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Viaje de un jubilado a La Argentina (27)

en Amor filial

Este relato no sería posible sin la estimable colaboración de mi amigo Guilleos, un porteño auténtico.

                                                  Almorzamos bastante bien, en principio había poca gente pero poco a poco llegaban más coche y camiones y cuando salimos el aparcamiento estaba casi lleno, en el momento de subir le dije a mi hijo que ahora podía conducir un rato yo para que descansara él, no era partidario de dejar el volante pero ante la insistencia de su madre y su mujer al final accedió, yo me sentía como un chiquillo con los zapatos nuevos, ya había conducido el coche por la ciudad pero ahora con toda la familia adentro y mi hijo al lado parecía que estaba haciendo el examen de conductor otra vez.  Javier se sentó a mi lado y estaba pendiente de todos los movimientos que hacía, no se fiaba mucho.

  • Vale papá, arranca y sal a la carretera, vamos por la ruta 14 y no la dejaremos hasta el destino o sea que no tienes pérdida pero si tienes alguna duda me lo dices con tiempo, ¿de acuerdo?
  • Si hombre sí, que parece que se lo dices a un novato.

                                                  Con cuidado y la sensación de que todos estaban pendientes de mi, salí a la ruta 14 la carretera era llana y recta, se perdía en el horizonte y el tráfico escaso, me puse cómodo y me preparé a hacer kilómetros a saco, a poca distancia mi hijo me anunció otro puente parecido al anterior que cruzaba otro río colosal el Paraná Guazú, yo me acordaba del río de mi ciudad, no llevaba agua y se había aprovechado el cauce para hacer jardines, parques deportivos, museos de ciencias y un oceanográfico muy importante pero el agua se la habían robado mucho antes para aprovecharla para el regadío de la inmensa vega de huerta que rodea a la ciudad, por aquí había mucha agua, a lo lejos se veían lagunas y canales pero la carretera seguía como una cinta interminable, no habían pueblos al margen por lo que si querías parar y ver algo tenías que separarte aunque no fuera mucho. 

                                                  Mi hijo ya iba un poco adormilado porque con el madrugón y los kilómetros que llevaba en el cuerpo ya se relajaba, también influía que se había confiado conmigo de que no tenía ningún problema con la carretera, se apoyó contra el cristal y se quedó dormido, el pequeño Javi una vez limpio y alimentado tampoco duró mucho y mi mujer mirando por la ventanilla llegó un momento que se aburría de ver tantos campos y cercas de ganado, yo tenía miedo de quedarme dormido al volante y Corina se dio cuenta de que me vendría bien un poco de conversación, apoyó los codos en los respaldos de adelante y me fue contando por donde pasábamos, me llamó la atención de un cartel grande.

  • ¿A que no eres capaz de decir el nombre del pueblo que viene de un tirón?
  • ¿Cuál ése?  Gualeguaa…  Aaah me lío, que difícil.
  • Jajaja. es Gualeguaychú, es un pueblo muy bonito y hacen unos carnavales muy importantes al estilo de Río de Janeiro en Brasil, me gustaría que me llevaras una noche de carnaval.

                                                  Corina con el dedo me hacía ricitos y caracoles en el pelo detrás de mis orejas a la vez que me hablaba bajito para no despertar a los demás, yo notaba su aliento tibio en el cuello y cogía con fuerza al volante para soportar la tentación, me iba explicando los canales que llenaban el paisaje, me contó muchas cosas, la chica además de buena era muy inteligente y tenía una cultura extraordinaria, me gustaba oírla contar cosas y… más claro.

                                                  Me contaba que el río Uruguay y el Paraná rodeaban la provincia por eso el nombre y a la derecha estaba el embalse de Concordia, era gigantesco, todo eso no lo veríamos pero me lo iba explicando para que no me entrara sueño, desde luego no me dormiría sabiendo que ella estaba pegada a mi cuello, de vez en cuando el paisaje era monótono se volvía a mirarlos a todos y me acercaba sus labios al cuello, apenas lo sentía pero era suficiente para tenerme bien despierto, hasta la polla lo estaba, ya llevábamos mucho territorio recorrido cuando Elena se despertó.  Corina le preguntó si estaba bien y ella entre sueños le dijo que si pero que tenía ganas de bajar y estirar las piernas y de paso ir al baño.  No hizo falta que me lo dijera y esperé hasta que vi la entrada de un bar de carretera, habían muchos camiones aparcados y pensé que sería recomendable.

                                                  Estacioné donde pude aunque tuve suerte y daba la sombra de un gran camión, Elena bajó y se desperezó, Corina salió también y le dijo.

  • Espera Elena te acompaño para que no vayas sola.
  • ¿Qué tal papá?  Perdona pero me he dormido sin darme cuenta, estaba rendido.
  • Ya lo sé, la carretera cansa y aunque no hay muchas curvas es monótona eso tiene mucho que ver.  Corina me ha estado dando conversación, me ha explicado muchas cosas, de un pueblo con un nombre muy difícil Guale…
  • ¡Ah!  Gualeguaychú, si es muy bonito si no fuera por la prisa que tenemos podíamos haber entrado hacen unos carnavales preciosos.
  • Si ya me lo ha contado y lo de los ríos que rodean la provincia.
  • Sí, las tres provincias, Entre Ríos, Corrientes y Misiones conforman la Zona Mesopotámica Argentina.

                                                  Bajamos también nosotros, el niño seguía dormido y no nos alejamos vigilándolo, todo alrededor eran campos de yerba de mate, ahora comprendía la afición, eran campos que se perdían en el horizonte, había hortalizas, prados con ganado, campo de tabaco, todo estaba aprovechado, al momento vinieron las dos mujeres, mi hijo viéndolas venir me dijo.

  • Vaya par de monumentos ¿eh papá?  Tenemos mucha suerte.
  • Si hijo muchísima suerte y de ese tesoro que duerme ahí, ¿qué me dices?
  • Ah, es un encanto y lo bien que se porta, sólo sabe jugar dormir y mamar, es una suerte que Corina le haya dado el pecho, se ha criado muy bien.
  • Si es una suerte, tiene una leche muy buena.
  • ¿Cómo ha ido chicas?  ¿todo a vuestro gusto?
  • Muy bien, ya estamos listas hasta otra parada más.
  • Ahora cogeré yo el coche papá así descansas un rato tú.
  • Como quieras pero cuando te canses ya sabes que entre los dos no se hace pesado.

                                                  Nada más pasar el restaurante al lado había una gasolinera y Javier llenó el depósito, revisó todo y salimos otra vez a la carretera, en la gasolinera mi mujer se empeñó en que me pasara yo detrás, ella estaba un poco mareada y quería ir adelante, a mi me daba igual aunque adelante se ve todo mejor.

                                                  Yo le habría cedido el asiento de la ventanilla a Corina pero ella prefirió sentarse en el medio para cuidar a Javi, lo vi lógico y la dejé pasar, el niño ya se había despabilado y parloteaba en su jerga pero al poco empezó a lloriquear, mi mujer siempre al tanto miró el reloj y dijo.

  • Corina el niño debe tener hambre ya, ha estado mucho tiempo durmiendo pero si le dieras pecho se tranquilizaría.

                                                  Corina le hizo caso y le dijo a Javier que iba a sacar de la sillita a Javi para darle el pecho, que buscara un sitio y parara, mi hijo encontró un sitio ideal bajo un gran olmo que cubría todo el coche, hacia una brisa estupenda y no habían insectos, me bajé para dejarle más sitio a Corina y mi hijo también, el también aprovechó y se fue detrás del olmo y descargó la vejiga allí mismo.  Elena le ayudaba a soltar a Javi y Corina se sacaba una teta y se la ofrecía a su hijo que ávidamente se enganchaba a ella, yo estuve mirando por los alrededores era un campo de tabaco y tenía una hojas grandísimas, se me acercó mi hijo y le expliqué cómo hacían en Cuba los cigarros habanos con aquellas hojas tan grandes, estuvimos charlando un buen rato hasta que las mujeres nos avisaron que Javi ya estaba en su silla.

