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Viaje de un jubilado a La Argentina (25)

en Amor filial

Este relato no sería posible sin la estimable colaboración de mi amigo Guilleos, un porteño auténtico.

                                                  Tenía ganas de poder hablar con Malena tranquilamente era la única mujer que podía comentarle cualquier asunto que ella me daba su opinión desinteresada, en otro nivel estaba Corina, teníamos una complicidad difícil de explicar a las demás personas pero con la condición familiar y las personas que nos ligaban no podía hablarle de algunas cosas demasiado íntimas, me habría gustado contarle los ratos que pasaba con Carla por ejemplo y estaba seguro que no le parecería mal, era una chica especial y su juventud sabía que me hacía aumentar mi autoestima pero creía que el estar follando en su casa le resultaría un poco violento y podía afectar a las relaciones con las dos mujeres además de la cercanía de mi mujer que no se le escapaba nada.

                                                  Pero por circunstancias Malena estaba lejos y aunque había hablado recientemente con ella debía esperar, no quise dejar la conversación que había tenido “retrasmitiendo” mi cogida con Carla como un acto meramente físico y la llamé, primero le aclaré mi relación con la jovencita, ella me comprendió inmediatamente y me alentó a seguir con la chica, indirectamente me preguntó por mi nuera y yo le insinué que todo seguía muy bien y ella se alegró enormemente, le conté el proyecto de viajar a las Cataratas de Iguazú y le encantó la idea, como guía turística me dio algunos consejos y me dijo que en Buenos Aires también podía ver muchas más cosas, me sugirió que para no patearme la ciudad podía tomar un bus turístico con el cual podría recorrer lo mejor de la ciudad, a mi me gustaba mezclarme con la gente pero vi una buena solución para ver más cosas, luego podría volver yo solo y ver con más detenimiento lo que me gustara.

                                                  Me informé de los itinerarios y de los puntos de salida de las diferentes rutas y saqué el ticket para el día siguiente, preferí elegir de los primeros porque si hacía un día de sol ésta caía con aplomo y si el bus era como suponía de dos pisos y descubierto para ver mejor los monumentos temprano se llevaría mejor, debí ser el único en pensar así pues cuando arrancó el bus sólo estaba yo en el segundo piso, una pantalla explicaba los monumentos y con unos auriculares podías elegir idioma, yo preferí oír el sonido en directo, al acento argentino me gustaba mucho con su cadencia, yo iba tan tranquilo, todo el espacio para mí y atendiendo las explicaciones del video pero en la segunda parada ya subieron más personas, se sentaron detrás de mí y al momento empezaron a hablar y reírse contándose cosas que no tenían nada que ver con lo que estábamos viendo, ya me iba a volver y llamarles la atención cuando una con un acento inconfundible dijo.

  • ¡Ole mi niña, Azí ce habla!

                                                  Lo dijo tan fuerte que lo oyeron hasta los viandantes de la calle, yo pensé  -joder, si son españolas… vaya espectáculo están dando, qué opinión van a tener de nosotros- y me giré hacia ellas.

  • Por favor señoras hablen más bajito que se están enterando desde abajo, ¿qué pensarán de nosotros?
  • ¡Ah!, ¿usted es español también?  Qué casualidad entonces ya estamos todos, siéntese con nosotras que nos vamos a divertir.
  • Vale pero por favor no griten tanto.
  • Ni gritar ni ná, esto hay que celebrarlo y ¿qué hace por aquí? Nosotras tres hemos venido de turismo, yo soy andaluza, de Sevilla vamosss y mis amigas una del norte, de Santander y la otra de Madrid, yo me llamo Carmen, la rubia Fermi y la del pelo corto es Antonia de Madrid, nos hemos conocido hace unos meses y nos juntamos, hemos venido a celebrar una cosa que nos une y usted…
  • Yo me llamo Pepe soy valenciano y he venido con mi hijo que ha tenido un niño, está casado con una chica estupenda, es argentina, ¡ah! y mi mujer también ha venido conmigo, claro.
  • Pues esto hay que celebrarlo, cuando termine la vuelta a la ciudad si le parece nos tomamos unos tintos con jamón.
  • No sé si aquí se acostumbrará a tomar vino de aperitivo y jamón… si no conocen algún bar español…
  • Pues preguntaremos por ahí.

                                                  Las chicas seguían como antes riendo descaradamente y armando jaleo, yo estaba abochornado pero en verdad era todo un espectáculo verlas tan contentas y riendo a la mínima, del viaje acabé por no enterarme de nada, entre las tres me rodearon y me apabullaban con sus chistes y bromas, hubiera sido igual si hubiéramos estado en Japón en Nueva York o en la Tierra de Fuego, ellas llevaban la alegría en el cuerpo, preguntamos y no lejos había un bar típico español, el dueño ya mayor había emigrado de España hacía muchos años y regentaba el bar al estilo español con bastante éxito.

                                                  Al ver que éramos españoles se sentó con nosotros y sacó vino y jamón, aceitunas y tacos de una tortilla que acababan de hacer, las risas se multiplicaron con las copas de vino que se vaciaban al momento y el jamón y las demás cosas desaparecían rápidamente, cuando nos marchamos el dueño nos obsequió con unos chupitos de hierbas que era orujo puro con sabor a alguna hierba.

                                                  Antes de salir del bar Carmen que parecía la más habladora me confesó.

