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Me hicieron creer que era afeminado. (42)

en Amor filial

 El misterio que rodeaba aquella visita hizo que olvidáramos  un poco la visita al pueblo y todas las cosas que pasaron allí, las chicas de la tienda pronto se acostumbraron a la idea de que Rosa iba a ser mamá y aunque le gastaban bromas continuamente lo cierto es que estaban muy pendientes de ella.

                                      En ese momento lo más importante era la visita de aquella misteriosa dama, yo no estaba muy puesto en cine aparte de las películas clásicas de siempre que eran tan conocidas desde años atrás pero el halo de misterio que le daba aquella carta nos puso intrigados a hacer cábalas sobre quién podía ser.

                                      Por otra parte sabíamos que tenía mucha importancia para todos pero sobre todo para el negocio el quedar bien con aquel personaje porque éramos conscientes de la repercusión que podíamos tener sobre todo si entrábamos en el círculo del famoseo.

                                      Llamé a mi belleza negra, era mi modelo preferida y podía ser la única que por algún comentario oído en el más lejano lugar pudiera orientarnos pero no nos pudo facilitar ninguna pista porque aunque había desfilado en alguna “alfombra roja” de festivales de cine y premios de música era tanto el movimiento de modistos, joyeros, perfumistas y demás que rodeaban aquel mundo que no se podía deducir nada.

                                      Leímos la carta una y mil veces para tratar de buscar alguna pista pero fue imposible, lo único que teníamos claro, que era de Estados Unidos, actriz y “muy exigente”, estábamos convencidos de que en ese “lote” cabrían muchísimas y tuvimos que esperar a que llegara otra carta aclarando algo más.

                                      Y llegó, no pudimos resistir la curiosidad y nos reunimos los cuatro en el despacho de Elena, hasta Bea abandonó su tienda, la cerró con un escueto “Ahora vuelvo” y cuando me dio la carta Elena no me atreví a leerla, temía que con la impaciencia me perdiera algún detalle interesante y se la di a Rosa para que la leyera.

                                      Elena le cedió su silla giratoria y la rodeamos entre todos dispuestos para escuchar, Rosa se lo tomó con calma y nos hizo sufrir a todos adrede aunque era una de las más interesadas.

                                      En la carta nos decía que con motivo de un festival de cine que se celebraba en Londres iba a hacer escala dos días en Madrid sólo con la intención de conocernos y por supuesto hablar de los modelos que necesitaba para la promoción de una película que acababa de terminar.

                                      Nos aclaraba que por la premura debíamos estar preparados para no hacerle perder el tiempo pues quería comprar también algunas joyas, ya que en su país no encontraba lo que le gustaba, saltamos alborozados pues aquella carta olía a dólares pero callamos todos para que siguiera leyendo, también nos decía que la actriz era muy conocida y aunque el nombre no lo podía decir por discreción nos aclaraba que aunque tenía nombre americano en realidad era de ascendencia mejicana y hablaba un poco de español aunque no se prodigaba porque era más conveniente hablar inglés.

                                      También nos aclaró que tenía una mansión en Los Ángeles pero prefería vivir en San Antonio (Texas) para estar más cerca de su familia, de paso nos confesó que ella también era de ascendencia mejicana, se conocían desde hacía muchos años y era su persona de confianza.

                                      Rápidamente buscamos un mapa y nos situamos…  USA, Texas y San Antonio, le encargué a Elena que se informara donde pudiera de todo sobre aquella ciudad, me sonaba pero no sabía porqué y era importante, del día de llegada no aclaraba nada pero decía que sería en breve.

                                      Mandé a Bea de vuelta a su tienda y a Rosa a la suya y me metí en el taller para ir tomando ideas de revistas y desfiles para ponerme al día de las nuevas tendencias.

                                      Estábamos ilusionados y en casa Rosa se comportaba como un ama de casa de lo más competente, pese al horario y a su estado tenía la misma vitalidad como cuando empezamos la empresa, ahora había contratado a la señora que me atendía de “soltero” para que viniera todos los días y así cuando llegábamos cansados nos encontrábamos con la casa impecable incluso a veces con la comida o la cena hecha.

