años ya medía como ahora a los dieciséis, 1.90 cm, mi cuerpo no estaba proporcionado a mi edad, estaba y estoy extremadamente delgada, mis piernas larguísimas parecen palos, mis rodillas son más gruesas que mis muslos, culo no tengo, las costillas se me marcan bajo la piel, los brazos esqueléticos, la cara enjuta y de tetas… donde están mis tetas?

Mis tetas son simplemente dos pezones pegados al pecho como un chico, eso sí, más grandes, como soy muy blanca de piel las venas azulean bajo de ella, los huesos de las caderas sobresalen exageradamente sobre un vientre escurrido, pero en cambio y a mi pesar el pubis lo tengo escandalosamente hinchado, carnoso y encima, todo lo lacio que tengo el cabello en la cabeza entre las piernas está rizado y vigoroso, es mi eterna preocupación, no me permite llevar ropa ajustada, pues tanto como si me pongo faldas o pantalones solo se marcan los huesos de las caderas y entre ellos el bulto del pubis.

Me obliga a vestir con ropa holgada y con prendas que me cubran todo, de ir a la playa, ni pensarlo, el bañador me sienta fatal, no tengo donde sujetarlo, el sujetador del bikini se me gira y me deja al descubierto mis ridículos pezones, mientras las braguitas se hunden entre los labios de mi sexo atrayendo las miradas que deberían ir hacia otras partes.

Cuando era cría, en el colegio me ponían siempre en la última fila, donde estaban los más gamberros y alborotadores, aunque yo era buena estudiante y me quería poner en las primeras filas, mis compañeros se quejaban que les tapaba la visión y me enviaban detrás.

Allí empezó mi calvario, a mi lado se sentaba un chico mayor, era repetidor de curso y seguramente seguiría siéndolo siempre, pues no prestaba el más mínimo interés, se llamaba Álvaro, al lado de él estaba mi compañera Feli, tenía la misma edad que yo pero era muy avanzada en todo, además de tener muy buen tipo era guapa y sobre todo le gustaban los chicos más que a nadie.

Yo estaba en un lado mientras que Álvaro se sentaba entre las dos, siempre estaba armando lío y los profesores al volverse siempre me culpaban a mí que era la que más se veía, les sacaba la cabeza a todos.

Los profesores no les preocupaba más que no se hablara y ellos seguían con sus monótonas clases, sobre todo teníamos uno, Don Juan, estaba a punto de jubilarse y nos daba clase de historia, era de lo más aburrido, como sabían su punto flaco le incitaban a que contara historias de la antigüedad.

Él se arrellanaba en su silla y poniéndose cara a la ventana comenzaba a relatar las muchas veces repetidas historias de los clásicos, era nuestra clase referida, bueno la de mis compañeros, sobre todo Álvaro, parecía estar esperando a que comenzara, pronto se escuchaba el ruido de la cremallera de su bragueta, yo sabía lo que venía después aunque no quería mirar, al estar hombro con hombro era inevitable, se sacaba la polla y en dos meneos la tenía como un palo, al ser mayor que el resto y hay que reconocerlo, estaba bien dotado, los compañeros y sobre todo las chicas estaban expectantes para que se la enseñara, mi compañera Feli no tenia problema, al tenerla al lado y a su alcance pronto la tenía en su mano y le ayudaba a ponerla más tiesa si cabía, el hacía desaparecer su mano bajo la falda de Feli y al poco rato ella se quitaba las bragas y las metía en su cartera.

Los compañeros de delante pronto notaban el olor a sexo y tanto ellas como ellos se disputaban los asientos de delante para agacharse y ver las piernas abiertas de Feli y su mata de pelo negro que cubría su coño.

Ella los miraba y disfrutaba dándoles envidia, se agachaba sobre él y se la metía en la boca después de habérsela chupado con deleite, él se recostaba en la silla y la dejaba hacer, por supuesto era una buena discípula, cuando la tenía apuntando al techo él separaba la silla hacia atrás y Feli se sentaba sobre él, las cabezas de los demás chicos y chicas desaparecían bajo las mesas para ver como se la metía despacio, dando tiempo a los admiradores ver como aquel trozo de carne se incrustaba entre los labios morenos y peludos del coño de la chica, mientras el profe seguía contando historias ella saltaba sobre Álvaro clavándose la polla entre las piernas hasta que él le avisaba que se iba a correr, entonces se la sacaba y con dos rápidos movimientos le vaciaba los huevos dejando unos charcos bajo la mesa.

Yo no sabía dónde mirar, todos querían cambiarme mi silla, Feli me miraba y me invitaba a coger la polla del chico y ayudarla, pero nunca quise, Feli se relamía los dedos y allí se acababa la fiesta, Don Juan seguía con su charla.

Recuerdo un día que tuve la mala idea de cortarme el pelo a lo chico, cortito, estaba harta de la melenita rubia y lacia y me atreví, no supe calcular las consecuencias, mis compañeros empezaron a meterse conmigo, decían que a lo mejor era que era chico en vez de chica, un día que no vino la profesora de geografía me rodearon todos y me dijeron que les enseñara el coño, yo no quise, por supuesto, pero me rodearon y mientras unos me levantaban las faldas por todos lados las chicas me querían quitar las bragas, me faltaban manos ante tal algarabía, hasta que entre tres me bajaron las bragas los suficiente para ver mi mata de pelo rubio y mis labios hinchados, se quedaron sorprendidos y ya no dudaron de mi sexo, aunque tuve que soportar que fueran pasando uno a uno a ver mi coño.

