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Me hicieron creer que era afeminado. (37)

en Amor filial

                                       Pasé una mala noche, tuve calor y no concilié bien el sueño pero lo más extraño fue que cuando me levanté tenía el pantalón del pijama acartonado con una mancha amarillenta, me extrañé mucho porque había oído hablar de las poluciones nocturnas o sea que me había corrido soñando, estuve cavilando porque no me había pasado ni en mis años mozos cuando las hormonas me revoloteaban y no me aliviaba, no cómo ahora que yo mismo me admiraba de las veces que follaba y las corridas tan copiosas y seguidas que tenía.

                                      Mientras me afeitaba no dejaba de pensar, hasta que ligeramente recordé alguna escena de mis sueños, la mayoría no tenían sentido pero en una de ellas recordé claramente cómo follaba a la joven Elena, la vi tan claramente aunque no comprendía el motivo del sueño porque también estaban Rosa y Bea que eran dos mujeres “de bandera” a su lado, de todas formas me propuse no intentar nada con la adolescente, procuraría dedicarme a las dos mujeres “hechas” que ya sabían mis gustos.

                                      Estaba en el cuarto de baño con la cara enjabonada afeitándome cuando miré al espejo con atención, ya hacía mucho que no me depilaba debidamente, sonreí recordando la primera vez cuando conocí a Magda, con mi “pinta” amanerada y mi atuendo no me prestaron atención ninguna de sus compañeras y lo cierto que ella me atendió muy bien.

                                      Me convencí del todo cuando miré más abajo del ombligo, sobre la polla ya tenía una “barba como de una semana” y aquello debía solucionarlo, hasta entonces me apañaba con la maquinilla “para salir del paso” pero ya era hora de hacerme un servicio completo.

                                      Aquella tarde me encaminé al gabinete de estética.  Nada más entrar las compañeras de Magda me rodearon interesadas en atenderme, se había corrido la voz de mi “fama” cómo modisto y posiblemente de algo más pero pregunté por la chica que me atendió la primera vez y no les hice caso a las otras.  Me tocó esperar un rato porque estaba haciendo la manicura a una señora y me entretuve releyendo una revista donde hablaban de mí.

                                      Cuando salió Magda se iluminó su cara al darse cuenta que era yo, me dio dos besos, se los devolví ante la envidia de sus compañeras y me hizo pasar a su salita, se notaba su sinceridad, estaba muy contenta de verme y sin ningún protocolo me llevó directamente a la sala de masaje.

  • ¡Cuéntame Carlos!, ¿qué es de tu vida?, estaba preocupada porque ya no venías, pensé que habrías elegido a otra que te tratara mejor, ahora con la popularidad te lloverán ofertas por todos lados…
  • De eso nada, sigo siendo el mismo por ahora, no quisiera cambiar, elijo mis amistades y no olvido a las personas que me han tratado bien y tú eres una de ellas.
  • Gracias Carlos, aunque no es muy corriente, porque la gente cuando suben de nivel se olvidan de sus amigos.
  • No es mi caso, además sería imperdonable, jajaja.
  • Gracias otra vez, ¿qué querrías esta vez?
  • Pues… qué sé yo, todo, quiero que me dejes nuevo, manicura, masaje, pedicura… en fin que me dejes como un bebé.
  • Eso está hecho, espera que advierta a las chicas para que no nos molesten…
  • ¿Me siento en la silla de manicura?
  • No, esta vez lo haremos todo diferente.

                                      Recordé la primera vez, lo pasé bastante mal, además del miedo que tenía por depilarme estaba la vergüenza por enseñar mis “partes nobles” a una desconocida pero la profesionalidad de Magda y su “buen hacer” hicieron que al final saliera sin notar el suelo debajo de mis pies.  Mientras la chica les decía a sus compañeras que no nos molestaran porque tenía mucho que hacerme, oí cómo le daban “consejos desinteresados” para mí, todas tenían algo que proponerle y ella se reía de todas.

                                      Me quité la ropa y me puse un albornoz de rizo esperando a la esteticista, cuando entró en la sala me dijo que me tumbara en la camilla de masaje, ella acercó una silla a mi lado para hacerme la manicura.

  • Si quieres quítate él albornoz, así estarás más cómodo, ya les dije que tendríamos para rato.
  • Sólo lo haré si tú también te quitas la camiseta.
  • ¡Ah!  Cómo quieras, mira mejor me quitaré el pantalón también.

                                      Con toda naturalidad se quitó el uniforme blanco de masajista, yo la esperaba sin nada y la visión del cuerpo de la chica hizo reaccionar mi polla al instante, Magda no le dio importancia y se acomodó a mi lado con los utensilios para las uñas.

