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Me hicieron creer que era afeminado. (9)

en Amor filial

                                                  Por la tarde me dediqué a ir adelantando el trabajo, el vestido para Cintia ya estaba para prueba y el de su madre Elvira también, en cualquier momento las llamaría para ir a su casa.   En la cena todos estábamos contentos, mi tía había hecho una cena especial en parte porque se vio animada al ver que sus hijas colaboraban en todo, le ayudaban en la cocina y lo más importante las notas en el instituto se iban superando notablemente, mi madre también estaba contenta había cambiado bastante, curiosamente desde la noche que pasamos juntos, me alegraba si era por eso pero era un conjunto de cosas, veía el progreso de las sobrinas, tenían más cuidado con las ropas, ya no iba detrás de ellas buscando debajo de sus camas la ropa interior descuidada, ahora muchas veces metían en la lavadora toda su colada y mi madre estaba bastante más descansada, mi abuela era la que menos trabajo daba, acostumbrada a llevar la casa toda la vida se organizaba bien y la tienda la tenía brillante, en pleno bullicio de la cena fue Julia la que dijo.

  • Hijas, estoy admirada del cambio que habéis hecho, no comprendo cómo ayudáis tanto y colaboráis con todo.
  • Ha sido por la clase que nos dio Carlos, nos hizo conocer cosas nuevas que hasta entonces no conocíamos y cada día queremos saber más.
  • ¡Ah!  Pues no creo que haya problema, ¿verdad Carlos, te encargas tú de enseñarles lo que sabes a las niñas?  Esta noche puedes continuar, ¿qué os parece?
  • Sí mamá, esta noche nos va bien, preciosamente tenemos unas dudas…

                                                  Mi abuela me miró de reojo, la cara que hacía era de querer y no querer saber lo que se hablaba allí pero siempre había confiado en mi buen criterio y eso la tranquilizaba.  Luego de cenar las chicas se levantaron primero y recogieron la mesa, una se puso a fregar la vajilla y otra a quitar el mantel y demás, su madre viendo que prácticamente el trabajo estaba hecho se despidió y se fue a la cama, mi abuela me dio una palmada en el hombro y también se fue a descansar, mi madre estaba orgullosa de que yo hubiera puesto en la buena dirección a sus sobrinas, me dio un beso y desapareció y ya no me quedó más que volver un rato a mi tarea, pensaba acabar pronto y acostarme porque quería madrugar a la mañana siguiente, al pasar por la puerta de la cocina Alicia me dijo con tono sensual.

  • Hasta luego profesor, no olvides que tienes clase.
  • Pues si no me lo recuerdas…

                                                  Me puse a coser hasta las doce, había estado más tiempo de lo que pensaba porque quería acabar rápido lo de mis primas, visto lo bien que se habían tomado la charla ahora sería pan comido, por si acaso cogí dos condones de la caja y fui pasillo adelante, la casa estaba a oscuras y sólo se veía luz por debajo de la puerta de las chicas.

                                                  Al pasar por la puerta de la habitación de Julia de golpe se abrió lo justo para asomar la cabeza, me asustó y di un salto pero sacó el brazo y tiró de mi metiéndome en la habitación, iba cagado ya que no sabía si me iba a dar un sermón porque había entendido el carácter de las lecciones que les daba a sus hijas pero en la oscuridad total de la habitación me arrastró a la cama y me dijo al oído.

  • ¡Shitttt!  No hagas ruido, necesito que me ayudes.
  • ¿Qué pasa tía?
  • Estoy desquiciada, no puedo dormirme, lo he intentado todo pero nada y estoy atacada de los nervios.

                                                  Me di cuenta de que todo lo que tocaba de ella era piel, mi tía estaba completamente desnuda.

  • ¿Te has dado una ducha o estas sudada?
  • No, todo lo contrario y ya no aguanto más, he estado acariciándome, me he metido todos los dedos que me caben pero no, necesito tu polla Carlos, sin ella no consigo correrme y lo necesito urgente.
  • Pero tía, yo iba a la habitación de tus hijas, me están esperando.
  • Es sólo un momento, con un polvo rápido creo que tendré bastante.
  • Julia… tú no eres de un polvo rápido.
  • Te lo prometo, déjame que te chupe la polla y me la metes en el coño, sólo eso pero quiero correrme.
  • Sí y me corro dentro de ti, ¿verdad?
  • Me gustaría mucho sí pero ya me apañaré.
  • No tía, no me fío que te calientas y luego… ya sabes que me gustas demasiado y te puedo preñar.
  • Por favor…
  • Está bien Julia, tú lo has querido.

