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Me hicieron creer que era afeminado. (19)

en Amor filial

                                                  Seguí acudiendo a la Academia todos los días, Rosa tenía en mí al mejor alumno, cada nueva lección era un descubrimiento que yo anotaba cuidadosamente y luego practicaba en casa, por las tardes salía un rato para estirar las piernas y procuraba pasear por las calles llenas de tiendas de moda para fijarme en las nuevas tendencias, cogía un detalle de aquí y otro de allá e iba imaginando mis nuevas ideas para plasmarlas algún día en la ropa.

                                                  Una tarde estaba mirando un escaparate cuando vi detrás de mi aparcar un coche negro, el corazón me dio un salto, el coche tenía algo de siniestro con los cristales traseros opacos, con dos toques de pito me llamó la atención y al volverme vi la puerta que se abría, no salió nadie pero yo sabía que me esperaba a mí y me acerqué.

                                                  La silueta del caballero que viajaba en el interior se movió apenas para dejarme sitio en el asiento trasero, entré sin pensar y al momento el coche arrancó,

El chofer debía saber dónde ir porque enfiló la misma ruta que la vez anterior y al momento me vi en el mismo jardín solitario de la otra vez.

  • ¿Ya te lo has pensado?
  • ¿Se refiere a lo de ser el regalo de Adela?
  • ¿A qué otra cosa me iba a referir?, yo no tengo ningún interés contigo, es más estoy deseando terminar con esto lo antes posible.
  • Pues yo no lo veo todavía claro, me parece bastante retorcido.
  • No te lo discuto pero a veces hay que hacer cosas que no nos gustan del todo aunque lo que te propongo no es ningún sacrificio, creo yo.
  • No lo será para usted pero para mí es bastante violento.
  • Imagina cómo será para mí, de todas formas te quiero demostrar que no será tan duro, aquí tienes este dinero para que sea más llevadero.
  • ¿Cómo?, usted se equivoca y Adela también, lo que me propone es prostitución y eso es ofenderme en mi honor, jamás lo haría por dinero.

                                                  El caballero me había largado un paquete enrollado de billetes, no podía calcular cuánto dinero habría allí pero no quise ni mirarlo, el señor vio que se había equivocado conmigo y rectificó separando unos pocos billetes y me los volvió a ofrecer.

  • Te pido disculpas Carlos, no te había juzgado bien, veo que eres una persona honesta y me estás cayendo bien pero te ruego que aceptes esto, no es en concepto de pago de nada sino para que te compres ropa nueva, iremos a cenar a un buen restaurante y debes ir presentable.
  • ¡Ah! ¿También quiere que vaya vestido de pingüino como usted?, ni hablar yo soy como soy, si le gusta bien y si no me voy.
  • Vale tu ganas, ahora Matías te llevará a un barrio de ambiente… ya sabes, allí hay muchas tiendas donde encontrarás la ropa que te gusta, con éste dinero puedes comprarte lo que quieras, gástatelo todo, considéralo como gastos de representación.
  • Si es así… acepto.
  • ¡Matías, ya sabes dónde ir!

 

                                                  El coche callejeó y al poco rato se detenía en una calle populosa donde habían tiendas de todas clases, tengo que reconocer que me deslumbré con aquellas prendas tan coloridas y extravagantes, lo que yo llevaba era de un chico de pueblo un poco atrevido en comparación con aquello, apenas me apeé el coche arrancó y se perdió en la primera esquina.

                                                  Disimuladamente saqué el puñado de billetes que me había dado y abrí los ojos asombrado, eran pocos pero todos ellos de mucho valor, no podía imaginar cuanto me había ofrecido anteriormente pero me sentí satisfecho por haberlos rechazado.

                                                  Apenas recorrí la calle, había zapaterías, ropa, complementos y cualquier cosa que hubiera podido imaginar y mucho más, por fin me decidí y entré en una, me di cuenta que la clientela que había comprando iba vestida más o menos como yo y cuando se me acercó el dependiente ya me convencí, el movimiento de manos que tenía yo no era nada para el efecto que hacía como si estuviera espantándose las moscas y su atuendo no dejaba lugar a dudas, además le servía de reclamo porque iba a la última moda de Londres, me enseñó prendas que seguramente asustarían en mi pueblo pero me decidí y compré lo que más me gustó, me sentía tan eufórico que salí vestido de estreno ya de la tienda, la ropa que llevaba la metieron en una bolsa y me fui a casa.

                                                  Con todo nuevo me miraba en las cristaleras y no me reconocía, al llegar a mi calle pasé por la puerta de la panadería y entré a por mí pan aunque también quería saber la opinión de Vero sobre mi atuendo.

  • ¡Wow, que guapo vas! si casi no te reconozco, ¿de dónde has sacado esa ropa?  Pareces la paleta de un pintor.
  • ¿Te gusta?  Acabo de estrenarla, es la última moda, me encanta.
  • Si tú dices que es la última moda… me lo creo, porque se te ve de lejos pero me gusta y a ti te sienta de maravilla, tengo que reconocer que tienes un gusto muy… especial, eres un artista.
  • ¿De verdad no me engañas?, noto como la gente se vuelve para mirarme.
  • Jajaja, es que es preciso pero no te preocupes, si tú vas a gusto a nadie le importa, ¡ah! se me olvidaba, pasa a la trastienda y mira en mi bolso, la modista me ha dejado una revista del corazón donde sale la boda con la novia que vistió ella o mejor dicho con las ideas que le diste tú, está muy contenta.

