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Viaje de un jubilado a La Argentina (14)

en Amor filial

Este relato no sería posible sin la estimable colaboración de mi amigo Guilleos, un porteño auténtico.

                                                  Llevaba unos días un poco exaltado, ya me había acostumbrado “mal” y después del escarceo con Carla en el ascensor y la continua complicidad con Corina me tenía en constante alerta,  menos mal que mi mujer Elena me comprendía y estaba siempre ahí cuando la necesitaba.

                                                  Al salir por la mañana no tenía ninguna ruta prevista, el día era bastante bueno y me pregunté si no me vendría bien visitar a Carla, la chica era bastante receptiva y por otra parte me preocupaba su estado de ánimo después de que su compañera de piso se trasladara y la dejara sola, decidí acercarme a su casa y aunque estaba un poco lejos me puse a pasear, siguiendo mi rutina fui bajando por la calle Cuenca, no sabía por qué pero se me hacía más corto el paseo por aquella ruta.

                                                  Tan distraído iba que casi me doy de bruces con mi amigo del parque, al no tener prisa le acompañé a comprar el periódico y una bolsa o paquete de yerba mate, con su habitual discreción se interesó por mis avances en la vida bonaerense, tenía una conversación bastante sensata a la vez de lógica y me dio pie para comentarle alguno de mis casos sobre todo con las féminas, sin decir nombres y menos datos que pudieran comprometer a ninguna de ellas le pregunté su opinión sobre alguna situación, la causa más reciente era la madre de Malena, Marlene me había descolocado bastante, al contarme que tenía costumbres más o menos europeas en concreto francesas, me animó como si pisara terreno conocido pero me sorprendió por una serie de fantasías que ella misma se creía, al final probó de su propia medicina y fui quien se la dio y no en progresivas dosis sino de una vez y sin avisar, todo esto me lo aclaró su hija visiblemente regocijada.

                                                  Mi amigo acabó de sorprenderme pues encontró bastante habitual que muchas mujeres se montaran una historia mental para llevar una vida aparentemente completa sobre todo sexualmente y que luego en la realidad no lo era tanto, me lo explicó en otras palabras y al final comprendí que en España conocía a más de una que debían tener las mismas manías, nos reímos los dos ante las consecuencias y en poco rato estábamos sentados en el banco del parque, él disfrutando de su mate recién rellenado.

                                                  El tiempo pasó rápido por lo que me di cuenta que ya no era conveniente hacer una visita a Carla, quizás la visita se alargara con la chica y a mí no me gustaban las prisas, ya me había resignado a volver otro día cuando por una esquina apareció Magda, la enfermera se dirigía a casa de Cati, la mujer estaba esperando para que la atendiera como todos los días, al reconocernos su cara se iluminó, a mi me saludó con dos besos y a mi acompañante, después de un titubeo, recordó que era muy amigo y también le dio otro beso en la mejilla, tanto el hombre como yo aspiramos hondo al notar el aroma que llevaba la chica, él se sorprendió del cambio de aspecto de la joven pues la vio por primera vez con el aspecto de una cenicienta actual y ahora era una mujer muy atractiva, sabía cómo realzar sus virtudes y lo hacía.

                                                  Yo me ofrecí a acompañarla hasta la casa de la madre de Olga, durante el trayecto me contó algunas cosas de la madre y la hija, al parecer eran dos mujeres acostumbradas a vivir sus vidas por separado y cada una tenía gustos muy diferentes, también me confesó que ella le había preguntado muchas veces por mi y no lo hacía por cumplir, la señora era muy culta y le interesaba conversar con cualquiera que pudiera contarles novedades de otras costumbres y países y yo parecía encajar en sus gustos, su hija en cambio se inclinaba por la parte menos espiritual de las personas y me lo había demostrada en la primera ocasión, ya cerca a la casa me recomendó que no llegara con ella, estaría atenta y cuando surgiera una ocasión propicia me llamaría por si podía visitarla, a mi me pareció impecable la forma de concertar una cita y dándole otro par de besos en la mejilla nos despedimos.

                                                  La sorpresa me la dio Magda a primera hora de la tarde, estaba en casa tomando café con mi periódico cuando me llamó y me dijo que la señora Cati le había vuelto a preguntar por mi y había aprovechado para decirle que me había visto por casualidad por lo que había insistido para que la visitara a poder ser esa tarde, ante la mirada curiosa de Elena y por supuesto de Corina me arreglé lo mejor que pude y salí en dirección de la calle Santo Tomé, al pasar por una floristería compré un ramito de violetas, a mi mujer le gustaban y deduje que a Cati más o menos de la misma edad le ocurriría lo mismo, cuando llamé a su puerta me abrió Magda, la sonrisa con que me recibió hizo que la sangre empezara a bullir, le enseñé el ramo de flores, aunque me habría gustado regalárselo a ella le dije que eran para Cati, Magda era una mujer muy inteligente, las olió profundamente y me premió con un beso en la boca como si hubieran sido para ella, me comentó que había llegado un poco pronto porque estaba bañando a la señora, había insistido en vestirse con las mejores galas para mi, con dolor de corazón la dejé ir aunque antes de desaparecer por el pasillo, levantó la falda y me ofreció la visión de sus piernas hasta asomar apenas las bragas, le lancé un beso al aire y le hice el gesto de lamerme los labios que ella recibió como si lo hubiera acusado entre las piernas.

                                                  El rumor de la conversación agitada entre las dos mujeres se oía desde las habitaciones, yo en la salita de estar esperaba husmeando los detalles de la decoración, había objetos de varios países, parecía que sus amistades le traían recuerdos de donde iban, cuando noté unos pasos silenciosos a mi espalda ya era tarde, Magda me abrazaba por detrás pegando su cuerpo al mío, sólo aflojó los brazos para permitirme que me diera la vuelta frente a ella, se colgó literalmente del cuello mientras me besaba en cuello y me susurraba en el oído.

  • Cati ya está lista para recibirte pero… puedes dedicarme unos minutos antes de ir con ella.

