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Para un concierto lo mejor es un trío… o más (2)

en Sexo con maduras

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (2)

No quise ir a un concierto, pero lo cambié por un trío, ahora es un cuarteto y más, hasta toda la orquesta.

Después de la estancia de Julia en mi casa estuve esperando la llamada de mi novia, creí que se lo contaría o por lo menos intentaría sonsacarla, pero me equivoqué, en los días siguientes no supe nada de ella, no me importó al contrario, no quería saber nada de ella, al menos por el momento.

Pensé que el encuentro del día del concierto había sido una casualidad del destino y me fui olvidando, pero desconocía que las cosas se iban confabulando a mis espaldas.

Lo que más me sorprendió fue que Berta fue la que dio el primer paso, eso fue una tarde que estaba comprando en un centro comercial, paseaba distraídamente entre las diferentes tiendas cuando oí gritar mi nombre desde un piso superior, no me di por aludido pues imaginé que no era a mí a quien llamaban pero una señora a mi lado me dijo que me llamaban a mí.

Cuando me volví distinguí a una pareja que no conocía, solo me dijeron que esperara allí, lo hice y al momento por el pasillo vi como se acercaban, era una pareja que vestían bastante modernos y que eran de una mediana edad, cuando estaban cerca reconocí a Berta, la amiga de Marta, deduje que el hombre era su marido, pues iba cogida a su brazo, según se iban acercando ella me sonreía y extendía los brazos hacia mí, cuando estuvieron junto a mí me abrazó y me beso como si me conociera de toda la vida, muy excitada me presentó a su marido, a primera vista me pareció más joven que ella, tenía buena apariencia y parecía simpático, me gustó la manera de estrechar la mano, era jovial y creí que sincero, no me cayó mal, la verdad.

Berta no paraba de hablar, le recordó a Juan que fui yo quien les facilitó las entradas al concierto que tanto suponía para ella y su amiga Marta, y que les demostré ser una buena persona y de fiar, cuando le dijo esto me pareció que lo hacía con un tono diferente.

Quisieron invitarme a tomar algo en un bar del centro, pero me excusé como pude, aún así insistieron en que cambiáramos los números de teléfonos para quedar más adelante.

No lo hice a gusto, me parecía que era todo muy precipitado aunque reconocía que no tenía motivos para nada.

Una semana después recibí una llamada de un número desconocido, contesté pensando que se habían equivocado de número, como tantas veces, pero la voz que escuchaba me era conocida, y cuando me dijo que era Marta me acabó de convencer, dijo que Berta le había contado que me había visto casualmente cuando estaba de compras con su marido, también le dijo que se había alegrado mucho y que le había gustado también a su marido.

Hasta entonces no me aclaraba nada el motivo de la llamada, pero cuando puso la voz suave y me dijo que se acordaba mucho de mí, ya sospeché por donde iba, según me hablaba yo pensaba que excusa le iba a poner para evitarla pero cuando me dijo que le gustaría que quedáramos y que la acompañaría su hija Julia ya me interesó.

Ella notó el cambio en mi actitud pues a  partir de entonces nombraba a su hija por cualquier cosa.

Me propuso pasar un fin de semana en un pequeño apartamento que tenía en primera línea de playa en una zona turística, la oferta era tentadora, después de pensarlo un momento acepté, sobre todo pensando en Julia.

Era un viernes cuando pasé por su casa, Marta ya tenía todo listo, me abrazó y me dio dos besos en las mejillas, me dediqué a bajar las bolsas con la comida que había preparado, cuando estábamos en el ascensor me dijo que Julia estaba en su casa, y que no se encontraba muy bien, se me cayó el alma a los pies, me interesé por su salud y me dijo que simplemente estaba un poco indispuesta, le pregunté si era yo el motivo pero me dijo que todo lo contrario, que estaba muy ilusionada pero hoy se había despertado mareada.

No me rendí y le dije si podíamos ir a su casa y convencerla, ella se encogió de hombros y accedió.

Cuando llegamos a su piso entré con mi mejor sonrisa, ella estaba desarreglada, tenía un vaso de agua y una pastilla a punto de tomársela, su madre le animó a venir, ella se resistía hasta que yo intervine, le dije que el fin de semana no sería igual sin ella, esto pareció gustarle más y sonrió, le hice una carita de pena y Julia me abrazó, su madre al verla más animada empezó a ayudarle a preparar su ropa y un momento más tarde estábamos rumbo a la playa.

Cuando llegamos al apartamento me encantó, estaba en un bloque frente al Mediterráneo, por el ventanal solo se veía el azul del mar hasta el infinito, solo asomándose a la terraza a nuestros pies se veía una franja de arena llena de sobrillas multicolores, en la lejanía se elevaba un monte que se adentraba en el mar, los pinos incluso casi tocaban el agua.

El apartamento era pequeño, lo había comprado Marta cuando se divorció y no lo usaba todo lo que le hubiera gustado por no estar sola, solamente iba acompañada con su hija o su amiga Berta.

Sacaron todas las bolsas, yo abrí la mía y cuando buscaba un armario para poner mi ropa Julia me dijo…

--- Es muy pequeño, solo tiene una habitación, pero grande.

Cuando me dirigí a ella esperando ver las camas, solo había una, aunque muy grande, apenas alzaba unos 20 cm. del suelo, me volví a Julia y sonriendo me dijo…

--- Es lo que hay.