                                                  Julia ya estaba decidida y me había sacado la polla, se estaba ocupando en ponerla a su gusto y me pegó sus tetas para motivarme antes, aquellas tetas me hacían saltar el corazón, estaban tan duras y tersas que no me costó nada sacarle los pezones de la punta tan afilada que tenían, la boca de Julia no tardó en dar cobijo a mi capullo y ya cuando estaba como una piedra noté que se giraba y ponía las manos sobre la cama, pensé en como que se parecía mi prima Alicia a su madre, le encantaba que la metiera a lo perrito, busqué un condón de los dos que tenía destinados a mis primas y me lo puse, la iba a follar como a mí me gustaba y primero le separé los pies con mi pierna, estaba al máximo de apertura y cogido a su cintura se la hundí dio un grito ahogado.

  • ¡Ooooh! Carlos me vas a matar.
  • A polvos Julia a polvos, te gusta que te folle a lo salvaje.
  • Sí pero no tanto, estas hecho un bruto pero me gustas.
  • A partir de ahora siempre te voy a follar así.

                                                  Mi tía había estado desde que se fue a dormir acariciándose el coño con los dedos pero le faltaba un punto sólo para llegar y ese punto se lo di yo, fue como ella había vaticinado un polvo corto porque no le había dado ni una docena de clavadas cuando me cogió las manos que tenía en su cintura y me clavó las uñas, se estaba corriendo con la cabeza hundida en el colchón y sus gemidos se oían sordos, la acompañé al verla tan caliente y apretándome contra ella llené el condón.  Julia cayó de rodillas al suelo y esperé a que se repusiera, cuando lo hizo se volvió y sentada en el suelo me quitó el condón, me lamió la polla hasta dejarla inmaculada y se sentó en la cama.

  • ¿Ves como sí?, sólo me faltaba tu puntito para correrme y sobre todo porque lo has hecho en mi coño, de todas formas me quedo el condón de mi macho, la leche es mía y no la voy a tirar.

                                                  Oí en la oscuridad como engullía y chasqueaba los labios de satisfacción, me puse los pantalones y salí de puntillas, un poco más allá estaba la habitación de mis primas, al entrar las dos estaban estudiando en sus camas, me alegré al verlas tan disciplinadas pero nada más cerrar la puerta dejaron los libros y se quitaron la sábana de encima, las dos chicas estaba desnudas completamente, tenían unos cuerpos tan delicados y tiernos que la polla dio un salto, las dos quitaron la mesita que separaba las camas y las juntaron, yo estaba de observador de sus culo y sus tetas mientras se afanaban.  

                                                  Lo tenían todo pensado y subieron a la gran cama que habían formado.  Cris fue la primera que se lanzó, había cambiado mucho, se apoderó de mi verga y la puso en forma, Alicia sabía que sus tetas eran mis preferidas y me las ofreció sin reparos, ésta era un compendio de todas, tenía la juventud de su hermana, las tetas de mi madre y los gustos de follar como la suya, de mi abuela… quizá los labios hinchados del coño tal vez.

                                                  Cris no esperó y me quiso montar pero en el último momento me acordé que acababa de eyacular en su madre y busqué el condón que me quedaba, me lo puso ella, no sé de donde habría aprendido la técnica de ponerlo sin manos, apoyó la goma enrollada en el glande y con la boca lo desenrolló hasta el final del tronco incluso siguió chupando la polla con él puesto, no era lo mismo pero me mantuvo erecto, se sentó sobre mí y lo fue metiendo despacio, noté la estrechez de su vagina recientemente desvirgada pero ya debía estar curada porque no hizo signos de dolor ni escozor, todo al contrario, gemía mordiéndose el labio.

                                                  Alicia no estaba parada, había dejado sus tetas a mi alcance y a la vez se metía los dedos en su coño, tenía una técnica depurada para su edad, imagino que genética de su madre también, sus dedos parecían dar un rasgueo de guitarra a la vez que la otra mano se hundía en la vagina, se corrió sin esperarnos pero siguió acariciándose.  Cris de espaldas a mí saltaba acariciándome los huevos entre sus piernas, según iba notando que se iba a correr soltó mis huevos y apoyada en mis pies adelantaba y atrasaba su culo, yo veía como mi polla arrastraba sus labios menores en cada ida y venida.

                                                  De pronto agachó la cabeza y empezó a temblar, se hundía en mí y se levantaba hasta casi la punta para volverse a clavar lentamente, la cabeza la agitaba sin control y se desvaneció entre mis pies, la polla se salió y un reguero de flujo con ella, la sábana se manchó, no sabía si mi madre se daría cuenta pero me dio un escalofría pensarlo.

                                                  Alicia estaba en modo “stand by” iba manteniendo el calor en su coño con los dedos y al ver la polla disponible se acercó a mí, me quitó el condón con cuidado y lo mantuvo en el aire.

  • Cris, ¿te apetece la leche de Carlos?  Si no es para mí.

                                                  Cris no contestó, no podía porque los estertores todavía la sacudían y Alicia no esperó y lo bebió de un trago, se acercó a mí y sopesó el estado de la verga, estaba un poco caída pero para ella no era mucho problema, se la puso entre la tetas y las juntó escupiendo entre ellas, al momento le apuntaba a la garganta con el capullo.   Se dio la vuelta y se arrodilló sobre la cama.