                                                  Pasé y colgado de una percha estaba el bolso de Vero, como era de esperar pesaba lo indecible, siempre me ha intrigado lo que pesan los bolsos de las mujeres, deben de llevar de todo, jajaja, plegada había una revista de moda y cotilleos y en primera plana aparecía la pareja de novios a la entrada de la iglesia, se apreciaba muy bien el vestido de la modista pero sobre todo lucían los detalles que le había aconsejado yo, en las páginas centrales estaba todo el reportaje de la boda en unas fotografías preciosas, al momento oí cómo Vero cerraba la tienda y acudía donde yo estaba.

  • ¿Qué te parece el vestido?
  • Me gusta mucho y la novia está preciosa, es muy guapa.
  • Si, era vecina nuestra, se presentó a modelo de Miss Madrid y quedo finalista, luego se marchó del barrio y se codea con gente bien, se ha casado con un importante agente de turismo, tiene mucho dinero y hacen muy buena pareja.
  • ¡Fíjate, esos adornos se los aconsejé yo!, ¿te gustan?
  • Claro, le sienta muy bien el vestido, ¡cuánta gente de la alta sociedad! y ¿dice dónde se van de viaje de novios?  Me hace ilusión saberlo.
  • Sí, pone que se irán diez días a la Isla Mauricio a un resort precioso… que envidia.
  • Me gustaría casarme con una boda así, ¿tú me harías el vestido?
  • Claro mujer, sería un honor pero no podría ir a la boda, no me invitarías.
  • ¿Por qué dices eso tonto?
  • Porque si voy vestido así al lado de toda la gente elegante…
  • Jajaja, a mí me encanta tu forma de vestir pero lo que más me gusta es lo que guardas ahí debajo, jajaja.
  • Gracias, veo que tu padre se ha ido pronto hoy.
  • Sí, hoy parece que iba con prisa.
  • ¿Qué, no ha habido…?
  • ¡Claro!, como todos los días, le he mamado la polla y se ha corrido enseguida y lo malo es que me estaba calentando yo y me ha dejado mojada, ¡mira!

 

                                                  Vero se subió la falda, admiré las piernas que le habían quedado después de perder unos cuantos kilos y lucía una lencería que me sorprendió, me cogió la mano y se la llevó a la entrepierna, el coño todavía mofletudo estaba mojado y sin pensárselo puso su mano sobre mi polla, ella sabía que soy de reacción rápida y ya la tenía bastante gorda.

  • Parece que te has quedado con ganas de polla.
  • Sí Carlos, me hace falta una como la tuya, mi padre se ha ido pronto a casa, supongo que tendría ganas de follar a mi madre, seguro que no le habrá dejado ni hacer la cena y luego por supuesto querrá el postre.
  • Entonces hoy es posible que con tu madre tenga bastante, aunque ella estará saciada con el atleta.
  • ¡Qué va!  Ya lo ha dejado, lo pilló en la cama con una adolescente y encima le propuso hacer un trío, para él, mi madre era la experta en sexo y la joven la carne prieta, jajaja, se despidió del gimnasio y no ha vuelto a verlo más.
  • Tu padre lo habrá agradecido, ahora será el que la folle en exclusiva.
  • Si pero ella añora una polla como la tuya, siempre me lo dice, la de mi padre no está mal pero la tuya… el chico del gimnasio tenía mucha planta pero lo que es follar… mi madre necesita más y mi padre le da cantidad aunque ella prefiere calidad.
  • Entonces esta noche te dejará tranquila a ti.
  • No sé, según le parezca, a mi madre la tiene agotada, es incansable y entonces me llama a mí, me tiene el coño maltrecho.
  • Y el culo también supongo.
  • No, el culo no se lo doy, de hecho sólo ha sido tuyo, no me gusta que nadie más se meta en él, no lo saben hacer,  mi padre quiso probar y casi me parte en cuatro, a mi madre se lo hizo una noche y aún no se puede sentar, jajaja.
  • Joder con el señor Paco, ¿tan grande la tiene?
  • Nada de eso, normalita pero no se cansa y no tiene cuidado, siempre va a lo bruto.
  • Qué lástima porque las dos estáis para una buena follada, doy fe.
  • Por eso te lo guardamos para ti, cuando quieras ya sabes, sólo tienes que decirlo… y ya que estamos aquí…
  • Lo siento de veras Vero pero hoy es imposible -mentí- tengo que hacer unos patrones muy complicados y urgentes, me gustaría follarte ese culo aunque fuera sobre los sacos de harina…
  • Qué pena, me había hecho ilusiones, que le vamos a hacer, hoy seré yo la que le quite la polla a mi madre.
  • Igual se alegra, jajaja.
  • Seguro, ya tiene el coño como un bebedero de patos, jajaja.