  • Hemos venido las tres porque hace unos meses nos hemos operado de las tetas y prometimos que nos iríamos de viaje si todo iba bien y… aquí estamos.  Venga chicas subimos al hotel, nos cambiamos de ropa y nos vamos de vinos con el amigo Pepe.
  • Es que yo tengo que volver a casa y…
  • Ná de ná, sólo son dos copas y si quieres nos las tomamos en la habitación.
  • No sé si debo…
  • No se hable más desaborío, tíra pá lante.

                                                  Nos metimos en el ascensor, los cuatro cabíamos justos y las chicas no se cortaban en apretujarse contra mí, las tres  eran jóvenes, la mayor parecía la madrileña estaba un poco más rellena que las otras, Fermi la cántabra era la más joven no llegaría a los treinta y era la más delgada y Carmen que era un terremoto sevillana era morena un poco más bajita pero las tres con unos cuerpos muy bien hechos, las tres lucían de unos escotes muy bonitos una con blusa y otras con camisa y camiseta de algodón, entramos en la habitación y Carmen se dirigió directamente al minibar, sacó varias botellas que esparció en una mesa y dijo.

  • Vamos chicos que no falte de ná.

                                                  Yo me bebí la botellita de whisky que me acercaron y las demás sin mirar lo que tenían dentro se las bebieron de un trago.  Carmen como siempre empezó.

  • Como te decía Pepe nos hemos arreglado las tetas las tres y ahora nos va a cambiar la vida y lo estamos celebrando, cuando volvamos a España seremos otras.
  • Pero si no os hacía falta haceros las tetas, estáis estupendas las tres, ya quisieran muchas modelos.
  • Eso es ahora, mira… yo las tenía como pimientos pero asados, me caían aplastadas, Fermi las tenía como huevos pero… fritos o sea ná de ná y Antonia al revés tenía para dar y vender llevaba unos melones que le caían hasta casi la cintura, le dolía la espalda de tanto peso y los tirantes le segaban los hombros, o sea que a mí me las han puesto nuevas como siempre me habían gustado y a mis amigas igual, ¿quieres ver cómo han quedado?
  • No hace falta, si vosotras lo decís.
  • No seas tímido Pepe, que hay confianza y nos gusta enseñarlas.

                                                  Carmen, la más decidida se quitó la blusa y se quedó con el sujetador, muy bonito por cierto ahora estaba muy orgullosa de ellas y quería lucirlas.

  • ¿Qué te parecen, verdad que parecen mías?, toca toca, están igual de duras que las de una jovencita.

                                                  Me cogió la mano y me la puso sobre la teta, era cierto estaban esculturales, duras y apenas se le notaban las cicatrices que según ella le irían desapareciendo, se quitó el sujetador para convencerme.

  • ¿Y están igual de sensibles?
  • Claro, mira que pezones, son los míos que los han recolocado, tócalos y verás cómo se ponen.

                                                  Me los ofreció cogiendo la teta desde abajo y haciéndolos sobresalir, se los iba a tocar con un dedo pero me señaló que con la boca mejor, acerqué los labios y aspiré, el pezón se coló llenándome hasta el paladar, en la lengua notaba como se endurecía e iba creciendo, Carmen se me arrimaba y me cogía la otra mano y me hacía cogerle con los dedos el otro pezón.

  • ¡Ole tu madre Pepe!, si que sabes chupar bien un pezón, me has puesto húmeda pero fíjate en mis amigas, Fermi, enséñale cómo te las han dejado a ti.
  • Es igual, ya ha visto las tuyas.

                                                  Mientras decía esto miraba a Antonia como pidiéndole parecer.

  • No te preocupes, unas tetas sólo son unas tetas, enséñaselas que las vea.

                                                  La chica más joven se quitó la camiseta, para mi sorpresa no llevaba sujetador, se las habían puesto una talla menor, para su constitución era mejor y se le sujetaban pegadas al pecho sin caerles lo más mínimo.  Carmen parecía la maestra de ceremonia y alababa lo duras que estaban y lo altos que le habían dejado los pezones, yo estaba admirado pero Carmen quiso que las tocara y las probara igual que las de ella.  Fermi me esquivó cuando quise besárselas, miraba continuamente a Antonia hasta que aquella le daba el visto bueno no con mucha convicción.

  • Ahora tú Antonia, muéstrale a Pepe la obra de arte que te han hecho, a ella le han quitado lo menos tres tallas, ahora lleva la 100, a mi me han dejado la 95 y a Fermi la 90, ¿a qué han quedado perfectas?

                                                  Antonia se quitó la camisa y me enseñó el sujetador que llevaba, era la que más pecho tenía y con la excusa de que le dolían todavía no me dejó que se las tocara ni que le viera los pezones.

                                                  Carmen cuando terminó la ronda quiso que observara bien y me explicó la operación, a mi me daba lo mismo pero para ella era importante y le presté atención, me hizo tocar por las cicatrices y yo al final con las dos manos amasaba los pezones estirándolos como si fueran de goma, la chica gemía mientras las otras estaban mirando, noté como Fermi se refugiaba en los brazos de Antonia, ésta le acariciaba las tetas a Fermi que ya tenía los pezones duros de mi boca, yo ocupado con Carmen tenía la cara entre las dos masas duras de sus tetas lamiéndole el canalillo y de paso miraba a las otras dos, Fermi le había soltado el sujetador a Antonia y le estaba lamiendo sus tetas, me chocó pues a mí no me había dejado, eran dos hermosos ejemplares y Fermi sabía cómo chuparlos mientras que Antonia con los ojos cerrados palpaba los de Fermi.

