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Me hicieron creer que era afeminado. (45)

en Amor filial

                                       

Antes de irse doña Alicia eligió la tela que le gustó, era sobria y según sus gustos le hice un boceto del vestido que pensé para ella.

Tengo que reconocer que me gusta Carlos pero es imposible que yo me ponga eso, y menos salir a la calle en la boda de mi hija, imagina qué pensarán todos de mi, soy una persona respetada y mi marido todavía más, aunque reconozco que me gustaría ponérmelo así no saliera de mi habitación pero procura quitarle todos esos adornos porque tendría un gran problema sobre todo con mi marido.
Sí que lo siento doña Alicia, pero si me perdona no le haré demasiado caso aunque le prometo que no se sentirá avergonzada.
¡Qué ilusión Carlos!, confío tanto en ti… hoy me has hecho feliz y tengo tan pocos momentos así…
Tranquila, cuando le haga la primera prueba ya verá como le encanta.
La próxima visita que tuve no fue ni Cari ni su madre, me extrañó ver a Cecilia sola, me dio una mala sensación, por un momento creí que se habían echado atrás y que no se casaba la niña, no me habría molestado todo lo contrario y habría anulado la orden del pedido de la tela pero no tenía la cara de venir ni apenada ni enfadada, se acercó a Rosa y la llevó a un rincón discreto y le dijo…

Perdone que la moleste pero el otro día oí a doña Alicia contarle a una amiga que le iban a hacer un vestido para la boda y entonces caí en la cuenta de que, además de esta falda y la rebeca, yo no tengo nada qué ponerme, siempre visto así, como si fuera un hábito, me he acostumbrado y no lo echo en falta pero pensé que si pudieran hacerme un precio ajustado ya que van a hacer dos vestidos pueden compensar el precio a los de ellas, ¿me entiende? y yo podría lucir por una vez un poco.
No sé qué opinará Carlos, él es quien decide y eso que me propone…
Sería como una obra de caridad, nunca me ha mirado nadie, siempre he sido gris como mi ropa y por un día me sentiría como Cenicienta.
Espere y hablaré en privado con mi marido, intentaré convencerle pero no prometo nada, es muy recto en sus normas.
Claro, lo entiendo lo primero son las normas…
Rosa vino al taller, al verla sonriente me extrañó bastante pues al ver a Cecilia no quise saber más y me volví a mi refugio

¿A qué no sabes quién ha venido a visitarnos?
Sí, ya lo sé, la he visto entrar, no he querido oír sus malas noticias.
¿Qué malas noticias? Todo lo contrario, viene sola para proponernos o proponerme que interceda para que le hagas un vestido sencillo pero bonito, no tiene mucho dinero pero sugiere que repartas parte en los de las amas.
¡No me digas!, ¿y qué opinas tú?
Pues no sé, es bueno que vean tus modelos y tres en una boda como esa…
No creo que esa boda llegue a celebrarse y casi lo deseo, Cari es una buena chica.
En cualquier caso harías feliz a la mujer y eso sé que te gusta ¿o no?
¿Qué quieres decir mujer?
Bah, no te hagas el tonto, vi como la señora Alicia te mostraba las tetas que tenía Cecilia cuando le sacudía las migas, jajaja.
Vaya con Rosa, no se le escapa una, jajaja. ¿Y qué pretendes que haga?
No sé lo que sea, que se sienta como ella dice Cenicienta por un día, jajaja.
Vale, ya veremos que se puede hacer pero ya sabes las normas… jajaja.
Según sus palabras “lo primero son las normas”
Buen comienzo, ahora salgo pues.
Rosa me precedió y cuando llegué junto a ellas me recibieron sonrientes, mi mujer le había dicho que insistió mucho para conseguir que cediera porque era muy estricto a lo que ella contestó que no tendría queja con ella, se frotaba las manos nerviosa cuando le dije que lo haría por ella pues me había caído muy simpática, se le notó que se ponía como un pavo real y me siguió al taller. Rosa llamó a Bea encargándole que me ayudara en la “toma de medidas”

Bea ya venía informada por mi mujer del proyecto y volvió a subir a la tienda, apenas unos minutos después bajó junto a nosotros con una caja de cartón.

