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Me hicieron creer que era afeminado. (18)

en Amor filial

                                                  Julia, después de la cogida en la cocina parecía más relajada pero, no obstante, no quise dejarle con la sensación de ser la menos atendida de todas, se portaba conmigo casi como mi madre y la penúltima noche la sorprendí en su cama a media noche, me había puesto el despertador porque la siesta con mi abuela me había agotado sobre todo moralmente, me había dado muchos consejos, a todos ellos accedí aunque sabía que no los iba a cumplir.

                                                  Hice lo mismo que Julia me había hecho a mí, estaba durmiendo de lado y entre ronquido y ronquido le tapé la nariz, estuvo un momento sin respirar pero al final tuvo que coger aire por la boca y entonces recibió algo que no esperaba, estaba frente a su cara meneándome la polla, había puesto el glande en máxima dureza y esperé el momento propicio, al notar que se ahogaba le metí la polla en la boca y le solté la nariz, casi se atraganta pero al notar el calor de la bola del glande respiró hondo y sonrió con una mueca.

  • ¡Qué mala persona eres!, ¿me querías ahogar?
  • Qué apenada te noto, jajaja.  Creo que habrías preferido no respirar a tener mi polla en la boca.
  • ¡Cómo me conoces truhan!  Pero no te quedes ahí y sube conmigo a la cama.
  • Si me invitas…
  • Y tanto, pasado mañana te vas y ya no podré disfrutar de esta golosina en tiempo.
  • ¿Y qué vas a hacer sin mí?
  • ¿No te lo imaginas, para qué soy la cocinera?, tengo todos vegetales de la huerta a mi disposición, no es lo mismo pero me recordarán a ti.
  • ¿No me digas que juegas con las zanahorias?
  • Y con los pepinos y los calabacines… todo lo que tenga forma de polla, elijo los que se parecen a esta tuya.
  • Vaya y yo sufriendo por ti, jajaja.  Te confieso que alguna paja me he hecho pensando en ti, tus tetas me tienen loco ya lo sabes.
  • Si pudiera me las quitaría y te las daría.
  • ¡Nooo, y que haría yo con las tetas y sin tu coño!, a mi me gustas toda completa.
  • Mmm, gracias, a mi me pasa igual no es sólo tu polla, que lo es, sino estar contigo porque me haces sentir mujer, desde que quedé sola con las niñas no había follado.
  • ¿De verdad que no habías follado ninguna vez en todos estos años?
  • No, bueno… sí, no del todo pero aquello no era follar…
  • ¿Cómo que no era follar?  A ver, cuéntame…
  • ¡Bah!  Si no tiene importancia, es una tontería…
  • Venga Julia no me tengas en vilo, cuéntame tu secreto.
  • ¡Pero no se lo dirás a nadie, ni a tu madre!, ¿vale?
  • Palabra de honor Julia.
  • Ya te digo que no fue nada… eso pasó hace bastante, el médico don Cayo aún no había venido al pueblo y entonces había un joven sustituyendo al que se fue, el chico era bastante atractivo y bastante inteligente, a mi me gustaba sobre todo su mirada y un día se me ocurrió que hacía demasiado que no coqueteaba con un hombre y aquel chico era el mejor para eso, fui varias veces a su consulta, en ellas procuraba darle motivos para que me reconociera, él muy profesional y educado me examinaba y me decía que estaba sana pero yo insistía, ya ves…
  • ¿Y qué Julia?, no creo que conociéndote te rindieras sin más.
  • Tú sí que me conoces sobrino.  El caso es que yo insistía y de auscultarme por encima de la ropa pasé a sentir dolores en el pecho y ya me quité la camisa, noté en sus ojos que le gustaba lo que veía pero cuando fui para que me recetara alguna crema porque tenía los pezones irritados (de tanto pellizcarlos) ya le puse nervioso y me tuvo que examinar más a fondo, le hice una demostración de cómo me dolían rozándome con los dedos ensalivados y le demostré lo duros que se me ponían, le dije que me pusiera el saliva porque a mí ya no me quedaba y casi me la pone pero se arrepintió y me puso crema, no era lo mismo porque yo quería que me los chupara pero me los amasó y casi me corro delante de él.
  • ¡Qué caliente que eres Julia!
  • Imagina cómo estaba yo cuando volví porque tenía “inflamación en el coño”, le aclaré que hacía mucho que no tenía relaciones sexuales y me subió a la silla de observación de ginecología, despatarrada frente a él no pude evitar correrme cuando metió dos dedos para examinar mi útero.
  • ¿Y pudo aguantar?
  • No, ya no pudo, al ver qué cantidad de flujo me salía de la vagina se sacó la polla y ¡qué polla Carlos! Como la tuya o más.
  • Joder… sigue Julia.
  • Yo no podía evitarlo con las piernas abierta sobre los soportes del sillón y tampoco quería pero hice cómo si no quisiera pero el doctor ya iba ciego y me hundió su polla hasta los huevos, con lo lubricada que estaba casi no me enteré pero insistió e insistió hasta que me provocó un orgasmo salvaje, grité y le pedí más y más y él me complació, se corrió tres veces en mi coño, yo le decía que me iba a preñar pero él no hizo caso y no paró hasta que la polla no se levantó más.
  • ¿Y qué pasó, te folló más veces?
  • No, a la semana siguiente llegó don Cayo, ya lo conoces, con él ya no me excito.
  • Julia tengo unas ganas locas de follarte, me has puesto muy caliente.
  • Así estaba yo la otra noche, me había acariciado el clítoris y hasta me había metido un rábano pensando en ti pero no era suficiente, están fríos y el tuyo quema.
  • Pues ahora me tienes aquí, no soy como tu médico pero algo haré.
  • ¡Qué tonto que eres! ¿ves porque no quería contártelo?  Ahora te has puesto celoso.
  • ¿Yo?, de ninguna manera.