                                                  La besé en el cuello a Carmen que sólo quería que mi polla estuviera a su alcance para sacármela y me dijo al oído.

  • No te extrañes, Fermi y Antonia son lesbianas, bueno Fermi es bisexual, son pareja pero tú me tienes a mí.
 

                                                  Por un momento me olvidé de las otras chicas, se apañaban muy bien solas, Carmen con las tetas relucientes de saliva mía encontró lo que buscaba, debajo de mi bragueta palpó la polla dura y sin perder un momento quiso tenerla en las manos, buscó impaciente y cuando la tuvo la miró asombrada.

  • ¡Qué polla más hermosa Pepe! ya hacía mucho que no veía una así.
  • No exageres Carmen que es normalita, ¿qué eres viuda o separada?
  • No qué va, estoy casada pero desde hace mucho no tenemos vida sexual, a mi marido le daban reparo mis tetas, la verdad es que eran horribles, me colgaban flácidas, los pezones mirando al suelo, ya no me ponía sujetador porque aún era peor, fuimos perdiendo el interés por el sexo hasta dejar de hacerlo, no lo echaba de menos hasta ahora, me miro al espejo y me gusta lo que veo, no me las había tocado ningún hombre hasta hoy, tú me has demostrado que estoy viva sexualmente, me he mojado toda cuando me chupabas los pezones.
  • ¿Pues tus amigas por lo que veo no tienen problemas… no has probado a compartir experiencias con ellas?
  • Una vez quisieron que me uniera a ellas, nos metimos en la cama juntas después de una noche loca de juerga, fue la primera noche del viaje, las dos se portaron muy bien conmigo, me comieron las tetas como sólo ellas saben hacerlo y hasta compartimos un consolador que tiene Antonia.
  • Si, parece que ella es la que dirige todo.
  • No lo creas, Antonia con lo grande que es está loca por Fermi, con su aparente fragilidad es una fiera en la cama y tiene un clítoris que parece una polla pequeña, a Antonia la tiene hipnotizada con él, fíjate y verás que pronto lo busca y se lo lame como si fuera un helado de fresa.

                                                  Mientras Carmen me contaba estas confidencias de sus amigas me descapullaba la polla y me la ponía como una barra de hierro, con las dos manos la abrazaba y tiraba adelante y atrás como si me hiciera una paja a dos manos.

  • ¿Ves, lo que te decía?, ya le ha bajado las bragas a Fermi y le busca el clítoris, pronto se lo pondrá duro y se lo tragará como si fuera una polla pequeña.
  • ¿Y a ti no te gustó comerle las tetas y el coño a ellas?, tendrías donde elegir.
  • Pche, no lo había hecho nunca, fue la calentura del momento, reconozco que las tetas de cualquiera de ellas están deliciosas y lamerlas es un placer sobre todo cuando notas en tu boca los duros pezones y de los coños ni te cuento, el clítoris de Fermi es algo… entiendo porqué Antonia está loca por él, Antonia también tiene unas tetas divinas, se las han reducido y levantado, están perfectas, lástima que no haya querido que se las chuparas, sólo le gustan las mujeres y su consolador.
  • ¿Y a ti qué tal te fue con el consolador? ¿mejor que con tu marido?
  • Bueno como mi marido hace tanto que no me la mete… no está mal como emergencia pero una polla como esta tuya… ¿me dejas que te la chupe? A mi marido no le gustaba.
  • Por mi puedes hacer lo que quieras, pero quítate la ropa para ver lo que guardas debajo de la falda.

                                                  Carmen se dio cuenta de que ella estaba sólo con las tetas al aire mientras que sus amigas ya estaban desnudas haciendo un 69 entre gemidos y en un momento se quitó la falda, dejó las bragas para darme la satisfacción de desnudarla yo del todo, tenía buenas caderas y me costó un poco bajárselas, las llevaba de alguna talla más pequeña porque se le marcaba en la piel, el pubis lo llevaba recién depilado, y los labios se trasparentaban en el fino tul.  No pude esperar a bajárselas y las ladeé para verle el coño, era de piel morena y aún así se notaba la sombra del vello depilado pero con los labios abiertos la piel era rosada menos los labios menores que eran marrones oscuros, le miré más atrás y el agujero arrugado era casi negro, rodeado de un circulo de piel oscura.

                                                  Ella, mientras yo investigaba en su entrepierna, no había perdido el tiempo, me había pedido sólo chupármela pero ya la tenía a medias de tragársela entera, estaba “peleando” con mi polla porque no le cabía, no podía abrir la boca lo suficiente porque las mandíbulas no se lo permitían pero estaba empeñada en ello, cuando lo logró dio un  grito gutural para que sus amigas la vieran.  Antonia sonrió felicitándola pero Fermi hizo un gesto de envidia, si era verdad que era bisex, yo aún tenía alguna esperanza con ella, aunque estando Antonia a su lado…

                                                  Carmen debía haberse tomado como un reto tragarse mi polla seguramente porque a su marido no le gustaba, la verdad es que se notaba su inexperiencia y a veces me rozaba con los dientes, me habría gustado estar a punto de correrme y haberle soltado el río de leche, seguro que no habría podido sacarla y se habría tragado toda o se habría atragantado pero poco a poco cogió practica, tenía voluntad y se notaba, ya casi desfallecida se la sacó de la boca respirando hondo, yo le di la vuelta y sin preguntarle le metí la polla en el coño mojado, no sé si sería el tiempo de abstinencia, la sorpresa de tener algo así dentro o notar la diferencia con el consolador de Antonia pero dio un grito casi angustioso que sorprendió a las dos amigas que estaban con las piernas entrelazadas frotando sus coños y sus clítoris, las dos vinieron junto a nosotros un poco alarmadas y miraron entre las piernas de Carmen, cuando empecé a sacar mi polla del coño de la chica las dos hicieron un ¡ooooh!  al unísono, cada una por un motivo.  

