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Me hicieron creer que era afeminado. (22)

en Amor filial

                                                  Me alegré de volver a ver a Susi, admiré la rapidez con que se había corrido la voz sobre mi nuevo taller y al verla llamando a mi puerta sospeché de Vero, a la panadera rellenita no se le escapaba ni una y si no le contaban una cosa lo preguntaba para estar informada.  Después de darnos dos besos algo más que “formales” me contó que había estado hablando con Adela, quedé perplejo porque no creía que su amistad fuera tan íntima pero Susi me lo aclaró.

                                                  Me confió que Jorge en principio la había enviado a mi casa con el pretexto de hacerse un vestido (lo que resultó cierto) aunque su interés real era que se extrañaba de la fijación de su mujer en elegirme a mí como su regalo de cumpleaños.  Jorge, al ver mi aspecto, había supuesto que quería que yo le diera por el culo a él delante de ella y humillarlo al ver como se corría con una polla adentro pero los informes que le llevó Susi de mí despejaron sus dudas y respiró tranquilo.

                                                  La razón que traía a Susi a mi local ahora era simplemente para recoger el vestido playero de pañuelos y contarme que Adela le había comentado la noche que pasamos en el hotelito de la sierra, no le vino de nuevas porque ya había probado mi polla cumplidamente y, estando las dos de acuerdo, planearon celebrar el cumpleaños otra vez, sin la “cargante” compañía de Jorge, también quería saber de primera mano mi opinión porque a ella tampoco le molestaba celebrar una fiesta sin nadie más, ya que Adela era una buena compañera de cama.

                                                  Además me contó que Jorge se había reprimido bastante con los jovencitos aunque dudaba que la tentación no le jugara una mala pasada con el primer Adonis que viera, ella de momento seguía con sus visitas esporádicas al apartamento del Diputado cuando su coño le pedía carne.

                                                  Susi trajo la tela que le gustaba para la ropa que le iba a coser, todavía no había pensado qué y cómo pero no tenía prisa.  Al ver su vestido en el escaparate le pareció perfecto y quiso probárselo enseguida, me demostró cómo se lo iba a poner, en un momento se deshizo de los ropajes que llevaba y quedó como su madre la trajo al mundo. 

                                                  Pidió que le ayudara a pasar los pañuelos sobre su cabeza y al mirarse en el espejo dio una vuelta en redondo para ver el efecto del vuelo de la falda, el leve tejido le subió tanto que se le vio el coño por debajo y aunque se lo advertí dijo que era cómo mejor iba.  Tenía mucha prisa porque le esperaban para una reunión en su Partido pero no quiso irse sin obsequiarme con una mamada rápida.

                                                  Me tumbé en el sofá preparado para recibir una buena sesión de lengua y Susi de rodillas entre mis piernas se empleó a fondo, la dejé hacer porque sabía que estaba en buenas manos, la chica sabía cómo ponerme a máxima excitación y, pajeando una mano detrás de la otra en movimiento continuo, me corrí en su cara, las gotas escurrían por el pelo y quedaron colgando de las largas pestañas pero ella sacó la lengua y esperó a que acabaran de caer para tragarlas.

                                                  No pude ni quise acariciarle las tetas, pensé que me había ganado merecidamente la mamada pues de todas formas ya había “cobrado” a cuenta a otras mujeres un anticipo por la confección.  Quedé con ella que pasaría con más tiempo para probarse el otro vestido pero no le di plazo fijo, quería hacer una fantasía y colocarlo en el escaparate para atraer nueva clientela.

                                                  Una tarde llamaron a la puerta y una sombra ocultó toda la luz de la calle que me asustó, la figura era de un hombre corpulento y eso no era bueno, me armé de valor y abrí, me recibió una sonrisa de oreja a oreja y entró como si fuera su casa, en realidad sí lo era, Jorge con su traje impecable me abrazó como si fuera su amigo de toda la vida y cogiéndome del hombro me empujó al interior, de reojo vi el coche oficial negro esperando en la puerta con el fiel Matías al volante.

  • ¿Qué tal Carlos, cómo te va el trabajo?  Te veo muy bien instalado, me alegro mucho.
  • Hola Jorge, por un momento me había asustado, no esperaba a ningún hombre visitándome y menos a ti.
  • Jajaja, bueno esto no es una visita de cortesía, que también, es para pedirte un favor.
  • ¿No será que la has cagado otra vez y quieres que me folle a Adela?, ya sabes que es un placer pero debes ser discreto.
  • Jajaja, ¡qué buen amigo eres!  No, el favor que quiero pedirte es de otra índole, en realidad es muy importante para mí, por lo que te ruego prestes la máxima atención.
  • Tú dirás.
  • Resulta que hay una mujer en el Partido que es una maravilla, tanto políticamente como en Relaciones Internacionales, la queremos incluir en las listas para el Parlamento Europeo y estamos muy contentos por contar con ella pero…
  • Uy, ese pero me mosquea…
  • Nada difícil para ti, ya lo verás.
  • No sé, no sé.
  • El caso es que esta mujer tiene un “pero” como te digo y es que tanto el asesor de imagen como todos nosotros y yo cómo más interesado queremos corregir… su apariencia.
  • Uf que descanso… me habías preocupado.
  • No, espera que no es tan fácil, porque el favor que te voy a pedir es, conociéndote ya, un sacrificio para ti.
  • ¿Para mí, un sacrificio, siendo una mujer?  Jajaja.
  • No te rías que aún no lo sabes todo.
  • Vale, cuenta de una vez.
  • Pues el caso es que la mujer es bastante joven, más o menos como Adela pero… no le gustan los hombres…
  • Bueno… a mí tampoco y a ti… sí, vamos a dejarlo… ¿y eso es un inconveniente?
  • Claro porque es muy radical, para ella los hombres están de más y no deja que ni que se le acerquen, ¡con decirte que hasta ha exigido que su chofer sea una mujer…!
  • No me importa… pero ahora que caigo…  ¿Qué quieres decir, que no…?
  • Ahora lo has cogido, de tu norma… nada de nada.
  • Entonces no cuentes conmigo.
  • Carlos por favor, haz esto por mí, te compensaré con lo que quieras, te mandaré una chica que conozco mejor que Susi, o mejor dos, lo que quieras pero no me digas que no.
  • Joder Jorge, siempre me vienes con historias raras, lo de tu mujer al fin y al cabo no era ningún drama pero esa mujer... y tan extremista…
  • Lo sé y te comprendo, por eso vengo en persona para consultarte primero.
  • No sé, me pides demasiado.
  • Es muy importante para mí Carlos, no me digas que no.
  • Es que… Jorge… bueno, vale ya veremos, lo hago porque estoy muy a gusto aquí aunque he tenido que trabajar mucho, esto estaba hecho un asco.
  • ¡Bah!  No te preocupes, mandaré al de mantenimiento de la sede del Partido y te pondrá luces y lo que quieras, pide sin miedo que lo pagan los votantes, jajaja.
  • ¿Y cuando vendría la tal señora?
  • Mañana, vendrá mañana por la tarde a las seis.
  • ¿Ya habías quedado con ella sin consultarme?
  • Jajaja, perdona pero sí, estaba seguro de convencerte, eres una persona muy enrollada.