                                                  Tuve que reconocer que sí sentía celos del médico aquel, sabía que no tenía motivos pero de la forma que me lo contó tan morbosa me hizo que le metiera la polla sin avisar, Julia hizo espavientos como si la estuviera matando pero se le notaba que le encantaba y terminamos rodando sobre la cama follando como locos, nos corrimos casi al mismo tiempo y cuando estábamos reposando me dijo.

  • Uf, estoy agotada, menos mal que no te he contado cuando me la metieron por  el culo la primera vez.  Jajaja.

                                                  Una nueva oleada de celos tontos me invadió y me eché sobre mi tía, le di la vuelta y caí sobre ella inmovilizándola, con mis piernas separé las suyas y mojando la polla en su coño apunté a su culo y la penetré, Julia chillaba mordiendo la almohada pero no paré hasta tenerla bien hundida en aquel culo que había disfrutado otro antes que yo.

  • ¡Por Dios Carlos, que polla tienes, cada día más grande, en el coño no me había parecido tan gruesa y tan dura, me vas a partir el culo bruto, ten cuidado!

                                                  Julia se movía sin poder quitarme de encima pero no se quejaba de la polla que la atravesaba, sólo se reía, juraba y maldecía porque me contaba sus historias.  El orgasmo que tuvo lo soportó dando puñetazos al colchón y yo me corrí dentro del intestino hasta dejar todo mi ego dentro de su culo.

  • Algún día te contaré cuando…
  • No Julia, no me cuentes más cosas.
  • Jajaja, me gusta verte celoso tonto.

                                                  Ya era muy tarde cuando me fui a mi habitación y dormí como un bebé, por la mañana temprano mi madre me despertó.

  • Carlos, hoy te vas, me gustaría despedirme de ti.
  • Aún es muy temprano Teresa, me marcharé después de comer.
  • Ya lo sé pero me gustaría que te fueras con un buen recuerdo mío.
  • Gracias Teresa ya sabes que no te olvido.
  • Pero ya sabes… soy egoísta también y quisiera tener un recuerdo tuyo.

                                                  Mi madre había cerrado la puerta de mi habitación y se quitó el camisón, me destapó dejándome en calzoncillos y tiró de ellos hasta sacármelos por los pies y después se subió sobre mí al revés, me pasó una pierna sobre mi cabeza y con la mano me separó las mías, me dejó hacer lo que quisiera con lo que tenía sobre mi cara pero ella sabía qué hacer con lo que tenía entre mis piernas, la abracé por la cintura y la atraje hacia mí, fue abriendo las piernas y bajando a plomo sobre mi cara hasta dejar su coño abierto sobre mi boca, para entonces mi polla ya estaba en la suya y entraba y salía de sus labios.

                                                  Comprendí que Teresa no quería follar esa mañana, quería conservar mi sabor en su boca y que yo la recordara también en la mía, me concentré en darle gusto igual que ella a mí por eso cuando le dije apurado que parara porque me iba a correr no esperó sino que aceleró más aún, al mismo tiempo que frotaba su coño sobre mi boca dejándome el clítoris entre los dientes.

                                                  Fue una explosión de placer y los dos nos llenamos la boca de sabores, luego repasamos la zona con la lengua, me quitó todo resto de semen de mi verga y yo hice lo mismo aunque me costó achicar los jugos que salían continuamente de su vagina.  Se levantó tambaleándose y me dio un beso en la boca.

  • Esto es lo que quería tener, el sabor de tu polla en el paladar y que tuvieras el mío en el tuyo, si quieres cuando te hagas una paja en tu cama te acordarás de mí, te prometo acordarme también de ti.

                                                  Teresa salió con el camisón debajo del brazo, la vi desaparecer admirando su espalda y su culo, la habría seguido a su habitación pero ya empezaba a clarear y Julia no tardaría en trastear en la cocina.

