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Viaje de un jubilado a La Argentina (26)

en Amor filial

Este relato no sería posible sin la estimable colaboración de mi amigo Guilleos, un porteño auténtico.

                                                  Mi hijo había mandado revisar el coche concienzudamente y de paso había contactado con clientes que le quedaban cerca para aprovechar el viaje.  Corina y mi mujer se habían comprado vestidos y ropa como si fueran a un lugar de gran lujo, incluso me habían comprado un traje que no sabía cómo encajaría yo en medio de la selva con traje… pero a ver quien les contradecía, Javi también estaba bien equipado con toda su ropita nueva, parecía un señor pequeñito.

                                                  Al pasar por la puerta de la habitación de Corina vi a Elena y a mi nuera, estaban probándose la ropa que se habían comprado, al estar al trasluz de la ventana no pude verlas con detalle pero las dos estaban en ropa interior con un montón de vestidos sobre la cama, una y la otra opinaban cómo les sentaban las prendas, me quedé encantado viendo a las dos mujeres, a pesar de la diferencia de edad Elena se conservaba muy bien, sin querer las comparé, lógicamente el cuerpo de Corina no tenía comparación, con las tetas altas y rebosantes se enfrentaban las de mi mujer que si bien los años habían hecho mella tampoco estaban despreciables y la cintura aunque un poco más redondeada no estaba mal, pese a la que lucía Corina, plana completamente, ya no se le notaban las secuelas del parto y su culo alto y duro aventajaba al de mi mujer con bastante diferencia pero en general las dos eran dos buenas hembras.

                                                  Me escurrí de allí antes de que me descubrieran, aunque estaba seguro de que no les iba a saber mal, no quería que me tomaran por un mirón aprovechado.

                                                  Me puse a jugar con Javi que en su parque de red acolchado trataba de amontonar una serie de cubos de colores, no me valió la escaramuza de espionaje de un momento antes, las dos mujeres vinieron para que les sacara de dudas sobre unos detalles.

  • Pepe, tú que eres imparcial, opina sobre la falda de Corina, yo creo que le está larga pero ella dice que le está en su sitio.
  • Elena me pones en un compromiso, si sabes que yo no entiendo de estas cosas…
  • Tú entiendes de lo que quieres, vamos fíjate que sí sabes mirar a las chicas por la calle.
  • Bueno, pero después no digáis que no tengo idea de nada.

                                                  Corina llevaba un vestido corto, un poco por encima de la rodilla era algo ceñido y le marcaba las curvas de las caderas y los muslos, para mi le habría dado un sobresaliente inmediatamente pero tuve que hacer el paripé y opinar, no quería dejar mal ni a Elena ni a Corina.

  • A ver Corina… súbete un poco sólo la falda, pero sólo un poco.

                                                  La chica por complacerme se subió la falda como le dije, lo cierto es que aquellas piernas permitían llevar la falda tan corta casi enseñando los cachetes del culo pero disimulé.

  • No está mal tampoco, yo le subiría un centímetro o dos todo lo más y a lo mejor si te sientas te hace más bonito que se vean las rodillas tan bonitas que tienes.

                                                  Corina se agachó hasta ponerse en cuclillas, la falda se subía más pero en efecto las rodillas de la chica se le veían perfectas, ella sonrió reconociendo que tenía razón.

  • Bueno, les doy la razón pero ahora mira la blusa de Elena, yo le digo que tiene poco escote y ella dice que demasiado.
  • Claro, yo ya no estoy para lucir las tetas, ya quisiera tener tu edad.

                                                  Con poca convicción Elena se probó la blusa, a mí me gustaba como estaba pero sus tetas permitían aún un poco más de escote, para compensar le di la razón a Corina.

  • Elena, yo creo que Corina tiene razón, tú tienes un escote muy bonito, siempre lo has tenido y esa blusa es preciosa, deberías lucirte más.
  • ¿Ves Elena?  Pepe tiene razón, deja que me la pruebe yo para ver cómo me sienta a mí.

                                                  Mi mujer se quitó la blusa y cuando se la dio a Corina ésta ya se había quitado la camisa que llevaba y la esperaba, yo habría dado algo bueno porque aquella situación se prolongara y Corina estaba dispuesta a ello, con toda la calma del mundo comprobó la etiqueta, la talla, el derecho y el revés colocándose en todos los ángulos a mi mirada, me enseñaba su torso con sólo el sujetador que se acababa de probar también, era azul turquesa pero la mínima expresión de tela, solamente le sujetaba desde abajo formándole un balcón que sin siquiera tirantes le oprimía las tetas haciéndole casi imposible respirar.

                                                 

                                                  Por fin se puso la blusa por la cabeza, al levantar los brazos para que le entrara, las tetas se subieron con ellos, dejando asomar las areolas hasta la mitad del sujetador, parecían dos soles en un amanecer en el horizonte del mar, Elena por detrás de ella tiraba hacia abajo ayudándole a que bajara la blusa, luego se recolocó el sujetador mientras me miraba de reojo, sabía que no había perdido detalle y disfrutaba de mi cara de lelo.

  • Elena, hazme el favor, ya que estamos tráeme el vestido largo que me he comprado para el viaje en el coche.

                                                  Mi mujer obediente trajo el vestido que le había pedido y unos pantalones leggins blancos.

  • Toma y de paso te pruebas estos pantalones, yo creo que son de una talla pequeña.