                                                  Fermi se la imaginaba dentro de ella y Antonia ni se la podía imaginar, no le gustaba pero admiraba cómo entraba y salía abriéndose paso y dilatando a la fuerza la vagina de Carmen que gemía ahora de gusto, las dos amigas quisieron completarle el momento y mientras Antonia le lamía los pezones recién recolocados, Fermi le ofrecía su mejor tesoro, sobre su boca dejó caer su clítoris, descapullado, brillando y simulando una fresa, Carmen se lo tragó con gusto, para ella posiblemente se imaginaba que era una polla también pero le gustaba y a Fermi la hacía gemir.  Carmen le correspondía acariciando sus tetas medianas pero preciosas, mientras Fermi saciaba su curiosidad cogiendo mi polla con las dos manos acompañándola hasta que desaparecía hasta los huevos en el coño de Carmen.

                                                  Al sacar la polla para descansar un momento estaba blanca del flujo espumoso de Carmen, Antonia pronto había vuelto a por el clítoris de Fermi, era su obsesión y a ella le encantaba cómo se lo comía.  Carmen con la respiración agitada se miraba la vagina, nunca se la había visto tan dilatada, no había tenido hijos y cuando había ido al ginecólogo no había querido mirar, ahora le parecía mentira cómo le había cabido aquello tan gordo.

                                                  Cuando Antonia levantó la cabeza de entre las piernas de Fermi vio la mirada que tenía, era una mirada dulce y a la vez suplicante, en principio no le hizo ninguna gracia pero pensó que su amada también merecía tener un capricho, cerró los ojos lentamente con un gesto consentidor, la más joven de las tres se iluminó de alegría y cogiéndome de los hombros me tumbó en la cama mirando al techo, subió sobre mi y cogió mi polla con las dos manos la frotó con su gran clítoris hermanándolos y poniéndolos duros a los dos y mojándose con saliva su vagina se sentó sobre mi polla, no quiso gritar, con los dientes apretados y la boca cerrada aguantó, no quería demostrarle a nadie y menos a Antonia que se arrepentía de aquello pero estuvo bajando sobre mi hasta sentarse del todo, entre sus labios aparecía sobre mi pubis el glande de su clítoris como un fresón.  

                                                  Carmen fue a ayudarla, sabía por lo que estaba pasando y le daba besos para animarla, le chupaba los pezones que marcaba su talla 90 nueva y cuando con los ojos cerrados empezó a levantarse y separarse un poco de mí Antonia ya sin enfado se lanzó a lamerle el clítoris que estaba a diez centímetros sobre mí, no creo que se lo esperara pero Fermi no tenía intención de salirse aún y volvió a dejarse caer sobre mí, Antonia no quiso dejar su tesoro solo y lo mantuvo en la boca pegado a mi pubis, Fermi empezó a moverse de adelante hacia atrás, estaba gozando de mi polla en todas direcciones.  Carmen la animaba, sabía de lo que estaba gozando con mi verga adentro y quería lo mejor para ella, la acariciaba por todos lados, el cuello, la espalda, las tetas, el vientre, Antonia no dejaba el clítoris para nadie, lo quería en exclusiva y lo tuvo, tuvo que sacrificar algunas cosas, cuando Fermi se levantaba sacándose casi mi polla la boca de Antonia rozaba el tronco de mi polla empapado como estaba de jugos de Fermi lo lamía para saborearlos también, llegó a cogerme los huevos y repasarlos para no perder ningún zumo de su amiga, mis manos acabaron por buscar tetas y las encontró, las de Carmen las conocía de sobra, los pezones grandes y ásperos.

                                                  Los pechos pequeños de Fermi también los acaricié y ella no me dijo nada pero cuando pasé las manos por los grandes de Antonia en un principio me quitó las manos de ellos pero ya cuando me estaba lamiendo la base de mi polla del flujo de Fermi me permitió que le tocara su talla 100, estaban duros y daba gusto amasarlos, el pezón era minúsculo y apenas una areola rosada como una moneda pero pesaban y estaban tiesos y llenos, disfruté mucho con ellos y más porque ella me lo permitía en contra de sus gustos sexuales, ya confiado con eso bajé la mano por el estómago, ella estaba encelada con la entrepierna de Fermi, nunca había tenido el clítoris tan erecto y excitado, mi mano rozó su vientre y Antonia no quiso perder el momento, ¡qué más le daba ahora que la mano fuera de un hombre o una mujer!, abrió las piernas y me enseñó el coño abierto, le pasé los dedos separando los labios y rodeando su clítoris que nada tenía que ver con el de Fermi pero estaba tan duro como podía.