Miré en el saloncito y las hamacas de playa que vi no me solucionaron nada, me resigné.

Marta después de sacar todo repartió la ropa en el único armario que había y propuso salir a dar un paseo, nos pareció buena idea y me dispuse a cambiarme y ponerme una camisa y un pantalón más de vestir, en un momento que estaban en la terraza aproveche para cambiarme, estaba a medias con los pantalones en la mano cuando entró Marta, sin decir nada se quitó la ropa, se quedó en sujetador y bragas, rebusco en el armario, no se decidía con lo que veía cuando llamó a Julia…

--- Nena, puedes venir? No decido que ponerme.

Julia entró igualmente sin mirarme y se puso a mirar también en el armario.

Sacaron varios vestidos pero ninguno le gustaba, al fin uno le pareció mejor y se lo probó por encima para ver el efecto ante el espejo, Julia le dijo…

--- Si te pones este quítate el sujetador porque se transparenta.

Marta obedeció al momento, frente a mí se quitó el sujetador, sus tetas menudas quedaron frente a mí, que estaba como una estatua, esperando a que se fueran para seguir cambiándome.

Cuando se puso el vestido, Julia se lo arreglo estirándoselo para que no le hiciera arrugas, los pezones oscuros seguían transparentándose.

Julia no se lo pensó tanto, se sacó la camiseta por la cabeza, luego los pantalones, no hizo falta quitarse nada más porque no llevaba nada, las tetas erguidas y redondas quedaron a escasa distancia de mí y su pubis depilado era muy visible a la luz del día, sin prisa buscó también en el armario y se puso un vestido de lino blanco largo hasta los pies con una sandalias destalonadas.

Se volvió hacia mí y me dijo…

--- Ya estás preparado? O bajas así a la calle?

Me miré, con los pantalones en una mano, la camisa en la otra y la polla marcando un bulto exagerado en el bóxer, su risa contagiosa me sacó del apuro y me apresuré a vestirme.

Estábamos casi en el ático, por lo que tardó bastante el ascensor en dejarnos en la calle, durante el descenso los perfumes de las mujeres me fascinaron, Marta un poco más fuerte, el de Julia muy fresco.

Ya anochecía al salir a la calle, un rio de gente paseaba por la Marina, las luces de las tiendas junto a los olores de los chiringuitos, el bullicio de los vendedores ambulantes era agobiante, se oían hablar en varios idiomas, las tiendas de suvenir estaban a rebosar de productos de lo más inverosímiles, la gente estaba arremolinada con vasos de cerveza hablando mientras otros se paraban a mirar en las tiendas, no podíamos avanzar, cuando vi una salida cogí a Julia de la mano y tiré, ella hizo lo mismo con Marta.

Un sendero de tablas de madera se perdía entre la arena con dirección a la playa, seguimos por él hasta llegar a la arena mojada y dura, las suaves olas llegaban como a dos metros más adentro, el olor a sal llenaba los sentidos, a lo lejos un faro barría el agua con un rayo de luz, la tarde cálida se refrescaba con la brisa, cogí a las dos mujeres por la cintura, se me pegaron a mí, nos dirigimos hacia el puerto de pescadores donde estaban amarradas las barcas, las chicas se apretaban contra mí buscando un poco de calor pues refrescaba un poco, pasé mis brazos por encima de sus hombros, ellas me cogieron por mi espalda.

Al andar mis manos oscilaban descuidadamente y en algún movimiento mis dedos rozaban sus tetas, Julia fue la primera que me cogió la mano y la poso sobre una de ellas, estaba dura, se me llenó la palma completamente, a Marta se la cogí yo, el pezón duro ya hacía rato que me rozaba los dedos, por lo que no tuve que buscar mucho, a la primera lo atrapé con los dedos, su teta pequeña cabía en mi mano.

Al sentirme se apretaron más contra mí, apoyando sus cabeza en mis hombros, yo les daba suaves besos en los ojos o en las orejas, a Julia, más alta, también en el cuello, Marta cogió mi mano y abriéndose el escote la puso directamente sobre su teta, ya no tenía frio pero su pezón estaba más duro y salido que antes, lo estuve presionándolo con mis dedos.

Con la otra mano busque el borde del vestido de Julia, el escote de barco era flexible y al meter la mano abarqué las dos tetas sueltas, se agitaban al andar estrechando el canalillo o separándose con los pezones a los lados, una ráfaga de brisa hizo que un escalofrío nos recorriera las espaldas, Julia se abrazó a mí, me besó en los labios, su madre esperó pegada a mí hasta que su hija terminó de besarme, mientras lo hacía puso su mano sobre el bulto que llevaba bajo el pantalón ya hacía rato, me apretó y recorrió toda la longitud de mi polla, Julia no se contentó con un beso, su boca se abrió y su lengua buscó la mía, la encontró en seguida, pero su madre también buscó, y cuando bajó la cremallera de mi pantalón, bajó la cintura del bóxer rodeando la polla con su mano, la sacó con dificultad.

Resbaló la piel hasta que descubrió el glande, su hija me comía la boca pegada a mí, su madre, dirigió mi polla hasta colocarla entre los muslos de Julia, esta al notarla se pegó aún más, el vestido de lino apenas aislaba el calor que desprendía su coño.

