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El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (1)

en Confesiones

EL DESPERTAR.

                                                  Mi infancia fue muy feliz, hija de un profesor con plaza en la Universidad de Santiago de Compostela vivíamos en un bloque de viviendas en el que coincidíamos con otros docentes similares, la convivencia era muy agradable y quizá por afinidad de carrera o por carácter mis padres tenían mucha amistades entre ello.

                                                  Me llamo Luz y me considero una mujer que llama la atención aunque más llamaría si me conocieran de verdad, esta es la historia de mi juventud que recuerdo con mucha satisfacción desde la madurez.

                                                  Al lado de mi casa vivía otro profesor con su familia, éste de un colegio religioso que tenía dos hijos, el mayor Cesar tenía cuatro años más que su hermana Susana de la misma edad que yo aunque mayor sólo con unos meses de diferencia, era muy activa, siempre riendo e inventando cosas nuevas, era y sigue siendo mi mejor amiga.

                                                  Mis padres llegaron a tener una gran amistad y era bastante frecuente que por cualquier motivo organizaran veladas en cualquier casa, a nosotras nos venía muy bien porque nos permitía estar más tiempo juntas hasta el punto que muchas noches nos quedábamos dormidas en el sofá y nos dejaban seguir hasta la mañana siguiente acostándonos juntas, el hermano de Susana era un poco retraído, era poco hablador y no se metía con su hermana pese a que ésta lo incordiaba continuamente con lo que nos divertíamos las dos a su costa.

                                                  La costumbre fue normalizándose y muchas noches con cualquier excusa tanto una como la otra pasaba a casa de los vecinos y con toda confianza se quedaba a hacer las tareas del colegio e incluso a cenar y de paso a dormir, Susana dormía en una habitación con dos camas al lado de la del cuarto Cesar, en mi casa en cambio al tener mi padre una habitación dedicada a despacho sólo teníamos una habitación con una cama grande para mí.

                                                  Las noches empezaban pronto por norma porque el tiempo no acompañaba y teníamos que madrugar para ir al colegio, aún así nos pasábamos ratos cuchicheando hasta que nuestros padres nos obligaban a callar.  A veces era difícil porque nos entraban ataques de risa y si la cosa se ponía seria, mi madre entraba con la zapatilla en la mano y ahí se acababa la fiesta pero nosotras no renunciábamos jamás a nuestras confidencias.

                                                  Con el tiempo Susana que parecía más interesada, quizá por ser un poco mayor, empezó a fijarse en los chicos, a mí me gustaba el tema y entre las dos íbamos haciendo un mapa de lo que creíamos que sería el mundo de los mayores, para nosotras empezaban a ser un misterio muchas de las cosas de las que antes no nos habíamos percatado y eso con la insaciable curiosidad propia de la edad nos hizo indagar por nuestra cuenta.  Para más, en nuestros cuerpos estaban transformándose una serie de detalles que no pasaban indiferentes a ninguna de las dos, sobre todo el misterio y la pregunta más recurrente, ¿Cuándo nos van a salir las tetas?

                                                  La pregunta nos obsesionaba, nos fijábamos en nuestras compañeras de clase, todas estábamos igual de lisas excepto Carmen que quizá por estar más rellena se le notaban unas incipientes tetillas que eran la envidia de todas y sobre todo de los chicos, siempre que nos acostábamos juntas lo primero que hacíamos debajo de la sábana era subirnos el pijama y mirarnos, pese a que ambas teníamos apenas un bultito ya veíamos las diferencias, mis pezones eran rosados, pequeños y puntiagudos, en cambio los de Susana eran oscuros y anchos, esto nos llenaba de interrogantes y con la curiosidad nos tocábamos para notar las diferencias.