                                      Estuvimos hablando de todo un poco, tenía mi mano entre las suyas a pocos centímetros de sus tetas aunque no podía moverla pero mis ojos no se separaban de sus gemelas, el tamaño generoso y la postura hacía que le cayeran un poco pero era perfecto porque cuando se balanceaban lo hacían pesadamente y chocaban una contra la otra, la polla salió de entre mis piernas y poco a poco fue desperezándose y siguiendo una semicircunferencia dando palpitaciones llegó a tumbarse sobre mi vientre.

  • Lo siento Magda, vas a pensar que soy un salido, pero es que tienes un cuerpo divino, te agradezco tu confianza para desnudarte conmigo.
  • Es lo mínimo que podía hacer, tengo buena memoria y tu polla tampoco está mal, me gusta ver cómo se “emociona”.
  • Es precioso y eso que no puedo tocarte porque me tienes la mano ocupada.
  • Jajaja, haberlo dicho, vamos a descansar unos minutos, puedes tocar lo que quieras…

                                      No hizo falta más explicaciones, le cogí las tetas de todas las formas, primero las recorrí desde el nacimiento hasta el canalillo, parecía que estaba cogiéndole la medida pero era una gozada recorrer todo el perímetro del pecho, además era tan agradecido que sentía debajo de mi mano cómo se endurecía y se tensaba la piel.

                                      La chica no estuvo inactiva, alargó la mano y cogió la polla y la puso vertical bajándole el prepucio.

  • ¿Sabes?  Tienes una polla con un tacto muy suave, me gusta, me gustó cuando te la vi la primera vez, es diferente a las demás.
  • Estarás acostumbrada a tocar muchas pollas.
  • Bueno… sí, pero hay formas de tocar y tocar, a la mayoría me limito a cambiarlas de lado, algunos vienen sólo para que se la toque, con estos voy con mucho cuidado, hasta me pongo guantes, me fastidia mucho que sean unos salidos, otros en cambio quieren que se les empine y no lo consiguen, jajaja, se van frustrados imaginando que les habría hecho una paja sólo porque se la veía y la tocaba, pobres…
  • Yo lo pasé mal la primera vez, ¿recuerdas?
  • Como si fuera ayer, si te soy sincera me aproveché un poco, quise hacerte sufrir, me gustaba verte cómo luchabas contra ella, tu polla iba por libre sin miedo pero tú… jajaja.
  • Es que te veía el escote y se me ponía como un palo.
  • ¿Cómo ahora?  Jajaja.
  • Tienes unas manos divinas, se nota que la acaricias en vez de “trabajarla”.
  • Claro tonto, contigo sí, ya te he dicho que me gusta tocarla y… chuparla…

                                      Se incorporó un poco y se metió la polla en la boca dándole tres chupadas seguidas, luego se sentó, quitó mi mano de las tetas y dijo…

  • Ya hemos “descansado”, hay que trabajar.
  • ¿Y me vas a dejar así?
  • ¿Así cómo?       
  • ¿Con la polla como el palo mayor?
  • Jajaja, claro, yo también estoy mojada pero el tiempo pasa y la tarde es muy larga.

                                      Tuve que aguantarme, la polla ya no se bajó, es más, oscilaba como un metrónomo musical, ella la miraba y le daba una manotada para que siguiera oscilando, al mismo tiempo me seguía arreglando las cutículas de las uñas, al cambiar de mano se levantó y le dio tres mamadas como las de antes y siguió con la manicura.

                                      El capullo estaba rojo y brillante pero ella no parecía impresionarse, al revés pasaba la mano por mi pubis con los pelos de medio centímetro, los huevos se me replegaban contra la polla pero ella seguía a lo suyo.

                                      Cuando acabó me hizo las de los pies, me puso con las plantas sobre la camilla con las rodillas separadas, tenía toda la visión de mis huevos y mi polla altiva y yo apenas le veía el canalillo pero la curiosidad también mantenía la verga vertical y ella seguía pasando la mano de vez en cuando por el interior de los muslos hasta la ingle poniéndome como un burro.  Cuando me anunció que era la hora de la depilación cambié de color, ya no me acordaba del motivo de la visita y al ver la cera tragué saliva.

  • No te preocupes, te lo haré distraído, relájate.

                                      Magda además de una profesional sabía cómo “distraerme”, cuando tiraba de la cera del pecho procuraba poner una mano muy cerca de mi polla con lo que estaba más pendiente de la mano que acariciaba que la que me hacía ver las estrellas, pero cuando ya creí que me iba a hacer la verga me dijo que me pusiera de rodillas en la camilla, me tocó las piernas para que las separara y lo hice apoyando la cabeza en la sábana, me pasó el canto de la mano entre las nalgas, me encogí ante la sorpresa pero pronto noté el calor de la cera, las nalgas y hasta el culo quedaron tan lisos como mi cara después de afeitado.