Esta escena me ha perseguido siempre, la humillación de estar cogida entre varios con las piernas abiertas enseñando el coño abierto entre mis muslos esqueléticos.

Me junte con dos amigas de fuera del colegio para salir, eran todo lo contrario a mí, las dos bajitas, gorditas, culonas y tetudas, salíamos los domingos a pasear o al cine hasta que unas compañeras de clase nos vieron, como yo iba paseando entre las dos amigas, lo dijeron nada más llegar a clase, decían que parecíamos la polla y los dos huevos al lado, aún me acomplejaron más.

Desde entonces ha sido una constante de mis pesadillas, muchas veces me despertaba gritando para evitar a mis compañeros.

En una ocasión me atraparon en el tiempo del recreo, las chicas me subieron a una mesa y me tumbaron sujetándome las manos y las piernas bien abiertas, invitaron a Álvaro y no se hizo de rogar, se sacó la polla y con ella blandiéndola dura se acercó a mí, los demás chicos hicieron lo mismo, todos tenían la polla en las manos y poco a poco se apretaban a mi alrededor, las chicas se subían las camisas y enseñaban sus tetas a los chicos que se las apretaban con la mano que les quedaba libre, yo forcejeaba pero los brazos no me respondían, cuando Álvaro tenía la polla tocando los labios de mi coño, los demás empezaron a eyacular sobre mí, entonces grité con todas mis fuerzas, tanto que me dolía la garganta.

La mano fuerte de mi padre me despertó, me sacudía el hombro hasta despertarme, me abracé a él como si hubiera visto a Dios, llorando desconsoladamente, mi padre viéndome tan nerviosa me dijo que me acostara con ellos.

Mi madre apenas se había despertado, desde hacía bastante tiempo estaba delicada, tomaba bastantes pastillas, yo no sabía exactamente de qué estaba enferma pero pasaba mucho tiempo en cama.

Cuando me acosté, mi padre quedó en el medio, se lo agradecí mucho pues temía que la pesadilla continuara al dormirme, tardé en volver a conciliar el sueño, me acurruqué detrás de mi padre, que pronto se volvió del lado de mi madre, yo pasé mi brazo sobre su pecho, me sentía protegida al notar los latidos acompasados de su corazón.

Al rato de estar intentando dormirme, mi padre parece que se despertó, pues dejó de roncar, y paso la mano sobre mi madre, al hacerlo la manga de mi pijama se enganchó en la hebilla del reloj de mi padre, que no se quitaba para dormir, parecía que estaba semidormido, yo por no despertarlo le seguí la mano intentando mientras desenganchar el pijama, pero no lo lograba, estuve forcejeando mientras la mano de mi padre se posaba sobre la teta de mi madre, al estar ladeada las tenía las dos pegadas, yo sin querer moverme tenia la mano posada sobre la otra teta de mamá, notaba como los dedos de mi padre rodeaban el pezón de la teta derecha mientras bajo mi mano renacía el pezón izquierdo, apenas me movía pero al rato mi madre pasó su mano hacia atrás y cogió la polla de mi padre pegada a su trasero, después de un rato masajeándola, mi padre se puso boca arriba, mi mano siempre enganchada a la suya tuvo que acompañarla hasta sus huevos que se estuvo rascando y separando entre sus piernas, mi mano caía justo sobre su polla, a estas alturas después de los masajes de mi madre ya estaba dura descansando sobre su vientre, se despasó el pantalón de su pijama y pronto mi madre se volvió hacia él y le cogió la polla, mi mano descansaba sobre el vientre de mi padre a pocos centímetros de la mano de mi madre pajeando la polla, mi padre estaba inmóvil, solo cuando aceleró los movimientos y una serie de chorros de leche cayeron sobre mi mano mi padre se movió, se rascó otra vez los huevos con lo que estuve esparciendo la lechada sobre su vientre y después de abotonarse el pijama se durmió otra vez, mi madre nada mas sacarle la leche se volvió y se durmió, me costó mucho soltar el puño de mi pijama del reloj de mi padre, pero cuando lo conseguí me volví hacia el otro lado, no pude dormirme hasta muy entrada la madrugada.

Desgraciadamente esta no fue la única vez que tuve mis pesadillas, en otras dos ocasiones me acosté con mis padres, y en todas hicieron la misma operación, mi padre le tocaba las tetas y mi madre le hacía una paja hasta correrse y volvían a dormir.

Mi madre no mejoraba de su enfermedad hasta que tuvieron que ingresarla, fueron unos días muy difíciles para todos, además de la preocupación natural por el proceso de la enfermedad estaba el arreglo de la casa, mi padre se ocupaba malamente de las comidas y yo hacía lo que podía en el arreglo de la casa.

Después de unos días mi padre decidió pedir ayuda a la familia de mi madre, les llamó al pueblo y después de explicarles la situación acordaron que vendría una hermana suya soltera a ayudarnos unos días.

Yo la verdad no conocía mucho a la familia de mi madre, vivían en un pueblo bastante lejos y hacía mucho que no les veía, cuando vi aparecer en la puerta a mi tía Pepa, ya supe a quien me parecía yo.

Mi madre tenía un buen tipo pese a estar enferma, buenas piernas, un culo generoso y unas tetas envidiables, pero su hermana no y yo había salido a su hermana, ésta era bastante más joven que mamá, pero muy delgada y plana como una tabla como yo.

Después de aposentarse en mi habitación conmigo mi padre le explicó la situación con detalle, realmente el problema era la organización de las comidas y hacerle un rato de compañía a mi madre, pues había contratado a una mujer para que se quedara por las noches hasta que estuviera mejor.