                                                  Claramente no había muchas diferencias pero simplemente al tocarnos se nos ponía la piel de gallina, en principio lo achacábamos al frío de la noche pero nos dimos cuenta que nos gustaba sobre todo si nos tocábamos con las manos calientes, Susana tenía una habilidad especial para hacerme sentir “frío” porque además de gustarme los pezones se me ponían duros como garbanzos, los de ella eran todo el cerco abultado que le crecía y esto nos llamó todavía más la atención.

                                                  La curiosidad fue en aumento, ya no nos conformábamos con rozar tímidamente con los dedos ahora era la boca que soplábamos pero nos dimos cuenta que tocar con la lengua era más efectivo y rápido, la respuesta fue sorprendente la sensación era mucho más grata si Susana me besaba el pezón y yo lo hacía sacando la lengua para que su areola se hinchara como una nuez.  

                                                  Pese a la obsesión sobre los pechitos no se nos pasó por alto que cuando nos besábamos las tetas entre las piernas sentíamos un calorcito que en principio no nos importó pero cuando ya empezaron a crecer, el calor fue haciéndose más notorio e incluso nos hacía notar mojadas.

                                                  Ya claramente las tetas iban creciendo, las mías eran redondas y aunque el pezón seguía siendo pequeño y cada día más sensible, simplemente al acercar la boca mi amiga se me ponían duros y me daba mucho gusto.

                                                  Ya superado y asumido que las tetas iban creciendo nuestra curiosidad se centró en los pelillos que nos salían en las axilas, nos mirábamos con devoción incluso contándolos pero el descubrimiento principal lo hice yo al ver que en mi pubis regordete me habían salido dos pelos largos y rizados, castaños como mi trenza, Susana se miró y gritó, abrió las piernas y me enseño, ¡tenía tres morenos aunque no tan rizados.

                                                  Con las piernas abiertas y sin bragas nos escondimos debajo de la sábana, una primero y luego la otra, además de los pelillos nos dimos cuenta que había más que ver y que hasta entonces no nos habíamos dado cuenta, una serie de arrugas y pliegues que no supimos descifrar pero sí descubrimos por donde creímos que hacíamos pis, para nosotras fue un gran logro personal, un descubrimiento vital.

                                                  Allí surgió una duda tremenda, ¿cómo serían los chicos? y esa sí que era una cuestión complicada porque preguntar era impensable y otras fuentes no eran fiables, nuestras compañeras de clase divagaban en la ignorancia, por lo que a Susana se le ocurrió una idea que en principio era descabellada pero una vez meditada y con el acicate de la curiosidad pusimos en práctica.

  • ¡Lo he visto, ya lo he visto!
  • ¿Qué has visto Susana?
  • ¡Lo he visto Luz y es grande muy grande!
  • ¿El qué es grande, no te entiendo?
  • ¿Qué va a ser? lo de los chicos, tonta.
  • ¿Cómo lo de los chicos, donde lo has visto?
  • Siiiht, a mi hermano, a Cesar.
  • ¿A Cesar le has visto eso?
  • Sí y es grande… muy grande.
  • Cuéntame pero bajito que no nos oiga mi madre.

                                                  En mi habitación y en mi cama grande las dos tapadas debajo de la sábana para mayor intimidad me señaló el tamaño que decía que había visto, no me lo creí naturalmente pero ella insistía y me juraba que era verdad, me contó que había visto a su hermano en el baño sentado leyendo una revista y en la mano tenía “aquello” y que le sobresalía del puño cerrado, Cesar se puso rojo y se tapó con la revista pero ella vio que por detrás había una fotografía de una chica desnuda con unas tetas enormes.

                                                  Yo que conocía a Susana no le creí lo más mínimo, era capaz de todo para ser la primera en descubrir cosas pero ella consiguió lo imposible, la siguiente vez que fui a su casa de abajo del colchón sacó la revista, se la había quitado a su hermano que estaba en casa de un amigo viendo el futbol por la televisión, jugaban el Madrid y el Barcelona, prometía ser un partido largo y después habría tema para discutir.

