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Viaje de un jubilado a La Argentina (21)

en Amor filial

auténtico.

                                                  Dejé a la familia en la puerta del hotel, un botones tuvo que salir para ayudar a Genaro a subir los escalones hasta el hall, las dos chicas detrás de ellos me despidieron con la mano, cada una tenía un motivo poderoso y yo estaba más que satisfecho. Como debía devolver el coche antes de cerrar el establecimiento me dirigí hasta la compañía que los alquilaba, me llevé una sorpresa al ver a mi hijo andando por la calle cogido de una morena con una larga melena que debía llevarle unos cuantos años de diferencia, me sorprendió que no tuviera muchos escrúpulos respecto a la edad, miré por el retrovisor y me vi, reconocí que yo tampoco miraba mucho las fechas de nacimiento, por la actitud Javier la llevaba cogida del hombro y ella dejaba caer su mano en el culo de mi hijo.

                                                  Cuando entré en el salón de exposición del concesionario había un puñado de personas con actitud bastante dura, la azafata que me había atendido estaba apurada porque le estaban exigiendo que le diera soluciones pues el minibús que esperaban se había averiado, me hice cargo del problema y en un inciso de la discusión se me ocurrió alabar las virtudes de viajar en las ranitas, les dije que era más romántico y ver una caravana de coches Citroën 2 CV iguales sería muy divertido, al principio no me prestaron atención pero poco a poco se fueron sumando voces aceptando cambiar el minibús por varios Citroën, la chica no salía de su asombro y cuando aceptaron el cambio se apresuró a preparar los contratos.

  • Gracias señor Pepe, me ha salvado la vida, la discusión estaba en un punto difícil, no se conformaban con nada y ahora se han ido todos contentos y esperando a mañana para disfrutar de los coches.
  • Ha sido una idea de las mías, de vez en cuando me dan algunas, precisamente ahora me ha dado una… ¿aceptaría cenar conmigo?
  • ¡Oh! por favor es imposible, yo le agradezco el favor pero cenar juntos…
  • Lo siento, mis ideas no todas son buenas, no había pensado que soy un viejo caduco y usted tiene 24 añitos.
  • No por favor, no es eso, no se ofenda es… no sé, en fin, acepto la cena.

                                                  Como no tenía vehículo quiso pasar por mí a recogerme, le di la dirección del hotel y cuando la supo me dijo.

  • ¿Está hospedado en el hotel de Rosario?
  • Si, ¿es que lo conoces?
  • Claro, la conozco a ella, somos amigas desde niñas.
  • Me alegro mucho, es una chica encantadora, me da pena que no pueda salir del hotel por culpa de su marido.
  • Si ya lo sé, me contó por correo que había tenido un incidente  con un cliente.
  • ¿Te lo contó por e-mail?
  • Si, hablamos mucho y chateamos,
  • ¿Y no te hablo de nada más?
  • Pues… no, bueno, nada que se pueda contar.
  • ¡Aaaaah!  Ya entiendo pero se me ocurre una cosa, ya que sois tan amigas, ¿por qué no la invitas a cenar y salimos los tres juntos?, a lo mejor se anima, dile que soy Pepe.

                                                 

                                                  La llamó por teléfono, las dos se pusieron a gritar de alegría y pronto se pusieron de acuerdo, dejó a su malhumorado marido al cuidado del hotel y al rato pasamos a por ella, yo iba en el asiento de atrás para que su marido no me viera y Rosario se sentó con su amiga Susa, cuando se volvió y me vio se levantó del asiento y me dio un beso en la boca.  Su amiga se asombró pues no nos había presentado todavía pero fue Rosario la que nos presentó.

  • Susa éste es Pepe, el hombre que te conté por e-mail, es un amor, ya lo conocerás.
  • Mmm, no me lo podía imaginar, aunque no me extraña nada, ¿dónde vamos a cenar?
  • Donde queráis pero desde aquí ya os aseguro que os invito yo.

                                                  La cena trascurrió de lo más divertida, como no podía faltar salió el tema  del vino y pidieron una botella, nos alegró la velada bastante y cuando salimos del restaurante iban las dos cogidas de mis brazos.  Susa preguntó al aire.

  • ¿Dónde podemos ir ahora?

                                                  Rosario con la máxima naturalidad contestó sin mirar a nadie.

  • A tu casa Susa.

                                                  Rosario se había sentado atrás conmigo y me llenaba de besos, Susa había ajustado el espejo retrovisor hacia nosotros y no perdía detalle.

  • Chicos, tengan paciencia que me están haciendo calentar, esperen por lo menos que estemos en mi casa.
  • En tu casa no Susa, en tu cama.

