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Me hicieron creer que era afeminado. (17)

en Amor filial

                                                  Los días pasaban y las relaciones con Sonia eran frías, notaba que quería acercarse a mí pero estaba muy dolido, quizá me había hecho demasiadas ilusiones con ella y el día que nos íbamos a separar por toda despedida le dije:

  • Dale recuerdos a Daniel de mi parte, por favor.

                                                  La chica se volvió llorando y se marchó, seguro que esperaba cualquier despedida menos esa pero yo estaba muy decepcionado, por todo lo que había hecho por ella con su novio y ahora se iba a encontrar con él, algo dentro de mí me pedía que echara a correr detrás de ella y besarla pero me contuve.

                                                  El día que marché hacia el pueblo en el tren iba con todas las ilusiones, me arrepentía de no haber escrito a mi familia las veces que les había prometido, ahora me daba cuenta de lo despreocupado que había sido y me sentía mal, me propuse remediar mis errores.  Había comprado dos pulseras para mis primas porque les gustaban mucho, no valían mucho pero eran bonitas, para las demás mujeres les llevaba una caja con pasteles que me había preparado Vero.

                                                  Me contó que estaba saliendo con un chico pero estaba dudando porque habían dos más que la cortejaban, me alegré por ella pues antes de conocerme no había tenido a nadie cerca con intenciones de salir juntos, también me contó sobre su madre, la mujer ahora salía mucho, incluso se había inscrito en un gimnasio y acudía todos los días, medio en broma y medio en serio le dije.

  • Mmm, imagino que habrá conocido a algún chico atlético por allí, jajaja.

                                                  Vero me miró y me dijo en plan confidencial.

  • ¡Shhhit!  No hables fuerte pero es verdad, el monitor es un chico joven con un cuerpo musculado, a los pocos días de ir se encontraron casualmente en el vestuario y como ya se habían ido todos la empotró contra la pared y follaron como locos y ahora acude todos los días incluso va a su casa directamente, se pasa la mañana con él follando y luego se ducha y se pasa por aquí con el pelo mojado, mi padre el pobre siempre está trabajando sin más horizonte que la boca del horno.
  • No sé si alegrarme o qué pero cada uno hace lo que cree lo mejor, de todas maneras me alegro por ti, ya viste que no era problema de kilos, eres encantadora y tú has hecho que cambiaran las cosas.
  • No seas modesto, sé que si no fuera por ti y tus vestidos nada habría cambiado para nosotras.

                                                  Después de muchas horas de viaje y trasbordos llegué en el autobús al pueblo, me dio una sensación que habían cambiado muchas cosas aunque tampoco había pasado tanto tiempo y me dirigí directamente a casa, pasé por la tienda y a mi abuela la encontré despachando a las clientas, nada más verme soltó todo y salió del mostrador para abrazarme, nos besamos mil veces y me dijo.

  • ¡Qué barbaridad Carlos, cómo has cambiado si parece que hace una eternidad que te fuiste!
  • Tú en cambio estás igual de guapa, ¡qué digo, cada día mejor como el vino!
  • Jajaja, no cambias en eso, eres el adulador mayor que he conocido, anda pasa a la casa que tu madre está impaciente por verte.

                                                  Las clientas miraban y murmuraban por mi atuendo tan extravagante, sabía lo que pensaban pero me daba lo mismo, al entrar en casa noté el olor tan familiar, me dio una emoción que me encogió el corazón pero seguí hacia adelante y llegué a la habitación de mi madre, la encontré haciendo su cama agachada y no me vio, la abracé por detrás cogiéndole las tetas por debajo de los brazos a la vez que la besaba en el cuello, sabía que le encantaba y se le erizó el pelo de la nuca.

  • ¡Oooh, qué susto me has dado!  No te he oído llegar.
  • ¿Susto o sorpresa? o… esperabas a otro en vez de mí.
  • ¿Qué dices?  Mi hombre eres tú.

                                                  Mi madre se giró y me rodeó el cuello, esperaba un montón de besos en las mejillas aunque sólo me dio uno pero en los labios, en principio fue un beso con los labios pegados pero pronto abrió la boca, su lengua buscó la mía y la encontró, intercambiamos nuestras sensaciones.  Me empujó hacia la cama y con el pié cerró la puerta, subió a la cama sobre mí y me abrió la bragueta, mi polla salió como un resorte.

                                                  Teresa se acomodó sobre ella y ladeando las bragas se dejó caer, cabalgó sin descanso y sin hablar sólo sonreía y con sus movimiento me masajeaba la polla, se corrió muy pronto pero siguió hasta que me hizo llegar a mí, al notar cómo le llenaba de leche volvió a sacudirse en otro orgasmo, me abrazó y sus ojos se llenaron de lágrimas de emoción.

  • Carlos me siento muy feliz por tenerte conmigo.
  • Y yo Teresa y te agradezco el recibimiento que me has hecho, estoy muy orgulloso de ti y te quiero mucho.
  • Yo también, ya lo sabes.

                                                  Estuvimos abrazados hasta que la polla se salió de mi madre y con ella el chorro de semen que le había ofrendado, unas voces en la casa nos hicieron separarnos y después de unos besos en las mejillas quedamos en vernos después.

