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Me hicieron creer que era afeminado. (15)

en Amor filial

                                                  Ya como norma todos los días al salir de clase esperaba a Sonia, le acompañaba a su casa o mejor dicho hasta cerca de su casa para evitar las consecuencias con su estricta tía, notaba a la chica cada día más agobiada y no era por la clase, Sonia cumplía más o menos aunque sabía que no estaba por su voluntad pero al salir la veía apagarse, cada vez hablaba menos y aunque intentaba animarle de todas las maneras no lo conseguía.

  • Sonia, perdona que me inmiscuya, sé que dirás que no me importa pero me preocupa que estés tan callada, ya te dije muchas veces que estoy dispuesto a ayudarte en lo que pueda.
  • Gracias Carlos pero la verdad, no sé qué hacer y me da vergüenza contarte ciertas cosas porque eres un hombre y aunque te aprecio me resulta embarazoso.
  • Te comprendo pero ya eres una mujer, para mí también hay cosas embarazosas, ya viste el otro día, las chicas me trataron como un muñeco y, aunque me vengué un poco de Adela, no me hundo por eso, tampoco quisieras que pensaras que soy un aprovechado y menos contigo, creo que ya debemos defendernos por nosotros mismos.
  • Ya lo sé Carlos, no quiero que pienses que soy mojigata, el otro día aunque te vi el miembro de lejos y como te provocaron las compañeras no me asusté ni mucho menos, al revés, me alegré y me divirtió mucho pero es que en lo referente a mí no encuentro salida.
  • ¿Y qué te tiene tan preocupada?
  • Es Daniel, él me cuenta que lee mis cartas y piensa mucho en mí, me dice que las lleva encima y cuando las vuelve a leer se excita mucho y se masturba imaginando, quiere que le de alguna muestra de que yo también lo quiero además de los besos impresos.
  • Eso es normal, piensa en el chico leyendo tus cartas… es lógico que imagine que está a tu lado y aunque no te haya tocado más que un roce se hará una idea de ti y de tu cuerpo y eso a cualquier hombre lo vuelve loco y quiere algo más.
  • Sí, eso me dice que piensa en mí, en mis tetas, en mí… no sé qué hacer.
  • A mí se me ocurren varias cosas pero ignoro qué te parecerán a ti, son un poco más atrevidas y aunque tenemos confianza…

                                                  Estábamos llegando al final de nuestro paseo, una esquina más y yo me tenía que desviar porque su casa estaba casi al lado, de pronto ella dijo.

  • Carlos, hoy mi tía ha ido a visitar a una prima enferma y no vendrá a comer, si quieres me puedes acompañar hasta la puerta y me dices lo que has pensado.
  • Me alegro, vamos pero de lo que tenía pensado no estoy nada convencido y lo último que me gustaría es que pensarás que soy un libertino o que te has equivocado conmigo y no te he valorado como mereces.
  • No, de verdad te aprecio mucho, te he contado todo lo de Daniel, nadie lo sabe más que tú y confío en ti, es cierto que no me importa lo que hagas con las otras chicas, porque te portas muy bien conmigo.

                                                  Yo intentaba no tensar mucho la cuerda porque Sonia me gustaba bastante y tener que darle suelta para que el tal Daniel recogiera los frutos no me seducía pero al llegar a su puerta e ir a despedirme Sonia me cogió de la mano y tiró de mí.

  • Entra Carlos, sube a mi casa, no temas estamos solos y de paso te daré las cartas para que me las guardes.
  • No, si me preocupo es por ti porque si tu tía se entera que te acompaño y que he subido a tu casa… puedes tener muchos problemas.
  • Espero que no pero necesito que me digas que puedo hacer.

                                                  Sigilosamente subimos a su casa, era también antigua pero al estar habitada desde hacía mucho por una señora mayor era acogedora.  Sonia me guió hasta su habitación, yo estaba más preocupado que ella que no tenía otra cosa en la cabeza que las cartas.

                                                  De debajo de un armario sacó una caja de zapatos, en ella tenía todas las cartas que había recibido desde hacía tiempo.

  • ¿Carlos me prometes que no te vas a reír? Para mí son importantes, te voy a enseñar una para que veas a lo que me refiero.

                                                  Buscó una de las más recientes, la abrió con devoción y la dobló un poco para que leyera sólo lo que le interesaba, en ella la mayoría de cosas eran las típicas de los enamorados, que a mí ni me iban ni me venían pero en un  párrafo que me señaló pude leer “querida Sonia, no te puedes imaginar cómo tengo la pija, estoy pensando en ti y la tengo a reventar, me duele la punta de tanto menearla, ya no puedo aguantar y voy a acabar, me pone pensar que estás conmigo, la verías y sé que te va a gustar, ya con eso me daría por conforme aunque sé que te pediría que me la tocaras.  Me encantaría que me dijeras como eres tú, sueño con tus tetas y me gustaría tanto chuparlas…” 

                                                  Ahí ya me quitó la carta y no me dejó leer más, la plegó con cuidado y la guardó en el sobre como una reliquia.