                                      Estaba todavía escocido cuando noté la humedad tibia de su lengua, me estaba lamiendo el culo, primero de arriba abajo y después se centró en el agujero oscuro, al mismo tiempo agarró con la dos manos la polla que colgaba entre las piernas y lamiéndome el culo empezó a pajearme a buen ritmo, la polla casi me llegaba a la camilla, nunca creí que la hiciera salir tanto, detrás de los huevos todavía seguía notando la dureza del la verga dentro de mí y ella la perseguía con la lengua mojándome los huevos de paso.

                                      Ya estaba a punto de correrme porque notó las contracciones del glande, soltó la polla y con las dos manos separó las nalgas y apretó la cara en mi culo, su lengua puntiaguda presionó el esfínter hasta que entró dos centímetros, la polla suelta oscilaba como el péndulo de un reloj de pared, casi me daba golpes en el vientre.

  • ¿Ves?, ya tenemos otra cosa hecha, ahora por delante.
  • Me vas a matar Magda, casi estuve a punto de llenarte de leche.
  • Jajaja, ya lo noté pero faltó el “casi”.
  • ¿Te gustó mi culo?
  • Mmm, está sabroso, me encanta lamerlo.

 

                                      Cuando me tumbó boca arriba sabía que mi polla era el próximo objetivo, el pubis fue ver y no ver, tira por aquí y tira por allá quedó como una calva, me sentía ligero con sólo verlo pero cuando cogió la polla para hacerme el tronco la agarró con fuerza, la embadurnó de cera y con dos palmaditas previas de engaño la fue dejando tan lisa como un calabacín recién recolectado, los huevos siguieron y ahí temí lo peor, la piel del escroto seguía pegada a la cera y no daba señal de soltarse, temí que dejara los huevos sólo en la “yema” pero sacó su arma secreta y con un dedo en mi culo enterrado hasta la mitad me hizo olvidar del par que colgaba.

                                      Para entonces mis manos ya no podían estar quietas y buscaron entre sus piernas, antes de llegar al destino ya noté la humedad que descendía entre los muslos, le pagué con la misma moneda, metí el dedo pulgar después de mojarlo en el coño por el culo, ella contestó acabando de hundirlo en el mío añadiendo como un plus que la polla entró en su boca hasta más de la mitad.

                                      Con los culos llenos de dedos empezamos una competición de caricias de alto voltaje, el dedo corazón y el índice fueron al clítoris y a la vagina, llenándome de flujo, su mano libre recogió los dos huevos juntos y aspiró la polla que se hundió en su garganta hasta que la nariz tocó los huevos.

                                      Me corrí sin querer evitarlo, relajé los músculos y la leche salió de estampida en su garganta, mi mano se llenó de líquido, pensé que se orinaba pero era a ráfagas, los dos estuvimos unos momentos sacudidos por los orgasmos y cuando pasó la tempestad le dije.

  • ¡Fabuloso Magda, “casi” no me ha dolido, jajaja, ahora vamos a follar!
  • Estoy deseándolo, ¿qué prefieres?
  • Ponte como cuando me has depilado el culo.
  • Ya veo, ¿te quieres vengar?…
  • ¡Chica lista!

                                      Además de lista estaba lubricada y dilatada y sabía relajar el esfínter, la polla le entró con suma facilidad, aún así se quejó…

  • Por Dios Carlos, ten cuidado ¡qué polla tienes, me matas, me vas a reventar el culo!
  • No creo, tienes el mejor culo que he follado… con diferencia.
  • ¿De verdad?, nunca me hicieron un halago así.
  • Puedes creerme y te lo digo con conocimiento de causa.
  • Se nota que tienes práctica, la metes muy bien y eso que esa tranca por donde entra deja marca.
  • Si quieres me salgo.
  • ¡Nooo, sería un crimen, me estás llevando al cielo, me voy a correr otra vez, si quieres se lo contaré a mis compañeras, me pidieron que les cuente todo!, jajaja.
  • Si no follaras tan bien te propondría que viniera una de ellas y probara mi verga.
  • De eso nada, ¡tu polla es mía, únicamente mía!
  • Jajaja, era una broma, esta polla será siempre para ti, recién depilada tienes todo el derecho a probarla la primera.
  • Me gusta notar como entra suave como si fuera de seda.
  • ¿Dónde quieres que te deje la leche?
  • ¿Dónde mejor que donde está?  Lléname de leche caliente.
  • Creí que preferirías en el coño.
  • Eso luego.

 

                                      Por supuesto que la siguiente corrida fue en el coño, primero me hizo una cubana y luego le follé el coño y la llené, se corrió un par de veces y cuando salí de allí me temblaban las piernas, las chicas me hicieron el pasillo y rodearon a Magda para saber “las mejores jugadas”.