                                                  Subimos en el ascensor y mientras Susa me besaba por primera vez, Rosario me había metido la mano por el cinturón del pantalón y me había cogido la polla, cuando entramos al piso fuimos directamente al dormitorio, por el pasillo Rosario se había abierto el vestido y lo había dejado caer al suelo, el sujetador nuevo cayó un poco más adelante dejando las tetas balancearse libremente, mientras le soltaba la cremallera del vestido de Susa, el sujetador que llevaba ésta no tenía tirantes y al soltarlo se cayó al suelo liberando las dos juveniles tetas, eran muy diferentes a las de Rosario, aunque yo creía haberlas visto al agacharse en el Citroën ahora sueltas eran más pequeñas y separadas, no tenían formas redondeadas sino en forma de pera, con una gran areola hinchada y sonrosada, al llegar a la cama no me dejaron subir, entre las dos me quitaron la ropa y mientras una me ponía la polla horizontal la otra me acariciaba la espalda y los huevos entre las piernas, por suerte en el bolsillo de mi chaqueta llevaba un pastillero, lo había traído sin pensar desde Buenos Aires y sin mirar me tragué una pastilla, era azul aunque no la miré pero al momento empecé a notar sus efectos.

                                                  Las chicas saltaron a la cama tirando de mis manos y caí sobre ellas, ninguna quiso ser la protagonista, las dos estaban dispuestas para que pasáramos un buen rato los tres, no hubo preferencias, Rosario y Susa eran dos personas y dos cuerpos a la vez si bien muy diferentes, en la oscuridad de la habitación distinguí que Susa tenía las caderas más redondas y el culo más alto y más duro que Rosario, los muslos se le juntaban en la ingle depilada al contrario de Rosario que tenía un hueco que dejaba ver sus labios hinchados  y con una especie de cepillo de vello que encendía mi capullo como una cerilla en el rascador.

                                                 

                                                  Yo era el hombre para las dos, físicamente preferí no encender la luz, y ellas no dijeron nada, imaginé que las dos bellezas de veinte y algunos años, si me veían desnudo se desanimarían bastante, aproveché la ventaja de la imaginación y procuré que con mi experiencia y la pastilla que llevaba dentro no carecieran de nada.  Rosario estaba exultante, se le juntaba todo, estaba fuera de su deprimente casa, con un hombre que la había estimado y valorado y en la cama apoyada con su mejor amiga que hasta ahora le había enseñado a tener sexo adecuadamente sumado a que tenía intención de aprender.  Susa, a su modo, por la situación estaba feliz, se había imaginado una cena más o menos amena con un cliente mayor simpático, que le había hecho un gran favor y que posiblemente tendría una despedida con dos besos, ahora estaba con él cogida a su polla que abarcaba con las dos manos, intentando compartirla con su mejor amiga que además era su pupila sexual y que para hacerle un favor con una aventura ocasional, le había dado algunos consejos que se había aprendido de memoria.

                                                  De pronto en la oscuridad se encontró cara con cara con Rosario, las dos intentaban lamerme la polla a la vez, la tenían cogida entre las dos y después de unas dudas se la repartieron quedándose una el capullo y la otra el tronco junto con los huevos.  A Susa le tocó el capullo, lo noté enseguida por la forma de chuparme el frenillo, la chica pese a su juventud sabía cómo follar en serio.  Rosario se desvivía por chupar todo el tronco hasta la base con toda la boca abierta y lamiéndome los huevos, Susa iba más directa, buscó entre mis nalgas y mojándose el dedo meñique lo enterró en mi culo, no había respirado hondo aún cuando lo cambió por el corazón y me tanteó la próstata, haciendo que levantara el culo de gusto, ella se vio beneficiada porque se tragó de un golpe el capullo y le robó casi todo el tronco a su amiga, ésta al ver el motivo del salto quiso complementar la caricia, me separó las nalgas y lamió alrededor del dedo de Susa y por consiguiente de mi culo.

                                                  La polla no podía estar más hinchada, el capullo estaba morado y mis manos no sabían adónde acudir, las tetas de Rosario me encantaban, llenas con unos buenos pezones mientras que las de Susa duras como piedras me llenaban la mano dejando la areola hinchada como una prolongación de la teta hasta un pezón áspero, las chicas hacían lo posible para que llegara a todos sus ángulos, de rodillas iban cambiando su posición para que pudiera acariciar sus coños.  Para permitir que mi mano llegara a sus labios tenía que abrir mucho más los muslos de Susa, mientras que los de Rosario, más delgada, los abría casi con las piernas juntas, las dos tenían las vaginas tan estrechas que les entraban los dos dedos con dificultad y no fue hasta que empezaron a expulsar flujos que entraron suavemente.  Les pedí un coño para mi boca y aunque Rosario se ofreció primero, fue Susa quien llegó antes y me lo dejó a la altura de mi lengua, sabía a rosas, cada lamida era una encogida de la chica, pues acusaba mis lengüetazos como latigazos, no había lamido un clítoris tan sensible, se corrió casi inmediatamente pero no renunció y espero a que le metiera la lengua en la vagina para volverse a correr.  Le confesó a Rosario que era clitoriana y apenas podían tocárselo.  