En un principio mi tía pese a ser muy servicial se mostraba un poco distante conmigo, era natural, no nos conocíamos apenas, pero al poco tiempo empezamos a simpatizar, todo empezó el día que se cambio de ropa en mi habitación, casi siempre lo hacía en el baño, pero ese día lo hizo, aunque de espaldas a mí, pero no se dio cuenta que el espejo de cuerpo que tenía mi ropero me permitió verla como de frente, se desnudó completamente despacio, segura de que no la veía, cuando se quitó el sujetador me quedé sorprendida, apenas tenía unos bultitos por tetas, un poquito más que yo pero casi nada, el resto era relleno, por eso yo no usaba nunca sujetador, pues a mí se me giraba y era peor.

Pero lo que me dejó anonadada era que el quitarse las bragas le vi como los huesos de sus caderas sobresalían igual que los míos y además su pubis era tan abultado como el mío, incluso entre la mata de pelo rizado asomaba un bulto entre los labios que yo apenas notaba.

Por fin me había enterado a quien me parecía, a mi tía Pepa.

Los días pasaron y mi madre aunque estaba mejor no parecía que iba a salir del hospital pronto, muchos días cuando nos acostábamos le preguntaba a mi tía sobre la familia del pueblo, ella me contaba cosa de allí que me encantaban, hasta que un día le confesé que me había alegrado de conocerla pues vi que me parecía a ella y no era un fenómeno, se estuvo riendo un rato y me contó los problemas que había tenido en sus años jóvenes, que habían sido más o menos como los míos, una noche encendió la luz y me dijo…

--- Te voy a enseñar un secreto.

Se levanto el camisón y me enseño las tetas y me dijo…

--- Ves?, no tengo tetas, el sujetador es de relleno solo.

Nos reímos como tontas, después yo hice lo mismo, se rió más cuando vio que aún tenía un poco más que yo, entonces se animó más y quitando la ropa de la cama se bajó las bragas y me enseñó su pubis, estaba hinchado como el mío,  pero sus labios eran más carnosos y morenos que los míos, el clítoris asomaba entre ellos.

Cuando yo le enseñé el mío se quedó admirada, era casi igual que el suyo y en un gesto de ternura alargó su mano y abarcándolo separó mis labios y dándose un beso en los dedos me acarició mi clítoris rosado.

Yo di un estremecimiento al notar la mano de mi tía, ella me dijo…

--- Me dejas verlo?, yo solo he visto el mío apenas.

Le dije que sí, claro, ella me abrió las piernas, puso la lamparita de forma que me alumbrara bien y con suma delicadeza estuvo separando mis labios y acariciando mi clítoris, éste se puso duro y aunque no sobresalía de los labios de notaba su reacción, al abrirme los labios menores miró dentro de mi vagina y vio el himen que cerraba la entrada, pasó el dedo y cerré las piernas, ella me las volvió a separar y suavemente acercó la cara y después de darme unos besos cortos sacó la lengua y recorrió de arriba abajo todo mi coño.

Ya no me tuvo que decir que abriera las piernas, ellas solas se me abrían involuntariamente y le ofrecía mi coño  a su boca, ella me cogió mis delgadas nalgas con las dos manos y las acerco a su cara, su boca abarcaba mis labios mientras su lengua los lamía, yo instintivamente me pellizqué mis pezones, me costó encontrarlos pero me alegré de tenerlos pues noté que eran muy sensibles y se salieron por primera vez, parecían dos garbanzos sobre una mesa.

Pepa me lamía las ingles y el clítoris ya estaba hinchado, se había descubierto de la piel protectora que yo ni sabía que tenía y una cantidad importante de flujo apareció de mi vagina, todo era nuevo para mí, pero cuando una oleada de calor me recorrió la espalda y se concentró en mi coño me asusté, solo las palabras de consuelo de Pepa me relajaron…

--- No te preocupes cielo, no pasa nada, te vas a correr por primera vez.

Quizá fue las palabras de confianza de mi tía, pero una ola de placer inundó mi cuerpo, las sacudidas se repetían incesantes en mi coño, eran unos espasmos que me llevaban al cielo, la lengua de Pepa no se separo de mi coño hasta que poco a poco me calmé, después me dio un beso en la boca, fue muy tierno, no me costó nada corresponderle, me había hecho muy feliz.

Me cubrió con la ropa de la cama, me pegué a ella, estaba muy contenta por haber encontrado a mi tía “gemela” y me había proporcionado unas sensaciones desconocidas para mí.

No podía dormir, la oía a ella como respiraba agitada, estaba mirando al techo en la oscuridad de la habitación,

Mi mano sin proponérmelo fue acercándose hacia su vientre, estaba liso como el mío, y un poco más abajo me aventuré, al notar que estaba llegando al monte de Venus, abrí los dedos y los enredé entre los rizos del vello, tenía las piernas juntas pero cuando llegué a la abertura de sus labios, sus muslos se fueron separando, poco a poco mi mano avanzaba abriendo los labios con dos dedos, cuando entre ellos pasó su clítoris, sus caderas se elevaron de pronto a la vez que sus piernas se separaban del todo, el tacto rugoso del clítoris de hizo más notable cuando lo rodeé y pronto sobresalía entre los labios, mi boca se apoderó de él y los dientes lo sujetaban mientras mi lengua lo descubría, mi tía solo me susurraba que siguiera, que no parara, cuando llegué a la entrada de la vagina un aroma fuerte de sexo caliente me llenó el olfato, me atraía como un remolino en el agua, mis boca se apretó sobre sus labios vaginales y mi lengua se hundió hasta donde pude alcanzar, ella me absorbía con sus contracciones, sus caderas elevadas al máximo buscaban mi boca, hasta que una serie de temblores acompañados de lamentos y quejidos me hicieron dudar, quizá le estaba lastimando, me separé, ella rápidamente me cogió la cabeza y me la incrustó entre sus piernas diciéndome…

--- No por favor, no me dejes ahora, sigue, no pares que voy a correrme.

