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El tío Culebra me quitó el miedo a los reptiles 1

en Sexo con maduros

Nací y me crié en un pueblo pequeño de la montaña, allí nos conocíamos todos y todos nos llamábamos por el apodo más que por el nombre propio, a mi familia les llaman los Melones, no sé porqué aunque algo me contaron de mis abuelos que cultivaban melones, que por allí son muy renombrados, de todas formas era tan pequeña que ya no me acuerdo, pero el hecho es que a mí me llaman Feli la de los Melones.

Lo de Feli ya es cosa mía, realmente me llamo Felisa, la costumbre o manía de poner el nombre del santo del día que se nace me castigó a mí, no me gusta el nombre de Felisa, aunque creo a otras les encantará.

El caso que les cuento me pasó hace unos años, yo tenía entonces 16, siempre he sido más mayor de cuerpo y de mente que mi edad, no es que fuera una niña precoz pero he de reconocer que escogía a mis amigas entre las chicas más mayores que yo, tampoco había mucho donde elegir, o eran crías o con dos o tres años más.

Tenía dos amigas con las que salía a pasear, no había otra distracción, por la carretera y a ver cuando llegaba el autobús de línea para ver quien llegaba y quien se marchaba, también nos íbamos al río, claro en verano solo pues apenas pasaba agosto no había quien se metiera en el agua que aunque limpia estaba congelada.

La otra distracción era la televisión y poco más, los chicos eran muy pocos, la mayoría se iba a buscarse la vida en cuanto podían y solo quedaba alguno pero que no nos llamaban la atención, ellos tampoco nos hacían mucho caso y se iban a buscar a otras chicas en el pueblo de al lado que era mayor.

Cuando era la época de río mis amigas y yo nos preparábamos con nuestros bañadores y nos íbamos a un claro que teníamos localizado para el baño, era un remanso tranquilo con unas grandes piedras que nos aislaban del camino y nos cubrían de alguna posible mirada ajena, para llegar allí había que sortear un cañar pero no era fácil llegar.

Mi amiga más asidua se llamaba Susa, bueno Jesusa realmente pero también se había suavizado su nombre y la otra Cati o Catalina.

Susa y yo íbamos casi todos los días a bañarnos, siempre con todas las recomendaciones de nuestras madres y los avisos de vecinas, lo cierto es que solo tomábamos el sol, nadábamos un poco y otra vez al sol, alguna vez nos lavábamos el pelo o nos enjabonábamos del todo.

A media temporada vino también con nosotras Cati, por ocuparse de la tienda de comestibles casi nuca podía venir, pero aquel día no habían abierto por ser fiesta local.

Como siempre llegamos al cañar y salimos al claro de arena, extendimos las toallas y nos tumbamos al sol, la más blanca era Cati, nosotras ya habíamos estado varias veces y la piel la teníamos un poco más tostada.

Cati con mirada misteriosa nos dijo que tenía una sorpresa para nosotras, la novedad nos hizo saltar y rodearla, Susa y yo la mirábamos expectantes, ella buscó en la bolsa que traía, primero sacó una revista, Susa y yo nos quedamos desilusionadas, pero Cati se encargó de ponernos en antecedentes, se la había encontrado a su hermano mayor escondida dentro de una caja de zapatos.

Era una revista francesa, bastante antigua y desgastada pero lo primero que nos enseño era unas chicas en bikini, para nosotras eso todavía era intocable, nuestras madres no estaban por la labor de comprarnos y menos de que nos pusiéramos eso.

Las chicas de la revista estaban en una playa, algunas estaban en poses de modelo enseñando los diferentes bikinis, pero pasando páginas lentamente Catí nos acabó de enseñar lo realmente nuevo, era una playa nudista, en ella se veía chicas y chicos jugando en la arena, las chicas tenían en el sexo un borrón que difuminaba la zona igual que los chicos, pero las chicas sí que enseñaban las tetas, las había de todos los tipos, desde caídas a otras que parecían de estatuas de mármol, duras y elevadas como si las hubieran dibujado.

Los chicos estaban también muy bien formados, pero solo enseñaban las nalgas y la parte de arriba.