                                                  Volvimos al coche y Corina como siempre se sentó en el medio, mi mujer delante con Javier y yo detrás de él, otra vez la carretera, mi hijo puso la radio y estuvimos entretenidos un rato, el acento era diferente incluso a veces hablaban en otro idioma, me explicaron que era guaraní e incluso otros de otros grupos diferentes, mi mujer se aburrió pronto y volvió a dormirse, mi hijo seguía con la cabeza una canción de moda y el niño jugaba con un sonajero, Corina se inclinó un poco hacia adelante y se acomodó la falda, era con mucho vuelo, debía estar muy cómoda sin apreturas, la extendió y la estiró detrás de ella y por los lados repartiéndola en círculo a mi me cubrió una pierna, el coche seguía adelante  cuando noté el calor de la pierna de Corina pegada a la mía, debajo de la falda no la veía pero la notaba a mi lado y el coche no era tan estrecho para eso.  Miré a Corina, ella miraba hacia adelante  pero me empujó un poco con la pierna y me hizo mirar hacia abajo, levantó un poco la falda y me enseñó el muslo que tenía pegado a mi pierna.

                                                  No me pude resistir y primero le puse la mano sobre su rodilla y fui subiéndola por debajo de la falda, ella la sujetaba para que no se moviera y me dejara la mano a la vista, mi mano estaba en el medio del muslo, notaba la piel caliente y dura y pasé la mano por el interior hasta tocar el otro muslo, estaba igual de caliente y tentador, entre los dos muslos fui subiendo la mano, al espacio se iba estrechando y paré pero Corina abrió un poco las piernas y me dejó sitio para seguir, mi mano tocaba con la palma de la mano a un muslo y con el exterior al otro, según iba subiendo las piernas se iban separando hasta que paré otra vez no me atrevía a seguir porque si le tocaba las bragas a Corina podría dar por terminada la broma o que hiciera algún gesto que lo notara mi hijo.

                                                  Pero Corina esperó un poco y como vio que no seguía abrió y cerró varias veces las piernas como invitándome a seguir, subí un poco más hasta tocar con el dedo meñique el fin de recorrido de la chica y busqué las bragas, el tacto era inequívoco, depilado a un milímetro escaso notaba la aspereza y el calor que de allí manaba, la chica fue abriendo las piernas esperando que siguiera, lo que tocaba era la piel directamente, no llevaba bragas, abrí los ojos asombrado y ella se inclinó a mi oído y me dijo.

 

  • Me he quitado las bombachitas para ti cuando he acompañado a tu mujer al baño.

                                                  Lo comprobé y en efecto entre la ingle que se abría al separar más aún los muslos noté los labios cerrados del coño de Corina, pasé el dedo suavemente, tan suave que no llegaba a abrirle los labios pero ya noté entre ellos que el clítoris se asomaba arrugado, a la próxima pasada ya fui presionando más y los labios se separaban y me ofrecían la humedad que tenían, al clítoris ya no estaba tan arrugado y se endurecía por momentos, sólo llegaba hasta medio coño y Corina adelantó el culo en el asiento poniendo los codos en los respaldos delanteros, mi mano derecha estaba repasando los labios por toda su longitud, notaba los menores que guardaban la entrada de su vagina y me entretuve separándolos, Corina se iba posicionando en el asiento para facilitar que mi mano llegara donde quisiera, se llegó a sentar al borde mismo del asiento, mi mano llegaba a todo su coño y pude meterle un dedo en la vagina, ella respiraba fuerte justo al lado de la cabeza de Javier que conducía.

                                                  Mi mano izquierda acudió a cogerle la teta que colgaba moviéndose al compas del coche, la tenía un poco más blanda porque Javi la había vaciado un momento antes pero forzando un poco la copa del sujetador la saqué, el pezón seguía duro y goteaba un poco, cuando le pasé dos dedos alrededor del clítoris abrió la piernas del todo me tenía aprisionado contra la puerta del coche pero su coño estaba abierto totalmente pude dedicar dos dedos al clítoris otros dos a la vagina y con el otro intenté llegar al otro agujero que le seguía pero no llegaba.  Corina estuvo aguantando un rato mis caricias, hasta que notaba que le iba a llegar el orgasmo y levantó el culo del asiento, estuvo apoyada como pudo contra los respaldos de adelante pero dejó que mi dedo sobrante se metiera en su culo elevado, el pulgar se hundió sin apenas lubricarse, sólo con los jugos de su vagina pero entró todo lo que pudo, los dedos se tocaban dentro de ella separados por los tejidos de la vagina y el recto. 

                                                  Cuando Corina hundió la cara entre los dos respaldos de adelante supe que se iba a correr, lo hizo silenciosamente aunque le ayudó la música caribeña que sonaba en el formidable equipo del coche, estuve acariciándole hasta que se sentó rendida, las piernas le temblaban de la tensión de la postura y los espasmos del orgasmo, se guardó la teta que yo le había sacado del sujetador y con un pañuelo de papel que le di se secó el coño empapado, yo se lo pedí para guardármelo en el bolsillo pero pensé que si se me olvidaba Elena olería el coño de Corina y lo asociaría por lo que bajé un dedo el cristal de la ventanilla y lo pasé como si fuera una carta en un buzón de correos, lo vi volar siguiéndonos un momento detrás del coche, luego me arrepentí, no está bien tirar cosas a la carretera.

                                                  Corina se arreglo la falda, aún me dio tiempo para pasar la mano entre sus muslos que estaban mojados, al momento sus parpados acusaron el esfuerzo y lánguidamente ladeó el cuello y apoyó la cabeza en mi hombro y se durmió.

                                                  Ahí empezó mi calvario, tenía la cara de Corina a escasos centímetros de la mía, su boca carnosa casi me rozaba, sus pestañas me arañaban la cara y su mano dormida se había posado sobre mi entrepierna y aunque inmóvil sentía su peso en mi polla, aún así aguanté mucho trayecto, mirando hacia afuera para no pensar demasiado, hasta que oí a mi mujer.

  • Desde luego Pepe… que sufrido eres, Corina sin darse cuenta se ha dormido y te está aplastando, serías capaz de caerte del coche por no decirle nada, cógele y ponla derecha porque ella también estará incómoda.

                                                  Bajo la supervisión de Elena cogí por los brazos a Corina que dormida no hacía nada por ayudar, no quería tocar nada más que lo preciso, aunque algún roce le hice en las tetas pero mi mujer lo consideró inevitable, cuando le cogí la cabeza (con gusto se la hubiera sujetado mientras le estampaba un beso en aquellos labios semi abiertos que sabían a miel), cuando Elena dio su conformidad se volvió hacia adelante.  Corina me puso otra vez la mano sobre la polla y me apretó, me guiñó el ojo y me demostró que no estaba dormida del todo.