                                                  No me soltó el cuello y yo le cogí las nalgas tirando de ella hacia arriba, me rodeó la cintura con sus piernas y dándome la vuelta la empujé contra la pared, ella sola se sujetaba por lo que pude soltarla y buscar debajo de su falda, la sorpresa me la volvió a dar cuando llegué a juntar mis manos abajo de sus nalgas, se había quitado las bragas para mí, ahora las piernas estaban libres hasta la cintura, junté los dedos llenándome las manos de la carne dura de su culo y llegué a hundirlos entre sus labios, el coño húmedo parecía que palpitaba, hasta llegué a rozarle el clítoris y ella me lo demostró buscando mi lengua que lamió enredándola con la suya, no sé hasta dónde habríamos llegado si no se hubiera oído la llamada de Cati desde su habitación.

 

  • Magda, cuando puedas haz pasar al señor Pepe, lo estoy esperando.

                                                  Después de arreglarnos la ropa un poco seguí a Magda a la habitación de Cati, el ramito de violetas fue lo primero que vio y le encantó, las estuvo oliendo un rato hasta que Magda trajo un florero pequeño y las puso en agua, me lo quiso agradecer dándome un beso, me agaché pues estaba recostada en unos almohadones en su cama, pasó sus manos por detrás de mi cuello y no me dejó hasta que me llenó de besos, supuse que sería por el detalle de las flores pero al pasar de una mejilla a la otra no hacía pausa en mi boca y la llenaba igualmente de besos, me sorprendió la calidez de su boca y la ternura de sus labios pero lo que más me gustó es cómo dejaba asomar la punta de su lengua de forma que hacía separar mis labios hasta meterla rozándome los dientes, por reflejo yo los abrí y sin más se coló en busca de la mía.

                                                  Magda se había vuelto discretamente mientras Cati me daba las “gracias” por el ramo, cuando pude separarme la mujer tenía los ojos brillantes y la boca entreabierta, los labios rojos por el frotamiento, con la mano me señaló donde debía sentarme en la cama a su lado, ella se apartó lo suficiente para dejar sitio por lo que no pude negarme, me cogió de la mano mientras me preguntaba por cosas de la más ingenuas y no la soltaba incluso apoyaba la suya sobre mi pierna, mientras era cerca de la rodilla no le daba importancia pero poco a pocos subía por mi muslo mientras con la excusa de arreglarse el vestido se lo estiraba marcando las curvas que ocultaba y no contenta con esto se abría algún botón que otro.  

                                                  Magda trajo una bandeja con bebidas, no era el clásico té o zumos acostumbrados, varias botellas de licores de primeras marcas, una cubitera y alguna cola, yo estaba un poco cohibido y fue ella la que rompió el hielo y le pidió a Magda que le preparara un combinado, la chica se lo preparó en un vaso largo y me preguntó que me apetecía a mí, no quise quedar de apocado y le dije que lo mismo, cuando lo probé me costó tragarlo, me ardía la garganta mientras que Cati lo saboreaba, su segundo trago lo dio tan impulsivo que rebosó y fue a parar en gran parte al escote, ella con gran espaviento quiso evitar que el licor siguiera manchándola por lo que se fue abriendo el vestido pero como no le daba tiempo le pidió a Magda que lo hiciera ella.

                                                  La chica no escatimó esfuerzos y no paró hasta dejarle los pechos casi al descubierto, mientras que Cati me miraba sin pestañear Magda secaba con delicadeza el pecho mojado de licor con toda meticulosidad, apartaba una teta para pasar un bonito pañuelo y luego la dejaba al otro lado mientras hundía la mano en el canalillo dejando las dos tetas apenas sujetas por los pezones, yo estaba hipnotizado por la sensualidad de Magda, ésta me ofrecía la visión de las tetas de su jefa, sabía que eran mi debilidad y Cati disfrutaba que se las viera, seguramente ya le habría instruido cómo se las iba a mojar porque su mano en mi muslo tanteaba la reacción que tenía debajo del pantalón.  El calor me invadía pierna abajo y ella lo notaba y cuando notó que el camal iba engrosándose no pudo esperar más y le dijo a Magda que no se preocupara y que la secara toda de una vez, lo dijo con un falso tono imperativo que sonaba como una orden pactada.

                                                  Marga lo gozaba y le estuvo abriendo el vestido no sólo hasta la cintura sino bastante más, al abrirlo quedó con una mitad a cada lado y las dos tetas de Catí enmarcadas entre encajes, no llevaba sujetador, sólo una especie de corpiño que las juntaba abrochándose en el frente de arriba abajo, la mujer podía presumir de tetas, las tenía tan grandes y tersas como su hija Olga aunque éstas mucho más morenas.  Magda seguía con ellas, las manejaba juntándolas y apretándolas, tanto que coronaba los pezones hasta sacarlos, Cati sólo mantenía la mano sobre mi muslo cada vez más cerca de mi capullo que iba en su dirección, su pecho subía y bajaba excitada, las tetas se hinchaban hasta casi explotar, ayudadas por Magda.

  • ¿Te gustan mis pechos Pepe?
  • Me encantan Cati, puedes presumir de tetas.
  • ¿Te gustan más que las de mi hija?
  • Glup! Es una buena pregunta Cati.
  • No te hagas el inocente, sé que se las has comido y que te han gustado.
  • Bueno, no te lo puedo negar.
  • ¿Sabes una cosa?  Me da envidia mi hija.
  • ¿Por qué?, eres una mujer preciosa, ya quisiera Olga tener un cuerpo como el tuyo.
  • Y eso que no lo has visto todo.
  • Me lo puedo figurar.
  • Que te lo diga Marga, ella lo ve todos los días.

                                                  Marga no dijo nada, sólo me miraba sonriendo, esa sonrisa sólo podía significar una cosa, que estaba decidida a enseñarme el cuerpo de Cati y quién sabe si mucho más, la miré a los ojos y ella me aguantó la mirada confirmando mi sospecha, lentamente fue abriendo el vestido lo poco que le quedaba, Cati encima de la cama se inclinaba de un lado a otro con las piernas inmóviles, su mano no me soltaba, parecía que me tomaba el pulso y a este paso no tardaría de cogerme el “termómetro” en directo.

                                                  Ya estaba Cati sobre la cama con el vestido abierto a su lado, sólo le quedaban las bragas y las medias que sujetas a los muslos por las bandas elásticas realzaban la blancura de su piel con la negrura de la media.

                                                  Yo ya me había hecho a la idea que el paso que iba a seguir era la bajada de bragas y seguramente la mano de Cati sacándome la polla pero la mujer le dijo a Marga que se sentara al otro lado de la cama y cuando lo hizo me cogió la mano y me la llevó sobre las tetas de Cati, esperó agitadamente a que la posara sobre ella y suspiró, Marga fue la que me guió recorriendo los pechos de la mujer, hasta que notó que me podía dejar solo porque yo ya había roto la timidez y me entregaba a amasarlos y a endurecerle los pezones con verdadera ansiedad.