Cati nos miraba y esperaba nuestra reacción, nosotras realmente nos llamaba la atención la libertad en que se exhibían en la playa pero nada más, pero Cati nos guardaba más sorpresas y sacó un tubo de plástico, antes de dejarnos leer nos hizo fijarnos en las chicas de la revista, no se les notaba las marcas del sol, Susa y yo nos miramos, nosotras estábamos algo morenas pero Catí nos bajó los tirantes del bañador, Susa tenía las marcas bien visibles pero como era de piel morena se le notaban menos que a mí, yo pelirroja que soy solo parecía que estaba bañada en leche con mis pecas, el tubo era bronceador, era una marca extranjera, la misma que anunciaban en la revista, pero no acabó ahí la cosa, como final de fiesta sacó una bolsa, llevaba tres bikinis que había pedido a escondidas, como no sabía la talla las pidió a ojo y nos dijo que eran para nosotras, ya se los pagaríamos poco a poco con las sisas de la compra.

Susa fue la más decidida, se bajó lo que le quedaba de bañador y se probó el sujetador que primero encontró, la verdad es que no era muy bonito, pero era un bikini nada menos, las tetas de Susa eran bonitas, las tenía duras y levantadas, con los pezones oscuros, ella era morena de pelo y piel, pero aquella talla le venía holgada, bajo el sujetador le bailaban.

Cati se probó otro, era un poco más bonito y lo cierto es que le sentaba mejor, mi amiga tenía unas tetas redondas con unos pezones pequeñitos, apenas tenía areola pero le salían un poco y se le marcaban en el bikini, Susa para hacérselo notar le pellizcó uno y lo estiró un poco, los dos se pusieron al doble de salidos, nos reímos un rato todas.

Yo me probé el que quedaba, también era bonito pero me venía pequeño, mis tetas sin ser exageradamente grandes se salían por todos lados, hasta por debajo, se rieron tirando de las mollas blancas que me salían, mis pezones son rosados, rodeados de pecas y con las areolas anchas aunque no me salen los pezones como a Cati.

Acordamos entre las tres que la mejor combinación era ponerme el de Susa que me venía mucho mejor y a ella el mío le hacía un pecho perfecto, aunque el mío era el más feo tuve que conformarme ante la evidencia, además ellas eran mayores y eso pesaba también.

No esperamos más, nos quitamos el bañador del todo, Susa cuando se quedó desnuda se volvió de espaldas a nosotras, Cati no tuvo problema en enseñar el coño, llevaba una pequeña y despoblada pelambrera, yo siendo la pequeña no me escondí, mi melena era más poblada que la de Catí pero el rojizo del vello lo hacía más invisible.

Cuando insistimos y Susa se volvió hacia nosotras, nos quedamos asombradas, ya desde el ombligo le bajaba una línea de pelo que le llegaba a un triángulo que cubría de parte a parte las ingles y bajaba como una selva impenetrable de pelo rizado y negro hasta desaparecer entre sus muslos, realmente podía ir sin bragas porque era imposible que se viera nada, nos burlamos de que se avergonzara un poco de la melena que tenía, hasta que quiso atajar las burlas y se abrió la mata de pelo y nos enseño los labios oscuros con el clítoris brillante, las risas fueron totales.

Catí le copió la idea y se tumbó en la toalla y abriendo las piernas nos enseño su coño, sus labios eran más claros que los de Susa aunque los que cubrían su vagina sobresalían mucho y eran oscuros.

Me insistieron mucho hasta que tuve que hacer lo mismo, me senté y abrí las piernas del todo, mis pelos rojos y rizados no llegaban a esconder mi coño, entre los labios se veía mi carne rosa clara, los labios menores apenas visibles que no ocultaban mi vagina.

Catí cogió del brazo a Susa y le hizo fijarse en mi coño.

-        Mira Susa, ves lo que yo?

-        Vaya pues claro, que Feli es virgen todavía!.

Yo me puse más roja aún que mi pelo, aunque era cierto en la entrada de mi vagina el himen se veía como un carcelero.

Se estuvieron riendo de mí, incluso Cati me quiso mostrar de lo que hablaban y se puso frente a mí abriéndose los labios y enseñándome su vagina, en efecto en ella solo se veía la profundidad, pero me lo quiso demostrar y se metió el cuello del tubo de bronceador, Susa no quiso ser menos, también  se sentó frente a mí y sacando el cepillo del pelo se metió el rabo hasta dentro, la cupo todo hasta las púas.