  • ¿Qué te parece Carlos?, por eso me da tanta vergüenza contártelo, así como lo has leído tu ya no es lo mismo, ¿qué puedo hacer?
  • No sé Sonia, es tan personal… no creo que pueda ayudarte.
  • Por favor Carlos, tú tienes más ideas que yo, ¿qué le digo?

                                                  Cada vez me resultaba más difícil ayudar a Sonia, imaginaba a Daniel  recibir la carta y meterse en el aseo a leerla con la polla en una mano y el escrito en la otra pero, la chica sufría y mucho, haciendo un esfuerzo empecé a comentarle lo que ya tenía pensado pero con tacto para que no se enfadara conmigo y fuera encima el único damnificado.

  • Me parece que tu chico lo pasará mal cuando lea tus cartas y más si sólo os habéis besado.
  • Bueno, una vez me puso la mano en el pecho sobre la ropa…
  • Pero mujer… eso no es nada, ni lo notaría.
  • Pues yo sí que lo noté, se me puso el pecho duro enseguida y me entraron unos calores…
  • Acabo de pensar una cosa -mentí- imagino que Daniel se conformaría con tocarte una teta, digo yo, ¿o no?
  • Seguro que le gustaría, siempre me lo está diciendo.
  • Pues si te parece le puedes dar ese capricho, piensa que al fin y al cabo sólo es piel y que no te va a ver.
  • Pero ¿cómo la va a notar, si no la ve y no la toca?
  • En eso estaba pensando que la podría ver y tocar con la imaginación.
  • No te comprendo.
  • Yo lo tengo pensado pero si tú no quieres…
  • Si claro, haré lo que digas pero no entiendo nada.
  • ¿Tienes el lápiz de labios con que le mandas tus besos?
  • Claro, es rojo.
  • ¿Y no tienes otro de otro color más… marrón por ejemplo?
  • Yo no pero mi tía seguro que tiene, es muy discreta, ahora lo traigo.

                                                  No sabía cómo iba a encajar mi idea y eso me preocupaba pero más me fastidiaba la reacción de Daniel, al momento Sonia vino con un pintalabios algo más oscuro que la carne, me pareció perfecto.

  • Sonia, ahora te voy a explicar mi idea y ante todo quiero que no te enfades conmigo, ya sabes que lo hago por ti.
  • Sí, lo que tú digas.
  • Mira, como me dices, a Daniel le gustaría tocarte las tetas y una manera de que lo haga en la distancia sería que se las imagine.
  • ¿Y cómo?
  • ¿Si te pido que te quites la camisa te enfadarás?
  • Contigo no, en la clase se la quitaste a Adela y no pasó nada.
  • Pues eso.

                                                  La chica se quitó la camisa quedándose en sujetador y cruzó los brazos por encima tapándose un poco.

  • La idea es si no te sabe mal que le mandes en una carta la marca de una teta como haces con los labios ¿comprendes?
  • ¿Y cómo se va a marcar?
  • Para esto está el pintalabios, igual que tu boca.
  • ¡Ah!  Ya entiendo pero eso es muy difícil, yo a mis labios los veo en el espejo.
  • Para eso estoy yo aquí, para ayudarte.
  • ¿Y me vas a marcar la teta en el papel?  No se notará.
  • Sí, no te preocupes pero para eso te tienes que quitar el sujetador.
  • Pero me vas a ver las tetas, nunca me las ha visto nadie.
  • Vale tranquila, sólo era una mala idea, déjalo ya se me ocurrirá otra cosa pero Daniel va a sufrir mucho.
  • ¿Y crees que se notará bien en el papel?
  • Estoy convencido.
  • Bueno, me bajaré el tirante sólo, supongo que te apañarás con eso.
  • Lo intentaré.

                                                  Sonia se bajó el tirante, aún con el sujetador me quedé sorprendido de lo bonito que tenía el pecho, al bajar la copa apareció una teta en punta mirando hacia arriba que se mantenía erecta pese a tener un buen volumen, la polla se quejó por no poder participar.

                                                  Me puse delante de ella en varias posturas admirando aquella maravilla y calibrando cómo atrapar aquella teta tan preciosa, cogí el papel de la carta y lo planté sobre la piel, apreté y pude notar lo dura que estaba, el pezón se me marcaba en la palma de la mano y nada más soltar volvía a su estado natural inmediatamente, probé de distintas formas apretando la teta con el papel entremedio, al mismo tiempo hacía cara de preocupación intentando solucionar el método.

  • Creo que no podrás Carlos, como ves el papel se arruga y no se marca.
  • Voy a probar de otra manera, siéntate en el sofá y tiéndete.

