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Mis tetas decidieron mi destino por mí.

en Amor filial

Mis tetas decidieron mi destino por mí.

La vida nos guarda sorpresas siempre, a veces todo cambia por lo más inesperado, mis tetas.

Hacía rato que tenía los ojos cerrados, solo oía el rumor y el silbido del aire al dejar pasar el tren a toda velocidad, de vez en cuando abría los ojos, miraba la pantalla, todo seguía igual, 300 Km/h. ya estaba cansada de mirar por la ventanilla, el paisaje pasaba tan rápido que no dejaba casi asimilar lo que veía, el tren de alta velocidad, tenía sus desventajas, pero también sus pegas.

Me quedé otra vez traspuesta, no tardaría mucho en llegar a Madrid, pero ya me avisarían con tiempo, eché en falta el traqueteo del tren antiguo con los raíles, su monotonía me relajaba, ahora solo un rumor.

Pensando en el tra-tra repetitivo de los trenes me vino a la memoria otro viaje que hice hace muchos años, qué diferente fue este viaje, el asiento duro, vagones de tercera, frente a mi estaba sentada mi madre vestida con ropas largas y grises, sino negras, la cara más que seria, y en mis brazos a mi bebé, estaba adormecida como hoy mientras mi pequeño recién nacido me mamaba de la teta hinchada, me la había sacado lo imprescindible para que el pequeño la encontrara, estaba mal visto enseñarla, la otra teta rellena de leche supuraba sin poder contenerla y me manchaba el suéter, el único que tenía.

Con los ojos cerrados notaba la boquita del niño como absorbía el pezón y se llenaba la boca, estaba tranquilo, yo solo oía el ruido de las ruedas y olía el humo de carbón que se colaba por las ventanas mal cerradas.

Sabía que mi futuro era negro, ya me había cansado de llorar y suplicar, no tenía nada que hacer, estaba decidido.

Todo empezó por ignorancia, lo típico de la época, años 60 un pueblo lo bastante grande para tener de todo y lo bastante pequeño para que nos conociéramos todos, en la llanura de la Mancha creo que todos eran parecidos.

Me pasó lo que a muchas, la Iglesia era el centro de actividad para los jóvenes, sobre todo las chicas, cuando vino el cura nuevo se abrió una puerta de luz, ante los temores de nos inculcaban el nuevo nos explicó que no era todo tan malo, como es natural nos conquistó a todos, y a todas, ya no llevaba sotanas, era joven, era de vaqueros y camisa a cuadros y hablaba con toda naturalidad de todo.

No sé exactamente como pasó pero sin darme cuenta estaba hablando con él de sexo, no le daba importancia y eso era lo que yo quería escuchar, cogimos mucha confianza y familiaridad, eso un día me llevó a abrazarlo en un momento de exaltación que después se convirtió en pasión, después de algunos encuentros, conocí al hijo de los ricachones del pueblo, era guapo, listo, elegante y simpático, no tardó en deslumbrarme y con las ideas morales más distendidas, no tardé en acompañarlo en su choche a sitios apartados donde después de algunas reticencias acabé por ceder, el asiento de atrás de convirtió en mi mundo aparte.

Ahora estaba pagando las consecuencias de mi ligereza, lo llevaba en mis brazos. Mi familia como era costumbre clamo a los cielos y me echaron de casa a la primera, pero para que no se enteraran en el pueblo buscaron otra solución si cabe más dura, o abortaba o lo entregaba a la inclusa, y allí iba yo, a Madrid a dejar a mi niño.

En una de las muchas paradas del tren subió un señor mayor, después de saludar se sentó en nuestro departamento, yo ni le miré, al poco rato empezaron a hablar mi madre y él, lo hacían bajito, yo solo estaba en mi drama particular, no había pasado mucho rato cuando noté que el señor de mi lado me apretaba la teta que tenía de reserva, me hacía salir la leche a chorro, la mancha era considerable, solo cuando sentí como me despasaban el suéter y me bajaban el tirante del sujetador sentí el frescor del aire en mi pezón mojado, creí que sería mi madre que me preparaba para el niño, abrí un  poco los ojos pero la vi sentada en frente, me volví hacia el señor y le encontré con la teta entre las manos, asustada miré a mi madre pero ella me hizo señas para que guardara silencio.

Me quedé helada, el seños estuvo acariciándome la teta, la sopesaba, le sacaba la leche y después de probarla con un dedo, se tumbó en el asiento y se pegó a la teta mamando igual que lo hacía mi hijo.

En un primer momento me dolía, pero luego sentía alivio pues la cantidad de leche que llevaba me tensaba la piel tanto que me parecía que iban a estallar.

El señor noté que olía bien, al tenerlo pegado a mi vi que vestía correctamente y con buenas telas, cuando terminó de chupar toda le leche mi pezón estaba morado de la succión, él simplemente sacó su pañuelo, se limpió la cara mojada de leche y después me limpió la teta, le dio las gracias a mi madre y una tarjeta, cuando el tren se detuvo bajó y desapareció, a mi no me dijo nada.

No podía creerlo, me volví hacia mi madre para que me explicara que había pasado, su cara se había trasformado toralmente, estaba sonriente y hasta diría cariñosa conmigo.

Mientras me estaba metiendo la teta otra vez en el sujetador, mi madre me explicó que habían hablado entre ellos.

El señor era un terrateniente de la Mancha, creo que ni él sabía lo que tenía, pero vivía en Madrid, cuando vio que estaba dándole de mamar a mi hijo no paraba de mirar de reojo, hasta que le preguntó a mi madre si me conocía, así entablaron una conversación que no tardó mi madre en ponerle al corriente de todo, el señor se intereso mucho por mí, y sobre todo por la poca teta que asomaba entre mi hijo y yo, al final le confesó a mi madre que era un fanático de las tetas de leche, le contó también que era viudo, que no tenía hijos y estaba muy solo en su casona, a mi madre se le encendió la bombilla, poco a poco se lo fue llevando a su terreno y le insinuó que podría probar la leche de mi teta y así me calmaría la hinchazón, el hombre se emocionó hasta tal punto que pronto me sacó la teta y me la vació.

En la mente de mi madre ya estaba urdiendo una idea, le propuso que me tuviera en su casa mientras criaba a mi hijo, así podría mamar cuando quisiera y a la vez no tendría yo que desprenderme de la criatura, a él no le pareció mal la idea, le sobraba casa, dinero y la posibilidad de chuparme las tetas no le dejó pensar más, accedió y le dio una tarjeta para que fuéramos al día siguiente a su casa.

Después de pasar la noche en una triste pensión nos dirigimos a la dirección de la tarjeta, la casa era muy grande en la zona vieja de la ciudad y después de esperar un momento se oyeron los pasos del señor. Vivía solo y tenía la mayor parte de la casa cerrada, solo mantenía la parte imprescindible, cuando nos hizo pasar me dio la impresión de ser un hombre metódico y pulcro, todo estaba limpio aunque no tenía más de lo necesario para él, cuando me presentaron formalmente me explicó que solo necesitaba un poco de atención la casa y las comidas a sus horas, a cambio me dejaría una habitación para mi niño y para mí, y todo lo que me hiciera falta, eso sí cobrar, muy poco, solo para tener mis necesidades cubiertas, aún así era un regalo del cielo, la única condición era, lo dijo en voz baja, que le dejara mamar de mis tetas, se disculpó de antemano, no era un pervertido, solo era una fantasía desde niño.

A mi no me pareció mal, de todas formas me tenían que mamar y mis tetas producían para dos bocas o más, por lo que acepté encantada, por fin criaría a mi hijo!

Mi madre, más solicita se quedó unos días con nosotros hasta que la habitación estuvo arreglada, luego se marchó.

Yo me alegré de estar sola con mi pequeño, no me faltaba de nada, D. Manuel, que así se llamaba me respetaba y estaba pendiente de nosotros, por supuesto yo estaba atenta a cualquier detalle, tanto en comidas como en ropas y limpieza.

