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Viaje de un jubilado a La Argentina (29)

en Amor filial

Este relato no sería posible sin la estimable colaboración de mi amigo Guilleos, un porteño auténtico.

                                                  Cuando volvieron de Puerto Iguazú venían todos contentos, mi hijo las había llevado donde ellas les dijeron y había esperado pacientemente todos sus caprichos, Elena estaba encantada, su nueva amiga Erika la había llevado a tiendas donde no sólo les habían hecho un precio “de familia” sino que le llevaron a la trastienda donde le habían mostrado prendas que normalmente no sacaban a la venta a los turistas y las vendía entre las amistades, se había comprado muchas cosas algunas con detalles étnicos del lugar, seguramente la tarjeta de crédito debía estar quemando aún en su bolsillo.  Erika además de ver contenta a Elena estaba encantada porque le había dejado llevar todo el rato a Javi, la mujer estaba ansiosa de tener un nieto, tenía el instinto maternal a flor de piel, a Herta la vi un poco seria pero también se había comprado algunas cosas.

                                                  La noticia nos la dio Javier, en agradecimiento a la estupenda acogida de las “misioneras” nos invitaba al hotel que quisiéramos a cenar y a bailar, enseguida Herta reaccionó.

  • Iremos al Hotel Sheraton Iguazú, bueno… si os parece bien.
  • Estupendo Herta, has tenido buen gusto, donde prefieras.

                                                  Las mujeres lo organizaron todo, yo tuve la ocasión de estrenar el traje que me habían comprado y que creía que me iba a escapar pero no, me vi con corbata y todo puesto ante el espejo, mi mujer se había comprado un vestido con una falda ancha con colores típicos de Misiones, era muy suave la tela y lucía un escote de lo más atractivo, había hecho caso a Corina y le subía las tetas haciéndolas asomar un poco en un bonito canalillo, cuando salimos de la habitación vimos a los demás, Javier llevaba un smoking muy elegante, Corina era la más discreta aunque llevaba una blusa con un escote “palabra de honor” por debajo de las axilas, era de tela fruncida para disimular los algodones que llevaba en los pezones para no manchar el vestido de leche, la falda era la estrecha y corta como le habíamos aconsejado mi mujer y yo.  Ingrid iba explosiva, con un vestido ceñido a su piel, un escote de barco que cuando se agachaba enseñaba las dos “anclas” sujetas con una prenda mínima que apenas se notaba y la falda que le marcaba su anatomía tanto por delante y por detrás, se le marcaba hasta el hoyuelo del ombligo y el bulto del pubis, se había probado un tanga de hilo dental pero aun así le había parecido que le afeaba y había decidido no ponerse nada, la tela se pegaba a su piel completamente y junto al color amarillo chillón se veía desde muy lejos.

                                                  Erika fue más prudente, llevaba una falda ancha y un blusa sin nada de escote, era de tela de seda pero debajo no se había puesto sujetador por lo que lo que no se veía por arriba se le marcaba al pegarse la tela suave a las tetas que separadas deambulaban libremente debajo de la prenda.  Herta fue la más sofisticada, con su altura y su joven figura llevaba un vestido largo rojo hasta rozar el suelo, aún así llevaba unos tacones de aguja que la hacía mucho más alta, con el poco pecho que tenía lucía un escote que casi le llegaba a la cintura y aunque la tela era fina siempre dejaba a la vista cuanto menos los laterales de sus tetas puntiagudas y en ocasiones hasta alguno de los pezones.  Nos llevamos a Javi, en principio pensamos en dejarlo en la guardería que disponía el hotel pero sabíamos por experiencia que se portaba muy bien, le pusimos la silla trona y parecía un comensal más.

                                                  Javier quiso pedir los platos pero tuvo que rendirse a la evidencia de que tanto Ingrid como su madre conocían mejor los platos típicos de la Mesopotamia Argentina y sacaron una selección de platos que nos fueron explicando y que estaban deliciosos, todos estábamos encantado, las risas y anécdotas se sucedían, incluso Herta contó cómo me había tenido que rescatar del camino de la Garganta del Diablo, nos reímos todos tanto que de las mesas contiguas se volvieron a mirar, al que menos gracia le hacía fue a mí, aunque tenía la esperanza de que no contara lo que sucedió luego en la Lengua del Diablo pero al momento Herta volvió a su tristeza, la miramos todos, menos mi mujer y mi hijo que no estaban al tanto pero al rato de seguir con la reunión Herta cogió su bolso de mano y disculpándose se levantó, su hermana Ingrid la siguió preocupada y tardaron un rato, mientras nosotros en silencio esperábamos expectantes, hasta que aparecieron las dos completamente transformadas, Herta sonreía e Ingrid la miraba relajada, cuando le preguntamos al llegar a sentarse, la única explicación que dieron fue.

  • Nada por qué preocuparse, cosas de mujeres.

                                                  Las miradas se cruzaron como rayos laser, miré a Corina ella a Ingrid, Herta a su madre y su madre me devolvió la mirada, notaba como mi mujer y Javier seguían nuestras miradas pero no entendían nada, el silencio lo rompí yo llamando al camarero.

  • ¡Camarero por favor, dos botellas de champan!
  • ¿Francés, señor?
  • Por supuesto.

                                                  Todos en grupo se volvieron a mí, no esperaban tanta esplendidez, pero creí que había motivos para celebrarlo, hasta el pequeño Javi pareció alegrarse, brindamos por la familia, por Iguazú, por Misiones y Argentina y si hubiera quedado más champan por el mundo entero, ya todos estábamos más que contentos, la que más era Herta que se movía constantemente haciendo que su vestido volara como una vela de yate, las tetas parecían dos flanes que vibraban con su cereza en el centro, yo las miraba con avaricia pero la mirada de Corina me contuvo, ya tenía bastante con el susto pasado.