                                      Mi mujer me ayudó mucho, sobre todo anímicamente para concentrarme y seguir en mi despacho pensando cosas que la pudieran deslumbrar, además de ser buena modista tenía muy buenas ideas, me corregía si veía que el modelo que había dibujado en la práctica no sería factible ni cómodo de llevar.

                                      La siguiente carta fue breve, sólo nos decía que la semana siguiente llegarían y que después de descansar en el Palace Hotel vendrían de incognito, nos advertía sobre que no se nos ocurriera  agasajarla con comida española ni dulces y que le gustaba mucho el color lila (nos reímos pues ya íbamos comprendiendo sus rarezas) sólo tomaba comida Tex-Mex, con cerveza Corona y Tabasco, nos miramos y estallamos de risa pues ya habíamos pensado agasajarla con una buena selección de jamón ibérico, queso manchego y otras delicatesen con un buen vino.

                                      El día fijado estábamos nerviosos, las chicas se pusieron sus mejores galas, Rosa como siempre elegante pero discreta, Bea muy guapa, exuberante diría yo, bastante maquillada y con ropa a la última moda moderna, Elena dentro de lo que cabe también aunque como no pensaba salir de la oficina siguió con su pelo corto y sus suéter de licra que tanto nos gustaban a nosotros aunque no tuviera tetas.

                                      A media mañana paró un coche en la puerta de la tienda, sólo se le veía el largo motor y de él bajó el chofer, entró en la tienda y nos dijo…

  • Buenos días señores, soy el chofer del hotel y traigo a dos señoras muy importantes, me han encarecido que no quieren que se les reconozcan, dicen que prefieren que no haya ningún cliente en la tienda.
  • Hola buenos días, pues como ve, estamos solos en estos momentos, de todas formas procuraremos que no la reconozca nadie.
  • Gracias, ahora les digo que pueden descender, se van a llevar una gran sorpresa, ¡vaya mujer!

                                      El chofer nos guiñó un ojo de complicidad para advertirnos y al momento les abría la puerta para que entraran.

                                      En el marco de la puerta se recortó una mujer alta con un cuerpo escultural, vestida con suma elegancia con grandes gafas oscuras y una pequeña pamela, los cuatro quedamos impresionados porque no podíamos reconocerla y detrás de ella entró otra mujer mucho más baja con un tipo bastante normal, también muy elegante y las mismas gafas y un pañuelo de seda a cuello.

                                      Rosa me miró y me “empujó” hacia la belleza para recibirla como merecía, yo también iba elegante, a mi estilo pero elegante, con mis movimientos que eran innatos me acerqué a la dama y sin saber si darle la mano o besársela o darle los clásicos dos besos españoles me vi torpe.

  • Encantado de recibirla en mi casa, sea bienvenida, su secretaria nos informó que nos haría el honor de visitarnos y desde entonces estamos dispuestos a hacer lo que usted ordene.
  • Gracias Carlos pero… yo no soy… la señora Margaret, soy Victoria su secretaria y representante.

                                      Tragué saliva pero aún así admiré aquella mujer bastante más alta que yo que subida a unos tacones de vértigo me sonreía ante mi desazón, se retiró un poco para presentarme a la actriz real, todas las miradas de mis compañeras las sentía clavadas en mi espalda cuando le di la mano, la señora no era muy joven, mayor que Rosa pero se conservaba muy bien, aún con un maquillaje discreto se notaba su belleza aunque no era nada espectacular como su secretaria, de tipo estaba bien aunque no la cambiaba ni por Rosa ni por Bea ni incluso por Elena, (la chiquilla tenía algo que atraía).

                                      Quedé decepcionado en un principio porque al ver a la secretaria se me revolucionaron las hormonas y aunque la Actriz no estaba mal la diferencia era abismal.