D. Manuel estaba al tanto a qué horas le tocaba mamar al pequeño, esperaba pacientemente a que terminara con una o las dos y luego se ponía a mi lado para que le diera el resto.

Con los días me acostumbré, me venía bien pues tenía los pechos descargados, ya no estaba siempre mojada y me pude comprar ropa más bonita.

Como tenía mi habitación frente a la de D. Manuel muchas noches cuando veía por bajo de la puerta luz, me llamaba con los nudillos, por si me pasaba algo, si le estaba dando de mamar al peque, se quedaba y tumbada como estaba sobre un almohadón me quedaba con las tetas al aire mientras el señor las besaba y chupaba de ellas hasta dejarlas vacías del todo, si alguna vez no venía y mi hijo no había tomado mucho le llamaba y él acudía rápido, éste detalle me lo agradeció bastante, me compró una cuna para el niño, así no tenía que dormir conmigo.

Cuando pasó el tiempo mi hijo dormía en su cama, yo en la mía, y D. Manuel en su habitación, ya no estaba pendiente de los horarios de mi hijo, sabía que yo le guardaba su ración.

En una ocasión estuvo una temporada delicado, el reúma le tenía postergado en la cama, yo le veía triste, sabía lo que añoraba pero no quería pedírmelo, una noche aprovechando que mi hijo acababa de dormirse satisfecho me levanté y llamé con los nudillos en la puerta de D. Manuel, estaba despierto, el dolor no le dejaba dormir, yo no sabía qué hacer para calmarlo, simplemente me metí en la cama a su lado, parecía tan indefenso que me dio pena, me quité el camisón me incliné sobre él, mis pechos colgaban sobre su cara, los pezones hinchados goteaban y le salpicaban el rostro, con un esfuerzo alcanzó a coger uno con los labios y lo absorbió, noté como la leche fluía en su boca, mi pezón estaba duro, no tenía que hacer esfuerzo para mantenerlo en su boca, el otro pezón noté que se ponía igual, los tenia salidos y mojados, él lo cogió con los dedos y lo estuvo acariciando, cuando lo apretaba salía un chorrito blanco, me acomodé para que estuvieran más a su alcance, mientras chupaba le abrí la chaqueta del pijama, parecía que tenía fiebre, noté como le aliviaba mi contacto, se le notaba más calmado, le separé la chaqueta para que notara el fresco de las sabanas retirándolas un poco, al ir a estirarlas rocé sin querer el pantalón del pijama, estaba levantado, se lo quise arreglar y al descubrirlo vi como entre la bragueta mal abrochada asomaba su polla, en la penumbra de la habitación no vi más que el glande, pero no me hizo falta más imaginé que detrás de aquel cabezón habría un tronco gigantesco, no esperaba de un señor mayor este tamaño, la verdad es que solo había visto dos pollas en mi vida y no me había fijado mucho, pues no eran nada extraordinario.

Volví a cubrir a D. Manuel con la sabana, pero noté que me chupaba con mas deleite, ya no era el sacarme leche, me lamía y mordía mis pezones o paseaba su lengua por toda mi teta, con las manos las atrapaba y las juntaba para chupar los dos pezones a la vez, y para que llegara mejor me incliné más sobre él, tuve que pasar una pierna entre las suyas, las tenía abiertas, sobre mi ingle se posó aquel glande que parecía un fresón, yo no me movía, solo notaba como le palpitaba, me devoraba mis tetas cuando me quise cambiar de postura, estaba cansada de estar en tensión, al mover la pierna sentí como mi ingle se mojaba de momento, era un liquido pastoso y caliente.

D. Manuel se quedó inmóvil un momento, me miró sin saber que reacción tendría yo, pero me levanté y me fui de la habitación, estaba sorprendida, no esperaba esto de un señor tan educado.

Cuando me acosté no podía dormir, a mi memoria me llegaban recuerdo que no quería rememorar…  cuando en mi pueblo nos reuníamos los chicos y las chicas a cantar en la iglesia, las risas que teníamos, ya no era un sitio tabú donde guardar silencio, pero todo cambió cuando una tarde quise confesarme con  D. Julio, el párroco joven, nos trataba como a iguales, por eso le conté el sueño que había tenido la noche anterior, no lo recordaba muy bien pero me excitó mucho y me desperté con las bragas mojadas, el quiso saber todos los detalles, la conté que había soñado que me crecían las tetas de una manera exagerada, los pezones durísimos y el coño estaba hinchado y mojado, me perseguía alguien y me gritaba que me iba a violar, el cura desde el interior del confesionario me dijo que le diera más detalles, le tuve que decir que no sabía cómo era eso de violarme pero que no me gustaba, el me preguntó si no había estado con ningún chico, le dije que no y que no tenía hermanos ni había visto a ninguno, él desde dentro me dijo con voz agitada…

--- Esto necesita una explicación práctica, acompañarme a la sacristía y hablamos.

Yo le seguí, en la sacristía se sentó frente a mí y me dijo…

--- Mira, no quiero que te engañe ningún chico y te voy a enseñar lo que es el sexo y lo que no tienes que hacer.

Dicho esto se desabrocho el pantalón, se lo bajó y de dentro saltó su polla que ya estaba dura como una estaca, me hizo cogérsela, descapullársela y me fue diciendo donde “no” tenía que tocar.

Cuando ya estaba roja de tanto tocarla, me dijo que el violarla era metérmela por el coño y esto es lo que debía evitar, me explicó los agujeros que tenía ahí abajo y para que servían, apoyo la punta de la polla en la entrada de mi vagina y dijo que solo podía entrar un poquito, llegó hasta que hizo tope el himen, me explicó que hasta ahí estaba bien, pero si apretaba un poco más, y lo hizo, se podía llegar hasta el final y tener el riesgo de quedarme preñada, pero en la primera vez era muy difícil.

Yo a estas alturas estaba quieta pero a gusto con las explicaciones y todo hay que decirlo con la sensación que me daba la polla dura dentro de mí, me pareció que se entusiasmaba demasiado porque empezó a empujar y salir hasta que se encomendó a todos los santos y apretándome contra él le dieron unos estremecimientos que casi se cae al suelo, en seguida me dijo que me fuera a casa y rezara una pequeña penitencia, cuando salía a la calle me escurría por las piernas un chorro de leche, eso lo supe más tarde.

Estas explicaciones se repitieron varias veces, a la vez en estos días conocí al hijo de los más ricos del pueblo, tenían tierras, casas y una tienda donde todo el pueblo íbamos a comprar, me cayó muy bien, era simpático y sabía halagarme.

Un día me dijo que me quería invitar a una cosa que había llegado aquella mañana y que no había probado nadie del pueblo, como era ya tarde cerró la tienda y pasamos a la trastienda, allí sacó dos vasos y una botella de una caja precintada, la descorchó y me dio a probar, era un licor dulce, muy dulce aunque fuerte, se cogía a la garganta pero estaba bueno, Después de varios vasitos mi cabeza estaba un poco  pesada y me dio por reír, todo me parecía gracioso, tenía mucho calor, él fue el primero en quitarse la camisa, me provocó para que lo imitara, yo no quise ser menos y me quedé en sujetador, la verdad es que no era nada bonito, a él le dio una idea y sacó de una caja uno mucho más bonito, estaba de moda, me dijo, cuando me lo puse me estaba pequeño, muy pequeño, el enseguida me lo quitó y me sacó otro, se ofreció a ponérmelo, yo le dejé, tardó un buen rato en abrochármelo, nunca le parecía que estaba bien colocado, me metía las tetas de las copas y me las sacaba en seguida, cuando mis pezones empezaron a salir él se ofreció a ponerme una crema especial, me embadurnó todas la tetas, luego le puso a los pezones un puñado de nata de un frasco y me chupó para suavizarlos, cuando quise darme cuenta estaba sentado en un saco de trigo y yo sobre sus piernas, no tuvo más que separarme las bragas a un lado para meterme la polla hasta dentro, me dolió un poco pero como estaba muy húmeda antes de tenerla dentro del todo ya no me molestaba.