                                                  Jorge me volvió a abrazar estrujándome entre sus poderosos brazos, yo apenas veía entre ellos y cuando se fue tan rápido como había venido quedé intentando asimilar lo que había dicho.

                                                  Sentado en el sofá pensé en trazar un plan para recibir a tan recta mujer y al final la luz se me encendió en la cabeza al recordar una frase que había oído no sabía dónde. “Si no puedes con tu enemigo únete a él” y con esa frase en la mente me fui a casa a dormir.

                                                  Por la mañana en la Academia Adela me confirmó lo que Susi me había contado, ya estaba haciendo planes para aprovechar cuando su marido saliera de viaje a algún sitio para reunirnos en casa de Susi que vivía en un barrio modesto porque sería más discreto y para animarme abrió su camisa y me enseñó su nuevo sujetador de tipo bandeau de encaje sin tirantes ni aros que le recogía las tetas abrazándolas formando un canalillo tentador y marcando los pezones como los faros de un coche clásico, por supuesto me rozó la polla para comprobar que había hecho el efecto deseado y se fue riendo.

                                                  Por la tarde ya había preparado la coreografía para la visita de la señora, a las seis en punto como un reloj llamaron a la puerta, miré y me desilusioné, vi la sombra que casi cegaba la puerta y pensé que Jorge venía para anunciar que todo se había ido al traste porque la dama en cuestión había dicho que nones.

                                                  Fui a abrir sin ninguna convicción y al mirar en el espejo me vi con el esmero que me había vestido para la ocasión.  Me había puesto la ropa más extravagante, tanto en color como en combinación de prendas, parecía una feria sin luces y lamentando todo esta exhibición inútil abrí la puerta.

                                                  En efecto una sombra con un traje de corte masculino bloqueaba la puerta y sin decir nada entró con paso firme.

  • Buenas tardes, me llamo Lola y vengo de parte de don Jorge.
  • Buenas tardes señora, yo soy Carlos, para servirle.

                                                  Además de la vestimenta había ensayado en mi casa la forma de hablar y moverme más histriónica que había visto a algunos, hasta ella se asombró de mi feminidad y pluma.

  • No me llame señora que no lo soy, nunca seré la señora de ningún hombre machista.
  • Lo siento, la llamaré señorita pues.
  • No, tampoco me gusta, llámeme Lola a secas, yo le llamaré Carlos ¿le parece bien?  A mi sí.
  • Y a mí también Lola.
  • Pues eso le advierto que vengo en contra de mi voluntad pero mi asesor de imagen ha insistido y todos los compañeros también, aunque la opinión de éstos me importa muy poco.
  • ¿Y qué quiere que hagamos, le han orientado en algo?
  • No, sólo me han dicho que parezca un poco más… femenina.
  • Creo que lo entiendo, aunque a mí me gusta como viste con ese traje que le sienta tan bien y luce tan elegante.
  • Eso digo yo pero no hay forma, dicen que en Europa no me verán con buenos ojos.
  • Yo le veo estupenda, con mucha personalidad porque sabe sacar provecho a su cuerpo.
  • Eso es lo malo que no me gusta mi cuerpo.
  • ¿Qué no le gusta su cuerpo?, ¿qué tiene de malo?
  • ¿No lo adivina?, todo esto.

                                                  Lola que iba peinada a lo chico, con raya al lado y sin pintar, se deshizo de la corbata y abrió la camisa de caballero que llevaba, lo hizo con energía y me enseñó un sujetador que le oprimía tanto las tetas que me hacía sufrir nada más verla.

  • No le comprendo, como puede ir tan… ¡no podrá ni respirar!
  • Lo prefiero, no quiero ir suelta, nunca lo he hecho ¿Qué quiere, que vaya así?

                                                  Lola se había quitado la americana y de dos tirones se quitó la camisa y soltó el sujetador.  Me tuve que apoyar en una silla porque saltaron dos tetas preciosas aunque se les marcaba los pliegues de la tela que las oprimía.