                                                  Fermi no pudo soportar tanto, mi polla abriéndola, su amiga lamiéndole el clítoris y Carmen besándole el cuello mientras yo le acariciaba sus nuevas tetas fue demasiado, gritó con un grito de liberación, se dejó caer clavándose la polla hasta hundirla en su útero y se corrió, la tuvimos que sujetar entre los tres, parecía que se iba a descoyuntar, Antonia fue la que la abrazó y la levantó sacándole mi polla de su coño, la llevó en brazos a su cama como a una niña desmayada, la acunó y se tumbó a su lado acariciándole la cara y mesándole el pelo, estaba contenta porque sabía que su amiga y amada había sido feliz por un rato, ahora volvería a ser sólo de ella, ya se encargaría de hacerla feliz.

                                                  Carmen me abrazó, también estaba contenta de ver a sus amigas felices, Antonia había demostrado querer a Fermi hasta el punto de permitir que la follara yo o mejor dicho que me follara ella a mí, se tumbó a mi lado poniendo su cabeza en mi hombro, se notaba que estaba a gusto y me incliné sobre ella y la besé, en un principio era un beso de felicidad mutua pero al abrir la boca y encontrar su lengua esperándome el beso se volvió de pasión total, subí sobre ella y a la vez que abría las piernas me coloque justo en la entrada de su vagina, ella levanto sus caderas y se metió mi polla hasta la mitad, el resto se la metí yo al descargarme sobre ella, sus nuevas tetas se aplastaron bajo mi pecho, nos abrazamos y estuvimos follando desesperadamente, se corrió calladamente sólo rogándome que siguiera, que no parara.

                                                  En la cama de al lado se oyeron los gemidos de Antonia, Fermi ya se había repuesto y era ella la que le estaba comiendo el coño a su amiga, ésta tumbada boca arriba con las tetas separadas a cada lado y las piernas abiertas recibía los lengüetazos de Fermi que la subían al cielo, le sujetaba la cabeza para guiarla mientras se pellizcaba sus pezones enanos, fue un orgasmo tremendo, le duró varios minutos, mientras Fermi siguió lamiéndole despacio hasta que se tranquilizó.

                                                  Carmen en medio de sus estertores me rogaba que me corriera dentro de ella, que no le importaba, en el peor de los casos le contaría cualquier historia a su marido si aún seguían juntos, en su éxtasis ansiaba mi leche, que la regara de semen que tanto había añorado, yo estaba convencido en hacerla feliz pero en el último segundo me entró la cordura y se la saqué.

  • Carmen, creo que hoy es día de celebrar muchas cosas y voy a estrenar tus nuevas tetas.

                                                  Me acerqué a ella y le puse la polla entre las tetas en medio del bonito canalillo que le había dejado el cirujano plástico, ella comprendió y encerró mi polla entre sus tetas, no se veía nada, sólo el capullo cuando empujaba hacia arriba, me moví mientras ella sujetaba fuerte, cuando me corrí el primer chorro, le llegó a la barbilla y el segundo al parpado, los siguientes mojaron sus tetas llenando el canalillo, ella repartió la leche por todas las tetas nuevas.

 

  • ¡Chicas! os invito a la inauguración de mis tetas nuevas… si os apetece.

                                                  Las dos se volvieron hacia nosotros, estaban besándose cariñosamente después de sus orgasmos y vinieron, Fermi enseguida le lamió las tetas a Carmen pero Antonia era más remisa, las dos amigas se le quedaron mirando rogándole que se uniera a la fiesta, al final se arrodilló al lado de la cama y también le lamió las tetas mojadas con mi leche, nos abrazamos los cuatro, estuvimos un rato desnudos, ahora ya no había componente sexual, ya éramos cuatro amigos sin sexo, Antonia se abrazó a mí como si hubiera sido una mujer y Carmen a Fermi.

                                                  Me tuve que duchar y vestir sin ganas, no había visto nada de Buenos Aires pero lo había pasado de maravilla, como si hubiera estado en Sevilla.

                                                  Carmen al despedirnos me contó que estarían dos días más en Buenos Aires y luego seguirían hacia Córdoba y continuarían al sur,  tenían que ver el glaciar Perito Moreno, luego volverían y pasarían por Iguazú, le dije que a lo mejor nos volvíamos a ver, a ella le encantó la idea y Fermi también se alegró, guardaba muy buen recuerdo de mi, hasta Antonia me abrazó más fuerte que ninguna y me dijo.

  • Sabes que no me gustan los hombres pero si algún día me gustaran me encantaría que fuesen como tú.
  • Gracias es un halago, tú eres una mujer encantadora y sabes querer, cualquiera sería feliz contigo.

                                                  Me dio dos besos emocionados, noté que ya no era tan distante como cuando la conocí, al abrazarme se pegó a mí y sus labios rozaron apenas los míos, sus amigas lo notaron y vieron el cambio, a Fermi le gustó cómo me despedía.

                                                  La mañana no había salido para nada como lo había previsto, miré el resguardo del ticket del bus turístico y lo iba a tirar pero me lo guardé de recuerdo.