 

                                                  La chica obediente se tumbó, con una teta sólo al descubierto poco podía hacer pero yo tengo una paciencia de santo, le demostré que era una tontería ocultar con tanto celo una mientras que la otra estaba al fresco, al final se convenció y me dejó soltarle el cierre de la espalda, aún estuvo con la mano sujetando la copa suelta un momento hasta que le ayudé a soltarla, el par de tetas quedó con la misma forma que cuando estaba de pié y volví a hacer la misma operación en la otra, el papel por supuesto quedó inservible y arrugado pero mi mano guardaba la sensación del volumen y la dureza de aquella maravilla.

  • Me parece que no es buena idea Carlos, el papel es demasiado duro y se arruga, piensa en otra cosa.
  • Espera, quizá…

                                                  Con las dos manos cogí una teta y la apreté, la areola quedaba abultada y con el lápiz labial dibujé su contorno, era de un tono más oscuro que el natural pero se marcaría mejor y le apliqué otra vez el papel.

  • Ahora ya está mejor Carlos, no se marca mucho pero ya es algo, pienso que con eso se conformará.
  • Espera que se me ocurre otra cosa, así sólo es un circulo que podrías hacerlo con la mano, vamos a hacerlo más natural, ¿tienes un pañuelo de tela?
  • Claro, toma.
  • He pensado que con la carta que le escribas le puedes mandar el pañuelo, en la tela se marcará más.
  • Vamos a probar.

                                                  Volví a apretar la teta para hacerla más dura si era posible, le pinté la areola y la imprimí, ella al verla sonrió satisfecha ya parecía más a la realidad pero ya metidos en la tarea le dije.

  • Vamos a probar en hacerla más realista.
  • ¿Cómo?
  • Déjame a mí.

                                                  Volví a hacer la misma tarea en la otra teta, la masajeé para ponerla tan dura como la gemela y la pinté, las dos areolas morenas estaban apetitosas y apoyé el pañuelo en ella, se marcó igual pero sobre la tela sobresalía el pequeño bulto del pezón.

  • Un momento, tengo otra idea que se marcará mejor.

 

                                                  Puse los labios sobre el bulto y lo mordí apenas, el bultito creció y creció, se fue marcando como una segunda piel en el pañuelo y cuando llegó a un límite aceptable quité el pañuelo.

  • ¿Qué te parece mi idea Sonia?
  • Mmm, tengo que reconocer que se parece mucho más a mi pecho.
  • ¿Te parece que siga?  Lo puedo hacer mejor.
  • Sigue Carlos, no te preocupes, me gusta como queda.

                                                  Ya sin temor, con el pañuelo estuve chupándole los pezones pero ya el pañuelo era un estorbo y lo quité, sobre la teta directamente me empleé a fondo, aspiré y en mi boca entró la areola y el pezón entero, no lo dejé salir y con la lengua estuve lamiendo el botón duro y áspero.  Sonia suspiraba pero no se oponía, con las manos a sus costados inmóvil soportaba mis chupadas y se le escapaba algún gemido de vez en cuando, en el furor de la chupada le junté las dos tetas en una y las lamí alternativamente, la chica me acariciaba el pelo y las orejas, cuando tuve que dejarla para respirar los moratones en las tetas eran escandalosos.  Valoraba mucho la actitud de la chica, que pese a sus vergüenzas y reparos se había confiado a mí como su tabla de salvación y no pensaba ya en ella misma lo cual incitaba a mi imaginación.

  • ¿Te ha gustado Sonia?  Imagínate que era Daniel.
  • No puedo imaginar que era Daniel, sabía que eras tú y me ha encantado, eres el primero que me ha tratado como una mujer.
  • A mí también me ha gustado, mira como estoy.

                                                  Me incorporé y le enseñé el bulto que llevaba en la bragueta, ella alargó la mano y me apretó la polla, no esperé más y la saqué, la verga liberada saltó frente a ella y la dejé botando frente a su cara.

  • Uf, que grande es, de cerca se ve mucho más grande, el otro día apenas la vi.
  • ¿La quieres tocar?
  • ¿Puedo?
  • Claro mujer, tócala cuanto quieras.

                                                  Sonia acercó la mano tímidamente hasta tocarla con un dedo, intentó apretar y no pudo ni marcar la huella, luego acercó la otra mano y entre las dos abarcó todo el tronco y tiró hacia abajo descapullando el glande, los ojos se le abrieron admirada, me acerqué a ella para que la besara y ya estaba a punto con la lengua afuera cuando el reloj de pared tocó las cuatro de la tarde.

  • ¡Las cuatro ya!  Vístete y vete que mi tía está a punto de llegar, corre.

                                                  Maldije mi suerte y me vestí como los payasos, Sonia con las tetas afuera guardaba las cartas arrugadas pero cuando fue a guardar el pañuelo le dije.