  • Carlos, ya puedes meterla.
  • Claro… ¿Alicia no acabas de ver que me he corrido y me quedarán “bichitos” perdidos dentro de mis huevos aún?
  • Ponte un condón como con Cris.
  • Lo siento lo he usado con… Bueno que sólo he traído uno, no pensaba…
  • ¿Qué no pensabas?  Ya te dijimos que éramos tus mujeres, debías saber que queremos follar contigo todas las veces que podamos y hoy mi madre nos lo ha puesto en bandeja.
  • Pues lo siento ha sido un fallo mío, lo reconozco pero a partir de ahora os voy a follar como yo quiera, si ya sois mujeres me lo vais a demostrar y con creces.
  • ¿Qué lo que nos has hecho no ha sido follar?
  • Jajaja, eso ha sido jugar al escondite, niñas. 
 

                                                  Mi prima me estaba poniendo a prueba, al ver su culo redondo alto y apretado con el coño abierto me ponía como un animal y ya iba a sucumbir a la tentación, ¡también sería mala suerte que la preñara sólo con meterla! y ya le había apoyado la punta en los labios cuando mi ángel bueno me dijo, ¡cuidado Carlos!

  • Alicia, ¿hoy toca la segunda lección verdad?
  • Si lo quieres llamar así…
  • Sí, hoy va a ser la segunda y no menos importante y ya que decís ser mujeres adultas…
  • Claro que sí, ya ves como follamos.
  • A eso me refería, sabes que en el sexo hay infinidad de postura y modos de hacerlo y hay una en concreto que es bastante corriente y sobre todo gratificante pero se necesita la colaboración de los dos.
  • No hay problema, ¿donde quieres que me suba?
  • No es eso exactamente, como sabrás el cuerpo humano tiene una serie de orificios, normalmente la naturaleza los ha creado para un fin más o menos específico pero en el sexo no hay límites y las personas le hemos buscado utilidad a todos.
  • Sí, aunque no comprendo.

                                                  Cris ya se había sentado a nuestro lado y estaba atenta a mis explicaciones, sus tetas se mantenían punzantes con aquellos pezones como olivas.

  • Dime Cris, por ejemplo la boca, ¿para qué sirve la boca?
  • Para comer.
  • ¿Y?
  • Para beber.
  • De acuerdo, pero las personas la usamos para chupar, lamer y meterse la polla de un hombre si es necesario ¿Y… crees que es mal uso?
  • Pues no, da gusto saborearla y chuparla.
  • Y el coño ¿para que esta destinado?
  • Para tener hijos y antes para follar.
  • Exacto, pero a veces nos metemos otras cosas ¿no Alicia?
  • ¿Por qué lo dices?
  • ¿Por qué no nos dices tú qué te has metido para desvirgarte?,  porque yo no encontré rastro de himen en tu vagina.  ¿O es que ya habías follado con alguien?
  • No Carlos, Cris créeme, no lo he hecho con nadie mirad.

 

                                                  Alicia fue a la mesita, en el cajón tenía un cepillo del pelo usado pero con el mango largo y grueso y sobre todo reluciente.

  • Con esto me lo hice sin querer, es verdad, quería meterlo sólo un poco pero me dio tanto gusto que sin darme cuenta me lo hundí todo, casi no me hizo daño y apenas sangré.
  • Gracias Alicia nos lo creemos, no pasa nada te lo aseguro, pero todo esto viene porque tienes otro orificio que también tiene otra función y es el de salir y no el de entrar pero nosotros con la ayuda de los dos podemos usarlo para entrar y salir ¿comprendéis?
  • No del todo.
  • Mira Cris, tú hermana esta de rodillas, ¡Agáchate Alicia!,  ves el agujero plegado que tiene, si lo suavizo con mi saliva… mejor con la lengua… se abre y cierra.
  • Uf, Carlos me está dando gusto… que sensación más rara.
  • Por lo que en casos normales haciendo sexo se puede elegir el agujero que se prefiera, en el caso que estamos Alicia corre el riesgo si le meto la polla con restos de esperma a que se quede embarazada pero si le meto la polla por el culo…
  • Pero no le cabrá, mi hermana tiene el culo muy estrecho.
  • La naturaleza es sabia, veréis como si, la voy a desvirgar por el culo y esta vez va a ser de verdad.

 

                                                  Las chicas estaban colaboradoras, curiosas y sobre todo calientes y Alicia se relajó lo suficiente.  Cris me sujetó la polla en el centro del culo de su hermana y yo sólo tuve que empujar, Cris tenía razón porque el culo de Alicia se resistió todo lo que pudo pero Cris la animaba para que entrara y entró, ¡vaya si entró!, tras el primer dolor, la cosa fue mejor porque Cris ayudó como podía, me iba lamiendo la polla lubricándola al paso del esfínter y cuando ya no quedó nada por meter a Alicia le pareció poco.

  • ¿Ya está, ves como soy una mujer? Ahora muévete que me corra con tu tranca adentro.
  • No te preocupes que por ahí no corres riesgos.