                                      Al llegar a la tienda la sagaz Rosa me miró, debió delatarme mi forma de andar porque sonrió y disimuladamente pasó la mano por el pecho, abrió un botón de mi camisa y rozó apenas la piel, la notó tan suave como la de sus tetas y pasó la lengua por sus labios como relamiéndose, a ella era difícil engañarla y sonrió, me señaló a Elena que estaba ensimismada en sus papeles, le pregunté con la mirada y me contestó de la misma manera indicándome su vestido, era un vestido normal, como el de cualquier otra chica pero en ella ya era un avance.

                                      Procuré acabar los proyectos que tenía entre manos y al terminar la jornada las reuní a las tres.

  • Bueno chicas, ya sabéis que me voy a tomar unos días de descanso, me voy tranquilo pues confío totalmente en vosotras, sólo estaré lo imprescindible pero debo acudir al cumpleaños de Carlitos, lo tengo abandonado y me da mucha vergüenza reconocerlo pero el niño merece el cariño de su padre también, a vosotras no os voy a recomendar nada, todas sabéis vuestras obligaciones, vender, vender y vender, bueno Elena ya tiene bastante con lo suyo, cuidadla bien, enseñadle todo lo que podáis y a mi vuelta os invitaré a cenar para celebrar el cumpleaños de mi hijito.

                                      Nos besamos todos, me sorprendió Elena al darme un beso muy cerca de la boca, luego me enteré que le habían contado la historia de María y se puso a llorar como una Magdalena, con un nudo en la garganta fui hacia la puerta del almacén pero las tres me estaban esperando con un paquete cada una, habían comprado unos regalos para el pequeño, nos volvimos a despedir con el encargo de besar al chiquitín de su parte y por fin salí al frescor de la calle.

                                      Con mi potente coche tardé poco en llegar al pueblo, por el camino recordé la primera vez que vine a Madrid, ¡qué viaje tan largo!, menos mal que iba bien acompañado, Ana la mujer del médico me llevó a su piso, tuvieron la amabilidad de dejármelo gratis, fue una gran ayuda, teníamos la intención de que fuera un sitio para reunirnos para follar cuando visitara Madrid pero en la realidad sólo vino un par de veces, su marido Don Cayo, el doctor del pueblo, mucho mayor que ella la necesitaba con él y tuvimos que resignarnos, me propuse visitarlos, el tiempo había pasado e imaginaba que Don Cayo se habría jubilado aunque los médicos rurales aguantaban hasta el final y ella sería ya una mujer madura, quien sabe…

                                      Al estacionar frente a la tienda de mi abuela no la reconocí, en su lugar había una tienda de ropa infantil, también de zapatos y algún cochecito incluso juguetes, se notaba la visión comercial de Julia y de mi madre, no pasé por la tienda sino por la puerta principal de la casa, quería sorprender a Teresa.

                                      La encontré dándole la papilla a Carlitos, me sorprendió lo grande que estaba, el niño nada más verme dejó la comida y me alargó los brazos como si me intuyera, mi madre dio un grito de alegría y con el niño en brazos nos abrazamos los tres, después de un montón de besos mi madre me lo enseñó e insistió para que lo cogiera y con sumo cuidado como si se fuera a romper lo sostuve en mis brazos, estaba emocionado al tener aquella personilla, mi madre incluso me dijo que se parecía a mi (yo creo que todavía no se creía que el chiquillo no fuese mío).

 

                                      A los gritos apareció tía Julia, como siempre iba arreglada, ahora más porque estaba cara al público pero a ella le encantaba ponerse guapa nada más levantarse, como siempre me estrujó entre sus tetas, al tenerlas separadas me atraía entre ellas y pegaba su pubis al mío, era una costumbre de siempre y yo no la rehuía.

                                      Entre las dos me pusieron al corriente de todo, en realidad no habían muchos cambios, bueno uno sí, el médico hacía poco que había muerto y su mujer se fue a la ciudad, pensé que habría vuelto a Madrid, yo seguía teniendo una llave de su casa pero me dijeron que había conocido a un hombre de otro pueblo y se había marchado con él.

                                      También me contaron de mis primas, Alicia la pequeña estaba fuera con su “novio”, les pregunté si era el que yo conocí el año anterior pero me dijeron que detrás de aquel había tenido dos más, Alicia era un caso.  De Cris me contaron que seguía con su novia, se llevaban bien y ahora más que ya todos conocían su relación y las trataban normalmente.

                                      Julia no tardó en cerrar la tienda y meterse en la cocina, estaba dispuesta a preparar una buena cena en mi honor, yo con poco me contentaba pero ella sabía lo que me agradaba y me lo preparaba con todo el cariño, a mi me pasaba lo mismo, sabía sus gustos y procuraba complacerla.