                                                  La operación fue a la inversa, la blusa para arriba con los brazos en alto, las tetas que se subían hasta aparecer casi del todo, sólo quedó oculta la parte inferior de la areola, el pezón y la mayor parte del circulo ya habían salido, parecía que ya había amanecido del todo tras el horizonte azul, los pezones saltaron libres cuando pudieron escaparse, se quitó la falda corta para probarse el vestido, era rojo con una motas pequeñas blancas y estaba abotonado por detrás, Corina hizo las mismas comprobaciones que con la blusa, miró y remiró los detalles más ínfimos, aún no se había subido el sujetador y las tetas se mantenían apenas pellizcadas por debajo, ella se hacía la ignórate de la situación y yo el indiferente, mi mujer no quiso alertarme ni advertirla por no darle demasiada importancia y entre tanto las tetas siguieron casi afuera, la falda estrecha cayó a sus pies y las bragas turquesas a juego aparecieron en escena, se las había comprado con la idea de que al ponerse los pantalones elásticos no se le marcaran o sea que eran lo mínimo, le subían la sisa hasta casi la cintura y por detrás eran una simple cinta que apenas ocultaban nada.

                                                  Corina se dio la vuelta “pudorosamente” para quitarse la falda estrecha pero me enseñó las bragas por detrás, y al darse la vuelta para ponerse el vestido me enseñó que por delante no eran mucho más anchas, la ingle de Corina depilada con esmero no parecía enseñar nada a no ser que marcaba el nacimiento del vello púbico depilado a un milímetro, sus labios semi cerrados por la tirantez de las bragas mostraban la arrugas del clítoris intentando abrirse paso, poco a poco se colocó el vestido, mi mujer por detrás esperaba para colocárselo bien y abotonarlo, ya lo tenía bien puesto cuando dio dos pasos  hacia atrás y dio dos giros para que viéramos el vuelo de la falda, aplaudimos mi mujer y yo y ella en correspondencia hizo como una reverencia agradecida, estaba preciosa, mi mujer le alargó los pantalones elásticos.

                                                  Corina sin quitarse el vestido se los puso por debajo y luego se quitó el vestido, en esta ocasión Elena tenía claramente razón porque le estaban francamente ceñidos, las minúsculas bragas no solucionaban el mayor problema, se le marcaban los labios del coño tan claramente como con las bragas solamente pero pensó en una solución de emergencia y en un movimiento rápido se bajó los pantalones y se quitó las bragas de espaldas a mí, entre las nalgas le podía ver los labios carnosos del coño, se puso otra vez los elásticos y entonces sí que parecía una fotocopia, se le notaba hasta el clítoris, era como una segunda piel, con todo el dolor del mundo miré a mi mujer y luego a ella con cara de pena.

  • Ahora sí que tengo que darle toda la razón a Elena, te quedan un poquito estrechos y se te marca un poco la… anatomía, habría que probar con una talla o dos más, lo siento.

                                                  Si que lo sentí, me habría gustado verla andar por casa con ellos puestos pero era mejor así, hubiera estado todo el rato con la polla por lo menos medio dura.  Luego insistió en que Elena se probara un vestido floreado que se había comprado, mi mujer se lo probó sin ningún problema delante de Corina y de mí, se quedó en dos piezas y mientras buscaba el delantero Corina le estiraba los tirantes del sujetador para levantarle las tetas más, consiguió que por arriba se le salieran dos bultos muy sexis, Corina me miraba para ver los cambio de expresión míos yo reconocí que sabía sacarle el partido a la prenda y elogié el buen tipo de mi mujer, pese a los años seguía manteniéndose en línea aunque mis ojos escapaban cuando podían hacia mi nuera, con los pantalones tan ceñidos no había ningún músculo que no se marcara,  sobre todo en toda la entrepierna era como una segunda piel, la ingle y los labios parecían pintados con el paintbody que a veces lucían algunas modelos en las que no se les distinguía que iban desnudas, del sujetador ya ni me fijaba eran dos soles ya amanecidos.

                                                  A mi me habían comprado un traje y aunque era de verano no era ni mucho menos mi prenda preferida, me gustaba más ir de sport, con cualquier camisa o suéter y un pantalón que le hiciera juego, me conformaba pero ante la insistencia tuve que transigir, las dos se quedaron esperando con los brazos cruzados cuando me largaron el pantalón, esperaban de mí que me lo cambiara allí mismo, ya me iba a mi habitación para hacerlo cuando pensé que si ellas se habían cambiado delante de mí era ridículo que yo me escondiera cuando era el que menos tenía que ocultar, me quité al pantalón y me preparé el otro, bajo el calzoncillo se apreciaba aún los efectos de las visión de las dos mujeres especialmente Corina y estuve haciendo malabarismos para que no se notara que la polla estaba muy lejos de dormir.  Corina detrás de mi mujer se mordía el labio cuando la miraba, sabía muy bien que aquello era por su culpa pero ella lo disfrutaba.

  • Pepe… un poquito de discreción que está Corina delante, te alteras por nada.

                                                  Me puse al pantalón nuevo tirando de él hasta arriba y luego la americana, habían tenido buen ojo con la talla y cuando me miré al espejo tuve que reconocer que me quedaba muy bien, Corina se acercó a mí y doblando la corbata imitó el nudo y me la puso en el cuello de la camisa, mientras lo hacía me susurró.

  • Mmm que corbata tienes… me gusta cómo te cuelga.

                                                  Cuando ya se fueron me dejaron en una situación deplorable, la polla bastante erecta y yo intentando que no se me notara.

                                                  Por la noche mi mujer me estaba esperando con la escopeta cargada.

