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El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (2)

en Confesiones

UN GRAN DESCUBRIMIENTO: LOS CHICOS.

                                                  La complicidad había llegado a un nivel que cuando una de nosotras pensaba algo la otra lo captaba enseguida, nuestras familias se acostumbraron a vernos siempre juntas y admiraban nuestra afinidad.  Susana con su cabellera morena hasta la espalda y yo con la mía castaña parecíamos casi gemelas aunque mirándonos con detalle se descubría que Susana tenía unos ojos negros y profundos que mirarse en ellos era como perderse en la noche.

                                                  Su cuerpo ya de adolescente se había trasformado en una mocita con unos pechos turgentes, altos y duros coronados por unos pezones oscuros rodeados por unas areolas anchas y ásperas color café que se marcaban incluso debajo del sujetador, tenía el culo alto y respingón con unas nalgas que cuando andaba ligera se movían alternativamente, en cambio yo era de pelo castaño, también llevaba la melena larga aunque a veces me hacía una cola de caballo o una trenza gruesa, mis ojos eran “almendrados” según ella y mis tetas no se habían quedado atrás, más redondeadas e incluso más grandes pero con los pezones más pequeños rodeados por unas areolas rosadas.

                                                  Susana siempre me decía que le gustaba chuparlos como si fueran unas golosinas de fresa, (a mi me volvía loca que me los chupara), mi culo no era tan alto como el de Susana pero cuando me ponía mallas ajustadas las nalgas se marcaban claramente porque usaba bragas bastante escuetas, con algunas de ellas incluso se me marcaban bastante los labios del coñito.  Muchas veces me ponía los sujetadores de Susana cuando íbamos a bailar a alguna discoteca de jóvenes, las tetas se me salían sobre todo por encima ya que me hacían un canalillo desbordante, eso llamaba la atención de los chicos que se preguntaban intrigados el secreto de aquel escote tan explosivo.  Nosotras nos reíamos de los chicos porque siempre teníamos un aura de misterio que no lograban descubrir, ya en casa liberábamos nuestras fantasías y comentábamos nuestras cuitas.

                                                  La duda más recurrente era sobre la sexualidad de los chicos, entre nosotras ya no teníamos secretos y compartíamos todas las sensaciones sin tabúes pero los chicos eran un tema que no dominábamos y quizá por ésta inseguridad no nos decidíamos a dar el paso y siempre los esquivábamos.

                                                  Como siempre Susana fue la que nos abrió al mundo que queríamos descubrir, una tarde estábamos en su casa viendo la televisión en el sofá con el pijama envueltas en una mantita suave cuando vino su hermano Cesar, siempre nos saludaba lacónicamente, era su forma de ser, a mí hacía tiempo que me había llegado a gustar, quizá por la proximidad pero a lo mejor por su timidez o porque con Susana me sentía completa no llegué a intimar más con él.

                                                  Aquella tarde al entrar nos saludó más alegre, el motivo era porque por primera vez traía una chica a casa, hasta entonces no había coincidido que nuestros padres se marcharan juntos de fin de semana a unas fiestas en Carril, nos la presentó como su amiga Aurora, el motivo era repasar el cercano examen de música que parecía que no se le daba muy bien y sin más explicaciones se metieron en su habitación.  Nosotras seguimos viendo la película que estaba interesante y no nos percatamos que ya hacía rato que su hermano no hacía acto de presencia, nos extrañó que ni siquiera saliera para invitar con algún refresco a su amiga y pusimos más atención pero no oíamos nada.

                                                  A Susana se le ocurrió que fuéramos a su habitación que era contigua a la de Cesar, cogimos dos vasos de la cocina y los apoyamos contra la pared pegando el oído a ellos, el sonido de la habitación de Cesar se amplificó y un ñec-ñec-ñec, nos puso en guardia, no se oía más que el sonido repetitivo y Susana pensó que quizá por la puerta podríamos averiguar qué pasaba allí.

                                                  Las dos descalzas nos acercamos a la puerta que estaba cerrada pero el pestillo no completamente y cedió un poco, sujeté la puerta para que no se abriera de golpe y apenas dejamos una rendija lo suficiente para mirar con un ojo sólo, Susana agachada y yo de pié sobre ella pegamos la cara al marco de la puerta, no se veía nada pero el sonido seguía machaconamente.