                                      Después de cenar les enseñé los regalos que cogí de la tienda para ellas, a Julia por supuesto lencería… busqué lo más sexi del escaparate y como sabía de memoria su talla le pedí a Rosa que lo envolviera de regalo y le pagué, ella no quería pero quise demostrarle que el negocio era el negocio, a mi madre le llevé un camisón de tul negro, las dos se lo probaron enseguida, con la mesa sin recoger Julia pronto se quitó todo y delante de Teresa se puso el conjunto, yo sabía lo que mejor le iba y el modelo le sentaba ideal, no le formaba canalillo porque cada teta iba hacia los lados pero llenaba el sujetador luciendo un par de tetas impresionante, cuando lo tuvo puesto me abrazó pegándose a mí como siempre, me ofreció los pezones por debajo de las copas de encaje para que los chupara pero sólo les di un beso a cada uno.

                                      Mi madre ya se había puesto el camisón trasparente y se retiró hacia atrás para que viéramos el efecto, estaba preciosa, noté que las tetas las tenía más caídas pero sabía que estaban deliciosas en la boca, no quiso ser menos  que su hermana y me abrazó estando sentado, hundí la cara entre sus pechos redondos y por un momento quedé sordo, el canalillo estaba caliente y tierno, las dos quedaron mirándose los regalos puestos, yo con la polla dura disimulando hasta que Julia cogió la iniciativa.

  • Bueno, ya es hora de irse a la cama, déjame al niño esta noche, me llevaré su cuna a mi habitación y no os molestará.

                                      Teresa la miró agradecida y la abrazó besándola en la boca, me gustó ver a las dos hermanas tan compenetradas y me uní al abrazo, noté como una mano me agarraba la polla, no quise saber de quién era y pasando el brazo por la cintura de Teresa nos fuimos a su habitación.

                                      Mi madre se tumbó con el camisón largo hasta los pies sobre la sábana, yo hice lo mismo con el bóxer, los dos en la penumbra que dejaba pasar el pañuelo que puso sobre la lamparita de noche estuvimos hablando, me contó cómo se criaba mi hijo, los detalles graciosos que hacía, las palabras que ya decía y los pasitos que quería dar, me dijo la sorpresa de todo el pueblo cuando les contó la historia de María, todas las mujeres estaban admiradas por mi gesto, estuvimos hasta tarde, luego de pronto se quitó el camisón por la cabeza y me dijo…

  • Carlos, ahora es el momento para nosotros dos, he esperado mucho hasta hoy, muchos días me despierto mirando al lado vació tuyo y me acaricio pensando en ti, si te apetece hacer feliz a una abuela aquí me tienes.
  • Mmm, no digas eso Teresa, sabes que tú nunca serás una abuela, si acaso una madura follable.
  • ¿Dónde has aprendido esas palabras tan raras?
  • No sé, a lo mejor en alguna película, jajaja.

 

                                      Cuando fui a rodar para abrazar a Teresa me sorprendió que ella ya se adelantó hacia mí, subió sobre mi depilado cuerpo y se detuvo en seco…

  • ¿Carlos, qué has hecho con tu vello?, pareces un pollo desplumado.
  • Jajaja, ¿de verdad?  Vaya desilusión, después de lo que he “sufrido” por ti.
  • ¡Pero si pareces una mujer!
  • ¿Estás segura?, coge la polla y me cuentas…
  • Pero… ¡Carlos!, ¿qué te has hecho en la polla?  Parece el doble de grande que antes y no me cabe en la mano.
  • No exageres Teresa, lo que pasa es que sin pelo impresiona más, cuando te la meta notarás como la hundo hasta tu garganta.
  • Eso ya lo hacías antes, me das miedo.

                                      Teresa parecía temerosa pero no se amilanó y cogiéndome el capullo se levantó lo justo para que apuntara al coño y con un poco de saliva lubricó la entrada, se dejó caer de golpe lanzando un gemido que despertaría hasta a Carlitos. Por Julia no me preocupaba porque seguro que se estaba masturbando oyendo a su hermana gemir y jadear.

                                      Cogí las tetas de Teresa que revoloteaban sobre mi y las mordí, chupé y lamí hasta hacerle moratones, seguían siendo tan sensibles como siempre aunque las areolas ya eran ovaladas en vez de redondas.  Me sorprendí que a los cinco minutos Teresa se corrió escandalosamente, en el pasillo se debían oír sus gritos, ya no se contenía, la única que podía oírla era su hermana y no había problema, parecía desbocada, saltaba sobre mí sin cuidado, un par de veces estuvo a punto de partirme la polla porque apuraba tanto que casi se le salía y se dejaba caer de golpe.

  • Teresa, ahora vamos a cambiar, te voy a follar como a ti te gusta, ¡pon las piernas sobre la cabeza!
  • ¿Así?
  • Así, eso es, cógete por las rodillas y levanta el culo.