  • ¡Aaah, que descanso!  Ya ves qué tormento, no sé para que me sirve a mí todo esto, en cuanto pueda me las voy a quitar.  No comprendo por qué a los hombres les gustan tanto los pechos de las mujeres.
  • Eso digo yo, si sólo son piel y carne.
  • Me las quitaré, está decidido.
  • Eso lo tiene fácil aunque yo no se lo aconsejaría, el quirófano, las curas, ¡uf, que miedo! aunque a mí me pasa lo mismo pero lo tengo más complicado.
  • ¿Más complicado, no entiendo?
  • ¿No entiende?, ¡ya me dirá qué puedo hacer yo con esto!

                                                  Bajé de un tirón el pantalón que se sujetaba con goma elástica tirándolo al suelo, la polla despabilada por la visión de las tetas de Lola ya daba cabezadas hacia adelante.

  • ¡Ooooh, Dios mío, qué barbaridad!
  • Ya se lo dije, esto sí que es una pena, envidio a las mujeres que no tienen que llevar esto colgando todo el día entre las piernas.
  • Uf, ¡que tamaño!, sí que debe ser un tormento, ¡si es más grande que mi juguete nuevo!
  • Un horror, la naturaleza se ha portado mal con los dos y usted aún tiene suerte porque si se excita si quiere puede disimular sin que se note pero yo… cuando se levanta…
  • Bueno pero no crea que también me cuesta caro, porque usted la tiene a mano pero yo me he tenido que comprar un juguete, aunque no es ni mucho menos como eso que le cuelga.
  • Ya ve, una porquería, el suyo sí que será manejable.
  • Sí, eso sí pero está frío.
  • En eso tiene razón porque el mío me quema, cuando lo meto en un culo se me quejan de lo caliente que está.
  • Mmm, que envidia, no sabe lo que es tener una cosa fría dentro del cuerpo, me dan envidia los chicos que llene con eso.
  • No crea que todos se atreven, casi no encuentro a nadie dispuesto y el que prueba ya no repite.
  • Pues a mí me gustaría encontrar un consolador de ese tamaño, lo preguntaré.
  • ¿Pero estará caliente?
  • No, seguro que no, nunca he tocado una cosa así caliente, me gustaría… pero sólo por curiosidad.
  • ¡Bah!, no tiene más diferencia que está duro y rugoso, porque con la piel que tiene resbala demasiado y al salir al capullo entra como un ariete candente.
  • Ufff, que calor me da con sólo pensarlo pero como no quiero nada con los hombres… aunque con usted me siento tranquila al no ser como ellos… podemos tutearnos si quieres.
  • Por mi vale, eso me pasa a mí, me da un poco de asco lo de las mujeres, aunque nunca he visto ninguna, todo tan húmedo y con esas babas…
  • ¿Nunca has visto a ninguna mujer?
  • Nunca, una vez vi a una niña agachada meando y me volví asqueado.
  • Se me ocurre una cosa, como los dos aborrecemos al sexo contrario te propongo que consideremos que no estamos, a mi me gustaría tocar ese juguete tuyo pero sólo como un consolador y yo te enseño lo mío, a lo mejor si te lo explico cómo es por lo menos ya no te repele.
  • No sé, a mí eso que tenéis ahí debajo me parece una herida mal curada pero si me lo explicas bien…
  • Mejor ocasión que ésta no vamos a tener pero sólo sin pensar que estamos los dos, ¿eh? si quieres los podemos llamar por un nombre y así nosotros no contamos, seremos invisibles.
  • Lo que gustes.
  • A tu juguete lo podemos llamar Pepino y a lo mío Papaya, ¿qué te parece?
  • Sí, son frutas al fin y al cabo, como nosotros no contamos…
  • A ver… ¿me dejas tocar a Pepino?
  • Claro, lo que quieras… pero si te parece bien podríamos sentarnos en el sofá, es por no estar de pié.
  • Si claro, será mejor.

                                                  Lola se sentó en el sofá de lado y yo con las piernas abiertas frente a ella rodeándola, la polla le apuntaba directamente y con las manos trémulas la tocó y con mucho cuidado retiró lo poco que quedaba de prepucio por descubrir, pasó un dedo por todo el anillo acariciando el frenillo, por momentos crecía en sus manos y con devoción lo apretaba notando el calor que despedía, recorrió el tronco hasta abajo del todo y al estar depilado la pudo manejar como si fuera su consolador desde los huevos hasta al capullo.

                                                  Le abrió la boca y miró con curiosidad, esto era una novedad para ella sobre todo cuando vio una gotita que asomaba, las venas se marcaban a punto de reventar, parecían varices crónicas y sus dedos las seguían hasta que se perdían en el escroto de los huevos, el tacto le gustaba, las bolas redondas y pegadas a la polla, tan ásperas como el capullo le llamaba la atención, el látex imitaba mucho la forma pero el tacto…

  • Nunca pensé que sería así, aunque la forma es parecida pero da una sensación… y ¿Qué te parece si te enseño la mía, a Papaya?
  • Como quieras, si ya has visto a Pepino…
  • Sí pero luego lo veré mejor… si me dejas.
  • Claro, si te apetece, por mí...

                                                  La mujer bajó su pantalón y dejó ver unas bragas que no tenían nada que ver con el sujetador, aún siendo altas eran bonitas y demostraba que tenía buen gusto, se las quitó también, entre tanto yo miraba distraído a otra parte como si no tuviera el menor interés.

  • ¡Fíjate bien Pepino, esta es Papaya!, no es igual que tú pero también es bonito, está cerrado pero si lo abres encontrarás a un amiguito que crece como tú, tócalo Pepino.

 

                                                  Lola tiró de mi polla y la acercó a su coño frotando el capullo contra su clítoris, yo la dejaba hacer esperando mi momento para demostrarle lo que se podía hacer con mi polla.