                                                  Salí con el pan debajo del brazo y la polla a punto de romperme el pantalón, ella se hubiera quedado muy a gusto dentro del culo de Vero pero yo me había propuesto seguir los consejos de mi abuela y dedicarme a mi profesión sin dejarme influenciar.

                                                  Mi casa estaba escasamente a tres patios en la acera de enfrente y al llegar allí vi a una chica bastante joven esperando en la puerta pacientemente, Vero ya había cerrado su panadería y se había ido calle abajo.

  • Hola buenas tardes, ¿espera que le abran?
  • Sí pero parece que no está, ya me iba a ir.
  • Es posible que no le hayan oído llamar, en esta escalera casi todos los vecinos son personas mayores.
  • No, yo busco a un chico joven, se llama Carlos, ¿lo conoce?
  • Claro, el único Carlos de la escalera soy yo.
  • ¿Usted?  No lo hubiera imaginado nunca.
  • ¿Por qué lo dice?
  • Mmm, no por nada sólo que no me lo imaginaba… así.
  • Bueno pues ya me conoce y usted ¿cómo se llama?
  • Me llamo Susana, Susi para los amigos.
  • Bueno Susana pase, subamos y me cuenta para que me busca.
  • Por favor no me llames Susana, somos jóvenes y nos podemos tutear, no me gustan las formalidades, bastante tengo que sufrirlas de continuo.

                                                  Le hice pasar delante de mí hasta el ascensor, en un momento me fijé en ella, era joven y bonita pero vestía de una manera muy informal, no tan extravagante como yo pero en otra época se podía haber calificado de rebelde o hippy, con una serie de prendas holgadas sin ninguna regla de elegancia pero en conjunto estaba atractiva y según me di cuenta la ropa era de calidad.

                                                  En el ascensor pude notar que el perfume que llevaba no era barato y aunque muy suave llenó el cajón inmediatamente, al abrir la puerta en el rellano una bocanada de aire fresco me devolvió a la vida y al entrar a mi casa con una rápida mirada observó todo a su alrededor.

  • ¿Y bien a qué debo el honor de tu visita?
  • Bueno… es un poco difícil de explicar, me ha hablado de ti un amigo, me ha recomendado que venga a verte porque sabe que tienes mucho gusto en las cosas y eres una persona con mucha personalidad y eso me encanta.
  • Pues me extraña porque en Madrid no tengo amigos y aunque de gusto no me quejo tampoco puedo presumir mucho todavía y de personalidad… ¿Puedo saber qué amigo es ese?
  • Claro, es Jorge.
  • Jorge… ¿Don Jorge?  Pues eso de amigos… me pica la curiosidad, ¿qué tienes tú en común con don Jorge? porque no os parecéis en nada.
  • Jajaja, lo comprendo y te explicaré un poco por encima aunque Jorge me ha dicho que no hable demasiado… él es Diputado, lo que se conoce como un “respetable Diputado de toda la vida” y yo pues… también soy Diputada, ya ves pero de una tendencia completamente opuesta a la de él.
  • ¡Ah!  Ya entiendo me parece que he visto alguna vez tu cara discutiendo acaloradamente con él en el Congreso, es que no veo mucho la tele.
  • Jajaja, sí ya veo, yo peleo mucho con él en el hemiciclo pero cuando terminamos… no somos tan enemigos, ya sabes…
  • Supongo que la educación no está reñida con la rivalidad.
  • No me entiendes, Jorge tiene sus gustos y yo… también o sea que coincidimos a veces fuera del trabajo.
  • Aaaah ya veo o sea que folláis cuando podéis…
  • Él no lo diría así pero yo… pues sí, esas son las palabras exactas.
  • ¿Y… que quieres de mí o qué espera él de mi?
  • Nada, él sólo me ha dicho que coses muy bien y cómo ves la ropa que me gusta no se encuentra mucho por las tiendas aunque... la tuya tampoco es muy normal que digamos…
  • Jajaja ¿te gusta? A mi sí…  ¿Así que quieres que te cosa algo?...  Veamos… algo clásico no por supuesto pero se me están ocurriendo algunas ideas.
  • Yo te he traído unos pañuelos grandes estampados de Versache, me gustaría algo amplio e informal pero estoy abierta a todo.
  • Me encanta tus pañuelos, es buena idea pero también podemos hacer más cosas, lo que te tengo que advertir es que tengo costumbres un poco… especiales con mis clientas… vamos que no soy el clásico modisto que se espera al verme…
  • ¡Ah!  No te preocupes, me gustan las sorpresas, estoy a tu disposición, no soy una cría.
  • Vale, entonces ponte cómoda, te voy a tomar medida.

                                                  En el pequeño taller improvisado tenía mis herramientas de trabajo, cinta métrica, alfileres etc.  Fui a por ellos y cuando volví me encontré en el comedor sobre el sofá recostada a Susi en dos piezas, toda la apariencia informal de su atuendo había desaparecido y debajo de aquellos “harapos” lucía un cuerpo espléndido realzado por una lencería de marca que nadie habría sospechado.