Cati se quedó asombrada y no quiso ser menos y mojando con saliva el bronceador fue introduciendo el tubo hasta la mitad, Susa no se lo había sacado sino que seguía metiéndolo y sacándolo con los ojos cerrados, yo miraba a las dos, Cati cada vez que empujaba el tubo lo hacía desaparecer un poco más y Susa retorcía el mango a la vez que lo metía de golpe, Susa le ganó la partida a Cati y se corrió delante de nosotras, se quedó encogida con la mano en el cepillo, mientras se sacudía en estertores, Cati no había terminado Susa cuando gimió y llevándose las manos a las tetas las estiró, estaba tumbada en la toalla con las piernas abiertas cuando el tubo de bronceador salió despedido de su coño y cayó a mis pies.

Las dos chicas estuvieron quietas un momento pero cuando se despabilaron perecía que se habían puesto de acuerdo, se abalanzaron sobre mí, Susa con el cepillo en la mano, me tumbaron en la toalla y me sujetaron los brazos y las piernas, yo aunque con el cuerpo casi como ellas era incapaz de moverme, mientras Cati me mordía y me chupaba las tetas, Susa me lamía el coño, su lengua recorría todos mis pliegues, mis labios brillaban mojados y por el pequeño agujero de mi vagina salía el flujo que manaba, se cebó con mi clítoris, tan rosado y suave lo convirtió en duro y morado, intentó meterme el rabo del cepillo, pero en el último momento Cati le dijo que no me desvirgara, que debía hacerlo un hombre, me libré por poco pero no dejó de lamerme el coño hasta que me provocaron entre las dos un orgasmo que me hizo chillar de gusto.

Cuando ya estábamos liberadas de la tensión Cati abrió el precinto del bronceador y se puso un poco en la mano, tuvo la deferencia de empezar conmigo, realmente era la más blanca y me untó por toda mi piel, se entretuvo mucho en mis tetas, lo reconozco, pero me gustó y cuando repartió la crema entre mis muslos también se me escapó algún gemido, sin querer apreté una teta que estaba a mi alcance y ella se estuvo quieta hasta que la dejé hinchada y roja.

A Susa también le puso crema, a ella no le puso tanta cantidad como a mí pero en vez de pasar la mano sobre sus tetas se untó las suyas y se frotó teta con teta con Susa, cuando llegó a sus muslos, pasó la mano bajo su pelambrera tupida y la llenó de crema, cuando sacó la mano sus dedos brillaban blanquecinos.

Susa fue la encargada de devolverle el favor y la untó toda, se entretuvo en cada rincón, antes de repartir crema en sus tetas redondas se las chupó hasta sacarle los pezones como garbanzos, cuando llegó a su pubis a la vez que repartía por sus muslos puso su cara entre las piernas, su boca se pegó a su coño y estuvo quieta, solo movía su lengua pero Cati, en un momento se corrió por segunda vez, Susa tuvo que esperar a que aflojara sus piernas para poder sacar la cabeza de entre ellas.

Aquella mañana se nos hizo corta, habíamos estrenado bikini, bronceador y yo casi el cepillo de Susa.

En mi casa escondí el bikini, tendría que ponérmelo solamente en la orilla del rio, cuando tendí el bañador para secarse lavé el bikini y lo puse en mi habitación, estuve pendiente que no lo viera mi madre.

Al día siguiente quedé con mis amigas, Cati me dijo que ya no podía ir pues tenía que estar en la tienda, Susa me señaló el paquete de compresas que tenía sobre la mesita de la cama, en el pueblo se decía que era peligroso bañarse así.

Yo con el bikini liado entre la toalla en la bolsa no quise volver a casa y me fui sola al río, la verdad es que el sitio era ideal, tenía un espacio con sol, otro con sombra incluso con un poco de hierba, las piedras altas me resguardaba de las miradas y podía estar tranquila, hasta las aguas allí eran mansas y solo cubrían hasta el pecho.

Solo se oía el rumor del agua y los pájaros en los árboles, extendí la toalla sobre la hierba y puse la bolsa a mi lado, me quité la bata que traía sobre el bañador y estuve recordando lo que había pasado el día anterior, realmente estuve un poco azorada pero a las chicas mayores las admiraba, eran mis amigas y además yo quería ser mayor como ellas.

Me bajé el tirante del bañador, lo poco morena que estaba por el sol contrastaba con lo blanca que estaba mi piel, pero con el bronceador ahora estaba un poco roja, decididamente acabe de bajarme al bañador hasta la cintura, me puse el bikini, me gustaba como me sentía con él puesto, las tetas cabían justas pero me gustaba aunque no era el más bonito era mi primera sensación de libertad.