                                      Pero la situación tomo un cariz totalmente inesperado, la actriz me miró de arriba abajo y se acercó diciéndome al oído…

  • Me gusta su tienda y sus colaboradores pero le quiero decir que prefiero que me acompañe aquella mujer, tengo que decirle que en mi mansión de San Antonio sólo tengo mujeres, sí, hasta el jardinero es mujer y todas ellas muy bellas.
  • Me halaga usted pero mi compañera Elena es mi contable, sólo se ocupa de los números y para la venta y demás está Rosa o si prefiere, a Bea, quien será muy feliz en ayudarle.
  • Entiendo lo que me quiere decir pero no creo que me entienda usted, me gusta su chica Elena, me recuerda a mi cuando era joven y quiero que me ayude a elegir mi ropa.

                                     

                                      Fue inútil convencerla, la mujer era muy educada pero enérgica y trataba de no declarar el motivo de elegir a Elena pero salió en su defensa su representante Victoria, la noté acercarse y según llegaba ya notaba la oleada de sensualidad que emitía, se apoyó en mi hombro y me separó del grupo…

  • Mire Carlos, yo le explico, a Margaret le hace ilusión sentirse rodeada de mujeres y entre las bellas que hay aquí la que más le gusta es Elena.
  • Gracias por avisarme pero me extraña que prefiera a mi secretaria cuando las demás son más… bellas.
  • Eso para Margaret no tiene importancia, ha tenido las más bellas mujeres a sus pies (por decirlo finamente) pero, cuando se encapricha con alguien…
  • Está bien, se lo preguntaré a Elena, aunque es muy servicial se sale de su cometido.  Quería preguntarle… ¿usted también tiene los mismos gustos que Margaret?
  • Jajaja, ya sé por dónde va, ¿qué prefiere que le diga, que sí?  En realidad no le mentiría, adoro la belleza de donde venga pero sí le digo que no desprecio la especie masculina, no soy tan radical aunque sí bastante exigente.
  • Eso me tranquiliza, lo decía porque desde que me dedico a la costura me propuse una serie de normas que…
  • Jajaja, lo sé todo sobre usted y creo que podremos arreglarlo.
  • Me tranquiliza aunque no le niego que me da un poco de morbo su jefa.
  • Mmm, veo que es usted es buen observador aunque puede estar tranquilo, Margaret aborrece a los hombres pero usted… ya me entiende.
  • Sí, tiene razón soy un poco… especial.
  • Lo sé, lo conozco, lo he estudiado muy bien antes de venir.
  • Me sorprende y me halaga, no creo merecer tanta dedicación.
  • Ya verá como sí.

                                      Fui a buscar a Elena, cerré la puerta del despacho y me puse cubriendo la vista desde afuera.

  • Elena no quisiera que te ofendieras, ni yo mismo sé cómo tratar éste tema, la clienta es muy importante, lo sabes pero también es un poco… no muy especial, aprecio tu detalle de no querer interferir con la venta al estar Rosa y Bea listas con todas sus “armas” para conquistar a ésta dama pero ha sido ella la que te prefiere a ti, quiere que la atiendas tú junto conmigo.
  • ¡Carlos, yo no entiendo nada de telas, ni de moda ni de nada…!
  • Pero tienes algo que a la mujer le atrae y no te engaño si te digo que sospecho que la tienes encandilada, según me ha dicho su secretaria los hombres no le van precisamente y a mí me tolera por mi “condición”.
  • Vaya lío, a mi no me importa compartir ratos de pasión contigo, Rosa y Bea, ya lo sabes, me encantáis los tres y no distingo sexos pero…una desconocida por muy famosa que sea… no sé.
  • Por eso te pregunto, no quiero forzarte a nada y te aseguro que si se enfada, pues es muy caprichosa, que se enfade, ya vendrá otra clienta tan importante o más que ella, tú eres la primera para nosotros.
  • ¿Y qué tengo que hacer?
  • No tengo ni idea pero por supuesto no te preocupes porque estaré a tu lado vigilando y en el momento que te sientas incómoda te vas y yo me encargaré de ella como sea.
  • Bueno… pero que conste que lo hago por ti.

                                      Elena me asombró con la transformación que hizo al salir del despacho, de la cara llena de dudas que tenía ahora resplandecía de felicidad, quería causar la mejor impresión a la clienta y tenía muy buena actitud.