                                                  Alicia tuvo su primer orgasmo anal y yo rompí su culo virgen, Cris ayudó en lo que pudo, sentada a nuestro lado miraba como el tronco iba y venía dentro de su hermana y cuando un chorro de esperma espumoso salió con mi polla Cris no quiso que llegara a la vagina que estaba dos dedos abajo y pegó su boca en el culo de Alicia hasta que absorbió hasta la última gota de leche.

                                                  Por la mañana tuve una visita inesperada, estaba cosiendo el vestido de Juana cuando unos nudillos llamaron a mi puerta asomó la cara risueña de Cintia y detrás de ella unas exuberantes tetas y una voluminosa panza, me sorprendió la progresión tan rápida de su embarazo.

  • Hola Cintia, ¿cómo estás?, aunque te veo muy linda.
  • ¿Linda con este bombo?
  • Claro tienes una cara preciosa y… unas tetas…
  • No me hables de ellas, no sé qué hacer ya he cambiado de talla de sujetador dos veces y he optado por no llevar hasta que esto pare.
  • Pues no se nota que no lleves nada.
  • No te miento, toca si quieres.

                                                  Claro que quise, las tenía duras y se le marcaba el pezón ya listo para amamantar a lo que viniera en camino.

  • ¿Y qué te trae por aquí?, esta tarde pensaba ir por tu casa, ya tengo los vestidos para la prueba pero me estaba esperando para adelantar el tuyo aunque me parece que tendré que rectificarlo porque tu hijo crece a pasos agigantados.
  • Mi hijo no, mis hijos.
  • ¿Qué me dices, que llevas dos?
  • Dos Carlos, dos nada menos, imagínate el plan.
  • Vaya follada que te dieron Cintia.
  • Y que lo digas, si al menos me hubiera enterado.
  • Qué lástima porque estás para perderse contigo.
  • Y tú también Carlos, no se me olvida la visita que nos hiciste a mi madre y a mí.
  • ¿Y tu madre que dijo?
  • Que lo pasó mal al principio, ver cómo me tocabas las tetas y el coño, pero luego lo pasó en grande hacía mucho que no lo hacía y ahora todos los días me pregunta si no te habrás olvidado de nuestros ”vestidos”, jajaja.
  • Jajaja, no me he olvidado, estuvimos follando como hacía tiempo.
  • Ya lo vi ya y… ¿por tu cuarto viene mucha gente?
  • No, voy yo a las casas.
  • No, me refiero de tu familia, si se asoman mucho por aquí.
  • No, de no ser una urgencia, respetan mi espacio y mi trabajo mucho, pero también son muy discretas, te voy a follar Cintia, esa barriga me pone muy cachondo.

                                                  Cintia se movía sensual levantándose la falda que le venía corta por delante ya.

 

                                                  Cintia había dejado caer la falda y la camisa se abrió con facilidad, era cierto que no llevaba sujetador y las bragas casi invisibles debajo de aquella mole.

  • Cintia no sé cómo acercarme, ponte como quieras, no quiero asustar a los peques.
  • No te preocupes, los bebés te verán entrar y se apartarán, jajaja.
  • ¿Entonces puedes hacerlo igual?
  • Casi igual, algunas posturas me cuestan y otras me entra demasiado pero tú puedes hacerme lo que quieras pero sobre todo córrete dentro, es lo que más seguro tienes.

                                                  Cintia se apoyó en la cama y desde atrás se la clavé en el coño, las bragas las llevaba enrolladas en el culo por no tener cintura y se las bajé de un tirón, la polla entró aunque hacía un efecto raro, me parecía que iba a pinchar al par de personajes que estaban dentro.  Esta postura debía ser de las que más profundo se le metía porque se quejó un poco, después de probar varias optamos por hacer la cucharita, ella acostada con el bombo a un lado con la pierna levantada y yo metiéndosela hasta donde podía.

                                                  Se corrió, era curioso que al meterla se notaban unos bultos en el vientre, me dijo que eran sus hijos que notaban la verga llegarle de cerca, al correrse la tripa le temblaba al estremecerse y los niños parecía que jugaban en un parque infantil, no tardé en seguirla y al momento se calmaron me dijo que ellos saboreaban mi leche al entrarles, no le creí pero nos reímos mucho.

                                                  Le dije que iría al día siguiente a su casa para probarle los cambios y el de su madre, lo de su madre se lo dije con un tono que no le dejó dudas al respecto, ella sonrió picarona.  Nos despedimos con un piquito en la boca.

                                                  Después de la comida mi abuela estaba intrigada por la chica, había llegado a la tienda cuando más gente había y por no desatender a la clientela le había guiado para que entrara en mi habitación, todas la clientas se quedaron murmurando, creyeron que la habría preñado yo y con las creencia popular de mi sexualidad…

                                                  Cuando entré en su habitación para la siesta estaba abriendo la sábana a punto de subir a la cama, estaba desnuda y agachada, tuve la tentación y lo hice, le di una palmada en el culo al pasar.