Hizo que saltase sobre él, su polla entraba y salía dentro de mí sin descanso, cuando se quedó quieto de momento para luego clavarme sobre él hizo los mismos movimientos que D. Julio, cuando me levanté tenía los pantalones mojados de su leche, me quedé mirando asustada, pero me tranquilizó, me dio una pastilla que sacó de un frasco de cristal, me dijo que con esa pastilla no me quedaría embarazada, sabía a regaliz.

Al poco tiempo empecé a devolver por las mañanas, mi madre me llevó al médico que nos dio la noticia, estaba preñada.

A partir de ese momento mi vida fue un infierno, después de darme unas cuantas tortas, me llevaron a una casa de campo de unos familiares, allí estuve hasta que parí, luego… ya saben la historia.

D. Manuel estaba muy serio, apenas me hablaba, estaba avergonzado, no se atrevía a decirme nada de lo ocurrido, a los tres días de estar así me trajo un ramo de flores precioso, yo me puse muy contenta, en realidad no estaba enfadada con él, solo sorprendida por lo inesperado.

Esa noche quise compensarlo, desde aquel día no me había mamado las tetas y me dolían de llenas, antes de que fuera la hora de mamar de mi hijo entré en su habitación, al verme se tapó con el embozo de las sabanas, como avergonzado, cuando vio que abría la ropa y me acurrucaba a su lado, se tranquilizó.

Al ver que me sacaba por encima de la cabeza el camisón y lo dejaba en el suelo se volvió hacia mí y me buscó las tetas, no tardó en encontrarlas, sin ropa y llenas de leche abultaban bajo las sabanas, se inclinó sobre mí, me las cogió a la vez las dos, no sabía cual elegir primero, las estrujaba y bebía de los chorros que salían, estaba como un niño con un juguete nuevo, para poder abarcarlas a la vez se subía más sobre mí, hasta que noté el calor de su polla en mi muslo, se había salido otra vez del pijama, notaba como palpitaba ardiente sobre mi piel, me acordé de que no había sentido nada nunca en mis anteriores ocasiones, por eso me atreví a bajar la mano y cogérsela, estaba dura y gruesa, solté el botón del pijama y termino de aparecer, era larga, muy larga mucho más que los jóvenes del pueblo, no la solté hasta que la conduje entre mis piernas, cuando abrí los labios y la apunté a mi coño D. Manuel solo tuvo que empujar, solo en ese momento soltó las tetas y me abrazó, yo no sentía su peso, solo mi coño lleno de carne ardiente.

Con toda timidez, iba metiéndome la polla, quizá porque no quería demostrar su falta de afectos o porque no me sintiera obligada a hacerlo, solo se disiparon sus dudas cuando le rodee sus nalgas con mis piernas y lo atraje hacia mí hasta tener su polla totalmente dentro de mí.

Desde que hacía casi un año no había tenido una polla dentro y cuando esto pasó, fue tan fugaz y tan poco afectivo que ahora era verdaderamente la primera vez que follaba a gusto. D. Manuel estuvo apoyado con los codos y los pies solamente para no aplastarme, lógicamente no tardó mucho en rendirse a la evidencia del cansancio que sentía, se desplomó sobre mí, apenas me dejaba moverme, cuando le di la vuelta a la postura y tumbándolo de espaldas me subí sobre él, primero le ofrecí mis dos tetas sobre su cara para que las lamiera a placer mientras yo le cogía la polla y me la incrustaba entre mis labios hasta apoyarla en mi vagina, después me dejé caer sobre él, su polla desapareció entre mis piernas, fue delicioso sentir como era yo quien administraba el trozo de carne que iba entrando poco a poco, cuando mi vello se enredó con el suyo me incorporé dejándole la cara mojada de saliva y leche, mis dedos se enredaban entre el pelo canoso de su pecho, notaba como palpitaba su glande dentro de mí, yo simplemente subía sobre él y me dejaba caer, mis tetas oscilaban sobre su cara y le salpicaban de leche que salía de los hinchados pezones, su cara de satisfacción me llenaba de orgullo, ahora le estaba premiando sus atenciones como era debido, me pidió que quería subir sobre mí, accedí pues quería tomar parte activa por lo que me puse una almohada en mis nalgas y subí mis piernas sobre mi pecho, las sujeté por las corvas, mis rodillas estaban al lado de mi cara, solo tuvo que acercarse para resbalando su polla entre mis labios dejarla frente a mi vagina totalmente mojada de flujos, y meterla, quizá yo le absorbí también porque entró de un solo movimiento, con los músculos de mi vagina, aunque no tenía experiencia le estuve masajeando por dentro, esto le excitó sobre manera, me pidió que no lo hiciera porque se iba a correr dentro de mí, a mi ya no me importaba nada, notaba como una extraña sensación hasta entonces me recorría el cuerpo, cuando estallé bajo de él aun apenas sin poderme mover parecía un volcán que me brotaba en mi coño, apenas le dio tiempo a D. Manuel para resistir mi orgasmo, el primero de mi vida, y una vez me calmé empezó a empujar rápidamente mi vagina lubricada parecía chapotear cuando entraba el miembro dudo, cuando estaba a punto de eyacular, D. Manuel salió de mi y acercándose a mi pecho me regó las teas de leche con varios chorros, yo con la mano recogí los goterones y los lamí D. Manuel me miraba satisfecho, me preguntó cómo estaba su leche y le respondí que sabrosa, incluso le di a probar mi dedo mojado de semen, le gustó pero me dijo que mi leche estaba mejor, cuando se descansó sobre mi pecho agotado aún tuvo fuerzas para chupar mi pezón una rato.

Le agradecí el detalle de eyacular fuera de mi, pues yo no estaba preparada para tener otro hijo, decidí tomar anticonceptivos y así darle a partir de entonces libertad al señor para que se corriera dentro de mí, yo también ansiaba sentir la leche caliente.

A partir de ese día cuando notaba que no le bastaba con mamar de mis pechos iba a su habitación y follábamos desesperadamente, mi hijo según iba creciendo ya no necesitaba tanta leche, por lo que la ración de D. Manuel se amplió, seguí teniendo leche mucho tiempo, pues el señor se encargaba de sacármela con regularidad.

Mi situación fue mejorando, mi hijo creciendo, era tratado por el señor como si fuera suyo, era la alegría de la casa y todos sus gustos se los daba, cuando tuvo que ir al colegio lo mandó a un colegio privado, mi hijo era feliz a su lado.

Desde que llegué a Madrid no había vuelto al pueblo, cuando mi padre murió no pude ir pues D. Manuel estaba enfermo y necesitaba de mis cuidados, pero cuando me avisaron que mi madre estaba muy delicada me volví unos días a cuidarla, me acompañó mi hijo Manuel, le puse el nombre de mi benefactor y a él le encantó.

Cuando llegamos al pueblo lo encontré todo muy triste, la emigración a las ciudades le había atacado mucho, las calles estaban casi desiertas, de la tienda tan boyante de la familia rica solo quedaba una tenducha con apenas género, en la puerta vi al hijo, estaba desconocido, sin pelo, con kilos de más, no lo reconocí como posible padre de mi hijo, aparcado en la acera estaba el coche donde varias veces me había follado, estaba tan desvencijado que no lo reconocía, íbamos despacio en el coche que D. Manuel le había comprado a mi hijo, no era grande pero era nuevo, apenas se había sacado el carnet cuando ya lo tenía, la gente nos miraba disimuladamente mientras íbamos despacio hacia casa de mi madre.

Cuando llegamos mi familia eran extraños para mí, me tuvieron que presentar a la mayoría, mi madre estaba muy mal, después de visitarla quiso conocer a mi hijo, desde que me llevó a Madrid no se había interesado por nosotros, ahora sentía la angustia y el remordimientos de sus actos, por eso quiso hablar a solas con Manuel, le contó porqué me había abandonado a mi suerte y le dijo que no me abandonara nunca.

