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Viaje de un jubilado a La Argentina (37)

en Amor filial

Este relato no sería posible sin la estimable colaboración de mi amigo Guilleos, un porteño auténtico.

 

                                                  La noticia de que la chica de Misiones iba a venir a Buenos Aires nos revolucionó a todos, a mi mujer le gustaba volver a verla y a mí no digamos, a Corina amiga íntima desde la universidad le encantaba y a Javier también, le esperábamos impacientes porque nos dijo que nos llamaría cuando estuviera instalada, Corina le había ofrecido su casa y yo habría dormido en el suelo si hubiera sido preciso por verla allí pero ella tenía otros planes y decidió alojarse en un hotel, también declinó que fuéramos a recogerla a la estación del tren, nos tuvimos que conformar, por eso cuando nos llamó diciéndonos que ya estaba en la capital todos quisimos ir a verla en grupo pero en el momento de la verdad Javier tuvo que ir al trabajo por todo el día y  Elena prefirió quedarse en casa con Javi y que yo acompañara a Corina al hotel donde estaba Ingrid.

                                                  Corina me dijo que había quedado por la tarde, porque por la mañana Ingrid tenía que hacer alguna gestión, entró en su habitación para vestirse para salir, mi mujer me recomendó que me arreglara yo también pues Ingrid y su familia eran muy elegantes y no podía ir de cualquier forma, me puse casi como los domingos pero me quedé corto, cuando Corina salió de su habitación parecía una actriz en noche de estreno, se había maquillado perfectamente como ella sabía que estaba más bella y había elegido un vestido con una falda ancha y una blusa bastante escotada.  Elena me miró de reojo porque sin darme cuenta suspiré al verla, por el escote asomaban un poco la redondez de las tetas morenas, Corina antes de salir le pidió parecer a Elena y se dio una vuelta en redondo levantando el vuelo de la falda, estaba preciosa y ella lo sabía bien, mi mujer le dijo.

  • Corina cuídame a Pepe porque se va a dar algún tropiezo con alguna farola por mirarte, estás preciosa ¿verdad Pepe?
  • Eeeh, pues… sí no está mal.

                                                  Por el ascensor aún no habíamos bajado ni dos pisos ya le quería meter mano por donde pudiera pero mi nuera me tuvo que frenar.

  • Tranquilo loquito, que hay mucha tarde por delante.
  • Es que estás buenísima Corina.
  • Jajaja, ya lo sabía y si no se lo cuentas a nadie, me he arreglado para ti.
  • Por favor Corina que no llegamos al patio… antes te como las tetas en un rellano.

                                                  Tomamos un taxi, por supuesto no iba a consentir que nadie manoseara a Corina en un colectivo, le dio la dirección del hotel y salimos raudos, llegamos al hotel y ya en la acera la gente se volvía al ver pasar a Corina y murmuraban algo, imagino que el verme a mí a su lado, lo que pensaran tenían razón, estaba para follarla hasta la muerte, en Recepción nos dieron indicaciones para llegar a su habitación, en el ascensor también tuvo que frenarme, yo iba salido como un quinceañero, la ocasión de salir a solas con aquella belleza ya era motivo, llamé a la puerta y a decir verdad tardó bastante en abrir, yo ya dudaba si estaría cuando la puerta se abrió y apareció la rubia Ingrid, nos hizo entrar sin saludar siquiera porque iba con bata pues se estaba arreglando también, se había duchado y sólo le había dado tiempo para maquillarse y pintarse los ojos y los labios, iba con tonos más suaves que Corina que llevaba los labios rojo fuego con brillo y los ojos con sombras que le realzaban su belleza, nada más cerrar la puerta las dos amigas se abrazaron, era todo un espectáculo verlas juntas dándose besos y abrazos, verdaderamente se alegraban de verse, yo esperé en un segundo plano dispuesto a darle la mano cortésmente pero una vez saturada de besos de Corina se volvió hacia mí y me estrujó literalmente entre su brazos, llenándome de besos también, no eran besos de compromiso, eran sinceros, tan sinceros que mi polla hizo alguna reacción.

                                                  Nos hizo pasar a la habitación, sobre la cama súper grande estaban repartidos en completo desorden un montón de vestidos, recordé a Elena, también mi mujer para ir a cualquier viaje por corto que fuera cargaba con todo lo que tenía, nos sentamos en la orilla de la cama y nos explicó que tenía dudas de que ponerse para el día siguiente pues tenía una reunión con una empresa importante y una vez pasado el primer momento de euforia y preguntado por su madre y hermana nos pidió disculpas para poder seguir vistiéndose,  yo imaginaba que entraría en el baño y se llevaría la ropa que había decidido, rebuscó entre el montón de ropa que había sobre la cama, hacía hasta montaña, eligió el que Corina le recomendó y sin pensárselo dos veces se abrió la bata y se quedó en dos piezas, yo tragué saliva, el cuerpo de la rubia era maravilloso, recordé por un momento los ratos que habíamos pasado en Iguazú.