                                                  Salí y pasé por la cocina, en ella estaba Julia que con una cuchara daba vuelta a la comida en una sartén, iba con cuidado para no salpicar afuera y aproveché para pasar por detrás de ella, pegar mi polla en su culo y meter las manos por debajo del delantal, las tetas de Julia eran inconfundibles, su dureza y su forma tan especial, separadas, puntiagudas y con unos pezones que se ponían tan duros que arañaban, sabía que me encantaban y yo que a ella también le gustaba que le pellizcara en ellos.

                                                  En cuanto pudo soltar la sartén me llevó a la alacena y quiso buscar mi polla pero le saqué las tetas y se las lamí, ella apoyada contra la puerta suspiraba y gemía de placer, ya había dado con el bulto que aparecía debajo del pantalón cuando se oyó a mi madre que me llamaba y tuvimos que volver a la cocina,  Teresa vino a meter los pasteles en el frigorífico y cuando nos vio Julia todavía se estaba arreglando el delantal después de guardar las tetas en su sitio, mi madre sonrió sin decir nada.   Al rato llegaron mis primas alborozando como siempre.

  • ¡Primooo! ¿cómo estás? Jo, cuanto has cambiado si pareces otro, ¿verdad mamá?
  • Vosotras sí que habéis cambiado, estáis preciosas.

                                                  Parecía simplemente un cumplido pero era verdad, mi prima Cris había dado un cambio radical, de parecer un espárrago ahora le habían crecido las tetas casi tanto como su madre, además de la cara tan bonita que ya tenía ahora lucía un culo respingón y unas piernas torneadas, su hermana Alicia no había cambiado tanto pero seguía siendo tan coqueta como siempre, el abrazo que me dieron me impresionó, se pegaron a mí como ventosas y confirmé mis apreciaciones, las tetas de ambas se me grabaron en la piel.

                                                  Para la comida Julia había cambiado el menú en mi honor y había hecho uno de los platos que más me gustaban, todos en la mesa preguntaban por mis adelantos en la ciudad y yo les conté los casos de los vestidos de la hornera y su madre, sin entrar en más detalles, claro.

                                                  A los postres sacaron los pasteles y todos nos pusimos hasta arriba, me acordé de Paco el hornero, en su oficio era el mejor, lástima que en su vida privada llevaba una cornamenta tan grande.  Julia mordía con delicadeza un pastel relleno de crema y me miraba fijamente, lo mordía con toda la sensualidad que podía y me hacía sentir en la polla el mismo efecto que le haría al pastel.  Nada más terminar la comida mi abuela Antonia tiró de mí y dijo.

  • Vamos Carlos, en la siesta me cuentas con detalle lo que has aprendido en Madrid.

 

                                                  En la penumbra de la habitación me fui desnudando y cuando fui a subir a la mullida cama de Antonia la vi ya sobre la sábana, llevaba puesto el sujetador y las bragas y me sorprendió.

  • ¿Qué te pasa Antonia, cómo llevas eso todavía?
  • No sé, no me atrevía a quitármelo, no sé lo que piensas ahora y si habías cambiado.
  • Pues como ves no he cambiado, voy a follarte, quiero hacerte correr y… contarte cosas de paso, jajaja.

                                                  Le quité las prendas que sobraban y subí sobre ella, me recibió con los brazos y las piernas abiertas y sin más me hundí, una sensación de paz me invadió y la suavidad de su piel, las tetas tan tibias y el coño canoso me llevaron a moverme suavemente, estuvimos hablando mientras entraba y salía de ella y cambiamos en varias posturas, procuraba que estuviera cómoda, le hacía la cucharita o simplemente cruzaba mis piernas con las suyas a la vez que me movía dentro, le conté todo lo de Adela y lo de Rosa y Martina, también le conté lo de Sonia, cambió de posición subiéndose sobre mí para decirme.

  • Carlos, ¿sabes qué pienso?  Que me alegro de lo que ha pasado, esta chica aunque lo siento ha hecho bien en seguir a su novio y a ti te ha hecho un favor, si hubierais follado seguramente te enamorarías de ella, habríais seguido follando hasta que la habrías embarazado y entonces te habrías casado con ella y te convertirías en un hombre gris en un pueblo más gris todavía, tú te mereces una vida de éxitos y para eso debes seguir adelante siempre.

                                                  Nada más decirme esto unos temblores le sacudieron el cuerpo, se estaba corriendo y yo no tardé en seguirle, le di la vuelta y sobre ella le inyecté la leche que tenía, nos quedamos sobre la cama dormidos y cuando desperté noté que estábamos cubiertos con una sábana.  Antonia me recomendó que acompañara a mi madre porque había pasado una temporada triste.

                                                  Por la noche ya me estaba acostando en mi cama cuando recordé lo que me había dicho mi abuela, salí al pasillo y entré en la habitación de Teresa, en la penumbra me acosté en la cama sin despertar a mi madre, estuve mirando al techo un momento pero de improviso mi madre se giró hacia mí y me miró, le vi brillar los ojos en la oscuridad.

  • Hola Teresa, ya estoy contigo.
  • Te estaba esperando.

 

                                                  Giré subiéndome sobre ella, noté sus pechos y su piel tibia, una pierna y la otra y entre ellas me incrusté, Teresa me recibió emocionada y resbalando sobre su piel caí directamente en su sexo, no se movió pero mi polla entró suavemente en ella, me abrazó y me rodeó con sus piernas, apenas me movía pero llegaba hasta lo más profundo, notaba cómo su vagina me masajeaba y me exprimía.

                                                  Estuvimos un buen rato sin hablar, únicamente eran sensaciones, notaba todo su cuerpo pegado, mi cara junto a la suya mi pecho sobre sus suaves tetas redondas y el vientre plano con un pubis muy poblado que no me dificultaba para abrirme camino.