                                                  Susana conocía al dedillo la habitación de su hermano y me señaló los pies de la cama, sobre la sábana se podía ver los pies de Cesar pero nada más, tuvimos que forzar un poco la puerta y la visión se amplió algo más, a la altura de sus rodillas vimos las plantas de los pies de Aurora y un poco más arriba sobre los muslos de Cesar se recortaban las nalgas blancas de ella, no pudimos ver nada más porque pegados a las nalgas de la chica se veían los huevos redondos y peludos de Cesar atrapados e inmóviles, la chica apenas se movía, nos dimos cuenta que lo estaba besando en la boca mientras él le tenía cogidas las tetas acariciándole los pezones.

                                                  Aurora quiso que las caricias a sus tetas se ampliaran a lamidas y chupadas y se incorporó para alcanzar la boca de Cesar, cuando se levantó un poco vimos pasmadas como de su entrepierna salía mojada la polla de su hermano, se le marcaban las venas hinchadas y según se iba levantando la verga iba saliendo sin que pareciera que se iba a terminar nunca.

                                                  La mano de Susana buscó mi pierna para que no me perdiera lo que estaba viendo por primera vez, para mí también era una novedad pero me gustó que Susana compartiera aquella sensación, su mano no paró en la pierna sino que subió más arriba de mi rodilla.  Aurora llegó a levantarse casi del todo con peligro de que se le saliera aquella polla tan impresionante, para nosotras era extraordinario, nunca habíamos visto una cosa así, entonces creí a mi amiga cuando me contó hacía ya mucho, que había visto la polla de Cesar cuando se masturbaba con la revista.

                                                  Toda la lentitud que mostró Aurora al levantarse sobre él la perdió al bajar porque se dejó caer de golpe, casi se le dobla el tronco a Cesar pero por la humedad que mostraba, resbaló y se incrustó en ella otra vez, por primera vez la oímos y fue un gemido largo y profundo, Cesar alargando el cuello no aflojaba los dientes de su pezón, ella seguía clavada y se levantaba lentamente aguantado el dolor-placer que sentía con los dientes de Cesar.

                                                  La mano de Susana ya había pasado por el camal corto del pijama y estaba titilando mi clítoris, yo no pude más que separar las piernas para dejarle paso y dos de sus dedos entraron entre mis labios.

                                                  Le tuve que llamar la atención porque Aurora había cambiado y ahora se había puesto a la inversa, casi nos ve pues estaba de frente a la puerta pero su atención estaba centrada en la polla ahora descubierta y vertical del hermano de mi amiga, él mientras había metido la cabeza entre las piernas de su amiga, no se veía más que su flequillo moviéndose de atrás a adelante cuando la chica repasó con la lengua el capullo del muchacho y se lo metió en la boca.

                                                  Estábamos admiradas con la facilidad con que abría los labios para tragarse aquel rabo, lo rodeaba con los labios y succionaba haciéndolo entrar como un espagueti enorme, su cabeza subía y bajaba a lo largo de la verga mojándolo de saliva hasta los huevos.  Susana miraba pero de vez en cuando se volvía hacia mí y apoyaba su cara entre mis piernas.

  • Luz, quiero tu coño.

                                                  No le contesté porque no podía hablar pero bajé el pantalón corto del pijama, abrí las piernas todo cuanto pude y seguí mirando, al segundo noté la tibia y húmeda lengua de Susana que me abría los labios partiéndome en dos mitades el coño, el clítoris se puso tan duro que me hacía saltar cuando lo chupaba.

                                                  En la habitación las cosas no habían cambiado mucho, Aurora seguía chupándole la polla a Cesar y éste, abrazado a su cadera, le comía el coño con avidez, había pasado las piernas de su chica por debajo de sus brazos para poder incorporarse un poco y llegar más lejos, ahora ya alcanzaba a lamer entre sus nalgas, la rubia se estremecía cuando notaba la lengua queriendo entrar por la puerta de atrás pero no por ello abandonaba el falo, ahora lo tenía cogido con las dos manos y lo mantenía vertical, su lengua lo recorría de abajo a arriba hasta coronarlo y bajaba por la otra parte.

                                                  Cesar le amasaba las tetas que le caían sobre su vientre, me di cuenta que eran diferentes a las nuestras, pese a estar colgando seguían en punta y los pezones arañaban la piel de Cesar.