                                                  Las dos chicas se metieron en el aseo hablando y me dejaron sólo, yo estuve mirando por la ventana el paisaje, desde aquel piso tan alto se veía casi todo Buenos Aires o eso creía yo, me quedé pensativo porque aunque sabía que los hombres no tenemos sexto sentido algo me había llamado la atención pero no lograba averiguar el qué, por supuesto era la primera vez que estaba en aquel hotel pero no sé, estaba nervioso, cuando  salieron las chicas eran dos monumentos, una morena y otra rubia con una cara resplandeciente de alegría, Ingrid me dijo algo que me dejó todavía más perplejo.

  • Pepe le he dicho a Corina que Gerta no ha podido venir pero os ha mandado muchos besos.
  • ¡Ah! Gerta que mujer, mejorando lo presente como decimos nosotros, es una maravilla de la naturaleza, que cara, que cuerpo, que persona, lo tiene todo perfecto.
  • Mmm, veo que te impactó.
  • No podría olvidarla nunca, igual que a vosotras pero debéis hacer un trío maravilloso.
  • ¿Vos crees?
  • Sin dudarlo.
  • Ya se lo diré cuando la vea o… mejor decíselo vos, abre la ropa de la cama y mirá.

                                                  Bajo el montón de ropa de mujer abrí la colcha y la sábana y aplastada sin moverse vi la melena casi blanca de tan rubia de Gerta, me miraba sonriente y cuando tiré de la ropa hasta los pies apareció toda ella, sin ropa ninguna, tan bella y perfecta como era, todo su cuerpo desnudo era inmaculado, excepto el corazón tatuado encima del pubis, las tres gritaron de sorpresa más que yo que me quedé mudo, Corina se abalanzó sobre ella que ya salía de la cama, había estado inmóvil todo el rato y con su cuerpo disimulado por la ropa no se movió siquiera, entonces vi lo que me había alertado, por una esquina se veía un trozo del vestido amarillo metálico que había lucido en Córdoba la noche que salimos, ese era el motivo de mi desazón, las tres chicas se abrazaron dando gritos de alegría, las tres abrazadas dándose besos mientras yo las admiraba desde cierta distancia,  Corina fue la que se percató y se volvió hacia mí y me dijo.

  • Pepe ¿qué no te alegras de ver a Gerta, si me dijiste que ya la conocías?

                                                  Me lo decía a la vez que abrían el corro y me extendían los brazos para que me incorporara al abrazo colectivo, me uní a ellas y cerraron el abrazo, los besos eran indiscriminados, cuando ya se les pasó Corina les dijo.

  • Qué alegría estar las tres otra vez juntas pero si quieren que lo celebremos, terminen de vestirse y nos vamos.
  • Se me ocurre otra cosa mejor…  ¿Por qué no pasamos la tarde juntas recordando la juventud y qué mejor sitio que acá, con Pepe claro.
  • Es una idea estupenda, me gusta…  ¿Qué te parece Corina, le gustará a Pepe?
  • Yo creo que si de todas formas que lo diga él.
  • ¿Cómo no me iba gustar veros tan felices juntas, ahora podréis contaros vuestras vivencias.
  • Estupendo y, como somos cuatro ¿porqué no subimos a la cama, es grande y cabemos de sobra pero no se arruguen los vestidos, yo ya estoy desnuda, ¿por qué no se quitan la ropa como cuando estábamos en la universidad?
  • Buena idea.

                                                  Ingrid fue la más rápida, apenas iba vestida y quitó todas las prendas que estaban sobre la cama, eran los vestidos de las dos rubias que los habían esparcido para ocultar el cuerpo de Gerta, de un abrazo los dejó sobre un sillón al lado de la ventana y quitó la colcha y la sábana de arriba saltando al lado de Gerta, se había olvidado de quitarse el sujetador y las bragas y lo hizo lanzándolos al sofá junto a la otra ropa.  Corina no tardó en despojarse de la falda y de la camisa y se volvió hacia mí de espaldas para que le soltara el sujetador, yo tenía bastante práctica y haciendo pinza con dos dedos lo solté, ella había levantado los brazos sobre la cabeza y la prenda saltó al suelo dejando las dos tetas morenas libres, las otras amigas se rieron al verla subir de un salto pero se volvieron y Gerta me dijo.

  • ¿Qué esperás Pepe?, pareces una estatua de piedra, ¿no subes con nosotras?

                                                  Yo me di cuenta que me esperaban y fui a subir pero Ingrid me detuvo con la mano.

  • ¡Ah no!  Si quieres estar con nosotras tienes que quitarte la ropa, no sería justo.

                                                  Nunca me había quitado los pantalones tan rápido pero me acordé de un detalle y me fui al baño, las chicas se miraron extrañadas, yo iba con la polla a media erección y del pantalón saqué un  pastillero, llevaba dos pastillas azules, por un momento dudé pero me acordé de lo mal que lo había pasado y sólo me tomé una, bebí agua del lavabo y de paso me lavé la polla que con el agua fría se encogió como un gusano, cuando salí se me habían quedado los calcetines y en el último momento me los quité pero se me olvidó una cosa, el bóxer que en el momento que subí las chicas me tumbaron en el centro y unas manos, no sé de quién serían, me lo quitaron de un tirón hasta sacármelo por los pies, a un lado se tumbó pegada a mi Ingrid y al otro Gerta, las dos rubias con aquellos cuerpos de piel blanca me enmarcaban mi decrepito musculoso tipo.  