Esto me lo contó mi hijo cuando volvíamos a casa después de enterrar a mi madre, el mismo me juró que se ocuparía de mí.

Cuando llegamos a casa nos esperaba otra sorpresa, D. Manuel había ingresado en el hospital, al parecer se encontró mal y fue a hacerse una revisión, no le dejaron volver a casa, me fui muy preocupada y cuando lo vi me tranquilice un poco, no tenía muy mal aspecto, apenas un poco de palidez, pero cuando hablé con el doctor me dio malas noticias, había tenido un amago de infarto, pero aun estando bastante bien debía cuidarse, pues no había pasado el peligro.

Cuando volvió a casa lo cuide lo mejor que pude, estaba siempre a su lado procurando que no le faltara nada, mi hijo al mismo tiempo, le traía los periódicos del día y estaba siempre pendiente de él y le hacía compañía cuando yo estaba ocupada en otros menesteres, le gustaba su charla, y ahora más al saber lo que había hecho por nosotros, sentía un verdadero efecto y admiración por él.

No obstante la tranquilidad duró poco, no había pasado un mes cuando una noche le oí respirar con dificultad, llamé al médico y rápidamente lo llevaron al hospital, esta vez no hubo solución, a las pocas horas fallecía.

Tras los días de profundo dolor, mi hijo me hizo una pregunta, la gran pregunta que yo no me atrevía a hacerme… ¿qué sería de nosotros ahora?

Yo no supe que contestar, solamente estallé en un llanto que no tenía consuelo, mi hijo me abrazó, fue un abrazo sincero, me sentí un poco aliviada, especialmente cuando entre hipo y hipo me dijo al oído…

--- No te preocupes mamá, mientras que yo esté aquí no te faltará de nada.

Yo en un gesto de ternura lo besé, pero con la desesperación del futuro tan incierto fue un beso repetido por toda la cara hasta casi sin darme cuenta en la comisura de los labios, solo me di cuanta cuando noté el aliento de mi hijo en mi boca y lo acelerado de su respiración.

Me recompuse como pude y no me hice por enterada; cuando me acosté, oí a mi hijo en su habitación, estaba con la luz de la mesita encendida, solo se le oían palabras inconexas, me extrañó y me acerque a la puerta, por una rendija pude ver como estaba acostado con el pijama en las rodillas y en la mano tenía un sujetador mío y en la otra su polla, dura y gruesa como no había visto otra, se restregaba mi sujetador en el glande hasta que dio un gruñido y se corrió sobre la prenda y el suelo.

Mis mejillas ardían cuando me metí en la cama inmediatamente, no podía creer lo que había visto, me agolpaban las imágenes que acababa de ver en la cabeza, el beso casi en la boca, mi sujetador en poder de mi hijo como talismán y haciéndose una paja pensando en mí, pero sobre todo no se me iba de la mente la polla que agitaba con fuerza, la verdad es que yo no tenía mucha experiencia pero no había visto nunca nada parecido, y para colmo la vigorosa corrida que tuvo, varios chorros de leche cayeron al suelo y otros empaparon el sujetador que al ser negro destacaba la blancura del semen, estaba tan agitada que note como tenía mojada la entrepierna, mi mano se deslizó bajo mis bragas y cuando noté el abultado clítoris reaccione y me asuste, saque la mano rápidamente y pensando todo aquello al final me dormí.

Por la mañana no me atrevía a mirar a mi hijo, el parecía otro, aunque intentaba disimular cuando estaba de espaldas a él notaba su mirada en mi cuerpo, después de comer dejando a un lado todo lo ocurrido me encaré a él y le dije la situación en que nos encontrábamos, cualquier día aparecería algún abogado y nos indicaría que debíamos dejar la casa pues los herederos no querían saber nada de nosotros.

La sola idea nos espantaba, yo con la confianza que me dio D. Manuel nunca pensé en el futuro, apenas tenía dinero ahorrado, pues no me hacía falta nada y de ajuar ni armario de ropa tampoco estábamos surtidos.

Mi hijo enseguida se puso a mi lado y me abrazó, me cogió de las manos y me dijo que no sufriera que dejaría los estudios y trabajaría de lo que fuera.

De momento le agradecí mucho su apoyo, pero siendo realista no era bastante.

Como temíamos a los quince días llamó a la puerta un abogado, nos informó que el notario abriría el testamento en breve y reuniría a sus familiares, nos informó que desgraciadamente aunque sabía de mi dedicación hacia el señor, no tenía buenas esperanzas hacia nuestra situación, más o menos nos insinuó que fuéramos haciendo las maletas.

Creo que fueron de los momentos  más tristes de mi vida, me pasaba el día llorando, no tenía consuelo, por las noche era peor, en la oscuridad veía en el techo las imágenes como en el cine de mi hijo y yo en la calle con la maleta en el suelo, como último caso intentaría volver al pueblo aunque no tenía muchas esperanzas con mi desconocida familia.

No me di cuenta cuando se me escapó un sollozo más fuerte de lo normal, al momento mi hijo llamo a la puerta y me preguntó si estaba bien, la imagen de mis ojos rojos y empapados en lágrimas le hizo sentarse junto a mí en la cama y luego decidió meterse bajo las sabanas conmigo.

Me abrazo y me cobije entre sus brazos, me consolaba notar cómo me protegía, cuando se me pasó el llanto nos quedamos pegados mirando al techo, yo me sentía bien a su lado, pero me quedé de piedra cuando sin más me preguntó…

--- Mamá, tanta fuerza tienen tus tetas que D. Manuel nos cuidó todo este tiempo dándonos cuanto nos hacía falta?

Yo no sabía que contestar, me pilló por sorpresa, pero insistió.

--- Tan bien sabe la leche? Pero luego cuando ya no tenías, tanto le gustaban?, no me lo imagino, deben ser deliciosas.

Intenté cambiar el rumbo de la conversación.

--- Bueeeno… eran otros tiempos, yo era una cría, con un  gran problema y D. Manuel tenía mucha falta de cariño, al ver como mamabas le inspiró mucha ternura, y se le ocurrió darnos cobijo, con el tiempo se hizo cariño y hasta aquí.

--- Me gustaría vértelas, deben de ser mágicas, por ellas estamos bien hasta ahora, yo estudiando, veremos a partir de ahora.

No tuve otro remedio que asentir.

--- Tienes toda la razón.

No me percaté de mi asentimiento hasta haberlo dicho, yo me refería a lo último que dijo, pero…

--- Gracias mamá, te lo agradezco mucho siempre me han gustado.

Antes de lo que imaginaba mi hijo estaba desabrochándome el pijama y me separaba la prenda dejándome al descubierto las dos tetas a la vez, fue un movimiento rápido, parecía que lo tenía ensayado, pero lo cierto es que mis dos tetas estaban a su vista, yo con los treinta y algún años tenía las tetas duras, y los pezones oscuros y que aún en la penumbra de la habitación se distinguían perfectamente.

Los ojos de mi hijo estaban abiertos como platos, sentía su mirada en mi piel, yo no me atrevía a moverme ni a decir nada, quizá por eso mi hijo decidió dar un paso más, su mano se acerco lentamente y abarcando desde abajo arriba me cogió una teta y la apretó suavemente, el pezón se quedó entre sus dedos y aún salió más, apretándose contra mí se incorporó lo suficiente para acercar su boca a su mano llena y después de dar una lamida suave se metió el pezón entero en la boca.

Sentí un calambre que me recorrió todo el cuerpo, el pezón se puso duro, rugoso al contacto de su lengua, no me atrevía a moverme, pero noté como al incorporarse sobre mí su polla me aprisionaba el muslo, a través de la leve tela del pijama sentía el calor de su miembro duro, me quemaba la piel pues se le había salido por bajo del camal de su slip, notaba las palpitaciones de su glande cada vez más seguidas.