                                                  La despedida general fue emotiva, mi abuela Antonia me miró y los ojos se le llenaron de lágrimas enseguida, con la mirada me daba un montón de consejos y recados, quería que yo triunfara aunque sabía que me iba a costar muchos sacrificios.

                                                  Mis primas como siempre muy efusivas me rodearon y apretaron sus pechos contra mí, Cris me dijo al oído.

  • La próxima vez que vengas te presentaré a mi novia, a ella también le gustan los chicos…

                                                  Mi madre sólo me dio un beso y me susurró,

  • Tengo el sabor  de tu semen todavía en la boca espero que no tardes para llenármela otra vez.
  • Te lo prometo Teresa.

                                                  Julia casi no se acercó a mí, quiso que la viera a cierta distancia, noté que se había quitado el sujetador y debajo del delantal las tetas le bailaban y se le marcaban una por cada lado, en la mano llevaba un pepino pelado, le había dado la forma casi exacta de mi polla cuando estaba más dura y se relamió cuando lo mordió, luego se acercó a mí deprisa me dio un beso en la mejilla y desapareció en la cocina, me dio la impresión que estaba a punto de llorar y no quería que la viera.

                                                  Al salir del pueblo el autobús pasó frente a la casa de Ana la pelirroja, miré a la ventana de su habitación y con el visillo un poco abierto y distinguí algo blanco con un círculo rojo, no hacía falta mucha imaginación para reconocer la teta pecosa de Ana, me tuve que arreglar debajo del pantalón, tenía suerte de que fuera casi vació el autobús porque no era fácil justificar aquella erección sentado en la ventanilla.

                                                  En Madrid todo parecía muy lejano, el pueblo estaría allí siempre pero mi futuro estaba en la capital y aquí estaba yo ahora, al entrar al patio el ascensor ya no me pareció tan asesino, incluso esperaba que tuviera más balanceos, era divertido y cuando entré cargado de paquetes de comida de Julia y ropa de mi madre y dinero de Antonia me sentí como en mi casa, al pasar por la habitación cerrada de Ana recordé aquella imagen detrás del visillo, era una mujer especial.

                                                  Al llegar a clase miré a las compañeras, allí estaban todas contándose dónde y cómo se lo habían pasado estos días de vacaciones pero echaba a faltar a una, Sonia tardaba en llegar y yo estaba inquieto, esperé y esperé y no acudió, le iba a preguntar a Rosa por ella pero me contuve para no atraer las bromas de todas pero me fui a casa solo.

                                                  Intenté concentrarme con las tareas que me había puesto Rosa, a las demás no les decía nada pero a mí me ponía deberes cada vez más complejos y luego se los daba en clase, a las otras les daba igual porque ninguna tenía el más mínimo interés pero a mí me hacía un papel inmenso.

                                                  Estando en casa, a media tarde llamaron desde abajo, pensé que sería Vero para preguntarme si les habían gustado los pasteles pero la voz que oí me dijo.

  • Hola Carlos, soy Sonia, ¿me dejas subir?

                                                  Sin contestarle pulsé el botón de la puerta y esperé en el rellano, el ascensor subía con una lentitud exasperante y mientras pensaba cómo recibirla, dudaba si mostrarme ofendido o cariñoso pero al verla de frente quedé perplejo, estaba muy seria y cuando le invité a pasar dudó pero insistí y entró al fin, al momento un mar de lágrimas salían por su bonitos ojos, no tenía consuelo y a mis preguntas extrañado no podía contestar de los llantos que tenía, me conmovió, la abracé y la llevé al sofá, apoyada sobre mi pecho estuvo un rato sin decir nada sólo gimotear, al fin se serenó y mirándome la cara me dijo.