  • ¡Oye! ¿qué quiere decir eso?
  • Lo siento abuela ha sido un impulso, no he podido evitarlo.
  • No, si no me sabe mal, me ha gustado ya era hora que tomaras la iniciativa, hasta ahora he sido yo la que te he enseñado poco a poco cómo funcionaba la sexualidad, te he enseñado como se usa tu cuerpo y… el mío y has sido un alumno aplicado.
  • Gracias pero ha sido muy fácil siempre me he sentido llevado de la mano, lo has hecho tan sutilmente que no me he dado cuenta casi de lo que me has enseñado y de una forma tan natural.
  • Me alegro porque habría sido una pena no tener esta polla a mi disposición, me gusta ponértela tiesa, me hace más joven.
  • Y a mi tus tetas, me encantan ¿me dejas que las bese?
  • Claro Carlos, los besos no se niegan.

 

                                                  Era verdad, siempre había sido mi abuela la que me había hecho todo, yo me dejaba querer y disfrutaba de su cuerpo sin pensar que ella también necesitaba calor por eso empecé a besarle las tetas, mi abuela estaba a gusto dejaba que chupase mordiera y lamiera por todo, bajé por el estómago y al llegar el ombligo se encogió pero no dijo nada pero al llegar al pubis suspiraba hondo, no lo toqué pero seguí por la ingle, ella separaba las piernas lentamente y mi boca seguía con besos cortos por los muslos, ya separaba las piernas los suficiente para que besara sólo los labios del coño.  Antonia levantaba el culo para que llegara donde quisiera pero cuando mis besos fueron un poco más allá, cerró las piernas.

  • ¡Eh, te has equivocado de camino!
  • ¿Por qué abuela?, te estaba dando besos solamente.
  • Si pero ahí no es sitio de besos.
  • ¿Qué te da vergüenza?
  • No, me dan cosquillas, mejor por delante.
  • Por lo menos déjame verte.
  • Está bien pero nada de besos.

                                                  Entre las nalgas mi abuela tenía un agujero arrugado pero apenas oscuro, me gustó aunque parecía impenetrable por eso le seguí besando las tetas pero con el dedo mojado de saliva fui rodeando el ano en espiral.

  • Carlos… te he dicho que no me beses ahí.
  • No te beso abuela, sólo te acaricio para que no te haga cosquillas, me gusta tu culo.
  • Es que ya no me haces cosquillas precisamente.
  • ¿Ah no?, pues deja que te demuestre lo que puedo hacer..
  • Vale pero no te pases.
 

                                                  Mi dedo siguió rodeando al agujero que poco a poco se iba distendiendo, ya no estaba tan apretado y de vez en cuando lo volvía a mojar de saliva, me giré y me puse al revés, mi abuela me cogía la polla y la movía con cierta frecuencia.

  • Abuela, déjame ver, se nota suave ya.
  • Carlos ¡si no hay nada que ver, es muy feo!
  • No seas así Antonia permíteme, no es feo, me gustaría lamerlo.
  • Que insistente eres Carlos, mira lo que quieras pero no me lamas.
  • Gracias abuela.

                                                  Puse la cabeza entre los muslos de mi abuela, tumbado sobre ella notaba como mi abuela entre mano y mano me lamía la polla pero mis dedos seguían su objetivo, ya presionaba el ano hundiéndolo un poco, lo hacía tan suave que ella no lo notaba o por lo menos no protestaba, solté un salivazo que por estar caliente apenas notó y el dedo se deslizó mucho más suave, presionado cada vez más al final el dedo pudo entrar por lo menos la yema sólo, mi abuela se encogió pero calló, me estuve quieto unos segundos y seguí en mi empeño, ya la uña entraba y al poco hasta la segunda falange, alargue el cuello y la pasé la lengua por donde había hundido el dedo.

  • Carlos en eso no habíamos quedado tú y yo.
  • ¿Te he hecho daño?, abuela dime.
  • No me has hecho daño pero no está bien.
  • Tranquila, es sólo para ver a qué sabe y estás sabroso.

                                                  Hacer si que hizo, mi abuela se comía el glande y parte del tronco de la polla pero yo seguía en mis trece, el dedo entró hasta donde pudo y ella se movía unas veces para evitarlo y otras relajando el esfínter, parecía que quería más y se lo di, añadí otro dedo tan despacio que no lo notó hasta que estaba medio adentro.

  • Carlos ya es demasiado, que esto no se ha hecho para los dedos.
  • Un poco más abuela pero te prometo que ya no te meteré los dedos.
  • Bien pero… sólo un poco.

                                                  El poco fue la lengua, con la punta recorrí las arrugas que cada vez eran menos y a la primera ocasión la introduje ensanchándola cuando estaba dentro, el agujero se veía negro como un túnel cuando ya protestó un poco más firmemente y me puse a su lado, lo sentí más que ella porque tuvo que dejar mi polla que ya estaba a punto de correrse en su boca pero me puse en tono sumiso detrás de ella.