                                                  Magda parecía seguir un plan previsto pues me sujetó la cabeza y me besó en la boca, yo quise devolverle el beso pero ella ya me guiaba la cabeza hacia las tetas de Cati, la suavidad de la piel me hizo olvidar la situación y busqué la cintura de las bragas de Cati y tiré de ellas.  Apenas pude mover el culo de Cati pero ella haciendo esfuerzos me facilitó la maniobra hasta que las dejé en los tobillos, no me esperaba el triángulo tan bien depilado de vello púbico, Magda había hecho un buen trabajo, comprendía el afecto que le tenía, mi boca fue bajando de las tetas por el estómago hasta el ombligo, llegando al triángulo velloso noté las vibraciones del vientre de Cati pero no pude notar ningún movimiento y presentí que allí empezaban los problemas de la mujer, hubo un cruce de miradas, ella miró a Magda, la chica me miró a mí y yo miré a Cati, en todas ellas había una conexión clara.  

                                                  Magda le cogió una pierna a Cati luego la otra y las dejó todo lo separadas que pudo, ante mí el coño blanco, los labios abiertos y brillantes de Cati, volví a mirar a Magda y me confirmó lo que ya sabía, mi boca se apoyó encima de los labios del coño, la lengua recorrió desde abajo arriba, abriendo el coño en dos mitades, en la vagina sentí como temblaba el cuerpo de Cati pero en el clítoris se notó como una sacudida, se estaba corriendo y posiblemente como no lo hacía desde mucho tiempo.

                                                  Marga no estuvo sólo mirando, pasó al lado de la cama donde estaba yo y me fue abriendo la bragueta, buscó y encontró la polla dura y la dejó entre los dedos de Cati que los cerró fuertemente, no los soltó hasta que no le pasó el orgasmo, cuando lo hizo Magda acabó de bajarme los pantalones y calzoncillos, ya supe que debía acabar el “trabajo” y subí a la cama entre las piernas de Cati.  Ya se la iba a meter ayudado por la mano de la chica cuando Cati quiso premiarnos a los dos y le dijo a Magda que se quitara el vestido, cuando lo hizo, sólo quedaba el sujetador que no tardó en caer al suelo, le dijo se subiera sobre ella dejando su coño al alcance de mi boca, Magda guió mi cara a su entrepierna cuando yo me dejaba caer guiado por las manos de Cati hacia su coño.

                                                  Me hundí entre las piernas de Cati, no tenía movilidad en las piernas pero la sensibilidad en el coño la tenía intacta y me recibió absorbiéndome con los músculos vaginales, yo notaba como si unos labios internos tiraran de mí hasta llegar al fondo, mientras Cati estiraba de sus pezones alargándolos de una forma inverosímil, notaba como yo entraba en ella hasta que mis huevos se pegaban entre sus nalgas, le pareció poco el trato que recibía Magda y le dijo que se pusiera de espalda a mi cogiéndose a la cabecera de la cama, le seguí lamiendo el coño por detrás, mi lengua recorría desde el clítoris hasta el culo y Cati le cogía las tetas que colgaban sobre ella, para Cati fue una experiencia especial y se volvió a correr, sin poder mover las piernas su coño me masajeaba la polla queriendo exprimirla, poco me faltó para correrme dentro de ella, me habría gustado hacerlo, se lo merecía sin duda, soltó las tetas de Magda y se quedó exhausta.

                                                  Magda bajó de la cama y vio a Cati, sobre la cama, sólo con las medias daba una imagen de una mujer que había cumplido todos sus sueños pero Magda sabía de las fantasías de Cati y me dijo que debía ayudarla, entre los dos movimos a la mujer hasta ponerla a través de la cama con el culo en la orilla.  Cati se dejaba hacer como una muñeca de trapo, cuando estuvo con el culo completamente en la orilla del colchón me dijo que me acercara y que le cogiera los tobillos a Cati, mientras Magda se subió a la cama de pié y recogió las piernas de Cati, las puso verticales y cuando me acerqué a ella las fue abriendo, con la mirada me señaló la mesita de noche y cuando la abrí vi entre otras cosa un frasco de crema, lo entendí todo claro, le unté con crema desde la rabadilla hasta el pubis, con la polla cubierta de crema totalmente la paseé por toda la raja, desde las nalgas hasta los labios y el clítoris, un temblor agitaba el coño de Cati que cesó de golpe cuando apoyé el capullo en el ano de la mujer, una mezcla de deseo, curiosidad, miedo y prisa se apoderó de ella y gritó…

  • Por favor Pepe, rómpeme el culo, aunque me mates, métemela ya.

                                                  Magda acabó de separar las piernas de Cati como un abanico, me cogí a sus muslos y empujé, le resistencia del esfínter no fue suficiente y cedió, la metí un tercio, esperaba que entrara el capullo sólo pero entró un poco más.

 

  • Así Pepe acaba de meterla, ¡a mi hija se la metiste todaaa!

                                                  Miré a Magda, no lo podía creer, se lo habían contado todo, el poco reparo que tenía lo perdí y al segundo empujón me hundí hasta adentro, los huevos pegados entre las nalgas abiertas, no paré hasta correrme, lo hice tan a gusto como con Olga, Magda lo notó y me dio un beso largo mientras sujetaba las piernas de Cati.

                                                  Cuando dejó de temblar dejamos a Cati solamente cubierta por la sábana y fuimos a ducharnos.  Magda me guiaba desnuda cogiéndome de la polla, no dejó que se me bajara pues con el chorro de la ducha sobre nosotros me la estuvo chupando hasta que se agachó sujetándose de los grifos de la ducha, se la metí por detrás, fue un polvo desesperado, ella me buscaba a mí y yo a ella, se apoyó en mi sujetándome contra el cristal de la ducha sin dejar que nos moviéramos, nos corrimos los dos en un orgasmo explosivo quieto e íntimo,  la leche le escurría por los muslos cuando se salió de su coño, antes de que el agua me limpiara el capullo me la chupó saboreando el semen que quedaba bajo el prepucio.