  • Sonia, he pensado que a Daniel es mejor que le mandes la carta y por donde esté menos arrugada le escribes algo, yo me quedo de recuerdo el pañuelo.
  • Está bien me alegro, tú sabrás apreciar mejor el tacto.

 

                                                  Salí de estampida con la caja de zapatos y al llegar a la calle traté de calmarme, al volver la esquina me crucé con una señora mayor, estaba seguro que sería la tía de Sonia pero me sorprendió que aunque vestía de oscuro no parecía tener muchos años.

                                                  La señora ni me miró y yo al desaparecer por la esquina corrí hacia mi casa.   Lo primero que hice al llegar fue quitarme la ropa y tumbarme en la cama, la polla la tenía tan dura que me dolía, busqué algo para suavizarme y encontré una crema, me hice la paja más placentera que recordaba con el pañuelo en la cara como un antifaz y la mano cogida a la mano del mortero, la leche salió como una fuente hacia arriba y salpiqué hasta las sábanas.

                                                  Al día siguiente no pude ver a Sonia porque era sábado y me dediqué a terminar el vestido de Vero, lo hice rápidamente con la mente fija en las tetas de Sonia, la polla cuando cosía a máquina me molestaba entre las piernas pero lo terminé.  Muy poco antes de que cerrara la pastelería se lo bajé, su padre ya se había marchado y bajó la persiana detrás de mí.

  • Espera Carlos me lo voy a probar en un momento.
  • Te vas a manchar de harina.
  • No te preocupes, espera a que apague las luces de la tienda.

 

                                                  Entramos al obrador, en un espacio donde estaba más limpio Vero se quitó el delantal y la bata blanca que llevaba, lucía el sujetador nuevo que le hacía una tetas muy sabrosas y la cintura aunque nada estrecha le daban forma al culo voluminoso, en cambio el vientre lo tenía bastante plano y con aquella cara tan linda estaba guapa.  Se puso el vestido, le ayudé a colocarlo bien y se lo miró en un espejo medio roto que había en la pared.  Se volvió a mí y me abrazó, me plantó un beso en la boca y casi me estruja entre sus brazos, se dio una vuelta en redondo y le di el visto bueno, se lo quitó enseguida pero no sólo el vestido sino la lencería también, quedó desnuda y se subió a la mesa de hacer el pan, su padre la había limpiado para el día siguiente y estaba brillante.

  • Sube conmigo Carlos, te voy a dar un anticipo por el favor, el vestido ya te lo pagaré el lunes.

                                                  Me esperaba con las piernas separadas, le veía el coño abierto rosado y húmedo, gateé por la mesa de madera y me dejé caer sobre la mullida chica, me acordé del colchón de mi abuela y aún me animó más a meterle la polla, pese a su volumen me demostró una agilidad portentosa, se movía buscándome hasta que la polla se hundió hasta los huevos, para nada me molestaron sus muslos orondos, la polla chapoteaba en su coño encharcado y le di la vuelta, cabalgó como la mejor amazona, las tetas inmensas revoloteaban encima y le mordía los pequeños pezones hasta sacarlos como dátiles.  Vero se corrió cuando saltaba sobre mí, se dejó caer con todo su peso y me clavó en ella, quedó inmóvil mientras la sacudía el orgasmo y cuando pudo reponerse se tumbó a mi lado.

  • ¡Qué delicia, Carlos!, hazme lo que quieras, quiero correrme otra vez.
  • Ponte de rodillas en cuatro.

                                                  Acerqué la bata blanca y se la puse debajo de las rodillas para que no le hiciera daño la dura mesa y me puse detrás.  La mole de las nalgas parecía la masa de pan que su padre moldeaba tan enérgicamente y le di una palmada que resonó en el horno vacío.   Me cogí a la cintura, ni siquiera apunté porque la raja me guió directamente al coño, me hundí como si fuera de manteca y bombeé empujándole las tetas debajo de su cuerpo, nunca me pregunté si sería virgen pero a estas alturas ya no me preocupaba, si lo había sido lo había disfrutado como otra experiencia más.

  • Baja la cabeza Vero y sujétate las tetas para que no rocen la mesa.
  • ¿Me la vas a meter por…?
  • Por el culo Vero, por el culo, tienes un culo tentador que no puedo dejar vacio.
  • Por favor, ¡ten cuidadooooo!
  • ¿Ves? ya está, ya tienes la polla en el culo hasta adentro.
  • ¡Ayyyy!  ¡Por Dios!  ¡Me has partido el culo, aunque tenga las nalgas gordas el agujero es normal, bruto!
  • ¿Pero te gusta?
  • Síííí, claro pero eso se avisa, con esa polla me puedes matar.
  • Córrete Vero, yo no voy a tardar.