                                                  Cuando llegué a casa la encontré muy silenciosa, no olía a comida y estaba en penumbra, de momento no me preocupé y fui directo a la nevera cogí una cerveza y unos cacahuetes y me senté en la salita, por la ventana veía la extensión inmensa de la ciudad, los tejado y los edificios altos mezclados con las cúpulas de iglesias y monumentos oficiales, estaba cansado del trajín de la mañana y después de tomarme la cerveza me quedé dormido en el sofá, ya eran más de las cuatro cuando me despertó el teléfono, miré el reloj y todo seguía igual, me alarmé, enseguida pensé si habría pasado algo al niño o a alguien y medio dormido encontré el teléfono, me llamaba Malena y le corté la llamada, seguí buscando, al fin pegado en la puerta de la nevera que había abierto un poco antes había un papel con una nota.

  • “Pepe, no te preocupes por nosotras, hemos ido de compras para el viaje a Iguazú, Elena se ha comprado cosas muy lindas, por ahí encontrarás algo para comer, ¿te ha estado buena la cerveza?  Un beso.”

                                                  Corina estaba en todo, no sé cómo no me di cuenta del papel antes, ahora estaría aburrido en casa hasta que volvieran y conociéndolas…  me acordé de la llamada y busqué en llamadas recibidas y vi la de Malena, pulsé y la llamé.

  • Hola, soy Pepe, perdona que no haya atendido tu llamada estaba en un momento complicado y no podía hablar.
  • Hola Pepe, jajaja, no tiene importancia, seguro que estabas cogiendo como siempre, lo estoy imaginando.
  • Jajaja, que mal pensada que eres, no, sólo estaba buscando a mi familia que no la encontraba por casa.
  • Jajaja, que historia más increíble, por lo menos dime algo que me lo crea, jajaja.
  • Te lo prometo bueno… ya te lo contaré, ¿qué haces?, tengo muchas ganas de hablar contigo, ya tengo ganas de que vuelvas de Mendoza, debes haber paseado a medio mundo por ahí.
  • Yo también tengo ganas de verte pero no me creo que tú me quieras ver, lo dices por compromiso.
  • ¿Qué dices?, de verdad me gustaría estar a tu lado, hablar y… ya sabes…

                                      No era sincero del todo, la chica me gustaba mucho, estaba muy a gusto con ella, no era por sexo sólo sino como una amiga de verdad, tenía una conversación sensata, inteligente, sabía dar consejos, juzgar con imparcialidad y no se callaba ni una al respecto, a su lado me sentía relajado y cómodo pero después del vapuleo con Carmen y sus amigas estaba un poco cansado, lo de estar con ella era cierto pero lo dije con más ímpetu porque sabía que estaba lejos.  Lo que no esperaba era la contestación de Malena.

  • Pues si es cierto los deseos se pueden hacer realidad a veces…
  • ¿Qué quieres decir?
  • Que voy de camino a mi casa en Villa Devoto, si tanto quieres verme te puedo esperar en la estación del tren San Martin.
  • ¿No me engañas?  Voy a comer algo y salgo para ahí, no tardo nada.

                                      Tomé pan y me hice dos sándwiches de fiambre, cogí una botella de agua y salí de casa corriendo, por la calle comí rápido y bebí la botella de agua, cuando llegué a la estación no vi a Malena, me extrañó pero como no sabía desde qué distancia me llamaba… tenía el bocado atravesado y estaba nervioso, me recorrí toda la estación y no la vi hasta que desde detrás de un letrero me llamó.

  • Shiiit, Pepe, estoy aquí.
  • Por Dios Malena, me tenías en ascuas, ¿cómo estás? qué pregunta, estás preciosa.
  • Jajaja, tú siempre tan galante a ti te veo bien, un poco más delgado, se ve que “trabajas” mucho en la mina.
  • No creas, sólo es mala fama, ¿cómo es que estás aquí?
  • Tengo unos días libres y he venido directamente a casa, Fernando está de gira con la banda, le ha salido un pequeño contrato para actuar en  Córdoba en una sala muy importante.  ¿Qué te apetece que hagamos, tienes tiempo?
  • Cuando te decía que buscaba a mi familia era verdad se han ido de compras, nos queremos ir a Iguazú y se han ido a equiparse.
  • Entonces tardarán, si quieres te invito a un café en casa.
  • Precisamente no he podido tomarlo después de comer.

                                      La chica andaba con paso firme, se notaba la diferencia de edad, yo que siempre presumía que andaba deprisa me costaba seguirla, en un momento estábamos en su casa.

  • ¿Sabes hacer café?
  • En mi casa lo hago yo siempre pero aquí no lo he hecho nunca.
  • No creo que tengas problemas, eres un hombre muy “hábil” lo sé, en la cocina encontrarás lo que necesites, yo voy a darme una ducha rápida.

                                      Busqué por los armarios de la cocina, todo estaba tan organizado que encontré lo que precisaba, no le pregunté pero lo hice como a mí me gustaba expreso, bien fuerte.

  • Mmm ¡qué bien huele el café!  Desde la ducha ya se nota y además lo has hecho al estilo italiano, como a mí me gusta.

                                      Venía por el pasillo con una toalla liada al cuerpo y con otra en la cabeza mientras se secaba el pelo, la toalla se ajustaba a sus curvas y al trasluz se veía su forma de andar al estilo de las modelos, con un paso delante del otro, yo le esperaba con la taza en la mano, parecía un maniquí de escaparate inmóvil admirando a la escultural Malena.

 

  • No sé si te gustará tan fuerte.
  • A mí me gusta lo fuerte, ya lo sabes.
  • Glup, pues te lo he hecho lo más fuerte que podía.
  • Entonces seguro que estará a mi gusto.