Cuando dejó de chuparme la teta creí que ya había pasado el peligro, pero no, simplemente aún se subió más sobre mí y alcanzó la otra teta, le dedicó la misma atención, primero lamiéndola y luego chupándola, esta vez aspirándola hasta meterse la mitad en la boca, sentía mi pezón rozar en su paladar, pero la consecuencia inmediata era que al estar más sobre mí su polla se apoyaba en mi pubis, ahora no era mi muslo, cabeceaba sobre el vello sin parar, notaba como sus huevos se aplastaban en mi pierna, ásperos, redondos y duros.

Como la lujuria le invadía cada vez más no se conformó con una teta, el movimiento siguiente fue subirse sobre mí del todo y abarcar las dos tetas a la vez, las alternaba en su boca y les daba la forma de su paladar, los pezones me dolían de los mordiscos y estaban rojos de la aspiración, pero lo peor era que ahora su cuerpo estaba entre mi piernas, las tuve que encoger pues me aprisionaba el pijama, se pegó con su polla contra mi coño, aún estando la tela de mi pijama me separaba los labios y se paseaba entre ellos con un movimiento oscilante que me volvía loca, yo ya hacía rato que había mojado el pijama con mis flujos, facilitando el rozamiento, cuando empezó a acelerar sus vaivenes dejó las tetas de golpe y subió a mi estomago, puso una teta a cada lado de su polla y la abrazó con ellas, se movía acompasadamente, yo veía como se glande desaparecía del todo para aparecer al momento tocándome el cuello, estaba morado y las venas hinchadas marcaban todo el recorrido de su tronco entre la piel blanca de mi pecho, cuando sus movimientos se hicieron descontrolados me dijo imperiosamente…

--- Mamá ahora es el momento para que seas tú la que mame, toma mi leche…

Se acercó a mí, soltó las tetas que pasaron entre sus muslos, su glande se acercó a mi boca directamente, apenas tuve tiempo para abrir los labios y dejarla entrar cuando un chorro de leche me llego a la garganta, me atraganté y me puse a toser, pero me lo impidió el segundo chorro, éste en el paladar, el tercero terminó de llenar mi boca, pero entonces entro de golpe la polla entera, el glande se pegó al paladar, casi en la campanilla, la leche que no pude tragar se me salió entre el poco espacio que dejaban mis labios, sus huevos no dejaban de expulsar semen, que escurría por la barbilla hasta el cuello y mis tetas, cuando parecía acabar le cogí  de las nalgas y lo atraje hacia mí, le obligué a dejar toda su leche en mi boca, pero esta vez me la terminé tragando.

Cuando se bajó de mi solo hizo un comentario…

--- Ahora comprendo a D. Manuel, eres una maravilla, toda tú.

Nos quedamos abrazados, el olor a semen nos unía, nos dormimos al momento, solo me desperté al sentir frio en las piernas, al levantar la cabeza vi como estaba destapada, el pijama estaba enredado en un tobillo solo, las piernas abiertas del todo, mi hijo arrodillado a mi lado tenía la cara entre mis muslos mirando extasiado mi sexo abierto, se le oía aspirar los efluvios de mi flujo, me daba tiernos besos entre mis muslos que hacían que aún se separaran más, con sus dedos iba separando mis labios, con la barbilla apoyada en mi vello púbico separaba con la lengua buscando la abertura.

Cuando llegó al clítoris, un espasmo me hizo elevar mis caderas hacia él presionando su lengua a la entrada de mi vagina, su lengua recorrió el trecho desde el clítoris hasta el culo, fue despacio, muy despacio, parecía una eternidad, cuando volvió al clítoris, lo atrapo con los labios y con la lengua le aparto la piel protectora, ya no pude aguantar más, alargué la mano y la pasé entre sus piernas, pegada a sus huevos encontré su polla colgando, dura como momentos antes, la apreté frenéticamente y le descubrí el glande, me apoderé de él y le acaricié el frenillo, una convulsión hizo que se me escapara de la mano, le apreté los huevos, duros, resecos, la polla se marcaba detrás de ellos aún, era larga hasta dentro, quise saber hasta dónde y la seguí, casi le llegaba al culo, mi dedo rozó el agujero negro, me mojé con saliva y sin pensarlo dos veces, lo rodeé y lo introduje hasta la segunda falange, la encogida que hizo tuvo consecuencia en mi clítoris que recibió un bocado, volvía levantar las caderas y su boca se pegó literalmente entre mis labios, noté como un orgasmo me iba a elevar al cielo, ya hacía mucho que no sentía nada igual, cuando le atrapé otra vez la polla se la agité suave al principio y rápido después, cuando mi orgasmo me sacudió un chorro de leche se escurrió en mi mano por la muñeca y el brazo, los siguientes mojaron las sabanas.

Él no se giró siquiera, simplemente se incorporó y colocándose entre mis piernas las levantó sobre sus hombros y se pegó con su polla a la entrada de mi coño como pidiendo permiso, solo tuve que elevar mi coño hacia él para que de un empujón, entrara hasta dentro, el chapoteo de sus huevos en mis nalgas mojadas se mezclaba con mis jadeos.

Se apoyaba en las sabanas con los codos, me apretaba las tetas con las manos con los que me obligaba a tener las piernas plegadas sobre mis costados, elevando mi culo a su altura, sus incansables empujones bombeaba su polla en mi coño, sacándola blanca de flujo que al volverla a meter se escurría por mis nalgas hacia mi culo, mi vagina expulsaba el aire que inyectaba al entrar violentamente y sonaba como ventosidades.

Cuanto más se excitaba mas aceleraba, su mirada perdida sobre mí, las rodillas hincadas entre mis muslos con la excitación muchas veces la polla se salía, yo la tenía que encarar otra vez en mi vagina, pues golpeaba en mi ingle o mis muslos, excepto una vez que acertó en mi ano, di una encogida, pues no lo esperaba por ahí, él siguió penetrándome el coño, yo estaba muy caliente con aquella polla dentro de mí, aproveché para acariciarme el clítoris, necesitaba correrme sin falta, me dio la idea al tener que guiarle la polla otra vez a mi vagina, me propuse que no habría tercera vez, con los dedos mojados con mi jugo vaginal rodee mi ano, pulsé en el dentro y el dedo fue entrando, el seguía incansable metiendo y sacando carne dentro de mí, estuve esperando un rato, no paraba, la hundía hasta los huevos, sin parar, cuando por fin se le escapó por tercera vez, la volvía coger del glande, la centré sobre mi ano y el sin notarlo empujó, procuré relajarme lo más posible, pero aún así dolió, pero cuando llevaba la mitad dentro un gozo me invadió las entrañas, mi hijo ni se dio cuenta, el siguió como una maquina bombeando a un ritmo constante, cuando llegó al fondo sus huevos se quedaron pegados a mi culo, estuvo unos segundos sin moverse, pegado, empujando solamente, con mis músculos pelvianos le estruje la polla, el lo notó y yo también como palpitaba su glande, de momento aceleró, perecía poseso, mi ano estaba irritado al no tener lubricación, al fin con un gruñido bestial me empujó hasta que mi cabeza tocó el cabezal de la cama, me cogió una teta con cada mano apretando los pezones, se quedó inmóvil unos segundos, yo aproveche para acariciarme el clítoris vivamente y cuando sentía por la espalda los calambrazo del placer supremo note como las entrañas se llenaban de leche que mi hijo me metía a presión, cuando cayó sobre mi agotado yo aún estaba experimentando los coletazos de mi orgasmo.

Estuvo sobre mí hasta que se oyó un plop! La polla se salió blanda, al momento un reguero de semen se asomaba tímidamente en mi ano, una leve contracción mía y salió una catarata de leche espesa, no me molesté en limpiarme.

Cuando nos levantamos a la mañana siguiente la casona no parecía tan grande.

Ni mi hijo ni yo tuvimos la delicadeza de sacar el tema, simplemente la vida siguió como hasta entonces.

A los dos días el cartero trajo una carta certificada, era de un notario.

Mi corazón saltó de inquietud, se había acabado la dicha.

Me citaban un día a una hora en concreto, sin excusa, me temí lo peor.