                                                  Sólo eran sensaciones, el sexo era secundario y cuando se corrió simplemente fue una liberación de tensiones y la acompañé en él, sintiendo lo mismo que ella me vacié entre estertores, quedamos extenuados mentalmente y sin darnos cuenta nos quedamos dormidos, yo caí de lado y me quedé como había caído.

                                                  Fue tal la liberación de tensión que quedé tan relajado como si hubiera estado diez horas seguidas durmiendo por eso me desperté creyendo que ya sería por la mañana pero me extraño que estuviera todo tan oscuro todavía y decidí seguir durmiendo, al momento noté como mi polla empezaba a volver a la vida, creí que sería por motivo del despertar y no hice caso pero la polla seguía levantándose lentamente.

                                                  La ignoré y me di la vuelta, estaba de lado y notaba que aún caída a un lado seguía dando cabezadas y subiendo cada vez más, cambié de postura y me puse cara arriba, ahora mi polla estaba sobre mi ombligo y seguía cada vez más dura.  Ya extrañado y entre dos sueños pasé la mano sobre ella pero en vez de mi polla me encontré con una cabellera de mujer, me volví hacia Teresa y la vi durmiendo dándome la espalda hacia el lado contrario, miré debajo de la sábana y descubrí los ojos de Julia mirándome y sonriendo, estaba sentada en el suelo y mi polla le llegaba justo a la cara.  Quise decir algo pero ella me puso la mano en la boca.

  • ¡Shiiit, cállate y déjame a mí!
  • ¿Qué haces ahí Julia, estás loca?
  • Casi, no puedo dormir pensando en tu polla, llevo toda la noche en vela y no hay forma de relajarme.
  • Vale no te preocupes, mañana solucionamos esto te lo prometo, tomate un vaso de leche.
  • De eso nada, no me voy sin beber pero de tu polla.
  • Joder Julia que mi madre está aquí al lado.
  • Por eso, sólo te pido un poco… de momento.

                                                  Julia no aceptaba un no por respuesta, cogió la polla y empezó a chuparla, a mi lado Teresa estaba medio destapada, tenía la espalda descubierta hasta la mitad de las caderas y mientras Julia se incorporó sobre mí y siguió chupándome la verga, inclinada dejaba sus tetas colgando a mi alcance sabiendo que me volvían loco y consiguió que cediera, le cogí las tetas y con los pezones en punta le acariciaba los pechos.

                                                  Mi madre se volvió y quedó boca arriba, yo quedé en suspenso esperando que nos descubriera pero siguió roncando suavemente, los pechos de Teresa quedaron erguidos, redondos y coronados por unos pezones morenos y duros, Julia al ver que seguía durmiendo siguió con lo que estaba haciendo, se tragaba literalmente de una forma desesperada la polla hasta la raíz, Teresa al darse la vuelta había arrastrado la sábana y todavía había descubierto más su cuerpo, ahora ya le veía el pubis peludo que sobresalía sobre la pelvis.

                                                  Me di cuenta de que las hermanas no se parecían en nada, ni en carácter ni físicamente, hasta el coño lo tenían diferente, me dio gana de pasar la mano entre las piernas de Julia, al tocarle las abrió y según mi mano iba subiendo las iba separando, al final encontré su coño depilado, era carnoso y me dio la idea de compararlo con el de Teresa, pasé la mano rozando los pelos apenas pero al ver que no despertaba fui acercando la mano hasta posarla sobre la alfombra de vello, los labios de Julia eran mullidos y los de Teresa tan finos que sólo se abrían cuando separaba las piernas, incluso el clítoris no era igual, el de Teresa era más discreto y no salía si no lo excitabas pero el de Julia asomaba sin pudor entre los labios afeitados.

                                                  Mis dedos entraron entre los labios de Julia y todavía se abrió mas, al tocarle el botón de placer me premió con una profunda mamada que con la nariz tocaba los huevos, en contra Teresa simplemente plegó una pierna lo suficiente para poder pasar dos dedos y se le escapó un suspiro, giró sobre mi y se pegó a mi brazo, Julia quería por todos los medios tragarse mi lechada pero su coño llegó antes y se corrió en mi mano, mi madre en ese momento me pasó su brazo sobre mi pecho y me preguntó.

  • ¿Aún despierto, te has desvelado?
  • No, sólo estaba admirándote.
  • Bueno, eso no es malo pero duérmete que es muy tarde.

                                                  Mientras hablábamos, por encima del hombro de Teresa vi a Julia salir a gatas de la habitación, entre las piernas brillaba el flujo de su corrida pero se había ido de vacío, mi madre me dijo al oído.

  • Sé un truco para dormirse pronto.
  • Y yo también Teresa, date la vuelta.

                                                  Me di la vuelta detrás de ella y cuando levantó un poco la pierna metí la polla entre ellas hasta hundirla, la tenía como un palo gracias a Julia y la clavé sin dificultad, no tardé en acabar lo que Julia había empezado en el coño de Teresa, no llegué a sacarla y me dormí. 

                                                  Por la mañana me levanté y Julia ya estaba preparando los desayunos de sus hijas en la cocina.

  • Hola Julia, ¿has dormido bien?  Anoche fuiste muy atrevida.
  • No, sólo regular y tú muy lento.
  • Lo siento pero sólo me faltaba un poco.
  • Imagino dónde descargaste.
  • No te equivocas pero no te preocupes porque ya llegará tu momento.