                                                 

                                                  Rosario no quiso perder la ventaja y se sentó encima, Susa tuvo que retirar las manos de mi polla para dejar paso a la vagina de su amiga, me gustó el detalle y que Rosario le agradeciera dándole un beso a Susa en la teta puntiaguda y ésta se lo devolvió en otra redonda de la amiga, cuando Rosario se iba a correr le rogué que saliera, sabía de los problemas de su marido y no quería perjudicarla, Susa encontró la solución sobre la marcha, con las dos manos agarró mi polla y la sostuvo vertical, Rosario se salió y se volvió a sentar pero esta vez por su culo.  Susa la miraba y dirigía mi polla para que entrara por el recto sin hacerle daño y sólo la soltó cuando se sentó sobre mí.

                                                  Rosario era muy agradecida y nada más remitir los espasmos de su orgasmo le cedió el sitio a Susa, la chica con sus amplias nalgas recién lubricadas se sentó igual, yo le acariciaba el clítoris y ella se volvía loca rogándome que no lo hiciera tan fuerte pues quería sentir el orgasmo por el culo y no por el clítoris, se abrazó con Rosario que estaba sentada sobre mi cara, cuando por fin se corrió analmente, no fue tan explosivo como en el clítoris pero estuvo un rato abrazada, mis manos apretaban las cuatro tetas juntas, las de Susa más duras se incrustaban en las de Rosario.  Ya casi se había calmado Susa cuando le llegó el orgasmo a Rosario pues le estaba lamiendo su clítoris, quise que coincidieran y aceleré las caricias a Susa en el suyo y fue como un choque de trenes, las dos chicas jóvenes abrazadas se besaban mientras temblaban en espasmos, cayeron las dos a mi lado.  

                                                  Gracias a la pastilla yo había resistido la batalla que ya daba por perdida desde el comienzo, ahora esperaba la respuesta, las dos chicas satisfechas y con los orificios destilando jugos, no escatimaron nada para meterse mi polla de las maneras más placenteras para mí, se alternaban y con sus músculos pélvicos me hacían unos masajes que me tenían siempre al borde de la eyaculación, cuando decidieron que merecía correrme, las dos pusieron sus caras al lado de mi capullo y esperaron que los chorros cayeran sobre ellas mientras con una mano cada una agitaban la polla dirigiéndola hacia sí, el pelo, los ojos, las narices y la boca quedaron con chorros blanquecinos, que una a la otra limpió con la lengua, cuando nos tumbamos los tres juntos agotados  nos dormimos, ya de madrugada acordaron que me quedara en casa de Susa, que ella acompañaría al hotel a Rosario y se quedaría a dormir con ella como si vinieran de fiesta.

                                                  La cosa salió bien, a la mañana siguiente mi hijo me llamó y me dijo que ya era hora de volver y lo cité en el hotel, por la noche en la soledad de la cama de Susa, entre las sábanas sudadas y húmedas de flujos y semen se me había ocurrido una idea.

                                                  Por la mañana me vestí y me dirigí al hotel, en recepción estaba Rosario, la chica estaba preparando la factura y acababa de sustituir a su marido que había protestado porque había tardado, aunque al ver a su amiga se convenció que habían estado juntas, no se imaginó que habían hecho un trío con el vejestorio que tenía hospedado allí.

                                                  A Javier le presenté a Rosario, le conté en breves palabras los problemas que tenía por culpa del padre y del mal funcionamiento del hotel, él lo comprendió enseguida.

  • ¿Qué me quieres decir papá? ¿Quieres que haga algo para mejorar esto?
  • Chico listo, tienes posibilidades aunque no sé cómo.

                                                  Javier miró a Rosario, miró el hotel, salió y vio la fachada, el letrero medio roto… cuando subimos a por las maletas entró en su habitación, aún estaba peor que la mía (menos mal que no la había ocupado ningún día), bajó a recepción y se puso a pensar…

  • Vamos a ver… con permiso te voy a tutear… Te puedo proponer si quieres… colocar las antenas repetidoras de telefonía en tu terraza, la compañía te abonaría un alquiler sustancioso, además he visto que tienes un lateral del edificio libre, ahí podíamos instalar un armazón para poner lonas de publicidad que las iríamos cambiando según las campañas, esto se paga mucho también, con ese dinero podrías hacer reformas y adecentar el hotel, además como veo que mi padre tiene un interés especial por ti me comprometo a hacer una página web de tu hotel publicitándolo y poniéndolo como uno de los más modernos de Mendoza.
 