Volví a lamerle, a comerme sus labios, a beberme sus jugos, una oleada de flujo salía de su vagina cuando explotó, cerró las piernas atrapando mi cabeza, las volvió a abrir y me gritaba…

--- Cómeme el coño, hazme correr hasta el cielo.

Le obedecí, cuando me separé de ella estaba más tranquila, me di cuenta que sus pezones estaban amoratados de los pellizcos que se había dado, solo se abrazó a mí, yo le pedí perdón, y ella sonriéndome me besó suave pero largamente y me dijo al oído…

--- Tonta, me has hecho dichosa, no me atrevía a pedírtelo pero estaba deseando que me lo hicieras.

Nuestras noches cambiaron desde entonces, ya no había secretos entre nosotras, todas las noches hablábamos hasta muy tarde y raro era la velada que no terminaba con una mutua comida de coño.

Me acostumbré a dormir con ella, mi cama era bastante ancha y no nos molestábamos, aunque una noche me desperté y pasé la mano a mi lado, estaban frías las sábanas, supuse que habría ido a la cocina o al servicio y me volví a dormir, al poco rato y quizá por curiosidad volví a buscar el tacto de Pepa, no estaba.

Me preocupé un poco, posiblemente estaba enferma, por lo que me levanté, descalza como iba pasé a la cocina, estaba a oscuras y volví a la cama, solo en la habitación de mis padres, se oía un murmullo, no era el eterno ronquido, pegué el oído a la puerta y escuché como unos gemidos, no me pareció preocupante y volví a la cama, me acosté pero no pude dormir, al rato de estar pensando noté como Pepa se metía en la cama, le pregunté que le pasaba pero me dijo que no me preocupara, que estaba bien y que me durmiera, al taparnos con las ropa noté el olor a semen de mi padre que tanto conocía.

No me atreví a preguntarle directamente a Pepa, pero estuve pendiente, por las noches tocaba en su lado y alguna vez notaba su ausencia, cuando volvía siempre olía a leche recién ordeñada.

Una de las veces coincidió que cuando se estaba levantando sigilosamente me desperté yo, nada más cerrar la puerta de mi habitación me levanté y la seguí, en la oscuridad del pasillo vi como entraba en la habitación de mi padre, la puerta se cerró tras ella, pero no totalmente, dejé pasar unos minutos y me acerqué descalza, una tenue luz dejaba ve a Pepa de rodillas al lado de la cama, sobre ella mi padre boca arriba estaba desnudo, las piernas colgando en el suelo y mi tía entre ellas, hasta que no levantó la cabeza no pude ver el tamaño de la polla de mi padre que se había tragado, estaba haciendo arcadas de angustia cuando se sacó todo el trozo de carne que debió llegarle hasta más allá de la garganta, un hilillo de saliva quedó colgando, la polla como un muelle se pegó al vientre de mi padre, casi le llegaba al ombligo, nunca se lo había visto aunque se lo había tocado.

Mi tía se levantó y se sentó de espaldas a él, buscó entre sus piernas hasta dar con la polla de mi padre y se dejó caer lentamente, lo que en un principio parecía dolor, se transformó en un largo suspiro, poco a poco y tras varios intentos la polla fue desapareciendo en el coño de Pepa, él le cogió de la cintura y le imprimía unos movimientos que aún la clavaba más, estuvo un largo rato subiendo y bajando sobre mi padre, luego cambiaron de postura, sin duda estaba cansada de tanto cabalgar.

Cuando mi padre le dijo que subiera a la cama, lo hizo sin rechistar, se arrodilló con la cabeza pegada a las sabanas, quedó de espaldas a mí, a mi padre solo le veía el culo, pero cuando subió él también a la cama, se puso detrás de ella, creí que iba a ver en directo como le metía la polla en el coño, y así fue, pero tras varias envestidas la sacó, escupió entre la delgadas nalgas de Pepa y presionó la polla en su culo, en un primer momento mi tía protestó débilmente, pero mi padre tenía ya la convicción hecha, no dejó de presionar hasta que el glande entró en el culo, con sus fuertes manos se aferraba a las huesudas caderas de Pepa, no había otra opción la polla tenía que entrar y entró, suavemente pero entró, mi tía gemía, lloraba y suplicaba, pero al tener el glande dentro un suspiro animó a mi padre a seguir hasta dentro, ya no se oyó quejarse a Pepa, a partir de entonces cada metida era un suspiro de placer o un ronroneo de gusto, mi padre no le volvió a sacar hasta que después de varios movimientos rápidos se incrustó dentro de ella y la lleno de leche, cuando salió aún tardó un poco en salir el semen, pero lo hizo a borbotones cayendo por las piernas de Pepa.

Cuando mi tía bajó de la cama se limpió la leche de las piernas con sus bragas y se dirigió a la puerta mandándole un beso al aire a mi padre.