Cuando me quité del todo el bañador me fije en mis muslos sonrosados y lo lechoso que tenía el vientre, lo decidí de momento, no me puse las bragas y puesta ya me quité el sujetador, de todas formas allí no había nadie…

Me tumbe al sol, era una sensación maravillosa, el calor sobre mi piel, sobre mis tetas sentía el sol y cualquier brisa me ponía los pezones con carne de gallina, mis piernas se fueron abriendo poco a poco hasta sentir el calor del sol entre los labios de mi coño.

Estaba como entre nubes, extendí los brazos y las piernas en cruz, me sentía feliz con la naturaleza, pero la naturaleza no lo estaba conmigo, nada mas estirar el brazo izquierdo noté una sensación de que algo se deslizaba, le di un golpe, pensé que sería un topo o un ratón y me sobresalté, pero era mucho peor, era una culebra que al pasar por mi pie sintió mi golpe y me mordió, la vi como huía hacia al agua y se metía nadando con la cabeza levantada.

El grito que di hizo eco entre el monte y el rio, fue desgarrador, estaba histérica,  no había bicho que más miedo me diera, los ratones también, pero las serpientes…

No dejé de gritar yo sola hasta que por encima de una piedra vi aparecer un sobrero primero y debajo una cabeza, se escondió para al momento asomarse del todo, al momento no lo conocí, su cara quemada por el sol y en su cuerpo parecía que llevaba puesta una camisa, realmente no la llevaba pero la diferencia del quemado de sus brazos y el cuerpo lo parecía.

Cuando saltó sobre la piedra y vino corriendo pude ver quién era, no sabía su nombre pero todo el mundo le llamaba el tío Culebra.

Lo recordaba como un hombre tranquilo, poco hablador, no se metía con nadie ni se le conocía ninguna discusión con ninguno del pueblo, parecía ser un buen hombre aunque bastante solitario, alguna vez había preguntado el porqué de su mote, pero nadie lo sabia ciertamente, se rumoreaba que tuvo una serpiente en casa y no la mató porque no le hacía nada, no tenía miedo.

El tío Culebra pasaría bastante de los sesenta años, con la cara curtida bajo el sol aparentaba más, pero los ojos eran vivos e inteligentes.

Me zarandeó para que me calmara y dejara de gritar, balbuceando le dije que me había mordido una culebra, le enseñe el pie que me sangraba y se fue corriendo, al momento estaba allí otra vez, traía todas sus cosas, su caña de pescar, su cesta de mimbre, su sillita y la camisa.

Cuando lo vi venir apurado con todas sus cosas bajo los brazos me hizo gracia el aspecto tan cómico como tenía, el bañador era de sus tiempos mozos, de tela, holgado y a rayas perecía un calzoncillo, el sombrero apenas le hacía sombra de los agujeros que tenía, ya hacía tiempo que se había ganado el retiro, iba andando con las piernas abiertas sorteando las piedras de la orilla.

Cuando llegó donde yo estaba no dejaba de llorar, me tranquilizó diciéndome que era una culebra de agua, por allí no habían víboras venenosas y que se distinguían por que la venenosa tenía la cabeza con forma de flecha, me pregunto cómo era y tuve que reconocer que no era como me la contaba, además no nadaban.

-        No te preocupes niña, solo ha sido una mordedura, apenas te ha salido sangre.

-        Pero me da miedo que tenga veneno y me suba por la pierna.

-        Tranquila si quieres te lavaré con agua oxigenada que siempre llevo por si me clavo algún anzuelo.

-        Si por favor no quiero morirme tan joven.

-        Ni yo tampoco, que ya soy viejo jajaja.

El tío Culebra me limpio la herida bien limpia pero como yo no me convencía me chupó como le dije el pié para sacarme el veneno.

Me tumbe en la toalla, el hombre se sentó frente a mí levantó el pie hasta su boca y empezó a chupar y escupir saliva.

Yo cada vez estaba más tranquila y la confianza que me daba el hombre al ver que sabía lo que hacía me quedé tendida apoyada sobre los codos, no me di cuenta que estaba completamente desnuda hasta que vi como me miraba el hombre, sus ojos recorrían mis piernas hasta arriba, me recorría toda entera, el masaje en el pie me gustó mucho, metía sus dedos entre los míos y me relajaba.