                                                  Corina subió por los pies de la cama y se puso boca abajo de codos sobre mis piernas, yo abrí los brazos y las dos rubias se pegaron a mí, estábamos felices.  Yo notaba las tetas colgantes de Corina sobre mi polla blanda y debajo de mis manos coincidían con una teta de cada una de las rubias, las rocé con el dedo y ella se pusieron cara al techo para que pudiera acariciarlas, estuvieron hablando recordando aventuras e historias de la juventud, yo acariciaba sin prisas las tetas de las de Misiones.  Corina apoyada sobre mi vientre me hacía caracolillos en el vello del pecho mientras hablaba, cada una contó cómo le había ido la vida, Ingrid contaba que en Misiones no habían muchos chicos que le gustaran y por eso seguía soltera y que le hacía ilusión ser madre pronto, Corina contó que trabajaba en un banco y que se había casado con un chico muy majo y era muy feliz con su niño y entonces Gerta le preguntó.

  • Entonces… ¿Pepe es el padre de tu marido?
  • Claro, Pepe es mi suegro, bueno, es más que mi suegro, es un muy buen amigo.
  • Qué suerte tienes, un hombre así no se encuentra todos los días y estando en tu casa no habéis…?

                                                  Ingrid me quitó la mano de su teta y se levantó, fue a buscar su bolso y trajo su móvil, buscó en una carpeta segura y la abrió, en ella se veían a ella y a Corina desnudas entre el follaje de la selva, a Gerta le gustaba lo lindas que estaban, incluso más cuando estaban juntas pero Ingrid dejó para el final las mejores, en una de ellas se veía la cara de ella con un capullo rojo de excitación a punto de entrar en su boca.  Gerta no tardó en darse cuenta que aquel capullo era el mío y asombrada se volvió a hacia ella pero Ingrid llamó su atención a otra foto en ella se veía una mejilla de lado con mi capullo a medio meter en la boca, era muy parecida a la otra con la diferencia que se veía una oreja y en ella un pendiente que casualmente era el que llevaba Corina puesto.

                                                  Gerta se quedó asombrada, hasta que comprendió que las dos amigas habían estado conmigo en situación bastante íntima, se echó a reír y me dio un beso a modo de felicitación, ahora sabía que estábamos todos en igualdad de posición, ni se cuestionó siquiera la foto de Corina ni que yo fuera el padre de su marido.

  • Yo como saben terminé mis estudios de Relaciones Públicas y conseguí empleo en una agencia de publicidad con la esperanza de ser modelo, de cuerpo no ando mal, ya lo ven y me prometieron mucho pero la realidad es que estoy haciendo de Escort, como imaginarán mi trabajo en principio era acompañar a personas de alto standing a eventos con clase, yo tengo una educación bastante completa, idiomas y demás y con bastante cultura y eso me facilitó las cosas, en un principio me pareció fantástico, viajes, ropa cara, restaurantes, coches, joyas, hoteles de lujo pero la parte negativa fue cuando se cerraba la puerta de la habitación del cliente.
  • Eso sería lo peor, si siempre fueran personas agradables.
  • Yo también pensaba así, al principio tuve bastante suerte pero luego vino de todo, en fin para qué les voy a contar, bajo la apariencia de grandes personas hay mucha perversión, menos mal que a veces tengo la suerte de encontrar personas maravillosas como Pepe.
  • ¿Yo, si soy un viejecito ya?
  • ¿Viejecito y tienes a tus pies a tres mujeres impresionantes y a saber cuantas más?
  • Lo cierto es que no me puedo quejar, sois maravillosas.
  • De vez en cuando tengo suerte y conozco algún joven que no está mal, el día que conocí a Pepe me presentó a un compañero joven muy agradable que…

                                                  Se me encendieron todas las alarmas, me acordé que mientras yo estaba follando con Loreto, la acompañante de Javier él se follaba a Gerta y Corina no tenía ni idea, le di un pellizco al pezón de Gerta mirándola con ojos de alarma, ella entendió que ese no era buen camino y cambió de tema.

  • Ya veo a la pija de Pepe asomarse entre tus tetas Corina…
  • Si estoy notando cómo crece, cuando esté un poco más duro me lo tragaré, jajaja.

                                                  En efecto, entre las dos columnas que caían del pecho de Corina asomaba mi glande descapullado como un ratón curioso, yo amasé las tetas de las dos rubias y aceleré la erección, Corina se escurrió un poco entre mis piernas hasta que pudo llegar a mi polla, ésta fue saliendo entre sus tetas hasta tocarle la barbilla y Corina la cazó con sus labios y aspiró, todo el capullo desapareció en su boca y yo apreté los pezones rosados de las rubias, fue como el pistoletazo de salida, las dos rubias se incorporaron y acudieron a ayudar a Corina, ésta sólo atendía a mi capullo y Gerta se ocupó del tronco de mi polla, a Ingrid le quedaron los huevos que fueron succionados uno a uno, me abrieron la piernas y las tres competían en darme el mayor placer, yo procuraba no estarme quieto, tiré de la primera pierna que tenía a mi alcance y le insinué que se sentara sobre mi boca, la reconocí en seguida, no se le notaban los labios del coño y supe que era Gerta pero yo ya la conocía y con la lengua en punta busqué la separación de los labios, apenas se notaba pero la encontré y debajo el clítoris plegado y digo plegado porque no estaba hundido ni escondido, fue tocarlo cuando se desperezó y empezó a bajar entre sus labios como las ruedas de un avión era un clítoris muy desarrollado para los pocos labios que tenía pero lo atrapé con mis dientes y con la lengua le quité la capucha que lo protegía.