                                                  En ese momento entró en la cocina Teresa y aunque lucía unas ojeras importantes estaba risueña.

  • ¡Buenos días a todos!, ¿habéis dormido bien?
  • Regular solamente, no podía conciliar el sueño.
  • Qué pena, yo sé algún truco para poder dormir, debías haberte bebido un poco de leche caliente pero sé alguno más.

                                                  Julia me miró fastidiada, eso era lo que ella pretendía pero no había podido ser, Teresa salió de la cocina canturreando.

                                                  Mi abuela me comentó que podía ir a visitar a mis “sobrinas” las gemelas, se había enterado que eran muy bonitas y que seguro que me alegraría de verlas.  No hizo falta que insistiera y fui directo a casa de Cintia, me recibió su madre Amelia que se alegró mucho al verme, yo también tenía buenos recuerdos de ella de algún encuentro feliz, Cintia estaba con sus hijas y las arreglaba en sus cunas, la chica había cambiado espectacularmente, una vez parido había vuelto casi a su figura inicial excepto el pecho que aparecía voluminoso.

                                                  Me presentó a sus hijas una de ellas era mi ahijada que se llamaba Carla, era muy hermosa y me la pasó para que la cogiera, su hermanita se llamaba Bea y era todavía más bonita, las tuve a las dos en mis brazos pero me gustó mucho el detalle que tuvo Carla cuando me cogió el dedo pulgar y lo llevó a la boca chupando con avidez.

  • Esta niña apunta maneras, jajaja.
  • Si, ¿a quién le parecerá?  Jajaja, eso es que tiene hambre, ya le toca la toma, si quieres nos acompañas.
  • Encantado.

                                                  Amelia le ayudaba en todo y estaba pendiente de ellas, le sujetó a Bea mientras Cintia se descubría un pecho, la niña se agarró al pezón desesperada y empezó a chupar, yo admiraba como ya tenía el instinto de vivir y su madre le apretaba la teta para que saliera más leche.

  • Me encantan tus tetas Cintia y lo digo por la forma de dar de mamar a tu hija.
  • Ya sabía que te gustaban mis tetas, me lo has demostrado muchas veces, es una gozada dar el pecho a mis hijas, también a mi me encantan muchas cosa tuyas pero ahora no puedo demostrártelo.
  • ¿Qué quieres decir?
  • Pues que me gustaría estar contigo pero todavía no estoy recuperada.
  • Cintia quiere decir que le han dado unos puntos de sutura en la vagina para que nacieran con más facilidad.
  • No tiene importancia, ya te recuperarás, puedo esperar.
  • A mí también me dieron puntos y ya viste cómo he quedado, ¿te acuerdas  Carlos?
  • Sí, pareces una adolescente, cómo olvidarlo.
  • Pues… a mi me gustaría volver a revivirlo, ¿verdad Cintia?
  • Sí, me lo ha dicho muchas veces, te recuerda con mucho afecto.

                                                  La niña hacía hasta ruido al aspirar de la teta y yo estaba embobado mirándola.

  • Carlos, parece que envidias a la niña.
  • Reconozco que sí, es una gozada ver como chupa y traga la leche.
  • ¿Quieres decir que serías capaz de probar a mamar de la teta tú también?
  • Por supuesto, siempre me ha gustado ver a una madre alimentar a un bebé, no sé cómo algunos lo consideran incorrecto.
  • Pues mejor ocasión que ahora nunca, cuando termine la niña, Carla mamará de una y tú de la que ha dejado Bea, aún tendrás suficiente aunque sé que eres un glotón, jajaja.

                                                  En efecto cuando la niña dio muestras de estar saciada Cintia cambió de lado y puso a Carla, la niña alargaba los brazos y la boca para llegar al pezón, su madre me quiso demostrar el instinto de supervivencia de la niña y cuando le aproximó el pezón la niña apretó la teta y chupó con ansia.

                                                  Me dijo que podía ponerme a su lado con la otra que seguía goteando después de dejarla Bea, tuve que hacer un esfuerzo de contorsionista para ponerme al mismo nivel que mi ahijada pero al fin cabeza con cabeza chupábamos los dos a la vez.

  • Es emocionante ver como una niña y su padrino maman del mismo par de tetas, ¿qué sensación notas hija?
  • Una sensación especial y muy diferente, la niña con sus tiernos labios abarca sólo el pezón y aspira con más fuerza pero Carlos aspira hasta la areola y se llena la boca de teta y con la lengua exprime el pezón, es un goloso.
  • Y se ve que le gusta porque debajo del pantalón se nota la muestra, me está dando ganas también que me mame aunque no creo que saque leche, aunque yo sí que se la sacaría a él.
  • Pues si quieres invita a Carlos a que te chupe a ti también, jajaja.
  • No es mala idea, me voy a preparar a ver si se anima.

                                                  Amelia entre bromas se abrió el vestido y bajó los tirantes del sujetador, yo en la postura que estaba noté que me pasaba la mano por el pantalón sobre la polla que se me marcaba bastante, cuando ya tenía el pecho rojo de tanto chupar y lamer me incorporé y entonces vi a Amelia esperándome, quería que fuera yo quien le bajara las copas de la lencería y sacara sus tetas al fresco, lo hice y no me arrepentí, un par de pechos todavía erguido me esperaban y me lancé a ella cuando bajé lo que le cubría.