  • Veo que tienes ideas, no me has defraudado, espero que no te olvides de Rosario, yo no lo haré.

 

  • Ya imagino porqué.

                                                  En aquel momento bajó por la escalera Susa, bajaba maquillada y guapísima, Javier se quedó prendado y a ella tampoco le desagradó, los presenté y Javier nos miraba y viendo tanta familiaridad no podía comprender nada.

  • ¡Ah! Una idea de las mías, Susa es la encargada de la empresa de alquiler de los Citroën “ranitas” que alquilan, en la página web podías incluir un coche 2 CV y ofrecer unas condiciones especiales para que alquilen los coches los clientes del hotel.
  • Vaya ideas que tienes papá y con chicas preciosas…
  • Recuerda que soy tu padre y las chicas se lo merecen las dos.
  • Me parece que me tienes que contar muchas cosas.
  • No te preocupes hijo, lo que pasa en Mendoza se queda en Mendoza o quieres que hablemos de la madura morena que llevabas del hombro y que te ponía la mano en el culo.
  • Bueno papá… dejemos el tema.  Rosario ya recibirás noticias nuestras, ponte a pedir presupuestos para la reforma y…  Susa contigo me gustaría tener una conversación, quizás cenando alguna noche sobre la posible ampliación de la flota de coches…

                                                  Bueno chicas, de momento son proyectos pero esto irá rápido, en cuanto lleguemos les insistiré para que se agilice y cuando esté todo en marcha volveré para comprobarlo, espero que no me decepcionéis.

                                                  Las dos chicas se adelantaron para despedirse pero en vez de la mano o del beso de rigor me dieron un beso en la boca cada una abrazándome como pulpos, mi hijo quedó admirado y no se atrevió más que a saludarlas con la mano mientras salíamos a la calle con las maletas.

                                                  Al entrar en el coche volví la cabeza, no estaba nada seguro de volver aunque me habría gustado, miré hacia arriba para grabar en la memoria el hotel sin restaurar, en una ventana del último piso vi asomado al marido de Rosario, tenía un apósito blanco en la cara en forma triangular, el hematoma se extendía por los ojos, seguro que habría aprendido la lección, sino le auguraba un mal futuro.

                                                  Cuando el coche enfiló la carretera camino de vuelta a Buenos Aires mi hijo me miraba de reojo, esperaba que le contara como un crío que no se puede guardar los secretos, todo lo que había hecho en Mendoza, quise echarle un pulso y le conté la excursión enóloga, los coches clásicos, la familia con el marido “entre nubes” incluso la ayuda a Susa en el cambio de planes del grupo, a la vez iba preguntándole sobre su trabajo, él me contaba también cosas que a mí personalmente no me interesaban, sólo quería sonsacarle el tema de la morenaza madura, le di un poco de “carnaza” diciéndole que había cenado con las dos chicas del hotel y él se abrió y me contó que la dama en cuestión era la secretaria del director de la delegación de Internet de la zona y que había estado intentando llevársela a comer o a cenar y de esa manera o si podía de otra más íntima influir para tener ciertos privilegios en cuanto al servicio de telefonía.

                                                  Se le notaba que no quería contármelo y menos a su padre pero su ego masculino lo traicionó y al fin cantó más que Pavarotti, la mujer en cuestión era una secretaria con mucha influencia (no quiero pensar hasta donde llegaba la influencia) pero tenía la visión de distinguir cuando alguien quería algo de ella de forma interesada, a Javier por varios motivos se le veía venir de largo y ella lo estuvo puteando todo lo que quiso y más hasta que se hizo la cuenta de que como es joven y no estaba mal se podía tomar el gusto de putearlo aun más y pasárselo bien.