Cuando entramos en la notaria mi hijo y yo, vimos en un rincón a unas personas con aspecto huraño, nunca las había visto, por los rumores me enteré que eran sobrinos de D. Manuel.

Cuando entramos al despacho del notario, nos quedamos de pie, como esperando salir corriendo, el pasante nos acerco unas sillas y nos invitó a sentarnos, yo me dedique a mirar los fajos de documentos que habían en las estanterías, sin prestar a tención de lo que leía en el testamento, solo cuando el notario alzó la voz y me preguntó…

--- Lo ha entendido todo señora?

--- Oh, perdone estaba distraída, cuando nos tenemos que ir?.

--- No, no me ha oído. He estado leyendo el testamento de D. Manuel, en el se le deja en herencia todas sus posesiones y su fortuna, a su hijo le deja una buena cantidad para sus estudios… y a sus sobrinos unas fotografías viejas de sus antepasados, por no haberse acordado de él nunca. Enhorabuena señora. Está conforme?

--- Yo, yo? Siiii, claro, está seguro?

El notario sonrió mirando como estábamos mi hijo y yo, mientras los sobrinos se marchaban dando un portazo al salir, luego me describió las fincas y casas que tenía D. Manuel, una fortuna en dinero.

Cuando salimos a la calle, me pareció una avenida más grande y luminosa, parecía que no tocaban mis pies en el suelo, me colgué del brazo de mi hijo que mirándome me dijo…

--- Donde quieres ir a comer?

Fuimos al mejor restaurante que teníamos referencias, la verdad es que no habíamos estado nunca en un establecimiento de tanta categoría, al principio estábamos cohibidos, pero mi hijo tuvo una brillante idea, cuando el maître nos presento la carta mi hijo la cerro y se la devolvió no sin antes haber endosado un par de billetes de los más altos, al momento todo cambió, varios camareros se acercaron a nuestra mesa y ya no nos falto de nada, atenciones, consejos sobre lo que podíamos comer, hasta salió el jefe de cocina para preguntarnos si estábamos satisfechos con la comida, cuando salimos a la calle nos despidieron con una reverencia.

Estábamos pletóricos, de tener la maleta casi en la calle a disponer de una gran situación, aunque lo cierto es que no sabíamos cómo administrarla.

Llegamos a casa con un taxi, mi hijo tuvo la ocurrencia de cogerme en brazos y entrar en casa como unos recién casados, yo le pregunté sorprendida a que venía esto y el por toda respuesta me dio un beso en la boca, yo cerré los ojos, no sé si por efecto de la gran comilona que habíamos tenido o por la bebida que habíamos consumido pero me dejé llevar, solo los abrí cuando note como mi hijo abría con el pie la puerta de mi habitación y me dejaba sobre la cama.

Lo primero que hizo fue correr las cortinas dejando una luz tenue, luego me quitó los zapatos lentamente y paso las manos por mis piernas hacia arriba hasta llegar a la goma de las medias, las bajo suavemente, al sacármelas de los pies me hizo un poco de cosquillas que me obligaron a abrir las piernas, el se quedó mirando fijamente en la oscuridad de mi falda, la fue subiendo por mis muslos hasta que se veían mis bragas, yo esperaba que me las quitara pero no, simplemente las cogió de un lado y de un estirón las rompió, luego del otro lado, cuando sacó de entre mis piernas los restos de la prenda los olió y los lanzó lejos de nosotros y dijo…

--- Tú te mereces las prendas más finas que existan, yo te las compraré.

Luego me quito la blusa, se quedó mirando el sujetador que tanto le gustaba para hacerse pajas e hizo lo mismo, los desabrochó y me lo quitó lanzándolo lejos…

--- Ahora lucirás la lencería más sexi.

Mis dos tetas saltaron libres frente a él mientras me soltaba la cintura de mi falda y la sacaba por los pies, yo notaba como bajo su pantalón el abultado miembro pugnaba por salir, cuando estaba intentando sacarme la falda, pase mi mano por la bragueta apretándole la polla, al tacto se notaba el calor y la dureza que mantenía, el cinturón no me fue difícil soltárselo y el pantalón cayó a sus pies antes que mi falda.

Cuando se quedó de pie a mi lado mirándome desnuda para el metí la mano bajo su slip, con un poco de esfuerzo le saque la polla que apuntaba hacia arriba y que aún con la prenda forzándole quedaba a 45º, las venas hinchadas y el glande descubierto me decían que estaba preparado para el ataque.

Me incorporé en la cama lo suficiente para bajarle el calzoncillo y dejar la polla completamente libre, los huevos le hacían un justo complemento, pegados a la polla hiniesta, simplemente los cogí y tirando de ellos los acerque a mi cara, mi lengua los recorrió por entero, mi mano giraba la polla para dejar más espacio a mi lengua que después recorrió el tronco desde la base hasta el frenillo, rodee el glande con sumo cuidado hasta bajar por el tronco otra vez, la polla saltaba a cada palpitación de su corazón, cuando me metí la punta entre mis labios él se acercó lo suficiente para que no tuviera más que aspirar y medio tronco se colara en mi boca, mi lengua lo atrapó contra el paladar y al pasar mi mano entre sus piernas lo atraje hasta que el vello púbico me hizo cosquillas en mi nariz, ni yo me creía que estaba tragándome aquel trozo de carne dura, me llegaba más allá de la garganta.

Manuel estaba arqueado hacia atrás con los ojos cerrados saboreando la mamada que le estaba dando, poco a poco lo obligué a tumbarse pero no saqué la polla de mi boca, estaba a su lado hasta que me dio unos toquecitos en mi muslo dándome a entender que pasar una pierna sobre su cabeza, lo hice sin dejar de chupar la dura polla, él me besó en los muslos y fue metiendo la cara entre mis piernas, a los besos en mis ingles yo respondí separando las piernas todo lo que pude, así bajé lo suficiente para que su boca quedara pegada a mi sexo, su lengua abrió mis labios y al notar el olor a sexo se lanzo a lamer la entrada de mi vagina, separaba mis labios con los dedos y lamía y mordía con ansia mi clítoris que agradecido estaba rosado y suave abriéndose paso entre mis labios carnosos.

No sé que me pasó, quizá un cúmulo de cosas, pero sin esperarlo noté como un calambre recorrió mi cuerpo y sentí un orgasmo que me hizo desfallecer, mi cabeza dejo de lado la polla hundiéndose entre su muslo y sus huevos, mis piernas se abrieron tanto que no le dejaba respirar estaba literalmente aplastándolo con mi peso, fue un largo orgasmo, intenso como nunca, no tenía fuerzas para moverme no tenía conciencia de donde estaba ni lo que me pasaba, solo aguantaba como podía la serie de latigazos de placer que me llegaban a oleadas.

Casi me duermo ante la placidez que me quedó cuando me pasó el efecto de la gran corrida, solo el tacto de las manos de Manuel en mis tetas caídas a cada lado me volvieron a la realidad.

No quise que se moviera, simplemente me incorporé y rodando sobre él me senté entre sus piernas, frente a mi coño emergía su polla un poco bajada, fui subiendo hasta sentarme sobre ella, mis labios rodearon el tronco del miembro y con una serie de movimientos pendulares fue recobrando la dureza anterior, cuando el roce del glande bajo mi clítoris me hizo segregar una cantidad importante de flujos me incliné sobre él, su boca estaba justo bajo mis pezones y su polla ahora dura mirando al techo justo en la entrada de mi coño, no necesité ayudarlo, simplemente me deje caer y poco a poco me fui llenando de carne, resbalaba y su glande pulsaba como las cuerdas de una guitarra cada pliegue interno de la vagina, yo los dejaba sonar como un diapasón, él intentaba levantar el pubis para metérmela impaciente, pero yo con los muslos lo sujetaba y seguía entrando despacio, cuando llegué al final mi hijo cambio la cara, cerró los ojos y con un gesto de rabia mal contenida y decepción se corrió dentro de mí, no había podido aguantar tantas sensaciones.