                                                  Me senté en el sofá y la mujer de pie frente a mi me iba ofreciendo sus pezones para que repartiera mis lamidas.

  • Amelia, ponte de rodillas en el sofá, ahora me toca a mí.
  • ¡No sé qué pretendes pero lo haré!
  • No te preocupes mamá que Carlos te va a hacer lo que no me puede hacer a mí.

                                                  Cintia tenía razón, de rodillas en el sofá tenía su culo frente a su hija, y al levantarle el vestido sobre su cabeza dejé a la vista las bragas que ya marcaban un poco de humedad, las fui bajando enrollándolas por los muslos y el coño quedó a la vista, me acerque a ella, me había bajado los pantalones y la polla la tenía a 45º, escupí en el capullo y entre sus labios empujé.

  • ¡Por Dios, que polla!  Ten cuidado que me vas a rasgar el coño y me van a tener que suturar también como a mi hija.
  • No te preocupes Amelia, a ti te cabe mi polla y otra más.
  • ¡Qué más quisiera yo pero con la tuya ya tengo de sobra pero ten cuidado que me arde el coño!

                                                  Cogido a la cintura de Amelia se la iba metiendo bajo la mirada de Cintia que veía cómo la barra de carne obligaba a la vagina a hundirse con ella, yo procuraba que tuviera buena vista y cuando le llegó el orgasmo la empujé y la pegué contra la pared, con las manos y la cara apoyadas en la pared empotrada aguantaba las sacudidas que le corrían por todo el cuerpo y la polla que seguía clavándose en ella.

  • Córrete Carlos, córrete en mi coño.
  • De  eso nada mamá, la leche de Carlos la quiero para mí, una cosa es que no pueda follar con él y otra que me pierda su leche, a mis hijas también les gustará probar el sabor de Carlos.

                                                  Cintia ya había dejado en su cuna a Carla cuando yo apurado y a punto de eyacular saqué la polla y se la pasé a Cintia que se había sentado al lado de su madre en el sofá, la chica cogió con las dos manos el tronco y sólo se metió el glande en la boca, la madre a su lado estaba desfallecida pero al ver cómo saboreaba el capullo quiso ayudarle, cogió el tronco con una mano y dejó a su hija que se ocupara sólo con la boca, la mano de Amelia agitaba mi verga desde la raíz hasta el frenillo mientras Cintia esperaba con la lengua afuera a que le llegara la oleada de semen.

                                                  Me estaba costando bastante porque Amelia no seguía un ritmo regular y me apretaba demasiado la polla, Cintia se cansaba de estar con la lengua afuera y me acarició los huevos, fue como encender una bombilla porque desde las bolas una serie de latigazos me hicieron escupir ráfagas de leche hacia Cintia, algunas cayeron en la lengua otras directamente dentro de la boca y otras sobre sus tetas rellenas pero no se perdió nada porque Amelia recogió lo que le había salpicado en las tetas de su hija y se lo llevó a la boca, Cintia se relamió después de enseñarme la cantidad que le había largado y luego lo que se había tragado.

                                                  Mi abuela me preguntó cómo eran mi “sobrinas” y me deshice en elogios, estaba seguro que iban a ser muy guapas porque su madre ya lo era y si salían a su madre y su abuela…

                                                  Cuando me iba a acostar en mi habitación mis primas me recordaron algo.

  • Carlos, seguro que no te has acordado de nosotras en Madrid.
  • ¿Quién lo ha dicho?, me he acordado y mucho, incluso he soñado alguna vez con cada una de vosotras.
  • ¿Y qué soñabas, lo podemos saber?
  • Es cosa de mayores pero os aseguro que amanecía con los calzoncillos mojados, jajaja, ¡ah se me olvidaba! os he traído un detalle de recuerdo.
  • ¿Y qué es?, enséñanoslos por favor.
  • Vale, mañana os lo daré pero no esperéis mucho porque no tengo casi dinero ni para mí.
  • ¿Mañana?, ni hablar lo queremos hoy, te esperamos luego en nuestra habitación.
  • De acuerdo, ahora pasaré.

                                                  Mi idea era entregarle las pulseras y a lo sumo alguna caricia o algún comentario sobre Madrid porque quería pasar por la habitación de Julia y darle un “somnífero” pero al entrar en la habitación de mis primas me desengañé, mis planes no se iban a cumplir, ya habían juntado las dos camas y me esperaba tapadas hasta el cuello con las sábanas pero nada más cerrar la puerta se destaparon y vi los cuerpo de las dos completamente desnudos que me esperaban, a Alicia aunque las caderas se le habían formado más de mujer no había tenido tantos cambios como Cris.

                                                  Recordaba que hacía muy poco tiempo era una chica escuálida con unos bultitos por toda señal de tetas y unas piernas largas y delgadas, ahora sobre la cama había una chica con unas tetas duras, tiernas y separadas como las de su madre, en las puntas se le marcaban los pezones largos que tenía pero rodeados de unas areolas morenas, las caderas se recortaban sobre el blanco de la cama y entre los muslos un triángulo de vello rizado prometía mucho, las pulseras que les di les gustaron pero en sus manos duraron el tiempo justo que necesitaron para ver el efecto porque tiraron de mí y entre las dos me dejaron con la misma ropa que ellas o sea ninguna.

  • ¿Te has dado cuenta cómo ha cambiado Cris?
  • Ya he visto, si no la veo no me lo creo, que cuerpo ¿ves cómo te han crecido las tetas? Ya te lo decía yo, sólo era cuestión de paciencia.
  • Sí y te las he guardado para que las pruebes tú el primero.
  • Mmm, muchas gracias es todo un detalle.