                                                  Vero abrió las piernas todo lo que pudo y aún pude llegar más hondo, al notarlo se cogió los pezones y los pellizcó, el gemido que dio y el temblor en su espalda me demostró que se corría salvajemente, fueron tan fuertes las sacudidas que cayó boca abajo sobre la mesa, yo con ella y seguí follándola, había separado las piernas y, encajado entre ellas, le llené el culo de leche, quedamos extendidos, no era peso para ella y me quedé cómodamente hasta que la polla se desinfló y salió junto con un chorro de semen espeso.

                                                  Nos vestimos sin prisa, con la bata blanca le quité la poca harina que tenía pegada por el cuerpo, parecía rebozada y lista para freír pero su entrepierna manaba semen y flujo, cuando salimos yo llevaba un pan debajo del brazo y ella la bolsa con su vestido.

                                                  Como no tenía que madrugar me levanté tarde, desayuné y decidí dar una vuelta por Madrid, la mañana invitaba a tomar el sol y me dirigí guiado por mi mapa al Parque del Retiro, era inmenso o me lo parecía a mí, la gente, según iba avanzando la mañana, se acumulaba en los sitios más conocidos, me llamó la atención el lago que había con unas pequeñas barcas en las que se paseaban a remos, la mayoría no sabía remar pero era lo mismo, el caso era probar en el agua.

                                                  Por un paseo debajo de una rosaleda vi a un par de chicas, entre todas las que había me fijé en ellas por algo que me las recordaba, al acercarme más me di cuenta que eran mis vestidos y por supuesto las chicas eran Vero y su madre Inma, me acerqué decidido a saludarlas pero cuando casi llegaba a ellas vi que detrás venía su padre que había comprado el periódico en un kiosco, nos juntamos los cuatro casi a la vez, su padre me miró con hostilidad, por su cabeza, sin duda, pasaban muchas preguntas pero Vero que ya lo conocía supo tomar las riendas de la conversación cuando salió el tema de los vestidos.

  • ¿Te gustan como nos quedan los vestidos Carlos?
  • Me gustan mucho, además estáis muy elegantes.
  • Si, tuviste buen ojo con la talla.
  • Eso me pregunto yo Carlos, ¿cómo sabías las medidas de mi mujer y de mi hija?
  • ¡Qué cosas tienes papá, Carlos tiene buen ojo, con una mirada ya sabe qué medidas tienes y cuando le di la tela para la mamá y la mía no hizo falta explicarle nada más,
  • Eso debe ser, a mí me pasa lo mismo con el pan, cuando corto un trozo de masa y lo peso no me voy ni un gramo.
  • ¡Tú ves marido!  Todo es cuestión de oficio y Carlos tiene unas manos…
  • Lo cierto es que me gustan, a Inma no le gusta salir mucho y Vero no quiere salir sola.
  • Sola porque quiere ya verá como a partir de ahora tiene un montón de admiradores.
  • Eso quisiera yo, se lo digo siempre a mi marido, ya es hora de que la niña salga con chicos y que pruebe las cosas de… su edad.
  • ¿Qué quieres decir Inma?, la niña es muy joven para salir por ahí, con lo inocente que es seguro que enseguida se aprovecharían de ella, además a ella no la llaman esas cosas de los chicos….

                                                  Vero me miró y luego bajó la mirada a mi bragueta, la polla estaba haciendo acto de presencia pues tanto su madre como ella habían probado mi polla y no parecían disgustadas por ello, les quise invitar a un refresco pero el señor Paco en un alarde de poderío nos invitó a un aperitivo en toda regla, el hombre acostumbrado a estar encerrado toda la semana en el horno pidió de todo, las copas de vermut se vaciaban enseguida y al estar al sol y el aperitivo salado invitaba a beber, estuvimos contando anécdotas de todo tipo.  

                                                  Ellas estaban deseosas de saber cómo me apañaba con otras clientas y él lo tomaba por fanfarronadas propias de la bebida, cuando nos levantamos Paco se dio cuenta de que el vermut le estaba pasando factura y tuvimos que ayudarlo a levantarse, entre su hija que era su ojito derecho y yo lo sujetamos hasta que tomamos un taxi y lo llevamos a casa, al llegar me despedí pero las mujeres me impidieron que me fuera.

  • Ni pensarlo Carlos, con todo lo que has hecho por nosotros… tú te quedas a comer, sólo faltaría eso.
  • No de verdad, ustedes están en familia y yo…
  • No te preocupes a mi marido ya lo ves, si llega a la cama será demasiado y nosotras… queremos agradecer tu regalo, podrás comer lo que quieras, soy buena cocinera y Vero también.

                                                  Tenía razón Paco estaba muy perjudicado por el vermut ya que no tenía costumbre de beber y entre los dos lo llevamos a su cama, la cama donde me había follado a su mujer, Inma en la cocina se afanaba para preparar algo frío para dar un bocado.

                                                  Vero preparó la mesa mientras su madre se quitaba el vestido y los zapatos de tacón, estaba muy guapa con todo eso y Vero parecía otra, le había disimulado las curvas y no parecía la misma, además se había pintado y a su padre todo eso le había parecido perfecto porque había sido idea de su hija.