Yo lo consolé dándole un beso cálido en los labios, le metí mi lengua buscando la suya, nos intercambiamos la saliva mientras me llenaba de leche hasta sentir que el útero estaba a reventar.

Cuando me fui levantando se oía el chapoteo de semen al salir de mí, me dejé caer de nuevo, su cara se iluminó, quería más, estaba dispuesto a seguir follando y yo también necesitaba otro orgasmo.

Mis movimientos empezaron desde cero hasta un ritmo endiablado, simplemente salía hasta notar su glande casi fuera de mí para dejarme caer hasta el fondo, él me esperaba con las caderas levantadas para que saboreara más su imponente polla, no me hacía falta, cuando me entraba un tercio de su polla era cuando más placer notaba, quizá el famoso punto G, pero el resto era puro sexo, placer salvaje, esta vez aguantó su corrida hasta que yo empecé a gemir, mi cabeza oscilaba descontrolada, mis manos estiraban mis pezones rabiosamente, el me sujetaba las caderas para que no me saliera, hasta que explotó dentro de mí, a la fuerza de mi orgasmo se unió la impetuosidad de sus espasmos dentro de mí, llenándome de leche otra vez, cuando terminó yo aún estaba sintiendo convulsiones, al final caí sobre él, su polla salió haciendo de tapón y un rio de semen empapó nuestros cuerpos sudados.

Los días siguientes pasaron como un cometa. No sabíamos cómo empezar, pronto vino el director del banco, nos trataban como si fuéramos reyes, yo no entendía nada pero todo eran firmas y cifras de dinero.

El abogado que un día visitó mi casa se ofreció a asesorarme, me pareció muy bien, estaba perdida con tanto lio.

Me enteré que D. Manuel tenía tierras que ni él sabía, la mayoría perdidas en la llanura de la Mancha.

Mi hijo por curiosidad las iba marcando en un mapa, algunas estaban en otra provincia.

Todos los días teníamos alguna sorpresa que comentar, era un aluvión de noticias, pero la más sonada fue algunos días después la carta que recibí desde un organismo del estado.

Yo me quedé helada, ya pensé lo por, seguro que había habido un error y estábamos otra vez en la calle, no sabía que pensar. Llamé al abogado que vino enseguida, al leer la carta me tranquilizó, era del ministerio de fomento y obras públicas, me citaban para proponerme un negocio.

Cuando acompañada de mi hijo y mi abogado acudimos a la cita estaba asustada, según me explicaron que tenían un proyecto de instalar un tren de gran velocidad que suponía un gran avance para el país y bla bla bla.

Al final, según me explicó luego mi abogado es que necesitaba pasar la línea por mis tierras.

Mi hijo fue sin falta al mapa que había hecho y las localizó en un sitio que ni conocíamos, estaban baldías y desaprovechadas.

Tras unos días de negociaciones, le propuse al abogado una buena comisión para él y que sacara lo más posible, lo cierto es que hizo un buen trabajo, las vendió por mucho dinero, mucho muchísimo, cuando vinimos de firmar en la notaría estábamos muy contentos, el abogado nos despidió con una sonrisa de oreja a oreja y nosotros nos fuimos a comer.

Estuvimos dudando de dónde ir, al final nos decantamos por el m ismo sitio donde habíamos ido la vez anterior, lo acertamos, al vernos entrar solo faltó que nos pusieran la alfombra roja, un enjambre de camareros y camareras siguiendo al maître salieron a nuestro encuentro, al llegar a nuestro lado nos sugirió que le acompañáramos, tras una puerta nos adentró en un saloncito reservado que tenía una mesa lujosamente vestida, con cubertería de plata e iluminada con grandes candelabros, nos recomendó que comer, incluso nos instruyó sobre las comidas y las combinaciones de vinos adecuadas etc. Lo cual le agradecimos mucho, cuando discretamente nos dejaban solos aprovechábamos para besarnos y acariciarnos disimuladamente.

En una de esas ocasiones entró de improviso el maître y no pillo besándonos, carraspeó cortésmente y al salir le dio a mi hijo una tarjeta escrita. Manuel me la enseñó cuando estábamos solos, decía:

“Me permito sugerirle que sobre nosotros está el hotel Imperial, como saben de alto lujo, si les apetece les tengo reservada la mejor suite.”

Nos miramos y sonreímos los dos a la vez, por supuesto que nos apetecía y además nos alegraba que nos hubiera tomado por amantes, cuando salimos y nos retiraba la silla Manuel le hizo una seña de conformidad con la cabeza.

Manuel ni miró la nota que le presentó al salir, sobre el importe dejó varios billetes grandes, estrechándole la mano.

Pasamos al hotel por una puerta interior, en recepción ya nos tenían la tarjeta llave preparada, al llegar a la puerta abracé a mi hijo y colgándome en su brazo entramos, lo primero que vimos era una súper cama, la más grande que habíamos visto nunca adornada con pétalos de rosa y la ropa abierta, sobre una mesita auxiliar una fuente con frutas, una caja de bombones y una botella de champagne francés dentro de una cubitera.

Manuel hizo los honores, descorcho la botella y me sirvió una copa que choqué con la suya, unos bombones me supieron a gloria, al asomarme al cuarto de baño descubrí un jacuzzi, estaba en marcha burbujeando humeante.

Sin decir nada me desnudé arrojando la ropa a una silla, y me metí en el agua, que sensación más placentera, llamé a Manuel desde allí, al verme no exclamo más que un Oh! e imitándome desnudo se metió frente a mí.

Estábamos lo suficientemente separados pero nuestras piernas pronto se buscaron, aunque no las veíamos cubiertas por la espuma de las sales de baño.

Con mi pie pronto encontré la entrepierna de Manuel, rocé su polla y sus huevos, el me cogió de los tobillos y me atrajo hacia él, paso mis piernas sobre las suya y me sentó sobre su regazo, solo se nos veían las cabezas, mis manos se aferraron a su polla y las suyas a mis tetas cuando nos abrazamos su polla cayó bajo mi coño, mis tetas presionaban en su pecho y nuestras bocas se encontraron el enredarse nuestras lenguas.

Cuando nos saciamos de besos me dio la vuelta y me recosté sobre su pecho, el me abrazaba por detrás, me hacía sentir protegida y feliz, nuestras vidas habían cambiado 180º.

Estuvo besándome el cuello y las orejas, en sus manos mis tetas se revolucionaban bajo el agua, me puse de rodillas sobre sus piernas , quizá el calor del agua o tal vez el momento tan relajante contribuyo a que cuando me senté sobre él mi ano recibiera su glande como una cosa normal, él se quedó quieto, no quería hacerme daño, pero era yo la que quería que me le metiera por el culo, con un fuerte suspiro me relajé de todo y de dejé caer lentamente contando los centímetros de verga que iban entrando en mis entrañas, la suavidad del agua y las sales me ayudaron a engullir semejante polla.

Sus huevos aparecían duros entre los labios de mi coño, al acariciarlos me respondió pellizcándome los pezones desde detrás, estuve cabalgándolo un rato ayudada por el vaivén del agua, cuando me levanté le señalé para que se sentara en el borde del jacuzzi, al salir la polla casi estaba pegada a su vientre, desde dentro del agua arrodillada la cogí y la nivelé a mi boca me incrusté entre sus piernas y la polla desapareció entre mis labios, sus manos acompañaban a mi cabeza en los movimientos mientras me acariciaba el pelo y las orejas.