Su madre bajando un poco la bragueta terminó por sacar los huevos también, los fue acariciando, presionándolos hasta que adelantando un poco la mano se apoderó del tronco y separándolo del pubis de su hija se arrodilló entre los dos y se la metió en la boca hasta la mitad.

Julia me besaba dejándome casi sin aliento, mis manos se perdían bajo su vestido, lo levanté hasta la cintura, mi mano se perdió entre sus piernas que se abrieron lo suficiente para llenarme la mano de jugo vaginal, el clítoris creció con mis caricias hasta sobresalir entre sus labios más del doble de su tamaño, el segundo escalofrío que nos dio no fue por la brisa, yo me corría en la boca de Marta, ella no dejó salir nada de mi leche de su boca mientras con su mano se provocaba un orgasmo acariciando su coño, Julia bajo el efecto de mis dedos se derretía con otro orgasmo dulce pero que recorrió todo su cuerpo.

Abrazados los tres aguantamos hasta que nuestros corazones recobraron su ritmo normal, después seguimos con nuestro paseo.

Ya era noche cerrada cuando encontramos un restaurante en el puerto pesquero, nos sirvieron una mariscada gigante para los tres, unas jarras de sangría fresquísima regaron nuestras gargantas sedientas, cuando llegamos al apartamento ya era de madrugada.

Al volver de la cena nos detuvimos en varios bares y nos tomamos varios combinados largos.

El viaje en el ascensor nos pareció más corto que antes, desde la planta baja hasta nuestro piso casi en el cielo estuvimos besándonos unos con otros, casi no podíamos respirar cuando entramos en casa.

Abrimos el ventanal que daba al mar, la brisa llenó el apartamento refrescando y  llenándolo de olor a sal, no quisimos encender luces para evitar los mosquitos y nos sentamos en el suelo de la terraza sobre unas toallas,

Marta fue la primera que se quitó en vestido, sus pechos menudos lucían a la luz de la luna, Julia no tardó en imitarla, con la excusa de no arrugar el suyo, su madre al ver que Julia no llevaba bragas, se la quitó también.

Yo me miré, como entre ellas desentonaba, me levanté y arrojé toda mi ropa dentro del salón, cuando me volvía a sentar entre ellas, se habían tumbado del todo, las tetas de Julia hacían sombras sobre la toalla.

La barandilla de la terraza era de cristal, se veían a través de ella las luces de navegación de algún yate que hacía una singladura nocturna, a la vez que nos cubría un poco de la brisa fresca y húmeda de la noche.

Cogí con mis manos las de las chicas a mi lado, estábamos mirando la noche estrellada, a esta altura las luces de la calle ya no molestaban, estábamos en una penumbra bastante íntima, Julia levantó la cabeza y yo le pase el brazo bajo su cuello, su madre la copió y descansó la cabeza también sobre mi pecho, mientras estábamos contando las constelaciones nuestras manos buscaron los lugares que nos hacía suspirar, las mías sin dudar se apoyaron sobre las respectivas tetas de las mujeres, apreciaba la calidad de ambas notando sus diferencias, las mujeres dirigieron sus atenciones a mi polla hasta entonces fláccida y caída sobre mi muslo, Julia se ocupó de masajearla hasta ponerla recta, su madre prefirió dedicar sus caricias a mis huevos que fueron cogiendo consistencias y pronto tomaron forma de pelotas de tenis.

El lejano faro barría el horizonte e iluminaba la bruma con su haz de luz, cada 10 segundos pasaba por nuestra terraza y nos permitía ver nuestros cuerpos, cuando Julia puso mi polla vertical coincidía con la perspectiva de la lejanía con el faro.

Julia tiró del brazo de su madre y le dijo…

--- Te mereces la primicia esta noche.

Marta pasando una pierna por encima de mí se sentó con cuidado, su hija mantenía firme vertical a mi polla, esperándola, ella se lubricó con saliva sus labios y los abrió, dejándose caer.

Suspiró profundamente, apoyando sus manos en mis tobillos, su hija hizo lo que más le gustaba y que era una experta, inclinándose sobre mi buscó mis labios, me besó larga y profundamente, su lengua recorrió mi boca hasta llenarla, casi no me dejaba respirar, pero sus besos provocaban que mi polla estuviera cada vez más dura para su madre que saltaba sobre ella.

Cuando ya me faltaba el aire Julia se incorporó y me rodeó la cara con sus piernas, fue acercando su sexo a mi boca, al llegar a ella con dos dedos abrió sus labios y me ofreció su clítoris hinchado, lo lamí despacio, mi lengua se deslizaba desde sus pelillos en el monte de Venus hasta sus labios menores que rezumaban fluidos, ella acompañaba a mi lengua moviéndose para que ya recorriera en toda su extensión, mis manos cogían una teta de cada una, desde la voluptuosidad de Julia con sus pezones separados hasta la dureza y suavidad de los pequeños pechos coronados por unos pezones puntiagudos de su madre.

Sus cuerpos se movían al mismo ritmo, cuando pude ver entre las piernas de Julia el horizonte, distinguí entre las sombras la terraza del apartamento de al lado, aprecié la silueta de una mujer apoyada en la barandilla mirándonos fijamente, se lo hice notar a Marta, ella sin volverse me dijo en voz baja…

--- Ya hace rato que la he visto, es mi vecina Andrea, es amiga mía, está casada con un hombre quince años más mayor que ella, no tardarás en conocerlo.