  • ¿Qué te parece?
  • ¿El qué?
  • ¡Ah no sé!  Tú me dirás…
  • Pues si no te explican mejor…
  • Porque no me has dicho nada de la ropa que “nos” hemos comprado.
  • ¡Ah!, bien, muy bien, me gusta.
  • ¿Sólo te gusta pero cual te gusta más la mía o la de Corina?
  • No sabría que decirte, la falda de Corina era un poco larga, tenías razón y tu vestido muy bonito y en esto Corina tiene razón, el escote debías lucirlo más aún tienes unas tetas preciosas bombón…
  • Ya y de los pantalones que se ha probado Corina no me dices nada…
  • Bueno sí, un poco estrechos, dos tallas más le estarían mejor.
  • O sea, que no te has dado cuenta de que se le marcaban del todo los labios del coño…
  • Pues… un poco justo sí que le venía pero ya ves, con unas bragas más holgadas igual no se le nota.
  • Así que te has dado cuenta de las bragas que casi no eran ni bragas y del pantalón no, tampoco te habrás dado cuenta de las tetas que se le salían por todos lados…
  • Bueno eso en Corina no es novedad, ya sabes que siempre que le da el pecho a Javi se las “vemos”
  • Se las vemos no, se las escaneas con los ojos, que te he visto.
  • Concha perdona, ya sabes que las tiene como a mí me gustan, pero es sin mala intención.
  • Claro por eso tenías la polla como la tenías, sin mala intención.
  • Eso habrá sido de verte a ti en sujetador.
  • Pepe que ya llevamos muchos años juntos…

                                                  No le dejé terminar, rodé sobre ella y abriéndole el camisón le busqué una teta y se la chupé hasta llenarme la boca.

  • Mira, ¿ves como se me ha puesto la polla de sólo comerte una teta?, para que veas que es cierto.

                                                  Concha se partía de risa de la desfachatez de mi respuesta, de sobra sabía ella que mis ojos se iban detrás de la nuera, ella reconocía que tenía un cuerpo de escándalo y que con la confianza que nos mostrábamos era inevitable que a mí se me alterara la sangre en las venas pero lo daba por bueno, era una chica extraordinaria y hacía todo lo posible por agradarnos, no podíamos tener una nuera mejor.

                                                  No me lo tuvo en cuenta y al final dejó que no sólo le chupara una tetas sino las dos y más, acabamos haciendo el amor, ella se corrió pronto porque me centré en su clítoris, lo estuve chupando y lamiendo pese a sus ruegos que parara pero no lo hice hasta verla sacudida por un orgasmos brutal, luego me correspondió y los dos nos dormimos en un momento.

                                                  El hacer las maletas siempre me ha aburrido, Concha era muy meticulosa, miraba y remiraba cada prenda y valoraba si sería conveniente llevarla o no aunque al final siempre la colocaba “por si acaso”.  Con una excusa pueril salí de la casa y ante la duda de donde ir encontré el billete del bus turístico, me acordé de las tres españolas, habíamos pasado un buen rato los cuatro, ahora ya estarían camino del glaciar Perito Moreno, imaginé que se habrían tenido que equipar porque el frió allí debía ser de miedo, me fui para la calle San Martin y en el primer colectivo que vino en dirección al centro subí, cuando estuve cerca me apeé.  Había unos grandes almacenes y entré por mirar solamente, sobre todo las novedades en fotografía y electrónica, estaba distraído probando las prestaciones de una cámara de video, siempre había tenido la ilusión de tener una y grabar todo lo que veía de interés, más de una vez había tenido la tentación de hacer un video porno casero, me habría gustado hacer como había visto en Internet pero estaba seguro que lo haría con más gusto, por lo menos dándole un poco de sentido, el precio era caro pero lo que me quitó la idea fue recordar que el sistema de tv no sería igual y al llegar a España no me serviría seguramente.

                                                  Ya me iba cuando oí que me llamaban.

  • ¡Pepe, aquí, somos nosotras! Carmen y Antonia.

                                                  Me volví y detrás de unas cuantas bolsas vi las cabezas de Carmen y de Antonia, me acerqué y les pregunté.

  • ¿Qué hacéis aún aquí?, ¡ya os hacía pasando frio!
  • Por eso precisamente, nos vamos mañana pero a última hora nos han dicho que allí hace un frío negro, en eso no habíamos pensado, suponíamos que un poco de fresco si pero frio…
  • Nos hemos comprado de todo pantalones acolchados, anoraks, ropa interior de lana, gorros y hasta gafas de sol para la nieve.
  • Que exageradas ni que fuerais a la Antártida de expedición  ¿y Fermi?
  • Ella se ocupa de las botas y calcetines, ha ido a una tienda especializada y nos encontraremos en el hotel. Podías acompañarnos y de paso nos ayudas con los paquetes, hoy celebramos el cumpleaños de Antonia, estrena la cuarentena.
  • ¿De verdad? Pero si parece que eres la más joven, una cría.
  • Jajaja, ya quisiera yo, es verdad hoy empiezo los cuarenta, ya soy “cuarentona” al lado de estas “adolescentes”, jajaja.
  • Ya quisiéramos nosotras estar como tú a los cuarenta y con esas tetas…
  • Oye… mi dinero me han costado pero… ¿a que están bien?
  • Están de maravilla, para comérselas, ¡oh! perdón Antonia.
  • Te perdono porque eres hombre y no te las vas a comer tú, jajaja.