                                      Arqueada le puse al almohada debajo de las nalgas y con el coño y el culo a mi disposición la cosí a pollazos, incrustado entre sus piernas metía y sacaba la polla a una velocidad pasmosa, ella abría o cerraba las piernas guiándome para que la clavara por donde más gusto le daba, arqueaba la cintura para que le entrara más y más hondo alabando la sensación de la polla depilada, disfrutaba cuando la golpeaba con los huevos en el culo y se corrió gritando que no parara, la llené de leche que le rebosaba la vagina y salía a presión junto a sus jugos.

                                      Tuvimos que parar agotados, nos dormimos y cuando desperté estaba subida otra vez sobre mí, con suma delicadeza me había puesto la polla otra vez vertical y con cuidado se la había metido en el culo ella sola, esperó moviéndose apenas hasta que desperté y entonces aceleró a fondo, solo le podía acariciar el clítoris pero a ella le bastaba, el orgasmo fue tan fuerte como el anterior y con dos dedos en el coño y otra mano en las tetas gozó de un orgasmo casi eterno.

                                      Me desperté con la boca pastosa, al final le comí el coño pero casi dormido, en cambio ahora notaba la boca fresca, al abrir los ojos vi que la lengua era la de Julia, estaba a mi lado con su dedo en los labios pidiendo silencio.

  • Sólo vengo a decirte buenos días y a invitarte a almorzar.
  • Gracias Julia, ya voy, estoy agotado.
  • Ya oí anoche a mi hermana, espero merecer otro tanto.
  • No te preocupes Julia, estoy deseando comerte las tetas.
  • ¿Sólo las tetas?
  • De aperitivo Julia, después… el resto, jajaja.

                                      Julia tenía el desayuno preparado, Carlitos estaba en su cuna contento y balbuceando sus palabras incomprensibles, cuando terminamos de desayunar Julia fue a abrir la tienda y yo me puse a jugar con mi hijo, estuve un buen rato hasta que apareció Teresa liada con una toalla de baño, se había duchado y se acercó a mí, descubrió un poco de toalla y asomó un pecho que lamí, el pezón se le puso tan duro que raspaba en el paladar pero fue a vestirse, ese fue sus “buenos días”, cuando me sustituyó con Carlitos fui a la ducha y volví ya vestido de calle.

  • ¿A dónde vas tan guapo, tienes planes con alguien?
  • Nada en concreto iba a ver a mi prima Cris, no sé si estará en casa, de paso me dejaré caer por casa de mi ahijada.
  • No creo que esté, ya van al instituto, ya es una mujercita, si la hubieras visto cuando su madre les compró el primer sujetador, vinieron a enseñármelo, no tienes idea lo bonitas que tienen las tetas ya, seguro que te gustarían, se lo dije y se pusieron rojas aunque no creo que de vergüenza, jajaja.
  • Ya veremos, hasta luego.

                                      No quise llamar a Cris, quería darle una sorpresa y me presenté en su casa, me abrió Gemma su novia, estaba vestida para salir y se alegró mucho de verme, desde el fondo de la casa Cris preguntó quién era, se estaba duchando y Gemma me acompañó hasta el cuarto de baño sin hacer ruido, por el cristal esmerilado podía ver la figura del cuerpo de mi prima enjuagándose del gel, se apoyó por un momento en el cristal para echarse agua por la espalda y dejó aplastados los pezones en la mampara traslucida, por un momento sentí la polla resucitar, Gemma también lo notó y se arrodilló frente a mi sacándome la verga.

                                      No le importó estar maquillada y con los labios pintados para meterse mi polla en la boca hasta más de la mitad, estuvo mamando la verga hasta que se abrió la ducha y Cris quedó alucinada, no sabía si reír o llorar, su novia me estaba comiendo el capullo con un deleite que no dejaba dudas, antes de que reaccionara Gemma lo sacó de la boca y se lo ofreció a su novia.  Cris no se lo pensó y ya duro como un palo como estaba lo engulló, su novia le acariciaba el pelo mojado, y le besaba el cuello y la espalda, la cogió de los brazos y la hizo levantar, la llevó a la cama y a la vez que Cris no soltaba mi polla ella se desnudó, metió la cabeza entre sus piernas y le comió el coño recién duchado.

                                      Cris no pudo aguantar mucho, con mi polla en la garganta y la boca de Gemma en el coño se corrió  lánguidamente, luego le pidió a su amiga que le dejara su coño y le devolvió el favor, yo metí la polla en el culo de Gemma y me vacié en ella sólo un poco antes que ella se retorciera de placer con la lengua de Cris en el clítoris.  Fue un polvo rápido, muy deseado por parte de todos y quedamos sobre la cama esparcidos.