                                                  Susana ponía el mismo interés en mirar la follada de su hermano y Aurora como en comerme el coño, yo estaba a punto de correrme pero quería seguir viendo cómo acababa la fiesta, el gemido que nos llegó desde la habitación nos hizo volver a mirar por la rendija, Cesar estaba acelerando su boca en el coño de Aurora y ésta ya no controlaba sus movimientos, su culo se elevaba para que el chico pudiera meter la lengua donde quisiera y cuanto más profunda mejor y al sentir que su cuerpo estallaba en un orgasmo formidable soltó la polla y enterró su cara al lado de ésta en la ingle, sobresaliendo de su cuello vimos el capullo de Cesar abandonado a su suerte pero tras varias contracciones lanzó al aire varias ráfagas de leche que cayeron sobre el pelo de Aurora.

                                                  Al notar la crema caliente en su nuca se volvió un poco para recoger con la lengua la leche que desbordaba como la lava de un volcán la polla de Cesar.  Susana ya no pudo más y se incorporó, había estado de rodillas mucho rato y tiró de mí hacia su habitación, todo lo que queríamos ver ya lo habíamos visto.

                                                  Terminé de quitarme la camiseta y ella hizo lo propio antes de subir a su cama, imitamos a la pareja vecina y sin pausa siguió lamiéndome el coño, el suyo lo encontré tan mojado que me mojé las mejillas enseguida, las manos fueron por inercia hacia las tetas de ambas y los dedos con la sabia maestría que daba el conocimiento de los pezones hicieron asomar tan duros que parecían avellanas.

                                                  Un gemido se oyó en nuestra habitación, quizá lo oyera la pareja de al lado pero fue imposible reprimirlo, Susana era muy escandalosa cuando se corría y yo me tuve que morder la mano para no hacer lo mismo, sentí como me vaciaba, creí que me hacía pis pero al mirar a Susana me di cuenta que a ella le pasó lo mismo y me mojó la cara.   Abrazadas y sacudidas por unos orgasmos difícilmente reprimidos nos quedamos dormidas.

                                                  Por la mañana salimos al comedor, Cesar estaba haciendo tostadas y Aurora estaba tomando café con una camisa de él como única vestimenta.

  • Hola buenos días pareja, ¿los estudios bien?
  • De maravilla, hemos repasado unos temas que teníamos pendientes desde hace mucho.
  • Me imagino, mi hermano es un buen profesor.
  • Ya lo creo y tiene unas manos…
  • Seguro, es un virtuoso con su “instrumento”
  • Me llenaba de emoción sentirlo.
  • Lo que mejor se le da son los instrumentos de percusión.
  • A mí en cambio me gusta más los de viento, la trompeta me vuelve loca.
  • Pues el trombón de varas tampoco te iría mal, ¡pruébalo!

                                                  Cesar miraba a su hermana y a Aurora con la cabeza agachada, asistía al diálogo “amable” pero cargado de intención entre las dos chicas, yo miraba su bragueta que aumentaba de volumen pues Aurora al hablar con Susana se removía sobre el taburete abriendo y cerrando las piernas mostrando “descuidadamente” su coño depilado, Susana también se medía con ella inclinándose para mostrar su culo claramente más sexi que el de la compañera de estudios.

                                                  Este pulso “inocente” entre las dos mujeres a Cesar le puso la polla a cien pero a mí los contorneos de Susana hicieron que mi entrepierna se humedeciera también, el resultado fue de “tablas”, al terminar el desayuno la pareja se encerró en su habitación y nosotras volvimos a la nuestra.

                                                  No pude resistir el calentón que me había provocado el culo de mi amiga y salté sobre ella, le bajé el pantalón y chupé, lamí y mordí las nalgas de su culo tan espectacular,  Susana se reía a la vez que me rehuía pero sus piernas se abrían a mi boca y en un instante ya abarcaba su coño con la lengua pulsando su clítoris.

                                                  El ruido de la cama se oyó en un momento y los gemidos de la chica no dejaron dudas de que estaban follando otra vez, a media mañana todavía estábamos en la cama abrazadas con las manos ocupadas acariciándonos las tetas cuando tocaron a nuestra puerta, era Cesar y Aurora que se despedían.

  • Adiós chicas, cuando vengan los papás, no digáis nada, ¿vale?
  • Vale Cesar, seremos como tumbas.
  • Adiós chicas, me alegro de conoceros.
  • Y a nosotras que lo pasasteis bien, seguro que aprobáis el examen, jajaja.
  • Con aprobado sólo no, con sobresaliente, jajaja.