  • Vaya, cada vez me gustas más, veo que tienes gusto para la lencería.
  • Es mi debilidad, me alegro que te guste aunque te confieso que casi nunca llevo nada.
  • Ah, pues por mí no te preocupes, como ves a mí también me gusta ir a mi aire.
  • Te lo agradezco porque sin nada me siento más libre pero si te molesta no me lo quito.
  • No para nada, ya te digo que estoy acostumbrado.

                                                  Susi con toda naturalidad se agachó y sacó por las piernas las bragas minúsculas y luego de frente a mí se soltó el sujetador quedando completamente desnuda, mi polla acusó la visión de aquellas tetas encabritadas y aquel pubis cuidadosamente depilado a la brasileña.

  • Mmm, veo que también eres muy sensible porque has reaccionado enseguida.
  • Uf, lo siento me has pillado desprevenido, es que me encantan las cosas bellas.
  • Tranquilo, la culpa es mía porque te había juzgado mal, había pensado que…
  • Jajaja, ya entiendo pero siento desilusionarte porque mi polla no se viste igual que yo, ¿quieres verla?
  • Jajaja, eres muy divertido, te propongo una cosa, si eres capaz de estar como yo, los dos nos sentiremos más libres y desinhibidos.
  • Pues sea, espero no defraudarte.
  • ¡Ooooh!  Carlos, ¡Qué grata sorpresa, no lo esperaba de ti!
  • Ya te dije, tampoco esperaba de ti que tuvieras ese cuerpo, con unas tetas que miran al techo y un coño que está pidiendo que lo coman.
  • Jajaja, mmm, me gusta tu “timidez”…  ¿Cuándo empezamos?
  • Ya mismo, aquí tienes mi polla.
  • ¡Aaah!  Me refería a tomar medidas.
  • Quiero aclararte que una de las costumbres que pongo para tomar medidas es follar primero.
  • Joder Carlos, soy progre pero no tan liberal.
  • Pues te has equivocado de puerta pero ya que estás aquí cómeme la polla antes de irte.
  • No, si no me quiero ir, me gusta tu franqueza y tu polla pero es tan grande…
  • Es la polla de un humilde proletario porque un Diputado la tendrá mucho más importante.
  • Jajaja, no creas, si yo te contara lo que hay por ahí…

 

                                                  Esto lo dijo a la vez que se arrodillaba frente a mí, me miró la polla desde varios ángulos para ver por donde la podía atacar mejor y tras unos instantes de dudas la lamió e intentó metérsela en la boca, toda la soltura que demostraba se esfumó en un momento arrugando el entrecejo y dudando si le cabría o qué, la cogí de su melena a mechas azules y la atraje hacia mí, me arañó el frenillo con los dientes pero la visión desde arriba al ver mi polla desaparecer en sus labios y debajo de ellos sus tetas en forma de pera y los muslos juntos al fondo, me animaron a seguir empujando la cabeza y sacándola, la chica se tomaba de mis muslos e intentaba regular la profundidad aunque el capullo se hundía hasta la campanilla y tras unas cuantas  arcadas se convenció que aquella polla había entrado para quedarse.

                                                  Susi estaba convencida de que me iba a correr en su boca y su preocupación era dejar un poco de espacio para recibir mi lechada pero yo tenía otros proyectos y cuando vi lagrimear los ojos la solté y la levanté por los brazos, le di la vuelta y la dejé de rodillas sobre el sofá, hasta ahora no le había visto el culo pero me gustó, sin ser grande lo tenía alto y duro y al agacharse me mostró unos mofletes que al juntarse se oscurecían y debajo de ellos se marcaban los labios del coño que ya destilaba jugos, apoyé el capullo en el culo y… 

  • ¡Por todos los santos que dicen hay en el cielo!, no me metas esa tranca, bruto me vas a partir el culo.
  • ¿Cómo me dices eso, es que no te lo han follado aún?
  • No, nunca me he dejado y a Jorge le da asco.
  • ¿Qué a Jorge le da asco metértela por el culo?, no me digas.
  • Sí es muy especial, muy tiquismiquis.
  • Joder, si tienes un culo divino.
  • Ya lo sé pero lámelo o bésalo o muérdelo pero no me metas eso, me matarás, tendré que estar en el hemiciclo de pie, a ver cómo explico yo eso.
  • No te creía tan mojigata pero es igual hoy vas a probar mi polla, aunque en deferencia a tu “virginidad” te voy a follar el coño primero y no quiero oírte protestar.
  • ¡Ooooh!  Joder Carlos que polla tienes, me quema cuando entra, ponle saliva o lo que quieras pero haz algo, que me rompes el coño.
  • Vale, escupiré en el capullo.
  • ¡Aaah!  Así con saliva ya va mejor pero, ¿qué haces?, me llega a la garganta, no la claves tanto me la vas a meter en la matriz.
  • Joder Susi, me sorprendes tanto como me gusta tu coño, quien diría que lo tienes tan estrecho, te lo voy a llenar de leche.
  • ¡Nooo!  Ni se te ocurra, ponte algo ¿no tienes condones?
  • No sé lo que es eso -volví a mentir- pero te creía más avanzada, con un DIU o píldoras anticonceptivas.
  • Es que soy alérgica, no me puedo tomar nada.
  • ¿Y qué hace don Jorge contigo pues?
  • Sólo me come el coño y yo se la como a él.
  • ¿Y no te la mete ni en el coño?
  • No me fio de él, ni me avisa cuando se va a correr en la boca.
  • Pues yo si te voy a avisar, tranquila.