                                                  Comimos y a la vez que lo hacíamos la madre y la hija me cogían las manos y bromeaban, alababan sin cesar los vestidos y la madre se admiraba del cambio que había obrado en su hija, ella quiso aclararle un factor importante, abrió su vestido por delante y le enseñó a su madre el sujetador que le hacía el pecho mucho más natural y le formaba un canalillo muy sexi, la madre también le enseñó el que había estrenado ese día.  Yo me fijaba que una y otra me querían demostrar sus atributos, aunque ya me las sabía de memoria, las tetas de Vero aún siendo inmensas parecían mucho más bonitas pero las de Inma eran igual que las de Julia y para mi polla eso ya era mucho y empezó a crecer.

                                                  Inma me invitó a sentarme en el sofá y mientras Vero recogía la mesa, antes de sentarse fue a ver cómo seguía su marido, apena se asomó y sonrió, estaba desparramado roncando como un buey, el aperitivo le iba a recobrar el sueño acumulado de muchos días, la madre y la hija se sentaron a mi lado, en un principio me pasó por la cabeza que Inma me estaba mostrando a su hija Vero con posibles intenciones casaderas, el partido no era malo, una panadería en el centro de Madrid con buena clientela y seguramente con el futuro asegurado pero me equivocaba y me di cuenta cuando vi que cada mujer iba a la suya.

                                                  Inma queriendo emular a su hija también me enseñaba la lencería y con la excusa de que viera la marca se quitó una parte con lo que me enseñó una teta, no sospechaba que aquellas tetas puntiagudas me excitaban sobremanera y visto el cariz que tomaba la cosa le lancé un beso en el pezón que, aunque fue besándome los dedos y casi rozándole la teta, el pezón se dio por aludido y salió con fuerza, su hija se lo hizo notar.

  • Mamá no me había fijado en los pezones que tienes tan sensibles, los míos son también sensibles pero no tan grandes como los tuyos.
  • Pues no te imaginas cómo se ha puesto el otro, están igual de duros.

                                                  Una competición aparentemente inocente se estableció entre las dos, se quitaron las prendas que las oprimían y se tocaban una a la otra las tetas delante de mí, yo también tengo un límite y me levanté de pronto.

  • Decidme si me equivoco pero aquí sólo falto yo y ya que no puedo competir con vosotras en tetas aquí tenéis mi polla para lo que gustéis.

 

                                                  Las dos no esperaban mi proposición tan directa pero aún así se lanzaron a cogerme la polla como si la fuese a guardar, la madre y la hija se disputaron el glande para despojarlo de piel y Vero se entretuvo acariciándome los huevos, su madre fue más directa, lamió el capullo y se lo metió en la boca, el vestido de Vero casi desapareció en un  momento, la chica con sus carnes disputaba mi polla con su madre y yo con las tetas de las dos a mano las amasaba mejor que su padre el pan del día.

                                                  Me demostraron que las dos mujeres tenían mucho en común, las dos estaban hartas de la disciplina de Paco y quisieron resarcirse de ello, la madre se sentó sobre mis piernas y fue acercándose a mí hasta notar la polla entre sus muslos, Vero optó por subir de pie al sofá y ofrecerme su coño a mi boca, entre las dos estaba emparedado y tuve que poner orden.

  • Las dos estáis muy buenas pero ahora seré yo quien elija bocado, Vero ponte de rodillas en el sofá y tu madre que se ponga sobre ti de pie al alcance de mi boca.

                                                  Las dos obedecieron sin rechistar y en un momento el coño de Inma estaba frente a mi boca, se había separado los labios y me mostraba el clítoris endurecido  colorado, su hija debajo de ella entre sus piernas en cuatro me ofrecía sus nalgas, en una primera instancia le perforé el coño, era totalmente manteca, apenas rozaba en las paredes, me hundía en ella como si estuviera lubricada con alguna crema pero al momento de remojar la polla subí un peldaño y me apreté en su culo, sabía que a la chica le gustaba y aunque protestó un poco apenas se oyó con los jadeos de su madre.

                                                  El flujo vaginal de Inma se me escurría por la barbilla y caía sobre los riñones de Vero a la vez que el suyo goteaba sobre el asiento del sofá.  El orgasmo le sobrevino precisamente cuando Inma me había cogido la cabeza y la apretaba contra su coño porque estaba a punto de correrse también.

                                                  Fue una experiencia nueva e inolvidable, sentir los espasmos en el coño de Inma y las contracciones vaginales de Vero y a la vez la corrida que le estaba propinando a Vero en el culo.  Caímos como un castillo de naipes, Vero cayó hacia adelante y su madre se sentó sobre su espalda, yo me recosté sobre Inma con sus tetas a mi alcance, las chupé, las lamí y mordí sin compasión  la mujer se volvía hacia la habitación donde roncaba Paco, el hornero dormía como un bebé y su familia gozaba follando sin freno.