  • Gracias Magda me hacía mucha falta descargar dentro de ti la leche que me quedaba.
  • Ya lo sé Pepe, lo he notado cuando te vaciabas en el culo de Cati, estabas pensando en mí, yo lo deseaba tanto como tú pero hoy era el momento de Cati.

 

                                                   Cuando salimos desnudos nos tomamos una bebida fuerte junto a Cati, los tres brindamos por la próxima visita, la madre de Olga nos confesó que su hija traía de vez en cuando a amigos y se subían a su habitación donde cogían toda la tarde, a veces venía Viviana la madre de Corina también, luego le contaba con detalle lo que habían hecho, el día que estuve con ella, corrió escaleras abajo para decirle cómo la había tratado, estaba acostumbrada a la rutina de un polvo normal pero yo la había llevado a las nubes, desde entonces la envidiaba ya que su único consuelo eran sus dedos.  Magda le confirmó que Olga no mentía y ya no deseaba otra cosa, estaba muy agradecida pues la había follado por todos lados y le había proporcionados unos orgasmos fantásticos, no obstante le hice prometer que no se lo contaría a Olga porque no tardaría en saberlo Viviana también y podría comprometerme con mi familia, la mujer lo entendió y lo prometió aunque no me quedé tranquilo de su discreción.

                                                  Mientras hablábamos sentados sobre su cama Cati con una mano sostenía su vaso largo y con la otra mi polla otra vez erguida, lógicamente me ganaba el vaso en grosor pero ella agitaba mi verga como si quisiera remover los cubos de hielo.  Magda con el poco tiempo que estaba al servicio de la mujer la conocía lo bastante para adivinar su intención y le acercó la cabeza al borde de la cama, me hizo levantar y después de un trago largo de gin-tónic se metió mi polla en la boca y la relamió hasta que tuvo que abrirla para que cupiera toda, luego se sintió satisfecha completamente, nos agradeció a los dos nuestra dedicación y me rogó que volviera pronto, se quedó adormilada y aprovechamos la ocasión para salir discretamente de la habitación.

  • No me gusta que te vayas a casa con la polla tan dura, me gustaría acabar lo que ha empezado Cati.
  • Estoy seguro Magda pero ya es tarde, a mí también me gustaría comerte la concha, me he quedado con hambre de ti, te prometo que no tardaremos en estar juntos otra vez.
  • Pero solos por favor.
  • Solos tú y yo Magda.

                                                  Al salir a la calle ya estaba anocheciendo, el banco del parque estaba vacío, no sé porqué pero mi amigo no se encontraba muy bien de salud, la tarde era fresca y húmeda y esto no le sentaba muy bien, seguí a mi casa, al pasar por la floristería un impulso me dijo que comprara dos ramitos de violetas, lo hice pidiéndole que las adornara con otras hojas y un pequeño florero a cada una, en mi casa fueron un éxito, a Concha ya sabía que le encantaban pero a Corina lo desconocía, las olió un par de veces y me dio un beso de agradecimiento, al acercarse a mi me susurró…

  • Gracias Pepe, esto bien vale una buena cogida, te la debo.
  • Te lo recordaré.
  • No hará falta.

                                                  Le devolví los besos, quise sujetarla de los brazos para acercarme a ella pero Corina esquivó un brazo y mi mano se posó en uno de sus pechos, fue un segundo pero lo apreté notando su dureza.

                                                  La idea de volver a encontrarme con Carla me rondaba la cabeza, la chica casi una adolescente tenía el encanto de la ingenuidad y a la vez la sensualidad desbocada de su edad, como físico no era el tipo de mujer exuberante de Corina o Malena pero tenía un no sé qué que me volvía loco, sus pequeñas tetas y sus delgadas caderas hacía que mis manos y boca las buscaran para guiar mi polla y hundirla en ella, la chica lo agradecía tan sinceramente y con su dulzura me enamoraba.

                                                  Pero mis deseos se vieron truncados pues vino mi hijo a comer y traía la sonrisa característica de cuando tenía alguna noticia buena que contarnos, como ya lo sabíamos nos preparamos con la boca abierta a su alrededor como los pajarillos de nido esperando la comida de su madre, no pudo aguantar a contarlo después de los postres.

  • Tengo una cosa que contaros…
  • Venga Javier no te hagas de rogar…
  • ¿Os gustaría pasar una semana en un hotel-spa a la orilla del océano?
  • Venga, hijo, no nos gastes bromas y menos de esas.
  • ¿Lo dices de verdad cariño, y podremos ir todos?
  • Claro Corina, nosotros con Javi, claro y mis padres.
  • Yo no he ido nunca a esos sitios.
  • No te preocupes Elena, es como un hotel en la playa con todas las comodidades.
  • ¡Ah, si es así!
  • Pues está hecho, voy a reservar las habitaciones y nos vamos, tengo un trabajo cerca y aprovecharé para ir y venir mientras vosotros disfrutáis del mar.

                                                  Javier ya contaba con eso y ya había reservado las habitaciones, me contó que era en Mar del Plata una zona residencial un poco más lejos que Balcarce, yo ya conocía la ciudad en mi anterior viaje con él, había disfrutado con todo lo referente a Fangio pero también había visto lo bien relacionado que estaba mi hijo sobre todo con las chicas, imagino que ya habría hecho planes y seguramente con más de una y no sólo para calentar una cama en un alojamiento transitorio pero en casa se revolucionó la actividad, las mujeres empezaron a abrir armarios para ver con que ropa adecuada contaban y para hacer previsión, nada les parecía adecuado, las prendas se acumulaban sobre la cama de Corina, la dos opinaban y descartaban por una causa y otra, de vez en cuando mi nuera se probaba delante de Elena algún vestido donde tenían dudas y decidían, en una ocasión pasé por delante de la habitación de Corina, estaba colocándose un vestido por la cabeza, su cuerpo sólo con unas bragas minúsculas y un sujetador casi invisible se recortaba en el tras luz de la ventana, mi mujer me vio encantado y cerró la puerta entre risas.

  • Venga mirón, que no dejas ocasión para curiosear.
  • Es que me gusta la escultura, ya me conoces.
  • Ya, si que te conozco, demasiado.

                                                  Por un momento llevé grabada en la retina la silueta de Corina, era una verdadera belleza con cualquier cosa que llevara encima, y sin llevar nada… no quiero ni pensar.