Cuando mi tía abrió la puerta de mi habitación apenas me había metido en la cama, ella lo hizo en silencio, creía que dormía, yo noté el olor fuerte de leche de mi padre, me recordó la primera vez con aquella pesadilla, después de haber visto a mi compañero en clase eyacular me gustó mojarme las manos con la leche de mi padre, era como estar protegida.

Mi tía no se podía dormir, no paraba de dar vueltas en la cama, en una de ella se tumbó boca abajo, casualmente yo tenía la mano sobre la sabana y estaba bajo de ella entre sus piernas, cuando moví mis dedos y los metí entre los labios de su coño, sus piernas se abrieron del todo, sobre mis dedos empezaron a caer goterones de leche de mi padre que aún le salían del culo, su coño manaba liquido espeso, dos de mis dedos entraron en su vagina, su coño se pegó a mi mano, su boca se acercó a mi oído y me susurró…

--- Por favor, hazme correr, lo necesito urgente.

Se dio la vuelta, quitó la ropa de encima y encendió la lamparita, estaba desnuda, con las piernas abiertas ocupando toda la cama, sus labios estaban enrojecidos, húmedos y calientes, me levanté y me puse sobre ella, busqué con mi boca su coño, olía muy fuerte a hembra, estaba empapada de leche y flujo espeso, cuando le lamí el clítoris, me cogió una pierna y la pasó sobre ella al otro lado de su cara, me abrazó por el culo y me atrajo hacia ella, mis piernas abiertas se acoplaron a su boca cuando me lamió el coño, yo también lo tenía mojado por la escena que había visto.

Mi boca la lamió toda, no dejó ningún rincón sin limpiar, cuando quise separarle las nalgas y lamerle el culo lo cerró, me dijo…

--- No ahí no, hoy no, por favor.

Yo me volví hacia ella, le sonreí y le dije…

--- Sí hoy si, voy a probar la leche de mi padre.

Acto seguido metí mis mejillas entre las nalgas de Pepa y lamí el culo mientras manaba un hilillo de semen, con las contracciones que le provocaba salían a veces borbotones espumosos de leche.

En un primer momento se resistió, pero después se relajó y un orgasmo recorrió su cuerpo, los saltos y espasmos que tuvo que soportar provocaron que yo también me corriera sobre su boca, ella apenas podía recoger mis flujos y cuando me aparté de ella tenía las mejillas mojadas hasta las orejas, y una cara de felicidad total.

Se me abrazó a mí y me preguntó…

--- Desde cuando lo sabes?, lo siento mucho, no me lo perdonaré nunca.

Yo la tranquilicé, le dije que lo había visto hoy, aunque lo sospechaba.

--- Realmente ha pasado porque tu madre me lo ha recomendado, tu padre es muy activo sexualmente, pero tu madre no puede casi, de hecho casi nunca han follado, solo le hacía pajas.

Entonces le conté las experiencias que había vivido en las noches de pesadilla.

--- En principio intenté seducirlo como cosa mía, pero él se negó siempre, solo cuando le dije que tu madre me lo había dicho accedió poco a poco, primero fueron caricias, luego pajas y por fin accedió a follar, pero me puso una condición, que no se correría dentro de mi coño nunca, tuve que acceder, por eso me lo hace por el culo, yo accedí primero por tu madre pero ahora me gusta tanto como por el coño.

Me abracé estrechamente a ella, nuestros huesos chocaron en nuestro abrazo, era curioso pero los coños se adaptaban perfectamente.

A partir de ese día no me extrañaba cuando no la notaba a mi lado, sabía dónde estaba y lo que hacía, una noche cuando volvió me despertó suavemente y me dijo…

--- Me gustaría preguntarte algo, pero no sé si te enfadarás.

--- De ninguna manera, sabes que no podría.

--- Esta noche cuando estábamos follando le he preguntado si le gustaba mi coño abultado, me ha dicho que le encantaba, es más que tenía un secreto, pero no me lo quería contar, después de rogarle mucho me dijo que está obsesionado con los coños como el mío, le pregunté él motivo y al fin me dijo que cuando dormiste con ellos una noche te pasó la mano por tu pubis y lo notó tan hinchado y suave que desde entonces sueña con comértelo algún día.

Yo me quedé en shock, nunca me habría imaginado que mi padre tuviera ese deseo y menos que a alguien le gustara mi coño, de momento no sabía que decir, solo cuando Pepa me pasó la mano entre mis piernas me desperté y suspiré, quería a mi padre con locura y si le gustaba mi coño lo tendría, pero lo complicado sería hacerlo sin que sospechara de Pepa y me rechazara.

Mi tía se ofreció a pensar algo al respecto, yo confiaba en su mayor experiencia y cuando una noche me volvió a despertar me senté en la cama expectante esperando noticias.

Me contó que había hecho una prueba, le había convencido en no encender la luz, y hacerlo todo a oscuras, le estuvo lamiendo, mordiendo y acariciando por sorpresa, cuando menos se lo esperaba se sentó sobre su boca y se comió el coño sin rechistar, le encantó, entonces le dio la idea, lo haríamos así, y cuando se fuera a subir a su boca lo haría yo, me comería a mí el coño, cuando estuviera más caliente me correría en su boca y ella a la vez le comería la polla y lo haría correrse a la vez en la suya,

--- No creo que proteste, jajaja.

Nos reímos las dos como chiquillas ante una travesura, cruzamos los dedos para que no saliera mal.

A los dos días mi tía me advirtió que estuviera preparada, me depilé las ingles, me duché antes de irme a la cama y me preparé para una nueva experiencia, incluso me puse un enema según el consejo de Pepa, por lo que pudiera pasar.