Le hice que se sentara más al borde de la bañera y abriéndole las piernas más pasé la mano por los huevos, no colgaban, sino que estaba pegados a la polla apenas visible, con mis dedos seguí la continuación del tronco del pene dentro del perineo hasta que llegué a su ano, estaba rugoso y encogido, con dos dedos mojados lo rodee y con el mediano lo introduje despacio hasta que se hundió hasta la mitad, Manuel se dio la vuelta y su culo quedó frente a mi cara, sus nalgas apenas cubiertas de vello dejaban ver el agujero apenas abierto por mí, mi primer impulso fue besarlo, pero después saqué la lengua y lo lamí, las nalgas se abrieron más y cuando pasé la mano entre sus piernas encontré su polla más hinchada de lo que la había visto hasta ahora, mientras le lamia el culo intentando meter un poco de la lengua dentro mi mano recorría su polla de delante atrás, cuando conseguí que la punta de la lengua estuviese dentro del ano de Manuel en mi mano noté como sus venas se hinchaban más y por la uretra llegaba un chorro de leche que no dejaba de salir como una fuente y caía al agua haciendo hebras de semen flotantes, no saqué la lengua del culo de Manuel hasta que no dejó de escupir leche.

Cuando se volvió hacia mí las rodillas le temblaban, me dijo que me pusiera igual que él y me agache sobre el borde, me cogió los tobillos y me los separó, me separo las nalgas y me lamió desde el clítoris hasta la vagina, yo me arqueaba sacando el culo lo más posible, me estaba dado un placer infinito, mis tetas bamboleaban bajo de mí, cuando se levantó miré por debajo de mi cuerpo y vi como del agua salía su polla otra vez dura, se había repuesto comiéndome el coño, me asió de las caderas y pasó el glande entre mis piernas, al pasar por el clítoris me dio un pequeño calambre, pero siguió hasta la entrada de la vagina, abrió los labios y la metió un par de veces hasta dentro del todo, lo notaba en mi útero como presionaba cada vez, al salir, apuntó al ano y no falló, en un empujón continuo fue metiéndola suave pero decidido hasta que el vello y los huevos chocaron con mi culo, no me podía mover, solo seguía sus movimientos adelante y atrás, mis tetas hacían lo mismo, cuando me corrí no quise dárselo a entender, aguante mi orgasmo lo mejor que pude, el seguía impertérrito metiendo y sacando polla, solamente cuando se paró y se apretó contra mí supe que se iba a correr, lo hizo, y creo que tan abundante casi como la anterior vez, luego nos dejamos deslizar otra vez en el agua.

Ya había anochecido cuando salimos a la calle, volvimos paseando cogidos del brazo un buen trecho por la Gran Vía.

Mi hijo se graduó como ingeniero agrario y lleva con sumo acierto nuestras tierras, yo he comprado la casa de mis padres en el pueblo donde nací, la arreglaré e iré de vez en cuando.

Ahora me llegan estos recuerdos mientras viajo en el tren de gran velocidad y cruzo las tierras que antes fueron de D. Manuel mi benefactor y luego mías, estoy sintiendo un calor indescriptible entre mis piernas, voy a reunirme otra vez con mi hijo,

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El divorcio de mis padres me hizo feliz

Viaje de un jubilado a La Argentina (38)

Viaje de un jubilado a La Argentina (37)

Viaje de un jubilado a La Argentina (36)

Viaje de un jubilado a La Argentina (35)

Viaje de un jubilado a La Argentina (34) completo

Viaje de un jubilado a La Argentina (34)

Una Nochebuena especial

Viaje de un jubilado a La Argentina (33)

Viaje de un jubilado a La Argentina (32)

Viaje de un jubilado a La Argentina (31)

Viaje de un jubilado a La Argentina (30)

Viaje de un jubilado a La Argentina (29)

Viaje de un jubilado a La Argentina (28)

La conversión de mi hijo Eduardo

Viaje de un jubilado a La Argentina (27)

Viaje de un jubilado a La Argentina (26)

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Viaje de un jubilado a La Argentina (17)

Viaje de un jubilado a La Argentina (18)

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Viaje de un jubilado a La Argentina (14)

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Viaje de un jubilado a La Argentina (13)

Viaje de un jubilado a La Argentina (12)

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Viaje de un jubilado a Argentina (3)

Viaje de un jubilado a Argentina (2)

Viaje de un jubilado a Argentina (1)

Mis primas de la capital (30) y FINAL

Mis primas de la capital (29)

Mis primas de la capital (28)

Mi timidez y mis tías (50) y FINAL

Mi timidez y mis tías (49)

Mi timidez y mis tías (48)

Mi timidez y mis tías (47)

Mis primas de la capital (27)Estaba muy agradecido

Mi timidez y mis tías (46)

Mis primas de la capital (26)

Mis primas de la capital (25)

Mi timidez y mis tías (45)

Mis primas de la capital (24)

Mi timidez y mis tías (44)

Mi timidez y mis tías (43)

Mis primas de la capital (23)

Mis primas de la capital (22)

Mi timidez y mis tías (42)

El tío Culebra me quitó el miedo a los reptiles 1

El tío culebra me quitó el miedo. (2)

Mi timidez y mis tías (41)

Mis primas de la capital (21)

Un jubilado en el cine

Mi timidez y mis tías (40)

Mis primas de la capital (20)

Un pastor en el camino de Santiago

Mis primas de la capital (19)

Mi timidez y mis tías (39)

Memorias de un abuelo (2)

Mi timidez y mis tías (38)

Memorias de un abuelo (1)

Mi timidez y mis tías (37)

Mi timidez y mis tías (36)

Mi timidez y mis tías (35)

Mi timidez y mis tías (349

Mis timidez y mis tías (33)

Mi timidez y mis tías (32)

Mi timidez y mis tías (31)

Mi timidez y mis tías (30)

Mi timidez y mis tías (29)

Mi timidez y mis tías (28)

Mi timidez y mis tías (27)

Mis primas de la capital (18)

Mi timidez y mis tías (26)

Mi timidez y mis tías (25)

Mi timidez y mis tías (24)

Mi timidez y mis tías (23)

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Mi timidez y mis tías (20)

Mi timidez y mis tías (19)

Mi timidez y mis tías (18)

Mis primas de la capital (17)

Mitimidez y mis tías (17)

Mi timidez y mis tías (16)

Mis primas de la capital (16)

Mi timidez y mis tías (15)

Mis primas de la capital (15)

Mi timidez y mis tías (14)

Mi timidez y mis tías (13)

Mis primas de la capital (15)

Mis primas de la capital 14

Mi timidez y mis tías 12

Mi timidez y mis tías 11

Mi timidez y mis tías 10

Mi timidez y mis tías 9

Mi timidez y mis tías 8

Mi timidez y mis tías 7

Mi timidez y mis tías 6

Mi timidez y mis tías 5

Mi timidez y mis tías 4

Mi timidez y mis tías (3)

Mi timidez y mis tías 1

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Mi coño conquistó New York. (2)

Mis primas de la capital (13)

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (2)

Mi coño conquistó New York.Cuando decidí labrarme

Para un concierto lo mejor es un trío… o más (3)

Mis primas de la capital (12)

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Mellizos y gemelas, de gavilán a paloma.

Mis primas de la capitál (10)

Para un concierto lo mejor es un trío, o más.

Mi ahijado, su hermano y su madre

Mi ahijado, su hermano y su madre

Entre mi padre y mi tía me quitaron mis complejos.

Mis primas de la capital (9)

Ayudando a mi mamá

Mis primas de la capital (8)

Mis primas de la capitál (7)

Mis primas de la capital (6)

Mis primas de la capital (4)

Mis primas de la capital (5)

Mis primas de la capital (3)

Mis primas de la capital (2)

Mis primas de la capital

Dos que valen por tres.

Al conocer mi adopción encontré la felicidad

El chat me ayudó con mi sobrina (Continuación 2)

El chat me ayudó con mi sobrina (continuación)

Mi gran desgracia mi polla Final

Mi gran desgracia mi polla continuación

He tenido mas corridas que km. en mi carrera

Mi padre y mi tio tienen los mismos gustos

Me casé con una miss

Mi gran desgracia .. mi polla

Me gusta ser chófer (TOMO I)

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Bienvenida mi jubilacion tomo 2

Bienvenida mi jubilación

Tengo una familia atipica pero con mucha memoriT

Mi primer viaje en avión

Desde el balnerario con amor

El chat me ayudo con mi sobrina