                                                  A partir de aquel día nuestro objetivo cambió, hasta entonces cuando salíamos de fiesta los chicos se arremolinaban a nuestro alrededor y al principio siempre estaba el “graciosillo” que empujaba al otro para que nos tocara pero ahora ya sabíamos mucho más y al salir a bailar no lo hacíamos solas y alocadas en los bailes más movidos, ya íbamos ojeando a los chicos que más nos gustaban, dejando a los críos de lado, ahora elegíamos a los mayores y en las canciones lentas y baladas seleccionábamos a la pareja.

                                                  Los chicos enseguida querían arrimarse y rozar nuestras tetas, entre ellos se les oía comentar sus “fantasías” logradas, a alguno que nos gustaba le dábamos algún “regalo” y nos apretábamos contra ellos, incluso le pasábamos la pierna entre las suyas, era infalible, la polla la tenían tan dura que apenas podían dar un paso al compás.  Luego en casa nos contábamos nuestras travesuras aunque siempre estaba en nuestro pensamiento la polla de Cesar y cómo se metía en el coño de Aurora.

                                                  Queríamos sentir aquello en nosotras mismas y lo primero que hicimos era explorar de cerca el terreno, una noche cuando estábamos en mi casa le cogí a mi padre una linterna que tenía, en mi cama grande y con la luz apagada Susana abrió sus piernas todo lo que pudo y yo con la linterna escudriñé su coño, abrí con cuidado su labios menores porque los mayores los tenía separados con los dedos, el clítoris estaba solitario en medio de la piel rosada, Susana era morena de piel también y el interior del coño le hacía un contraste muy bonito, yo le decía que parecía de coral.

                                                  Su vagina estaba cerrada pero mis dedos fueron hurgando hasta hacer tope, no era duro pero había algo que me impedía seguir y la linterna iluminó el fondo de la cueva, no estaba completamente cerrado aunque era estrecho y con cuidado intenté seguir pero Susana se quejó, ya estaba satisfecha mi curiosidad cuando ella quiso verme a mí, mi coño de piel más clara también se abrió como una flor y dentro de él también encontró lo mismo, quedamos un poco decepcionadas porque tendríamos que solventar aquel obstáculo para probar alguna polla como la de Cesar y para eso debíamos informarnos bien.

                                                  Una tarde ya anochecido nos reunimos al salir de la discoteca, Susana estaba nerviosa y su cara era tan expresiva que se le notaba que estaba impaciente por contarme algo.  Nos habíamos separado ya dentro de la discoteca bailando y cada una había elegido a un círculo de amigos, uno de los chicos que me invitó muy simpático estuvo conmigo casi toda la tarde, me gustó porque olía muy bien y bailaba sin apenas rozarme pero en un momento que bajaron las luces de intensidad nos juntamos, nuestras caras pegadas y sus brazos me rodearon, me colgué de su cuello y él me rodeó la cintura, mis tetas se pegaron a su camisa y al poco rato estaba tan sudada que se trasparentaban los pezones con la blusa blanca.

                                                  Él me apretaba acercándome la polla, la noté en mi vientre, la llevaba vertical debajo del cinturón y me marcaba la falda, mi coño estaba tan mojado que las bragas me escocían en la ingle, en un momento el chico se encogió con dos movimientos parecidos a espasmos y en mi ombligo sentí una humedad caliente, se puso rojo y quiso separarse pero yo no quise que se fuera, mis pezones también estaban duros y no quería que los demás lo notaran.  Un fuerte olor a semen me subió a la nariz y lo miré a los ojos.

  • ¿Te has corrido?
  • … Sííí… lo siento, si quieres lo dejamos.
  • No, ahora no me dejes, estoy a punto de correrme también yo.
  • ¿De verdad?
  • Claro tonto o crees que soy de piedra, ¡tócame las tetas!

                                                  El chico fue obediente y subió las manos que ya estaban en mi culo a las tetas, yo lo abracé dejando espacio y él metió las manos por debajo de mi blusa, no le costó encontrar los pezones porque estaban a punto de salir del sujetador, los cogió con miedo al principio.

  • ¡No tengas miedo que no se van a romper, acaríciamelos que me voy a correr, pellízcalos!

                                                  Seguía mis instrucciones, seguro que no creía que podía correrme solamente con las caricias en las tetas pero cuando vio que me daba una flojedad en las piernas y apoyaba mi cabeza en su pecho temblando de gusto, tiró hacia abajo las copas del sujetador y amasó las tetas a placer.