                                      A Margaret se le iluminó la cara cuando la vio acercarse y yo respiré tranquilo, la secretaria se acercó a mí y me apretó el brazo en señal de felicitación.  Rosa se había percatado de todo y sonrió irónica, Bea se retiró unos pasos haciendo como si arreglara alguna prenda en el maniquí y nos fueron dejando solos.

  • Y bien, usted me dirá que idea tenía en mente…
  • Un momento, antes de empezar ¿no le parece que estamos demasiado expuestos a miradas indiscretas?, ya sabe lo que incordian los fotógrafos…
  • Pues… como ve es un lugar público y si entra alguna clienta no lo podré impedir.
  • Precisamente, por eso le rogaría si pudiera estar en un lugar más… discreto.

                                      Habíamos preparado un catering en el taller por si le apetecía tomar algo siguiendo sus gustos y se me ocurrió llevarla allí.

  • Se me ocurre una cosa… no lo suelo hacer con nadie, es privado pero si quiere podemos pasar a mi “atelier”, desde luego estaremos más tranquilos aunque no tenemos las comodidades de la tienda.
  • No me importa, donde nací tampoco tenía lujos.
  • ¡Ah!, pues es una ciudad preciosa, San Antonio…
  • ¿La conoce?  No creí que se conociera fuera del país.
  • Claro, nosotros estudiamos mucha geografía, además es famosa por la Misión española de El Álamo y muchas más cosas.
  • Mmm, ¡qué recuerdos!, desde que estoy en el cine no vuelvo lo que quisiera pero me encanta…
  • Pasear por el Río San Antonio, esta precioso con la arboleda y todos los restaurantes a los lados, incluso navegando por él.
  • Veo que está muy informado, ¿ha estado usted allí?
  • No, todavía no pero si puedo iré, aunque he visto películas y reportajes, creo que es la ciudad más turística de Texas…
  • Me gusta usted mucho, sabe hacerme recordar mis años jóvenes.
  • Eso no es merito mío será recordar ayer o anteayer.
  • Jajaja, adulador, no soy tan joven pero todavía me veo bien ante el espejo, si tiene uno se lo demostraré.
  • Tengo un probador con tres espejos, se verá por todos lados a la vez.
  • ¿Y podrá ayudarme Elena?
  • Claro, se ha ofrecido nada más verla entrar, la ha reconocido de sus películas, y no se pierde ninguna.
  • Ahora hago series de televisión a lo mejor será de eso.
  • Eso será.

                                      Le gustó la decoración pese a todo, Rosa tuvo la “picardía” de cubrir el sofá con una tela lila igual que la mesa de trabajo y el taburete del probador, a la mujer le encantó y a su secretaria no menos, me apretó el brazo felicitándome por el detalle aunque era idea de Rosa.

                                      No quise perder tiempo y le mostré los diseños que había pensado para ella pero no quiso ni mirarlos, me dijo que ya había visto cosas mías y que confiaba ciegamente, la secretaria estaba contenta porque su jefa no ponía ninguna pega.

  • Si quiere puede tomarme medida pero preferiría que lo hiciera Elena, es un encanto de mujer y lo debe “hacer” muy bien.

                                      Miré a Elena insinuándole que podía marcharse si quería pero ella, sin decir nada, entró en el probador junto a la actriz, yo quedé recogiendo los diseños a la vez que estaba atento a lo que ocurría en el probador pero no parecía que pasase nada raro, en cambio la secretaria se había sentado en el sofá.

                                      Como la falda que llevaba era demasiado estrecha y el asiento muy bajo tuvo que subírsela a los muslos, pude ver la franja de las medias sujetando con ligera presión aquellas finas prendas, al notar que me fijaba en ellas la chica separó las piernas lo suficiente para que viera que no eran pantis sino medias separadas, al fondo unas bragas claras cubrían la ingle.

                                      Al ver que desviaba la mirada la secretaria insistió separando más las piernas, ahora ya enseñaba las bragas totalmente, eran de seda con puntillas, pensé que en Europa no se llevaba la lencería tan “historiada” y sonreí pero me guardaba una sorpresa, acabó de subir la falda hasta la cintura, ahora ya no había nada más que ver que las piernas esculturales enfundadas en las medias grises y las bragas celestes con puntillas blancas.