                                                  Con delicadeza le cogí su mano “muerta” y se la devolví, Corina hizo el gesto de arreglarse el pelo aunque yo todavía no le había soltado la mano, en mis nudillos conté cuatro roces escalonados al apretarme la mano contra su pezón todavía duro.  La chica sabía cómo tenerme a punto de ebullición siempre y le gustaba, disfrutaba de verme a veces apurado por el riesgo a que nos vieran y el morbo que eso tenía a la vez que sabía que yo estaba loco por ella, su cuerpo para mí era como un imán, si me hubieran preguntado lo que más me gustaba de ella me habrían puesto en un aprieto, toda ella era sensualidad, no sólo sus pechos o su sexo, eso para mí era una cosa más, tan burro me ponía el haberle acariciado los muslos como si le hubiera pasado la mano por la espalda o masajeado los dedos de los pies, era su piel, su cara de “niña mala” esa mirada que me decía todo lo que me haría y lo que le gustaría que le hiciera y esos ojos escrutadores que adivinaban si había tenido algún desliz con otra, a mi me desconcertaba a la vez que me daba rabia ser tan trasparente, me gustaba que ella lo supiera, alagaba mi ego.

                                                  La carretera era interminable yo desde detrás le preguntaba a mi hijo a cada momento.

  • Javier ¿aún falta mucho?
  • Papá, pareces un crío pequeño, aún no llegamos ni a la mitad del recorrido.
  • ¿Estás seguro?, yo creo que nos hemos salido del mapa ya.
  • Jajaja, que gracia tienes suegro, cualquiera diría que te estás aburriendo, ¿tú te aburres Elena?
  • Para nada, a veces es un poco monótono pero voy muy cómoda, si quieres te dejo el sitio con Javier.
  • No te preocupes, al lado de Pepe le voy mostrando las cosas que a él le gustan más, ¿verdad Pepe?
  • Sin duda Corina eres una perfecta guía, si no fuera por ti sería muy aburrido el viaje.

 

                                                  Al poco rato mi hijo anunció, con voz de revisor de tren.

  • Señores pasajeros en estos momentos entramos en la provincia de Corrientes, los habitantes del territorio guaraní les dan la bienvenida.
  • Bueno guaraníes y todos los demás Javier, hay una mezcla importante de pueblos, ya los veréis y los distinguiréis, en cambio en Misiones donde vive mi amiga y familia son diferentes, allí se establecieron inmigrantes del norte de Europa, polacos, rusos, alemanes o sea de la Europa del este, ya se distingue mucho la raza eslava y aria, pelo rubio, ojos azules, personas altas y con buenos cuerpos… ya me dirás Pepe, te van a gustar porque las chicas son muy pechugonas, de esculturales cuerpos, cinturas estrechas y anchas caderas.
  • Por favor Corina calla, deja a mi marido que no sueñe antes de hora, seguro que está deseando llegar más por ver a las alemanas que a las cataratas, jajaja

                                                  Me lo tomé como un comentario para animar el ambiente, hasta ahora las argentinas no me habían defraudado en absoluto, por supuesto había de todas y todas tenían cosas buenas, sin nombrar a la que llevaba al lado, aquella era la mejor.

  • Javier cuando veas algún sitio apropiado paras y cambiamos, debes estar rendido, llevas más de 300 km de un tirón.

                                                  Mi hijo no contestó pero a la primera salida paró y muy cerca había una tienda de recuerdos, donde se vendían bebidas y algo de comer.  Corina cogió al niño que ya se estaba cansando de la sillita y todos fuimos a ver cosas, la tienda estaba atiborrada, la chica que atendía era indudablemente guaraní, se notaban sus rasgos y me gustó el acento, era un argentino pero diferente al porteño, Elena le preguntó que tenían de cosas típicas de Corrientes, a la chica viéndonos turistas se le iluminó la cara, se ve que por aquellas tierras tan alejadas no tenía mucho turismo y la mayoría iban en tren o en autobús, rápidamente nos enseñó artesanía de plata, de cuero, de astas de animales, pieles y cerámica, todo hecho a mano, mi mujer estaba alucinada eran verdaderas maravillas, iba apartando de todo.  Corina le dijo sutilmente que frenara porque todavía nos quedaba mucho viaje y muchas cosas que ver, de todas formas compró algo de plata y un cacharro de cerámica.

                                                  Cuando ya nos íbamos me fijé que tenían bombillos de mate, tenían verdaderas preciosidades, me acordé de mi amigo del parque, me había instruido un poco de los mejores y aunque habían otros más bonitos para decorar me compré el que me gustó, ahora podría acompañar a mi amigo pero ya estaba envolviéndolo cuando vi otro más bonito que cumplía con las características de mi amigo, lo compré para regalárselo y además pregunté si tenían yerba mate, me señaló una estantería llena, me explicó las mejores marcas, habían algunas corrientes que se vendían en los supermercados de Buenos Aires pero ella me recomendó un paquete de yerba que hacía su padre para su consumo propio, era buenísima pero no la podía tener expuesta porque no pagaba impuestos, me fié de la chica y le compré tres paquetes, dos para mi amigo y uno para mi si me animaba a usarlo, de todas formas sabía que se lo regalaría a mi amigo también, aunque nos hiciéramos algún mate juntos.

                                                  Ya me puse yo a conducir, mi mujer se empeño que ya estaba demasiado tiempo aprovechándose del asiento delantero y obligó a Corina a sentarse adelante conmigo, Javier se quedó detrás mío con la cara pegada al cristal, pronto se haría una siesta.

                                                  Corina empezó a comentar lo que veíamos, todo eran campos de cítricos, tabaco y mate como en la provincia anterior, me dijo que habían sitios preciosos pero que no estaban cerca de la carretera, habían ríos y lagos donde se podía pescar, venían desde el extranjero a pescar el surubí o el dorado unos peces muy grandes y valientes, me habló de sitios preciosos como Esteros del Iberá y cuando puso la radio sonaba una canción que me dijo que era propia de la región de Corrientes se llamaba el Chamamé, no la conocía pero me gustó.  Hablaba y hablaba de cosas interesantes, estaba recostada sobre el cristal de la ventanilla hablándome directamente a mí, yo mirando a la carretera no me había fijado que había puesto una pierna debajo de la otra y entre las dos había dejado un hueco que el sol que entraba por el parabrisas se encargaba de iluminar, anteriormente había sido mi mano quien había acariciado aquellos muslos ahora era mis ojos los que se clavaban entre ellos fijándose en los labios del coño de mi nuera, ella seguramente no se había dado cuenta, movía las manos mucho cuando hablaba y más ahora que lo hacía con vehemencia pero su falda subía y bajaba a un ritmo que me llevaba loco, en un momento se fijó que se había manchado el zapato de polvo y puso el pie sobre el asiento que estaba sentada, con la pierna plegada la falda se le quedó en la cintura y mientras trataba de buscar un pañuelo de papel por la guantera me ofreció un espectáculo inigualable, con los labios del coño abiertos el clítoris se mostraba entero, tanto me distrajo que sin darme cuenta pisé la raya blanca del arcén de la carretera y casi me salgo, rectifiqué pero Elena se dio cuenta del bandazo, yo me excusé.

  • No es nada, era para evitar una piedra en la carretera.

                                                  Corina sí que se dio cuenta de que me había distraído y cuando miró debajo de su falda vio el motivo, los rayos del sol deslumbraban el coño moreno y bien depilado que lucía entre las piernas, moviendo la cabeza recriminándome bajó la pierna y la dejó donde debía estar, luego se bajó la falda muy pudorosa por debajo de las rodillas.

                                                  Corina también acusó el cansancio de la carretera, al poco rato fue ladeándose hasta quedarse dormida, de vez en cuando la miraba de reojo, estaba hermosa hasta dormida tenía un aura de belleza que era imposible no admirar, mi mujer se despertó y se acercó a mí.

  • ¿Cómo estás, Pepe?  Estarás cansado, podrías parar un rato, todos estamos agotados de tanto coche, míralos, durmiendo plácidamente, si encuentras un sitio fresco paras un rato y estiramos las piernas.