  • Perdona abuela pero es que tienes un culo como una adolescente.
  • ¡Qué zalamero que eres, Carlos, una adolescente!, jajaja.
  • Bueno de 20 años.
  • Jajaja, si hombre de 20 años.
  • Vale de treinta pero de ahí no paso.
  • Vamos, que te gusta mi culo.
  • Si abuela, me gustaría probarlo.
  • Ay hijo, nadie lo ha hecho antes, nunca tuve la oportunidad, siempre me dio miedo.
  • Mira abuela ¿ves estos tres dedos? son como mi polla de gruesos, pues te los he metido en el culo antes.
  • No me lo creo, tu polla es mucho más gorda y si no el capullo que parece una pelota de golf.
  • No ya verás, tú relájate y déjame a mí, estoy loco por meterla en ese culo.
  • ¡Qué pesado eres Carlos! pero si me duele nada ¿eh?, te quitas.
  • Pero tú avisa con tiempo, ¿tienes alguna crema? Es por tu bien no se lo digo a todas.
  • ¿Te parece bien esta de las manos?
  • Creo que sí, mejor que la saliva que se acaba.

 

                                                  Me puse de cucharita y mi abuela levantó la pierna, le metí la polla en el coño, ella no se lo esperaba y gimió.

  • ¡Oooh, qué gusto Carlos!  Eso sí que me gusta.
  • Pues ahora verás y me cuentas.

 

                                                  La crema fue abundante en mi polla y es su culo, apenas podía dirigir la polla recta porque se me desviaba pero el llegar al culo todavía estaba dilatado, apreté y mi abuela se tensó con miedo, pasé la mano por delante y le acaricié el clítoris con fuerza.

  • Ay Carlos cómo sabes lo que me gusta sigue, sigue acariciándome.

 

                                                  Me apreté lentamente y me cogí a las caderas, no le dejaba bajar la pierna poniéndole la mía de muleta y en un máximo de caricias en el clítoris la polla entró, casi no se dio cuenta al estar tan excitada.

  • ¿Qué te ha parecido abuela, te he hecho daño?
  • No mucho, has aprendido mucho, pero ya lo has probado ya puedes sacarla.
  • Espera abuela ya que estoy adentro voy a meter un poco más, vas a probar mi polla dentro de ti.
  • Pero para si me duele.

                                                  No le dolió o por lo menos no dijo nada hasta que los huevos se le pegaron en el coño mojado.

  • Ya está toda ¿te gusta?
  • ¿Ya, de verdad?
  • Si ahora me salgo.
  • Espera Carlos, no la saques aún, espera y luego la vas sacando un poco.
  • ¿Así?
  • Síííí, despacio ahora métela otro poco
  • ¿Así?, Antonia.
  • Así Carlos, ya puedes moverte más, ya no me duele y me gusta así también.

                                                  Ya no dijo más siguió gimiendo y jadeando, yo solté el clítoris, así gozaba sólo por el culo y se corrió, el primer orgasmo anal de mi abuela y lo tuvo fantástico.

  • Antonia me gusta estar dentro de ti sea por donde sea, me gusta follarte y me voy a correr también, a partir de ahora me vas a tener en tu coño y en tu culo.
  • Como quieras Carlos, sabes que hare lo que digas.
  • Así será abuela.

 

                                                  Al día siguiente envolví con cuidado las prendas de Cintia y Amelia su madre y me presenté en su casa, la mujer me abrió con ciertas reservas.

  • Hola Carlos, me alegro de verte pero verás… mi hija no está en casa y…
  • Lo siento mucho, le traía el vestido premamá, ayer estuvo en mi casa y vi que me había quedado corto con las medidas, me sorprendió ver cómo ha engordado…
  • Sí, ¿ya te lo ha dicho?  Vienen dos criaturas de camino, ya veremos cómo nos apañamos para criarlas.
  • No se preocupe, su hija es muy responsable y al ser madre…
  • No sé, no sé pero como te digo ahora no está, si pudieras venir luego, ha salido con unas amigas que se habían enterado de los mellizos.
  • Por mi no se preocupe, como he traído también el suyo podemos empezar sin ella hasta que venga.
  • Precisamente… al estar sin ella presente…
  • Tranquila señora Amelia por mí no lo haga.
  • No, lo hago por mí pero no sé qué hacer, vale pasa.

                                                  La mujer me dejó pasar y yo hice lo posible por despejar sus recelos andando como el jefe de policía la hacía reír, la mujer me llevó al salón estaba muy iluminado y no tenía el fantasma de la cama.