 

                                                  Mientras conversábamos ella no se percataba que me clavaba en su coño pegando los huevos en su pubis recortado, a la vez iba escupiendo entre las nalgas y la saliva iba descendiendo entre ellas hasta lubricar el agujero oscuro, estaba esperando darle la sorpresa y parecía que era buena táctica hablarle de Jorge.

  • Si Jorge supiera lo que se pierde te follaría el coño siempre como yo.
  • ¡Qué va, ya habría acabado hace rato, folla como los conejos!
  • Pues yo te voy a follar a mi manera y te aseguro que no te vas a arrepentir.
  • ¡Pero por el culo nooo ¡aaag!  Por Dios Carlos…  ¿Qué has hecho? ¡Me has desgarradoooo!
  • No lo creas, de hecho es que ha entrado mejor de lo que yo pensaba.
  • ¿A sí, que pensabas hundirme el esfínter enroscado al capullo como un trofeo?
  • Calla exagerada y disfruta ¿a que ya no te duele tanto?
  • Mmm, tanto no pero cuando le sacas me escuece mucho.
  • Espera, le echaré más saliva y verás.
  • ¿Pero qué has hecho, la has sacado otra vez?
  • Claro para poner saliva, ya verás ahora…
  • ¡Aaah, cabrón que me rajas el culo, ya no puedo más, debo estar sangrando como un cerdo!
  • Jajaja, que miedica, tienes en el culo la mejor polla que has visto y te quejas.
  • No, si la polla me gusta pero me matas al meterla, espera un poco déjame adaptarme…
  • ¿Tú ves?, prepárate porque voy a moverme de verdad.
  • Despacio Carlos despacio… mmm sigue, sigue así, más, más fuerte, me duele pero me gusta, me voy a correr Carlos, me vas a hacerme venir por el culo, no me lo creo, ya yaaaa, me corrooo.

                                                  El culo de la chica con la cintura y la espalda parecía un violoncelo y mi polla se hundía sin piedad entre sus nalgas, se había rendido con la cara y los brazos sobre el respaldo del sofá, daba con la cabeza en la pared a cada empujón mío y no protestaba, estaba agotada pero yo seguía hundiéndome en su trasero.

  • Vas a probar mi leche en tu culo, te va a gustar.
  • Sí lléname el culo, ya que no me puedes preñar, lléname toda.
  • ¡Ahí va, joder que buena estás Susi, me corrooo!

                                                  Cogido a las caderas de la chica me apreté contra ella y con los huevos crispados y pegados a la polla como una manguera iba llenándola de semen caliente, había separado las piernas para que pudiera pegarme a ella, incluso se había cogido las nalgas y las separaba para recibir mi regalo.

  • ¿Ya la sacas?
  • Es sólo un  momento, quiero que la pruebes para que sepas comparar, abre la boca.
  • ¡Si la acabas de sacar de mi culo…!
  • No te preocupes, estás limpia.
  • Glup, glup, glup, ¡joder Carlos, aún te quedaba leche, que barbaridad aunque hace un gusto raro, será por mi culo, que asco!
  • No pasa nada, debes estar a todas pero, ¿a qué te gusta mi leche?
  • Sí, la de Jorge sabe más ácida, la tuya es más suave con un  toque salado.
  • Es de etiqueta negra, jajaja.
  • No sé cómo me he podido meter esta polla en la boca.
  • Con voluntad y un poco de ayuda por mi parte pero ahora te entrará mejor.
  • ¿Cómo ahora, aún quieres seguir?
  • Claro mujer, solo me he corrido una vez y tu otra, te voy a follar el coño de verdad.
  • El coño no, que aún llevarás leche pegada.
  • Espera tengo una sorpresa para ti, mira que caja de condones tengo y si me faltan me la chupas otra vez, jajaja.
  • Joder Carlos, me estás puteando, podías haberme follado sólo por delante y me has partido el culo sin quererlo yo.
  • Ha sido una mentira piadosa pero ahora abre las piernas que voy.
  • Por favor, despacio, entra despacio, así, asíííí, aaah, que gusto aunque me gusta más sin condón.
  • Si quieres me lo quito y me lo pongo antes de correrme adentro.
  • Nooo, no me fio, sigue así, métela toda ya, al fondo, quiero sentirte dentro de mí.
  • Así me gusta a mí.
  • Casi no puedo respirar pero no salgas, ¡fóllame que me voy a correr otra vez sííí, yaaa, me corro Carlos, me corrooo.!
  • Y yo Susi, te voy a preñar…
  • Nooo Carlos ni lo pienses, no salgas, uf que sea lo que Dios quiera Carlos pero no te salgas.