                                                  Tuve un orgasmo intenso sólo con las caricias en las tetas, aunque eso no era nuevo, con Susana era habitual pero era la primera vez que me corría con un chico y eso sí que era importante, por eso cuando me reuní con Susana que había desaparecido con otro chico tenía tantas ganas como ella de contárnoslo.

                                                  No dejábamos hablar una a la otra pero ella se impuso cuando casi me gritó.

  • ¡Ya lo he conseguido!, le cogí la polla y le hice una paja ¡mira como huele mi mano a leche!
  • ¿De verdad?, qué suerte, ¡si que huele a leche!
  • ¿Y tú cómo lo sabes, si nunca habíamos olido el semen?
  • ¡Huele aquí en la falda, en la mancha!
  • ¡Joder Luz, eso sí que es una corrida entera!, ¿quién ha sido?
  • No lo sé, no lo conozco, se ha quedado adentro lavándose en el aseo pero,… ¡cuéntame cómo ha sido lo tuyo!
  • He estado bailando con varios, con alguno me he calentado bastante pero éste era muy atrevido y bailamos muy pegados, le notaba la polla en el lado de la pierna, me preguntó que si la quería tocar y… no me resistí, metí la mano en el bolsillo y la toqué, estaba ardiendo, se le había salido del calzoncillo y estaba tan dura que le notaba las venas como a mi hermano.
  • ¿Y qué pasó luego?
  • Pues seguimos bailando, yo pasaba la mano todo a lo largo, no era como la de Cesar pero no estaba mal, cuando empezó a palpitar me dijo. -Por favor morena, quiero sacarla y que me la cojas de verdad, sin nada de por medio-  Encogí los hombros y enseguida la tuve entre los dedos, además de ardiendo estaba pegajosa, por la punta le salían gotas pastosas y aprovechando que la canción era movida se la meneé, no creí que tardara tan poco porque a Cesar le costó mucho más y eso que la tenía dentro de Aurora pero de pronto el chico me abrazó y de su polla salieron chorros de leche, tuve que desviarla hacia afuera para que cayera entre los dos, a la pareja de al lado los llené de semen, nos fuimos de allí aunque yo quería seguir bailando, estaba muy caliente pero él guardó la polla que ya no parecía la misma y se fue a la barra del bar para tomarse un cubalibre.
  • ¡Qué pena!, ¿entonces tú no te has corrido?
  • Eso quisiera, ahora estoy que me arde el coño ¿Y tú?
  • ¿Yo?, yo sí, me he corrido como una loca y él también sobre mí, claro pero le dije que me acariciara los pezones y ya me conoces, me vine muy rápido.

                                                  Cogimos el autobús y como era tarde se vino a mi casa, mis padres ya estaban durmiendo y en mi cama después de ducharnos terminamos lo que los muchachos habían dejado a mitad, Susana se corrió a poco de chuparle el coño, acababa de lamerle los pezones cuando me suplicó que el coño le ardía por lo que me dediqué a él en cuerpo y alma, tuvo que morder la sábana para que mis padres no la oyeran, cuando se calmó vino hacia mí y me dijo que le encantaban mis tetas y que las tenía muy sensibles, era verdad y ella lo sabía de sobra pero quiso que ahora tuviera otro orgasmo clitoriano y lo consiguió.

                                                  En el Instituto habían algunos chicos que nos miraban con ojos golosos, los había muy lanzados, seguros de sí mismo porque se sabían guapos y tenían las chicas que querían pero a mí me gustó uno más retraído, quizá porque me recordaba a Cesar, era mi asignatura pendiente y tiempo atrás no me habría disgustado ser yo en vez de Aurora.

                                                  Una tarde quedamos los cuatro, Susana también había ligado con uno muy guapo, hacíamos buenas parejas pero el mío no sabía bailar, me lo confesó cuando abiertamente me insinué, se notaba tímido pero quizá por eso me atraía más.  Susana y su amigo querían ir a bailar y al final por no estropear la tarde decidimos separarnos, mi chico y yo optamos por ir al cine.

                                                  La película tenía buena crítica y los actores me gustaban por lo que no puse objeción y nos sentamos, al poco de empezar me di cuenta que la crítica no había acertado tanto y era un poco pesada pero como los actores me gustaban…, por lo menos no era de ciencia ficción, era una historia triste de amor, yo me aburría pero en un momento dado los protagonistas hacían una escena de amor bastante explicito, no se veía nada, bueno a la chica se le veían las tetas cuando cabalgaba al chico y de reojo miré a mi acompañante, se removía en el asiento y le miré a la cara, se mordía el labio bastante nervioso y se estiraba el pantalón para disimular la erección que asomaba.