                                                  La chica gimió y las otras al oírla sabían que estaba “herida de muerte”, las dos sin dejar mi polla desatendida acercaron sus culos hacia mí, mis manos las alcanzaron metiéndose entre sus nalgas, aprecié las diferencias de los tres coños a la vez, el de Gerta se cerraba alrededor del clítoris y para llegar a la vagina tenía que seguir abriéndolo, en cambio el de Corina era un libro abierto, sus labios carnosos, dejaban todo a mi disposición el clítoris se puso duro y los labios menores se abrieron como pétalos, le metí un dedo y quiso más, Ingrid tenía un coño muy suave, sin apenas labios menores casi todo era vagina, le metí dos dedos y ella movía las caderas buscándome todavía, estaban mojadas las tres y yo lubriqué sus anos y les metí el pulgar a las dos a la vez, fue un clamor de gemidos y suspiros cuando de pronto Gerta apartó con las manos a las dos amigas.

  • Déjenme lugar que no puedo aguantar más.

                                                  Las amigas dejaron mi polla libre y Gerta de rodillas se sentó sobre mi polla y se la hundió precipitadamente,

  • ¡Oh Dios me corro!  Ayúdenme por favor.

                                                  La dos amigas se abalanzaron para sujetar a Gerta que se desmoronaba por momentos, Ingrid le cogió una teta a su alcance y le chupó el pezón, Corina que había visto el clítoris que acababa de chuparle yo quiso recordar viejos tiempos y le esperaba cuando se levantaba un poco de mí, mi polla estaba clavada entre la raja apretada de Gerta pero su clítoris asomaba duro y provocador y Corina lo lamió hasta provocarle un orgasmo brutal, Ingrid apenas podía sujetar el pezón en su boca y tuvo que cogerle las dos tetas para alternarlos, yo contribuía con mis dedos en el culo de la rubia.

  • No había tenido otro orgasmo como este desde que cogí contigo Pepe, me hiciste muy feliz igual que ahora.
  • ¿Y de tus amigas no te acuerdas?
  • Mmm, mis amigas ya saben donde acariciarme, saben darme placer igual que yo a ellas, me gustan los hombres pero una caricia de mis amigas no se desprecia nunca, jajaja.

                                                  Gerta cayó casi desvanecida, de haber estado solos le hubiera metido la polla en el culo, en la postura que estaba no me hubiera costado nada y con la dilatación y lubricación que le había dado con dos dedos me la habría clavado fácilmente pero Ingrid pensaba que debía descansar y a ella le hacía más falta la polla que a Gerta en estos momentos, se puso a cuatro sobre la sábana, agachó la cabeza sobre el colchón y me dejó elegir, a mi lado Corina me mantenía la polla dura y mojada con la boca, con la mirada le dije que eligiera ella, Corina las conocía bien a las dos y sabía por experiencia que a mí no se me daba mal meterla por el culo y esa fue su decisión, separó las blancas nalgas de Ingrid y apoyé mi polla en su rosado agujero.  Ingrid al notarme contuvo la respiración y según iba entrando iba soltando aire, cuando ya estaba adentro de su culo por completo termino de suspirar.

                                                  Corina me amasaba los huevos pero pensó otra cosa, no se conformaba con quedarse de espectadora y se puso de pie con los pies a los lados de Ingrid, se me acercó y con los dedos separó los labios de su coño dejando al descubierto el clítoris pelado y brillante, sólo tuve que acercar la boca y absorberlo, abarqué todo con la lengua y ella gimió entre convulsiones, mi polla entraba y salía de Ingrid y se le escuchaba entre las piernas de Corina cómo jadeaba con las tetas balanceándose sobre la sábana.  Gerta nos miraba satisfecha, se escurrió buscando las tetas de Ingrid y las mantuvo quietas, le rodeaba los pezones como sabía que le gustaba a ella, Ingrid, suplicaba que le metiera más polla, (yo qué más hubiera querido) y quise darle por lo menos una sorpresa, la saqué rápido y dos centímetros más abajo la clavé, le entró directa al útero, el coño de Gerta dilató lo que tuvo que hacerlo y toda se le hundió en la vagina, gritó de placer y se cogió a las piernas de Corina, ésta me había sujetado la cabeza y la guiaba por donde quería que le lamiera el coño.

                                                  Yo ya no podía más, me iba a correr de un momento a otro pero me acordé de que Ingrid estaba ilusionada con quedarse embarazada y en un último sacrificio me arrepentí y sacándola la volví a meter en el culo, ella iba de sorpresa en sorpresa, lo tenía tan dilatado que no se enteró hasta notarme en su vientre pero cuando empecé a llenarla de leche me pareció oír un lamento de decepción pero yo me alegré de haberme acordado, no soy persona de desear cargos de conciencia sabiendo que tengo hijos por ahí.