                                                  Al poco rato la orquesta empezó el baile, la pista se despejó en medio de las mesas, para empezar una pareja de tanguistas con su grupo rompió la velada, me dolían las manos de aplaudir y más cuando reconocí a Fernando al bandoneón y a Tania la bailarina ninfómana, ellos no me vieron pero recordé los momentos que había pasado con Tania y los que me había dedicado Malena la mujer de Fernando, también vino a mi mente la escena de Tania mamándole la polla a Fernando mientras ensayaba con el bandoneón, me reí  para mí y cuando acabaron la actuación empezó la orquesta a sonar, como acto de expiación saqué a Elena a bailar, desde que fuimos novios nos gustaba bailar, por lo menos los bailes de entonces y el bolero primero lo bordamos, mi hijo no quiso ser menos y sacó a Corina, esta lucía sus caderas y pantorrillas con su falda corta, la blusa plisada no disimulaba del todo las tetas que escondía y todos estaban pendientes de nosotros cuatro, ya la gente se animó e iban acudiendo al centro, cuando terminó un pasodoble y empezó un tango mi mujer se rindió, a mi me vino de perlas porque ya era demasiado complicado para mi, Elena se excusó en la mesa por que le dolían los zapatos de tacón pero Ingrid cogió el testigo y cuando me iba a sentar me dijo.

 

  • ¿Qué me dices Pepe, le vas a negar un tango a una argentina como esta?
  • Antes muerto pero te aviso, no tengo ni idea de bailar tango.
  • No te apures, tú sígueme a mí.

                                                  Cuando aparecimos en el medio de la pista hubo un silencio general en las mesas, el cuerpazo de Ingrid llamó la atención de todos, incluso las luces de la pista giraron y nos enfocaron a los dos, en mi vida he sentido tanto apuro y… tanto orgullo, a los primeros sones Ingrid me abrazó, ella me llevaba a mí, no bailábamos cómo Tania en plan exhibición sino más como pareja pero se me pegó al cuerpo y se movía de forma que yo apenas tenía que mover los pies, ella giraba alrededor mío y con sus movimientos sensuales tenía a todos en vilo, su vestido no formaba ninguna arruga todo su cuerpo era tela, las nalgas se marcaban duras y flexibles y su vientre se movía como la bailarina de los siete velos, el aplauso que nos dedicaron fue apoteósico o eso me pareció aunque sabía que estaba dedicado a Ingrid, me hice el agradecido también, al llegar a la mesa nuestra todos nos felicitaron en especial mi  mujer.

  • Has estado impresionante Pepe, hay que ver cómo te adaptas a todo lo argentino, parecíais profesionales lo hacías como si fueras los bailarines de antes y Ingrid ha estado maravillosa, que mujer, me da envidia sana, que cuerpo ¿verdad Pepe?
  • Pues… si no está mal pero no estaba pendiente más que de no pisarla.

                                                  Corina y Herta se rieron, Ingrid se levantó y dio una vuelta en redondo para que la admiráramos por todos lados, yo miré a Javier, el se había quedado embelesado y Corina le dio un codazo, los siguientes bailes eran rápidos y se bailaban sueltos pero cuando sonaron los primeros compases de samba Herta se levantó antes que nadie y me cogió de la mano y estiró de mi, cuando llegamos a la pista parecía que todos ya me conocían y hacían comentarios en voz baja pero que llegaban a nosotros.

  • ¡Olé tú español, ya me dirás que les das a estos bombones!
  • No tiene pinta de ser familia suya, ¿verdad marido?
  • No mujer no creo, ya quisiera yo tener una sobrinita así, jajaja.

                                                  A Herta ya se le había pasado todo el mal humor, se me acercaba a mí y me decía,

  • Ya podemos estar tranquilos, hace un momento me ha bajado la regla.
  • Me lo he figurado al ver la cara que traías, estabas radiante.
  • ¿A ti te habría gustado que me hubiera quedado preñada?
  • En otras condiciones me habría encantado, si hubiera sido una chica sería tan guapa como tú.
  • Y si hubiera sido un chico habría tenido las mujeres a puñados y más si tuviera la pistola que tú tienes.
  • No he podido decírtelo pero me hiciste muy feliz en la catarata, tienes un cuerpo divino y sabes follar muy bien.
  • Perdona mi histeria pero me hiciste correr varias veces, como nadie lo había hecho, me gustaría repetir… pero sin correrte dentro de mí, claro.
  • Tienes un montón de sitios para correrse, se me ocurren muchos,
  • Ahora no puedo con la regla…
  • Nunca ha sido problema para mí la regla, tienes un culo precioso y tu boca sabe comer polla con deleite aunque ahora mismo me gustaría correrme entre tus tetas, llenarte el escote del vestido de leche.
  • Mmm me encantaría, me estás poniendo los pezones tan duros que me los van a notar todos.
  • Pues imagina cómo voy a volver a la mesa con la polla como la llevo.
  • Ya la he notado hace rato.

                                                  La chica con su altura y la de los tacones me sobrepasaba más de 15 cm., mi boca le llegaba a la clavícula, no me habría gustado más que lamerle el nacimiento de los pechos, a ella también le habría gustado quizá por eso se apretó a mi haciéndome notar su pubis en mi polla que llevaba pegada al ombligo, me cogió una mano y disimuladamente cuando más juntos estábamos las parejas bailando me la llevó a mis labios y luego la pasó por debajo del vestido y la dejó sobre un pezón.