Efectivamente, al momento ella lo llamó, estaba viendo la televisión, cuando salió ella se había sacado el vestido sobre la cabeza, no llevaba nada debajo, su marido era calvo pero con un cuerpo muy velludo canoso, él sin mediar palabra se puso detrás de ella, la cogió de las caderas y le metió la polla, lo supuse por los movimientos que hacían sus tetas colgantes al estar apoyada en la baranda, fueron solo unos minutos escasos, pero muy activos, cuando se apretó contra ella con dos espasmos pensé que había eyaculado, la sacó y volvió a la televisión.

Andrea siguió mirándonos, pero esta vez su mano se perdió entre sus muslos, sus piernas abiertas y sus gemidos me indicaron que se estaba acariciando furiosamente, un grito ahogado terminó con su ración de placer, cuando se repuso entró en su casa también.

Marta se encogió de hombros y sonrió, la conocía desde hacía tiempo, por eso siguió saltando sobre mí sin inmutarse.

Me había desconcentrado y mi polla se salió del coño de Marta, ella sentía fresco en la espalda por lo que propuso entrar y seguir en la cama, nos pareció una idea genial, Julia se apartó y dejó levantarme, cuando llegamos a la cama Marta ya nos estaba esperando en un lado, me dejó el centro y Julia se puso a mi lado, Marta volvió a poner mi polla en orden de ataque y se la ofreció a su hija, ella se sentó donde había estado su madre antes, mi polla desaparecía dentro de Julia rápidamente, su madre quedó mirando como entraba y le preguntó…

--- Julia, no has probado aún por el culo?, a mi me encanta.

--- Pues no, nunca lo he hecho, me da mucho miedo.

--- Nada de miedo, es fantástico, deberías probarlo, yo lo hago siempre que puedo.

--- No me atrevo, debe de doler.

--- Si lo haces bien no duele nada, yo tengo un juguete que lo uso a menudo.

Se volvió y de debajo de la almohada sacó un plug anal, era de color rosado, y tenía la forma de una pica de póker, fino en la punta que después iba engordando hasta terminar en una base plana que evitaba que se metiera en el intestino, se lo mostro y le explicó cómo funcionaba, pero Julia no se animó, Marta para demostrárselo se giró de espaldas y después de mojarlo con saliva se lo fue introduciendo hasta que hizo tope.

Se sentó en la almohada con las piernas abiertas, Julia junto a ella se tumbo boca arriba, me invitó a que entrara entre sus piernas, subí por su cuerpo hasta que le busqué los pezones con mis labios, los subí mordisqueándolos, hasta que mi polla rozó su sexo, ella tiró de mí hasta introducírsela, se la metí hasta donde pude, seguí hasta que su madre llamó mi atención enseñándome sus labios mojados, mi boca los buscó mientras seguía bombeando a Julia, el orgasmo de Marta fue bastante violento, cayó al lado de Julia convulsionándose, su hija quiso abrazarla para acompañarla en sus éxtasis, pero no pudo, sintió su calambre tan fuerte que se quedó bloqueada y se abrazó a mi hasta que se fue calmando, después me dijo con poca voz…

--- Daniel por favor, lléname con tu leche.

No lo dudé, ya estaba en mi límite desde hacía rato, liberé toda mi tensión cuando mi glande explotó en una secuencia de chorros que me vaciaron los huevos.

Nos quedamos sobre la sabana hasta que la luz del sol inundo la habitación, era tarde por el bullicio que subía desde la playa, nos asomamos a la terraza, la arena de la playa no se veía de las sombrillas y toallas que la cubrían, nos quedamos desolados, nuestro día de playa se había estropeado.

Marta nos dio la solución, extendió el brazo hacia el horizonte, no le comprendimos hasta que dijo…

--- Allá, nos vamos allá.

Confiamos en sus conocimientos del terreno, cogimos las toallas, ellas se pusieron los bikinis, yo mi bañador y subimos al coche, Marta me guiaba, salimos a una carretera vecinal, era de tierra pero estaba poco frecuentada, según nos alejábamos de la playa de arena nos cruzábamos con menos coches, cuando llegamos a la falda del monte no vimos más que dos coches aparcados en un claro, bajamos y seguimos un sendero entre rocas hacia el mar, antes Marta dejó el sujetador del bikini en el coche, andábamos con dificultad entre piedras, al rato de andar no veíamos el mar, todavía andamos un poco más, hasta que de pronto se abrió a nuestros pies una cala arenosa, era pequeña y una serie de rocas como dedos se adentraban en el agua.

Ni en el agua ni en las rocas vimos a nadie, nos extrañó pero buscamos un sitio entre el sol y la sombra de los pinos, extendimos las tres toallas y nos tendimos en ellas, entre nosotros nos untamos con la crema bronceadora, Julia se quitó el bikini y entre su madre y yo le dejamos la piel brillante, nos dirigimos al agua, al pasar por una roca vimos a dos chicas sobre las toallas, era una pareja de lo más extraña, una era muy delgada con el pelo corto, con muy poco pecho, apenas le sobresalía el pezón como un garbanzo, en cambio los labios depilados de su sexo eran exageradamente gruesos, parecían hinchados, su amiga era todo lo contrario, rellena de carnes, con unas tetas que le caían sobre los lados, apenas unos pezones rosados y con una gran melena rizada, tanto en la cabeza como en el coño.