                                                  Después de muchos remilgos y esquivarle cuando la acorralaba contra los ficheros “accedió a cenar con él” pero sólo cenar, recalcó al aceptar.  Javier me contó que estaba dispuesto a todo y si sólo tenía que cenar con aquella madura lo haría por la empresa y las comisiones, claro, la sorpresa se la llevó cuando quiso acercarse a ella para andar a su lado y se atrevió a ponerle la mano en su hombro, ella como toda respuesta le plantó la mano en el culo y le apretó la nalga, ya con esas premisas Javier la llevó al mejor restaurante de la ciudad, salieron de comida y bebida hasta el cuello, manos mal que pagaba la empresa y después fueron al hotel que eligió ella, no fue un albergue corriente, demostró estar puesta en hostelería y la habitación tenía todas las comodidades, se bañaron en el jaccuzi y ella hizo todo lo indecible para escurrirse como una anguila, Javier la perseguía como perro en celo pero ella era más lista por vieja que por gata hasta que se tumbó en la cama, aún así lo esquivó con todas las excusas y zalamerías posibles mientras que Javier desnudo como ella le intentaba entrar por todas partes, ella reía y reía pero de follar… nada hasta que mi hijo tiró por la borda, el contrato, las comisiones, incluso la nota de gastos que ya no podría pasar por contabilidad y la cogió del cuello y la zarandeó, ella sonrió y le dijo.

  • Ahora lo has comprendido, pégame, me gusta que me peguen, hazme tu esclava, soy tuya, mándame amo, haz conmigo lo que quieras.
  • Pues nos podíamos haber evitado todos estos jueguecitos si me lo hubieras dicho, ¡Plash! ¡Plash!

                                                  Sin esperárselas le dio dos bofetadas en el rostro, la mujer pasada la sorpresa le besó las manos, le escocían los dedos y ella tenía las mejillas marcadas pero a partir de ahí él fue el que mandaba, la tumbó en el colchón con la cabeza colgando afuera de la cama y le folló la boca hasta la garganta, la morena lloraba pero tragaba la polla larga de Javier, le hizo toda clase de perrerías y la morena madura le pedía más y más, se cansó él antes que ella, al final le llenó la boca de semen después de sacarle la polla del culo, ella se lo agradeció como una gatita mimosa.

                                                  Yo estaba acurrucado en el rincón el asiento del coche mientras él lo contaba como si lo viviera, no quise opinar nada, al final se calmó y respirando hondo aparcó en un bar de carretera y dijo.

  • Ale papá, vamos a tomar algo, lo necesito.
  • Como quieras pero que no sea café, tómate una tila.

                                                  Ya no hablamos más de Mendoza, nos quedaba mucha carretera y comimos de camino, viendo que estaba cansado conduje yo un buen trecho y lo dejé dormir en el asiento de atrás, alternándonos en el volante hicimos el tirón de km.  Nos cambiamos y comiendo algo y bebiendo café, de buena mañana llegamos a casa, las mujeres nos recibieron como si fuera fiesta nacional en cambio nuestras caras y nuestro aspecto era como si volviéramos del frente de guerra, apenas dos gruñidos y nos fuimos a dormir, las mujeres nos dejaron respetando el cansancio acumulado pero por la noche nos prepararon una cena a todo lujo, la verdad yo por lo menos no había comido,(lo que se dice comida), demasiado bien, incluso en la cena con las chicas el restaurante dejaba mucho que desear en cuanto a calidad, el ánimo se nos levantó y cuando nos acostamos Elena se había propuesto darme “la bienvenida”, yo quise hacerme todavía el ofendido y me volví de espaldas y me dormí, a mi espalda notaba el cuerpo de mi mujer desnudo pegado a mi esperando que me ablandara y le hiciera caso. 

                                                  Cuando me levanté ya era tarde, mi hijo se había ido pronto a la oficina y mi mujer no estaba a mi lado, pasé la mano alrededor por si acaso pero no la encontré, la cama estaba fría en su lado, me intrigó y me levanté descalzo, se oía un murmullo en la casa pero no provenía de la cocina ni del salón, seguí el rumor y llegué a la habitación de mi hijo, pegué la oreja en la puerta, estaba cerrada pero se oía claramente, estaba hablando Elena, se deducía que estaban las dos acostadas, mi mujer se había ido a la cama con Corina cuando Javier se fue, quería hablar con ella sin que nadie las escuchara.

  • Corina, no sabes lo nerviosa que estoy, ¡en qué mala hora se me ocurrió hacerlo!, si lo llego a saber ni se me habría ocurrido.
  • No te atormentes Elena que fue idea mía, lo que pasa es que nos pasamos de la raya, simplemente se nos fue de las manos y eso para nuestros hombres va a ser difícil de olvidar, si es que lo olvidan alguna vez.
  • Eso es lo que siento, Pepe no ha sido nunca rencoroso, a veces hemos bromeado de que yo probaría algún joven para darle celos pero él se reía y presumía de no ser celoso pero ya ves, está ofendido como si le hubiera hecho lo peor del mundo.
  • Esto lo tendremos que solucionar, Javier también está enfadado conmigo y eso que ahora mi madre ya no lo agobia, por lo menos como antes.
  • El caso es que Pepe siempre ha sido igual, picaba aquí o allá pero siempre me ha sido fiel realmente y yo ahora…
  • Nos va a costar pero tenemos que decirles la verdad, si es preciso se lo demostramos pero hasta entonces… además del enfado se van a reír de nosotras hasta troncharse, sobre todo Pepe.
  • ¿Y cómo se lo decimos? a mi no me creerá aunque se lo jure sobre la Biblia y ¿tú cómo le vas a decir que me ayudaste?, con el concepto tan bueno que te tiene, no quisiera que pensara que te interesas por nuestros problemas de cama.
  • No te preocupes ya se me ocurrirá algo.