  • ¿Tú crees que con ese beso podrías quedarte embarazada otra vez?
  • Jajaja, eres terrible, creo que tú preñarías aunque fuera a mi madre.
  • Y la haría muy feliz, está necesitada de niños, sería un detalle por vuestra parte darle alguno.
  • Yo desde luego por ahora no pero Ingrid no me extrañaría que cualquier día nos diera la sorpresa.
  • ¿Pero tiene pareja?
  • Ingrid no necesita tener pareja, cuando quiera tener un hijo, lo tendrá y nadie sabrá de quien o de donde es, ella es así.
  • Es una mujer valiente.
  • La mejor de las tres.

                                                  La canción se iba terminando, la erección que presentaba era impresionante y los pezones de Herta también parecían querer rasgar el vestido por dentro por lo que decidimos seguir otra canción, tuvimos suerte porque era una suelta y aunque haciendo un poco el ridículo se me pudo pasar la calentura y volvimos a la mesa.

                                                  A la próxima fue Javier el que tuvo el detalle de sacar a su madre, nunca los había visto bailar junto a los dos y fue una sorpresa grata para todos, yo me incliné por Erika, a la mujer le encantó y se levantó de un salto, demostró que las tetas las llevaba sueltas y sus hijas y Corina se miraron, bailamos una canción bastante lenta que nos permitió hablar.

  • No sabes lo que te agradezco lo bien que nos habéis tratado, sois unas mujeres igual de encantadoras las tres.
  • Gracias pero somos diferentes, cada una es como es, ¿a ti cual te gusta más?
  • Me haces una pregunta… las tres tenéis cosas que os hacen únicas, tus hijas son muy diferentes pero tu reúnes las virtudes de las dos.
  • Que galante, lástima no tener su juventud.
  • Pero tienes tu experiencia.
  • Me gustaría enseñarles lo que yo sé.
  • Ya lo haces, a veces sin saberlo.
  • ¿Qué quieres decir?
  • Que con tu ejemplo las haces buenas chicas especiales.
  • Yo no me refería a eso, me refería al amor, a que sean felices y gocen del sexo como yo.
  • No creo que de sexo haya que enseñarles mucho, aunque siempre se aprende algo nuevo.
  • No sé que podría enseñarles yo.
  • Pues tu hija Herta se sorprendió cuando te metiste mi polla por el culo, no esperaba ver a su madre empalarse una polla con esa facilidad.
  • ¡Oh!, ¿cómo lo sabe?
  • Nos vio, nos estuvo observando todo el rato, desde que te comí las tetas hasta que acabaste con mi polla dentro del culo.
  • Dios mío, ¡que habrá pensado de su madre!  ¿Y tú cómo lo sabes?
  • Me lo contó en un momento de confidencias.
  • Ya sé que confidencias tuvisteis, casi la embarazas Pepe, aunque si te soy sincera me habría hecho ilusión tener un nieto pero preferiría que hubieras preñado a Ingrid, es mas chiquillera y no le habría importado.
  • A mí me habría gustado preñarte a ti.
  • ¡Ah! eso habría sido maravilloso, tener ahora un bebé y mío, me habrías hecho la mujer más feliz del mundo, pero… estás casado.
  • Sí, estoy casado y muy feliz, sólo era una idea utópica, tus hijas deben encontrar a unos hombres que las hagan felices y tú a uno que te caliente la cama y te colme de cariño… y de polla.

                                                             

                                                  Erika me estrechó contra ella, sabía que tenía razón pero se sentía a gusto a mi lado, yo también la apreciaba y en estos momentos el calor que desprendía me dio un escalofrío, pegadas a mi pecho las dos tetas sueltas casi me rodean, las noté tomando la forma de mi torso y el olor de su perfume y de su piel reaccionaron en mi bragueta, ella nada mas notarme se separó suavemente y me dijo al oído.

  • Sólo es una utopía pero sería tan bonito…

                                                  Volvimos a la mesa, mi mujer estaba hablando con Ingrid de las gracias que hacía ya Javi, a la chica le encantaba el tema y Erika se unió a la conversación, mi hijo vio la ocasión y sacó a bailar una bachata a Herta que se levantó inmediatamente dirigiéndose al centro de la pista, yo miré a Corina y ella al ver mi mirada me cogió de la mano y me dijo.

  • Pepe este es nuestro baile.

                                                  Yo no soy de bailes latinos pero no podía negarme, en el centro de la pista Javier y Herta estaban haciendo una exhibición de baile, la chica se movía como una serpiente, todo su escultural cuerpo era una colección de curvas, mi hijo difícilmente la seguía porque se distraía viendo aquel monumento de mujer, las parejas pronto les hicieron corro y dejaron de bailar para admirarlos.  Corina me cogió como si fuera un baile lento y seguía el ritmo cálido pegada a mí, era una sinfonía de sensaciones, sus caderas se movían a mi alrededor y sus muslos se mezclaban con los míos, a veces llegaban a tocarme la entrepierna y comprobaba que no era ajeno al baile con ella, cuando se acercaba a mi me rozaba de lado a lado con sus tetas, debajo de la blusa fruncida notaba la dureza de sus pezones, con la mano en su espalda tenía entre mis dedos el cierre del sujetador, estuve a punto de presionar con dos dedos y soltarlo, sabía lo que iba a pasar luego, las tetas iban a saltar libres y la tela se iba a tensar marcándolas y quizá mojándolas de leche pero me arrepentí.  Corina seguía y seguía frotándose contra mí mientras el centro de las miradas eran Herta y Javier, la rubia en sus giros rápidos dejaba asomar alguna teta casi al completo, todos los hombres y más de una mujer sólo estaban atentos a aquella maravilla de pechos que apuntaban al techo.