Por la noche mi tía me avisó cuando se fue a la habitación de mi padre, yo dejé la puerta abierta y mi tía la de mi padre, pronto oí como apagaban la luz y mi padre gemía y suspiraba ante las caricias de Pepa, yo esperaba impaciente, me fui acercando a la cama de mi padre, estuve casi escondida por si encendía la luz, pero no lo hizo, mi tía iba diciendo en voz alta lo que le iba a hacer y yo la seguía, cuando le dijo que se tumbara en el centro de la cama porque le iba a comer el coño yo ya estaba al lado de la cama, mi tía se bajó y yo a la vez subí sobre la cabeza de mi padre, él me cogió de las piernas y subió las manos por mis muslos, me atrajo hacia su boca y me dejé caer con el coño abierto sobre sus labios, la lengua me separó buscando el clítoris, lo encontró enseguida, y lo lamió ávidamente, me dio miedo que notara la diferencia de tamaño de mi tía a mí pero no lo notó.

Yo alargué la mano hasta encontrar a mi tía, estaba a mi lado, seguí su brazo hasta la mano, tenia cogida la polla de mi padre, ella aparto la mano un momento para que yo pudiera cogerla, sentí una sensación rara, no era la primera vez, pero ahora era con toda la intención de darle gusto, se la estuve pajeando, cuando noté que el glande se hinchaba de una forma alarmante toque a mi tía, para que tomara el relevo, me centré en mi coño, estaba mojado y soltaba liquido a raudales, mi padre apenas podía absorberlos todos, cuando noté que me llegaba el orgasmo mi tía acelero la mano sobre la polla, ella graduaba las caricias para hacer coincidir las corridas de ambos, al fin una oleada de latigazos llenaron mi cuerpo, apenas podía tenerme sentada sobre mi padre, él a la vez se vaciaba de leche sobre la mano de mi tía, hasta que ella se la metió en la boca y terminó de llenársela de semen, el me atrajo más hacia él metiendo su lengua dentro de mi vagina hasta que fuimos recobrando el ritmo cardiaco y me tumbé sobre él pegando mi cara a su polla aun dura y mojada de leche, aún pude lamerla y limpiarla de restos, en ello estaba cuando se encendió la luz, Pepa estaba en la mesita de rodillas a nuestro lado, nosotros en un 69 y desmadejados los dos.

Mi padre le cogió la mano a mi tía y le dio un beso en la palma en muestra de agradecimiento, luego se tumbó a nuestro lado.

Cuando mi corazón volvía a su ritmo me acosté al lado de mi padre, al otro lado estaba Pepa, contrastaba el cuerpo bien formado de mi padre con la pareja de flacuchas que tenía a los lados, pasó los brazos por debajo de nuestros cuellos y nos atrajo hacia él, nos besó en la frente primero y luego en la boca, le dio las gracias a Pepa y después a mí…

--- Gracias a las dos, me habéis hecho muy feliz, Pepa eres un encanto de mujer, nunca te lo agradeceré bastante, y tu hija, has hecho realidad mi sueño, comerte el coño, no sabes lo que lo había soñado, eres especial para mí por muchas cosas, ahora aún más.

Pepa se incorporó sobre su pecho y le dijo melosamente…

--- Bueno tus deseos se han cumplido, ahora toca corresponder…

Yo abrí los ojos sin saber de que hablaba.

Mi padre también.

--- Yo? Que queréis que haga? Sabéis que podéis pedir lo que queráis.

--- Bueno, tú estás muy bien complacido, yo también, pero a tu hija le falta algo…

--- A mi hija, el qué? lo que pida lo tiene.

--- Pues tu hija no ha probado esto… es virgen todavía.

Lo dijo cogiéndole la polla todavía dura y mirándole a los ojos.

Mi padre me miró sorprendido, yo también lo estaba, nunca había pensado en este paso, mi sexualidad había ido tan deprisa que no lo había asimilado del todo.

Cuando se volvió hacia mi tía su mirada lo decía todo, no había opción, me debía desvirgar, era el más indicado.

Además, ahora era el momento más adecuado, estábamos todos motivados, mi tía lo tenía previsto todo, abriendo el cajón de la mesita sacó un tubo de crema hidratante, se la puso delante de los ojos a mi padre, la reconoció enseguida, era la que había utilizado para dilatarle el esfínter, era lo más indicado para facilitar mi desfloración.

Cuando mi padre volvió su mirada hacia mí, bajo los ojos un poco avergonzado, por un momento vio en mí a su hija, seguramente me recordaba de pequeña en sus brazos, jugando con él, pasado este momento de duda alargó sus manos y las dejó caer a su lado, cada una sobre el coño hinchado y húmedo de su cuñada y su hija, prácticamente iguales, el tacto tibio de los labios de ambas despejó cualquier duda que le quedaba, eran los coños de su fantasía y los iba a disfrutar.

Se incorporó dejándome el centro de la cama a mí, mi tía me colocó un almohadón bajo el culo y me abrió las piernas, después le cogió la mano a mi padre y lo acompañó a los pies de la cama de matrimonio y le hizo subir, ante él estaba esperándole yo con las piernas a cada lado de la cama y con los labios del coño ya separados, el se arrodilló frente a mí me metió la cabeza entre mis delgados muslos, se entretuvo unos instantes en mis ingles depiladas hasta que notó que por detrás de él mi tía había metido la cabeza entre sus piernas y cogiendo su polla colgante se la había metido en la boca.

Todavía estaba fláccida, pero no fue inconveniente para Pepa, le gustaba sentir una polla en la boca y sentir como se ponía dura y gorda contra su paladar, y esto es lo que hizo, paciencia no le faltaba.