  • Es malo.
  • ¿Quién es malo?, no te entiendo.
  • Daniel, me ha engañado.
  • ¿Qué quieres decir, explícate, qué te ha hecho Daniel?
  • Todo era mentira, hablé con unas amigas, les conté ilusionada mi secreto y cuando les dije de quién se trataba se pusieron serias, les pregunté por su actitud, no querían contarme nada pero la más lanzada me lo contó, “Daniel tiene otra novia desde hace tiempo y según dicen también dejó preñada a otra antes” y a mí me prometía que estaba loco por mí y que se hacía pajas pensando en cuando nos viéramos.
  • ¡Qué hijo de…! y… ¿te puedo preguntar una cosa?
  • Claro ya sabes, sin vergüenzas.
  • ¿De esto te enteraste antes de… o después de…?
  • ¿Qué quieres decir?
  • Joder qué difícil me lo pones, que si habíais hecho algo ya, vamos si ya… habíais follado, uf qué difícil es esto.
  • No pero casi, me tocó las tetas y yo la polla, aunque es muy bruto, sólo quería llevarme a la cama sin más.
  • Vaya menos mal, te mentiría si te digo que lo siento y también que me alegro pero me gusta que estés aquí, te pido perdón por haberte tratado también mal, no te lo mereces.
  • Sí que me lo merecía, debíamos haber seguido nuestros deseos, a mí también me habría gustado acostarme contigo y sigo queriéndolo.
  • Sonia, no me digas eso, me has roto el corazón y no quiero que vuelvas a hacerlo.
  • No te lo voy a romper, porque me voy a casar.
  • ¿A casar, con quién?
  • Con el hombre que quiere mi familia, ya lo han hablado y he dicho que si, ya no volveré a la Academia, ya no hace falta, volveré al pueblo a prepararme para la boda.
  • ¡Pero si tú no le quieres!
  • Ya lo sé, mi madre me dice que con el tiempo llegaré a tomarle afecto.
  • ¡Qué desgraciada vas a ser Sonia!
  • Lo sé, por eso he venido, para mendigar un poco de cariño, quiero acostarme contigo, es lo único que quiero antes de la boda.
  • Joder Sonia me matas, me vas a hacer sentir como el verdugo que le concede la última voluntad al reo.
  • No es mi intención, sólo quiero agradecerte los ratos buenos que hemos pasado, he pensado mucho en ti, en tu polla y en la manera de tratarme, me hiciste venirme como nunca por eso quiero volverlo a sentir para tenerte siempre en mi mente.

 

                                                  Me lo decía sin mirarme a la cara pero yo veía cómo le caían las lágrimas rodando por las mejillas, con la mano levanté su barbilla y la miré a los ojos, la vi tan desgraciada y a la vez tan hundida que le di un beso en los labios, ella me lo devolvió tímidamente, la volví a besar y me lo aguantó y al tercero nuestras bocas se abrieron y las lenguas salieron en su encuentro, entre abrazos y besos fuimos a mi cama, las ropas cayeron esparcidas por el suelo y desnudos rodamos sobre la sábana, en un momento pasaron por mi cabeza los recuerdos de cuando le calqué las tetas o le corté el vello púbico o cuando en un momento de locura nos comimos los sexos mutuamente pero ahora era un paso más allá y sin preámbulos.

                                                  Sonia se quedó tumbada con las piernas y los brazos abiertos ofrecida a mí, la veía tan bella, tan dulce y tan inocente que estuve a punto de renunciar pero ella me cogió la polla y la apretó descubriéndome el glande, lo mojó con saliva y se lo puso entre los labios del coño, quería continuar donde lo dejamos la otra vez.

  • Sonia ¿estás segura?
  • Muy segura.
  • Pero… ¿no es que eras virgen?
  • Si Carlos, todavía soy virgen pero quiero dejar de serlo contigo.
  • ¿Y tu futuro marido no dirá nada?
  • Que diga lo que quiera, mi cuerpo es mío y en él mando yo, empuja y hazme tuya.

 

                                                  En la punta del glande notaba la suavidad de los labios del coño de Sonia, eran muy tiernos y tibios y estaban húmedos por eso empujé mirándola a los ojos, no quería hacerle más daño de lo imprescindible pero debajo de aquella aparente fragilidad había una mujer decidida a amar o por lo menos a sentirse deseada y sólo apretó los dientes cuando la penetré y le rompí el himen, fue un momento difícil para mí pero recordé a mi abuela, debía pasar por muchas pruebas y ésta era una de ellas, quizá de las más difíciles pero aún era muy joven y con muchos años por delante.

                                                  Estuve un momento quieto pero Sonia me atrajo hacia sí y ella misma se clavó la polla hasta dentro de un tirón, gimió de dolor pero sonrió, es este momento se sentía libre y yo con la conciencia tranquila de haberla liberado.

  • Ya soy mujer Carlos, ahora haz que me  sienta tuya.
  • Me alegro haber sido yo y no Daniel, él te habría hecho una desgraciada.
  • Olvídate de él es un mierda, ahora sólo somos tú y yo, fóllame Carlos, haz lo que gustes conmigo.

                                                  Lentamente fui moviéndome y Sonia se acomodaba para que mi polla le entrara más y más, ya estaba casi toda adentro cuando me dijo.

  • ¡Toda ya Carlos, la quiero toda dentro!

                                                  Me dejé caer hasta enterrarle todo el trozo de carne dura y gruesa, gimió pero con los ojos cerrados murmuraba.

  • Así cielo, así, más hondo, más adentro, toda, dámela toda.

                                                  Me moví como quería y cada vez con más rapidez y sobre todo con más intensidad, le llenaba el coño cada vez y ella tuvo un momento de tensión pero seguidamente se relajó.