                                                  Corina vio que todos estaban pendientes de ellos y cada vez sus roces contra mi eran más lentos y más apretados, mis dedos me traicionaron y con un solo movimiento separaron los dos corchetes que contenía la presión, el sujetador era sin tirantes y no hubo forma de detenerlo, saltó hacia adelante debajo de la blusa y las dos tetas se pegaron contra mí, en mi pecho se me estaban quedando tatuados las areolas y los pezones de Corina y mi polla presionaba su pubis que la falda estrecha resaltaba, la canción estaba a punto de acabar cuando el público empezó a aplaudir pidiendo que siguiera la orquesta que accedió a seguir otra canción con el mismo ritmo sin parar, mi pecho sudaba al igual que las tetas de Corina, no se contentó con estar pegada a mí y su mano bajó buscando mi polla, la encontró vertical debajo del pantalón, me separó el cinturón y el glande asomó sobre la camisa, con dos dedos me estuvo acariciando el frenillo y me preguntó si tenía un pañuelo, la previsora de mi mujer me había puesto en la americana un pañuelo en la solapa que le sirvió a Corina, rodeó mi capullo con él y estiró hasta sacarme media polla entre los dos, el gentío nos rodeaba y nosotros apenas nos movíamos del sitio bailando, la mano de Corina agitaba frenéticamente mi polla tapada con el pañuelo hasta que exploté, lo llené de leche que ella iba recogiendo haciendo varios pliegues en el pañuelo, luego mientras todos aplaudían a la pareja ella se mezcló entre la gente y fue al servicio, en la mano apretaba mi pañuelo lleno de semen que goteaba.

                                                  Estuve aplaudiendo como uno más a la pareja que todos querían que siguieran bailando, ellos agradecidos y adulados dudaban si continuar o no, mientras yo me recoloqué la polla y cuando ya había bajado volví a la mesa de las mujeres.  El niño atendía a todas ellas regalándoles sus risas y sus manoteos, con Erika había cogido una gran predilección y siempre quería que lo cogiera, ella gustosa se lo acunaba entre las tetas que se marcaban bajo la seda, el niño estaba muy cómodo en semejante lecho, yo aprovechaba para acariciar las piernecitas del nieto y rozar los pezones de Erika que ella misma había dejado a mi disposición.

                                                  Cuando volvió Corina del servicio todo estaba restablecido, la blusa con las tetas contenidas, me pasó por debajo de la mesa mi pañuelo que había lavado en el lavabo y secado con el seca manos.

                                                  Cuando llegaron Herta y mi hijo a nuestra mesa, claramente se le notaba la erección que llevaba, no había tenido la precaución de esperar a que se le bajara la polla aunque la chica también lucía las puntas de los pezones marcando el vestido, todos nos reímos de la imagen Corina fue la primera en descubrir a su marido, se le notaba la polla atravesada en el pantalón que parecía que se le iba a salir por el bolsillo, él se cubrió cuando ya era tarde pues lo habíamos visto todos, Ingrid a su vez metió la mano bajo el vestido de Herta y separó una parte dejando al aire la teta que tenía el pezón más alborotado, sin duda era una noche feliz, estábamos todos contentos, sobre todo Herta y yo, habíamos superado un escollo muy importante y el champan había acompañado para que la alegría reinara en la mesa.

                                                  El niño ya hacía rato que se había dormido cuando salimos del hotel, Erika que tenía mucho mundo anunció que había reservado una habitación para Javier y para Corina en el hotel para que pasaran una noche romántica, nos sorprendió a todos y aplaudimos la idea. Corina se colgó del brazo de mi hijo y le hizo una mueca como que estaba dispuesta a hacerle pasar una noche completa, subieron en el ascensor cuando nosotros salíamos hacia el coche, cuando llegamos a casa, me sentí como un sultán, por un momento noté como que tenía cuatro habitaciones con las puertas abiertas esperándome, la de Ingrid que me había hecho el detalle de depilarse el coño para que se lo comiera, la de Herta que estaba deseando repetir la escena de la Lengua del Diablo pero con un final feliz y la de Erika que quería que la follara por todos los sitios y ella haría lo mismo conmigo, prometía una noche inolvidable, la otra puerta fue la que cerré tras de mí, Elena se estaba quitando el vestido cuando la abracé por detrás, le cogí el sujetador y se lo subí sin despasarlo, las tetas cayeron en mis manos y de ellas a mi boca, se desató la locura entre los dos, después de ofrecerme las tetas de aperitivo buscó mi polla y la dejó limpia.

  • ¡Qué raro, hace gusto a semen, como si te hubieras corrido!
  • Debe ser la gota pre seminal, bailando me has puesto muy caliente.

                                                  No sé si se lo creyó, posiblemente pensó que la calentura era de ver a Herta o a Ingrid bailar pero siguió chupando, tuve que decirle que parara pues me iba a hacer correr, no quiso tentar la suerte y se puso a cuatro, yo alucinaba pues no era una postura típicamente de ella pero no dudé y me puse detrás, ella buscó mi polla y con los dedos mojados en sus flujos se la apuntó en la vagina, yo me sujeté en sus caderas pero ella cambió de parecer y la puso en su culo, me di cuenta tarde y al oír el grito ahogado me percaté que tenía más de medio glande abriendo su esfínter.

  • Sigue Pepe, sigue métela hasta donde llegues.
  • Lo que desees, me encanta tu culo.

                                                  No la defraudé y con dos golpes más la hundí hasta el fondo, ella gimió un poco y luego suspiró hondamente.

  • No pares por Dios Pepe no pares, quiero correrme como nunca me he corrido por el culo.

                                                  Fui ganando velocidad y de momento los brazos de Concha se aflojaron y pegó su cara a la sábana mientras yo seguía metiéndole la polla al mayor ritmo que pude, cuando se corrió se escurrió hacia adelante y se quedó tumbada boca abajo, seguí sin sacársela moviéndome dentro de ella, las tetas se le asomaban por los lados y le pellizqué los pezones, los gritos que daba debían oírlo las otras tres mujeres en sus habitaciones, en el silencio de la noche me imaginaba a Ingrid con dos dedos en su culo, a Erika con un consolador hundido en su coño y a Herta abrazada a su almohada frotando su coño contra ella hasta correrse.