                                      Se sentó en una silla en la mesita, dejó suelta la melena rizada y se ajustó la toalla para que no se le soltara, se había hecho un nudo entre las tetas que la mantenía segura.

  • ¡Aaaah! Que delicia, no sabes lo que he añorado un momento así, tantos días aguantando a la gente, sus preguntas, siempre las mismas, todos los días con diferentes desconocidos, ansiaba estar en casa con una buena compañía, ¡ven!

                                      Me cogió de la mano, en mi taza aún quedaba el último sorbo pero la seguí, de camino a su habitación se soltó el nudo de la toalla que cayó al suelo, no quise parecer un adolescente ansioso pero la miré de reojo, ¡qué cuerpo!, los pechos altos, sin pizca de vientre, con poco culo pero alto y duro, los muslos torneados pero que no se le juntaban en la ingle y una cintura… de avispa diría yo, cuando llegamos a su habitación quitó la cubierta y sobre la sábana se tumbó.

  • ¿Me acompañas?
  • Por supuesto Malena.

                                      Me quité la ropa en un santiamén, no olvidé los calcetines por supuesto y me senté a su lado en cuclillas admirando su cuerpo.

  • Eres una diosa Malena, ¡lo sabes!
  • Mmm, ¡qué cosas dices!  Ven conmigo.

                                      Me tumbé a su lado, estaba perfumada y tibia, nos quedamos los dos mirando al techo, quise que saboreara el momento de estar en su casa cómoda.

  • ¿Sabes qué es lo que más me gusta de ti?
  • Pues no tengo ni idea, no tengo nada de extraordinario.
  • Aunque no lo sepas sí, me gusta que estés siempre donde debes, que sepas respetar a tu compañía sin agobiarla, otro se habría lanzado sobre mi enseguida, me habría cogido y posiblemente se habría corrido al momento, en cambio tú has estado discreto mirándome de reojo, aunque sé que te gusto y que me deseas pero me dejas mi espacio, que goce de mi momento y estás a mi lado, eso hace que yo te desee agradecida, que esté esperando a que me folles, que entres en mi y seamos sólo uno…  Pepe, me gustas como persona y como amante, me han hecho muchas proposiciones de coger en Mendoza, siempre había algún boludo que me quería tener pero yo te he esperado a ti, el otro día te llamé sólo para oír tu voz, siento que no fuera tu mejor momento pero no me fallaste seguiste follando a aquella joven, me hiciste sentir como si me lo hicieras a mí y me provocaste un orgasmo brutal y eso era lo que necesitaba en aquel momento igual que ahora…  Pepe, me gustaría que me follaras como si fuera la primera vez.

 

                                      Malena se giró hacia mí, se acurrucó en mi pecho y me besó suavemente, notaba sus tetas, una aplastada contra mi lado y la otra colgando rozando su pezón con el mío, intentó pasar una pierna sobre las mías pero me adelanté, mi pierna separó las suyas y me incorporé sobre ella, ahora era yo quien la iba a follar, ella me sonreía y se preparaba, se colocaba en el centro de la cama y plegaba sus piernas, las tetas le caían a los lados dejando un espacio grande entre ellas que yo lamí hasta llegar a su garganta y a su boca, la besé y nuestras lengua se encontraron y se enredaron, mi polla rondaba entre sus muslos buscando donde entrar, rozaba la ingle y los labios, Malena me seguía y con su coño abierto intentaba que coincidiera con mi polla, cuando notó mi capullo a la entrada de su vagina ella misma levantó la cadera y se metió el glande, suspiró y yo con dos golpes enérgicos la terminé de meter, noté como el capullo hacía tope pero siguió empujando y ella aguantó mi empuje hasta que mi polla desapareció entre sus labios, me rodeó la cintura con sus piernas para que no saliera, me tuvo preso unos minutos donde mi capullo palpitaba y sus músculos lo exprimían, habría pasado así toda mi vida, nos besábamos dulcemente las orejas, el cuello y los ojos.

                                      Cuando me soltó salí poco a poco, Malena encogió las rodillas y se sujetó las piernas sobre su tórax, juntó las tetas estrechamente y me ofreció su coño levantado, me dejé caer con todo mi peso y con mi presión todavía pude entrar más en ella, ahora sus labios se hundían ante el empuje de mis huevos y mi polla juntos, abrió la boca como si le faltara aire, sacaba la lengua indicándome con gracia que le llegaba a la garganta y seguí empujando, cada vez que salía un poco la vagina expulsaba flujo espumoso en abundancia, ella quiso probarlo y me alcanzó, buscó mi polla y se la metió toda en la boca aspirándola, en los labios se le quedaba pegado el flujo blanquecino y con la lengua me presionaba contra el paladar dejando afuera el prepucio estirado, mi boca fue atraída como un imán sobre su clítoris, estaba mojado y duro pero al pasar la lengua por debajo del pequeño prepucio Malena soltó las piernas y se corrió, tuve que sacar mi polla de su boca porque con los movimientos de la cabeza se podía lastimar la campanilla, quedó con los brazos en cruz y las piernas abiertas, yo me tumbé a su lado, estaba agotado y mientras ella se recuperaba de los espasmos que sacudieron yo pude descansar, su juventud podía más y todavía estaba jadeando cuando subió sobre mí.