  • Aunque Papaya está mojada no por eso es malo, es para que se deslice mejor, a tu primo que tengo en casa le viene muy bien.
  • ¿Y todas esas arrugas que se ven en el interior de Papaya que son?
  • Eso es la entrada a su casa, si Pepino fuera curioso lo podría invitar.
  • No sé, que Papaya le pregunte primero, a mí…
  • Pepino, ¿quieres ver mi casa?, es muy acogedora, tu primo viene muchas veces y se está mucho rato.
  • Espera Papaya, mejor si nos ponemos de otra postura porque así es difícil y sólo podré asomarme.
  • Es cierto porque me gustaría enseñártela toda.
  • Pues ponte de rodillas en el asiento que será mejor, así sólo notarás a Pepino y no me verás a mí y yo sólo veré a Papaya, será más íntimo para los dos.
  • Es verdad porque a nosotros los hombres y las mujeres no nos van.
  • Eso mismo digo yo.

                                                  Lola se puso en cuatro con la cabeza en el respaldo y las piernas juntas, el coño estaba cerrado por lo que la toqué entre los muslos con la polla y ella comprendió que hacía falta espacio para mí.

  • Mmm ¡que calor se nota en la cabeza!, con mi juguete me dan escalofríos pero con Pepino me sofoca.
  • De Papaya también sale calor y moja a Pepino.
  • No te preocupes y que vaya entrando, está invitado.

                                                  Me cogí a la cadera de Lola y fui apretando a la vez que iba ensalivando el tronco, con el capullo adentro Lola ya parecía saturada pero la curiosidad y las ganas eran mayores y seguí empujando.

  • ¡Caray Pepino!, qué grande eres y sobre todo grueso y estás ardiendo ¡no cabes casi por la puertaaaaa, ay!
  • Tranquila Papaya, sólo soy el primo mayor del de tu casa.
  • ¿Mayor?  Eres el patriarca de la familia.  ¡Joder entra ya, aunque lo rompas a Papaya!
  • ¡Ahí va Pepino, te voy a partir al Papaya!
  • Sííí, que gusto me das, métela hasta el fondo ya.
  • ¿Notas el calor Papaya?
  • ¿Sí lo noto?, me abrasa pero me gustaaa.

                                                  Cogido y asegurado con los pies firmemente en el suelo para que no me esquivara le enterré la polla hasta los huevos de un golpe, el coño de Lola aunque acostumbrado al consolador no esperaba el diámetro que lo atravesaba pero ella aguantaba y manando flujo abundante compensaba el ardor que sentía.

  • ¿Te gusta la visita Papaya?
  • Me encanta, no pares de moverte que me corro, Pepino, ¡me corro yaaaa.!

                                                  Tuve que sujetar a Lola porque se caía hacia los lados arrastrándome, su culo abierto dejaba ver los labios del coño que se embutían hacia adentro cuando empujaba y salían arrastrados al salir, el flujo rebosaba espumoso y las tetas caían moviéndose al compás del balanceo.

  • ¿Te parece bien que te sujete las tetas, para que no te lastimes?
  • Haz lo que quieras pero no pares, me voy a correr otra vez, con los dedos me corro hasta tres veces seguidas.

                                                  Las tetas de Lola eran duras y proporcionadas a su corpulencia, apenas le colgaban por el peso pero ahora con los pezones apuntando hacia abajo parecían mucho más grandes, le pellizqué los pezones y me convencí que eran tan sensibles como su coño pero ella se negaba a reconocerlo, imaginé que alguna boca se los comería alguna vez.

                                                  Al fin y después del segundo orgasmo se dejó caer en el asiento saliéndose la polla.

  • ¡Qué barbaridad Pepino!, que calor me has dado, estoy sofocada y cómo me he corrido, como una loca y dos veces… pero, ¿y tú Pepino, no has llegado?
  • No, a mí las mujeres no me gustan recuérdalo, a mi me gustan sólo los culos.
  • ¡Por Dios!  ¿Qué insinúas?
  • Que quiero tu culo ahora.
  • ¿Mi culo?  Imposible, si cuando me hago un dedo y meto el meñique en el culo apenas entra…
  • Hay culos estrechos y anchos al principio pero con paciencia y saliva todo se arregla.
  • ¡No, me niego en redondo!
  • Está bien dejémonos de "jueguecitos" y no tengas miedo, ahora vas a aprender a disfrutar de la polla de un hombre en ese culo hermoso que tienes, con cariño o con rudeza pero lo vas a disfrutar.
  • No me jodas Carlos, ya está bien de jueguecitos, ya te dije que no me gustan los hombres.
  • Pues a mí sí me gustan las mujeres como a ti, así que estamos igual y ponte como estabas porque si no haces lo que te diga te voy a hacer más daño.
  • Con esa tranca ni lo sueñes.
  • Con esa tranca y con esta crema que tengo preparada.

                                                  Cuando me trasladé al taller incluí la crema suavizante y la caja de condones, era un  buen momento para usar la crema y se la puse delante de los ojos.

  • ¿Tú crees que eso es suficiente?
  • Claro, esto y un poco de paciencia y colaboración por tu parte, luego te haré un regalo.
  • ¿Un regalo, cual?
  • Ya lo verás en su momento.

                                                  Lola con todos los recelos del mundo fue enderezándose y al fin se puso cómo le había indicado, se tapaba las nalgas para que no la tocara pero a la vez que le acariciaba el clítoris iba relajando el culo.  Tuve mucha paciencia rodeando el ano sin acercarme demasiado hasta notar que se ablandaba y las arrugas se distendían, ya la primera falange fue entrando y luego la segunda mientras que la otra mano seguía en el coño acelerando las caricias y metiendo dos dedos completos,

                                                  Si no me daba prisa se iba a correr en mi mano y después no me dejaría meter la polla en su culo por lo que reduje el movimiento y me centré más, ya cabían dos dedos holgadamente por allí cuando me unté de crema y también le llené el esfínter con un pegote, apoyando el prepucio noté que había notado el calor y me temía pero no me inmuté y presioné.