                                                  Me di cuenta que a casi nadie le había influido la crítica tan buena y el cine estaba casi vacío por lo que me acurruqué sobre el hombro del chico, éste pasó el brazo por mi hombro y me atrajo hacia él.  Le puse la mano sobre la rodilla y él me correspondió en la mía, me acerqué a su cuello y lo rocé con los labios, no fue un beso pero lo sintió como tal porque se le erizó hasta el vello de los brazos, una mano subió por mi pierna pero la otra se dejó caer de mi hombro sobre mi teta, notaba cómo sus dedos tiraban del tirante del sujetador intentando soltarlo a la vez que la primera subía por mi muslo.

                                                  Yo fui más rápida y directa, le planté la mano sobre su polla, el chico dio un salto y sin más me atrajo la cara y me dio un beso en la boca, era mi primer beso con un hombre, lo noté diferente a los de Susana, aquella dulzura, la ternura de sus labios y el sabor a miel y ahora el de mi chico era fuerte, áspero y decidido, de pronto se le había pasado la timidez y ahora me metía la lengua hasta el paladar, aquella lengua era interminable, la de Susana era limpia, suave y tierna pero la del chico se imponía llegándome a llenar la boca buscando la mía.  Para cuando la encontró su mano había pasado por el escote de mi camisa y se había apoderado de mi teta, con su mano grande la abarcaba toda y entre sus dedos se salía el pezón.

                                                  Yo le había soltado el pantalón y su polla ya era mía, me acordé de Cesar, también era peluda y parecida, excepto el capullo que era redondo como una pelota de pin-pon, tiré y saqué hasta los huevos cuando se deslizó sobre el asiento, lo pellizcaba con la cremallera pero no hizo caso, levantó el culo y el pantalón le cayó hasta los tobillos, me cogió la cabeza y la acercó a su verga, no me obligó pero faltaba tan poco que me la tragué hasta la mitad.

                                                  Me empujaba o mejor me acompañaba la cabeza subiendo y bajando chupándole la tranca, no era larga pero era muy gruesa, no había visto muchas pero me llamó la atención que no tenía prepucio, debería estar circuncidado o algo así, el capullo era todo un ente con el tronco y el frenillo apenas se notaba, mi lengua debió ser demasiado experta para él porque noté que se iba a correr, pretendía hacerlo en mi boca pero a mí no me gustaba la idea y en el último momento pude apartarme, los chorros de leche saltaron a su camisa y con decepción se los limpió con la manga.

                                                  Yo tenía las dos tetas afuera de la camisa, me había despasado los botones y las manejaba a voluntad y ya estaba resignada a no correrme cuando me dijo al oído.

  • ¡Quítate las bragas y pon los pies sobre el respaldo de adelante!
 

                                                  Lo hice sin protestar, puse un pie en una butaca y el otro en la de al lado, el chico se escurrió entre el espacio que quedó y tiró de mi culo hacia él, su boca era grande y abarcó mi coño entero, su lengua parecía la de un gato, áspera pero encantadora, mi clítoris salió a su encuentro y en la vagina entró hasta donde pudo, ya me tenía con el culo en alto cuando volvió a mi botón y metiendo el pulgar en mi culo me lamió con fuerza con su lengua gatuna.

                                                  Tuve suerte porque en ese momento en la pantalla los protagonistas caían por un precipicio en su huida en un coche, mi grito se mezcló con los pocos que había en el patio de butacas pero me corrí brutalmente, cuando la cara del chico asomó entre mis piernas la llevaba como recién lavada, él mismo no comprendía qué había pasado pero mi corrida fue parecida a la suya.

                                                  Habíamos quedado en un bar los cuatro para volver a casa, vi a Susana contenta y a su pareja también y supuse que habían tenido una buena tarde, mi chico había vuelto a su habitual timidez, se cubría la camisa salpicada de semen y llevaba el pelo mojado con mi corrida como si se hubiera puesto fijador, entre ellos aunque eran amigos no hubieron confidencias, nosotras cuando entramos en casa nos metimos en la ducha, la madre de Susana nos urgió porque necesitaba entrar, salimos liadas con toallas delante de la señora, se rió al vernos tan contentas y nos dio una palmada en el culo enviándonos a la habitación, nada más entrar las toallas cayeron al suelo y nosotras a la cama, no nos contamos nada hasta después de habernos comido todo, no dejamos ningún trozo de piel por lamer y agotadas y abrazadas nos fuimos relatando nuestra tarde.