  • Síííí, me corro Carlos, me corro, que gusto me das, me muero de gusto.
  •  Estás muy bella cuando te corres Sonia, quiero que sigas así.
  • Y yo también, sigue más, hasta que desfallezca.

                                                  La chica se corrió otra vez, apenas había un espacio entre los orgasmos pero los sentía con la máxima sensibilidad y le dije.

  • Perdona si soy egoísta contigo pero no quiero darle el gusto a tu marido y que te quite la virginidad.
  • ¡Si ya lo has hecho!
  • Sí pero no del todo, quiero llenarte por todos los agujeros posibles.
  • ¿Te refiere al culo?
  • Sí, tu culo lo quiero antes que nadie.
  • Ayy, Carlos, tengo mucho miedo, no sé si podré aguantar el dolor pero como quiero ser tuya en todos los sentidos, trataré de aguantar, dime lo que tengo que hacer.
  • Nada, simplemente trata de relajarte y ponte de rodillas apoyando la cabeza sobre la sábana.
  • ¿Así te parece bien?, por favor Carlos ten cuidado, yo confió en ti pero es muy estrecho por allí…

 

                                                  Aunque estaba temerosa, ponía voluntad y eso para mí era suficiente, me acordé de la crema que guardaba por algún sitio y la busqué, le unté bien la zona y después de dilatarla con cuidado y susurrarle consejos y ánimos, esperé a que sus movimientos “pidieran” por más y después de sacar los dos dedos de prueba, apoyé la punta en el agujero y presioné, de inmediato se movió instintivamente queriéndome evitar pero mis manos estaba bien cogidas a su cintura y no había escapatoria.

  • Respira hondo cariño que voy.
  • Sí, no te preocupes, aguantaré.

                                                  “Del dicho al hecho hay un largo trecho”, trató de hacerlo, lo intentó pero cuando el capullo forzó el anillo del esfínter no aguantó tanto y grito pidiendo que lo sacara…  Se movía para todos lados y su grito se convirtió en llanto, me tuve que esforzar para mantenerme dentro de ella y esperé que calmara sus ruegos e intentos para que la dejara, a la vez rogaba para que los vecinos no hubiesen escuchado ni su grito ni sus llantos…

  • ¡Por Dios, Carlos, no la aguanto, es muy grande!, sácala, sácala, me va a quedar todo abierto…
  • Trata de relajarte, ya falta muy poco, luego te vas a sentir mejor… 
 

                                                  Volvió a llorar y apretaba con fuerza las sábanas…  Tenía una cuarta parte adentro y me di cuenta que si la sacaba no podría terminar la faena, puse más crema en mi polla y busqué la ruta mejor, hasta notar que tenía vía libre y por el recto me deslicé con firmeza como en una sábana de seda hasta pegar mis huevos en su coño.  El grito más fuerte fue como una descarga y se abandonó con toda la polla adentro de su culo, sin moverme o apenas muy suavemente, me incliné y le cogí las tetas que apoyaba en el colchón,  luego le dije.

  • Ahora déjate caer hacia adelante y separa las piernas, trata de relajarte y no te muevas, yo me encargo de todo.

 

                                                  Cómodamente tumbada boca abajo con las tetas en mis manos y mi polla en su culo comencé a moverme cada vez más rápido a medida que notaba su aceptación y los empujones que comenzó a dar para que la penetrara más profundo…

  • Ya pasó Carlos, ya pasó el dolor, te siento cada vez más grande y me encanta, sigue, dame más, me costó pero esto es la Gloria, no salgas, dame más, vas a ser el único que tendrá mi culo, más adentro, más.   

                                                  El dolor inicial había dado paso a un placer que estaba aprendiendo a disfrutar y mi ego de parabienes.  Cuando noté que me iba a correr ella se dio cuenta y me dijo.

  • Espera un poco más y lo gozamos juntos, nunca pensé que iba a tener un orgasmo así.  Ya está síííí…

                                                  Me vino justo pero lo conseguí porque cuando le empezaron a temblar las piernas y empujaba su culo con más fuerza hacia mi pelvis yo me corrí dentro de ella, era la primera vez que sentía leche dentro de su cuerpo y le gustó, me pidió que siguiera moviéndome hasta que se me bajara la erección pero el morbo ante sus gritos y su primer rechazo y luego su receptividad y el placer que me mostró llevó a que antes de salirme todavía le volviera a dar otra descarga de semen.

  • Gracias Carlos, me has hecho muy feliz, tanto como nunca pensé que lo sería, me habría gustado ser tu novia, eres la persona más buena que he conocido y que conoceré, no te olvidaré nunca y si nos volvemos a encontrar follaremos otra vez aunque esté casada y te reitero lo que te dije antes, mi culo tiene desde hoy un único dueño y seguramente te va a extrañar.