                                                  Corina viéndome apurado corriéndome en el culo de Ingrid me soltó la cabeza y se tumbó al lado de Gerta abriendo las piernas y enseñándole el estado de su clítoris, Gerta sabía que le necesitaba y ocupó mi puesto hundiendo su cara entre los muslos de Corina, mi nuera no aguantó casi, ya estaba muy apurada cuando se corrió en la boca de su amiga, quedó desparramada sobre la sábana, los cuatro estábamos extenuados, todos menos mi polla que seguía tan dura como el principio, yo estaba agotado con la postura de follar a Ingrid y no pude incorporarme pero Corina se dio cuenta y se acercó a mí.

  • Tranquilo Pepe, no te esfuerces, ya me ocupo yo.

                                                  Corina se subió sobre mí, aprovechando la dureza de mi polla la rodeó con sus labios y siguió rozando su clítoris contra ella, parecía que seguía caliente deseando tenerla adentro y no tardó en levantar un poco el culo y meterse la polla en la vagina, lo hizo despacio para que yo no me agitara y estuvo cabalgándome suavemente.

                                                  Las dos rubia se dieron cuenta el cariño que ponía Corina al follarme, lo hacía con tal delicadeza que parecía flotar sobre mí, veían cómo apenas se movía pero con su coño me masajeaba la polla a la vez, mis manos subieron a sus tetas y las miradas de las rubias vieron como yo trataba aquellas dos bolas hinchadas de leche que iba apretando y mojándome los dedos, se los daba a chupar a ella que los absorbía como si fuera mi polla, Corina concentrada estaba con los ojos cerrados parecía que estábamos ella y yo solos en la cama y las dos amigas lo notaron, decidieron ayudarnos y nos rodearon, una a cada lado, con mucha suavidad, iban acariciando a Corina, sus manos apenas la rozaban pero la piel se le erizaba con el tacto, los pezones duros, ásperos y rugosos manaban leche por las grietas.

                                                  Ingrid probó la leche que caía, con la lengua tocó la gota que iba a caer sobre mi y la saboreó, le gustó y repitió pero sus labios se cerraron alrededor del pezón de Corina, su garganta demostraba que chupaba, estaba mamando de las tetas de Corina, cuando dejó el pezón se lo recomendó a Gerta que hizo lo mismo con el otro, yo notaba en mi capullo las sensaciones que le corrían por el cuerpo, poco a poco sus caderas fueron cogiendo más ritmo, las movía en todas direcciones y mi glande rozaba su vagina por todo los pliegues.

                                                  Gerta buscó mi mano mientras chupaba del pezón de su amiga, me la llevó entre sus piernas y la dejó confiada en lo que iba a hacerle, simplemente pasé los dedos por la mínima hendidura cuando su clítoris asomó erecto, mis dedos lo atraparon y lo acariciaron como si fuera mi polla, literalmente le hice una paja, ella chupaba y chupaba la leche de Corina, el orgasmo la alcanzó bebiendo leche de Corina, ésta hizo un gesto de dolor  porque Gerta en su éxtasis le había mordido el pezón, yo estaba asombrado con el efecto de la pastilla, tenía la polla como al principio y todavía quedaba algo de semen para repartir.

                                                  Corina lo quería pero quería demostrarles a sus amigas cuanto le gustaba, ya notaba las pulsaciones de mi capullo cuando se levantó, se inclinó sobre mi polla y se la tragó, sus amigas pusieron sus cabezas sobre mi vientre mirando la boca de Corina, las mejillas succionaban mi glande intentando extraer la leche que me quedaba, con mis manos en sus coños me motivaba y cuando me llegó la eyaculación no me retuve, a Corina le pilló de improviso y tosió, el primer chorro le había llegado a la garganta pero el segundo lo estaba esperando, se le llenó la boca de semen y se lo enseño a sus amigas, ya se lo iba a tragar cuando Gerta le rogó que lo compartiera, las dos rubias pusieron sus bocas hacia arriba y Corina les iba echando mi leche en sus bocas, no dejaron nada fuera.

                                                  Yo estaba realmente extenuado, con las corridas tan seguidas no podía ni moverme, entre las tres me colocaron en el medio de la cama y se me pegaron haciéndome notar toda su piel, notaba la presión de las tetas de las tres y el roce de sus muslos con los míos, a la pastilla no le podía pedir más y mi polla fue menguando, Gerta dijo.

  • ¡Qué felicidad, si siempre fuera así, cuando me acuerdo de mis clientes, algunos verdaderamente repugnantes o viciosos…
  • ¡Si se enteraran sus esposas…!
  • Hay de todo, incluso una vez uno trajo a su mujer, quería que hiciéramos un trío.
  • ¿Y qué hiciste?
  • Pues… como era un buen cliente llamé a la agencia pero me dijeron que era mi decisión  pero si quería seguir trabajando…
  • ¿Y?
  • Tuve que hacerlo, nos cogió a las dos, aunque también quería que le comiera la concha a su mujer pero a eso no accedí y eso que me pagaba muy bien.
  • Joder, debe ser muy duro, nosotros hemos estado juntos los cuatro y lo hemos pasado de maravilla, que diferencia.
  • Me acordaré siempre de estos momentos, cuando estoy con algún tipo que me desagrada pienso en que podría ser Pepe y es más llevadero.
  • ¿Ahora me acuerdo… te gustaría cambiar de trabajo?
  • Me encantaría pero… es difícil.
  • Un momento voy a hacer una gestión.