Nos fijamos que a su lado había un consolador de grandes proporciones, y entre sus piernas se distinguía otro consolador color verde fosforescente que se perdía entre los dos coños, estaban con las piernas cruzadas y se movía al unísono compartiendo el juguete, no nos hicieron caso cuando pasamos a su lado.

Al entrar al agua nos dio la sensación de frescor, pero pronto se disipó cuando empezamos a jugar entre nosotros, me arrojaban agua entre las dos chicas, yo trataba de evitarlo hasta que pude agarrarme a ellas, estuvimos forcejeando con lo que provocaron que mi bañador señalase una fuerte erección, Marta aprovechando que me sujetaba Julia me lo bajó haciéndome caer, el agua nos llegaba por las rodillas y las leves olas solo subían unos centímetros, cuando sacó mi bañador al aire en su mano gritó triunfante, yo me solté de Julia que me abrazaba entre sus tetas, perseguí a su madre hasta que la alcancé y le bajé también la braguita del bikini, nos reímos los dos, hasta que Julia y yo nos fijamos en el culo de su madre al girarse, llevaba puesto el plug anal, apenas se distinguía el color pero entre sus nalgas se apreciaba su abultamiento.

Ella al verse descubierta se volvió agachándose para enseñarlo mejor, le dijo a su hija…

--- Ves como no molesta ni se nota?, debías probarlo.

--- Y donde me meto esto?

A la vez que decía esto, Julia me cogía la polla y se la enseñaba a su madre, ella se señaló el ano.

Cuando salimos pasamos otra vez al lado de las chicas, ya se habían sacado el consolador, la chica delgada nos dijo…

--- Me gusta veros como jugáis, nos dejáis que nos unamos a vosotras?

--- Gracias pero ya nos íbamos, de todas formas ya hemos vistos que vosotras no estabais aburridas.

--- Pero nosotras no tenemos una polla como esa, Sofía no las ha probado aún, yo sí.

Julia cogiéndome la polla con la mano la señaló.

--- De verdad no la has probado?, pues es mucho mejor que ese consolador aunque sea más grande, ésta está caliente, palpita y se corre dentro de ti con una leche suave que te abrasa, deberías probarlo.

--- De la forma que lo cuentas, me estás convenciendo, si queréis me gustaría probarlo.

--- Quizá otro día, hoy es nuestro, prueba con otro.

La chica se encogió de hombros, mientras la otra se metía la mano entre los muslos.

Al volver a las toallas Marta le dijo a Julia…

--- Has estado muy bien, Daniel y su falo son nuestros, por lo menos hoy.

Julia se tumbó boca abajo, se estaba tostando cuando su madre me señaló a sus nalgas, a la vez que con la excusa de ponerle más crema las separaba enseñándome el agujero apenas marrón, lo untó suavemente hasta que notó como se relajaba, la chica con las caricias de su madre abría sus piernas confiada, yo puse la mano al lado de la de su madre acariciándole la entrada de la vagina, ella elevaba el culo poco a poco, dejando que su madre progresara metiendo su dedo más fino, con la otra mano cogió un puñado de crema y la repartió dentro del ano, sus dos dedos ya no eran rechazados, los esfínteres estaban relajados al máximo, Marta cogió mi polla y la revistió de crema también, cuando me incline sobre Julia su madre le estuvo abriendo las nalgas y encarando mi polla al agujero de su hija, con los ojos me autorizó a presionar, a la vez susurraba palabras de aliento al oído de Julia, al entrar el glande la chica apretó los nudillos sobre la toalla, su madre me indicó que siguiera presionando, la suavidad de la crema me ayudó lo suficiente para que una leve presión fuera suficiente para que desapareciera poco a poco dentro de Julia.

Un suspiro de alivio se escapó de la boca de Julia y una exclamación de triunfo de la de su madre, unos aplausos se oyeron a nuestras espaldas, cuando nos volvimos las dos cabezas de las amigas sobresalían de las rocas.

Julia sin sacársela se puso de rodillas, con la cabeza en la toalla, me obligó a levantarme y agachado me puse a la altura de su culo y desde arriba se la fui metiendo, su madre me sujetaba los huevos con sus manos, notó como vibraban cuando los chorros de leche pasaron al cuerpo de su hija, cuando la saqué apenas le salió, se lo había quedado dentro, sus dedos estaban castigando su clítoris hasta que explotó también.

Cuando llegamos al pueblo, comimos en un chiringuito de la playa, estuvimos hasta tarde y cuando volvimos a casa fuimos directos a la ducha, la arena se nos había metido por todos lados, especialmente a Julia, entre las nalgas se veía la irritación que le había provocado.

Esperé pacientemente hasta que se ducharon las mujeres, salieron mojadas, nos cruzamos y les di una palmada en el culo a cada una, ellas se rieron y me hicieron burla, cuando salí ya me esperaban  arregladas para salir a la calle.