                                                  Yo tenía ganas de llegar cuanto antes pero reconocía que Elena tenía razón, al momento vi un cartel que anunciaba la provincia de Misiones, me alegré bastante, ya faltaba menos y vi al lado de la carretera una zona de descanso, con cuidado me coloqué debajo de un gran árbol, salí del coche y ayudé a mi mujer a salir por delante, no nos alejamos demasiado pero nos paseamos alrededor del gran tronco del árbol, cuando estábamos al resguardo del tronco mi mujer me abrazó y me besó como cuando éramos novios, se sentía feliz, me abrazó y tuvimos un momento de íntima felicidad, me gustó sentir la presión de los pechos de mi mujer apretándose contra mí y yo le besé en el cuello, sabía que era su punto débil y enseguida se le puso todo el cuerpo de carne de gallina, yo supuse que no serían sólo los brazos y le busqué debajo de la camisa, noté que los pezones se me habían adelantado y me esperaban duros, aún así sentí cómo se estremecía, su mano tampoco estuvo inactiva me buscó la entrepierna y al notar que mi polla también había reaccionado a sus caricias la recorrió todo a lo largo, se apretó contra mi cogiéndome el capullo, amasándomelo, seguro que habría llegado a más, cuando éramos novios y teníamos suerte de encontrar un sitio solitario siempre terminábamos asi, haciéndome una paja mientras yo le acariciaba el clítoris corriéndonos a la vez, era lo más excitante que podíamos aspirar pues no habían muchas facilidades para llegar a más.

  • ¡Eh pareja, a ver qué hacemos, que estáis provocando a los mirones!
  • ¿Y tú qué haces ahí mirando?  No te da vergüenza con lo mayor que eres, ¿o es que estás con ganas?
  • Yo siempre tengo ganas, jajaja pero ahora mi marido no está para fiestas, tendré que esperar.

                                                  Corina nos había sorprendido sobándonos, me gustó que mi mujer le contestara con soltura, en otros tiempos habría sido impensable, se habría ruborizado y habría salido corriendo pero Corina también le influenciaba para bien, lo había notado en la forma de vestir, de hablar y en general en la forma de tratarme a mí, no me tenía en cuenta cosas que en otro tiempo hubiera supuesto un enfado o una escena de celos.  Para corroborar nuestro cariño nos dimos un beso delante de Corina al estilo de película americana, la chica aplaudió emocionada, yo pienso que ella añoraba que su marido tuviera el deseo de vez en cuando de  darle un beso como aquel que había visto con nosotros.

                                                  Javier ya se había despertado y se nos unió, llevaba en brazos a su hijo y nos sorprendió a todos sobre todo a Corina, con el niño entre ellos la abrazó y le dio un beso todavía más “cinematográfico” que el nuestro, Corina se quedó tambaleándose y corrió detrás de su marido colgándose de su brazo, Javier se volvió hacia nosotros y nos guiñó un ojo, había tenido buena idea y le había salido bien.

                                                  Volvimos al coche, habíamos descansado y además lo más importante estábamos más animados, los dos besos habían cambiado el ambiente, ya en la provincia de Misiones, me sorprendí cuando vi el letrero a la izquierda que anunciaba la ciudad de Aristóbulo del Valle, era el nombre del parque de Buenos Aires donde me reunía con mi amigo y confidente además del centro de partida hacia mis incursiones por la ciudad.

                                                  La carretera 14 seguía pero esta vez iba haciéndose más sinuosa tenía más curvas y se hacía más animada, otra ciudad para ver era Ciudad del Este y Puerto Iguazú, antes ya habíamos visto el desvío al Parque de las Cataratas de Iguazú pero según las indicaciones que nos habían dicho había una carretera que se internaba en la selva por un camino de tierra roja y a poca distancia estaba la casa de la amiga de Corina.

                                                  Paramos para repostar y descansar un rato, llevábamos un montón de horas en el coche, Javi era el que mejor se portaba, su madre respetaba sus horas y la teta la tenía siempre a punto (ya habría querido para mí lo mismo) Javier estaba cansado y aunque yo lo sustituía en muchos tramos la mayor parte condujo él, mi mujer no decía nada pero también estaba agotada y yo haciéndome el macho estaba deseando llegar y meterme en la cama un montón de horas.  La que mejor lo llevaba era Corina, tenía una edad y una vitalidad admirable y siempre estaba dispuesta a entablar una conversación para distraernos y para que Javier no le entrara al sueño.  En la gasolinera compramos unas chocolatinas y bebidas isotónicas, a Javier le despejaron mucho pero yo preferí un café bien cargado y me entoné bastante, paseamos por la tienda de la estación de servicio y dejamos descansar un rato al coche que se había portado tan bien, la gente se notaba diferente, las casas y los comercios había dejado de ser tan “guaraní” y se notaba un ambiente con mucha influencia del norte de Europa, los nombres de los comercios y de las calles tenían ascendencia alemana y polaca, en general era curioso la diversidad de migraciones que habían por toda Argentina, cuando ya nos decidimos de hacer la última etapa tanto Elena como yo insistimos en que Corina ocupara el asiento del lado de Javier, se había portado demasiado bien cediéndonoslo a nosotros, además era normal que llegáramos a casa de su amiga y la reconocieran a ella.

                                                  Siguiendo las indicaciones que le había dado su amiga Ingrid no debíamos perdernos, estaba en un camino que se internaba en la selva pero en una explanada de tierra roja con una cerca blanca llena de flores exóticas.

                                                  Todos íbamos pendientes de las señas cuando al rodear una masa de árboles altísimos se abrió un claro y en medio estaba una casa grande que con toda seguridad debía ser de ellas, no tuvimos que preguntar, Javier se acercó con el coche y antes de llegar a parar ya salió una chica de la casa, no sé para los demás, para mí fue como una aparición, vino con los brazos abiertos al ver a Corina, las dos se fundieron en un abrazo emocionante, cuando estaban abrazadas besándose las comparé.  Corina con melena corta morena, la piel también morena, alta con unas buenas curvas estaba pegada a su amiga que era de su misma altura pero rubia natural, pelo largo lacio con unos labios carnosos, color fresa y con las mismas curvas que Corina, cuando vino hacia nosotros pude distinguir la cara, tenía los ojos de un azul claro bellísimo que resaltaban con una sombra y un poco de maquillaje, las pestañas largas y los labios color rosa pálido, al lado de Corina que tenía los ojos color café y los pómulos morenos y los labios rojos eran dos bellezas completas pero totalmente distintas.

                                                  Nos presentó y lo primero que hizo fue enseñarle a Javi, Ingrid enseguida se lo cogió y el crío le dedicó una de sus mejores sonrisas, incluso tuvo la genialidad de cogerle una teta y apretarle hundiéndoles los deditos, todos nos reímos ante la ocurrencia del niño Corina mirando hacia el verdor de los árboles dijo.

  • Fíjate, Javi ya tiene sus mañas, ¿a quién habrá salido?

                                                  Seguidamente Elena y Corina se volvieron mirándome con una sonrisa, yo disimulaba haciéndome el ignorante, mi nieto ya me había hecho mirar las tetas de Ingrid, la chica las tenía algo más grandes que Corina, redondas y con un canalillo que se  juntaba en el escote pero lo más importante fue que cuando Javi le apretó, seguramente lo hizo sobre el pezón porque se le marcó con toda claridad, mi mujer me miró y Corina también, sabían que yo me había dado cuenta y las dos sabían de mi debilidad por los pezones grandes, en la puerta de la casa esperaba otra mujer rubia que nos recibió con una amplia sonrisa, yo habría jurado que era la hermana de Ingrid, era un poco más llenita de carnes y la cara más redonda el pelo castaño y algo más baja pero la cara era prácticamente igual, al acercarme más vi que tenía más años por lo que deduje que sería su madre, en efecto era Erika tenía 55 años y físicamente era un poco diferente a Ingrid, le encontraba algo que no cuadraba en el conjunto de su cuerpo, era también muy atractiva, buenas caderas y buen culo pero en la tetas notaba alguna cosa que no se parecían, en cambio Ingrid y Corina eran casi iguales en casi todo menos en el tono de piel y en el pelo.