                                                  Susi debajo de mí, tumbada en el sofá recibía mis empujones con una pierna en el suelo y la otra sobre el respaldo, las tetas se aplastaban bajo mi pecho y nuestros sexos se pegaban uno contra el otro en un orgasmo compartido mientras ella me abrazaba.

                                                  Antes de dejar que se incorporara le chupé las tetas saladas por el sudor que desafiaban a la gravedad apuntando al cielo, la chica me guiaba la cabeza para que no dejara de chupar y lamer donde más gusto le daba.

  • Aaah, que gusto me has dado Carlos, me has hecho sentir como en el cielo,
  • Yo también he disfrutado, tienes un cuerpo precioso, entiendo a Jorge, tiene buen gusto por las mujeres.
  • Si sólo fuera por las mujeres…
  • ¿Qué quieres decir?
  • No nada, no tiene importancia.
  • Ahora no me dejes así, cuéntame.
  • No es nada, son tonterías, cosas de su mujer y mías.
  • ¿Ah, conoces a su mujer?  No lo hubiera sospechado.
  • Claro, somos amigas, hemos cenado alguna vez juntos.
  • ¿Sólo cenado?
  • Bueno… a veces me he quedado en su casa un fin de semana, a él le gustan las multitudes.
  • ¿Habéis hecho un trío, quieres decir?
  • … Sí, alguno pero ha sido un desastre, no sabe jugar, es un tramposo, Adela sí que sabe.
  • Vaya, bueno es saberlo…
  • ¿Qué quieres decir?
  • No, nada no tiene importancia, anda levántate que te voy a tomar medidas.
  • Qué pena ahora que estábamos tan a gusto, me quedaría esta noche contigo.
  • Sí que lo siento -volví a mentir- tengo que hacer unos trabajos urgentes para mañana sino… pero ya habrán otros días.
  • Seguro que sí.

                                                  Susi se conformó mientras le tomé medida, más que tomar medida le estuve magreando el cuerpo, casi me auto convenzo de follarla otra vez pero mi abuela me lo había dicho alto y claro, debía seguir mi camino.

                                                  En la Academia de Corte las cosas iban bien, Rosa seguía atendiéndome preferentemente y me daba trabajos cada vez más difíciles y como veía que yo le respondía se motivaba más y estaba volcada a mí, las otras ni se daban cuenta y ni les importaba, Adela seguía con sus demostraciones de cuerpo y lujo y las demás la seguían como corderitos.

  • Estoy muy contenta con los progresos que haces, eres el mejor alumno que he tenido, pronto no tendré nada que enseñarte y serás tú mi profesor, jajaja.
  • Eso no es verdad, eres una mujer especial, sabes enseñar y te agradezco infinito tu dedicación por mí.
  • Bueno eso es un poco interesado, mi interés no es sólo por ti, estoy deseando volver a sentir tu polla adentro, espero que no tardemos mucho en repetir una fiestecita.
  • ¿Con la Directora o solos?
  • Como prefieras pero si somos tú y yo  mejor, quiero esa polla para mí sola.
  • Tomo nota Rosa.

                                                  No habían pasado ni tres días cuando estando en casa llamaron desde la calle.

  • Sí, ¿quién es?
  • Hola soy Silvia, no me conoces pero yo sí, ¿puedo subir?, sólo será un momento.
  • Sube, es el último piso.

                                                  Cuando abrí la puerta y esperé el ascensor renqueante me quedé con la boca abierta, la mujer que salió de él era espectacular, no tardé en reconocerla, era la chica que se había casado con el traje mío o casi mío, yo la hacía de luna de miel pero allí estaba bellísima con un traje de coctel de lo más elegante, me hice a un lado para que entrara pero ella se paró delante de mí y me rodeó con sus brazos el cuello dándome un beso en la mejilla que me rozó los labios, olía como una diosa (si es que las diosas huelen) y la invité a entrar, la casa estaba un poco en desorden llena de retales y papeles por todos lados.

  • Hola Carlos, soy Silvia, seguro que no me conoces pero te diré que me casé hace una semana con un vestido de novia tuyo.
  • ¡Ah!  No tenía ni idea -volví a mentir-(me estaba acostumbrando demasiado a mentir)
  • Sí y me encantó, bueno en realidad el vestido no era sólo tuyo, la modista que me lo hizo sólo lo cosió porque me confesó que las ideas de diseño eran tuyas, lo otro lo puede hacer cualquiera.
  • Te lo agradezco Silvia debió ser una boda preciosa pero te hacía de viaje de novios…
  • Psche, mi marido se ha ido a Shanghái unos días para tratar un negocio urgente de turismo.
  • ¿Y no te has podido ir con él?
  • No ha querido, dijo que como no hablo inglés me aburriría allí sola en el hotel.
  • Ah y se ha ido solo.
  • Solo no, se ha llevado a dos secretarias con él.
  • Comprendo y tú te has quedado en tierra.
  • Más o menos por eso estoy aquí, quisiera que me cosieras un vestido de noche para una gala que tendremos cuando vuelva Julio, mi marido.
  • Ya y… ¿cómo lo quieres?
  • No sé, a tu gusto confío en ti, sólo quisiera que fuera muy escotado, quiero dar la campanada donde vayamos.
  • Eso está bien ya veremos qué se me ocurre, como me has cogido de improviso...
  • Entiendo pero si quieres me puedes dar ideas y ya escojo yo.
  • Si te parece con esta tela que tengo aquí te hago una pequeña muestra y te haces una idea.
  • Estupendo, ¿me quito algo?
  • Lo que prefieras pero si va a ser un vestido de noche lo ideal sería que fueras lo más aproximada a cómo vas a lucirlo.
  • Ya entiendo es lógico, entonces me lo pruebas como si fuera el mío.
  • Eso es.