No tardé nada para unirme a ellas, el paseo estaba tan abarrotado o más que el día anterior, abría yo la marcha entre el gentío, cuando oímos música en directo en un bar entramos, sonaba un ritmo caribeño, sensual y pegadizo, Julia salió a la pista y desde allí me llamó, con vergüenza llegué donde estaba esperándome contorneándose, nos fundimos con la música, yo no bailaba ni mucho menos como ella pero no lo hice demasiado mal, de hecho según íbamos bailando se formaba un corro rodeándonos, cuando acabó la canción los clientes aplaudieron a rabiar, la mayoría extranjeros.

Salimos otra vez al paseo, al cruzarnos con la gente comentaban de una pareja que había hecho una exhibición de salsa, nos reímos con ganas.

En un restaurante encontramos mesa, estaba en un rincón del comedor, era un asiento corrido alrededor de la mesa redonda, cuando pedimos la cena el camarero nos trajo unos entrantes con unos aperitivos, la cena resulto exquisita, bajo el mantel el postre me lo dieron las dos chicas, sus manos se ocuparon de soltarme el cinturón y sin ningún pudor me sacaron la polla, mis manos se perdieron entre los muslos de mis acompañantes, lo tuve fácil pues llevaban dos minifaldas, la de Marta incluso más corta, la sintonía entre madre e hija era admirable, ninguna de las dos llevaba ropa interior, solo se distinguían por lo hinchado de eran sus labios, sus manos subían por mi polla con rapidez hasta cuando el camarero cambiaba los platos, cuando les dije que me iba a correr, Marta cogió una copa de champagne y la bajo, cuando la volvió a subir al mantel, estaba hasta la mitad de semen, la repartió con la copa de Julia y después de brindar se la bebieron, yo sacando las manos de los coños me chupé los dedos uno a uno.

Salimos al paseo y callejeamos un rato, se nos acercó una vendedora de flores y les regale una rosa con el tallo largo a cada una, ellas me lo agradecieron con un beso, nos sentamos en la terraza de un bar, pedimos unos combinados mientras hacíamos tiempo, la tarde era calurosa pero la brisa del mar la calmaba, tomamos dos rondas y nos dirigimos a una discoteca cercana, al entrar vimos que ya había bastante personal, nos sentamos en una mesa, casi todas estaban ocupadas por parejas por lo que hacía un poco extraño que fuéramos tres.

Cuando la música cambió Julia me cogió de la  mano y me sacó a la pista, la bachata me gusta mucho aunque no la bailo tan bien como la chica, los cubalibres que llevaba en el cuerpo me hicieron perder la vergüenza y me lancé, lo cierto es que no hacía el ridículo mucho, su madre esperaba tomando otro cubalibre, cuando cambió a música lenta fue Marta la que me invitó a la pista, al bailar cogido me defendía mejor, estuvimos bailando varias canciones seguidas, la cabeza de Marta estaba pegada en mi hombro, sus manos rodeaban mi cuello mientras las mías le cogían por la cintura, o quizá más debajo de la cintura, le tenía cogidas las nalgas presionándole hacia mí, notaba sus pechos presionando mi cuerpo, las puntas se me marcaban mientras mi polla se incrustaba entre sus muslos, cuando nos separamos teníamos los estómagos mojados de sudor.

Pedimos otra ronda pero antes que nos la sirvieran pasaron por nuestro lado dos chicos que habían salido de una puerta contigua, uno de ellos miró a Marta y le dijo al otro que siguiera, él se acercó a nuestra mesa y saludando pidió permiso para sentarse, lo hizo al lado de Marta, empezaron a hablar animadamente, hasta que se levantó, Marta le siguió y excusándose se fue con él, nos dijo que le esperásemos, seguimos bailando hasta muy tarde, Marta no volvía, por lo que preguntamos al camarero que había detrás de aquella puerta, nos informó que se celebraba una despedida de solteros, la verdad es que se oía una algarabía de hombres, gritando a la vez.

Cuando se abrió la puerta salieron dos chicas muy guapas, iban vestidas muy sexis, pero parecían enfadadas, cuando pasaron a nuestro lados solo pudimos oírles un poco…

--- Es la última vez que consiento de que hayan otras mujeres.

--- No nos han hecho ni caso.

No sabíamos que querían decir, solo el camarero nos informó que era strippers y que estaban en el salón de al lado.

Ya era muy tarde cuando salió Marta acompañada del chico, entonces me fijé más en él, era bastante bien parecido, delgado, moreno y bien vestido, parecía muy educado, de unos cuarenta y algún años, llevaba del brazo a Marta, nos saludó, dijo llamarse Jaime y nos agradeció la espera, cuando se despidió le dijo a Marta…

--- Nos ha encantado conocerte, ahí llevas nuestros teléfonos.

El estado en que venía Marta era lamentable, el pelo deshecho, sin maquillaje, los labios sin pintar, el vestido mojado se pegaba a su cuerpo lleno de manchas, pero en cambio ella parecía feliz.

La discoteca estaba cerca de casa, solo una manzana detrás, cogimos a Marta entre los dos, andaba insegura, los cubalibres habían hecho su efecto, cuando llegábamos a casa en un portal vimos a una pareja, solo se veía a él con los pantalones caídos en los tobillos, ella pegada a la pared estaba con una pierna en alto que le sostenía el chico con su brazo, enganchada a su zapato estaban sus bragas, cuando él se volvió a mirarnos, ella le urgió…

--- No te distraigas y sigue follando.