Bien ya estoy aquí Carlos, tú dirás, ¿te ayudo en las medidas?
Me harías un gran favor, ayer me hice un esguince en el hombro y no me puedo mover con soltura, si quieres tú le tomas medidas y yo anoto, de todas formas me fijaré cómo lo haces.
Uy, estoy nerviosa, nunca me han hecho ninguna ropa a medida, no sé qué hacer…
Tranquila, mi compañera le indicará, está en buenas manos ¿verdad Bea?
Claro, en las mejores…después de las tuyas…
A Bea no le iban los rodeos y con pocas señas le indicó que debía quitarse la rebeca gris, estábamos los tres en el probador rodeados por los tres espejos de pared y para guardar las apariencias cerró la puerta (por si entraba alguien) debajo de la rebeca abrochada al cuello llevaba un suéter del mismo color y tejido con las mangas hasta los puños, la falda por debajo de las rodillas , con el zapato plano aún así era más alta que la joven que llevaba tacones por eso mi chica cuando le quiso quitar la rebeca por detrás de ella se subió a la banqueta del probador.

Cecilia llevaba el pelo recogido en un moño en la nuca y lo primero que hizo fue soltarlo, una cascada de pelo rizado le cubrió los hombros, se la notó asustada por que le hubiera sorprendido con esto pero le apartó el pelo a un lado y le dijo al oído para que yo no la oyese…

Tiene un pelo precioso Cecilia, es una pena que no lo luzca.
Ya me gustaría pero no debo, sería como una provocación y en la casa no se permiten esas licencias.
Le propongo una cosa, como ve estamos los tres solos y le puedo asegurar que Carlos es muy discreto, me gustaría verla disfrutar en privado de sus gustos más secretos, nos los puede confiar.
Uf, son tantos pero el que más me tienta es ver una pastelería y no entrar, primero pido uno y luego otro y me pierdo, ¡uy! no sé cómo lo he dicho, qué apuro.
Tranquila Cecilia, esto es como un confesionario, lo que se diga o pase aquí se queda aquí.
Levantó la melena para sacarle el cuello de la rebeca, tenía una buena mata que al dejarla caer se extendió por los hombros, tiró de las dos mangas de la prenda hacia atrás y la mujer nos mostró el pecho que escondía debajo del suéter que llevaba siempre, se notaba que había tenido mejores épocas, buscó mi mirada y la encontró pues yo la miraba también a ella y sonrió, Bea le enseñó la camisa que llevaba puesta, era también oscura pero con unos adornos que figuraban flores.

A Cecilia se le abrieron los ojos como platos, se mordió el labio mortificándose, Bea no le hizo caso, tiró de la orilla inferior y la fue subiendo lentamente hacia arriba, quería ver la reacción de la mujer y parar si se sentía ofendida.

Nos admiramos los dos, cerró los ojos y se volvió a la única pared que no tenía espejo pero no se opuso a que siguiera quitándole el suéter.

Nos llevamos otra decepción, debajo de la prenda de punto llevaba una camiseta de algodón de manga corta y debajo ya se le adivinaba el sujetador.

Una vez ya “autorizada” a quitar prendas no se amilanó y siguió con la camiseta, tuvo que tirar de ella para sacarla de la falda plisada pero la llevaba tan apretada que no pudo, sorprendentemente fue ella la que soltó el cierre de la falda y aflojó la cintura, no soltó la falda pero ya tenía las manos ocupadas.

Bea sacó de la caja otra “arma seductora” un sujetador que ni ella misma se pondría, era tan sumamente provocativo que apenas si cubría el pezón y al verlo en el espejo la mujer se tapó la cara y lo alejó de su lado.

Hizo cómo si se espantara también, le pidió mil perdones alegando que se equivocó de etiqueta y le propuso dejarle el suyo, la mujer negó tajante con la cabeza pero cuando abrió la blusa y lo vio bajó los brazos rendida.

La dependienta tenía un gusto exquisito sobre todo en lencería y cuando hacíamos un pedido ella aprovechaba y se compraba los caprichos que le gustaban, tenía un fondo de armario inmenso, todo ordenado y plegado pero aquel era irresistible incluso para Cecilia.

Se colocó en el centro del probador donde los espejos la reflejaban por los tres ángulos y soltó el cierre, con la lentitud de cámara lenta desprendió los tirantes y las copas delante de ella.

La mujer hizo por cerrar los ojos o mirar para el otro lado pero los espejos le mostraban lo mismo, a la preciosa joven con las tetas duras como piedras y con aquel sujetador primoroso.