-        Notas si te sube calor por las piernas?

-        Creo que sí, será el veneno?

-        No creo, pero es mejor que te frote hacia arriba.

-        Usted entiende mucho, haga lo que quiera.

Se aplicó por los tobillos hacia las rodillas, me gustaba pero de momento grité otra vez.

-        Qué te pasa ahora? Te he hecho daño?

-        No, la culebra que ha vuelto.

-        Como va a volver, ha huido.

-        No la estoy viendo, ha vuelto y le va a picar a usted, mírela está en su pierna.

El, incrédulo miró su pierna pero no vio nada pero le señalé entre las dos piernas, por el pantalón de tela le estaba saliendo lentamente una cosa que me pareció una culebra, negra, gruesa, con una cabeza triangular, y con una boca pequeña pero que seguro abriría y mordería.

El hombre vio que lo que me asustaba era su polla, que ya no aguantaba dentro del bañador, salía ya dura y amenazante, se rió.

-        Te refieres a esto?

-        Si a eso, aún es más gorda que la que me ha mordido.

-        No te asustes, quieres ver como no te hace nada? Es mi polla, quieres tocarla?

Tímidamente le alargue la mano, él me la llevó encima de su polla, cuando la iba a tocar el glande dio un salto y fue ella la que me tocó a mí.

El salto que di hizo que abriera las piernas para evitar que me picara otra vez.

Me volvió a coger la mano y esta vez no saltó, la pasé por encima y poco a poco noté como quemaba de caliente que estaba, yo siempre había oído que las serpientes estaban frías como los peces.

-        Quieres ver lo larga que es?

-        Me da mucho miedo.

-        Yo te acompañaré.

Le dejé la mano y me la llevo por el camal arriba, parecía no tener fin, al fondo toque el par de huevos, la punta me llegaba al codo del  brazo.

-        Nunca había visto una polla tan enorme, se parece verdaderamente a una culebra.

-        Creo que deberíamos sacarla, no debe estar encerrada, qué te parece?.

No llegué a decirle que sí o no, se bajo el bañador, no llevaba el pantaloncito de rejilla como los de ahora, salió disparada y tiesa, me quedé ensimismada mirando semejante ejemplar.

La polla se movía sola dando cabezadas, le pregunté.

-        Cómo puedes andar con esta cosa entre las piernas,

Se miró y encogió los hombros,.

-        Como la tengo desde que nací supongo que me he acostumbrado, supongo que te pasará igual a ti con esas dos tetas.

-        Yo no me las noto, además llevo sujetador para que no se muevan.

-        Mi polla va siempre libre, no la puedo sujetar.

-        Me gustaría sentir como se lleva una cosa entre las piernas.

-        Si quieres lo puedes probar.

El tío Culebra se tumbó sobre la toalla, la polla le sobrepasaba cumplidamente el ombligo, me dijo que me subiera sobre él, me senté sobre sus piernas, mejor dicho sobre sus huevos, los labios de mi sexo cubrían su polla abrazándola, no se notaba que no era mía, salía bajo mi pubis, en contraste de mi piel blanca, mis pelitos rojos y de momento un tronco negro que salía de mi hacia delante.

El tío Culebra me dijo que podía elegir el tamaño que prefería para eso solo podía hacerme adelante o atrás, y dejar asomar el trozo de polla que le gustaba para ella.

Lo hice, me deslicé hacia delante, sentí como la gruesa verga del hombre rozaba mi clítoris y me daba mucho placer, las venas del miembro pulsaba el botón de mi coño, mis labios arropaban perfectamente el tronco cuando iba probando diferentes posiciones, llegue desde tener el mismo tamaño de polla real a ir midiéndome menos hasta que solo llegué a dejarle asomar el glande en forma de fresón, mi coño lubricaba la polla y resbalaba suavemente y lo mejor es que me gustaba mucho.

-        Me dejas coger tus tetas? Es para hacerme una idea de lo que debe ser llevar ese volumen delante.

-        Claro, tócalas lo que quieras, a mi me gusta verme con una polla de hombre.

-        Y eso que no has tenido ninguna dentro.

-        Y eso como lo sabes?

-        Porque te vi con tus amigas.

-        Que me has visto con mis amigas, cuando?

-        Pues cuando os probasteis los bikinis.

-        Y que vistes?