  • Pepe lléname de leche el culo y no pares hasta que se ablande.

                                                  No paré y duré mucho más de lo que pensaba, estaba enardecido pensando en las otras tres mujeres y me imaginaba follándolas a todas, me pasó algo que no creí que pudiera, me corrí otra vez en el culo de Elena sin llegar a sacarla, cuando la saqué ella se volvió y abrió las piernas dejando salir la leche de las dos corridas.

  • ¿Cuánto habrían dado algunas por esta leche ésta noche, verdad Pepe?

                                                  En la oscuridad de la habitación no tuve más remedio que admitirlo.

  • Si Concha, es posible pero yo te quiero sólo a ti.

                                                  Nos abrazamos, mi polla aún goteaba y el culo de Concha también cuando nos dormimos, mi último pensamiento fue para Corina, mi hijo se la estaría follando como era de ley o… ¿quizá sería al revés?

                                                  Por la mañana madrugué con el despertador pajaril, Erika ya estaba sentada en el porche cuando salí, iba con el camisón del primer día y yo casualmente con el bóxer.

  • ¡Hola! ¿has dormido bien?
  • Sí muy bien, noche te oí follar con tu mujer.
  • Lo siento no quisimos molestar.
  • No fue ninguna molestia, al revés fue una gozada, tuve que sacar el juguete que tengo para casos de calentura, me lo estuve metiendo mientras Elena gemía, gocé un orgasmo espectacular.
  • Yo también pensé en ti, imaginé que te estarías acariciando el coño y que te correrías también.
  • Si, debe haber sido una noche de orgasmos colectivos, en la habitación de al lado oí a Ingrid como jadeaba, a ella le gusta meterse los dedos en el culo, lo sé porque grita cuando lo hace.
  • ¡Qué mujer, es muy ardiente!
  • No menos que Herta pero ella es más discreta, se consuela abrazada a su almohada, lo sé porque lo veo al lavarla, se nota el flujo que ha derramado a lo largo de ella pero no se oye. ¿y tú?
  • Yo estoy bien, esta noche me ha pasado algo que nunca me había ocurrido, Elena me ofreció su culo, no suele hacerlo pero sabía que yo estaba deseándolo, me corrí dentro de él pero luego me dijo que siguiera sin sacarla.
  • Eso lo dijo para que siguieras follando pensando con nosotras.
  • Pues eso pasó, con cada una de vosotras estuve, a Ingrid le comí el coño que se depiló para mí, a Herta follándola sobre una piedra debajo de la Catarata.
  • ¿Y a mí?
  • A ti haciéndote el amor, suavemente sin violencia, follamos como si flotáramos, me diste todos tus agujeros y los agradecí.
  • ¿Y… dónde te corriste?
  • Me corrí sobre tus tetas, las juntaste para mí y entre ellas hice como un río de leche.
  • Gracias, me habría gustado, siempre soñaré con eso.

 

                                                  Volví a la cama, Concha seguía durmiendo, el esfuerzo de la follada y el cansancio del baile habían pasado factura, el champan también había contribuido, me dormí pegado a ella mientras oía el chirrido del balancín del porche y los gemidos de Erika, se estaba masturbando seguramente pensando en lo que le había contado.

                                                  Corina y Javier vinieron en un taxi ya avanzada la mañana, a Corina sin maquillar se le notaban algo de ojeras y mi hijo estaba algo perjudicado por la noche pasada, directamente fueron a su habitación, pasaron entre nosotros mientras sonreíamos.

                                                  Este sería el último día de estancia en Misiones, al día siguiente temprano volveríamos a Buenos Aires, ya habían organizado otro viaje para ir a Puerto Iguazú de compras, a mi mujer le había encantado y a Corina le hacía ilusión, Ingrid quería enseñarle una tienda de una amiga, Herta me propuso visitar una Misión Jesuita y un poblado guaraní que se conservaba casi intacto, la verdad es que era una pena perderme algo así por lo que decidí hacer caso a la hija pequeña.

                                                  Los demás se fueron pronto y yo me preparé para salir también en el todo terreno pero cuando iba a subir Herta me dijo que esperara un momento, entró en la casa y al momento me llamó.

  • He pensado una cosa mejor Pepe, vamos a mi habitación, quiero terminar lo que dejamos a medias y luego iremos a la misión.
  • Buena idea Herta.

                                                  La chica me empujó hacia la cama y me sacó los pantalones por los pies, apenas mi polla apareció se abalanzó sobre ella y se la metió en la boca, se fue desnudando sin sacarse la polla de la boca y cuando terminó subió besándome el ombligo el pecho y las tetillas, me buscó la boca y con su lengua me buscó la mía y la encontró, sus tetas presionaban las mías y sus delgadas piernas me rodearon, fue moviendo la cintura hasta encontrar mi polla y se sentó sobre ella, se amarró a mis hombros y me cabalgó a galope tendido.  Se hundía mi polla con desesperación, a mi lado la almohada presentaba las inequívocas señales de flujo todavía húmedo de la noche, me iba a correr yo y le advertí, no quise repetir la cagada anterior, ella apuró hasta notar que mi capullo palpitaba, se salió y se metió la polla en el culo, le dolió aunque aguantó y volvió a cabalgar, para mí era que imitaba a su madre pero quiso hacer unas variantes, se bajó de mí y me cogió de los tobillos como yo la había cogido sobre la piedra, separó las piernas y se tragó la polla vertical.