A mí ya me hacía efecto aquella visión ya lo vio reflejado por triplicado, con el sujetador en la mano lo puso por encima del de Cecilia.

La mujer vio por un momento el efecto que le hacía y no pudo resistir la tentación, en un arrebato de valentía o inconsciencia se quitó el suyo y lo tiró a un rincón sobre su suéter.

Miré a Bea y la vi encandilada mirando a los espejos, escondía unas tetas preciosas, en punta con unas areolas anchas, morenas como su pelo y con un pezón que podría amamantar a un bebé con dientes.

Se preocupó de apoyar las copas sobre las tetas de Cecilia y ella instintivamente se las cubrió, éste movimiento tuvo dos efectos a la vez, sus manos llegaron primero y las de la mujer las apretaron sobre sus pezones y la otra que al soltar la falda que sujetaba se cayó al suelo.

Sus manos no sabían adónde acudir, le estaba apretando las manos a Bea contra sus tetas intocadas por nadie y su falda pudorosa estaba en el suelo dejando ver sus prendas íntimas, más secretas que una tumba de faraón.

Al notar que seguía sujetándole las tetas y que a la vez la cubrían de mis posibles miradas se desentendió de ellas y se agachó a por la falda, al ser tan estrecho el probador y con tres personas adentro tuvo que ponerse en cuclillas y separó las piernas, las bragas de algodón no ajustaban muy bien y lo que mostraron nadie lo esperaba.

Se vio por triplicado la ingle limpia de vello y al momento asomó el labio derecho de su coño, fue en un segundo pero quedó tan al descubierto que no tuvo ni fuerzas para ocultarse, levantó la mirada al espejo y nos vio las caras de asombro, ¡la habíamos descubierto!

Con la cara al suelo roja como un tomate maduro se incorporó, no le habríamos preguntado nada pero ella misma confesó.

Siento horror, vergüenza y me quisiera morir pero no lo puedo seguir ocultando, necesito decírselo a alguien…
No se preocupe mujer, como le dije lo que pase aquí es confidencial.
Gracias pero lo debo decir y descargar mi conciencia, me he cortado el pelo de la vulva.
Bueno eso no tiene importancia, un poco recortado…
No, un poco recortado no, completamente pelado, como un bebé.
Tampoco pasa nada pero… ¿por qué lo ha hecho?
Ya sé que es cosa de mujeres un poco…no puedo decirlo pero siempre tuve la tentación y el otro día el señor dejó olvidada la maquinilla de afeitar y se la cogí recorté con las tijeras la maraña que llevaba de rizos y luego apuré hasta no dejar uno, reconozco que me sentí bien cuando me puse un espejo entre las piernas, nunca me había visto lo que tenía y me gustó, toque primero con miedo y al notar que no era malo seguí hasta que casi me caigo al suelo de gusto.
Pero mujer… eso no es nada y eso lo hacemos muchas mujeres, no piense mal por eso, yo misma voy siempre depilada.
¿De verdad?, yo creía que era cosa de cupletistas y…
¡Qué va! Mire yo…
Bea estaba deseándolo y yo también, su falda y sus braguitas mínimas desaparecieron como por encanto y subió a la banqueta para que la viera mejor.

¡Oh, que preciosidad! A usted si que le sienta bien porque lo ha hecho con cuidado, yo en cambio me he dejado algunas mechas, pero… ¿qué dirá Carlos?
No se preocupe, yo también me depilo y todo el cuerpo además.
Tampoco quise dejarle dudas y con la misma rapidez de Bea quedé como ella en traje de Adán.

En lo último que se fijó Cecilia fue si tenía pelo o no, su vista fue a mi polla que pelada y en todo su esplendor la señalaba directamente, no apartaba la vista por nada y fue Bea la que la sacó de la hipnosis, alargó la mano y me cogió la polla del tronco, casi en los huevos, le alcanzó la mano y la dejó al lado de la suya sobre mi polla.

La mano se cerró como un cepo y al ver que todavía le sobresalían dos dedos de capullo se arrodilló frente a ella. Bea quitó lentamente su mano para que la mujer pusiera la suya y con las dos juntas la acercó a su nariz, la oímos aspirar como si fuera la más fragante rosa y cuando quiso probar su sabor sacó la punta de la lengua hasta tocarla temerosa,

Fue cosa de un segundo, quitó la mano que tenía delante y abrió la boca y sus labios tocaron la otra mano, vimos desaparecer más de media polla en su boca de una vez, le cogí la cabeza temiendo que se atragantara con la otra media y Bea pasó las manos por debajo de sus brazos hasta alcanzar sus tetas.