  • ¡Nooo, para, para que no estoy preparada aún!
  • Sí que estás, lo que tienes es miedo, confía en mí y relájate, es la solución y después me lo agradecerás, en casa también te meterás el juguete que guardas.
  • No lo sé pero me voy a comprar uno como tu polla para el coño.
  • Y tendrás el juego completo, ¡prepárate que voy!

 

                                                  Lola con todo su cuerpo se hizo hacia atrás y yo la recibí, demostró coraje y empeño ante lo inevitable, pensé que sería una buena Política cuando el capullo entró en el culo dejándolo abultado.

  • Sigue Carlos, sigue que ya estás adentro pero no la metas toda ¿eh?
  • No, toda no, hasta donde quepa sólo.
  • Eso es, hasta que quepa.

                                                  Y le cupo, le entró toda y más que hubiera tenido, había aprendido a relajarse y a colaborar, ahora ya todo discurría por su cauce (más o menos).

  • ¿Qué tal Lola, ves cómo no era para tanto?
  • Lo dices ahora pero me has rajado el culo, no me voy a sentar en días, anda muévete, quiero que te corras en mi culo.

                                                  Me moví con un ritmo acelerado y las nalgas se abrían a mi paso, ya Lola se había cogido las tetas y las amasaba, parecía que se había reconciliado con ellas y pellizcaba y estiraba sus pezones con una mano a la vez que la otra seguía en el clítoris.

                                                  Estaba tan excitada y contenta con sus logros que se volvió a correr apoyando la cabeza en el asiento, mi polla acabó de entrar hasta los huevos y ella sólo pudo gemir ahogadamente.

                                                  Aún no se había repuesto cuando noté que me iba a venir irremediablemente, mis esfuerzos por contenerme fallaban, saqué la polla y la di vuelta, estaba boqueando todavía de su orgasmo cuando le metí la polla palpitante en la boca, el sabor no pareció gustarle pero la andanada de leche que le llenó el paladar la hizo toser, me devolvió parte de la leche que la ahogaba por la nariz pero el resto lo tragó.

                                                  Me miró con los ojos llorosos, la nariz goteando semen como mocos y en su mirada no había ningún reproche, seguramente nunca reconocería que había disfrutado aunque lo había pasado bien, yo no pretendía que cambiara de opinión respecto a los hombres pero por lo menos le había demostrado la diferencia de una buena polla a un frío y triste consolador de látex.

                                                  Para reafirmar mi teoría le lamí las tetas, Lola me las ofreció echándose hacia atrás y dejándolas a mi disposición, los pezones le salían hinchados y duros y un escalofrío la estremeció.

  • ¿Qué, sientes frío Lola?
  • No, que va, sólo ha sido que me he vuelto a correr con tus besos en mis tetas.
  • Entonces… ¿ya no te las vas a quitar?
  • Me parece que no, también me ha gustado como las tratas, al fin y al cabo cada uno es como es.
  • Eso pienso yo también.

                                                  Aún estuvimos un buen rato desnudos hablando en el sofá, tenía una conversación muy amena y una educación exquisita, Lola no dejaba de acariciarme la polla, le gustaba sentir cómo se endurecía entre sus dedos y el calor que le daba, yo también tenía las manos ocupadas en sus tetas y en su coño, estaba orgulloso del cambio, ya no era tan radical por lo menos conmigo, yo tampoco fingía ser tan histriónico como al llegar y sin ropa no parecía tan…

                                                  Antes de irse y todavía desnudos le tomé medidas, no sin desaprovechar la ocasión de lamerle las tetas por enésima vez y ella de tocarme la polla cuando me acercaba, le prometí que su asesor de imagen quedaría contento y ella a su vez que procuraría ser más femenina.

                                                  Quedamos que me enviaría la tela y volvería para probarse, incluso insinuó que en la próxima ocasión traería su juguete y entre los dos la follaríamos a la vez.

                                                  Después de marcharse Lola me duché, me vestí y al mirar al espejo me reí, no entendía todavía que a una mujer como aquella con unas convicciones tan firmes la había tranquilizado con mi apariencia, en realidad había sido ella la que con aquel jueguecito   “inocente” había probado mi polla que según decía era la primera en su vida y además consintió que Pepino, sin ningún remordimiento en su firme propósito, se colara en ella por todos los agujeros posibles.

                                                  Ya no tenía ganas de trabajar y aun siendo pronto cerré y volví a casa, ya estaba cerca cuando me acordé que no tenía pan del día y pasé por la panadería.

                                                  A esa hora no era normal que hubiera clientela pero al entrar vi a una señora comprando pasteles y a dos más esperando sentadas, cómo la chica ya sabía lo que quería intenté “colarme” haciéndole una seña para que me diera mi pan y no guardar turno dejándole el importe exacto en el mostrador pero desde atrás me llamaron la atención…

  • ¡Eh, por favor, que has llegado el último!

                                                  Noté que el rubor me subía al rostro, me habían pillado en falta y yo no era un aprovechado por lo que me volví con intención de pedir todas las disculpas que fuera menester pero al volverme vi a dos caras preciosas que me miraban sonrientes, a una la reconocí enseguida.