                                                  Me levanté con dificultad entre los cuerpos de las tres bellezas y fui a buscar mi teléfono y llamé, me contestó Marlene con su voz afrancesada...

  • ¡Aló!, ¿quién es?
  • Hola Marlene, soy Pepe, ¿te acuerdas de aquella chica que te comenté, la belleza de Misiones?
  • Si claro ¿era para hacerle una prueba de fotografía, no?
  • Si eso, es que la tengo delante y tengo interés de que le atendieras.
  • Si claro pero Pepe, conociéndote sé que a ti te gustan todas las mujeres y para ser modelo hay que tener unas condiciones…
  • Lo entiendo, te envío una foto suya y ya opinas.

                                                  Las tres chicas me escuchaban sorprendidas de que tuviera esos contactos con gente de la moda pero cuando les dije que se separaran de Gerta para hacerle una foto no se lo creían, así como estaba desnuda sobre la cama le hice una foto que se la mandé por whatsapp a Marlene, a los pocos minutos me llamó ella.

  • Pepe, tenías razón es una belleza pero no creí que la tuvieras delante desnuda, seguro que han cogido y todo.
  • Imagina lo que quieras, ya sabes que soy discreto.
  • Jajaja, Pepe discreto pero con un pene muy descarado, acabo de hablar con Héctor, es el fotógrafo, está haciendo una sesión de fotos muy importante y no puede ahora pero como le  he insistido mucho nos ha citado para mañana por la tarde, nos hará un hueco de tiempo.
  • Gracias Marlene, no esperaba menos de ti, te debo una.
  • ¿Por dónde?
  • Jajaja, por donde a ti más te guste.
  • Ya sabés por dónde, ladrón.
  • Ya habéis oído, mañana por la tarde vendré a por ti y un fotógrafo de moda te hará unas pruebas, ponte guapa porque quiero que salgas del hoyo dónde estás.

 

                                                  Las chicas aplaudieron pero Gerta se levantó y vino hacia mí, era una escultura real y me abrazó envolviéndome con sus brazos, me besó y mi polla creció lo suficiente para que mientras duró el beso, que fue largo, quedara pegado en su pubis, cuando nos separamos y volvimos a la cama con las otras chicas se dieron cuenta que el clítoris de Gerta asomaba exageradamente entre sus finos labios.

  • ¡Eeeeh!  Eso ha sido un beso de verdad, mirá Corina como le ha puesto el clítoris en un momento.
  • ¡Ese es mi Pepe!

                                                  Aún estuvimos los cuatro sobre la cama, las hubiera follado otra vez a todas si tuviera muchos años menos pero no estaba descontento, ya anochecido nos vestimos,  Corina y yo salimos a la calle, llamamos a un taxi y ya dentro de él Corina me puso la mano en el interior del muslo muy cerca de mi polla.

  • Pepe, tengo una duda o mejor dicho una sospecha… el comentario que ha hecho Gerta de un joven que le había resultado interesante, ¿no será…?
  • Joder Corina, que astuta eres, no creí que te dieras cuenta…
  • Pepe… sinceridad, sólo te pido sinceridad.
  • Corina ¿qué quieres que te diga… que no?  Tú eres muy inteligente y yo perderé la confianza tan real que nos tenemos, si te digo que sí pensarás que tu marido es un libertino  y que te engaña con otras y tampoco es verdad, ¿sabes lo que nos dijeron en Córdoba?
  • No me lo imagino.
  • Que lo que pasa en Córdoba se queda en Córdoba, por lo demás te doy  mi palabra que no debes preocuparte.
  • De otra persona no me lo creería, ni siquiera de Javier pero si me dices eso, te creo totalmente pero eso tiene un precio, en compensación en la próxima ocasión esta pija va a ser sólo mía y cuando digo sólo es que va a ser para mí y por todos lados.
  • Te lo prometo Corina, no quedarás quejosa.

                                                  Cuando llegamos a casa Elena nos preguntó cómo lo habíamos pasado, Corina salió al paso y contó las anécdotas de las tres en la universidad pero de la cama con tres bellezas para mí sólo ni una palabra, como debía ser.

                                                  Javier llegó tarde y también preguntó por las chicas, Corina se mostró de lo más cariñosa con él demostrándome que me “creía” lo que le había dicho aunque yo sabía que no era así, estaba segura que su marido había follado con Gerta, suspiré de que no apareciera el nombre de Loreto también, con ella sí que estuvo follando todo el tiempo, en un momento que nos quedamos solos Javier me preguntó qué tal lo había pasado con las tres pero en vez de contarle la verdad de la tarde en la cama le conté del susto del comentario de Gerta y casi de Loreto también, su cara cambió de color y le recomendé que tuviera más cuidado, me lo prometió aunque yo sabía que sus promesas…

                                                  Al día siguiente fui con un taxi a por Gerta, no quise subir a su habitación porque estaba seguro que llegaríamos tarde a la cita, era demasiado tentadora pero cuando bajó, me alegré de no haber subido, no creo que hubiera podido contener mis manos, pasamos por casa de Marlene y la recogimos, ella también estaba bellísima, con la madurez tenía una elegancia natural y con los modelitos de moda francesa todavía lucía más, las presenté y se cayeron muy bien las dos, el taxi nos llevó al estudio del fotógrafo Héctor.