Como las alas de un pavo real Cecilia alzó los codos para permitir que le agarrara sus tetas tantos años escondidas, suspiró al notar los dedos suaves atraparle los pezones tirando levemente de ellos.

Bea me hizo subir a la banqueta y por consiguiente Cristina se levantó del suelo, las bragas de hilo cayeron cuando tiró de ellas, las nalgas níveas de la mujer nunca vistas por el sol aparecieron como dos lunas juntas y Bea se arrodilló y las besó lamiendo entre ellas.

Con mis manos guiaba a la inexperta de su cabeza y por consiguiente a su boca, sus dientes, de vez en cuando, me rozaban el capullo y yo se lo hacía saber tirándole del pelo, le follé la boca o mejor dicho me la folló ella a mí.

Bea seguía con sus progresos, ya había conseguido que las piernas se fueran abriendo, con los pies separados a más de medio metro, pudo meter la mano, realmente tenía un coño abultado, mofletudo y carnoso, se notaba al tacto los restos de pelo duro pero eso le hacía mover las caderas.

Por el momento no quiso meterle los dedos en la vagina, seguramente sería virgen todavía pero el clítoris sí que fue estrenado por su mano experta.

Con la boca llena gemía moviendo el culo para que la acariciara más y mejor, cuando noté el mordisco en todo el tronco no pude tirarle del pelo, lo hice pero fue igual estaba agarrotada mordiendo sin piedad porque se estaba corriendo como una perra, posiblemente su primer orgasmo pero fue tremendo.

Le hice señas para que aflojara pero en vez de eso aceleró y el mordisco fue a más, estaba preocupado cuando tuvo que respirar, abrió la boca y volvió a cerrarla con fuerza pero para entonces ya había sacado la polla de sus fauces.

Mi “venganza” fue radical, bajé del taburete y aparté a Bea, ésta le había provocado una caída de flujo que me sirvió, ella fue mi ayudante, apoyó el capullo donde sabía que estaba la vagina y me dio una palmada en el culo como a los caballos.

Ahora lo siento pero en aquel momento la clavé entera y sin anestesia, apoyando las manos en el taburete recibió resignada mi verga entera, se le notaba que sollozaba porque las tetas le saltaban colgando pero mi polla no paró.

¡Por todos los cielos, que salvaje, eso no se le hace a una señoritaaaa!
Creí que le había gustado en la boca.
En la boca sí pero en mi sexo no, no había entrado nada por ahí nunca.
Ya no lo puede decir, está muy estrecha pero muy apetitosa.
Dios, que dolorrr, ¡me está rompiendo a trozos! Aaaag.
No se preocupe, esto pasa pronto, ¿a qué sí?
La verdad es que sí, siga como va, ya se me calma el escozor.
Le dije a Bea con la mirada que estaba a punto, la mujer ya se había vuelto a correr y las piernas se le doblaban, no podía más, le temblaban las rodillas y yo me iba a correr sin remedio.

Encontró la solución, la mujer no era demasiado joven pero podía seguir fértil todavía, quizá por eso escupió entre las nalgas, me sacó la polla del coño y la subió al culo, cuando gritó ya era tarde para lamentaciones, el capullo ya estaba adentro y el resto no tardaría en estarlo, me compadecí de ella y quise sacarla pero desde abajo de su pecho oí con una voz apenas audible.

¡Si la sacas ahora te mato, cabrón!
¿Qué has dicho, no te oigo?
Que no se te ocurra sacar esa polla de mi culo, me voy a correr una vez más y quiero que tú también lo hagas, ahí no hay peligro.

Me convenció al momento y me clavé a fondo, Bea le agarraba las tetas y las mordía, la mujer gemía y jadeaba pero las piernas a punto de caer seguían temblando, noté como manaba flujo del coño empapándome los huevos y le llené el culo de leche.

¡Aaaah! Que gusto, tanto tiempo esperando, valió la pena, eso ha sido una follada completa, gracias Carlos y a ti también Bea, me has lamido y chupado las tetas como nunca, una vez quise hacerlo yo pero no llegué más que a lamer con la punta de la lengua.
Cecilia se sentó en el taburete de lado, manchó la tapicería de blanco, no podía enfadarme con ella porque la mitad de aquel blanco era mío.