  • ¡Cris! ¿qué haces aquí?
  • ¡Hola primo!, te estábamos esperando.
  • ¿A mí?
  • ¡No sé a cuanta gente conozco en Madrid además de ti!  Jajaja.
  • Sí claro, que tonto soy pero ¿cómo no me has avisado? Bueno… me habéis avisado.
  • ¡Ah!, claro, te presento a Gema una muy buena amiga.
  • Hola Gema, me alegro de conocerte, yo soy Carlos el primo de Cris.
  • Ya lo sé, Cris me ha hablado mucho de ti.
  • Supongo que bien, porque no me fio mucho de ella.  Jajaja.
  • Sí, no te preocupes, sólo me ha contado maravillas.  Jajaja.
  • Ya veo que habéis encontrado a vuestro primo, Carlos ya temía que no te pasarías por aquí, hace más de una hora que te esperan.
  • Lo siento pero como trabajo en otro sitio sólo vengo a dormir pero hoy por casualidad he acabado pronto un trabajo delicado y he venido a casa antes.  Vero gracias por atenderlas, además de guapa y amable eres una amiga, algún día te contrataré de secretaria, jajaja.
  • Me encantaría tener un jefe como tú, jajaja.
  • ¿La familia bien?
  • Sí gracias, como siempre, Jajaja.
  • Bien… vamos a casa, ya me contareis que se os ha perdido por la capital.

                                                  Gema la amiga de Cris era muy linda pero aún teniendo la misma altura era más delicada, Cris desde hacía poco se había desarrollado bastante deprisa y a su lado Gema era como ella tiempo atrás.  Les enseñé la casa que por casualidad estaba bastante ordenada y nos sentamos en la salita que usaba antes para coser, saqué unos refrescos y unas galletas saladas y abrí el balcón para que pasara el aire fresco de la tarde.

  • Y bien… ¿Qué tal andan las cosas por el pueblo?, ¿Cómo está la familia?  La abuela, tu madre, la mía y Alicia, ya estará mayor…
  • Sí, está tremenda y muy despierta, jajaja, la abuela bien, aunque pasó unos días delicada pero tu madre y la mía perfectamente dentro de lo que cabe, tu madre te añora mucho, a veces se pone triste al nombrarte, en cambio mi madre sonríe, parece que prefiere recordar, no sé, serán imaginaciones mías pero mi hermana… no para en casa, siempre está por ahí, tiene amigos hasta en el Infierno y te puedes imaginar… ya la conoces.
  • Me alegro por saberlo, la verdad es que con el lío que llevo no me acuerdo nunca de llamar para saber de vosotras aunque estoy tranquilo porque todas sois excepcionales, y ¿qué os trae por Madrid?, deberíais haberme avisado, imagina que me quedo en el taller a pasar la noche, ¡os habríais quedado en la calle!
  • Bueno no creo, Gema tiene unos tíos por aquí aunque hace tiempo que no se ven.
  • Uf, pues no es grande Madrid para ir buscando sin rumbo pero ya estáis en casa, contadme vuestros proyectos.
  • Sólo estaremos un día, hemos venido para informarnos en la Universidad sobre las posibilidades que hay, exámenes y demás, pronto tendremos que venir y queremos asesorarnos antes y de paso iremos de tiendas para aprovechar el viaje.
  • Muy bien, pues lo mejor que podemos hacer es irnos a cenar, invito yo y conozco un sitio donde hacen unas tapas… dejad las mochilas donde queráis.
  • Si te parece nos cambiaremos de ropas, éstas, de viajar en el tren, están arrugada.
  • Por supuesto, pasad a mi habitación y cambiaros.

 

                                                  Cris y Gema entraron a mi habitación y por discreción cerré la puerta tras ellas, al momento salieron preciosas las dos, en su cara se notaba que estaban felices sobre todo mi prima, iban vestidas con lo mejor que tenían y estaban guapas aunque yo con el tiempo que llevaba en Madrid ya les notaba el leve aspecto de pueblo, me tendría que emplear en orientarles para comprar ropa moderna.

  • ¡Wow!  Estáis preciosas las dos, voy a tener que defenderos de los moscones de aquí, no sé si podré con todos, jajaja.
  • Pues tú no digamos, con esa ropa reunirías a todo el pueblo en la plaza para verte, jajaja.
  • ¿Os gusta?  Es la última moda de Londres aunque reconozco que es demasiado atrevida, si queréis me cambio en un momento.
  • No hombre no, nos encanta, lo que pasa es que no estamos acostumbradas a la capital todavía.

                                                  Salimos hacia el centro, les quería enseñar la Plaza Mayor y en ella, con los ojos deslumbrados por el ambiente que había pudimos coger sitio en una taberna y pedir los clásicos bocadillos de calamares a la romana, yo me comí dos pero ellas casi me ganan, con dos cervezas cada uno en el cuerpo nos dedicamos a pasear por las calles del Madrid antiguo a la vez que les señalaba los monumentos o edificios notables que veíamos y que me había estudiado en el plano.

                                                  Ya era tarde cuando volvimos a casa, las chicas estaban cansadas de tanto andar después de las horas de viaje y nada más entrar se descalzaron pues los zapatos las atormentaban y nos sentamos a hablar de todo en el sofá.

  • Carlos, antes te he presentado a Gema como mi amiga y en realidad lo es pero quiero decirte que es más que una amiga.
  • Me alegro mucho, yo también aprecio a unas personas más que a otras.
  • Cris no quiere decir eso, le da un poco de reparo pero te lo diré yo, Cris y yo somos… amigas íntimas, nos queremos ¿entiendes?  Somos pareja.
  • ¡Ah!  Claro que entiendo, sois pareja pero… ¿en casa lo saben?
  • Pues… creo que sí, mi familia se lo imagina y tu tía no es tonta tampoco, además su hermana sí que lo sabe y no sé si no se le habrá escapado con tu tía, te lo decimos a ti porque Cris me ha dicho que tiene mucha confianza contigo.
  • Ya, no os preocupéis, conmigo no tendréis ningún problema y si no queréis que se sepa yo seré mudo, a mí también me gusta que guarden mis secretos.
  • Ya me ha contado algo Cris, me dijo que no me dejara llevar por las apariencias y veo que eres una persona muy cabal.
  • Lo procuro pero tranquilas, lo principal es que vosotras estéis contentas y felices juntas y ¿cómo lo lleváis en el pueblo?
  • Bastante bien, nos vemos como unas amigas cualquiera aunque cuando mis padres no están en casa…
  • Comprendo pero ahora estáis en Madrid, lejos de casa, esta noche es vuestra y dormiréis en mi habitación, ahora os cambiaré las sábanas, yo me quedaré en el sofá, quiero que lo paséis bien en mi casa y por supuesto… sentiros como en la vuestra.