                                                  Yo escuchaba descalzo en pijama alucinando, ahora sí que me estaba liando la cabeza del todo, las dos mujeres estaban hablando en secreto de algo que yo creía que era sólo nuestro problema, por supuesto no sospechaban que me estaba enterando, Corina parecía que sabía todo, incluso más que todo, ya no quise oír más, me volví a la cama y a la media hora acudió Elena, se metió un momento y a los cinco minutos se levantó como si hubiera estado durmiendo, yo con el entrecejo arrugado me levanté detrás de ella y le di los buenos días telegráficamente, luego me fui a la cocina, el olor a café me llevaba en volandas y allí estaba Corina me sonrió como siempre pero no le hice mucho caso, procuré ni mirarla aunque mis ojos la buscaban hasta en el reflejo del cristal del horno, la chica estaba muy buena y ella lo sabía y sabía que me volvía loco pero me mantuve en mis trece, desayuné mientras ella mojaba un dedo en el café y se lo pasaba por el canalillo,  me tuve que ir antes de acabarme la taza y me di una ducha fría que me supo a gloria.

                                                  Las caras largas se prolongaron dos días más, notaba que cuando se cruzaban Elena le preguntaba a Corina cuando solucionaríamos aquello pero Corina no tenía ni idea que hacer para aclarar aquel embrollo, yo aunque en teoría era el ofendido y tenía argumentos que me demostraban que las dos mujeres eran inocentes de mis sospechas quise quedarme tranquilo del todo.

                                                  Al final mi mujer tiró por la calle de en medio y no esperó a Corina, cuando estábamos acostados Elena me zarandeó para que le prestara atención, yo de mala gana como quien sólo quiere que le dejen dormir le concedí unos minutos.

  • Pepe, ya está bien, esto está durando demasiado, sé que estás enfadado.
  • ¡Muy enfadado!
  • Bueno muy enfadado, por algo que crees y que no tiene fundamento.
  • ¿A si, sin fundamento? ¿aaaah, oh por Diooos, más, así, más, no pares…. Nunca te he oído rezar así.
  • Ya, ya lo sé y no estuvo bien pero era necesario en aquel momento…
  • Claro, cómo no, quien se puede reprimir de tales “dolores”
  • No eran dolores no,  tampoco lo que crees, sólo quería darte celos, sabía que estabas al lado y con aquella chica, ¡si aquella chica!, no creas que se me olvida, eso sí, tú no gritabas, yo tuve que gritar para que me oyeras y creyeras que estaba haciendo lo mismo que tú.
  • ¿Y tú cómo sabías lo que tú creías que hacía?
  • Vamos Pepe… que no me he caído del árbol ayer…
  • ¿Y quisiste ponerme los… celoso con aquel hombretón que parecía un armario ropero?
  • ¿Te habría puesto celoso igual con un alfeñique como tú?
  • Bueno, para ser mejor que yo no hace falta mucho… pero soy tu Pepe y tú mi Concha, ya lo he dicho y a ti sólo te puedo hacer el amor yo, tu Pepe.
  • Y eso es lo que ha pasado, yo no he hecho “el amor” con nadie ni he “follado” tampoco.
  • Entonces lo que oyeron mis oídos.
  • …Todo era fingido Pepe, lo fingí yo, estoy acostumbrada, a Elena no le estaba tocando el masajista, estaba sentado en una silla contando los billetes que le habíamos dado de propina.
  • ¡Corina!  ¿Qué haces tú aquí?  Estamos hablando de cosas que no conoces.
  • Eso crees tú, yo sé todo lo que pasó aquel día porque estaba allí y tú… en la camilla de al lado.
  • ¿Y por qué lo habéis hecho?
  • Por demostrarte que tu mujer es tan mujer como las demás y debes atenderla como lo que es, no me meto en vuestras cosas y Elena me ha “contado “ que eres un poco veleta, no sé si creérmelo, pero quisimos darte una lección aunque nos pasamos de la raya, ahora nos damos cuenta y lo sentimos.  Elena fue la menos culpable, a mí se me ocurrió lo de los jadeos y gemidos y el vestirnos con ropa más… ligera pero creo que no nos merecemos el castigo de la indiferencia, por lo menos tu mujer.