La mujer nos sorprendió otra vez, ya contábamos con vestirnos cuando cogió de las manos a Bea y le pidió.

Me gustaría saber a qué sabe tu coño, tan bien depilado debe saber como a un pastel de crema.
No dijo nada pero subió un pie al taburete y acercó la boca a los labios mayores, la chica me miró, me cogió la polla y la apretó, estaba arrugada pero no la soltó, sabía lo que hacía, le estaba comiendo el coño de una forma desconocida para ella y se corrió en su boca al poco rato.

Cuando quitó la boca de la entrepierna de Bea relamiéndose y limpiándose con el revés de la mano, la llevaba blanca de flujo espumoso.

Parece de merengue, esta delicioso, siempre que me coma un pastel me acordaré de ti, gracias por el regalo.
Al salir del probador no dimos cuenta de que no llegamos a medir a la mujer pero nos dijo que volvería otro día con menos prisa, la vimos tambalearse al subir la escalerilla que comunicaba con la tienda y al volverse nos lanzó un beso al aire.

Rosa nos miraba sonriente, Elena se me acercó y me hizo notar la mancha de leche que asomaba por la bragueta todavía seguía goteando.

La visita de mi tía Julia con su hija me pilló por sorpresa, no quisieron avisar para darme una alegría mayor y lo consiguieron, cuando las vio Rosa aparecer por la puerta de la tienda me llamó, las acompañó adonde yo estaba y entre las dos preñadas se entabló un intercambio de experiencias y consejos, las dos estaban bastante adelantadas y había venido a una revisión rutinaria a un médico de Madrid.

Ya habían estado y después de unas pruebas le dijeron que todo estaba bien, a la alegría del resultado decidieron que fuéramos los primeros en saberlo, era un niño y tenía un tamaño y un peso excelente, Rosa le comentó que ella esperaba a un niño que jugaría con Carlitos.

Luego de cerrar fuimos a casa, Rosa las invitó con todo cariño y decidieron quedarse esa noche, la señora que nos atendía la casa había preparado algo de cena aunque Rosa cocinaba siempre algo más pero mi tía Julia se empeñó en hacernos una cena de las que sabía que me gustaban a mí.

Déjame Rosa, quiero prepararos algo que sé que le gusta mucho a Carlos, siempre se lo hacía cuando quería agasajarlo.
Rosa me miró comprendiendo el agasajo que me haría en la cama después pero sonrió y la dejó hacer. Con toda la disposición se metió en la cocina y con el delantal se puso a cacharrear, mientras nosotros nos sentamos en el salón para hablar de cosas del pueblo aunque el mono tema fue de las dos embarazadas, las vi tan ilusionadas que con sólo enterarme que mi madre y Carlitos estaban bien me dediqué a escuchar.

Las dos compartieron sus dudas y consejos, mi prima estaba preocupada porque le habían salido grietas en el vientre y se las enseñó o mejor nos las enseñó, llevaba un vestido premamá muy holgado que le acababa de comprar Julia en unos grandes almacenes y no había podido resistir en ponérselo.

En un principio se subió la falda hasta el estómago todo el bombo con el ombligo un poco salido apareció como si la luna llena entrara en casa, pero no contenta con eso quiso subírselo hasta el cuello para enseñarle las grietas que le habían salido también en el pecho, desde la cocina se oyó a Julia decir.

Cris, ten cuidado con el vestido nuevo, no te lo arrugues que lo acabas de estrenar.
Tranquila mamá, ya me lo quito.
Vale hija, no te resfríes.
Mi prima tiró del vestido para sacarlo por la cabeza pero no pudo y Rosa acudió en su ayuda, se le había enredado en el pelo y las mangas no daban más de sí, vi que por debajo del sujetador iban saliendo dos masas blancas que cada vez que estiraba el vestido iban haciéndose más y más grandes.

Al final el vestido se soltó pero las dos tetas de Cris cayeron antes pesadamente sobre su estómago, recordé aquellas tetas gemelas a las de su madre, cuando las besé por primera vez, eran tan suaves y duras a la vez que me encantaron y a ella también que lo hiciera, desde entonces aprovechaba siempre la ocasión para hacerlo.