                                                  Aquellas tetas no eran nada parecido a las que había degustado hasta ahora, las de su hermana redondas como las de mi madre eran más de adulta pero las de Cris eran angelicales y tan tiernas que se derretían en el paladar pero no por eso estaban blandas no, costaba dejar marcas de los dedos en ellas y aquel pezón que siendo duro estaba tan suave y dulce como un dátil.

                                                  Mi prima pequeña no quiso esperar su turno y a la vez que saboreaba a Cris ella fue directa a lo que le gustaba de mí, no tardó en ponerla tan dura que me dolía y se sentó sobre mí, tenía un coño que admitía mi polla sin ningún esfuerzo y saltaba como una cría en el parque, yo estaba concentrado con Cris, mi mano se había deslizado entre sus piernas y me di cuenta de que los labios también habían cambiado, tiernos también cerraban herméticos la vagina pero según fue separando las piernas me mostraron el tesoro que guardaban.

                                                  Cris se había apoderado de mis huevos porque su hermana no le dejaba el juguete que tenía en el coño y cuando yo estaba entregado lamiendo aquellos labios que escondían su clítoris rosado oí cómo Cris daba una noticia sorprendente.

  • ¿Sabes que Alicia ya tiene novio?
  • ¡No es verdad, sólo somos amigos!
  • Sí amigos… y cuando yo estaba con la gripe en cama y vino para estudiar contigo estuvisteis follando toda la tarde, hasta me tuve que tapar los oídos para no oírte gemir.
  • ¡Y tú qué!, ¿sabes una cosa Carlos? Cris también tiene pareja.
  • Cállate, no digas nada.
  • Un momento chicas no riñáis, nunca os he oído discutir y menos por los chicos pero veo que ya tenéis vuestras rivalidades.
  • Es que me tiene envidia porque tengo muchos amigos.
  • Claro, amigos con derecho a roce, casi siempre está follando con unos y con otros.
  • Sí pero son chicos, tú tienes una amiga.
  • Bueno eso no está mal, es bueno tener amigas…
  • No Carlos, no me has entendido, Cris tiene una amiga… especial.
  • ¿Cómo de especial?
  • ¿Cómo va a ser?, especial del todo… ¡vamos que son novias!
  • ¿Y a ti qué te importa? yo puedo tener amigos o amigas, lo que prefiera.
  • A ver, un momento de calma, explicarme porque no lo entiendo, Cris si no te conociera no me extrañaría pero hemos tenido momentos muy íntimos, muy importantes, te hice mujer, follamos como locos igual que con Alicia por eso no entiendo mucho lo de tener novia.
  • Sí, cuando se quiere a alguien se quiere y no tiene nada que ver del sexo que sea.
  • Ah, ya lo voy entendiendo o sea que lo que estamos haciendo ahora te gusta también.
  • Claro, me gusta follar como siempre y más si es contigo pero tengo una amiga especial, que nos acariciamos y hacemos el amor cuando queremos.
  • Eso me gusta, tienes buen gusto, o sea que te gustan los chicos y las chicas, eso debe ser una maravilla, tienes lo mejor de cada uno.
  • Pues a mí sólo me gustan los chicos y mucho, me gusta sentir una polla como la tuya dentro de mí y correrme temblando como una loca sobre todo si se corre a la vez.
  • Alicia tú es que eres muy sibarita, te admiro también.

                                                  Cris quiso demostrarme que no me engañaba y empujó a su hermana que cayó de lado en la cama y ocupó su puesto, me estuvo cabalgando con furor, notaba como apretaba la polla dentro del coño y lo escurría, el saber que había una chica que le comería el coño también como yo me ponía como un burro.

  • Cris me voy a correr y no quisiera que te quedaras embarazada tan joven.
  • No te preocupes, ya tomo anticonceptivos.
  • ¿Tan joven?
  • Sí, fui con mi madre al médico y me los recetó, le dijo que tenía las reglas muy irregulares, ahora me puedes llenar de semen que no hay peligro.
  • Yo también quiero que te corras en mi, también tomo píldoras Carlos.
  • Bueno chicas, os prometo que tendréis lo que queréis pero tened compasión de mí.

                                                  Cris se había hecho el ama de mi polla y no la soltaba, siguió cabalgándome y viendo que yo aguantaba demasiado se inclinó y dejó sus tetas sobre mi cara, las chupé y sabía lo que hacía, yo tenía devoción por unas buenas tetas y aquellas eran especiales, el resultado fue radical, nos corrimos los dos al mismo tiempo.

                                                  Alicia se había metido dos dedos en el coño a la espera de que Cris acabara y al ver que se corría esperó un momento a que bajara, mi polla estaba a media asta pero Alicia había aprendido mucho y no dejó que cayera del todo, demostró paciencia y sabiduría y al rato ya la tenía lo suficientemente dura para recibirme, la sostuvo con la mano para enfocarla a su agujero y se dejó caer.

                                                  Mi prima pequeña era tan ardiente como su madre además iba directa al asunto, pese a tener el cuerpo más parecido al de mi madre se comportaba como Julia, lo que quería lo tuvo cuando y como lo quiso, se corrió concentrada en las sensaciones que gozaba y cuando ya quiso sentir la calidez de mi leche en su coño se movió de manera que la llené de semen hasta hacer que se le saliera a cada bombeada.