                                                  La estuvo chupando hasta el límite, notaba cuando palpitaba y paraba, me subió la piernas como ella había hecho sobre mi pecho, a su disposición quedó la polla, los huevos y el culo, me estuvo lamiendo la polla primero y bajando por el tronco a los huevos, luego para mi sorpresa me lamió el agujero que nunca contaba con él, me gustó sobre todo cuando noté la punta de su lengua pugnar por entrar, sólo pudo la punta pero para mí fue suficiente, ya mi polla palpitaba peligrosamente y me abrió las piernas y volvió a lamerme la polla desde los huevos hasta el glande, cuando lo vio morado se lo tragó y con la mano apretó suavemente los huevos, estuvo esperando y un dedo entró en mi culo, la explosión fue inmediata, la chica tragaba y tragaba sin cesar, no quería que se desperdiciara ni una gota de mi leche y lo consiguió, no me dejó reponerme se subió a mi cara y me puso su coño rubio sobre la boca, con la mano me mantuvo dura la polla hasta que se corrió en mi cara, me tragué sus flujos y como fin de fiesta cuando se acabó de correr se sentó en mi polla y se la hincó en el culo.

  • Pepe ahora quiero que te corras otra vez y sin miedo, mi culo es tuyo igual que ha sido mi boca y fue mi coño el otro día.

                                                  Se tumbó sobre mi arañándome con los duros pezones, yo le amasaba las tetas mientras ella saltaba, en su interior notaba mi excitación y cuando levanté mi cadera para correrme dentro de ella me puso sus talones debajo de mi culo, mi polla estaba al máximo de alta y al máximo dentro de ella, me vacié como nunca, mientras le acariciaba el clítoris, sucumbió conmigo, caímos los dos sobre la sábana y al rato me dio mi ropa para que me vistiera.

  • Ya es hora Pepe, vamos de excursión, me has hecho muy feliz, ha sido una buena cogida.
  • Creo que nunca me habían hecho gozar como tú lo has hecho hoy, gracias.

                                                  Me besó con aquellos labios calientes y subimos al coche.  Durante el trayecto la chica parecía otra, había vuelto a su papel profesional y me explicaba la historia de la región con todos los detalles, nos detuvimos en las ruinas de una misión y durante unos minutos volvió a ser la Herta que a mí me gustaba, en un rincón entre dos paredones derruidos por el tiempo nos abrazamos y le besé los pezones, ella recobró la cordura y volvimos al camino, parecía que en el coche era otra persona pero cuando encontrábamos un sitio solitario su cuerpo pedía sexo, pudimos aguantar a duras penas aunque mientras ella conducía yo procuraba meterle mano por donde podía aunque ella suavemente me rechazaba, llegamos a la misión que estaba habitada por guaraníes que se dedicaban un poco a todo pero sabían el valor del turismo y la artesanía popular que era lo que les daba de comer.

                                                  Conocían a Herta perfectamente, en muchas ocasiones había acompañado a grupos de turistas que habían comprado muchas de las cosas que fabricaban, nos trataron con mucha amabilidad y me hicieron un regalo, me lo entregó una muchacha ataviada con la ropa tradicional, era una belleza con los rasgos indígenas y aún sin ningún maquillaje ni adorno podía haber desfilado por cualquier pasarela europea de moda, lo ofreció en lengua guaraní y Herta me lo iba traduciendo.

  • Este amuleto es para que te conserve la vitalidad para siempre, hará que las mujeres se sientan atraídas por ti y tú las harás felices pero no te confíes porque tu potencia sexual puede traerte problemas y dejar alguna embarazada sin quererlo.

                                                  No me acabé de creer la profecía pero me colgué el amuleto en el cuello, sobre todo lo de dejar embarazada a alguna mujer pero visto lo que pasó con Herta tomé buena nota, subimos al coche y nos fuimos por el camino de tierra roja.

  • ¿Has visto a esta chica?  Es guaraní pura raza, ¿te ha gustado?
  • Claro, es bellísima no había visto ninguna chica indígena tan bella.
  • ¿Sabes lo que me ha dicho en realidad?
  • Bueno… eso de dejar embarazada a alguna chica creí que era de tu cosecha.
  • Jajaja no, eso está olvidado, me ha preguntado si eras mi hombre y que le gustaría coger contigo, me ha dicho que te notaba una sensualidad muy potente y que quería sentirte adentro de ella, también me ha dicho que tenía su habitación allí detrás y la cama preparada.
  • Joder Herta y me lo dices ahora, ¿de verdad no me engañas?  Me habría gustado mucho follar con esa belleza de indígena, aunque aquí con toda su familia al lado…
  • No te preocupes nos habríamos alejado discretamente para dejaros tranquilos.
  • Qué pena ¿y si volvemos y le compro cualquier cosa como excusa, crees que lo haremos?
  • Jajaja, eres un seductor nato, te he engañado, esa chica es la hija del alcalde del poblado y está estudiando historia en Buenos Aires, está de vacaciones y ayuda a su familia, es muy buena amiga mía y lo primero que me ha preguntado si había cogido contigo, se ha inventado todo eso del amuleto pero algo hay de cierto, le gustabas y se habría acostado contigo si te hubiera encontrado en otro sitio, jajaja, no pierdas las esperanzas, se llama Yupa.
  • Te mereces una paliza, bueno no, una comida de coño.
  • Jajaja, eso me gustaría más, ya noto el hormigueo.

 

                                                  Herta me llevaba por los caminos de la selva y pasamos por debajo del observatorio de aves donde estuve con Ingrid y Corina.