Ésta vez no fue diferente, a la vez que Rosa le desenredaba el pelo del vestido cogí las tetas con las dos manos y le chupé los pezones que habían cambiado generosamente, me pareció que al chupar tenían un leve gusto diferente, al dejar una y chupar la otra vi unas gotitas de leche asomar por el áspero pezón.

Rosa desde la espalda de Cris me miraba sonriente, le saqué la lengua mostrándole mi descubrimiento pero Julia desde la cocina nos aclaró el tema.

¿Sabéis una cosa? Cristina ya tiene leche, desde hace unos días moja el sujetador, le he dicho que se ponga un pañuelo o algo, no creo que sea la leche para dar a mamar a la niña pero me he emocionado, ¿os lo podéis creer?
Es una noticia estupenda, me gustaría que Rosa también tuviera, me gusta mamar de una teta.
Jajaja, ¿qué no te gustará a ti de las tetas? Jajaja.
Es que son deliciosas y ahora más todavía.
Sí, ya me ha ganado, me tiene acomplejada, son como las mías pero ampliadas.
Jajaja, si a Amalia le pasa lo mismo… prepárate.
Eso díselo a Teresa, las tiene igual que las de tu madre pero yo creo que ya las ha sobrepasado, por lo menos necesita un sujetador una talla más grande.
No puede ser.
Sí, el otro día lo hablábamos, se probó uno de la niña y le quedaba holgado, jajaja, ¡si hubieras visto su cara!
Julia salió de la cocina secándose las manos con un paño, Rosa estaba soltándole el sujetador que llevaba subido al cuello y ella misma me mostró la leche que le manaba a su hija.

Mira, fíjate, gotea y todo pero… me parece que ya te diste cuenta truhán, le has dejado marca chupándole las areolas, jajaja.
Es un goloso, ve unas tetas y se pierde, mi marido es incorregible, menos mal que no soy celosa aunque tengo que reconocer que unas tetas como éstas no se pueden dejar de probar y menos con leche fresca.
¿Ah, te gustan? Pues pruébalas, yo también las probé el otro día para saber si era ya leche de verdad, estaban deliciosas, jajaja.
A mi mujer no hubo que animarla, mi prima de pie recibió las chupadas de Rosa, lo hizo con delicadeza porque sabía que los pechos los tendría muy sensibles y acertó porque cruzó las piernas mientras se sacudía en temblores.

Julia se emocionó de la escena y se puso a mi lado, me abrazó haciéndome notar las suyas en mi brazo, adiviné que llevaba una lencería especial, posiblemente se la había comprado también en la visita a los grandes almacenes.

Rosa siguió chupándole las tetas a Cris, ésta se sujetaba a ella para no caer, se había corrido sólo con la lengua de mi mujer y se lo agradecía mesándole el pelo.

Cenamos entre comentarios del pueblo y de la tienda, nos divertimos contándoles algún secretillo con las clientas y ellas se mondaban de risa, cuando llegó el momento de acostarse Rosa les enseñó la habitación de invitados, era hermosa y perfecta con una cama inmensa, la madre y la hija entraron con la intención de irse a la cama pero Rosa cogió a Cristina de la mano y nos dijo…

Ésta noche creo que lo ideal es que las dos embarazadas duerman juntas, tú Carlos debes hacerle los honores a Julia, que se sienta como en su casa, seguro que lo puedes hacer.
Continuará.

Si les gustó valoren y comenten.

Gracias.

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Viaje de un jubilado a La Argentina (25)

Viaje de un jubilado a La Argentina (22)

Viaje de un jubilado a La Argentina (23)

Viaje de un jubilado a La Argentina (21)

Viaje de un jubilado a La Argentina (19)

Viaje de un jubilado a La Argentina (20)

Viaje de un jubilado a La Argentina (17)

Viaje de un jubilado a La Argentina (18)

Viaje de un jubilado a La Argentina (16)

Viaje de un jubilado a La Argentina (14)

Viaje de un jubilado a La Argentina (15)

Viaje de un jubilado a La Argentina (13)

Viaje de un jubilado a La Argentina (12)

Viaje de un jubilado a La Argentina (11)

Viaje de un jubilado a La Argentina (10)

Viaje de un jubilado a La Argentina (9)

Viaje de un jubilado a La Argentina (8)

Viaje de un jubilado a La Argentina (7)

Viaje de un jubilado a La Argentina (6)

Viaje de un jubilado a La Argentina (5)

Viaje de un jubilado a La Argentina (4)