  • Ya verá señora Amelia, me he esmerado porque quiero que luzca como una hermana de Cintia.
  • Que galante eres Carlos, pobre de mí, ya soy mayor para todo en parte me alegro de lo de mi hija, un niño traerá alegría a esta casa, aunque dos…
  • Más alegría pero no estoy de acuerdo con usted, su hija ya se lo dijo, todo era cuestión de actualizarse, le he hecho un vestido discreto pero que llamará la atención por ahí, va a ser la abuela más bonita del pueblo y… la más joven.
  • Jajaja, que simpático que eres pero no me lo creo.
  • Su hija ya lo dijo y a ella también le estoy haciendo un vestido maravilloso, ayer tuve que ampliar las costuras porque ha aumentado de volumen, no me creía el tamaño de tetas que tiene ahora y dice que aún le engordarán más.
  • A mí con ella también me engordaron mucho pero ahora las tengo caídas y con grietas.
  • Calle mujer, si la tiene envidiables y lo más importante sensibles como ellas solas a mi me encantan.
  • Siempre he tenido este problema ya de soltera me tenía que poner algodones para disimular los bultos que se me marcaban.
  • Pues con mi vestido no se le marcarán aunque no lleve sujetador porque usted puede permitírselo.
  • Qué más quisiera yo, ha sido la ilusión de toda mi vida pero ya he llegado tarde.
  • Ya verá cómo no, mire como me ha puesto ya Elvira.

 

                                                  Intenté acercarme a ella cuando le puse el vestido, notaba su calor y ella el mío, suspiraba hondo mi boca le pasaba por el cuello y sentía unos estremecimientos que me enervaban, sabía que la iba a follar pero quería que fuera ella la que me lo pidiera,  al volverme noté que le hacía arrugas por algunos sitio y quise demostrárselo, parecía que con el espejo se sentía más protegida o acompañada y fui demostrándole que tirando de aquí o de allá iba acoplándose.  La falda le hacia una arruga y le pasé las manos por debajo para tirar del forro y le rocé los muslos, se encogió toda pero yo insistí, de hecho es que tiraba donde no hacía falta, ella miraba y remiraba en el espejo de cuerpo entero.

                                                  Al principio juntaba las piernas haciendo una barrera impenetrable pero mis manos “inocentes” pasaban de largo en el interior de los muslos, la mujer miraba al espejo fijamente como si fuera su ángel de la guarda pero sus piernas no la obedecían y se iban separando más y más, por detrás tiraba del forro de la parte de adelante cruzando entre los muslos cada vez más arriba y ella para que no la rozara abría las piernas. 

                                                  En el culo le hacía otra arruga y la pasé la mano por encima de las bragas, tenía el culo frío seguramente de los nervios y seguí el contorno de las bragas intentando aflojarle el elástico, ya notaba el calor húmedo que desprendía cuando pasé la mano por el pubis, la mujer no se atrevía a decir nada porque lo hacía de manera muy “profesional” pero mis dedos pasaban por el vello de la ingle, la mujer suspiraba encendida cuando me levanté y me puse detrás de ella, como si fuera lo más natural y con la confianza que me había dado su hija la visita anterior despasé el pecho de la mujer y descubrí el sujetador.  Había cambiado de modelo, se notaba el sello de su hija y ahora lo elevaba mucho, era más moderno, de todas formas le tuve de corregir ajustes, al resultado fue el esperado, el sujetador nuevo fue soltado y una vez en mis manos lo intenté regular mejor, la mujer se cubría con las manos los pechos pero no podía evitar que los pezones se asomaran por los huecos libres.

                                                  Por detrás le hice ver el efecto y le sujeté las tetas con mis manos, le hablaba al oído y el pelo de la nuca se le erizaba, los pezones como resultado se me marcaban en la palma de la mano, los pellizqué y eso fue la espoleta, con las manos atrás me buscó la polla que la rozaba de vez en cuando y cuando la tuvo ya no la soltó, ella misma buscó el sofá a su lado y me sentó, tiró de los pantalones y me dejó la polla apuntando a la lámpara de  cristal de estrás, se desembarazó del vestido y sin quitarse las bragas las ladeó y se sentó sobre mis rodillas.

                                                  Las tetas desnudas se me acercaban con ella resbalando por mis muslos hasta sentir la ingle peluda, los labios hicieron sitio a mi capullo y en un momento noté la suavidad de la vagina, ella estaba segura que allí la quería y allí la tuvo, con un golpe de cadera se adelantó hasta mi cintura y recibió mi polla en su interior.  Se aferró a mi cuello casi ahogándome unos instantes, ni ella se creía que me estaba follando pero el calor que notaba adentro se lo confirmaba, se acercó a mi oído y me susurró.

  • Lo siento Carlos, no quería pero es que tienes una verga que me hace perder la cabeza.
  • Amelia, me agrada oír eso, tú también me gustas mucho, tienes un coño y unas tetas casi mejor que tu hija y te voy a hacer mía.
  • ¿Te gustan las de Cintia?
  • Me encantan.
  • ¿Te las has comido como las mías?
  • Si, varias veces y están riquísimas.
  • ¿Y la has follado como a mí?
  • También, tiene un coño estrecho como tú aunque ella no me puede abrazar como tú.
  • Mmm, me gustas Carlos, me gusta oírte como te gusta mi hija y como te gusto yo, me habría gustado que fueras su marido.
  • ¿Y estaríamos igual que ahora tu y yo, quieres decir que follaríamos los tres?
  • Seguro que sí, si supiera que tienes ese tesoro entre las piernas te compartiríamos.