Mi padre al notar su polla en la boca húmeda de Pepa, sacó la lengua y me la pasó de arriba abajo por mi raja, separando la mata rubia rizada, cuando hizo el mismo recorrido a la inversa se encontró con mis labios menores abierto, mi vagina rosada mojada y mi clítoris casi hinchado del todo, se tomó su tiempo, fue paso a paso excitando cada zona tan cercana y tan diferente de la otra, cuando levanté mis caderas huesudas hacia él sus manos abarcaron mis nalgas, las separaron y su lengua se extendió hasta mi agujero marrón, yo no le esperaba por ahí pero recordé enseguida lo que había visto a mi tía y me dejé llevar, cuanto más me lamia el coño más me relajaba el esfínter, cuando se atrevió a posar un dedo alrededor del ano no me extrañé, lo esperaba ansiosa, y al notarlo entrar solo hice un leve movimiento muscular, cuando al fin entró hasta los nudillos no me pareció tan terrible y lo dejé mantenerlo hurgando.

Pepa no permanecía quieta, desde su situación controlaba entre las piernas abiertas de mi padre como me comía el coño y me dilataba el culo, ella a su vez le ponía la polla a punto, después de lamérsela toda mientras se la descapullaba, se dedicó a absorberle los huevos, apenas le cabía uno cada vez en la boca, pero los alternaba, cuando estaban rugoso y duros, pegados al nacimiento de la polla, su lengua se dirigió lentamente entre las nalgas, fue separando el vello que encontraba hasta llegar al ano paterno, pese a la encogida que dio, siguió insistiendo hasta que mi padre se rindió ante la evidencia, la crema fue lo que lo acabó de convencer, aceptó el fino dedo de Pepa hasta que no le cabía más, aunque Pepa tenía cuatro más, y se los fue metiendo ordenadamente, el masaje de próstata, surtió efecto, la polla parecía reventar, hasta yo note el cambio, su lengua se volvió más ávida y parecía que se iba a tragar mi clítoris, cuando mi tía notó la polla al máximo de excitación y me coño expulsando flujo a torrentes le dio una palmada al culo a mi padre, él se incorporó y se tumbó sobre mí, me dijo al oído…

--- No te preocupes cariño, no te haré daño…

--- Lo sé, hazme mujer, eres el mejor para hacerlo.

Mi tía guió la polla hasta la entrada de mi vagina, no tardó en encontrarla, mis piernas abiertas del todo dejaban el espacio libre y los labios parecían una papaya abierta, cuando la punta estaba pegada a mi piel mi tía le cogió los huevos a mi padre y se los fue acariciando, no sé si también con la intención de que si perdía la paciencia “calmarlo” desde allí, pero no hizo falta, fue entrando hasta que mi himen se lo impidió, allí se paró un momento.

Mi tía Pepa se puso a mi lado, me cogió de la mano y me beso en los labios, fue un beso cálido, sincero, noté que estaba conmigo, quizá por eso solo noté un empujón por parte de mi padre y un leve escozor, cuando abrí la boca de par en par al recibir toda la polla que entraba hasta mis entrañas, mi tía me volvió a besar, ésta vez su lengua buscó la mía, cuando se encontraron desee que no pasara el tiempo, la polla de mi padre me llegaba hasta la matriz y la lengua de Pepa hasta la garganta, mi padre empezó a bombear dentro de mí, la sacaba hasta el glande y la volvía enterrar hasta el fondo, yo le ayudaba levantando el culo hacia él, solo notaba el grosor y la longitud de su polla vibrar entre los pliegues de mi vagina.

Pepa cuando se aseguró que lo peor había pasado y que el dolor se había transformado en placer, se puso detrás de mi padre, esteraba a que su polla saliera para lamerla y recoger mis jugos, mientras me lamía el clítoris, con una mano empujaba desde el culo a mi padre para que la metiera hasta el fondo, cuando bajaba el ritmo le metía un dedo en el culo y lo volvía a revivir, yo con tantas atenciones sentí un momento de relajación infinita, parecía que caía en un abismo flotando, solo sentía la polla dentro y el clítoris mordisqueado por mi tía, pero de pronto sentí como un volcán interno que me recorría desde la nuca a la espalda hasta llegar a mi abultado coño, un orgasmo inmenso llegaba como una oleada, me cogí de los pezones, los estiré, mi cabeza iba de lado a lado descontrolada hasta que exploté en un grito que fue más que un aullido, me abracé a mi padre, lo atraje hacia mí, le susurré…

--- No pares ahora papá, me voy a correr por primera vez con una polla dentro y es la tuya, gracias…

Mi padre me miró, tenía lágrimas en los ojos, estuvo follándome sin parar hasta que me calmé, luego salió apresuradamente.

Pepa lo miró extrañada, él como explicación solo pudo decir…

--- Lo siento no he podido seguir, me iba a correr dentro de ella, lo siento hija.

No sé aún que me pasó, pero instintivamente me di la vuelta, con el almohadón ahora bajo el vientre dejaba mis nalgas abiertas frente a la polla de mi padre casi pegada al ombligo, estaba a punto de estallar, le palpitaba se glande morado.