                                                  Solamente la portada ya nos dejó con los ojos bien abierto y Susana pasó las paginas deprisa, creo que se llamaba “Lib” y habían muchas letras pero también fotografías, sobre todo la de las páginas centrales… nos tuvimos que separar para poder abrirlas y en ellas había una mujer joven, con unas tetas duras brillantes y unos pezones que se salían como cerezas y lo mejor era que donde nosotras teníamos cuatro pelillos mal avenidos ella tenía una cabellera que parecía una alfombra, leímos algo de “felpudo”, no sabíamos lo que era pero a partir de entonces lo llamaríamos “el felpudo”, la joven era guapa y entre las piernas casi se le veía algo pero estaba un poco difuminado, parecía que nos miraba para decirnos algo y nos miramos para ver si nosotras éramos iguales.

                                                  Nos gustaba mirarnos, entre los labios abiertos la piel era rosada y tierna y lo mejor era que nos gustaba tocarnos, estuvimos mucho rato mirando las fotos de la revista, habían páginas que estaban pegadas, tiramos con cuidado para no romperlas , tenían unas manchas amarillentas alargadas que tuvimos que despegar despacio pasando la lengua con saliva, estaba un poco salado pero al fin pudimos ver lo que había y fue una decepción, casi todo eran escritos pero Susana empezó a leer, contaba la historia de una pareja en la playa, en las fotos podían verse también, contaba que se habían quedado solos en la arena y se quitaron los bañadores, ¡oh, sin bañadores!  

                                                  Contaba cómo la chica besaba al chico en la boca y después le tocaba aquello que crecía por momentos hasta que parecía una botella de refresco y la fue acariciando, la cosa creció y creció hasta que de repente salió como el chorro de una gaseosa, a la chica decía que le había gustado y al chico más todavía pero se metieron el agua y él la tocó en el “felpudo”, la chica separó las piernas y…

  • ¿Qué hacéis todavía con la luz encendida, no sabéis la hora que es?, ¡mañana tenéis que madrugar, ale, a dormir!
  • Sí mamá.

                                                  Yo quise seguir leyendo y Susana quería ver las fotos, le quité la revista y luchamos por ella, al final pude conseguirla poniéndome sobre Susana e inmovilizarla con mi cuerpo, nuestras caras quedaron casi pegadas y entonces me fijé en su boca y le pregunté.

  • ¿Te has besado alguna vez?
  • Claro, con mi madre, mi padre, mi hermano…
  • No, me refiero si con algún chico.
  • Si, con mi primo Abel.
  • ¿Pero en la boca, cómo en las películas?
  • No en la boca no, en la cara.

                                                  Me quedé fijamente mirando sus labios y sentí una atracción que no había sentido nunca, ella estuvo quieta como hipnotizada y cuando mis labios tocaron a los suyos tenía los ojos cerrados, fue un beso tierno, sin malicia pero le pregunté.

  • ¿Te ha gustado?

                                                  Susana sin abrir los ojos ni decir nada asintió con  la cabeza, acerqué mi boca a la suya y le di otro beso corto.

  • Me gustan tus labios, son muy tiernos, ¿te puedo besar otra vez?
 

                                                  Por toda respuesta Susana me ofreció su boca, sus labios entreabiertos recibieron a los míos, el beso fue más intenso, con la presión los labios se separaron y los dientes no fueron obstáculo, al rozar la lengua de Susana me dio como un chispazo eléctrico, a ella le pasó lo mismo y cruzamos nuestras bocas para abarcar más espacio, intercambiamos lengua y saliva, nunca había probado la saliva de otra persona pero Susana era mi amiga del alma y me gustó, su lengua se enredó con la mía y mi cuerpo sobre el suyo empezó a removerse.