                                                  Héctor no recibió un tanto fríamente iba agobiado y nos llevó sin contemplaciones al estudio de fotografía, era un local inmenso con varios escenarios y trastos de atrezo, en un rincón una serie de flashes y focos alumbraban a un fondo con un tono neutro para luego montar las fotos digitalmente, varias cámaras estaban esparcidas por los trípodes según los objetivos, como una sombra iba detrás de Héctor un muchacho joven imberbe con el pelo tintado de rubio fuerte y ensortijado, parecía un ángel clásico pero por las maneras de moverse y hablar muy similares a Héctor comprendí que además de jefe lo compartía en la cama, de las sombras salió una chica, no era demasiado joven pero estaba muy bien físicamente aunque con la ropa de trabajo no le hacía justicia, pantalones negros camiseta negra y delantal negro, lleno de pinceles y botes de maquillaje, era la maquilladora y estaba pendiente de todo, nosotros nos sentamos en un rincón cuando apagaron todas la luces menos los focos de escenario prácticamente no se nos veía a Marlene y Gerta y a mí en la oscuridad, detrás de los focos Héctor y Manuel se afanaban en ajustar las luces pero llegó el momento que se quedaron esperando parados y nerviosos, en varios percheros o burros como les llaman ellos colgaban diferentes vestidos de todas las temporadas, incluso bikinis y un biombo para cambiarse la modelo.

                                                 

                                                  A Héctor se le notaba histérico por momentos, andaba de un lugar a otro enfadado con todos y con todo, al fin vino donde estábamos nosotros y nos dijo secamente.

  • Mira Marlene no sé cómo decírtelo, estoy histérico porque no ha venido la modelo y ni siquiera se ha tomado la molestia de llamar y así no puedo trabajar, si no les importa vuelvan otro día, ya buscaré otro hueco.
  • Héctor te comprendo, es normal que estés agitado pero te rogaría que lo reconsideraras, Gerta está aquí y se tiene que marchar a Misiones, me ha comentado que está en conversaciones con otro fotógrafo y sinceramente creo que tú eres el mejor y no te defraudará.
  • Mierda, Marlene, me estás agobiando y yo no trabajo así pero si insistes le haré unas fotos hasta que venga la ñoña de la modelo.

                                                  Cuando Gerta salió a la luz de los focos la mirada de Héctor cambió, le hizo dar dos o tres vueltas para verla de todos lados y le rogó que se probara un vestido de aquellos, la chica se cambió detrás del biombo y salió, estaba preciosa y Héctor se deslumbró con ella, a las primeras fotos seguían otras con otros trajes y otros, estaba entusiasmado, de vez en cuando le hacía una carantoña a Manuel, estaba contento incluso la maquilladora se esmeraba en retocar a Gerta, quizás demasiado pensé yo.  El fotógrafo ahora estaba exultante de contento, nosotros en la oscuridad mirábamos satisfechos como Gerta se cambiaba y hacía fotos diferentes, tan rápido quería hacerle las fotos que Gerta ya no se cambiaba detrás del biombo, allí debajo de los focos se ponía el vestido siguiente.

                                                  Marlene lo notó, quizá antes que yo, me pasó la mano sobre la bragueta y me dijo.

  • Ya noto que te gusta la chica, siento cómo te afecta verla cambiarse desnuda a plena luz.
  • Yo creo que nadie podría estar impasible viendo este espectáculo.
  • Al parecer Héctor si y su acólito Manuel también aunque a la maquilladora sí que le está gustando, a ella parece que le encanta mucho su trabajo, jajaja.
  • Qué observadoras que eres Marlene, te fijas en todo.
  • Y tanto, como que tu pija está creciendo en mi mano, estoy pensando que sería un buen momento para cumplir tu palabra.
  • ¿Aquí?, si estamos delante de todos estos.
  • Sí pero estamos en la zona oscura, no nos ve nadie, en cambio tú tienes la pija dura y yo la concha mojada, por lo menos déjame que te la coma.
  • Por Dios Marlene que nos va a ver Héctor.
  • Si la ve me la quitara de las manos, jajaja.

                                                  Marlene no esperó mi autorización, me bajó la cremallera y me sacó la polla, se arrodilló frente a mí y se la tragó como si no hubiera comido en días, cuando ya la tenía dura me abrió los pantalones y tiró de ellos, yo no estaba en condiciones de discutir y me dejé hacer, sentado en el sofá del rincón Marlene se quitó las bragas y levantando la falda se sentó sobre mí, no tardó en encontrar el sitio y su coño engulló a mi polla, estuvo saltando sobre mí, yo viendo a Gerta cambiarse de ropa desnuda bajo los focos me ponía mas cachondo cada vez y cuando Marlene se corrió tuve que taparle la boca para que no la oyeran, todavía estaba sentada sobre mí cuando vino Héctor, nos pilló uno encima de otro aunque la falda cubría mi polla y las nalgas de Marlene, él ni se inmutó venía entusiasmado y enfadado al mismo tiempo.