 

                                                  Llegamos al hotel que estaba muy cerca y en la habitación ya estaba Fermi, no hacía mucho que había llegado y también tenía unas cuantas cajas y paquetes. Se alegró mucho de verme se me colgó al cuello y me dio un piquito en los labios, yo noté cómo Antonia bajaba la mirada resignada, se notaba que se ponía celosa enseguida si no era ella el centro de las caricias de Fermi, en un momento las tres sacaron todo lo que habían comprado para enseñárselo y probárselo, con el calor que hacía no estuvieron probando mucho rato, los anoraks les hacían sudar y se los quitaron cuando comprobaron que les sentaban bien, Carmen enseguida fue al mini-bar y sacó botellas para todos…  

                                                  Fermi de un rincón sacó una pequeña tarta de chocolate, sabía que a Antonia le chiflaba el chocolate pero lo más gracioso fue que en vez de velas habían puesto como un pequeño pene con clara alusión al clítoris de Fermi, nos sentamos en la cama y Carmen destapó las botellitas de licor, cada uno cogió la que tenía más cerca, brindamos por Antonia, Fermi quiso partir la tarta en cuñas para comérnosla pero Antonia quiso primero probarla, a falta de la vela que apagar cogió con los labios el pequeño pene que sobresalía en el centro y lo lamió hasta que se lo tragó entero, Fermi le hizo la broma de ponerse las manos entre las piernas como si acusara el chupetón, nos reímos todos, las botellitas cayeron vacías en dos tragos y Carmen fue a por más, la tarta iba desapareciendo casi toda por Antonia pero ya quedaba poca cuando Fermi metió los dedos en el chocolate y se los pasó por el escote, Antonia captó el mensaje, dejó su trozo y se lanzó a lamerle el canalillo a Fermi, como no llevaba nunca sujetador no le costó nada subirle el suéter y dejarle las tetas afuera y lamerlas hasta no dejar rastro de chocolate.

                                                  Carmen aprendió la lección y ensució a Antonia y Fermi hizo lo mismo, metió la cara entre las dos tetazas de su amiga, esta sí que llevaba un sujetador con refuerzos,  Fermi a estirones le quitó la camisa y le soltó el sujetador ya sucio de chocolate también, los dos globos de Antonia estaban duros, Carmen tuvo la idea de coger chocolate con un dedo y dibujarle dos pezones marrones más altos que los suyos, la trasformación fue espectacular, las tetas tomaron un aspecto impresionante tanto que Fermi se lanzó a chuparle los de chocolate como si fueran los suyos pequeños y rosados.  

                                                  Antonia se vengó de Carmen y también la ensució, cogió un pedazo de tarta entera y se la hundió en entre las dos tetas, Carmen gritó y se quitó rápidamente la blusa y el sujetador, entre las dos tetas un trozo de tarta manchaba todo el canalillo, se quedó mirándose como no sabiendo bien que hacer pero ahí entré yo, me lancé a por ella y no paré hasta dejarlas limpias, Carmen las juntaba y las separaba dándome para que lamiera por donde tenía chocolate y por donde le gustaba aunque no le quedara ya, al centrarme en los pezones me buscó la polla y a estirones la sacó, con una mano la descapulló y con la otra la llenó del poco chocolate que quedaba, no invitó a nadie, ella misma estuvo pasando la lengua alrededor del tronco y culminó en el capullo que se engulló terminando de chupar el chocolate dentro de la boca.

                                                  Yo miraba mientras le amasaba las tetas a Carmen la reacción que hacía Fermi, con la cara entre las dos tetas de Antonia miraba de reojo cómo Carmen se deleitaba ella sola con mi polla, la tenía a su disposición y Fermi se imaginaba a ella participando también del festín, la fiesta era en honor de Antonia, su cumpleaños además era una fecha señalada, la famosa crisis de los cuarenta, el salto de decenio y sentirse la más mayor de las tres le daba un poco de inseguridad, sus amigas lo sabían y querían que ese día fuera memorable para ella.

                                                  Fermi al ser su chica era la que más se esforzaba en complacerla aunque a Antonia no se le escapaba que a su novia le apetecía compartir mi polla con Carmen

la joven le fue quitando la poca ropa que le quedaba a Antonia hasta que la dejó desnuda completamente, las otras mujeres no quisieron que se sintiera “abandonada” y Carmen fue quitándole la ropa también a Fermi que luego ayudó a Carmen a hacerlo conmigo, aunque Carmen era la “encargada” de mi, Fermi no perdía ocasión de rozarme sutilmente en algún momento la polla, le gustaba notar su dureza pero sobre todo su grosor, para que Antonia no se sintiera desplazada rápidamente se ocupaba de sus tetas y las acariciaba con dulzura y su mano se perdía entre sus muslos.

                                                  Carmen claramente me mamaba la polla, ya sin la complicidad del chocolate, tiraba el prepucio hacia detrás y se tragaba hasta donde podía, Fermi cada vez estaba más excitada, seguía amasando las tetas de Antonia y le había dejado su clítoris para que se cebara con él pero las miradas que nos dirigía a Carmen y a mí lo decían todo, Carmen también la conocía y procuraba chuparme y hacerme toda clase de caricias para que su amiga nos viera, ya la temperatura estaba en unos niveles muy altos cuando Carmen se puso a cuatro de frente a ellas y les mostró como era penetrada por mi polla, a Antonia sólo le produjo curiosidad pero para Fermi fue toda una exhibición de lo que podría sentir ella en sus carnes, nos acercamos a ella, Carmen acarició las tetas de ambas pero poco a poco bajó sus manos hacia el culo de Fermi.