                                                  No fue la última vez que le vimos la polla a Cesar.  Cuando se fueron de casa Aurora le contó que nos había visto espiando por la puerta pero ella no le dio importancia en ese momento, incluso se explayó más ofreciéndonos una visión detallada de la mamada que le hacía pero cuando Cesar le provocó el orgasmo, perdió los papeles y se dejó llevar.

                                                  Notamos algún cambio en la actitud del hermano de Susana, ya no era tan pacato y muchas veces salía de su habitación para ver la tele, antes siempre estaba cara a su ordenador, suponíamos que viendo fotos o algo así. A veces preparaba palomitas de maíz y llenaba un bol y con eso se ganaba el derecho de sentarse con nosotras en el sofá, nos parecía perfecto y le hacíamos hueco, muchas veces entre las dos mirando distraídas la película cogíamos palomitas del bol que sujetaba Cesar en su regazo, en ocasiones “distraídamente” nos equivocábamos y las manos caían fuera del bol tocándole los muslos o el estómago, no tardamos en darnos cuenta de que Cesar iba cambiando de lugar el bol, creíamos que lo hacía para que nos “equivocáramos” de verdad pero la realidad era que procuraba esconder la erección que presentaba.

                                                  Su error fue que si ocultaba su polla a la vista de su hermana la descubría a la mía o al contrario y las manos iban alternativamente cada vez más cerca de su capullo.  Miré a Susana y me señaló que por el pijama se le veía un poco de carne dura, no quise demostrar interés pero me levanté y fui al baño, me quité el sujetador y las bragas y volví, a mi amiga no le pasó inadvertido el movimiento de tetas que traía al andar y cuando empecé a coger otra vez palomitas ella hizo lo mismo que yo, sus tetas duras apenas se movían pero los pezones se le marcaban como los topes de un tren.

                                                  Cesar seguía mirando y comiendo, el bol era grande y había para un buen rato, Susana y yo empezamos a jugar, nos tirábamos palomitas y la otra las esquivaba, pronto una intentaba que no las cogiera y nos cruzábamos delante de Cesar con los brazos y los cuerpos, las tetas le rozaban sus brazos y sus manos cuando iban al bol y a veces eran tan lentos los movimientos que notaba en mis pezones los nudillos de Cesar.

                                                  El chico estaba impasible o por lo menos lo intentaba pero nosotras queríamos ponerlo al límite, viendo que no se inmutaba con los roces de las tetas en sus manos optamos por acabar de comernos las palomitas a toda velocidad para que quitara del medio el bol y lo conseguimos, se quedó sin escudo y apoyamos las cabezas en sus muslos, nos tocábamos los cogotes sobre su regazo y comentábamos la película, en las orejas notábamos el calor de la polla de Cesar, como ya sabíamos la talla que calzaba nos acercábamos más y más hacia ella a la vez que levantábamos los brazos y las camisetas de los pijamas subían y subían, a mí ya se me salían los bajos de las tetas y aunque de vez en cuando tiraba de ella volvía a subirse un poco más.

                                                  Susana optó por otra táctica, aprovechando la “familiaridad” le cogió una mano y se la puso en su estómago, la mantenía entre las suyas y con el parloteo que tenía conmigo la iba acercando al nacimiento de las dos tetas que miraban al techo.

                                                  Las gotas de sudor perlaban la frente de Cesar y ya se puso la polla pegada al vientre para no dejarla a los lados y no tocarnos a ninguna, el olor inconfundible de liquido pre seminal nos llenó la pituitaria, sabíamos que estaba a punto de correrse, la duda era sobre cual caerían las lechadas pero eso no importaba.

  • ¿Luz, te has depilado ya?
  • No, todavía no he tenido tiempo pero ya se me notan los pelillos ¿y tú?
  • Yo me depilé ayer, no sabes cómo me molesta el vello en la ingle, en el momento que me crece me pica y aunque me gusta la sensación tengo que rasurarme.
  • ¿Ah, que no te haces la cera?
  • No, porque no me los dejo crecer, siempre voy depilada como un bebé, me las hago con cuchilla.
  • A mí me da miedo, temo cortarme y como está tan húmedo tarda mucho en curar.
  • Yo voy con cuidado, como tengo el botón que se me nota tanto…

                                                  Cesar estaba goteando, por la frente le caía el sudor hasta el pecho, las uñas se clavaban en el asiento dejando la polla suelta, Susana no le dejaba su mano libre por nada y la paseaba por el canalillo como si cruzara el Canal de Esmirna.  Susana se había inventado lo de la depilación para provocarlo.