                                                  La chica estuvo entre mis brazos hasta que se hizo de noche, me ofrecí a acompañarla a su casa y aceptó, ya bajábamos en el ascensor cuando me acordé de algo y volví a por la caja de cartas de Daniel, en la calle al salir y en el primer contenedor de basura Sonia se adelantó y me abrió la tapa para que echara la caja, las cartas y el pañuelo también se fueron al fondo.

  • Me ha dado pena tirar el pañuelo.
  • No te preocupes, tienes el original, mis tetas también son tuyas, si alguna vez vengo a Madrid te avisaré y pasaremos una tarde o una noche entera juntos.
  • Te cojo la palabra.

                                                  En la esquina donde siempre nos separábamos le fui a decir adiós pero ella me cogió la mano y me dijo.

 
  • ¿No vienes?
  • Claro, es que creí que tu tía te vigilaba.
  • Ahora ya no, como estoy comprometida con el terrateniente, mis padres ya no temen por mi honra.
  • Joder cómo han cambiado las cosas.

                                                  En el portal de su casa nos despedimos definitivamente, quise darle dos besos en las mejillas pero ella me cogió con las manos la cara y me dio un beso en la boca que me dejó casi sin respiración, abrió el portal y tiró de mí, no tuve miedo a que pasara algún vecino pero saqué la polla y le cogí del culo y la levanté, Sonia se colgó de mi cuello y la apoyé contra la pared, se dejó caer sobre mi polla y se la clavó, saltó dándome besos en el cuello y hasta un chupetón que me marcó un morado, me corrí cuando ya no podía aguantar más y ella me siguió, al bajarle caí en la cuenta, no llevaba condones y si los hubiera llevado ya era tarde.

  • Lo siento Sonia pero me he corrido dentro de ti, no he podido vencer la tentación, quería ser el primero en todo.
  • No te preocupes, mañana creo que me baja la regla, soy como un reloj.

 

                                                  La vi subir la escalera poniéndose un pañuelo entre las piernas porque le salía la leche que le había inyectado, fue la última vez que la vi.

                                                  En clase Rosa nos informó oficialmente que Sonia había renunciado al curso y por lo tanto yo ocuparía su plaza, esto no me lo esperaba y me hizo muy feliz, ya era de hecho alumno oficial, al pasar por mi lado Rosa me dio la enhorabuena porque era su alumno preferido pero me dijo al oído.

  • Me da la impresión que ya sabías que Sonia no iba a volver, ¡ah! y ponte algo en el cuello porque te ha dejado un morado que tardará en desaparecer.

 

                                                  Por la tarde pasé por la panadería, quería comprar un pan y aprovechar la cantidad de comida que me había preparado Julia, al entrar la pastelería estaba vacía y llamé.

  • ¡Hola, hay alguien en la tienda!
  • Sí, ya voy, un momento.

                                                  Esperé unos minutos y Vero salió sofocada, con los labios mal pintados y la ropa un poco revuelta, forzando una sonrisa me preguntó.

  • Hola Carlos, ¿un pan como siempre?
  • Sí pero… si puede ser sin leche.
  • ¿Qué quieres decir?

                                                  Le señalé a su mejilla que tenía pegado un goterón de semen y de reojo miré en el obrador y por el reflejo del cristal de la puerta vi la sombra de un hombre que se subía los pantalones.

  • Uf, perdona voy a lavarme.
  • Te lo agradezco pero si quieres vuelvo más tarde...
  • ¡Hombre Carlos, qué alegría me da verte!, ¿ya has vuelto?
  • Sí señor Paco, he estado unos días en el pueblo con la familia.
  • Ah, muy bien, yo ya me iba.
  • No sabía que se quedaba hasta tan tarde.
  • Sí, es que siempre hay algo bueno que hacer, me alegro que hayas vuelto.
  • Y yo señor Paco, ¡ah! a mi familia les ha encantado sus pasteles, es usted un verdadero artista.
  • Jajaja, eso no es nada, ahora tengo entre manos un nuevo proyecto en el que colaboran Vero y mi mujer.
  • ¿Y le va bien?
  • De maravilla muchacho, de maravilla y creo que en parte es gracias a ti.
  • Pues me alegro y espero que dure mucho.
  • Y yo también si aguanto el ritmo, jajaja.

                                                  Cuando salió Vero arreglada le miré incrédulo, no me podía creer que la leche que llevaba pegada en la cara fuera de su padre.