                                                  Antonia seguía encelada con el clítoris que a su amiga le gustaba tanto y cuando vio el dedo de Carmen rodear el ano de Fermi no le dio mayor importancia, para Fermi sí que significaba algo y muy importante pues en ese momento veía como yo forzaba ayudado de un trozo de chocolate la rugosa entrada trasera de Carmen mi capullo hacía fuerza para entrar y lo obligaba a hundirse cada vez más pero no llegué a meterla sólo la incitaba, el dedo de Carmen hizo lo propio en el culo de Fermi, casi le hizo el mismo efecto como si fuera yo y dejó que entrara.  Antonia estaba encantada con su caramelo, de paso sentía las manos de Fermi como le acariciaban las tetas ahora ya limpias, Fermi quiso hacerle un regalo para ese día tan crucial en su vida y alargó la mano hasta la mesita de noche, de allí sacó el consolador de Antonia lo lamió y lo dejó brillante de saliva lo fue recorriendo desde la garganta de Antonia y bajando entre sus tetas lo llevó por el ombligo hacia abajo, siguiendo la ruta pasó sobre el reguero de vello que se unía al triangulo que cubría su pubis.

                                                  Antonia según lo sentía avanzar se relajaba y separaba sus piernas Fermi buscó los labios de su amiga y con la punta del consolador fue separándolos, al llegar al clítoris de la cuarentona ésta abrió totalmente los muslos dejando la vagina abierta, no era muy ancha pero el juguete se abrió paso lentamente y fue desapareciendo dentro de la chica, Fermi conocía la anatomía de Antonia y sus gustos y supo manejar el aparato, lo iba retorciendo siguiendo los puntos más sensibles y ella lo iba acusando, su respiración se agitaba más y más y aceleraba a su vez su lengua sobre la protuberancia de la joven.  Yo, sin ningún impedimento, entraba y salía en el coño de Carmen, incluso sonaban ruidos al extraer el aire que previamente le había inyectado en su recto, inmediatamente Fermi introdujo su dedo en el culo de Antonia, lo hizo tan sutilmente que como tenía la vagina llena con el consolador le sirvió de alivio, Fermi bien lubricada iba dilatando el ano de Antonia, para ella era otra caricia especial en el día de su cumpleaños y la dejó seguir.

                                                  Cuando Carmen me dijo que quería sentirme también  en su culo le saqué la polla mojada del coño, ella añadió crema hidratante y guió el capullo hasta su agujero, se relajó y esperó a que yo empujara, Fermi no perdía de vista mi polla y al ver la nueva ruta abrió los ojos sorprendida, como reacción acompañó otro dedo al que ya estaba dentro de Antonia, ésta movía sus caderas buscando que el consolador entrara hasta dentro del todo y lo conseguía, mi presión dio sus frutos y pronto entró el capullo hasta el anillo y Carmen suspiró aliviada pero quería más y ella misma se movió hacia atrás y se fue introduciendo hasta el tronco, miraba a Fermi y le demostraba que no sentía ningún dolor, al contrario estaba gozando de mi polla.

                                                  La joven se entusiasmaba y animada por Carmen iba introduciendo otro dedo en el culo de Antonia, esta tenía todo lo que ambicionaba, el clítoris de su amada en la boca, el consolador en el coño y ahora la novedad de los dedos de Fermi rozándole el sedoso intestino.

                                                  Fermi demostró su amor a su compañera, quiso que no le faltara nada y la fue dirigiendo hasta la orilla de la cama tumbada como estaba, dejó que Carmen manejara el consolador de Antonia, como mujer sabía qué hacer, ella también lo había probado y Fermi se puso sentada sobre la cara de su amante, con las manos amasaba las tetas de Antonia mientras Carmen le introducía con una cadencia regular el consolador, el juguete brillaba al sacarlo y me dijo a mí que me acercara, adiviné su idea, quería que sustituyera al consolador y le llenara el coño, realmente quería ofrecerle lo mejor pero Antonia cuando le sacaron el consolador se puso en guardia y al notar mi capullo ardiente en sus labios menores juntó las piernas de inmediato, a su pesar soltó el clítoris de Fermi y gritó.

  • Eso nunca, nunca voy a admitir una polla en mi coño.

                                                  Nos quedamos todos decepcionados, comprendíamos a Fermi, la chica quería que conociera por lo menos una vez la sensación de estar llena de una polla de verdad pero la cumpleañera se negó en redondo, su amiga se abrazó a ella, le estuvo hablando al oído intentando convencerla pero con la cabeza negaba tal posibilidad, lloraba ante el sufrimiento que le producía negarle el deseo de su amiga pero era más poderoso que su voluntad, no había forma de convencerla.  Carmen también le intentaba conformar mientras le seguía acariciando, le había vuelto a meter el consolador y Antonia se lo agradeció, Fermi estaba desesperada, no sabía cómo convencerla y llorando se abrazó a ella susurrándole algo al oído, al rato de estar las dos lloriqueando parece que llegaron a un inicio de acuerdo, yo mientras tanto no perdía el ritmo y estaba dentro de Carmen, la mujer sacaba el culo hacia mí y me recibía gustosa.

                                                  Fermi se volvió hacia nosotros por fin, estábamos expectantes pero ella nos hizo señas de que no dijéramos nada, le indicó a Carmen que siguiera con el consolador follando a Antonia, ella por su cuenta volvió a sentarse sobre la cara de Antonia que buscó otra vez su clítoris como un bebé hambriento al pezón de su madre y a mí me dijo que me acercara a Antonia, yo no tenía idea que esperaba de mi pero cuando volvió a meterle un dedo primero y luego los otros en el culo me imagine el acuerdo al que habían llegado , me acerqué siguiendo las directrices de Fermi y cuando me unté con crema profusamente fue sacando los dedos y dejándome sitio para mí, cuando Antonia me notó por el calor de mi glande apretó el esfínter pero Fermi volvió a susurrarle el oído y calmarla, al parecer la fue convenciendo y me dijo que fuera presionando, Antonia ya no protestaba sólo se quejaba del dolor, Fermi le acarició su clítoris y Antonia se relajó dejándome seguir empujando, las tres mujeres estaban ocupadas.  