                                      Le hice un gesto de aprobación pero ella en vez de agradecérmelo fue separando las rodillas lentamente, quedé mirando fijamente en consideración suya por el interés que demostraba para enseñármelas y cuando separó las piernas casi del todo vi que habían más puntillas de lo que pensaba.

                                      Además de las lógicas de los camales dos tiras verticales de puntillas remataban una abertura que le bajaba desde el pubis y se perdía entre sus nalgas, mis ojos me delataron y ella se percató que me gustaba lo que veía, no quiso esconder más y acabó de separar las piernas, debajo de la brillante tela asomaron unos rizos negros brillantes, me hizo el efecto como cuando una mujer se suelta la melena atada al cogote, pero al seguir abriendo vi la abertura rosa pálido que se escondía debajo de la maraña de vello.

                                      Con el dedo índice me señaló para que me acercara y lo hice, al estar a su altura cogió la hebilla de mi cinturón y tiró hacia ella, casi pierdo el equilibrio cuando sin más con un movimiento de derecha a izquierda soltó el cinturón y con mucha habilidad bajó la cremallera.

                                      A estas alturas el bulto que se apreciaba debajo de mi bóxer era más que evidente pero no se amilanó y pasó la mano primero por encima “reconociendo” el terreno, parece que le gustó porque con dos dedos en la cintura tiró de él para bajarlo hasta las rodillas, la polla saltó como un resorte porque al bajar el bóxer le había estirado el prepucio y había dejado el capullo al descubierto, con un movimiento rápido de cabeza lo engulló entero pero cuando abrió la boca para coger aire la saqué.

                                      Metí las dos manos por el escote y encontré las tetas apenas sujetas por el sostén de seda celeste, tiré de ellas y la hice levantar del sofá, con un movimiento propio de un tango “arrastrao” le di la vuelta y la empujé contra el asiento, no tuve que bajarle las bragas, ni separarle las puntillas, la polla entró directa, no me importó por adonde pero entró, el gemido que dio no parecía de dolor y seguí hasta pegarme a su culo, sus tetas colgando debajo de ella se movían ante el empuje y las cogí, miré hacia las bragas azules y no vi mi polla, estaba enterrada hasta los huevos y ella con la cabeza incrustada en el sofá.

                                      La chica tenía unas caderas portentosas, me agarré a ellas y la cosí literalmente a vergazos, se corrió tan escandalosamente que debieron oírla desde la tienda y no sólo se oía Victoria, desde el probador pude oír a Elena que suspiraba, saqué la polla mojada de flujo y sin cubrirme entré en el probador.

                                      Frente a mi estaba Elena, Margaret le había quitado la blusa de licra y mostraba sus tetas minúsculas que para la actriz eran ideales, se las comía con avaricia, por el espejo pude ver que estaba también desnuda de cintura hacia arriba y las tetas le colgaban, no eran las de Victoria ni las de Rosa ni menos las de Bea, se notaban que la cirugía no había podido hacer mucho y colgaban a su libre albedrío.

                                      Elena estaba rígida, inmóvil resistiendo los envites de la boca de Margaret, le buscaba las tetas que no encontraba pero se ensañaba en los pezones que no podían estar más duros, Elena y yo nos cambiamos una mirada, me vio polla mojada en ristre, su cara cambió en un momento y se hizo más dulce, le guió la cabeza de la americana para que cambiara de pezón y le acarició el pelo como señal de que le gustaba más, para la actriz era un banquete delicioso y no se preocupó de que Elena le subiera la falda por detrás, al contrario, movía el culo para facilitar la inminente caricia de la chiquilla.

                                      Las manos de Elena encontraron el elástico de las bragas de encaje de Margaret, las nalgas no eran, ni por asomo, las que yo estaba acostumbrado a tener y Elena se dio cuenta, me miró pidiéndome disculpas pero la animé a seguir, cuando ya las tenía las bragas a medio muslo Elena se mojó los dedos y los pasó entre las nalgas de la actriz, luego las acarició hasta llegar a las caderas donde me dio el testigo, mis manos se apoyaron sobre las de Elena y ésta las fue retirando por debajo de las mías.