                                                  Ya hacía un tiempo que cuando nos acostamos juntas lo primero que hacíamos era quitarnos los pijamas, no era por nada en concreto pero nos sentíamos más unidas, el roce de nuestra piel era como un vínculo más de nuestro cariño pero ahora cuando estábamos besándonos fue como si selláramos nuestro secreto entre las dos.

                                                  Susana sin abrir los ojos movía la cara para que la besara por el cuello y las orejas, aprendí por instinto que en todos sitios le gustaba y sentía placer, mis labios recorrieron sus parpados y sus orejas, un rubor le realzaba el color de las mejillas y se extendía por el pecho, seguí el color rojizo de su piel y bajé por el cuello hasta su pecho, allí descubrí que tenía los pezones duros y salidos, los besé y gimió como dolorida, paré pero ella me ofreció el otro, lo lamí, ya no eran sólo besos, ahora descendía y lamía y besaba su estómago, su vientre y su pubis, Susana al notarme levantó el culo de la sábana separando las piernas.

                                                  A su lado de rodillas seguía con mis besos, ahora ya eran los muslos, los besé por la parte de adentro haciéndole que separara las piernas y entonces noté el aroma y la tibieza que llegaba de la ingle, acerqué los labios pero con los besos no era suficiente Susana levantaba las caderas para ofrecerme su coño, estaba abierto y mi lengua se perdió en el.

                                                  Un gemido largo y angustioso envolvió la cama pero me cogió la cabeza y la acercó donde le gustaba, el clítoris estaba ya duro y al tocarlo dio un salto, creí que le había hecho daño pero ella me gritó.

  • ¡No, no me dejes ahora, chúpame ahí, chúpame fuerte Luz.
  • Sí Susana lo que quieras.

                                                  Mi lengua recorrió los labios verticales de mi  amiga, abiertos como una flor brillaban de humedad, lamí y chupé su botoncito que cada vea crecía más.  Susana al notar mi lengua en su clítoris saltó y me acercó a la boca todo su sexo, mi lengua entró un poco por donde hacía pis o eso creíamos nosotras, un gemido lastimoso se oyó y creí que le dolía pero ella me apretó la cabeza a su entrepierna, yo seguí lamiendo y lamiendo hasta que dio un grito y se derrumbó, no sabía porqué pero continué lamiendo el botón, Susana se movía sin poder controlarse pero la tenía bien sujeta y no la dejaba de lamer.

  • Para Luz, para que me matas, no sé qué me pasa pero me mareo.
  • Lo siento creí que te gustaba.
  • Sí, claro que me gusta, me vuelves loca pero es demasiado fuerte para mi, ve más despacio.
  • ¿Así?
  • ¿Síííííííí, así me gusta, suave!

                                                  Estuvo unos momentos respirando fuerte y después de unas sacudidas por todo el cuerpo quedó rendida.  Me tumbé a su lado, me gustaba ver cómo su pecho respiraba agitadamente, me hacía muy bien saber que le había proporcionado un rato feliz con mis caricias.  Cuando pudo reaccionar me miró sonriente y sin avisar se echó sobre mí, reímos las dos jugando pero de pronto se puso seria y mirándome a los ojos me dijo.

  • Ahora te toca a ti.

                                                  Acercó su boca a la mía y me besó, sentí que aquel beso no era como el que yo le había dado en principio, ya era casi una experta porque me besó suavemente, sus labios no eran como los de mi madre, parecían de nata fresca y me gustaban, su lengua apareció entre sus dientes y buscó la mía, noté como mis pezones salían como puntas de mis pechitos pero Susana encima de mi no me dejaba de besar, buscó mis orejas, me mordió el lóbulo y me entró un escalofrío, mi pelo se erizó cuando buscaba mi cuello y mis hombros, yo estaba derrotada y con los brazos en cruz la dejaba hacer, me besó las tetas, los pezones salieron todavía más, su lengua los rodeó y sus dientes los pellizcaron estirándolos hasta casi hacerme daño pero bajó a mi ombligo, lamió y la sensación llegó hasta mi coño.