                                                  Antonia tumbada estaba comiéndole el adorado clítoris a Fermi, ésta a su vez acariciaba las tetas de Antonia y al clítoris de la mujer, Carmen le metía el consolador a Antonia y yo le iba metiendo poco a poco mi polla por el culo a Antonia, a la vez iba amasando las tetas de Fermi y Carmen, cada una en su diferencia eran encantadoras y me tenían en la máxima excitación, el cumpleaños de Antonia era celebrado con lo máximo de placer, estaba recibiendo placer por todos sus orificios, difícilmente podría coincidir esta oportunidad y a 9000 Km de su casa todo le era igual, ya no le importaba si un hombre le taladraba su culo hasta ahora virgen, sólo sabía que se iba a correr de una forma explosiva, el consolador aunque reconocía que no era ni mucho menos como mi polla cumplió su objetivo y el sentir sus nuevas tetas amasadas por su amada y su clítoris lamido y chupado con toda dedicación la llenó de placer y se corrió, lo que no esperaba que su felicidad fuera contagiosa y las demás se corrieron seguidamente y yo por no ser menos me vacié dentro del culo de Antonia, la cama chirriaba pero aguantó los envites de los cuatro, cuando pasó la oleada de espasmos, caímos todos alrededor de Antonia  ella se deshacía en caricias agradecidas para todos incluso para mí, yo esperaba un rechazo por haber hoyado su culo pero me abrazó y me dijo.

  • Pepe, nunca pensé que un hombre entraría en mi cuerpo, ahora te estoy agradecida has sido un amor y si te sirve de algo te diré que tu polla me gusta mucho más que el consolador, con tiempo no me importaría probar que me metieras esa polla en el coño pero sólo para probar ¿eh?, mi verdadero amor es Fermi.

 

                                                  La joven aún tenía los ojos húmedos de emoción y Carmen sonreía feliz, entre las dos amigas le mostraron la leche que le salía por el culo, ella misma la tocó y la probó.

                                                  Aún estuvimos un rato disfrutando de la buena compañía, Antonia ya había olvidado el apuro y la amenaza de mi polla y había comprendido la buena voluntad de su chica y de Carmen, a mi no me guardaba ningún rencor, al revés, me hacía bromas de vez en cuando cogiéndome la polla y volteándola como una campana, sus amigas la miraban incrédula, ahora estaba contenta, era su cuarenta cumpleaños y lo había celebrado con las personas que más quería, las tres chicas con sus pares de tetas recién estrenadas estaban contentas del resultado, les habían hecho un buen trabajo y de ahora en adelante podían disfrutar de ellas como mejor quisieran.

                                                  Ya era hora de despedirme definitivamente de ellas, después de ducharme y quitarme los restos de fluidos y chocolate me vestí, ellas se quedaron todavía desnudas, no sé si aún continuarían en su intimidad a dar rienda suelta a sus lenguas pero me fui contento, Carmen me dijo.

  • Pepe, me has quitado la morriña de estar tan lejos de casa, tenía remordimientos de haber dejado sólo a mi marido pero me has hecho comprender muchas cosas y sobre todo me has dado mucho placer, si nos volviéramos a encontrar en España me gustaría repetir.
  • Yo no sé qué decirte, soy la más joven pero aunque estoy ligada a Antonia he sido muy feliz contigo, me has hecho sentir cosas que no creí que podría hacer y además con el consentimiento de Antonia, gracias por todo.
  • Hoy a mis cuarenta años es la primera vez que pruebo la polla de un hombre y estoy contenta, me has hecho replantearme algunas cosas, he visto a Fermi gozar contigo y cuando me has follado aunque sólo por el culo he sentido que un hombre también podría ser una opción para mí, aunque debería ser como tú, jajaja.
  • Gracias chicas os adoro a las tres, se qué vais a ser felices, cada una de una manera pero seguro que sí, me ha encantado vuestra compañía, sois encantadoras y os puedo asegurar que tenéis unas tetas maravillosas, y… puedo hablar por mi polla que se ha corrido muy a gusto dentro de vosotras, me dice que le gustaría repetir sobre todo con Antonia, no desestima meterse en su coño alguna vez más adelante, jajaja.
  • Y nosotras que lo veamos… jajaja.

                                                 

                                                  Llegué a casa ya a la hora de comer, venía contento y eso para Corina no podía significar más que una cosa, estaba también organizando su maleta, no una sino varias, no sé dónde íbamos a colocar tanto equipaje, me puse a su lado mirando como plegaba las prendas del niño y ella sin apenas volverse con la mano muerta me cogió los huevos y los sopesó.

  • Vaya Pepe vienes muy ligero de peso, ¿dónde habrás dejado la carga?  Bueno más vale que no me lo digas.

                                                  Salí de la habitación perplejo, me sopesé mis huevos también y no comprendía cómo Corina me había notado que los había vaciado, yo los encontraba como siempre… qué mujer.