                                                  Corina dicho esto salió de la habitación tan silenciosamente como había entrado, Concha y yo nos quedamos mirando, sus ojos empapados en lágrimas y los míos también y con un nudo en la garganta, no pude pedirle perdón porque no me salían las palabras pero la abracé y rodé sobre ella, tuvo la inteligencia de esperar a que yo sacara la polla y entonces se levantó el camisón y esperó, me hundí en ella como el primer día que la desvirgué, con la ilusión de empezar de nuevo pero no dejaba de pensar que Corina también estaba involucrada y se merecía un “perdón” pero eso sería otro día, ahora Elena recibiría todo mi amor, lástima que no tenía ninguna pastilla cerca pero ya llegaría, ya.

                                                  Quedé satisfecho pero había algo que no me cuadraba del todo y decidí averiguarlo por mi cuenta y me fui al salón de masajes donde había empezado el embrollo, pedí un masaje completo, la chica del mostrador se estiró la blusa blanca para demostrarme la calidad de masajista que escondía  y lo prometedor del masaje pero cuando le puse una condición se quedó asombrada, quería que me lo diera el muchacho que yo había visto atender a mi mujer, una cara de decepción se presentó en la chica pero llamó al joven que muy adecuadamente se llamaba Héctor, me chocó ciertamente, estaba muy cultivado y a cualquier mujer, seglar o religiosa la habría subido al cielo pero cuando me vio desnudo y que parecía un saco de huesos a su lado apretó los nudillos de las manazas haciéndoles crujir y anunciar  lo que me esperaba. 

                                                  Con una toallita a la cintura subí a la camilla, el muchacho ocupaba media ya con sus brazos extendidos, me preguntó cómo lo quería y le dije que como si fuera una mujer de buen porte, el me miró sospechando que yo era un pervertido que quería experimentar cosas raras pero como ya había pagado por adelantado se dispuso a seguir con su trabajo, yo boca abajo le preguntaba cómo le hacía los masajes a las mujeres, él sin gran entusiasmo me contestaba con monosílabos, poco a poco iba entrando en detalles y confesó que a alguna le había provocado algún orgasmo y en “secreto” me dijo que incluso se había follado a más de una, yo estaba temblado nervioso para intentar sacarle la verdad, lo fui conduciendo hacia el día del famoso masaje, me contaba casos curiosos, mujeres que se habían corrido al masajearles los pies, otras que se habían levantado y se habían ido escandalizadas cuando le quiso quitar la toalla sobre las tetas, otras se habían asustado al acercarse a ella y notar le dureza de su polla pero el caso más chocante fue una que venía acompañada por otra más joven, él al principio pensó que querían que las follara a las dos pero le propusieron una cosa muy rara, le dieron una buena propina y le hicieron sentar en la silla, la joven a la mayor le dio una lista y empezó a gritar como si la estuviera follando.

                                                  El chico se reía con ganas recordando el caso, las tomaba por unas locas, cuando pasó por mi lado alargué la mano, le cogí los huevos con las dos manos y le dije.

  • Sé que si me pegas con esos puños me vas a hacer un desgraciado pero tú vivirás sin huevos, así que si te los estimas contéstame, rápido y sólo la verdad. ¿Qué pasó de cierto con las dos mujeres?
  • … ¿Perdone señor, pero lo que le he dicho es cierto, aunque no se lo debía haber dicho, vinieron las dos mujeres, la mayor empezó a gritar, a gemir y hacer como si la estuviera cogiendo un semental, a mi me dijeron que me callara y que me darían una buena propina, es el dinero más fácil y divertido que he cobrado, nadie de mis compañeros saben nada para que no me riñeran, se lo juro pero por favor déjeme los huevos, no puedo respirar.
  • ¿Seguro que no lo sabe nadie?
  • No nadie ni a mi compañera que estaba en la otra camilla, ella sí que estuvo follando con el cliente pero yo ni la toqué.
  • Creo que un hombre no se juega los huevos por mentir, así que me lo creo, tomá una propina por las molestias y espero que mantengas la boca cerrada, ni que he estado aquí, sino te buscaré y te lo haré pagar.
  • … Si señor, no se preocupe.
  • ¡Ah! Y perdona lo de los huevos, y enhorabuena, no me cabían en las manos.