                                                  Le supo a poco la comida de coño que le había dado y aunque había tenido un orgasmo brutal quería sentir mi polla dentro de ella y fue la primera en reaccionar, me buscó la polla y se apañó para ponerla en forma enseguida, me montó y cabalgó sin parar, levantaba el culo para sacar la polla lo suficiente para que no se saliera del todo y se dejaba caer de golpe clavándosela, su hija la miraba esperando a que se le saliera para chuparla y devolverla a la vagina materna.

                                                  Mi mano se perdió entre las piernas de Vero y castigó el clítoris hasta que la chica con las piernas abiertas de par en par me pidió que parara porque se iba a correr y quería que la llenara de carne antes, me dio miedo porque no había previsto el condón y no quise correrme dentro de ella, prefería seguir mi vocación de modisto antes de atarme a la panadería.  Se tuvo que conformar cuando metí la cabeza entre sus muslos y le comí el coño, el orgasmo también fue explosivo y su madre fue la receptora de mi leche, apuró hasta el último aliento de mi polla y cuando se le salió me dejó blanco el tronco y los huevos de la mezcla de semen y flujos.

                                                  Fui paseando a mi casa, Inma y Vero habían quedado las dos desnudas sobre el sofá, quisieron acompañarme a la puerta pero no quise, les di un beso a cada una a la vez que les pellizcaba un pezón y salí sin hacer ruido, cuando llegué a mi piso, seguía con hambre y cené dándome un festín, recogí todo lo que pillé por la nevera y con el pan que tenía incluso el duro hice una ensalada y un filete que me sentó de maravilla, dormí de un tirón hasta la mañana siguiente.

                                                  Estuve unos días tranquilo, Sonia le había mandado a su novio las cartas arrugadas por sus tetas y esperaba contestación, cuando íbamos hacia su casa notaba que quería preguntar algo pero no se atrevía, saqué el tema preguntándole si había recibido contestación de Daniel, una tontería porque no daba tiempo y las cartas de su novio llegaban a mi casa y no había llegado nada todavía pero ya le di pie a decidirse.

  • ¿Carlos, qué has hecho con mi pañuelo, está bien escondido?
  • No sufras, está en sitio seguro.
  • ¿Se nota mucho lo que es?
  • Claro, es como una fotografía de tu teta con pezón y todo, parece que tiene relieve.
  • ¡Qué vergüenza! ¿Lo has vuelto a ver?
  • Desde que lo guardé no -le mentí porque lo tenía sobre mi mesita, me había hecho más de una paja a su salud- no quiero que se borre, me gustaron mucho tus tetas.
  • No era mi intención sabes pero me acariciaste de una manera que no pude aguantarlo.
  • ¿Igual te gustó?
  • … Sí, claro que me gustó pero me da vergüenza que Daniel se entere.
  • No tiene porque enterarse, lo has podido hacer tu misma.
  • No creo, si no se te llega a ocurrir a ti…
  • Se me ocurrió de momento, ya veré si se me ocurre otra cosa… ¿te gustaría que te volviera a grabar los pezones?
  • No sé pero si me los chupas como el otro día no sé si podré resistir.
  • Eso te lo aseguro, será más y mejor.
  • No se lo diré a Daniel.
  • Nooo Sonia, esto es entre nosotros, es como un juego.
  • ¡Ah, vale, si es así!

                                                  Me daba pena que Sonia fuera tan inocente y sospechaba que el tal Daniel estaba paso a paso preparándola para caer sobre ella, yo podía haberla seducido seguramente pero la veía tan ilusionada que prefería esperar o por lo menos me frenaba todo lo que podía.

                                                  Con Adela sin embargo no era igual, cuando las compañeras confeccionaron la falda y la blusa, se subió al taburete alto y directamente se quitó la ropa quedándose en dos piezas, presumía y con razón de un cuerpo espectacular y sus mismas compañeras se lo reconocían, Rosa la profesora se puso cerca de nosotros ante la expectación que se había formado, la prueba de las prendas era cosa mía y esperaban cualquier cosa.

                                                  Ya le habíamos visto las tetas y el coño depilado y no quería forzar la máquina más de lo normal pero el ambiente estaba caliente y todas querían ver más, Rosa sonreía  satisfecha y Sonia miraba intrigada.

                                                  Las chicas habían hecho un buen trabajo, las medidas se las había tomado yo muy concienzudamente como había reconocido Rosa pero aún así hice lo que todas esperaban incluso Adela, estuve tocando y retocando la blusa y de paso las tetas, ella quiso probársela sin sujetador para demostrar que no lo necesitaba y se lo quitó ante el asombro general, yo estaba empalmado y no lo ocultaba, en un momento que le estaba retocando las pinzas del pecho sin querer un alfiler se desvió y se clavó un poco en el pecho de Adela, por supuesto dio un grito y me insultó, rápidamente se quitó la prenda y todos vimos donde le había pinchado, debió coincidir con alguna venita porque goteaba sangre.