                                                  Ya estaba todo preparado, el coche, las maletas, una bolsa de comida para el viaje con una neverita para los biberones de Javi y su maletita con todo lo suyo, mi hijo se erigió como jefe de la expedición (aunque yo tenía más información que él) y lo organizó para salir de madrugada, habían muchos kilómetros por delante y convenía no llegar muy tarde, la amiga de Corina estaba avisada y nos esperaban.

                                                  Yo no pude casi dormir, estaba nervioso y a las cinco me desperté pero no fui el primero, me crucé con Corina en el pasillo, todavía llevaba el camisón corto y preparaba un termo con café.

  • No sé que tienes pero estás preciosa a cualquier hora.
  • Callate loco, siempre pensando en lo mismo, ¿quieres un café?
  • Si es con leche tuya encantado.
  • Jajaja, empieza bien el día, anda tomate un té de tilo que te noto embalado.

                                                  Aún así al servirme el café Corina me cogió la taza y sacándose una teta exprimió el pezón y dejó caer dos gotas de leche, luego volvió a su habitación.

                                                  Elena no tardó en aparecer, aún estaba saboreando mi café con “leche” y empezó a preparar algo para desayunar, en el pasillo estaban preparadas las maletas y demás equipaje, mi hijo no tardó en salir tampoco, se dio una ducha para despejarse bien pues habían un buen trecho y Corina ya salió vestida con Javi en brazos, el peque iba dormidito, daba lástima levantarlo tan pronto pero a él no parecía importarle porque seguía durmiendo dejándose vestir como si fuera un muñeco.

                                                  Javier empezó a bajar maletas y cargar el coche no era tarea fácil porque las mujeres se habían pasado de previsoras y como siempre llevaban todo previsto para cualquier contratiempo.

                                                  Ya estaba Corina a punto de cerrar la puerta cuando pregunté.

  • Supongo que habréis cogido todos los pasaportes…

                                                  Un silencio se hizo, unos se miraban a los otros hasta la que menos sabía, Elena preguntó tímidamente.

  • ¿Pasaportes, para qué si solo vamos a Iguazú?
  • Precisamente y cruzaremos a tres países en un momento, Argentina, Brasil y Paraguay ¿qué te parece?

                                                  Ya nadie dijo nada Elena y Corina volvieron a entrar en casa y al momento nos enseñaban los pasaportes de todos en la mano.

  • Menos mal papá que te has acordado, yo sí que lo sabía pero no me había fijado, si llegamos allí sin ellos nos habríamos perdido lo mejor, la vista de la Garganta del Diablo desde la parte de Brasil que es desde donde se ve todo el conjunto.

                                                  Mi mujer miraba a Corina presumiendo de marido, a mis años y estaba en todos los detalles, después de algunas dudas subimos al coche, con el que no había discusión era Javi en su sillita con su cinturón y todo tenía el sitio reservado, a mi insistieron que me sentara delante al lado de mi hijo, yo creía que tenía preferencia su mujer pero con la idea bien pensada de atender a Javi se sentó atrás en el medio y Elena en la izquierda detrás de Javier, aún faltaba un buen rato para amanecer y salimos de Buenos Aires buscando el norte, mi hijo se conocía la carretera sin dudar y me iba explicando por dónde íbamos, tomamos la autopista Panamericana y salimos con el poco tráfico que había en esos momentos, pronto me avisó del desvío que llevaba a Tigre a la derecha, me hizo recordar a aquella mujer, sus guisos, su cuerpo, la noche que pasamos juntos, a ella le encantó estar acompañada y comer y cenar con un hombre después de tanto tiempo y me ofreció lo mejor que tenía, apuramos cada minuto que estuvimos juntos.  El coche iba rápido y los kilómetros quedaban atrás, ya había amanecido cuando me señaló un letrero en la carretera, pasamos por una ciudad, Zárate bastante importante pero lo que más me llamó la atención fue que la carretera empezó a elevarse en medio de una llanura inmensa, había una pendiente grande y ya desde lejos vi un brazo de agua anchísimo, el puente seguía, a él se le unían otros carriles con más coches, al final éramos varios carriles y por los lados había espacio para que cruzaran también los trenes, mi hijo me dijo.

  • Papá ahí tienes el río Paraná, bueno uno de tantos este se llama Paraná de las Palmas.        
 

                                                  Tardamos aún bastante en llegar a cruzar por arriba del agua, la llanura en la orilla estaba salpicada de torres de alta tensión, aquella región debía ser muy importante y a lo lejos se notaban los reflejos de otros ríos o lagos, mi mujer miraba embelesada por su ventanilla y Corina desde el centro me informaba de lo que se le escapaba a Javier.

                                                  Ya era media mañana cuando empezamos a sentir ruidos en el estómago, Corina le dijo a Javier que parara en el primer restaurante que viera decente pero siempre con la velocidad cuando veía alguno ya era tarde para salirse de la carretera. El que decidió el momento rápidamente fue Javi, por el coche se extendió un inequívoco olor, aunque abrimos las ventanillas no se iba, parecía que Javi había descomido y se imponía cambiarle el pañal, ya sin mirar más Javier se salió de la carretera en el primer bar, a estas horas no habían muchos coches parados.

  • Corina que cambie al niño y nosotros vamos a tomar algo mientras, luego acudes al restaurante.

                                                  Corina con el niño preguntó dónde estaban los aseos y mi mujer se dio cuenta de que se le había olvidado el bolso que llevaba todos los utensilios del pequeño.

  • ¡Pepe ve corriendo! y dale a Corina el bolso con los pañales de Javi y no la dejes sola.