                                                  Entramos en casa, me gustó el tipo de decoración se notaba cierta clase y con detalles de muy buen gusto, las paredes llenas de cuadros tanto pintados como bordados se veían muchas cosas de artesanía, luego me enteré que Erika tenía mucha habilidad para hacer manualidades de todas clases, esa era una de sus ayudas en los ingresos caseros, ayudé a Javier a descargar el equipaje y Erika y su hija nos ayudaron a llevarlos a las habitaciones que habían dispuesto para nosotros.  Erika nos había preparado un refrigerio que se lo agradecimos con toda el alma, después de tantas horas de coche sentados en cómodos sillones y después de comerme varios canapés y dos vasos de cerveza tuve que hacer verdaderos esfuerzos para no quedarme dormido.  La conversación de las chicas era muy amena, nos contaron cómo vivían en un lugar tan apartado de la capital pero realmente se defendían muy bien era una zona muy turística, con las Cataratas del Iguazú muy cerca la afluencias de turistas era constante todo el año y el nivel de vida era bueno, tenían todo lo que les era necesario y sobre todo la tranquilidad de vivir alejados del bullicio y en un ambiente precioso, la selva además de la vegetación era la fauna, innumerables pájaros y animales de todas clases se paseaban con toda tranquilidad, sin miedo a las personas, parecían todos animales domésticos, nos contaron que su otra hija trabajaba de guía en el Parque Iguazú acompañando a los grupos de turistas para enseñarles los saltos de agua.

                                                  Estábamos hablando de ella cuando la puerta se abrió y apareció Herta, la hermana pequeña de Ingrid, para mí fue como si hubiera visto una alucinación, la chica según ya nos había informado su madre Erika tenía 27 años pero lo que no nos dijo es que no se parecía a ninguna de ellas, Herta era más alta que su hermana y más delgada, tenía unas piernas larguísimas que se acentuaban al llevar un pantalón corto, llevaba botas gruesas con calcetines vueltos gruesos y una camiseta con el logotipo de las Cataratas de Iguazú, en la espalda una palabra “Guía”.  Por el contrario de su hermana Ingrid era más estilizada, se le notaba muy activa, con poco pecho, yo le calculé como máximo una talla 90 pero con unas tetas por completo diferentes a las de su hermana y su madre, eran pequeñas pero en punta hacia arriba, los pezones se le marcaban descarados pues no llevaba sujetador y pese a la dureza que debían tener se movían libres bajo la camiseta. 

                                                  Yo, sin darme cuenta me levanté como movido por un resorte, Corina y Ingrid se rieron ante la sorpresa mía y procuraron presentarme a mi primero a su hermana, a mi me sobrepasaba en altura bastante pero el abrazo que me dio fue de lo más sincero, se apretó contra mí, en el breve período de tiempo sentí todo el calor que despedía su cuerpo, entre mis brazos apenas se notaba su cuerpo delgado pero casi en mis hombros sí que pude notar la presión firme de sus pezones, de reojo vi a Corina cómo le llamaba la atención a su amiga de la reacción que me había producido su hermana pequeña.

                                                  Entre la madre y la hija pequeña pusieron la mesa.  Corina no paraba de hablar animadamente con Ingrid, habían estado juntas en la universidad cursando la carrera de Derecho pero se separaron cuando Corina se empleó en el banco, Ingrid siguió estudiando, lo que realmente le gustaba, la Botánica y la Biología y en Misiones estaba como en el cielo.

                                                  Pronto el cansancio nos hizo mella y la misma Erika nos aconsejó que nos fuéramos a descansar, la obedecimos sin rechistar, antes Corina le había dado de mamar a Javi que ya demandaba su cena, las anfitrionas alabaron la voracidad del pequeño a la vez que Ingrid elogió las tetas que tenía Corina, parece ser que de soltera no las tenía tan gordas, imagino que al estar criando le habrían crecido aumentado, lo que sí le dijo que los pezones morenos le sentaban muy bien, las dos se rieron y me miraron, no sabía yo porqué pero algo me alteraba con las dos chicas.

                                                  Por la mañana pensaba dormir hasta tarde, después de tanto coche esperaba vengarme con la cama pero no lo pude conseguir, nada más caer en la cama me dormí aunque antes que yo ya oí a mi mujer como medio roncaba pero antes del amanecer me despertó un sonido alarmante, tardé un poco en comprender pero cuando me orienté oí que entraba por la ventana, tal algarabía de chillidos, trinos y gorjeos de pájaros que me era imposible dormir, parecía que se habían puesto todos de acuerdo, estuve un momento intentando taparme la cabeza con la sábana pero era imposible, la selva se había despertado a la vez.

                                                  Realmente era bello, no había oído un concierto tan bonito, estaba amaneciendo pero entre los árboles parecía estar todo el mundo en pié, salí al porche y me senté en un balancín que había, se estaba de maravilla, el frescor de la mañana aunque era húmedo apuntaba que por medio día iba a ser caluroso, estaba balanceándome cuando noté que me frenaban el balancín, me sorprendió no esperaba a nadie y menos a estas horas y me di cuenta que era Erika.

  • Buenos días Pepe, ¿has dormido bien?
  • Hola Erika si, he dormido de maravilla hasta que me ha despertado este concierto matinal.
  • Jajaja, perdona debí haberos avisado, aquí los horarios son diferentes, todo va de acuerdo con la naturaleza, ella manda, todo se apaga pronto y se despierta apenas amanece.
  • Ya veo o mejor, intuyo y parece que a ti también te afecta.
  • Es la mejor hora para mí es poco tiempo pero es el momento mío, hago lo que quiero sin miradas de nadie.
  • ¡Oh! pues perdona me voy para adentro, no quiero ser un estorbo, además no contabas encontrarme a mi aquí evidentemente.

                                                  Lo dije mirando cómo iba vestida o casi, solamente con un camisón corto, apenas había claridad pero al mirar a Erika, por un momento no me di cuenta casi, se podían distinguir los detalles pero al momento pude ver bajo la trasparencia del leve camisón las sombras de las tetas de Erika, no lo había imaginado pero comparé las de su hija Ingrid, que eran parecidas a las de Corina, que aunque no se las había visto se le notaban redondas y apretadas por el sujetador, las de Herta eran pequeñas y apuntando al cielo pero las de Erika eran largas y separadas, se le notaban las puntas que le apuntaban hacia los lados, debí hacer una cara de sátiro porque la mujer se dio cuenta del repaso visual que le estaba haciendo pero no se movió solamente miró hacia mí, yo seguí su mirada y me di cuenta que había salido al porche sólo con los calzoncillos y que mi polla se estaba alborotando con la visión de Erika, cuando nuestras caras se cruzaron sonreímos los dos, ella se había percatado de la erección que me habían provocado sus tetas y yo le había estado examinando sus pechos.  

                                                  Erika lejos de enfadarse se estiró el camisón con la excusa de cubrirse los muslos y lo que consiguió fue que el camisón se ciñera más a sus tetas dándole más detalles, ahora se marcaban la areolas que cubrían buena parte de la punta de la teta y un leve punto del pezón, también me llamó la atención de los muslos que aunque “quisiera” taparlos era imposible pues la prenda no daba para más, me obligó a fijarme en ellos, me di cuenta de que no era tan blanca de piel como sus hijas y que a sus 55 años no tenía celulitis ni nada parecido, por la cadera pude distinguir las bragas que no eran nada grandes por cierto.