                                      Elena tenía mucha saliva, la juventud o la voluntad le habían llenado la boca y ahora me tocaba a mí, ella todavía no había apartado las manos del culo de Margaret y rondaba su agujero rodeándolo con el pulgar, le dolían los pezones de tan duros y de los dientes de señora para sujetarlos pero se agachó lo suficiente para llegar a meter el dedo pulgar en el culo de la mujer agachada.

                                      Fue un movimiento compaginado a la perfección, con el pulgar en el culo de la mujer cogió con los cuatro restantes mi polla y lo sustituyó, yo sólo tuve que empujar.

                                      En el taller se oían los jadeos de Victoria, se estaba introduciendo la bobina de hilo grande en el coño y se estaba corriendo otra vez, por eso no oyó a su jefa cuando gritó.  Elena había hecho un buen trabajo de campo, el capullo entró de una vez y media polla detrás, la boca de Margaret quedó abierta igual que sus ojos, Elena pudo recuperar sus pezones y mojárselos con su propia saliva, quitando la de la clienta.

                                      Margaret se cogió a los brazos de la chiquilla para no caer, apoyó la cara en su estómago pero no dijo nada, ante tal conformidad di otro empujón y la polla desapareció entre las blandas nalgas de la señora.

                                      Se volvió cuando se la saqué, por el espejo vio la tranca que acababa de meterle y ella misma separó las nalgas otra vez para que volviera a empalarla.

                                      Lo que siguió fue una locura, Rosa asomó al oír los gritos y vio el panorama, Victoria se deshacía el clítoris frotándolo desesperada sin poder correrse al echar en falta mi polla pero Rosa estuvo rápida y la calmó con su lengua, no hubieron protestas, con una pierna en el suelo y la otra en el respaldo se tumbó en el asiento y se quitó la blusa que le quedaba.

                                      Rosa ante tal cuerpo se desmelenó, sin dejar de lamerle el coño a la secretaria se fue quitando la falda, las bragas ya le hacían curva por la barriga que seguía creciendo y cuando acabó de quitárselas se dejó caer sobre la cara de Victoria, ésta le puso las manos en el vientre pero notó que estaba embarazada y las desplazó a sus tetas, Rosa ya estaba desarrollando mamas de madre y los pezones se agradaban por días.

                                      Margaret dejó de lado por un momento las tetas de Elena y apoyó la cabeza en el taburete lila del probador, Elena vino a mi lado y me ayudó, iba cambiando la polla del culo al coño sin ningún orden, la sorprendida mujer gemía ante la nueva invasión pero me animaba a seguir y cuanto más hondo mejor.

                                      Elena demostró ser una alumna aventajada y cuando le cambiaba de agujero le retorcía el clítoris dilatado, demostró que la edad no le había menguado en la sensibilidad y se corrió como su secretaria chillando de placer.

                                      En el sofá se estaba librando una batalla “a muerte”, ahora era Victoria la que le comía el coño a Rosa y ésta le sujetaba la cabeza para que le llegara adónde quería, al correrse Rosa el vientre le vibraba, se lo tuvo que sujetar pero Victoria no tuvo “compasión” y le estuvo lamiendo el botón hasta que cayó desfallecida en el sofá.

                                      Margaret después del orgasmo pidió “tiempo muerto” se sentó en el taburete sofocada y sudorosa, aproveché para ver cómo iban las cosas por el taller y vi que Victoria seguía chupándole las tetas a Rosa que se las ofrecía con gusto.

                                      Elena me miró y señaló al culo que todavía no había probado y sin avisar se lo estrené aunque balbuceó que no se lo habían roto nunca pero ya era un poco tarde porque el glande ya no se veía y ante la evidencia la acabé de meter.

                                      Lo sentí por Rosa porque recibió un fuerte mordisco en una teta pero con buena cara sonrió aunque supe que la había lastimado, no tuve compasión y la follé hasta que se corrió y yo en ella.  Elena me ayudó a sujetarme de sus caderas y se pegó a mí, la premié con unas caricias a sus maltrechos pezones que agradeció pero me cogió la mano y se la llegó a su entrepierna, mis dedos hicieron el resto hasta que temblando se corrió abrazada a mí.