                                                  La señora Elvira mientras hablábamos con movimientos sensuales se movía en todas direcciones sobre mi regazo, yo procuraba levantar la pelvis para que tuviera mayor ración de polla pero ella no se quejaba, admitía toda la que le ofrecía.

  • Carlos ¿te enfadarás si me corro ya?
  • No Elvira, me enfadaría si no lo haces, puedes hacerlo cuando quieras, yo te seguiré.
  • Me encantaría que lo hiciéramos juntos.
  • Pues espérame un poco, no tardaré, quiero gozarte todo lo que pueda.

 

                                                  Elvira aceleró los movimientos, notaba como masajeaba mi polla con la vagina y me exprimía, acercó sus tetas a mi cara y le chupé los pezones hasta poner sus tetas rojas y me esperó, no pensé si sería fértil o no pero la llené de semen.

  • ¿Sabes una cosa Carlos?, en un principio me enfadé mucho con mi hija por haberse quedado preñada pero ahora me gustaría quedarme yo, me encantaría tener un hijo tuyo, sería casi de la misma edad que sus sobrinos y crecerían juntos… lástima que ya no me baja la regla desde hace un año.

 

                                                  Me tuvo en vilo unos momentos, creí que se había decidido a parir a su edad y llenar la casa de críos y cuando me dijo que ya no podía me tranquilicé.  Le pedí que se diera la vuelta y se sentara de espaldas a mí, lo hizo pero desvié la trayectoria y le puse el capullo en el culo, la mujer se dejó caer creyendo que era el coño y se metió el glande entero, gimió mirando al techo y apretando los diente pero contra todo pronóstico se relajó y fue bajando.

  • ¡Aaaah!  Que gusto Carlos, me follas como los ángeles, me sorprendes a cada momento.
  • ¿Le dirás a tu hija que hemos estado follado?
  • Nooo, aunque a ella le habría gustado vernos.
  • ¡Y me ha encantado mamá!  Estoy desde hace un rato admirando como lo hacéis.

                                                  No la habíamos oído entrar pero allí estaba Cintia detrás de su barriga sonriendo, su madre no sabía cómo cubrirse las tetas y el coño, le faltaban manos pero allí estaba cara a ella sentada sobre mis muslos con la estaca en el culo.

  • Carlos ¿te sobra un poco de leche para mí?
  • No faltaba más Cintia, si tu madre quiere, claro.
  • Con una condición, que la compartamos.
  • Hecho mamá.

                                                  La madre sin muchas ganas le dejó el sitio a Cintia y ésta lo ocupó, las dos mujeres desnudas madre e hija y tan diferentes de aspecto, su panza se acoplaba entre sus piernas pero su culo era mío, la llené de carne y la chica saltaba con sus tetas al mismo ritmo y era un espectáculo verlas botar, los mellizos estarían encantados como en un parque prematuro.

  • Mamá me voy a correr.
  • Hazlo hija, hazlo que yo ya lo hice.
  • Avísanos Carlos cuando te vayas a correr tú.
  • No tardaré, sois una pareja adorable.

                                                  La chica saltó, desde atrás yo le mantenía las tetas sujetas y ella la barriga, apuré al máximo y cuando les avisé apresurado las dos mujeres se arrodillaron y como de una fuente bebieron al aire las lechadas que salían, les llené, cara, bocas, tetas y barrigas pero quedé satisfecho, la prueba de los vestidos fue un éxito, ya no hubieron arrugas que corregir ni nada, la próxima visita sería para entregarlos y… a cobrar y no sólo en metálico.

                                                  En la siesta mi abuela me contó que la señora Francisca había pasado a saber de mí, quería saber cómo había quedado con la hermana del cura, mi abuela había querido contárselo pero prefirió que fuera yo, todo esto me lo contaba vuelta la cara hacia mí porque en la postura que estaba no podía hacerlo de otra manera, estaba de rodillas en la cama con la cabeza apoyada en la almohada y con las dos manos separándose las nalgas, yo me había metido en su culo, es lo primero que me ofreció al acostarme con ella, ahora sería un plato más en el menú, cuando me corrí antes que ella se tumbó y yo me puse sobre ella.

  • Carlos el que me des por el culo no quiere decir que no me siga gustando que me folles el coño.
  • Ya lo sé abuela por eso ahora voy a descargar dentro de ti, me gusta verte la cara cuando te corres, estás preciosa, no te vas a librar de mi polla.
  • Eso se lo dirás a todas.
  • Tú eres la mejor.
  • Gracias Carlos.

                                                  Me propuse que el día siguiente iría a visitar a la señora Francisca, era una mujer a la que tenía especial afecto y también follaba de maravilla.

Continuará.

 

Agradezco sus valoraciones y comentarios.

 

Gracias.

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