-        Pues casi todo, yo vengo desde hace mucho tiempo a pescar por todo el río, por casualidad estaba al otro lado de la roca cuando oí los gritos que dabais cuando os probabais los bikinis, pero lo que más me llamó la atención fue al ver cómo os dabais crema, he de confesar que mi culebra empezó a despertar, pero cuando una amiga se metió el cepillo y la otra el tubo de crema me puse muy burro, estuve a punto de salir con mi polla en la mano, pero cuando te cogieron y quisieron desvirgarte me contuve, comprendí que tenían razón, debía desflorarte un hombre.

-        Qué vergüenza, mis amigas se descontrolaron un poco y yo me dejé llevar.

-        No te preocupes, tu amiga tiene razón tú debes hacerte mujer con un hombre.

-        Pero por aquí no hay chicos con quien hacerlo.

-        Tu amiga no dijo nada de chicos, solo dijo un hombre.

-        Claro y donde encuentro uno que quiera romperme el himen?

-        Yo de ti pensaría un poco, ahora mismo tienes a uno bajo de tu coño, no sé si será de tu gusto o te parecerá poco pero te aseguro que como poder, podría y con mucho gusto.

-        No lo había pensado, lo veía muy lejos, tengo que reconocer que me gusta mucho tu polla pero me da mucho miedo, con ese tamaño me lastimarías.

-        No lo creas, aunque la veas tan grande tiene mucha experiencia.

-        No se…

-        Pues mejor que ahora no lo vas a tener, nunca estará tan cerca de ti.

-        Ya lo sé y me está gustando mucho como la siento cuando me muevo sobre ella.

-        A mí también me gustan tus melones, los tienes como tu abuela.

-        Como mi abuela? Y como lo sabes?

-        Pues porque te crees que tu apodo es Melones?, tu abuela los tenía preciosos y me los comí muchas veces.

-        Entonces a ti porque te llaman Culebra?

-        Pues imagínatelo.

-        Por tu polla? Me habían contado me era porque tenías una en tu casa.

-        Bueno eso fue verdad, pero luego se corrió la voz porque algunas mujeres hablaron de más, cuestión de celos.

-        Has dicho mujeres?, entonces hubieron más que mi abuela?

-        Casi todas, pero no hablo nunca de eso.

-        Por eso eres tan callado?

-        Aun no hablando se saben las cosas, me gusta no llamar la atención.

-        Sabes una cosa? Me ha intrigado lo de mi abuela, dime que pasó.

-        No debo contarte nada, eres su nieta y te pareces mucho a ella.

-        Era muy guapa?

-        Si, era muy guapa, como tú, fuimos un tiempo juntos.

-        De novios?

-        No llegamos a ser novios, a su familia no le gustaba yo pero a ella sí, nos juntábamos en los pajares y follábamos todo lo que queríamos.

-        A ella le gustaba tu polla.

-        Y a mí sus tetas y no te digo su coño, yo fui el primer hombre que entro en ella, fue un día mágico.

-        Me das envidia, que lástima que ya no esté con nosotros, me habría gustado que me contara lo que hacíais.

-        Te lo puedo contar yo igual, que quieres saber?

-        Pues la verdad todo, no me imagino como si os queríais y follabais tanto no os casasteis.

-        La cosa no era tan fácil, ella tenía 12 años más que yo.

-        Uf, pues si que lo pasaríais mal, escondiéndose siempre.

-        No creas, tu abuela sabía los mejores sitios y yo la seguía ciegamente, en la huerta había un peral con la ramas cubriendo hasta el suelo, allí la desvirgué, fue el segundo día de salir juntos, el primer día después de rogar mucho me dejó besarla, aproveché que nos comíamos la boca para meter la mano bajo del delantal que llevaba, le cogí una teta, ella protestó pero no mucho, yo le llevé su mano a mi polla y allí mismo me hizo una paja.

-        Me lo imagino, yo habría hecho lo mismo que mi abuela.

-        Al día siguiente quedamos para la hora de la siesta, la vi salir con una cesta con ropa para tender, esperé a que la colgara y me metí entre las sabanas mojadas y la volví a besar, salimos corriendo del tendedor y volvimos al peral, nuestras bocas se fundieron y el delantal voló por los aires, mientras yo le sacaba las tetas del corpiño que llevaba ella me buscaba la polla,

-        Me gusta como lo cuentas, ella también me lo habría contado así.