                                      Cuando Margaret salió tambaleante del probador vio a su secretaria debajo del cuerpo de Rosa en un perfecto 69, juntó las manos y aplaudió, llorosa se acercó a la chica y dijo:

  • Victoria, tan cerca y sin saberlo, siempre te he visto tan inalcanzable y tan voluptuosa que no me atreví a pensar en ti siquiera pero a partir de ahora será diferente si tu quieres, si me aceptas, aunque sólo sea como amiga, no te pediré nada que no quieras, estaré pendiente de ti, me has demostrado muchos años una dedicación exquisita y tus cuidados me han hecho muy feliz, ¿crees que podrás aceptar a esta vieja?
  • Por favor Margaret, no digas eso, eres una gran actriz pero todavía mejor persona, siempre te he admirado y he respetado tus gustos sexuales pero lamentablemente no soy como tú y lo respeto pero a mí me gustan los hombres aunque no desprecio una hermosa mujer.
  • Eso era antes de hoy, Carlos me ha demostrado lo que es un hombre y más que un macho a una persona que quiere hacer feliz a otra, igual que Elena, en un principio me volví loca por ella, siempre he despreciado a los hombres pero cuando me ha poseído ayudado por ella me ha conquistado y después al verte a ti que no despreciabas a una mujer me he sentido animada para pedírtelo, si quieres y cuando te apetezca mi cama es también tuya.
  • Gracias Margaret, te prometo que me tendrás a tu lado alguna vez, aunque te propongo que vengas a la mía también, a lo mejor te encuentras a una polla pero ya sabes lo que es y creo que no te ha disgustado del todo.
  • Desde luego que no, es más me ha encantado y me gustaría repetir si no fuera porque es tarde y nos esperan en la recepción de la productora.

                                      Estábamos emocionado ante la declaración de las dos mujeres, una un monumento de hembra que había descubierto la humanidad de su jefa que hasta ahora se había mostrado intransigente con quien no era como ella, ahora ya “humanizada” podría ser además de jefa su amiga.

                                      Margaret había encontrado a una persona que la estimaba, toda la gente a su alrededor la escuchaban y la adulaba pero no la querían, ahora se sentía por lo menos apreciada y por la mujer que más confiaba y quién sabe si encontraba algún macho con ella también lo haría suyo, Carlos se lo había demostrado  con creces.

                                      A Elena la abrazaron las tres mujeres, Margaret se excusó por no haber apreciado su sensibilidad y había sido egoísta con ella comiéndole las tetas sin pensar que detrás de aquellos diminutos pezones había una mujer.

                                      A Rosa a la vez que le pasaba la mano por su tripa la miraba con devoción, mi mujer todavía desnuda mostraba el vientre ya un poco hinchado y las tetas desarrolladas para dar de mamar, Margaret se emocionó porque con su obsesión por su carrera se olvidó de ser madre, ni siquiera en buscar a un semental que lo propiciara.

                                      Se acercó a Victoria, la diferencia entre las dos era abismal, el maravilloso tipo de la secretaria eclipsaba a la actriz pero ahora se sentía menos diva que nunca pero había encontrado a una amiga que además entraría en su cama.

                                      Elena miró a la bandeja de burritos mejicanos, a las botellas de cerveza Corona y al frasco de tabasco pero a nadie se nos ocurrió nombrarlas, seguramente nos servirían de merienda aunque sin mezclarlo, claro.

                                      La toma de medidas fue un éxito, las cuatro mujeres desnudas en el taller, yo como ellas, con la polla siempre dura porque entre todas no dejaban que bajara, mi mujer me miraba sonriendo, estaba en mi salsa, me había follado a casi todas y todas estaban contentas y satisfechas, cada una me hacía una carantoña y de paso me acariciaban la verga, a una se le ocurría darle un beso, a otra una lamida rápida y a otra se la restregaba por los pezones.

                                      Cuando terminamos de tomar todos los apuntes la secretaria pidió el capricho de mamármela hasta hacerme correr, las tres se pusieron a mi lado sentado en el sofá a la vez que la animaban, Victoria usó todos los trucos que sabía para hacerme correr pero fue Elena la que en el último momento se ofreció para darme el finiquito, lo hizo tan “inocentemente” que no pude resistir y le llené las costillas de leche, las demás se abalanzaron a ella y le chuparon los chorreones espumosos hasta dejarle el pecho limpio y brillante.