  • Sí, mi padre es un artista, no dejo de admirar sus habilidades.
  • Perdona que me entrometa pero… ¿esa leche que llevabas pegada era de tu… padre?
  • Si Carlos, las cosas han cambiado un poco, no sé cómo se ha enterado de lo mío y lo de mi madre y lo raro es que no se ha enfadado pero ha cambiado radicalmente, antes no salía del horno pero ahora se queda más rato y antes de irse le tengo que dar una mamada pero no para la cosa ahí, cuando llega a casa cenamos pronto y cuando se va a la cama en la mesa dice. -Inma ven a la cama que te voy a follar antes de dormirme, así descanso mejor- y eso todas las noches.
  • Vaya ¿y se van a follar así sin más, y lo dice delante de ti?
  • Claro y se folla a mi madre haciéndole dar gritos cuando se corren.
  • ¿No saben que lo estarás oyendo?
  • Y tanto, a veces si no le gusta cómo lo hace o está más caliente, me llama -Vero ven a ayudar a tu madre que me hace falta más mujer- y cuando voy entre las dos le hacemos que se corra dos o más veces, es un semental.
  • No me lo hubiera imaginado nunca, siempre tan callado y trabajador…
  • Pues ahora está mirando el reloj para empezar la sesión.
  • ¿Y tú cómo vas de novios?, te veo más delgada eso será porque haces mucho ejercicio, jajaja.
  • A lo mejor pero ahora salgo con otro chico, el anterior era muy flojo, se corría al momento de meterla, no tengo suerte, después de probarte a ti ya es difícil comparar.
  • Pues me alegro por los cambios, así la familia seguirá unida.
  • Y tan unida, por la polla de mi padre, jajaja.

 

                                                  Aún con los zarandeos del ascensor no se me quitaba de la cabeza la imagen de Vero mamándole la polla a Paco y menos las dos sobre él follándolo hasta dejarlo rendido.  Yo sólo me reía al pensar en ello.

                                                  Adela se comportaba exactamente igual que siempre, vistiendo provocativa y a la última moda, acudía a las clases sin el menor interés pero la demás chicas le hacían coro, su actitud hacia mí seguía tan normal como siempre, estaba claro de que no sabía los proyectos de su marido conmigo.

                                                  Por la tarde al cruzar una esquina vi a Paco salir de la panadería, se iba arreglando los pantalones y nos saludamos al cruzarnos, estaba contento porque me dio una palmada en el hombro.

  • Adiós muchacho, ahí tienes a Vero, ¿te has fijado el cambio que ha dado?  Me gusta mucho y todo gracias a tu ayuda, voy a casa que tengo mucha hambre y luego… me relajaré un poco y a dormir prontito, que mañana hay que madrugar.

                                                  Cuando vi a Vero que salía del aseo de la tienda ya estaba arreglada, con los labios bien pintados y el pelo recién peinado, me dedicó una sonrisa y se puso de todos lados para que le diera el visto bueno.

  • Acabo de cruzarme con tu padre, iba radiante de contento.
  • Sí claro, hoy ha tenido ración doble, jajaja.
  • Pues tenía intención de seguir después de cenar con tu madre.
  • Seguro.  ¡Ah!  Casi se me olvida, el otro día vino la costurera aquella que conociste el primer día y que se enfadó al pensar que serías su competencia, ¿te acuerdas?
  • Sí ya me acuerdo, ¿aún está enfadada?
  • Nooo que va, venía muy preocupada porque le está haciendo un vestido de novia a una chica bastante rica que vive cerca y que no acaba de acertar en el problema, me dijo humildemente si te podría decir si le podías aconsejar algo, yo sabiendo como se había portado le dije que te lo preguntaría antes, tú dirás.
  • Por mi no hay problema, no soy nada rencoroso pero… no le va a salir gratis…
  • En eso no hay problema, me dijo que pagaría lo que le pidieras.
  • En ese caso… vale pero veremos si a la hora de pagar mantiene la palabra.
  • En eso no tendrás problema, se juega el prestigio.

                                                  Habían pasado tres días cuando llamaron a la puerta del patio.

  • Hola, soy Paqui la modista, creo que Vero te ha hablado de mí.
  • Sí, sube Paqui.

                                                  Al momento el ascensor llegaba a mi piso y la mujer salía sonriente, le hice pasar a mi taller y le pedí que me explicara el problema, llevaba plegado un vestido de novia de un tejido precioso y muy caro pero según me contó no le sentaba bien a la chica que se casaba la semana siguiente con un rico empresario y ella se pasaba las noches corrigiéndolo.

                                                  Le eché un vistazo y al verlo se me encendió la luz, vi que una pieza estaba mal cortada y le deformaba el delantero, calculé la manera de solucionarlo y tuve unas ideas que se podían solucionar con unos accesorios, unas flores o algo así, al explicárselo lo comprendió enseguida y se alegró infinito, mi idea quedaría perfecta según ella y en un impulso me dio un beso en la mejilla de agradecimiento.

  • ¡Qué contenta estoy!, gracias Carlos y perdona lo mal que te recibí el primer día, creí que venías a quitarme el pan de mis hijos.
  • Nada de eso, yo sólo quiero aprender.
  • Pues lo haces muy bien y te estoy muy agradecida, pero dime lo que quieres que te pague, no me importa si eres caro.
  • No soy caro, a mi el dinero no es lo que más me gusta, lo que más me gusta es esto…

                                                  Le puse las manos en las tetas, las tenía juntas haciendo un canalillo imposible de separar pero se quedó helada.