-        Es lo que pasó, si no quieres no te cuento más.

-        Si por favor, cuéntame como la desvirgaste.

Nunca pensé que podría estar hablando con el hombre que había estrenado a su abuela, era un caballero de verdad, sin saber porqué le iba cogiendo aprecio, le había demostrado que la miraba como una mujer y a la vez no demostraba ninguna lujuria hacia ella, posiblemente no se encontraría otro hombre tan respetuoso y considerable, pero a la vez hacía sentirme mujer, me estaba consintiendo todos mis capricho sin pedir nada a cambio, su polla estaba tan dura como podía pero no hacía ninguna para que me violenta.

-        Pues fue sin proponerlo, como te he dicho era mayor, pero yo estaba tan desarrollado como ahora, para ella fue una revelación, no lo dudó aunque le dije que le iba a hacer daño, se subió igual que tú ahora y se dejó caer, se metió lo que ella quiso mientras yo le apretaba las tetas, apenas le dolió y terminó metiéndose más de la mitad, cuando pudo metérsela toda se corrió, me dijo que me corriera dentro de ella, que no pasaría nada, pero me contuve y la saqué, le llené las tetas de mi leche, sus pezones brillaban y con la lengua los lamió.

-        Me habría haber conocido a mi abuela, lástima que muriera joven.

-        Si fue una pena que nos dejara.

-        Y como es que no os casasteis?

-        Pues estuvimos tiempo escondidos por los sitios más discretos, los pajares, dentro de los corrales, una vez estaba dándole hierba a los conejos y llegué yo, me había avisado que iba a estar allí, mientras le repartía la alfalfa en los comederos, le subí la falda y se la metí hasta el fondo, se había quitado las bragas el llegar y se lo agradecí, no paré ella se tuvo que apoyar en la jaula de las crías y se corrió, yo lo hice sobre sus nalgas.

-        Que morbo, y que pasó?

-        Pues ella tuvo que irse a la capital, su familia se enteró que andábamos por ahí, se casó y tuvo a tu madre.

-        Y ya no volvisteis a veros?

-        Si, en los veranos venía unos días, venía a mi casa por las noches y follábamos dos o tres veces y se iba.

-        Qué mujer mi abuela…

-        Si, era una mujer especial, y pelirroja como tú.

-        Eso me habían contado que había salido a mi abuela.

-        Tú me la recuerdas mucho, por eso tengo la polla tan dura contigo encima.

-        Ya la noto, estoy muy mojada. Sabes una cosa? Me gustaría que me desvirgaras a mí también.

-        Sería un honor para mí, pero creo que sería más adecuado que te lo hiciera un joven de tu edad.

-        Un chico inexperto y posiblemente bruto? Prefiero que sea un hombre que sabe lo que hace y que ya se lo hizo a mi abuela, aunque su polla me dé miedo.

-        No debes temer nada, tu abuela lo hizo ella sola, tú también puedes elegir como hacerlo.

-        Como lo podría hacer yo?

-        Pues si quieres túmbate sobre mí, mi polla estará frente a su coño, cuando estés preparada la encaras en tu vagina y vas apretando lo que quieras, si te hace un poco de daño ya sabes que es normal, pero luego cuando entre ya eliges la cantidad que quieras.

-        Vale, si te molestan mis tetas encima me lo dices.

-        No te preocupes, creo que lo podré resistir.

Me recosté sobre él como me había dicho, notaba el vello de su pecho bajo mis tetas, las tenía duras y los pezones me abultaban mucho, me subí hasta llegar a la punta de su capullo, las tetas le llegaron a su boca, el hombre solo tuvo que sacar la lengua y lamerlas, los pezones me dolían de tan duros que me los puso, notaba su capullo entre mis labios, noté como palpitaba en la entrada de mi vagina y apreté, sentía como me presionaba pero me hacía daño, no me atreví a hacerlo, después de varios intentos me salían las lágrimas, tuve que renunciar.

-        Lo siento no puedo, me da miedo.

-        No te preocupes, no pasa nada, yo te ayudaré lo haré por tu abuela, ponte de rodillas en la toalla y agacha la cabeza todo lo que puedas.