Él le obedeció sin rechistar, cuando llegamos a casa dejamos a Marta en el sofá, mientras yo abría los grifos de la bañera Julia cambiaba las sabanas de la cama, llevamos casi a rastras a Marta hasta el baño, estaba medio dormida pero con una sonrisa en los labios.

Le quitamos los zapatos, vestida y todo la metimos en la bañera, nos dimos cuenta que estaba completamente mojada, el pelo, la cara, el vestido, toda ella y un olor característico nos dio una pista, en el pelo tenía jirones de semen, lo mismo que en la cara, al quitarle el vestido vimos que por los muslos le corría un reguero de leche también, pero lo que más nos impactó fue ver infinidad de números de teléfonos escritos en sus tetas, en el vientre, muslos y culo.

Julia le regó con agua fría, su madre pareció despabilarse y mirándonos dulcemente nos dijo…

---He cumplido una de mis fantasías, estaban celebrando una despedida de soltero, habían dos chicas, una bailando desnuda mientras otra le hacía una mamada al novio, detrás habían varios chicos con la polla en las manos, se estaban masturbando a la espera de la chica, cuando entré, Jaime me llevó a un rincón, yo me senté sobre sus piernas y le besé, el descubrió que no llevaba bragas y metió su mano entre mis muslos, tenía las manos muy suaves, me dijo que era informático, casi me corrí con las primeras caricias, quité los vasos de una mesa baja y me tumbé sobre ella, Jaime se sacó la polla y me la metió en el coño de un solo empujón, me hizo subir al cielo, mientras me follaba se fueron acercando otros chicos, unos miraban pero los que tenían la polla fuera se la menearon, fueron abandonando la cola de las strippers, nos rodearon con las pollas fuera, cuando Jaime se corrió alguien ocupó su lugar, sentí como me llenaba de carne caliente otra vez, alcance una polla enorme que estaba al lado de mi cabeza y me la metí en la boca, las manos de los chicos fueron acercándose y tocándome las tetas hasta que me quitaron el vestido, yo tenía una polla en cada mano cuando la que tenía en la boca se corrió, otro ocupo su lugar, algunas pollas impacientes eyaculaban sobre mi cara y sobre mis tetas, por el sabor creo que alguno se corrió en mi boca más de una vez, un chico grandote me levanto en vilo y se sentó en un sofá, se abrió la bragueta y sacó su polla de bastante tamaño, me puso de espaldas a él y me la metió por el culo, les dijo a los que estaban en el corro que fueran pasando y follaran mi coño, una fila se formó enseguida, hubo un momento que una lluvia de leche caía sobre mí, las chicas se habían ido enfadadas pues las habían dejado solas, poco a poco los chicos se fueron retirando, el último fue el grandote que me tenía todavía clavada en su polla, cuando me devolvieron el vestido estaba bañada de semen espeso, Jaime fue muy amable y me vistió, me acompaño fuera después de que todos escribieran sus teléfonos en mi cuerpo para que les llamara, les había gustado mucho, yo también he disfrutado mucho.

Cuando terminó parecía que le habían quitado las pilas, se quedó medio dormida, no se despertó ni cuando Julia la lavó por completo, la saque de la bañera en brazos, después de secarla la dejé sobre la sabana limpia, se volvió de lado y empezó a respirar plácidamente dormida.

Julia me miró, mientras nos contaba su aventura su madre no habíamos dejado de mirarla preocupados, pero nos quedó claro que lo había gozado completamente.

Nos echamos a reír imaginando la escena, pero creo que la realidad superaría toda la imaginación, nos acostamos a su lado, Julia se puso de lado observando a su madre dormida, yo me puse detrás de ella, le pasé la mano por debajo de su brazo, me encontré con su teta caída sobre la otra, con una misma mano presionaba ambos pezones, le di unos besos en la nuca, ella como toda respuesta levantó una pierna y me dijo…

--- Daniel, puedes elegir, hazme lo que quieras.

Entre sus piernas separadas encontré su culo y su coño, mi polla se paseó por los dos agujeros dudando cual elegir, al fin se fue introduciendo entre los labios vaginales, una humedad tibia me recibió, los pliegues de su vagina pulsaron mi glande hasta hacerlo vibrar.

Estuvimos en esta postura mucho rato, no teníamos prisa, su madre estaba bien, dormía quizá soñando como la habían follado muchos hombres a la vez como lo había deseado siempre y ahora reposaba el esfuerzo.

Yo desde detrás de Julia le acariciaba todo el cuerpo mientras le metía y le sacaba la polla lentamente, ya no se oían ruidos en la calle, reinaba la paz, la chica volvió la cabeza y me beso en los labios, me dijo…

--- Daniel, no sabes cuánto te agradezco que hayáis venido a por mí para estar con vosotros, yo quería que lo pasarais bien solos, ahora me siento feliz, ha sido el mejor fin de semana desde hace mucho tiempo.

--- Si no hubieses venido no habría sido nada igual, cuando tu madre me dijo que no venías me quedé desengañado, tú eras el propósito de esta excursión, sois unas mujeres extraordinarias, admiro la confianza que tenéis entre vosotras, más que madre e hija sois amigas y eso es muy importante, estoy muy a gusto con vosotras.