                                                  Alcancé a mi nuera a la entrada de los aseos, afortunadamente como era temprano estaba todo muy limpio, había una zona común e incluso una mesa para los menesteres tales como cambiar los pañales a los niños, Corina en un momento le limpió el culete al niño y después de las cremas obligatorias me dijo.

  • Toma al niño y llévaselo a Elena, yo me voy a arreglar un poco el maquillaje.

                                                  Hice lo que me pidió Corina y le dejé a Javi que ya se reía feliz a mi mujer, Javier estaba decidiendo que pedir.  Aproveché para ir también al servicio después de tantas horas ya me apretaba un poco la vejiga, cuando entré Corina salía del servicio de señoras, entonces caí que me había dicho lo del maquillaje de una forma supuesta, yo me dirigí al de caballeros mientras ella se miraba en el espejo retocándose los labios.

  • Pepe ¿puedes esperar un momento?
  • Claro, que quieres, ¿necesitas algo?
  • No sólo es… es que me da un poco de vergüenza decírtelo…
  • Mujer a estas alturas, vergüenza…
  • Sí, es que siempre he tenido curiosidad de saber que siente un hombre cuando está orinando.
  • Pues qué va a sentir, lo mismo que una mujer supongo, un alivio y nada más…
  • No, me refería a como se nota salir el líquido por el pene.
  • No sé, como una fuente, lo sujetas y lo diriges para no mojarte y ya está.
  • Me gustaría probarlo, ¿me dejarías probar?
  • Corina, estamos en un aseo público, imagina que entra cualquiera sea hombre o mujer y tenemos a la familia ahí afuera…
  • Ya… pero sería un momento, ahora no hay nadie, sólo sujetarte el pene mientras meas.
  • No sé cómo me lías siempre, anda vamos pero sólo tocar y lo dejamos.
  • Dale, prometido.

                                      Elegí un cuarto cerrado por si acaso aunque habían otros en la pared al aire libre, Corina estaba a mi lado esperando impaciente, me bajé la cremallera y busqué, mi polla estaba arrugada y en la mínima expresión, la cogí de la punta y la saqué, apenas asomaba dos centímetros, para mí era suficiente pero para Corina no le pareció bastante la cogió y la estiró hasta sacarla del todo, la cogió del tronco y esperó, a mi me daba vergüenza y no me salía nada aún teniendo ganas y ella la movía para animarla, al fin haciendo un esfuerzo mental aflojé la vejiga y me relajé.  Corina de lado pegada a mí con una mano me sujetaba la polla y con la otra me cogía de la cintura para estar más cerca.

  • Corina si no le retiras la piel primero el chorro saldrá por donde menos te esperas.
  • ¡Qué sensación más extraña!, se nota el chorro cómo sale a presión por debajo.
  • Claro estaba a punto de reventar.

                                      Mientras estaba vaciándome no dejaba de pensar si habría alguien cuando saliéramos, cuando terminé Corina me preguntó si la guardaba ya.

  • Ahora Corina lo lógico es sacudirla un poco para que si ha quedado alguna gota no me manche.

                                      Corina lo entendió pero lo entendió mal y empezó a sacudirla de delante atrás.

  • No Corina, se hace de arriba abajo, no Corina así no, lo haces mal.  No, te digo que no, de arriba abajo… bueno Corina hazlo como quieras.

                                      Se había empeñado en sacudirla de adelante a atrás pero lo que estaba consiguiendo es que me fuera creciendo y no poco.

  • Corina así no, lo que vas a conseguir es que se me ponga dura.
  • ¿Y qué?, me gusta sentir como se engorda en mi mano.

                                      Ante esa respuesta ya no tenía argumentos y la dejé hacer, cuando ya estaba bastante dura, Corina tiró de ella y sacó los huevos que tenía pegados, ya sin obstáculos cogió la polla con toda la mano y la movió cada vez con más energía la polla iba creciendo y creciendo y el tiempo iba pasando.

  • ¿Qué te pasa Pepe?  ¿Es que no te gusta cómo lo hago?
  • Claro Corina pero no me concentro, aquí encerrados con la familia afuera.
  • Lo que necesitas es un poco de motivación, mete la mano por mi escote y tócame las tetas…  verás.

                                      Fue el remedio infalible, el corazón me palpitaba con fuerza y el capullo también, ella movía la mano como si jugara al parchís y yo veía que me iba a correr desparramando la leche por todos lados.

  • Corina coge un trozo de papel que me voy a correr, sino vas a salpicar todo.

                                      Pero Corina no hizo caso, siguió agitando la polla cada vez más rápido hasta que me tensé agarrado a sus tetas y sin fijarme donde me corría me quedé seco,  cuando miré que había pasado vi que Corina había puesto la otra mano a modo de cuchara y había recogido toda la leche que había salido de mi polla, luego me miró y se bebió lo que llevaba en la mano, se agachó y me relamió el capullo dejándomelo tan pulcro y brillante como un momento antes, me asomé yo primero y en ese momento salía un camionero, le hice señas y salió ella, se repasó el rojo de los labios y cuando llegamos a la mesa de la familia aún estaban esperando que llegara lo que había pedido Javier.  Corina le cogió a Elena el niño que no paraba de saltar sobre sus piernas, lo agradeció ya estaba agotada y yo también pero a mí me flojeaban las piernas.

                                      Mi hijo me esperaba impaciente para darme una información, no lejos de allí cruzaríamos otro puente parecido,  atravesaba el río Paraná Guazú y ya se entraba en la provincia de Entre Ríos, me prometió que también me iba a gustar, yo estaba seguro de ello.

Continuará

 

Agradezco sus valoraciones y comentarios.

 

Gracias.

                                                 

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