Mi tía siempre atenta me untó con crema entre las nalgas, fue muy generosa con la crema, después se llenó la palma de la mano y engrasó la polla de mi padre, yo me puse con el culo levantado para más comodidad de mi padre, cuando mi tía metió un dedo y después otro en mi culo para distender los músculos, sentí el ardor de la punta del glande, presionando lentamente, mi tía me cogió de la mano y me apretaba, yo la miraba y procuraba sonreírle, cuando ya parecía que no cabía en mi culo el glande haciendo un último esfuerzo se coló con un ruido seco, mi tía me dijo…

--- Ya está, lo peor ya ha pasado, ahora te gustará.

Sentía como por mi esfínter resbalaban centímetros de carne hacia dentro llenándome el recto, no sentía dolor, solo una sensación desconocida y placentera, cuando los huevos de mi padre se pegaron a mis escuetas nalgas casi no podía respirar, eche de menos tener una buenas nalgas, rellenas que hubieran evitado tanta carne, pero lo poco que tenía dejó pasar hasta el pubis paterno.

Mi padre soplaba como un oso, sacaba lentamente y lo volvía a meter, mi tía con la mano bajo de mi vientre me acariciaba el clítoris, me habría gustado tener un par de tetas para que mi padre se hubiera corrido en ellas después de habérmelas comido y amasado, pero no ahí estaba su polla en mi culo, llenándome a cada envestida, cuando empezó a gruñir clavándome la polla a cada empujón mi tía acelero sus caricias en mi clítoris, no creí que lo iba a lograr, pero un momento antes de que mi padre me abrazara por detrás, me corrí de una forma brutal, la mano de Pepa se lleno de flujos vaginales y un segundo después mi padre me llenaba de leche caliente mis entrañas, estuvo durante varios minutos echando leche por su polla, notaba como me hinchaba el recto de leche, no dejó de empujarme hasta que no le quedó ni una gota, mi tía le estrujaba los huevos queriendo dejarlos secos.

Cuando mi padre se dejó caer sobre mi estaba sudando profusamente me empapaba la espalda, me abrazaba y me besaba en la nuca.

Cuando al fin se le salió la polla de mi culo, se dejó caer a mi lado, mi tía estuvo esperando pacientemente entre mis piernas hasta que empezó a salir un reguero de leche de mi culo y evitó que entrara en mi vagina.

Estuvimos mucho rato quietos, todos necesitábamos descansar, la primera que se movió fue mi tía, en realidad era la perjudicada en esta velada pero se notaba contenta.

A partir de ese día ya no volvimos a mi habitación, todas las noches nos acostábamos los tres juntos, con nuestra delgadez no ocupábamos mucho sitio y mi padre estaba encantado, siempre tenía un coño a su disposición si no eran los dos, todas las noches follábamos, le hacíamos unas pajas de infarto, el siempre tenía la precaución de correrse dentro de nuestros culos para evitar embarazos, si no nos bebíamos nosotras su semen antes.

Era muy placentero dormir sin bragas todas las noches y notar como mi padre pasaba la mano por mi coño y se volvía a dormir tranquila al saber que estaba a su lado.

Al poco tiempo mi padre vino del hospital con buenas noticias, mi madre había mejorado lo suficiente para volver a casa, cuando llegó le estábamos esperando con la casa engalanada, estaba un poco demacrada pero tan guapa como siempre, la instalamos en su habitación, se sentía feliz de estar en casa otra vez, nosotras volvimos a nuestra habitación, estuvimos unos días recordando la noche de mi estreno y siempre acabábamos igual, comiéndonos el coño mutuamente, mi padre mientras se deshacía en cuidados con mi madre, pronto supimos que habían vuelto a las viejas costumbres, la paja diaria y al masaje de tetas.

Cuando se normalizó todo, mi madre empezó a levantarse y hacer algunas cosas de casa, mi tía me anunció que debía volver a su casa, estuvimos toda una noche llorando mientras nos comíamos a besos y caricias, al día siguiente, mi padre estaba trabajando cuando mi madre nos reunió en el salón y nos dijo…

--- Hija y Pepa, quiero agradeceros todo lo que habéis hecho por mí, aparte de llevar la casa estupendamente habéis cuidado de mi marido como a mí me gusta, conozco a mi marido y se de sus necesidades sexuales, yo por desgracia no puedo de momento atenderlas como quisiera, por eso conociendo sus gustos le pedí a Pepa que hiciera lo posible por complacerle, lo ha hecho de maravilla, también le rogué que te iniciara en el sexo, más aún porque sois muy iguales, siempre he estado muy preocupada por ti hija, temía que te acomplejaras por tu delgadez, pero ya me han dicho que eres toda una mujer muy valiente y cuando digo mujer es porque tu padre me ha contado que ya lo eres del todo, y me hace muy feliz que haya sido así, con la confianza de la familia, os quiero a todos mucho.

Las lagrimas brotaron a todas, mi madre sabía todo lo pasado, de hecho lo había calculado ella, todos habíamos ganado.

Los días después de partir mí tía parecía que iba sonámbula por la casa, me faltaba algo, sobre todo por las noches. Solo me consolaba saber que pronto me iría a pasar una temporada con mi tía al pueblo, me había prometido que dormiríamos juntas aunque hubiera más habitaciones.

Mi padre cuidaba a mi madre, alguna noche me invitaron a dormir con ellos, yo procuraba rehuirlos, aunque a veces lo hacía, mi padre se sentía feliz en meter su mano entre mis labios del coño mientras mi madre le hacia la paja diaria.

Aún así cuando por algún motivo veía a mi padre tenso antes de irse a trabajar le hacía pasar a mi habitación y le ofrecía mi coño para que se desfogara, al final acababa con el culo lleno de leche, pero ese día sabía que mi padre se iba feliz a trabajar.

Agradezco sus comentarios.

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