Continuará.

Si les gustó valoren y comenten.

Gracias.

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El pacto. (32)

Me hicieron creer que era afeminado. (36)

El pacto. (31)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (11)

MIS PRIMAS DE LA CAPITAL (3) Editado y corregido.

El pacto. (30)

MIS PRIMAS DE LA CAPITAL (2) Edición corregida.

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (10)

Me hicieron creer que era afeminado. (35)

El pacto. (29)

El pacto. (28)

Me hicieron creer que era afeminado. (34)

El pacto. (27).

MIS PRIMAS DE LA CAPITAL (1) Edición corregida

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (9)

El pacto. (26).

Me hicieron creer que era afeminado. (33)

El pacto. (25).

El pacto. (24).

Me hicieron creer que era afeminado. (32)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (8)

El pacto. (23).

El pacto. (22).

Me hicieron creer que era afeminado. (31)

El pacto. (21).

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (7)

El pacto. (20).

El pacto. (19).

Me hicieron creer que era afeminado. (30)

El pacto. (18).

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (6)

El pacto. (17).

Me hicieron creer que era afeminado. (29)

El pacto. (16)

Me hicieron creer que era afeminado. (28)

El pacto. (15).

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (5)

El pacto. (14)

Me hicieron creer que era afeminado. (27)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (4)

Me hicieron creer que era afeminado. (26)

El pacto. (13)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (3)

Me hicieron creer que era afeminado. (25)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (2)

El pacto. (12)

El secreto mejor guardado, mi vida sexual. (1)

Me hicieron creer que era afeminado. (24)

El pacto. (11)

El pacto. (10)

El pacto. (09)

Me hicieron creer que era afeminado. (23)

El pacto. (08)

Me hicieron creer que era afeminado. (22)

El pacto. (7)

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El pacto. (5)

El pacto.3

El pacto.(4)

El pacto (1)

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Viaje de un jubilado a La Argentina (50) FINAL

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Cada vez me encanta más la Navidad

Mi vecina de ático y sus habilidades.

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El divorcio de mis padres me hizo feliz

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Viaje de un jubilado a La Argentina (34)

Una Nochebuena especial

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La conversión de mi hijo Eduardo

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Mis primas de la capital (30) y FINAL

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Mi timidez y mis tías (49)

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Mis primas de la capital (27)Estaba muy agradecido

Mi timidez y mis tías (46)

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El tío Culebra me quitó el miedo a los reptiles 1

El tío culebra me quitó el miedo. (2)

Mi timidez y mis tías (41)

Mis primas de la capital (21)

Un jubilado en el cine

Mi timidez y mis tías (40)

Mis primas de la capital (20)

Un pastor en el camino de Santiago

Mis primas de la capital (19)

Mi timidez y mis tías (39)

Memorias de un abuelo (2)

Mi timidez y mis tías (38)

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Mi coño conquistó New York. (2)

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Mi coño conquistó New York.Cuando decidí labrarme

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Mellizos y gemelas, de gavilán a paloma.

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Para un concierto lo mejor es un trío, o más.

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mis tetas decidieron mi destino por mí.

Entre mi padre y mi tía me quitaron mis complejos.

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Ayudando a mi mamá

Mis primas de la capitál (7)

Mis primas de la capital (6)

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Mis primas de la capital

Dos que valen por tres.

Al conocer mi adopción encontré la felicidad

El chat me ayudó con mi sobrina (Continuación 2)

El chat me ayudó con mi sobrina (continuación)

Mi gran desgracia mi polla Final

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Mi padre y mi tio tienen los mismos gustos

He tenido mas corridas que km. en mi carrera

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Me casé con una miss

Me gusta ser chófer (TOMO II)

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Bienvenida mi jubilación

Tengo una familia atipica pero con mucha memoriT

Bienvenida mi jubilacion tomo 2

Mi primer viaje en avión

Desde el balnerario con amor

El chat me ayudo con mi sobrina