                                                  Luego pasaron a la habitación nuestra, la ropa que había llevado Concha aunque yo pensaba que el avión iba de lado por el peso excesivo ahora quedaba escasa una vez colgada en las perchas, la selección fue mucho más escueta, mi mujer había pensado en ropa de calle o incluso algo de fiesta por si acaso pero de playa…

                                                  Las consecuencias fueron lógicas e inmediatas a la mañana siguiente prepararon a Javi, cambiado con su ropita y la de recambio preparada y los biberones de leche materna en la nevera, yo improvisé preparando el cochecito para llevarlo paseando pero mis ilusiones fueron truncadas.

  • No Pepe, tú te quedas con el niño en casa, nosotras nos tenemos que mover de aquí para allá, ya nos conoces, buscamos y rebuscamos por todas las tiendas.
  • Pero yo puedo llevar al niño en su coche, no os molestaremos.
  • Ni hablar, tendríamos que estar pendientes de vosotros, es mejor que te quedes con él, si quieres salir te lo llevas al parque ese que tanto te gusta pero ten cuidado que no le dé el sol, ya sabes que tiene la piel muy delicada.

                                                 

                                                  Mientras Concha me soltaba todo aquel rollo de órdenes Corina asentía con la cabeza, sin duda se había pasado al enemigo, me sentí hundido y me refugié en Javi, el niño también parecía defraudado y lloriqueando nos quedamos solos.  Lo cogí para que no llorara y me senté cerca de la ventana mirando el ir y venir de la gente, el niño se aburría más que yo y sin decir nada apoyó su cabecita en mi pecho y se durmió, el ritmo sosegado del crio y lo aburrido de la mañana hizo que yo cayera en un sopor que no me dejaba abrir los ojos.

                                                  Sujetaba al niño con cuidado pero con fuerza para que no se me cayera pero aún así no noté el vacío de su peso, es más me sentí más cómodo y me estiré en la silla, me abandoné al sueño sin acordarme del peque.  Una serie de sueños acudieron a mi mente algunos de ellos no tenían fundamento, otros me recordaban paisajes y personas como en una película, tan a gusto estaba que incluso sentía como si estuviera allí, me gustó notar la sensación de libertad de sentir la ropa liberarme, soñaba con Malena, con la amiga de Viviana, (qué culo tenía) y la enfermera, que manera de chuparme la polla, hasta sentía la humedad y el frescor en el capullo cuando se la sacaba de la boca, si hubiera sido un adolescente con esto habría tenido bastante para correrme solo pero ahora la polla se me ponía dura y cada vez más gorda, si no dejaba de soñar me iba a correr de verdad y el niño, ¿dónde estaba el niño?

                                                  Entreabrí un ojo, la sala estaba en penumbra, el niño respiraba a mi lado en su cuna tranquilo no veía a nadie hasta que mi cabeza volvió a caer vencida sobre mi pecho, donde debía estar el niño o en todo caso mi pantalón sólo se veía la melena morena y corta de una chica, por el cuerpo delgado que tenía no podía ser otra que Carla, lo confirmó cuando tuvo que ir dejando salir la polla y me miró desde abajo, sus labios rodeaban el capullo a la vez que me sonreía a modo de saludo, le contesté cogiéndole la cabeza y apretándola contra mí obligándole a volver a tragársela, casi consiguió hacerlo completamente hasta que le dieron arcadas.  La chica aprovechando mi sueño profundo había conseguido bajarme los pantalones y calzoncillos hasta los talones, se había arrodillado sobre ellos y cómodamente había estado comiéndome la polla desde la blandura total hasta que ya no podía con toda en la boca, alternaba las lamidas a los huevos con las chupadas al frenillo. 

                                                  Yo no salía de mi asombro, no coordinaba mis ideas, sólo me estaba quieto con los brazos caídos y dejándole a Carla todo el trabajo, sin dejar de mirarme se levantó y se quitó los pantalones de vaquero que llevaba, me fijé la luz que dejaban sus muslos delgados entre ellos, las braguitas ralladas las bajó junto con ellos, se horcajó sobre mis piernas y me abrazó, se fue agachando hasta sentarse sobre mí, cuando lo consiguió su coño ya estaba lleno de mi polla, descansó encima como si nada, se sentía a gusto con aquel relleno adentro y me besó. Yo debía tener cara de incredulidad pues mientras me daba besitos en el cuello y las orejas me iba aclarando mis dudas.

  • Hola dormilón, ¿has tenido buen despertar?
  • El mejor, ¿qué haces aquí?
  • Hoy me tocaba venir a limpiar, en la esquina me encontré a Corina y a tu mujer, me dijeron que iban de compras y que te habían dejado con Javi, estaban seguras que te lo habrías llevado de paseo a un parque o algo así y me dejaron las llaves para que hiciera mi trabajo, al abrir te vi dormido con el bebé, él también estaba dormido por lo que lo cargué y lo dejé en su cuna, ni siquiera se ha despertado, vos al notarte libre te pusiste cómodo y me dio una idea, te fui desnudando poco a poco y al ver tu polla desmayada me dio pena y quise disfrutar de ella desde el principio, siempre me había gustado sentirla crecer con mis caricias, ha sido emocionante, de parecer un gusano hasta una terrible anaconda, he disfrutado chupándola, lamiéndola y hasta mordiéndola, los huevos te los puse tan duros que parecían pelotas de tenis pegados a ella y ahora lo noto dentro de mí pero si te parece mal me levanto y me pongo a limpiar.
  • Estoy admirado y encantado de verte y muy a gusto con el despertar que me has dado, te juro que he estado soñando como me comían la polla de una forma deliciosa pero nunca pensé que fueras tú la que me lo hacía, has puesto tanto interés que ha sido de las mejores mamadas que me han dado, gracias pero por favor no te levantes ahora, noto tu coño casi virginal…
  • Eres el único que ha entrado en él.
  • Con más razón, estás tierna, dulce, cálida y sabes follar como la que más, te has hecho toda una mujer.
  • Entonces, ¿te gusta como lo hago?
  • Me encanta, tienes lo que muchas mujeres quisieran tener, sentimiento y ganas de dar placer, sólo por eso eres adorable.
  • Me gusta lo que me dices y cómo me lo dices, sé que eres sincero y por eso soy toda tuya.