  • Gemma, se te va a hacer tarde…
  • No te preocupes, no iba a ningún sitio urgente, sólo por ver si me compraba unos zapatos, tenemos una boda pronto y quiero estar elegante.
  • ¡No me digas que os casáis!
  • Eso quisiéramos… y tener hijos.
  • Eso ya es más complicado, a las parejas del mismo sexo ponen más pegas para adoptar…
  • No, lo que habíamos pensado es tenerlo una de nosotras…
  • ¡Ah!  Tampoco está mal pensado, aunque yo me lo pensaría.
  • Sí pero tú no pensaste tener tu hijo.
  • Bueno, fue un caso especial y no había mucho que pensar, el niño merecía tener un padre.
  • Claro y tú eres el mejor… por eso habíamos pensado…
  • Cris… ¡NO!  Si es lo que estoy suponiendo desde ahora te… os digo que jamás, eso es algo que tengo muy claro, si tengo un hijo será queriéndolo para mí, no quisiera tener una prole de hijos sin saber donde están ni quien se ocupa de ellos, mis hijos serán míos y para mí.
  • Bueno primo no te enfades, sólo era una idea, aunque bien pensado… imagina tener un hijo tuyo, con lo que nos queremos…
  • Ya te he dicho que ni hablar del tema, me enfadaría mucho con vosotras, no tenéis idea, cuando me enfado de verdad pierdo los estribos y… no quisiera suponer que intentáis de algún modo conseguir mi “semillita” para conseguir vuestra “idea”, sería fatal para todos.
  • Pero primo Carlos, venga no seas así, si no quieres conmigo puedes preñar a Gemma, a mi no me importa, ella no es tu prima, si lo haces por eso…
  • ¿No me habéis comprendido o es que hablo en chino?  El ser padres es algo muy serio por lo menos para mí, ya sabéis que no es la primera vez que lleno un coño de leche pero es con la seguridad de que no voy a concebir nada, de otra forma me haría una paja o me la machacaría con dos piedras pero un hijo no deseado nunca, moralmente no va conmigo.
  • Vale vale, no hemos dicho nada, pero si lo reconsideras ya sabes que tienes dos coños dispuestos para ti.
  • Sois incorregibles, prefiero no tomaros en serio porque si lo hago quedaríamos mal, me marcho y bastante enfadado, ya nos veremos.
  • No te enfades con tu prima y su mujer… anda Carlos… porfa.

                                      Volví a casa bastante preocupado y cuando me vio Julia lo notó enseguida, Teresa también se preocupó pero no quise contarles nada, procuré quitarle hierro al asunto y sólo les conté que la había visto estupenda y que habíamos pasado un rato “maravilloso” los tres, vi a Teresa y su hermana mirarse incrédulas pero preferí dejarlo ahí.

                                      Una vez pasado el momento de tensión volvimos a nuestras vidas, les conté mis logros, la visita a París, la apertura de una tienda nueva, todo lo que me había pasado, tuvimos también un momento triste recordando a María, todo se resolvió cuando Carlitos hizo una serie de “gracias” que compensó la tristeza, estuvimos hasta altas horas de la noche hablando hasta que Teresa cogió la cuna de Carlitos y la devolvió a su habitación, al mismo tiempo Julia lo cambiaba y cuando lo tuvo preparado Teresa se lo llevó con ella deseándonos “buenas noches”.

                                      Quedé bastante impactado porque vi que las dos hermanas se querían tanto que compartían todo, la casa, el niño y… a mí.  Julia al poco de salir Teresa me besó, me cogió de la mano y me llevó a su habitación, en la oscuridad de la intimidad se desnudó y me buscó sobre la sábana, cuando me encontró esperó a que yo tomara la iniciativa, la besé suavemente pero ella prefirió que lo hiciera apasionadamente, su lengua se movía dentro de mi boca buscando la mía a la vez que se arrellanaba sobre la sábana preparándose a recibirme.

                                      Cuando me puse sobre ella separó las tetas a sus costados  y nuestros pechos se juntaron, sentí su estómago, su vientre y su pubis se pegaron a los míos y al notar  que la polla molestaba para la unión perfecta separó las piernas del todo y se la metió solventando el problema, estuvimos moviéndonos lentamente con las tetas a los lados, se las cogí y pellizqué los pezones, me rodeó con las piernas obligándome a clavarme más en ella y se corrió brutalmente, Julia tenía unas corridas memorables además de la capacidad de “ajustarse” a la mías, lo volvió a hacer y los dos nos sacudimos por los espasmos, la llené de leche como a ella le gustaba sentirse pero en un momento me dijo al oído.