                                                  Mis piernas según ella iba bajando se abrían como un abanico y cuando se puso de rodillas entre ambas ya las tenía a cada lado de la cama, pasó sus manos por mi culo y lo subió, noté la lengua paseándose por la ingle, yo estaba loca porque me chupara mi botón pero ella parecía no darse cuenta y rodeaba mis labios hasta meter la punta de la lengua en el agujero, salté como si me hubiera pinchado y sus manos pasaron suavemente por mi culo, una sensación nunca esperada me hizo saltar hacia ella pero su boca se apretó contra mi coño y su lengua vibró en mi clítoris haciendo que me corriera sin remisión.

                                                  Vio como temblaba y se levantó tumbándose a mi lado pero al revés, sus piernas cerca de mi cara y las mías alrededor de la suya, entre gemidos y estertores vi su coño mojado y me hundí en el, mi boca lamía frenéticamente y Susana se apretó contra mí, en un abrazo jamás pensado terminamos en un baile loco que no tenía más ritmo que el que nos marcaba nuestros orgasmos.

                                                  Las siguientes reuniones además de lecciones teóricas ya fueron prácticas, nos pusimos acostadas una al revés que la otra y abrimos las piernas a la vez, los futuros “felpudos” todavía bisoños estaban abiertos y podíamos mirar lo que escondían, a la tenue luz de la lamparilla de noche con un pañuelo para que no se viera por debajo de la puerta, no se veía bien pero olía fuerte.

                                                  Mi lengua ya se había acostumbrado al sabor de aquello, estaba salado pero rico y más al saber que le gustaba a Susana, mi amiga estaba con la piernas totalmente abierta los pelillos no impedían que mi lengua recorriera todo, un bultito hasta ahora pequeño había crecido y parecía llevar capucha como los franciscanos, con la lengua se la levanté y un gemido de Susana me asustó, creí haberle lastimado pero ella me rogó…

  • Eso, Luz, ahí, vuelve a hacerlo, sigue.

                                                  Quedó exhausta y tardó en recuperarse, mi madre por suerte no se asomó porque nos hubiera encontrado desnudas con las piernas abiertas y la cara mojada de nuestros flujos.

                                                  Aquello fue más importante para nosotras que el descubrimiento de la rueda, a partir de aquel feliz día todas las noche nos besábamos la boca, eran unos besos tiernos pero luego nuestras bocas buscaban nuestras tetas que ya pedían un sujetador con urgencia y luego aquellas bocas abarcando de ingle a ingle, que nos subían al cielo.

                                                  Las reuniones de nuestro padres se hicieron más frecuentes pero nosotras aprovechábamos para irnos a la casa de la otra, ya en la cama si era la de Susana deshacíamos la que no ocupábamos y me acostaba desnuda con ella, procurábamos revolver todo un poco pero debajo de la sábana nos abrazábamos y llenas de besos por todo el cuerpo íbamos investigando dónde y cómo nos daba más placer.

                                                  Llegamos a conocer centímetro a centímetro nuestra piel, no teníamos límite, el coño, el culo o lo que fuera era acariciado con suma delicadeza, los orgasmos eran tan normales y continuos que llegamos a poder controlarlos a voluntad, a mi con sólo lamerme las tetas ya era suficiente, eran tan sensibles que apenas podía aguantar unas cuantas chupadas para correrme, Susana era más de clítoris, sus corridas eran espectaculares y escandalosas.

                                                  Desde la primera vez, que fue una feliz casualidad, fuimos refinándonos y con la práctica se llega a la perfección, ya más grandes aprendimos que aquello no se llamaba “el felpudo”, se llamaba coño y que lo que habíamos “inventado” era “comerse el coño”, lo de “cunnilingus” no lo supimos hasta que dimos latín pero para entonces nuestras bocas nos proporcionaban unos orgasmos terribles, ya no había rincón secreto para nuestras lenguas y los labios menores o mayores nos conocían a la perfección.