                                                  Fui a por el metro y unos retales, en la mesa tenía la revista de su boda y la escondí y de paso miré unas revistas de moda francesas que me dieron unas ideas improvisadas, cuando salí al comedor casi me caigo sentado en el suelo, si Silvia pensaba ir así en la recepción provocaría más de un infarto, ante mí estaba la recién casada con sólo un tanga casi invisible y con unos tacones de vértigo, las piernas larguísimas y una cintura de avispa que realzaba un pecho perfecto con unas tetas que me recordaron a las de mi tía Julia, aunque menos separadas, con razón había sido Miss.

  • ¿Tú crees que podrás sacar algo de provecho de mi cuerpo?
  • Seguro que sí, tienes un cuerpo espectacular, ya tengo envidia a tu marido, ¡oh perdón, que eres una señora casada!
  • Jajaja, si yo te contara, casada si pero señora… se podría decir que todavía soy virgen.
  • Perdón no te comprendo, ¿virgen dices?
  • Es un decir pero desde que me casé no he follado.
  • No lo puedo creer, con ese cuerpo no debías haber salido de la iglesia sin haberte llenado de leche.
  • Jajaja, que gracioso eres Carlos, ni tocarme ¿entiendes?, ni tocarme.
  • Imposible, no te creo.
  • Sí, verás… la primera noche porque tenía una resaca que no se despertó en toda la noche.
  • Pero por la mañana…
  • Por la mañana no se le levantó la polla.
  • ¿Y al día siguiente?
  • Se fue a la oficina y se quedó toda la noche porque habían surgido problemas con los chinos, me pidió disculpas y llamó a la secretaria para que le ayudara, me dijo que le había prometido una gratificación…
  • O sea que estás sin probar a tu marido aún, que pena lo siento por él, no soy yo y se me está poniendo dura la mía, lo imagino allí lejos trabajando sólo con las dos secretarias.
  • Que se joda, ¿sabes una cosa?  Que necesito una polla urgente y no me importa de quien sea.
  • Creo que la mía te puede servir, te aseguro que hasta ahora nadie se me ha quejado.

 

                                                  Creo que cumplí con las expectativas de Silvia por lo que abrió los ojos cuando me saqué la verga, la Miss se agachó en cuclillas sin arrodillarse y separando las rodillas se acercó a mí, me cogió la polla y la besó, sus tetas alargadas y rellenas casi ocultaban el tanga que se había ladeado en la ingle derecha y dejaba ver los labios menores muy desarrollados y húmedos, el clítoris apenas se veía entre los carnosos labios del coño depilado y ya no puedo describir más porque su boca recibió a mi glande rodeándolo con la lengua en redondo, una vez saboreado aspiró y el capullo entró en su boca y me arrastró a mí con él.

                                                 

                                                  No me atreví a cogerle la cabeza como había hecho con Susi unos días antes porque iba recién peinada de peluquería y además no hacía falta, sabía cómo mamar una polla y se la fue tragando poco a poco hasta tocar la barbilla con mis huevos, tenía un paladar suave y no noté en ningún momento la proximidad de los dientes, mi polla discurría como una serpiente en su garganta, imagino que iría más allá del glotis por el bulto en su cuello, estuvo presionado la lengua contra el paladar dándome la impresión de que quería ordeñarme ya.

  • ¿Te ha gustado la mamada?
  • No ha estado mal, ya me darás la opinión de la comida de coño que te voy a hacer.

 

                                                  La llevé a mi cuarto, no tenía prisa ni ella tampoco, sobre la sábana se abrió de piernas y el tanga negro desapareció arriba de la cama como una arruga más de la sábana.  Reconozco que se lo hice desear, le lamí desde el ombligo hacia abajo, el pubis depilado como un bebé y la ingle hasta el culo, no le rocé los labios pero pasé por el borde, Silvia elevaba el culo para que le lamiera el coño pero aquel manjar debía ser saboreado en conciencia, ya tenía ensalivado desde la rabadilla en el culo hasta el ombligo cuando me fui acercando más a los labios menores (lo de menores es por decir algo) parecía que tenían vida propia porque se abrían como una planta carnívora, el interior rosado me llamaba como una sima profunda.