  • Mi hermano creo que no se depila… ¿tú te depilas Cesar?
  • No, no me depilo.
  • ¿Por qué no?, irías mucho más cómodo y le gustarías más a Aurora.
  • A Aurora le gusta cómo voy.
  • ¿Y Aurora se depila?
  • ¿Y yo que sé?  Bueno… sí que se depila.
  • Lo hará para que la sientas más ¿verdad?
  • No lo sé pero sí que se depila… toda.
  • ¿El culo también?
  • ¡Qué preguntas, pues claro, toda!
  • Que suave debe andar y sin rozaduras, así podrá ir sin bragas si quiere.
  • ¿Sabes si Aurora va sin bragas?, eso se nota.
  • No lo sé, eso pregúntaselo a ella.
  • Cuando venga otra vez le preguntaré si lleva bragas y le diré que te gusta que se depile “toda”
  • ¡Nooo, ni se te ocurra, pero qué clase de conversación es ésta!
  • No, sólo es por curiosidad, creo que deberías depilarte tú también, a ella le gustaría parecerías más… crecido.
  • Ya estoy bastante crecido.
  • ¿Eso te lo ha dicho Aurora… que estás muy crecido?
  • No me lo ha dicho pero lo nota.
  • ¡Aaah, debe de notarlo bien porque a nosotras nos estás dando unos coscorrones en la cabeza que nos vas a hacer chichones!, jajaja.

 

                                                  Cesar se puso en pie al momento, la polla se le había salido por encima del elástico de su pijama y corrió con ella en la mano hacia el baño, nosotras fuimos detrás que con las prisas no había cerrado la puerta y nos quedamos asomadas mirando lo que hacía.  Estaba frente al espejo con la polla en la mano sobre el lavabo, agitándola desesperadamente pero sin poder acabar, de repente se volvió hacia la puerta.

  • ¿Y vosotras qué miráis?
  • No sabíamos que te había pasado.
  • Pues ya veis, casi me corro sobre vosotras.
  • Ah, pues sigue, sigue.
  • ¿Cómo me voy a correr con vosotras mirando? ¡por lo menos podíais venir a ayudar!

 

                                                  Entramos a trompicones y nos pusimos una a cada lado, nos abrazamos a su cintura y con una mano cada una le cogimos la polla, Susana por el capullo y yo detrás de ella, con tres dedos la movíamos con muy poco sincronismo ciertamente.

  • ¡Joder! ¿es que no sabéis hacer una paja aún?, ¡cogedla con toda la mano, con el puño cerrado y apretando y sobre todo las dos a la vez!
  • ¿Así te parece bien, te corres ya?
  • ¡Nooo, ahora se me ha bajado, ahuecad un poco los brazos!

                                                  Separamos un poco los brazos cuya mano movía la polla, creímos que era para que la moviéramos mejor pero él pasó sus manos libres por debajo de nuestras axilas y nos cogió una teta a cada una, las estrujó con ganas, llegó a pellizcar los pezones y cerró los ojos, a nosotras nos daba un gusto terrible que nos magreara las tetas y pusimos todos los sentidos en pajearlo, nos cambiamos y yo cogí el capullo y mi amiga el tronco y los huevos.

                                                  Cesar soplaba mirando al espejo que nos reflejaba, nos había sacado las tetas por la sisa de la camiseta y veía como los pezones estaban a punto de reventar, nosotras ya habíamos logrado coger el ritmo de pajear a dúo y el prepucio aparecía y desaparecía entre nuestros dedos.

                                                  Cesar se envaró y nos atrajo contra él sin dejar de amasarnos las tetas y enseguida noté cómo la verga se hinchaba y una presión se acumulaba en mi puño, le estaba apretando demasiado el capullo y cuando aflojé, un chorro de leche fue a parar al espejo, los siguientes se repartieron por el cristal, daba la imagen de los tres semejando que llorábamos con los lagrimones deslizándose hacia abajo.

                                                  Estuvimos meneándosela hasta que no le salió ya ni una gota de semen y fue perdiendo dureza, ya se ablandaba cuando nos fue soltando y mirándonos a través del espejo nos dijo serio.

  • ¡De esto ni una palabra a nadie!, ¿entendéis?  ¡Esto no ha pasado y ahora a dormir las dos!

Continuará.

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Gracias.

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