Al no ver la enorme polla que me amenazaba parecía que no había tanto peligro, el hombre simplemente se puso detrás de mí, note como su capullo me quemaba los labios del coño, mojó con saliva todo el glande, escupió sobre él hasta dejarlo brillante y lo apoyo en mi vagina, lo sentía ardiendo pero pensaba en mi abuela, ella gozó en su interior aquella misma polla, también la hizo mujer y también le había dado placer, cuando noté que me cogía las caderas intuí que me quedaba poco de ser doncella, tiró de mí, yo hice lo que pude para apretarme contra él, entre los dos rompimos la resistencia que presentaba mi virgo, apretando los dientes oí detrás de mí…

-        Lo hago por ti, Adela mía.

Noté un leve escozor tras el desgarro interno, no había sido tanto como yo había temido, pero valió la pena, el hombre se estuvo quieto mientras se me calmaba el escozor dentro de mi vagina, a la molestia del himen se unía el grosor de su polla que me dilataba sin compasión, lo dije sin pensar…

-        Lo hago por ti, abuela Adela.

Me hice hacia atrás de golpe, la polla estaba tan encarada a mi coño que entró sola, o eso creía yo.

-        Por fin ya la tengo toda dentro.

-        Si tienes bastante por mí me parece bien, pero tu abuela quiso más, la quiso toda.

-        Que no está toda?

-        No, aún queda la mitad por entrar, pero creo que es suficiente para tu primera vez.

-        No, la quiero toda como mi abuela, métela hasta dentro.

Me arrepentí de decirlo, aunque fue un arrepentimiento muy corto, primero noté un empujón, luego como dentro de mí se deslizaba aquel tronco venoso, duro y caliente, me hizo tope pero siguió empujando hasta que mi culo lo detuvo, se pegó a mis nalgas, ya no le quedaba polla que meter y yo respiraba con dificultad.

La fue sacando y sentí como un vacio interior, le rogué que no saliera pero siguió saliendo hasta casi el capullo, luego entró despacio pero seguido hasta enterrarla toda.

Cuando le dije que quería vivir lo que había sentido mi abuela él se tumbó en la toalla y puso su polla vertical, subí sobre él y mientras el aguantaba quieto su ariete yo iba bajando y metiéndolo lentamente hasta sentarme en sus huevos, cuando ya estaba dentro de mí, me cogió las tetas.

-        Igual que las de tu abuela, estos pezones son iguales, rojizos, pecosos, y duros, cuantas veces los chupé.

-        Mis pezones son tuyos como los de mi abuela, así como tu polla es mía también.

Cuando dije esto mi voz temblaba, una sensación nueva, nada comparable con el orgasmo que me habían hecho mis amigas recorrió todo mi cuerpo, vibraban todos mis músculos, me corrí desesperadamente, no podía controlarme, sin poder mover mi cintura estuve braceando y pataleando, cuando me bajó caí sobre el tío Culebra y me abracé a él mientras me besaba dulcemente.

Rodamos sobre la toalla, me quedé debajo de él cuando me dijo…

-        Me voy a correr princesa, donde prefieres que lo haga?

Yo no dudé, le dije que dentro de mí, quería ser llenada de semen por aquella verga, pero una vez más el hombre pensó prudentemente.

-        Me encantaría llenarte de leche, pero eres demasiado joven y a tu abuela no le gustaría, me voy a correr sobre tus tetas igual que lo hice con ella.

Apreté mis tetas teniendo su polla entre ellas, el hombre empezó a moverse sobre mi canalillo hasta que se corrió, separe mis manos y la dejé libre, el primer chorro me mojó el cuello pero los siguientes cayeron sobre mis tetas y pezones, yo esparcí por todas ellas el líquido viscoso, hasta que brillaban.

El tío Culebra se dejó caer a mi lado, yo al rato me levanté y entré en el río, el agua me escocía un poco en la vagina, apenas sangré un poco pero me hizo sentir bien, mis pezones se endurecieron cuando me mojé con el agua fría, llamé al hombre que me había hecho mujer y vino despacio, su polla se balanceaba de muslo a muslo, en el agua nos abrazamos, me puse su polla blanda entre mis piernas notando como sobresalía por detrás.

Cuando salimos me secó con mi toalla y luego lo sequé yo a él, tuvo dificultades en ponerse al bañador, la polla no quería entrar aún, yo me puse el bañador y salí del cañar, ya en la carretera vi como el tío Culebra salía también, al hombro su caña de pescar y su cesta.

Hice firme propósito de no contar nada pero en vez de volver a mi casa me dirigí a casa de Susa.

Continuará

Ruego comenten el relato.

Gracias.

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