                                                  Erika se levantó del balancín y se inclinó sobre el asiento con la excusa de desarrugarlo enseñándome por el escote lo que ya había visto, sus tetas duras separadas que con forma de cono terminaban en unas puntas bastante más morenas, luego se dio la vuelta rápidamente mostrándome un poco las nalgas que le salían por debajo de las bragas.

                                                  Sólo pude aguantar un momento en el porche, lo justo para se me bajara la erección y volví a la cama, Elena seguía durmiendo como si nada, los pájaros deberían arrullarle y me metí en la cama intentando dormirme otro poco pero fue imposible, en la cabeza se me mezclaban los trinos de los pájaros, las tetas de Erika, la polla dura que levantaba el calzoncillo mientras la mujer la miraba con ojos interesados….

  • Buenos días cariño, ¡ah! ya estás despierto, yo he dormido de un tirón, ¡qué silencio! sin coches, ni sirenas ni nada, parece el paraíso.
  • Si Concha, tienes toda la razón es como el paraíso, la naturaleza hace maravillas.

                                                  Al momento llamaron a la puerta con los nudillos, no fue nada más que llamar y ya estaba Corina dentro (menos mal que solíamos hacer el amor por la noche), estaba muy animada parecía que hubiera dormido una semana seguida y ya estaba preparada para la acción.

  • Vamos perezosos, que ya es hora de desayunar, hoy tenemos muchas cosas que ver, Ingrid me ha propuesto que mientras se arreglan todos tomemos un café y que vayamos a ver a las aves cómo cantan por la mañana.
  • ¡Huy! yo estoy muy cansada, prefiero abrir las maletas y arreglar la ropa para que no se arrugue.
  • ¿Y tu tampoco Pepe, te suponía más aventurero o es que te pesan los años…?
  • ¿A quién, a mí?, dónde hay que ir, voy volando.

                                                  La fanfarronada que había dicho fue sin pensar porque estaba más cansado que ninguno, no había dormido en todo el viaje pero no quise demostrar debilidad ante Corina.

  • Muy buen, así me gusta, ponte zapatos gruesos y ropa ligera que hará calor y vamos antes de que se vayan los pájaros.

                                                  Aunque me di mucha prisa, tomé un café y una tostada y salí al porche, ya me esperaban Ingrid y Corina en un todo terreno, pintado de camuflaje, Corina quiso que me sentara adelante pero insistí y me senté detrás de ellas, Ingrid conducía rápido por las pistas de tierra roja, de vez en cuando el coche saltaba al pisar alguna raíz de los árboles y yo que estaba apoyado ente los dos asientos de adelante veía cómo saltaban las cuatro tetas debajo de las camisetas de las chicas, a las dos se le formaban cuatro bultos cada vez, no tardó en entrar en un camino estrecho, las ramas nos rozaban y tenía que ir despacio y en silencio para no espantar a los pájaros, llegamos debajo de tres árboles juntos y nos hizo mirar hacia arriba, había una plataforma de madera con una techumbre de hojas grandes y nos dijo.

  • Ya hemos llegado, ahora en silencio subamos por la escalera de madera pero con cuidado, sobre todo tú Pepe, no vaya a ser que tengamos un accidente.
  • ¿Yo?  Si estoy más ágil que vosotras…

                                                  Primero subió Corina, desde abajo se le apreciaban los muslos en el pantalón vaquero corto que llevaba, el culo se le marcaba con todo detalle y cuando llegó arriba me hizo señas para que subiera yo.  Los primeros escalones los subí como un chimpancé pero ya se me hacía difícil mantener el equilibrio y las piernas me flaqueaban, de no estar las chicas esperando habría dejado el tema de las aves de lado, ya las había oído bastante.

                                                  Al momento de entrar yo en el escondite subió Ingrid, el espacio era reducido pero una vez adentro nos pudimos acomodar, había una mirilla por la que se podían ver los árboles cercanos sin ser vistos, el refugio estaba bien construido, era seguro y no se movía nada, Ingrid se asomó y al momento nos dijo que miráramos que había una especie rara para nosotros, Corina y yo asomamos un poco los ojos y por mucho que nos señalaba donde estaba no veíamos nada, Ingrid me dijo que me quitara que primero se lo enseñaría a Corina, yo desde detrás, admiraba los dos culos de las chicas agachadas, Ingrid llevaba un short ceñido de licra que aún marcaba más que el culo de Corina, le indicaba donde estaban los pájaros pero Corina le pasaba como a mí y cuando creía que ya los veía ya se habían ido, yo sin pensar dije fuerte lo que estaba pensando.

  • ¡Hay que ver que maravillas hace la naturaleza, que vistas más hermosas!

                                                  Las dos chicas se volvieron, el comentario no podía ser más extraño, allí no se veía nada, estaba sólo iluminado por los rayos del sol, que pasaban entre las hojas pero Corina se percató antes y se miró el culo, vio que se marcaba frente a mí y luego miró el de su amiga, parecía una segunda piel.

                                                  Al escaso interés de ver pájaros y la poca suerte que tenía a Corina se le cruzó una idea en la cabeza y se sentó en el suelo de madera, estaba cubierto de hojas secas y estaba mullido, vuelta hacia mí se quitó la camiseta que llevaba, Ingrid continuaba mirando para localizar algún pájaro que viéramos pero cuando se volvió se dio cuenta de que Corina estaba con el sujetador en la mano.

  • Uf, debe de haber algún polen por aquí porque me pica todo, ¿a ti no te pica nada Pepe?
  • A mí también me pica pero no puedo rascarme como tú.

                                                  Corina se rascaba las tetas por todos lados, cuando llegó a las areolas se recreó, ya no se rascaba ahora se acariciaba y con los dedos se ponía los pezones duros, su amiga se dio cuenta de que yo me rascaba la polla por encima del pantalón y rápidamente comprendió por donde iban los tiros.

 

  • Es cierto, debe ser algún árbol cercano, a mi me pasa los mismo.

                                                  Sin decir nada más se quitó la camiseta también y se volvió de espaldas hacia Corina para que le despasara el sujetador, las dos tetas de Ingrid saltaron en libertad, mis ojos se abrieron como platos al ver las cuatro tetas frente a mí, ahora sí que podía ver los dos pares tan diferentes y tan apetecibles a la vez.  Las chicas hacían como si no tuviera ninguna importancia estar con las tetas tan hermosas frente a mí o eso intentaba hacer.

  • Uf Ingrid, cada vez me pica mas, ya no sé qué hacer, ¿quieres rascarme desde atrás?
  • Claro Corina, lo que tú quieras, luego lo haces tú conmigo.
  • ¡Aaaah! Que placer, asiiii asiii, sigue.
  • Me alegro pero a mí me está ardiendo mi espalda, ¿no puedes rascarme ahora?
  • Mmmm, espera un momento sigue así, Pepe ¿quieres rascar a Ingrid?  Yo no puedo.

                                                  Me vi en el compromiso, Corina era la chica que la que yo estaba acostumbrado a intimar, no me hubiese costado nada acercarme y hacerle lo que ella me hubiera pedido, sabía donde debía acariciarla para “calmarla” pero a Ingrid… era una chica escultural con unas tetas incluso más grandes que las de Corina y un cuerpo de escándalo y sólo con mirarle la cara ya se me ponía la sangre alborotada y ahora me pedía que le “rascara” la espalda, me propuse concentrarme en la espalda y me acerqué a ella por detrás.