Viaje de un jubilado a Argentina (3)

Viaje de un jubilado a Argentina (2)

Viaje de un jubilado a Argentina (1)

Mis primas de la capital (30) y FINAL

Mis primas de la capital (29)

Mis primas de la capital (28)

Mi timidez y mis tías (50) y FINAL

Mi timidez y mis tías (49)

Mi timidez y mis tías (48)

Mi timidez y mis tías (47)

Mis primas de la capital (27)Estaba muy agradecido

Mi timidez y mis tías (46)

Mis primas de la capital (26)

Mis primas de la capital (25)

Mi timidez y mis tías (45)

Mis primas de la capital (24)

Mi timidez y mis tías (44)

Mi timidez y mis tías (43)

Mis primas de la capital (23)

Mis primas de la capital (22)

Mi timidez y mis tías (42)

El tío Culebra me quitó el miedo a los reptiles 1

El tío culebra me quitó el miedo. (2)

Mi timidez y mis tías (41)

Mis primas de la capital (21)

Un jubilado en el cine

Mi timidez y mis tías (40)

Mis primas de la capital (20)

Un pastor en el camino de Santiago

Mis primas de la capital (19)

Mi timidez y mis tías (39)

Memorias de un abuelo (2)

Mi timidez y mis tías (38)

Memorias de un abuelo (1)

Mi timidez y mis tías (37)

Mi timidez y mis tías (36)

Mi timidez y mis tías (35)

Mi timidez y mis tías (349

Mis timidez y mis tías (33)

Mi timidez y mis tías (32)

Mi timidez y mis tías (31)

Mi timidez y mis tías (30)

Mi timidez y mis tías (29)

Mi timidez y mis tías (28)

Mi timidez y mis tías (27)

Mis primas de la capital (18)

Mi timidez y mis tías (26)

Mi timidez y mis tías (25)

Mi timidez y mis tías (24)

Mi timidez y mis tías (23)

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Mi timidez y mis tías (20)

Mi timidez y mis tías (19)

Mi timidez y mis tías (18)

Mis primas de la capital (17)

Mitimidez y mis tías (17)

Mi timidez y mis tías (16)

Mis primas de la capital (16)

Mi timidez y mis tías (15)

Mis primas de la capital (15)

Mi timidez y mis tías (14)

Mis primas de la capital (15)

Mi timidez y mis tías (13)

Mi timidez y mis tías 12

Mis primas de la capital 14

Mi timidez y mis tías 11

Mi timidez y mis tías 10

Mi timidez y mis tías 9

Mi timidez y mis tías 8

Mi timidez y mis tías 7

Mi timidez y mis tías 6

Mi timidez y mis tías 5

Mi timidez y mis tías 4

Mi timidez y mis tías (3)

Mi timidez y mis tías 2

Mi timidez y mis tías 1

Mi coño conquistó New York. (2)

Mis primas de la capital (13)

Mi coño conquistó New York.Cuando decidí labrarme

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (3)

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (2)

Mis primas de la capital (11)

Mis primas de la capital (12)

Mellizos y gemelas, de gavilán a paloma.

Mis primas de la capitál (10)

Para un concierto lo mejor es un trío, o más.

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mis tetas decidieron mi destino por mí.

Entre mi padre y mi tía me quitaron mis complejos.

Mis primas de la capital (9)

Mis primas de la capital (8)

Ayudando a mi mamá

Mis primas de la capitál (7)

Mis primas de la capital (6)

Mis primas de la capital (4)

Mis primas de la capital (5)

Mis primas de la capital (3)

Mis primas de la capital (2)

Mis primas de la capital

Dos que valen por tres.

Al conocer mi adopción encontré la felicidad

El chat me ayudó con mi sobrina (Continuación 2)

El chat me ayudó con mi sobrina (continuación)

Mi gran desgracia mi polla Final

Mi gran desgracia mi polla continuación

Mi padre y mi tio tienen los mismos gustos

He tenido mas corridas que km. en mi carrera

Mi gran desgracia .. mi polla

Me casé con una miss

Me gusta ser chófer (TOMO II)

Me gusta ser chófer (TOMO I)

Bienvenida mi jubilación

Tengo una familia atipica pero con mucha memoriT

Bienvenida mi jubilacion tomo 2

Mi primer viaje en avión

Desde el balnerario con amor

El chat me ayudo con mi sobrina