                                                  La chica se abrazó a mí, sus tetas apenas llegaban a tocarme aunque sus pezones me rozaban duros, sin dejar de abrazarme se levantó un poco y se volvió a sentar, noté como lo hacía con cuidado pero la dificultad con que rozó mi glande me indicó que no estaba dentro de la vagina sino que se había sentado metiéndose mi polla en su tierno culo, cuando ya estuvo llena de mi tronco me besó ardientemente y le correspondí, se movía adelante y atrás llenándose el recto de mi polla y rozando sus labios abiertos con mi pubis, abrazada a mí se corrió, fue un orgasmo tierno, espiritual, de entrega, estaba contenta de tenerme adentro y me lo demostró como mejor sabía, no pude evitar correrme dentro de ella, habría sido un sacrilegio dejarla sin mi semen caliente. 

                                                  Para mi tranquilidad me confesó que se tomaba la píldora anticonceptiva, quise demostrarle que me alegraba, que me gustaba como mujer tanto como persona y cogiéndola de la cintura la levanté, por el ano salía la espuma de mi leche y la dejé correr hasta que mojó la entrada de su vagina, la volví a sentar sobre mi pero esta vez de espaldas y le metí la polla en el coño, con las piernas abiertas sobre las mías no tuve dificultad y cogiéndole las tetas por detrás se las puse tan duras que le dolían los pezones, le dije que se moviera y ella de un ligero vaivén hasta un loco galope no paró hasta oír chasquear la nueva leche que la regaba, el orgasmo que le sorprendió la dejó encogida en posición fetal en mi regazo, clavada como estaba resistió los espasmos abrazada por mí, unas lágrimas salieron de sus ojos, supongo que de felicidad y cuando mi polla se rindió y salió de su coño se dio la vuelta y me besó largamente.  El beso habría sido eterno de no ser que Javi se puso a parlotear, estaba con los ojos bien abiertos mirándonos, debía haber visto como Carla se corría ensartada en su abuelo y éste la llenaba de leche, espero que esos recuerdos no perduren en su mente.

                                                  La chica se levantó sin ganas, miró entre el hueco de sus muslos, los labios del coño rezumaban jugos y semen, por el culo también manaba líquido y mi polla aunque fláccida estaba tan brillante como sus labios, se fue al aseo y cuando volvió a buscar sus bragas fui yo, tuve que ducharme pues olía a mujer caliente, mi cuello, mi cara mi pecho y sobre todo mis polla y los huevos.  Entre los dos cambiamos a Javi y le di el biberón, Carla me preguntó que si algún día ella tenía leche a mi me gustaría probarla, se lo aseguré pero me contuve en decirle que la leche que se estaba tomando Javi la compartía con el de las tetas de su madre.

                                                  Las mujeres se explayaron bien, volvieron muy tarde, Carla ya se había ido a su casa y tuve que ayudarles a subir los paquetes que habían comprado, iban tan contentas como si una de ellas se fuera a casar, cuando fui a abrir uno de los paquetes me dieron un cachete en la mano.

  • Shiiit, eso no se toca, es secreto, cosas de mujeres…

                                                  No me valió ninguna excusa las dos hicieron piña y tuve que retirarme, luego intenté sonsacarle a Corina pero tuve le misma respuesta, como una gracia me dijo que para mí también había algo.

                                                  Gracias a que el coche de Javier era grande, las maletas las metimos como jugando al Tetris, los paquetes, bolsas y demás ocuparon los huecos más inverosímiles, la única condición irrevocable era que el sitio de Javi era inviolable, el niño iría con el máximo de comodidad, el resto… yo me salvé un poco porque me senté adelante y aún así entre las piernas levaba una bolsa pero detrás casi no se veían a las mujeres.

                                                 

                                                  El viaje era largo y tuvimos que hacer varias paradas, las chicas tenían que estirar las piernas y nosotros también, el niño se durmió al salir y casi no dio problemas, la teta de su madre lo acallaba rápidamente, ya la habría querido para mí.

                                                  Yo me hacía el experto explicándole a Elena el viaje a Balcarce, en un principio me atendía pero luego se puso a hablar con su nuera y me quedé con la palabra en la boca, mi hijo se reía para él.  Cuando pasamos por el desvío que anunciaba la dirección de Balcarce Javier suspiró profundamente, supuse que estaría añorando las tardes en el alojamiento que yo ya conocía, no podía censurarlo del todo, la chica que lo acompañaba estaba muy buena y era difícil renunciar a follar con ella por muy puritano que quisiera ser, además seguramente no era la única que estaría dispuesta a acompañarlo en las noches divertidas, en cierta manera lo envidiaba aunque no tenía motivos.

                                                  Estaba pensando estas cosas cuando mi hijo me explicó que la ciudad de Mar del Plata era eminentemente turística, en ella se reunían todos los atractivos que buscaba la gente para pasarlo bien, a orillas del Atlántico tenía un clima privilegiado y en sus cercanía se repartían ciudades también dedicadas al turismo y al ocio, estaba erizada de rascacielos, hoteles con todas las categorías, en la orilla del mar habían balnearios que ofrecían servicios de baños medicinales además de otros de belleza, spa o de relax, el público que acudía era de lo más variopinto, desde familias como nosotros a empresarios deseosos de cerrar contratos suculentos o simplemente parejas más o menos oficiales donde se perdían en unos días en los que el sexo era el plato preferido.

                                                  Javier parecía que estaba como en su casa pues sin dudarlo nos llevó hasta la puerta del balneario, era uno de tantos pero a mí me pareció uno de los mejores, se llamaba El Sol y nos recibieron como clientes especiales, me dio la impresión que éramos tratados como clientes habituales.

                                                 

                                                  Después del preceptivo registro de documentación nos asignaron las habitaciones, nos llevaron al cuarto piso, las dos habitaciones eran contiguas, el botones nos las estuvo enseñando eran amplias, con una cama inmensa, con vistas al mar y con el baño incluido pero todo esto lo di por normal excepto a que las dos habitaciones se comunicaban por una puerta disimulada por un espejo grande, ante mi extrañeza mi mujer lo encontró de lo más conveniente pues podríamos atender al pequeño Javi en cualquier momento.

                                                  Corina se había quedado rezagada en recepción pero nos alcanzó cuando estábamos recorriendo las habitaciones, Elena les cedió la mejor, daba a dos ángulos de vista de la playa y supuso que debían tener la máxima comodidad pues un balcón daba a la piscina que había debajo.