                                                  Las dos se abrazaron y se besaron y me abrazaron después, me llenaron de besos y yo al verlas felices me sentí cómo el mejor anfitrión.

                                                  Busqué las sábanas mejores que tenía, no me “apañaba” mal con la limpieza y organización del hogar y al enseñarles la ropa de cama planchada se miraron asombradas, las dejé solas preparándose para acostar y con una sábana y una almohada me fui al sofá.

                                                  Al momento apagaron la luz y aunque hablaban bajito las oí cuchichear, me acomodé lo mejor que pude y me dormí.

                                                  El sofá como asiento era cómodo pero para dormir… y yo que estaba acostumbrado a mi cama de matrimonio sólo para mí… no me acomodaba de ninguna manera pero el sueño me ganaba a ratos y soñaba con mil recuerdos.

                                                  Soñé por un momento en mi pueblo, las comidas de Julia y las siestas con Antonia mi abuela y, sobre todo, con mi madre, me gustaba llamarle Teresa cuando me metía en su cama, para ella era traspasar una barrera y se sentía muy feliz, también soñé con mis primas, desde que jugábamos con los teatros que les hacía hasta que fueron creciendo y llegamos a juegos más de mayores, me acordé de la primera vez que les había enseñado la polla, ¡que curiosas que eran ya tan jóvenes! y cuando Cris me enseñó su coño entre sus delgadas piernas y sobre todo cuando me chupó tímidamente la polla la primera vez, lo notaba como si lo estuviera viviendo, era una sensación muy grata, mis primas, las dos tan diferentes pero igual de buenas, les encantaba follar y yo les había enseñado a hacerlo.

                                                  Me sentía orgulloso de cómo me recibían en su habitación juntado sus camas para hacer una sola y follar juntos sin más, por eso me desperecé quitando la sábana que me cubría, la polla también era partícipe de mis sueños porque estaba dura como en los mejores momentos y me estiré quedándome en cruz.

                                                  La “señora” se había salido del calzoncillo y estaba como el asta de la banderas al fresco de la noche pero en un momento noté como un ahogo, no podía respirar y una opresión atenazaba mi pecho, soñaba que estaba en casa sólo y me iba a morir sin poder pedir socorro, intenté gritar y de mi boca no salían más que ruidos inaudibles.

                                                  Ya me veía perdido cuando en un instante todo pasó y pude respirar, lo veía todo negro, ni una luz pero la sensación en mi polla no era de sufrir, al contrario estaba tibia ahora, ya no tenía frío y abrí los ojos, en la oscuridad de la salita sólo vi una sombra que me tapaba los pies y se movía, como pude encendí la lámpara que había a mi lado y vi a Gema que estaba sentada cómodamente sobre mí, moviéndose con lentitud quizá para no despertarme pero a mi lado o más bien sobre mi cabeza vi las piernas de mi prima Cris y justo entre ellas el coño abierto que me había bloqueado la boca un momento antes.

                                                  Al ver mi cara asustada las dos se rieron, no me pude enfadar con ellas porque se veía que no lo habían hecho con maldad, Gema quiso enseñarme lo que hacía y se levantó lo suficiente para que viera cómo se clavaba mi verga depilada hasta hacerla desaparecer en su coño, estaban cogidas por las manos y Cris se acercaba a mi dejando su tierno coño bajar hasta que estaba a mi alcance, tenía olor de haberse corrido ya anteriormente, lo noté porque me llenó la cara de flujo pegajoso y comprendí que aquel derrame había sido anterior a mi ahogo.

                                                  Cris se movía de adelante hacia atrás paseando sus labios mojados por mi lengua, noté todo el camino que recorría, llegaba desde el pubis hasta más allá del culo y cuando pasaba por el clítoris se detenía un momento para que lo mordisqueara, no dejaba de manar jugos y Gema la imitaba, por el tronco de mi polla notaba como se escurrían las babas blancas y espumosas de la joven novia de Cris, me acordé de mi prima pequeña cuando se chivó de su hermana y me confesó que eran bisex y luego Cris me lo demostró follándome ella misma.

                                                  Ahora era entre las dos y no me sabía mal, Gema apenas se movía pero se dejaba caer lentamente hasta quedarse pegada en mi pubis, la chica también se había depilado igual que mi prima, las dos se comerían aquellas delicias de coños, tiernos y suaves que parecían pasteles de merengue.

                                                  Me equivoqué al pensar que mi prima se correría antes por la lamida de clítoris que le estaba ofreciendo porque Gema se le adelantó, notaba cómo me aprisionaba el capullo al salir, le vibraban los labios del coño y al entrar forzaba para que la hiciera sentir cómo me abría paso a la fuerza.

                                                  Un gemido largo y profundo se le escapó de la garganta y se dejó caer desde la punta hasta los huevos de golpe, clavándose toda la polla, mi prima al verla sacudir la abrazó sobre mí y tuve las cuatro tetas juntas a mi disposición.