  • Pero… ¿qué haces?, yo quiero pagarte pero esto…
  • Yo quiero cobrar pero mi tarifa es esto precisamente.
  • Pero yo estoy casada y con hijos.
  • No me importa, ahora y aquí sólo estamos los dos y de aquí no saldrá nada, nadie lo sabrá, ni siquiera Vero.
  • Pero… es que así…
  • Demasiados peros, dijiste que me pagarías lo que fuera y que tenías palabra.
  • Sí claro palabra sí pero no me esperaba esto… si se enterara mi marido con lo celoso que es…
  • No te preocupes por eso, si quieres piensa que yo soy tu marido y verás que sencillo es.
  • No sé… en fin, si es tocarme las tetas un poco, vale.

                                                  Le cogí las tetas por detrás y ella apoyada a la mesa de corte murmuraba el nombre de su marido como si estuviera con él, mis manos pasaron por debajo de la camisa y le solté el cierre del sujetador y las dos tetas cayeron como frutas maduras, la modista elevaba la voz cada vez que le pellizcaba los pezones nombrando a su marido, estaba excitada pero parecía que rezaba la letanía, saqué la polla y la apoyé entre sus nalgas que con la falda ancha que llevaba se le incrustó entre ellas.

  • ¡Ooooh!  Esto ya no es de mi marido, esto mi marido no lo tiene, que dureza y que tamaño, Carlos, ¿cuánto te debo?
  • Mucho Paqui, mucho.
  • Pues empieza a cobrar.

 

                                                  Paqui se agachó separando las piernas, le quité la camisa y el sujetador cayó enredado junto a ella, levanté la falda y tiré de las bragas, Paqui facilitó las cosas bajándolas hasta el suelo y volvió a su posición.

  • Ahí voy Paqui, sujétate bien.
  • Con cuidado por favor, la tienes muy grande.
  • Tranquila le he echado crema.
  • Mejor, gracias. ¡Oooh, que grande!, es más de lo que parecía y que dura la tienes Carlos.
  • Piensa en tu marido Paqui.
  • A la mierda mi marido, fóllame y párteme el coño, es una maravilla, oooh que gustooo, sigue así y no pares, me voy a correr pero no quiero tan prontooo.
  • Tranquila tendrás más orgasmos, disfruta de este.
  • Síii, oooh me corrooo, me voy a desmayar.
  • No te caerás, te tengo empalada, ahora te voy a dar más gusto todavía.
  • ¿Más?  No puede ser, ya estoy en el cielo.
  • Agáchate un poco más y verás las estrellas también.

                                                  La crema ayudó mucho pero aún así la polla entró forzada, el esfínter no estaba dilatado y era la primera vez que lo visitaban, quiso esquivarme pero contra la mesa no podía huir y la polla no tuvo compasión, la metí toda y de una vez.

  • ¡Por todos los cielos me estás abriendo en canal, noto cómo me desgarras el culo!
  • Relájate que sólo será un momento, luego me pedirás más.
  • Sí, si me gusta, ya me estoy acostumbrado, sigue un poco más despacio.

 

                                                  El vestido de novia le iba a salir caro pero ella estaba dispuesta a pagar bien y cuando me corrí quedó un poco decepcionada, esperaba más y me lo dijo.

  • Uf, nunca lo había hecho por ahí, sólo me ha faltado un poquito para correrme otra vez.
  • Espera Paqui, me falta otro asalto y estaremos en paz.
 

                                                  Le volví a meter a polla en el coño, realmente ni se lo había visto pero imaginaba que sería más o menos como otros pero le propiné otro orgasmo que disfrutó y cuando me iba a correr le di la vuelta y le hice abrir la boca, bombeé adentro y le lancé chorros de leche que algunos le regaron las tetas.

  • La leche que tienes en la boca es para ti, quiero que te la tragues, la de las tetas se la puedes guardar a tu marido.
  • Oooh, que follada me has dado Carlos, viéndote no me lo habría imaginado.
  • Eso te enseñará a no prejuzgar a nadie.

                                                  La mujer salió escocida pero contenta con el vestido blanco en brazos y las piernas medio abiertas, luego entró en el ascensor y desapareció para abajo.

                                                  Estaba orgulloso, la mujer que me había recibido de malas maneras ahora se iba contenta conmigo por muchos motivos, tenía resuelto su problema con el vestido y sobre todo en lo personal se iba a casa bien follada, el problema sería cuando hiciera las inevitables comparaciones, no quisiera estar presente pero tenía la certeza que no sería la última vez que buscaría mi “consejo”.

Continuará.

Agradezco sus valoraciones y comentarios.

Gracias.

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