  • He tenido un orgasmo de antología, gracias lo necesitaba desde hace mucho ahora me toca a mi…
  • Por favor Malena apiádate de este pobre viejo…
  • No te preocupes viejito, sé cómo tratarte, te va a gustar…

                                      Malena me conocía demasiado bien y no me presionó con violencia, cogió con ternura mi polla y con las dos manos la puso otra vez en forma, la acariciaba tan sutilmente que parecía que tenía una erección matinal, se inclinó sobre mí y me paseó las tetas por mi pecho, las siguió subiendo hasta posarlas sobre mi cara, sin esfuerzo podía lamer sus pezones alternativamente, ella misma me los iba ofreciendo cuando fue bajando lo hizo resbalando sobre mi vientre y mi polla tumbada se encontró con su vagina de una forma tan exacta que fue entrando hasta que se clavó toda entonces se incorporó, sus tetas volvieron a quedar altivas y Malena empezó a moverse lentamente adelante y atrás, notaba su clítoris rozar mi pubis mientras mi polla dentro de ella resbalaba rozando cada pliegue vaginal.  Me miraba sonriente, sabía que me estaba haciendo gozar como a mí me gustaba cuando sonó el teléfono que tenía en la mesilla de noche, con cara de fastidio miró quien la llamaba.

  • Es mi madre, ¡Qué ganas de joder!  ¿Qué querrá ahora?
  • Atiéndele lo mismo es algo importante.
  • De eso nada, en éste momento lo más importante eres tú.

                                      Bloqueó el móvil y lo arrojó a la cama, siguió con su movimiento oscilante, yo completamente en reposo sólo elevaba un poco la cadera cuando se hacía hacia atrás para que le entrara más polla.

  • No te muevas Pepe, ya me sirvo yo lo que necesito, ¿te gusta cómo te trato?
  • Me encanta, estaría así toda una noche.
  • Yo ya lo había pensado pero lo veo difícil.
  • Ya lo sé, pero nunca se sabe, ¿qué querría tu madre?
  • No sé, alguna boludez ¿sabés una cosa? Mi madre me pregunta muchas veces por vos, ¿y sabés lo que me dice?  Que no olvida la partida de culo que le diste, desde entonces ha guardado sus juguetes y se corre con el dedo acordándose de ti, dice que no tiene comparación tu pija con las de látex, fuiste el primero que se la metiste de verdad, siempre quería pero no se atrevía, me ha dicho varias veces que quisiera pasar una tarde contigo y también me ha dicho que no le importaría que fuera yo también…  ¡Ah! y mi hermana, no sabes está encantada, su marido está loco pidiéndole su culo pero ella dice que como tu pene no ha probado otro, también me ha dicho que le gustaría repetir, yo les he dicho que estás un poco delicado de salud para contenerlas un poco pero cuando vos queráis podemos montar una fiestecita, vos elegís cual o cuales quieres de las tres.
  • Mmm me encanta Marlene, no sabes lo que gocé metiéndole la polla en su culo virgen, me habría gustado que la hubieras visto, no se lo esperaba pero lo agradeció, se merece otra sesión de polla… y tu hermana, ¡qué mujer!  En principio follaba por revancha pero terminó olvidando al pelotudo de su marido y se corrió como una perra, me gustó hacerla feliz por un rato, ahora me da un poco de miedo enfrentarme a ellas, son diferentes a ti, contigo es una delicia pero no descarto que nos juntemos algún día, si no con las tres a la vez que es mucho, con tu madre y tú sí me encantaría.
  • Eres un encanto, avísame cuando te encuentres con ánimo, eso está hecho.

 

                                      Malena siguió moviéndose hasta que notó que me llegaba la corrida a mí, quiso agasajarme y se levantó un poco y poniéndose el glande en el culo se dejó caer lentamente.

  • Sé que te gusta mucho mi culo, ahí lo tienes, córrete en él si quieres o dímelo si prefieres en otro sitio.
  • No, está bien así, sabes mis gustos más que yo, déjame tus tetas mientras me corro.

                                      Malena se acercó y moviendo el culo recibió los chorros de leche caliente mientras suspiraba con las caricias de mis manos en sus pezones, con una mano alcanzó su clítoris y ella misma lo pulsó hasta correrse también, me llenó de semen y flujo cuando se levantó, nos fuimos a la ducha juntos, me enjabonó y me secó, casi se me volvió a ponerse dura cuando me descubrió el capullo y me lo besó, pero me dijo.

  • No hay que abusar Pepe, otro día lo haremos más, lo he pasado muy bien contigo esta tarde, lo necesitaba, gracias.
  • Malena has sido tú la que me has proporcionado una tarde especial, espero que podamos repetir pronto.

                                      Me vestí y volví a casa, antes de subir llamé y todavía no habían llegado, me senté en una mesa en la terraza de una cafetería en la esquina de la calle, a la media hora pasaron Elena, Corina y Javi…  Elena llevaba en brazos al pequeño y el cochecito iba atiborrado de paquetes de las compras.

  • Mira a mi marido tan tranquilo con su café con leche, seguro que no ha hecho nada en toda la tarde y nosotras agobiadas de compras.
  • Haberme dicho que ibais a salir de compras, os hubiera ayudado con Javi, de todas formas no he estado aburrido.

                                     

                                      Corina me miró de reojo y sonrió, le cogí al niño a mi mujer y nos fuimos todos a casa.

Continuará

 

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Gracias.

                                                  

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