                                                  Nos gustaba hacer feliz a conciencia sabiendo que la otra iba a corresponder igual por lo que nos entregábamos sin reservas y acabábamos desfallecidas.

                                                  Aprendimos a corrernos en silencio cuando estaba la familia cerca pero si estábamos solas chillábamos, gemíamos o jadeábamos sin temor, los flujos nos empapaban la cara y las manos, las tetas seguían creciendo.

                                                  El desarrollo era imparable, ya las tetas se me marcaban y sobre todo los pezones, en el colegio los chicos se burlaban (inocente de ellos) aún así a nuestras madres no les parecía oportuno que ya debíamos llevar sujetadores, suponíamos que ya habrían de nuestra talla por lo que ideamos que cada una le dijese a su madre que a la otra los chicos se le burlaban porque se le notaban los pezones, fue un éxito y por lo menos los sujetadores nos servían para quitárnoslo la una a la otra para seguir comiéndonos las tetas.

                                                  Ahora en la distancia del tiempo al tocarme y sopesármelas, me dan escalofríos también, con una talla 100 y un volumen considerable pero con la misma sensibilidad en los rosados, pequeños y puntiagudos pezones que siguen provocándome orgasmos a poco que se atiendan.

Continuará.

Si les gusta valoren y comenten.

Gracias.

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Mi timidez y mis tías (39)

Memorias de un abuelo (2)

Mi timidez y mis tías (38)

Memorias de un abuelo (1)

Mi timidez y mis tías (37)

Mi timidez y mis tías (36)

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Mi timidez y mis tías (349

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Mis primas de la capital (18)

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Mis primas de la capital (17)

Mitimidez y mis tías (17)

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Mi timidez y mis tías (15)

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Mi timidez y mis tías (14)

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Mi timidez y mis tías (13)

Mi timidez y mis tías 12

Mis primas de la capital 14

Mi timidez y mis tías 11

Mi timidez y mis tías 10

Mi timidez y mis tías 9

Mi timidez y mis tías 8

Mi timidez y mis tías 7

Mi timidez y mis tías 6

Mi timidez y mis tías 5

Mi timidez y mis tías 4

Mi timidez y mis tías (3)

Mi timidez y mis tías 2

Mi timidez y mis tías 1

Mi coño conquistó New York. (2)

Mis primas de la capital (13)

Mi coño conquistó New York.Cuando decidí labrarme

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (3)

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (2)

Mis primas de la capital (11)

Mis primas de la capital (12)

Mellizos y gemelas, de gavilán a paloma.

Mis primas de la capitál (10)

Para un concierto lo mejor es un trío, o más.

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mis tetas decidieron mi destino por mí.

Entre mi padre y mi tía me quitaron mis complejos.

Mis primas de la capital (9)

Mis primas de la capital (8)

Ayudando a mi mamá

Mis primas de la capitál (7)

Mis primas de la capital (6)

Mis primas de la capital (4)

Mis primas de la capital (5)

Mis primas de la capital (3)

Mis primas de la capital (2)

Mis primas de la capital

Dos que valen por tres.

Al conocer mi adopción encontré la felicidad

El chat me ayudó con mi sobrina (Continuación 2)

El chat me ayudó con mi sobrina (continuación)

Mi gran desgracia mi polla Final

Mi gran desgracia mi polla continuación

Mi padre y mi tio tienen los mismos gustos

He tenido mas corridas que km. en mi carrera

Mi gran desgracia .. mi polla

Me casé con una miss

Me gusta ser chófer (TOMO II)

Me gusta ser chófer (TOMO I)

Bienvenida mi jubilación

Tengo una familia atipica pero con mucha memoriT

Bienvenida mi jubilacion tomo 2

Mi primer viaje en avión

Desde el balnerario con amor

El chat me ayudo con mi sobrina