Cuando me oyó se apretó contra mí haciéndose hacia atrás, se metió mi polla profundamente y tras unas fuertes convulsiones se corrió entre mis brazos, a su lado su madre seguía durmiendo.

Por la mañana nos levantamos más pronto, su madre seguía en la misma postura durmiendo, le dejamos una nota y con los bañadores nos fuimos a la misma cala que el día anterior, la playa seguía abarrotada.

Cuando llegamos aparqué el coche, ésta vez solo había uno, me llamó la atención de que era nuevo completamente, en los bajos no tenía ni polvo aún, en el cristal trasero tenía pegada la placa con la L de “novato”, cuando bajamos a la arena estaba desierta, nos alegramos, me quite el bañador y Julia el bikini, la cala era solo para nosotros, estuvimos sobre las toallas un buen rato tomando el sol, cuando la piel nos quemaba demasiado Julia me echo arena encima y salió corriendo hacia el agua, antes de que llegara la alcancé y abrazados seguimos andando, las tetas de la chica se balanceaban de lado a lado, mi polla también.

Al rodear unas rocas nos llevamos un susto, no estábamos solos, una pareja de jóvenes estaban sobre una toalla grande, la chica se cubrió las tetas y el pubis, el chico se incorporó de entre sus piernas, tenía la polla dura, larga pero bastante delgada, él sonrió nerviosamente al vernos, para quitar hierro le dije…

--- Bonito coche, es nuevo verdad?,

Él más tranquilo se volvió hacia nosotros.

--- Si, te gusta? Es el regalo por las buenas notas del instituto, lo acabamos de estrenar.

La chica se puso de pié, se cubría tímidamente sus pechitos, el pubis estaba escasamente velludo aún, no debía tener más de dieciséis años, miraba a la arena cuando Julia les dijo…

--- Enhorabuena, aprovecharlo bien, el sitio es ideal.

La adolescente levanto el brazo diciéndonos adiós, y enseñándonos sin querer sus incipientes tetas.

Entramos en el agua corriendo, nos salpicamos quitándonos la arena, cuando me lancé de cabeza fui a salir al lado de Julia, entre las miles de burbujas que me rodeaban vi la silueta de la chica, su piel morena destacaba del suelo blanco del fondo, las tetas le flotaban entre dos aguas al capricho de las olas, intente morderle un pezón, pero solo conseguí tragar agua salada, cuando saqué la cabeza tosiendo, ella se puso a flotar sobre el agua tranquila, yo me coloqué entre sus piernas, intente comerle el coño, pero solo le pude dar unas lamidas, el agua me entraba en la boca, cuando ella volvió a pisar el fondo nos abrazamos, Julia me cogió la polla a su lado y me descubrió el glande, con la otra mano se sujetaba por el cuello pegada a mí, yo le pasé la manos por su coño, con las piernas abiertas medio flotando le estuve acariciando el clítoris con un dedo y con el otro metiéndoselo lo justo para alcanzar su punto G, no tardó nada en tener un orgasmo, aceleró su mano y pronto aparecieron unos hilillos de semen entre nuestras cabezas, al momento se fueron diluyendo y alejándose con la corriente.

Cuando salimos, pasamos al lado de los chiquillos, ella estaba llorando, Julia le preguntó que le pasaba, ella entre sollozos le dijo que él se había corrido dentro de ella y temía quedarse embarazada, yo le miré a él y le hice un gesto reprobatorio, el se excusó.

--- Ha sido sin querer, no pude evitarlo, se la estaba metiendo tan a gusto que ella se corrió antes y yo no pude parar a tiempo.

La chica tenía hipo de tanto llorar, Julia se acercó a ella y la tranquilizó, le escribió en la arena una palabra.

--- Mira, pide en la farmacia esta píldora, es la de 24 horas, te la tomas y no te pasará nada.

Yo le dije a él…

--- Pero tener mucho cuidado, eh?, ahora seguir follando, córrete dentro las veces que quieras hasta mañana y luego…  nada, de acuerdo?

Ellos se abrazaron gritando de júbilo, cuando nos alejábamos nos volvimos y los vimos como estaban haciendo la posición del perrito.

Al llegar a casa, su madre ya estaba levantada, había recogido todo, pensamos en salir antes de comer y evitar los atascos en la carretera, paramos en un bar a medio camino, pedimos unas hamburguesas, mientras Julia iba al baño, su madre me dijo…

Aún no te he dicho que Berta me llamó y me dio tu teléfono, me contó que después de verte le explicó a su marido lo que siguió al concierto en mi casa, son una pareja liberal, a él le has gustado mucho, me ha dicho que les gustaría que quedáramos una noche para cenar los cuatro, no te lo he dicho delante de Julia por si te sabía mal, que te parece la idea?

--- Bueno, no creo que nos lo pasemos mejor que este fin de semana, me habéis hecho muy feliz entre las dos, pero creo que a ti también te ilusiona, si crees que lo pasaremos bien, por mi adelante.

---Gracias, confiaba en ti, no me has defraudado, Juan es un chico estupendo, es un poco más joven que Berta pero ella me ha contado que folla muy bien, espero comprobarlo.

Cuando Julia volvió ya teníamos enfrente la comida, pronto salimos hacia la ciudad.

Me dijo que no tardaría en llamarme.

Continuara.

Agradeceré sus comentarios.

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