                                                  Mi lengua resistió la tentación y seguí rodeando y desoyendo los gritos de Silvia que pedía que le comiera el coño ya, los besos cortos y las lamidas se sucedían entre labio y labio y la vagina se iba abriendo demostrando los deseos que tenía de ser invadida, se hacía más oscura con la profundidad y una espuma blanquecina se veía en el fondo prometiendo una penetración placentera.

                                                  Los labios menores forzaron a los mayores a abrirse también, ahora ya era un corte limpio entre sus muslos lo que se abría a la vista desprendiendo un aroma salado y caliente, el clítoris que antes no parecía interesado ahora reclamaba su protagonismo y salía orgulloso como un pavo real, él mismo se despojaba del prepucio al salir enseñando el pico de loro brillante y claro por la dureza, mi lengua pasó rápidamente entre los labios del coño de abajo a arriba rozando todo en su totalidad, Silvia gritó de placer y levantó el culo quedándose apoyada por el cuello y los talones, las tetas se le habían desplazado hacia el cuello y se mostraban erguidas dejando un canal entre ellas que mostraban los labios jadeantes entreabiertos perfectamente pintados con rojo fuego.

                                                  Mi manos pasaron por debajo del culo elevado y cuando se dejó caer separé las nalgas y un dedo entró hasta la primera falange en su culo, inmediatamente volvió a saltar y mi lengua la recibió con otra lamida relámpago, la tuve en máxima tensión un rato, cuando bajaba mi dedo entraba en su culo o mi lengua la subía al cielo, en una de esta bajadas ya no fue un dedo sólo, lo acompañó otro y ella no lo acusó o por lo menos no dijo nada.

                                                  Silvia disfrutaba con el juego y yo también, ya sabía la rutina y buscó con que entretenerse, lo primero que encontró fue mi polla, le descubrió el glande y sus manos atraparon mis huevos, con ellos recogidos en un puñado guiaron mi polla a su boca y se la tragó como un pastel de crema.

                                                  Tuvo que abrir la boca para gritar porque mis dientes le atrapaban el clítoris y la lengua lo pulsaba como la púa de una guitarra, se aferró a mi culo y no me soltó aun cuando los espasmos le llegaron de improviso, el tremendo orgasmo le provocó una oleada de flujo que me empapó la cara, yo no había visto correrse a ninguna mujer así, parecía mi polla escupiendo leche que le lubricaba el ano y mis dedos ya entraban con plena facilidad, ya eran tres y ella no parecía sentirlo.

  • Silvia quiero tu culo.
  • No Carlos, mi culo no, la tienes demasiado gorda y me va a llegar a la cintura.
  • Tranquila, ahora tienes tres dedos en el culo, mi polla es sólo un poco más pero con lo mojada que estás no te vas a enterar.
  • No por favor, te lo ruego.

                                                  Enterar sí que se enteró, el esfínter lo pasé bien contra todo pronóstico pero adentro me costó encontrar la trayectoria del recto porque ella no facilitaba el camino aunque cuando lo encontré me deslicé sin parar hasta pegar los huevos en su coño, un suspiro de alivio se le escapó de los labios mojados de saliva todavía.

  • Carlos me voy a correr otra vez, apártate si no quieres que te riegue.
  • Gracias por avisar pero no importa, me gusta verte correr como una fuente.

                                                  El riego no fue tal, fue una oleada de flujo que parecía semen por lo espeso, la cama se mojó toda y Silvia no dejaba de manar jugos, yo me movía y bombeaba más y más por el culo, no vi otra salida que sacarla y taponar la vagina con la polla, en principio pareció buena idea pero de inmediato siguió saliendo incluso a más presión, me mojó los huevos y media cama.

  • Silvia ya no puedo más, me voy a correr.
  • Lo estoy esperando desde hace un rato, admiro tu resistencia, Julio ya estaría durmiendo hace rato.
  • ¡Pero te digo que me voy a correr adentro de ti!
  • No me importa, lléname de leche, me gustará.
  • ¿No tienes miedo a quedarte preñada?
  • Me da igual, casi prefiero que sea tuyo y no de Julio, me gustas Carlos.
  • No me digas eso porque ya no puedo frenar Silvia me corro, me corro yaaaa.
  • Si Carlos, noto tu leche caliente quemándome las entrañas,
  • Joder Silvia me he corrido como hacía mucho pero ahora me siento culpable.
  • Jajaja, no te preocupes Carlos, no me vas a preñar, he puesto medios para que no pase, si quieres que sea sincera contigo no le veo mucho futuro a mi matrimonio, sé que mi marido, ahora, y según el uso horario de China, estará follando con sus secretarias, a mi no me engaña ese gilipollas pero lo siento por ellas, seguro que no están gozando tanto como yo contigo.
  • Que aplomo tienes Silvia, se me está poniendo dura otra vez antes de sacártela.
  • Lo estoy notando y me gustaría correrme a mí también pero junto a ti, los dos a la vez.
  • Es lo que más me gusta, una corrida a dúo.
  • ¿Por dónde me la vas a meter ahora?  Soy tuya.
  • Por detrás, alternativamente por el culo y por el coño ¿te parece bien?
  • Me parece muy bien.

 

Continuará

Agradezco sus valoraciones y comentarios.

Gracias.

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