                                                  Cuando por fin salí del cuarto de mis primas oí que se cerraba la puerta entornada de la habitación de mi tía, por la mañana al encontrarle en la cocina le abracé por detrás y aunque le cogí las tetas no se volvió y sólo murmuró.

  • Está visto que siempre voy a ser la última para ti.
  • ¿Por qué dices eso Julia?
  • ¿Por qué, te lo tengo que explicar también?  Anoche fui a buscarte a tu habitación y no era por falta de sueño, simplemente quería follar contigo, pero no, el sobrino Carlos no estaba en su cama, me llevé un nuevo chasco y pasé por la habitación de Teresa, quería terminar lo que había empezado pero tampoco estabas con mi hermana, está visto que me va a pasar como a mis cortinas, al final deprisa y corriendo… porque luego te vi saliendo del cuarto de tus primas.
  • Había ido a darles el regalo.
  • Claro, y de paso las invitaste a… déjalo, ya me entiendes.
  • Lo siento Julia mi intención era otra, pensaba ir a hacerte una visita y no de cortesía precisamente pero me cazaron tus hijas, tuve que contarles historias en Madrid y ya sabes cómo son las cosas de una se pasa a la otra y se me hizo tarde.
  • No hace falta que me des detalles pero estoy un poco decepcionada.

                                                  Julia terminó la frase entre gimoteos y me abracé a ella, ya no le apretaba las tetas sino que le abrazaba por la cintura pero la besé en el cuello y en las orejas, el pelo de la nuca y el cogote se erizó, notaba como echaba el culo hacia detrás buscando mi contacto y cuando me encontró se movió para acoplarse a mi polla.

  • Julia, no hace falta que te diga lo caliente que me pones, estaría follando contigo en cualquier momento y en cualquier lugar.
  • Snif, snif, eso lo dices para contentarme pero luego no te acuerdas de Julia.

                                                  Quise demostrarle que yo nunca mentía, le di la vuelta y la apreté contra la pared, la puerta de la cocina estaba entreabierta y se oían las voces de las hijas en su habitación,  estaban a punto de venir para desayunar pero no me arredré, le subí la falda hasta la cintura, llevaba unas bragas blancas escuetas pero no fueron problema.

  • Saca el culo Julia.
  • Por Dios, que haces loco, están todas por ahí fuera, nos van a pillar.
  • Cálla y saca el culo.
  • ¿Qué vas a hacer Carlos?
  • Lo que debí hacer el primer día que llegué y… abre las piernas.
  • No Carlos, ahora no y llevo las bragas puestas.
  • ¿Y qué importa?, mi polla pasará por ellas o por el lado lo que prefieras.

                                                  Julia se apresuró a tirar de la tira que pasaba entre las nalgas y engancharla en una de ellas sacando el culo después, apenas había quitado la mano cuando mi polla entraba en su coño.  Con las manos pegadas a la pared como si le estuviera cacheando le hundí la polla con rabia, le había pasado las manos por debajo del suéter y del sujetador y le había sacado las tetas, presionadas todavía estaban más duras y separadas, seguí entrando en ella como un ciclón pellizcándole los pezones, mi tía perdió la noción de donde estaba al momento porque me pidió que no parara por nada.

                                                  Estaba seguro que aunque toda la familia se hubiera presentado allí a ella le habría dado igual, sólo quería que la follara bien follada, las voces de mis primas cada vez eran más cercanas y parecía que ya habían terminado de arreglar su habitación, por la forma de hablar parecía que ya eran otra vez amigas además de hermanas y habían olvidado sus diferencias.

                                                  Estuve a punto de decirle a Julia al oído que su hija tenía un amor y que ese amor era femenino, a mi me era indiferente incluso me gustaba pero me daba morbo ver la reacción de su madre con mi polla adentro pero no me dio tiempo porque se corrió y casi se cae al suelo, las piernas le fallaron y tuve que sujetarla con las tetas en mis manos, no por eso dejé de follarla ahora doblada hacia adelante aún le entraba más al fondo y le gustó.

  • No pares ahora cabrón, pase lo que pase no pares y fóllame hasta que pierda el sentido.

                                                  Por supuesto que no lo perdió pero el orgasmo que tuvo le dio motivos para perderlo, le di la vuelta y cuando boqueaba buscando aire le metí la polla apurada, casi no había llegado a cerrar los labios alrededor del capullo y empecé a llenarle el paladar de semen, al mismo tiempo mi abuela entraba en su tienda y cacharreaba con la balanza, podía adivinar cada movimiento por el ruido que hacía y mi madre ponía la lavadora girando el mando de los programas.

                                                  Julia tragó y tragó todo lo que salía de mi verga, con los ojos llorosos y abiertos de par en par, cuando ya no me quedaba nada cogida por las axilas la senté en una silla de cocina, quedó con los brazos caídos y las piernas abiertas.

  • Carlos ¿has visto a tu tía Julia?
  • Sí, está en la alacena buscando cosas para la comida, ¿le digo algo?
  • Sí ayúdale, ya sabes que le gusta hacer malabarismos subiéndose a la silla.
  • No te preocupes, ya cuido de que no caiga.
  • Vale.

                                                  Julia me miraba agotada, creo que le daba igual todo en este momento pero le di la mano y hice ponerse en pie apoyada en el banco, le subí las bragas en su sitio y noté la entrepierna mojada, por el escote le “cacé” una teta y luego la otra y las devolví a su sitio en el sujetador y con cuidado le arreglé los mechones de pelo que se le habían soltado, estiré la ropa y quedó bastante visible, al momento entraron sus hijas hambrientas, Julia sólo abrió el grifo del agua y se lavó las manos para preparar el desayuno.