  • Gracias Pepe, me alegro de tenerte aquí, Corina y yo tenemos mucha confianza desde la universidad éramos como una sola persona, no tenemos secretos desde el primer día y te aseguro que lo hemos pasado muy bien en aquellos años.
  • Es verdad nos contábamos todo y mucho más, mejor que no te demos detalles, ¡aaaah! Sigue así Ingrid, cuanto más me rascas más me pica.
  • Ya se sabe el dicho “del picar y el rascar todo es empezar”…
  • Jajaja, es cierto por favor Pepe, sigue rascándome pero por debajo de los brazos también.
  • Y tú también Ingrid, pásate al estómago yo me rascaré por el cuello.
  • ¿Así te gusta?
  • Siiii, aaah no me atrevía a pedírtelo pero por debajo del pecho me hace falta.
  • Pepe, te importaría hacer lo mismo a Ingrid, ella sabe donde me pica, fíjate y le haces lo mismo a ella.

                                                  Corina se deshacía en gemidos moviéndose buscando que las manos de su amiga le fueran recorriendo todos los sitios donde decía que le picaba, yo estaba pendiente de Ingrid por donde ponía sus manos para poner las mías por los mismos sitios, primero era por los sitios más lógicos pero Corina cada vez gemía más fuerte cuando se acercaba a las zonas más sensibles y yo, por supuesto, no dejaba de seguirla como su sombra, a Ingrid parecía que ya no le era tan importante dónde le rascaba sino cómo le rascaba, ya mis uñas eran sustituidas por las yemas de los dedos y ahora eran caricias, vi cómo ahora era Ingrid la que me imitaba a mí y acariciaba a Corina donde yo le acariciaba a ella, cuando ya le había repasado el estómago sin ningún rechazo por su parte fui subiendo la mano hacia arriba hasta dejar el dedo pulgar entre los dos pechos, los separaba al mismo tiempo que con los otros rozaba el nacimiento inferior de la teta. 

                                                  A Corina le hacía lo mismo y con los ojos cerrados sentía la mano de su amiga, yo notaba como se iba endureciendo la teta de la rubia, con mas volumen que Corina abarqué con toda la mano una teta y la fui apretando a la vez que subía los dedos hasta llegar a la areola rosada, ella como un calco hizo lo mismo con Corina, ésta gemía como si se lo hiciera yo y a Ingrid aunque se mantenía callada se le notaba en su respiración agitada que no le eran indiferentes mis caricias.  Me atreví a seguir hasta apretarle la areola y pellizcarle el pezón, no me dijo nada pero suspiró a la vez que le hacía lo mismo a Corina, cuando la otra mano le cogió la otra teta y sin preludio le cogió el pezón yo sabía que la cosa iba en serio, Corina acusó el mismo trato y entonces tomó la iniciativa le puso una mano en el muslo a Ingrid y ella a su vez me lo puso a mí, ahora era ella la que dirigía la maniobra, su mano recorría el interior del muslo de su amiga y la mano de Ingrid pasaba por entre mis piernas, yo no sé hasta donde llegó la mano de Corina entre las piernas de su amiga pero cuando la mano de Ingrid se apoyó sobre mi rabo no me preocupé de nada más que de seguir apretando suavemente los pezones de Ingrid.

                                                  Por encima del hombro de Ingrid vi a Corina, ella también me vio y me guiñó el ojo, desde entonces supe que estaba jugando para que disfrutara de las delicias de Ingrid, las dudas que me habían surgido respecto a la máxima confianza demostrada entre ellas se me disipó de golpe, ahora sabía que Corina me estaba poniendo en bandeja a su amiga, sin que se diera cuenta iba progresando en el cuerpo de su amiga con caricias que la calentaban y aquella iba buscando en mi lo que verdaderamente deseaba.

                                                  Lo encontró cuando bajó la cremallera de mi pantalón rodeó el capullo y lo sacó afuera, Corina hizo lo mismo con el short elástico de Ingrid y me cogió una de las manos que tenía yo en la teta y me la llevo hasta el ombligo de la rubia, a partir de ahí me dejó el campo libre, para que no tuviera ninguna duda.  Corina se arrastro sobre las hojas del suelo y se puso al lado de Ingrid, las tetas de ambas competían en brillantes y dureza, Ingrid se había quedado bloqueada con la polla en la mano, no sabía hasta que punto podía llegar, parecía que no sabía qué hacer con ella pero Corina a su lado sacó la lengua y la pasó por el glande. 

                                                  Mientras que Ingrid sujetaba mi polla vertical yo levanté el culo y Corina estiró los pantalones dejándome en pelotas, Ingrid se fue acercando con timidez a mi polla, con la punta de la lengua tocó el glande y apenas lo rozó pero Corina sacando la lengua todo lo que pudo recorrió todo el tronco desde los huevos hasta el capullo, mi mano había llegado al pubis de la rubia, acostumbrado a los coño depilados o casi me sorprendió que Ingrid luciera una poblada melena, no tuve la curiosidad de mirarla porque estaba seguro que sería rubia y simplemente repartí el vello en dos partes, cuando mis dedos separaron los labios, su boca se tragó mi capullo, no me resistí en cambiar mi mano de la teta de Ingrid a la de Corina, aunque era ligeramente menor, me gustó apretarle el pezón y mojarme con la leche que le salía, ella me lo agradeció chupándome un testículo dentro de la boca.

                                                  Mi mano ya recorría los labios de Ingrid, su short había desaparecido por obra y gracia de Corina y sus piernas libres se abrían para que yo pudiera llegar donde quisiera.  Corina le insinuó que se sentara sobre mi aunque Ingrid no se atrevió y tenía un motivo yo no lo sabía pero Corina si, tenía una vagina muy estrecha para su edad, siempre había tenido problemas para follar y ahora con el diámetro de mi verga estaba más que perpleja.  Corina le demostró que no había problema, se subió encima y sin pensarlo se dejó caer, el coño de Corina me conocía de sobra y se lo tragó entero, dio varios saltos y le dejó sitio a su amiga, aquella pasó la pierna sobre mí, por vez primera le vi el coño, abierto como estaba, apenas difuminado por la cabellera rubia le destacaba el clítoris, toda su piel, la exterior e interior era de un rosado claro, se atrevió hasta ponerse el capullo entre los labios menores pero cuando Corina le dijo que fuera dejándose caer ella se echo atrás y se levantó.

                                                  Corina hizo una cara de contrariedad, se le ocurrió ponerse a cuatro patas y le dijo que se pusiera a su lado, los dos culos los tenía adosados, los coños uno moreno y depilado y el otro rubio y con melena estaban a mi disposición pero yo sabía que no iba a ser fácil.  Corina movió el culo para que empezara con ella, me acerqué y  le metí la polla en su coño de un golpe, no sé si sería sincera o para motivar a Ingrid pero gimió como si se hubiera corrido a la primera, estuve bombeando varias veces mientras Corina se deshacía en exclamaciones.  Ingrid miraba admirada cómo entraba y salía como un embolo mi gorda polla en aquel agujero aparentemente estrecho, cuando la saqué llena de flujo de Corina le demostré a Ingrid que le había hecho feliz y me puse detrás de ella, supuso que se la iba a clavar como a su amiga y juntó las piernas pero yo tenía pensado motivarla lamiéndole el coño antes, sobre todo el clítoris, no se lo esperaba y lo agradeció, mi lengua era incomparablemente más hábil y certera que mi capullo y el efecto que le hizo la relajó.