  • Me parece que ya he pasado por aquí.
  • Claro ahí arriba fue donde te cogiste a mi hermana y a tu nuera Corina.
  • Uff parece que en la selva se corre la voz muy deprisa.
  • Jajaja, claro, entre nosotras no hay secretos pero somos muy discretas, nadie dirá nada.
  • Eso espero.
  • Por cierto las fotos salieron muy bien, podías hacer una exposición.
  • ¡Por Dios!, ¿eso también?
  • Jajaja, por supuesto, las vi con Corina y con mi hermana, me aclararon alguna que dudaba quien sería de las dos, unos primeros planos preciosos.
  • ¿Y tu madre también las ha visto?
  • Todavía no pero cuando la notemos deseosa de una polla se la enseñaremos, seguro que va por su consolador y le saca brillo, jajaja.
  • Pues ella también sabe que te relajas con tu almohada.
  • Claro, me la cambió por una más grande, antes tenía dos pequeñas pero ahora me corro mejor, una madre es una madre.  Jajaja.

                                                  Estaba claro que aquella familia era especial y me gustó que me hicieran estas confidencias, cuando llegamos a casa todavía no habían vuelto del pueblo, Herta nada más entrar en casa me preguntó.

  • ¿Aún tenés ganas de comerme la conchita como dijiste?
  • A mí siempre pero tendremos que dejarlo para otra ocasión, mira el reloj no deben tardar en venir.
  • ¿Y un polvo rápido tampoco?
  • Por favor Herta que me conozco, no tenemos tiempo, nos podrían pillar.
  • Pues a la guapa guaraní si le habrías metido la polla…
  • Mmm, claro pero ahora ya es tarde…
  • Qué pena los pezones me pican aún de cuando me los has chupado en la misión…
  • Herta por favor no me provoques que la polla se me está poniendo dura…
  • Ya lo sé y mi culo también, a mi hermana le encanta porque tiene el coño estrecho pero mi culo también está estrecho y aún así te añora.

                                                  Herta se había vuelto de espaldas y se había bajado el short hasta medio culo, se le notaba el comienzo de las nalgas y los hoyuelos de las caderas, la blancura de la piel brillaba y yo me estaba poniendo malo sólo de verla, cogió los pantalones y las bragas juntas y las fue bajando por las piernas hasta el suelo sin doblar la rodillas, sacó una pierna del pantalón y la separó de la otra moviendo el culo, yo me resistía, el reloj corría más que nunca en cualquier momento llegarían y ella se subiría los pantalones tan tranquila y yo me quedaría con la polla tiesa y los huevos dolientes.

  • Puedes elegir Pepe pero… ya sabes lo que te ha contado la hechicera guaraní…

                                                  Ya no pude resistir me acerqué a ella y me bajé los pantalones escupí al culo de la chica y me pegué a ella hasta hundirle la polla sin contemplaciones, ella gritó pero aguantó el golpe, a lo lejos se oyó el ruido del motor del coche de Javier, me salí y volví a clavarme como la máquina de coser de su madre, estuve follando hasta que subían por el porche, entonces me corrí dentro y cuando ya escurrido saqué la polla se oyó la llave en la cerradura.  Herta se lío el camal que colgaba a la pierna y con uno puesto y el otro no corrió a su habitación, cuando entró Erika vi en el suelo unas gotas de leche que se le habían salido a Herta del culo, de un vaso de agua que había en la mesa dejé caer un poco y con un papel de periódico me puse a limpiarlo y con una sonrisa me disculpé.

  • Soy un torpe, se me ha caído el agua.
  • No te preocupes marido, ya lo limpio yo.
  • No vale la pena Elena, ¡por cierto estás guapísima con esa pamela que te has comprado!
  • ¿Te gusta?
  • Me encanta.

                                                  Cuando salió de su habitación Herta se había cambiado y llevaba una falda, se había duchado porque la leche le chorreaba por los muslos, estuvo viendo las compras que habían hecho unos y otros, mi mujer le había regalado a Erika y a sus hijas unas prendas muy bonitas que seguro les gustaron, Erika a su vez le había hecho un regalo a Elena y Ingrid a Corina, mi nuera disimuladamente me pasó unos paquetes por debajo de la mesa, leí las tarjetas y los fui repartiendo, uno a Erika otro a Ingrid y otro a Herta, las tres mujeres me besaron, no se esperaban un detalle de mi parte pero supieron agradecérmelo, Erika me abrazó apretándose contra mi haciéndome notar sus tetas sueltas, Ingrid, me apretó la polla todavía un poco dura del culo de su hermana y Herta me besó y haciéndose un poco hacia atrás se levantó la falda disimuladamente y me enseñó el coño rubio sin bragas, a partir de ese momento ya empezaron los preparativos para la vuelta, empezaron a recoger y arreglar las maletas yo salí un momento al porche, estaba mirando todo con mucha atención para recordarlo siempre, era difícil que volviera por allí, estaba muy lejos. Herta se me acercó y se sentó a mi lado, llevaba unos pendientes que “yo” le había regalado.

  • Muchas gracias Pepe por hacerme un regalo, no te olvidaré y siempre los llevaré puestos, yo he querido hacerte un detalle para que me recuerdes también.

                                                  En un papel de regalo llevaba un pañuelo blanco, lo abrió y vi unos mechones de pelo rubio rizado, el pañuelo tenía un olor especial.

  • Estos mechones son del vello de mi conchita y el olor es del flujo de la corrida que me he proporcionado cuando me fui a mi habitación pensando en ti, espero que te acuerdes de mi alguna vez.
  • No sabes el valor de tu regalo, aún tengo en la retina la visión que me regalaste de tu coño bajo la falda, sólo de pensarlo se me altera la sangre, lo guardaré en un sitio sólo para mí.
  • Gracias, yo me he guardado la leche que me salía por el culo en otro pañuelo, la pondré al lado de mi almohada cuando me frote contra ella.

                                                  La chica se levantó y me lanzó un beso desde la puerta, Ingrid vino al rato, se sentó a mi lado y me enseñó el anillo que Corina le había comprado en mi nombre, era con dibujos tribales y me dijo.