                                                  Le pregunté a Antonia por las novedades del pueblo y entre las que me contó me llamó la atención que había un nuevo jefe de policía, era un joven que había salido de la academia hacía poco y rondaba a Merche, para mí le deseé suerte con ella y con su madre, en la parroquia también habían novedades, el párroco Juan se había retirado a un pueblo en Andalucía y de su hermana se decía que se había trasladado a un pueblo de Zamora, según las malas lenguas estaba embarazada pero no se sabía si sólo eran chismes.

                                                  Fui a dar un paseo y vi al nuevo cura, también era bastante joven tenía todavía el olor al Seminario y por la apariencia se me parecía demasiado en la manera de andar, le deseé también suerte, la iba a necesitar.

                                                  Al pasar por el ambulatorio médico me asomé, había un gentío tremendo y me enteré que era la época de vacunación y todo el mundo acudía, no vi a nadie conocido pero me llamaron, detrás de una mesita llena de jeringuillas estaba el médico.

  • ¡Hola Carlos! ¿cómo te va?  No sabía que estabas aquí.
  • Hola don Cayo, todo bien, sólo he venido por las mini vacaciones.
  • ¿Has visto a Ana?
  • Todavía no, casi no he salido de casa.
  • Pasa por mi casa que ella está allí, se alegrará de verte, la llamaré para avisarle.
  • Gracias don Cayo, un abrazo.
  • Igualmente, eres un buen chico.

                                                  Algo como un imán me llevó a casa del médico, una cara muy linda y risueña me esperaba, el sol le daba por detrás de la melena rizada de oro y le daba el aspecto de ángel, nada más cerrar la puerta me abrazó y me besó en la boca.

  • ¡Aaaah, cómo me alegro de verte!  Cuando me ha llamado mi marido el corazón me ha dado un vuelco, apenas me ha dado tiempo a arreglarme un poco el pelo.
  • Estas bellísima Ana, cada vez que paso por la puerta de tu habitación en Madrid noto un cosquilleo entre las piernas.
  • Eso se puede remediar, aquí tengo otra habitación, vamos.
  • Pero… don Cayo está cerca y puede venir en cualquier momento.
  • No te preocupes, me ha dicho que venías y que te recibiera bien porque él no podía venir por las vacunas, luego le llevaré un bocadillo, tiene para rato.

                                                  Ya no hicieron falta más explicaciones, la pelirroja se iba quitando la ropa de camino y al llegar a la cama ya solo le quedaban las bragas.

  • ¡Qué tetas tienes Ana!, además de preciosas con ese color de azafrán que invita a comerlas.
  • Estas invitado desde ya.  ¡A comer!

                                                  Caímos revueltos sobre la cama, no sabía donde llevar mis manos primero pero Ana sí que tenía un destino seguro, mi polla estuvo en sus manos enseguida y se puso sobre mí para comérmela.

  • Quiero comerte la polla primero, si quieres puedes hacer lo mismo conmigo.
  • Encantado y no sólo eso, te voy a comer toda.
  • ¿Toda, de verdad toda?
  • ¿Lo dudas? Y además te voy a follar el coño y el culo y me correré en tu linda boca.
  • Mmm, me gusta el plan, vamos a ello.

                                                  Acoplados al revés chupamos, lamimos y mordimos a voluntad, cuando a uno le apetecía algo no tenía más que tomarlo, no teníamos guión preparado y agujero que veía agujero que tapaba, ella gemía y yo gruñía al verla feliz pero Ana no estaba ociosa, sabía que a ella le encantaba mi polla en todas las posturas y a mí su cuerpo esbelto con la piel tan blanca y las pecas rojas que le hacían un contraste especial, la cabellera rojiza me envolvía la cara cuando nos besábamos y sus tetas se marcaban en mi pecho, cuando mi polla se abría paso por el vello púbico era todo un espectáculo, el capullo redondo forzaba la entrada y presionaba hasta que vencía la resistencia, era como una rosa que se habría para dejar paso a la abeja que iba a libar su néctar.  Ana se estremeció y me dijo.

  • Carlos acompáñame, no me dejes sola, súbeme al cielo.
  • Estoy contigo, vamos juntos.

                                                  Nos abrazamos y me hundí en ella, nuestros músculos vibraban al unísono y los suspiros y gemidos se mezclaron, acabamos extenuados por el esfuerzo, el sudor me cubría la espalda y del pecho goteaba sobre el pecho de Ana, mansamente las gotitas se reunían entre las tetas de Ana y bajaban hasta el ombligo haciendo un lago.

  • ¡Qué barbaridad, cómo pasa el tiempo!, ya tengo que llevar la comida a Cayo, estará hambriento.
  • Como yo estaba hasta hace un momento aunque seguiría comiendo de este manjar.

 

                                                  Le cogí las tetas con una mano y con la otra abarqué el coño.

  • No te preocupes, yo también me he quedado con ganas de repetir, no tardaré en pasarme por Madrid, sólo estaré un fin de semana pero lo aprovecharemos.
  • Tu casa y tu cama nos esperan.
  • Prefiero que me recibas en la tuya.
  • Como tú digas.

Continuará.

Agradezco sus valoraciones y comentarios.

Gracias.

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