                                                  Corina la animaba mientras me mantenía la polla dura acariciándome los huevos, me quitó la mano del clítoris de su amiga y la siguió acariciando ella, me maravilló la maestría y experiencia en actuar sobre el botón duro, seguramente era su punto de escape en muchas noches y su amiga abrió las piernas sin dejar de mover la cintura, me tuve que coger a sus caderas y esperar a que estuviera alienada a mi polla y de un golpe le metí el capullo, se quedó inmóvil pero Corina insistió con sus dedos y no pudo resistir, volví a empujar y ya había lubricado lo suficiente para que al tercer golpe entrara hasta pegar los huevos en su culo, me rogaba que fuera con cuidado y lo hice, apenas me movía adelante y atrás y ella lo iba soportando cada vez mejor, hasta que me pidió que acelerara. 

                                                  Cuando se corrió se deshacía en estertores mientras Corina le mordisqueaba los pezones rosados pero no se despistó y con los jugos que le brotaban cuando mi polla salía le fue lubricando el culo, Ingrid se confió y la consideró una caricia más pero al entrar la primera falange ya se envaró un poco, Corina conocía a su amiga, nunca era de probar las cosas a la primera y tuvo la paciencia de seguir hurgando en su culo hasta meterle dos dedos hasta adentro, ya estaba con el esfínter relajado cuando Corina me miró y con lentitud saqué la polla del coño de Ingrid, estuve pincelando la polla por los labios hasta dejarla pegada al culo de la chica.  Corina le cogió el clítoris con una mano y lo agitó enérgicamente mientras le absorbía un pezón, le provocó un orgasmo tan rápido que no se enteró cuando yo empujé mi polla, toda la estrechez que tenía en la vagina lo tenia de dilatado el ano y de una sola clavada la hundí hasta el fondo.  Ingrid no se quejó estaba con las piernas abiertas recibiendo las caricias de Corina y manando jugos por su vagina, yo ya estaba muy cargado y ante la duda pedí instrucciones.

 

  • ¿Dónde queréis que me corra?
  • ¿Dónde prefieres Ingrid?
  • Me es igual, ya me he corrido tres veces, donde tú digas.
  • Por favor decidid pronto porque estoy a punto.
  • Ingrid a mi me da igual, si quieres puedes elegir, en el coño, el culo, la boca o sobre las tetas.
  • No, en el coño no, que no tomo pastillas.
  • Chicas apurad que me corro ya.
  • ¿Entonces en la boca?
  • Es que no me gusta el sabor…
  • Estoy a tres metidas para correrme.
  • ¿Entonces en el culo?
  • No sé, no me decido.
  • Pues yo sí.

                                                  Saqué la polla y la dejé entre los labios del coño de Ingrid, los chorros le llegaron hasta la barbilla, le regaron las tetas incluso le llenaron el ombligo, por último los últimos chorros pringaron los pelos rubios del coño.  Corina como premio me lamió la polla hasta dejármela brillante mientras su amiga se repartía mi leche por su cuerpo como si fuera crema.

                                                  Cuando se repuso se abrazó a Corina y se sentaron a mi lado, le dio un beso a su amiga.

  • Gracias Corina, de no haberlo visto no lo habría creído tienes un suegro que es una maravilla, me ha hecho correrme tres veces o más, ya no me acuerdo desde cuando no había tenido un orgasmo de verdad, por aquí no hay muchos hombres que me gusten.

                                                  Si subir había sido difícil bajar fue mucho más, la escala de madera estaba húmeda y se resbalaba pero por fin llegué al suelo, a la vuelta sentado como iba detrás de las chicas metí una mano dentro de las camisetas de cada una, iba masajeando los pezones de cada una de las tetas, una estaba húmeda y la otra seca pero eran igual de deliciosas.

                                                  Cuando llegamos a casa explicábamos entusiasmados los pájaros que habíamos visto, y propusieron que por la tarde visitaríamos una misión de los jesuitas abandonada hacia siglos.  A todos nos pareció estupenda la excursión, comimos unos manjares típicos de Misiones las chicas argentinas aún con ascendencia del este de Europa, había sabido combinar ambas cocinas.

                                                  Ya estábamos casi subidos a los coches cuando a Erika se le ocurrió otra idea.

Continuará.

 

Agradezco sus valoraciones y comentarios.

 

Gracias.

                                                 

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El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (5)

El pacto. (14)

Me hicieron creer que era afeminado. (27)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (4)

Me hicieron creer que era afeminado. (26)

El pacto. (13)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (3)

Me hicieron creer que era afeminado. (25)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (2)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (1)

El pacto. (12)

Me hicieron creer que era afeminado. (24)

El pacto. (11)

El pacto. (10)

Me hicieron creer que era afeminado. (23)

El pacto. (09)

El pacto. (08)

Me hicieron creer que era afeminado. (22)

El pacto. (7)

El pacto. (6)

Me hicieron creer que era afeminado. (21)

Me hicieron creer que era afeminado. (20)

El pacto. (5)

El pacto.(4)

El pacto.3

El pacto (1)

El pacto. (2)

Me hicieron creer que era afeminado. (19)

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Me hicieron creer que era afeminado (1)

Viaje de un jubilado a La Argentina (50) FINAL

Viaje de un jubilado a La Argentina (49)

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Viaje de un jubilado a La Argentina (42)

Cada vez me encanta más la Navidad

Mi vecina de ático y sus habilidades.

Viaje de un jubilado a La Argentina (41)

Viaje de un jubilado a La Argentina (40)

Viaje de un jubilado a La Argentina (39)

El divorcio de mis padres me hizo feliz

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Viaje de un jubilado a La Argentina (34) completo

Viaje de un jubilado a La Argentina (34)

Una Nochebuena especial

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La conversión de mi hijo Eduardo

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Mis primas de la capital (30) y FINAL

Mis primas de la capital (29)

Mis primas de la capital (28)

Mi timidez y mis tías (50) y FINAL

Mi timidez y mis tías (49)

Mi timidez y mis tías (48)

Mi timidez y mis tías (47)

Mis primas de la capital (27)Estaba muy agradecido

Mi timidez y mis tías (46)

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Mi timidez y mis tías (42)

El tío Culebra me quitó el miedo a los reptiles 1

El tío culebra me quitó el miedo. (2)

Mis primas de la capital (21)

Mi timidez y mis tías (41)

Un jubilado en el cine

Mi timidez y mis tías (40)

Mis primas de la capital (20)

Un pastor en el camino de Santiago

Mis primas de la capital (19)

Mi timidez y mis tías (39)

Memorias de un abuelo (2)

Mi timidez y mis tías (38)

Memorias de un abuelo (1)

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Mis primas de la capital (16)

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Mi coño conquistó New York. (2)

Mis primas de la capital (13)

Mi coño conquistó New York.Cuando decidí labrarme

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (3)

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Mis primas de la capital (11)

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Mellizos y gemelas, de gavilán a paloma.

Mis primas de la capitál (10)

Para un concierto lo mejor es un trío, o más.

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mis tetas decidieron mi destino por mí.

Entre mi padre y mi tía me quitaron mis complejos.

Mis primas de la capital (9)

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Ayudando a mi mamá

Mis primas de la capitál (7)

Mis primas de la capital (6)

Mis primas de la capital (4)

Mis primas de la capital (5)

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Mis primas de la capital (2)

Mis primas de la capital

Dos que valen por tres.

Al conocer mi adopción encontré la felicidad

El chat me ayudó con mi sobrina (Continuación 2)

El chat me ayudó con mi sobrina (continuación)

Mi gran desgracia mi polla Final

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Mi padre y mi tio tienen los mismos gustos

He tenido mas corridas que km. en mi carrera

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Me casé con una miss

Me gusta ser chófer (TOMO II)

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Bienvenida mi jubilación

Tengo una familia atipica pero con mucha memoriT

Bienvenida mi jubilacion tomo 2

Mi primer viaje en avión

Desde el balnerario con amor

El chat me ayudo con mi sobrina