  • Pepe gracias por el detalle, has tenido muy buen ojo, me viene justo, es mi talla.
  • Me alegro, suelo acertar bastante en los tamaños, me alegro que te venga bien en el dedo.
  • Venga Pepe, no disimules… que Corina me contó la verdad, le dijiste que me comprara un anillo que me pudiera poner en el pezón y es justo del mismo diámetro.

                                                  Me quedé alucinado, Corina había tenido una idea sorprendente, había comprado un anillo que se ajustaba perfectamente en el pezón de su amiga, podía llevarlo si quería como un percing pero sin hacer herida y recordarme cuando se lo pusiera. Pero más sorprendido me quedé cuando me dijo que también le había regalado otro igual para ella y también le cabía perfecto.

                                                  No había reaccionado aún de la habilidad de Corina cuando se acercó Erika, la mujer venia triste con la cara baja y sacó un paquete pequeño, yo no tenía ni idea que sería, Corina lo había comprado todo en mi nombre.

  • Pepe esto me lo guardaré como un tesoro, representa mucho para mí, has tocado mi corazón y te lo agradeceré siempre.

                                                  Hice como que lo sabía todo y le quité importancia, cuando abrió el paquete me enseñó un  chupete de niño pero de tamaño mucho más grande de lo normal.

  • Me alegro que te guste, no sabía que regalarte que te hiciera ilusión, sé que es una tontería pero pienso que te acordarás cuando lo veas.
  • Y más cuando lo use.
  • Mujer si quieres… pero es un poco grande.
  • No creas, me cabrá bien con un poco de crema me dilataré el culo y lo llevaré puesto, para la conchita también vale.

                                                  Quedé helado, ignorante de mi creí que era un chupete de juguete pero en realidad era un juguete sexual, un plug para llevarlo en el culo o en la vagina y tener orgasmos continuos, decididamente Corina había acertado en todo y yo no le había comprado nada a ella ni a Elena, iba a hacer el ridículo sobre todo con Elena, Corina ya se había comprado el anillo pero a Elena, ¿qué le habría comprado?

                                                  Entré en casa y vi a mi mujer atareada plegando ropa y guardándola, nada más verme me abrazó y al oído me dijo.

 

  • Ahora sí que vamos a disfrutar.
  • Seguro, tú y yo cada día más.
 

                                                  Lo dije por decir algo, pero Elena me enseñó dos cajas, en ellas habían dos frascos de gel para masajes eróticos, uno era caliente para la mujer y otro frio para que yo durara más, además había un anillo con un vibrador para la polla que actuaba sobre el clítoris de ella, Concha ya se relamía pensando cómo iba a gozar con todo aquello, nos besamos y le busqué las tetas para confirmarle mi amor, ella dejó por un momento las maletas y se tumbó en la cama sobre los vestidos, no tuvo reparo que se arrugaran cuando sintió mi polla llenarle el coño, fue un polvo rápido pero nos corrimos los dos a la vez.

                                                  Cuando salí me encontré a Javier, le pregunté con voz baja si le había comprado algún detalle a su mujer, él me dijo que no había podido, yo le recriminé y me dirigí a la habitación de Ingrid, estaba cambiándose de ropa y se alegró de verme, creía que quería follarla allí mismo pero tuve que desilusionarle, sólo le pedí un favor.

  • Ingrid, me da vergüenza pedirte este favor pero es por una buena causa, mi hijo no le ha hecho ningún detalle a su mujer, dice que “no ha podido”, te pido consejo ¿qué podría hacer?
  • Pues no sé… espera creo que tengo algo que podría valer.
 

                                                  La chica se volvió a buscar en el armario, me dio la espalda y las escuetas bragas que llevaba me dieron ideas de pegarme a ella y cogerle las tetas por detrás pero me contuve, cuando se volvió me dio una caja pequeña, me desplegó un conjunto de lencería precioso, era de la misma talla de las dos y me lo dio.

  • Toma Pepe, dáselo a tu hijo y dile que se lo ha regalado él aunque se lo haya comprado yo, así cuando se lo ponga lo podrás disfrutar tú también.
  • Gracias Ingrid, eres un ángel, me gustaría agradecerte al favor.
  • No hace falta me has hecho muy feliz pero si quieres me puedes chupar las tetas, es lo más rápido que podemos hacer.

                                                  Lo cumplí a rajatablas y se las dejé brillantes y duras, cuando le di a mi hijo el paquete se puso rojo de vergüenza pero le advertí que tuviera más delicadeza con Corina.

                                                  Erika se explayó con Javi, le compró toda clase de ropa y juguetes, el niño parece que se lo agradeció besándole la mejilla aunque se la dejó llena de babas, ella estaba emocionada y se lo devolvió a Elena, las dos se fundieron en un abrazo.  Cuando ya subíamos al coche yo me había quedado el último recogiendo el regalo de Elena cuando me crucé con Erika, nos abrazamos, noté la intensidad de su apretón, era sincero me dió dos besos en las mejillas y me dijo al oído.

  • Pepe, cómeme las tetas por última vez.
  • Que sea la penúltima.

                                                  Se subió la blusa y recogió las dos tetas juntas para que las tuviera más fáciles pero yo las dejé sueltas, las quería recordar cómo era y una después de la otra las chupé y lamí hasta que los pezones le hacían daño, luego ella me apretó en la bragueta comprobando de que no me eran indiferentes, corrí al coche y me senté al lado de Elena detrás, con los brazos agitados estuvimos hasta que desapareció la casa de vista, luego mi hijo buscó la ruta 14 y enfilamos hacia el Sur.

Continuará.

 

Agradeceré sus valoraciones y comentarios.

 

Gracias.

                                                 

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