                                                  Nuestra habitación también tenía balcón a la piscina aunque mucho más pequeño pero a nosotros no nos importó, ya estábamos abriendo las maletas cuando, después de rozar suavemente la puerta contigua con los nudillos, entró Corina en tromba.

  • Vamos pareja, daros prisa, dejad eso para luego, os he programado un masaje para los dos ahora, así os quitará el cansancio del viaje, luego terminareis de organizar la ropa.

                                                  Todo esto dicho en unas condiciones normales no tendría más importancia que la de darnos prisa pero lo que no tenía nada de normal era la indumentaria de Corina, y menos cuando mi hijo se había quedado aparcando el coche en el garaje aún.  La chica había entrado con paso firme y decidido, lo bueno o malo es que sólo llevaba unas bragas negras mínimas, los pechos libres le oscilaban de lado a lado al andar, se había acordado en el preciso momento que se había quitado el vestido y sin darle importancia había venido a avisarnos.

                                                  Concha ni se inmutó pero yo quedé petrificado, la melena al viento, la cara  tan sencilla y bella el mismo tiempo los hombros anchos y las tetas llenas y altas rebotando a la vez que las caderas como cántaros sólo sujetas por las braguitas  y las piernas largas y torneadas no fueron indiferentes para mí ni queriéndolo.

  • Por Dios marido… pareces un crío que manera de mirar, te has quedado bobo, ni que no hubieras visto a una mujer en ropa interior, porque las tetas de Corina las has visto casi más que tu nieto, no sé de qué te alteras…
  • Lo siento, no sé que me ha pasado, estaba pensando en otra cosa y la sorpresa…

                                                  Corina sí que se sintió halagada, antes de entrar esperaba mi reacción aunque no tanto, por eso no se cubrió, al contrario cuando se volvió mi mujer de espaldas se pellizcó los pezones y los estiró como un chicle.

                                                  Tuvo la deferencia de volver a su habitación una vez que nos dimos por enterados por el tema de los masajes, Elena dejó todo como estábamos y cogiendo unas toallas nos bajamos a la zona termal.

                                                  Nos estaban esperando, todos vestían de blanco, pantalón y camiseta con el logo del balneario, nos llevó una chica menuda, cuando salió de atrás del mostrador aún era más baja de lo que parecía y nos acompañó a las salas de masaje, yo pensaba que sería una sala colectiva pero nos separó, a mi me destinó una y sin más me dijo que dejara mi ropa en una percha y que esperara con una toalla, a mi mujer la llevó a otra más allá y le dijo lo mismo.

                                                  Hice lo que me dijo, me quité la ropa y la colgué, con los calzoncillos tuve mis dudas, no creí que fuera necesario pero con la confianza de la toalla me lo quité y me anudé a la cintura la toalla más grande que encontré, me puse a curiosear, en la pared, unas listas de clases de masajes, la mayoría incomprensibles, en chino o japonés, me iba a subir a la camilla que había visto en las películas de Internet pero no vi nada de eso, en el suelo una colchoneta con una sábana blanca, una mesita llena de botellas de aceites, un soporte con barritas de sándalo u otros aromas echando humo y música chill-out en los invisibles altavoces, a lo lejos oía a mi mujer haciendo más o menos lo mismo que yo.

                                                  No me atreví a sentarme en la colchoneta hasta que se abrió una cortina y apareció una chica, no era muy atractiva aunque tenía un cuerpo bastante interesante, el pelo recogido en un moño sobre la cabeza, me sonrió de forma condescendiente y me señaló la colchoneta, yo me senté con las piernas cruzadas pensando que me iba a dar un masaje en el cuello pero con el dedo me dejó claro lo que esperaba de mí, me tumbé y esperé cubierto con la toalla hasta el pecho, la chica sin perder la sonrisa comprendía mi timidez y con toda la paciencia fue plegando la toalla hasta dejarme sólo cubierto el pubis, luego levantó un poco la tela me dijo que me volviera boca abajo, para mí fue una liberación quizás por eso cuando me quito del todo la toalla no me importó, total mi culo no tenía nada de extraordinario, me relajé y me dije que seguro que me dormiría, no preste atención a los preparativos de la chica, sólo cuando noté el chorro viscoso del aceite por la espalda, el culo y a lo largo de las piernas y brazos me terminé de relajar.

                                                  Las manos de la chica empezaron por los pies y las piernas, las manos y los brazos también quedaron relajados pero cuando el tacto se fue extendiendo ya me extrañé, la superficie era mayor y el peso, apenas pude volver la cabeza cuando vi a la chica, se había embadurnado de aceite por todo su cuerpo desnudo completamente y se puso a gatas sobre mi rozándome con su piel suave haciéndome notar una sensación única, notaba su vientre resbalar sobre mis nalgas y sus tetas pasar por mi espalda, me había equivocado en mi primera apreciación, tenía un par de tetas que colgaban por su peso y se apretaban sobre mí, notaba la presión de sus pezones marcando surcos en mis costillas, resbalaba sobre mi haciendo contacto con todo mi cuerpo, yo no sentía su peso, apenas se apoyaba, sólo me rozaba, incomprensiblemente no me di cuenta hasta que su respiración movió los pelos de mi nuca, entonces por un reflejo mi polla se percató de la situación, empezó a reclamar su espacio y yo no podía negárselo, temí el resultado y éste no tardó en ocurrir.

  • Date la vuelta.

                                                  Esa era la orden temida, me di la vuelta con los ojos cerrados, no quise ver lo que ya sentía entre las piernas pero la chica no hizo el menor comentario ni reacción, siguió frotándose contra mí lo mismo restregaba las tetas rodeando mi polla como paseaba su coño por mi pecho, el abundante aceite permitía todo con la mayor facilidad, yo no me atrevía ni a mirarla, cuando se colocó totalmente sobre mi me dijo al oído.

  • ¿No habías oído hablar del masaje Nuru?
  • Pues… no, nunca.
  • Es muy relajante, la señora que lo ha contratado para ti nos ha encargado que no escatimáramos nada, sólo lo hacemos para personas muy importantes, eres muy afortunado.
  • No lo sabía, no me había dicho nada.
  • Lo sé y no te preocupes por nada de lo que te voy a hacer.