  • Chicos por mí no se corten, sigan con lo que estaban haciendo pero tengo un problema, la chica es una belleza total y tiene arte para posar pero quiero hacerle un book para que la vean las marcas, le tengo que hacer unas fotos desnuda pero…
  • No me digas que no quiere.
  • Sí que quiere pero en algunas posturas no me gusta cómo queda, es tan perfecta que no es sensual diría yo, si puedes aconsejarme tú que la conoces bien…

                                                  Me acerqué a Gerta estaba sobre un sillón rococó desnuda, estaba preciosa como siempre y más con aquella iluminación, Héctor me llevó detrás de la cámara y me señaló el problema, con las luces no se le notaba el sexo, era como una muñeca infantil.

  • Ves el problema a la gente le gusta ver que es una mujer y las mujeres tienen coño con labios y gruesos si puede ser pero Gerta no tiene nada de eso.
  • Si ese es el problema espera un momento Héctor.

 

                                                  Me acerqué al sillón donde estaba semi echada Gerta y vi que con las luces potentes aún se le notaba menos el coño, le dije a Héctor que estuviera atento con las cámaras y a Gerta que no se moviera mucho, me arrodillé frente a ella y le separé las piernas un poco más, metí la cara entre las piernas y le pasé la lengua hasta abrirle el coño, al tocarle el clítoris inmediatamente salió y no se asomó solamente, se irguió desafiante como solía hacer, Héctor disparaba sin cesar mientras la maquilladora con la excusa de secar los brillos de mi saliva y los jugos de la vagina de Gerta le manoseaba el coño, los flases me cegaban de las fotos que hizo, cuando me levanté de entre sus piernas aún tardó en esconderse el clítoris y Héctor aprovechó para hacerle otras fotos con diferente postura, yo volví al lado de Marlene que me esperaba cariñosa pero cuando llegué junto a ella le dije.

  • Marlene, ponte de rodillas en el sofá y levántate la falda a los riñones.
  • ¿Qué vas a hacer Pepe?
  • Ahora lo veras, o mejor dicho lo notarás y no te quiero oír protestar.

                                                  La mujer obedeció, la sonrisa cariñosa desapareció de su cara cuando vio que me sacaba la polla si cabe más gorda que antes, se la hubiera metido a Gerta pero las fotos no habrían valido y al encararla al culo de Marlene me vengué, la hundí de un golpe, Marlene estaba advertida y no sufrió demasiado, se le coló como un tren en un túnel hasta el fondo, gimió mordiéndose la falda pero aguantó hasta que me corrí adentro de su culo, por sus muslos corría también los jugos que le salían del orgasmo que había tenido mientras se la clavaba,

                                                  Estaba tan ciego follando el culo a Marlene que no me había dado cuenta de que ya habían encendido las luces del local, estábamos rodeados de Héctor, Manuel, Gerta y la maquilladora que la miraba con ojos golosos, todos aplaudieron cuando saqué la polla del culo de Marlene, todos vieron el gran agujero que le había quedado y que tardó bastante en volver a su tamaño normal.  Marlene se volvió con cara inocente como si no hubiera pasado nada, se puso las bragas y se bajó la falda, sin inmutarse le preguntó a Héctor.

  • ¿Qué te decía yo Héctor, la chica vale o no?
  • Es preciosa, mañana la llamo a la otra modelo y le digo que ya no hace falta que venga, enseguida voy a editar las fotos y a mandarlas a las marcas de moda, te mandaré el book para que lo puedas presentar donde quieras pero voy a insistir para que las marcas te den sus trabajos, de eso me encargo yo, me has enamorado.
  • ¿Y yo qué Héctor?
  • Tú te callas Manuel, no sabes de lo que hablo.

                                                  Salimos a la calle y nos abrazamos, Marlene estaba muy contenta y satisfecha por el éxito de Gerta y por tener el coño y el culo ardiendo todavía, yo también lo estaba sobre todo por Gerta, quizás podría salir del ambiente donde estaba ahora y ella veía el horizonte más despejado, tomamos un taxi y llevamos a su casa a Marlene luego seguimos al hotel, Gerta me hizo subir a su habitación, me besó en la boca con un beso que lo decía todo, estaba agradecida y sobre todo encariñada conmigo, sin dejar de abrazarme se desnudó y me dijo.

  • Pepe ¿porqué no terminas lo que empezaste?, me has dejado a medias.

                                                  Ella misma pasó los dedos entre los labios y acarició su clítoris, al momento lo tenía duro y brillante, se sentó en la cama y levantó las piernas sobre su cabeza dejándome a la vista su coño y su culo, no había comparación con el que acababa de llenar y la polla estuvo de acuerdo conmigo, me acerqué a ella y le eché un salivazo, el esfínter cedió y me hundí en el, cuando llegué el fondo me dijo.

  • ¿Sabes una cosa?, me has puesto celosa viendo como le dejabas el culo a Marlene, ¿te gusta?
  • Tiene un culo sabroso pero ni comparación con el tuyo, ¿dónde quieres la leche?
  • En el coño por favor, si te apetece.
  • Claro, todo lo tuyo me apetece.

                                                  Cambié de agujero y me vacié cuando ella se estremecía con su orgasmo.

                                                  Cuando llegué a casa me temblaban las piernas al subir las escaleras, encima el ascensor estaba averiado, joder.

Continuará

 

Agradezco sus valoraciones y sus comentarios.

 

Gracias.

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