                                                  Sin pensármelo dos veces y para no dramatizar le chupé la gota de sangre, fue una sorpresa para todos pero ella estaba preocupada por la sangre que seguía saliendo y no por mis lametones hasta que mi lengua llegó al pezón, un gemido quedó helado en el aire y el pezón salió disparado, todas se dieron cuenta pero Adela se cogió el otro y se lo pellizcó, juntó las dos tetas y me las ofreció.  Rosa cerró los ojos imaginando que era ella la que recibía la caricia y las otras se removían de su sitio con cara de envidia.  Sonia había metido las manos por debajo de su suéter y se apretaba los pezones recordando mi boca unos días antes.

                                                  Rosa prudentemente viendo el cariz que estaba tomando la clase desapareció cautelosamente y las demás al verse solas fueron a buscar lo que estaban deseando, mi polla, las más cercanas fueron las que me quitaron los pantalones pero la segunda oleada fue la que me sacó la polla y se apoderó de ella, más de una boca además de manos me estrujaron, chuparon y sacudieron la verga pero yo tenía otro plan que fue aceptado de inmediato.

  • Un momento chicas, creo que esto le pertenece a Adela por derecho propio,
 

                                                  La chica lo aceptó, agradeció de buen grado y lo cogió con la mano, presionó varias veces y notó lo duro que estaba el miembro, con una lentitud pasmosa y con aires de modelo de pasarela se bajó las bragas y se agachó sin doblar las piernas hasta sacárselas por los zapatos de tacón, no se levantó sino que se quedó dirigiendo el culo hacia mí y quedo esperando mientras lo movía sensualmente.

                                                  Las chicas me jaleaban invitándome a responder a la provocación y no quedaron descontentas, me cogí a las caderas de Adela y sin apuntar me apoyé en sus nalgas mi polla resbaló hasta su coño y en él se hundió, las compañeras comentaban por lo bajo cómo había desaparecido mi polla en el depilado coño de Adela, algunas la envidiaban y otras le temían, no todas estaban acostumbradas a recibir una entrada tan directa o se negaban a admitirlo.

                                                  Adela quiso demostrar que ella era la reina, que podía con todo y movió las caderas, no sé si lo entendí mal o no se explicó bien pero saqué la polla y la puse en el culo, de un golpe le enterré el capullo ante el asombro de todas y el grito de dolor de Adela pero al segundo empujón una serie de aplausos premió mi exhibición, Adela ya no se quejaba y gemía ante la envidia de todas.

                                                  Para algunas era algo nunca visto pero un orgasmo anal así fue todo un espectáculo.  Adela se tuvo que apoyar en el hombro de una compañera para no caer y cuando saqué la polla quedaron todas pendientes esperando el resultado, un “Aaaah” de alivio sonó al ver que mi leche salía tímidamente del culo de la modelo.

                                                  Cuando acompañé a Sonia estuvimos un trecho sin hablar, yo no sabía cómo sacar el tema de la conversación pero ella se animó y preguntó.

  • Carlos ¿te puedo preguntar una cosa?
  • Claro Sonia lo que quieras, ya sabes.
  • No quiero que pienses que soy una niña ignorante pero no he estado en situaciones semejante nunca, mis padres me han tenido casi secuestrada y menos aún informada sobre temas escabrosos pero he visto la suma facilidad con que has penetrado a Adela, no es que me escandalice pero me pregunto si de verdad es tan fácil, siempre lo he considerado una cosa más complicada y dolorosa.
  • Sonia, no me considero un experto… pero como ves no es nada complicado, la complicación la tenemos en la cabeza, no sé si me habrás visto…
  • Sí, esta vez no me he perdido detalle y te tengo que decir que la primera sorpresa fue verte el miembro tan duro, me ha dado hasta miedo pensarlo y en cambio le ha desaparecido a Adela dentro de ella como si nada y no te digo lo que hiciste luego… quedé pasmada.
  • Como has visto cuando hay voluntad nada es imposible y me alegro que me hayas visto aunque sé que el beneficiario de todo va a ser Daniel.
  • ¡Carlos, lo has dicho como si tuvieras celos de Daniel!
  • Emmm, no, celos no pero te tengo afecto y... nada son tonterías mías.

                                                  Nos quedamos callados durante casi todo el trayecto, cuando íbamos a separarnos saqué del bolsillo la carta que por la mañana encontré en mi buzón de su novio Daniel, sonrió de felicidad y la estrechó contra su pecho, yo me fui a mi casa con un mal humor que me llevaban los Demonios.

Continuará.

 

Agradezco sus comentarios y valoraciones.

 

Gracias.

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