                                                  Decidí acomodarme y disfrutar del masaje, de pie delante de mí la chica, era bastante morena de piel, seguramente a causa de muchas horas de playa, no tenía marcas del bikini por lo que imaginé que el sol debía bañarla por todos lados, para las caderas que tenía la cintura era fina pero los hombros anchos acostumbrados al ejercicio con unos brazos fuertes, las tetas redondas, altas y musculosas, que al mover los brazos se movían poderosas, cuando se volvió a untar de aceite y se agachó sobre mi me hizo la sensación de que patinaba como un trineo sobre mí, las tetas me presionaban desde los muslos hasta el cuello, sin prisas, moviéndose como una serpiente sus piernas se enredaban con las mías y mi polla se encajaba en demasiadas ocasiones entre sus labios lubricados, yo intentaba evitarlo pero ella no se movía cuando mi capullo iba abriendo su coño desde el principio al fin, tan incómodo me notaba que me dijo cuando abrazaba el glande con los labios menores.

  • El masaje incluye que te suavice toda la polla con mi coño, si te apetece sólo tienes que empujar y meterla.

                                                  Por todo comentario cerré los ojos y empujé, el aceite que mojaba mi polla entera y el que inundaba el coño de la chica hizo que me introdujera sin dificultad los primeros centímetros, el resto fue obra de los flujos que manaba la masajista.

                                                  Era toda una profesional, se quedó quieta sobre mi clavada hasta tocarle el cuello del útero con fuerza haciéndome sentir los movimientos de sus músculos vaginales presionándome la polla como si me estuviera mamando con la lengua, estaba concentrado en eso cuando oí un ruido raro, era un zumbido apenas audible, presté atención y no lograba adjudicarlo, la chica separó su cabeza de mi hombro y me dijo…

  • Es en la sala de al lado, es tu mujer ¿no?
  • Si y me extraña mucho, es la primera vez que le dan un masaje.
  • Pues no será la última, te aseguro que le está gustando.
  • ¿Por qué lo dices? ¿Qué le están haciendo?
  • Mi compañero le está dando un masaje especial, la mujer que los ha encargado también ha dicho que fuera total.
  • ¿Total? ¿Qué quieres decir?
  • ¿Vos sos feliz ahora?
  • Mucho, contigo estoy encantado.
  • Pues mi compañero no es peor que yo.
  • ¿Qué insinúas?
  • Que si tu mujer no es de piedra no tardará en tener un orgasmo de los que tardará en olvidar.
  • Mi mujer no es de esas…
  • ¿Tu mujer no se corre?
  • Claro, conmigo.
  • ¿Y tú te corres sólo con ella?
  • Bueno… casi siempre.
  • Te diré una cosa, sé que te vas a correr conmigo y dentro de mí además sin tardar, ¿crees que tu mujer no tiene derecho de tener un orgasmo inolvidable? me parece que eso es lo que quiere la persona que os ha obsequiado con estos masajes especiales, unas corridas memorables, os debe querer mucho a los dos.

                                                  Me dejó sin argumentos para replicarle, estaba reflexionando en la lógica de sus palabras cuando oí a Concha gemir, siempre había sido muy comedida cuando se corría en casa, unas veces por la proximidad de nuestro hijo o por la sonoridad de las paredes con los vecinos pero ahora gemía a todo pulmón, suspiraba y  pedía o mejor exigía más y más, yo no me imaginaba si la estaban follando y provocándole el orgasmo con algún artilugio pero el resultado era asombroso, estaba desmelenada como nunca.

  • No la reconozco, mi mujer es muy discreta, nunca demuestra casi nada cuando se corre, me tendrá que contar que ha estado haciendo.
  • Lo que quieras pero yo que vos no le preguntaría nada, es más ni me daría por enterado, tampoco te lo estás pasando mal, ¿verdad? ¿O le vas a contar que estás cogiendo con una morena que resbala sobre ti como una segunda piel?
  • Pero es que… se está corriendo como nunca…
  • Por eso, la mujer que os ha regalado estas corridas sabe que las disfrutareis los dos.

                                                  Me había convencido y lo sabía pues había empezado a moverse sobre mí la polla estaba tan dentro de ella que notaba cómo me estrujaba el capullo, me iba a hacer correr pero quiso que mi corrida fuera como mínimo como la de Concha y me cabalgó, rodó sobre mi sin sacarla y se puso de espaldas dejándome las tetas a mi discreción, me comió la polla hasta ponerme a un segundo de la eyaculación y como fin de fiesta se sentó sobre mi metiéndose mi polla en su culo, cogido a sus tetas me corrí lanzando un alarido, no sé si lo hice para igualar a los jadeos de Concha pero me quedé muy a gusto.

                                                  Cuando me repuse la chica me secó el aceite con una toalla gigante, me señaló la ducha y desapareció, al salir, en recepción vi a la chica menuda que me preguntaba si había sido de mi agrado el masaje, por detrás de ella pasó mi masajista morena y un chico de casi dos metros, moreno, ojos verdes y una sonrisa blanca como la nieve, al momento apareció Concha no andaba del todo bien pero nos miramos y bajamos la mirada, nos cogimos por el hombro y salimos abrazados.

Continuará.

Ruego sus valoraciones y sus comentarios del relato.

Gracias.

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Mis primas de la capital (11)

Mis primas de la capital (12)

Mellizos y gemelas, de gavilán a paloma.

Mis primas de la capitál (10)

Para un concierto lo mejor es un trío, o más.

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mis tetas decidieron mi destino por mí.

Entre mi padre y mi tía me quitaron mis complejos.

Mis primas de la capital (9)

Mis primas de la capital (8)

Ayudando a mi mamá

Mis primas de la capitál (7)

Mis primas de la capital (6)

Mis primas de la capital (4)

Mis primas de la capital (5)

Mis primas de la capital (3)

Mis primas de la capital (2)

Mis primas de la capital

Dos que valen por tres.

Al conocer mi adopción encontré la felicidad

El chat me ayudó con mi sobrina (Continuación 2)

El chat me ayudó con mi sobrina (continuación)

Mi gran desgracia mi polla Final

Mi gran desgracia mi polla continuación

Mi padre y mi tio tienen los mismos gustos

He tenido mas corridas que km. en mi carrera

Mi gran desgracia .. mi polla

Me casé con una miss

Me gusta ser chófer (TOMO II)

Me gusta ser chófer (TOMO I)

Bienvenida mi jubilación

Tengo una familia atipica pero con mucha memoriT

Bienvenida mi jubilacion tomo 2

Mi primer viaje en avión

Desde el balnerario con amor

El chat me ayudo con mi sobrina