                                                  Las de mi prima habían cambiado tanto que, por un momento no las reconocí, las cuatro eran tan suaves y a la vez tan duras que me confundieron y tuve que recurrir a la memoria y pensar en las de mi tía, por eso ya me guié porque las tenía muy parecidas ahora incluso más grandes, en poco tiempo le habían crecido mucho, por eliminación las de Gema eran más abultadas, con una areola que casi le cubría media teta y un pezón que asomaba duro en el centro de aquella media naranja.

                                                  Quizá fue el abrazo entre las dos amantes o el efecto de mi lengua en su coño lo que motivó que antes de que Gema acabara de soportar su orgasmo mi prima la alcanzara y lo compartiera con el suyo, ahora casi me ahogaba su coño llenándome la cara y la nariz de flujo.

  • Lo siento primo pero ha sido culpa mía, hemos estado haciendo el amor en tu cama y después de corrernos hemos estado hablando de ti, te imaginábamos en tu cama con nosotras pero como no sabíamos cómo ibas a reaccionar Gema prefirió darte una sorpresa.
  • Nos ha costado despertarte, te hemos estado chupando la polla un rato y tú nada, te movías como si estuvieras recibiendo otra mamada lejos de aquí pero tu prima no ha podido aguantar y cuando me he metido tu polla gigante se ha sentado para que le comieras el coño.
  • Mmm, ha sido glorioso primo, me he corrido como hacía mucho… contigo claro.
  • Podíais haberme despertado de otra forma, aunque esta no ha acabado mal pero creí morir asfixiado, Cris tienes un coño que me tapa la cara por completo, me ahogaba de verdad y Gema folla como los ángeles, soñaba que estaba en el cielo porque tenía la verga tan caliente y tan a gusto que me habría corrido en poco rato.
  • En eso te ganamos, ya llevamos dos orgasmos cada una, podríamos volver a la cama quiero que te corras tú, ahora es tu turno.
  • Está bien, ya despierto lo mejor que podemos hacer es follar pero esta vez será a mi manera ¿te gusta la idea Cris?
  • Lo estaba deseando Carlos.
  • Vamos pues ¡a la cama!

 

                                                  Las dos muchachas corrieron para coger el mejor sitio y se tumbaron dejándome un hueco entre ellas pero no era mi idea precisamente, ahora les dije que prefería que se pusieran de rodillas una al lado de la otra, había puesto un foulard sobre la lámpara de noche que daba una tenue luz y así los dos culos estaban en penumbra.

                                                  A mi prima le recordé a la primera el tamaño de mi polla, no debía acordarse mucho porque gimió al recibirla, no pensaba que la iba clavar desde la punta al final de un sólo golpe pero su coño había crecido al igual que sus tetas y mal o bien recibió mi tranca, la follé sin parar cogido a su cadera, tenía un culo hermoso aunque blanco como la nieve y casi silenciosamente se tapó la boca y se corrió.

                                                  Todavía le di varias metidas más para que siguiera disfrutando del orgasmo antes de pasar a Gema, esta ya sabía mi diámetro y estaba confiada, por eso no se inmutó al recibirme en su coño pero le dejé caer dos salivazos en la rabadilla y esperé, al estar mojada de flujo la saliva escurrió rápidamente y al esparcirse por su culo saqué la polla y la apreté contra su esfínter.

                                                  Gema levantó la cabeza alarmada pero Cris le cogió las manos y se tumbó debajo de ella, la miró y con la mirada le dijo que debía aguantar un poco, a la vez le chupaba los pezones abriendo la boca tanto como podía.

  • Por Dios Cris ¿Qué va hacer Carlos? Esto no me lo habías contado.
  • No sé, debí olvidarlo.
  • ¿Olvidar que me quiere meter esa verga por el culo sin más?, no me digas que a ti te la mete también.
  • Claro, es lo que más me gusta después de que me coma el coño y me llene la vagina.
  • Yo no podré aguantarlo, ya sabes que soy virgen por ahí.
  • Tranquila Gema, yo también lo era hasta que mi primo me hizo mujer… por los dos sitios, mmm.
  • Me da miedo Cris ¡Aaaag, que pollaaaaa, por favor sácala, uf no puedo más!
  • Tranquila y relájate, sólo es un momento pero Carlos lo hace bien y no durará mucho, luego se lo agradecerás.
  • ¿Joder Cris, me parte el culooo!
  • Paciencia Gema ¿a que ya no te duele tanto?
  • Ahhh, ya no, ya pasó, noto cómo entra suave, tenías razón, me está dando mucho gusto, mmm.

                                                  Creo que le clavó las uñas en las manos de Cris, la saliva y la capa blanca que se repartía hasta por las nalgas lubricaron lo suficiente para que pudiera entrar sin forzar demasiado, sus gritos apagado me orientaban y sacando y metiendo en varias direcciones pude encontrar el camino recto hasta meterla toda.

                                                  Mi prima colaboraba acariciándole el clítoris a su amiga y mis huevos a la vez y lo hizo tan bien que logró lo casi imposible, hacernos coincidir a Gema y a mí, ella se hizo hacia atrás buscándome y yo empujé para clavarme en ella, sus nalgas chasquearon contra mí y una serie de espasmos nos invadieron a los dos, Cris no nos dejó solos y desde abajo de Gema siguió acariciándonos hasta que caímos sobre ella.

                                                  Amontonados aún las vi cómo se besaban entre un lío de brazos y piernas, con esa visión me dormí rodeado por aquellas dos mujeres, al rato noté que la cama temblaba y supuse que se estaban corriendo otra vez las dos, luego el silencio y el calor tibio de sus cuerpos pegados al mío.

Continuará.

Agradezco sus valoraciones y comentarios.

Gracias.

               

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