                                                  Salí contento como un chiquillo a la salida de clase para ir de vacaciones, todo me parecía más bonito, la gente más amable, me pasé por el parque y vi a mi amigo le conté todo el proceso de mis dudas, posiblemente él lo hubiera resuelto más drásticamente pero para mí me valía, habían confesado sus travesuras, un poco enrevesada si pero que se le iba a hacer.  Corina más imaginativa le había hecho gemir para que yo la oyera y me pusiera celoso, lo hizo demasiado bien y me convencieron  entre las dos, lo cierto es que lo pasé mal, muy mal, me había decepcionado mi mujer y hasta que se aclaró pasé unos días muy amargos.

                                                  Cuando llegué a casa mi mujer no estaba había salido y Corina estaba en la cocina, yo iba con la cara de perro de estos días y la chica no se atrevió más que a saludarme, le pregunté por Elena y me dijo que acababa de salir con el niño y que volvería un poco tarde, no le contesté y me fui a mi habitación, me tomé una pastilla azul y esperé a que me hiciera efecto, me ayudó el pensar la impresión que iba a darle a mi nuera, cuando la polla ya estaba a 45º salí como me parió mi madre y fui a la cocina, la chica estaba metiendo la ropa en la lavadora y me puse detrás de ella, cuando se volvió para cerrar la puerta frente a sus ojos vio mi polla descapullada, roja y brillante.

  • Corina cuando me fui a Mendoza me enseñaste lo que me iba a perder pero aquí tienes lo que te puedes ganar ahora.

                                                  Me miró a los ojos, enseguida adivinó que ya no estaba enfadado y que lo de la polla iba en serio, maquinalmente cerró la ventana del lavadero y se fue abriendo el vestido de estar por casa, las tetas aparecieron como la última vez y cuando acabó de quitárselo se dio la vuelta y se apoyó de codos sobre la lavadora abrió las piernas y arqueó la cintura, me acerqué a ella, la cogí por la cintura y apoyé el capullo a la entrada de su vagina.

  • Quiero oírte gemir como le aconsejaste hacerlo a Elena y nada de fingir, ¿eh?
  • Contigo no he fingido nunca Pepe.

                                                  Me acerqué a ella y fui entrando en su coño, no se movió, sólo movía las caderas para guiar mi polla hasta el cuello del útero, cuando llegué aún empujé más y dilató lo suficiente hasta entrar toda, los gemidos eran sinceros, Elena los sobreactuaba más pero ella los gozaba con todo el placer, estuve metiéndole la polla sin parar hasta que la lavadora empezó a centrifugar, Corina se sentó sobre ella y me puso los pies sobre mis hombros, se la volví a meter, la lavadora hizo el resto vibraba a una velocidad loca y la polla parecía una máquina de coser, me aferré a ella cogida por los muslos y enterrado hasta lo huevos me corrí sin esperarla, sus tetas vibraban al mismo compas separadas y caídas por sus lados, al sacar la polla estaba dura como si nada y un chorro de leche resbaló hacia abajo, al llegar a su culo Corina separó sus nalgas y esperó, mi glande se estrelló contra él hasta hundirse, estuve metiendo y sacando mientras ella se estiraba los pezones sacándoles la leche que le sobraba, al siguiente centrifugado me rodeó con sus piernas y fue ella la que se corrió, estuvimos todo el proceso de lavado follando sobre la lavadora, aprovechábamos cada vibración para corrernos, ya había acabado cuando Corina me dijo.

  • Me apetece darte una mamada, esa polla hay que aprovecharla.
  • De acuerdo pero luego te comeré el coño, hace demasiado que no lo saboreo.

                                                  Los dos cumplimos la palabra, la chica estuvo intentando todas sus técnicas, le contó ganar a la ciencia pero al final me hizo correr varias veces alguna ya en seco y por fin la polla se rindió, sobre la lavadora puso unas sábanas plegadas y con toda la paciencia del mundo le estuve comiendo el coño, no dejé ningún pliegue de sus labios, el clítoris no había estado tan duro como entonces y el flujo manaba haciendo burbujas, cuando dejó caer las piernas al suelo no se tenía en pie, nos fuimos los dos a la ducha y apoyados en la pared nos enjabonamos el uno al otro, cuando me pude sentar en el sofá del salón me relajé tanto que me dormí, cuando desperté ya había venido Elena, estaba risueña, Corina le había contado que había venido de buen humor.  Javier también había venido contento y Corina presagiaba que la noche también iba a ser movidita para ella, el bebé estaba precioso, se le notaba por momento lo que crecía y ahora las conjeturas era a quien se parecía, Corina decía que a mí, no sé si lo diría en serio pero yo me ponía como un pavo real.

Continuará

Agradezco sus valoraciones y comentarios.

Gracias.

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