  • ¿Sabes una cosa Carlos?  Tengo envidia de mi hermana.
  • ¿Envidia, de qué?
  • De ser abuela, me encantaría ser abuela…
  • Julia ¿tú también?
  • ¿Qué quieres decir Carlos?
  • Que ya he oído hoy la misma “historia” y te advierto que no me gusta en absoluto.
  • ¿A qué te refieres, no comprendo nada?
  • ¿No, pues que tu hija me ha dicho esta tarde que las dos estaban planteándose tener un hijo?
  • ¿Tener un hijo, las dos, de quién?
  • ¿No te lo imaginas Julia?  Piensa…
  • Espera… ¡no me digas que quieren que tú…!  Dios mío.
  • Sí, eso mismo, ¡Dios mío! Y desde ya te digo que no estoy dispuesto a pasar por ahí y menos que ni siquiera se lo planteen.
  • Joder…  Cris… que cosas piensa, aunque si quieres que te diga la verdad me encantaría.
  • ¡Sólo me faltaba oírte decir eso mismo!
  • Compréndelo, eres un hombre que cualquier mujer que te conozca querría para ella.

                                      Seguíamos en la misma postura en que nos habíamos corrido, yo completamente tumbado sobre ella con la polla a mitad de potencia pero continuaba  moviéndome a bajo ritmo, ella movía las caderas recibiéndome al margen de que la conversación estaba agriando la noche.

  • No me adules Julia, espero que no digas esto en serio, me gustas mucho además de los vínculos familiares, me gusta follar contigo y me haces y espero hacerte muy feliz pero en el tema de tener un hijo como un semental con tu hija o su novia no me parece nada decente y espero que las convenzas de que es completamente inviable, no quisiera tomar decisiones drásticas al respecto, no me importa follar contigo o con ellas, ya lo sabes pero si se les ocurre aprovechar mi semen para alguna jugarreta terminaríamos mal, muy mal y me dolería mucho.
  • Lo entiendo Carlos, ya veo que vas en serio y te comprendo, no te preocupes, estaré pendiente de lo que hablan y si no, les preguntaré directamente, lo que te ruego es que no tomes decisiones que puedan alterar el ambiente familiar, siempre hemos sido una familia modelo, por lo menos a nuestra manera, ya te lo hemos demostrado pero compréndeme, ahora me has preocupado más a mí.
  • ¿Preocupado… a ti?
  • Claro, imagina por un momento que fueras el padre de mi nieto, no podría soñar con un “padre” mejor pero si se les cruzan los cables temo que busquen a alguien de dudosa identidad incluso de alguien desconocido o peor que después reclame la paternidad u otros problemas, ya sabes.
  • En eso no había pensado pero de todas formas eso no cambia nada, para eso estás tú, para controlar a las dos, vigílalas de cerca.

 

                                      Uf, pasé un rato malo de verdad pero Julia supo superarlo y después de darme un beso me dijo al oído.

  • No te preocupes, sigamos follando y lléname de semen, conmigo no tienes problemas, tomo la píldora aunque… me gustaría que me preñaras, jajaja.
  • No me fastidies Julia, no seas bromista, te voy a follar y te llenaré de leche pero cuidadito en preñarte, jajaja, prefiero metértela por el culo siempre a partir de ahora, jajaja.

 

                                      Ya no paramos, Julia se movió sin parar, demostró una vitalidad impropia de su edad, le gustaba y follaba sin reservas, me ofreció su culo, su boca y su coño sin límite, me juró infinidad de veces que no dejaría que su hija hiciera una tontería y menos conmigo, le creí y cuando el día ya clareaba nos quedamos dormidos.

                                      El despertar fue muy dulce, había quedado desparramado sobre la sábana arrugada, Julia con los brazo abiertos y las tetas separadas y con una pierna sobre las mías, noté frío e intenté cubrirme pero lo raro es que el frío era sólo en el capullo, al abrir los ojos vi a Teresa que había quitado la pierna de Julia de las mías y se había apoderado de mi polla hasta ponérmela tiesa en su boca.

  • Shiiit, buenos días Carlos, ¿has dormido bien?
  •  Si, Teresa. ¿quieres algo?
  • No, sólo quería desayunar tu polla, me encanta sentir cómo crece en mi boca.
  • Gracias, te quiero Teresa pero… estoy rendido.
  • Lo imagino, no te muevas, yo lo haré todo.

                                      Teresa se arrodilló en el suelo a mi lado y metió la polla en la boca, su cabeza subía y bajaba sin cesar hasta que sentí un calambre desde la nuca hasta los huevos, no se le salió ni una gota de leche de los labios y lo tragó en su totalidad, la sonrisa que me dedicó lo decía todo, me quería con locura, se levantó y me volví a dormir, cuando  desperté Julia me abrazó y me dijo al oído.

  • Teresa te ha dado un buen despertar, hace unas mamadas de antología, se lo he enseñado yo.

                                      Cuando volví a Madrid iba contento, volvía a la vida que era todo para mí, atrás dejaba a mi madre con mi hijo, era lo mejor para los dos, el único punto negro eran mi prima y su pareja, las creí cuando dijeron eso pero me quedó un regusto amargo con ellas.

Continuará.

Si les gusta valoren y comenten.

Gracias.

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